La novela de Walter Scott, El Enano Negro, era parte de la primera serie de sus, Cuentos de Mi Arrendador, publicada junto con Vieja Mortalidad,
del 2 de diciembre 1816 por el publicista escocés, William Blackwood, en
Edimburgo, y el publicista ingles, John Murray, en Londres. Originalmente los
cuatro volúmenes de la serie contarían historias separadas, pero Vieja Mortalidad llegó a ocupar tres de
ellos.
Trama Introductorio
La historia se sitúa justo después de la, Acta de Unión de Escocia e Inglaterra de 1707, en las colinas
Liddesdale de la Frontera Escocesa, familiares para Scott en su obra de colección de baladas, La Trova de la Frontera Escocesa. El personaje principal se basa en
David Ritchie, a quien conoció a Scott en el otoño de 1797. En el cuento, el enano
es Sir Edward Mauley, un ermitaño considerado por los lugareños como estando en
liga con el diablo, que se ve envuelto en una historia compleja de amor,
venganza, traición, esquemas de jacobitas, y un matrimonio forzado amenazado. Scott, comenzó la novela bien, “pero cansado de la tierra que pise tantas
veces antes... me pelié con mi historia, e hice trampa en la conclusión.”
Los críticos y el público la encontraron pobre, en comparación con su popular
compañero, Vieja Mortalidad. Una de las
críticas más duras fue en el periódico político londinense, Quarterly Review, escrita en forma
anónima por el propio Scott.
La introducción a, El Enano Negro,
atribuye la obra a Jedediah Cleishbotham, a quien Scott había inventado como un editor ficticio de la serie de Cuentos de Mi Arrendador. Es aquí donde
tenemos la visión más completa de este personaje.
Argumento
Mientas Hobbie Elliot regresaba en un páramo salvaje de una cacería de
un día, pensando en las leyendas que había oído de sus ocupantes sobrenaturales
después de caer la noche, fue alcanzado por Patrick Earnscliff, cuyo padre
había sido asesinado en una pelea con el terrateniente de Ellislaw, Richard
Vere. La luna de pronto reveló la figura de un enano humano, quien, una vez
hablando, rechazó sus ofertas de ayuda, y les invita a que se retiren. Después
de Hobbie haberlo invitado a cenar a Earnscliff, con sus compañeras, y a pasar la noche en
su granja, Hobbie lo acompaña la mañana siguiente para enfrentarse al extraño
ser por la luz del día; y asistirlo en recoger piedras para la construcción
de una cabaña, donde le suministrarán alimentos y otros artículos necesarios.
En poco tiempo los tres terminan su morada, y el enano llega a ser conocido por los vecinos, a
quienes da recetas por sus dolencias, como Elshender el Recluso.
Siendo visitado por Isabel Vere y dos de sus amigas, el enano les cuenta sus
fortunas, y le da una rosa a Isabel, con instrucciones estrictas de traérsela,
en su hora de adversidad. Mientras cabalgaban hacia casa, la conversación de
las tres chicas implica que Isabel amaba al joven Patrick Earnscliff, pero que el señor
Vere, su padre, intenta casarla con sir Frederick Langley. Otro de los
visitantes del enano es Willie Graeme de Westburnflat, quien lo conoce en su camino de vengar
una afrenta que había recibido de Hobbie Elliot, cuyo perro al día siguiente
había matado a una de las cabras del enano Elshie, por lo que Willie le
advirtió que la retribución estaba a la mano.
Poco después, Willie Graeme le trajo el aviso al Elshie de que él y sus compañeros
habían incendiado la granja de Hobbie, y se habían llevado a su novia, Grace
Armstrong, y algunas cabezas de ganado. Al oír esto Elshie, lo despachó con un
poco de dinero, e insistió en que Gracia debería de mantenerse a salvo. Después
de haber dispersado a sus vecinos en busca de ella, Hobbie Elliot fue a consultar
a Elshie, quien le entregó una bolsa de oro, que Hobbie negó, y Elshie le dio a
entender que debía buscar a aquella a quien él había perdido, “en el oeste.”
Earnscliff y su gente habían rastreado el ganado hasta la frontera inglesa,
pero al encontrar una gran fuerza jacobita reunida allí regresaron, y se
decidió a atacar la fortaleza de Westburnflat. Al acercarse a ella, una mano
femenina, cuyo amante juró era la de Gracia, les saludó con la mano en señal a
ellos desde una torreta, y mientras que estaban preparando una hoguera para
forzar la puerta, Willie Graeme accedió a liberar a su prisionera, quien
resultó ser Isabel Vere. Al llegar a casa, sin embargo, Elliot encontró que
Grace había sido traída de nuevo, y al amanecer se retiró para aceptar el dinero
que el enano le había ofrecido para reparar su casa. Isabel había sido
secuestrada por rufianes mientras caminaba con su padre, quien parecía abrumado
por la pena, y tenía la impresión de que Earnscliff, su amante, era el delincuente;
mientras que el señor Ratcliffe, quien manejo sus asuntos, sugirió que Sir
Frederick tenía motivos más fuertes para colocarla a ella, bajo su restricción.
La sospecha del señor Vere parecía justificada por su encuentro al regresar su
hija, bajo el cuidado de su amante; pero ella confirmó su versión de las
circunstancias bajo las cuales él había intervenido, para la incomodidad
evidente de su rival y su padre.
El mismo día, en una gran reunión de los partidarios del pretendiente
en la sala del castillo de Ellieslaw, Ralph Mareschal produce una carta que
disipa todas sus esperanzas, y Sir Frederick insiste en que su matrimonio con
Isabel debe tener lugar antes de la medianoche. Ella había dado su
consentimiento, en representación de su padre cuya vida sería confiscada si ella
se negaba, cuando en ese momento el señor Ratcliffe la convence de hacer uso de
la prenda que Elshie le había dado, y la acompaña a la morada de Elshie. Elshie
le promete que al pie del altar la redimirá; y, mientras la ceremonia se inicia
en la capilla, una voz, que parecía proceder de la tumba de su madre, pronuncia
la palabra, “Abstente.” Tanto el nombre como el rango real del enano enseguida son revelados, así como las circunstancias por
las cuales había adquirido el poder de interferir así, en el nombre de Isabel,
mientras Hobbie y sus amigos apoyan al señor Ratcliffe, en la dispersión de los
aspirantes a los rebeldes. Sir Edward, al mismo tiempo, desaparece de los
alrededores, y el señor Vere se retira, con una amplia bolsa de dinero, al Continente,
mientras todos los bienes de Ellieslaw, así como todo lo del barón, se deciden por Earnscliff y su novia Isabel. Sir Frederick Langley fue, unos años después,
ejecutado en Preston, y Westburnflat ganó una comisión en el ejército de
Marlborough por sus servicios al proveer de ganado al comisariado.
Lista de Personajes
• Hobbie Elliot, de la granja Heughfoot.
• Su abuela.
• Vieja Annapple, su madre adoptiva.
• Lilias, Jean y Annot, sus hermanas.
• Gracia Armstrong, su prima y novia.
• Patrick Earnscliff, un joven escudero.
• Elshie, el Enano del páramo De Mucklestane; revelado como Sir Edward
Mauley.
• Sr. Richard Vere, el Terrateniente de Ellislaw, que había traicionado
a Sir Edward.
• Isabel Vere, su hija de Richard Vere.
• Sir Frederick Langley, su pretendiente de Isabel Vere.
• Lucy Ilderton, su amiga.
• Willie Graeme de Westerburnflat, un filibustero.
• Sr. Hubert Ratcliffe, amigo de Sir William Mauley.
• Ralph Mareschal, primo del señor Richard Vere.
• Dr. Hobbler, un sacerdote. (Wikipedia en Ingles)
El Enano Negro
de Walter Scott
Una tarde, en la Escocia del
siglo XV, dos esbeltos jóvenes amigos, ejercitaban las destrezas de la caza. Lo
hacían a menudo gozando de la situación. Cuando divisaron a un jabalí, uno de
ellos dijo, “¡Ja! Dos duros a que no
aciertas al blanco.” El otro contestó, “De
acuerdo, aquí está mi respuesta.” El
jinete apuntó con su ballesta. El disparo fue fulminante y atravesó el cuerpo
del jabalí. El jinete que había desafiado a su compañero le dijo, “Esta bien, Hobbie. Te debo dos duros.”
Hobbie dijo, “¡Bah, tú hubieras acertado
también! Ayúdame a cargar al Jabalí.” Ambos lo subieron a uno de los
caballos y uno de ellos, Earnscliff dijo, “Es
cierto que necesitamos usar bien nuestras armas.” Hobbie dijo, “Sí, Escocia debe rechazar la prepotencia
inglesa.” Ambos reanudaron su cabalgata y Earnscliff dijo, “Nuestra reina Ana, resistió bien. Pero
ahora que ha muerto, los Estuardos pretenden unificar todo.” Hobbie dijo, “No lo permitiremos. Que Jacobo I se
convenza.”
Cabalgaron despacio,
discutiendo esos asuntos políticos. Entonces, Hobbie dijo, “Sobre todo, urge desenmascarar traidores escoceses.” Earnscliff
dijo, “Hay sospechas. Se requieren
confirmarlas.” Hobbie dijo, “Te juro
que les haré lo que a éste Jabalí, Earnscliff.” Earnscliff dijo, “No lo dudo…espera…alguien corre hacia
nosotros.” Era un viejo pastor de la zona a quien conocían. El hombre,
tenía vestimentas de siervo, y les dijo, “¡Mr.
Hobbie, Mr. Earnscliff, vi algo espantoso!” Hobbie le dijo, “Esta bien hermano, recupera el aliento y
cuéntanos.” El hombre dijo, “Era él,
ese demonio. ¡Era el enano negro, amigos!” Earnscliff le dijo, “¡Vamos! No contarás las exageraciones que
cuenta mi abuela sobre ese ser inexistente.” El hombre le dijo, “Usted hace mal en no creer a esa buena
anciana.” Hobbie le dijo, “Ella es
muy supersticiosa. Pero te oímos.” El hombre dijo, “El enano negro es el verdadero Duergar del Norte, un engendro de la
peor ralea. ¡Maligno de verdad! Aparece y desaparece, declara pestes, tuerce
ríos, causa tempestades…y ese horrible aspecto que presenta. Su cabeza se ve
inmensa al lado del cuerpo mezquino. Su rostro espanta. Sus ojos inoculan
veneno, es…es atroz.” Earnscliff dijo, “Esta
bien. Te parece un enviado del diablo. Ahora dinos, ¿Acaso acaba de perseguirte?”
El hombre dijo, “No, solo lo divisé
desde lejos. Eso bastó para horrorizarme.” Hobbie le dijo, “Eah, dinos dónde los viste y acabemos. Ya
anochece.” El hombre dijo, “Por eso
corro hacia mi casa. Lo vi tras aquellos arboles, entre las ruinas circulares.
¡No se acerquen allí!” Earnscliff dijo, “Eso
es cosa nuestra, pastor. Sabemos defendernos.”
Ambos jinetes rodearon el
bosquecillo sobre una loma, y al bajar, Hobbie dijo, “Pobre viejo, la superstición lo hace crear monstruos.” Earnscliff
le dijo, “Es posible, pero echemos un
vistazo, nada nos cuesta.” Un viejo adoratorio derrumbado, con dólmenes y
megalitos, ocupaba aquel lugar solitario de la comarca. Aquel emplazamiento los
sobrecogió, luego de las palabras del viejo pastor. Hobbie dijo, “¿Qué opinas amigo?” Earnscliff le dijo, “Mal lugar, donde en alguna época hubo cosas horribles.” Hobbie le
dijo, “¿Piensas hablar de Sabbats, y de
misas negras, acaso?” Earnscliff le dijo, “No, pero podríamos discutirlo aquí.” De pronto, el caballo se
encabrito, y Earnscliff le dijo, “¿Y a ti que te pasa?” Hobbie dijo, “Nervioso, igual que mi potro. Algo han
notado…” Earnscliff divisó algo que le heló la sangre, y dijo, “Creo que acábo de ver…¡Santos cielos!”
Hobbie
dijo, “También yo lo veo, una silueta
pequeña y contrahecha.” Earnscliff le dijo, “¿N-no es mejor volver grupas e irnos?” Hobbie dijo, “Espera, déjame aclarar esto. ¡Amigo,
identifíquese!” Earnscliff le dijo, “Yo
me voy de este infierno.” Y Hobbie siguió a su aterrado compañero, y
mientras galopaba le gritó, “No seas
tonto, regresa.” Earnscliff le gritó, “Quiero
estar lejos de aquí.” Sin hablar más azuzaron a sus cabalgaduras, poniendo
distancia entre ellos y aquel adoratorio en ruinas. Solo al llegar a la aldea
dieron, descanso a los potros. Llegaron a una aldea, y antes de apearse, Hobbie
dijo, “¿No crees que estamos haciendo el
ridículo?” Earnscliff le dijo, “Es
posible. Tomemos buen vino y olvidémoslo.”
Una taberna fue el lugar
escogido. Hobbie entro cargando el jabalí en su hombro. Cuando los dos
ingresaron a la taberna, el tabernero dijo, “Buena
caza sir Hobbie. Pero, ¿Qué le pasó a Earnscliff? Parece haber visto a
demonio.” Hobbie dijo, “Déjalo en
paz, necesita un buen trago.” Durante un momento, solo escanciaron una
bebida recia y ordinaria, que al asustado le devolvió el color. Ya sentados
ambos en una mesa, Earnscliff dijo, “No
supones que soy un cobarde, ¿Verdad?” Hobbie le dijo, “De ningún modo, ni siquiera por tu conducta ante ese tal Ellieslaw.”
Earnscliff le dijo, “Menos mal que me entiendes.
Sé que el vino y la política ofuscan, por eso esperaré mi oportunidad.” Hobbie le dijo, “La tendrás. Él no debió herir a tu padre desarmado.” Earnscliff le
dijo, “Además, sospecho que es realista.”
Hobbie le contestó, “También yo, pero
callemos. No hay pruebas de ello, y es malo basarse en infundios.” Ambos
alzaron sus tarros para brindar y Earnscliff le dijo, “Si ese tipo de quien sospechamos, ya caerá.” Hobbie dijo, “Mientras tanto, brindemos por la
independencia de Escocia.” El motivo del brindis, dicho a voz de jarro, fue
oído y compartido por los asistentes, de pronto serios. El silencio fue más
comprometido, más hondo que las meras formulas habituales.
Ambos cazadores pagaron lo
consumido y se retiraron. Uno de los parroquianos dijo, “Salúdeme a su familia, Hobbie Elliot.” Hobbie dijo, “Así lo haré, sir Mc Adams.” Una vez
más montaron, saliendo de la aldea. A varios kilómetros del poblado, llegaron a
la casa de la familia de Hobbie. La alarmada madre del joven los recibió,
diciendo, “¡Por Dios! Tardaron mucho.
Temí por ustedes.” Earnscliff le dijo, “Señora,
su hijo cazó este jabalí sin peligro.” La mujer dijo, “Me refiero que vino Duck, el pastor de ovejas…” Hobbie dijo, “Ya veo. Les contó una historia horrible.
Les dijo que fuimos allí. Luego tardamos, y se preocuparon.” La mujer dijo,
“Así es. Temimos que el enano negro los
atacara.” Earnscliff le dijo, “No nos
atacó, aunque lo vimos. Tardamos bebiendo un poco de whisky en la aldea.”
Una tierna escena se cumplió al margen de la plática. Hobbie beso a Gracia, su
novia, una joven criada en el seno de la familia. Los dos se amaban desde que
eran niños. Se besaron. La madre continuó, “Entonces
Duck no vio visiones. ¿Eh? Ustedes mismos vieron a ese engendro. Siempre he
creído que es real.” Earnscliff le dijo, “Yo me espanté, pero no conviene ser supersticioso.” La mujer le
dijo, “Caballerito, mis ochenta y seis
años saben más que tú. Oye y calla, voy a darte una lección.”
La mujer comenzó a narrar, “Una vez el monstruo se apiadó de una de sus
víctimas, a quienes solía comerse y le contó su horrible historia. Le dijo que
era el Lord de los pantanos y montañas que bordean el Cumberland. Que protegía
a los animales y mataba a quienes dañaban o comían a éstos. Dijo ser un especie
de mitad hombre, mitad animal, castigada por su carácter híbrido que no tenía
edad, que hasta influyó en la redención de los hijos de Adán. Solo su
interlocutor volvió para contarlo. ¿Qué lo habrá hecho reaparecer por aquí?
¡Misterio!” Earnscliff le dijo, “Habrá
que averiguarlo. Mientras tanto, ahí hay buena carne de jabalí cazado por
Hobbie.” Hobbie llegó y dijo, “Tendemos
asado y te quedarás a dormir ésta noche en mi casa, para apetecerlo. ¿Aceptas?”
Earnscliff le dijo, “De acuerdo. No
quiero hallar por ahí a esa cosa.”Ambos hicieron un plan muy simple. Hobbie
le dijo, “Mañana volveremos a las ruinas.
Aclararemos todo.” Earnscliff le dijo, “¡Buena
idea! Ahora asemos esto. ¡Tengo hambre!”
Más tarde, ambos saboreaban
aquel manjar bien adobado y conversaban animosos, como para esquivar los
efectos de la extraña visión y conversaciones sobre el enano.
A la mañana siguiente
acometieron el cumplimiento de aquel plan. Ya en las ruinas circulares,
Earnscliff dijo, “¿Lo que vimos solo será
visible por la noche?” Hobbie dijo, “No
lo creo pero calla, creo que algo se movió allí.” De pronto se asombraron
al mismo tiempo. Un silencioso personaje diminuto y contrahecho, los observaba
a su vez. La voz grave, bien entonada, y unas sagaces palabras discordaban
violentamente con el personaje, quien dijo, “Ya
los vi anoche rondando por aquí. ¿Qué se les ofrece?” Ambos se apearon y se
acercaron al pequeño hombre. Earnscliff le dijo, “Bueno…no-nosotros pasábamos…y…” Hobbie dijo a Earnscliff, “Déjame a mí, amigo.” Enseguida se dirigió
al pequeño hombre, “Temimos que le
ocurriese algo malo. Por eso hemos regresado. Creo que si intentamos dialogar…”
El enano dijo, “¡Alto, no se acerquen! No
hay nada que dialogar. Puedo arreglármelas solo. ¡Váyanse!” Hobbie le dijo,
“Somos amigos, señor. Me llámo Hobbie
Elliot, y él es Earnscliff.” El enano dijo, “¿Ah?¡ interesante! Sé que están por la buena causa. Abogan por la
autonomía escocesa, se preparan para defenderla y saben que hay traidores en
sus filas, ¿No?” Earnscliff dijo,
“¿Cómo sabe todo eso, señor…señor…?” El hombrecillo le dijo, “Puede llamarme Elsie, Enano, Contrahecho,
Engendro del Demonio. Mucha gente me nombra así, y ya no protésto. En cuanto a
lo que sé, se muchas cosas. También tengo fama de adivino, de brujo, señores.” Hobbie
le dijo, “Pues bien, Elsie, nóto que has
estado trabajando.” Elsie le dijo, “¿También
eres adivino, acaso?” Hobbie dijo, “No
haría falta. Vi esas rocas apiladas por usted.” Hobbie fue y tomo una
piedra grande y la cargó, diciendo, “Estoy
dispuesto a ayudarlo, ¿Me secundas amigo?” Earnscliff dijo, “¡Por supuesto. Manos a la obra!”
Se dieron a esa tarea con el
afán, sin percibir que el enano embellecía un poco sus rasgos con una
enigmática sonrisa. Elsie dijo, “Esta
bien. Acepto su ayuda. Pero deténgase…se trata de edificar una cabaña. Les diré
como la quiero.” Hobbie dijo, “Lo
escuchamos.” A partir de ahí, trabajaron duro y la casa de piedra entre las
ruinas circulares fue tomando forma. Durante varios días, trabajaron casi sin
hablar comiendo viandas que los amigos traían de sus casas. En todo momento el
enano dirigió la obra, mostrando insólitas virtudes de arquitecto e ingeniero.
La obra requirió menos de una semana. Hobbie dijo al verla terminada, “¡Listo! Bella, funcional, y solida.”
Earnscliff dijo, “Sí, nos dará gusto
visitar en ella a Elsie.” El aludido respondió con un tono amargo, “¡No! Quiero estar solo, recuérdenlo y hagan
correr la voz. No quiero a nadie rondando por aquí.” Elsie iba a entrar a
su casa cuando Earnscliff le dijo, “Espere.
¿Olvida la ayuda que le brindamos?” Elsie dijo, “No, dígame cuanto he de pagarles. Tengo mas dinero del que se
imaginan.” Hobbie dijo, “Le ayudamos
desinteresadamente, no cobramos.” Elsie dijo, “Gracias hijos. Lo recordare. Insisto, tengo dinero a mano, si les
falta avíseme. Mientras tanto que se respete mi soledad. ¿Oyeron?” Hobbie
dijo, “De acuerdo. Extraño, pero así se
hará.” Ambos montaron es sus caballos y partieron. Tampoco esta vez
supieron de la sonrisa reflexiva del enano, quien pensó, “Sí, conozco sus apellidos y sé en qué andan. Pero aún no es hora de
entrar en escena. Ya me conocerán.”
Mientras tanto, no lejos de las ruinas, un castillo rico y viejo vivía
su jornada normal. Por las terrazas se paseaba el dueño de casa y un visitante.
Un hombre llamado Richard Ellieslaw decía,
“Sir Frederick, usted me presiona demasiado, ¿Sabe?” Sir Frederick le dijo, “¡Claro que lo sé! Y cada vez presionare
más. Ambos tenemos mucho que ganar y si
alguien pierde será usted solo, Ellieslaw.” Ellieslaw dijo, “Cierto. No tengo alternativa…” Sir
Frederick dijo, “Ya lo hemos discutido,
solo un casamiento entre su hija y yo unirá ambas fortunas. Eso significaría el
dominio de todo lo que abarca nuestra vista. Londres también lo vería con
agrado.” Ellieslaw dijo, “Baje la voz.
Por ahora nuestra política es secreta.” Sir Frederick le dio una palmada en
el hombre y dijo, “Aún lo creen un
escocés puro, en su propia casa. ¿Eh? ¡Jo Jo Jo, es gracioso!” Ellieslaw
dijo, “Le dije que bajara la voz (cof
cof)” Sir Frederick lo tomo del cuello de su ropa y le dijo, “¡Escúcheme! Nuestro vasto plan comienza por
ese casamiento. ¿O prefiere que divulgue ciertas cositas…?” Ellieslaw dijo, “No lo haga. Todo saldrá como acordamos,
se lo prometo. Sin embargo, creo que todavía podemos evitar…” Sir Frederick
dijo, “Shht, ahí viene ella. Que no nos
oiga.”
Isabel Vere, hija de Richard
Ellieslaw Vere, terrateniente de Ellieslaw, estaba por salir de paseo con dos
amigas. Una de las mujeres le dijo, “¿Ya
está listo tu caballo?” Isabel dijo,
“Creo que sí. Déjenme avisarle a mi padre.” Sir Frederick le dijo, “Disculpe, ¿No le agradaría mas mi compañía,
querida?” Isabel le dijo, “Lo de
‘querida’ evíteselo, sir Frederick. Ya habrá alguien que se lo acepte.” Sir
Frederick le dijo, “Acéptelo usted. Obtendrá
grandes satisfacciones.” Ella le dijo, “No
cuento con ellas. Soy dueña de esa decisión.” Isabel se dirigió a su padre
y le dijo, “¿No es cierto, padre, que lo
sentimental es cosa mía?” Ellieslaw le dijo, “S-si…lo es…aunque sir Frederick se merece…” Isabel le dio un beso
en la mejilla y le dijo, “Lo que él
merezca, no es cosa mía. Hasta luego.” Ellieslaw dijo, “¡Mmm! Eres una gatita caprichosa, hija.” Las chicas se alejaron
entre risas. Sir Frederick dijo, “Una
chica terca. ¿Dejara que se salga con la suya?” Ellieslaw dijo, “No. Solo será difícil. Estoy en vuestras
manos, sir.” Sir Frederick le dijo, “Lo
sé. Vamos a ese plan. Entonces, escuche bien.”
Mientras tanto, sin saber el
complot que aquellos dos hombres tramaban, las jóvenes galopaban por los
prados, en sus respectivos caballos. Cuando se apearon y tomaron un respiro
para juntar florecillas, Isabel dijo,
“Estoy nerviosa amigas. Sir Frederick ya me acosa.” Lucy dijo, “¿Y qué? No estás obligada a aceptar un tipo
así.” Isabel dijo, “Temo que no se
conformará con mi negativa.” Gracia le dijo, “¡Bah! No te preocupes por ese tonto! Earnscliff acabara poniéndolo en
su sitio. Toma una flor.” Isabel dijo, “Gracias.
Quedara bien en mi pelo.” Lucy dijo,
“Te adornaremos, ¿Quieres? De la misma forma en que lo haremos para tu boda con
ese joven.” Isabel dijo, “Lo amo, en
efecto, pero también mi padre me inquieta.” Gracia le dijo, “¿Por ser amiga de Sir Frederick? ¡Oh! Deja
eso. Seran temas políticos ajenos a ti.” Isabel dijo, mientras la peinaban,
“Si, también los hay y me tiene
preocupada.” Gracia le dijo, “Espera,
¿Insinúas que conspiran contra Escocia?” Isabel dijo, “¡Quién sabe! Ese tipo es peligroso y mi padre débil.” Lucy le
dijo, “Dejemos ese mal tema. Ven a verte
al espejo.” Gracia le dijo, “Eres
bella Isabel. Compruébalo tú misma.” Las aguas de un manantial dieron una
imagen fiel. Isabel dijo, “¡Oh, me han
convertido en, en…” Su amiga dijo, “En
una hada o beldad. Dilo. Como para tu boda, ¡Ji!”
Luego que las tres mujeres
prosiguieron la cabalgata, Isabel y las dos mujeres vieron hacia lo lejos.
Isabel dijo, “¡Hey miren eso! ¡Una cabaña
en las ruinas circulares!” Gracia dijo, “¿De
quién será? Hace unos días no estaba.” Lucy dijo, “Una excelente construcción solitaria, al parecer” Gracia dijo, “Alguien habrá, pues su chimenea despide
humo.” De pronto se hizo ver el solitario habitante. Gracia dijo, “¡Miren eso!¿Qué es?¿Hombre o medio hombre?”
Lucy dijo, “Un proyecto humano, mejor
di. ¡Ja, Ja, Ja!” Aquello exasperó a Elsie, el enano, quien les dijo, “¿Perturban y se burlan de mí? Largo de
aquí, pilluelas.” Lucy dijo, “¡Ay,
qué miedo! ¿Nos perseguirá con sus piernas cortas?” Lucy dijo, “Ya vámonos. Dejemos a esa pequeña cosa.
¡Isabel!¡Isabel Vere!¿Qué te pasa?” Isabel dijo, “Nada, déjenme tranquila.” Gracia le dijo, “¡Oh, te ves tonta tu también! ¡Vámonos Lucy! Te esperamos junto al
manantial querida.”
Isabel se bajó del caballo, y
se acercó al enano. Algo extraño le resultaba familiar, en aquel personaje.
Elsie le dijo, “Así que eres hija de
Richard Ellieslaw Vere. ¿Eh, muchacha?” Isabel dijo, “Sí, pero hablemos de usted.” Elsie dijo, “Yo no intereso. Digamos que soy un nuevo
vecino, y que no ignóro cosas de la comarca.” Isabel dijo, “¿Por qué ha edificado aquí esta cabaña?” Elsie
dijo, “Razones personales señorita. Pero
me ayudaron dos amigos: Hobbie y Earnscliff. ¿Los reconoces?” Isabel dijo, “¡Oh, ya lo creo que sí!” Al oír el
segundo nombre, ella se ruborizo. Elsie dijo, “Veo que uno de ellos no te es indiferente. ¿Deseas visitar mi humilde
morada?” Isabel dijo, “S-sí, claro.”
El sobrio y bello interior, agradó a Isabel. Isabel le dijo, “Me gusta, ¿Piensa vivir aquí mucho tiempo?”
Elsie dijo, “Ejem, lo que sea
necesario…no preguntes más.” Isabel dijo, “No sé porque, siento que puedo confiar en usted.” Elsie dijo, “Gracias por la confianza, déjame
retribuirla ahora mismo. Toma esta rosa, guárdala bien y escucha.” Isabel
dijo, “Es un bello presente sir…”
Elsie completó la frase, diciendo, “Elsie,
así me llaman. ¡Sé que estas en aprietos, tienes un pretendiente peligroso, a
quien no amas!” Isabel dijo, “¡Cierto!¿Cómo
se enteró?” Elsie dijo, “No te lo
diré, pequeña. Solo quiero que sepas que estoy dispuesto a ayudarte. Guarda esa
rosa, es tu símbolo. Cuando vengas muéstramela, o a un pétalo, y conseguirás
mucho de mí.” Isabel dijo, “Lo tendré
en cuenta, Elsie. Me agrada saber que usted y Earnscliff se entienden bien.” Elsie
dijo, “Mejor no comentes que viniste, o
causaras cólera.” Elsie la acompañó a la puerta y le dijo, “Ahora vete. Tus
tontas amiguitas te esperan.” Isabel dijo, “Lo
haré. Gracias por preocuparse de mí.” Isabel subió a su caballo, y Elsie
dijo, “Recuerda, por peor que te vaya,
cuentas conmigo.” Isabel dijo, “No me
apartaré de esa bella rosa. ¡Adiós!” El enano la miró alejarse, pero algo
más fuerte que su voluntad lo embargó, arrancando de sus ojos unas lagrimas.
Elsie pensó, “Ve con Dios, muchacha.
También lo necesitarás.”
Todo continuo normalmente,
pero dos noches más tarde, unos rebeldes llegaron a la aldea, uno de ellos
gritando, “Arriba mis bravos, sin
contemplaciones.” Los gritos, cascos de potros y teas, aterraron a la
familia de Hobbie Elliot. Una de las mujeres dijo, abriendo una puerta, “Vengan por aquí. Es nuestra única
escapatoria.” La prisa hizo que olvidaran a la abuela. Solo Gracia se dio
cuenta, quien dijo, “Oh, debo de sacar a
ella también.” Gracia hizo lo que pudo, pero ya demasiado tarde. Tomó a la
anciana de las manos y dijo, “¡Vámonos de
aquí ya mismo, o…!¡Demonios!” Tras varios ruidos, un encapuchado entró y
dijo, señalando, “¡Ja! Ninguna puerta me
detiene. ¡Vayan por la joven!” Otro de los rebeldes dijo, “¡Con gusto, Jefe!” Redujeron a Gracia
con facilidad. El encapuchado dijo,
“Trátenla bien. La llevaremos con nosotros.” El rebelde dijo, “Cálmate pequeña. Todo esfuerzo es inútil.” La
anciana reaccionó con violencia, gritando, “Mi
vida por la de ella, malditos. Déjenla.” El encapuchado dijo, “Calle vieja. Sería un mal negocio.” El
encapuchado la levantó, y dijo, “Solo la
levanto para sacarla de aquí. Esto enseguida será un infierno.” La mujer
dijo, “¡Maldito, solo con mujeres solas
se atreven!” El encapuchado dijo, “Alejare
a esta anciana. Hagan que mande el fuego.” Uno de los hombres dijo,
arrojando una tea encendida, “Volveremos
día la noche jefe. Apártese.” Las antorchas volaron, meciendo sus lenguas
destructoras. En pocos minutos la mansión ardió como yesca. Uno de los hombres
dijo, “Vámonos de aquí, enseguida.”
El encapuchado dijo, “Sí, que estos
potros vuelen en la noche.”
Un cuadro de desastre se
pintó, con las llamas de aquella pira gigantesca. Al día siguiente, el amanecer
dejó ver los restos del siniestro, para drama de las dueñas de casa. Una
comitiva llegó a consolar a las mujeres. Uno de los hombres de la comitiva le
dijo a una mujer, “¡Cálmese Miss, al
menos todas ustedes salieron con vida!” La mujer dijo, “Perdimos la casa. Pero, temo por la vida de Gracia.” El hombre le
dijo, “Ya verá. La traeremos de vuelta
con estos amigos.” La mujer dijo “¡Cuánto
deseo que Hobbie esté aquí!” El hombre dijo, “No, así es mejor, ya que pudieron haberlo matado. ¿Dónde se
encuentra?” La mujer dijo, “En
Dallom, fue a negociar unos becerros nuestros.” El hombre dijo, “Bueno, no lo podemos esperar. Cuando llegue
dígale que siga nuestra huella.” La mujer dijo, “Lo hará. Él ama a Gracia. Ve con Dios, muchacho.” La comitiva
inició su persecución rápido al principio. Luego, con más lentitud por terrenos
pedregosos. Pero un rastreador localizó con trabajo los rastros, paso a paso,
pasito a pasito.
Mientras tanto, entre las ruinas
circulares, en la morada de Elsie, una cabra baló su espanto. Un perro atacó a
la cabra, y el dueño de ésta, Elsie, acudió diciendo con un palo en mano al
perro, “¡Maldito carnicero, tendrás tu
merecido!” Un sordo combate se libró junto a aquella casa. De pronto, una
mano firme detuvo al pequeño defensor, quien dijo, “¡Rayos y truenos!¿Quién osa…?” Hobbie se presentó, diciendo, “Soy yo amigo, ¿Es que mi perro dañó a su
cabra?” Elsie dijo, “Estuvo a punto
de hacerlo. Por lo pronto lo asustó.” Hobbie dijo, “Le mandaré otra cabra. No se preocupe.” Elsie le dijo, “Tu perro es un asesino. Deberías
sacrificarlo.” Hobbie dijo, “No, es
buen arriero, solo que conoce a ovejas, no cabras.” Elsie le dijo, “Esta bien. Mantenlo lejos de mi casa,
¿Oíste?” Sin más palabras, Elsie se metió con su cabra a la casa. Hobbie
pensó, “¡Caray! Sin duda ya hizo de
cuenta que no existo.” Hobbie montó y cabalgó alegremente hacia su propia
casa, deseando ver a su gente y darles la noticia de una buena venta de los
borregos. Su mente estaba llena de ilusiones y alegrías, pensando, “Ya ofreceré matrimonio a Gracia. Ella
aceptará. Debí habérselo comentado a Elsie.” Todavía tuvo una ocurrencia
por el camino, y pensó, “Mejor gestióno
los servicios del sacerdote en la aldea, y así, cuando llegue a mi casa, todo
estará listo.”
Mientras tanto, alguien tocó
la puerta en las ruinas circulares, de la casa de Elsie. Elsie, dentro de la
casa, ordeñaba la cabra, y pensó, “¿Quién
será? De seguro alguien que ignora que me molestan las visitas.” Elsie
abrió la puerta y dijo, “¡Westburnflat!
El rojo!¿Qué quieres de mi?” El hombre dijo, “He oído que estaba usted aquí, Elsie, y vine a verlo.” Elsie le
dijo, “Te escucho.” El hombre dijo, “Señor, cumplo mi promesa de tenerlo
informado.” El hombre portaba una espada y tenía un aspecto de un fiero
guerrero. Aquel siniestro personaje estuvo hablando unos minutos con el enano
en tono de intimidad.
Un rato después, Hobbie,
hechas sus gestiones en la parroquia aldeana, galopaba alborozado a su casa. Cuando
estaba cerca, su semblante cambió esa expresión de alegría. Y dijo, “Pero…¿Qué demonios ven mis ojos?”
Hobbie se apeó de su caballo, y dijo, a las dos mujeres, “¡Dios mío, la casa quemada, todo perdido!” La madre de Hobbie
dijo, “Y eso no es todo hijo, prepárate
para lo peor.” Hobbie se alteró, y dijo,
“¡Gracia! ¿Dónde está mi adorada Gracia?” Su madre dijo, “A eso iba, hijo. Unos vándalos la raptaron,
luego de prender fuego a nuestra vivienda.” Hobbie no pudo contener un
sollozo. Su madre dijo, “Calma muchacho,
el que comandaba dijo a los otros, ‘Trátenla bien.’ Earnscliff y otros fueron tras ellos. Dejaron dicho que
los siguieras.” Hobbie dijo, “Lo
haré, pero, ¿Dónde viviremos ahora?” Su madre dijo, “No sé, estamos arruinados. Al menos hagamos un plan para recuperar a
Gracia.” Hobbie dijo, “¡Espera! Tengo
una idea, es nuestra única salida.” Hobbie subió la caballo, y su madre
dijo, “¿Te has vuelto loco, hijo?”
Hobbie dijo, “No, madre. Cuida a mi
hermana y a la abuela. Tal vez lo de la casa y Gracia tenga solución.”
Hobbie emprendió un avance
frenético, diciendo a su caballo, “¡Yaaaaah!”
El enano era su meta. Cuando llegó a las ruinas circulares, Elsie dijo, “¿Qué te pasa, hijo?” Hobbie se bajó del
caballo y dijo, “Elsie, usted me prometió
ayuda. Ahora la necesito.” Elsie le dijo, “Estoy enterado. Tu casa quemada y tu chica secuestrada.” Hobbie le
dijo, “¿Cómo diablos lo averiguó usted?”
Elsie le dijo, “Soy adivino, ¿Lo
sabes?¡Espérame! Vuelvo enseguida.” Hobbie pensó, “Cada vez me asombra mas este tipo.” Elsie regresó con una bolsa de
monedas de oro y le dijo, “Te esperaba
con esto pronto. Tómalo, te ayudará.” Hobbie dijo, “¿Qué es? Tintinea.” Hobbie la tomó, y al abrirla dijo, “¡Una fortuna! Lo acepto como préstamo, mi
familia necesita una casa.” Elsie le dijo, “Hazla como hicimos la mía. Sera mejor que la anterior.” Enseguida,
Elsie señaló hacia el horizonte y dijo, “Tu
partida de amigos va en esa dirección. ¿Entiendes? Siempre hacia el sureste.”
Hobbie le dijo, “Gracias señor. Usted
hace demasiado por mí.” Elsie le dijo, “Ya
me devolverás favor con favor. Ahora vete.” Hobbie montó a su caballo y
dijo, “Si, pronto regresaré a informarle
de lo hecho.” El enano lo miró irse y llegó a una conclusión, pensando, “¡Todo va bien! Creo que se acerca la hora
de que yo éntre en acción y se haga justicia…”
Mientras tanto, Earnscliff y
los perseguidores hacían progresos. Llegando a caballo a las puertas de un
castillo, uno de los perseguidores dijo,
“Los rastros, mal borrados, llegaran hasta aquí.” Otro de los perseguidores
dijo, “No parece haber nadie, ¿Habrán
huido?” Earnscliff dijo, “Haya gente
o no, con ramas secas encenderemos el portón.” Otro dijo, “Sí, como ellos incendiaron una casa.”
La maniobra fue vista desde una ventana alta. Era una anciana. Desde abajo, uno
de los hombres dijo, “Miren, una anciana
con bandera de parlamento.” Earnscliff le gritó, “Baje señora y hablemos.” La mujer les dijo desde arriba, “No tienen derecho a destruir mis
pertenencias.” Earnscliff dijo desde abajo, “Haga que su hijo, el Rojo, salga y no lo haremos.” La mujer dijo, “Él no está. Váyanse.” Earnscliff dijo, “Muy bien, encendamos la leña amigos.”
En eso se abrió el puente levadizo. Earnscliff los detuvo, diciendo, “¡Esperen!” Un hombre armado y tuerto
apareció, era el Rojo, quien dijo, “¡Earnscliff!¿Osas
perturbar la paz de mi morada?” Earnscliff le dijo, “Venimos por lo que te robaste. Entraremos por ello.” En eso
oyeron ruidos de cascos de caballo. Hobbie llegaba a caballo. Earnscliff dijo, “¿Quién…¡Oh, eres tú!” Hobbie dijo, “Sí, veo que llego justo a tiempo. Tengo
derecho a recuperar a Gracia. Es mi prometida.” El Rojo dijo, “¿Me amenazas en mi propiedad?” Hobbie
desenvainó, y dijo, “Así es. Mi espada se
teñirá con tu sangre.” El Rojo desenvaino y dijo, “Veo que buscas un suicidio. Te complaceré.”
Ambos se tiraron prolijas
estocadas, si hacerse daño. Un golpe destemplado del Rojo fue esquivado por tu
rival, en una acción vertiginosa. Hubo un cuerpo a cuerpo, y la respuesta fue
fulmínea. El Rojo fue desarmado. La mujer gritó desde arriba, “Es suficiente. Dejen a mi hijo y tendrán lo
suyo.” Hobbie dijo, “Devuélvanos a la
chica para empezar.” Pasaron unos minutos en el más completo silencio. Hubo
un asómo, y Hobbie gritó, “¡Gracia,
querida mía! ¡Ven aquí!” Entonces un asombro mayúsculo lo embargó, “¡Gracia, yo…!¡Demonios!” Hobbie dijo, “No es Gracia, es Isabel Vere.”
Earnscliff dijo, “Querida, nunca imagine
hallarte aquí.” Isabel dijo, llevando su mano a la cabeza, “N-no sé que me paso. Iba a dormir, luego
de la cena, y…ya no recuerdo más.” Hobbie dijo, “¡Secuestrada! Pero, entonces, ¿Cuántas lo fueron?” El Rojo
aprovechó la confusión, y dijo, “Ahora me
meteré. Amigos, cierren la entrada.” Hobbie reaccionó tarde, solo para oír
la carcajada burlona del ya fuera de su alcance. Hobbie dijo lleno de cólera
dijo, “¡Perro, solo a traición actúas!” Enseguida
Earnscliff dijo, “Isabel habrá ingerido
algún narcótico, ¿Porqué?” Hobbie dijo,
“Lo ignoro. Ahora no hay pistas de Gracia. ¡Maldición!” Earnscliff subió a
Isabel en su caballo y dijo, “Devolveré a
Isabel a su casa. ¿Qué harás tú?” Hobbie dijo, “No sé. Vuelvan sin mí. Necesito meditar a solas.” Ambos se
separaron en silencio.
Cuando los perdió de vista,
Hobbie se volvió al castillo, y gritó hacia arriba, “¡Rojo! Devuélveme a Gracia, o te mataré.” El Rojo salió desde la
ventana y dijo, “No me culpes de todo,
Hobbie. Soy solo un humilde mercenario que cumple ordenes y cobra.” Hobbie le dijo, “¿Dónde está ella? Respóndeme.” Rojo le dijo, “Pregúntale a quien lo sepa. Esa es mi respuesta.” Hobbie le dijo, “¿Eh?¿Qué significa eso?” Hobbie supo
que el Rojo, ya no dialogaría más con él, y pensó, “Se metió. ¿Qué quiso decirme?” Hobbie se subió a su caballo y
pensó, “¿Quién lo sepa?¡Hum, creo empezar
a entender!” Dueño de una nueva determinación, azuzó a su cabalgadura,
dejando atrás aquel castillo lleno de maldad. Más tarde, llegaba a su destino:
las ruinas circulares. Hobbie pensó, “¡Elsie!
Parece saberlo todo. ¿Quién otro que él podría ser, ‘Quien lo sepa?’” Elsie
salió de su morada y dijo al verlo, “Hobbie,
¿Vuelves aquí?¿Acaso no te ayudé con el dinero?” Hobbie dijo, aun en su
caballo, “Busco a mi chica Gracia,
perdida misteriosamente.” Elsie le dijo, “Ve por ella a Turner’s Holm. Allí la encontrarás.” Hobbie ya a pie
le dijo, “¿Cómo lo sabe?” Elsie le
dijo, “Ya te demostré antes que sé cosas.
Solo te diré algo.” Hobbie le dijo, “Diga
lo que desee. Yo no entiendo nada.” Elsie le dijo, “Su secuestro no inculpa al secuestrador. Ni tampoco la quema de tu
casa. Fue una cortina de humo. Ahora ve a la aldea, compra materiales con lo
que te presté. Pide que los lleven allí mismo donde estaba tu vivienda. Ordena
que construyan enseguida. Solo después ve en busca de tu prometida. Ella se
encuentra bien.” Hobbie se ensilló y espoleó su caballo sin dudar ni un
instante de que aquel era el orden de las cosas, confiando ciegamente en los
consejos de Elsie.
Mientras tanto, en el
castillo de Ellieslaw, dos hombres dialogaban. Sir Frederick decía, “Amigo mío, temo que esta vez llegó demasiado
lejos.” Richard Vere le dijo, “¿Porqué
adopta ese tono severo, sir Frederick?” Sir Frederick le dijo, “Por el torpe simulacro de secuestro que
ensayó con su hija y ésta otra muchacha que crían los Elliot.” Richard Vere
le dijo, “¿Q-qué base tiene para decir
eso?” Sir Frederick le dijo, “Contratar
al Rojo fue vuestro error, amigo. Él es fiel a quien le pague más, y yo pude
pagar más.” Richard Ellieslaw dijo, “N-no,
por favor. No es lo que piensa.” Sir Frederick dio un puñetazo en la mesa y
dijo, “Lo sé todo. No siga aferrado a su
tozudez. Se trataba de hacer creer que varias chicas secuestradas darían buen
rescate a alguien, no sé. Solo que el alejamiento de Isabel, su hija, fue un
intento de ocultarla, de mi deseo de tenerla como esposa. Mientras tanto, yo
caería en manos de nacionalistas, ¿Eh? O sea que usted me denunciaría por
conspirar contra Escocia. ¿Cree que si yo cayese usted quedaría ileso, siendo
como es, mi secuaz? Pero su idea fue torpe, querido, y aun nos conviene unir
apellidos y propiedades mediante esa boda.” Richard Ellieslaw dijo, “S-sí, sí. Será como usted dice. Lo
haremos.” Sir Frederick se tranquilizó, y dijo, “Demos por olvidado éste incidente, pues ahora beberé ésta copa por
una boda urgente, para esta misma noche.” Ambos bebieron, y en eso alguien
entró. Era Patrick Earnscliff, diciendo, “¿Catan
buen licor, amigos? Déjenme compartir ese placer con ustedes.” Mientras
escanciaba, los otros tuvieron una sospecha. Sir Frederick pensó, “¿Recién llega de afuera o estaba junto a la
puerta escuchado?¿Cuánto habrá oído?¡Diablos!” Earnscliff levantó su vaso y
dijo, “Si no brindan por ello, déjenme
hacerlo por la reaparición de Isabel, gema de esta casa.” Sir Frederick
levantó su copa y pensó, “No, creo que no
oyó nada. Pero lo vigilare.” Todavía bebieron una copa mas en medio de un
silencio tenso que sin embargo, no aprobó las sospechas de Sir Frederick.
Más tarde, en la alcoba de la
joven Isabel, alguien tocó la puerta y entró. Isabel dijo, “¿Eres tú, padre? ¿Qué deseas?” Su padre le dijo, “Hija, espéro que comprendas mi inténto de
librarte de alguien a quien no amas.” Isabel dijo, “¡Por Dios!¿Qué quieres decir?¿Entonces fuiste tú…?” Su padre le
dijo, “Sabes que te ámo. Haría cualquier
cosa por ti. Desde que murió tu madre, tú eres mi única compañía. Sé que amas a
Sir Earnscliff, y es digno de ti, pero…Sir Frederick nos destruiría a ambos.” Isabel
dijo, “¿Porqué?¿Qué extraño poder ejerce
sobre ti?” Su padre le dijo, “No
puedo decirte. Es demasiado horrible. Solo te diré que he hecho cosas malas en
mi vida. Ahora quiere casarse contigo, ésta misma noche. No te oblígo hija, haz
lo que quieras.” Ella dijo, “¿La
decisión que tóme será pensando en ti y en mi?” Ellieslaw tocó un punto
sensible de su hija. Ellieslaw dijo, “No,
tú tienes a Earnscliff, a quien amas. Pero perderemos todo. Iré preso y acaso
sea mejor que yo mismo acabe conmigo, pues no podría soportarlo.” Isabel se
conmovió y dijo, “Padre, no te
abandonaré. Solo dame unas horas para convencerme de algo tan horrendo.”
Elleslaw dijo, “Frederick no es tan malo,
hija. Mejor tómalo así.” El ingrato padre salió de la habitación sabiendo
que había ganado, pensando, “¡Pobrecilla!
Pero solo así salvare mi patrimonio.” Al alejarse no advirtió que alguien
lo espiaba. El espía pensó, “Mal tipo,
nuestro Ellieslaw. Ahora es mi turno.”
Isabel oyó abrirse la puerta,
y con lagrimas en los ojos, sin saber quién era, dijo, “¿Regresas papá?¿Qué quieres ahora?” El hombre dijo, “No jovencita. Soy tu viejo amigo
Rattcliff.” Isabel se refugió en la confianza de aquel caballero y lo
abrazó. Entonces pudo desahogar toda su congoja. Rattclif f dijo, “Calma pequeña. No necesitas contarme qué
pasa. Lo sé todo.” Isabel dijo, “Creo
que aún podemos evitar algo para evitar la boda.” Rattcliff dijo, “¿Pero, cómo, cómo, si es ésta misma noche?
Eso abras de resolverlo tú. ¿A quién pedir ayuda?” Isabel dijo, “No se me ocurre, a menos que…¡Sí, lo
tengo!” Rattcliff vio que tomó una rosa, y dijo, “¡Esta
rosa es mi clave! El enano Elsie me ayudará.” Rattcliff dijo, “¿Estás segura de que él te dará buen
consejo?” Isabel dijo, “No lo dudo. Y
esta vez no habrá secuestro, pues yo misma me esconderé…en su casa. ¿Me
entiende usted?” Sin más palabras ambos salieron y Rattcliff sonrió, y
dijo, “Muy bien, muchacha, haces lo
debido. No esperaba menos de ti.” Mientras bajaban las escaleras de la
fortaleza, o castillo, Isabel dijo, “Llévame
con Elsie, sin que papa ni sir Frederick nos vean.” Rattcliff dijo, “No hay problema. Fueron a examinar los
establos.”
Al llegar a las caballerizas,
ambos montaron y partieron. Pronto galopaban hacia las ruinas circulares. Ya en
la meta fijada, Isabel desmontó y dijo a su acompañante, “Quédese aquí. Iré sola. Él no lo recibirá.” Rattcliff dijo, “Cuéntaselo todo. No dudo que te ayudará.”
Cuando Isabel tocó la puerta, una voz desde el interior de la morada le dijo,
“Entra muchacha. Ya te vi con tu amigo desde la ventana.” Isabel le mostro
la rosa y dijo, “Hicimos un trato,
¿Recuerda? Esta rosa habla por mí.” Elsie le dijo, “Me emocionas, pequeña. ¿Qué te trae aquí?” Isabel narró sin
omitirá nada su situación. Isabel dijo,
“…y debe ser ésta misma noche, ¿Comprendes mi angustia?” Elsie le dijo, “Sí, ahora escucha esto. Acepta casarte con
él.” Isabel dijo, “Pensaba hacerlo
por mi padre, pero, ¿No queda otra?” Elsie le dijo, “Sigue mi consejo, acepta, deja el resto en otras manos.” Isabel le
dijo, “¿Esta es la ayuda que iba a darme?
Elsie, vine en vano.” Elsie le dijo, “Te
prometo ayuda. Ya no preguntes más. Vete.” Isabel le dio un beso en la
mejilla, diciendo, “Sin embargo, sigo
confiando en usted…Tenga, quiero que sepa que, pase lo que pase, lo aprecio
mucho.” Elsie le dijo, “Gracias
pequeña. No lo olvidare. Lleva tu rosa.” Isabel dijo, “De acuerdo. Los años la secaran, pero estará conmigo.”
Isabel volvió con Rattcliff y
cambiaron unas pocas palabras. Rattcliff le dijo, “¿Qué tal te fue?” Isabel le dijo, “Ya le contaré. Haré al pie de la letra lo que me dijo.” Ambos se
alejaron a todo galope. El rostro del enano se embelleció por una lagrima que
descendió desde sus ojos encendidos de emoción, pensando, “Ve con Dios, Isabel. Te ámo.” Elsie no tardó en recuperar la
dureza habitual, y pensó, “Le dije que
aceptára para que todo parezca normal y esos ‘perros’ se confíen. Pero no habrá
boda.” Aquella fue su determinación final. Elsie cerró la puerta,
abandonando su morada, y pensando, “Esta
noche acaba mi calvario. Lo prometo.” Las horas pasaron y Elsie caminó y
llegó al castillo de Ellieslaw. Las horas siguientes fueron dedicadas a los
preparativos de la boda, que, tanto el padre de la novia como su yerno
pretendían clamorosamente. En realidad no era una boda entre esponsales, sino
entre apellidos y fortunas, era un plan común de traición política,
desfavorable para Escocia. El enorme reloj del péndulo hizo correr sus agujas,
hasta anunciar con once campanadas que faltaba solo una hora para la media
noche.
La novia se dejaba engalanar
muy nerviosa, pensado, “¿Qué estará por
pasar? Elsie, Elsie, no me abandones.” Padre y yerno en otro ambiente
también aguardaban. Sir Frederick dijo, “Ellieslaw,
lo que haremos ahora hará que olvidemos pequeñeces anteriores.” Richard
Ellieslaw dijo, “Así lo espero. Faltan
solo unos veinte minutos.” Quince minutos antes de las doce, se trasladaron
todos hacia la capilla del castillo. Ingresaron a la magnificencia del templo,
en medio de un silencio entre extenso y expectante. Junto al altar, había un
mausoleo y una imagen en piedra de su ocupante. Isabel dijo, “Discúlpame padre. Debo orarle a ella.”
Ante la impaciencia de Ellieslaw, Isabel oró junto a la tumba de su madre,
muerta quince años atrás. Tras unos minutos, Isabel dijo, “Estoy lista. Sé que ella hubiese aprobado mi conducta.” Sir
Frederick dijo, “Procedamos a la boda,
pues.” La ceremonia comenzó muy formal. El sacerdote dijo, “Antes de que den su consentimiento, hijos,
deseo saber si hay alguien que cuestione vuestra unión.” En ese momento,
tronó una voz, aumentada por la acústica del Templo, “Sí, yo cuestiono esa farsa, y la impediré.” Era la figura oscura y
temida del llamado, “Enano Negro,”
quien dijo, “Detenga la boda, sacerdote,
mi testimonio la hará nula.” Sir Frederick, lléno de cólera, intentó
desenvainar su espada, diciendo, “Maldito
contrahecho, te enseñaré.” Aun lado de él, Earnscliff lo aplacó, diciendo, “Acabó su comedia, Sir. Suelte la espada o
lo atravieso.” Ellieslaw se supo perdido e intentó una torpe fuga,
pensando, “Santo cielo. Debo
desaparecer.” Hobbie le salió al paso con su espada, diciendo, “¡Alto!” Ellieslaw se detuvo
sorprendido. Hobbie dijo, “No quiero
dañarlo, sir. Regrésese, y afronte los cargos que hay contra usted.” Ellieslaw
dijo, sorprendido, “S-s-sí…!” Enseguida,
Hobbie decía, “Earnscliff, toda la
guardia del castillo esta bajo el control de nuestros compatriotas.”
Earnscliff dijo, “Perfecto, ahora oigamos
lo que aquí se dirá.”
Mientras tanto, Elsie hacia
algo insólito. Llorando y abrazando la estatua de una mujer, en su sepultura,
decía, “Querida, te amé. Me amaste y nos
separaron para siempre. Ambos fuimos engañados. Sé que por último moriste de
tristeza. Pero esta noche ambos tendremos justicia.” Enseguida, Elsie tomó
la palabra y explicó su historia ante los presentes: “Amigos, soy Sir Edward Mauley, caballero de comarca cercana a esta, y
esperé un cuarto de siglo que llegára éste momento.” Enseguida, indicando
hacia la estatua femenina, dijo, “Esa
mujer me amó. Para ella yo no era enano, ni contrahecho. Yo suplí mis carencias
con inteligencia. Y una cultura digna de un apellido prestigioso. Mi padre
preparaba nuestra boda con un banquete, diciendo sentado a la mesa, ‘Ellieslaw,
eres buen amigo. Me alegro que estés acá.’ Ellieslaw, quien era el padrino
dijo, ‘También aprecio a tu novia. Seré un digno padrino… De pronto alguien
corrió hacia él, desenvainado una espada, diciendo, “Ellieslaw, el otro día me
insultaste. Aquí estoy.” Ellieslaw dijo, “Cielos, quiere matarme.” Aquel sujeto
tiró una estocada y Ellieslaw cayó como fulminado. En ese momento, me ganó una
furia salvaje. Tomé mi espada y busqué vengar la caída de mi amigo.” El hombre
me dijo, al enfrentarlo, “Maldito, acabarás como acabé con él.” Sin titubear,
hundí mi acero en las carnes de aquel perro que no merecía vivir.” Cuando
entendí ya era tarde. Se trataba de un simulacro, ideado por Ellieslaw, para
hacerme culpable de un crimen verdadero. Era un complot. Este maldito hizo que
me metieran entre rejas, por asesinato, y que me declararan loco. Él, como
primo mío, se ocupó de administrar nuestra fortuna y prometió no dejar sola a
la pobre Isabel.
Ella tuvo una hija con el desgraciado, luego se dejo morir. Solo quedó la pequeña, a quien puso su mismo nombre, como una constancia de su páso por el mundo. Ellieslaw vendió todo y compró este castillo. Luego pactó con el enemigo. Quiso vender a su hija… ¡Bah! Por suerte, Rattcliff me encontró años después, en mi vagabundeo incierto. Fue él quien me dijo dónde vivía Ellieslaw. Fue él quien me ha ayudado desde siempre. Rattcliff me trajo parte del dinero mío, el que te di, muchacho, para reconstruir tu casa. Considéralo tuyo.” Earnscliff dijo, “El resto fue fácil. Un plan político para echarnos sobre las cabezas de la traición. Sir Frederick, usted encabeza la subversión. Utilizó a su favor a Ellieslaw. Prepárese a una larga prisión.” Isabel dijo, “Ellieslaw, quedarás libre. Sufrirás el desprecio en vagancia, como lo sufrió Sir Mauley.” Ellieslaw dijo, “Es justo hija. Solo acepta mi perdón.” Isabel dijo, “No te lo daré. Cargas demasiados pecados en tu alma.” Ellieslaw dijo, “¡Oh, oh, ya empiezo a padecer..!” El hombre ambicioso y débil a la vez, se alejo para arrastrar por los caminos toda una vida de traiciones. Enseguida Earnscliff dijo a Isabel, “¿Qué tal querida, si aprovechamos que estamos aquí?” Isabel dijo, “¡Dios mío!¿Te parece oportuno?” Hobbie dijo, tomando de la mano a Gracia, “¡Claro, podemos hacerlo los cuatro! Gracia me apoya. También lo tenemos planeado.” Isabel dijo, “¡Oh, esto es increíble! Apadrinará las bodas quien debió de ser mi padrino. Pero, ¿Dónde está?” Hubert Ratcliffe dijo, “Salió, hijos. Me cuchicheó un mensaje para usted. Se siente viejo. El castillo será tuyo y de tu esposo Isabel. Él confía en ustedes.” Isabel dijo, “¿Pero…no volveremos a verlo?” Ratcliffe dijo, “Claro que sí. Vivirá en su cabaña de las ruinas circulares. Podrás verla cada vez que desees…Con una condición. ¿Acaso la olvidaste?” Isabel dijo, “¡Claro que no!¿La rosa? Siempre la llevaré conmigo, entre las hojas de un misal, y se la mostraré.”
Ella tuvo una hija con el desgraciado, luego se dejo morir. Solo quedó la pequeña, a quien puso su mismo nombre, como una constancia de su páso por el mundo. Ellieslaw vendió todo y compró este castillo. Luego pactó con el enemigo. Quiso vender a su hija… ¡Bah! Por suerte, Rattcliff me encontró años después, en mi vagabundeo incierto. Fue él quien me dijo dónde vivía Ellieslaw. Fue él quien me ha ayudado desde siempre. Rattcliff me trajo parte del dinero mío, el que te di, muchacho, para reconstruir tu casa. Considéralo tuyo.” Earnscliff dijo, “El resto fue fácil. Un plan político para echarnos sobre las cabezas de la traición. Sir Frederick, usted encabeza la subversión. Utilizó a su favor a Ellieslaw. Prepárese a una larga prisión.” Isabel dijo, “Ellieslaw, quedarás libre. Sufrirás el desprecio en vagancia, como lo sufrió Sir Mauley.” Ellieslaw dijo, “Es justo hija. Solo acepta mi perdón.” Isabel dijo, “No te lo daré. Cargas demasiados pecados en tu alma.” Ellieslaw dijo, “¡Oh, oh, ya empiezo a padecer..!” El hombre ambicioso y débil a la vez, se alejo para arrastrar por los caminos toda una vida de traiciones. Enseguida Earnscliff dijo a Isabel, “¿Qué tal querida, si aprovechamos que estamos aquí?” Isabel dijo, “¡Dios mío!¿Te parece oportuno?” Hobbie dijo, tomando de la mano a Gracia, “¡Claro, podemos hacerlo los cuatro! Gracia me apoya. También lo tenemos planeado.” Isabel dijo, “¡Oh, esto es increíble! Apadrinará las bodas quien debió de ser mi padrino. Pero, ¿Dónde está?” Hubert Ratcliffe dijo, “Salió, hijos. Me cuchicheó un mensaje para usted. Se siente viejo. El castillo será tuyo y de tu esposo Isabel. Él confía en ustedes.” Isabel dijo, “¿Pero…no volveremos a verlo?” Ratcliffe dijo, “Claro que sí. Vivirá en su cabaña de las ruinas circulares. Podrás verla cada vez que desees…Con una condición. ¿Acaso la olvidaste?” Isabel dijo, “¡Claro que no!¿La rosa? Siempre la llevaré conmigo, entre las hojas de un misal, y se la mostraré.”
De inmediato se procedió a
las bodas, que dieron nuevos hogares, hijos, y patriotas a la causa escocesa.
Cerca de allí, Sir Edward Mauley, respetado y querido por toda la zona, siguió
viviendo su vida sencilla. Aun le quedaban muchos años de vida, para gozar de
la satisfacción de una justicia costosa pero merecida.
Tomado de Novelas Inmortales.
Año VIII. No. 382. Marzo 13 de 1985. Guion: Raúl Prieto Cab. Adaptación: Remy
Bastien. Segunda adaptación: José Escobar.