miércoles, 25 de octubre de 2017

El Sueño de Makar de Vladimir G. Korolenko


     Sajá, también llamado Sajá-Yakutia, es una de las veintiúna repúblicas que, junto con los cuarenta y siete óblast, nueve krais, cuatro distritos autónomos y dos ciudades federales, conforman los ochenta y tres sujetos federales de Rusia. Su capital es Yakutsk. Está ubicado en el distrito Lejano Oriente, limitando al norte con el océano Ártico, al noreste con Chukotka, al este con Magadán y Jabárovsk, al sur con Amur y Zabaikalie, al suroeste con Irkutsk y al oeste con Krasnoyarsk.
     Tiene una superficie de 3 103 200 km² lo que la sitúa como la mayor división territorial o entidad subnacional del mundo, y además cuenta con una población de 1 millón de habitantes.
Historia
     La llegada de los yacutos a su actual área geográfica es relativamente reciente. Tienen orígenes heterogéneos, como túrquicos y mongoles. Absorbieron las tribus de cazadores-recolectores y tras siglos de consolidación empezaron a llamarse a sí mismos “sajá.” Los evenki se referían a los yacutos como “yaco” y este término fue adoptado por los rusos cuando comenzaron a llegar a la región, a principios del siglo XVII. Tygyn Darján, un príncipe de los jangalaski yacutos, concedió el territorio para asentamientos rusos. El Lenski Ostrog (fuerte Lenski), que se convertiría más tarde en la actual ciudad de Yakutsk, fue fundada por el cosaco Piotr Bekétov el 25 de septiembre de 1632 (la fecha de la primera construcción de la estacada). En agosto de 1638, los rusos crearon una nueva unidad administrativa con el centro administrativo en Lenski Ostrog, lo cual consolidó la predominancia de la ciudad en el territorio.
     El Imperio Ruso estableció la agricultura en la cuenca del río Lena. Los miembros de grupos religiosos que fueron proscritos a Sajá en la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a producir trigo, avena y patatas. El comercio de la piel estableció una economía de dinero. La industria y los transportes comenzaron a desarrollarse a finales del siglo XIX y en los comienzos de la Unión Soviética. Este fue también el comienzo de las prospecciones geológicas, minería y producción local de plomo.
     El 27 de abril de 1922 la antigua “tierra Yakólskaya” fue proclamada Republica Autónoma Socialista Sovietica de Yakutia, dentro de la Republica Socialista Federativa Sovietica de Rusia, y en 1992, tras la disolución de la Unión SoviéticaMoscú reconoció la República de Sajá (Yakutia) bajo la jurisdicción de la Federación Rusa como territorio autónomo.
Demografía
     Los rusos (41,15 %), los yacutos (45,54 %) y los ucranianos (3,65 %) son las tres etnias más comunes en la República. Además de los yacutos hay otros grupos étnicos originarios, como los evenki, los dolganos y los yukagiros.
    Las lenguas oficiales son el yacuto (también conocida como lengua sajá), hablado por aproximadamente el 25% de la población, y el ruso. El yacuto es una lengua túrquica con influencia de las vecinas lenguas tunguses y mongólicas.
Economía
     La industria genera el 43 % del producto nacional bruto de Sajá, proviniendo principalmente de la explotación de minerales. Las empresas industriales se concentran en la capital Yakutsk, así como en AldánMirnyNeryungriPokrovsk, y Udachny. El diamante, el oro y el estaño son el principal foco de la economía.
Geografía
    Tiene una extensión de 3 103 200 km². Se extiende hasta la isla Henrietta en el norte y es bañada por el mar de Láptev y el mar de Siberia Oriental del océano Ártico. Estas aguas, las más frías y heladas de todos los mares en el hemisferio norte, están cubiertas por el hielo durante 9-10 meses al año. Las islas de Nueva Siberia son parte del territorio de la república. Sajá puede ser dividida en tres grandes cinturones de vegetación. En torno al 40 % de Sajá descansa sobre el círculo polar ártico y todo está cubierto por el permafrost que influye enormemente en la ecología de la región y limita los bosques del sur de la región.
     La tundra del ártico y subártico definen la región media, donde líquenes y musgo crecen como grandes tapices verdes y son el pasto favorito para los renos. En la parte sur del cinturón de tundra, el pino enano siberiano y el alerce crecen a lo largo de los ríos. Debajo de la tundra hay una región de extensa de taiga. Los árboles de alerce dominan en el norte y, en el sur, los abetos y pinos comienzan a aparecer. La taiga cubre un 47 % de Sajá y casi el 90 % de esta cubierta es alerce.
     La mayor cordillera montañosa de Sajá es la cordillera Verjoyansk, corre paralela y al este del río Lena, formando un gran arco que comienza en el mar de Ojotsk y termina en el mar de Láptev. Hay más de 700 lagos en la república.
Recursos Naturales.
     Sajá está bien dotada de materias primas. La tierra contiene grandes reservas de petróleogas naturalcarbóndiamantesoro y plata. El 98% de todos los diamantes de Rusia se extrae de Sajá, siendo más del 20% de la producción mundial.
Climatología
     Posee el récord Guinness a la mayor variación de temperaturas habiéndose llegado a registrar en Verjoyansk -69'8ºC en invierno y 37ºC en verano, lo que supone una oscilación de 106,8°C. ​ En su territorio se halla Oimiakón, conocida como la ciudad más fría del mundo. Curiosamente es también una de las ciudades más cálidas del hemisferio norte debido a su clima continental extremo, que hace que durante el invierno la temperatura llegue a los -60ºC y en el corto verano la temperatura alcance los 35ºC.
División Administrativa
     Yakutia es parte del Distrito Federal del Lejano Oriente y de la región del Lejano Oriente. El territorio está dividido en 34 ulús (equivalente a los raiones). ​ La república de Sajá cuenta con dos ciudades con estatus de ciudad (Yakutsk y Schatái) y otras 6 unidas a los ulús (AldánTommotLenskSrednekolimskVerjoyansk y Viliúisk). La región cuenta con 69 municipios urbanos (posiólok gorodskogo tipa) y 352 municipios rurales. (Wikipedia Español)

El Sueño de Makar
de Vladimir G. Korolenko     
    Los habitantes de la remota aldea Yakuta de Chalgán, situada en la región Nordeste de a Siberia, se preparaban para celebrar al día siguiente la fiesta de navidad. La vida en ese inhóspito lugar, arrancado casi a la implacable taiga, estaba llena de penurias y de hambre. Makar era llevado por un trineo jalado por un caballo, en plena nevada nocturna, pensando, “No encontré nada en mis cepos.” Como una muralla, la hosca espesura de la taiga apartaba a los yakutos, quienes se dedicaban a la caza de animales como la zorra y el conejo, o bien, a leñar. Sin embargo, el día de la navidad estaba próximo, y los aldeanos pretendían olvidar sus carencias y llenaban sus corazones de esperanza. Llegando a su cabaña, una mujer pensaba, “Llevaré miel y mantequilla.” La rutina solo era rota por las enfermedades y las muertes. En la aldea, dos mujeres conversaban, sobre el estado de salud de uno de sus familiares, “¿Ya fue a buscar al chamán?” La otra dijo, “Sí, pero antes tenía que curara a un anciano.”
     El hechicero de la aldea, era el encargado de aliviar a los enfermos. Al llegar el hechicero a una cabaña, una muer lo recibió, diciendo, “¡Mi marido se muere!” El hechicero lo examinó, y dijo, “¡Hum! El mal que se le ha metido al cuerpo es fácil de espantar.” De inmediato, el chaman se lanzó a gruñír, y a saltar frente al enfermo, para expulsar la enfermedad. “¡AAAAARGH!¡UUUUUUAAAAA!” Esa existencia tan primitiva y monótona, era aceptada por casi todos los yakutos. Pero había algunos a quienes ese destino les parecía insoportable. Mientras araba con un alce, jalando el arado, un hombre pensó, “Todo este trabajo…¿Para qué?¿Qué es mi diario alimento…? ¡Un pan y un poco de té!” Quien hacia esas reflexiones en su pensamiento, era un campesino llamado, Makar Tsykunov. “Solo mañana, por ser navidad, comeremos un poco de mantequilla, y unas gotas de miel. Si tuviera dinero, compraría una botella de vodka y me olvidaría, por un buen rato, de todo esto…mi mujer dice que soy un holgazán, un borracho…y lo peor es que tiene razón. Para cuando pueda cosechar el trigo, yo estaré doblemente endeudado con todos los comerciantes del lugar y con los tártaros.” Entonces, Makar dijo en voz alta, “¿Pero qué voy a hacer? Mañana no se trabaja, y  no tengo dinero para beberme una botella de ese vodka infame, mezclado con majorka, tabaco malo y fuerte. ¡Ah, qué vida la mía!¡Hoy más que nunca me siento desdichado!”
     Por la tarde, Makar se encontraba descansando en su humilde lecho. Entonces, su esposa le dijo, “¿Acaso vas a quedarte tendido ahí todo el tiempo?” Makar dijo, “Hoy estoy realmente cansado, mujer.” Su mujer dijo, “¡Bah! Lo que te cansa es no tener una botella.” Makar se levantó, y pensó, “Iré a conseguir un poco de vodka.” Sin pensarlo dos veces, Makar se decidió a salir hasta las afueras de la aldea, donde se habían asentado diversas familias de origen mongol y turco. Su mujer le dijo, “¿A dónde vas demonio?” Makar dijo, “Voy por una botella.” Su mujer le habló fuerte, y dijo, “¡Lo que deberías conseguir es un poco de mantequilla y miel!” Makar dijo, “¿Acaso no lo conseguiste tú?” Ella le dijo, “Debemos a todos los comerciantes, ¿Crees que alguien va a querer darme algo?” Makar le dijo, “¡Calla! Regresaré pronto…” Y se alejó se su pobrísima isba, o casa de madera. Al montar su caballo, Makar pensó, “Prefiero que el poco pan que aún tenemos, se lo coma mi esposa, yo…yo me llenaré de vodka.”
    Poco después, Makar llegaba a una cabaña, y al desmontar, y dirigirse a ella, pensó, “Me gusta tratar con los tártaros.” Al entrar a la cabaña, encontró una chimenea encendida, encontró a dos hombres. Uno de ellos echado en un camastro y fumando, y el otro, sentado frente a una mesa de madera, con una vela encendida. Al entrar, Makar dijo, “¡Cha!¡Fuerte frío hace!” El hombre que estaba fumando, echado en su catre, dijo, “¿Qué haces por aquí, Makar?” Makar le dijo, “Quise visitarlos por ser vísperas de una fiesta importante para todos los yakurtos.” El tártaro le dijo, tomando una olla, “¿Quieres tomar un poco de té?” Makar dijo, “¡Buena idea!¡Me caerá bien!” Mientras Makar, bebía su té, el tártaro dijo, “¡Vamos Makar, di ya a lo que has venido!” Makar les dijo, “De acuerdo…se los diré…pero antes me gustaría comer un poco de carne.” El otro tártaro se sirvió té, y dijo, “No tenemos ni un trozo.” Makar pensó, “Ni modo…otra vez será. Con lo que me gusta la carne...” Entonces, Makar dijo, “Vine a ofrecerles cinco cargas de leña.” Uno de los tártaros dijo, “¡Ah, Makar! No tienes remedio…Te pagaré esa leña, Makar. No es que me importe…pero deberías emplear el pago de esas cinco cargas en algo de provecho.” Makar dijo, “Lo quiero para el festejo de navidad. Algunos vecinos irán a mi isba, y quiero agasajarlos con un poco de vodka y miel.” El otro tártaro le dijo, “¡Toma y haz con el dinero lo que se te ocurra! Pero queremos esa leña apenas pase tu festejo.”Ansioso por calmar su sed de beber, Makar salió de aquel lugar, montado en su caballo, pensando, “Ahora iré a la Ibsa de Labrovsky…” 
     Poco después, Makar entraba en aquel lugar, donde los yakurtos se reunían para beber, y jugar a los naipes. En cuanto Makar entró, escuchó las risas de los yakurtos, “¡JA-JA-JA-!” “Gané la partida!” La luna ya estaba en lo alto cuando Makar salió del lugar, completamente borracho. Se dirigió a desamarrar su caballo, y dijo, “¡Aay, qué será de mi ahoraa!¡Hip!¡N-no voy a poder…montar mi jamelgo…!” Avanzó caminando, y jaaalando su caballo, por la rienda, cantando una melodía, “♪Una zorra ha caído en mi cepo♫” Su cánto se vio interrumpido por un tropezón, “¡Aaaay!” Y cayó al suelo, “¡Aaay! Esto…me pa…sa…hip…por borracho…” Se levantó y con paso tambaleante se dirigió hacia la taiga, “♪Una zorra cayóooo…mañana vende…rée su piel…y mi mu-jer♫ no me rezon…hip…garáaaa ♪” Mientras Makar caminaba, la nieve refulgía con la luz de la luna y un fuerte y helado viento azotaba inclemente.
     Makar se alejaba cada vez más de Chalgán, donde las campanas anunciaban las once de la noche. El yakurto, aún en su embotamiento, sentía el peso de su culpabilidad, al haberse bebido el dinero que le habían pagado por cinco cargas de leña. El viento helado arreciaba, y mientras avanzaba, Makar dijo, “E-estoy seguro que encontraré u-una zorra…hip…en uno de mis cepos…” Makar se acercó a un hueco, y se arrodilló, y dijo, “E-estos no son mis cepos…pero pue-do encontrar una zorrita…” Makar examinó la jaulita hecha de ramas, y dijo, “Na-nada…los cepos de ese maldito de Alioshka no tie-nen ni siquiera a-alimañas…” Makar se incorporó, y dijo, mientras el viento helado continuaba, “Buscaré en los míos…hip…Alioshka y los demás…deben e-estar en la Igle…sia…”
     Una a una, fue revisando las trampas sin encontrar nada. Makar exclamó, “¡Maldita Suerte!” La decepción y el frío hicieron que se le bajaran en parte los humos del alcohol. Makar dijo entonces, “¿Y cómo voy a llegar a mi ibsa, sin algo en la bolsa?” Un ruido proveniente del lugar donde se encontraban colocados sus cepos, le hizo interrumpir sus inútiles reflexiones, “¡FLUOOOSH!” Makar volteó, y dijo, “¿Eh?¿Qué fue eso?” Makar apresuró su paso, diciendo, “¡Algo cayó en mis trampas!¡Debe ser una zorra!¡Mañana mismo la venderé y tendré dinero para dar a mi mujer!”
     De pronto Makar escuchó algo, y dijo, “¡Alguien se ha escondido tras ese árbol!¡Estoy seguro que es Alioshka!¡Ese canalla anda husmeando por mis trampas creyéndome en la aldea!” Olvidando que él mismo había merodeado los cepos de su enemigo, Makar se inclinó ante la trampa en que había caído la presa, y dijo, “No permitiré que Alioshka se robe lo que me pertenece.” Makar revisó, y dijo, “¡Es una zorra!¡Qué bien!” Con enorme satisfacción el yakurto sacó el animal de piel rojiza. Makar la abrazó, y dijo, “¡Eres mía!” Y se encaminó hacia la aldea. Pero enseguida, de repente escuchó una voz a sus espaldas,  “¡Detente animal!” Makar volteó, y vio que era Alioshka, quien le dijo, “¡Entrégame por las buenas esa zorra!” Makar le dijo, “¿Acaso piensas que soy un idiota?”
     Alioshka, un hombrón hosco dijo y desagradable, había alcanzado a Makar. Entre ambos, existía una vieja rivalidad y ahora se enfrentaban en la soledad de la taiga. Alioshka dijo, “Por última vez te pido en buena forma que me des la zorra…” Makar soltó el animal, para que huyera, diciendo, “¿Podrás alanzarla, bestia?” No satisfecho, Makar atestó un golpe en la quijada de Alioshka, diciendo, “¡Toma desgraciado!¡Ahí está tu zorra!” Después de que soltó su presa, Makar se lanzó sobre su odiado rival, haciendo aún lado sus necesidades, para dar paso a la violencia que se encontraba contenida en su interior.
     Alioshka sabía que no vencería fácilmente a Makar, por lo que recurrió a su astucia. Cuando Makar se abalanzó hacia él, Alioshka pensó, “¡Eso es!¡Impúlsate imbécil!” Makar dijo, “¡Acabaré contigo, infeliz!” Pero Alioshka lo recibió con un tremendo golpe y cabezazo en el estomago de Makar, quien quedó sin aire, desplomándose vencido. Alioshka dijo, “¡Ja, Ja, Ja! Ahora estás a mis pies!” Mientras Makar yacía en la nieve, boca abajo, Alioshka dijo, despojándolo de su gorro contra el frío, “El frío de la taiga hará el resto. Nadie puede vencer al congelamiento sin guantes ni gorro.” El viento gélido azotaba el cuerpo inconsciente de Makar, quien había quedado a merced de la taiga. “¡FLUOOOSH!”
     Cuando Makar volvió en sí, se incorporó, diciendo, “¡Oh, Dios! Alioshka se burló de mi.” Su estado moral era deplorable. Mientras avanzaba, pensó, “Ahora estoy perdido…” La neblina impedía que Makar pudiera distinguir el sendero. El hombre sufría la tortura del frío, diciendo, “¡Alioshka…brrr…se llevó mis manoplas y mi gorro…! Sabe que el clima cruel no perdona a quien se interna en la taiga sin ellos…”  El yakurto caminó y caminó sin encontrar el sendero que lo llevára de regreso a Chalgán. Sus piernas comenzaban a doblársele y un terrible dolor de cabeza lo acometía…Makar sentía como si los arboles lo miraran con burla.
     Él, un campesino, que había andado siempre por la taiga, ahora estaba perdido en ella. Makar se arrodilló y gritó, “¡No encuentro el camino!¡Estoy perdidooo!” Mientras Makar yacía en la nieve, a lo lejos se escuchaban las doce campanadas del campanario de la aldea. El frío era cada vez mayor. ¡TAN!¡TAN!¡!TAN!¡FLUOOOOSH! En el horizonte, la aurora boreal lanzaba sus luminosos destellos, dando paso al nuevo día, el día de la navidad. Makar pensó, “¡Nun-nunca más saldré…de…de…la taiga…!” La fiebre lo hizo victima de alucinaciones. Creyó ver y escuchar a tres zorros, que lo rodeaban y le decía uno, “¡Jaaar-Jaaar!¡Perdidoooo!”  Y otro decía, “¡Miren al que nos atrapaba en sus cepos!¡Esta perdido!” Primero dejaría de sentir su cuerpo…luego ya no sintió nada. El viento, la neblina y el frío continuaban reinando en la selva siberiana. Alguien se acercó a zarandearlo. “¡Vamos Makar!¡Levántate ya!” Con enorme esfuerzo, el yakurto logro abrir los cansados ojos, y dijo, “¿Eh?” 
     Ante sus ojos estaba el sacerdote de la aldea. Makar dijo, “¿Usted aquí?” Era el sacerdote cristiano oriental, Iván, quien era también llamado Pope. Makar dijo, “Pope Iván…¡Pero si usted murió hace cuatro años!” El sacerdote dijo, “Por lo menos te acuerdas de mí, Makar. Sí, es verdad. Mi torpeza me hizo dejar un cigarrillo encendido en la orilla de mi cama…y me dormí y ya no desperté.” Makar dijo, “¡Créame, todos lamentamos su muerte! ¿Pero qué hace entonces en la taiga?” Iván le dijo, “Termina por incorporarte, Makar Tsykunov.” Makar dijo, “¡Oh, pero si no siento frío!¿Acaso he…muerto?” Iván dijo, “En efecto. Ahora deberás venir conmigo…” Makar dijo, asustado, “Pope Iván…yo recuerdo que estaba perdido, pero no muerto.” El Pope Iván le dijo, “Ya tendrás tiempo suficiente para convencerte. ¡Andando!” Mientras caminaban juntos, Makar dijo, “¿Y a dónde vamos?” Iván dijo, “Vamos a ver a Dios.” Makar preguntó, “¿Y para qué debo verlo?” Iván contestó, “Para que te júzgue…” Makar se entristeció, y dijo, “Es verdad, alguna vez escuché eso en la iglesia.” Enseguida, Makar advirtió algo y dijo, “¡Mire Pope Iván…!¡Nuestras pisadas  no dejan huellas!” Iván dijo, “No olvides que estamos muertos.” Makar dejó escapar una expresión de locura en su semblante, y dijo, “¡Ahora podré acercarme fácilmente a las trampas ajenas, sin que nadie se de cuenta!” Iván le dijo,  “Olvídate de eso, Makar. Ya no tendrás ninguna necesidad de cazar.” Iván agregó, después de un momento, “No sabes lo que te espera por cada idea como esa.” Makar se entristeció, y dijo, “¡Ah, olvidaba que nunca fui bueno…y creo que muerto tampoco lo seré! ¿Y cuando amanecerá?” Iván le dijo, “Camina y deja de hacer preguntas tontas…”
     En silencio continuaron avanzando, en un largo camino que parecía no tener fin. Makar pensó, “Al menos durante ésta caminata no he tenido hambre ni sed.” El Pope Iván condujo a Makar por desconocidos caminos. La oscura taiga había quedado ya muy atrás. Luego de un tiempo que Makar no había podido determinar, comenzaron a subir a la cima de una montaña. Makar pensó, “¿Porqué estarán creciendo tanto las estrellas? ¿Qué será eso que brilla tanto allá arriba?” Makar alzó sus brazos al cielo, y dijo, “¡Pero si es la luna, pope Iván!¡Está encima de nosotros!” El pope dijo, “La veo, Makar…la veo…” Makar dijo, “Su luz hace ver todo como si ya hubiera amanecido!” El pope dijo, “Iluminará buena parte de nuestro recorrido.” Se encontraron, entonces, con un tártaro que fustigaba a su encabritada cabalgadura, “¡Vamos, avanza yaaa!” El caballo levantaba enormes nubes de polvo, pero extrañamente no avanzaba del lugar en que se encontraba. Makar, que lo observaba, se dirigió a él, y le dijo, “¡Eh, hombre extranjero!¿Qué te pasa?”
     El tártaro montado en el caballo le dijo, “¡Este maldito animalejo! ¡Ya son cinco años los que llevo sobre este caballo, y sigo aquí sin moverme del sitio!” Makar, tosió, a raíz del polvo se levantaba. Entonces al tártaro agregó, “Te lo doy…así podrás llegar a tu destino…yo prefiero continuar a pie.” Makar le dijo, “Si dices que no avanza nada, a mí solo me interesaría para sacrificarlo y aprovechar su carne.” Enseguida, el Pope lo detuvo, diciendo, “¡Alto!¡Espera, Makar!” Makar, se detuvo, diciendo, “¿Qué pasa, Pope Iván?” Iván le dijo, “Sigues olvidándote que estás muerto…¿Para qué quieres el caballo?¿Acaso quieres cabalgar mil años con ese animal? Ese tártaro en vida robó muchos caballos y el que monta fue el último. Cayó junto con él en un barranco que arrastraba una fuerte corriente de agua, en la que se ahogó…” Entonces, Makar comprendió, y le dijo al tártaro, “¿Entonces querías que te relevára de tu castigo? ¡Vaya astucia!” El tártaro le dijo, “¡Bah! De no haber sido por el Pope, lo hubiera logrado…” El tártaro fustigó nuevamente su cabalgadura, y siguió sin avanzar ni un palmo. Makar y el pope lo dejaron rápidamente atrás, mientras el tártaro gritaba, “¡Hey, Yakuto!¡Espera!” Makar se detuvo, volteó, y dijo, “¿Qué quieres ahora, tártaro?” El tártaro le dijo, “Tengo ganas de fumar algo de majorka…¿No tendrás una hoja?” Makar le contestó, “¡Primero quisiste burlarte de mí, y ahora me pides tabaco!¡Por mi quédate con las ganas, y no te daré nada!”
      Cuando se alejaron, el Pope le dijo, “¡Makar, continúas actuando mal!” Makar dijo, “¿Por qué?” El Pope le dijo, “Porque negaste ayuda, y aunque no tienes majorka porque estás muerto, tu acción fue mala. Si no te hubieras negado, en el juicio Dios te hubiera perdonado cien pecados.” Makar se disgustó, y dijo, “¿Por qué no me lo dijo antes, Pope Iván?” El Pope le dijo, “Porque ya es tarde para hacerte entrar en razón. De ello debiste enterarte en vida. Debiste de escuchar alguna vez a tus popes.” Makar meditó, y dijo en voz alta, “Así que cien pecados solo por una hojita. ¡No, no era mal negocio!” Makar continuó cavilando, y dijo, “Debo traer unas cuatro hoja. Enseguida se las daré al tártaro.” El Pope lo interrumpió, y dijo, “Mira atrás, Makar…” Makar vio entonces que la extensa llanura, estaba totalmente desierta. Makar dijo, “¿Y el tártaro?¿No que no caminaba el caballo?” El Pope dijo, “Y así es…los que avanzamos somos nosotros. ¿Acaso nunca escuchaste decir a los viejos, que en un caballo robado, nunca se ira lejos?” Makar se entristeció, y dijo, “Sí, pero no creía en esos dichos. Ahora veo que los viejos dicen la verdad.”
     Makar y el Pope Iván, se encontrarían con numerosos jinetes, tanto tártaros como yakurtos, unos montaban caballos y otros reses, que en vida habían robado. La llanura parecía no tener fin. Makar estaba más que impaciente. Makar preguntó, “¿Cuántas leguas hemos caminado, Pope?” El Pope le dijo, “Las necesarias para llegar hasta nuestro destino final.” Entonces, Makar vio venir a un anciano cargando a sus espaldas a una anciana. Makar dijo, “¡Ese anciano que va ahí también es de Chalgan!” A pesar de sus años, un anciano llevaba a cuestas a su esposa, diciendo, “¡Ay, no…puedo más…!” Makar lo detuvo y le dijo, “¡Espera viejo!¿No me recuerdas?” El anciano le dijo, “¿Qui-quién eres?” Makar le contestó, “Soy Makar…mis abuelos fueron quienes fundaron Chalgan!” El anciano le dijo, “Salí de la a-aldea…hace tanto y me fui a-al…monte!¡No…no re-recuerdo…!¡Ahhh!” El viejo reanudó su camino, y Makar dijo al verlo partir, “Apenas lo sostienen sus piernas.” El Pope le dijo, “Ese hombre vivió en el monte, sin hacer nada. Se alimentaba de bayas y raíces, pues no sembraba ni araba jamás…Su mujer se mantuvo de limosnas, pues su marido se olvidó de sus responsabilidades. Murió, pero Dios lo regresó por su esposa, y debe de llegar ante él con  ella…La mujer murió tan débil que sus pies no la sostienen y el viejo debe cargarla a cuestas.” Pronto les dieron alcance nuevamente, y los rebasaron con rapidez…. El Pope dijo, “Su paso será muy lento.”
     En su camino, se encontrarían con diversos personajes. El Pope iría explicando, según cada caso. A continuación vieron a un hombre lavando sus manos en la orilla de un estanque, y el Pope dijo, “Ese hombre podrá reanudar su camino, si alguna vez las manchas de sangre se borran de sus manos. ¡En vida fue un asesino!” El Pope continuó, “Ese otro fue un ladrón que carga el peso de su culpa.” Un hombre flaco, y de rostro macilento los rebasó, entonces, Makar dijo, “¿Y ese? Va corriendo como una liebre.” El Pope explicó, “Fue un esclavo que padeció terriblemente. Su amo jamás logrará alcanzarlo ni llegará nuca ante Dios.” Más adelante, grandes parvadas de alegres pajarillos sorprenderían a Makar, quien dijo, “¡Esto es maravilloso!” El Pope dijo, “Sí, estos pajarillos son las almas de los niños.” Makar dijo, “En Chalgán, el frío, la suciedad y el hambre terminan con la vida de muchos de nuestros niños.” El Pope dijo, “Eso, y los padres desobligados hacen que este lugar este lleno de hermosos pajarillos.” Makar dijo, “¡Abagyt!” O sea, “padre” en ruso, “¡Yo en vida fui muy ruin!¡Dios me echará sin compasión!” El Pope dijo, “¡Ya estamos cercas de su morada! Pronto sabrás qué decide hacer contigo…” De repente, la faz de Makar se iluminó, y dijo, “¡El cielo está más luminoso! ¡La Luna y las estrellas han desaparecido!¡Está amaneciendo!” El sol se elevaba sobre una montaña puntiaguda. Makar dijo, “¡Ahí está el sol!¡Qué inmenso es!” El Pope dijo, “Subiremos hasta la cima de esa montaña.”  Cuando fueron llegando a la cima, Makar dijo, “¿Ves esa puerta?¡Es la entrada de la morada divina!” Makar dijo, “Escúcho una dulce melodía…” El Pope abrió las puertas y dijo, “¡Sígueme!” Makar dijo, “¡Es-estoy soñando!”
     Entraron a un salón totalmente labrado con plata y oro. Los leños dorados de una gran hoguera, en medio del salón, despedían un calor que al instante penetraba en el cuerpo. Varios jóvenes, o ángeles, entraban y salían de aquel increíble lugar. Uno de ellos se percató de su presencia, y dijo, “¡Pope Iván!¿A quién has traído del mundo?” El Pope dijo, “A este hombre llamado, Makar Tsykunov.” Makar pensó, “Estos deben ser servidores de Dios. Pero esas alas deben estorbarles para leñar en la taiga.” El ángel preguntó al Pope, “¿Es de Chalgán?” El Pope contestó, “Sí, por esa razón me enviaron por él…estuve en esa apartada iglesia hasta el día de mi muerte.” El ángel dijo, “Entonces habrá que preparar la balanza grande.” El Pope dijo a Makar, “Aquí esperaremos.” Makar y el Pope se quedaron en el imponente lugar. Makar preguntó, “¿Para qué traerán una balanza, Pope Iván?”
     El Pope dijo, “La balanza es para sopesar el bien y el mal que has hecho en la vida. Entre los demás hombres del mundo casi siempre logran nivelarse los platillos de la balanza …pero con los de Chalgán no sucede lo mismo.” Makar dijo, “¿Por qué?” El Pope explicó, “Los de tu aldea son tan pecadores, que Dios mandó hacer una balanza especial. Esta tiene un platillo pequeño de oro y otro grande  de madera.” Varios jóvenes de camisas blancas, entraron con una gran balanza. Un ángel dijo, “¡Pope Iván, ya viene hacia acá el señor!” Al oír aquello el yakurto sintió una indescriptible congoja en su corazón, y pensó, “¡Dios, voy a estar ante ti!¡Yo que fui un mentiroso, un desobligado, y sobre todo…un borracho!” Y se acordó de toda su vida, con todos sus detalles. Makar cerró sus ojos y sus puños, exclamando, “¡Oh, Dios!” Ante la presencia del Señor, el Pope se arrodilló. La voz del Señor dijo, “¡Aquí estoy, Makar! Aunque siempre viviste alejado de mi, sé lo que has hecho de tu vida.” Makar pensó, “¡Es Él!¡Es tal como lo vi en los íconos de la iglesia!” El Seño se sentó en su trono y dijo, “Acércate, Makar. Quiero escuchar de tus labios cuantas acciones hiciste durante tu existencia. ¡Este es tu Juicio!” Enseguida, el Señor se dirigió al Pope, y dijo, “Pope Iván, acércame el libro de la vida…¡Habla Makar!”
     Cuando Makar terminó de narrar sus acciones buenas o malas, el Señor dijo, “Bien, ahora los ángeles pesarán en la balanza todo el trabajo que realizaste en la taiga de Chalgán.” Los servidores de Dios colocaron numerosas caras sobre el platillo de oro. El Señor dijo, “Esas varas representan los trabajos a los que hiciste relación. El platillo de oro, pesa las buenas acciones.” Makar confirmó, “¡He sido bueno!¡Mucho más de lo que pude imaginarme!” Enseguida, el Señor dijo, “Pope Iván, ahora lee el libro de la vida, donde están inscritos todos sus pecados.” Makar volteó hacia el Pope y le dijo, “¿Qué? Pope Iván, ¿Cómo es posible que usted vaya  hundirme?” El Señor le dijo, “No será él, sino tus culpas.” A medida que el Pope Iván iba leyendo las malas acciones de Makar asentadas en el libro de la vida, el platillo de madera comenzó a descender y descender. El Pope seguía leyendo, “Las mentiras que dijo, suman la cantidad de…” La balanza se inclinaba hacia el lado del platillo de madera. El Señor exclamó, “¡Makar, has sido un mentiroso, un vago y un borracho! ¡Ve en la balanza el resultado del Juicio!” Makar exclamó, “¡Noooo!” El Señor le dijo, “¡Calla y escucha la que será tu sentencia!” Makar dijo, “¡Nooo, lo inscrito en ese libro no es cierto!” Makar cayó de rodillas, y un ángel le dijo, “¡No sigas!¡Solo lograras aumentar el peso de tu castigo!”
     La sentencia fue dictada por Dios, “Volverás al mundo convertido en una bestia de carga. ¡Entréguenlo al mundo de nueva cuenta!” En ese momento apareció, en el salón el hijo de Dios, quien dijo, “¡He escuchado la sentencia dada a este hombre!” Entonces el Hijo de Dios se sentó a la derecha de su padre, y habló con ternura a Makar, el hombre nacido en la aldea de Chalgán, “Viví varios años en la tierra, y se lo dura que será tu castigo, pero se debe hacer la voluntad de mi Padre.” Enseguida, Jesús se dirigió al su padre, diciendo, “Aunque quizá este pobre hombre tenga algo que decirnos…” Dios el Padre dijo, “¡Que hable entonces!” Makar hablo, “Dios, ya que me has permitido hablar, te diré lo que guarda muy en el fondo de mi corazón, el que tu le diste y le quitaste el movimiento. No me niego en regresar al mundo, convertido en bestia de carga, porque me asuste el trabajo…me niego porque es una decisión injusta. Porque toda bestia de trabajo al final de su dura jornada recibe de su amo el pienso, o alimento. Yo camine a palos toda mi vida, me desplomé en el campo y nunca tuve suficiente de comer.” El Pope lo interrumpió, “¡Makar, no digas insolencias!¿Quién te trató a palos mientras tuviste la existencia?”
    Makar explicó, “¡Toda mi vida ha sido un infierno! Fui maltratado por los jefes de la aldea, los jueces y los alguaciles, que siempre exigían su tributo. Los Popes también me reclamaron los diezmos. Pero, los mayores golpes los recibí del frío, el calor, las lluvias, las sequias, y la feroz taiga.  ¡Todos juntos me arrebataron el fruto de mi esfuerzo! El animal sigue adelante, siempre mirando al suelo y sin saber a dónde lo llevan…¡En forma igual fui conducido en la vida! Nunca supe porque tenía que dar mi poco dinero a los demás, pero lo más terrible fue perder a mi único hijo, víctima del hambre, cuando las nieves me dejaron sin cosecha alguna.” Todos escuchaban con atención lo que decía aquel hombre, que en su vida no había dicho nunca diez palabras juntas. “Ni alguaciles ni Popes acudieron en mi ayuda, ¡Desde entonces embrutecí mi alma con vodka!” En seguida,
     Makar apuntó con su dedo hacia el Pope, y dijo, “El Pope Iván llevó en el libro cierto número de botellas que bebí, pero, ¿Podría llamarse vodka aquello que me vendían, mezclado con agua y majorka? Luego murió la que fue mi primer esposa. No tenía un kopek para pagar la que sería su última morada. Entonces acudí con los tártaros, quienes me emplearon para que les llevára leña, antes de que me soltáran algo de dinero. Tuve que dejar el cadáver de mi mujer, en la soledad de mi fría isba, mientras yo manejaba el hacha y lloraba en silencio mi dolor.”
     Entonces, Jesús dijo, “Todo lo que ha dicho éste hombre, es verdad, Padre mío.” El reclámo de Makar había sido conmovedor, tato así que los ángeles presentes derramaron en silencio sus lagrimas. Makar continuó, “Dios Eterno, ¿No crees que esas cargas de leña, debes contármelas cada una como si fueran cinco?” Dios habló, “Sé que dices la verdad, Makar, pero tú jamás tuviste verdadera fe en mi. ¡Mírate! Tu rostro es oscuro…no tiene rastros de alegría. Tu corazón se halla cubierto de espinos y de amargo ajenjo…tu aspecto es el de un impío, y eso se debe a tu falta de amor hacia mí.”
     Makar abrió sus ojos, con desesperación, y dijo, “¡Todopoderoso, tengo el aspecto de un desdichado que no tiene fe!¡Perdóname por ello!” Enseguida, Makar con tristeza, “Pero no tengo la culpa de reflejar en mi persona, la felicidad ni la alegría…pues las desconozco. En la aldea de Chalgán nací, y ahí nadie ha conocido de riquezas ni de lujos, los cuales supe que existían por los relatos de mis abuelos, que pertenecieron a la gran estirpe rusa.” Makar se volvió a desesperar, y dijo, “Yo soy yakurto y no sé cómo esconder mi aspecto siniestro y vergonzoso. Tal vez no tuve fe ni esperanza, pero siempre tuve paciencia y creo que hoy hasta eso perderé…” Makar se arrodilló y se soltó entonces en el más doloroso y amargo llanto que un hombre rudo haya podido vertir. “¡OOOGH…!” Las lágrimas impedían a Makar mirar hacia la balanza. El platillo de madera se iba levantando, al aumentar el peso del disco de oro que contenía el peso de las nobles acciones.
     Uno de los ángeles dijo, “¡Míreen!” La ira y la desesperación impulsaron a Makar a salir del gran salón del juicio, gritando, “¡Envíame al mundo!¡Ya todo está perdido!¡Estoy Perdidoooo!” Pero Dios le dijo, “¡Espera desdichado!¡Ya no perteneces a la tierra…!¡Aquí se ha preservado la verdad!¡Mira la balanza!” Enseguida, Dios lo abrazó, y le dijo, “Has llegad hasta aquí, cuando en la tierra se celebra el nacimiento de mi hijo. ¡Has nacido a la vida eterna, Makar!” Makar dijo, “¡Mi corazón va a estallar!¡Ahora sé lo que e-es…la felicidad…” Los siervos divinos recibirían, con lágrimas y risas al nuevo morador. El Pope pensó, al enjugarse las lagrimas, “Aún aquí aprendo lo que debe ser un verdadero creyente.”
     En la aldea de Chalgán, enclavada en lo más inhóspito de la Yakutia, sus humildes moradores se dirigían a la iglesia a celebrar el día de la navidad. Días más tarde, la señora Tsykunov, encontraría a su esposo en su lecho congelado de la taiga. El sueño de Makar jamás se interrumpiría.
Tomado de, Novelas Inmortales, Año XVI. No. 832, Octubre 27 de 1993.  Guión de: Víctor M. Yañez. Adaptación: Remy Bastien. Segunda Adaptación: José Escobar.