Harriet Elisabeth Beecher Stowe, nació el 14 de junio de 1811, y murió el 1 de julio de 1896, a la edad de 85 años. Stowe fue una autora y abolicionista estadounidense.
Stowe provenía de la familia religiosa Beecher, y escribió la popular novela, La Cabaña del Tío Tom, (1852), que describe las duras condiciones que vivían los afroamericanos esclavizados.El libro llegó a una audiencia de millones de personas como novela y obra de teatro, y se volvió influyente en los Estados Unidos, y Gran Bretaña, energizando las fuerzas antiesclavistas en el norte de Estados Unidos, al tiempo que provocó una ira generalizada en el sur. Stowe escribió 30 libros, incluidas novelas, tres memorias de viajes, y colecciones de artículos y cartas. Stowe fue influyente tanto por sus escritos, como por sus posturas públicas y debates sobre temas sociales de la época.
Harriet Elisabeth Beecher nació en Litchfield, Connecticut, el 14 de junio de 1811. Fue la sexta de 11 hijos nacidos del honesto y abierto predicador calvinista, Lyman Beecher.
Su madre fue su primera esposa, Roxana (Foote), una mujer profundamente religiosa que murió cuando Stowe tenía sólo cinco años. El abuelo materno de Roxana, fue el general Andrew Ward, de la Guerra Revolucionaria. Entre los hermanos de Harriet, se encontraba una hermana, Catharine Beecher, que se convirtió en educadora y autora, así como hermanos que se convirtieron en ministros: entre ellos, Henry Ward Beecher, que se convirtió en un famoso predicador y abolicionista, Charles Beecher, y Edward Beecher.Harriet se matriculó en el, Hartford Female Seminary, dirigido por su hermana mayor, Catharine, donde recibió una educación académica tradicional, bastante poco común para las mujeres en ese momento, con un enfoque en los clásicos, los idiomas, y las matemáticas. Entre sus compañeros de clase, estaba Sarah P. Willis, autora quien más tarde escribió bajo el seudónimo de Fanny Fern.
En 1832, a la edad de 21 años, Harriet Beecher se mudó a Cincinnati, Ohio, para reunirse con su padre, quien se había convertido en presidente del Seminario Teológico Lane. Allí, también se unió al, Semi-Colon Club, un salón literario y club social, cuyos miembros incluían a las hermanas Beecher, Caroline Lee Hentz, Salmon P. Chase, futuro gobernador de Ohio y secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la presidencia de Lincoln, Emily Blackwell, y otros. El negocio comercial y marítimo de Cincinnati en el río Ohio, estaba en auge, atrayendo a numerosos inmigrantes de diferentes partes del país, incluidos muchos esclavos fugitivos, cazarrecompensas que los buscaban, e inmigrantes irlandeses que trabajaban en los canales y ferrocarriles del estado. En 1829, los ataques étnicos de irlandeses a los negros, destruyó áreas de la ciudad, tratando de expulsar a estos competidores por puestos de trabajo. Beecher conoció a varios afroamericanos que habían sufrido esos ataques, y su experiencia contribuyó a que ella escribiera más tarde sobre la esclavitud. En 1836 y 1841, se produjeron nuevamente disturbios, impulsados también por antiabolicionistas nativos.
Harriet también fue influenciada por los debates de Lane, en el Colegio Teológico de Lane, sobre la esclavitud. El evento más importante que jamás haya tenido lugar en Lane, fue la serie de debates celebrados durante 18 días en febrero de 1834, entre defensores de la colonización, y de la abolición, ganados decisivamente por Theodore Weld, y otros abolicionistas. Elisabeth asistió a la mayoría de los debates: Su padre y los fideicomisarios, temerosos de más violencia por parte de los blancos antiabolicionistas, prohibieron cualquier discusión adicional sobre el tema. El resultado fue un éxodo masivo de los estudiantes de Lane, junto con un administrador que los apoyaba, y un profesor, que se mudaron como grupo al nuevo, Oberlin Collegiate Institute, después de que sus administradores acordaron, mediante una votación reñida y enconada, aceptar estudiantes sin importar su, "raza," y para permitir discusiones de cualquier tema.
Fue en el club literario de Lane, donde Elisabeth conoció al reverendo Calvin Ellis Stowe, un viudo que era profesor de literatura bíblica en el seminario. Los dos se casaron en el Seminario, el 6 de enero de 1836. Los Stowe tuvieron siete hijos, incluidas dos hijas gemelas.
El Congreso aprobó la, Ley de Esclavos Fugitivos de 1850, que prohibía la asistencia a los fugitivos, y reforzaba las sanciones incluso en los estados libres.
En ese momento, Stowe se había mudado con su familia a Brunswick, Maine, donde su esposo ahora enseñaba en Bowdoin College. Su casa cerca del campus está protegida como Monumento Histórico Nacional. Los Stowe fueron fervientes críticos de la esclavitud, y apoyaron el, Ferrocarril Clandestino, alojando temporalmente a varios esclavos fugitivos en su casa. Un fugitivo de la esclavitud, John Andrew Jackson, escribió acerca de su escondite con Stowe, en su casa en Brunswick, mientras huía a Canadá, en su narración titulada, "La Experiencia de un Esclavo en Carolina del Sur" (Londres: Passmore & Albaster, 1862).Stowe afirmó haber tenido una visión de un esclavo moribundo, durante un servicio de comunión en la, Primera Iglesia Parroquial de Brunswick, lo que la inspiró a escribir su historia. Lo que probablemente también le permitió sentir empatía por los esclavos, fue la pérdida de su hijo de dieciocho meses, Samuel Charles Stowe.
Ella señaló: "Habiendo experimentado la pérdida de alguien tan cercano a mí, puedo simpatizar con todos los esclavos pobres e impotentes en las subastas injustas. Siempre estarás en mi corazón, Samuel Charles Stowe". El 9 de marzo de 1850, Stowe escribió a Gamaliel Bailey, editor del semanario contra la esclavitud, The National Era, que planeaba escribir una historia sobre el problema de la esclavitud: "Ahora siento que ha llegado el momento en que, incluso una mujer o un niño que pueda decir una palabra por la libertad y la humanidad, está obligado a hablar... Espero que toda mujer que pueda escribir no guarde silencio… Espero que toda mujer que sepa escribir, no guarde silencio.”
Poco después, en junio de 1851, cuando tenía 40 años, se publicó por entregas la primera entrega de, La Cabaña del Tío Tom, en el periódico, The National Era. Originalmente usó el subtítulo, "El Hombre Que Era Una Cosa", pero pronto se cambió a, "La Vida Entre los Humildes". Las entregas se publicaron semanalmente, desde el 5 de junio de 1851, hasta el 1 de abril de 1852. Por la serialización periodística de su novela, Stowe recibió 400 dólares. La Cabaña del Tío Tom, fue publicada en forma de libro, el 20 de marzo de 1852, por John P. Jewett, con una tirada inicial de 5.000 copias. Cada uno de sus dos volúmenes, incluía tres ilustraciones, y una portada diseñada por Hammatt Billings. En menos de un año, el libro vendió una cifra sin precedentes de 300.000 copias. En diciembre, cuando las ventas comenzaron a disminuir, Jewett publicó una edición económica a 37½ centavos cada una, para estimular las ventas. Las ventas en el extranjero, como en Gran Bretaña, donde el libro fue un gran éxito, no le reportaron nada a Stowe, ya que no existía ningún acuerdo internacional de derechos de autor vigente, durante esa época. En 1853, Stowe emprendió una gira de conferencias por Gran Bretaña y, para compensar las regalías que no podía recibir allí, la, Nueva Asociación de Glasgow para la Abolición de la Esclavitud, creó, la, Ofrenda del Tío Tom.
Según Daniel R. Vollaro, el objetivo del libro era educar a los norteños sobre los horrores realistas de las cosas que estaban sucediendo en el sur. El otro propósito, era tratar de hacer que la gente del Sur, sintiera más empatía hacia las personas a las que estaban forzando a la esclavitud. La emotiva descripción que hace el libro de los efectos de la esclavitud en las personas, captó la atención de la nación. Stowe demostró que la esclavitud afectaba a toda la sociedad, más allá de las personas directamente involucradas, como amos, comerciantes y esclavos. Su novela contribuyó al debate sobre la abolición y la esclavitud, y despertó oposición en el Sur. En el Sur, Stowe fue descrita como desconectada, arrogante y culpable de difamación. En un año, 300 bebés, sólo en Boston, recibieron el nombre de Eva, uno de los personajes del libro, y en noviembre, se inauguró en Nueva York una obra de teatro basada en el libro. Los sureños respondieron rápidamente con numerosas obras de lo que ahora se llaman, novelas anti-Tom, que buscaban retratar la sociedad sureña y la esclavitud, en términos más positivos. Muchos de ellos fueron bestsellers, aunque ninguno igualó la popularidad del trabajo de Stowe, que estableció récords editoriales.
Después del inicio de la Guerra Civil, Stowe viajó a la capital, Washington, D.C., donde se reunió con el presidente Abraham Lincoln, el 25 de noviembre de 1862. La hija de Stowe, Hattie, informó: "Fue un momento muy divertido el que pasamos en la Casa Blanca, te lo aseguro... Sólo diré ahora que todo fue muy divertido, y estábamos a punto de estallar en carcajadas todo el tiempo". Lo que dijo Lincoln es un misterio menor. Su hija informó más tarde que Lincoln saludó a su madre, diciendo: "Entonces tú eres la mujercita que escribió el libro que inició esta gran guerra", pero se ha descubierto que ésta historia es apócrifa. Sus propios relatos son vagos, incluida la carta que le informa de la reunión a su marido: "Tuve una entrevista realmente divertida con el presidente".
Stowe compró una
propiedad cerca de Jacksonville, Florida. En respuesta a un artículo
periodístico de 1873, escribió: "Llegué
a Florida el año después de la guerra, y desde entonces tuve propiedades en el
condado de Duval. En todo éste tiempo, no he recibido ninguna descortesía, por
parte de ningún nativo de Florida".
Stowe es controvertida por su apoyo a Elizabeth Campbell, duquesa de Argyll, cuyo abuelo había sido uno de los principales responsables de las, Autorizaciones de las Tierras Altas, la transformación de las remotas, Tierras Altas, de Escocia, de una sociedad basada en la milicia, a una sociedad agrícola que mantenía a mucha menos gente. Los nuevos desposeídos, se trasladaron a Canadá, donde aparecieron relatos muy amargos. La tarea de Stowe era refutarlos utilizando las pruebas proporcionadas por la duquesa, en la Carta XVII, Volumen 1, de sus memorias de viaje, Sunny Memories of Foreign Lands. Stowe fue criticada por su aparente defensa de las autorizaciones.
En 1868, Stowe se convirtió en uno de las primeras editoras de la revista, Hearth and Home, una de varias publicaciones nuevas dirigidas a las mujeres; ella se salió después de un año. Stowe hizo campaña a favor de la ampliación de los derechos de las mujeres casadas, argumentando en 1869 que:
[L]a posición de una mujer casada... es, en muchos aspectos, precisamente similar a la del esclavo negro. No puede celebrar ningún contrato, ni poseer ninguna propiedad; todo lo que hereda, o gana, pasa a ser en ese momento propiedad de su marido... Aunque él haya adquirido una fortuna a través de ella, o aunque ella haya ganado una fortuna gracias a sus talentos, él es el único dueño de ella, y ella no puede sacar ni un centavo... [E]n el derecho consuetudinario inglés, una mujer casada no es nada en absoluto. Ella deja de existir legalmente.
En la década de 1870, el hermano de Stowe, Henry Ward Beecher, fue acusado de adulterio, y se convirtió en objeto de un escándalo nacional. Incapaz de soportar los ataques públicos contra su hermano, Stowe huyó nuevamente a Florida, pero pidió a sus familiares que le enviaran informes periodísticos. Durante la aventura, ella permaneció leal a su hermano, y creía que él era inocente.
Después de su regreso a Connecticut, la Sra. Stowe estuvo entre las fundadoras de la, Escuela de Arte de Hartford, que luego pasó a formar parte de la, Universidad de Hartford.
Tras la muerte de su marido, Calvin Stowe, en 1886, la salud de Harriet comenzó a deteriorarse rápidamente. En 1888, The Washington Post, informó que, como resultado de la demencia, Stowe, de 77 años, comenzó a escribir, La Cabaña del Tío Tom, de nuevo. Se imaginaba que estaba ocupada en la composición original, y durante varias horas, cada día, utilizaba diligentemente lápiz y papel, escribiendo pasajes del libro casi exactamente palabra por palabra. Esto lo hizo inconscientemente de memoria, imaginando la autora que iba componiendo el asunto sobre la marcha. Para su mente enferma, la historia era completamente nueva, y con frecuencia, se agotaba con un trabajo que consideraba recién creado.
Mark Twain, vecino de Stowe, en Hartford, recordó sus últimos años en el siguiente pasaje de su autobiografía:
Su mente había decaído, y era una figura patética. Deambuló todo el día al cuidado de una mujer irlandesa musculosa. Entre los colonos de nuestro barrio, las puertas siempre estaban abiertas cuando hacía buen tiempo. La señora Stowe entraba en ellos por su propia voluntad y, como siempre, iba con pantuflas suaves y, en general, llena de espíritu animal, podía afrontar las sorpresas, y le gustaba hacerlo. Ella se deslizaría detrás de una persona que estaba sumida en sueños y reflexiones, y lanzaría un grito de guerra que sacaría a esa persona de su ropa. Y ella tenía otros estados de ánimo. A veces oíamos música suave en el salón, y la encontrábamos allí, al piano, cantando canciones antiguas, y melancólicas con un efecto infinitamente conmovedor.
Los investigadores modernos ahora especulan que al final de su vida padecía la enfermedad de Alzheimer.
Harriet Beecher Stowe murió el 1 de julio de 1896, en Hartford, Connecticut, 17 días después de cumplir 85 años. Está enterrada en el cementerio histórico de la, Academia Phillips, en Andover, Massachusetts, junto con su esposo y su hijo, Henry Ellis.
Legado
Puntos de referencia
Varios puntos de referencia están
dedicados a la memoria de, Harriet
Beecher Stowe, y están ubicados en varios estados, incluidos Ohio, Florida,
Maine y Connecticut. Las ubicaciones de estos puntos de referencia, representan
varios períodos de su vida, como la casa de su padre, donde creció, y donde
escribió su obra más famosa.
La Casa Harriet Beecher Stowe, en Cincinnati, Ohio, es la antigua casa de su padre Lyman Beecher, en el antiguo campus del Seminario Lane. Su padre era un predicador que se vio muy afectado por los disturbios a favor de la esclavitud en Cincinnati, de 1836. Harriet Beecher Stowe vivió aquí hasta su matrimonio. Está abierta al público, y funciona como un sitio histórico y cultural, centrándose en Harriet Beecher Stowe, el Lane Seminary y el Ferrocarril Clandestino. El sitio también presenta la historia afroamericana.
En las décadas de 1870 y 1880, Stowe y su familia pasaron el invierno en Mandarin, Florida, ahora un vecindario de la moderna y consolidada, Jacksonville, en el río St. Johns. Stowe escribió, Palmetto Leaves, mientras vivía en Mandarín, posiblemente una elocuente pieza de literatura promocional, dirigida a los potenciales inversores del norte de Florida en ese momento. El libro se publicó en 1873, y describe el noreste de Florida y sus residentes. En 1874, Stowe fue honrada por el gobernador de Florida, como una de las varias norteñas que habían ayudado al crecimiento de Florida, después de la guerra. Además de sus escritos que inspiraron a turistas y colonos de la zona, ayudó a establecer una iglesia y una escuela, y ayudó a promover las naranjas como un importante cultivo estatal, a través de sus propios huertos. La escuela que ayudó a establecer en 1870, era una escuela integracionista en Mandarín, para niños y adultos. Esto precedió en más de medio siglo, al movimiento nacional hacia la integración. El marcador que conmemora a la familia Stowe, se encuentra frente al antiguo emplazamiento de su cabaña. Está en la propiedad del Community Club, en el sitio de una iglesia, donde el esposo de Stowe sirvió como ministro. La Iglesia de Nuestro Salvador, es una Iglesia Episcopal fundada en 1880, por un grupo de personas que se habían reunido para lecturas de la Biblia, con el profesor Calvin E. Stowe, y su famosa esposa. La casa fue construida en 1883, y contenía la vidriera, Stowe Memorial, creada por Louis Comfort Tiffany.
La Casa Harriet Beecher Stowe, en Brunswick, Maine, es donde vivía Stowe cuando escribió, La Cabaña del Tío Tom. Su esposo enseñaba teología en el cercano, Bowdoin College, y ella invitaba regularmente a estudiantes de la universidad y amigos a leer y discutir los capítulos antes de su publicación. El futuro general de la Guerra Civil, y más tarde gobernador, Joshua Chamberlain, era entonces estudiante en la universidad, y luego describió el entorno. "En estas ocasiones", Chamberlain señaló, "un círculo selecto de amigos, en su mayoría jóvenes, se vio favorecido con la libertad de su casa, siendo el punto de encuentro, sin embargo, la lectura, antes de la publicación, de los capítulos sucesivos de su, La Cabaña del Tío Tom, y la discusión franca sobre ellos." En 2001, Bowdoin College, compró la casa, junto con un edificio adjunto más nuevo, y pudo recaudar los fondos sustanciales necesarios para restaurar la casa. Ahora está abierta al público.
La Casa Harriet Beecher Stowe en Hartford, Connecticut, es la casa donde Stowe vivió durante los últimos 23 años de su vida. Estaba al lado de la casa del también autor, Mark Twain. En esta casa estilo cabaña de 460 m2, o, 5000 pies cuadrados, hay muchos de los artículos originales de Beecher Stowe y de la época. En la biblioteca de investigación, abierta al público, se encuentran numerosas cartas y documentos de la familia Beecher. La casa está abierta al público, y ofrece visitas guiadas cada hora.
En 1833, durante la estancia de Stowe en Cincinnati, la ciudad se vio afectada por una grave epidemia de cólera. Para evitar enfermedades, Stowe hizo una visita a Washington, Kentucky, una comunidad importante de la época justo al sur de Maysville. Se quedó con la familia Marshall Key, una de cuyas hijas, era estudiante en, Lane Seminary. Se registra que el Sr. Key la llevó a ver una subasta de esclavos, ya que se llevaban a cabo con frecuencia en Maysville. Los estudiosos creen que la experiencia la conmovió mucho. La casa de Marshall Key todavía se encuentra en Washington. Key era un destacado kentuckiano; entre sus visitantes también se encontraban, Henry Clay, y Daniel Webster.
El sitio histórico de, La Cabaña del Tío Tom, es parte del restaurado Dawn Settlement en Dresden, Ontario, que está a 20 millas al éste de Algonac, Michigan. Se ha restaurado la comunidad de esclavos liberados, fundada por el reverendo Josiah Henson, y otros abolicionistas en la década de 1830. También hay un museo. Henson and the Dawn Settlement, le proporcionó a Stowe la inspiración para La Cabaña del Tío Tom. (Wikipedia Ingles)
La Cabaña del Tío Tom, o La Vida Entre los Humildes, es una novela anti esclavista, de la autora estadounidense, Harriet Beecher Stowe. Publicada en dos volúmenes, en 1852, la novela tuvo un profundo efecto en las actitudes, hacia los afroamericanos, y la esclavitud en los Estados Unidos, y se dice que, "ayudó a sentar las bases para la Guerra Civil estadounidense".
Stowe, una mujer de ascendencia inglesa, nacida en Connecticut, era parte de la religiosa familia Beecher, y una abolicionista activa. Escribió la novela sentimental, para describir la realidad de la esclavitud, y al mismo tiempo, afirmar que el amor cristiano, podría superar la esclavitud. La novela se centra en el personaje del tío Tom, un sufrido esclavo negro, en torno al cual, giran las historias de los demás personajes.
En los Estados Unidos, La Cabaña del Tío Tom, fue la novela más vendida, y el segundo libro más vendido del siglo XIX, después de la, Biblia. Se le atribuye haber ayudado a impulsar la causa abolicionista, en la década de 1850. La influencia atribuida al libro, fue tan grande que surgió una historia, probablemente apócrifa, cuando Abraham Lincoln conoció a Stowe, al comienzo de la Guerra Civil y declaró: "Entonces ésta es la pequeña dama que comenzó ésta gran guerra".
Lamentablemente el libro y las obras que inspiró, ayudaron a popularizar una serie de estereotipos negativos sobre los negros, incluido el del personaje homónimo, "Tío Tom". El término llegó a asociarse con una persona excesivamente servil. Éstas asociaciones posteriores, con, La Cabaña del Tío Tom, han eclipsado, hasta cierto punto, los efectos históricos del libro como una, "herramienta vital contra la esclavitud". No obstante, la novela sigue siendo un, "hito" en la literatura de protesta, y libros posteriores como, The Jungle, de Upton Sinclair, y Silent Spring, de Rachel Carson, tienen una gran deuda con ella.
Stowe, profesora del, Hartford Female Seminary, nacida en
Connecticut, y activa abolicionista, escribió la novela como respuesta a la
aprobación, en 1850, de la segunda, Ley de Esclavos Fugitivos. Gran parte del
libro, fue compuesto en su casa, en Brunswick, Maine, donde su esposo, Calvin
Ellis Stowe, enseñaba en su alma mater, Bowdoin College.
Stowe se inspiró en parte para crear, La Cabaña del Tío Tom, en la narrativa de esclavos, La Vida de Josiah Henson, anteriormente esclavo, ahora habitante de Canadá, narrada por él mismo (1849). Henson, un hombre negro anteriormente esclavizado, había vivido y trabajado en una plantación de 3.700 acres (15 km2) en North Bethesda, Maryland, propiedad de Isaac Riley. Henson escapó de la esclavitud, en 1830, huyendo a la provincia del Alto Canadá, ahora Ontario, donde ayudó a otros esclavos fugitivos, a establecerse y volverse autosuficientes.
Stowe también se inspiró en la biografía póstuma de, Phebe Ann Jacobs, una devota congregacionalista de Brunswick, Maine. Nacida en una plantación de esclavos en, Lake Hiawatha, Nueva Jersey, Jacobs estuvo esclavizada durante la mayor parte de su vida, incluso, por el presidente del, Bowdoin College. En sus últimos años, Jacobs vivió como una mujer libre, lavando ropa para los estudiantes de Bowdoin. Logró el respeto de su comunidad, debido a sus devotas creencias religiosas, y su funeral, contó con una gran asistencia.
Otra fuente que Stowe utilizó como investigación para, La Cabaña del Tío Tom, fue, La Esclavitud Estadounidense Tal Como Es: Testimonio de Mil Testigos, un volumen en coautoría con, Theodore Dwight Weld, y las hermanas Grimké. Stowe también realizó entrevistas con personas que escaparon de la esclavitud. Stowe mencionó varias de estas inspiraciones y fuentes en, A Key to Uncle Tom's Cabin (1853). Éste libro de no ficción, tenía como objetivo no sólo verificar las afirmaciones de Stowe sobre la esclavitud, sino también, señalar a los lectores los numerosos, "documentos disponibles públicamente," que detallan los horrores de la esclavitud.
La Cabaña del Tío Tom, apareció por primera vez como una serie de 40 semanas, en, The National Era, un periódico abolicionista, a partir de la emisión del 5 de junio de 1851. Originalmente estaba pensado como una narrativa más corta, que duraría sólo unas pocas semanas.
Sin embargo, Stowe amplió significativamente la historia, y se hizo popular instantáneamente, de modo que se enviaron protestas a la oficina de, Era, cuando ella terminó la emisión. La última entrega se publicó en la edición del 1 de abril, de 1852, de Era. Stowe dispuso que los derechos de autor de la historia, se registraran en el, Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Maine. Renovó sus derechos de autor en 1879, y la obra entró en el dominio público, el 12 de mayo de 1893.Mientras la historia aún se estaba publicando por entregas, el editor, John P. Jewett, contrató a Stowe para convertir, La Cabaña del Tío Tom, en un libro. Convencido de que el libro sería popular, Jewett tomó la decisión inusual, para la época, de grabar seis ilustraciones de página completa, de Hammatt Billings, para la primera impresión. Publicada en forma de libro, el 20 de marzo de 1852, la novela vendió 3.000 copias, sólo ese día, y pronto agotó su tirada completa. En el primer año después de su publicación, se vendieron 300.000 copias del libro, en los Estados Unidos. Ocho imprentas, funcionando incesantemente, apenas podían satisfacer la demanda.
A mediados de 1853, las ventas del libro disminuyeron drásticamente, y Jewett cerró durante el Pánico de 1857. En junio de 1860, el derecho a publicar, La Cabaña del Tío Tom, pasó a la firma de, Boston Ticknor and Fields, que volvió a imprimir el libro, en noviembre de 1862. Después de eso, la demanda comenzó a aumentar una vez más. Houghton Mifflin Company, adquirió los derechos de, Ticknor, en 1878. En 1879, se publicó una nueva edición de, La Cabaña del Tío Tom, reenvasando la novela como un "clásico americano". Durante la década de 1880, hasta que expiraron sus derechos de autor, el libro sirvió como pilar y fuente confiable de ingresos para, Houghton Mifflin. A finales del siglo XIX, la novela estaba ampliamente disponible en un gran número de ediciones, y en los Estados Unidos se convirtió en el segundo libro más vendido de ese siglo, después de la Biblia.
La Cabaña del Tío Tom, se vendió igualmente bien en Gran Bretaña; la primera edición de Londres, apareció en mayo de 1852, y vendió 200.000 copias. En unos pocos años, más de 1,5 millones de copias del libro estaban en circulación en Gran Bretaña, aunque la mayoría de ellas, eran copias infractoras, una situación similar ocurrió en los Estados Unidos. En 1857, la novela se había traducido a 20 idiomas. El traductor, Lin Shu, publicó la primera traducción al chino, en 1901, que también fue la primera novela estadounidense traducida a ese idioma.
Eliza Escapa con su Hijo Tom Vendido Río Abajo
El libro comienza con un granjero de Kentucky llamado Arthur Shelby, que se enfrenta a la pérdida de su granja debido a las deudas. Aunque él y su esposa Emily Shelby, creen que tienen una relación benevolente con sus esclavos, Shelby decide recaudar los fondos necesarios, vendiendo a dos de ellos:
el tío Tom, un hombre de mediana edad con esposa e hijos, y Harry, el hijo de Eliza, la sirvienta de Emily Shelby, del Sr. Haley, un tosco traficante de esclavos. Emily Shelby se opone a ésta idea, porque le había prometido a su sirvienta, que su hijo nunca sería vendido; El hijo de Emily, George Shelby, lamenta que Tom se vaya porque lo ve como su amigo y mentor.Cuando Eliza escucha al señor y la señora Shelby discutiendo planes para vender a Tom y Harry, Eliza decide huir con su hijo. La novela afirma que Eliza tomó esta decisión, porque teme perder a su único hijo sobreviviente, ya había abortado dos hijos. Eliza se marcha esa noche, y deja una nota de disculpa a su amante. Más tarde, realiza un peligroso cruce sobre el hielo del río Ohio, para escapar de sus perseguidores.
Cuando venden a Tom, el Sr. Haley lo lleva a un barco fluvial en el río Mississippi, y desde allí Tom será transportado a un mercado de esclavos. Mientras está a bordo, Tom conoce a Eva, una angelical niña blanca. Rápidamente se hacen amigos. Eva cae al río, y Tom se lanza al río para salvarle la vida. Agradecido con Tom, el padre de Eva, Augustine St. Clare, se lo compra a Haley, y lo lleva con la familia a su casa en Nueva Orleans. Tom y Eva comienzan a relacionarse entre sí, gracias a la profunda fe cristiana que ambos comparten.
Durante la fuga de Eliza, se encuentra con su marido, George Harris, que se había escapado anteriormente. Deciden intentar llegar a Canadá, pero son seguidos por Tom Loker, un cazador de esclavos contratado por el Sr. Haley. Finalmente, Loker y sus hombres atrapan a Eliza y su familia, lo que hace que George le dispare en el costado. Preocupada por la posibilidad de que Loker muera, Eliza convence a George de que lleve al cazador de esclavos a un asentamiento cuáquero cercano, para recibir tratamiento médico.
De vuelta en Nueva Orleans, St. Clare debate sobre la esclavitud con su prima del norte, Ophelia, quien, aunque se opone a la esclavitud, tiene prejuicios contra los negros. St. Clare, sin embargo, cree que él no está prejuiciado, a pesar de que es propietario de esclavos. En un intento de mostrarle a Ophelia que sus prejuicios contra los negros son incorrectos, St. Clare compra a Topsy, una joven esclava negra, y le pide a Ophelia que la eduque.
Después de que Tom hubo vivido con los St. Clare durante dos años, Eva se enferma gravemente. Antes de morir, Eva experimenta una visión del cielo, que comparte con las personas que la rodean. Como resultado de su muerte y visión, los otros personajes deciden cambiar sus vidas, Ophelia promete deshacerse de sus prejuicios personales contra los negros, Topsy dice que mejorará, y St. Clare se compromete a liberar a Tom.
Antes de que St. Clare pueda cumplir su
promesa, muere después de ser apuñalado afuera de una taberna. Su esposa
incumple el voto de su difunto marido, y vende a Tom en una subasta, a un cruel
propietario de una plantación llamado Simon Legree. Tom es llevado a la zona
rural de Luisiana, con otros nuevos esclavos, incluida Emmeline, a quien Simon
Legree compró para usarla como esclava sexual.
Legree comienza a odiar a Tom, cuando Tom rechaza la orden de Legree de azotar a su compañero esclavo. Legree golpea brutalmente a Tom, y decide aplastar la fe en Dios, de su nuevo esclavo. A pesar de la crueldad de Legree, Tom se niega a dejar de leer su Biblia, y de consolar a los demás esclavos lo mejor que puede. Mientras está en la plantación, Tom conoce a Cassy, otra esclava a quien Legree usó como esclava sexual. Cassy le cuenta su historia a Tom. Anteriormente fue separada de su hijo y su hija, cuando fueron vendidos. Quedó embarazada de nuevo, pero mató al niño, porque no podía tolerar que le separaran otro hijo.
Tom Loker, cambiado tras ser curado por los cuáqueros, vuelve a la historia. Ha ayudado a George, Eliza y Harry a ingresar a Canada, desde el lago Erie, y ser libres. En Luisiana, el tío Tom casi sucumbe a la desesperanza, cuando su fe en Dios se ve puesta a prueba por las dificultades de la plantación. Tom tiene dos visiones, una de Jesús, y otra de Eva, que renuevan su determinación de seguir siendo un cristiano fiel, incluso hasta la muerte. Él anima a Cassy a escapar, lo cual ella hace, llevándose a Emmeline con ella. Cuando Tom se niega a decirle a Legree, dónde han ido Cassy y Emmeline, Legree ordena a sus supervisores que maten a Tom. Mientras Tom agoniza, perdona a los supervisores que lo golpearon salvajemente. Humillados por el carácter del hombre al que han matado, ambos se hacen cristianos. George Shelby, el hijo de Arthur Shelby, llega para comprar la libertad de Tom, pero Tom muere poco después de encontrarse.
En su viaje en barco hacia la libertad, Cassy y Emmeline conocen a la hermana de George Harris, Madame de Thoux, y la acompañan a Canadá. Madame de Thoux y George Harris, se separaron en su infancia. Cassy descubre que Eliza es su hija perdida hace mucho tiempo, y que fue vendida cuando era niña.
Ahora que su familia está junta nuevamente, viajan a Francia y, finalmente, a Liberia, la nación africana creada para los antiguos esclavos estadounidenses. George Shelby regresa a la granja de Kentucky, donde, tras la muerte de su padre, libera a todos sus esclavos. George Shelby les insta a recordar el sacrificio de Tom cada vez que miran su cabaña. Decide llevar una vida cristiana piadosa, tal como lo hizo el tío Tom.• El Tío Tom, el personaje principal, fue visto inicialmente como un esclavo cristiano noble y sufrido. En años más recientes, su nombre se ha convertido en un epíteto dirigido a los afroamericanos acusados de venderse a los blancos. Stowe pretendía que Tom fuera un, "héroe noble," y una persona digna de elogio. A lo largo del libro, lejos de permitir que lo exploten, Tom defiende sus creencias, y se niega a traicionar a amigos y familiares.
• Eliza es una sirvienta personal esclavizada de la Sra. Shelby, quien escapa al Norte con su hijo Harry, de cinco años, después de que lo venden al Sr. Haley. Su marido, George, finalmente encuentra a Eliza y Harry en Ohio, y emigra con ellos a Canadá, luego a Francia y finalmente a Liberia. El personaje de Eliza, se inspiró en un relato dado en el Seminario Teológico Lane, en Cincinnati, por John Rankin, al esposo de Stowe, Calvin, profesor de la escuela. Según Rankin, en febrero de 1838, una joven esclava, Eliza Harris, escapó a través del helado río Ohio, hasta la ciudad de Ripley con su hijo en brazos, y se quedó en su casa, en su camino hacia el norte.
• Evangeline, "Eva," St. Clare, es hija de Augustine St. Clare. Eva entra en la narrativa cuando el tío Tom viaja en un barco de vapor, a Nueva Orleans para ser vendido, y rescata a la niña de cinco o seis años de ahogarse. Eva le ruega a su padre que compre a Tom, y él se convierte en el cochero principal de la casa St. Clare. Tom pasa la mayor parte de su tiempo con la angelical Eva. Eva habla a menudo sobre el amor y el perdón, convenciendo a la severa esclava Topsy, de que merece amor. Incluso, toca el corazón de su tía Ofelia. Finalmente, Eva sufre una enfermedad terminal. Antes de morir, entrega un mechón de su cabello a cada uno de los esclavos, diciéndoles que deben hacerse cristianos, para poder verse en el Cielo. En su lecho de muerte, convence a su padre para que libere a Tom, pero debido a las circunstancias, la promesa nunca se materializa.
• Simon Legree, es un cruel dueño de esclavos, un norteño de nacimiento, cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de codicia y crueldad. Podría decirse que es el principal antagonista de la novela. Su objetivo es desmoralizar a Tom, y romper su fe religiosa. Finalmente Legree ordena que Tom sea azotado hasta la muerte, por frustración por la creencia inquebrantable de su esclavo en Dios. La novela revela que, cuando era joven, había abandonado a su madre enfermiza por una vida en el mar, e ignoró su carta para verla por última vez en su lecho de muerte. Explota sexualmente a Cassy, quien lo desprecia, y luego fija sus planes en Emmeline. No está claro si Legree se basa en individuos reales. A finales del siglo XIX, surgieron informes de que Stowe tenía en mente a una rica propietaria de una plantación de algodón y azúcar llamada, Meredith Calhoun, que se estableció en el río Rojo, al norte de Alexandria, Luisiana. El reverendo, Josiah Henson, inspiración para el personaje del tío Tom, dijo que Legree siguió el modelo de Bryce Lytton, "quien me rompió el brazo, y me mutiló de por vida".
Temas Principales
La Cabaña del Tío Tom, está dominada por un único tema: la maldad y la inmoralidad de la esclavitud. Si bien Stowe entreteje otros subtemas, a lo largo de su texto, como la autoridad moral de la maternidad, y el poder del amor cristiano, enfatiza las conexiones entre estos, y los horrores de la esclavitud.
Stowe a veces cambiaba la voz de la historia, para poder dar una, "homilía," sobre la naturaleza destructiva de la esclavitud, como cuando una mujer blanca en el barco de vapor que llevaba a Tom más al sur afirma: "La parte más terrible de la esclavitud, en mi opinión, son sus ultrajes a los sentimientos y afectos, la separación de familias, por ejemplo". Una forma en que Stowe mostró el mal de la esclavitud, fue cómo esta, "peculiar institución," separaba por la fuerza a las familias entre sí.Uno de los subtemas presentados en la novela, es la templanza. Stowe lo hizo algo sutil, y en algunos casos lo entretejió en eventos que también apoyarían el tema dominante. Un ejemplo de esto es cuando matan a Augustine St. Clare, quien intentó detener una pelea entre dos hombres ebrios en un café, y fue apuñalado. Otro ejemplo, es la muerte de Prue, quien fue azotada hasta la muerte, por estar borracha de manera constante; sin embargo, sus motivos para hacerlo, se deben a la pérdida de su bebé. Al comienzo de la novela, los dueños de esclavos discuten el destino de Eliza y su hijo, mientras toman vino. Teniendo en cuenta que Stowe pretendía que esto fuera un subtema, ésta escena podría presagiar eventos futuros que pondrían mal al alcohol.
Porque Stowe veía la maternidad como el, "modelo ético y estructural para toda la vida estadounidense," y también creía que sólo las mujeres, tenían la autoridad moral para salvar a los Estados Unidos del demonio de la esclavitud, otro tema importante del libro, La Cabaña del Tío Tom, es el poder moral y la santidad de la mujer. A través de personajes como Eliza, que escapa de la esclavitud para salvar a su hijo pequeño, y finalmente reúne a toda su familia, o Eva, que es vista como la, "cristiana ideal", Stowe muestra, cómo creía que las mujeres podían salvar a quienes las rodeaban, incluso de las peores injusticias. Aunque críticos posteriores han señalado que los personajes femeninos de Stowe son a menudo clichés domésticos en lugar de mujeres realistas, la novela de Stowe, "reafirmó la importancia de la influencia de las mujeres," y ayudó a allanar el camino para el movimiento por los derechos de las mujeres en las décadas siguientes.
Las creencias religiosas puritanas de Stowe, aparecen en el tema general final de la novela: la exploración de la naturaleza del amor cristiano, y cómo ella siente que la teología cristiana es fundamentalmente incompatible con la esclavitud. Éste tema es más evidente, cuando Tom insta a Saint Claire, a, "mirar a Jesús," después de la muerte de Eva, la amada hija de Saint Clair. Después de la muerte de Tom, George Shelby elogia a Tom diciendo: "Qué grande es ser cristiano". Debido a que los temas cristianos desempeñan un papel tan importante en, La Cabaña del Tío Tom, y debido al uso frecuente de Stowe, de interjecciones directas del autor en religión y fe: la novela a menudo toma la, "forma de un sermón".
A lo largo de los años, los estudiosos han postulado una serie de teorías sobre lo que Stowe intentaba decir, con la novela, aparte del tema principal de condenar la esclavitud. Por ejemplo, como cristiana ardiente y abolicionista activa, Stowe incluyó muchas de sus creencias religiosas en la novela.
Algunos estudiosos han afirmado que Stowe vio su novela como una solución al dilema moral y político que preocupaba a muchos opositores a la esclavitud: a saber, si participar en conductas prohibidas estaba justificado para oponerse al mal. ¿Era moralmente defendible el uso de la violencia para oponerse a la violencia de la esclavitud, y la violación de las leyes proesclavistas? ¿Cuál de los personajes de Stowe debería ser emulado, el pasivo tío Tom, o el desafiante George Harris? La solución de Stowe fue similar a la de Ralph Waldo Emerson: La voluntad de Dios sería seguida, si cada persona examinara sinceramente sus principios y actuara según ellos.Los académicos también han visto que la novela expresa los valores e ideas del, Movimiento de Libertad, del partido de la Tierra Libre. Desde éste punto de vista, el personaje de George Harris, encarna los principios del trabajo libre, y el complejo personaje de Ofelia, representa a aquellos norteños que toleraron el compromiso con la esclavitud. En contraste con Ofelia, está Dina, que opera por pasión. Durante el transcurso de la novela, Ofelia se transforma, justo cuando el Partido Republicano, tres años después, proclamó que el Norte debe transformarse, y defender sus principios antiesclavistas.
La teoría feminista también puede verse en juego, en el libro de Stowe, con la novela como una crítica de la naturaleza patriarcal de la esclavitud. Para Stowe, las relaciones de sangre, más que las relaciones paternalistas entre amos y esclavos, formaban la base de las familias. Además, Stowe veía la solidaridad nacional, como una extensión de la familia de una persona, por lo que los sentimientos de nacionalidad, surgían de poseer una raza compartida. En consecuencia, abogó por la colonización africana de los esclavos liberados, y no por la fusión con la sociedad estadounidense.
El libro también ha sido visto como un intento de redefinir la masculinidad, como un paso necesario hacia la abolición de la esclavitud. Desde éste punto de vista, los abolicionistas habían comenzado a resistirse a la visión de hombres agresivos y dominantes, que había fomentado la conquista y colonización de principios del siglo XIX. Para cambiar la noción de masculinidad, de modo que los hombres pudieran oponerse a la esclavitud, sin poner en peligro su propia imagen, o su posición en la sociedad, algunos abolicionistas se basaron en los principios del sufragio femenino, y el cristianismo, así como en el pasivismo, y elogiaron a los hombres por su cooperación, compasión y espíritu cívico. Otros dentro del movimiento abolicionista, abogaban por una acción masculina convencional y agresiva. Todos los hombres de la novela de Stowe, son representaciones de un tipo de hombre, o del otro.
La
Cabaña del Tío Tom,
está escrita en el estilo sentimental, y melodramático, común a las novelas
sentimentales, y la ficción doméstica del siglo XIX, también llamada ficción femenina.
Estos géneros fueron las novelas más populares de la época de Stowe, y fueron, "escritas por, para, y sobre mujeres," además de
presentar un estilo de escritura que evocaba la simpatía, y la emoción del lector.
La Cabaña del Tío Tom, ha sido
considerada un ejemplo, "representativo,"
de novela sentimental.
El poder de este tipo de escritura, se puede ver en la reacción de los lectores contemporáneos. Georgiana May, amiga de Stowe, escribió una carta a la autora, en la que decía: "Anoche estuve levantada mucho después de la una, leyendo y terminando de leer, La Cabaña del Tío Tom. No podía dejarla más de lo que podría haber dejado una niño moribundo." Otro lector es descrito como obsesionado con el libro, a todas horas, y haber considerado cambiar el nombre de su hija, Eva. Evidentemente, la muerte de la Pequeña Eva, afectó a mucha gente en aquella época, pues en 1852, sólo en Boston, 300 niñas recibieron ese nombre.
A pesar de ésta reacción positiva de los lectores, durante décadas los críticos literarios descartaron el estilo encontrado de, La Cabaña del Tío Tom, y otras novelas sentimentales, porque estos libros fueron escritos por mujeres, y presentaban de manera muy prominente lo que un crítico llamó, "las emociones descuidadas de las mujeres". Otro crítico literario dijo que si la novela no hubiera tratado sobre la esclavitud, "sería simplemente otra novela sentimental", y otro describió el libro como, "principalmente una pieza derivada de un trabajo de piratería". En La historia literaria de los Estados Unidos, George F. Whicher, calificó, La Cabaña del Tío Tom, como, "ficción de escuela dominical", llena de, "melodrama, humor y patetismo de concepción amplia".
En 1985, Jane Tompkins expresó una opinión diferente con su famosa defensa del libro, en, "Sentimental Power: Uncle Tom's Cabin and the Politics of Literary History". Tompkins elogió el estilo que muchos otros críticos habían descartado, y escribió que las novelas sentimentales, mostraron cómo las emociones de las mujeres tenían el poder de cambiar el mundo para bien. También dijo que las novelas domésticas populares del siglo XIX, incluida, La Cabaña del Tío Tom, eran notables por su, "complejidad intelectual, ambición, e ingenio"; y que, La Cabaña del Tío Tom, ofrece una, "crítica de la sociedad estadounidense mucho más devastadora que cualquiera de los críticos más conocidos como Hawthorne y Melville".
La Cabaña
del Tío Tom,
ha ejercido una influencia igualada por pocas novelas en la historia. Tras su
publicación, La Cabaña del Tío Tom,
desató una tormenta de protestas por parte de los defensores de la esclavitud, que
crearon varios libros en respuesta a la novela, mientras que el libro provocó
elogios de los abolicionistas. La novela se considera un, "hito," influyente de la literatura de protesta.
La Cabaña del Tío Tom, tuvo un impacto, "incalculable," en el mundo del siglo XIX, y capturó la imaginación de muchos estadounidenses. En una historia, probablemente apócrifa, que alude al impacto de la novela, cuando Abraham Lincoln conoció a Stowe en 1862, supuestamente comentó: "Así que ésta es la pequeña dama que inició ésta gran guerra".
Los historiadores estan en desacuerdo si Lincoln, en realidad dijo ésta línea, y en una carta que Stowe le escribió a su esposo, unas horas después de reunirse con Lincoln, no se mencionó este comentario. Muchos escritores también le han dado crédito a la novela por hacer énfasis en la ira del Norte, ante las injusticias de la esclavitud, y la Ley de Esclavos Fugitivos, y ayudar a impulsar el movimiento abolicionista. El general y político sindical, James Baird Weaver, dijo que el libro lo convenció de participar activamente en el movimiento abolicionista.Frederick Douglass estaba, "convencido tanto de los usos sociales de la novela, como del humanitarismo de Stowe," y promocionó fuertemente la novela en su periódico, durante la publicación inicial del libro. Aunque Douglass dijo que, La Cabaña del Tío Tom, era, "una obra de maravillosa profundidad y poder", también publicó críticas de la novela, sobre todo de Martin Delany. En una serie de cartas publicadas en el periódico, Delany acusó a Stowe, de, "tomar prestado, (y por tanto sacar provecho), del trabajo de escritores negros para componer su novela," y reprendió a Stowe por su, "aparente apoyo a la colonización negra en África". Martin fue, "uno de los críticos negros más abiertos" de, La Cabaña del Tío Tom, en ese momento, y más tarde escribió, Blake, o Las Cabañas de América, una novela en la que un afroamericano, "prefieren la rebelión violenta, antes que la renuncia de Tom".
Los blancos del sur de Estados Unidos, se indignaron con la publicación de la novela, y el libro también fue duramente criticado por los partidarios de la esclavitud. El novelista sureño, William Gilmore Simms, declaró que la obra era completamente falsa, y al mismo tiempo, la calificó de difamatoria. Las reacciones variaron desde un librero en Mobile, Alabama, que se vio obligado a abandonar la ciudad por vender la novela, hasta cartas amenazantes enviadas a Stowe, incluido un paquete que contenía la oreja cortada de un esclavo. Muchos escritores sureños, como Simms, pronto escribieron sus propios libros, en oposición a la novela de Stowe.
Algunos críticos destacaron la escasez de experiencias de vida de Stowe, relacionadas con la vida del sur, diciendo que la llevó a crear descripciones inexactas de la región. Por ejemplo, ella nunca había estado en una plantación del Sur. Stowe siempre dijo que basó los personajes de su libro, en historias que le contaron esclavos fugitivos en Cincinnati. Se informa que, "observó de primera mano varios incidentes que la impulsaron a escribir [la] famosa novela contra la esclavitud. Escenas que observó en el río Ohio, incluida la de ver a un marido y su mujer, siendo vendidos por separado, así como relatos de periódicos y revistas, y entrevistas, aportó material a la trama emergente."
En respuesta a éstas críticas, en 1853 Stowe publicó, Una Clave Para La Cabaña del Tío Tom, un intento de documentar la veracidad de la descripción de la esclavitud en la novela. En el libro, Stowe analiza cada uno de los personajes principales de, La Cabaña del Tío Tom, y les cita, "equivalentes de la vida real," al mismo tiempo que organiza un, "ataque a la esclavitud en el Sur más agresivo que el que había tenido la propia novela". Al igual que la novela, Una Clave Para La Cabaña del Tío Tom, fue un éxito de ventas, pero aunque Stowe afirmó que, Una Clave Para La Cabaña del Tío Tom, documentaba las fuentes consultadas anteriormente, en realidad leyó muchas de las obras citadas, solo después de la publicación de su novela.
La Cabaña del Tío Tom, también despertó gran interés en el Reino Unido. La primera edición de Londres, apareció en mayo de 1852, y vendió 200.000 copias. Parte de éste interés, se debió a la antipatía británica hacia Estados Unidos. Como explicó un destacado escritor: "Las malas pasiones que el tío Tom satisfízo en Inglaterra, no fueron el odio o la venganza [de la esclavitud], sino los celos y la vanidad nacionales. Hace mucho que nos duele la vanidad de Estados Unidos; estamos cansados de escucharla alardear de que es la más libre, y el país más ilustrado que el mundo haya visto jamás. Nuestro clero odia su sistema voluntario, nuestros conservadores odian a sus demócratas, nuestros whigs odian a sus advenedizos, nuestros radicales odian su litigación, su insolencia y su ambición. Todos los partidos aclamaron a la señora Stowe, como un rebelde contra el enemigo". Charles Francis Adams, el ministro estadounidense en Gran Bretaña durante la guerra, argumentó más tarde que "La Cabaña del Tío Tom o La Vida Entre los Humildes", publicado en 1852, ejerció, en gran medida por circunstancias fortuitas, una influencia mundial más inmediata, considerable y dramática, que cualquier otro libro jamás impreso."
Stowe envió una copia del libro a Charles Dickens, quien le escribió en respuesta: "He leído su libro con el más profundo interés y simpatía, y admiro, más de lo que puedo expresarle, tanto el sentimiento generoso que lo inspiró, como el admirable poder con el que se ejecuta." El historiador y político Thomas Babington Macaulay, escribió en 1852, que, "es la adición más valiosa que Estados Unidos ha hecho a la literatura inglesa".
En el siglo XX, varios escritores atacaron, La Cabaña del Tío Tom, no sólo por los estereotipos que la novela había creado sobre los afroamericanos, sino también por, "el absoluto desdén del personaje de Tom por parte de la comunidad negra".
Estos escritores incluyeron a Richard Wright, con su colección, Uncle Tom's Children, (1938), y Chester Himes, con su cuento de 1943, "Heaven Has Changed". Ralph Ellison también criticó el libro con su novela, Invisible Man, de 1952, en la que Ellison mata figurativamente al tío Tom, en el capítulo inicial.En 1945, James Baldwin publicó su influyente e infame ensayo crítico, "Everbody's Protest Novel". En el ensayo, Baldwin describió La Cabaña del Tío Tom, como, "una mala novela que tiene, en su superioridad, un sentimentalismo virtuoso". Argumentó que la novela, carecía de profundidad psicológica, y que Stowe, "no era tanto un novelista como una apasionada panfletista". Edward Rothstein ha afirmado que Baldwin no entendió el punto, y que el propósito de la novela era, "tratar la esclavitud no como una cuestión política, sino como una cuestión individualmente humana, y, en última instancia, un desafío al cristianismo mismo".
George Orwell en su ensayo, "Good Bad Books", publicado por primera vez en, Tribune, en noviembre de 1945, afirma que, "quizás el ejemplo supremo del libro 'bueno y malo,' sea, La Cabaña del Tío Tom. Es un libro involuntariamente ridículo, lleno de incidentes melodramáticos absurdos; también es profundamente conmovedor, y esencialmente cierto; es difícil decir qué cualidad supera a la otra." Pero concluye: "Yo respaldaría, La Cabaña del Tío Tom, para sobrevivir a las obras completas de Virginia Woolf, o George Moore, aunque no conozco ninguna prueba estrictamente literaria que muestre dónde reside la superioridad".
Las asociaciones negativas relacionadas con, La Cabaña del Tío Tom, en particular, cómo la novela y las obras asociadas, crearon y popularizaron estereotipos raciales, han oscurecido hasta cierto punto, el impacto histórico del libro como una, "herramienta vital contra la esclavitud". Después del cambio de milenio, académicos como Henry Louis Gates Jr., y Hollis Robbins, han reexaminado, La Cabaña del Tío Tom, en lo que se ha llamado un, "intento serio de resucitarla como un documento central en las relaciones raciales estadounidenses, y como un importante documento moral, y exploración política del carácter de esas relaciones."
Generalmente reconocida como la primera novela más vendida, La Cabaña del Tío Tom, influyó en gran medida en el desarrollo no sólo de la literatura estadounidense, sino también de la literatura de protesta en general.
Los libros posteriores que tienen una gran deuda con, La Cabaña del Tío Tom, incluyen, La Jungla, de Upton Sinclair, y, Primavera Silenciosa, de Rachel Carson.A pesar de esta importancia indiscutible, La Cabaña del Tío Tom, ha sido llamada, "una mezcla de fábula infantil y propaganda". La novela también ha sido descartada por varios críticos literarios, como, " una novela meramente sentimental"; el crítico George Whicher, afirmó en su, Literary History of the United States, que "Nada atribuible a la señora Stowe, o a su obra, puede explicar la enorme moda de la novela; los recursos de su autora como proveedora de ficción de escuela dominical, no fueron notables. Ella tenía, como mucho, un dominio fácil del melodrama, el humor y el patetismo ampliamente concebidos, y de estos sentimientos populares, compuso su libro."
Otros críticos, sin embargo, han elogiado la novela. Edmund Wilson afirmó que, "exponerse en la madurez a, La Cabaña del Tío Tom, puede, por tanto, resultar una experiencia sorprendente. Es una obra mucho más impresionante de lo que a uno se le ha permitido sospechar". Jane Tompkins afirmó que la novela es uno de los clásicos de la literatura estadounidense, y se pregunta si muchos críticos literarios descartan el libro simplemente porque era demasiado popular en su época.
Muchos eruditos y lectores modernos, han criticado el libro por descripciones racistas condescendientes de la apariencia, el habla y el comportamiento de los personajes negros, así como por la naturaleza pasiva del tío Tom, al aceptar su destino.
La creación y el uso de estereotipos comunes sobre los afroamericanos en la novela, es significativa, porque, La Cabaña del Tío Tom, fue la novela más vendida en el mundo, durante el siglo XIX. Como resultado, el libro, junto con las ilustraciones del libro y las producciones teatrales asociadas, jugó un papel importante en la perpetuación y solidificación de tales estereotipos, en la psique estadounidense. En las décadas de 1960, y 1970, los movimientos, Black Power y Black Arts, atacaron la novela, alegando que el personaje del tío Tom, cometía una, "traición racial," y que Tom hacía que los esclavos fueran peores, que los dueños de esclavos.Entre los estereotipos de los afroamericanos, en, La Cabaña del Tío Tom, se encuentran el, "negro feliz," en el personaje perezoso y despreocupado de Sam; la trágica mulata de piel clara como objeto sexual, en los personajes de Eliza, Cassy y Emmeline; la cariñosa mami de piel oscura, a través de varios personajes, incluida Mammy, una cocinera de la plantación St. Clare; el estereotipo quisquilloso de los niños negros, en el personaje de Topsy; el tío Tom, un afroamericano demasiado ansioso por complacer a los blancos. Stowe pretendía que Tom fuera un, "héroe noble," y una figura parecida a Cristo que, como Jesús en su crucifixión, perdona a los responsables de su muerte. El falso estereotipo de Tom, como un, "tonto servil que se inclina ante el hombre blanco", y el término despectivo resultante, "tío Tom", fueron el resultado de, "Tom Shows" escenificados, que a veces reemplazaban la sombría muerte de Tom, con un final optimista en el que Tom, causa que sus opresores vean el error de sus caminos, y todos se reconcilien felizmente. Stowe no tenía control sobre estos programas, y la alteración de su historia.
En respuesta a, La Cabaña del Tío Tom, escritores del sur de Estados Unidos, produjeron varios libros para refutar la novela de Stowe. Ésta literatura llamada, literatura Anti-Tom, generalmente adoptó un punto de vista a favor de la esclavitud, argumentando que las cuestiones de la esclavitud, tal como se describen en el libro de Stowe, eran exageradas, e incorrectas.
Las novelas de éste género, tendían a presentar a un amo patriarcal blanco benigno, y una esposa pura, quienes presidían a esclavos infantiles, en una plantación benevolente de estilo familia extendida. Las novelas implicaban, o afirmaban directamente, que los afroamericanos eran un pueblo infantil, incapaz de vivir sus vidas sin ser supervisados directamente por los blancos.Entre los libros Anti-Tom más famosos, se encuentran, The Sword and the Distaff, de William Gilmore Simms, Aunt Phillis's Cabin, de Mary Henderson Eastman, y, The Planter's Northern Bride, de Caroline Lee Hentz, siendo la última autora, una amiga personal cercana de Stowe, cuando las dos vivían en Cincinnati. El libro de Simms, se publicó unos meses después de la novela de Stowe, y contiene varias secciones y discusiones que cuestionan el libro de Stowe, y su visión de la esclavitud. La novela de Hentz, de 1854, muy leída en su momento, pero ahora en gran medida olvidada, ofrece una defensa de la esclavitud, vista a través de los ojos de una mujer del Norte, nada menos que hija de un abolicionista, que se casa con un dueño de esclavos del Sur.
En la década transcurrida entre la publicación de, La Cabaña del Tío Tom, y el comienzo de la Guerra Civil estadounidense, se publicaron entre veinte y treinta libros Anti-Tom, aunque otros continuaron publicándose después de la guerra, incluido, The Leopard's Spots, en 1902 por el, "racista profesional," Thomas Dixon hijo. Más de la mitad de estos libros, Anti-Tom, fueron escritos por mujeres blancas, y Simms comentó en un momento sobre la, "justicia aparentemente poética de que la mujer del Norte, (Stowe) responda a una mujer del Sur".
Obras de Teatro y Espectáculos de Tom
Aunque, La Cabaña del Tío Tom, fue la novela más vendida del siglo XIX, sin embargo, más estadounidenses de esa época, conocieron la historia a través de una obra de teatro, o un musical, que a través del libro.
El historiador, Eric Lott, estimó que, "por cada uno de los trescientos mil que compraron la novela en su primer año, muchos más finalmente vieron la obra". En 1902, se informó que un cuarto de millón de estas presentaciones, ya había realizado en los Estados Unidos.Dadas las laxas leyes de derechos de autor de la época, obras de teatro basadas en, La Cabaña del Río Tom, ("Tom shows") comenzaron a aparecer mientras la novela aún se estaba serializando. Stowe se negó a autorizar la dramatización de su obra, debido a su desconfianza hacia el drama, aunque finalmente fue a ver la versión de George L. Aiken y, según Francis Underwood, quedó, "encantada," con la interpretación de Topsy, de Caroline Howard. La producción teatral de Aiken, fue la obra más popular en Estados Unidos e Inglaterra, durante 75 años. La negativa de Stowe a autorizar una versión dramática en particular, dejó el campo libre para cualquier número de adaptaciones, algunas lanzadas por diversas razones políticas, y otras simplemente como empresas teatrales comerciales.
En ese momento no existían leyes internacionales de derechos de autor. El libro y las obras de teatro, fueron traducidos a varios idiomas; Stowe no recibió dinero, lo que podría haber significado hasta, "tres cuartas partes de su salario justo y legítimo".
Todos los, Tom Shows, parecen haber incorporado elementos de melodrama y espectáculo de juglar de cara negra. Estas obras variaban tremendamente en su política: algunas reflejaban fielmente la sentimentalizada política antiesclavista de Stowe, mientras que otras eran más moderadas, o incluso a favor de la esclavitud. Muchas de las producciones presentaban caricaturas raciales degradantes de personas negras; algunas producciones también incluían canciones de Stephen Foster, incluidas, "My Old Kentucky Home", "Old Folks at Home," y "Massa's in the Cold Ground". Los espectáculos de Tom más conocidos, fueron los de George Aiken, y H.J. Conway.
Las numerosas variantes escénicas de, La Cabaña del Tío Tom, "dominaron la cultura popular del norte... durante varios años" durante el siglo XIX, y las obras todavía se representaban a principios del siglo XX.
La
Cabaña del Tío Tom,
ha sido adaptada varias veces como película. La mayoría de estas películas se
crearon durante la era del cine mudo. La
Cabaña del Tío Tom, fue el libro más filmado de ese período. Debido a la
continua popularidad tanto del libro como de los programas de, "Tom",
el público ya estaba familiarizado con los personajes y la trama, lo que
facilitaba la comprensión de la película sin palabras habladas.
La primera versión cinematográfica de, La Cabaña del Tío Tom, fue una de las primeras películas de largometraje, aunque en ese momento un largometraje significaba entre 10 y 14 minutos. Ésta película de 1903, dirigida por Edwin S. Porter, utilizó actores blancos con la cara negra en los papeles principales, y artistas negros sólo como extras. Ésta versión era evidentemente similar a muchos de los, "Tom Shows," de décadas anteriores, y presentaba varios estereotipos sobre los negros, como hacer que los esclavos bailaran en casi cualquier contexto, incluso en una subasta de esclavos.
En 1910, J. Stuart Blackton dirigió una producción de tres carretes de, Vitagraph Company of America, y la adaptó Eugene Mullin. Según, The Dramatic Mirror, esta película fue, "una innovación decidida" en el cine y, "la primera vez que una empresa estadounidense," estrenó una película dramática en tres carretes. Hasta entonces, los largometrajes de la época duraban 15 minutos, y contenían una sola bobina. La película fue protagonizada por Florence Turner, Mary Fuller, Edwin R. Phillips, Flora Finch, Genevieve Tobin y Carlyle Blackwell, Sr.
En las siguientes dos décadas, se crearon al menos cuatro adaptaciones cinematográficas más. La última versión cinematográfica muda, se estrenó en 1927. Dirigida por Harry A. Pollard, quien interpretó al tío Tom en el estreno de 1913 de, La Cabaña del Tío Tom, ésta película de dos horas, estuvo en producción durante más de un año, y fue la tercera película más cara de la era del cine mudo, con un coste de 1,8 millones de dólares. El actor negro, Charles Gilpin, fue elegido originalmente para el papel principal, pero fue despedido después de que el estudio decidió que su, "interpretación era demasiado agresiva".
Durante varias décadas después del final de la era del cine mudo, el tema de la novela de Stowe se consideró demasiado sensible para una interpretación cinematográfica posterior. En 1946, Metro-Goldwyn-Mayer, consideró filmar la historia, pero detuvo la producción después de las protestas encabezadas por la, Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color. Se crearon versiones cinematográficas en el extranjero en las décadas siguientes, incluida una versión en alemán, de 1965, y una telenovela en Brasil, llamada, A Cabana do Pai Tomás, que tuvo 205 episodios desde julio de 1969, hasta marzo de 1970. La versión cinematográfica final, fue transmitida por televisión en 1987, dirigida por Stan Lathan, y adaptada por John Gay. Fue protagonizada por Avery Brooks, Phylicia Rashad, Edward Woodward, Jenny Lewis, Samuel L. Jackson y Endyia Kinney.
Además de las adaptaciones cinematográficas, se han producido versiones de, La Cabaña del Tío Tom, en otros formatos, incluidos varios dibujos animados. La Cabaña del Tío Tom, también influyó en películas, incluida, El Nacimiento de Una Nación. Ésta, controvertida película de 1915, sitúa el clímax dramático en una cabaña de esclavos, similar a la del tío Tom, donde varios sureños blancos, se unen a sus antiguos enemigos, soldados yanquis, para defender, según el título de la película, su, "derecho de nacimiento ario". Según los estudiosos, ésta reutilización de una imagen tan familiar de una cabaña de esclavos, habría resonado en el público de la época, y habría sido comprendida por él. (Wikipedia en Ingles)
de
Harriet Beecher Stowe
A mediados del siglo pasado, en el sur de los Estados Unidos, las plantaciones algodoneras de tabaco y de caña de azúcar, eran trabajadas fundamentalmente por esclavos traídos del África.
Aquellos hombres y mujeres de raza negra, que habían sido arrancados de su país de origen, o descendían de antiguos esclavos, eran sometidos a crueles castigos por la más mínima falta, y si trataban de huir de tan injusto trato, eran cazados como fieras en las inmediaciones de las haciendas. Harriet Beecher, hija de un clérigo protestante, conoció de muy joven aquella terrible e inhumana realidad. Impulsada por su indignación moral, frente a las atrocidades de los dueños y los tratantes de esclavos, Beecher comenzó a escribir un libro, cuando ya estaba casada con Calvin Stowe. Meses después, ella y su marido también clérigo protestante, decidieron entregar aquella obra antiesclavista, a una modesta imprenta. Ni la misma señora Stowe, imaginaba la repercusión que aquella obra suya, tendría para la lucha en favor de los derechos humanos. La señora Stowe pensaba, “Si todos somos hijos de Dios, es absurdo que a los negros se les trate como a objetos sin alma y sin sensibilidad.” Aquel libro seria, “La Cabaña del Tío Tom.” La conmovedora historia narrada en ésta novela, por Harriet Stowe, comienza una mañana fría del mes de febrero, en el comedor de la casa señorial de los Shelby, en Kentucky. El señor Shelby, platicaba con un tratante de esclavos, llamado Haley, “Tom es un excelente trabajador, leal, honrado, e inteligente. Diríge mi hacienda a la perfección, y si estoy dispuesto a vendérselo a usted, señor Haley, es para pagar las hipotecas que graban mi propiedad, y me tienen al borde de la ruina.” Haley dijo, “Usted parece creer en la honestidad y la inteligencia de los negros, Shelby yo que me dedico a la compra y venta de esclavos, desde hace mucho tiempo, puedo asegurarle que no se puede confiar demasiado en ellos. Al fin y al cabo, solo la amenaza del látigo, les mantiene unidos a la amo.” Shelby dijo, “Con Tom no hará falta látigo alguno, Haley. Además, usted prometió que cuando lo venda, se asegurará de que el comprador sea un hombre íntegro, y no aficionado a los maltratos.” Haley le dijo, “Usted no está ahora para poner condiciones, Shelby. Su situación financiera es tan mala, que le hago un favor con pagarle por ese Tom al precio que pide. Aunque yo preferiría que añadiera usted algún niño, o niña, para hacer más tentadora la oferta.”En ese momento entró el pequeño Henry al comedor, diciendo, “¡Amo, amo! ¿Si te hago piruetas me darás un dulce?” El señor Shelby le dijo, “Vamos a ver tus piruetas de hoy, mi pequeño cuervi. ¡Je, Je!” El niño mostró enseguida su gracia y agilidad, divirtiendo tanto a su amo como al traficante de esclavos. Shelby exclamó, “¡Bravo!”
Haley exclamó, “¡Ja, Ja!” El dueño de la plantación tomó un puñado de pasas dulces, y las arrojó al suelo, diciendo, “¡Come! ¡Te lo has ganado!” Y mientras el pequeño Henry recogía los dulces, y se los echaba a la boca agradecido, los dos hombres recomenzaban su discusión. Haley dijo, “¡Es muy gracioso el negrito! Y en cuanto a Tom…” Fue entonces que Eliza, una bella y joven cuarentona, hizo su entrada al comedor, diciendo, “¡Oh, perdón, señor amo! Sólo vengo a buscar a mi Henry.” Shelby dijo, “Puedes llevártelo, si quieres.” Elisa lo levantó en brazos, y dijo, “Ven con mamá, diablito.” Cuando Henry y su madre salían, Haley exclamó, “¡Esa bella hembra, debe valer una fortuna, Shelby! Y otro tanto el chicuelo.” Las palabras del traficante despertaron en ella un toque de alarma, y se quedó escuchar detrás de la puerta. “Pagaré a usted el doble de lo que ofrezco por Tom si me entrega a la joven y a su hijo.” Shelby dijo, “Elisa está con nosotros desde muy pequeña. ¡Es casi una hija para mi mujer! ¡Jamás accederé a venderla!” Ambos ignoraban que Elisa los oía angustiada. Haley dijo, “Al menos entregarme al niño. Los chiquillos como él, están de moda para servir de lacayos en las grandes casas de Nueva Orleans.” Shelby dijo, “¡Sería una atrocidad apartar a una criatura tan pequeña como Henry de los brazos de su madre!” Haley dijo, “¡Vamos vamos! Ella debe saber que una esclava no tiene ningún derecho de propiedad sobre su criatura.” Shelby se levantó para despedir y acompañar a Haley, y dijo, “Déjeme pensarlo, Haley. Venga al anochecer, y le daré mi respuesta definitiva.” La esclava se alejó rápidamente, al sentir que su amo y el traficante, se aproximaban. Antes de irse, Haley dijo, “No lo piense mucho, Shelby. Entregándome a Tom, y a esa cuarentona, con su cría, hará usted un magnífico trato, y pagará sus deudas.” Minutos después, Eliza entraba llorando al cuarto de costura de los Shelby, diciendo, “Ama, ama! ¡Socorra me por piedad! ¡Quieren quitarme a mi hijo!” La señora Shelby dijo, “¿Qué dices, querida? ¿Por qué estás tan asustada? Bien sabes que aquí todos amamos al pequeño Henry.” Eliza dijo, “¡El amo estába hablando hace un rato con un traficante del sur! ¡Se ha negado a venderme, pero creo que accederá a entregarle a mi niño!” La señora Shelby la tranquilizó, y dijo, “¡Mi marido no hará nunca tal cosa, Eliza! Seguramente quiso evitar una discusión con ese hombre, y le dio largas sobre Henry. ¡Pero no lo venderá! No temas querida, que todo ha sido imaginación tuya. Lleva al niño a la cocina para que almuerce. ¡Anda!” Por la tarde, Eliza arrollaba al dormido Henry en el porche de la casa. De cuando en cuando, miraba con cierta dulce angustia al pequeño, que yacía tan confiadamente en sus brazos maternales. Eliza pensó “¡Nunca, nunca permitiré que te aparten de mí!” Recuerdos dulces de su niñez, acudieron de pronto a la mente de la esclava. Y se vio a sí misma muy pequeña aun, siguiendo por los prados de la casa, a la joven señora Shelby. Cuando se convirtió en una mujercita, su ama le enseñó a arreglarse, y mientras la peinaba frente al espejo, la señora Shelby dijo, “Eres muy bella Eliza. Tendremos mucho cuidado, porque desgraciadamente la hermosura se convierte a veces en un enemigo de una criatura como tú.” Eliza permaneció siempre bajo la protección de su ama, quien la mantuvo lejos de las tentaciones, que muchas veces pierden a las esclavas hermosas como ella. Y, cuando tenía unos 18 años, durante un paseo por los campos de otra hacienda, conoció a George, un apuesto esclavo. Su ama no tardó en notar la atracción que sentían el uno por la otra. Entonces, la señora Shelby dijo al capataz, “Díganme capataz, ¿Quién es aquel joven que maneja esa máquina tan rara?” El hombre dijo, “Es George, señora Shelby. Pertenece al señor Harris, pero yo lo he alquilado por toda la temporada. Es un muchacho muy instruido y trabajador. Él mismo inventó esa máquina que es una rastrilladora de cáñamo.” La dama autorizó a George para que visitára a Elisa en sus días de descanso, y tanto ella como su marido, vieron con alegría que los dos jóvenes esclavos se amaban. La señora Shelby, al mirarlos desde la ventana, dijo a su marido, “¡Hacen una linda pareja! ¿No te parece Arthur?” Por fin, George y Elisa contrajeron matrimonio, en una elegante y dichosa ceremonia a la que asistieron todos los Shelby, y la servidumbre de la casa. Él seguía siendo alquilado, año tras año, para desempeñarse como rastrillador e inventor de nuevos instrumentos en las haciendas vecinas. Un día, uno de los capataces dijo a George, “Supe que te casaste, George. Te felicito, pues Elisa es la muchacha más bonita de toda la región.” La mala racha comenzó cuando el señor Harris, dueño de George, se negó a seguirlo alquilando, y dijo a George, “¡Eh tú! ¡Sube a la carreta! Aquí te tratan también, que te estás echando a perder, y mis algodonales necesitan más brazos.” Pero el capataz le dijo, “Escucha señor Harris, mi patrón estaría dispuesto a comprar a George, que tiene mucho talento para inventar y cuidar máquinas de labranza. ¡Espere a que hable con él!” Harris dijo, “Éste negro es mío, capataz. Y me lo llevo. No deseo venderlo a nadie.” Poco después, el primer hijo de George y Elisa nacía muerto. Elisa lloraba, diciendo, “¡Mi niño! ¡Mi pequeñito! ¡Ni siquiera llegamos a bautizarlo!” La partera le dijo, “Cálmate ya, querida. Eres joven y tendrás otros hijos.” Como el amo de George, no solía dar permiso a éste para salir de su hacienda. Elisa iba de vez en cuando a llevarle a su marido algunas golosinas, y se quedaba unas horas con él. Él se quejaba de las pesadas tareas que el amo echaba sobre sus espaldas, de los duros castigos, y de lo triste que era ser tratado como una bestia de carga, cuando alguna vez había tenido ya oportunidad de demostrar su habilidad y su talento, para tareas más sofisticadas. En una de esas visitas, Elisa dijo a George, “Debes tener paciencia querido mío. Tal vez pronto cámbie nuestra suerte, y volvamos a ser felices.” Sin embargo, la desdicha continuó ensañándose con ellos, pues su segundo hijo, también murió, a los pocos meses de nacido. Por eso, el pequeño Henry, su tercer hijo, no era sólo querido de la manera en que suele quererse a un hijo, sino que Elisa sentía por él, una pasión especial que la hacía temer constantemente por su suerte. Ya era casi de noche, cuando se disponía a acostar al niño, y de pronto, alguien la sobresaltó, pues se escuchó una voz, “¡Elisa!” Eliza voletó, y dijo, “¡George! ¡Qué alegría! No creí que tu amo te permitiera venir a visitarme, a mitad de semana. Ven, vayamos a mi habitación. Nuestro hijo se ha dormido.” George le dijo, “No puedo estar sino unos segundos, Elisa. Vine a despedirme. No aguanto más maltratos, ni palizas, ni humillaciones. Trataré de llegar al Canadá, y una vez allí, escribiré al señor Shelby, y le pediré que les deje, a ti y a mi hijo, reunirse conmigo.” Eliza dijo, “¡Oh, George no hagas locuras! Los cazadores de esclavos podrían matarte.” En ese momento, el ladrido de los perros avisó que alguien extraño se aproximaba. George exclamó, “¡Debo irme! ¡Tal vez ya me estén buscando! Reza por mí, Elisa.” Mientras George huía, Eliza pensó “Dios mío! Ten piedad de George y de mi pequeño hijo.” La persona a quien ladraban los perros de la hacienda era Haley. Elisa, que acababa de entrar en la casa, pudo observar cómo el traficante se encerraba con el señor Shelby, en un pequeño salón, para cerrar el trato, sobre la venta de los esclavos. Entretanto, veamos lo que sucedía en la cabaña de Tom. El caporal de la hacienda, habitaba con su familia en los aledaños de la gran casa. Allí, el hijo único de los Shelby, un muchachito de 13 años, llamado George, enseñaba al esclavo los signos de la escritura, mientras Chloe la cocinera de la mansión, preparaba la merienda. Tom practicaba la caligrafía de las letras, en un pequeño pizarrón, mientras el pequeño George le enseñaba, diciendo, “El rabito de la, A, es más largo, Tío Tom. Hazlo como está en la muestra.” Poco después, George se dirigió a la tía Chloe, y le dijo, “¿Cuándo estará lista esa rica torta de maíz, Tía Chloe? ¡Ya estoy muerto de hambre!” Tía Chloe le dijo, “Enseguida, maese George.” Entonces George dijo, “Papá y mamá se empeñan en que debo cenar en casa, pero yo prefiero hacerlo aquí. ¡En ningún sitio me siento tan bien, como en la Cabaña del Tío Tom, y la tía Chloe!” Tía Chloe dijo, “¡Bueno bueno! Recojan todo, porque es hora de la merienda. Además, pronto estarán aquí los hermanos para la reunión evangélica.” Exhibiendo alegremente sus dotes como cocinera, la mujer de Tom sirvió aquella modesta torta de maíz, que tanto el joven amo como sus hijos y el propio caporal, aguardaban con aire goloso. Pronto cada uno tuvo su porción de aquel sencillo manjar, y todos comieron en silencio. Una niña se acercó a Tía Chloe. Tía Chloe dijo, “Ven, mi pequeña Polly. Tú cenarás con mamá.” Alrededor de una hora más tarde, comenzaron a llegar a la cabaña los demás esclavos de la hacienda Shelby. Tom los recibió diciendo, “¡Bienvenidos hermanos! Enseguida comenzaremos el servicio religioso.” Tom habló con aire entusiasta y vigoroso. “Me alegra que estemos otra vez reunidos ahora. ¡Cantemos y oremos al señor nuestro Dios para que derrame su divina bondad sobre nosotros!” Su voz enérgica y dulce, entonó un salmo cristiano, “♫¡En las siembras del honor crece la gloriosa palma!♪ ♫¡El que muere con dolor eleva a la Gloria su alma!♪” Todos se le unieron para entonar otros cánticos religiosos, “♫¡Yo sigo del señor la inmaculada senda!♪ ¡Venir y acompañarme al amorosa ofrenda!♫ ♪¡Los Ángeles se afanan en adorable coro!♫” En aquellos himnos, los esclavos ponían toda su emoción, y su esperanza, de llegar alguna vez a ser los dueños de una existencia mejor. “¡Ver la ciudad eterna! ¡Mirad la ciudad de oro! ¡Seguidme en esta senda!” Terminados los cánticos, el joven Shelby leyó la Biblia, “Y el señor dijo, amaos los unos a los otros, perdonad a vuestros enemigos. Si alguien los golpea en la mejilla derecha, en lugar de abrigar ideas de venganza, ofrecerle la izquierda.” Enseguida Tom, considerado por sus compañeros como una especie de guía religioso, comentó aquellas citas evangélicas con la sencillez y la ternura que le eran características, “¿Lo ven hermanos? Él, a quien habrían de crucificar y de humillar sus propios seguidores, podía amar a su prójimo. Si Él, que era hijo de Dios, fue capaz de redimirnos del pecado, y perdonar nuestras infinitas culpas, ¿Por qué, nosotros pobres criaturas enfermas de rencor, hemos de cultivar siempre la envidia, el odio, y la ambición? Nuestro dolor, nuestras penas, no son nada comparadas a las suyas, a las que padeció por nosotros en la cruz. Por ello, debemos consolarnos y orar. Orar por la salvación de nuestra alma, y por merecer la aventura de ser recibidos en su seno, cuando la muerte nos reclame. ¡Alegrémonos de ser hijos de Dios! ¡Digamos aleluya! ¡Bendito sea el nombre del señor!” Los presentes exclamaban, “¡Aleluya, aleluya!” Y mientras aquella mítica reunión tenía lugar en la cabaña, en la casa mayor de la hacienda, Shelby despedía al comprador, diciendo, “No se olvide Haley, me ha prometido cuidarlos bien, y no venir por ellos sino hasta mañana por la mañana.” Halley dijo, “¡Así lo haré!” Minutos después, el señor Shelby daba la noticia a su esposa, “Emily, debo comunicarte algo muy grave. Acabo de vender a Tom y al hijo de Eliza. Sólo así podré pagar las hipotecas que graban ésta casa y parte de la plantación.” Emily exclamó, “¡Dios mío!” Aquellas palabras escuchadas de nuevo a través de la puerta, confirmaron a Eliza sus temores. En la cabaña de Tom, ajenos a cuanto sucedía, los asistentes a servicios religiosos se retiraban. El pequeño George Shelby se despidió, diciendo, “Me iré a dormir Tío Tom, Tía Chole, mi padre quiere que salga mañana al amanecer hacia la hacienda de los Blandish, para cumplir un encargo.” Tom lo despidió diciendo, “¡Gracias por rezar junto a nosotros, amigo George! ¡Que Dios bendiga su descanso!” Poco después, George se preparaba a descansar en su recamara. Mientras tanto, en el piso de abajo, el pequeño Henry era despertado bruscamente por su madre, “¡Henry pronto! ¡Debo vestirte!” Henry dijo, medio dormido, “¿A dónde iremos, ma?” Eliza dijo, “No lo sé, hijo, pero mañana vendrá un hombre muy malo que quiere llevarte lejos de mí, hacia un lugar horrible y oscuro. ¡Así que debemos huir enseguida!” Cubierta solo con un chal, y llevando un pequeño atado a la ropa de la cintura, Eliza tomó en brazos al niño, y aterrada y sigilosa, salió corriendo por el patio trasero de la casa, a oscuras. Minutos después tocaba a la puerta de la cabaña de Tom. Al abrir la puerta, Tom le dijo, “¡Eliza! ¿Dónde vas a estas horas, criatura?” Eliza le dijo, “¡Tengo que huir, tío! El señor Shelby ha vendido a mi hijo a un traficante del sur.” Tom le dijo, “¡Imposible! El amo ha visto siempre con ojos cariñosos al pequeño Henry.” Eliza dijo, “Pues, aún así lo ha hecho. ¡Parece que está medio arruinado, y para salir del apuro, cambió a mi niño y te cambiará a ti mismo por un puñado de plata!” Tía Chloe dijo, “¿Qué estás diciendo? Mi Tom vio crecer al amo Shelby, le enseñó a montar a caballo, y le cuidó siempre como un hombre fiel. ¡No se atrevería a hacerle eso!” Eliza dijo, “Mañana vendrá el señor Halley por Henry, y por usted, tío. ¡Lo juro! Pero yo me llevaré al niño lejos de aquí, donde esté a salvo de ese maldito comerciante de esclavos. George, mi marido, huyó anoche de la finca de Harris. Trataré de hallarle, y llegar con él al Canadá.” Tom comprendió y entonces Chloe dijo, “¿Por qué no te vas tú también con Eliza? Tom. Preferiría que tuvieras la oportunidad de llegar a ser libre, y no saberte vendido a los sureños que golpean y matan de hambre a sus esclavos. El señor Shelby te había prometido la libertad, y mira que te da a cambio: una esclavitud aún más terrible que la de ahora. ¡Ya no puedes sentirte obligado con él, puesto que nos ha traicionado!” Pero Tom le dijo, “¡No hables así del amo, Chole! Haga lo que haga, yo no podré jamás guardarle rencor. Si mi pobre y humilde persona, puede pagar sus deudas, no seré yo quien huya y lo perjudíque. Esperaré aquí a Haley.” Apesadumbrado pero firme, Tom se sentó y tomando la Biblia en sus manos, murmuró suavemente, “Mi amo siempre me ha encontrado en mi puesto, y mañana también me hallará en él.” Al día siguiente, nada parecía haberse apartado de lo normal en la hacienda de los Shelby. Entonces la señora Shelby, dijo a su criada, quien limpiaba la estancia, “Betty, baja a ver por qué Eliza no viene. La he llamado ya tres veces tirando de la campanilla.” Betty dijo, “Si, ama.” Minutos después, Betty regresaba alarmada, “¡Amo, ama! Eliza no está en la casa, ¡Y se ha llevado a Henry!” La señora Emily exclamó “¡Bendito sea Dios! Lo adivinó todo, y se ha puesto a salvo a su hijo.” El señor Harris dijo, “¿Cómo puedes alegrarte de tal disparate, mujer? ¡Mi honor frente a Haley, quedará por los suelos! Además, él la perseguirá, y quizá la mate para arrancarle al niño.” En efecto, Haley enfureció al enterarse, exclamando al señor Harris, “¡Maldición! Todo esto me parece muy sospechoso, señor Shelby. Usted se negaba a venderme a esa negra y al negrito. Y ahora resulta que ambos desaparecen.” Harris se encolerizó, y le dijo, “¡No permitiré que dude usted de mi palabra Haley! Y para probarle que esto ha sido un desdichado accidente, le ofrezco dos de mis mejores hombres para que le acompañen en la búsqueda de Eliza.” Tras media hora de preparativos, los mozos Andy y Samuel partían con Haley, en persecución de la fugitiva. Cuando la señora Emily los vio partir, pensó, “¡Dios mío! Haz que Samuel, que es tan listo, haya entendido la señal que le hice antes de que saliera con Haley.” Samuel, uno de los mozos que viajaba con ellos a caballo, le dijo al señor Haley, “Ya debe usted saber, señor Haley, que los esclavos fugitivos de ésta región sólo pueden seguir un rumbo: el que conduce al río Ohio. Y para llegar al río, podemos ir por la carretera, o por la travesía. Así que usted dirá cuál ruta seguimos.” Haley dijo, “Supongo que esa travesía que elude la carretera, será por un lugar solitario. ¿No es así?” Samuel dijo, “Sí señor. Dicen que era la antigua senda, y que recorre parte del bosque. Yo no podría asegurarlo, porque nunca he pasado por ella.” Haley dijo, “Tomemos esa senda, boscosa y solitaria, ideal para una esclava fugitiva.” Tras algunas horas de cabalgar por el bosque, llegaron al limite bardeado de una propiedad. Haley detuvo la marcha, y exclamó “¡Maldito negro! Me hiciste seguir con engaños éste camino, cuando sabías muy bien que termina mucho antes de llegar al Ohio.” Samuel le dijo, “¡Oh no, señor. Recuerde usted que le advertí que yo desconocía ésta ruta. Ni Andy ni yo seríamos capaces de engañarle a usted.” Haley dijo, “No hay tiempo para discusiones. Volvamos atrás y tomemos la carretera. ¡Ya me quejaré con Shelby de ustedes, granujas!” En aquel momento, Eliza, muerta de cansancio y miedo, llegaba precisamente a la orilla del río Ohio, y se dirigía con paso tambaleante a una pequeña posada. La mujer que atendía el modesto establecimiento, la recibió con aire piadoso, y le dijo, “Pasa y siéntate, mujer. Pareces a punto de desplomarte de cansancio. Te daré algo de comer, a ti y a ese pobre angelito.” Después de sentarse, Eliza preguntó, “¿Hay alguna barca que vaya a cruzar pronto el río, señora?” La posadera le dijo, “Estamos en pleno deshielo, y dudo que alguien se atreva. Pero yo lo averiguaré.” Y mientras Eliza y Henry comían, la mujer salió para informarse. Al regresar, la posadera dijo, “Dentro de unas tres horas, saldrá una barcaza que intentará atravesar el Ohio. Si quieres puedes esperar aquí. Cuando todo esté listo, vendrán a avisarnos.” Eliza le dijo, “Le agradezco mucho, señora.” Agotada y sabiendo que al cruzar el río, habría ganado la primera batalla importante para lograr su libertad, Eliza dormitó en una habitación, mientras Henry jugaba. Pero de pronto, Eliza vio por la ventana la llegada de tres hombres a caballo. Mientras se aproximaban, Haley decía, “Esa negra no debe estar muy lejos de aquí. ¡Vamos! ¡Búsquenla! Yo preguntaré por ella en la posada.” Los ojos vivaces de Samuel, la descubrieron enseguida, a través de la ventana de la posada, y pensó, “¡Caramba! ¡Allí está!” El muchacho Samuel, antes de que Haley entrára en la posada, bajo del caballo y pellizcó al caballo. Cuando el caballo relinchó, Samuel dijo, “¡Oh, señor Haley, auxilio! ¡Éste animal se ha vuelto loco!” Y aprovechando la momentánea distracción del traficante, Eliza salió corriendo hacia el río, con su hijo en los brazos. Haley volteó sin ver huir a Eliza, y le dijo a Samuel, “¿Qué nuevo truco es éste, marrullero?” Samuel le dijo, “Ninguno señor, no sé qué le ha pasado a mi caballo.” Entonces Haley vio a Eliza huir hacia el rio, el cual estaba cerca de la posada, y dijo, “¡Eh! ¡Allí está esa ladrona que lleva a mi negrillo!” La situación se volvió desesperada. El cauce del río era rápido, y la corriente arrastraba numerosos y afilados trozos de hielo. Haley le gritó, “¡No tienes escapatoria! ¡Entrégame a tu hijo!” La ansiedad de la mujer era tanta, que saltó a unos de aquellos trozos de hielo flotante, justo antes de que Haley la atrapára. Haley le gritó, “¡Vuelve acá, loca! ¡Vas a matarte, y a matar al niño!” Pero ante el estupor de Haley y de los dos mozos afroamericanos, ella continuó saltando de un trozo de hielo a otro, como una gata. Sus zapatos se rompieron contra las aristas heladas, y sus pies sangraban abundantemente. Cuando solo le faltaban unos dos metros para llegar a la otra orilla, se detuvo paralizada por el terror. De pronto, un hombre blanco le tendió su mano desde una roca saliente, diciendo, “¡Vamos muchacha! ¡Salta!” Una vez que Eliza saltó en tierra firme, el hombre la recibió diciendo, “¡Eso es! ¡Haz sido muy valiente! Ahora estás a salvo.” Aquel desconocido condujo a Eliza, y llevó a Henry en brazos, hacia el interior de un bosquecillo. Después de andar varias horas, el hombre dijo, “Cerca de aquí dejé mi carreta te llevaré con unas gentes muy buenas, acostumbradas a ayudar a los esclavos fugitivos.” Entretanto, Haley no podía creer lo que había sucedido, y dijo para sí mismo, “¡Escaparse me así en mis propias narices! ¡Maldita zorra! ¡Esto es inaudito!” Dos de los recién llegados, reían también divertidos de las desventuras de Haley. Cuando el traficante los vio, dejó de lamentarse, y se mostró curiosamente complacido. Haley dijo al verlo, “¡Vaya! ¡Pero si es mi amigo Locker!” Poco después Haley había despachado a los negros de Shelby, y se sentaba a la mesa con aquellos dos hombres. Loker. Uno de los hombres dijo, “Esa joven sí que te tomó el pelo, compañero. ¡Je! Nunca había yo visto saltar a alguien así sobre los hielos.” Haley dijo, “Ríete lo que quieras, Loker, pero atrápala. Si lo haces, podrás venderla muy cara en Nueva Orleans. A mí solo me interesa el niño.” Loker dijo, “La anotaré en mi lista de fugitivos, Haley, pero no respondo. Tú sabes que desde hace años me dedico a cazar negros escapados de las plantaciones. ¡Pero no siempre los atrapo vivos!” Algunas horas después, Samuel informaba a su ama de lo ocurrido, mientras Andy guardaba los caballos. Emily se acercó a las caballerizas, y Andy le dijo, “Ahora Eliza estará a salvo, señora. Y al parecer, ha encontrado gente buena que la protege al otro lado del río.” Emily exclamó “¡Bendito sea Dios! Rogaré fervientemente por ella y por Henry.” A la mañana siguiente, Haley vino por Tom. Cuando Emily llegó Haley lo estaba encadenando de los pies. Emily dijo, “¿Qué hace usted, señor Haley? ¡No es necesario encadenar a Tom!” Haley dijo, “Lo siento, señora Shelby, pero ya perdí quinientos dólares al escaparse el chiquillo, y no voy a arriesgarme ahora, a que este negro vaya a seguir el mismo ejemplo.” La señora Shelby sólo pudo abrazar a la inconsolable Chloé, que lloraba junto a sus pequeños hijos. Chloe llotraba, diciendo, “¡Oh mi pobre Tom! ¿Qué va a hacer de él?” Sin decir una sola palabra amarga, ni derramar una lágrima, Tom contempló por última vez aquella modesta y limpia cabaña, en que había sido tan feliz, por tantos años. En lo más íntimo de su corazón, el dolor iba creciendo conforme se alejaba. A algunos kilómetros de la plantación de Shelby, un hombre les dio alcance a caballo, gritando, “¡Señor Halley! ¡Deténgase por favor!” El jinete que se aproximaba tan apresurádamente, era el joven George Shelby, quien le dijo, “Permita que me despida del tío Tom. Hasta ahora me he enterado y por casualidad, que usted lo compró a mi padre.” Haley tuvo la atención de hacer bajar al esclavo de la carreta. George lo abrazó y le dijo, “¡Oh tío Tom, no deberían hacerte esto! Cuando yo sea mayor, te rescataré, y te traeré de regreso.” Enseguida, George le dio una cadena con una moneda, y le dijo, “Éste dólar de plata, es lo único que tengo ahora. Te juro que reuniré todos los que pueda, hasta que tenga lo suficiente para comprarte. Y entonces cuando vuelvas, no vivirás más en tu cabaña. Tu tía Chloe y tus hijos, se mudarán al mejor salón de mi casa.” El chiquillo sintió una franca y profunda tristeza, al ver alejarse a Tom encadenado, y a merced de la desgracia. Y pensó “Es inhumano y degradante lo que le hacen.” Tom lo miró y pensó, “¡Adiós amo George! ¡Sea usted siempre bueno! ¡Conserve su corazón abierto a la desdicha ajena! ¡Que el señor lo bendiga!” Desde entonces, su único consuelo fue apretar en la mano aquel dólar de plata que llevaba al cuello, como promesa de rescate. Tras algunos días de viaje, traficante y esclavo llegaron a un pequeño poblado del estado de Kentucky, llamado Washington, Allí Tom fue depositado en la cárcel. Una vez encarcelado, Haley dijo al alguacil, “Tome estos dólares alguacil, por guardar mi mercancía mientras vuelvo. Asistiré a un remate de negros.” Unas horas después, el traficante regresó con una joven mujer, un bebé, y un muchacho. Haley dijo, “Ya estoy aquí, alguacil. He hecho una buena compra.” A la mañana siguiente, embarcaron para el sur en un buque que surcaría el Río Mississippi. Llevaban unas horas de travesía, cuando un hombre se aproximó a Haley para preguntarle, “Perdone caballero. ¿Por casualidad está en venta ese negrillo?” Haley dijo, “Si se refiere al pequeño de diez meses que ésta esclava tiene en brazos, si está en venta, siempre y cuando, alguien pague su precio.” En cuanto el barco se detuvo frente a un puerto para maniobras de carga y descarga, Haley dijo a su esclava, “¡Eh Lucy! Deja un momento a tu hijo y ven, que quiero hablarte.” Lucy dijo, “Enseguida señor.” Y mientras Haley entretenía a la joven esclava, unas manos de hombre blanco, se llevaban al niño. Haley dijo a Lucy, “En cuanto lleguemos a Pittsburgh, te compraré ropa decente y conseguiremos para ti un buen amo, ya lo verás.” El barco renovó la marcha, y Lucy regresó a su lugar, diciendo, “¿Dónde está mi hijo?” Haley le dijo, “No era tu hijo, sino mi esclavo, y lo he vendido. Debes resignarte y no armar escándalo por algo que ya no tiene remedio.” La mujer no tuvo otra salida que aceptarlo. A las pocas horas, Tom, quien iba a un lado de ella en el barco, pensó, “¡Pobre mujer! Su dolor es tan grande, que ni siquiera le permite el alivio de las lágrimas. En cuanto se tranquilice un poco, trataré de interesarla en la palabra de Dios, que es nuestro único consuelo en la desgracia.” Por la noche, luego de permanecer en silencio muchas horas, la joven se levantó sigilosamente, mientras los demás esclavos dormían. Tom se despertó inquieto, y descubrió enseguida la figura de la desesperada madre, quien a punto estaba de arrojarse por la borda. Trató de detenerla, pero fue inútil. Cuando Tom vio cómo la mujer se hundía en el rio, exclamó “¡Dios mío! ¡Se ha suicidado!” Por la mañana, Haley se acercó a sus esclavos, y dijo, “¿Dónde está la muchacha, Tom? La he buscado por todo el barco.” Tom le dijo, “Ella prefirió la muerte, a separarse de su hijo señor, Haley. Traté de impedirlo, pero cuando llegué, ya se había arrojado al agua.” Haley dijo, “¡Otra pérdida para mi bolsillo por causa de un mocoso! ¡Diablos! ¡Sí que tengo mala suerte! Es la última vez que cómpro madres esclavas, o niñitos.” En la siguiente escala fluvial, subió al barco un apuesto y elegante caballero, acompañado de su pequeña hija. Poco después, cuando Tom leía la Biblia que había llevado consigo de la casa Shelby, leía en voz alta, “…y entonces Jesús reprendió a aquellas dos mujeres diciendo, dejad que los niños se acerquen a mí.” La pequeña niña, hija del elegante caballero, se acercó a Tom, y le dijo, “¿Qué leés?” Tom le dijo, “Es la Biblia, pequeña señorita, el libro que contiene la palabra de Dios, y que cuenta las historias más lindas que pueden oírse.” Entonces, la niña dijo, “¿Por qué llevas cadenas en los pies?” Tom le dijo, “¡Oh, es que soy un esclavo, mi amo cree que puedo escapármele!” En eso apareció el padre de la niña desde un alto puente del buque, diciendo, “¡Evangelina! ¡Sube aquí conmigo!” La niña contestó, “¡Voy enseguida papá!” Enseguida la niña dijo a Tom, “Pediré a mi padre que haga que quiten esas cadenas, si prometes a ese amo tuyo, no escaparte.” Al pasar por una parte enjabonada de la cubierta, la chiquilla resbaló. El hombre que limpiaba gritó, “¡Cuidad…oh!” La niña cayó peligrosamente al río, justo cerca de las aspas del barco. La niña gritaba, “¡Auxiliooo! ¡Papáaaa!” Tom, olvidando sus cadenas, se arrojó para salvarla. Haciendo un tremendo esfuerzo para vencer a la corriente, y compensar con los brazos el peso de los grilletes, que además le inutilizaban los pies, logró evitar que la niña fuera despedazada por las aspas. Poco después, el caballero tomaba de nuevo a su única hija en brazos, y sonreía agradecido y emocionado a Tom, diciendo, “¡Nunca olvidaré lo que has hecho por mí y por mi Eva!” Tom dijo, “No ha sido nada, señor.” Entonces la niña dijo, “¿Si te pido una cosa, me la consideras, papá? ¡Anda! ¡Di que sí!” Su padre le dijo, “Tendrás lo que tú quieras, Ángel mío.” Unas horas después, la niña decía a Tom, “¡Te quitarán esas cadenas, amigo, y nadie va a ponértelas otra vez!” Tom le dijo, “¿Qué dices, pequeña?” La niña dijo, “¡Mi papaíto te ha comprado! Yo se lo pedí. Ahora vendrás con nosotros a nuestra casa. Allí seremos felices, y me contarás las hermosas historias que tiene tu Biblia.” En efecto, una semana más tarde, Tom viajaba con sus nuevos amos, por un camino campestre, hacia la hacienda del señor de Saint˗Clair; pues así se llamaba aquel elegante y bondadoso caballero. Los cuáqueros son religiosos cristianos que viven en comunidad y cultivan la Paz. Pues en una pequeña y acogedora granja cuáquera de Kentucky, allí Eliza y el pequeño Henry, habían encontrado refugio, después de su milagrosa huída de las garras del traficante Haley. Una buena mujer llamada Raquel, y su marido, les brindaban ternura y cuidados. Eliza pensaba partir pronto hacia el norte, en la carreta de otro cuáquero con su hijo. Raquel se habia encariñado tanto con ellos, que al cargar al niño, decía, “¡Ven aquí Henry! ¡Eres el jovencito más hermoso del mundo!” En ese momento, el esposo de Raquel entró diciendo alegremente, “¡Señoras, tienen ustedes que ver a quién traigo aquí! Es un hombre que se encontraba asilado en la casa de Phineas Hetcher.” Se trataba en realidad de la persona más importante en el mundo para Eliza, después de Henry. Al mirar al hombre bajar de la carreta, Eliza gritó, “¡George, Oh si, es mi George!” Los esposos se abrazaron amorosamente ante la cálida mirada de los cuáqueros. George le dijo, “¡Eliza querida, ya me han contado que Shelby vendió a nuestro pequeño. ¡Hiciste bien en huir! El señor Phineas, que ha sido tan generoso conmigo escondiéndome en su granja, nos llevará a los tres ésta noche hacia el norte, para cruzar la línea hacia los estados libres.” Los estados libres eran aquellos en que la esclavitud no era legal. En cuanto anocheció, Phineas dijo, “Todo está listo, George Harris.” El esposa de Raquel dijo a George, “Mi ropa le queda un poco delgada, pero pasará por un granjero.” Entonces Eliza salió de otra habitación vestida como un muchacho, diciendo, “¿Qué tal me veo?” George se acercó a ella y le dijo, “Eres el jovenzuelo más apuesto de todo el país, querida mía!” El esposo de Raquel rió diciendo, “¡Sí que lo es! ¡Ja, Ja, Ja!” Pero la aparición de Henry, disfrazado de niña, despertó la hilaridad general, cuando el niño dijo, “¡M˗Mamá! ¿T˗Tengo que viajar vestido así?” Finalmente, Raquel los despidió, diciendo, “¡Cuídense mucho, por Dios!” George dijo, “Lo haremos, generosa señora. Y no olvidaremos nunca lo que ustedes han hecho por nosotros.” El esposo de Raquel dijo, “No nos lo agradezcas, hermano, pues no lo hicimos por ustedes, sino por Dios. Y para que Él lo tenga en cuenta, rezaremos porque lleguen sin novedad al Canadá.” Los fugitivos recomenzaban su peligrosa aventura. Raquel junto a su esposo, se despidió a la distancia, diciendo, “¡Que el señor les bendiga y les cuide!” Algunos kilómetros más adelante, un cuáquero alcanzó la carreta y avisó, “¡Aceleren! Tres hombres a caballo que buscan esclavos fugitivos vienen tras ustedes.” George, que venía al lado de Phineas conduciendo la carreta, sacó una pistola y dijo, “¡No me dejaré atrapar tan fácilmente, ni permitiré que sea apoderen de mi hijo! Traje para ello éstas pistolas de casa de mi antiguo amo. ¿Quieres portar una, amigo? Tu vida también estará en peligro.” Phineas dijo, “Haré cuanto me sea posible por ayudarles, pero como cuáquero, me está prohibido usar armas. Nosotros practicamos el pacifismo, como tú lo sabes.” Los perseguidores eran nada menos que Locker y Marc, los cazadores de esclavos fugitivos contratados por Haley, y otro hombre enviado por el amo de George. Locker, quien iba a la vanguardia de los tres jinetes, dijo, “Pronto les daremos alcance, y serán nuestros.” Llegando a un recodo del camino, se bordeaba la ladera de una colina rocosa. Phineas dio vuelta bruscamente, y dijo a los viajeros, “¡Pronto, bajen y síganme, hay un lugar donde nunca podrán atraparlos!” Después de caminar un significativo tramo de terreno, el cuáquero se detuvo en lo alto de un pavoroso barranco, diciendo, “Debemos saltar a la otra orilla. Una vez allí, los tendrás a tiro de pistola, George, pues se verán obligados a pasar de uno en uno, si es que se atreven.” Sin pensarlo dos veces, George saltó llevando a Henry consigo. Eliza exclamó, “¡Dios mío!” Cuando George pisó tierra firme, exclamó, “¡Ah, lo logramos hijito!” Luego, Phineas animó a Eliza a saltar, y le dijo, “¡Vamos hermana! ¡Hazlo rápido! Esos cazadores de esclavos ya deben estar muy cerca.” Y en efecto, Locker dijo a sus compañeros, “¡Vamos! Tienen que estar allá arriba, escondidos entre las rocas.” Los cazadores avanzaron, y cuando tuvieron a la vista a los fugitivos, Phineas estaba saltando el barranco. Entonces Locker dijo a los fugitivos, “¡Ja! ¿Se creen muy listos, eh?” El tercero de los cazadores que iba por George, se dispuso a saltar con gesto decidido y fiero, diciendo, “En cuanto ponga mis manos sobre ti, te arrepentirás de haber huido, condenado negro.” Justo cuando aquel hombre estaba en el aire, George disparó. George exclamó, “Ningún blanco pondrá de nuevo sus manos sobre mí.” El hombre cayó al barranco. Locker exclamó, “¡Qué horror!” Cuando los dos perseguidores sobrevivientes, entendieron la situación, uno de ellos, Mark, dijo, “Ese esclavo está armado, y eso no entraba en el trato. No voy a exponer mi pellejo por un chiquillo negro que vale a lo más quinientos dólares en el mercado.” Locker sintiendo codicia, le dijo, “Si atrapára al tal George Harris, y al niño, me haría de una buena cantidad por el rescate. Además, vendería a la muchacha.” Al verlo venir, George tapó con su cuerpo, los de Eliza y Henry, y dijo, “Si se atreve usted a dar un paso, terminará como su amigo en el fondo del abismo.” Locker sopesó en un momento las escasas posibilidades que tenía de salir airoso de aquella situación, y retrocedió guardando su arma, y dijo, “¡Ya nos veremos en algún otro sitio, negro!” Eliza abrazó al niño, y dijo, “¡Bendito sea Dios! Al menos estamos vivos.” Phineas dijo, “Permaneceremos aquí unas horas, y continuaremos el viaje antes de amanecer.” El cuáquero que les había avisado de la persecución les avisó también cuando Locker y Mark se fueron. Entonces bajaron de nuevo al lugar donde habían dejado la carreta. El esposo de Raquel lo encontró y dijo, “En cuanto ustedes se marchen, pediré ayuda para sacar a ese hombre del barranco. Quizás aún podamos salvarlo.” Mientras tanto, en la señorial casa de los Saint Claire, donde los esclavos recibían alegre y calurosamente al amo y a la pequeña amita. El señor Saint˗Claire dijo a sus esclavos, “¡Hola, hola! ¡Me alegra estar de vuelta, Adolphe, Lileanne, Joe, celebro verlos de nuevo!” La señora de la casa, era una mujer huraña, algo histérica y enfermiza. La pequeña niña presentó a su madre a Tom, diciendo, “¡Mamita, mamita! ¡Mira lo que me ha comprado mi papá! Se llama Tom, y es un negro muy bueno que me enseñará a leer la Biblia.” La niña dio un beso en la mejilla de su madre, quien le dijo, “¡Oh, Eva querida! No armes tanto escándalo solo por un negro, ¿No ves que me duele mucho la cabeza?” Era indudable que aquella mujer que no estaba enferma de ningún mal demasiado grave, sólo pensaba en sí misma, y hacía poco caso de la pequeña Eva. La mujer agregó, “Anda, se buena y vete a jugar, linda. Tu mamá se siente muy mal.” La pequeña niña, salio apenada de la habitación de su madre, y dijo, “Lo siento Tom, mi mamita no se encuentra bien, pero ella es buena y me quiere mucho.” Tom dijo, “Claro que sí, niña Eva. Las madres siempre aman a sus hijos, y a través de ellos adoran fervientemente a Dios, nuestro señor.” Desde su llegada a la casa Saint˗Claire, Tom dedicó todos sus ratos libres a la pequeña Eva. Pasó tardes enteras leyéndole la Biblia, llevándola sobre las espaldas como un bebé, o fabricando juguetes para ella. Por eso mismo, unos cuatro años después, Tom fue el primero que advirtió los signos de la maligna enfermedad que la acechaba. Un día, Tom le dijo, “¿Qué le sucede, niña Eva? Está usted muy pálida.” La pequeña Eva dijo, “¡Oh, no es nada, Tom! Solo me siento cansada.” Pero un fuerte golpe de tos, le impidió a la jovencita seguir hablando. Preocupado, Tom habló con el señor Saint˗Claire, y le dijo, “Señor amo, la niña Eva está enferma. Perdone la intromisión pero deberá usted llamar a un médico para que la examine.” Saint˗Claire era bueno, pero despreocupado, y dijo, “Yo también fui un poco débil y pálido de niño, Tom. Seguramente lo heredó, pero ya verás que cuando crezca se compone.” Tom no estaba muy convencido, y pensó preocupado, “¡Ojalá tenga razón! Porque esa criatura angelical, es lo único que él ama. Y para mi es el mayor consuelo de mi actual existencia, lejos de los míos como estoy, y como estaré aún por muchos años.” Por desgracia, los temores de Tom tenían fundamento. Y semanas más tarde, la pequeña Eva empeoró visiblemente. Un día, la pequeña Eva estaba sentada en el sillón de su habitación, y dijo a Tom, “Ven aquí a leerme la Biblia, Tom. Hoy no tengo ánimos de salir.” Saint˗Claire para entonces se había animado a llevar un médico. Cuando el medico entró a la habitación de la pequeña Eva, dijo, “Veamos a esta linda nenita.” Con inmenso dolor, Tom vio confirmadas sus peores sospechas, cuando el medico le dijo, “Lo siento, señor Saint˗Claire, la niña ha contraído la tuberculosis. Está muy débil, y solo le quedan algunas semanas de vida.” Saint˗Claire se estremeció de dolor, y derramando una lagrima dijo, “¡Mi niña! ¡Mi única razón para vivir! ¡Oh Tom, tú qué eres tan devoto, pídele a Dios que no me la quite.” La enfermedad avanzó constantemente. Tom consoló a la pequeña y a su padre cuanto pudo. Pero llegó el momento del dolor supremo, y estando frente al lecho de muerte de su hija, Saint˗Claire exclamó, “¡Eva, mi linda mi preciosa niña!” Eva le dijo, “No te aflijas papito. Tú y yo no estaremos separados por mucho tiempo.” Enseguida, la niña miró a Tom, y exclamó, “¡Pobre de tí, mi dulce Tom!" Ante aquellas misteriosas palabras, el rostro de Saint˗Calire se serenó, adquiriendo una gran solemnidad. Entonces, Saint˗Claire dijo, “Cierto, hija mía. Ahora me siento feliz, porque pronto te seguiré.” Así, la niña expiró, y Tom exclamó, “Acógela en tu seno, señor.” Saint Caire cubrió sus ojos y exclamó, “¡Dios mío! ¿Qué será de mí ahora?” Ni siquiera la muerte de su única hija, humanizó a Mary Sandler, quien dijo al terminar la ceremonia del entierro, “¡Es una vergüenza que hayas permitido asistir a todos estos negros a la ceremonia fúnebre de la niña, querido! Muchas de nuestras más finas amistades, se han abstenido a venir por ese motivo.” Pasados algunos días, Tom trabajaba en el establo, cuando llegó Saint˗Claire y le dijo, “Tom, quiero hablar contigo.” Tom dejo lo que estaba haciendo. Entonces Saint˗Claire le dijo, “Ahora iré al pueblo a distraerme un poco, pues no he salido de aquí en los últimos días. Pero cuando vuelva, te daré una carta de libertad. Sé que eso le hubiera gustado a Eva.” Tom exclamó lleno de esperanza, “¡Oh señor! ¿Qué bueno es usted, se lo agradeceré toda la vida!” Tom pensó, “¡Al fin podré volver a ver a mi mujer, y a mis hijos! ¡Oh, gracias por darme un patrón tan bueno, señor!” Pero al amanecer, cuando Tom vio llegar a la hacienda una carreta que llevaba el cuerpo inerte de Saint˗Clair, a quien un borracho había acuchillado en una reyerta de cantina, sus ilusiones se esfumaron ante el peso de la tragedia. Tom exclamó lleno de dolor, “¡El amo! ¡El buen amito ha sido asesinado! ¡Oh, Dios tenga piedad de nosotros!” Marie Saint˗Clair salió de su sopor, y de su histérico dolor de cabeza, para tomar el mando de la hacienda, y dijo a los esclavos, “¡Vamos! ¡Todos ustedes a trabajar! Ninguno tiene por qué asistir al sepelio de mi esposo. Yo les recordaré desde ahora, que solo son esclavos. Él los mimaba demasiado.” En lugar de ira, Tom sintió solo una inmensa pena por sí mismo, y por su difunto patrón. Y mirando el entierro a lo lejos, Tom pensó “La niña Eva presintió que su papá la seguiría. Pero ninguno de nosotros, ni el propio señor, adivinamos que sería tan pronto.” Hacía solo un mes que Saint˗Clair había muerto cuando su viuda remató la hacienda, y entregó a un hombre llamado Skeggs, sus esclavos para que los pusiera en venta en un depósito de Nueva Orleans. Así, estando junto al señor Skeggs, Marie Saint˗Clare dijo, “¡Todos ustedes suban a esa carreta! Ahora el señor Skeggs se encargará de buscarles nuevo amo.” En aquellos galerones llamados depósitos, se vendían esclavos de todas edades y condiciones, los cuales eran examinados por los compradores blancos, como si se tratara de animales. El dueño de una de las más ricas plantaciones de algodón del sur, se aproximó a Tom, y examinando sus dientes dijo, “¡Pareces un buen ejemplar fuerte y sano!” Simón Legree decidió agregar a Tom a su colección de nuevos esclavos. Cuando Legree entregó el dinero a Skeggs, dijo, “Espero que sean tan robusto y duro como dices Skeggs, porque si no, no resistirá.” Skeggs dijo, “¡Yo nunca lo he engañado, señor Legree!” Y asi, Tom viajó en aquella carreta con sus demás compañeros de infortunio, durante días enteros, siempre hacia el sur. Al fin llegaron a una gran plantación algodonera. Dos esclavos salieron a recibir a los recién llegados. Legree dijo, “¡Sambo, Quimbo, les traigo nuevos brazos para la pizca!” Aquellos dos jóvenes negros eran los principales ayudantes de Legree, y a pesar de ser ellos mismos esclavos, trataban a sus congéneres, con cínica crueldad. Sambo dijo, “¡Bajen rápido!” Quimbo les dijo, “¡Ya aprenderán a adquirir velocidad! ¡Je!” Legree se aproximó a una hermosa jovencita que también había comprado, y dijo a Sambo, “Ten cuidado con esta criatura, Sambo. Que se dé un baño, y se perfume. Luego la conduces a la parte superior de la casa. ¿Entiendes?” Sambo dijo, “¡Claro mi amo!” En este momento, una distinguida mulata que venía de la casa grande, intervino para gritar fieramente, “No permitiré que denigres a esa pobre niña, Legree. Ya has cometido conmigo bastantes atrocidades. ¡Ella es una inocente!” Legree dijo, “Lo que pasa es que tienes celos, Cassy. ¡Ja, Ja, Ja, Ja!” Sin que nadie tuviera tiempo de evitarlo, la hermosa señora se arrojó sobre Legree, arañándole el rostro como una gata, diciendo, “¡Ahora sabrás cuánto te odio, maldito canalla!” Sambo y Quimbo pudieron por fin separarla. Legree le dijo, “¡Te arrepentirás de esto, Cassy! Te he tolerado ya demasiadas impertinencias.” Cuando Sambo y Quimbo se la llevaban, Legree gritó, “¡Enciérrenla en el granero! Y mañana que trabáje con los demás esclavos, en el campo norte.” Aquella noche, Tom durmió por primera vez, sobre el suelo cubierto de paja sucia, de una hedionda galera de esclavos, pues en los cotos de Legree, éstos eran explotados vilmente, y tratados sin ninguna consideración. Y cuando la fatiga o la enfermedad los mataban, se compraban otros. Desde la mañana siguiente, Tom comenzó a pizcar algodón. Junto a él, séria, huraña y digna, trabajaba Cassy, la mulata rebelde. Sambo, uno de los capataces, comenzó a tratarlos déspotamente, “Más rápido gentuza aquí no se viene a flojear! ¡Hazlo bien princesa. ¡Je, Je, Je! Aquí no estás en la casa grande, ni eres la favorita del patrón.” Al mediodía, y en un gesto de generosidad y compasión, Tom vació el contenido de su canasta en la de la mulata, quien le dijo, “¡Oh, no…no haga eso!” Tom dijo, “Yo soy más fuerte, señora. Pronto volveré a llenarla.” De pronto, el capataz dio un tremendo latigazo que tiró por Tierra a Tom. Cassy se lanzó a defenderlo, diciendo, “No, no le pegues. Yo le pedí que me ayudára.” Mientras la mujer ayudaba a Tom a levantarse, llegó Legree y dijo, “¿Que está ocurriendo ahí?” El capataz dijo, “¡Ese estúpido negro está poniendo el desorden, señor! Vació el algodón que había pescado, en la canasta de Cassy.” Legree se acercó a Tom y dijo, “Ésta es una buena oportunidad para empezar a reeducar a ese negro. Quiero convertirlo en un buen capataz, y para ello, debe volverse duro e insensible como tu, Sambo.” Tras una pausa, Legree dijo, “Levántate Tom. Hoy recibirás tu primera lección sobre cómo se trabaja en mis tierras.” Cassy dijo, “¡Fui yo quien le pidió auxilio, soy la culpable Legree! No lo castigues a él.” Legree tomó el látigo y dijo, “No dudo que ésta mujer revoltosa sea la que ha puesto el desorden. Pero así como la ayudaste, ahora tendrás que castigarla Tom. ¡Anda! Toma el látigo de Sambo, y enséñale a comportarse como una dócil esclava.” Tom le dijo, “¿G˗Golpearla yo, S˗Señor? ¡Oh, no, no podría! ¡Nunca he maltratado a nadie! ¡Jamás! ¡Eso no está en mi naturaleza!” Legree se encolerizó y dijo, “¡Cómo, estúpida bestia negra! ¿Te atreves a desobedecerme? Llévenselo al calabozo, y allí enséñenle cómo es tratado en éste lugar quien se niega a hacer lo que le ordenan.” Cassy suplicó, “¡Te lo suplico, Legree, déjalo en paz! Él no sabía…” Enseguida, Legree dijo a Cassy, “Tú puedes volver a la casa, cuando quieras. Solo deseaba que sintieras por unas horas lo que es trabajar bajo el Sol. Pero…¡Cuida tu comportamiento y no te entrometas en mis asuntos!” Ya en el establo, amarraron a Tom en una columna de madera, y lo azotaron en la espalda. Sambo y Quimbo se ensañaron con el buen Tom. Sambo dijo, “Aprenderás a ser menos galante, negro.” Quimbo dijo, “Y ya no pretender mirar siquiera la princesa Cassy, ¡Ja, Ja, Ja, Ja!” A media noche, Cassy y Emmeline entraron en aquél oscuro granero, donde yacía Tom herido. Cassy dijo, “¡Allí está! ¡Pobre hombre! ¡Cómo le han dejado estos cobardes!” Mientras ambas curaban sus heridas, Cassy dijo, “Emmeline y yo hemos decidido huir. Legree está borracho y duerme profundamente. Ella está dispuesta a exponerse, con tal de no caer en las garras de cerdo que la convertirá en su amante, como me ha tenido a mí por años.” Aliviado por la curación de sus heridas, Tom preguntó suavemente a Cassy, “¿Cómo es que una señora tan distinguida como usted, ha venido a parar aquí?” Cassy comenzó su narración, “Nací en la plantación de Virginia mi padre era el amo blanco, y mi madre su esclava. Sin embargo, mientras ella vivió yo fui educada y mimada por todos. Al morir mi progenitora, sin embargo, mi padre me vendió a un terrateniente de Kentucky. Aquel hombre era apuesto y gentil conmigo, así que me enamoré locamente de él. Tuvimos dos hermosos hijos, y mientras él nos amparó con su cariño, fui muy feliz. Pero de un momento a otro, todo cambió. Mi joven amo y amante, decidió casarse con una mujer blanca, y me abandonó, encerrándome por semanas enteras en una habitación de la casa. Pero la mayor tragedia de mi vida cayó sobre mí, cuando mis niños me fueron arrebatados y vendidos a tratantes de esclavos, por órdenes de su propio padre. Yo misma, al poco tiempo, fui rematada también en el mercado de Nueva Orleans. Me compró Simón Legreé, quién se prendó de mí desde el principio. Desde la primera vez que me vio, me dijo, 'Eres muy hermosa. Vivirás en mi casa conmigo.' Concebí la esperanza de que él me ayudaría, si cedía sus caprichos. Muchas veces le pedí a algo, que era realmente mi único y más íntimo deseo. Yo le dije, 'Busca a mis hijos, Legree, a ti con todo tu poder y tu dinero, no te será difícil hallarlos y comprarlos. Si pudiera tenerlos junto a mí, sería la mujer más dulce y agradecida del mundo.' Pero fue inútil, pues Legree me contestó, 'Yo te quiero solo para mí, Cassy. No sueñes con que sea tan estúpido como para compartirte con esos pobres chiquillos a quiénes será mejor que des por muertos.'” Cassy terminó su relato, y dijo, “Durante todos estos años, he vivido como aletargada, sin atreverme a intentar la huida. Pero ahora qué Emmeline, quien me recuerda a mi hija perdida, corre el peligro de convertirse en un instrumento más de los caprichos de ese canalla…¡He decidido partir con ella!” Cassy le tomó de su mano, y le dijo, “No vuelvas a repetir con nadie lo que hiciste esta mañana conmigo, Tom, o esos diablos van a matarte. Emmeline y yo nos esconderemos por unos días en un cobertizo cerca del pantano, y solo saldremos de allí cuando hayan dejado de buscarnos.” Por la mañana, Legree y Sambo revisaron a Tom. Sambo dijo, “Alguien vio a las dos mujeres a entrar a este sitio, a medianoche. De seguro tú sabes hacia dónde fueron, y vas a tener que decírmelo, si no quieres morir.” Tom dijo, “Lo siento señor. Nada sé, pero aunque lo supiera, nunca delataría a esas pobres y desesperadas criaturas.” Legree se apartó de Tom, y dijo a sus capataces, “Éste sujeto aún no aprende. Azótelo hasta que confiese el rumbo que tomaron Cassy y Emmeline.” Entretanto llegaba a la hacienda un caballero, que era George Shelby, quien ya tenía 18 años de edad, y preguntaba, “¿Por dónde puedo llegar a la mansión de Legree?” Una vez que George se entrevistó con Legree, dijo, “Vengo a comprarle un esclavo llamado Tom, procedente de Kentucky. Pagaré lo que me pida, señor.” Legree dijo, “¡Vaya, pues! Justo en este momento, ese hombre está recibiendo su merecido. Ha resultado rebelde y presuntuoso, ¿Sabe?” Cuando George llegó al establo en busca de Tom, los dos capataces iban saliendo. Cuando George entró al establo, exclamó, “¡Tío Tom! ¡Dios santo! ¿Qué han hecho contigo?” Estando Tom aun herido por los nuevos latigazos, dijo, “Amíto, maese George…no se ha olvidado de mí. ¡E˗Estoy feliz de v˗verle! Aunque ya n˗no podré regresar con usted a m˗mi cabaña.” Tom mostró la cadena George le había regalado, y dijo, “¡Mire, aún conservo el dólar de plata que colgó de mi cuello hace cinco años! ¡Ha sido mi más preciado tesoro!” Con el nudo en la garganta George apretó en su mano aquella moneda. Tom dijo, “G˗Gracias por…haber intentado…salvarme.” Aquellas fueron las últimas palabras del esclavo, cuyo cuerpo dejó al fin de padecer y luchar. George Shelby sollozaba amargamente. “¡Tom! ¡Tom! Perdona a mi padre por haberte vendido y condenado a la muerte. Perdónanos a todos y a esta sociedad cruel, que permite que la codicia acabe con hombres santos y maravillosos como tú.” Allí, bajo un árbol y junto al camino, quedó enterrado Tom sin siquiera una lápida o una cruz qué marcarán el lugar de su tumba. Las esclavas fugitivas Cassy y Emmeline, salieron de su escondrijo para suplicar a George Shelby, “¡Por el amor de Dios, señor! ¡Llévenos con usted, ayúdenos a escapar de este infierno! Los crueles hombres de Legree nos buscan.” George dijo, “!Las sacaré de aquí, pues después de ver lo que ese hombre sin ley y sin Dios hizo con el Tío Tom, no puedo sino tratar de salvarlas de su cólera!” Algunos días después, George Shelby y sus dos protegidas, se hallaban en la cubierta de un vapor que surcaría las aguas del Mississippi. Cassy dijo, “Ha sido usted muy generoso con nosotros, señor.” George dijo, “Hago por ustedes lo que no pude hacer ni por Tom, ni por Eliza, que fueron durante mi niñez tan buenos conmigo.” Entonces Cassy dijo, “¿Eliza dice usted? Así se llamaba mi pequeña hija, que me fue arrebatada cuando tenía solo siete años de edad.” George dijo, “Pues la Eliza de que hablo, si aún vive, es una bella mujer que huyó de mi casa para evitar que mi padre vendiera a su hijo.” Una semana después, ya en la casa de Kentucky, George abrazaba a su madre. Su madre dijo, “Recibí el triste mensaje que enviaste sobre la muerte de Tom. Chloé está inconsolable.” George presentó a sus protegidas, y dijo, “Cassy y Emmeline lograron huir de aquella plantación siniestra, mamá.” La señora Shelby dijo, “Pueden estar tranquilas aquí las protegeremos.” La señora Shelby les presentó a una mujer mulata, y dijo, “Madame de Thoux, que se halla de paso en nuestras tierras, irá pronto al Canadá en busca de George Harris, el marido de Eliza, pues es su hermana.” Madame de Thoux dijo, “George y yo como tantos otros esclavos. Fuimos separados y vendidos a diversos amos. Yo me casé con el hombre que me compró, y me dio luego la libertad. Ahora soy viuda.” Fue entonces cuando Cassy se atrevió a preguntar con voz temblorosa, “A propósito, señora Shelby, ¿Podría usted mostrarme el acta de venta de esa joven llamada Eliza?” En cuanto Cassy leyó aquel papel, dio un grito de júbilo, y exclamó, “¡Oh, la providencia ha decidido recompensarme por tantos años de angustia! ¡Al fin recuperé a mi hija!” Madame de Thoux invitó a Cassy a acompañarla al Canadá, en cuanto recibió informes de un detective privado sobre el paradero de Eliza y de George Harris. Cuando el carruaje partió, la señora Shelby ondeo su mano en señal de despedida, y dijo, “¡Que tengan mucha suerte!” Luego, la señora Shelby dijo a su hijo, “Al menos Eliza recuperará a su madre, y George a su hermana. ¡Sólo al pobre y desdichado Tom nos fue imposible ayudarle!” Pero a George Shelby se le había ocurrido que si había mucho qué hacer aún.Entonces, reunió a todos los esclavos de la hacienda, y dijo, “Desde que murió mi padre, dejándome como heredero, he querido hacer esto. Aquí tienen sus certificados de libertad. ¡Ahora serán dueños de sí mismos, amigos míos!” Luego, George señaló hacia la cabaña, y dijo, “Ésta cabaña que perteneció al querido Tío Tom, será convertida en templo, y aquí oraremos todos por su alma, y porque algún día este mundo sea menos cruel y más justo.” Entonces uno de los esclavos dijo, “Nosotros no queremos irnos de aquí, señor Shelby.” George le dijo, “Quienes deseen quedarse, se quedarán, pero ya no como esclavos, sino como trabajadores, y percibiendo un salario.” Entre tanto, en un modesto barrio de Canadá, Cassy y Madame de Thoux se apeaban de sus carruajes, y se disponían a reencontrarse con sus seres queridos. Poco después, si hubiéramos estado allí, habríamos visto a George y a Eliza Harris felices y contentos, a Madame de Thoux maravillada con su sobrinito Henry y a Cassy, acariciando a la pequeñita de la familia, una nena nacida unos meses antes, ya cuando sus padres podían disfrutar plenamente de su libertad. “Así, aquella modesta cabaña que una vez estuviera habitada por el tío Tom y su familia, quedó en las tierras de los Shelby, dedicada a la oración y como símbolo imperecedero de lo injusto e inhumana que es la esclavitud, puesto que fue ella la que destruyó la vida y las ilusiones de un hombre sencillo y santo.” Así terminaba la novela a la que Harriet Stowe debería la fama y la inmortalidad, y a la que su país debería una guerra y un cambio sustancial de costumbres. Los primeros ejemplares se agotaron a gran velocidad. Su lectura causó indignación entre los esclavistas sureños. Se la acusó inclusive de contribuir en mucho a que estallara la guerra entre los estados del norte y del sur de la unión americana. El presidente abolicionista, Abraham Lincoln, quiso conocer a la autora, y se cuenta que al estrechar su mano comentó, “Así que esta pequeña y delicada mujercita, es quien ha puesto a nuestro país en guerra, ¿Eh?” E inclusive, cuando tal conflicto finalizó, el propio Lincoln envió un mensaje a Harriet. Un oficial se acercó al palco de Harriet, en una función, y le dijo, “Señora Stowe, el presidente me ha encargado comunicarle que la abolición de la esclavitud en toda la unión americana, ya es un hecho." Se había cumplido el sueño de la escritora y de todos los norteamericanos justos y humanitarios. El hombre blanco, no tendría nunca más el derecho a convertir al negro en objeto de venta y escarnio.
Tomado de, Joyas de la Literatura. Año III. No. 36. Junio 15 de 1986. Adaptación: Remy Bastien. Guión: Dolores Plaza. Segunda Adaptación: José Escobar.