lunes, 12 de marzo de 2012

El Escarabajo de Oro de Edgar Allan Poe

     Edgar Allan Poe nació en Boston, Estados Unidos, el 19 de enero de 1809  y murió en Baltimore, Estados Unidos, el 7 de octubre de 1849, a la edad de 40 años.
     Poe, quien fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico, es generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. También fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó así mismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.
     Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón trece años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: El Cuervo.” Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde. El gran sueño del escritor, editar su propio periódico (que iba a llamarse The Stylus), nunca se cumplió.
     Murió el 7 de octubre de 1849, en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas cuarenta años de edad. La causa exacta de su muerte nunca fue aclarada. Se atribuyó al alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis y otras causas.
     La figura del escritor, tanto como su obra, marcó profundamente la literatura de su país y puede decirse que de todo el mundo. Ejerció gran influencia en la literatura simbolista francesa y, a través de ésta, en el surrealismo, pero su impronta llega mucho más lejos: son deudores suyos toda la literatura de fantasmas victoriana y, en mayor o menor medida, autores tan dispares e importantes como Charles Baudelaire, Fedor Dostoyevski, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann, Jorge Luis Borges, Clemente Palma, Julio Cortázar, etc. El poeta nicaragüense Rubén Darío le dedicó un ensayo en su libro Los Raros.
    Poe hizo incursiones asimismo en campos tan heterogéneos como la cosmología, la criptografía y el mesmerismo. Su trabajo ha sido asimilado por la cultura popular a través de la literatura, la música, tanto moderna como clásica, el cine (por ejemplo, las muchas adaptaciones de sus relatos realizadas por el director estadounidense Roger Corman), el cómic, la pintura (varias obras de Gustave Doré,) y la televisión (cientos de adaptaciones, como las españolas para la serie Historias Para No Dormir).
     Para el poeta francés Stéphane Mallarmé, Poe fue “el dios intelectual” de su siglo.

En una de sus cartas, Poe dejó escrito:

“Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de soledad, mofa de las cosas del mundo; un honesto deseo de futuro.” (Wikipedia)

     La isla de Sullivan es una ciudad en el Condado de Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos, a la entrada al puerto de Charleston. La población era 1.911 en el censo 2000.

  Es también el sitio de una gran batalla de la Revolución Americana en Fort Sullivan (Ahora la fortaleza Moultrie) el 28 de junio de 1776.  (Wikipedia)

     "El Escarabajo de Oro" es un cuento corto de Edgar Allan Poe. Situado en la isla de Sullivan, en Carolina del Sur, la trama sigue a William Legrand, quien es mordido por error por un escarabajo de oro.
     Su sirviente afroamericano, Júpiter, teme que Legrand, su ámo, se halla vuelto loco debido a la mordedura. Por lo tanto, Júpiter acude a un amigo de Legrand, un narrador sin nombre, (Poe), quien se compromete a visitarlos. Legrand convence a ambos y los involucra en una aventura, después de descifrar un mensaje secreto que conducirá a un tesoro escondido.
     La historia es a menudo comparada con el cuento corto de Poe, titulado,“Cuentos de Racionalizaciones,” como una aparición temprana de la ficción detectivesca. Poe se dio cuenta del interés del público sobra la escritura cifrada en 1840, e invitó a los lectores a desafiar sus habilidades como decodificadores de códigos.
     Poe se aprovechó de la popularidad de la criptografía cuando escribió, “El Escarabajo de Oro.” El éxito de la historia se centra en un criptograma. La caracterización de Júpiter, siervo de Legrand, ha sido criticada como racista desde una perspectiva moderna, especialmente porque su discurso está escrito en el registro afroamericano y debido también a su, a menudo, cómico diálogo.
    Poe presentó “El Escarabajo de Oro” como una participación a un concurso de redacción patrocinado por el periódico Philadelphia Dollar. Su historia ganó el gran premio y se publicó en tres entregas, comenzando la primera en junio de 1843. El premio también incluyó US $ 100, probablemente la mayor suma única jamás recibida por Poe, por cualquiera de sus obras.
    “El Escarabajo de Oro” fue un éxito inmediato, y fue la más popular y la más leída de las obras de Poe, durante su vida. El cuento corto de Poe, “El Escarabajo de Oro,” también ayudó a popularizar los criptogramas y la escritura secreta, o cifrada.
     William Legrand se obsesiona con la búsqueda de un tesoro después de haber sido picado por un insecto escarabeido creyendo que está hecho de oro puro. William se lo notifica a su mejor amigo, el narrador, diciéndole que venga de manera inmediata a visitarlo en su casa en la isla de Sullivan, en Carolina del Sur.
     A la llegada del narrador, Legrand le informa que se están embarcando en una búsqueda de un tesoro perdido junto con su criado afro-americano Júpiter. El narrador tiene dudas intensas y preguntas sobre si Legrand, quien recientemente ha perdido su fortuna, se ha vuelto loco.
      Legrand captura al insecto, pero deja que alguien más se lo lleve al pedírselo prestado, sin embargo dibuja una imagen del insecto en su lugar. El narrador, al ver el bosquejo del insecto, dice que la imagen se ve como una calavera. Legrand se siente insultado e inspecciona su propio dibujo, y lo mete en un cajón que cierra con llave, ante la confusión del narrador. Incómodo, el narrador abandona a Legrand y regresa a su casa en Charleston.
    Un mes más tarde, Júpiter visita al narrador y le pide que vuelva a la isla de Sullivan, en nombre de su amo. Legrand, dice Júpiter, ha estado actuando de manera extraña. Cuando él llega, Legrand le dice al narrador que debe ir con ellos en una expedición junto con el escarabajo de oro atado a una cuerda.
     En lo profundo de la selva, dentro de la isla, se encuentran con un árbol, donde Legrand da órdenes a Júpiter de subir con el escarabajo de oro en un cable de remolque. Allí, encuentra una calavera y Legrand le dice que deje caer el insecto atado a la cuerda a través de una de las cuencas de los ojos. De dónde cae, Legrand determina el lugar exacto donde excavar.
     Encuentran un tesoro enterrado por el infame pirata “Capitán Kidd,” estimado por el narrador en un valor de un millón y medio de dólares. Una vez que el tesoro está bien sujeto, Legrand entra en una explicación detallada de cómo supo lo de la ubicación del tesoro, con base en un conjunto de acontecimientos que sucedieron después del descubrimiento del escarabajo de oro.
      La historia involucra la criptografía, con una descripción detallada de un método para resolver un mensaje cifrado por sustitución simple, que utiliza como recurso de traducción, frecuencias de las letras. El criptograma es:
 
53 ‡ ‡ † 305)) 6 *; 4826) 4 ‡) ‡ 4);. 806 *, 48 † 8
¶ 60)) 85; 1 ‡ (;: * 8 † ‡ 83 (88) 5 * †, 46 (, 88 * 96
? *; 8) * ‡ (, 485); 5 * † 2: * ‡ (, 4956 * 2 (5 * -4) 8
¶ 8 *; 4069285) ;) 6 † 8) 4 ‡ ‡, 1 (‡ 9, 48081, 08:08 ‡
1, 48 † 85, 4) 485 † 528 806 * 81 (‡ 9, 48, (88, 4
(? ‡ 34, 48) 4 ‡, 161,: 188; ‡,?

El mensaje decodificado es:
 
Un buen vaso en el Hotel del obispo en el asiento del diablo
cuarenta y un grados y trece minutos del noreste y por el norte
rama principal séptima rama lado oriental
disparar desde el ojo izquierdo de la calavera
una línea de abeja del árbol a través del tiro, cincuenta pies hacia fuera.
"El Escarabajo de Oro" incluye un sistema de cifrado que utiliza la sustitución polifónica. Aunque Poe no inventó la “escritura secreta” o la criptografía (que se inspiró probablemente por un interés en Robinson Crusoe de Daniel Defoe), Poe sin duda lo popularizó en su época.
     Para la mayoría de la gente en el siglo 19, la criptografía fue un misterio y aquellos capaces de romper los códigos eran considerados dotados de una capacidad casi sobrenatural. Poe había llamado la atención sobre la criptografía como una novedad, más de cuatro meses antes, en el semanario de Filadelfia, Alexander's Weekly Messenger, en 1840.
     Poe había pedido a los lectores enviar sus propios códigos de sustitución, alardeándose que podía resolver todos los problemas planteados por ellos con poco esfuerzo. El desafío trajo, como Poe escribió: “un interés muy vivo entre los numerosos lectores de la revista. Cartas llegaron a la editora de todas partes del país.” En julio de 1841, Poe publicó “Algunas Palabras sobre Escritura Secreta” y, dándose cuenta del interés en el tema, escribió: “El Escarabajo de Oro” como una de las pocas piezas de la literatura para incorporar sistemas de cifrado como parte de la historia.
     La explicación de Legrand a Poe, el personaje narrador, de su capacidad para resolver el sistema de cifrado es muy parecida a una explicación de Poe en su libro, “Algunas Palabras Sobre Escritura Secreta.”
     El verdadero escarabajo de oro en la historia no es un insecto real que exista como tal en la naturaleza. Sin embargo, Poe combina características de los dos insectos que se encuentran en la zona donde tiene lugar la historia.
     El Splendidum Callichroma, aunque no es técnicamente un escarabajo, sino una especie de escarabajo de cuernos largos (Cerambycidae), tiene una cabeza de oro y cuerpo ligeramente teñido de oro. Los puntos negros señalados en la parte posterior del bicho de ficción se pueden encontrar en el Oculatus Alaus, un escarabajo elateriade también nativo de la isla de Sullivan.








     Poe probablemente incluyó el personaje afroamericano después de haber sido inspirado en un personaje similar en Sheppard Lee (1836) de Robert Montgomery Bird, que Poe había revisado. Los caracteres Afro-Americanos en la ficción durante este período de tiempo, no eran inusuales. Pero fue elección de Poe darle un papel de discurso a este personaje Afro-Americano.
    Críticos y académicos, sin embargo, cuestionan si el acento de Júpiter era auténtico o simplemente de alivio cómico, lo que sugiere que no era similar a los acentos utilizados por los Afro-Americanos en Charleston, pero inspirado posiblemente en la raza Afroamericana asentados en Carolina del Sur y Georgia, los Gullah.
     Aunque la historia es a menudo incluida entre la lista de cuentos cortos de historias de detectives de Poe, “El Escarabajo de Oro” no es técnicamente de ficción detectivesca, porque Legrand retiene la evidencia hasta después de que la solución está dada. 
     Sin embargo, el carácter de Legrand se compara a menudo con el carácter de ficción de Poe, el detective C. Auguste Dupin, debido a su uso del “raciocinación.”  “Raciocinación,” un término usado por Poe para describir el método de Dupin. En otras palabras, es el proceso por el cual Dupin detecta lo que otros no han visto o lo que otros han considerado sin importancia.
  Poe ganó el gran premio, y además de ganar $ 100, el artículo fue publicado en dos entregas: el 21 de junio y 28 de junio de 1843, en el periódico. Su págo de $ 100 por ser ganador del concurso, bien podría haber sido lo máximo que Poe recibió por una sola obra. Anticipándose a una respuesta pública positiva, el periódico Dollar News se apropió de los derechos de autor en “El Escarabajo de Oro” antes de su publicación.
     La historia se volvió a publicar en tres entregas en el Saturday Courier, en Filadelfia, el 24 de junio, el 1 de julio y 8 de julio. Los dos últimos aparecieron en la primera página e incluyen ilustraciones de F.O.C. Darley. Reimpresiones adicionales en diarios norteamericanos hicieron de “El Escarabajo de Oro,” el cuento corto de Poe más leído durante toda su vida. Para mayo de 1844, Poe informó que había distribuido 300.000 ejemplares, aunque no es probable que se le hayan pagado estas reimpresiones. 

     También esto ayudó a aumentar su popularidad como conferenciante. Una conferencia en Filadelfia después de las publicaciones de “El Escarabajo de Oro,” atrajo a una multitud tan grande que cientos de ellos fueron rechazados. Como Poe escribió en una carta en 1848, aquello “hizo un gran ruido.” Más tarde Poe compararía el éxito popular de “El Escarabajo de Oro” con “El Cuervo,” aunque admitió que “el pájaro superó al bicho.”
     El periódico Public Ledger de Filadelfia lo llamó “una historia de capital.” George Lippard escribió en el Citizen Soldier que la historia se “caracteriza por el interés emocionante y un gráfico aunque incompleto poder de descripción. Es una de las mejores historias que Poe escribió.” La revista Graham’s Magazine publicó una reseña en 1845 que consideraba la historia de Poe, una historia, “bastante notable como un ejemplo de agudeza intelectual y la sutileza de razonamiento.”

     El escritor Thomas Dunn English, escribió en el Aristidean en octubre de 1845 que “El Escarabajo de Oro” probablemente tuvo una circulación mayor que cualquier otra historia de los Estados Unidos y, “tal vez sea la historia más ingeniosa que el Sr. Poe ha escrito, pero ... no es en absoluto comparable a la ‘Tell-Tale Heart’-y más especialmente a ‘Ligeia.’” El amigo de Poe, Holley Chivers Thomas, dijo que “El Escarabajo de Oro” marcó el comienzo de “la Edad de Oro de la vida literaria de Poe.”

     La popularidad de la historia también trajo polémica. Dentro de un mes de su publicación, Poe fue acusado de conspirar con el comité del premios a través del diario de Filadelfia, Daily Forum. La publicación llamó a, “El Escarabajo de Oro,” un “aborto” y “basura sin paliativos” que no vale más de $ 15. Poe llenó una demanda por difamación contra el editor Francisco Duffee. Posteriormente fue retirada y Duffee se disculpó por sugerir que Poe no ganó el premio de $ 100 de manera justa. Por otro lado, el editor de John Du Solle acusó a Poe de robar la idea para “El Escarabajo de Oro” de “Imogine, o Tesoro del Pirata,” una historia escrita por una estudiante llamada Srita. Sherburne.
     “El Escarabajo de Oro” fue reeditado como la primera historia en la colección Wiley & Putnam, de los Cuentos de Poe, en junio de 1845, seguida de “El Gato Negro,” y diez otras historias.
     El éxito de esta colección inspiró a la primera traducción francesa de “El Escarabajo de Oro,” publicado en noviembre de 1845 por Alfonso Borghers en la Revue Britannique bajo el título “Le Scarabée d'or,” convirtiéndose en la primera traducción literal de un cuento de Poe en una lengua extranjera.
     La historia fue traducida al ruso de esa versión, dos años más tarde, marcando el debut literario de Poe en ese país. En 1856, Charles Baudelaire publicó su traducción de la historia en el primer volumen de Extraordinaires Histoires. Baudelaire influyó mucho para que la obra de Poe se introdujera a Europa y sus traducciones se convirtieron en entregas definitivas en todo el continente.
     “El Escarabajo de Oro,” inspiró a Robert Louis Stevenson en su novela sobre la búsqueda de un tesoro, La Isla del Tesoro (1883). Stevenson reconoció esta influencia: “Me recree en la galería del Sr. Poe ... Sin duda, la estructura [en mi novela] proviene de Poe.”
      Poe jugó un papel importante en la popularización de criptogramas en los periódicos y revistas de su tiempo y posteriormente. William F. Friedman, el criptólogo más importante de Estados Unidos, en un principio se interesó en la criptografía, después de leer, siendo niño, “El Escarabajo de Oro” interés que más tarde lo llevó a descifrar el código PURPLE, en el Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. “El Escarabajo de Oro” también incluye el primer uso del término “criptógrafo” (en contraposición a “criptograma.”)
     Poe estuvo afincado en Fort Moultrie, desde noviembre 1827 hasta diciembre de 1828, y utilizó su experiencia personal en la isla de Sullivan, para la recreación del escenario de, “El Escarabajo de Oro.”
También fue aquí donde Poe, por primera vez escuchó las historias de piratas como el Capitán Kidd. Los residentes de la isla de Sullivan abrazan esta conexión con Poe y han bautizado a su biblioteca pública con su nombre.
     Una leyenda local en Charleston, dice que el poema “Annabel Lee” también se inspiró en el tiempo en que Poe vivió en Carolina del Sur. Poe también estableció parte de “El Globo-Hoax” y “La Caja Oblonga” en esta vecindad.
     O. Henry alude a la talla de “El Escarabajo de Oro” dentro del género de cuentos sobre tesoros escondidos, en su cuento, “La Oferta y la Demanda.” Cuando un personaje se entera de que los personajes principales han estado en búsqueda de tesoros, les pregunta si han estado leyendo a Edgar Allan Poe. (Wikipedia)
El Escarabajo de Oro
de Edgar Allan Poe
     La piratería ha existido siempre. Aunque tuvo su apogeo durante el siglo XVI, tras el descubrimiento de América, y al principio fue alentada por Francia e Inglaterra, contra España y Portugal. Dadas las riquezas que empezaron a transportar barcos mercantes por los cinco océanos, piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, sembraban el terror en violentos y salvajes abordajes.
      Es imposible concebir aquellos bandidos del mar, sin relacionarlos con el tesoro, fruto de sus mal-andanzas y asaltos fuera de la ley. Varios tesoros pasaron a la historia. Uno de ellos perteneció al célebre capitán Kidd. En torno a este botín atribuido a Kidd, Edgar Allan Poe escribió la primera autentica novela de deducción pura, o policiaca. Esta obra de perfecta factura, da el nivel más alto en la producción del genio de Boston. Y como todas las de su estilo, esta narración es sombría, y casi maligna.
    Ante todo, debemos ubicarnos hacia 1840, en Nueva Orleans, prospero puerto sobre el Mississippi, emporio comercial del sur, con sus prósperos propietarios y sus esclavos negros.
     Aquella prosperidad hizo surgir a ricas familias victorianas que habitaban enormes mansiones. El derroche, la diversión y el lujo se sucedían, fenómeno que causaría una decadencia. Problema que años más tarde llego al desastre de la cruenta guerra de secesión, entre los estados del sur y del norte.
     Como si anticiparan tétrico futuro, aquellos ricos sureños se entregaban a los desenfrenos del juego, la bebida, y los amores ligeros. Edgar Allan Poe, pues él es uno de nuestros protagonistas, conoció muy bien aquellos excesos, ya que los compartió ampliamente. En uno de esos tantos excesos, en cierta noche, Poe llegó a una de esas fiestas. Al entrar Poe, un anciano mayordomo afroamericano lo recibió amablemente, y le dijo, “¡Pase caballero, mi señó’ pera su visita!” 
      El anfitrión, un hombre aristócrata de edad mayor, lo recibió amablemente, diciéndole, “¡Ah, por fin llegas genio del mal! Supe que andabas por Nueva Orleans. Organicé esta fiesta para recibirte.” Poe le dijo, “Sabes que no me gustan las adulaciones, amigo.” Un mesero afroamericano llegó con una bandeja de copas, y Poe dijo, “Bebamos pues.” El anfitrión continuó, “Vamos al otro salón. Te presentaré a William Le Grand, nuestro agasajado de esta noche…” Poe asintiendo le dijo, “¿Porqué causa? ¿Hereda una fortuna?” El anfitrión rió, “¡Ja, Ja, Ja! Te equivocas Edgar. Es precisamente lo opuesto, ¡Legrand es el último vástago de una familia arruinada!” El anfitrión continuó, “Desgracias y descuidos de un antiguo clan protestante…¡Para evitar el bochorno, William abandonó la cuidad de sus abuelos y vive solo en una isla!” Poe le contestó, “Es interesante. Me llama la atención y excita mi curiosidad alguien que se aísla.”  El anfitrión dijo, “Ah, pero te lo presentaré ¡Entiéndanse entre ustedes dos! Yo debo atender a mis numerosos invitados.” Así, el dueño de la casa procedió a la presentación de rigor.
     Al cabo de unas horas, ambos, Poe y Williams, estaban felices, un poco ebrios y sintiempo como si se conocieran de años… Poe le dijo, “Háblame de tu isla, Legrand, ¡Vaya ocurrencia!” Legrand le dijo, “Sí, mira, es la de Sullivan, situada cerca de Charleston, en Carolina del Sur. Vivo el desastre familiar ¡Y bueno! Siempre fui lobo solitario. No me disgustará ese retiro…pero será mejor si Júpiter se comporta bien.” Legrand siguió platicando y bebiendo, “Es un negro bueno y fiel, medio maniático ¡Y también ira Wolf mi mastín de terranova! Son necesarios amigos.” Legrand dejo caer su copa y tomó su cabeza, diciendo, “Pe..pero…¡He bebido mucho, me pesa la cabeza! No soy bueno para el ron, amigo estoy mareado…” Poe le dijo, “¡Acuéstate un rato, ese es el mejor remedio!”
   Cuando Poe vio que una mujer lo llevaba en brazos, pensó, “¡Pobre hombre! Está en la ruina. Bebe gota a gota su fracaso. Le duele la cabeza…no es lo que se dice un tipo de suerte ¡Oh, no!” Cuando Legrand casi salía regreso y le dijo a Poe, “¡Hey! Oye Poe, te dije donde estaré ¡No me disgustaría si alguna vez me visitaras! ¿Sabes?” Poe le dijo, “Cuando ande por aquella zona tal vez lo haga…” Legrand le dijo, “¡Si, me dará gusto! ¡Chispas, esta mujer es demasiado insistente! ¡Je je!”
     Más tarde, Poe se retiró, diciendo al anfitrión, “Y ahora duerme la mona, hiciste bien en despedirlo, John. Al menos se disimula su desgracia.” John, el anfitrión le dijo, “¿Quién dice que yo no me arruine pronto? ¡Edgar, en el fondo somos harina del mismo costal!” Poe le dijo, “Lo sé y te entiendo amigo. ¡Gracias por las invitación y cuídate mucho!” De ese modo, el célebre escritor, cuya propia vida estuvo acechada por las desgracias, se perdió en la obscura noche de otoño.
     La diligencia del servicio regular avanzaba hacia el sur, por las llanura costera atlántica, dejando aún lado los montes azules. Entre los pasajeros se encontraba el escritor bostoniano, Poe, quien pensaba, “Ah, por fin tengo tiempo para hacer esto! Legrand se asombrará al verme. ¡Pero soy hombre de ideas fijas, y su isla no ha dejado de atraerme!”
     Mientras observaba un mapa, dentro del carruaje, Poe pensaba, “¡Hum! La isla Sullivan tres millas…por un cuarto…apenas juncos y limos…solo un pequeño arrollo entre ella y tierra firme…deshabitada.” Poe levantó la mirada y vió a través de la ventanilla del carruaje, pensando, “Bueno, no deshabitada. ¡Ahora la habita Legrand! Allá se ve la costa, debemos estar cerca del lugar…”
     Poe se guio por el mapa y cuando pidió bajarse, el conductor le dijo a Poe, “¡Oiga caballero! ¿No se habrá equivocado? ¡Este es el paraje más solitario del mundo!” Poe le contestó, “Es el sito que busco señor, ¡Buen Viaje!” El conductor le dijo, “¡Usted sabrá lo que hace! Pero a pocas millas esta el pueblo de Charleston, ¡Adiós!”
     El vehículo se alejó en una nube de polvo. Poe pensó, “Charleston…¡Si apenas estaré un par de horas en la isla. Luego iré a ese pueblo en otra diligencia!” Aquella noche de fiesta, Legrand había descrito detalles de su retiro isleño, por lo cual Poe no tuvo problemas en localizarlo. 
     Poe llego a la isla separada de tierra firme a través de una franja de agua gracias a un pequeño puente de madera. Al cruzar el puente, Poe pensó, “Este es el arroyito y el puentecillo sobre él!” Poe fue hacia la cabaña solitaria, y obtuvo toda una bienvenida. Al ir acercándose Poe, a la cabaña, un sirviente afroamericano dijo, “¡Seño massa Will, se ase’ca un hom’be raro!”
    También un perro grande le dio la bienvenida a Poe, quien le dijo, “¡Uff! Tu eres Wolf, el terranova ¡Tus formas de hacer amistad son violentas! ¡Uf!” En ese momento salió William, diciendo, “¡Edgar Allan Poe! Oye, me alegra tu visita. Dudé que vinieras algún día.” Poe le contestó, “Yo nunca dudé de ello. Soy de ideas fijas.” William le dio un abrazo y le dijo, “¡Entra a mi casa, es pequeña pero acogedora!” Poe dijo, “Es bueno. La temperatura desciende y tendremos una noche fría.” Una vez adentro de la cabaña William dijo, “Ya previmos lo del frio con Júpiter ¡Nuetro hogar de leña arde acogedor, amigo!” Poe le dijo, “Oye, tienes un lindo ambiente. No la pasaras mal.”
   Poe continuó, “Tienes libros, se respira una paz, tienes naturaleza, ¿Qué más quieres?” William le dijo, “Júpiter y Wolf me ayudan. Solo de vez en cuando extraño el mundo multicolor del dinero y el lujo.” Poe le dijo, “¡Bah, no pierdes nada, eso es un circulo vicioso!” William le dijo, “En cambio aquí cázo, pésco. ¡Me vuelvo entomólogo!” Poe le dijo, “¿Te interesa el estudio de los insectos?” William le dijo, “Si. ¡Los de la costa! También tengo conchas, caracoles, ¡Rarezas del mar! Mira mi colección.” Poco a poco, Legrand mostró con orgullo sus hallazgos. Mientras los ponía sobre la mesa, William le dijo, “¿Qué opinas? ¡Hay hasta un espécimen curioso! ¡Y eso no es nada, hoy obtuve una presa mayor!” El sirviente afroamericano agregó, “¡Ah massa Will, ¿Va a habla’le de ese bicho raro?”
  William empezó a narrar, “Como dije antes, fuera de cazar y pescar, me gusta recorre la costa! ¡El mar es generoso, siempre trae objetos de viejísimos naufragios varios casi intactos pues la soledad de estas costas evita la presencia de curiosos. Hay sobre todo restos de un galeón que me gusta observar y me hace pensar en piratas de pata de palo y parche en el ojo, cuando gritan: ¡Al Abordájeee! Me gusta y se algo del tema. ¡Le cuento a Júpiter sobre la piratería, y él disfruta y teme a la vez mis relatos. Le cuento a Júpiter, hay que distinguir entre pirata, corsario y filibustero. Son cosas distintas.
     El pirata se hacía a la mar para asaltar y robar barcos. Era cruel y despiadado. ¡Un bandido sin ley, temido en todos los mares cuya bandera lo decía todo: Tibias en cruz y calavera sobre un trapo negro. El corsario actuó con libre acción, pero por contrato en nombre del país contratante.
     Era pues, de decirse, un mercenario marino. El filibustero fue un soldado de los siglos XVII y XVIII, que navegó costas americanas. Trabajaba para liberar las posiciones de ultramar que tenía España, sobe todo Cuba, pero también se permitía sus desmanes…
      En realidad llegado un momento, los tres se confundieron en uno: El bandolero embarcado, a quien favorecía mas el pillaje que los contratos o las fidelidades a una causa fija…¡Eran piratas simplemente! Se sometían a juegos de vida y muerte, y se reunían en islas apartadas que ocupaban como vándalos para sus juergas interminables. Por ejemplo, la célebre isla tortuga, en el mar Caribe.”
     Poe lo interrumpió y le dijo, “¡Vaya si te gusta hablar de ello! Pero me parece que estas fuera de tema…” William le dijo, “¡No, no lo estoy! Iba a hablarte de la presa mayor que Júpiter y yo obtuvimos esta mañana, ¡Escucha! Mientras caminábamos por la playa, yo le hablaba a Júpiter de toda esa historia romántica, encendida de sangre, acción, amor prohibido, cuando de pronto Júpiter me dijo, ‘¡Hey! ¡Mire massa, mire eso! ¡Por todos los dioses!’ Voltié para ver lo que Júpiter me indicaba cuando vi a un escarabajo volar en el aire. Escuche a Júpiter decir, ‘Un bicho to’ de oro puro massa.’ Yo le dije, ‘¡Es un escarabajo muy extraño. No dejes que se escape!’ Fue una cacería accidentada, y mi pobre Júpiter no las tuvo todas consigo. Jupiter hizo un esfuerzo por agarrarlo, cuando dijo, ‘¡Ay, ya te tenia bicho amarillo!’ Cuando lo agarré con mi mano, Júpiter me gritó, ‘Cuidado massa. El bicho lo va a pica!’ Pero el aviso de Júpiter llegó demasiado tarde y me picó. Luego Júpiter me dijo, ‘¡Pérese ahí. Aquí un papé sucio, lo garraré con él.’
    Por fin lo atrapamos atacados por una extraña alegría. Al verlo Júpiter dijo, ‘¡Es de oro massa! To’ de oro. Oro puro por dentro y por fue. ¡Oro massa! ¡Tome tome! ¿Y cuanto pesa?’” Así, William terminó de narrar. Jupiter el sirviente afroamericano dijo, “¡Y lo es! ¿No? Un bicho de oro por dio.” Enseguida William le dijo, “Seguro Júpiter, pero déjame hablar. ¡un inmenso especímen de escarabajo dorado que quisiera mostrarle a Edgar!” Edgar Allan Poe le dijo, “¿Porqué no me los muestras, pues?” William le dijo, “¡Ignoraba que vendrías! De ser así lo tendría conmigo.” William continuó, “Cuando lo traíamos me topé con el teniente Kurt, del fuerte cercano. Se asombró al verlo. Me lo pidió para mostrarlo a otros oficiales! Prometió devolvérmelo mañana temprano.”
     Enseguida, William le preguntó a Poe, “Pasaras la noche con nosotros, ¿No es cierto?” Poe le contestó, “¡Dudoso! Me gustan los hoteles lujosos, los lechos mullidos y abrigados…¡Pero ya veremos!” William le dijo, “Te lo dibujaré mientras tanto. ¡Caray, necesito papel y lápiz!” El sirviente le dijo, “Lápiz hay aquí, massa Will, pero pape’…” William dijo, “¡Ah, aquí tengo papel sucio! Bueno, a los efectos servirá...” Poe se acercó a la hoguera, y acercó leña, diciendo, “¡Aumenta el frío! Esta leña arde bien, por suerte.” Mientras tanto, William dibujaba, diciendo, “Siempre me tuve por buen dibujante…¡Hum!” Cuando terminó, se acercó a Poe y le dijo, “¡Toma! Lo hice de prisa pero te dará una idea…” Poe tomó el papel y dijo, “¡Veamos tu ejemplar dododo de scarabaeus caput hominis o algún nombre de esos!”
     Durante un minuto Poe no entendió el dibujo, y dijo, “¡Este papel es áspero, viejo y sucio, no deja ver bien!” De pronto, se oyó ladrar un perro, y William dijo, “El frío afecta a Wolf, Júpiter.” El sirviente dijo, “Sí, massa Will, lo ‘ejaré entrá.” El impetuoso can entró sin demostrar sus “mimos.” El sirviente dijo, en voz fuerte, “¡Wolf! ¡T’anquilo. Hay dio, paece loquito.” En ademán instintivo, el homenajeado apartó el papel del dibujo hacia el lado del fuego, para protegerlo del perro. Poe le dijo, mientras el animal se le echaba encima, amistosamente, “¡Oh, ya sé que me quieres forzudo, no me aplastes!” William se acercó al perro, lo acarició, y le dijo, “¡Ven aca, deja en paz a nuestro visitante, o se arrepentirá de haber venido!” Poe dijo, “¡Bah, no importa! ¡Son animales buenos y yo lo se!” Enseguida Poe siguió examinando aquel dibujo, y dijo, “¿Dijiste que eres buen dibujante? ¡Pues no lo parece! Esto, más que escarabajo parece una calavera.”
     William le dijo, “¿Una calavera? ¡Dios! Confundes tal vez las manchas superiores con ojos…la inferior con boca…” Poe le mostró el dibujo, y le dijo, “¡No lo creo, pero compruébalo tú mismo!” William volteo el papel y dijo, “Salvo que lo hayas visto por el revés y entonces podría ser. ¡Espera!” Poe le dijo, “¿Lo ves? ¡Una calavera muy bien trazada además!” En ese instante sucedió algo asombroso en las reacciones de William Legrand. Primero se sonrojó, luego se puso pálido verdoso, y gimió como si le faltara el aire, “¿Qué veo, por dios?”

    Con gesto violento y cara alterada William guardó el papel. Poe le dijo, “¡Diablos amigo! ¿Acaso has enloquecido?” Enseguida William se llevó las manos a la cara y dijo, “¡Oh Dios, Santo Dios!” Poe pensó, “¡Increíble! Parece poseído por algo insano!” William le dijo, “¡Discúlpame viejo, debo pensar! Necesito estar solo…te aprecio mucho!” Poe le dijo, “Ya lo sé Legrand. Por mi no te inquietes.” Sin más palabras, pálido y al borde del llanto, el dueño de casa salió precipitadamente, cerrando la puerta de su cuarto.
     Poe se dirigió a Jupiter y le dijo, fumando su pipa, “¡Vaya forma de comportarse de tu amo!” El anciano afroamericano le dijo, “¡N-no crea massa Poe…e’ bueno, e’ corté, pero ese bicho  ‘marillo lo e’fermó seguro!” Jupiter agregó, “¡Lo picó, acué’dese le metió su veneno…ese bicho to’ de oro…y lo ‘loqueció!” Poe le dijo, “No Júpiter, los escarabajos no son ponzoñosos.” Poe agregó, “Algo raro acaba de ocurrir…¡Bah no es cosa mia! Mejor me retiro. Tengo asuntos pendientes en Charleston.”
    Júpiter le dijo, “¡Massa Poe, ‘sculpe a mi amito…lo cono’co bie’!” Poe le dijo, “Me preocupa el estado de Legrand. ¿Lo convencerás de que me escriba si necesita ayuda?” Júpiter le dijo, “Así lo hará massa, yo me encargo, si!” Poe dijo, “Esta es mi dirección en Boston. Ya sabes. No vacilen en llamarme.” Júpiter le dijo, “¡Buen viaje seño, u’te’ e un homb’e muy bueno!” El célebre escritor se perdió en la noche, con la cabeza llena de ideas torturosas y sombrías…
     El fiel sirviente, quien conocía a Legrand desde que nació, se sintió triste ante lo sucedido. Júpiter pensó, “¡Massa Will, tengo miedo, ‘toy p’eocupa’!” Acariciando a Wolf sintió que vendrían días duros para su amo, y unas lágrimas bajaron por su rostro.
     Casi un mes más tarde, la diligencia del servicio regular retornó a aquel lugar, por la llanura costera atlántica. Poe dentro del carruaje pensaba, “No creí que ese isleño loco siguiera recordándome. ¡Pero ahora me llama mediante esta carta!” Poe siguió pensado, “¿Qué tendrá en mente? Cuando lo dejé, se veía mal, y su escritura de llamado es ansiosa y titubeante. Mientras tanto, llovió mucho, ese arroyuelo, dice Legrand, creció ¡Confío en que me esperen ahora. Él me dio fecha y lugar preciso para llegar. ¡Si, han de estar esperándome Legrand o Júpiter!”
     El cochero lo llevó al lugar indicado. Poe se despidió del cochero, diciendo, “¡Gracias amigo!” El cochero le dijo, “¡He leído sus cuentos, sir Poe! Miedos deliciosos.”
     Mientras Poe caminaba, pensó, “¡Vaya, era un lector mío! ¡Ahí esta Júpiter! Júpiter lo saludaba con guadañas y azadas al hombro, “¡Massa Poe! ¡‘ejeme ‘comodar estas ‘rramientas y lo ayudo!” Poe solo dijo, “¿Azadas y guadañas? ¡Vaya pues!”
     Ambos subieron a un bote y Júpiter remó hacia la isla. Mientras    ambos navegaban, Júpiter preguntó, “¿Uste’ cre’ que son pa’ plantar algo? ¡No, tamos en ‘vierno! Massa Will se ve cada día mas loco, eso…”
     Poe solo le dijo, “La letra en su carta era incoherente, temblorosa.” Júpier le dijo, “¡ ispues que usted se fue, él se puso raro, como ido! ¡Aquel bicho le pico la razón, massa Poe!” Poe le dijo, “Así parece. ¡Lo averiguaré enseguida!”
     Cuando llegaron a la isla, Júpiter le dijo a Poe, “¡ ‘yude a mi amito. Temo por él, ‘yudelo!” Poe le dijo, “Haré lo que pueda. Ante todo hablare con él.” Apenas entró, Poe vió al desmejorado William Legrand, quien dijo, “¡Poe! Ah, ven siéntate. No sabes cuánto he ansiado el momento de su arribo.” Poe entró, y le dijo, “Te veo mal, ¿No comes? ¡Estas pálido y desnutrido!” Legrand le dijo, “¡Bah, olvida eso! Prepárate a ver algo formidable.”
     Legrand trajo una botella de vidrio y dentro estaba un insecto, “¡Mira! ¡Es el escarabajo de oro! ¡Un nombre justo!” Poe al verlo, dijo, “Grande y dorado…si, no lo niego.” Poe agregó, “Pero, ¿Es posible que esto te haya sorbido el seso?” William le contestó, “¡Ja! ¡Sí, me lo sorbió! ¡Ja, Ja, Ja! ¡Jo, Jo!” Poe le dijo, “¡Ríes como un loco Legrand, compréndelo!” William dijo, “¡No estoy loco! Nunca he estado mas cuerdo amigo, solo que necesito tu colaboración.”
     William acercó a Poe a la ventana, y le dijo, “Júpiter y yo vamos a tierra firme de excursión por las colinas. ¡Confío en ti, nada más acompáñanos!” Poe dijo, “¿Excursión? ¡Cómo no! ¿Saldremos ahora mismo?” Ambos salieron de la cabaña. William contestó la pregunta de Poe, “Ahora no. Mas tarde y seguiremos durante la noche.” Entonces Poe dijo, “Eso no me gusta. Dudo querer cooperar en este nuevo desatino…” William le dijo, “¡No es desatino! ¿Aceptarás si te digo que a más tardar, todo esto acabará antes que salga el sol?” Poe le dijo, “¡Entonces, acepto! Solo lo haré por tu salud, que conste…” William dijo, “Te prometo eso, y más aún; a partir de entonces, volveré a ser el de siempre, acabará esto que arde en mi.”
    Con aquel acuerdo, dejaron la isla los tres en bote, mientras Poe cedía poco a poco a una curiosidad sin límites. Cuando llegaron a la orilla, William dijo, “¡Ya cruzamos el arrollo! Trae las herramientas Júpiter.” Júpiter solo dijo, “Por dio’ que lo haré, massa Will.” Mientras caminaban Poe preguntó, “Estamos en camino, ¿No puedes explicarme algo?” William le dijo, “Lo haré…poco a poco ¡Tengo mis razones para ello! Pero podría anticiparte algunas cosas que se…¡Estas colinas podrían servir! Y bien Edgar, hablemos de mensajes secretos.” Mientas los tres, y el perro, subían una colina, Poe dijo, “¡Ajá! ¿Te refieres a los militares, por ejemplo?” William dijo, “Esos…y otros. ¡Escucha! Son innumerables amigo. Y sabemos que los usaron desde la antigüedad.”
     William empezó a explicar, “Hubo muchos, muy curiosos, y hasta macabros, como los que se emplearon en la época del emperador Julio Cesar, en Roma. Él inventó un mensaje cifrado, revolucionando las técnicas conocidas hasta entonces y usó claves. Por orden del estratega, uno de sus espías, un griego a puntos de ser descubierto, envió un mensaje cifrado, usando un procedimiento terrible. La palabras clave fueron grabadas a fuego por él, en la cabeza de un esclavo. El ‘portador’ no despertó sospechas entre enemigos, y así pudo llegar hasta los servidores del Cesar, que transmitieron el mensaje a su sumo dignatario.” 
     Empezaba a atardecer, y los tres veían el mar y el reflejo de la puesta del sol desde una pequeña colina. William continuó, “¡Aquél fue un avance verdadero, Edgar! La técnica del emperador se baso en cambio de letras, logrando un alfabeto solo traducible por quienes estaban en ello.” Poe dijo, “Bien, hasta aquí llegamos, ¿Y ahora?” William dijo, “Ya vine antes. Sé por dónde voy. ¡Y ese viejo árbol, un tulípero, es nuestra meta siguiente!” William tomó las asadas y las guadañas, y le dijo a Júpiter, “Ahora ten tu herramienta. ¡Júpiter, con la guadaña despeja la malezas hasta allí, por favor.” Júpiter dijo, “Sí, massa Will.”
    Eran malezas secas, por lo cual el trabajo del afroamericano fue ágil y veloz. Poe, mirando fijamente a William, pensó, “Legrand reflexiona…¡Mejor no le hablaré. Hay una fiera decisión en sus actitudes!” Cuando Júpiter terminó con la maleza, William dijo, “Júpiter, has hecho un buen trabajo. ¿Qué tal si ahora trepas en él.” Júpiter le dijo, “¿Trepa’? ¡Oh, no. No ‘toy loco como uste’!” William dijo, “¡Caray Edgar, yo estaba engañado! Siempre pensé que Júpiter podía subir a cualquier árbol del mundo…” Aquel “Trabajo Psicologico” tuvo buen resultado, y Júpiter dijo, “¡Dio! ¡Diosito Santo! Eso e’ cierto, sí. Júpiter sabe trepa’ como monito…y ahora lo haré por dio.”
     Mientras el ofendido escalador se lanzaba, los de abajo, Poe y William, cambiaron guiños complices. Arriba del árbol Júpiter dijo, “¿Ve lo que hago, massa Will?” Legrand le dijo, “Sí. Te felicito. ¡Baja, quiero que subas mucho más arriba, llevando contigo un par de de cosas.” Júpiter bajó y William le entregó, entonces Júpiter dijo, “¿Eh? Una cue’da ace’to, pero, ¿Y ese mal bicho?’ William le dijo, “Llevalo atado de modo que no lo toques.” Mientras Júpiter subía con el equipo, Poe interrumpió y dijo, “Amigo. ¿Qué te pasa, vuelves a delirar.” Willam le dijo, “¡No, calla y observa, pronto te daré una sorpresa!”
     Durante unos minutos, nada se oyó en la copa del árbol. Plazo que Legrand aprovechó para encender el farol de petróleo, pues ya había obscurecido. De pronto, se escuchó la voz de Júpiter arriba del árbol quien dijo, “¡’toy bien alto massa Will! ¿Qué mas haré?” William gritó desde abajo, “¡Busca la rama más gruesa por este lado!” Júpiter dijo, “ Ta bien, massa, ¡Voy pa’rriba, uste’ digame to.” William insistió, “¿Hallaste esa rama, Júpiter?” Júpiter dijo, “¡Hay muchas, Ya pase cinco g’andes por el mismo la’o!” William dijo, “¿Cinco dijiste? ¡Perfecto! Sube una más, hacia la sexta…y avanza hacia su extremo. Júpiter dijo, “¡’ta difícil, la rama me da miedo! Se ve vieja y muerta la pobrecita…muy podrida.” Poe desesperado, dijo, “Y bien, todo esto llega a su muerte…y a su putrefacción. ¡Regresemos a casa, Legrand!” Pero Legrand le dijo, “¡Cállate Edgar, ya te dije, no me entrego tan fácil!” William lleno de sudor se dirigió a Júpiter y dijo, “¡Júpiter! ¿Esta tan podrida que no aguanta tu peso?” Júpiter dijo, “Creo que aguanta, massa, es vieja pero g’uesa…yo p’obaré!:


     El afroamericano montó en la rama y se deslizó por ella, “Dio, diosito p’otegeme, no quiero cae’!” De pronto, casi en el extremo Júpiter vio algo aterrador, y dijo, “Ay, ay ques’panto, es horribe, horrible, massa!” William tranquilo preguntó, “¿Qué es lo horrible, Júpiter?” Júpiter gritó desde arriba, “Lo que hay aquí. ¡Una calavera! ¡La pusieron ahí, en la punta, los cue’vos la vaciaron!” Ante aquel dato, la euforia invadió a Legrand, quien dijo, “¡Magnífico negro mío! ¡Ja, ja, ja!”  
     Enseguida William le gritó a Júpiter, “¡Júpiter! Eres zurdo, ¿recuerdas? ¡Usas la mano izquierda para hachar la leña!” Júpiter desconcertado, dijo, “¿Quéeee, hacharé mi propia rama, ‘orita?” William gritó, “¡Busca el ojo izquierdo del cráneo, Júpiter! ¡El del lado de tu mano útil!” Júpiter pensó, “Quierda, ‘quierda, ¡Oh, esto e’ difícil!” Enseguida Júpiter gritó, “¡Ya’ta, massa Will!” William complacido le gritó, “¡Muy Bien! ¡Mete por el agujero el escarabajo atado, y déjalo descender despacio, sosteniendo el cordel!”
     El afroamericano trató de cumplir con aquello, pasó por la órbita vacía al insecto y lo dejo baja, bajar. Al ir bajando el escarabajo colgando del cordel, William dijo, “¡Ahí viene Hemos dado un paso sensacional Edgar.” Poe dijo, “Si tu lo dices, ¡Ya empiezo a creerte!” William le preguntó, “¿Porqué lo aceptas hasta ahora?” Poe le contestó, “La calavera, Legrand, y la rama…¡Son datos muy precisos como para que los localizaras al azar!” William bajó la linterna de luz a la tierra y marcó una cruz, diciendo, “¡Ah, me alegro que digas eso Edgar! Aquí bajó el escarabajo, ¿Ves? ¡Y, aquí mismo trázo una cruz como señal!”
     Enseguida, William dio una nueva instrucción, “¡Ahora baja Júpiter, debemos trabajar duro!” Júpiter le gritó desde arriba, “¡Ahí voy massa, ya tuve mucho de calaveras!” Júpiter bajó y Poe preguntó, “¿Cuál es el próximo paso?” William en el suelo, midiendo con el cordel, dijo, “¡Ya verás! Necesitamos la media entre la marca y este tronco…” Después le dijo a Poe, “Tú, sostén ese extremo en la marca, con la cual tendremos una especia de compás.” La marca se convirtió en un círculo trazado con el cordel. El trazo fue apareciendo a la luz del farol. Enseguida, William dijo, “Y bien amigos. ¡A trabajar duro! Cada uno con su azada. Iremos quitando tierra adentro del circulo.” Los tres empezaron a escarbar, sin palabras, contagiados entre si, por aquello que solo Legrand tenía en mente.
     Varias horas después, cuando a superficie de la tierra les llegaba a la cintura, Poe dijo, “¡Ufff! ¿Para qué hacemos esto? ¡Es evidente que buscamos algo enterrado, Legrand! Pero uno se cansa…” William dijo, “Tienes razón, buscamos algo. Descansemos un poco, no hay apuro. Hablemos del asunto.”
       Sentados en la tierra los tres descansaron. Poe encendió su pipa con tabaco, y preguntó, “Esta búsqueda, las herramientas, el hoyo,…estás tras algún viejo tesoro, acaso?” William le dijo, “¡Dejemos eso para más tarde! Mientras tanto te diré que he averiguado bastante sobre el tema…¿Recuerdas mis explicaciones a Júpiter, sobre piratería? ¡Pues hay mucho más! Y ‘Entre el pirata y el tesoro relumbra la mar de oro’ como dice el verso. Recuerden la caverna de Alí Ba Ba… la Leyenda de el Dorado, Cíbola…las cortes persas…Se han escrito libros sobre ello, y uno de los primeros cronistas que vio inmensos tesoros orientales, fue el famosos mercader veneciano Marco Polo.
     Polo unió Oriente y Occidente, a fines del siglo XIII. Vivió 17 años en China y fue amigo del gran Kan Kubilai, quien le mostró las fortunas de su enorme imperio. De fabulosas riquezas siempre se ha hablado, algunas ciertas y otras supuestas. Y una de las más famosas fue reunida en la cuidad de los diamantes, en la India.
     Hablo de Golconda, que floreció en la Edad Media, y donde los diamantes de todo el mundo oriental estaban acumulados, sopesados en su valor inmenso. Con la navegación , aquellos tesoros empezaron a circular entre oriente y occidente, ¿No fueron suficiente cebo para que floreciera el bandidaje pirata? En 1626 el cardenal Richelieu lo dijo, ‘Quien controle los mares, se hará poderoso. Cuando el rey de España lo entendió, conquistó tantos reinos que no se ponía el sol en sus dominios.’ Imagínense a los de las tibias y la calavera…¡En cada barco comercial, prácticamente iba un tesoro en joyas. Moneas o mercadería! Se lo apropiaban por las malas. Claro…matando y violando sin piedad.”
     William agregó, “¡De historia les conté bastante! Sigamos trabajando. Lo que busco debe estar cerca.” Poe pensó, “Por ahora, no te haré preguntas, amigo.”
     Unas horas más y el hoyo les llegaba casi a los hombros…sin hallar vestigios de nada. Entonces William se desesperó y dijo, “¡Maldición! Esto no puede estar tan hondo, no puedo haberme equivocado, no lo acepto!” Poe le dijo, “Te ayudamos, Legrand, ¿Sabes que por un momento me hiciste suponer algo increíble?” William absorto, dijo, “¡No, todo iba bien, de pronto…! ¡Espera Edgar!” Entonces William pareció enloquecer  y se fue contra el afroamericano, diciendo, “!Ah, negro infelíz, voy a matarte!” Júpiter pedía auxilio, diciendo, “¡Massa Poe, ‘yúdeme, por favó’!” Poe intervino diciendo, “¡Déjalo Legrand, o te golpearé con la azada!” Entonces William, sentado en la tierra comenzó a reír, diciendo, “¡Pero claro Júpiter, tu, tu! ¡Ja, ja, ja!” Poe al verlo pensó, “¿Deberé amarrarlo, llevarlo al manicomio?”
     William se levantó, y se dirigió hacia Júpiter, diciendo, “¡Dime una cosa! ¿Estas seguro de haber metido el escarabajo por el ojo izquierdo de la calavera?” El afroamericano dijo, “¡S-sí, massa Will!” Entonces William le dijo, “¡Vamos! ¡De prisa! ¡Señala tu ojo izquierdo negro del diablo…pero de prisa!” El pobre afroamericano mostró su versión de aquel pedido, y señalando al ojo equivocado, dijo, “¡E-e-éste es, amito…mi ojo ‘quierdo…si, si!” William tomando una azada de forma amenazante, se dirigió a Júpiter y dijo, “¡Suficiente! ¡Casi me hiciste dudar, por dios! Vamos, vuelve a subir, pasa el hilo por el otro ojo!” Júpiter
asustado dijo, mientras trepaba de nueva al árbol, “S-sí, amito…¡Cálmese usté’!”
   Mientras Júpiter subía al árbol Poe dijo, “Diferencia de unos tres centímetros nada más…” Pero William le dijo, “¡Que a varios metros de altura se acentúa! Además tendremos otro centro, otro punto cercano desde el tronco.” Minetras el escarabajo de oro volvía a bajar colgando, William dijo, “Ganaremos como dos metros al sur, calcúlo, ¡Habrá que hacer otro círculo, sí! He aquí el escarabajo…”
    Estimulados por la corrección, ganados por un nuevo ahínco, los tres trabajaron duro cuatro horas más. De pronto, Poe dijo, “¡Esperen! He golpeado algo hueco.” Inmediatamente, el perro entró en acción, ladrando. Poe dijo, “¡Ah, ni que hubiera un hueso aquí abajo!” William dijo, “Creo que acertaste, amigo, ¡Habrá huesos, si!” Poe dijo, “En ese sentido, el instinto canino es agudísimo.” Siguieron escarbando, y William dijo, “¡He ahí! ¡Dos cadáveres de tiempos remotos!” Júpiter dijo, “¡Uyuyuy Dio’ bendito…más calaveras!” William dijo, “Menos mal que tenemos al Wolf. ¡Si hubiéramos escarbado nosotros, hubiéramos quebrado esos huesos!” Poe dijo, “Y no es todo, mira allí, ¡Una herrumbada argolla!” William se acercó y escarbó más, diciendo, “¡Un viejo cofre! La argolla pertenece a la tapa, No parece muy estropeada por los siglos.”
     Con gran esfuerzo por el peso de aquel cofre, fueron sacándolo del hoyo, donde yació tanto tiempo. William tomó algunos objetos que encontró entre la tierra y dijo, “¡Botones, monedas, un cuchillo! ¡Serian pertenencias de los desdichados, antes que fueran osamentas!” Después, estando ya en la superficie, William se dirigió a Poe, y le dijo, “¿Cómo la vez Edgar?” Poe mirando al cofre dijo, “¡Mmm! Oblongo, pura madera, mineralizada. Tres pies por dos. Dos y medio de hondura…bandas remachadas de hierro.” William dijo, “¡Saquémoslo de aquí!” Poe dijo, “Buena idea Legrand!”
     Los tres cargaron el cofre para llevárselo. El descenso de las colinas y tuvieron suerte de que nadie viera el extraño cuadro que formaban, llevando aquél arcón a toda prisa. Cargaron el bote y cruzaron el arroyo hasta la isla. Ya en la cabaña. William dijo, “¡Uff! Fue un buen esfuerzo, pero valió la pena. ¡Es nuestro! Solo que me caigo de cansancio, amigos.” Poe dijo, “¡También me agoté! ¿Y si dormimos antes de abrirlo?” William dijo, “¡Buena idea! Miren, Wolf lo vigilará muy bien.”
     Una noche en vela trabajando a brazo partido los venció durante varias horas en un profundo sueño. Cuando amaneció William despertó a Poe, diciendo, “¡Arriba Edgar, ha llegado el gran momento!” Edgar despertando dijo, “¿Eh? ¡S-si, por supuesto!” Mientras batallaban para abrir el cofre, William dijo, “El cerrojo esta carcomido por la herrumbe…” Poe dijo, “¡Ya empieza a ceder!” Mientras William hacia una palanca con una azada para abrir el cofre, Júpiter dijo, “¡Otro poquito massa Will!”
     Cuando cedió, y pudieron mirar el interior, un silencio sagrado, de asombro y maravilla, les cortó la respiración durante largos segundos. Entonces una euforia mayúscula los invadió. Poe exclamó, “¡Oh, Dios mio!” William dijo, “¡Aleluya!” Júpiter, por su parte dijo, “¡No pue’ se’ no pue’ se’!”  
     Era en efecto un maravilloso tesoro de joyas, piezas incrustadas de piedras preciosas. Doblones de oro puro, objetos valiosísimos, diamantes, todo esplendoroso, rutilando ante sus ojos. William lleno de excitación dijo, “¡Ay, amigo…y todo aquí en mi casa!” Poe le dijo, “Es tuyo William Legrand, ¡Te pertenece por derecho de conquista! ¡Además, supiste dar con él!” William dijo, “¡Sí, lo sé, pero tú y Júpiter tendrán lo suyo!” Después, William se dirigió a Júpiter, y le dijo, “¡Júpiter, pon afuera a Wolf. Si alguien viene quiero saberlo con anticipación!” Júpiter dijo, “Si amito.” William se dirigió a Poe y le dijo, “Seré rico, Edgar, pero sobretodo salvaré a mi familia de la ruina. ¿Te acuerdas?” Poe le dijo, mirando las joyas, “¡Eres un hombre sano. Tu plan es generoso!”
     Ambos se sentaron a la mesa y William dijo, “Ante todo examinémoslo. Hay que hacer un inventario.” Poe le dijo, “Te ayudaré. Será un trabajo largo y minucioso.” Las horas se fueron en esa tarea. Toda la tarde siguieron en aquello y la nueva noche los sorprendió sin que acabaran  ni mucho menos.
     Más allá de la media noche, William cansado dijo, “¡Uff, por fín acabamos esto!” Poe dijo, “Sí. Es más cuantioso de lo que imagine.” Entonces William le preguntó a Poe, “¡Ajá! Vamos, dime lo que anotaste.” Poe dijo, “Te diré algo de lo que hay. Ignoramos su cotización todavía. Eso será asunto de expertos.” Poe le dijo, “¡Hum! Creo que solo son monedas, viejos doblones y oro macizo, son más de cuatrocientos cincuenta mil…si calculamos según las tablas de la fecha.” Poe continuó, “Nada de plata. ¡Todo de oro!
     De antigüedad y variedad. Dinero francés, español, alemán, fichas autenticas, inscripciones indescifrables, guineas, y gemas, diamantes, algunos grandes y hermosos. Ciento diez y ocho rubíes…trescientas diez esmeraldas…veintiún zafiros…un ópalos. Piedras arrancadas de su montura, o incrustadas. También hay monturas de oro amarilladas para ser inidentificables y ocupar menos espacio. Muchas joyas. Casi doscientos anillos y aros. Ricas cadenas. Ochenta y tres pesados crucifijos. Cinco incensarios. Una prodigiosa copa ornamentada con pámpanos y figuras báquicas.
     Dos puños de espadas exquisitamente labrados, y multitud de objetos más con incrustaciones. ¡El peso total llega a unas trescientas libras! ¡Y habría que agregar los relojes de máquina ya corroída, pero ornados de pedrería! Solo como objetos valen más de quinientos dólares cada uno. ¡Y hay ciento noventa y siete de ellos! ¡Dios mío! También más joyas. ¡Un millón y medio, y sé que me quedo corto Legrand.” William dijo, “¡Fabuloso amigo, el día más feliz de mi vida!”
     Terminadas las cuentas, Poe le dijo a William, “Ahora bien, ¡Sabes que ardo en deseos de curiosidad! ¿Calmarás mi impaciencia explicando todo esto?” William dijo, “¡Ja! Lo haré Edgar. Llegó el momento de hacerlo.” William procedió a explicarlo, “Como recordarás aquella noche no tenía el escarabajo, así que decidí dibujarlo.” Poe encendió su pipa y dijo, “E hiciste un dibujo muy malo! (puf puf)”
     William le dijo, “¡No tan malo, amigo! Si me permites, repetiré todo, pues los hechos se dieron en forma extraña…Recuerda aquella noche. ¡Tuviste una calavera en lugar de mi esbozo del escarabajo! Y soy buen dibujante. Entró Wolf a jugar contigo. Sin duda, al quedar cerca del calor de fuego, aquel papel sucio tuvo una reacción extraña ¡Recuerda cuando lo protegiste del perro! Después viste la calavera, cosa que me molestó, hasta que yo mismo miré y la vi. ¡Aquí está el papel!” William le mostró el papel y le dijo, “Lo guardé y salí de allí, sabiendo que en realidad no era un papel como parecía.” 
     Poe lo vio y dijo, “¡Hum! En efecto. Está más limpio. Parece pergamino.” William le dijo, “No parece, lo es. Y surgió una calavera extraña que antes no estaba. ¿Comprendes?” Poe tomó el papel, y examinándolo dijo, “No mucho, ¡Ahora veo otros caracteres escritos!”
     William le dijo, “Cuando te fuiste y quede solo, pues Júpiter ya dormía, pensé en la procedencia de aquello, ¿De dónde salió? ¡Entonces até algunos cabos sueltos! Recuerdo aquel día, Yo y Júpiter nos paseábamos por la costa. Yo buscaba conchas. Júpiter y Wolff jugaban. Luego, entre los restos de un viejo barco, vimos el escarabajo que me picó. No olvidaré nunca lo que hizo y dijo Júpiter: ‘perese ahí, aquí un pape’ sucio, lo ‘garraré con él.’ ¿Comprendes? ¡Él lo recogió en la arena, junto a los restos para que yo tomara al extraño insecto!”
     Poe le dijo, “Luego lo guardaste y lo usaste para el dibujo, ¿eh?” Poe tuvo una iluminación y dijo, “¡Ya sé! Tinta invisible solo sensible al calor.” William le dijo, “En efecto amigo, eso lo entendí enseguida. Siempre a solas lo lavé al vapor, no sé que era, pero había muchas posibilidades: Zafre disuelto en agua regia, diluido cuatro veces su peso en agua. Se obtiene así una coloración verde. El régulo de cobalto disuelto en esencia de salitre, produce un rojo, ¡Estos tonos desaparecen cuando se secan, pero el calor los hace visibles! Entonces di más calor y en una orilla vi el trazo nítido de…¡Un cabrito!” Poe desconcertado dijo, “¡Por Favor! ¿Qué significa un cabrito en todo esto?” William dijo, “Nada al parecer ¡Y mucho! Yo investigué amigo.”     
      William continuó narrándole a Poe, “Andando los días, busqué y busqué, sin comer nada…hasta que en una biblioteca hallé la información anhelada. Asombrado leí que el cabrito fue el sello de un tal capitán Kidd, especie de firma del famoso pirata…” William continuó, “Arriba esta la calavera que tu viste, y abajo el cabrito, ¿Qué deduces de ello?” Poe le dijo, “Pues que entre ambas cosas habría un mensaje…” William agregó, “¡Lo mismo pensé yo! Limpié mejor el pergamino, volví a calentar, ¡y apareció el mensaje muy claro! ¡Te lo escribiré! Son números y signos de puntuación, en cuatro filas…¡simplifiquemos para que lo entiendas mejor!” Poe tomó el papel y después de verlo, dijo, “¿Esto es todo? ¡No entiendo nada Legrand!”
     William continuó explicando, “El asunto era dar con la clave, ¡Y eso fue fácil, pues al ser ingles Kidd, había la posibilidad de que empleara su mismo idioma! Conté la frecuencia de los signos, ¡Eso debía coincidir con la frecuencia con que usaban las letras de nuestro idioma! No tuve ningún problema, amigo.” Poe le preguntó, “Así, pues, ¿Qué decía el mensaje?” William le dijo, “Me llevó días descubrirlo, hasta que lo tuve completo, ¡Lloré de alegría y Júpiter me creyó loco! El mensaje decía,

‘Un buen vidrio en el hotel del obispo en la silla del diablo

Cuarenta y un grados trece minutos

Nor-nordeste

Tronco principal séptima rama lado este

Tirad del ojo izquierdo de la cabeza del muerto

Una línea de abeja del árbol a través del tiro cincuenta pies afuera.’
     Poe le dijo, “Lo de la cabeza era la calavera, lo de la rama, la línea de abeja…muy bien pero, ¿y el resto?” William le preguntó, “¿El hotel del obispo en la silla del diablo? ¡Veras! Anduve husmeando por la región, ¿Cómo hallar el Hotel del Obispo? Entonces recordé a una antigua familia de apellido Odispo. Pregunté sobre el tal hotel en vano. Me dijeron que si recordaban a la familia, pero que nuca hubo un tal hotel.
     Y cuando estaba a punto de abandonar el lugar, una mujer afroamericana me interceptó, diciéndome, “¡’pérese señó’ oí lo que bu’ca yo se algo!” Dispuesto a escucharla, ella me siguió diciendo, “¡Hay un luga’ llamado Castillo de Odispo, que no es castillo ni posada sino una roca altíiisima!” Me dijo donde era aquello y estuve tan contento, que le deje una buena propina a aquella abuela de color. Al darle unas monedas, ella me dijo, “¡Gracia’ señó’ diosito lo acompáñe.” Fui hasta allí y practique otra de mis aficiones: el alpinismo.
     Recuerdo que al ir subiendo la peña, pensaba, “El castillo ¡un acantilado! Así debe parecer desde mar adentro ¡Justo desde donde lo vio Kidd!” Recuerdo que al llegar a la cima, caminé, y pensé, “¿Y ahora? ¡Oh! Aquel hueco natural…debe ser la tal silla del diablo. Sí, es evidente.” Ocupé la silla y saqué lo otro, que ya había sabido por el mensaje…y llevado entre mis ropas. Era ‘un buen vidrio’ o sea, ¡Mi fiel catalejo! Poco a poco, en un lentísimo círculo mire a través de mi catalejo, buscando, ¿qué? ¡Un árbol, por los cuarenta y un grados…nor-nordeste! ¡Hasta que lo vi! Era el tulípero que conocemos. Gradué los lentes de mi catalejo y a mayor aumento divisé…¡La calavera, clavada en una rama, seguramente la séptima lado este!
     Pasaron los días y ajusté detalles. Localicé el tulipero pero con dudas, ¡Desde abajo, la calavera no se veía, solo desde lejos, desde la silla del diablo! Kidd había ideado un escondite perfecto. ¡Pero yo lo descubrí, pese a que al final parecía demente, y Júpiter andaba con un palo, listo a desmayarse de un garrotazo para llevarme lejos de la isla. Por eso me apresuré. ¡Escribí la carta para ti, y luego espere que llegaras, sintiendo que la impaciencia me carcomía.” Poe le dijo, “Muy bien. El resto lo sé, por vivirlo yo mismo.” Poe agregó, “Fuiste muy hábil Legrand, ¡Pero no entiendo aquel detalle del escarabajo en la punta del hilo!”
    William rió, “¡Ja, ja, ja! Un detalle truculento, ¿Eh? ¡Tú y Júpiter dudaban de mi salud mental! Decidí replicar a esa desconfianza, utilizando el animalito que Júpiter consideraba maligno y ‘de oro.’ Era pesado, lo use como plomada, ¡Pero el error de Júpiter, con el ojo de la calavera, casi me hizo fracasar! Hubiera sido terrible, ¿No?” Poe dijo, “Por cierto, que sí. Tu pequeña burla fue justa.” William dijo, “Eso es bueno, ¡Ven, quiero mostrarte algo!”
     El escritor Poe se dejo llevar por su amigo sabiendo ahora sí, que no estaba en manos de un maniático. Ambos tomaron un bote y navegaron. Una corta travesía los dejo en tierra firme. Mientras caminaban, William siguió hablando, “Ese capitán Kidd, ¡Personaje apasionante! Gracias a él, salí favorecido.” Poe le preguntó, “¿Qué sabes de semejante personaje?” Enseguida, William dijo, “¡Mira, una estrella de mar! Son celenterados, pero hablábamos de Kidd!” Poe le dijo, “Un tipo apasionante, decías…” 
     William continuó, “¡Apasionante y mucho! William Kidd, mi tocayo, nacido tal vez en Grenock, Inglaterra, en 1645. Sería fácil hablar de sus años como pirata, algo tardío, la rutina de abordo, los desmanes, pero no le hacemos justicia, ¿No nos remontamos a sus primeras actividades? De su niñez nada se sabe, pero vino a residir a América, Nueva Inglaterra, y ya era un marino avezado, con prestigio bien ganado en todos los puertos. Era apuesto, talentoso y audaz, por lo cual en su vida social, logró aprecios y amoríos. En las Antillas se distinguió defendiendo pertenencias británicas contra los franceses. Tanto en tierra como en mar, Kidd demostró una extraordinaria pericia para el combate, causando bajas importantes a los franceses.
     Eso le valió varias condecoraciones y una fama que ya no se apartaría de él hasta su muerte, que ocurriría mucho mas tarde a sus 56 años. También en otros ámbitos gozó de admiradoras, y se movió con soltura en todos los extremos sociales como un aventurero lleno de malicia simpática. En 1695, obtuvo el grado de capitán y una patente de corso, con la misión de reprimir la piratería que diezmaba barcos mercantes y causaba conflictos inútiles entre las potencias colonialistas.
     Fue un azote para los bandidos, ¿Quién diría que a la postre acabaría volviéndose bandido él mismo? Cuando entendió que siéndolo ganaba infinitamente más que con un sueldo regular como capitán inglés, se transformó en poco tiempo en una leyenda viviente. De 1697 a 1699 ejerció sus lucrativas actividades alrededor de África, sobre todo en las inmediaciones de la isla de Madagascar.
     Es incalculable la riqueza que acumuló en mercaderías, joyas, dinero y otros bienes…y podemos considerar que lo que hallámos es solo uno de tantos tesoros enterrados aquí y allá…Por último al volver a América fue arrestado y enviado a Londres, donde lo juzgaron. Murió en la horca, tan cruentamente como había vivido.”
       Poe le dijo, “Muy bien Legrand, ¿Para qué volvió a América? ¿Acaso para arriesgarse en un lugar plagado de compatriotas que pedían su cabeza?” William le dijo, “Eso nunca se sabrá, Edgar, ¡Misterios!”
     Enseguida, William miró hacia donde estaban los restos de un barco, y dijo, “¡Mira aquello! Son los restos del antiquísimo naufragio…tal vez en ese barco navegó Kidd…” Poe dijo, “Echémosle un vistazo.” Callados, sintiendo flotar aún sobre ellos el enigma de aquel marino tempestuoso observaron los restos semihundidos. William dijo, “Por ahí, Júpiter localizó el pequeño pergamino.” Poe preguntó, “¿Cómo llegó hasta ahí? ¡Tampoco lo sabemos Legrand!”     
   Poe le dijo, “Soy escritor, ya lo sabes, ¡Me gustan los misterios! Y ante lo que se ignora, puedo dejar correr la imaginación, ¿Verdad? Así pues oye esto. ¡Imposible suponer que el pergamino estuvo varios siglos en la playa, a merced de vientos lluvias y mareas! Más lógico y probable es que en algunas de estas maderas duras embreadas, hubiese un hueco donde estuvo escondido y a salvo el mensaje cifrado. Al fin el tiempo rompió esa madera.

     El viento hizo volar el plano. Ahí lo recogió Júpiter, y fue una suerte que no volara hacia el agua, donde se habría perdido para siempre.” William le dijo, “Unes el rigor lógico a la fantasía, en forma perfecta, ¿Qué más se te ocurre amigo?” Poe continuó, “¿A qué vino Kidd a América? A jugar con el peligro, si pero a algo más importante: a desembarcar en estas solitarias costas dónde estamos y, a traer algo.”
      Poe empezó a imaginar, “Casi puedo ver aquel desembarco.” Poe imaginaba como bajaban un cofre de la cubierta de un barco a una lancha a través de un sistema de poleas. En la imaginación de Poe, un hombre desde cubierta gritaba, “¡Cuidado, bájenlo con precaución! ¡Si el cofre cae al agua caerán varias cabezas!” Dos hombres, acaso los más fieles subordinados de Kidd, irían con él a algún punto secreto en tierra firme. Lo más seguro es que Kidd ya tenía una idea formada al respecto. Poe en su narración, imaginaba que al mirar hacia el acantilado, Kidd pensaría, “Pude ver desde desde el mar ese acantilado que parece un castillo.”
     Suponía Poe que ante todo, Kidd debe haber hecho enterrar en la playa el cofre, hasta en tanto no hallara escondite mejor. Luego tal vez recorrió la zona buscando referencias, mojones, puntos de localización para el mapa. La roca entonces se llamaría “Posada del Obispo” más que “Hotel” como lo tradújo Legrand, porque en aquella época no existían los hoteles. Así, Kidd se habría ubicado en la silla del diablo y habría buscado un punto con su catalejo, hasta escoger aquel árbol. ¡Kidd resolvería su problema! ¡El resto sería usar bien los instrumentos de medición y enterrar el tesoro!
     Más tarde de vuelta en el Galeón, usó su clave cifrada y la escribió sobre el pergamino, usando una tinta invisible. ¡Luego lo escondió!
     Legrand le dijo a Poe, “¿Es todo? ¡Su deducción me apasiona!” Poe le dijo, “No, aún falta un detalle, ¡El entierro del tesoro!” Poe continuó, “Imagínate la escena: Los piratas cavan. Kidd espera maquinando el final perfecto: Un secreto inviolable. Los ayudó a meter el cofre mas, cuando lo acomodaban allí abajo, el hombre no tuvo piedad. Disparó sobre ellos. Acaso los remató con la pala y él mismo tapó con tierra. ¡Recién fue que regresó al bote, remó hasta el galeón. No dijo una palabra sobre los ausentes y trazó aquel plano.”

   Legrand dijo, “¡Terrible! Y, sin embargo, quizás fue lo que ocurrió.” Poe le dijo, “¡Es muy probable que ya viste los dos esqueletos!” Así, acaba este relato, mezcla de ficción e historia, en donde Poe hizo alarde de su ingenio deductivo y policiaco, y así también de su imaginación.                            
Tomado de Novelas Inmortales, Año X, No. 508, Agostos de 1987. Novedades Editores S.A. de C.V. Guión: Raúl Prieto Cab. Adaptación: José Escobar.

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