viernes, 4 de marzo de 2016

Literatura Norteamericana Fines del siglo XIX

     En los años de la posguerra, se consuma la unión con varios nuevos estados, y la sociedad norteamericana se vuelve aún mas bulliciosa y pujante. El rápido desarrollo de la industria, la extensión del ferrocarril hasta el Pacifico, y las nuevas perspectivas de prosperidad, relegan a segundo plano las antiguas inquietudes filosóficas. Un signo de los tiempos, es el súbito interés que despierta todo lo relativo al “Oeste,” y con este nombre se designaba entonces cualquier territorio situado mas allá de los Montes Alleghany.
     El escritor más importante de esas tierras fue, sin duda, Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), que se dio a conocer mejor como, “Mark Twain” (el apodo se vincula con la navegación en el Misisipi: fue la señal que gritaban en el barco-guía para indicar la profundidad de agua). Nacido en Misuri, Twain, como Withman, es aprendiz de impresor; luego recorre el Misisipi como piloto, escribe para los periódicos, se convierte en popular conferencista, y finalmente se radica en Nueva Inglaterra. Sus mejores libros tratan de la primera parte de su vida en el Misisipi: Las Aventuras de Huckleberry Finn.
     Son cuentos emocionantes y llenos de vida, basados en los recuerdos de una adolescencia libre y despreocupada, en las pequeñas ciudades a orillas del gran rio.
     En otros libros y en numerosos cuentos, Twain exhibe agudo sentido del humor que llega a la sátira. Tanto sus rudos compatriotas como los europeos con sus aires de superioridad, son blanco de sus bromas, pero casi siempre es el sagaz norteamericano el que triunfa. Inocentes en el Extranjero; Un Yanqui en la Corte del Rey Arturo. Una de las mayores contribuciones de Mark Twain a las letras de su país, fue el empleo del idioma oral norteamericano, usando el lenguaje diario de la gente común como medio literario, deleitándose con su realismo y espontaneidad, y rompiendo definitivamente con las decorosas tradiciones británicas de Boston.
     En el sur también, después de las amargas experiencias de la guerra, surgen los humoristas; Joel Chandler Harris (1848-1908), aunque blanco, elige temas del folclor negro sureño.
     La tendencia hacia el realismo se manifiesta primero en el análisis de los aspectos más sórdidos de la nueva prosperidad. Su representante mas distinguido fue William Dean Howells (1837-1920). Nacido en el oeste e hijo de un impresor pobre fue en gran parte autodidacta. Sin embargo, logró convertirse en una de las figuras literarias más prominentes de América. Como editor, crítico, y novelista, ejerció su dominio en el mundo de las letras durante casi medio siglo. El Ascenso de Silas Lapham, describe la vida de los nuevos ricos, sorprendidos, sin preparación alguna, en la posición privilegiada que les otorga su fortunas. Un Riesgo de las Nuevas Fortunas, introduce por primera vez en la novela norteamericana, el tema del movimiento obrero y de una huelga.
     Otros importantes escritores de tendencia realista fueron: Frank Norris (1870-1902), quien implacablemente, expuso los monopolios que dominaban la economía norteamericana, y Jack London (1876-1916), quien explotó sus experiencias de periodista en narraciones llenas de vida y de un socialismo sentimental.
     El creciente interés de los lectores por los problemas sociales y económicos se evidencio mejor en el éxito comercial de, Mirando Atrás, que alcanzó ventas sin precedente.
     Se trataba de una fantasía utópica de Edward Bellamy (1850-1898) sobre la vida en una sociedad que se fundára en principios racionales en vez de la ley de la jungla.
     Las dos figuras más importantes de esta época, desafían cualquier intento de clasificación. Emily Dickinson (1830-1886) vivió recluida en la casa paterna en Amherst, Massachusetts. Casi todos sus poemas quedaron inéditos hasta muchos años después de su muerte, pero, al publicarse, sorprendieron por su modernismo. Escribió versos breves, forjados admirablemente, aunque con desafío consiente de las reglas de la prosodia, usando imágenes audaces.
     El novelista Henry James (1843-1916) fue en cambio un escritor muy prolífico. Perteneció  a una familia culta y adinerada de Nueva York, pero pronto se trasladó a Boston, donde, junto con su hermano, el filosofo William James, integró los famosos “Braminos.”
     Pasó gran parte de su vida adulta en Europa, y cuando estalló la Primera Guerra Mundial, se hizo súbdito británico como señal de protesta por la tardanza de los Estadios Unidos en ayudar a los aliados.
     Sus numerosas novelas y relatos breves, constituyen variaciones sobre sus temas predilectos: el carácter norteamericano contrastado con el europeo, y la influencia del ambiente sobre el comportamiento moral del individuo. En su intento de explorar hasta el fondo los misterios de la conciencia humana, discerniendo los más finos matices y sutilezas, James es el precursor de los autores de novelas psicológicas.
     Desarrolló un estilo fluido y sinuoso, que se adapta admirablemente a su pensamiento, y dio prueba de su gran preocupación por la estructura de sus novelas. Sus ensayos sobre éste género literario, se consideran hoy como clásicos. Entre sus obras más conocidas figuran: El Retrato de Una Dama, Lo Que Sabia Maitise, Los Embajadores, El Tazón de Oro.
Tomado de : Enciclopedia Autodidacta Quillet, Tomo I. Editorial Cumbre S.A. México 1977. Grolier. Pags. 480 y 481.                                                                       

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