lunes, 4 de febrero de 2019

Otelo de William Shakespeare

     Otelo o La Tragedia de Otelo, el Moro de Venecia, es una tragedia de William Shakespeare, que se cree que se escribió en 1603. Se basa en la historia titulada, Un Capitano Moro, o Un Capitán Moro,  de Cinthio, un discípulo de Boccaccio, publicada por primera vez en 1565. La historia gira en torno a sus dos personajes centrales: Otelo, un general moro en el ejército veneciano, y su alférez infiel, Yago. Debido a sus variados y duraderos temas de racismo, amor, celos, traición, venganza y arrepentimiento, Otelo todavía se presenta en el teatro profesional y comunitario por igual, y ha sido la fuente de numerosas adaptaciones operísticas, cinematográficas y literarias.
Personajes
• Otelo: General en el ejército veneciano.
• Desdémona: Esposa de Otelo; hija de Brabancio.
• Yago: el alférez de confianza de Otelo, pero celoso y traidor.
• Cassio: El capitán leal y más querido de Otelo.
• Bianca: La amante de Cassio.
• Emilia: La esposa de Yago y la sirvienta de Desdémona.
• Brabancio: Senador veneciano y padre de Desdémona.
• Rodrigo: Disoluto veneciano, enamorado de Desdémona.
• Dux de Venecia
• Gratiano: Hermano de Brabancio.
• Lodovico: Pariente de Brabancio y hermano del primo de Desdémona.
• Montaño: El antecesor veneciano de Otelo en el gobierno de Chipre.
• Payaso: Criado
• senadores
• marinero
• Oficiales, señores, mensajeros, heraldos, asistentes, músicos, etc.
Sinopsis
Acto I
     Rodrigo, un caballero adinerado y disolúto, se queja con su amigo Yago, un alférez, de que no le ha contado sobre el matrimonio secreto entre Desdémona, la hija de un senador llamado Brabancio, y Otelo, un general moro del ejército veneciano. Rodrigo está molesto porque áma a Desdémona, y le había pedido a su padre, su mano en matrimonio.
     Yago odia a Otelo por haber promocionado militarmente a un hombre más joven  que él, llamado Cassio, a quien Yago considera un soldado menos capaz que él mismo, y le dice a Rodrigo que planea usar a Otelo para su propio beneficio. Yago convence a Rodrigo que vaya a la casa de Brabancio y lo despierte, y que le cuente sobre el escape de su hija. Mientras esto sucede, Yago se escapa solo para encontrar a Otelo, y advertirle que Brabancio vendrá por él.
     Brabancio, provocado por Rodrigo, se enfurece y jura no descansar hasta enfrentar a Otelo, pero encuentra la residencia de Otelo llena de guardias del duque de Venecia, quienes evitan la violencia. En ese momento llegan noticias de que los turcos van a atacar a Chipre, por lo que Otelo es convocado para avisar a los senadores. Brabancio no tiene más remedio que acompañar a Otelo a la residencia del duque, donde acusa a Otelo de seducir a Desdémona por brujería.
     Otelo se defiende ante el duque de Venecia, los parientes de Brabancio, Ludovico y Graciano, y varios senadores. Otelo explica que Desdémona se enamoró de él por las historias tristes y convincentes que contó de su vida antes de Venecia, no por brujería. El senado está satisfecho, una vez que Desdémona confirma que ama a Otelo, pero Brabancio se va diciendo que Desdémona va a traicionar a Otelo: “Mírala, Moro, si tienes ojos para ver: / Ella ha engañado a su padre, y puede que a ti también." ( Acto I, Escena 3). Yago, todavía en la habitación, toma nota de la observación de Brabancio. Por orden del duque, Otelo abandona Venecia para comandar a los ejércitos venecianos contra los turcos invasores en la isla de Chipre, acompañado por su nueva esposa, su nuevo teniente Cassio, su alférez Yago, y la esposa de Yago, Emilia, como asistente de Desdémona.
Acto II
     El grupo llega a Chipre para descubrir que una tormenta ha destruido la flota turca. Otelo ordena una celebración general y sale a consumar su matrimonio con Desdémona. En su ausencia, Yago emborracha a Cassio, y luego persuade a Rodrigo para llevar a Cassio a una pelea. Montaño intenta calmar a un Cassio enojado y borracho, pero terminan peleando entre sí. Montaño termina lesionado por la lucha. Otelo vuelve a entrar y pregunta a los hombres sobre lo que sucedió. Otelo culpa a Cassio por la pelea y lo despoja de su rango. Cassio está angustiado. Yago convence a Cassio para que le pida a Desdémona que convenza a su esposo de reintegrarlo a su puesto.
Acto III
     Yago ahora persuade a Otelo a sospechar de Cassio y Desdémona. Cuando Desdémona deja caer un pañuelo (el primer regalo que Otelo le dio a ella), Emilia lo encuentra y se lo da a su marido Yago, a petición suya, sin saber qué planea hacer con él. Otelo vuelve a entrar y jura con Yago la muerte de Desdémona y Cassio, después de lo cual convierte a Yago en su teniente. El acto III, escena 3 se considera el punto de inflexión de la obra, ya que es la escena en la que Yago siembra con éxito las semillas de la duda en la mente de Otelo, inevitablemente sellando el destino de Otelo.
Acto IV
     Yago coloca el pañuelo en el alojamiento de Cassio, luego le dice a Otelo que observe las reacciones de Cassio mientras Yago le pregunta. Yago incita a Cassio a hablar sobre su aventura con Bianca, una cortesana local, pero susurra su nombre tan silenciosamente que Otelo cree que los dos hombres están hablando de Desdémona. Más tarde, Bianca acusa a Cassio de darle un regalo de segunda mano que había recibido de otro amante. Otelo ve esto, y Yago lo convence de que Cassio recibió el pañuelo de Desdémona.
     Enfurecido y herido, Otelo decide matar a su esposa y le dice a Yago que máte a Cassio. Otelo procede a hacer que la vida de Desdémona sea miserable y la golpea frente a los nobles venecianos. Mientras tanto, Rodrigo se queja de que no ha recibido resultados de Yago a cambio de su dinero y sus esfuerzos para ganar a Desdémona, pero Yago lo convence de que máte a Cassio.
Acto V
     Rodrigo, después de haber sido manipulado por Yago, ataca a Cassio en la calle después de que Cassio abandona los alojamientos de Bianca. Cassio hiere a Rodrigo. Durante la pelea, Yago viene de detrás de Cassio y se corta gravemente la pierna. En la oscuridad, Yago logra ocultar su identidad, y cuando Ludovico y Graciano escuchan los gritos de ayuda de Cassio, Yago se une a ellos. Cuando Cassio identifica a Rodrigo como uno de sus atacantes, Yago apuñala a Rodrigo en secreto para evitar que revele la trama. Yago entonces acusa a Bianca de la conspiración fallida para matar a Cassio.
     Otelo se enfrenta a Desdémona, y luego la estrangula en su cama. Cuando Emilia llega, Desdémona defiende a su esposo antes de morir, y Otelo acusa a Desdémona de adulterio. Emilia pide ayuda. Llega el ex gobernador Montaño, con Graciano y Yago. Cuando Otelo menciona el pañuelo como prueba, Emilia se da cuenta de lo que ha hecho su marido Yago, y ella lo expone, con lo cual él la mata. Otelo, dándose cuenta tardíamente de la inocencia de Desdémona, apuñala a Yago pero no fatalmente, diciendo que Yago es un demonio y que preferiría que viviera el resto de su vida con dolor.
     Yago se niega a explicar sus motivos, prometiendo guardar silencio a partir de ese momento. Ludovico detiene a Yago y Otelo por los asesinatos de Rodrigo, Emilia y Desdémona, pero Otelo se suicida. Ludovico nombra a Cassio como el sucesor de Otelo y lo exhorta a castigar a Yago con justicia. Luego denuncia a Yago por sus acciones y se va para contar a los demás lo que ha sucedido.
Fuentes
     Otelo es una adaptación de la historia del escritor italiano Cinthio, “Un Capitano Moro,” (“Un Capitán Moro”) de su libro, “Gli Hecatommithi” (1565), una colección de cien cuentos al estilo de, “El Decamerón,” de Giovanni Boccaccio.
     En la época de Shakespeare no estaba disponible la traducción al inglés de Cinthio, y los ecos verbales en Otelo están más cerca del original italiano, que de la traducción francesa, de 1584, de Gabriel Chappuy. El relato de Cinthio puede haberse basado en un incidente real ocurrido en Venecia, alrededor de 1508. También se asemeja a un incidente descrito en el cuento anterior de “Las Tres Manzanas,” una de las historias narradas en, “Las Mil y Una Noches” o “Noches Árabes.”  
     Desdémona es el único personaje con nombre en el relato de Cinthio, con sus otros pocos personajes identificados solo como el “Moro,” el “Líder de Escuadrón,” el “Alférez” y la “Esposa del Alférez” correspondientes en la obra, a Otelo, Cassio, Yago y Emilia). Cinthio dibujó una moraleja, que colocó en la boca de Desdémona, de que no es prudente que las mujeres europeas se casen con hombres temperamentales de otras naciones.  La historia de Cinthio ha sido descrita como una, “advertencia en parte racista,” sobre los peligros del mestizaje.
     Mientras Shakespeare seguía de cerca el relato de Cinthio al componer Otelo, se apartó de él con algunos detalles. Brabancio, Rodrigo y varios personajes menores, no se encuentran en Cinthio, por ejemplo, y la Emilia de Shakespeare participa en la travesura del pañuelo, mientras que su contraparte en Cinthio, no lo hace. A diferencia de Otelo, en Cinthio, el “Alférez” (Yago de la obra) codicia después a Desdemona, y es incitado a vengarse, cuando ella lo rechaza. Las escenas iniciales de Shakespeare son exclusivas de su tragedia, al igual que la tierna escena entre Emilia y Desdémona mientras la dama se prepara para la cama.
     La diferencia más sorprendente entre Shakespeare y Cinthio en la obra, es la forma en que muere su heroína. En Shakespeare, Otelo asfixia a Desdémona, pero en Cinthio, el “Moro” encarga al “Alférez” que asesine a su esposa, con una media llena de arena. Cinthio describe cada golpe espantoso y, cuando la dama está muerta, el “Alférez” y el “Moro” colocan su cuerpo sin vida sobre su cama, le destrozan el cráneo y hacen que el techo roto sobre la cama se derrumbe sobre ella, dando la impresión de que las vigas que cayeron, causaron su muerte. En Cinthio, los dos asesinos escapan a la detección.
    El “Moro” entonces extraña mucho a Desdémona, y llega a aborrecer la mirada del “Alférez.” El “Moro” lo degrada, y se niega a tenerlo en su compañía. El “Alférez” luego busca venganza, revelando al, “líder de escuadrón” la participación del “Moro” en la muerte de Desdémona. Ambos, tanto el “Moro” como el “Líder del escuadrón,” parten de Chipre hacia Venecia, y el “Moro” es denunciado ante la Señoría Veneciana.
     El “Moro” es arrestado, llevado a Venecia, y torturado; se niega a admitir su culpabilidad y es condenado al exilio. Los parientes de Desdémona eventualmente lo encuentran, y lo matan. El “Alférez,” sin embargo, continúa sin ser relacionado con la muerte de Desdémona, pero se involucra en otros crímenes mientras se encuentra en Venecia. Es arrestado y muere después de ser torturado. La “Esposa de alférez” de Cinthio, quien en la obra es Emilia, sobrevive a la muerte de su esposo para contar su historia.
     El “Moro” de Cinthio es el modelo para el Otelo de Shakespeare, pero algunos investigadores creen que el poeta también se inspiró en varias delegaciones moras de Marruecos a la Inglaterra isabelina alrededor de 1600.
     Otra posible fuente fue la Descripción de África por Leo Africanus. El libro fue un gran éxito en Europa, y se tradujo a muchos otros idiomas, luego se mantuvo como una obra de referencia definitiva durante décadas, y, en cierta medida, siglos. Una traducción al inglés de John Pory, apareció en 1600 bajo el título, A Geographical Historie of Africa, Written in Arabicke and Italian, by Iohn Leo a Moor ... en la forma en que Shakespeare pudo haberlo visto, y reformulado pistas al crear el personaje de Otelo.
     Mientras proporcionaba la fuente de la trama, el libro no ofrecía nada sobre el sentido del lugar de Venecia o Chipre. Para saber sobre el lugar en donde colocar la trama, Shakespeare pudo haber usado, The Commonwealth and Government of Venice de Gasparo Contarini, en la traducción de Lewes Lewkenor, en 1599.
Fecha y Contexto
     La primera mención de la obra se encuentra en un reporte de 1604,  del Maestro de Ceremonias, que registra que en el, “Día de Hallamas, siendo el primero de Nouembar ... los actores reales del Rey” realizaron “Una obra en el Banketing House, en Whit Hall, llamada, El Moro de Venecia.” La obra se atribuye a “Shaxberd.”
    El registro de la Oficina de los Maestros de Ceremonias, fue impresa por primera vez por Peter Cunningham, en 1842, y, aunque su autenticidad fue cuestionada, ahora se considera genuina, como autenticada por A.E. Stamp, en 1930.  Basándose en su estilo, la obra suele tener una fecha de 1603 o 1604, pero se han presentado argumentos para fechas tan antiguas como 1601 o 1602.
La obra fue ingresada en el Registro de la Compañía de Stationers, el 6 de octubre de 1621, por Thomas Walkley, y fue publicada por primera vez en,  en el formato de quarto, o folleto por él, en 1622:
“La Tragedia de Otelo, el Moro de Venecia. Como ha sido diversas veces, actuada en el Globe, y en el Black-Friers, por sus Maestros Sirvientes. Escrita por William Shakespeare. Londres. Impresa por NO [Nicholas Okes] para Thomas Walkley , y se venderá en su tienda, en Eagle and Child, en Brittans Bursse, 1622.”
     Un año más tarde, la obra se incluyó entre las obras del Primer Folio de las obras de Shakespeare. Sin embargo, la versión en el Folio es bastante diferente en cuanto a longitud y redacción: como explican los editores de la edición de Folger: “La obra del Folio tiene alrededor de 160 líneas que no aparecen en el Quarto. Algunas de estas se agrupan en pasajes bastante extensos. El Folio también carece de una docena de líneas o líneas parciales que se encuentran en el Quarto. Estas dos versiones también difieren entre sí en sus lecturas de numerosas palabras."  
     Los académicos difieren en sus explicaciones de estas diferencias. Kerrigan sugiere que la versión de Folio de Otelo de 1623 y varias otras obras pueden haber sido eliminadas en relación con el Quarto para cumplir con la Ley de 1606 para Restringir los Abusos, el cual convertía en un delito que, “en cualquier obra en el escenario, Interludio, Muestra, Juego de Mayo, o Desfile, y profanara el hablar, o versar el Santo Nombre de Dios, o de Cristo Jesús, o del Espíritu Santo, o de la Trinidad.”  
     Esto no es incompatible con la sugerencia de que el Quarto se basa en una versión anterior de la obra, mientras que el Folio representa la versión revisada de Shakespeare. También pudo haber sido que el Quarto se haya reducido en la imprenta, para cumplir con un número fijo de páginas. Las ediciones más modernas son basadas en la versión más larga de Folio, pero a menudo incorporan lecturas de palabras del Quarto, cuando el texto de Folio parece estar equivocado. Tambien fueron publicados Quartos en 1630, 1655, 1681, 1695, 1699 y 1705.
Temas
Yago contra Otelo
     Aunque su título sugiere que la tragedia pertenece principalmente a Otelo, Yago juega un papel importante en la trama. Refleja al villano arquetípico y es el personaje que tiene la mayor parte del diálogo. En Otelo, es Yago quien manipula a todos los demás personajes a voluntad, controlando sus movimientos y atrapándolos en una intrincada red de mentiras. Lo logra al acercarse a todos los personajes, y jugar con sus debilidades mientras se refieren a él como un Yago “honesto,” lo que aumenta su control sobre los personajes. A. C. Bradley, y más recientemente Harold Bloom, han sido los principales defensores de esta interpretación.  Otros críticos, sobre todo a finales del siglo XX, después de F. R. Leavis, se han centrado en Otelo.
Racismo
     Aunque los personajes descritos como “moros” aparecen en otras dos obras de Shakespeare, a saber, Titus Andronicus y El Mercader de Venecia, tales personajes eran una rareza en el teatro de la época, y era desconocido para ellos tomar el centro del escenario.
     No hay consenso sobre el origen étnico de Otelo. E. A. J. Honigmann, el editor de la edición de Arden Shakespeare, concluyó que la etnicidad de Otelo es ambigua. “Las representaciones de los Moros en el Renacimiento eran vagas, variadas, inconsistentes y contradictorias. Como lo han establecido los críticos, el término “Moro” se refería a las personas de piel oscura en general, usadas indistintamente con términos como, ‘Africano’ , ‘Somalí' Etíope’ , ‘Negro’ , ‘Árabe’, ‘Bereber’ e incluso, ‘Indio’ para designar una figura de África, o más allá.”
     Existen varios usos de la palabra negro, por ejemplo, “Feliz Porque soy negro,” por lo que no hay pruebas suficientes para una clasificación racial precisa, argumenta Honigmann, ya que el negro podría significar simplemente moreno para los isabelinos. Yago usa dos veces la palabra Barbary o Barbarian para referirse a Otelo, aparentemente refiriéndose a la costa de Barbary habitada por bereberes. Rodrigo llama a Otelo, “el de los labios gruesos,” lo que parece referirse a la fisonomía del África subsahariana, pero Honigmann responde que, como todos estos comentarios son insultos de los personajes, no es necesario que se tomen literalmente.
     Sin embargo, Jyotsna Singh escribió que la oposición de Brabancio hacia el matrimonio entre Desdémona y Otelo, quien es un general respetado y honrado, no puede tener sentido excepto en términos raciales, citando la escena donde Brabancio acusa a Otelo de usar la brujería para hacer que su hija se enamore de él, diciendo que es, “antinatural” para Desdémona desear el, “pecho holliniento” de Otelo. Singh argumentó que, dado que las personas con complexión oscura son comunes en el área del Mediterráneo, que un senador veneciano como Brabancio, se oponga a que Desdémona que se case con Otelo por ser simplemente moreno, no tiene sentido, y que el personaje de Otelo estaba destinado a ser negro.
     Michael Neill, editor de The Oxford Shakespeare, señala que las primeras referencias críticas al color de Otelo, siendo a saber una de ellas la crítica de la obra realizada por Thomas Rymer en 1693, y el grabado de 1709 en la edición de Shakespeare de Nicholas Rowe, asumen que Otelo es subsahariano, mientras que la más antigua interpretación norteafricana conocida, no fue hasta la producción de Edmund Kean, de 1814.
     Honigmann discute la opinión de que Abd el-Ouahed ben Messaoud, embajador moro del rey árabe de Barbary (Marruecos) ante la reina Isabel I, en 1600, fue una inspiración para Otelo. Él se quedó con su séquito en Londres durante varios meses, y causó mucha discusión. Si bien la obra de Shakespeare se escribió solo unos pocos años después, Honigmann cuestiona la opinión de que el propio Ben Messaoud fue una influencia significativa en él.
Otelo es referido como un, “caballo de Berbería” (1.1.113) y un, “moro lascivo” (1.1.127). En 3.3, Otelo denuncia el supuesto pecado de Desdémona, como, “negro como mi propia cara.” La blancura física de Desdémona se presenta de otro modo en oposición a la piel oscura de Otelo: 5.2 “esa piel más blanca que la nieve.” Yago le dice a Brabancio que, “un viejo carnero negro / está golpeando a tu oveja blanca” (1.1.88). En el discurso isabelino, la palabra “negro” podría sugerir varios conceptos que se extendían más allá del color físico de la piel, incluida una amplia gama de connotaciones negativas.
     Otelo se presentó con frecuencia como un moro árabe durante el siglo XIX. Fue interpretado por primera vez por un hombre negro, en el escenario de Londres en 1833, por el más importante de los Otelos del siglo XIX, el afroamericano Ira Aldridge, quien se vio obligado a abandonar su país de origen para hacer su carrera.
     Independientemente de lo que Shakespeare pretendía al llamar a Otelo un “Moro,” ya sea porque Otelo era un musulmán o un hombre negro o ambos, en el siglo XIX y en gran parte del siglo XX, muchos críticos tendían a ver la tragedia en términos raciales. ver los matrimonios interraciales como “aberraciones” que podrían terminar mal. Dada esta opinión de Otelo, la obra se volvió especialmente controvertida en la Sudáfrica del apartheid, donde se prohibieron los matrimonios interraciales y se desalentaron las actuaciones de Otelo.
     La primera gran producción de pantalla que incluyó a un actor negro en el papel de Otelo, no llegó hasta 1995, con Laurence Fishburne junto a Yago de Kenneth Branagh. En el pasado, Otelo a menudo había sido representado por un actor blanco con cara negra o con una máscara negra: los actores más recientes que eligieron “ennegrecer” incluyen a Ralph Richardson (1937); John Gielgud (1961); Laurence Olivier (1964); Anthony Hopkins (1981) y Orson Welles (1952).  
     El pionero actor negro estadounidense, Paul Robeson, desempeñó el papel en tres producciones diferentes, entre 1930 y 1959. El casting del papel viene con un subtexto político. Patrick Stewart interpretó el papel junto con un elenco completamente negro, en la presentación de la obra de Shakespeare Theatre Company en 1997,  y Thomas Thieme, también de raza blanca, interpretó a Otelo, en una presentación en el Teatro de la Cámara de Munich, en el 2007.
     En el Teatro Royal Shakespeare, Stratford, Michael Gambon también tomó el papel en 1980 y 1991; sus actuaciones fueron aclamadas por la crítica.  Carlo Rota, de origen mediterráneo (italiano británico), interpretó al personaje en la televisión canadiense, en 2008.
     La raza étnica del principal protagonista que lleva su nombre por titulo de la obra, se ve a menudo, como la forma que utilizó Shakespeare, para aislar al personaje, tanto cultural como visualmente, de los nobles y oficiales venecianos, y el aislamiento puede parecer más genuino cuando un actor negro asume el papel. Pero las cuestiones de raza no pueden reducirse a una simple decisión de elegir un solo rol. En 1979, la producción de Keith Fowler de Otelo, combinó las raza a través de toda la compañía de teatro.
     Producida por la American Revels Company en el Empire Theatre (rebautizada como November Theatre en 2011) en Richmond, Virginia, ésta producción fue protagonizada por el actor afroamericano Clayton Corbin en el papel principal, con Henry K. Bal, un actor de origen étnico hawaiano, en el papel de Yago, mezclando las razas. El ejército de Otelo estaba compuesto por mercenarios blancos y negros. La esposa de Yago, Emilia, fue interpretada por la popular actriz negra, Marie Goodman Hunter.  La producción de 2016 en el, New York Theatre Workshop, dirigida por Sam Gold, también usó efectivamente un elenco de razas mixtas, protagonizada por los actores ingleses David Oyelowo, como Otelo, y Daniel Craig, como Yago. Desdémona fue interpretada por la actriz estadounidense, Rachel Brosnahan, Cassio fue interpretada por Finn Wittrock, y Emilia interpretada por Marsha Stephanie Blake.
     Cuando la Reforma Protestante de Inglaterra proclamó la importancia de un comportamiento piadoso y controlado en la sociedad, la tendencia social del inglés contemporáneo, se inclinó a desplazar las cualidades “indeseables” de la barbarie, la traición, los celos y la libidinidad de la sociedad, hacia aquellos que se consideran “otros.” Las supuestas características de los hombres negros, o “el otro,” fueron instigadas y popularizadas por los renacentistas de la época; por ejemplo, la traición de hombres negros inherente a, La Batalla de Alcázar, de George Peele (1588).  Se ha argumentado que es la “otredad” de Otelo, lo que lo hace tan vulnerable a la manipulación. Las audiencias de la época esperarían que Otelo, se sienta inseguro sobre su raza, y la brecha de edad implícita, entre él y Desdémona.
Religioso y Filosófico.
     El título “Moro” implica un “otro” religioso de ascendencia norteafricana, o del Medio Oriente. Aunque la definición racial real del término es turbia, las implicaciones son tanto religiosas como raciales.  Muchos críticos han notado referencias a la posesión demoníaca, a lo largo de la obra, especialmente en relación con el ataque de epilépsia de Otelo, un fenómeno a menudo asociado con la posesión demoniaca, según la conciencia popular de la época. Thomas M. Vozar, en un artículo de 2012, en la publicación periódica académica, Philosophy and Literature, sugiere que el ataque epiléptico se relaciona con el problema mente-cuerpo y la existencia del alma.
El Héroe
     Ha habido muchos puntos de vista diferentes sobre el personaje de Otelo a lo largo de los años. A.C. Bradley llama a Otelo el, “más romántico de todos los héroes de Shakespeare” Hay que tomar en cuenta que por “héroe,” Bradley se refiere a protagonista y “el mejor poeta de todos.” Por otro lado, F.R. Leavis describe a Otelo como “egoísta.” Hay quienes también adoptan un enfoque menos crítico con el personaje de Otelo, como William Hazlitt, quien dijo: “la naturaleza del moro es noble ... pero su sangre es del tipo más inflamable.”
Historial de las Presentaciones
Siglos anteriores al siglo XX.
Otelo posee un registro de presentaciones inusualmente detallado. La primera actuación ciertamente conocida, ocurrió el 1ro. de noviembre de 1604, en el Whitehall Palace de Londres, siendo mencionada en un registro de los Maestros de Ceremonias, en el “Día de Hallamas, siendo la primera de Nouembar,” en 1604, cuando, “los actores reales el rey” realizaron, "una obra de teatro en el Banketinge House, en Whit Hall llamada, El Moro de Venecia.”
     La obra se atribuye a “Shaxberd.” Las actuaciones posteriores tuvieron lugar el lunes 30 de abril de 1610 en el Globe Theatre y en Oxford, en septiembre de 1610.  El 22 de noviembre de 1629, y el 6 de mayo de 1635, se presentó en el Blackfriars Theatre. Otelo fue también una de las veinte obras teatrales de los Hombres del Rey durante el invierno de 1612, en celebración de la boda de la princesa Isabel y Federico V, Elector Palatino.
     Al comienzo de la era de la Restauración, el 11 de octubre de 1660, Samuel Pepys vio la obra en el Teatro Cockpit. Nicholas Burt interpretó el papel principal, con Charles Hart como Cassio; Walter Clun se ganó la fama por su Yago. Poco después, el 8 de diciembre de 1660, la nueva King's Company de Thomas Killigrew, realizó la obra en su Teatro Vere Street, con Margaret Hughes como Desdémona, probablemente la primera vez que una actriz profesional apareció en un escenario público en Inglaterra.
Puede ser un referencia del poder de la obra, el ver que Otelo fue una de las pocas obras de Shakespeare que nunca se adaptó y cambió, durante la Restauración y el siglo XVIII.
     Cuando Shakespeare recobró popularidad entre los románticos franceses del siglo XIX, el poeta, dramaturgo y novelista Alfred de Vigny, creó una traducción al francés de Otelo, titulada, Le More de Venise, que se estrenó en la Comédie-Française el 24 de octubre de 1829.
     Entre los famosos Otelos del siglo XIX, se encontraban Ira Aldridge, Edmund Kean, Edwin Forrest y Tommaso Salvini, asi también, Yagos sobresalientes fueron, Edwin Booth y Henry Irving.
Siglo 20
     La producción estadounidense más notable puede ser la puesta en escena de Margaret Webster, en 1943, protagonizada por Paul Robeson, como Otelo, y José Ferrer como Yago. Ésta producción fue la primera en América en presentar a un actor negro interpretando a Otelo, con un reparto de otra manera, completamente blanco; antes había habido producciones completamente negras de la obra.
     Funcionó para 296 actuaciones, casi el doble de tiempo que cualquier otra obra de Shakespeare que se haya producido en Broadway. A pesar de que nunca se filmó, fue la primera actuación prolongada de una obra de Shakespeare lanzada en discos, primero en un set de 78 RPM multi-registro y luego en uno de 3 LP.
     Robeson había actuado por primera vez en Londres, en 1931, en un reparto que incluía a Peggy Ashcroft como Desdémona, y Ralph Richardson, como Rodrigo, y regresaría a ella en 1959 en Stratford, en Avon, con sus coestrellas, Mary Ure, Sam Wanamaker, y Vanessa Redgrave. Los críticos tuvieron reacciones variadas a la “ostentosa” producción de 1959, que incluía acentos del medio oeste, y ritmos de batería de Rock and Roll, pero que le dio a Robeson, principalmente buenas críticas.
     WA Darlington, de, The Daily Telegraph, calificó a Otelo de Robeson, como el mejor que jamás había visto, mientras que el Daily Express, que durante años había publicado sistemáticamente artículos mordaces sobre Robeson por sus opiniones de izquierda, elogió su desempeño, “fuerte y majestuoso” Aunque a su vez, sugirió que era un, “triunfo de la presencia que no actúa.”
     Los actores han alternado los papeles de Yago y Otelo en las producciones para despertar el interés de la audiencia desde el siglo XIX. Dos de los ejemplos más notables de este intercambio de roles fueron William Charles Macready y Samuel Phelps en Drury Lane, en 1837, y Richard Burton y John Neville en The Old Vic, en 1955. Cuando la gira de Edwin Booth por Inglaterra en 1880 no tuvo una buena asistencia, Henry Irving invitó a Booth a alternar los papeles de Otelo y Yago con él en Londres. El recurso renovó el interés en la gira de Booth. James O'Neill también alternó los papeles de Otelo y Yago con Booth.
     El actor estadounidense William Marshall interpretó el papel principal en al menos seis producciones. Su Otelo fue llamado por Harold Hobson, del London Sunday Times, “el mejor Otelo de nuestro tiempo.” continuando: “... más noble que Tearle, más marcial que Gielgud, más poético que Valk. Desde su primera entrada, esbelto y magníficamente alto, enmarcado en un alto arco bizantino, vestido con un brocado de seda blanco, místico, maravilloso, una figura de romance y gracia árabes, hasta su último golpe del cuchillo en su estómago, el Sr. Marshall cabalgó sin vacilar en la enorme retórica de la obra, y al final, la casa se levantó hacia él.”
     Marshall también interpretó a Otelo en una versión musical de jazz, Catch My Soul, con Jerry Lee Lewis como Yago, en Los Ángeles, en 1968.
     Su Otelo fue capturado en el registro en 1964, con Jay Robinson como Yago, y en video, en 1981, con Ron Moody como Yago. La actuación de Broadway, en 1982, fue protagonizada por James Earl Jones como Otelo, y Christopher Plummer como Yago, quien se convirtió en el único actor en recibir una nominación al, Tony Award, por una actuación en la obra.
     Cuando Laurence Olivier dio su aclamada actuación de Otelo en el Royal National Theatre en 1964, había desarrollado un caso de miedo escénico que fue tan profundo, que cuando estuvo solo en el escenario, Frank Finlay, que estaba interpretando a Yago, tenía que permanecer en el escenario donde Olivier pudiera verlo para calmar sus nervios. Ésta actuación fue grabada completa en LP y filmada por demanda popular en 1965. Según una biografía de Olivier, las entradas para la producción teatral eran muy difíciles de conseguir.
     La versión cinematográfica aún tiene el récord de la mayoría de las nominaciones al Oscar por la actuación de una película de Shakespeare: Olivier, Finlay, Maggie Smith, como Desdémona, y Joyce Redman, como Emilia, la esposa de Yago, fueron nominadas para los Premios de la Academia. Olivier fue uno de los últimos actores blancos en ser aclamado grandemente como Otelo, aunque el papel continuó siendo interpretado por artistas como Donald Sinden, en la Royal Shakespeare Company, en 1979–1980, Paul Scofield, en el Royal National Theatre en 1980, Anthony Hopkins, en la producción de BBC Television Shakespeare (1981), y Michael Gambon, en una producción teatral en Scarborough, dirigida por Alan Ayckbourn en 1990.
     Gambon había estado en la producción anterior de Olivier. En una entrevista, Gambon comentó: “Ni siquiera fui el segundo caballero en eso. No tenía ninguna línea en absoluto. Estaba en la parte de atrás así, de pie durante una hora. [Es] lo que solía hacer - yo tenía un casco de metal, tenía un tapón para los oídos y solíamos escuchar a The Archers. Nadie lo sabía. Toda la línea solía escuchar a The Archers. Luego fui a interpretar, Otelo en Birmingham Rep I, tenía 27 años. Oliver me envió un telegrama la primera noche. Me dijo: ‘Copéame.’ Me dijo: ‘Haz lo que yo solía hacer,’ Olivier solía bajar la voz para Otelo, así que hice lo hice. Él solía ​​pintar los grandes labios negros. ‘No pudiste hacerlo hoy, te dispararán. Tenía la cara negra completamente. Y las caderas. Hice todo eso. Lo copié exactamente. Excepto que tenía una cola de caballo. Lo interpreté como un árabe. Me pegué una cola de caballo con una campana en el extremo. Pensé que eso sería bueno. Cada vez que me movía, el cabello se me ponía loco.”  
    El hechizo británico para Otelo terminó con Gambon en 1990, sin embargo, la Royal Shakespeare Company no realizó la producción de la obra en el escenario principal de Stratford, hasta 1999, cuando Ray Fearon se convirtió en el primer actor británico negro en participar, el primer hombre negro en interpretar a Otelo con la, Royal Shakespeare Company, desde Robeson.
     En 1997, Patrick Stewart asumió el papel de Otelo, con la, Shakespeare Theatre Company (Washington, DC) en una actuación de mezcla racial, con una producción de, “foto negativa” con un Otelo blanco, y con un elenco completamente negro. Stewart había querido desempeñar el papel principal desde la edad de 14 años, por lo que él y el director Jude Kelly invirtieron la obra, convirtiendo a Otelo en un comentario sobre un hombre blanco que ingresa a una sociedad negra. La interpretación del papel se ha ampliado, con compañías teatrales que seleccionan a Otelo como mujer o invierten el género de todo el elenco para explorar las cuestiones de género en el texto de Shakespeare. Las compañías teatrales también han optado por compartir el papel entre varios actores durante una actuación.
     La premiada obra teatral de la autora canadiense, Ann-Marie Mac Donald, titulada, “Goodnight Desdemona (Good Morning Juliet)” ganadora del Premio Gobernador 1990 al Merito Literario, es una revisión de “Otelo,” así como, “Romeo y Julieta” en la que un académico descifra un manuscrito críptico que cree que es la fuente original de las tragedias, y se transporta a las obras mismas.
Siglo 21
     Otelo abrió en el Donmar Warehouse en Londres el 4 de diciembre de 2007, dirigido por Michael Grandage, con Chiwetel Ejiofor como Otelo, Ewan McGregor como Yago, Tom Hiddlestonas como Cassio, Kelly Reilly como Desdémona, y Michelle Fairley como Emillia. Ejiofor, Hiddleston, y Fairley recibieron nominaciones para los Premios Laurence Olivier, con Ejiofor como ganador.
     El comediante Lenny Henry, interpretó a Otelo en 2009, producido por la compañía, Northern Broadsides en colaboración con el teatro, West Yorkshire Playhouse. En marzo de 2016, el historiador Onyek produjo una obra titulada Young Otelo, una versión ficticia de la joven vida de Otelo antes de los eventos de la obra de Shakespeare. En junio de 2016, el barítono y actor David Serero interpretó el papel principal en una adaptación marroquí con canciones judeoárabes y la versión de la ópera de Verdi en Nueva York.  
     En 2017, Ben Naylor dirigió la obra para el Pop-up Globe en Auckland, con el actor maorí Te Kohe Tuhaka en el papel principal, Jasmine Blackborow como Desdémona, y Haakon Smestad como Yago.  La producción se transfirió a Melbourne, Australia, con otro actor maorí, Regan Taylor, asumiendo el papel principal.
En septiembre de 2013, una adaptación de la etnia hindú tamil, titulada Otelo, La Caída de un Guerrero, fue dirigida y producida en Singapur por Subramanian Ganesh.
Adaptaciones y Referencias Culturales.
Otelo como un personaje literario ha aparecido en muchas representaciones dentro de la cultura popular durante varios siglos. También ha habido más de una docena de adaptaciones cinematográficas de Otelo. (Wikipedia en Ingles).

Otelo
de William Shakespeare
     William Shakespeare, el gran poeta y dramaturgo inglés, nos legó algunas de las mejores obras de teatro de todos los tiempos, obras que por su profundo análisis de las pasiones humanas, son tan válidas hoy como el día que se escribieron. Y al igual que Miguel de Cervantes Saavedra, quien en su inmortal Don Quijote, resumió y perfeccionó el idioma español, Shakespeare definió el idioma inglés en sus dramas y tragedias. De éste inmortal autor, ya presentamos Macbeth, No. 181. Ahora les ofrecemos otras de sus más dramáticas obras, una historia de terribles pasiones y trampas del destino. Es la tragedia de Otelo.
     La hermosa ciudad de Venecia, con sus fastuosos palacios, vivía en el siglo XV, su mayor poderío y riqueza. Uno de los palacios pertenecía al senador Brabancio, cuya hija, Desdémona, era una de las mujeres más bellas del estado. La bella Desdémona, estando en su recámara, pensaba, “Mi padre quiere que me case, pero yo ámo a Otelo y él jamás lo aceptará como yerno, porque es moro.” Tras una pausa, Desdémona continuó pensado, “Lo estíma por su valentía, que lo ha llevado a obtener el título de general de las tropas venecianas. Pero eso no significa que acceda a nuestra boda, y yo jamás podré querer a otro.”
     Desdémona hizo otra pausa y pensó, “Otelo es un hombre maravilloso. Podría estar horas escuchándolo hablar de sus viajes, y de las batallas en las que ha participado. Y a pesar de lo duro de la vida que ha llevado, es tan tierno y tan amable…y me adora. ¿Cómo no voy a amarlo?” El abrir de la puerta de su recamara, interrumpió sus pensamientos. Emilia, la sirviente de Desdémona, entró, diciendo, “Mi señora, el teniente Cassio pregunta si puede recibirlo.” Desdémona le dijo, “Seguro me trae algún recado de Otelo, dile que voy enseguida.”
    Poco después, un hombre entraba en su recamara, y Desdémona decía, “Miguel, ¿Qué noticias me traes?” Miguel le dijo, “Noble Desdémona le dijo, mi general sufre. El amor que siente por usted, lo está consumiendo.” Desdémona le dijo, “Yo también sufro, Miguel. Pero, ¿Qué puedo hacer?” Cassio dijo, “Si ambos se quieren, deben casarse con o sin el consentimiento del senador Brabáncio.” Desdémona le dijo, “¿Casarme en secreto? La reacción de mi padre podría ser terrible.” Miguel dijo, “No hay nada más triste que las penas de amor.” Desdémona le dijo, “Tienes razón, dile a Otelo que venga ésta tarde. Hablaré con él.” Miguel dijo, “Mi general sentirá una gran dicha cuando le dé su mensaje.”
     Esa tarde, Otelo se presentó con Desdémona y le dijo, “Mi adorable Desdémona, ¿No te arrepentirás nunca de ésta decisión?” Desdémona le dijo, “Jamás, sin tí la vida no tiene sentido para mí.” Otelo la tomó de los hombros y dijo, “Tu padre comprenderá cuando vea lo felices que somos.” Desdémona le dijo, “Si así no fuera, el vivir a tu lado me compensará de esa tristeza.”
     Dos días después, dos hombres dialogaban en la plaza de Venecia. Uno de ellos dijo al otro, “¿Estás seguro de lo que me dices, Yago?” Yago le dijo, “Sí, Rodrigo, no hay la menor duda. Otelo se casó hace unas horas con Desdémona.” Rodrigo agregó, “¿Por qué no me avisaste a tiempo? Te di dinero suficiente para que me tuvieras al tanto de todo.” Yago le dijo, “Mantuvieron sus planes en el mayor secreto. Me enteré de ello por casualidad.” Rodrigo se encolerizó, y dijo, “¡Maldición! confiaba en ti. Me asegurase que odiabas a Otelo, y que harías todo lo posible por perjudicarlo.” Yago dijo, “¡Y lo aborrezco! A pesar de que me lo merezco, se ha negado a darme el puesto de teniente.” Yago continuó, “En cambio, nombró a Miguel Cassio, un florentino que nunca ha estado en el campo de batalla. Y yo que he estado en Rhodas, Chipre, y otros territorios, sigo de alférez de su señoría Moruna.” Rodrigo le dijo, “Yo en tu caso renunciaría. Ya no tiene objeto que continúes a sus órdenes.”
     Yago le dijo, “Pensé hacerlo, pero, pero solo estando a su servicio, podré vengarme de él y de Cassio.” Rodrigo dijo, “Y yo, que pensaba hacer mi esposa a Desdémona, hasta te pagué para que me ayudarás, ¿Qué?” Yago le dijo, “Toma tu desquite. Ve donde Brabáncio y cuéntale lo que hizo su hija. Él aún no está enterado.” Ambos hombres partieron y mientras caminaban, Yago dijo, “Encarnízate con el moro. Denúncialo como raptor de Desdémona. Grita su deshonroso proceder.” Yago se detuvo, y dijo, “Enfurece a Brabáncio, para que haga caer la justicia sobre ese maldito Otelo.” Rodrigo le dijo, “Tienes razón. Amargaré la dicha del moro. Brabáncio se encargará de que anulen es matrimonio.” Era ya de noche, y Rodrigo le dijo a Yago, “Acompáñame al palacio del senador. Quiero que veas el escándalo que voy a armar.” Yago le dijo, “No dejaría ver eso por nada del mundo.”
     Momentos después, Yago y Rodrigo se encontraban a las afueras del palacio de Brabancio, bajo la ventana de la recamara de Brabancio. Yago se escondió, y Rodrigo gritó desde abajo, “¡Eh, señor Brabáncio, despierte! ¡Han entrado ladrones en su casa!” Brabáncio despertó y abrió las ventanas de su alcoba, diciendo, “¿Qué sucede?¿Cómo se atreve a vociferar así, a estas horas?¿Quien es usted?” Rodrigo gritó, desde abajo, “¿No reconoce mi voz? Soy Rodrigo, escúcheme. Le han robado su más preciado tesoro.” Brabáncio dijo, “¿De qué hablas? Nadie ha entrado en mi palacio, miserable mentiroso. ¡Nadie!” Rodrigo le gritó, “¡Pero si ha salido!¡Se trata de su hija que ha ido a entregarse a los brazos del moro Otelo!”
     Brabáncio gritó, “¿Qué dices, villano?” Rodrigo gritó, “¡Que la hermosa Desdémona olvidó quién es, para casarse con ese extranjero vagabundo!” Hubo una pausa, y Rodrigo agregó, “¡No miento! Si ella está en su habitación, entrégueme a la justicia por haberlo engañado.” Brabáncio dijo, “Por supuesto que te haré pagar esta calumnia, maldito. Te arrepentirás de lo que has dicho.” Rodrigo se retiró, y se reunió con yago, diciendo, “El viejo tendrá que tragarse sus palabras, e incluso pedirme disculpas.” Yago dijo, “Yo mejor desparezco, no quiero que cuando Brabáncio vaya a la justicia, me lláme como testigo.” Tras una pausa, yago dijo, “Aunque odio a Otelo, por el momento debo aparentarle fidelidad.” Rodrigo le dijo, “Sí, vete. Ya sabré aumentar la furia de Brabáncio.”
     Entre tanto, Brabáncio abría la puerta de la recamara de Desdémona, diciendo, “¡Se fue! Rodrigo dijo la verdad. ¡Hija desnaturalizada!¡Me engañó!¡Ha engañado a su padre!” Brabáncio lanzó una estatuilla en la pared, diciendo, “No permitiré que se burlen de mi. Otelo será castigado. Haré caer sobre él, todo el peso de la ley.”
     En esos mismos momentos, Otelo dialogaba con Desdémona en su lecho, “Mi adorada esposa, me parece un sueño que seas mía para siempre.” Desdémona dijo, “Ya nada ni nadie podrá separarnos.” Otelo dijo, “Amor mío, eres la luz de mis ojos. El incentivo de mi vida.” En ese momento, tocaron la puerta de la alcoba. Otelo se separó de Desdémona, fue a la puerta, y al abrir, dijo, “¿Qué sucede, Cassio? Dije que no quería ser molestado.”
    Cassio explicó, “General, el Dux ha enviado un mensajero. Quiere verlo de inmediato.” Otelo se alistó, y acompañó a Cassio diciendo, “¿A estas horas?¿Tienes idea de qué se trata?” Cassio le dijo, “Al parecer algo referente a Chipre. Creo que los turcos se aprestan a invadir la isla.” Cassio agregó, “Según el enviado, el Dux está reunido con los cónsules para tomar decisiones.”
      Otelo le dijo, “Di al mensajero que en un momento iré con él.” Otelo regresó a su alcoba, y dijo a Desdémona, “Desdémona, asuntos de estado me obligan a dejarte, pero regresaré lo antes posible.” Desdémona le dijo, “Ve tranquilo, Otelo. Sabía antes de casarme de tus obligaciones. Cumple con ellas. Yo estaré aquí esperándote.” En el momento que Otelo salió de su palacio, Brabáncio llegaba con soldados, diciendo, “¡Ese es el ladrón!¡Deténganlo!” Otelo dijo, “Senador Brabáncio, escuche…” Brabáncio le dijo, “¿Qué puedes decir, condenado moro?¿Dónde tienes escondida a mi hija?” Otelo dijo, “Ella y yo nos casamos.”
    Brabáncio dijo, “¡Casados! Estoy seguro que te valiste de algún hechizo para lograr tus propósitos. ¡Pagaras tus fechorías!¡Préndanlo!” Otelo dijo, “No es necesario, ¿Dónde quiere que responsa a sus acusaciones?” Brabáncio dijo, “¡En la cárcel! Allí permanecerás hasta que el plazo establecido por la ley, te llame a responder.” Otelo dijo, “Lo siento, señor, pero en este instante me dirigía a la presencia de Dux, que me llamó por un urgente asunto de estado.” El juez que acompañaba al senador Brabáncio dijo, “Es cierto, digno señor. El Dux se encuentra en consejo, y estoy seguro que también envió a buscar a su digna persona.” Brabáncio dijo, “¡Concejo a estas horas de la noche! Mejor que  mejor. Así todos sabrán de la injuria que me ha inferido este mal hombre.”
     Poco después, Otelo se presentaba ante su mando superior: el Dux. Otelo dijo, “Mi señor, estoy a sus órdenes.” El Dux dijo, “Valeroso Otelo, es necesario que partas de inmediato a Chipre, a luchar contra los otomanos.” En ese momento entró Brabáncio diciendo, “¡Dux…!” El Dux le dijo, “Bienvenido, noble Brabáncio. Ya había enviado por ti. Tenemos que tomar importantes decisiones, y necesitamos tus sabios consejos.” Brabáncio dijo, haciendo una reverencia, “Perdone, mi señor, que no mire por los asuntos del Estado. En éste momento me aflige un gran dolor.” El Dux le dijo, “¿Qué te ocurre?” Brabáncio explicó, “Mi hija ha sido seducida con sortilegios. La han hecho perder su voluntad por medio de brujerías.”
     El Dux le dijo, “¿Quién se atrevió a tal atrocidad? Me ocuparé de que reciba el castigo que merece.” Brabáncio dijo, señalando a Otelo, “¡Ese moro! Él es el canalla.” El Dux dijo, “¡Otelo!...Es inaudito…¿Qué puedes decir en tu defensa?” Otelo dijo, “Es cierto que Desdémona y yo nos casamos. Nuestra única disculpa es el gran amor que sentimos el uno para el otro.” 
     Brabáncio dijo, “¡Miente! Mi hija no lo quiere. Ella jamás se habría fijado en un moro. La pretendían los más encumbrados señores de Venecia.” El Dux se levantó, y se dirigió hacia  Otelo, diciendo, “Otelo, ¿Niegas haberla conquistado con hechicerías y sortilegios?” Otelo dijo, “Señor, si mi palabra no es suficiente, que llámen a Desdémona, y ella podrá decir si tomó libremente la decisión de unirse a mí.” Otelo hizo una pausa y luego continuó, “Si después de eso me hallan culpable, aceptaré la sentencia que se me imponga sin replicar.” El Dux ordenó, “Que vayan por Desdémona de inmediato.”
     Todos esperaban expectantes la llegada de la joven, y cuando llegó, el Dux le dijo, “Desdémona, el excelentísimo Brabáncio ha hecho graves acusaciones contra Otelo.” El Dux hizo una pausa, y agregó, “Lo acusa de haber empleado sortilegios para doblegar tu voluntad, hasta el punto de obligarte a casarte con él.” Desdémona dijo, “Dux, si ahora soy la esposa de  Otelo es porque lo amo. Voluntariamente decidí unirme a él.” Desdémona hizo una pausa, tras lo cual agregó, “Mi padre jamás habría dado su consentimiento para la boda. Mi amor fue más fuerte que el amor que le debo.”
     Desdémona se dirigió a su padre y dijo, “Padre, siempre te he respetado, pero Otelo es mi esposo, y le debo la misma obediencia que mi m adre le tuvo a usted.” El Dux dijo, “¿Qué tienes que replicar a eso, Brabáncio?” Brabáncio dijo al Dux, “Dux, si la hija que adoraba eligió ese camino, ya nada puedo hacer. Desde este momento olvido que existe.” Brabáncio dijo finalmente, “Este asunto está terminado para mí. Hay asuntos de Estado más importantes que tratar. No perdamos más tiempo.” El Dux dijo, “Me parece sabia tu decisión. Antes de que llegáras, habíamos decidido que Otelo se trasladara de inmediato a Chipre.”
     Otelo dijo, “Obedezco señor. Pero solicito que se dé a mi esposa la protección y tratamiento que merece de acuerdo a su rango durante m ausencia.” El Dux dijo, “Puede alojarse en casa de su padre. Allí estará segura.” Brabáncio dijo, “No lo consiento. He dicho que ya no existe para mí.” Desdémona dijo, “Dux, al casarse sabía que mi esposo estaba sometido a las obligaciones de su vida militar.” Desdémona hizo una pausa, y agregó, “Decido compartir su suerte. Si ha de ir a Chipre, lo acompañaré.” El Dux dijo, “No me opongo. Pero Otelo debe partir esta misma noche. No podrá llevarte con él ahora.”
     Otelo dijo, “Uno de mis oficiales se encargará de conducirla a mi lado, en el momento oportuno. Entre tanto, cumpliré con el deber que se me encomendó.” El Dux dijo, “Sabemos que podemos confiar en ti. Puedes retirarte Otelo.” Brabáncio dijo en tono amenazante, “¡Cuida de ella, moro! Si ha engañado a su padre, bien puede engañarte a ti.” Desdémona dijo, “¡Padre, cómo puedes decir eso!” Brabáncio le dijo, “No me llames así. ¡Tú ya no eres mi hija! El cielo castigará tus actos.” Desdémona lloró, y Otelo la tomó de los hombros y le dijo, “No sufras mi vida, él recapacitará. Vamos, nos quedan muy pocas horas para estar juntos.”
    El tiempo transcurrió como un soplo para los enamorados, y cuando llegó el momento de la despedida, Otelo dijo, “No llores, mi adorada. Muy pronto irás a Chipre.” Desdémona dijo, “Cuídate mucho. Si algo te sucediera, no podría seguir viviendo.” Sus labios se unieron como sellando una promesa de futura dicha. Otelo dijo, “Hasta pronto, amada mía. Mi corazón queda contigo.” Desdémona le dijo, “Contaré las horas, los minutos.  Se me harán eternos los días que no estaré contigo.”
     Poco después, Otelo ordenaba a diciendo, “Yago, te confío a Desdémona. Tú la levarás a Chipre. Pon a tu esposa a tu servicio para que la acompáñe y consuele.” Yago le dijo, “General, con mi vida respondo por el bienestar y la seguridad de su noble esposa.” Otelo le dijo, “Gracias Yago. Tu eres uno de mis más fieles y leales oficiales.” Yago pensó, “Sí, pero no como para nombrarme teniente. Ya verás maldito moro.”
     Al día siguiente, Rodrigo dialogaba con Yago diciendo, “Todo salió mal. El estúpido de Brabáncio no hizo nada de lo que esperábamos. Desdémona nunca será mía.” Yago dijo, “Aún no se ha dicho la última palabra. Confía en mí. Ese matrimonio no durará.” Rodrigo dijo, “¿Qué vas a hacer para conseguirlo?” Yago dijo, “Eso es cosa mía. Tú, ten paciencia. Muy pronto sabrás algo de mis planes.” Y mientras Yago maquinaba la perdición de Otelo y Desdémona en Chipre, Otelo era recibido en Chipre por uno de los tenientes, quien le dijo, “General, llega usted justo a tiempo. Los turcos vienen hacia la isla.” Otelo dijo, “No esperaremos que se acerquen. Saldremos a su encuentro y acabaremos con ellos.”
     Pocas horas después, una flota dirigida por Otelo, se hacía a la mar. Un vigía observó y dijo, “¡Los Turcos!” Otelo ordenó, “¡A preparase para el combate!” La lucha entre venecianos y otomanos iba a ser a muerte. Los venecianos abordaron las naves enemigas, haciendo la lucha cuerpo a cuerpo. Mientras accionaba su espada, un soldado veneciano gritaba, “¡Muerte a los herejes!” Y otro gritaba, “¡Muerte a los enemigos de Venecia!” Con los cañones venecianos se logró hundir una nave turca, y los turcos gritaban, “¡Nos hundimos!¡Sálvese quien pueda!” Finalmente los turcos se dieron por vencidos. Mientras observaban la huida, uno de los tenientes venecianos dijo, “Están huyendo. No lo vamos a permitir. Acabaremos con ellos.”
Pero Otelo dijo, “No, dejémoslos. Pronto se desencadenará una tormenta. Regresemos a puerto.” Y efectivamente, en esos momentos una gran tormenta se desataba. Los soldados turcos gritaban, “¡Alá nos proteja!” “¡Vamos a naufragar!” “¡Socooorrooo! ¡Alá!¡Alá!”
     Quince días después, en Venecia, el Dux dialogaba con su consejero, “Grandes noticias. Los turcos han sido vencidos. Otelo desbarató su flota, y una tempestad destruyó lo que quedaba de ella.” Su consejero le dijo, “Mucho tiempo pasará, antes que se atrevan a volver a atacar a Chipre.” El Dux dijo, “Mientras sepan que Otelo se encuentra allí, no se atreverán. Por ello, he decidido nombrarlo gobernador de la isla.” Su consejero le dijo, “Sabia decisión, Dux. Estará en el lugar justo, para cerrar el paso a nuestros enemigos.” Ese mismo día, Desdémona se enteró del nombramiento de su esposo, diciendo, “Gran noticia me has dado, Yago. Prepara todo para que podamos partir cuanto antes.” Yago le dijo, “¿Sin esperar ordenes de mi general, señora?” Desdémona dijo, “Sí, estoy ansiosa por encontrarme a su lado. Sé que mi llegada será una grata sorpresa para él.” Yago dijo, “De eso no  hay duda. Se sentirá muy feliz al verla. Bien, dispondré de lo necesario para el viaje.”
     Cuando Yago se marchó, Desdémona le dijo a Emilia, “¡Emilia, estoy dichosa! Quiza hoy mismo parta a Chipre.” Emilia le dijo, “¡Oh, señora, la extrañaré mucho! Es usted tan buena, me habría gustado seguir a su lado.” Desdémona le dijo, “Pero si tu irás conmigo. Eres la esposa de Yago y él debe continuar al servicio de mi esposo.” Tras una pausa, Desdémona agregó, “Además, no podría prescindir de tu compañía. Mas que mi servidora, eres mi amiga.” Emilia le dijo, “Gracias por sus palabras. Es un gran honor para mí, que una dama como usted, me considére como tal.”
     Entretanto Yago dialogaba con Rodrigo, diciendo, “Mañana parto para Chipre. Desdémona se va a reunir con Otelo.” Rodrigo le dijo, “¿Qué? ¿La llevas a su lado, después de asegurarme que los separarías?” Yago le dijo, “Es necesario que estén juntos para que mi plan sea efectivo. No descansaré hasta ver al moro transformado en el hombre más desdichado de la tierra.” Rodrigo dijo, “Y entre tanto, ¿Yo qué hago? Mi pasión por Desdémona crece cada día más.” Yago le dijo, “Tú también vendrás a Chipre, así no te separarás de tu amada, y me ayudarán en mi venganza.” Rodrigo le dijo, “Cuenta conmigo para lo que sea. Esa mujer tiene que ser mía.”
     Una semana después, Otelo y Desdémona viajaban en un galeón rumbo a la isla de Chipre. Cuando la isla estuvo a la vista, Yago dijo, “Allá está Chipre, noble señora.” Desdémona dijo, “Me parece acercarme al paraíso, Yago, porque allí se encuentra mi amado esposo.” Desdémona hizo una pausa y dijo, “Por fin estaremos juntos, y ya nada podrá separarnos.”
    Yago pensó, al escuchar eso, “Eso es lo que tú crees. No cuentas con que yo destruiré todo lo que pueda significar felicidad para Otelo.” Y en la isla un hombre entraba a la oficina del teniente Cassio, diciendo, “Un barco con bandera veneciana se acerca a puerto, teniente Cassio.” Cassio le dijo, “Debe traer órdenes de Dux. Iré a recibirlo, ya que mi general se encuentra ausente.”
     Una hora más tarde, Cassio recibía a Desdémona, diciendo, “Señora, sea usted bienvenida. ¡Qué gran y grata sorpresa nos ha dado a todos!” Desdémona dijo, “Agradezco tus palabras, Cassio. ¿Y mi esposo?” Cassio dijo, “Fue a ver unos asuntos al interior de la isla, pero no tardará en regresar. Mientras la llevaré al castillo.” Yago dijo, “Traigo importante noticias para el general, teniente.” Cassio dijo, “Ya habrá tiempo para que se las des, Yago. Imagino que el Dux, te habrá dado instrucciones para él.” Yago dijo, “Sí, lo nombró gobernador de la isla.”
     Cassio dijo, “Un honor más que merecido. Los servicios que mi general ha prestado a Venecia son impagables.” Desdémona dijo, “Me hace feliz escucharte hablar así, Cassio. Tus palabras demuestran cuanto quieres a mi esposo.” Cassio dijo, “Y lo admiro. Puso su confianza en mí, al nombrarme teniente y jamás lo defraudaré.” Desdémona dijo, tomándolo de su mano, “Lo sé, por ello tienes mi estimación y cariño.”
     Cuando estuvieron en el castillo, Desdémona dijo a Emilia, “¿No me veo cansada, Emilia? Quiero que Otelo me encuentre hermosa.” Emilia dijo, “Señora, es usted tan hermosa que nada puede hacerla aparecer fea. Sus ojos brillan como estrellas.” Desdémona dijo, “Es la felicidad de saber que muy pronto podre abrazarlo. Lo amo tanto.” Emilia dijo, “Debe ser muy agradable sentir así, señora.” Desdémona se extrañó de esas palabras y dijo, “¿Acaso no se amas yago y tú?” Emilia dijo, “Cuando nos casamos lo quería, pero ha cambiado tanto.” Desdémona dijo, “Emilia hablas con tanta tristeza. ¿Yago no es un buen esposo?” Emilia dijo, “No digo eso, pero no significo nada para él. Aunque siempre trato de agradarlo.” Desdémona dijo, “¡Oh, quizás exageras! Las mujeres debeos saber comprender. Ya verás cómo aquí cambia.”
     Emilia pensó, “Si supiera cómo es en realidad, Yago. Pero, ¿para qué preocuparla? Es tan buena, le dolería mucho saber que sufro.” En ese momento se escuchó el sonido de unas trompetas. Desdémona dijo, “¡Trompetas! Eso significa que Otelo regresa, voy a su encuentro.” Poco después, Otelo decía, “¡Desdémona, tú aquí!” Desdémona dijo, “Ya no podía estar un días más sin ti.” Otelo la tomó de los hombros y le dijo, “Amada mía, si ahora tuviera que morir, moriría dichoso.” Desdémona le dijo, “No digas eso, nuestro amor y felicidad crecerán con el paso de los años.”
     Esa noche, toda la isla estuvo de fiesta celebrando en el palacio, el nombramiento de Otelo, y la llegada de Desdémona. Otelo dijo a Cassio, “Miguel, te encargo la guardia. Confío en que no habrá desordenes.” Cassio le dijo, “Puede estar tranquilo, mi general. Me ocuparé que todo se mantenga bajo control.” Otelo dijo, “También di orden a Yago, para que vigilen juntos.” Cassio dijo, “Así lo haremos.” Poco después, Cassio se presentaba con Yago, diciendo, “Yago, debemos hacer la guardia.” Yago dijo, “Aún es temprano, teniente. Nuestro general se retiró pronto y con razón. Desea estar a solas con su esposa.” Cassio dijo, “Yo habría hecho lo mismo en su caso. Desdémona es la criatura más bella y exquisita que existe.”
     Yago le dijo, “¿Se ha fijado en su voz? Suena como una alarma amorosa.” Cassio dijo, “Cuando la escucho me parece que tañen campanas de cristal.” Yago dijo, “¡Qué suerte la de nuestro general! Vamos a brindar por su felicidad.” Yago sirvió en un vaso de vino, y dijo, “Dos buenos amigos míos nos esperan y tenemos una botella del mejor vino.” Cassio dijo, “Esta noche no, Yago. Mi cabeza es débil y ya bebí dos copas durante la cena.” Yago dijo, “¿Me va a despreciar, teniente? Una copa tan solo. Estamos de fiesta. Llamaré a mis amigos.” Cassio dijo, “Está bien, pero solo una.” Yago dejó escapar una expresión de triunfo y pensó, “Ahora verás Cassio. Rodrigo ya está instruido lo que debe hacer. Mi venganza empieza.”
    Momentos más tarde, cuatro hombres bebían en una mesa. Eran Yago, Rodrigo, Cassio, y Montano. Tomando su vaso de vino, Yago exclamó, “¡A la salud de nuestro general!” Los tres exclamaron, “¡Salud!” Yago continuó, “Y ahora, brindemos por su bella esposa.” Enseguida se dirigió a Cassio, diciendo, “¿Se negará a brindar por ella, teniente?” Cassio dijo, “No, claro que no.” Rápidamente, Yago volvía a llenar las copas y, muy pronto, Cassio perdió la cordura debido al alcohol. Entonces Yago dijo, “Ya es hora de hacer la guardia.”
     Cassio dijo, ya borracho, “Si…Yago, tienes razón…hay que…hacer guardia.” Montano dijo, al ver levantarse a Cassio, “Teniente, ¿Se siente bien?” Cassio dijo, “Por supuesto…¿Qué insinúa?¿Que estoy borracho?” Cassio intentó caminar, diciendo, “Mire…camino perfecta…mente…a mí, el vino…no me hace nada…” Inmediatamente Yago murmuró a sus compañeros, “El teniente Cassio es un gran soldado. ¡Lástima de su vicio!”
     Montano dijo, “¿Está así con frecuencia?” Yago le dijo, “En ese estado se acuesta todas las noches.” Montano dijo, “El general debería ser informado de ésto. Un teniente comportarse de esta forma…Bueno, iré a hacer mi ronda.” Enseguida Yago dio la orden a Rodrigo, “Rodrigo, ve tras Cassio, y haz lo que hemos ideado.” Rodrigo dijo, “Espero que tu plan funcione. Bastante te he dado y aún no veo los resultados.” Poco después, Miguel Cassio con espada en mano, discutía con un hombre desconocido, “¡Sin vergüenza, canalla, te haré tragar tus palabras!”
     En ese momento llegaba Montano, diciendo, “¿Qué ocurre, teniente?” Cassio explicó, “Éste bribón me ha gritado que estoy borracho, y que no merezco mi puesto.” El hombre  escandalizaba, diciendo, “¡Socorro!¡Quiere matarme!” Montano detuvo el avance de Cassio diciendo, “¡Teniente, deténgase!” Cassio le dijo, “¡Quítate o te párto en dos!” Montano intentó tranquilizarlo, diciendo, “Vamos, cálmese, el vino se le subió  la cabeza y…” Cassio le dijo en tono de reclámo, “¡Tú también me dices que estoy ébrio, ¡Ahora verás!”
     Cassio sacó su espada y dijo, “¡En Guardia! Te voy a enseñar a no insultar a un superior.” Montano comenzó a pelear con su espada, pensando, “No tengo más remedio que defenderme. Está loco.” En ese momento, al escuchar el choque de las espadas, Yago dijo a Rodrigo, “¡Corre y grita: Motín! Toca la campana, despierta a todos.” Mientras tanto, Cassio y Montano seguían luchando con sus espadas, hasta que se escuchó un gemido, “¡AAGGH!” Yago gritó, “¡Teniente, qué hizo!” En ese momento venia llegando el general Otelo con un grupo de soldados, diciendo, “¿Qué sucede aquí?”
     Mientras Montano yacía en el cielo, Yago gritó, “¡El General!” Cuando Otelo se acercó, y contempló la escena, dijo, “¿Quién comenzó ésta riña?” Yago dijo, “Lo ignóro. Hace unos instantes eran muy amigos. Yo llegué cuando estaban peleando.” Enseguida, Otelo se dirigió a Cassio, y le dijo, “Miguel, ¿Cómo es posible que hayas olvidado tus deberes hasta éste extremo?” Cassio dijo, “Perdone…mi general.” Enseguida, Otelo se dirigió a Montano, quien ya estaba de pie, y le dijo, “Montano, tú has sido siempre muy ecuánime, ¿Qué pasó para que te hayas atrevido a pelear con un superior?” Montano dijo, “El teniente me atacó. Ceo que bebió demasiado.”
     Otelo dijo, “Yago, explícame tú.” Yago dijo, “General, antes me cortaría la lengua que ofender al teniente Cassio, pero si digo la verdad no lo perjudicaré en nada.” Yago hizo una pausa y continuó, “Charlábamos Montano y yo, cuando escuchamos gritos y vimos al teniente que amenaza al caballero Rodrigo con su espada.”
     Yago continuó, “Montano se colocó entre ellos, rogando al teniente que se contuviera, y yo corrí tras el hombre para evitar que siguiera gritando. Cuando regresé estaban luchando. Seguramente el teniente Cassio recibió alguna ofensa y por eso actuó así.” Otelo dijo, “Tu honradez y amistad te inducen a atenuar el hecho, pero no puedo tolerar este comportamiento.” Tras una pausa, Otelo ordenó, “Soldados, llévense a éste hombre y que lo atienda un medico…en cuanto a Cassio, no será más mi oficial.”
     Cuando todos se alejaron, solo quedaron Cassio y Yago. Cassio se sentó en una banca y se lamentó, diciendo, “¡Dios mío!¡Qué dolor!” Yago se acercó y le dijo, “¿Está herido, teniente?” Cassio dijo, “En mi reputación, Yago. La he perdido, y esto es lo peor que le puede suceder a un militar.” Yago le dijo, “No se preocupe. Puede recobrar el favor del general. Estaba muy alterado, pero si le suplica lo perdonará.” Cassio le dijo, “Jamás me atrevería a hacerlo. ¿Cómo podría disculpar mi indigna conducta?” Yago le dijo, “¿A quién perseguía con su espada?¿Qué le había hecho?”
     Cassio dijo, “No lo sé. Recuerdo que alguien me insultó y luego, nada. Después apareció el general.” Yago le dijo, “Veo que ya está bastante sereno.” Cassio dijo, “La vergüenza hizo desaparecer la borrachera. Siento un gran desprecio por mí mismo.” Yago le dijo, “No es para tanto. Considerando que estábamos de fiesta, es justificable su actitud. Pídale nuevamente su puesto al general.” Cassio dijo, “Me respondería que  soy un borracho. ¿Qué podría yo replicar? No, Yago. Debo aceptar mi suerte. Yo mismo me la busqué.” Yago dijo, “Es demasiado severo consigo mismo. Voy a decirle lo que tiene que hacer, para salir bien librado de este asunto.”
     Yago hizo una pausa para hacer pensar a Cassio, y dijo Yago, “Recurra a Desdémona. Pídale su ayuda. Ella es tan generosa, tan sensible, que se conmoverá ante su desgracia.” Yago se detuvo para hacer pensar a Cassio, y continuó, “Suplíquele que interceda por usted ante su marido. Él la adora y no le negará nada.” Cassio dijo, “Tienes razón. Me diste un buen consejo. Mañana a primera hora iré a hablar con ella.” Yago le dijo, “Es el único y mejor camino. Bien, me retiro, debo atender la guardia.” Cassio dijo, “Buenas noches, Yago. Eres un verdadero amigo.”
     Yago se quedó solo, y fue caminando, pensando, “Todo ha salido a la perfección. Pero aún me quedan dos cosas por hacer para que mi plan no falle. Hablaré con mi esposa para que disponga a Desdémona a favor de Cassio. Y luego me ocuparé de Otelo. Verá lo que yo deseo que vea. Lo volveré loco sin que se dé cuenta. Estaré constantemente a su lado, alimentando la semilla de la duda. No le daré un momento para recapacitar.”
     Al día siguiente, Desdémona dialogaba con Cassio en el salón, diciendo, “Ya estoy enterada de tu desgracia, Cassio. Emilia me ha puesto al tanto.” Cassio le dijo, “Señora, vengo a rogarle que interceda por mi ante mi general. Solo a usted escuchará y quizá me perdone.” Desdémona le dijo, “No desespéres, Cassio. Hablaré con Otelo y estoy segura que mi esposo te devolverá su confianza.” Cassio le dijo, “Bondadosa dama, sea cual sea el resultado de su intervención, yo seré siempre su más devoto servidor.” Desdémona le dijo, “Lo sé y te lo agradezco. Puedes estar seguro que Otelo te tendrá en reserva solo el tiempo que la política le imponga.” Cassio dijo, “Pero esa política puede durar mucho tiempo, y durante él, mi general, olvidará mi fidelidad y servicios.”
     Desdémona le dijo, “No temas eso. Te respóndo por tu empleo cuando hago un promesa, la cumplo siempre.” Desdémona dijo, tras una pausa, “Le hablaré a Otelo de tu situación, hasta que ceda. No dejaré de insistirle.” En ese momento, Emilia, ingresó al salón diciendo, “Señora, viene el general.” Cassio dijo, “Es mejor que me vaya.” Pero Desdémona le dijo, “No, quédate. Podrás escuchar nuestro dialogo.” Cassio le dijo, “Prefiero retirarme. Estoy muy avergonzado, y sería para mi muy difícil enfrentar a mi superior.” Desdémona le dijo, “Entonces, vete tranquilo. Muy pronto volverás a ser teniente.”
     En el momento, en que ya que había salido Cassio del salón, dejando a Desdémona, llegaban Yago y Otelo, pero antes de entrar al salón, Yago dijo a Otelo, “¡Ah, no me agrada eso!” Otelo dijo, “¿De qué hablas?” Yago dijo, “Nada señor…es que me pareció ver algo…” Otelo dijo, “¿No era Cassio el que estaba en el salón de mi Desdémoma?” Yago dijo, “¿Cassio? No lo creo. Si hubiera sido él, no habría escapado como un culpable al escuchar sus pasos.” Otelo dijo, “Pues, me pareció que era él.”
     A continuación, Desdémona recibió a Otelo, diciendo, “Otelo, me alegro de que vinieras. Acabo de platicar con un hombre que sufre por haberte decepcionado.” Otelo dijo, “¿De quién se trata?” Desdémona dijo, “Del teniente Cassio. Te suplico aceptes sus disculpas. Él te estima sinceramente.” Hubo un silencio, y Desdémona continuó, “Está muy arrepentido de su falta. Te lo ruego. Reintégralo a su puesto.” Otelo le dijo, “¿Él era quien se marcho de aquí hace unos instantes?” Desdémona le dijo, “Sí. Esta tan humillado que no se atrevió a enfrentarte. Mi querido amor, llámalo y perdónalo.”
     Otelo le dijo, “Ahora no, Desdémona. Hablaré con él. Pero no ahora.” Desdémona le dijo, “¿Cuándo?¿Sera pronto?” Otelo dijo, “Lo antes posible, por complacerte, querida.” Desdémona dijo, “¿Esto noche?” Otelo dijo, “No. Tengo reunión con los capitanes de la ciudadela.” Desdémona dijo, “¿Cuándo entonces? Que no pase de mañana. La falta de Miguel Cassio no merece más de una simple llamada de atención.” Desdémona continuó, “Él ha sido siempre tu amigo. ¿Ya olvidaste los muchos favores que te hizo cuando me cortejabas?” Desdémona hizo una pausa, tras la cual agregó, “Siempre tomó partido. Te defendía si por casualidad yo daba una opinión poco favorable de ti.” Otelo le dijo, “No sigas, sabes que no puedo negarte nada. Me ocuparé de ese asunto. Te lo prometo.” Desdémona le dijo, “Querido esposo. Sabía que accederías a mis ruegos. ¿Cuándo sabré la decisión final?” Otelo le dijo, “Muy pronto. Ahora tendré que preocuparme de asuntos que requieren mi atención, pero regresaré en unas horas, amada mía.”
     Cuando Otelo salió del salón, le dijo a Yago, “¡Adorable criatura! Si me pidiera el sol, iría a buscarlo para ella.” Yago le dijo, “Señor, ¿Es que Cassio sabia de su amor por la noble Desdémona, cuando usted le hacía la corte?” Otelo le dijo, “Lo supo desde el principio. Muchas veces nos sirvió de intermediario.” Yago le dijo, “¿En verdad? No creí que la conociera desde entonces…es extraño.” Otelo le dijo, “¿Qué quieres decir?” Yago dijo, “Oh, nada. Solo que…es mejor que me guarde lo que pienso.” Otelo le dijo, “Yago, no eres leal si me ocultas que me parece ser importante.” Yago le dijo, “Señor, le suplico que no me haga hablar. Soy muy desconfiado y celoso, y quizá por ello, imagíno cosas que no son.” Tras una pausa, Yago agregó, “No deseo inquietarlo ni prender en su pecho la lama de los celos. Es una tortura amar y sospechar del ser querido.”
     Otelo le dijo, “Yo jamás alentaré sospechas sin pruebas. No seré un celoso solo porque me digan que mi mujer es bella.” Otelo agregó, “Sé que ella es virtuosa. Nada me hará dudar de su fidelidad. Tendría que ver antes de dudar.” Yago le dijo, “Me alegra que piense así, porque entonces le podré hablar francamente. Solo es un aviso. No tengo pruebas.” Tras una pausa, Yago continuó, “Vigile a su esposa. Obsérvela cuando está con Cassio. Él es joven y apuesto. Muy apuesto. Conozco bien a las mujeres de Venecia. Se las arreglan muy bien para ocultar ciertas cosas, y pasar por inocente.” Otelo le dijo, “Qué insinúas?” Yago dijo, “Engañó a su padre para casarse con usted. Disimuló tan bien ante él, que el pobre hombre lo acusó de haberla hechizado.”
     Otelo pensó, “Engañó a su padre, es cierto. El propio Brabáncio me advirtió lo mismo que ahora me dice Yago.” Yago agregó, “Perdón por lo que he dicho, señor. Pero es tan grande el aprecio que le tengo, que no quisiera verle burlado y sufriendo.” Otelo le dijo, “Agradezco tu lealtad, Yago.” Yago le dijo, “Espero no haber confundido su ánimo. Le ruego no dé a mis palabras, mayor importancia.” Otelo le dijo, “No lo haré, pero día tu mujer que vigile, y si tu adviertes algo, me lo informarás. Ahora, vete a tus ocupaciones.” Cuando Yago se retiró, pensó, “Las semilla está sembrada, solo falta regarla y ver como florece la duda.” Por su parte, Otelo pensó, “Yago sabe más de lo que dijo. Tiene razón. Debo estar alerta. Desdémona y Cassio pasan mucho tiempo juntos.” Otelo hizo una pausa, y pensó, “Continuamente platican y ríen. Ella siempre está hablando a favor de él y Cassio hablando de su belleza.”
     Entretanto, Emilia hacía los quehaceres en la alcoba de Desdémona, cuando vio el pañuelo de Desdémona, y pensó, “Ahí está el pañuelo que Yago me pide insistentemente que robe. Yago ha estado tan molesto conmigo que se lo llevaré.” Emilia tomó en pañuelo, y pensó, “Espero que Yago me lo devuelva antes antes que mi señora se dé cuenta de su desaparición. Desdémona juró a Otelo jamás separase de ese pañuelo.” Esa noche, Emilia llegó con Yago y el pañuelo, y dijo, “Querido Yago…” Yago estaba acostado, descansado, y dijo, “¿Qué quieres? No me molestes.”
     Emilia le dijo, “No me riñas. Tengo algo que te pondrá alegre.” Yago le dio la espalda y dijo, “Nada que venga de ti podrá lograrlo. Eres una boba.” Emilia le dijo, mostrando el pañuelo, “No me trates así. ¡Mira! Es el pañuelo que Otelo dio como primer presente a Desdémona y que me has pedido tanto.” Yago dijo, “Emilia, eres una buena mujer. ¡Dámelo!” Yago lo tomó, y Emilia dijo preocupada, “¿Qué vas a hacer con él?” Yago le dijo, “A ti no te importa. Es cosa mía.” Emilia le dijo, “Si no es un asunto de importancia, mejor me lo llevo. La señora se va a volver loca cuando vea que no está su pañuelo.” Yago le dijo, “Finge no saber nada de él. Ahora vete. Tengo cosas que hacer.” Yago vio alejarse a Emilia por la ventana, y pensó, “Con esto mi obra se verá consumada. Era la prueba que necesitaba para que Otelo creo todo lo que le he dicho.”
     En los días siguientes Yago no dejó de observar a Otelo, quien no tenía un momento de sosiego. Yago pensó, “Cada día voy aumentando sus sospechas. Pronto estallará la tormenta. Muy pronto.” Mientras tanto, Otelo pensaba, “No puedo dormir ni comer. Y no siento agrado por nada. Solo un pensamiento me consume.” Otelo hizo una pausa, y decidió a salir a caminar por la noche, solo para continuar con sus pensamientos, “¿Será posible que Desdémona me engáñe con Cassio? Ella que tantas veces me ha jurado amor eterno.” Otelo recapacitó, y pensó, “No, ella me es fiel. Yago tiene la culpa de mis sospechas…pero…¿Y si solo quiso abrirme los ojos?” Pero Yago lo observaba desde la ventana de su alcoba, pensando, “Está llegando al límite de los celos. Creo que es el momento de actuar. ¡A la carga!”
     Yago salió al encuentro de Otelo, quien cargaba un candelabro. Yago le dijo, “Mi general. ¿Le sucede algo?¿Se siente enfermo?” Otelo le dijo, “¡Sí, enfermo de celos! Tú villano, eres quien ha llenado de amargura mi alma.” Otelo lo tomó del cuello, y Yago dijo, “Señor, yo no quise…” Otelo le dijo, “Tus palabras me han hecho dudar de Desdémona. Quiero pruebas de que me es infiel. ¡Dámelas o te mataré por calumniador!”
     Yago le dijo, “Jamás levantaría una calumnia. Solo le he dicho lo que mis ojos observan. Y ayer vi y escuché algo muy sospechoso.” Otelo le dijo, “¡Habla!¿De qué se trata?” Yago le dijo, “¿Tiene su esposa un pañuelo de seda blanca, bordado con cerezas?” Otelo le dijo, “Sí, yo se lo regalé el día que le declaré mi amor.” Yago dijo, “Pues ayer vi a Cassio secarse el rostro con él. Le pregunté de donde había sacado algo tan fino.” Yago continuó, “Me respondió que se la había dado una mujer con la que mantenía una maravilloso romance. Que ambos se amaban locamente.” Otelo dijo, “Yago, ¿Estás seguro que era el mismo pañuelo?”
     Yago dijo, “Sí, señor. Además, Cassio agregó que tenían que mantener en secreto ese amor, pues la mujer era casada.” Otelo dijo, “Ahora mismo iré a comprobar lo que me has dicho. Y si es verdad, ¡Que todos los santos se apiaden de ellos!”
     Entre tanto, Desdémona dialogaba con Emilia, “¿Qué le sucederá a Otelo? Ha cambiado tanto. Me observa en una forma extraña. ¿Habrá dejado de quererme?” Emilia le dijo, “Mi señora, ¿Cómo puede pensar eso? El general la adora. Debe tener algún problema y por eso actúa así.” Desdémona le dijo, “Sufro mucho Emilia. Lo siento tan lejano. Cuando le hablo, siento como si no me escuchára.” Tras una pausa, Desdémona dijo, “Aún no me ha respondido sobre el asunto de Cassio. Yo me comprometí a solucionarlo y no le puedo fallar a ese amigo.” Emilia le dijo, “Seguramente hoy o mañana quedará arreglado, no se desespére.”
     A continuación, Desdémona se levantó y buscó algo en su cómoda, y dijo, “Emilia, ¿No has visto mi pañuelo bordado de cerezas?” Emilia dijo, “No, señora.” Desdémona le dijo, “Ve a buscarlo, es para mí algo muy preciado. ¡Cómo pude extraviarlo!” Emilia pensó, “Si supiera que yo lo tomé. No debo portarme así con ella. Le pediré a Yago que me lo devuelva.”
     Poco después, Otelo y Desdémona se veían en el salón. Desdémona dijo, “Amado esposo, ¿Te sucede algo? Nóto enojo en tu rostro.” Otelo le dijo, “Tengo un catarro tenaz, que me molesta. ¡Préstame tu pañuelo!” Desdémona le dio un pañuelo, diciendo, “Aquí está.” Otelo dijo, “No, ese no. Quiero el de seda blanca que te regalé.” Desdémona le dijo, “Es que no lo tengo en este momento.” Otelo le dijo, “¡Cómo! Prometiste nunca separarte de él. Ese pañuelo se lo dio a mi madre una bruja egipcia que sabía leer el pensamiento.” Otelo agregó, “Le dijo que mientras lo guardára, sería amada por mi padre, pero que si lo perdía o regalaba, éste la aborrecería.” Otelo continuó, “Antes de morir, mi madre me lo entregó, para que yo se lo diera a quien eligiera por esposa.” Desdémona pensó, “Y yo lo he perdido, por eso Otelo ha cambiado.” Otelo dijo, “¡Desdémona, ve a buscar el pañuelo!”
     Desdémona le dijo, “Mas tarde iré, amado mío. Antes quiero que me digas cuando devolverás a Cassio su grado de teniente.” Otelo le dijo, “Eso no importa. Quiero ver el pañuelo.” Desdémona le dijo, “Estás tratando de esquivar mi demanda. Te suplico que perdones a Cassio y lo restituyas en su puesto.” Otelo se acercó a Desdémona y le dijo, “¡El pañuelo!” Desdémona le dijo, “Por favor, escúchame. Cassio es el mejor de los hombres. El más amable, el más digno de…” Otelo la empujó, diciendo, “¡Basta!¡No sigas!” Otelo se retiró enfurecido. Desdémona lloraba diciendo, “¡No puedo creerlo! Me ha empujado. Él que siempre me ha tratado con la mayor delicadeza y cariño.” Emilia le dijo, “Señora, no sufra. Los hombres son así. Muy pronto olvidan el amor que juran.”
     Desdémona dijo, “No comprendo qué lo ha puesto así. ¿Qué motivos le he dado?” Emilia dijo, “Me témo que está celoso.” Desdémona dijo, “No digas eso. Ninguna causa tiene para ello. Solo vivo para él.” Desdémona hizo una pausa, y dijo, “No Emilia.. Quizás recibió malas noticias de Venecia y eso le ha agriado el carácter.” Desdémona agregó, “Debo tener paciencia. Soy injusta al no comprender que sus deberes son de gran responsabilidad.” Emilia pensó, “Es una santa. Otelo no la merece.”
     Y mientras Desdémona justificaba la actitud de su esposo, Otelo y Yago dialogaban. Otelo le dijo, “Yago tenias razón. Me engañan. Pero ambos pagarán ésta burla.” Yago pensó, “Triunfé. Otelo está loco de celos.” Otelo le dijo, “Usted encargase de castigar a la infiel Desdémona y yo me ocuparé de Cassio. Ésta misma noche tendrá su merecido por canalla.”
     Otelo dijo, “Gracias, mi buen Yago. No quiero ni ver a ese perro que no supo respetar mi amistad.” Poco después, esa misma tarde, uno de los tenientes de Otelo, entró al salón, donde estaban Otelo y Yago y dijo, “General, ha llegado un enviado del Dux de Venecia. Es el conde Ludovico, primo de su esposa.” Otelo dijo, “¿Dónde está?” El hombre dijo, “Con ella, en el salón.” Otelo dijo, “Acompáñame Yago, veremos qué noticias trae.” Minutos después, Otelo se encontraba con el Conde Ludovico, quien le dijo, “Digno general, me da gran placer verle.” Otelo le dijo, “Lo mismo digo. Importantes asuntos le deben haber traído a Chipre.”
    El Conde de Ludovico le dijo, “El Dux le envía ésta carta. ¿Dónde está el teniente Cassio?” Desdémona dijo, “Primo, surgió una desavenencia entre él y mi esposo. Espero que tú los reconcilies. Por el gran afecto que le tengo a Cassio.” Otelo dijo a Desdémona, “¿Cómo te atreves a decir eso de mi?” Desdémona le dijo, “No comprendo por qué te enojas?” El Conde de Ludovico dijo, “Quizá le molestó la carta. Creo que se le llama a Venecia y debe delegar el gobierno de la isla en Cassio.” Desdémona dijo, “Eso me alegra. Cassio se lo merece y nosotros…” Inesperadamente Otelo abofeteó Desdémona, diciendo, “¡Te alegra, maldita hipócrita!”
     Desdémona lloraba amargamente. Otelo le dijo, “¡Malvada mujer, vete!¡Fuera de mi vista!” El Conde de Ludovico dijo, estando molesto, “General, nadie creería esto en Venecia, aunque jurára haberlo visto.” Desdémona se retiró llorando. Otelo le dijo al Conde de Ludovico, “No me importa su opinión…En lo que respecta a éste despacho, obedeceré y regresaré a Venecia.” Otelo agregó, “Cassio quedará en mi puesto. Ahora perdóneme, debo ocuparme de algunos asuntos.”
     Cuando Otelo se retiró, el conde de Ludovico dijo a Yago, “¿Es éste el noble moro, en quien el Dux ha depositado tanta confianza?” Yago dijo, “Desgraciadamente ha cambiado mucho.” El conde dijo, “¿Se encuentra en sus cabales? Aún no puedo creer que haya golpeado a su esposa. ¿Acostumbra hacerlo o reaccionó así por la noticia?” Yago dijo, “No puedo opinar. Usted observe y saque sus conclusiones.” Mientras tanto, en la recámara de Desdémona, Desdémona lloraba con Emilia, diciendo, “¡Mi esposo, mi amado Otelo me ha pegado! ¿Qué falta cometí para merecer tal castigo?” Emilia le dijo, “Señora, ya no llore. Sus mojos se enrojecerán.”
     En ese momento, llegó Otelo, y dijo, “¡Emilia, déjanos solos!” Emilia pensó al verlo, “Parece el mismo Diablo. Es mejor que me retire sin replicar.” Una vez estando solos, Desdémona dijo a Otelo, “Otelo, ¿De qué me culpas?¿Que significa tu actitud?” Otelo le dijo, “¡Mujer pérfida, con esa cara eres capaz de engañar al demonio!” Desdémona se acercó a Otelo, y le dijo, “De traición. Todo habría podido soportar, menos el engaño de la mujer a la que entregue mi corazón.” Desdémona le dijo, “¿Engañarte yo? ¡Cómo puedes pensar cosa semejante!”
     Otelo le dijo, “Tengo pruebas. Has abusado de mi confianza. Pero tú y tu amante están condenados.” Desdémona le dijo, “Otelo, tú no puedes pensar así de mi. Te juro que eres el único hombre al que amo y amaré siempre.” Otelo se enfureció y dijo, “¡Maldita, tu hipocresía no tiene límites! No voy a seguir escuchando tantas mentiras.” Otelo se retiró.
     Desdémona se quedó llorando en su recamara, diciendo, “Otelo, por piedad…¡Oh, Dios, ayúdame!” Entonces llegó Emilia, y dijo, “Señora, por todos los santos, ¿Qué le ha hecho ese hombre?” Desdémona dijo, “Nada, Emilia…ya estoy bien…sólo cansada, muy…cansada. Prepara mi cama. Necesito dormir.” Emilia le dijo, “Es lo mejor. Le hará bien reposar.”
     Cayó la noche, Yago y Rodrigo, planeaban su último ataque en la oscuridad. Yago dijo a Rodrigo, “Ha llegado el momento, Rodrigo. Pronto Cassio pasará por aquí. Prepára tu espada y no falles.” Rodrigo dijo, “Lo mataré. Tal como convenimos. Luego solo quedará el moro y de él prometiste encargarte tú.” Yago dijo, “El trabajo ya está hecho. Te conté cómo se portó ésta tarde con Desdémona. La dama será tuya, no lo dudes.” Rodrigo dijo, “Es mejor para ti que cumplas. Alerta, óigo pasos…es él.”
    A continuación Rodrigo enfrentaba a Cassio espada en mano, diciendo, “¡Deténte villano! Trataste de matarme estando borracho. Ahora arreglaremos cuentas.” Cassio le dijo, “Jamás eludo un reto. Veremos quién sale bien librado de esto.” La lucha entre espadas comenzó. Mientras tanto, Yago a la distancia, pensaba, “Que se maten los dos. Es lo que me conviene. Si uno de ellos queda vivo, yo podría ser descubierto.” Sin embargo, cuando menos lo esperaba, Yago observó que Cassio clavaba su espada en el corazón de Rodrigo. Yago pensó, “¡Maldición! Tengo que actuar rápido.”
     Sin que Cassio se diera cuenta, Yago apuñaleó a Cassio por la espalda. Cassio gritó, “¡Socorro! ¡Al asesino!” Otelo abrió las puertas de su ventana al escuchar el grito, y pensó, “La voz de Cassio. Yago cumplió su palabra. Ese hombre, honrado y justo, vengó el ultraje que me han hecho.” Otelo hizo una pausa, y pensó, “Es el momento de hacer pagar a Desdémona. Su falta no quedará impune.”
     Momentos después, Otelo llegaba con una daga, a la recamara de Desdémona, quien dormía en su cama. Otelo pensó, “No puedo. Soy incapaz de derramar su sangre, ni desgarrar su piel.” Otelo la contempló, y pensó, “Desdémona, ¿Por qué me engañaste? Mi corazón, mi vida, todo lo puse a tus pies, y tu lo pisoteaste.” Otelo se acercó, y dijo, “Te amo, pero tienes que morir.” En ese momento, Desdémona despertó, y dijo, extendiendo sus brazos, “Otelo, mi amo y señor, ven…” Otelo le dijo, “¡Déjame! Reza tus oraciones. No quiero que al matarte, muera también tu alma.”
     Desdémona se incorporó, y dijo, “¿Vas a matarme?¿Qué hice para merecer ésta suerte en tus manos?¿Qué pecado cometí?” Otelo le dijo, “Me engañaste con Cassio. A él le regalaste el pañuelo que te di como símbolo de mi amor.” Desdémona le dijo, “¡No, te lo júro! Extravié el pañuelo. Nunca he amado a Cassio. Lo estimo porque es tu amigo y…” Otelo le dijo, “¿Amigo? ¡Y con él te has burlado de mí! Pero no volverás a engañar a otro hombre.” Otelo la tomo del cuello, y comenzó a ahorcarla.
     Desdémona exclamó, “¡NOOOO!...¡AAAHHHG!” Otelo dijo, “¡Muere maldita!” Desdémona yacía muerta en su cama. Otelo dijo, “Mi honor ha sido vengado.” Emilia entró tras escuchar los gritos, y dijo, “¡OH NO!”
     Emilia salió corriendo de la recamara, y gritando, “¡Socorrooo!¡El moro ha matado a mi señora!¡La ha asesinado!” El conde junto con Yago y otros soldados salió al encuentro de Emilia y dijo, “¿Qué ocurre?” Emilia dijo, “¡Otelo asesinó a Desdémona!”
     Segundos después, el conde de Ludovico encontraba a Desdémona muerta, y a Otelo aún lado. El conde dijo, “¡Otelo, qué has hecho!” Otelo dijo, “Lavar mi honor. Esa mujer me engañaba con el maldito de Cassio.” Emilia dijo, “¿Engañarle mi señora? ¡La mujer más fiel y leal que ha existido sobre la tierra!” Otelo dijo, “Yago es testigo. Él me abrió los ojos. Me informó que Desdémona le regaló a Cassio el pañuelo que yo le había obsequiado y…”
     Emilia dijo, “¡No es verdad! Ese pañuelo se lo di yo a mi marido, pues él me había insistido en que lo robára.” Yago dijo, “¡Mientes basura! Yo te haré callar para siempre…” Otelo dijo, “¡Yago, entonces tú…!” Yago atravesó el cuerpo de Emilia con su espada. Emilia exclamó, “¡AAHHH!”
     En ese momento aparecía Cassio, ya vendado de las heridas que le había propinado Yago. Cassio señaló a Yago, y dijo, “Que no huya. Ese hombre es un malvado. Es el causante de todas estas desgracias.” Uno de los soldados que tenían detenido a Yago, dijo, “Cassio fue atacado por un tal Rodrigo, y Cassio lo mató en el duelo. En los bolsillo del difunto Rodrigo, se encontraron unas cartas. En ellas, Yago daba instrucciones, y le exponía el plan para perder a Cassio y Desdémona.” Cassio agregó, diciendo a Otelo, “El plan era hacerle creer que entre su esposa y yo, había más que una amistad.”
     Cassio hizo una pausa, y agregó, “Rodrigo quería casarse con Desdémona, y yago fue su cómplice. pues Yago lo odia a usted, general. Nunca le perdonó que uted me nombrára teniente. Su mente malvada concibió la forma de hacerle dudar de ella, que era lo que usted más amaba.” Otelo gritó, “¡Cómo pude ser tan necio y poder mi confianza en quien solo tramaba mi desgracia! Llenó mi cabeza de dudas. Sembró los celos en mi alma. ¡Maldito! Le creí y maté a mi esposa.” Otelo se dirigió al cuerpo de Desdémona y dijo, “Adorada Desdémona. Voy contigo. Y nada me queda en la vida.”
     Otelo se apuñaló a sí mismo, en el corazón, diciendo, “¡Te amo! ¡Muero amándote!” El conde trató de detenerlo, gritando, “¡NOOO!” Otelo cayó sobre el cuerpo de Desdémona. El conde se acercó, y dijo, “¡Está muerto!” Cassio dijo, “Venecia ha perdido al mejor y más valiente de sus soldados.” Lleno de furia, el conde tomó a Yago del cuello, y dijo, “Mira tu obra, perro. Las más atroces torturas serán pocas para pagar tu falta. Llévenlo al calabozo.”
     Las intrigas del malvado Yago, habían logrado separar en vida a Otelo y Desdémona. Pero el amor los uniría en la muerte, pues siempre estarían juntos en el más allá.
Tomado de Novelas Inmortales Año X No. 509,  Agosto 19 de 1987. Guión: H. Comte. Adaptación: Remy Bastien. Segunda Adaptación: José Escobar.                                                                        

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