Dos son los autores representativos del siglo XVI, atapa cuyo
recogimiento contrasta con la relativa expansión del anterior. Son un novelista
y un poeta, y ambos resumen en su obra todo lo que éste periodo tiene de
refinado, de agudo, de selecto; estos dos escritores son el Infante Don Juan Manuel y el Arcipreste de Hita.
Don Juan Manuel es el autor de, El Conde de
Lucanor, obra novelesca que, con, El
Decamerón, de Boccaccio, representa la prosa más brillante de la Edad
Media. Era sobrino de Alfonso el Sabio, y había nacido en Escalona, en 1282.
Fue uno de los tutores de Alfonso XI, durante la minoridad de este monarca,
hasta 1325. Después de una existencia agitada por las luchas y las turbulencias
políticas de la época de Fernando IV y Alfonso XI, se retiró a Peñafiel, en la
provincia de Valladolid, donde produjo la mayor parte de sus escritos. Murió en
1349.
Precoz ensayista de la novela española, sus obras más destacadas son, El Libro del Caballero y del Escudero, El Libro de los Estados, y El Conde Lucanor o Libro del Patronio,
también llamado, Libro de los Enxiemplos.
El Libro del Caballero y del Escudero. La acción consiste en que un escudero, a instancias
de un viejo ermitaño, marcha a la Corte, donde es armado caballero y, a su
regreso, el anciano mentor, le da enseñanzas que resumen los conocimientos de
la época sobre teología, astronomía, y ciencias naturales.
El Libro de los Estados, hace una revisión completa de la sociedad del siglo XIV, en todas sus
clases y condiciones.
El Conde Lucanor, es la obra maestra de Don Juan Manuel, y en ella figuran 49 apólogos,
o cuentos de tendencia pedagógica.
Adviértese en esta obra, la influencia del apólogo oriental, esencia
artística de una vieja civilización que había llegado a su máximo desarrollo.
La forma es semejante: Un caballero sin experiencia del mundo, el conde Lucanor,
pide consejos a su ayo, el anciano Patronio, y éste le responde en cada caso,
con una narración. La procedencia de esas narraciones, es muy variada, así como
su naturaleza.
Comprende fabulas, parábolas, alegorías, cuentos mágicos, cuentos satíricos, etc. La obra está dividida en cuatro partes, aunque los investigadores modernos admiten cinco, de las cuales la primera es la más importante, la más popular, la única generalmente conocida, y a la que se debe la celebridad de su autor. Es la que contiene los “enxiemplos.” La segunda, tercera, y cuarta partes, son de índole distinta, pues solo constan de informes, notas, proverbios, y sentencias, sin mezcla de apólogos y cuentos la segunda y tercera, y en la cuarta existe la sola variación de ir mezcladas las sentencias con algunas historietas.
Comprende fabulas, parábolas, alegorías, cuentos mágicos, cuentos satíricos, etc. La obra está dividida en cuatro partes, aunque los investigadores modernos admiten cinco, de las cuales la primera es la más importante, la más popular, la única generalmente conocida, y a la que se debe la celebridad de su autor. Es la que contiene los “enxiemplos.” La segunda, tercera, y cuarta partes, son de índole distinta, pues solo constan de informes, notas, proverbios, y sentencias, sin mezcla de apólogos y cuentos la segunda y tercera, y en la cuarta existe la sola variación de ir mezcladas las sentencias con algunas historietas.
Contemporáneo del Infante don Juan Manuel, fue Juan Ruiz, arcipreste de
Hita. Es el primer gran lirico de la lengua castellana y el más personas de
cuantos tuvo la Edad Media española. Vivió a mediados del siglo XVI, siendo
arzobispo de Toledo, don Gil de Albornoz y reinando en castilla don Alfonso XI,
padre de Pedro el Cruel. Fue el arcipreste grande de talla, de piernas y de
brazos; pequeños, boca, manos y pies. La cabeza grande y poderosa., ancho de
espaldas, orejudo y velloso, y con las cejas negras y apartadas; el talante erguido,
y sosegada la andadura, según nos cuenta en una copla.
El, Libro del Buen Amor, única
de sus obras conocidas, rebosa gracia y desembarazo, agilidad e inspiración. Es
a modo de una autobiografía, no muy fiel, esmaltada de audacias, y de chanzas,
de alegorías y de virulencias; y un relato de las andanzas de Juan Ruiz a través de la serranía segoviana, acompañado
de apólogos orientales y de poesías burlescas, liricas, o religiosas. Toda la
picaresca de la época aparece con expresivas pinceladas en el, Libro del Buen Amor; allí las endicheras
y danzaderas, allí las troteras y los tahúres, allí la eterna Trotaconventos,
abuela de todas las “Celestinas,” de
suerte que este mosaico de poemas y de coplas vino a ser una crítica aguda de
la descomposición social del siglo XIV.
Otros poetas de esta época fueron: el canciller Pedro López de Ayala,
historiador de este siglo en sus, Crónicas
y que, como poetas compuso el, Rimado de
Palacio, otra crítica acerba de la sociedad de su tiempo, Sem Tob, rabino
de Carrión, autor de los Proverbios morales o Consejos y documentos el rey Don
Pedro, que lo era el de Castilla, llamado, el
Cruel, por sobrenombre; Pedro de Veragüe, que escribió probablemente el
primer catecismo cristiano en lengua castellana.
Y luego, ya es el renacimiento literario del siglo XV. Renacimiento
común a las cuatro literatura, la italiana, la francesa, la inglesa, la española,
las cuales, en su floración, parecen guardar entre si un armónico equilibrio de
crecimiento. Así como el Cantar del Mío Cid, había sido contemporáneo de, La Canción
de Rolando, así también Don Juan Manuel y el Arcipreste fuéronlo de Boccaccio y
de Petrarca, de igual modo que el Marqués de Santillana y Juan de Mena iban a
serlo de Villon y de Chaucer.
Tomado de : Enciclopedia Autodidacta Quillet, Tomo I.
Editorial Cumbre S.A. México 1977. Grolier. Pags. 331 y
332.
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