sábado, 13 de febrero de 2021

El Enemigo del Pueblo, de Heinrik Ibsen

      Un Enemigo del Pueblo, cuyo título original en noruego es, Folkefiende, es una obra de 1882, del dramaturgo noruego, Henrik Ibsen. Ibsen la escribió en respuesta al clamor público contra su obra anterior, Espectros, que desafió la hipocresía de la moralidad del siglo XIX. Según Ellen Mortensen (Estudios Ibsen v.7, 169), las palabras, "escandalosa", "degenerada" e "inmoral" fueron lanzadas tanto a Espectros, como a su autor, porque hablaban abiertamente del adulterio y la sífilis.
     Por lo tanto, Un Enemigo del Pueblo, cuenta la historia de un hombre que se atreve a decir una verdad desagradable, y es castigado por ello. Sin embargo, Ibsen adoptó una opinión un tanto escéptica de su protagonista, sugiriendo que, pudo haber ido demasiado lejos, en su celo por decir la verdad. Ibsen escribió a su editor: “Todavía no estoy seguro de si debería llamar a [Un Enemigo del Pueblo] una comedia o un drama puro. Puede [tener] muchos rasgos de comedia, aunque también se basa en una idea seria.”

Visión General de la Historia

Acto I

     El Dr. Thomas Stockmann es el médico de un balneario recientemente inaugurado en una pequeña ciudad del sur de Noruega. La obra comienza en la casa del Dr. Stockmann, donde su esposa Katrine está entreteniendo a los invitados a la cena. A medida que avanza la noche, el hermano del Dr. Stockmann, Peter, quien es el alcalde, y Hovstad, quien es el editor del periódico, llegan a la casa. El alcalde le pregunta a su hermano sobre un rumor de que Hovstad está a punto de imprimir un artículo que escribió sobre el balneario. El Dr. Stockmann se muestra evasivo sobre la naturaleza de este artículo, y Peter se va.

    La hija del Dr. Stockmann, Petra, trae una carta que revela que las sospechas del Dr. Stockmann, eran correctas, y que el agua del balneario está contaminada con bacterias. El Dr. Stockman había enviado muestras de agua para analizarlas en un laboratorio. Con esta prueba en la mano, Hovstad acepta imprimir el artículo del Dr. Stockmann, que revelará la verdad sobre el agua del balneario. Esto atraerá una gran atención al balneario, y posiblemente los obligue a cerrar, lo que tendrá repercusiones en la economía de la ciudad. El Dr. Stockmann, está abrumado por todo lo que ha sucedido, pero se alegra de haber salvado la ciudad.

Acto II

     A la mañana siguiente, en la casa del Dr. Stockmann. Morten Kiil, el suegro del Dr. Stockmann, se detiene para felicitarlo por lo que Kiil cree que es una broma elaborada. Kiil dice que la idea de que el balneario esté contaminado, es demasiado ridícula para ser creída, y ciertamente no para el alcalde. Hovstad y el impresor Aslaksen, visitan la casa para reforzar su compromiso con el médico, y expresarle su gratitud. La nueva alianza entre el periódico y el Dr. Stockmann, tiene un interés más profundo que solo el balneario. El diario quiere confrontar al gobierno del pueblo, y sacar a la luz la corrupción que ocurre a puerta cerrada, y esta oportunidad es una forma de empezar.

     Peter entra en la casa, y todo se pone tenso. Peter le dice al Dr. Stockmann, que si continúa con este artículo, y expone esta información a la ciudad, será parcialmente culpable de la ruina de la ciudad. Peter acusa al Dr. Stockmann de ser egoísta, y no pensar en el panorama general. Por lo que Peter aníma al Dr. Stockmann a retractarse del artículo, y resolver el problema de una forma más tranquila. El Dr. Stockmann rechaza las proposiciones de su hermano. Peter reitera que habrá terribles consecuencias para él, y su familia.

Acto III

     En la oficina del periódico, Hovstad y Billing discuten los pros y los contras de publicar el artículo del Dr. Stockmann, que dañará la reputación del gobierno de la ciudad. Están listos para continuar y ayudar a derribar a las clases privilegiadas. El Dr. Stockmann llega a la oficina, y les dice que impriman el artículo, pero la oficina comienza a experimentar un cambio de opinión, cuestionando cuán valioso es realmente exponer al gobierno y el balneario del pueblo de esta manera. Se dan cuenta de que imprimir este artículo, hará más daño que ayudar con la situación, y puede hacer que la economía de la ciudad se desmorone.

     Peter Stockmann llega a la oficina del periódico con una declaración propia, con la intención de tranquilizar al público sobre la seguridad del balneario. El periódico accede fácilmente a imprimir la declaración del alcalde. Desesperado, el Dr. Stockmann decide que no necesita al periódico para imprimir nada, y que puede librar esta batalla por su cuenta. Decide convocar una reunión de la ciudad, y difundir la información de esa manera. Katrine Stockmann se da cuenta de que su esposo está tomando una decisión extrema, y está arriesgando su reputación, pero lo apoya.

Acto IV

     En una reunión del pueblo en la casa del Capitán Horster, el Dr. Stockmann está a punto de leer su informe sobre el agua a la gente del pueblo. Billing, la familia, el alcalde, Aslaksen y Hovstad, están ahí. Aslaksen, un ciudadano respetado, es elegido presidente de la reunión. El permiso para que el Dr. Stockmann pueda hablar está a punto de ser votado, cuando dice que tiene un tema diferente. Luego, el Dr. Stockmann termina en una oración apasionada sobre la evolución social.

Dice que siempre se condenan las ideas nuevas, y veraces, debido a la, "colosal estupidez de las autoridades," y la mezquindad de, "la compacta mayoría liberal," del pueblo, que también puede, "ser exterminado.” El público se siente insultado por estas acusaciones, y aumenta su ira. Al final de la reunión, el público se rebeló y gritó repetidamente: "¡Es un enemigo del pueblo!" El Dr. Stockmann le dice a su suegro, Kiil, que es su curtideria, la que está filtrando la mayoría de los venenos, al balneario. Mientras la multitud se va, se escuchan voces que amenazan con romper las ventanas de la casa del Capitan Horste y la casa del Dr. Stockmann.

Acto V

    A la mañana siguiente, se muestra el estudio del Dr. Stockmann, muy dañado. Las ventanas de la casa han sido destrozadas. El pueblo se ha vuelto contra la familia, y nadie que conozcan les ayudará. El propietario los está desalojando de su casa, y Petra ha sido despedida de su trabajo como maestra de escuela, por tener opiniones progresistas. Peter llega a la casa para presentar al Dr. Stockmann una carta de la junta directiva del balneario, rescindiendo su contrato, y una resolución de la asociación de propietarios, que establece que nadie debe contratar al Dr. Stockmann en esta ciudad nuevamente.

     El suegro del Dr. Stockmann, Morton Kiil, llega para decir que acaba de comprar acciones en la curtideria, con el dinero que tenía la intención de dejar a su hija y nietos. Espera que eso haga que su yerno detenga su cruzada, para asegurarse de que el balneario no se arruine, y su familia tenga un futuro seguro. El Dr. Stockmann rechaza la amenaza de Kiil, y también ignora el consejo de Peter, de dejar la ciudad por unos meses. Katrine le dice al Dr. Stockmann que teme que la gente lo expulse de la ciudad. Pero el Dr. Stockmann responde que tiene la intención de quedarse, y hacerles entender, "que las consideraciones de conveniencia, ponen patas arriba la moral y la justicia." Termina proclamándose a sí mismo el hombre más fuerte de la ciudad porque es capaz de mantenerse solo.

Personajes  

Doctor Thomas Stockmann, médico del nuevo balneario Municipal y protagonista.

Sra. Katherine Stockmann, su esposa.

Petra, su hija, maestra.

Ejlif & Morten, sus hijos.

Peter Stockmann, hermano mayor del doctor Stockmann; él es el alcalde de la ciudad, y por lo tanto el supervisor de Thomas.

Morten Kiil, un curtidor, y el padre de la Sra. Stockmann, también conocido como el Tejón.

Hovstad, editor de, “La Voz del Pueblo,” el periódico local.

Billing, subeditor.

Capitán Horster, un capitán de barco que viaja a América y amigo de Thomas Stockmann.

Aslaksen, editor, y también personaje de La Liga de la Juventud.

• Hombres de diversas condiciones y ocupaciones, algunas mujeres y un grupo de escolares: la audiencia en una reunión pública.

Temas

     En, Un Enemigo del Pueblo, a través del lenguaje comico y exagerado del idealista doctor Thomas Stockmann, Ibsen pone en términos muy literales el tema de la obra: Es cierto que las ideas se vuelven obsoletas y triviales, pero uno puede ir un paso más allá y decir rotundamente que las verdades mueren. Según Stockmann, no existen principios absolutos ni de sabiduría ni de moralidad. En esto Ibsen se está refiriendo indirectamente a la recepción de sus obras anteriores. Por ejemplo, el mandamiento, "honra a tu padre ya tu madre," al que se refiere en Espectros, no es simplemente verdadero o falso. Puede haber sido una verdad una vez, y una falsedad hoy.  Como afirma Stockmann, en su entusiasta arenga a sus enemigos políticos:

Las verdades no son de ninguna manera los enjutos Matusalén que algunas personas piensan. Una verdad normalmente constituida vive, digamos, por regla general, diecisiete o dieciocho años; en el exterior veinte; muy pocas veces más. Y verdades tan patriarcales como esa, siempre están escandalosamente demacradas.

     Sin embargo, Ibsen aborda de manera atractiva una serie de desafíos que siguen siendo muy relevantes en la actualidad, como, por ejemplo, los problemas ambientales, versus los intereses económicos, las responsabilidades profesionales (de los expertos en debates políticos) y, por último, pero no menos importante, los dilemas morales y las tensiones involucradas en el soplo de silbatos, o arbitrajes.

Antecedentes

    Como en muchas otras de sus obras, Ibsen derivó nombres y rasgos de sus parientes, incluido el nombre Stockmann, una familia real en Telemark, de la que el propio Ibsen descendía; Ibsen también nació en Stockmanngården en Skien. Peter Stockmann, que en el original noruego ocupa los cargos de byfoged, o en otras palabras, juez / magistrado de la ciudad y politimester, o sea, jefe de policía, se basó en el tío de Ibsen, Christian Cornelius Paus, que ocupaba los mismos dos cargos en Skien, y que también era un descendiente de la familia Stockmann.

Recepción

    El crítico de teatro escocés, William Archer, uno de los primeros y contemporáneos defensores de las obras de Ibsen, dijo que la obra era menos sensacional que algunos de los esfuerzos anteriores de Ibsen, pero que era un drama fuerte, con excelentes diálogos y personajes.

Adaptaciones

     Esta obra clásica fue adaptada por Arthur Miller en la década de 1950, en una producción que se inauguró en el, Broadhurst Theatre, el 28 de diciembre de 1950. Protagonizó al ganador del Oscar Fredric March, y su esposa, Florence Eldridge, así como a Morris Carnovsky; el futuro ganador del Oscar, Rod Steiger, era un "ciudadano." La adaptación de Miller se presentó en, National Educational Television en 1966, en una producción protagonizada por James Daly.

     También se convirtió en una película del mismo nombre en 1978, protagonizada por Steve McQueen. Luego, la BBC eligió a Robert Urquhart como, "Tom Stockman," en su versión televisiva de 1980, adaptando la historia y los nombres del elenco para reflejar que ahora se desarrolla en una ciudad escocesa. En la creación de su adaptación de la obra de Ibsen, Miller hizo varios cambios para hacer que la obra fuera más accesible y aceptada por una audiencia de los años 50, en contraposición a la audiencia de Ibsen de finales del siglo XIX. Muchas ediciones importantes no solo incluyeron la transformación del habla y el lenguaje, sino que también se hicieron cambios en el personaje del Dr. Stockmann, para evitar que él defendiera la eugenesia.
     A lo largo de la obra, el Dr. Stockmann actúa como la figura de Cristo. Miller consideró necesario, por lo tanto, cambiar el uso de Ibsen de las teorías genéticas y raciales desde finales del siglo XIX, para promover la posición del Dr. Stockmann como defensor de las clases bajas, en oposición a un científico con una creencia en el determinismo racial, y la importancia de la eugenesia para, "mejorar " a la gente. Por ejemplo, en el original de Ibsen, una parte del discurso del Dr. Stockmann a la gente decia:

     Las masas no son más que la materia prima que debe moldearse en el pueblo. ¿No es así con todas las demás criaturas vivientes de la tierra? ¡Cuán grande es la diferencia entre una raza de animales cultivada y otra no cultivada! ... ¿No crees que el cerebro de una mascota caniche, se ha desarrollado de manera muy diferente al de un perro callejero? ¡Sí, puede depender de eso! Son las mascotas caniches educadas las que los malabaristas entrenan para realizar las acrobacias más extraordinarias. Un campesino vulgar, no podría aprender nada de estas cosas por el estilo, aunque lo intentára hasta el día del juicio final ... somos animales ... hay una diferencia terrible entre los hombres-caniches, de clase alta, y los hombres-mestizos, de clase baja.

 - Dr. Stockmann, citado en Bigsby (141)

     En la adaptación de Miller, no se lee tal regla de eugenesia positiva. Miller mantiene los ideales del Dr. Stockmann como personaje, y su dedicación a enfrentar la hipocresía de la aristocracia y los burócratas gubernamentales, pero lo retrata como un pensador más democrático y socialista, mientras conserva algunas de las ideas del personaje original, sobre la evolución de los animales y humanos, y la necesidad de cultivar cualidades humanas para llevar a las masas a un nivel más racional y educado, para que puedan participar plenamente en una democracia. En la adaptación de Miller, parte del discurso del médico dice:

Pasé muchos años en el norte de nuestro país. Allí arriba, quienes gobiernan ese mundo son la gran foca y los gigantescos escuadrones de patos. El macho vive sobre el hielo, acurrucado en pequeños montones de piedras. Toda su vida consiste en arrancar comida. Nada más. Apenas puede hablar su propio idioma. Y se me ocurrió un día, que era algo romántico y sentimental, el que un hombre de mi educación, atendiera a ésta gente. Sin embargo, todavía no había llegado para ellos, la etapa en la que necesitaban a un médico. En honor a la verdad, un veterinario sería algo más apropiado para ellos.

 - Dr. Stockmann, Arthur Miller (93).

    La televisión australiana, produjo una versión de la obra, en 1958.

    La película hindú, Ganashatru de Satyajit Ray, de 1989 se basó en esta obra.

    En 1990, PBS produjo la obra para su programa, American Playhouse, protagonizada por William Anton y John Glover.

     En 2007, Ouriel Zohar crea su compañía Compagnie Ouriel Zohar con, Un Enemigo del Pueblo, en Paris, una adaptación para dos actores solamente. La primera actuación fue en París, luego en Fréjus, Besançon en 2008, después en Lieja Bélgica, Minsk Bielorrusia, Valleyfield en Canadá 2009, y Porto Heli en Grecia, en 2010.

Un Enemigo del Pueblo, con el subtítulo, El más fuerte es el que se mantiene solo, es una película noruega emitida en 2004 y dirigida por Erik Skjoldbjærg, y es una adaptación de la obra de Ibsen.

Un Enemigo del Pueblo, fue la inspiración indirecta para la exitosa película, Tiburón.

     A principios de 2013, se hizo una adaptación, en Egipto, cuyo título  traduccido en árabe fue: Enemigo del Pueblo o Un Enemigo Público. Esta producción teatral fue organizada y dirigida por Nora Amin, quien interpretó el papel de la esposa del doctor Stockmann,  y protagonizada por Tarek El-Dewiri como el doctor Thomas Stockmann. Fue traducido al árabe coloquial, y contó con una banda sonora con temas de rock tocada en vivo en el set. Recibió varias críticas positivas y fue patrocinada conjuntamente por la Embajada de Noruega en El Cairo y el Centro de Estudios Ibsen en Noruega. El espectáculo llegó en un momento en el que Egipto y la capital, El Cairo, estaba sumidos en una profunda confusión, por lo que la obra tuvo una gran relevancia política en el Egipto posrevolucionario.

     Una nueva adaptación de Robert Falls, basada en una traducción del siglo XIX de Eleanor Marx, se presentó en el Goodman Theatre de Chicago de marzo a abril de 2018.

Censura en la China Continental

 Un Enemigo del Pueblo, producido por el teatro Schaubühne de Berlín, se representó en Beijing del 6 al 8 de septiembre de 2018, pero la gira posterior del espectáculo fue cancelada debido a sus temas. Según los informes, la audiencia en Beijing mostró un apoyo abrumador por el personaje del Dr. Stockmann, y gritó críticas al régimen chino, durante las partes de interacción. Incluso, en actuaciones censuradas posteriores, el público gritó, "¡Por la libertad ersonal!" Los oficiales de censura del régimen, no estarían de acuerdo en más giras posteriores, a menos que estuvieran manipuladas a favor del pensamiento del régimen, sobre lo que debería ser una obra de teatro. (Wikipedia en Ingles)

El Enemigo del Pueblo

de Heinrik Ibsen

     Las azules aguas del mar bañaban la arena de aquel pueblito costero del sur de Noruega, y algunos de sus habitantes disfrutaban de un agradable día. Transcurría la primavera de 1900, y para ese hermoso lugar se abría un prometedor futuro. Un hombre caminaba por las calles del pueblo, pensando, “Una vez más llegare retrasado a la casa de doctor Stockman. Mi estómago clama con desesperación por una buena comida.”

    Era Billing, sub editor de un periódico, quien al llegar a la puerta de una casa, tocó y pensó, “¿Qué delicias habrá cocinado esta vez la señora Stockman?” Una mujer abrió la puerta y el hombre dijo, “Disculpe señora Stockman, disculpe mi tardanza.” La mujer dijo, “Pase, señor Billing.” Tras entrar, la mujer dijo, “Sígame al comedor, pero como ha llegado con una hora de retraso, tendrá que conformarse con la comida fría.” Billing dijo, “No importa señora Stockman.” Una vez en la mesa, Billing dijo, “Por lo que veo, ya ha salido el doctor Stockman a dar un paseo.” La mujer, quien llevaba una charola de comida, dijo, “Ya sabe usted lo puntual que es para sus cosas.”
     El hombre fue servido, y después de oler, dijo, “Esto se ve exquisito…” La mujer dijo, “Es asado de res.” El hombre empezó a comer y dijo, “¡Mmm! Le diré la verdad, prefiero comer solo; así lo hago con más tranquilidad.” Mientras se retiraba, la mujer dijo, “Pensaba que le agradaría la presencia de mi marido…” Alguien tocó a la puerta y la mujer dijo, “Vuelvo enseguida, debe ser el señor Hovstad.” Billing dijo, “Es lo más seguro.” La mujer abrió la puerta y dijo, “¡Ah, es usted!” Un hombre mayor, vestido con sombrero de copa, dijo, “Reciba mis respetos, querida cuñada.” El hombre pasó a la casa, y dijo, “¿Tiene invitados?” La señora Stockman dijo, “¿Quiere pasar a comer algo, cuñado?”
     El hombre dijo, “No, muchas gracias, no tendría una buena digestión.” Pero la mujer dijo, “Al menos por una vez, acépte mi invitación.”  Pero el hombre, quien era el alcalde de la ciudad, dijo, “Se lo agradezco, pero yo me conformo con comer verduras y beber té. A la larga, es más sano y…más económico.” La señora Catalina Stockman contestó, “Tomás y yo no somos unos derrochadores.” El alcalde dijo, “¿Ya habrá terminado de comer mi hermano?” Catalina dijo, “Sí, pero salió a dar una vuelta con los niños.” Alguien tocó a la puerta. Catalina se dirigió a abrir, y dijo, “Seguramente son ellos…perítame…” Un hombre apareció al abrir la puerta, y dijo, “¡Buenas tardes, señora Stockman!” Catalina dijo, “¡Adelante señor Hovstad!”
Aquel hombre joven, era el editor del periódico, y después de entrar dijo, “Tiene usted que perdonarme, señora, pero me entretuvieron en la imprenta. ¡Buenas tardes, señor alcalde!” El alcalde dijo, “¿También usted es invitado de mi hermano?” Hovstad dijo, “En realidad he venido a verlo para un asunto importante.” El alcalde dijo, “Sí, claro…he escuchado que mi hermano se ha convertido en un excelente colaborados de ‘La Voz del pueblo.’” El señor Hovstad dijo, “En efecto, el doctor Stockman gusta de escribir para nuestra diario, cuando tiene que decir una verdad.”  
   Catalina llegó, y dijo, “Señor Hovstad, si gusta pasar al comedor.” El señor Hovstad dijo, “Muy amable señora, pero quisiera hablar de una vez con su esposo.” El alcalde dijo, “Su insigne colaborador no se encuentra en estos momentos. Yo también lo espéro.” Enseguida, Hovstad comentó, “Tal perece que le molesta que su hermano escriba en mi diario.” El alcalde dijo, “No, señor Hovstad. Personalmente no tengo nada en contra suya, y mucho menos contra su periódico.” Hovstad dijo, “Me alegra saberlo, señor alcalde.” El alcalde se sentó y dijo, “Al fin y al cabo en nuestra ciudad, reina un excelente espíritu de tolerancia. ¡Y eso gracias a que nos une un interés común, que es la esperanza de todo ciudadano honrado.” Hovstad dijo, “¿Se refiere usted al balneario?”
    El alcalde dijo, “¡Exactamente! Estoy seguro de que esos baños constituirán una riqueza vital para la ciudad.” Hovstad dijo, “El valor de los terrenos e inmuebles aumenta día a día.” El alcalde dijo, “Es cierto, y basta ver cómo ha adelantado la ciudad en los dos últimos años. Además, hay empleo para todos los ciudadanos.” El alcalde dijo, “Las contribuciones han disminuido, y disminuirán aún más si este año tenemos un buen verano que atraiga la visita de forasteros que asegurarán aún más la fama medicinal del balneario.”
   El alcalde agregó, “Desde el inicio de este año, han llegado diariamente solicitudes de alojamiento.” Hovstad sonrió, y dijo, “Entonces el articulo del doctor Stockman saldrá en, ‘La Voz del Pueblo’ muy a tiempo.” El alcalde dijo, “¿De modo que Tomas ha escrito algo sobre el balneario?” Hovstad dijo, “Así es, y hoy quedó de entregarme el artículo en el que recomienda visitarlo, y hace un resumen de sus magníficas condiciones sanitarias.” La señora Stockman dijo, “Tomás es incansable cuando se trata del balneario.” El alcalde dijo, “Para eso está a su servicio.” Hovstad dijo, “Además, en realidad fue el doctor Stockman  quien lo fundó.”
   El alcalde dijo, “¿Eso es lo que usted cree? Desde luego no es la primera vez que escúcho esa opinión, que es falsa. La verdad, señor Hovstad es que yo también formé parte importante en esa fundación.” La señora Catalina Stockman dijo, “Tomás nunca lo ha negado, cuñado.” Hovstad dijo, “Señor alcalde, estoy enterado de que usted fue quien puso la idea en marcha. Lo que quise decir, es que la creación del balneario fue idea del doctor.” El alcalde dijo, “¡Sí, sí…lo que son ideas nunca le han faltado a mi hermano! Pero por desgracia, otros son quienes se atreven a ponerlas en práctica.” La señora Stockman dijo, “Señor Hovstad, pase a la mesa a comer algo mientras regresa mi marido, quien ya no debe tardar en llegar.” Hovstad dijo, “Gracias señora Stockman.”

     Hovstad, el jefe de redacción del periódico, “La Voz del Pueblo,” se dirigió sin decir más al comedor. El alcalde se levantó molésto, y dijo, “¡Estos hijos de campesinos tiene siempre tan poca educación!” Catalina Stockman le dijo, “¡Por Dios cuñado, no vale la pena molestarse por esas cosas!” En ese momento aparecieron en la puerta los demás habitantes de la casa. Un niño de 12 años dijo, “¡Mamá, ya estamos aquí!” Tomás dijo, “¡Catalina, ven a ver quién viene con nosotros!” Catalina Stockman dijo, “¡Bienvenido, capitán Horster!” El capitán Horster dijo, “El doctor Stockman casi me obligó a entrar a su linda casa…”
    Catalina dijo, “No se mortifique capitán…usted es un gran amigo de la familia.” Tomas Stockton dijo, “Probará usted un roast beef delicioso, que mi esposa adorada preparó hoy.” Enseguida Tomas se dirigió al alcalde, y dijo, “¿Tú aquí, Pedro?” El alcalde, Pedro Stockman, dijo, “Sí, para tu mala suerte…” Tomas dijo, “¡Qué cosas dices, hermano! ¡Catalina, tráenos por favor el ponche!” El alcalde dijo, “Sera mejor que me vaya, pues no me agradan los festines con ponche, y quien sabe cuántas más cosas.” Tomas dijo, “Pero si no se trata de ninguna fiesta…” Pedro Stockman dijo, señalando al comedor, “¡Pues yo lo digo por la cantidad de muertos de hambre que hay ahí!” Tomas dijo, “Lo siento pero a mí me gusta rodearme de gente joven y alegre.”
     Pedro dijo, “¡Vamos hermano, pero eso no indica que debas atenderlos en tu casa como si fuera un mesón!” Tomas dijo, “¡Tú no puedes comprenderme! Has pasado tu vida aquí, y por eso se te ha adormecido la sensibilidad.” Tomas agregó, “Pero yo que pasé muchos años en el norte, casi en el polo…sin ver a nadie, sin tener siquiera con quien hablar; deseo vivir ahora en medio de la actividad y el bullicio. La vida me sonríe ahora, y es tan reconfortante encontrarme con un futuro prometedor en ésta mi ciudad natal!” Pedro dijo, “¡Tomas, por favor…guarda la compostura!” Tomas dijo, “¡Ah, hermano! Te parezco ridículo, pero se debe a que tú no has vivido en la necesidad, y no sabes apreciar lo que significa tener asegurado el pan de cada día.” Pedro dijo, “¿Y tú hablas así, cuando he visto que vives en el derroche?”
     Tomas dijo, “No es eso, sino que a mi esposa y a mí, nos complace compartir nuestra buena suerte. Esta linda casa la hemos comprado entre Catalina y yo…y con lo que ella logra ahorrar, nos damos ciertos lujos.” Pero Pedro dijo, “Estoy seguro de que gastas más de lo que ganas.” Tomas dijo, “Puede ser, pero un hombre de ciencia, debe vivir con cierto rumbo, aunque un alcalde gasta al año mucho más que nosotros.” Pedro dijo, “¡Ya lo creo! Pero un alcalde es un alto magistrado…” Tomas dijo, “Sin embargo, estoy seguro que un comerciante gasta y gasta más todavía…muchísimo más. Mi razón para rodearme de gente, es la de no vivir de nuevo en la completa soledad, que es terrible y pavorosa.” Pedro dijo, “Eres un tonto, estos que devoran cuanto les pones, no serán nunca mis amigos.”
    Tomas se levantó y dijo, “Dices eso porque no los has tratado. Ven, quiera presentarte a Hovstad.” Pedro dijo, “¡Bah, ya conozco al tipo! Acaba de decirme que publicará otro artículo tuyo en, ‘La Voz del Pueblo.’” Tomas dijo, “Tienes razón…pero por el momento, no me conviene que lo haga.” Pedro encendió un cigarro y dijo, “Si es sobre el balneario, éste es un buen momento para publicarlo.” Tomas dijo, “En circunstancias normales lo sería…pero por el momento, prefiero guardarlo y esperar.” Pedro dijo, “¿Esperar? ¿A qué te refieres?” Tomas dijo, “Pedro, francamente por ahora, no puedo decirte nada…pues talvez existan grandes anomalías, o quizás solo sean alucinaciones…”
     Pedro se levantó y dijo en voz fuerte, “¡Habla Tomas! Si hay algún misterio en la ciudad, yo como su alcalde debo estar enterado…” Tomas dijo, “No vale la pena discutir por ahora, hermano.” Pedro dijo, “¿Cómo puedes hablar con tanta tranquilidad? ¿Se trata de algún delito clandestino?” Tomas dijo, “Por favor, Pedro…no insinuarás que yo pueda ser partícipe de algo ilegal.” Pedro dijo, “No, no he dicho eso. Pero tienes una necia tendencia ha hacer cosas por tu propia cuenta, y eso en una sociedad bien instituida, no se puede tolerar por ningún motivo.”
     Tomas dijo, “¡No entiendo porque demonios me has dicho todo esto!” Pedro se levantó, y tomó su sombrero y bastón, listo para retirarse, y dijo, “Mi querido Tomas, lo he dicho porque debes estar prevenido por si se te ha ocurrido alguna de tus estúpidas iniciativas particulares. ¡Adiós!” Tomas dijo, “¡Buenas tardes!” Entonces llegó Catalina y dijo, “¿Qué gritos son esos?” Tomas dijo, “Nada, solo que el alcalde decidió retirarse.” Catalina dijo, “¿Por qué se marchó de ese modo?” Tomas dijo, “La furia, querida…no te preocupes por ello…” Catalina dijo, “Pero Tomás, ¿Qué le dijiste para enojarlo así?” Tomas dijo, “Nada y créeme que por eso se alteró.” En ese momento, entraron al salón los satisfechos comensales. Billing dijo, “¡Después de una comida así, queda uno como nuevo!”
     Hovstad dijo, “¿Se ha retirado el alcalde sin despedirse?” Tomas dijo, “El pobre sufre de mala digestión y tuvo que volver a su casa inesperadamente.” Hovstad dijo, “Pues yo creo que lo que no puede digerir es la ‘Voz del Pueblo.’” Tomas dijo, “Hay que comprender a mi hermano. Es un hombre solitario y amargado. Su vida son los negocios y hacer respetar la ley desde que es el alcalde de esta ciudad. Además, ¿Qué se puede esperar de un hombre que bebe más que el agua sucia disfrazada de té?” Hovstad y Billing soltaron una sonora carcajada. “¡Ja, Ja, Ja!” Tomas dijo, “Pero olvidemos a mi hermano. Catalina tráenos por favor el ponche.” Catalina dijo, “De acuerdo…” Tomas dijo, “Yo iré por los vasos. ¡Brindaremos por el capitán, ya que pocas veces podemos contar con su grata presencia.”
     Poco después, todos estaban listos para brindar. Tomas dijo, “Bien amigos…¿Salud!” Hovstad dijo, “¡Salud, doctor Stockman!” Enseguida Hovstad preguntó al capitán, “¡Se embarcará pronto, Capitán Horster?” Horster dijo, “La semana próxima partiré hacia América.” Hovstad dijo, “Entonces no estará aquí para las elecciones municipales.” Horster dijo, “Ignoraba que estuvieran más próximas…” Tomas dijo, “¡No se interesa por los asuntos públicos?” El capitán Horster dijo, “La verdad es que no entiendo nada de eso.” Hovstad dijo, “Es curioso, pero la mayoría de los marineros no se preocupan en absoluto por los problemas de su ciudad o país.”
     Tomas Stockman agregó, “Los marineros son aves de paso. Para ellos su casa está en el norte, o en el sur.” El capitán Horster dijo, “Dice bien, doctor Stockman. Yo soy del mar y ustedes de la tierra, y nos corresponde preocuparnos por la porción en que nos tocó nacer.” Enseguida, Hovstad dijo a Tomas, “Por cierto doctor…¿Ya tendrá listo el artículo que se publicará mañana?” Tomas dijo, “¡Dichoso articulo! Más vale esperar un poco, ya que no conviene por ahora su publicación.” Hovstad dijo, “¿Por qué lo dice, señor Stockman?” Una voz femenina dijo, “¡Buenas tardes!” Petra, la hermosa hija del doctor Stockman, había llegado a engalanar con su presencia aquella reunión.
     Petra dijo, “¡Con que dándose la buena vida, mientras yo trabajo como negra!” Hovstad dijo, “¡Buenas tardes señorita Petra!” Petra besó a su padre en la frente. Tomas dijo, “Enseguida te serviré un ponche, hija…” Petra dijo, “No te molestes, antes voy a saludar a mi madre.” Mientras se dirigía, Petra se detuvo y dijo, “¡Ah, se me olvidaba, papá…!” Petra sacó una carta y dijo, “Esta carta me la dio el cartero para ti…la encontré casi en la puerta.” Su padre la tomó y dijo, “¡Vamos a ver…vamos a ver!” Petra dijo, “¿Es la que estabas esperando?” Tomas dijo, “¡Sí, esta es! Discúlpenme un momento…volveré enseguida….” El capitán Horster dijo, “Pase, doctor…”
     Hovstad dijo, “¿Es muy importante la carta para su padre, señorita Petra?” Petra dijo, “Debe serlo, pues estos días había estado preguntando por el cartero.” Petra dejó su bolsa en una mesa y dijo, “Un buen ponche me quitará el cansancio que traigo.” Capitán Horster se dirigió a Petra, y dijo, “¿Continúa dando clases en el Instituto y en el colegio vespertino?” Petra dijo, “Sí, capitán…pero mi trabajo me gusta, y solo lo siento pesado al terminar.” El capitán Horster dijo, “De cualquier modo, no debería trabajar así. Es usted muy bella y muy frágil.”
   En eso Tomas llegó a la sala, diciendo, “¡Tengo aquí una noticia sensacional para la ciudad!” Hovstad dijo, “¿Noticia sensacional?” Tomas dijo, “¡Se trata de un gran descubrimiento!” Catalina dijo, “¿Un descubrimiento tuyo, Tomas?” Tomas dijo, “¡Sí…mío! ¡Y no se trata de las fantasías de un loco!” Petra dijo, “¡Papá, dinos ya qué es lo que pasa!” Tomas dijo, “¡Ahora mismo lo sabrán todo!” Tomas explicó la situación, “¡Ah, si estuviera aquí Pedro! Le demostraría lo ciego que podemos ser todos. ¡Peor que los topos!” Tomas se sentó y dijo, “¿No creemos todos que nuestra ciudad es saludable e higiénica?” Hovstad dijo, “Sin duda alguna.” Tomas continuó, “¿No decimos todos que el clima y las aguas son inmejorables, y que deben recomendarse tanto a gente enferma como sana?”
     Catalina dijo, “Pero Tomas…” Tomas continuó, “Todos hemos elogiado nuestra costa y alabado al balneario, que es considerado el corazón de la ciudad, ¡Y sabe el diablo qué mas cosas!” Billing agregó, “Y yo me he permitido llamarle el nervio principal en ocasiones solemnes.” Tomas dijo, “¿Pues sabe usted lo que es, en realidad, ese tan cacareado balneario, en el que se ha invertido tanto dinero?” Billing dijo, “Vamos doctor Stockman, no nos asuste más!” Catalina dijo, “¡Anda Tomas, acaba ya de hablar!” Entonces Tomas dijo, “¡El balneario, orgullo de esta ciudad, no es más que un terrible foco de infección!” Los tres hombres dijeron, “¿Nuestro balneario?” Hovstad agregó, “¡Doctor Stockman…! ¿Es que se ha vuelto loco?” Billing se sentó y dijo, “¡Increíble!”
    Tomas continuó, “Les digo la verdad…nuestro balneario no es más que un sepulcro blanqueado. Créanme, sus aguas son nocivas para la salud. Todas las inmundicias del valle de los molinos va a parar a las cañerías, y toda esa porquería va a desembocar al mar, a la playa…” El capitán Horster dijo, “¡Precisamente donde la gente se baña!”  El doctor Stockman dijo, “¡Efectivamente!” Hovstad dijo, “¿Cómo puede probarnos que lo que dice es verdad?” Tomas Stockman dijo, “Escúcheme…cuando me hice cargo de atender a los bañistas, muchos de ellos se presentaron ante mí, con diversos males…”
     Tomas comenzó su narración, “El verano pasado, hubo varios casos inquietantes de tifus y fiebres gástricas. Recuerdo preguntarle a una de mis pacientes, ‘Debió comer algo en estado de descomposición.’ Ella dijo, ‘No, doctor, por la mañana solo comí fruta y después de fui a la playa. Apenas salí de bañarme en las aguas del mar, comencé a padecer estos terribles problemas estomacales.’ Yo le pregunté, ‘¿Bebió de esa agua?’ Y ella me dijo, ‘Sí, un poco cuando me zambullí…’ En ese entonces creí que eran los bañistas los que habían traído las enfermedades, pero me entraron recelos y decidí analizar el agua.”
     Catalina dijo, “¡Entonces esto era lo que te ha tenido tan preocupado!” Tomas dijo, “¡Y cuánto, Catalina, tú lo puedes decir!” Enseguida, Tomas mostró la carta, y dijo, “Pero para un buen análisis me hacían falta aparatos modernos y por ello tuve que mandar muestras de agua potable y agua de mar a la universidad. ¡Éste es el resultado! ¡Y demuestra la existencia de sustancias descompuestas y de grandes cantidades de infusorios en nuestras aguas! ¡En consecuencia, su uso externo o interno, es extremadamente peligroso!”
     Petra dijo, “Pues ha sido una gran bendición del cielo que lo descubrieras.” Hovstad dijo, “¿Y qué hará ahora que sabe todo esto, doctor Stockman?” Tomas dijo, “Intentaré reparar el mal…” Hovstad dijo, “¿Usted cree que será posible?” Tomas Stockman dijo, “Tiene que ser posible. ¡De lo contrario, será la ruina del balneario!” Catalina dijo, “¿Cómo pudiste guardar silencio por tanto tiempo, Tomas?” Tomas dijo, “Mujer, cómo iba a decir algo semejante sin haber tenido las pruebas en la mano. ¡Pero mañana todos lo sabrán! ¡Y lo primero que debemos hacer es levantar toda la cañería!”
     Hovstad dijo, “Recuerdo que usted se oponía al plan para su construcción.” Tomas dijo, “Pero nadie me hizo caso, y fue aceptado lo que el presidente de la administración decidió.” Petra dijo, “Mi tío, Pedro Stockman…” Billing dijo, “¡Que me lleve el diablo si no se convierte usted desde mañana en el primer personaje de la ciudad!” Hovstad dijo, “Cuente con que ‘La Voz del Pueblo’ publicará mañana su descubrimiento.” Tomas abrazó a Catalina y le dijo, “Cambia esa cara, Catalina, que todo ira mejor desde hoy.” Petra dijo, “Esto merece otro brindis…¿No lo creen así amigos?” Hovstad dijo, “Tiene razón, señorita Petra.” Petra sirvió dos ponches, diciendo, “Tomen, señores…” Petra dijo, “¡Salud, papá!” El capitán Horster dijo, “¡Que dios le conceda la felicidad a esta familia!”

     Al día siguiente, Tomas Stockman caminaba por la orilla de la playa, pensando, “Debo darme prisa, pues Catalina me mandó avisar que Pedro quiere verme con urgencia. Bien pudo él venir a hablar conmigo al consultorio del balneario, pero como es mi jefe, debo obedecerle. Debe estar preocupado porque descubrí el veneno que estas azules aguas contienen, antes que él. ¡Siempre ha sido envidioso y amargado!” Cuando el doctor Stockman legó a su casa, dijo, “¡Buenas tardes, querida! ¿Ha llegado ya mi hermano?” Catalina dijo, “No, pero quien acaba de llegar es mi padre.”  Tomas estrechó su mano, diciendo, “¿Usted aquí, suegro?” Morten dijo, “Solo he venido a saber si es verdad lo que se dice del balneario.” Tomas dijo, “¡Por supuesto que todo es verdad! ¿Pero cómo se enteró tan pronto?” Morten dijo, “Petra, mi linda nieta fue a verme exclusivamente para decirme todo el cuento de las cañerías.”
     Morten se sentó, y dijo, “Tomas, no te creí capaz de inventar tal cosa con tal de dañar a tu hermano Pedro.” Catalina dijo, “Padre, no puedes creer eso de…” Morten dijo, “A ver, dime, ¿Cómo pudiste ver a esos bichitos que se colaron en la cañería del balneario?” Tomas dijo, “¡Suegro, es imposible mirarlos a simple vista!” Morten dijo, “¡Bravo, ésta sí que es buena idea para librarnos de un plumazo de esos sujetos que forman el consejo municipal!” Tomas dijo, “Señor Morten Kül, usted no puede hablar asi de algo tan serio.” Morten dijo, “No finjas ante mí, y has esa brillante jugada a esos imbéciles que creen saberlo todo.” Morten agregó, “Si consigues poner en aprietos al alcalde y su gente, te juro que daré cien coronas para los pobres, aunque me quede yo sin nada. ¡Adiós!” Tomas dijo, “¡Pe-pero…!” Cuando Morton iba saliendo, encontró a Hovstad y al señor Aslaksen. Hovstad dijo, “¡Buenas tardes señor Morten Kül!” Morten dijo, “Así que los de la ‘Voz del Pueblo’ también están dentro del ajo.” Morten procedió a retirarse, diciendo, “¡Hagan pedazos a la administración y dénles saludos de mi parte! ¡Ja, Ja, Ja!”

    Poco después, el señor Aslaksen y Hovstad dialogaban con Tomas. Aslaksen dijo, “Quisimos decirle personalmente que contára con nuestro apoyo, para denunciar el craso error que nuestras autoridades cometieron al instalar las cañerías del balneario.” Tomas dijo, “Se lo agradezco inmensamente, señor Aslaksen.” Sin embargo, por dentro, Hovstad pensaba, “Tenemos que estar con la persona que más nos conviene…por el momento.” El señor Aslaksen era un viejo de costumbres arraigadas, y dueño del diario, “La Voz del Pueblo”. Hovstad dijo, “Aunque sabemos que su descubrimiento traerá a la ciudad graves consecuencias, lo apoyaré con mis escritos.”  Aslaksen pensó, “Esto aumentará la venta de mi periódico.” Enseguida, Aslaksen dijo, “Además, doctor, hemos pensado en organizar una manifestación, con moderación, claro está.” Aslaksen continuó, “Allí la gente le manifestará su apoyo en su proyecto de reformar la instalación de la traída de agua.” Alkasen dijo, estrechando su mano, “Nos retiramos, doctor Stockman. No olvide que unidos constituiremos una, ‘compacta mayoría,’ y que es importante contar con ella.” Tomas dijo, “¡Gracias señores!”

     Una vez que el impresor Aslaksen y el redactor en jefe Hovstad se marcharon, Catalina se presentó y dijo, “Escuché lo que hablaban y me alegra por ti, querido.” Tomas dijo, “Es importante contar con su apoyo, pues el señor Aslaksen es también el presidente de la sociedad de propietarios.” Alguien tocó a la puerta. Al abrir la puerta Catalina, el furioso alcalde Pedro Stockman entró como aluvión, y dijo a Tomas, “¿Tenías que haber hecho esas investigaciones a espaldas mías?” Tomas dijo, “¿Qué te sucede?” Pedro dijo, “¿Todavía lo preguntas? Cuando me has enviado un oficio en el que dices que envenenamos a los bañistas.” Tomas dijo, “¡Es verdad, hemos infectado a los pobres enfermos que creyendo que nuestras aguas les beneficiarían, pagaron grandes cantidades de dinero el verano pasado!”
     Pedro dijo, “Y el brillante doctor concluye que se debe construir una cloaca que recoja las pestilentes inmundicias del valle de los molinos.” Tomas agregó, “Además, se deben trasladar las tuberías del agua. No hay otro remedio.” Pedro dijo, “¿Y te has tomado la molesta a pensar lo que puede costar esa obra?” Tomas cruzo los brazos y dijo, “La verdad no…” Pedro explicó, “El ingeniero municipal estima que se necesitarían cientos de miles de coronas.” Tomas dijo, “¿Tanto?” Pedro le dijo, “Sí, hermano. Además, la obra tardaría por lo menos tres años en construcción. Y cuando todo estuviera listo…¿Crees que alguien se atrevería a visitar nuestro balneario?” Tomas dijo, “Pero es que el agua realmente es nociva…”
     Pedro le dijo, “Tenías que encontrar esto, precisamente cuando el establecimiento prometía prosperar. ¿Has olvidado que las ciudades vecinas también pretenden convertirse en balnearios, y trataran de atraer el torrente de forasteros ¡Tu plan solo conseguirá arruinar ésta ciudad, que es la que nos vio nacer! ¡Tú serás el único culpable de su caída!” Tomas dijo, “¿Pero porque yo?” Pedro dijo, “¡Porque sabes muy bien que esos baños son el único porvenir que tenemos los habitantes de esta ciudad!” Tomas le dijo, “Pero yo no infecté las aguas. ¡Entiéndelo Pedro!” Pedro se tranquilizó y dijo, “La disposición actual de las tuberías del balneario es un hecho consumado, y debe seguir sin cambios.” Tomas le dijo, “¿No entiendes que el peligro existe y que aumentará con el calor en el verano?”
     Pedro dijo, “Francamente no estoy convencido de que el peligro sea tan grave.” Tomas dijo, “¿Pretendes ocultar algo que podría convertirse en un crimen contra la sociedad?” Tomas se desesperó, y tomándolo del saco, le dijo, “Sí, Pedro, estás convencido de los resultados que te envié esta mañana, entiendes todo muy bien, puesto que tú hiciste construir el balneario y decidiste el sitio de la tubería.” Pedro le dijo, “¡Suéltame! ¿Y si así fuera? En todo caso no hago más que defender mi reputación por el bien de la ciudad.” Tomas dijo, “¡Eso quiere decir que no informarás al pueblo de lo que  sucede en el balneario!”
     Pedro dijo, arreglándose la corbata, “¡El bienestar público así lo exige! Nadie debe saber ni una palabra del asunto.” Tomas dijo, “Eso será imposible. Ya están enteradas de esto muchas personas.” Pedro dijo, “¿No serán esos tipos de ‘La Voz del Pueblo?’” Tomas le dijo, “Así es, y como prensa liberal e independiente, se encargarán de enterar a la sociedad, y ésta te exigirá a ti, el cumplimiento de tu deber.” Pedro estalló, y dijo, “Todo esto lo haces con el fin de vengarte de mí, deseas hacerme daño. ¡Y yo que te he ayudado tanto! A mí me debes el nombramiento que se te dio de médico del Balneario…”
    Pero Tomas le respondió, “No has sido mi benefactor, puesto que yo di la idea de convertir ésta ciudad en una magnifica estación balneario… ¡Nade más que yo, era el indicado para ser el medico! Cuando tú me hiciste aun lado en la dirección del asunto, estropeaste los proyectos que tenía, y trazaste otros planos…¡Ahora debes hacer frente a tu estupidez!” Pedro le dijo, “¡Basta!¡En nombre del bienestar público, y el mío propio, exijo una resolución inmediata!” Tomas dijo, “¿De qué hablas, señor alcalde?”
     Pedro dijo enfurecido, “¡Tienes que desmentir públicamente lo que has dicho! Pues tú, como empleado del balneario, no tienes derecho a una opinión particular, y debes tener la misma opinión de tus superiores.” Tomas dijo, “¡Jamás lo haré!¡Yo no seré un criminal!” Pedro dijo, dando la espalda, “Tu actitud acarreará consecuencias muy perniciosas para tu familia. ¡Lo del agua emponzoñada, no es más que una locura tuya! ¡El hombre que es capaz de lanzar tal blasfemia, contra su propia ciudad, es un Enemigo del Pueblo!” Tomas dijo, “¿Cómo te atreves a…?”

     Cuando el doctor estaba a punto de golpear a su hermano, Petra se interpúso, y dijo, “¡Tomas…!” Pedro estaba furioso, y dijo, “¡Me voy, pues no quiero exponerme a mas insolencias!” Tomas gritó, “¡Vete ya de mi casa…!” Cuando Pedro se fue, Catalina encaró a Tomas y le dijo, “¡Tomas, no debiste ofenderlo, recuerda que él es quien tiene el poder!” Tomas dijo, “¡Pero yo tengo la razón!” Pero Catalina le dijo, “¿Y de qué te sirve la razón, si no tienes el poder?” Petra dijo, “¡Mamá, por Dios!” Catalina se calmó, y se sentó, con Tomas. Y dijo, “¡Es la verdad, si tu hermano no quiere saber de tu descubrimiento, no te apoyará, y podría dejarte sin trabajo!” Pero Tomas se aferró, y dijo, “Nada impedirá que dé a conocer al pueblo la mentira que hemos vivido sobre los baños.”

     Más tarde, en la redacción de, “La Voz del Pueblo” Billing arreglaba el artículo, y pensaba, “Éste artículo sacará chispas…¡Tenemos guerra contra los que nos han gobernado mal!” Entonces llegó Hovstad y Billing dijo, “Señor Hovstad, si ya ha llegado usted…” Hovstad dijo, “No quise interrumpirte, por eso no te saludé.” Billing revisó el escrito y dijo, “Está todo listo para llevarlo a la imprenta.” Pero Hovstad dijo, “Si es sobre el balneario, será mejor que lo olvides, Billing.”
    Billing dijo, sobresaltado, “¿Qué es lo que ha sucedido, señor Hovstad?” Hovstad dijo, “El señor Aslaksen me ha ordenado suspender la impresión de escritos que ataquen a las autoridades de la ciudad.” Billing dijo, “Entiendo…una orden suya es suficiente para cambiar nuestros planes y nuestros puntos de vista.” Hovstad dijo, “El señor Aslaksen acaba de recibir la visita del señor alcalde, y ya te imaginarás del porqué del cambio de nuestro impresor. Además, debemos impresionar al doctor para que se retracte de lo que ha dicho sobre nuestro balneario.”
     Billing dijo, “¿Es que no se hará nada por remediar el asunto de las aguas?” Hovsted dijo, “El alcalde dijo al señor Aslaksen, que las reformas preconizadas por el doctor, ascenderían a más de 200 mil coronas.” Billing dijo, “¡Es demasiado! Será necesario un empréstito descomunal.” Hovstad dijo, “El alcalde ha dicho que el dinero tendrá que ser aportado por el pueblo.” Pero Billing dijo, “¿El pueblo? Pero si esas obras corresponde hacerlas al consejo del balneario que se enriqueció bastante el verano pasado.” Hovstad dijo, “Según el alcalde los accionistas no pueden hacer nuevos sacrificios.” Billing dijo, “Pero en caso de que se hicieran todos los cambios, el balneario tendría que cerrar sus puertas por mucho tiempo.” Hovstad dijo, “Sí, y propietarios de posadas y comerciantes no tendrán forma de mantenerse durante dos o tres años.” Billing dijo, “¡Ah, ya entiendo…! Tenemos que estar con la, ‘Compacta Mayoría.’ ¿No?”

     Al día siguiente, en el consultorio del balneario, Catalina llegó, y dijo, “Tomas, vine a buscarte, me preocupó que no llegáras a comer.” Tomas, tiste dijo, “¡Catalina…todos son unos cobardes…!” Tomas cerró el consultorio, y Catalina lo acompañó de regreso a casa. Mientras caminaban, Catalina le dijo, “¿Tu hermano volvió a amenazarte?” Tomas le dijo, “No…directamente. Vino a veme ésta mañana el señor Aslaksen a decirme que olvidára mi patraña sobre las aguas. Me entregó mis escritos y dijo que solo publicaría algo mío, siempre y cuando fuera una declaración autentica.” Catalina le dijo, “¡No puedo creer que a nadie le importe la salud de los demás!” Tomas dijo, “¡Todos se han vuelto contra mí!” Catalina le dijo, “¡No debes dejarte vencer, tus hijos y yo estamos contigo, apoyándote en todo cuanto hagas!” Ambos caminaban junto a la orilla del balneario, y se abrazaron. Para los Stockman se había oscurecido el cielo, que apenas un día antes era tan brillante.

    Dos días más tarde, en el amplio salón de la casa del capitán Horster, la gente de la ciudad asistían a una importante reunión. Uno de los asistentes comentaba con otro, “Oiga, ¿Podría decirme qué es lo que pasa aquí, esta noche?” El otro asistente le dijo, “El doctor Stockman dará una conferencia contra el alcalde.” El primero dijo, “¿Contra su hermano?” El segundo dijo, “El doctor Stockman no le teme en absoluto.” El primero le dijo, “Según, ‘La Voz del Pueblo,’ el doctor ha perdido la razón.” El segundo dijo, “Sin duda, por eso no quisieron cederle local ni en la sociedad de propietarios ni en la de ciudadanos.” Un tercero que estaba atrás de ellos dijo, “¿Con quién debe uno estar de acuerdo, en esta reunión?” El primero dijo, “Por supuesto que con el alcalde y el señor Aslaksen.” Tras una pausa, el primero dijo, “¡Has llegado los de ‘La Voz del Pueblo,’ el periódico del ponderado y poderosos señor Aslaksen!”

     En una habitación contigua, el capitán Horster decía, “Doctor, en caso de que hubiera problemas, usted y su familia podrán refugiarse rápidamente aquí.” Catalina dijo, “Capitán…¿Cree usted que haya tumulto?” El capitán Horster dijo, “Nunca se puede saber, señora Stockman.” Petra dijo, “Capitán, usted ha sido muy valiente al ofrecer su casa a mi padre.” En el salón, la gente continuaba esperando. ¡Aguardaba expectante! Una de las damas presente saludó al alcalde. “¡Buenas noches, alcalde!”
    El alcalde contestó, “¡Buenas noches!” A las ocho de la noche, al doctor Stockman hizo su aparición. “Gracias por asistir a esta reunión que es de suma importancia para todos.” Dentro del público, se escuchó una voz. Era el señor Aslaksen, quien dijo, “¡Espére un momento, señor!” El señor Aslaksen continuó, “¡Antes se tendrá que elegir a un presidente!” Tomas dijo, “No es necesario, señor Aslaksen…” El primero de los conversadores  dijo, “¡Sí, que se elija a un presidente!” Tomas dijo, “Pe-Pero…” Pedro, levantó la voz y dijo, “¡Yo también opino que debe haber un presidente que dirija las discusiones!”
     Tomas dijo, “Pedro, esto es una conferencia, y he sido yo quien invtó al público.” El primero de los conversadores gritó, “¡Que el señor Alkasen sea el presidente!” Todos gritaron, “¡Sí, sí…que sea Aslaksen!” Aslaksen gritó, “¡Animado por la mayoría, acépto! De modo que invitaré al ciudadano que tuvo a bien convocarnos aquí, a mantenerse dentro de los límites estrictos de la moderación!” Enseguida, Aslaksen dijo, “¿Quién desea hacer uso de la palabra?” Tomas gritó, “¡Esto ya se pasa de la raya!” Entonces, el alcalde dijo gritando, “Por el bien de la ciudad y de nuestro balneario, elevo a esta asamblea el ruego de que se le niegue al médico Stockman, el permiso de hablar de esa cuestión.”  
     Tomas estalló, “¡Nadie puede prohibirme a hablar…!” Aslaksen dijo, “Modérese, doctor Stockman.” Pedro se acercó a su hermano y dijo, “Todos los ciudadanos aquí presentes saben muy bien que has tratado de producir una agitación, tomando como pretexto el balneario, donde pretendes se tiren inútilmente más de cien mil coronas.” La gente abucheó y apabulló. “¡BUUU!” “¡FIIIIUT!” Aslaksen agregó, “Por supuesto que nadie duda de la honorabilidad del doctor, pero no por ello vamos a apoyar sus…ideas particulares.” La gente abucheó, “¡BUUUU!” 
    Aslaksen continuó, “Estoy seguro que el señor Hovstad también desea dar su opinión. Pase por favor al estrado…” La gente gritó, “¡Sí, que hable Hovstad!” Hovstad pasó al estrado y dijo, “Debo confesar que la principio quise apoyar al doctor Stockman, pero al tiempo me di cuenta de que mi buena fe había sido engañada por datos falsos.”
     Tomas dijo enfurecido, mientas era detenido por Pedro, “¡Falsos? ¡Usted es un…!” Pedro dijo, “Doctor, cálmese…recuerde la moderación.” Hovstad continuó, “Francamente me apena tener que combatir contra el doctor, del que he sido compañero. Es una persona honrada y su única equivocación consiste en hacer más caso a su corazón que a su cabeza.”
     La gente gritó, “¡Bien dicho, Hovstad! ¡Eso es!” Pero Tomas dijo, “¡Nada de lo que ha dicho, me impedirá hablar en público!” la gente gritó, “Nada del balneario!¡No queremos que se hable de los baños!” Tomas dijo, “¡Así será!!Solo voy a hablarles de un descubrimiento que acabo de hacer.” Pedro dijo, “¿Así que te ha dado tiempo de eso?” Tomas dijo, “¡He querido a mi ciudad tanto como a mis tres hijos! ¡Por mucho años viví lejos de ella y sufrí por ello!” Pedro dijo, “¡Bah!” Pedro continuó, “¡Ahora ve que todos ustedes no necesitan a un médico como yo…!” Catalina sintió el presentimiento de algo malo, y dijo, “¿Dios mío, tengo miedo!” Tomas dijo, “¡Lo que este pueblo necesita es un veterinario!”
    Una expresión de asombro se dejó escuchar en la casa. “¡AHHHH!” Aslaksen dijo, “¡Doctor Stockman!” La gente empezó a reclamar, “¡Fuera!¡¡A la calle!¡Largo, doctor Stockman!” Pedro continuó, “¡En verdad todos aquí se comportan como unos animales, pero animales completamente irracionales! ¡Para confirmar lo que digo, basta con mirar a su alcalde! ¡Un cuadrúpedo con zapatos!” Pedro dijo, “¡Basta Tomas!¡Has enloquecido sin remedio!” Pedro dijo, “Sin embargo, en el fondo no lo es; al igual que yo, desciende de un viejo pitada de Pomerania…mi amado padre.” Aslaksen dijo, “¡Silencio, doctor Stockman!” Tomas dijo, “Si aquí me callan, yo apelaré a los periódicos de las publicaciones vecinas. ¡Todo el mundo sabrá lo que pasa aquí!” Aslaksen dijo, “¡El doctor pretende arruinar nuestra ciudad!”
     Tomas dijo, “¡Amo tanto a mi ciudad natal que prefiero que se arruine, a que prospére a costa de la muerte de gente inocente!” El público abucheó, “¡BUUUU! ¡FUUUU!” Pedro gritó, “¡El doctor en realidad, odia a su ciudad!¡Odia a su país!” Alguien del público gritó, “¡Fuera!¡Le daremos su merecido!” El señor Hovstad se hizo escuchar en medio de gritos y abucheos, “¡La persona que ataca así a las personas y al bien común es…un enemigo del pueblo!” Alguien del público gritó, “¡Sí, es un enemigo del pueblo!” Tomas dijo, “¡Todos acabarán por contaminarse y sus autoridades son capaces de llevar al país entero a la ruina de esta ciudad.”
     El capitán Horster, quien estaba en el estrado, junto a Tomas, dijo, “Sera mejor que vengo conmigo, doctor Stockman…” Mientras ambos se retiraban, Pedro dijo, “¡Capitán, aun no entiendo cómo pudo prestarse a esto!” El Capitán Horster dijo, “Señor alcalde, en mi casa hago lo que me place…”
     La gente salió de la casa y Billing gritó, “¡El enemigo del pueblo!¡Muera el enemigo del pueblo!” Otro hombre gritó, “¡Debemos darle un justo escarmiento!” Billing encabezaría a la muchedumbre exaltada. Gritando, “¡Acabaremos con el enemigo del pueblo!” Mientras tanto, la gente arrojaba piedras a la casa y las ventanas de la residencia del capitán Horster.

     Al amanecer, el barco del capitán Hortster, partía hacia América. En él marchaba también la familia Stockman. A la llegada del verano, aquella ciudad costera de Noruega, ya había olvidado felizmente el descubrimiento que hiciera el doctor Tomas Stockman, el Enemigo del pueblo.

Tomado de, Novelas Inmortales, Año XVI, No. 814. Junio 23 de 1993. Guión: Víctor M. Yáñez. Segunda adaptación: Jose Escobar.          

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