sábado, 7 de enero de 2023

Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu

     Joseph Thomas Sheridan Le Fanu, nació el 28 de agosto de 1814, y murió el 7 de febrero, de 1873, a la edad de 58 años. Le Fanu fue un escritor irlandés, de cuentos góticos, novelas de misterio, y ficción de terror. Fue uno de los principales escritores de historias de fantasmas de su tiempo, fundamental para el desarrollo del género en la época victoriana. Montages Rhodes James, describió a, Le Fanu, como, "absolutamente en el primer rango, como escritor de historias de fantasmas". Tres de sus obras más conocidas, son, El Misterio de la Habitación Cerrada, El Tío Silas, la novela de vampiros lésbicos, Carmilla, y la novela histórica, La Casa Junto al Cementerio.

Vida Temprana

    Sheridan Le Fanu nació en, 45 Lower Dominick Street, Dublín, en una familia literaria de ascendencia hugonote, irlandesa e inglesa. Tenía una hermana mayor, Catherine Frances, y un hermano menor, William Richard. Sus padres fueron Thomas Philip Le Fanu, y Emma Lucretia Dobbin. Tanto su abuela Alicia Sheridan Le Fanu, como su tío abuelo, Richard Brinsley Sheridan fueron dramaturgos.

    Su sobrina Rhoda Broughton se convertiría en una exitosa novelista. Y su madre también fue escritora, y produjo una biografía de Charles Orpen. Un año después de su nacimiento, su familia se mudó a la, Royal Hibernian Military School, en Phoenix Park, donde su padre, un clérigo de la Iglesia de Irlanda, fue nombrado capellán del establecimiento. El Parque Fénix, y el pueblo adyacente y la iglesia parroquial de Chapelizod, aparecerían en las historias posteriores de Le Fanu.

     En 1826, la familia se mudó a Abington, condado de Limerick, donde el padre de Le Fanu, Thomas, asumió su segunda rectoría en Irlanda. Aunque tenía un tutor que, según su hermano William, no les enseñó nada, y finalmente, fue despedido en desgracia, Le Fanu usó la biblioteca de su padre para educarse. A la edad de quince años, Joseph estaba escribiendo poesía, que compartía con su madre y sus hermanos, pero nunca con su padre. Su padre era un eclesiástico protestante severo, y crió a su familia en una tradición casi calvinista.

    En 1832, los desórdenes de la, Guerra del Diezmo (1831-1836) afectaron a la región. Había alrededor de seis mil católicos en la parroquia de Abington, y solo unas pocas docenas de miembros de la Iglesia de Irlanda. Cuando hacía mal tiempo, el decano cancelaba los servicios dominicales, porque asistían muy pocos feligreses. Sin embargo, el gobierno obligó a todos los granjeros, incluidos los católicos, a pagar diezmos para el mantenimiento de la iglesia protestante. Al año siguiente, la familia se mudó temporalmente a Dublín, a Williamstown Avenue, en un suburbio del sur, donde Thomas trabajaría en una comisión del gobierno.

Vida Posterior

    Aunque su padre, Thomas Le Fanu, trató de vivir como si estuviera bien, la familia estaba en constante dificultad financiera. Thomas tomó las rectorías en el sur de Irlanda por el dinero, ya que proporcionaban una vida decente a través de los diezmos. Sin embargo, a partir de 1830, como resultado de la agitación contra los diezmos, este ingreso comenzó a disminuir, y cesó por completo dos años después. En 1838, el gobierno instituyó un esquema de pago a los rectores de una suma fija, pero mientras tanto, el Decano tenía poco más que el alquiler de algunas pequeñas propiedades que había heredado.

    En 1833, Thomas tuvo que pedir prestadas 100 libras esterlinas a su primo, el capitán Dobbins, quien terminó en la prisión de deudores unos años más tarde, para visitar a su hermana moribunda en Bath, que también estaba profundamente endeudada por sus facturas médicas. A su muerte, Thomas no tenía casi nada que dejar a sus hijos, y la familia tuvo que vender su biblioteca, para pagar algunas de sus deudas. Su viuda se fue a vivir con el hijo menor, William.

   Sheridan Le Fanu estudió derecho, en el, Trinity College Dublin, donde fue elegido auditor de la, College Historical Society. Bajo un sistema peculiar de Irlanda, no tenía que vivir en Dublín, para asistir a conferencias, pero podía estudiar en casa, y tomar exámenes en la universidad cuando fuera necesario. Fue llamado a la abogacía en 1839, pero nunca ejerció, y pronto abandonó la abogacía por el periodismo. En 1838, comenzó a contribuir con historias para la Revista de la Universidad de Dublín, incluida su primera historia de fantasmas, titulada, "El Fantasma y el Enterrador de Huesos" (1838). Se convirtió en propietario de varios periódicos, a partir de 1840, incluidos el, Dublin Evening Mai, y el Warder.

     El 18 de diciembre de 1844, Le Fanu se casó con, Susanna Bennett, hija de un destacado abogado de Dublín, George Bennett, y nieta de John Bennett, juez del Tribunal del Rey. El futuro diputado de la, Home Rule League, Isaac Butt, fue testigo. Luego, la pareja viajó a la casa de sus padres, en Abington, para pasar la Navidad. Alquilaron una casa en Warrington Place, cerca del Gran Canal de Dublín. Su primer hijo, Eleanor, nació en 1845, seguido de Emma, en 1846, Thomas, en 1847 y George en 1854.

     En 1847, Le Fanu apoyó a John Mitchel, y Thomas Francis Meagher, en su campaña contra la indiferencia del gobierno, ante la hambruna irlandesa. Otros involucrados en la campaña, incluyeron a Samuel Ferguson, e Isaac Butt. Butt escribió un análisis de cuarenta páginas del desastre nacional, para la, Revista de la Universidad de Dublín, en 1847. Su apoyo le costó la nominación como diputado tory, por el condado de Carlow, en 1852.

    En 1856, la familia se mudó de Warrington Place, a la casa de los padres de Susanna, en 18 Merrion Square, luego número 70, la oficina del Irish Arts Council. Sus padres se retiraron para vivir en Inglaterra. Le Fanu nunca fue dueño de la casa, pero se la alquiló a su cuñado, por 22 libras esterlinas al año, que todavía no pudo pagar en su totalidad.

Su vida personal también se volvió difícil en este momento, ya que su esposa sufría de síntomas neuróticos crecientes. Ella tuvo una crisis de fe, y asistió a los servicios religiosos en la cercana iglesia de San Esteban. También habló de religión, con William, el hermano menor de Le Fanu, ya que aparentemente, Le Fanu había dejado de asistir a los servicios. Ella sufría de ansiedad después de la muerte de varios parientes cercanos, incluido su padre dos años antes, lo que puede haberla llevado a problemas maritales.

     En abril de 1858, ella sufrió un, "ataque de histeria," y murió al día siguiente, en circunstancias poco claras. Fue enterrada en la bóveda de la familia Bennett, en el cementerio Mount Jerome, junto a su padre y hermanos. La angustia de los diarios de, Le Fanu, sugiere que sentía tanto culpa, como pérdida. A partir de entonces, no escribió ninguna ficción, hasta la muerte de su madre, en 1861. Le Fanu recurrió a su prima, Lady Gifford, en busca de consejo, y aliento, y ella siguió siendo una cercana corresponsal, hasta su muerte, a finales de la década.

    En 1861, se convirtió en el editor y propietario de la, Revista de la Universidad de Dublín, y comenzó a aprovechar la doble publicación, primero serializando en la, Revista de la Universidad de Dublín, y luego revisando para el mercado inglés. Publicó, The House by the Churchyard, y Wylder's Hand, de esta manera.
     Tras críticas tibias sobre la novela anterior, ambientada en la zona de Phoenix Park, de Dublín, Le Fanu firmó un contrato con Richard Bentley, su editor londinense, en el que se especificaba que las futuras novelas, serían historias, "de tema inglés y de los tiempos modernos". un paso que Bentley creyó necesario para que Le Fanu satisficiera al público inglés. Le Fanu logró este objetivo en 1864, con la publicación de, Uncle Silas, que ambientó en Derbyshire. En sus últimos cuentos, sin embargo, Le Fanu volvió al folclore irlandés como inspiración, y animó a su amigo Patrick Kennedy, a contribuir con el folclore en la, Revista de la Universidad de Dublín.

    Le Fanu murió de un infarto en su Dublín natal, el 7 de febrero de 1873, a la edad de 58 años. Según Russell Kirk, en su ensayo, "Una Nota de Precaución Sobre el Cuento Fantasmal" en, The Surly Sullen Bell, Le Fanu, "se cree haber muerto literalmente de susto"; pero Kirk no da las circunstancias. Hoy en día, hay una carretera y un parque en Ballyfermot, cerca de la casa de su infancia, en el suroeste de Dublín, que llevan su nombre.

Obras Literarias

     Le Fanu trabajó en muchos géneros, pero sigue siendo el más conocido por su ficción de terror. Era un artesano meticuloso, y con frecuencia, reelaboraba tramas e ideas de sus escritos anteriores, en piezas posteriores. Muchas de sus novelas, por ejemplo, son expansiones y refinamientos de cuentos anteriores. Se especializó en tono y efecto, en lugar de "shock horror," y le gustaba dejar detalles importantes sin explicación y misteriosos. Evitó los efectos sobrenaturales abiertos: en la mayoría de sus obras principales, lo sobrenatural está fuertemente implícito, pero también es posible una explicación "natural".

    El mono demoníaco en, "Green Tea," podría ser una ilusión del protagonista de la historia, quien es la única persona que lo ve; en "The Familiar", la muerte del Capitán Barton parece ser sobrenatural, pero en realidad no se presencia, y el búho fantasmal, puede ser un pájaro real. Esta técnica influyó en los artistas de terror posteriores, tanto en forma impresa como en forma cinematográfica. Un ejemplo de esto anterior, es el principio filmico del, "Horror Indirecto," del productor de cine, Val Lewton.
   Aunque desde entonces otros escritores han elegido técnicas menos sutiles, los mejores cuentos de Le Fanu, como la novela de vampiros, Carmilla, y el cuento, "Schalken the Painter", siguen siendo algunos de los más poderosos del género. Tuvo una enorme influencia en uno de los escritores de historias de fantasmas más importantes del siglo XX, Montages Rhodes James, y aunque su obra cayó en desgracia a principios del siglo XX, hacia finales del siglo el interés por su obra aumentó, y se mantiene comparativamente fuerte.

Los Papeles Purcell

     Sus primeros doce cuentos, escritos entre 1838 y 1840, pretenden ser los restos literarios de un sacerdote católico del siglo XVIII llamado Padre Purcell. Se publicaron en la, Revista de la Universidad de Dublín, y luego se recopilaron como, The Purcell Papers (1880).

    En su mayoría están ambientados en Irlanda, e incluyen algunas historias clásicas de terror gótico, con castillos lúgubres, visitas sobrenaturales de ultratumba, locura, y suicidio. También son evidentes la nostalgia y la tristeza, por la aristocracia católica desposeída de Irlanda, cuyos castillos en ruinas, fueron testigos mudos de esta historia. Algunas de las historias todavía aparecen a menudo en antologías:

"El Fantasma y el Huesero" (1838), su primera historia jocosa publicada.

"Las Fortunas de Sir Robert Ardagh" (1838), una historia enigmática que involucra parcialmente un pacto fáustico, y está ambientada en el ambiente gótico, de un castillo en la Irlanda rural.

"El Último Heredero de Castle Connor" (1838), una historia no sobrenatural que explora el declive y la expropiación de la antigua nobleza católica de Irlanda, bajo la ascendencia protestante.

"El Sueño del Borracho" (1838), una visión inquietante del infierno.

"Pasaje en la Historia Secreta de una Condesa Irlandesa" (1838), una versión temprana de su novela posterior, El Tío Silas.

"Evento Extraño en la Vida de Schalken the Painter" (1839), una versión inquietante del motivo del amante del demonio. Este cuento se inspiró en las escenas atmosféricas a la luz de las velas, del pintor holandés del siglo XVII, Godfried Schalcken, quien es el modelo del protagonista de la historia.
     Montague Rhodes James, declaró que "'Schalken' se ajusta más estrictamente a mis propios ideales. De hecho, es una de las mejores cosas buenas de Le Fanu".  Fue adaptado y transmitido para televisión como, Schalcken the Painter, por la BBC, para la Navidad de 1979, protagonizada por Jeremy Clyde y John Justin.

"Un Capítulo en la Historia de Una Familia Tyrone" (1839), que puede haber influido en, Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Esta historia fue posteriormente reelaborada y ampliada por, Le Fanu, como, The Wyvern Mystery (1869).

Las versiones revisadas de "Irish Countess" y "Schalken" se reimprimieron en la primera colección de cuentos de Le Fanu, las muy raras, Ghost Stories and Tales of Mystery (1851).

Spalatro

     Una novela anónima, Spalatro: From the Notes of Fra Giacomo, publicada en, Dublin University Magazine, en 1843, se agregó al canon de Le Fanu, en 1980, y W.J. McCormack la reconoció como obra de Le Fanu, en su biografía de ese año. Spalatro tiene un escenario típicamente gótico italiano, con un bandido como héroe, como en Ann Radcliffe, cuya novela de 1797, El Italiano, incluye un villano menor arrepentido del mismo nombre. Más inquietante, sin embargo, es la pasión necrófila del héroe, Spalatro, por una belleza bebedora de sangre no-muerta, que parece ser una predecesora de la posterior vampira Carmilla, de Le Fanu.

   Al igual que, Carmilla, ésta femme fatale no-muerta, no es retratada de manera totalmente negativa, e intenta, pero falla, salvar al héroe Spalatro de la condenación eterna, que parece ser su destino.

Le Fanu escribió esta historia después de la muerte de su hermana mayor, Catherine, en marzo de 1841. Ella había estado enferma durante unos diez años, pero su muerte fue un gran golpe para él.

Ficción Histórica

     Las primeras novelas de Le Fanu, fueron históricas, al estilo de Sir Walter Scott, aunque con una ambientación irlandesa. Al igual que Scott, Le Fanu simpatizaba con la vieja causa jacobita:

El Gallo y el Ancla (1845), una historia del antiguo Dublín. Fue reeditada con ligeras modificaciones como, Morley Court, en 1873.

Las Fortunas del Coronel Torlogh O'Brien (1847)

La Casa Junto al Cementerio (1863), la última de las novelas de Le Fanu, ambientada en el pasado y, como se mencionó anteriormente, la última con ambientación irlandesa. Es de destacar que aquí, el estilo histórico de Le Fanu, se mezcla con su estilo gótico posterior, influenciado por su lectura de los escritores clásicos de ese género, como Ann Radcliffe. Esta novela, citada posteriormente por James Joyce, en, Finnegans Wake, está ambientada en Chapelizod, donde Le Fanu vivió en su juventud.

Novelas Sensacionales

   Le Fanu publicó muchas novelas en el estilo contemporáneo de ficción sensacional de Wilkie Collins y otros:

La Mano de Wylder (1864)

Guy Deverell (1865)

Todo en la Oscuridad (1866), satirizando el espiritismo.

Los Inquilinos de Malory (1867)

Un Nombre Perdido (1868) una adaptación de, El Invitado Maligno.

Vidas Embrujadas (1868)

El Misterio del Dracoleón (1869)

Jaque Mate (1871)

La Rosa y la Llave (1871), que describe los horrores del manicomio privado, un tema gótico clásico.

Dispuesto a Morir (1872)

Obras Principales

    Sus obras más conocidas, todavía muy leídas hoy en día, son:

    El Tío Silas (1864), una macabra novela de misterio y clásico del terror gótico. Es una adaptación muy ampliada de su cuento anterior "Pasajes en la Historia Secreta de una Condesa Irlandesa", con el escenario cambiado de Irlanda a Inglaterra.

    Gainsborough Studios realizó una versión cinematográfica con el mismo nombre, en 1947, y en 1987, se realizó una nueva versión titulada, The Dark Angel, protagonizada por, Peter O'Toole, como el personaje principal.

En Un Vaso Oscuro (1872),  una colección de cinco cuentos en los géneros de terror y misterio, presentados como los artículos póstumos del detective ocultista Dr. Hesselius:

"Green Tea", una narración inquietante de un hombre acosado por un mono demoníaco.

"The Familiar", una versión ligeramente revisada del cuento de 1847, de Le Fanu, "The Watcher". Montague Rhodes James, consideró que esta era la mejor historia de fantasmas jamás escrita.

"Mr Justice Harbottle", otro panorama del Infierno y muy querido por Montague Rhodes James.

"La Habitación del Dragón Volant", no es una historia de fantasmas, sino una notable historia de misterio que incluye el tema del entierro prematuro.

"Carmilla", una historia convincente de una mujer vampiro, ambientada en el centro de Europa. Ha inspirado varias películas, incluidas, The Vampire Lovers (1970) de Hammer, Blood and Roses (1960) de Roger Vadim, y Vampyr (1932) del director danés Carl Theodor Dreyer.
Académicos como A. Asbjørn Jøn también han notado el importante lugar que, "Carmilla" ocupa en cambiar la representación de los vampiros en la ficción moderna.

Legado e Influencia

     Además de Montague Rhodes James, varios otros escritores han expresado una gran admiración por la ficción de Le Fanu. Edward Frederic Benson, afirmó que las historias de Le Fanu, "Green Tea", "The Familiar," y "Mr. Justice Harbottle," "están llenas de un horror que la costumbre no puede superar, y esta cualidad se debe, como en, La Otra Vuelta de Tuerca, a los métodos admirablemente artísticos de Le Fanu, en el escenario y la narración."

     Benson agregó: "El mejor trabajo [de Le Fanu] es de primer nivel, mientras que como 'trepador de carne' no tiene rival. Nadie más tiene un toque tan seguro para mezclar la atmósfera misteriosa en la que el horror se reproduce oscuramente". Jack Sullivan ha afirmado que Le Fanu es, "una de las figuras más importantes e innovadoras en el desarrollo de la historia de fantasmas," y que el trabajo de Le Fanu, ha tenido, "una influencia increíble en el género; [es] considerado por Montague Rhodes James, Everett Franckin Bleiler, y otros, como el escritor más hábil de ficción sobrenatural en inglés".

    El trabajo de Le Fanu influyó en varios escritores posteriores. Más famoso, Carmilla influyó en Bram Stoker, en la escritura de Drácula. La ficción de fantasmas, de Montagues Rhodes James, fue influenciada por el trabajo de Le Fanu, en el género. La novela sobrenatural de Oliver Onion, La Mano de Kornelius Voyt (1939) se inspiró en, El Tío Silas, de Le Fanu. (Wikipedia en Ingles).

     Carmilla, es una novela gótica de 1872, del autor irlandés, Sheridan Le Fanu, y una de las primeras obras de ficción de vampiros, anterior a, Drácula de Bram Stoker (1897) por 26 años. Publicada por primera vez como una serie en la revista, The Dark Blue, (1871–72), la historia es narrada por una mujer joven, presa de una vampira llamada, Carmilla, que luego se reveló como Mircalla, la condesa Karnstein. Carmilla es una anagrama de Mircalla. El personaje es un ejemplo prototípico de vampira lesbiana, que expresa deseos románticos hacia la protagonista. En particular, la novela nunca reconoce la homosexualidad como un rasgo antagónico, dejándola sutil y moralmente ambigua. La historia a menudo se incluye en antologías, y se ha adaptado muchas veces en películas y otros medios.

Publicación

     Carmilla, serializada en la revista literaria, The Dark Blue, a fines de 1871, y principios de 1872, fue reimpresa en la colección de cuentos de, Le Fanu, In a Glass Darkly (1872). La comparación del trabajo de dos ilustradores de la historia, David Henry Friston, y Michael Fitzgerald, cuyo trabajo aparece en el artículo de la revista pero no en las ediciones modernas del libro, revela inconsistencias en las representaciones de los personajes. En consecuencia, ha surgido confusión al relacionar las imágenes con la trama. Isabella Mazzanti ilustró la edición de 2014 del libro, publicado por, Editions Soleil, y traducido por Gaid Girard.

Resumen de la Trama

    Le Fanu presenta la historia como parte del libro de casos del Dr. Hesselius, cuyas desviaciones de la ortodoxia médica, lo sitúan como el primer detective ocultista de la literatura.

     Laura, la protagonista adolescente, nos narra la historia, comenzando por su infancia en un castillo, "pintoresco y solitario," en medio de un extenso bosque, en Estiria, donde vive con su padre, un rico viudo inglés, retirado del servicio del Imperio austríaco. Cuando tenía seis años, Laura tuvo una visión de una visitante muy hermosa en su dormitorio. Posteriormente, afirma que le pincharon el pecho, aunque no se encontró ninguna herida.

     Doce años después, Laura y su padre están admirando la puesta de sol frente al castillo, cuando su padre le cuenta una carta de su amigo, el general Spielsdorf. Se suponía que el general los visitaría con su sobrina, Bertha Rheinfeldt, pero Bertha murió repentinamente en circunstancias misteriosas. El general concluye ambiguamente que discutirá las circunstancias en detalle, cuando se reúnan más tarde.

    Laura, entristecida por la pérdida de una posible amiga, anhela una compañera. Un accidente de carruaje fuera de la casa de Laura, trae inesperadamente a una niña de la edad de Laura, al cuidado de la familia. Su nombre es Carmilla. Ambas chicas se reconocen instantáneamente por el, "sueño," que ambas tuvieron cuando eran jóvenes.

    Carmilla aparece herida, tras su accidente de carruaje, pero su misteriosa madre le informa al padre de Laura, que su viaje es urgente, y no puede retrasarse. Se las arregla para dejar a su hija con Laura y su padre, hasta que pueda regresar en tres meses. Antes de irse, señala con severidad, que su hija no revelará ninguna información sobre su familia, su pasado, o ella misma, y ​​que Carmilla está en su sano juicio. Laura comenta que ésta información parece innecesaria y su padre se ríe.

    Carmilla y Laura se vuelven muy amigas, pero ocasionalmente el estado de ánimo de Carmilla, cambia abruptamente. A veces hace avances románticos hacia Laura. Carmilla se niega a decir nada sobre sí misma, a pesar de las preguntas de Laura. Su secretismo no es lo único misterioso de Carmilla; nunca se une a las oraciones de la casa, duerme gran parte del día, y parece sonámbula afuera por la noche.

    Mientras tanto, mujeres jóvenes y niñas de los pueblos cercanos, han comenzado a morir de una enfermedad desconocida. Cuando el cortejo fúnebre de una de esas víctimas, pasa junto a las dos niñas, Laura se une al himno fúnebre. Carmilla estalla en cólera, y regaña a Laura, quejándose de que el himno le hace daño en los oídos.

   Cuando llega un envío de pinturas reliquia restauradas, Laura encuentra un retrato de su antepasada, Mircalla, condesa Karnstein, fechado en 1698. El retrato se parece exactamente a Carmilla, hasta el lunar en el cuello. Carmilla sugiere que podría ser descendiente de los Karnstein, aunque la familia se extinguió siglos antes.

     Durante la estadía de Carmilla, Laura tiene pesadillas en las que una gran bestia, parecida a un gato, entra en su habitación. La bestia salta sobre la cama, y Laura siente algo así como dos agujas, separadas por una pulgada o dos, clavándose profundamente en su pecho. La bestia entonces toma la forma de una figura femenina, y desaparece por la puerta sin abrirla. En otra pesadilla, Laura escucha una voz que dice: "Tu madre te advierte que tengas cuidado con el asesino", y una luz repentina revela a Carmilla parada al pie de su cama, con el camisón empapado en sangre. La salud de Laura empeora, y su padre hace que un médico la examíne. Él encuentra un pequeño punto azul, una pulgada o dos debajo de su cuello, donde la criatura en su sueño la mordió, y habla en privado con su padre, solo le pide que Laura nunca esté desatendida.

    Su padre parte con Laura, en un carruaje, hacia el pueblo en ruinas de Karnstein, a tres millas de distancia. Dejan un mensaje, pidiéndole a Carmilla y a una de las institutrices, que los sigan, una vez que Carmilla, que siempre duerme hasta tarde, se despierte. De camino a Karnstein, Laura y su padre se encuentran con el general Spielsdorf. Él les cuenta su propia historia espantosa.

   En un baile de disfraces, él y su sobrina Bertha, habían conocido a una joven muy hermosa, llamada Millarca, y a su enigmática madre. Bertha se enamoró de inmediato de Millarca. La madre convenció al General, de que era una vieja amiga suya, y le pidió que permitiera a Millarca quedarse con ellos durante tres semanas, mientras ella atendía un asunto secreto de gran importancia.

    Bertha cayó misteriosamente enferma, sufriendo los mismos síntomas que Laura. Después de consultar con un médico sacerdotal especialmente ordenado, el General se dio cuenta de que Bertha estaba siendo visitada por un vampiro. Se escondió con una espada, y esperó hasta que una gran criatura negra, de forma indefinida, se arrastró hasta la cama de su sobrina, y se lanzó sobre su garganta. El general saltó de su escondite, y atacó a la criatura, que entonces había tomado la forma de Millarca. Ella huyó por la puerta cerrada, ilesa. Bertha murió antes de que amaneciera.

   Al llegar al pueblo de Karnstein, el General le pregunta a un leñador, dónde puede encontrar la tumba de Mircalla Karnstein. El leñador dice que la tumba fue reubicada hace mucho tiempo, por un noble moravo, que derrotó a los vampiros que rondaban la región.

     Mientras el General y Laura están solos en la capilla en ruinas, aparece Carmilla. El General y Carmilla se enfurecen al verse, y el General la ataca con un hacha. Carmilla desarma al General, y desaparece. El General explica que Carmilla es también Millarca, ambos anagramas del nombre original de la vampira, Mircalla, Condesa Karnstein.

     A la fiesta se une el barón Vordenburg, el descendiente del héroe que libró a la zona de vampiros, hace mucho tiempo. Vordenburg, una autoridad en vampiros, ha descubierto que su antepasado tuvo, una relación sentimental con la condesa Karnstei, antes de que ella muriera. Usando las notas de su antepasado, localiza la tumba oculta de Mircalla.
    Una comisión imperial exhuma el cuerpo de Mircalla. Sumergida en sangre, parece respirar débilmente, el corazón le late, los ojos abiertos. Se le clava una estaca en el corazón y emite un chillido correspondiente; luego, la cabeza es cortada, el cuerpo y la cabeza son reducidos a cenizas, las cuales son arrojadas a un río.

    Posteriormente, el padre de Laura lleva a su hija a una gira de un año por Italia, para recuperar su salud, y recuperarse del trauma, pero ella nunca lo hace por completo.

Motivos

“Carmilla” exhibe las características primarias de la ficción gótica. Incluye una figura sobrenatural, un escenario oscuro, de un antiguo castillo, una atmósfera misteriosa, y elementos ominosos, o supersticiosos.

    En la novela, Le Fanu suprime la visión victoriana de las mujeres, como meras posesiones útiles de los hombres, que dependen de ellas, y necesitan su constante tutela. Los personajes masculinos de la historia, como el padre de Laura, y el general Spielsdorf, se exponen como, opuestos a los presuntos hombres victorianos: indefensos, e improductivos. El padre anónimo llega a un acuerdo con la madre de Carmilla, mientras que Spielsdorf no puede controlar la fe de su sobrina, Bertha. Ambas escenas retratan a las mujeres como iguales, si no superiores a los hombres.
    Este empoderamiento femenino, es aún más amenazante para los hombres, si consideramos a los predecesores vampíricos de Carmilla, y su relación con sus presas. Carmilla es lo opuesto a esos vampiros masculinos: en realidad está involucrada con sus víctimas, tanto emocional como, teóricamente, sexualmente. Además, Carmilla es capaz de superar aún más limitaciones, al dominar la muerte. Al final, se sugiere que su inmortalidad sea sostenida por el río, donde se habían esparcido sus cenizas.

     Le Fanu también se aparta de la idea negativa del parasitismo femenino, y el lesbianismo, al representar una conexión mutua e irresistible entre Carmilla y Laura. Esta última, junto con otros personajes femeninos, se convierte en un símbolo de todas las mujeres victorianas, contenidas y juzgadas por sus reflejos emocionales. La ambigüedad del habla, y el comportamiento de Laura, revela sus dificultades para expresar plenamente sus preocupaciones y deseos.

    Otro elemento importante de, “Carmilla,” es el concepto de dualismo, presentado a través de la yuxtaposición de vampiro y humano, así como lesbiana y heterosexual. Esto también es vívido, o patente, en la irresolución de Laura, ya que, "siente tanto atracción como repulsión," hacia Carmilla. La dualidad del carácter de Carmilla, es sugerida por sus atributos humanos, la falta de conducta depredadora, y su experiencia compartida con Laura. Según Jönsson, Carmilla puede verse como una representación del lado oscuro de toda la humanidad.

Fuentes

    Al igual que con, Drácula, los críticos han buscado las fuentes utilizadas en la escritura de, Carmilla. Una fuente utilizada, fue una disertación sobre magia, vampiros y apariciones de espíritus, escrita por, Dom Augustin Calmet, titulada, Traité Sur les Apparitions des Esprits et Sur les Vampires ou les Revenants de Hongrie, de Moravie, &c. (1751). Esto se evidencía en un informe analizado por Calmet, de un sacerdote que obtuvo información de un pueblo que estaba siendo atormentado por una entidad vampírica, tres años antes.

   Habiendo viajado a la ciudad, para investigar y recopilar información de los diversos habitantes allí, el sacerdote se enteró de que un vampiro, había atormentado a muchos de los habitantes por la noche, al venir del cementerio cercano, y perseguiría a muchos de los residentes en sus camas. Un viajero húngaro desconocido, llegó al pueblo durante este período, y ayudó al pueblo tendiendo una trampa en el cementerio, y decapitando al vampiro, que residía allí, curando al pueblo de su tormento. Esta historia fue contada nuevamente por, Le Fanu, y adaptada al capítulo trece de, Carmilla.

     Según Matthew Gibson, The Book of Were-wolves (1863) del reverendo, Sabine Baring-Gould, y su relato de Elizabeth Báthory, Christabel de Coleridge (Parte 1, 1797 y Parte 2, 1800) y, Schloss Hainfeld del Capitán Basil Hall; or a Winter in Lower Styria (Londres y Edimburgo, 1836), son otras fuentes para la, Carmilla de Le Fanu. El relato de Hall, proporciona gran parte de los antecedentes de Estiria y, en particular, un modelo tanto para Carmilla como para Laura en la figura de, Jane Anne Cranstoun, condesa de Purgstall.

Influencia

    Carmilla, el personaje principal, es el prototipo original de una legión de vampiras y lesbianas. Aunque Le Fanu, retrata su sexualidad vampírica, con la circunspección que uno esperaría para su época, la atracción lésbica evidentemente es la principal dinámica entre Carmilla, y la narradora de la historia:

A veces, después de una hora de apatía, mi extraña y hermosa compañera, tomaba mi mano, y la estrechaba con una cariñosa presión, renovada una y otra vez; sonrojándose suavemente, mirándome a la cara con ojos lánguidos y ardientes, y respirando tan rápido, que su vestido subía y bajaba, con la respiración tumultuosa. Era como el ardor de un amante; me avergonzó; era odioso y, sin embargo, abrumador; y con ojos regocijados, me atrajo hacia ella, y sus labios calientes, viajaron a lo largo de mi mejilla, en besos; y ella susurraba, casi entre sollozos: "Eres mía, serás mía, y tú y yo somos uno para siempre". (Carmilla, Capítulo 4).

    En comparación con otros vampiros literarios del siglo XIX, Carmilla es un producto similar, de una cultura con estrictas costumbres sexuales, y un miedo religioso tangible. Si bien, Carmilla seleccionó exclusivamente víctimas femeninas, solo se involucra emocionalmente con algunas. Carmilla tenía hábitos nocturnos, pero no estaba confinada a la oscuridad. Tenía una belleza sobrenatural, y podía cambiar de forma y atravesar paredes sólidas. Su alter ego animal, era un gato negro monstruoso, no un perro grande como en, Drácula. Sin embargo, durmió en un ataúd. Carmilla funciona como una historia de terror gótica, porque se retrata a sus víctimas sucumbiendo a una tentación perversa y profana, que tiene graves consecuencias metafísicas para ellas.

    Algunos críticos, entre ellos William Veeder, sugieren que, Carmilla, especialmente en su extravagante uso de marcos narrativos, fue una influencia importante en, Otra Vuelta de Tuerca (1898), de Henry James.

Drácula de Brams Stoker

    El trabajo de Le Fanu se ha señalado como una influencia en la obra maestra del género, la novela de Bram Stoker, Drácula:

Ambas historias están contadas en primera persona. Drácula amplía la idea de un relato en primera persona, al crear una serie de entradas de diario, y registros, de diferentes personas, y crear una historia de fondo, plausible, por haber sido compilada.

  Ambos autores, disfrutan del aire de misterio, aunque Stoker va más allá que Le Fanu, al permitir que los personajes resuelvan el enigma del vampiro, junto con el lector.

Las descripciones del personaje principal en, Carmilla, y de Lucy en Drácula, son similares. Además, ambas mujeres caminan dormidas.

El Dr. de Stoker, Abraham Van Helsing, es similar al experto en vampiros, Baron Vordenburg, de Le Fanu: ambos personajes investigan y catalizan acciones contra el vampiro.

Los síntomas descritos en, Carmilla, y Drácula, son muy comparables.

    Ambos antagonistas titulares, Carmilla y Drácula, respectivamente, pretenden ser descendientes de nobles mucho más antiguos, que llevan los mismos nombres, pero finalmente, se revela que tienen las mismas identidades. Sin embargo, con Drácula, esto queda ambiguo. Aunque Van Helsing, un personaje con una comprensión un poco torpe del idioma inglés, afirma que él, "debe haber sido, de hecho, ese voivoda Drácula que ganó su nombre contra el turco, sobre el gran río en la misma frontera de la Tierra Turca", la siguiente declaración comienza con, "Si es así", dejando así un pequeño margen de ambigüedad.

     El Invitado de Dracula, un cuento de Stoker, que se cree que fue un prólogo eliminado de, Drácula, también se desarrolla en Estiria, donde un inglés anónimo, se refugia en un mausoleo de una tormenta. Allí conoce a una vampira llamada, Condesa Dolingen von Gratz. (Wikipedia en Ingles)

Carmilla

de Joseph Sheridan Le Fanu

 En Estiria, un pintoresco lugar de Austria, se levantaba un pequeño y antiguo castillo. En él, vivía una familia feliz, pero una enorme desgracia cayó sobre ella. En uno de los salones del castillo, dos hombres dialogaban, “Laménto infinitamente, Edgar, la muerte de su esposa, y comprendo perfectamente su dolor por esa pérdida irreparable.” Edgar le dijo, “Agradezco sus palabras general Spielsdorf. Sé que usted estimaba mi pobre Ellen. No sé cómo podré vivir sin ella.”

    Edgar agregó, “Si no fuera por mi pequeña hija, ya nada tendría sentido para mí.” El general Spielsdorf le dijo, “Ésta hermosa criatura le ayudará a superar este dolor…¿Se va a quedar aquí, o se marchará a Inglaterra?Edgar dijo, "Me quedaré, aunque nací en Inglaterra, la mayor parte de mi vida, la he pasado en Austria. Incluso serví en el ejército austriaco.” El general Spielsdorf le dijo, “Lo sé, y siempre demostró ser un brillante militar, que podría haber llegado a general, si no hubiera decidido retirarse.”
Edgar dijo,
“Lo hice por Ellen, y no me arrepiento. Después de nacer nuestra hija, quedó delicada, y decidimos buscar un lugar tranquilo para vivir.” Tras una pausa, Edgar continuó, “Con el dinero que me dieron, más algunos ahorros, compramos éste castillo, donde fuimos tan felices durante seis años.” El general Spielsdorf dijo, “Es verdad, cada vez que venía a visitarlos, me arrepentía de no haberme casado al ver la dicha de que gozaban.” Edgar le dijo, “Aquí están los mejores recuerdos de mi vida. Además, mi adorada Ellen, se encuentra enterrada en la capilla. ¿Cómo podría dejar este lugar?”
Entonces, el general Spielsdorf le dijo, “¿Y la pequeña Elinor? Éste es un sitio solitario. Los vecinos más cercanos están a cinco o seis leguas.” Edgar le dijo, “Desde hace un año se encarga de cuidarla la señora Perredon, una mujer excelente, de carácter amable y maternal que la quiere mucho. Ella continuará con nosotros cuando Elinor esté más grande, tomaré una institutriz para que la prepáre en lo que se llama educación social.”
El general Spielsdorf le dijo,
“Querido amigo, me parece que ha hecho una buena decisión. Al fin, aunque retirados de los vecinos, eso no impedirá que los visiten y que Elinor pueda tener amigas de su edad, esa adorable niña será una bendición en medio de su dolor.” Edgar dijo, “Si, mi pequeña es igual a su madre. A ella dedicaré el resto de mis días.” A continuación, Edgar acompañó al general Spielsdorf a la puerta, para despedirlo. Y mientras caminaban, el general Spielsdorf le dijo, “Vendre a visitarlo lo más que pueda, y espero que ustedes también vayan a verme; les servirá de distracción alejarse un tiempo de aquí.” Edgar le dijo, “Tendre en cuenta su invitación, general, y le agradezco infinitamente su amistad.”

Desde ese día, la vida de Edgar giró alrededor de su hija. Un día, que él y su hija daban un paseo en carruaje, ambos llegaron hasta unas ruinas de una castillo abandonado. Entonces la pequeña Elinor le dijo, “Papá mira… ¿Porque dejarían que este castillo se destruyera?” Edgar le dijo, “Creo que hace cien o doscientos años, por aquí hubo un pueblo cuyos habitantes dependían de los señores del castillo. Algo sucedió que trajo decadencia y muerte a éste lugar. Muchos lo abandonaron. Los señores murieron, y sus descendientes no se preocuparon de las tierras ni del castillo, y la consecuencia fue la destrucción total.” La pequeña Elinor le pregunto, “Y quiénes eran los dueños?”
Hubo una pausa, y Edgar dijo,
“…los condes de…escuché alguna vez el nombre, pero ahora no lo recuerdo. Creo que aún en la iglesia están las tumbas.” La pequeña Elinor le dijo, “Papá, bajemos a verlas.” Como siempre, la niña fue complacida. Después de caminar y revisar las ruinas, Edgar mostró una inscripción en una lámpida, y dijo, “Mira, allí dice, Conde de Karnstein. Sí, así se llamaba la orgullosa y noble familia que habitaba el castillo, y era dueña de estas tierras.” Entonces, la pequeña Elinor dijo, “Qué triste es todo esto. Vámonos, papá. No me gusta este lugar.”
Tras marcharse ambos, a los pocos minutos, Elinor ya había olvidado lo que tan mala impresión le causó, y reía, y platicaba feliz, “Cuando sea mayor, ¿Me comprarás un caballo? Una vez me dijiste que me enseñarías a montar.” Su padre  le dijo, “Y lo haré, tu madre era una excelente amazona.” Elinor dijo, “Yo quiero ser en todo como ella. Tú siempre dices que me parezco mucho a ella.” Edgar le dijo, “Eres su vivo retrato. Sé que no sólo has heredado su belleza, sino también su bondad, su ternura, y su maravillosa alegría.”

Así transcurría la placentera vida de Elinor. Pero una noche, mientras la pequeña dormia, Elinor se despertó de pronto, y estando bajo la oscuridad de su habitacion, pensó, “Me encuentro sola. ¿Dónde está la señora Perredon…o algunas de las doncellas que deben velar mi sueño?” Su habitación se encontraba en completo silencio y obsuridad, entonces Elinor pensó, “Tengo sed, y no hay nadie que me dé agua. Papá ha dicho que siempre debe estar alguien cerca de mí.” De repente, Elinor comenzó a gemir antes de lanzar un furioso grito, cuando al mirar a un un lado de la cama, observó lo que patrecía ser una dama. Elinor pensó, “¿Quién es ésta dama? ¿De donde salió?”
    La mujer le acarició la cara, y luego se tendió a su lado, tomándola en sus brazos. Entonces Elinor se sintió deliciosamente confortada, y no tardó en dormirse. De pronto, Elinor se tocó el cuello y gritó,
“¡Aaayyy!” Su padre y varias personas de la servidumbre, acudieron a su habitación, tras escuchar el grito.  La senora Perredon le dijo, “Elinor, pequeña, ¿Que te sucede?” Elinor le dijo, “Algo se enterró en mi cuello…fueron como dos agujas…y esa…mujer creo que se metió bajo la cama…” La senora Perredon la abrazó, y le dijo, “¿De qué hablas? ¿Qué mujer?”
Elinor dijo, “Desperté y la vi arrodillada, junto a la cama. Me abrazó, y me quedé dormida…desperté al sentir que me clavaban dos agujas en el cuello...” Las institutrices  revisaron la habitación, sin encontrar el menor rastro de la mujer. La senora Perredon le revisó el cuello, y le dijo, “No tiene nada en el pecho. Debes haber soñado.” Pero Elinor le dijo, “No, yo la vi…ella era hermosa…y me abrazó…” La señora Perredon le dijo, “Cálmate, fue sólo una pesadilla. Yo me quedaré a tu lado, y no volveremos a dejarte nunca más sola.” Elinor la abrazó y le dijo, “Tengo miedo, mucho miedo.”  

Al día siguiente, la pequeña estaba en un estado de terror, que no podía controlar. Su padre habló con ella, y le dijo, “Hijita, ya me contaron lo sucedidó anoche. Estoy de acuerdo con la señora Perredon, fue sólo una pesadilla que no debe impresionarte.” Pero la pequeña Elinor le dijo, “Papá, estoy segura que la vi. No fue un sueño.” El senor Edgar le dijo, “Vamos, estás muy impresionada. Olvidarás el sueño. Te aseguro que no volverás a tener pesadillas, y ordenaré que no te dejen sola ni un minuto.” Muy pronto, la pequeña se recuperó de la impresión, y volvió a ser la niña alegre y despreocupada de siempre.

Con el transcurrir del tiempo, Elinor se convirtió en una hermosa joven, querida y admirada por cuantos la conocían. Una tarde, su padre llegó al castillo en su carruaje. Su hija, Elinor, lo recibió llena de alegría, y le dijo, “¡Papá, no te esperaba hasta mañana! ¡Qué alegría que hayas regresado antes!” Su padre la abrazó, al bajar del carruaje, y le dijo, “Te extrañaba mucho. Quince días sin ver a mi princesa, fueron demasiados.” Después de un largo y cariñoso abrazo, Elinor le dijo, “¿Cómo encontraste al general Spielsdorf?” Su padre le dijo, “Excelentemente bien. Creo que la llegada de su sobrina, que se quedará a vivir con él, ha sido lo mejor que le ha podido suceder.” Tras una pausa, Edgar agregó, “Es otro. Ha rejuvenecido. Se ve tan animado y claro, tiene razón. La joven es un verdadero encánto.” Elinor le dijo, “Es de mi misma edad ¿Verdad?”
Edgar le dijo,
“Sí, tiene dieciocho años, como tú. Fue un duro golpe para ella, la muerte de sus padres, pero el cariño del general, la ayudará a superar su pena.” Elinor le dijo, “Pobrecita la comprendo. Porque si tú me faltáras, jamás podría conformarme.” Edgar le dijo, “No hablemos de cosas tristes. El general me prometió venir a visitarnos, y traer a Berta. Le gustaría que tú y ella se hicieran amigas.” Elinor le dijo, “Seguramente lo seremos. Por lo que me has contado de Berta, es una joven muy agradable.” Edgar le dijo, “Sí, muy dulce, amable, no tengo dudas de que se llevarán magníficamente.” Elinor le dijo, “Entonces, ojalá vengan pronto, y ella se quede un tiempo con nosotros.”

Y así, transcurrieron los meses, y una tarde, sucedió algo inesperado. Edgar llegó un poco contrariado al castillo, y mandó llamar a su hija para decirle algo. Al llegar, la pequeña Elinor le dijo, “Me dijo la institutriz que querías hablarme padre.” Edgar le dijo, “Sí hija. Ésta carta del general Spielsdorf, me dice que no vendrá a visitarnos, la próxima semana, como habíamos quedado.” Elinor exclamó, “¡Oh qué lástima! Tengo tantos deseos de conocer a Berta…Entonces, ¿Cuándo vendrán?” Edgar le dijo, “Supongo que cuando el pobre general, lógre reponerse del dolor que está padeciendo.” Elinor le preguntó, “¿Qué le sucede? ¿Cuál es la causa de su tristeza?” Edgar le dijo, con tristeza, “Su sobrina Berta, ha muerto. Tóma, lee su carta. Creo que la escribió en un estado muy cercano al desvarío mental.”
   Elinor tomó y leyó la carta,
“He perdido a mi amada sobrina. Hasta el último momento, tuve la esperanza de que se salvára. No tenía idea del peligro en que estaba, y ahora lo sé todo, pero demasiado tarde. Murió en la paz de la inocencia. Doy gracias que no esté enteráda de la causa de su sufrimiento. Ahora, he decidido dedicar lo que me queda de vida, a perseguir y aniquilar el monstruo que tanto mal le hizo. Tengo apenas un pequeño destello, para guiárme. Maldigo mi incredulidad, mi ceguera. Perdónenme por decirle estas cosas, y no darle mayores explicaciones. Quizá en el otoño, dentro de dos meses, iré a visitarle, y le contaré lo que ahora no me atrevo a escribir. Réce por mí, querido amigo. Adiós.”
     La pequeña Elinor terminó la carta y dijo, confundida,
“Padre, no comprendo. El general parece haber enloquecido de dolor. Su carta es incoherente.” Su padre le dijo, “Pienso lo mismo. Claro que lo comprendo. El dolor a veces nos hace hasta perder la razón.” La pequeña Elinor dejó escapar una lágrima de dolor, y dijo, “Padre, siento una enorme tristeza. Pobre general.” Edgar le dijo, “Hija, no llores. Vamos a caminar. El tiempo está delicioso, y ya debe haber salido la luna.” Ambos salieron a caminar. Era un anochecer dulce y claro. Al ir caminando juntos, entre los arbustos, Elinor le dijo, “Padre, no puedo sacar de mi mente, lo que le ha sucedido al pobre general. Ojalá viniera pronto, y pudiéramos ayudarle a conformarse. Me pongo en su lugar, y le comprendo. No es fácil aceptar que un ser al que amamos, se vaya para siempre.”
    Especulando sobre las frases de la carta, ambos estuvieron paseando, y luego regresaron al castillo. Entonces, ambos divisaron a dos siluetas que estaban fuera del castillo, en la puerta. Elinor dijo,
“Mira, allá está la señora Perredon, y el ama de llaves. Son las mejores amigas del mundo. Las quiero mucho a las dos. Siempre me han llenado de cariño.” Cuando se acercaron a la puerta, Edgar dijo a la señora Perredon, “Bonita noche, ¿Verdad?” La señora Perredon dijo, “Así es, señor. La luna alumbra como nunca, y todo el ambiente está impregnado de olor jazmín.”
   Entonces, Elinor apuntó hacia el horizonte, a la luna, y dijo,
“Miren cómo se refleja en el agua la luna. Nunca la había visto tan nítidamente como ahora. Parece que si hubiera posado allí, y se pudiera tocar.” La senora Perredon dijo, “Parece que viene un carruaje. Oigo galopar de caballos y ruedas, sobre el camino.” Edgar dijo, “Es verdad…al parecer se acerca a gran velocidad.” Elinor dijo, “Por el ruido, son muchos cascos de caballos, además de un carruaje, deben venir jinetes.” Segundos despues, la caravana llegaba al castillo. El chofer del carruaje venia luchando con la conducción de los caballos, y gritaba, “¡Socorro!¡Auxilio!” Edgar comprendió la situación, y gritó, “¡Los caballos del coche se han desbocado, y corren en estampida!” En ese instante, se escuchó un golpe en la tierra, y un choque de maderas. Elinor gritó, “¡Padre, el coche se volcó!”
  Edgar dijo,
“¡Vayamos a ayudar a esa pobre gente!” Cuando llegaron junto al coche, ya habían salido del interior del carruaje los misteriosos pasajeros. Edgar dijo, “Señora, presenciamos el desgraciado accidente. Soy el dueño del castillo, y estoy a sus órdenes.” Uno de los pasajeros, cargaba una joven en brazos. La señora dijo, “¡Mi hija…Mi hija…!” Pusieron a la joven sobre el pasto. Edgar le tomó el pulso, y dijo, “Su pulso es débil. Creo que la señorita necesita reposo. No debería continuar el viaje en este estado.” La señora cerró los ojos, y dijo, en tono de dolor, “¡Oh, cómo es posible soportar tantas desgracias juntas! Es de vida o muerte que siga. No puedo detenerme, cada minuto es precioso.”
    Mientras el cochero, los lacayos, y los jinetes, arreglaban el carruaje para continuar el viaje, la mujer se dirigió a Edgar, y le dijo, “Caballero, ¿A qué distancia está el pueblo más cercano? Tendré que dejarla allí, y volver por ella a mi regreso, que será dentro de tres meses.” Edgar le contestó, “Señora, el poblado más cercano se encuentra a varias leguas de aquí, y no hay en ese lugar un alojamiento apropiado para su hija.” Entonces Elinor le dijo, “Padre, por favor. ¿No podría quedarse con nosotros? Dile que la déje. Aquí se repondrá, y yo tendré una amiga.” Entonces llegó un lacayo, y dijo, “Señora, ya todo está listo para volver a partir.” Edgar insistió, “Señora, si usted acepta, su hija podría quedarse con nosotros, al cuidado de mi hija, y de su gobernanta, la señora Perredón.”
    La señora dijo,
“Agradezco infinitamente su ofrecimiento, pero no me atrevo a abusar de su amabilidad.” Edgar le dijo, “Le aseguro que para nosotros será un placer tenerla como huésped, y en especial para mi hija, que tendría en ella, a una amiga.” La señora dijo, “Siendo así, aceptó. Suspender el viaje, nos traería enormes desgracias. Pareciera que el destino se empeña en poner dificultades.” Edgar le dijo, “Puede usted partir tranquila. En ningún sitio podría dejar a su hija con mayor seguridad que aquí, pues será cuidada con esmero.” La señora dijo, “Se lo agradezco infinitamente…por favor, deseo decirle algunas palabras a solas.”
    Elinor los observaba desde lejos, y pensó,
“Por sus modales y su aspecto, se ve que es una gran dama. Le está hablando a mi padre con una actitud altiva, como si lo hiciera con un sirviente. Su comportamiento era muy diferente hace unos minutos. Cambió en el instante en que accedió dejar aquí a su hija.” La mujer dió un rápido beso a la joven. Le susurró algo al oído, y luego que bajaron dos valijas. La señora subió el carruaje, que se alejó rápidamente. En ese momento, la joven, quien aún estaba postrada en el césped, despertó y exclamó, “Mamá…”  La señora Perredon dijo a Edgar, “Señor, la joven ha vuelto en sí.” La joven trató de incorporarse, y exclamó, “¿Dónde estoy? ¿Y mi madre? ¿Dónde está el coche?”
    Edgar se acercó a ella, y dijo, “Querida niña, no se asuste, su madre la ha dejado con nosotros, pues no podía retrasarse, y usted no estaba en condiciones de continuar el viaje.” La joven empezó a llorar, y dijo, “Entonces, estoy sola.” Edgar le dijo, “No llore, ya verá que estará bien, se repondrá, y cuando su madre regrese, la encontrará contenta y sana.” Edgar envió por criados, quienes trasladaron a la joven al castillo, donde fue conducida de inmediato a una habitación. Entonces, Elinor dijo a su padre, “Padre, yo debería también estar con ella, seguramente se sentirá mejor, si ve que me ocupo personalmente de su bienestar.” Edgar le dijo, “Espera hija, Mari y Laura la están atendiendo, además, el médico que envíe a buscar, debe estar por llegar. Él dirá lo que es más conveniente.”
    Edgar agregó, después de una pausa, “Quizá tu presencia la obligue a platicar, y podría hacer un esfuerzo no apropiado para ella, en este momento.” Elinor dijo, “Tienes razón, padre ¿Qué te dijo la dama, antes de partir? ¿Puedes decírmelo?” Edgar le dijo, “Sí, nada me lo impide. Me expresó su resistencia a molestarnos, con el cuidado de su hija, diciendo que era de salud delicada y nerviosa, pero aclaró que no sufre ninguna clase de ataques, o alucinaciones, ya que está perfectamente cuerda.” Elinor le dijo, “Qué curioso que dijera eso. No era necesario. Nadie se lo estaba preguntando, ni siquiera se te había ocurrido hacerlo, estoy segura.” Edgar le dijo, “Por supuesto que no, yo pensé igual que tú. Luego agregó algo que me resultó más curioso aún.” Edgar hizo una pausa y luego agregó,
“Dijo, ‘Estoy haciendo un largo viaje de importancia vital, rápido y secreto. Volveré por mi hija dentro de tres meses. Entre tanto, ella guardará silencio acerca de quiénes somos, de dónde venimos, y por qué viajamos.’ Eso fue todo.” Hubo una pausa, y Edgar agregó, “Cuando dijo la palabra, ‘secreto,’ me miró severamente con sus ojos fijos en los míos. Al parecer, le da mucha importancia a eso.” Elinor le dijo, “Yo me di cuenta de eso, que su actitud era altiva, incluso, soberbia, cuando hablaba contigo.” Edgar le dijo, “Espero no haber hecho una auténtica estupidez, al asumir la responsabilidad de esa joven dama.” En ese momento, el mayordomo apareció, y dijo, “Señor, el doctor acaba de llegar.”  
   El médico pasó a ver a la paciente, y poco después de revisarla, dijo a Edgar y Elinor, “La señorita está perfectamente. Su pulso es normal. No sufrió ninguna herida, y se siente muy animada.” Entonces Elinor le dijo, “Doctor ¿No le causará ningún daño, si paso un momento a verla?” El doctor le dijo, “Por el contrario, insistió en que no desea dar molestias, y su presencia le dará tranquilidad en ese aspecto.” Elinor dijo, “Entonces le diré a Mary que le pregunte si desea recibirme.” Poco después, Mari, el ama de llaves y la senora Perredon llegaron. El ama de llaves dijo, “Dice que nada le agradará más, que conocerla. Es una joven muy hermosa, como de su edad, y tan amable.” La señora Perredon dijo, “Tiene una voz muy dulce, escucharla es como música para los oídos.” Elinor rápidamente se dirigió a la habitación de la joven. Entró y dijo, “Me dio gusto saber que está bien y…¡Ooooh…no…puede ser!”
    Hubo silencio, durante un largo minuto, en el que la joven observó a Elinor, con una extraña sonrisa. Luego, la joven le dijo, “No puedo creerlo, esto es maravilloso. Yo ya la conocía. Hace trece años. Vi su rostro en un sueño, y desde entonces, me ha obsesionado.” Llena de asombro, Elinor le dijo, “A mí me sucedió lo mismo, también hace trece años. No sé si fue una visión, o realidad, pero jamás he olvidado su rostro.” Mientras Elinor hablaba, la sonrisa de la joven se dulcificó, tranquilizándola y haciéndola sentir cómoda. Elinor agregó, “Es una gran coincidencia, que ahora nos encontremos. Supongo que estaba escrito que así debía de ser.” La joven dijo, “Ahora que lo dice, pienso lo mismo. Por alguna razón soñamos una con la otra.”
   Elinor se acercó, y le dijo,
“Quiero darle la bienvenida, y decirle que su llegada nos da una gran alegría, especialmente a mí, pues en usted puedo tener a una amiga.” La joven le dijo, “Agradezco infinitamente sus palabras. Si vamos a ser amigas, y estoy segura de que así será, debemos tratarnos de tú, ¿No te parece?” Elinor dijo, “Tienes razón. Me llamo Elinor Wilkinson. Tengo diesinueve años, y vivo aquí con mi padre, y la servidumbre. Mi madre murió cuando tenía cinco años de edad.” Entoncres, la joven le dijo, “Mi nombre es Carmilla. Voy a contarte la visión que tuve de ti, hace trece años. Es increíble que nos hayamos visto en sueños, cuando éramos niñas. También tenía yo, unos cinco o seis años, y me desperté de un sueño confuso y perturbador.
  Estaba en una habitación distinta a la mía, en una cama. Te vi tal como te veo ahora. Recuerdo que me acerqué, te abrace. Creo que nos quedamos dormidas. Me despertó un grito. Tú estabas incorporada gritando. Me asusté y me deslicé al suelo, donde perdí el conocimiento. Cuando volví en mí, estaba nuevamente en mi cuarto. Jamás he vuelto a olvidar tu cara. No podría engañarme el parecido. Eras tú a quien yo vi, en mi sueño.”
Entonces, Elinor le dijo, “Mi sueño fue similar. Yo desperté asustada, y te vi a los pies de la cama. No eras una niña, si no estabas de la edad que tienes ahora.”  
   Cuando Elinor terminó de relatarle las extrañas visiones que había tenido, Carmilla le dijo,
“No puedo menos que asombrarme, e incluso, impresionarme por lo que me cuentas. Pero siendo tan amable y hermosa, ¿Cómo podría temerte?” Elinor le dijo, “Me sucede lo mismo. Cada vez me convenzo más de que estamos destinadas, desde nuestra infancia, a ser amigas.” Hubo una pausa, y entonces Carmilla se recostó. Entonces Elinor le dijo, “Me parece que estás muy cansada. Será mejor que te deje reposar. El médico ha dicho, que debes tener una doncella atendiéndote ésta noche. En cuanto me márche, vendrá una, que es muy servicial.” Carmilla le dijo, “¡No!...Eres muy amable, pero nunca he podido dormir si hay otra persona en mi habitación. No necesitaré ninguna ayuda…”
    Hubo una pausa, y Carmilla le dijo,
“Te voy a confesar algo, me atormenta del terror de los ladrones. Nuestra casa fue robada una vez, y dos sirvientes fueron asesinados.” Carmilla agtregó, “Por ello, cierro siempre con llave mi habitación. Es una costumbre que espero me perdonarás. Buenas noches, querida amiga. Nos veremos mañana.” Elinor le dijo, “Que descanses, Carmilla. Y si eso te tranquiliza, no hay ningún problema en que cierren la puerta con llave.” Elinor se retiró a su habitación. Al día siguiente, ambas se despertaron, y cuando Carmilla llegó al salón, Elinor le dijo, “Carmilla, ¿Cómo amaneciste? Di orden de que no te molestáran. Imagíno que no has desayunado. Pediré que te preparen.”
   Carmilla la interrumpió, y le dijo, “No gracias. No tengo apetito. En realidad, como muy poco. Descansé mucho. Me siento perfectamente.” Elinor le dijo, “Me alegro, ¿Quieres que demos un paseo? Los alrederores del castillo son muy hermosos.” Carmilla le dijo, “Sí, me agradaría caminar un poco.” Poco después, ambas se encontraban en medio de la floresta. Carmilla dijo, “¿Nunca te has aburrido de vivir en este lugar tan solitario?” Elinor le dijo, “La verdad no. Mi padre es mi gran compañía. Además, tengo algunas amigas en los pueblos cercanos. A veces yo voy a pasar temporadas a sus casas. O ellas vienen al castillo. Cuando estoy sola, bórdo, léo, tóco el piano, platíco con mi padre, con la señora Perredon, que me ha cuidado desde pequeña.” Carmilla dijo, “Hasta en eso nos parecemos. Yo tambien páso la mayor parte del tiempo sola. No tengo amigas.”
   Mientras ambas caminaban por la floresta, Elinor le dijo, “¿Dónde vives Carmilla?” Carmilla le dijo, “Mi hogar está en dirección al oeste.” Elinor le dijo, “Pero eso no dice mucho. Tengo una impresión de que eres una dama de alcurnia. ¿Cuál es el nombre de tu familia?” Carmilla le dijo, “No te has equivocado. Mi familia desciende de una familia muy antigua y noble.” Elinor le dijo, “Imagíno que poseen importantes dominios territoriales. ¿Donde se encuentran?” Carmilla se detuvo, y dijo, “Estoy cansada. Sentémonos bajo un árbol.” Y asi lo hicieron.
   Entonces Elinor continuó sus preguntas y dijo,
“Carmila, te preguntaba por tu familia.” Sin embargo, Carmilla se incomodó, y le dijo, “Por favor, no más preguntas.” Carmilla hizo una pausa, y dijo, “Me agrada éste lugar. Me decías que te gusta leer. Cuéntame de algún libro que te haya impresionado especialmente.” Así, cada vez que Elinor trataba de indagar algo sobre la vida de Carmilla, no lograba su propósito. A continuación, Elinor le dijo, “Tienes un pelo maravilloso, ¿De quién lo heredaste? ¿De tu padre o tu madre?” Carmilla le dijo, “Tu cabello también es hermoso. Parece de hebras de oro.”

   Mientras tanto, las dos sirvientes dialogaban en la cocina y el comedor del castillo. La señora Perredon dijo, “¿Estás haciendo la lista de las comidas para esta semana?” Mari, el ama de llaves le dijo, “Sí, ya no sé que ordenar. Nada le agrada a nuestra joven huésped. No puedo entender cómo alguien puede vivir comiendo tan poco. Con razón es tan increíblemente delgada, y su aspecto es de absoluta languidez.”
   La señora Perredon le dijo, “Sus costumbres son muy extrañas. Sale de su habitación muy tarde. Nunca antes de la una de la tarde, toma una taza de chocolate, y no come nada.” Mari dijo, “Pasea con Elinor, pero se cansa casi de inmediato, y permanece sentada durante horas, como si fuera demasiado para ella moverse.” La señora Perredon dijo, “Y seguramente así es una persona que no se alimenta. No puede tener fuerzas. Lo que sí hay que reconocer, es que tiene una conversación muy animada, y es muy inteligente.”  El ama de llaves dijo, “Es cierto, además, nuestra niña está muy contenta, pues se han hecho muy amigas, y se llevan de maravilla.”

   Así transcurrieron las semanas. Y una tarde, en que las jovenes regresaban al castillo, ambas encontraron un cortejo fúnebre, y comenzaron a escuchar las oraciones y los lamentos del grupo, en forma de himnos, “Dios llévala contigo.” “Dios, apiadate de su alma.” “Dios, tú eres amor y paz.” “Dios, tú que eres amor y paz, alabado sea el señor.” Entonces Elinor, sintiendose conmovida con la escena, comenzó a cantar también, y entonó, “Alabado sea el Señor...” Carmilla le dijo, “¡Cállate! ¿No te das cuenta de lo discordante que es?” Elinor le dijo, “No, no es discordante. Es dulce y no debiste hacer eso. Esa pobre gente pudo darse cuenta, y sentirse ofendida.” La procesión seguía cantando, “Alabado sea el Señor…” Carmilla se cubrió los oídos, y dijo, “Me rompen los oídos. Además, ¿Porque supones que tu religión y la mía sean las mismas?”
   Hubo una pausa entre ambas, enseguida Carmilla dijo, “Odio los funerales. ¡Menudo alboroto! Tú morirás. Todo el mundo morirá, y todos serán más felices cuando lo hagan. ¡Vámonos a casa!” Elinor le dijo, “Carmilla, la persona que murió es una joven de nuestra edad. Pobrecita. Sus padres están desechos. Son unos buenos campesinos, que no merecen este dolor.” Carmilla le dijo, “Yó no me interesó en campesinos, y no sé de qué me estás hablando.” Elinor bajó la mirada, y dijo, “De la pobre niña, que imaginó ver un fantasma hace dos semanas, y que estuvo muy enferma desde entonces, hasta que ayer expiró.” Carmilla le dijo, “No me cuentes nada de fantasmas, o no podré dormir esta noche.”
   Elinor le dijo, “No, no se trata de fantasmas. Mi padre teme que sea una plaga, o fiebre. La esposa del porquerizo murió hace una semana. Se imaginó que algo la agarraba de la garganta, mientras dormía, y casi la estrangulaba. Papá dice que esas fantasías tan horribles, se deben a ciertas formas de fiebre.” Elinor hizo una pausa y continuó, “La mujer estaba perfectamente sana el día anterior. Enfermó después de ésta pesadilla, y murió en menos de una semana.” Carmilla le dijo, “Basta, no sigas contándome esas cosas. Me has puesto nerviosa. Sentémonos y tómame la mano. Aprieta la con toda tu fuerza.” Ambas se sentaron, y al verla, Elinor pensó, “Algo terrible le sucede. Se ha puesto pálida, y su rostro tiene una expresión que aterra. Tiembla sin control.”
   Entonces, Carmilla se puso muy tensa, y comenzó a gritar, “¡Aaahhh!” Elinor le dijo, “¡Carmilla, qué te sucede!” Carmilla se molestó, y dijo, “¡Mira!¡Ese es el resultado de estrangular a la gente con himnos! ¡Sostenme, sostenme todavia! Ya se me pasará.” Y eso fue lo que ocurrió. Gradualmente, en un instante, Carmilla volvió a ser la de siempre. Ambas continuban aún sentadas, hasta que Carmilla dijo, “Ya me siento bien. No te preocupes. Olvida lo sucedido. No tiene mayor importancia.” Elinor pensó, “Por Primera vez muestra síntomas de una delicada salud. Y también, por primera vez, deja ver algo parecido a la ira.” Dos días después, el señor Edgar, el padre de Elinor, dialogaba con su hija, y con Carmilla. Elinor le dijo, “¿Qué te sucede, padre? Estás preocupado por algo. No trates de negarlo. Te conozco muy bien.”
   El señor Edgar le dijo, “Sí hija. No puedo negarlo. La hermana de un joven campesino, que trabajaba mis tierras, está muy enferma. Según ha dicho la propia enferma, fue atacada como las otras mujeres que han muerto. Está empeorando lentamente.” Elinor le pregunto, “¿También fue atacada por un fantasma que la agarró por el cuello?” Edgar le dijo, “Así dice, pero esa pobre gente, se contagia con sus supersticiones, y de este modo, repiten en su imaginación, las imágenes de terror.” Carmilla le dijo, “Pero esa misma circunstancia, me asusta horriblemente.” Edgar le dijo, “¿Cómo es eso?”
   Carmilla le dijo, “Tengo mucho miedo de imaginarme que veo cosas como esas. Creo que sería tan malo como la realidad.” Edgar le dijo, “Estamos en manos de Dios. Nada puede suceder sin su permiso, y todo terminará bien, para los que aman, es nuestro justo creador.” Carmilla dijo, “¡Creador! ¿Y esa enfermedad que invade el país, él la creó? Yo lo que creo es que todo actúa y vive como lo ordena la naturaleza.” Edgar le dijo, “Respeto tu forma de pensar. Bueno, creo que no debí decir nada. No es mi intención asustarlas. Es mejor que olviden todo. Aquí ambas están bien protegidas.”

   Días después, una tarde, una de las sirvientes llegó a la habitación de Elinor, y le dijo, “Señorita, dice el señor Edgar que vaya al vestíbulo, pues acaba de llegar el restaurador, y trae las pinturas.” Elinor dijo llena de júbilo, “¡Oh, por fin! Carmilla, ven conmigo. Son cuadros que pertenecían a la familia de mi madre, y que papá mandó restaurar.” Carmilla la acompañó, y después de colocar los cuadros en la galeria, Elinor dijo, “El humo y el polvo del tiempo, casi las habían borrado. Incluso, muchas ni siquiera fueron colgadas nunca. Espero que hayan hecho un buen trabajo con ellas. La mayoría son retratos, y podré conocer a mis antepasados.”
   Mientras tanto, en el vestíbulo del castillo, Edgar decia al restaurador, “Hizo un trabajo realmente magnífico.” El restaurador le dijo, mientras mostraba un cuadro, “Gracias señor, creo que éste es el mejor. Estaba totalmente ennegrecido por el tiempo, y mire ahora.” Elinor dijo, “¡Es increíble! Pero sí es idéntica a Carmilla. Pareciera como si estuviera a punto de hablarnos, de lo real que se ve. ¿Quién es?” El señor Edgar tomó el cuadro y mirando la inscripción en la esquina del mismo, dijo, “Aquí dice, ‘Mircalla, condesa de Karnstein,’ y la fecha es de 1698. Mi esposa era descendiente lejana de los Karnstein.”
   Carmilla dijo, “También yo. Según creo, una ascendiente remota, ¿Vive ahora algún Karnstein?” Edgar dijo, “Ninguno, me parece la familia decayó hace mucho tiempo. Sus propietarios estaban a tres millas de aquí. Sólo quedan las ruinas del castillo.” Carmilla miraba el cuadro, y dijo, “¡Que interesante!...si me perdonan, me voy a retirar a mi habitación. Me siento muy cansada.” Elinor le dijo, “Estás muy pálida. ¿Quieres que te acompáñe? Pareces a punto de desmayarte, hoy te he notado más débil que nunca.” Carmilla dijo, “No, no te molestes. Sólo necesito un poco de descanso. Ya sabes que mi salud es frágil. Me acostaré, y mañana estaré perfectamente.”
  Esa noche, apenas Elinor se quedó dormida, comenzó a soñar que un animal, parecido a un perro, la observaba frente a su cama. El espantoso animal saltó sobre la joven, que permanecía paralizada de terror, y le clavó sus colmillos en su cuello. Al despertar, Elinor miró a una silueta humana frente a su cama, en la obscuridad. Elinor dijo, “Fue una pesadilla…pero yo sentí como si me claváran dos agujas en el cuello…¿Quién esta alli?” Petrificada, Elinor vio moverse a la figura. Luego la puerta se abrió, y la mujer desapareció.
   Elinor pensó, “¿Quién era…? Quiza Carmilla que vino a hacerme una broma. Desde hace unas noches he cerrado la puerta con llave. Quiza olvidé hacerlo hoy.” Estando Elinor en la cama, casi corrió a la puerta y, cuando intentó mover la manivela, pensó, “¡Oh, no, nooo! Está con llave. ¿Cómo pudo entonces esa mujer entrar y salir? Yo vi abrirse la puerta, y luego cerrarse.” Elinor regresó a su cama, y comenzó a llorar, pensando, “¿Me estare volviendo loca…? ¿Todo fue producto de una pesdadilla…? No lo sé…solo se que tengo miedo, mucho miedo…”

   Al día siguiente, Elinor comía en el comedor, entonces mientras la señora Perredon le servía el desayúno, puso su mano en su hombro y le dijo, “A usted le pasa algo, mi niña, ¿Qué tiene? Parece asustada…tensa…” Elinor tomó su mano, y le dijo, “Anoche tuve una pesadilla espantosa. Fue algo horrible. Te la voy a contar, porque necesíto decirselo a alguien.” Cuando terminó de relatar el terrible sueño, Elinor dijo, “No quiero que mi padre se entére. Podria imaginar que he sido atacada por el misterioso mal que ha invadido a la gente de por aquí.” La señora Perredon le dijo, “Tiene razon. Es mejor no repetir a nadie lo que me ha contado.Vamos. Olvidelo. Fue solo una pesadilla.”

   Más tarde, Carmilla bajó más tarde de lo usual, a la banca, aquel dia. Elinor la esperaba, y Carmilla dijo al llegar, “Hoy si que dormi hasta tarde. Es que anoche tuve un sueño espantoso. Algo negro daba veltas alrededor de mi cama. Desperté horrorizada. Entonces me pareció ver una figura a los pies de la cama. Traté de tocarla, pero desapareció. No pude volver a dormir hasta la madrugada.” Elinor le dijo, “Carmilla, comprendo perfectamemnte tu horror, pues yo soñé algo parecido.” Carmilla le dijo, “¡Oh! Pobrecita.Tu experiencia parece que fue peor que la mía. Hablemos de otras cosas.” Elinor le dijo, “Si, cada vez que pienso en ello, me parece sentir el aliento del animal. Me da miedo pensar que llegará la noche, y tendre que acostarme.”
   Carmilla le dijo, “Calmate, mira. Te voy a dar un amuleto. Es magnifico contra los malos espiritus, y las pesadillas.” Carmilla agregó, “Habia olvidado que lo tenia, pero anoche me levante a buscarlo, y muy pronto me dormi profundamente, sin volver a soñar.” Pero Elinor le dijo, “Pero no está bien que me lo des. También tu has soñado cosas horribles, y por tu salud frágil, debes dormir…” Carmilla le dijo, “La que necesita calmarse eres tú. Estás muy nerviosa. Te daré el amuleto, y lo prenderás en tu camisón. Ya me dirás mañana si te sirvió o no.”  Elinor le dijo, “Esta bien, gracias, Carmilla. Eres una gran amiga.”
   Esa noche, Elinor durmió profundamente, y lo mismo sucedió en las siguientes noches. Un dia, Carmilla le dijo a Elinor, “Ya no has tenido pesadillas. ¿Verdad?” Elinor le dijo, “Ya no. Duermo incluso mejor que antes. Pero despierto con una sensación extraña, y durante el día, pesa sobre mí una languidéz que no puedo evitar.” En las semanas siguientes, el aspecto de Elinor desmejoró notablemente. Un día, su padre fue a verla, y le dijo, “Hijita, dime qué te sucede, y no insistas en que te sientes bien, porque se ve claramente que no es así. Hoy no probaste bocado” Elinor le dijo, “No me pasa nada. Simplemente no tengo apetito, pero creo que se debe a que estos últimos días, ha hecho mucho calor.” En ese momento llegó Carmilla, y entrando a la habitación, dijo, “¿Sucede algo?”
   El señor Edgar le dijo, “Me preocupa el aspecto de Elinor. Mirela Carmilla. Ha adelgazado mucho. Está ojerosa y demacrada.” Carmilla le dijo, “Querida, siempre has dicho que te agrada ser delgada, como yó. No está bien, que dejes de comer para lograrlo. Desde hoy, no lo permitiré.” Elinor le dijo, “Veo que te pones de parte de mi padre, les aseguro que estoy bien.” Pero el afligido padre, no quedó tranquilo, y al día siguiente, Edgar trajo un doctor, y fue a hablar con Elinor, y le dijo, “Hijita, le conté al doctor mi preocupación por tu aspecto, y él me dijo que desea platicar contigo. Los voy a dejar solos, para que lo hagan.” Enseguida, Edgar se retiró, y a continuación, el doctor le dijo, “Vamos a ver, mi querida niña. ¿Qué sucede? Siempre me ha tenido confianza. Usted no está bien, y lo sabe. ¿Desde cuando se siente mal?”
   Elinor le dijo, “Todo empezó desde hace unas semanas, después de una terrible pesadilla. No he querido decírselo a mi padre, por no preocuparlo.” La joven le contó sus sueños. Cuando terminó, el doctor mandó llamar al señor Edgar. Mientras los dos hombres platicaban, Elinor pensaba, “¿Tendré algo grave? ¿Porque no hablan delante de mí? ¿Y se han apartado para que no los escúche?” Al cabo de unos minutos, los dos hombres se acercaron. El doctor le dijo, “Elinor, usted me dijo que sintió como si dos agujas le perforaran la piel, cerca del cuello, la noche del horrible sueño. ¿Puede indicarme el sitio?”
   Elinor se descubrió el cuello, y mostrándole la herida, le dijo, “Sí aquí. Pero no me duele en absoluto, a pesar de que en la pesadilla sentí un dolor espantoso.” El doctor analizó la herida, y dijo, “Señor Wilkinson, mírenlo con sus propios ojos. Ahora no dudará, de que no estoy errado, en lo que le he dicho.” Elinor se asustó, y dijo, “¿Que es? ¿Tengo algo muy malo?” El doctor le dijo, “No, sólo un punto azul. Querida niña, su enfermedad estará pronto curada. El mejor remedio es que no se quede un minuto sola.” Enseguida, el doctor se dirigió a Edgar, y dijo, “Señor Wilkinson, sugiero que la señora Perredón, no se aparte del lado de Elinor, ni de día, ni de noche.”
   El señor Edgar acompañó a despedir al doctor, y luego regresó con Elinor, quien le dijo, “Papá, ¿Que me sucede, realmente?” Edgar le dijo, “Nada importante. Pedí que engancháran el carruaje. Voy a ir a ver al sacerdote, que vive cerca de Karnestein, por un asunto de negocios. Tú irás conmigo, Carmilla, y la señora Perredón se nos unirán más tarde, y llevarán lo necesario para hacer un día de campo. ¿Te agrada la idea, Elinor?” Elinor le dijo, “Mucho. Carmilla no ha estado nunca en Karnstein, y en varias ocasiones me ha dicho que le gustaría conocer el lugar.”

     Y asi, padre e hija partieron en el carruaje, y a mitad del camino, Edgar notó que mientras viajaban, un caballero en su caballo, se les acercó. Edgar le dijo al verlo, “¡General Spielsdorf, qué grata sorpresa!” El general Spielsdorf le dijo, “Mi querido Edgar Wilkinson, decidí aceptar su invitación. Espero no ser inoportuno.” Edgar le dijo, “De ninguna manera. Me dirijo ahora a Karnstein. Si no está muy cansado, y desea acompañarnos, su criado puede llevar su caballo a casa.” El general Spielsdorf dijo, “Con mucho gusto voy con ustedes. Justamente uno de mis propósitos para venir hasta aquí, es visitar esas ruinas. En especial, la capilla.” Minutos después, el coche avanzaba nuevamente por el camino, con los tres tripulantes.
     El general no tardó en hablar de su sobrina fallecida. “Nunca me conformaré con haberla perdido. Por ello, no descansaré hasta destruir la maligna y diabólica fuerza que me la quitó.” Edgar le dijo, “¿A qué fuerza se refiere, general? Debo confesarle que no comprendí bien, lo que usted me decía en su carta.” El General Spielsdorf, le dijo, “Se lo contaré. Aunque quizá piense que estoy loco. Pero le asegúro que todo lo he comprendido, y he venido a dar fin a tan terrible asunto. Pero es mejor que comience por el principio. Todo se inició una noche, en un baile de máscaras. Estaba yo junto a Berta, cuando se nos acercaron dos damas. Una de ellas, me dijo, ‘General Spielsdorf, qué agradable volver a verle después de tantos años.’
   Recuerdo que le dije, ‘Señora, mil disculpas, pero la máscara me impide saber quién es usted. Si tiene la amabilidad de decirme su nombre.’ Ella se negó a darme su nombre, y a quitarse la máscara, pero se refirió a situaciones, y a personas, no quedándome duda, de que nos conocíamos. Entonces yo le dije, ‘Mi hija y su sobrina, han simpatizado. Mírelas con cuanta animación platican.’ Aún hoy, no me explíco, cómo me dejé llevar por el juego de aquella mujer. Recuerdo que me dijo, ‘Y como le decía, general, el encuéntro con usted, ha sido muy providencial para mí. Tengo que partir ésta noche, en un viaje para llevar a cabo una misión de vida o muerte.
   Mi hija no me puede acompañar, pues está delicada de salud. Estaré ausente tres semanas, y le suplíco que acépte tenerla éste tiempo bajo su tutela.’ Mi sobrina Berta me dijo, ‘Tío, di que sí. Ya nos hemos hecho amigas. Aunque hemos platicado poco, tenemos muchas cosas en común, y será una grata compañía para mí.’ ¿Cómo podía yo  negar algo a mí Berta? Así que accedí, y Millarca, así se llamaba la joven, se fue a vivir con nosotros. A los pocos días, mi niña empezó a desmejorar.
   Tenía pesadillas aterradoras. Me decía que veía un espectro, que se parecía a Millarca. Después, me dijo que había sentido como si dos agujas se hubieran clavado en su garganta, produciéndole un horrible dolor. Se consumía rápidamente. El médico no lograba detener su mal. Entonces, llamé a otro médico, quien me dijo que Berta era víctima de un vampiro, y a pesar de mi escepticismo, me dio la fórmula para terminar con el monstruo. Yó, a pesar de no creerle, no teniendo otra opción, decidí hacer lo que él me decía.
   Me escondí por una noche en la habitación de Berta, con mi espada en la mano. De pronto, vi un objeto negro que pareció reptar hacia la cama. Me lancé hacia la bestia, y la herí con mi espada. Recuerdo haber exclamado, ‘Bestia maldita y maligna. Acabaré contigo.’ Horrorizado, me dí cuenta que la bestia estaba ilesa, junto a la puerta. Entonces pensé, ‘¡Es Millarca! ¡Sí, ella es el monstruo que mata a mi niña!’ Desesperado, avancé y la volví a golpearla con mi espada, pero ella había desaparecido, y mi espada se estrelló en la puerta. Esa horrible noche, se fue el espectro de Millarca. Pero antes que asomára el alba, mi Berta murió.”
   Todos permanecieron un instante en silencio. Luego bajaron, y empezaron a caminar entre las ruinas del castillo. Entonces mientras avanzaban entre las ruinas, apareció un hacha entre las ruinas. El general Spielsdorf, se abalanzó hacia el hacha, diciendo, “¡Un hacha es lo que necesito! ¡Es como si la providencia la pusiera aquí!” Elinor pensó, “Pobre general, creo que está un poco loco. Los leñadores dejan a veces por aquí sus hachas. Pero es mejor que no se lo diga.” Entraron en la iglesia abandonada, y Edgar le dijo, “¿Que busca, general?” El general Spielsdorf le dijo, “La tumba de ese monstruo, que mató a mi niña. Voy a terminar con él, para siempre. No volverá a hacer daño.”
   En ese instante, apareció Carmilla, y dijo, “Me alegra que ya estén aquí. Cuando supe del paseo, quise que partiéramos enseguida.” Al sonido de esa voz, el general se volvió hacia Carmilla, como impelido por un resorte, diciendo, “¡Maldita! ¡Monstruo asesino!” Entonces Edgar dijo, “General, deténgase. ¡Esa joven es nuestra huésped!” El hombre no escuchaba, y descargó el hacha con todas sus fuerzas, pero Carmilla lo esquivó, y con una fuerza soprenderte, detuvo su brazo. El general Spielsdorf soltó el hacha y siguió forcejeando, exclamado, “¡Aaahhg…! No te escaparas!” Entonces Carmilla apretó su mano del general, con tal fuerza, que el general dejó escapar un gemido de dolor, “¡Aaahhgg!” Carmilla salió corriendo. El general dijo, “Es un monstruo con el que hay que acabar. ¡Cómo pudo escapárseme!”
   En ese momento llegó la señora Perredon, y dijo a Elinor, “Mi niña, ¿Qué le sucede?¿Dónde está la señorita Carmilla?” El general Spielsdorf dijo a Edgar, “¿Se hacia llamar Carmilla? Es Millarca, la misma que hace tiempo se llamaba Millarca condesa de Karnstein.” Edgar le dijo, “El doctor tenía razón. Y pensar que ese monstruo estuvo bajo mi techo, general. Mi hija ha estado a punto de correr la misma suerte que Berta.” La señora Perredon dijo, “Señor, la niña esta muy mal. La impresión ha sido demasiado para ella.” El general Spielsdorf se acercó a sostener a Elinor, y dijo, “Hay que llevarla junto a un sacerdote, y no dejarla sola ni un segundo. Vaya con ella, Edgar. Yo le aguardaré aquí, pues espera a una persona.”

   Poco después, cuando Edgar regresó, encontró al general Spielsdorf acompañado de otro hombre. El general Spielsdorf dijo, “Querido amigo, le presénto al barón Matska, quien ha hecho profundos estudios sobre vampiros. Él ha venido a ayudarme a terminar con Millarca.” El barón Matska dijo, “Cuando el general me contó su caso, investigué hasta saber que se trataba de la condesa de Karnstein, cuya tumba hasta ahora no se ha encontrado.” El general Spielsrdof dijo, “Pues bien, logré obtener unos escritos antiguos sobre la historia de esa famila, y en ellos venía un plano arquitectónico de la capilla.” El barón Matska dijo, “Ya ubicamos la tumba de Millarca, o Carmilla, y ésta noche terminaremos con el monstruo asesino.” Edgar dijo, “¿Cómo puedo agradecerles? Mi hija ha estado a punto de morir. Cuando el doctor me habló sobre vampirismo, me negaba a creerlo.” El general Spielsdorf dijo, “Es que es dificil de aceptar. Yo solo lo creí cuando vi al monstruo junto a mi Berta, pero ya era demasiado tarde.”

   Esa noche, después de que abrieron la tumba, ayudados por varios hombres del pueblo, rompieron la losa de piedra de la pared que contenía la tumba buscada. Ayudado por una lámpara, el baron Matska dijo, “Es la única de la familia Karnstein cuya tumba está en la pared. Por ello no se podía encontrar.” El general Spielsdorf dijo, “Fue enterrada hace 150 años, y desde entonces, no ha dejado de asesinar. Pero jamás volvera a hacerlo.” Sacaron el ataúd, lo abrieron y entonces, al ver su contenido, Edgar dijo, “Es Carmilla. A pesar de todo, me resistía a creerlo. Pero ya es imposible tener la menor duda.”
   El general Spielsdorf dijo, “¡Millarca! La malvada que asesinó a mi pobrecita Berta.” Edgar Wilkinson dijo, “¡Mirenla! Pareciera que duerme, y se ve joven y saludable. A pesar del tiempo, no hay señas de la menor descomposicion en su cuerpo.” El barón Matska dijo, “Los miembros son flexibles, la carne elastica, y se puede apreciar una respiración muy tenue.” El general Spielsdorf dijo, “Pues bien. Es hora de terminar con éste monstruo de maldad, que tanto daño ha causado.” El general tomó una estaca que llevaba preparada, y clavándola en el pecho, Carmilla exclamó, “¡Aaaaggghh!” Luego, se le cortó la cabeza, y junto con el cuerpo, fué quemada en una pira. Mientras miraba el fuego, el general Spielsdorf dijo, “Ya jamás éste territorio será atormerntado por las visitas del vampiro.” Edgar dijo, “Gracias, barón, y gracias general, por haber liberado esta región de tan horrendo enemigo.”

   Al día siguiente, Edgar cuidaba a su hija, quien yacía en su cama, en su alcoba. Elinor dijo, “Papá, ¿Qué pasó con Carmilla? Por favor, dimelo. Sospécho de qué se trata, pero quiero que tú me cuentes todo.” Edgar le dijo, “Está bien. Te lo diré, al fin que ya el peligro desapareció. Jamás volverá.” Cuando terminó de relatar todo lo que habia sucedido, Elinor lo abrazó, y dijo, “¡Oh! Papá, casi no puedo creerlo. Yo confiaba en ella. La llegué a querer como una hermana. ¡Y era un vampiro!” Edgar le dijo, “Hijita, ya todo pasó. Estas viva y eso es lo único que importa. Haremos un largo viaje que te ayudará a olvidar. El tiempo es la mejor medicina.”

   Un año después, había una ceremonia nupcial en casa de Edgar Wilkinson. El general Spielsdorf dijo, “Me alegro mucho que se cáse tu hija. Se ve que el novio la adora. Y ella se muestra tan feliz. Es maravilloso que olvidára todo aquello…” Edgar dijo, “Eso es un don de la juventud. La dicha cubre siempre las sombras. En Italia conoció a su prometido. Se enamoraron, y lo pasado quedo atrás, muy atrás; tanto como si nunca hubiese existido.”

Tomado de, Joyas de la Literatura. Ano XI, No. 220. Febrero 15 de 1994. Guión: Herwig Comte. Adaptación: Emmanuel Hass. Segunda Adaptación: José Escobar.

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