sábado, 13 de septiembre de 2025

Fuenteovejuna de Lope de Vega

     Fuenteovejuna es una obra teatral del Siglo de Oro español del dramaturgo Lope de Vega.

     Está considerada, con Peribáñez y el Comendador de Ocaña y El mejor alcalde, el Rey, uno de los tres dramas, "municipales," que constituyen lo mejor de su vasta obra dramática.  Fue compuesta en tres actos hacia 1612-1614 y publicada en Madrid en 1619, dentro del volumen

     Tomada de un hecho histórico, la trama se desarrolla en el pueblo cordobés de Fuente Obejuna en tiempos de los Reyes Católicos (1474-1516).
    El drama se presenta con un protagonista colectivo, o sea, los habitantes del pueblo, como en la, Numancia (1585), Cervantina, o en, Los Persas de Esquilo.
    Como ocurre con otras obras dramáticas clásicas, Fuenteovejuna de Lope, ha alcanzado la categoría de símbolo, el del prototipo iconográfico-teatral de, "la unión del pueblo contra la opresión y el atropello".

Fuentes y Genesis de la Comedia

     En el siglo XVII, Lope de Vega ya intuyó el poderoso atractivo que el relato literario de un hecho real, podía tener para el gran público.

    La que el autor tituló, Comedia famosa de Fuente Ovejuna, toma su argumento de los sucesos ocurridos en Fuente Obejuna (se admiten las cuatro formas de escribir el topónimo: con ‹b› o con ‹v›, junto o separado).
    Como introducción al hecho histórico, y sinopsis del mismo, puede tomarse, por ejemplo, el relato que de él dejó escrito un contemporáneo, el lexicógrafocanónigo de la catedral de Cuenca y capellán del rey Felipe IISebastián de Covarruvias.

(Cita textual, se respeta la ortografía original)

"Los de Fuente Ovejuna, una noche del mes de abril de mil y cuatrocientos y setenta y seis, se apellidaron para dar la muerte a Fernan Gómez de Guzmán, Comendador Mayor de Calatrava, por los muchos agravios que pretendían haberles hecho. Y entrando en su misma casa le mataron a pedradas, y aunque sobre el caso fueron emviados juezes pesquisidores que atormentaron a muchos de ellos, así hombres como mujeres, no les pudieron sacar otra palabra más ésta: “Fuente Ovejuna lo hizo".

Las Fuentes de Lope

    Varios son los libros que pudo manejar Lope de Vega para documentar su drama:

  • De Alfonso de Palencia (1423-1492), lo referido en la Gesta Hispaniensia,​ Según Cardenal Iracheta se trata de un relato falso, manejado políticamente, donde, “el Comendador es bueno, y su muerte, un crimen espantoso”. En él puede leerse:

“Mensajeros enviados por Don Rodrigo Girón y Don Alfonso de Aguilar para preparar sus dañados fines, les excitaron a dar muerte al Comendador ... . En ellos aquellos escondrijos [en los montes] tenían sus conciliábulos y allí maquinaba la multitud la desgracia del infeliz comendador ... La única queja del vecindario parecía ser el aumento de pechos por causa de las rentas anuales. Y ese fue el pretexto para la conjuración.... En el corredor defendía valientemente el paso el Guzmán ... , a pesar de la resistencia de los criados, [la multitud] penetraba violentamente la hospedería, él apelo a suplicas. Cuando vio que se ensañaban con lo suyos y daban cruelmente muerte a dos de ellos, volvió a salir armado y les pregunto la causa de aquella saña, o si deseaban la restitución de las rentas ... , pues estaba pronto a devolver la parte que estimaran justa ... . Contestáronle que aplacarían la cólera si le veían sin casco en la cabeza. Hízolo, y al punto se adelanto uno de ellos ..., torció el hierro en el cráneo del Comendador cuando intercedía por la vida de sus criados ... En seguida los feroces rústicos hundieron sus puñales en el pecho y en el rostro del herido, que cayó sin vida.
   Luego arrojaron por la ventana el cuerpo medio destrozado a la calle, donde las turbas acabaron de despedazarle a golpes y pedradas. Una vieja intento recoger los informes restos en una espuerta, fue azotada. A un religioso del monasterio de San Francisco, fundación del Comendador, no se permitió tampoco que diera sepultura al cadáver, .... Después se apoderaron del oro, plata y otras riquezas.... Para disculpar de algún modo sus crímenes, acusaron al difunto de torpezas y corrompidas costumbres; pidieron volver al señorío de Córdoba y avisaron al Rey que los habían cometido por no ser mas tiempo víctimas de maldades que ningún hombre podría tolerar.”

Gesta Hispaniensia.

  • De Frey Francisco de Rades y Andrada, en su Chrónica de las tres Órdenes y Caballerías de Santiago, Calatrava y Alcántara, de 1572. Una de las versiones más parecidas a las del texto de Lope,​ conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 3.269 en los folios 331-332).
  • Del Padre Mariana, en su Historia General de España (1601), que coincide con Rades en subrayar la tiranía del Comendador y su adicción a la causa portuguesa de Juana la Beltraneja, contraria a la facción de Isabel.
  • En el libro, Casos Raros de Córdoba, de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, el caso número 21: "La Muerte del Comendador Mayor de Calatrava".
  • También recogieron el suceso el mencionado Covarrubias (1611) y —ya fuera de fecha— Andrés Morales y Padilla en su, Historia de Córdoba, publicada en 1618.

Análisis

     Escrita entre 1612 y 1614, desde la perspectiva del siglo XXI, "Fuenteovejuna" aparece como una obra de contenido social y reivindicativo. En ella se representa la rebelión del pueblo llano, unido ante la tiranía y la injusticia en el contexto histórico de finales del siglo XV y principios del XVI.

   Un análisis superficial, muestra el esquema de un conflicto social, entre poderosos y oprimidos. En un triángulo representado por tres personajes, (Fernán Gómez, Laurencia, y Frondoso), el desencadenante de la acción, es la violación de Laurencia, prometida de Frondoso, en un acto de brutal feudalismo del comendador Fernán Gómez.

   Varios analistas de la obra observan que tras el pretexto del abuso sexual del Comendador mayor de Calatrava, la rebelión tiene como fondo la lucha del partido de...
 ...Juana la Beltraneja con los partidarios de...

... Isabel la Católica.

Lectura Básica

    La tesis elemental es que el pueblo no busca cambiar el sistema social, tan solo quiere justicia, y dado el panorama decide tomarse la justicia por su mano, confiando en que la autoridad real avale su acción. ​ La clave de su triunfo final es la unidad de todo el pueblo. No hay ningún vecino que, aun siendo sometido a tortura, delate al autor directo de las muertes. Ante la pregunta repetida del juez, la respuesta siempre será la misma:

"-¿Quién mató al Comendador?

-Fuenteovejuna, Señor.

-¿Quién es Fuenteovejuna?

-Todo el pueblo, a una."

     El amor cristiano de Frondoso por Laurencia, frente al deseo lascivo del Comendador, es el argumento de peso que permite a Lope, hacer creíble su interpretación del hecho histórico, con la llegada de los Reyes Católicos, que restablecen el orden, y reconocen la justicia popular. La comedia se cierra con un apoteósico final feliz entre vítores a los reyes, y gritos contra la tiranía. La realidad histórica que provocó el suceso era menos romántica.

Filosofia de la Historia

     Un análisis más profundo revela propuestas arraigadas en la tradición del, "pueblo soberano", capaz de desafiar todos los poderes institucionales y vencerlos con la fuerza de un arma tan ancestral como pacífica: la solidaridad. En palabras del propio Lope de Vega:

"Haciendo averiguación

del cometido delito,

una hoja no se ha escrito

que sea en comprobación;

porque, conformes a una,

con un valeroso pecho,

en pidiendo quién lo ha hecho

responden: Fuenteovejuna".

Personajes

    Lope de Vega, en el encabezado de la obra escribe: Hablan en ella las personas siguientes, y debajo sigue este, "dramatis personae", por orden de intervención:

1.    Fernán Gómez de Guzmán (Comendador Mayor de la Orden de Calatrava)

2.    Ortuño (criado del comendador)

3.    Flores (criado del comendador)

4.    El Maestre de Calatrava (Rodrigo Téllez Girón)

5.    Pascuala (labradora)

6.    Laurencia (labradora)

7.    Mengo (labrador gracioso)

8.    Barrildo (labrador)

9.    Frondoso (labrador)

10.  Juan Rojo (labrador)

11.  Esteban (alcalde)

12.  Alonso (alcalde)

13.  Rey Don Fernando

14.  Reina Doña Isabel

15.  Don Manrique

16.  Dos regidores de Ciudad Real.

17.  Un regidor (de Fuente Ovejuna)

18.  Cimbranos (soldado)

19.  Jacinta (labradora)

20.  Un muchacho

21.  Algunos labradores

22.  Un juez

23.  La música (orquesta de músicos)

Representaciones

Entre las puestas en escena 'históricas' puede mencionarse quizá la versión de Diego San José de la Torre representada en el Madrid sitiado durante la Guerra Civil, ​ y son reseñables, al menos desde 1935, las realizadas en varias ocasiones en la localidad cordobesa de Fuente Obejuna.

En 1972 fue llevada en adaptación para telefilm producida por TVE y RAI. Dirigida por Juan Guerrero Zamora, música de Luis de Pablo y Nuria TorrayManuel Dicenta y Eduardo Fajardo como principales intérpretes.[24]​. Para dar una idea de la permanencia de Fuenteovejuna en los escenarios del siglo xxi, pueden anotarse, de modo circunstancial, la versión del Centro Andaluz de Teatro en 1999, con dirección de Emilio Hernández Soriano. Así mismo, la obra viene siendo representada con frecuencia (1956, 1962, y desde 1992, con alguna excepción, cada 2 o 3 años) en la localidad de Fuente Obejuna, con la aportación de los habitantes del pueblo en el cuadro de actores.

El ballet Laurencia, producido en la Unión Soviética por Vakhtang Chabukiani con música de Alexander Krein en 1939, se basa en Fuenteovejuna.

Fuente Ovejuna

de Lope de Vega

    Al correr el siglo XV, España no se conocía como tal es hoy en día, sino que estaba dividida en reinos, a saber, el de Granada, el de Sevilla, dominada por los musulmanes, y el de Castilla y Aragón.

     En 1468, Enrique IV, rey de Castilla, reconoce a Isabel, su hermana, como sucesora del trono, mediante el, Tratado de Guisando; pero un año después, su matrimonio con Fernando de Aragón, que unía los reinos de Castilla y Aragón, es reprobado por el rey, anunciándose asi el tratado.
    Al morir Enrique IV, sin sucesión legitima en 1474, estalló la guerra civil entre los partidarios de Isabel, y los que defendían el derecho de Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV, y de la que se corría el rumor de que en realidad era hija de Beltrán de la Cueva, favorito del difunto…y, asi las cosas, da comienzo ésta historia…
    Aquella noche, llegaba a la Villa de Almagro, sede de la Orden de Calatrava, el comendador Fernán Gómez, quien buscaba ganar al maestre, o sea, máxima jerarquía entre las ordenes militares a la que los reyes  habían distinguido con alguna encomienda, villas, haciendas, tierras, etc., don Rodrigo de Téllez Girón.
   Pues el comendador, Fernán Gómez, quería ganar al maestre a la causa de Juana la Beltraneja, para atacar juntos Ciudad Real, importante base estratégica por ser paso obligado a Andalucía y Castilla. Un hombre importante dialogaba con un caballero, “¿Sabe el maestre que yo, Fernán Gómez, el comendador mayor, está en la Villa?” El caballero consejero le dijo, “Ya lo sabe.” Fernán dijo, “Es muy poco cortés al hacerme aguardar; no se comporta como siervo de la Cruz de Calatrava.” La Cruz de Calatrava era una institución militar creada en España, en el siglo XV para combatir a los moros. Fue adquiriendo gran poder al ser premiados sus servicios en la Reconquista, con donaciones de nuevas tierras, y Villas en las que establecía sus tributos, y su propia ley. Especialmente poderosas fueron las ordenes de Alcántara, Santiago, Montera, y Calatrava, siendo insignia de ésta última, la Cruz Roja. En ese momento llegó el maestre, diciendo, “Gran comendador…voy recibiendo nuevas de vuestra llegada.” Fernán dijo, “Estaba ya levantando queja de vos, por ser caballero de Calatrava.” El joven maestre se acercó a Fernán, y le dijo, “Por ser quien somos, y como a un padre honro, dejadme abrazadle.” Fernán dijo, “Satisfecho estoy de vos.” El joven maestre dijo, “¿Y qué hay de guerra por allá?” Ambos se sentaron a la mesa, y compartieron un vaso de vino. Fernán dijo, “Vengo a aconsejaros que juntéis a los caballeros de Calatrava para tomar Ciudad Real. Se necesita poca gente porque tienen por soldados a habitantes de las villas, que defienden a Isabel y Fernando.” Fernando levantó su vaso, y exclamó, “¡Ya es necesario que tiñáis con sangre enemiga esa espada!” Tras una pausa, Fernando agregó, “¡Debéis callar a quienes dicen que sois tan niño, que la Cruz Roja pesa mucho sobre vuestros hombros!”  El joven maestre se levantó de la mesa, y dijo, “No por maestrazgo a los ocho años, se piense que no tengo bríos…¿Tenéis soldados aquí?” Fernán tambien se puso de pie, y dijo, “¡Pocos, pero saben pelear con bravura, pues de Fuente Ovejuna son!” El maestre dijo, “¿Allí vivís?” Fernán dijo, “Si, pues mi encomienda en Fuente Ovejuna elegí.” El maestre tomó su espada, y dijo, “Hoy mismo partiré a pelear, ¡Por el honor de la Cruz de Calatrava!” Mientras, en Fuente Ovejuna, Laurencia y Pascuala se contaban sus temores. Laurencia dijo, “Ojalá nunca más volviera…¡Ay Pascuala, cuantas mujeres han sido desgraciadas por ese comendador!” Pascuala dijo, “¡Sera un milagro que escapes de su mano!” Laurencia dijo, “¡Tiene más de un mes que no me deja, ni a sol ni sombra! Hace unos días al arroyo fueron sus alcahuetes, a llevarme regalos…pero de los hombres nunca fiaré.” Pascuala dijo, “Lo mismo digo de ese comendador.” En ese momento, llegaron unos caballeros, uno de los cuales dijo, “¡Buen días tengan, nobles señoras!” Laurencia dijo, “¿Qué asunto os trae por aquí?” Uno de los dos hombres dijo, “Resolver una apuesta contra Mengo.” El hombre agregó, “Dice que no hay amor, ¿Podéis creerlo? ¡Sin amor no se podría conservar el mundo, Mengo!” Entonces Mengo dijo, “Yo no sé filosofar ni leer, pero he podido ver que la gente solo tiene amor para su persona, Barrildo.” Enojada Pascuala, quien llevaba un puerquito en su brazo, dijo, “¡Mientes! ¿Acaso es mentira el rigor con que un hombre ama a su mujer?” Barrildo dijo, “Una vez dijo el cura que Platón nos enseñó a amar el alma sola, y la virtud de lo amado…¿Quién gana pues?” Pascuala dijo, “Nosotras no podemos dar sentencia. Yo tengo poca experiencia, y Laurencia dice amar solo su honor…” Tras una pausa, Pascuala dijo, “Ahí viene Flores, el criado del comendador.” Flores, interrumpiendo el coloquio, con una información que tenía que entregarles, de parte del comendador. Flores refirió a los villanos aledanos, que la guerra había costado sangre y amigos, pero que el maestre, junto con dos mil gallardos infantes, había castigado a los enemigos, siendo ya temida su presencia en toda Granada. El comendador sabía engañar a los habitantes de la villa de Fuente Ovejuna, haciéndoles creer que la guerra era contra los moros, y ocultándoles que en realidad tenía el propósito de despojar del trono, a Isabel la Católica. Así, cuando el comendador se presentó con su caballo, su llegada fue vitoreada con fanfarrias y vivas de los aldeanos. Esteban, quien era un hombre humilde y muy barbado, era la máxima autoridad de Fuente Ovejuna, y daba la bienvenida al joven comendador. Esteban llevaba a una mula cargando flores y regalos, y dijo al comendador, quien estaba arriba de su caballo, “Recibid, señor, estos presentes, y el amor de tus vasallos que es como oro.” Después de entregar el humilde cargamento, Esteban dijo, “Ahora, señor, id a descansar, que cansado venís.” Mas tarde, a las puertas de la alcaldía, iban llegando varias personas del pueblo, a una fiesta que iba a haber en la alcaldía. Entonces se escuchó una voz, “¡Laurencia!” Laurencia, quien iba con Pascuala dijo, “¿Eeeeh?” El comendador, quien iba con su séquito, se acercó a las dos mujeres y dijo, “¡A vos hablo, fiera! Entrad a la fiesta sin temor.” Pascuala dijo, “Si entra mi padre, también iré yo…” El comendador dijo en vos secreta a Flores, su ayudante, “Cuando entre, ¡Echad cerrojo!”
    Cuando todos entraron, las dos mujeres se quedaron fuera, y Flores, se esperó con ellas, esperando que entráran. Entonces, Pascuala dijo a Flores, “¿Pero no le bastan las mujeres que tiene ahí?” Flores dijo, “Sois vos quien le agrada…” Entonces se escuchó la voz del comendador, desde adentro de la alcaldía, diciendo, “¿Qué tanto averiguáis, que no entráis?” Pascuala exclamó, “¡Ojalá reviente pronto!” Mientras tanto, en Medina del Campo, donde acampaban los Reyes Católicos, los reyes recibían a dos de sus regidores, que traían nuevas de la derrota, que habían sufrido en manos de los partidarios de Juana, encabezados por su esposo, Alfonso de Portugal. Uno de los regidores se inclinó ante los reyes, y dijo, “Católico Rey Fernando, a vuestro valor nos presentamos humildes, para pedir nuestro amparo.” El hombre continuó, “El famosos don Rodrigo nos puso apretado cerco, y tomó Granada, para ensanchar sus dominios. Nuestros mejores hombres, no escaparon de la muerte, o la prisión, o mal heridos quedaron. Corrió mucha sangre, y tal sangre no hubiera corrido, sin ayuda de Fernán Gómez.” El rey Fernando de Aragón dijo, “Manrique, ¿Dónde está ahora Fernán Gómez?” Manrique le dijo, “En Fuente Ovejuna, donde tiene a toda la villa descontenta.” El rey Fernando de Aragón dijo, “¡No digáis más! ¡Partid en el acto con dos compañías!” Isabel de Aragón dijo, “Juana, mi sobrina, se ha valido de Fernán Gómez, porque conoce su ambición.” Manrique dijo, “¡Acabaré con ellos, aunque en esto me vaya la vida1” Isabel de Aragón dijo, “Encomendando a vos la empresa, ¡Segura estoy de su buen desempeño!” En Fuente Ovejuna, los aldeanos de la villa seguían su diaria rutina, pero un día, don jovenes caminaban tomados de la mano en medio del campo. Eran Frondoso y Laurencia. Entonces Frondoso dijo, “¿Tanto me despreciáis, bella Laurencia, que mal premio dais a mi amor?” Laurencia dijo, “Frondoso, es que yo no sé amar…” Frondoso se acercó a ella, y dijo, “¿Cómo es que un rostro tan angelical, sea tan duro con quien la ama?” Laurencia dijo, “Aunque no os áme, os quiero bien.” Enseguida, Laurencia se asustó, y dijo, “¡Alguien viene, debe ser mi tío! ¡Escondeos!” Era Fernán Gómez, el comendador, quien llevaba una bayoneta y andaba de cacería. Fernán dijo, al ver a Laurencia, “¡Vaya gama tan linda que encontré!” Frondoso se escondió tras unos arbustos. Mientras tanto, Laurencia dijo, “Descansaba un poco después de haber lavado…pero al arroyo vuelvo, si lo ordenáis…” Entonces el comendador quiso tocarla, y Laurencia le quitó la mano. Fernán Gómez dijo, “Esos desdenes toscos, no van con vos, hermosa, si antes me rehuístes, ahora la soledad os lo impedirá. ¿Acaso no se rindió Sebastiana, la mujer de Pedro? ¿Y la de Martin, habiendo pasado apenas dos días de su casorio?” Laurencia le dijo, “Ésas, señor, antes habían andado con muchos hombres…id con Dios tras vuestro corzo.” Pero Fernán se abalanzó sobre la mujer, y dijo, “¡Los melindres no van conmigo!” Frondoso salio de entre los arbustos, y tomando la ballesta, dijo, “¡Déjala!¡O de mi enojo, será blanco vuestro pecho!” El comendador Fernán dijo, “¡Perro villano!” Frondoso dijo, “¡Huid, Laurencia!” Fernán dijo, levantando las manos en señal de rendición, “¡Mirad con quien os batís!” Frondoso dijo, “¡Idos ya!” Fernán insistió y dijo, “¡Soltad la ballesta, miserable!” Frondoso dijo, “¡El amor es fuerte y no escucha palabras!” Fernán dijo, “¡Infame!¡Pero no olvidéis que sois un villano!” El aldeano de la villa dijo, “¡Yo no quiero cetros, y porque la vida no quiero perder, os dejo!” Fernán, encolerizado, le gritó a la distancia, “¡Tomaré venganza de este agravio!¡Mal lo pagareis!” Al páso de unas semanas, en Fuente Ovejuna, el comendador Fernán Gómez bebía en su morada, de noche, y entonces dijo, “¿Dónde andará el tal Frondoso?” Uno de sus sirvientes dijo, “Dicen que anda por ahí…” Fernán el comendador se encolerizó, y jalando la manta de la mesa, dijo, “¿Por ahí se atreve a andar el que matarme quiso? ¡Mi venganza no tendrá limite!” Entonces llegó uno de sus consejeros, y dijo, “Traigo nuevas de ciertas graciosas damas…” Después de pedirle un vaso de vino, Fernán dijo, “¿Qué hay de Pascuala?” El consejero le dijo, “Anda por casarse.” Fernán dijo, “¡Y Olalla?” El consejero le dijo, “El esposo anda celoso de vuestros regalos y regalos.” Fernán dijo, “¿Y de Inés?” El consejero se acercó al oído de su amo, y le dijo, “Podéis buscarla hoy en el corral…” El comendador Fernán dijo, “Lo que poco trabajo cuesta, ¡Poco se estima!” Luego, Fernán dijo en tono eufórico, “¡Por lo que muero es por Laurencia!”  A continuación, una voz se escuchó, “¿Está aquí el comendador?” Era un soldado, quien, hacia su presencia, diciendo, “¡El maestre, don Rodrigo fue cercado por las tropas de la reina en Ciudad Real!” Fernán dijo a Flores, “¿Cuantos soldados tengo?” Flores dijo, “Cincuenta.” Así, el comendador reunió a sus soldados. Y una vez, teniéndolos frente a ellos, gritó, “¡Todos a caballo!” Mientras tanto, intranquila por la suerte de Frondoso, Laurencia fue a buscarlo en compañía de sus fieles amigos, a campo abierto en la noche. Iban Mengo, con una antorcha alumbrando a Laurencia y Pascuala. Cuando Mengo se adelantó, Laurencia dijo, “No os apartéis de nosotras.” Mengo dijo, “¿De que tenéis miedo?” Laurencia dijo, “¡Del comendador! Ahora las mujeres preferimos acompañarnos.” Entonces Mengo dijo, como buscando algo, “Dicen que fue aquí, donde Frondoso desafió con la ballesta al comendador.” Laurencia dijo, “¡Desde entonces de mi mente no lo parto y temo por su vida!” Entonces Mengo dijo, “Será forzoso que Frondoso se vaya de aquí…” Laurencia dijo, “Frondoso ese consejo lo recibe con rabia; mientras el comendador perjura que lo colgará.” De repente los tres escucharon un grito que salía de unos matorrales y árboles. “¡Socorro!¡Ayudadme!” Una mujer salio den entre los arbustos asustada. Laurencia, dijo, “¿Qué pasa Jacinta?” La mujer dijo exaltada, “¡Los soldados del comendador que van a Ciudad Real, me quieren llevar a él!” Pascuala la tranquilizó, y le dijo, “Nosotras no os podemos defender, no somos hombres…” Mango tomó una piedra y colocándola en una onda, dijo, “¡Yo si lo soy!” Entonces, Flores apareció, y dijo, “¿Pensabais huir, mala mujer?” A continuación, Fernán Gómez apareció en su caballo, y dijo, “¿Qué os ha detenido, Flores?” Entonces Mango dijo, “Señor, castigad a vuestros soldados que en vuestro nombre quieren mancillar a esta labradora.” Por toda respuesta, el comendador arrebató la honda a Mengo, y ondeándola, dijo, “Permiso les voy a dar…¡Pero para vengarme de vos!” La piedra lanzada por Fernán acertó en la frente del humilde Mango. Cubriendo con su mano, la herida con sangre, Mango dijo, “¿En qué os ofendí yo y el pueblo entero?” Flores apuntaba su ballesta hacia Mango, y dijo, “¿Le disparo ya?” Fernán Gómez dijo, “No ensucies con él las armas. ¡Azotadle con las riendas!” Mango fue sujetado por dos soldados y dijo, “¡Piedad señor!” Fernán exclamó, “¡Azotadle hasta que salten los hierros de las correas!” Luego, Fernán se dirigió a Jacinta, y le dijo, “Y vos, ¿Por qué me rehuís?” Jacinta le dijo, “¡Mas honor tiene mi casa por ser de honradas costumbres que la vuestra!” Fernán exclamó indignado, “¡El atrevimiento de la plebe es grande! ¡Puerca! ¡Para mí ya no os quiero, y de los soldados seréis!” La ira del comendador caía sin misericordia sobre el pueblo de Fuente Ovejuna, al que no solo viajaba, sino que habia aumentado impuestos acrecentando la ira de los villanos. Un día, Laurencia lavaba en el rio, cuando escuchó que alguien se cercaba. Al voltear, Laurencia exclamó, “¿Pero ¿cómo os atrevéis a venir, si sabéis que os buscan?” Frondoso dijo, “Deseo saber si mi amor por vos ha encontrado lugar en vuestro corazón.” Laurencia le dijo, “¡A vos y al pueblo respondo que seremos esposos!” Frondoso beso su mano. Laurencia dijo, “No hay tiempo para cumplidos. Hablad con mi padre, estoy segura que se alegrará.” Esteban llego en ese momento, y dijo, “¡Que gusto ver al caballero que como a un hijo quiero!” Frondoso lo abrazó, y dijo, “Fiado de vuestra estimación, un favor espero. Sabéis que estoy enamorado de Laurencia y quiero ser su esposo.” Esteban dijo, “Honrado su mano os doy.” Esteban se dirigió a Laurencia, y le dijo, “¿Lo amáis?” Laurencia dijo, “Voluntad le he tenido siempre; pero más ha crecido por lo que vos y Fuente Ovejuna saben.” Esteban dijo, “Pues entonces, una dote de cuatro mil maravedís podre otorgaros.” Frondoso dijo, “¡Señor, mi honor queréis agraviar!” Esteban dijo, “Anda hijo, no la neguéis, que después se echa de menos…voy ahora a la plaza para dar la feliz nueva…” Ambos novios se abrazaron. Laurencia dijo, “Estáis contento?” Frondoso dijo, “¡Contento es poco! ¡Me vuelvo loco, Laurencia mía!” Ambos se besaron. Los caballeros de Calatrava han sido vencidos por las tropas de los Reyes Católicos, reconquistando asi Ciudad Real, volviendo la estabilidad, por lo que el comendador estaba furioso, y no tardaría en desquitar su frustración en Fuente Ovejuna, justamente le día de la boda de Laurencia y Frondoso. La gente del pueblo vitoreaba a los recién desposados. “¡Que vivan muchos años los desposados!” “¡Que vivan!” “¡Que vivan felices los novios y nunca riñan por envidia ni celos!” Esteban abrazó a su hija y le dijo, “Ruego al cielo, dé su larga bendición a mi hija y a su esposo.” Entonces, intempestivamente, llegó el comendador, y dirigiéndose a Frondoso dijo a sus soldados, “¡Aradle y Prendedle!” Cuando los soldados lo prendieron, Frondoso dijo, “¡A matarme me llevan!” Fernán dijo, “No soy hombre que máte sin culpa. Llevadlo a la carcel para que págue sentencia.” Pascuala habló en defensa, y dijo, “¡Señor!¡Mirad que se casa! ¡Si os ofendió, perdonadle!” Fernán dijo, “¡La afrenta a mi persona fue para toda la Orden de Calatrava, y el castigo será ejemplar!” Esteban se acercó y dijo a Fernán, “Pero señor, si vos pretendisteis robarle a su propia mujer, no es de extrañar el desafío.” Fernán contestó a Esteban, “¡Majadero!¡Yo no le quise quitar a su mujer, ya que aún no lo era!” Esteban llevaba siempre una vara para apoyarse. Entonces Fernán, lleno de colera dijo a sus soldados, “¡Quitadle la vara, pues con ella quiero darle como a caballo brioso!” Esteban acercó su vara a Fernán, y le dijo, “Tomadla, señor, enhorabuena.” El comendador tomó la vara y se la rompió en la cabeza a Esteban, quien solo dijo, “Tan solo porque sois mi señor lo aguanto.” Fernán seguía golpeándolo. Pascuala dijo, “¿A un viejo de palos dais?” Laurencia exclamó, “¿Pero porque os vengáis de mi en el?” Fernán se enfureció más, y dijo a sus soldados, “¡Ahora vos!¡Llevádsela tambien!” Entonces Barrildo dijo, “Pero, ¿Es que aquí no hay un hombre que hable?” Mango, vendado de la cabeza, dijo, “Yo ya recibí buen castigo, que pruebe otro contra el enojo del comendador.” En la sala del consejo, los hombres de Fuente Ovejuna se habían reunido para dilucidar que hacer contra el comendador. Esteban dijo, “Hablemos todos.” Barrildo, uno de los aldeanos de la villa dijo, “¿Pero es que no hay un hombre que ese bárbaro afrente?” Juan, uno de los aldeanos, dijo, “Hay noticias de que los Reyes Católicos de Córdoba vendrán.” Barrildo dijo, “¡Ay Juan! El rey Fernando tan ocupado está en guerras que no podrá ayudarnos y traernos el bien.” Esteban dijo, “La hija quitan con fuerza a un hombre honrado, y en la cabeza le quiebran la vara injustamente, ¿Qué esclavo se trató con tanta bajeza?” Juan dijo, “¿Qué queréis que hagamos?” Esteban levantó la voz y su brazo, y dijo, “¡Acabar con los tiranos! Somos muchos y ellos poca gente…” En eso, Laurencia entró al salón. Esteban exclamó, “¡Santo cielo!¡Mi hija!” Laurencia dijo histérica, “¡No me nombréis hija! ¡Todavia no era del todo de Frondoso para que a él correspondiera la venganza! Me llevó el comendador a su casa, y por negarme a sus deseos, me golpeó y azotó.” Hubo un silencio. Entonces Laurencia dijo, “¡Todos los hombres de Fuente Ovejuna, como su nombre lo dice, son mansas ovejas que permiten que otros gocen a sus mujeres! A Frondoso ya lo quiere colgar sin sentencia, y con vosotros hará lo mismo.” Tras un silencio, Esteban, su padre, se acercó a ella, y le dijo, “No, hija. Yo no soy cobarde. Iré solo a vengar vuestro honor.” Juan dijo, “Y yo tambien.” Esteban levanto la voz y dijo, “¡Tomad espadas, ballestas y palos!” Asi los hombres salieron a la calle, rumbo a la casa de la encomienda. Entonces, Pascuala junto con otras mujeres llegaron al salón. Pascuala dijo a Laurencia, “¿Qué es todo este alboroto?” Laurencia dijo, “Van a castigar a Fernán Gómez, y nosotras tambien debemos ir a vengar los agravios.” Mientras, en la casa de la Encomienda, Frondoso eras atado con cuerdas por soldados. Fernán gritaba, “De ese cordel que de las manos sobra, quiero que le cuelgan ahora mismo.” Frondoso lloraba, diciendo, “Nunca fue mi intención mataros ese día…” Entonces Flores llegó asustado y dijo, “¡El pueblo junto viene!” Otro soldado dijo, “¡Las puertas rompen con furia!” Afuera se escuchaba el algarabío, “¡Que muera el comendador! ¡Muera!” Fernán se asustó, y dijo, “¡Desatadle Flores!¡Calmad a ese alcalde Esteban!” Los aldeanos seguían gritando, “¡Vivan Fernando e Isabel! ¡Mueran los traidores a los Reyes Católicos!” Mientras Flores y dos soldados detenían el portón, Flores dijo, “¡Señor! ¡Mas vale que os vayáis; porque cuando se alteran los pueblos agraviados, no se tranquilizan hasta que su venganza consuman!” Mientras los aldeanos empujaban el portón, el seguro estaba a punto de ceder. Fernán dijo, “¡Su furia con las armas acallaré!” El portón cedió, y el pueblo enardecido, armado con palos, y azadones, ingresó gritando, “¡Que mueran los tiranos! ¡Mueraan!”
    Fernán los detuvo, y dijo, “¡Esperad pueblo…!” Hubo un silencio, entonces Fernán dijo, “¡…os prometo enmendar mis errores!” Hubo otro silencio, y Fernán se arrodilló, y dijo, “¡Soy vuestro señor…!¡Escuchádme, por piedad!” Entre Barrildo y otros apresaron a Flores. Mengo dijo, “¡Dadle duro!¡Él ordenó que me dieran diez mil azotes!” Flores exclamó, “¡Piedad Mengo!¡Que yo solo obedecí órdenes!” Horas después, Flores llegaba a Toro, un campamento de paso de los Reyes Católicos, en el que les refería sus desventuras. Siendo Flores curado y atendido en un aposento, por los Reyes Católicos, Flores narró, “Los vecinos de Fuente Ovejuna a mi señor dieron muerte; su cadáver pasearon y saquearon, La Encomienda, repartiéndose sus bienes. ¡A mi tambien me apalearon hasta que me creyeron muerto!” El rey Fernando se encolerizó, y dijo, “Tan gran atrevimiento castigo merece, ¡Llevadle a curar en tanto que dispongo cómo hacer justicia!” En Fuente Ovejuna, los festejos por la muerte del comendador, habían llegado a su fin. Esteban reunió al pueblo, y les dijo, “Los reyes han de querer averiguar este caso, por lo que debemos concertar qué decir por igual.” Uno del pueblo dijo, “¿Cuál es tu consejo?” Después de un silencio, Esteban dijo, “Morir diciendo, Fuente Ovejuna. ¿Quieren decir asi?” La gente gritó, “¡Siii!” Esteban dijo, “Pues vamos a ensayar como actuar.” Enseguida, Esteban se dirigió a Mengo, y dijo, “A ver, Mengo, supongamos que estáis siendo torturado…” Mengo dijo, “¡Siempre yo!” Esteban tomó una vara, e hizo como si fuera a golpear a Mengo, diciendo, “¿Quién mató al comendador?” Mengo exclamó, “¡Fuen…te oooveju…na,,,señor…!” En eso, uno de los hombres miró hacia afuera del establo, y dijo, “¡El juez ha llegado con un capitán!” Esteban dijo, “¡Que venga el diablo si quiere! Ya sabemos lo que debemos responder.” Y en el calabozo del extinto, los tormentos se sucedieron uno tras otro. Uno de los hombres era torturado en el potro, cuando el juez le dijo, “¿Acalláis…? ¡Apretad más! ¿Quién fue?” El hombre contestó, “Fuente Ovejuna…” El juez dijo, “¡Es inútil!¡Traed a esa mujer!” La mujer subió al potro y empezaron a estirarla. La mujer dijo, “¡Ay, cielo piadoso!” El juez le dijo, “¿Quién fue?” Pascuala dijo, “¡Fuente Ovejuna, señor!” Entonces, el juez dijo al verdugo, “¿Estáis sordo? ¡Apretad más!” El verdugo apretó más el potro, pero la mujer soportó. El juez dijo, “¡Que tozudez!” Entonces el juez dijo, señalando a Mengo, “¡Traedme a ese gordo!” Mientras Pascuala era desamarrada por el verdugo, pensó, “¡Mengo…! Temo que va a confesar.” Mengo   fue amarrado en el potro, entonces el juez dijo, “¿Quién mató al comendador?” Mengo comenzó a gritar, “¡Ay!¡Aaaayyy!¡Yo lo diré, señor!” El juez dijo, “¿Si…?” Mengo dijo, “¡Fuente Ovejuna!” El juez se desesperó, y dijo, “¿Pero es posible tanta bellaquería? ¡Del dolor se estan mofando, y quien yo creía que hablaría, niega por mas porfía!” Antes de retirarse, el juez dijo, “¡Dejadlos ya, que estoy cansado!” El juez procedió a escribir una misiva como reporte. “Dada la convicción de los villanos de Fuente Ovejuna, decididos a no decir nada, el juez no pudo hacer mas que dejarles en libertad, e ir a donde los Reyes Católicos a dar parte de lo sucedido.” Mientras, Mengo era curado en su lecho, por Esteban, quien dándole un vaso de agua, decía, “Bebed más, amigo…” Después de que Mengo bebió, Esteban dijo, “¿Queréis más?” Mengo dijo, “Mejor me caería un buen vaso de vino.” Esteban accedió, y dijo, mientras Barrildo vertía vino, de una bota a el vaso, “¡Pues andando, que bien os lo ganasteis!” Y en la cámara nupcial de los desposados, Frondoso y Laurencia. Frondoso dijo, “Decidme, amor, ¿Quién mató al comendador?” Laurencia dijo, “¡Fuente Ovejuna, mi bien!” Frondoso le dijo, “Decidme verdad…” Laurencia dijo, “Es la verdad…¡Fuente Ovejuna lo hizo!” Entonces Frondoso dijo, “Y yo, ¿Con que os mate?” Laurencia dijo, “¿Con que? ¡Con quereros tanto!” Ambos se besaron. Han transcurrido algunos días. La toma de ciudad Real por los Reyes Católicos frustro el intento de los partidarios de la Beltraneja de invadir Castilla al tiempo que Isabel aseguraba su victoria en la posesión del trono. En eso, un soldado se presentó ante los Reyes Católicos, y dijo, “Señor, a vuestros pies se presenta el maestre don Rodrigo de Téllez Girón.” El rey Fernando dijo, “¡Que entre!” El maestre entró, y haciendo un además se inclinó, y dijo, “Confieso que fui engañado, y humilde demando vuestro perdón ofreciéndoos el valor de mi espada para conquistar Granada.” La reina Isabel dijo, “¡Alzad maestre, del suelo, que siempre que vengáis, seréis bien recibido. Vuestra devoción, os ha dictado bien que hacer y decir.” Mientras el maestre seguía incado, Isabel se acercó a él, y puso su mano sobre su cabeza. El maestre dijo, “Vos sois una bella Ester, y vos un Jerjes divino.” El maestre se levantó. Entonces, un soldado llego, y dijo, “Señor, el juez que a Fuente Ovejuna fue con el despacho, ha venido.” Entonces el rey dijo al maestre, “Sed juez de esos agresores.” El maestre le dijo, “Si a vos no mirara, sin duda les enseñara a matar mas comendadores injustos.” Entonces la reina Isabel dijo al maestre, “Eso ya no os toca a vos, pero he de veros en el cargo, si me lo concede Dios.” En ese momento, entro en juez y haciendo un además de reverencia, dijo, “Del delito de Fuente Ovejuna, ¡Una hoja no se ha escrito en comprobación! Al preguntarles quien lo ha hecho, responden: ¡Fuente Ovejuna!” Tras un silencio, el juez dijo, “A trescientos atormenté, con no pequeño rigor, y nada he sacado. Y dadas las cosas, habéis de perdonar o matar a la villa entera. Todos vienen conmigo.” El rey dijo, “¡Que entren si vienen!” La cámara del rey se llenó de los pobladores. Laurencia, quien estaba aun lado del juez, dijo, “¡Por mi fe, que son hermosos mis reyes!” La reina Isabel dijo, “¿Los agresores son estos?” Esteban se acercó a la reina, y se inclinó, y dijo, “Fuente Ovejuna señora, que humildes llegan a serviros.” Esteban se incorporó, y comenzó a narrar. “La sobrada tiranía del muerto comendador, fue la autora de tanto dañó. Las haciendas nos robaba, y a las doncellas forzaba…” Frondoso continuó, “…tanto que, en el día mismo de mi boda, se llevó a mi esposa.” Mengo continuó, “…y a mí, por que quise defender a esta joven, mandó azotarme tanto que la espalda como rueda de Salomón me dejó.” Hubo un silencio, y algunas lágrimas, como las de Pascuala se derramaron. Entonces, Esteban dijo, “¡Señor, esperamos vuestra clemencia!” El rey Fernando habló, y dijo, “Aunque fue grave el delito, por fuerza ha de perdonarse. La villa desde ahora quedará bajo mi mando, en tanto surge un buen comendador que la herede.” Hubo una algarabía, y varios gritaron, “¡Vivan los Reyes!” “¡Que vivan!” Con las victorias militares de Toro, en 1476, y de Alburera, en 1479, Isabel aseguró el trono, en tanto que Juana, hubo de recluirse en un convento de Portugal, en 1480. Éste era el primer paso para el nacimiento de España como nación, consolidándose con la toma de Granada y la anexión del reino de Navarra años después. Los reyes católicos determinaron que Fuente Ovejuna continuara siendo patrimonio de la Orden de Calatrava, bajo el mando del maestre don Rodrigo de Téllez Girón, y en 1535, la orden renuncio a la villa, a cambio de 30 mil ducados. Mientras ya sin el tirano, Laurencia y Frondoso, al igual que todo Fuente Ovejuna, vivieron la paz y la dicha que por tanto tiempo les fueron negadas.

Tomado de, Joyas de la Literatura. Año VII, No. 124, enero 15 de 1990. Adaptación: Remy Bastien. Guión: Amalia Rivera de la Cabada. Segunda Adaptación: Jose Escobar.                                                 


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