viernes, 12 de febrero de 2016

Literatura Inglesa Caballeros y Puritanos

     Las guerras civiles, que asuelan el país a mediados del s. XVII, también se reflejan en la literatura. Se clausuran los teatros, porque el Parlamento puritano los considera inmorales. El espíritu de los tiempos ha cambiado también. La desbordante humanidad que caracterizó la época isabelina, es desplazada por las amargas controversias sobre las formas de la religión, y los caminos de la redención. Se entra en una era menor, si bien, más filosófica.
     En la poesía, el ejemplo de Done inicia un nuevo estilo. Sus imitadores reciben el nombre de, “poetas metafísicos,” porque tratan de renovar el género mediante el uso de inesperadas y complejas imágenes. Los representantes de esta tendencia, se encuentran en cada uno de los bandos que dividen la sociedad, y también el mundo de las letras.
     Ben Jonson y los,  “poetas caballeros,” vinculado a la causa del rey, cultivan una poesía graciosa, lírica, elegante, cuyos temas son el amor y los efímeros placeres de la vida. Thomas Carew (1598-1639), Sir John Suckling (1609-1642), Richard Lovelace (1618-1658), Robert Herrick (1591-1674).
     Los puritanos cuentan con numerosos poetas, cuya producción es casi totalmente religiosa, y un poeta refinado y encantador: Andrew Marvell (1621-1678), amigo predilecto de Milton y uno de los primeros poetas ingleses de la naturaleza. Aún se recuerdan sus hermosos poemas sobre los encantos de la campiña inglesa.  
     Pero el mayor poeta surgido de ésta escuela es, John Milton, (1608-1674). Hijo de un distinguido músico, estudió en la Universidad de Cambridge, donde se acercó al movimiento puritano y donde publica su primer libro de poemas latinos. Siguió cultivando viajes por Francia e Italia, depurando su estilo de influencias barrocas. Escribe Lycidas, hermosa elegía pastoral, y la encantadora mojiganga, Comus, que hace reír y pensar a la vez.
     De regreso a Inglaterra, la crisis política y sus simpatías puritanas, lo llevan a dedicar su pluma casi exclusivamente a la causa del Parlamento. Sirvió al gobierno republicano de Cromwell, y como escritor polémico, logró celebridad europea. Su Aereopagitica es uno de los mayores alegatos a favor de la libertad de prensa que se hayan escrito jamás.
     Pero en esta época de su vida, Milton atraviesa muchas desdichas personales. En 1652, pierde la vista. El drama político y personal que vive en el momento de la  Restauración, prepara, sin duda, la aparición de sus grandes poemas épicos. Abandonado de sus hijas, ciego y enfermo, dio forma a su obra maestra, el Paraíso Perdido, dictando sus versos a unos amigos. El tema de este gran poema épico, está tomado del Génesis, pero Milton emplea también elementos mitológicos para crear impresionantes visiones de la caída de los ángeles malos, de la creación, y de la perdición de los primeros padres, alcanzando una grandiosa síntesis de la épica pagana y cristiana. Su verso blanco, sin rima, se adecúa admirablemente a la narración, y fluye siempre fresco y nuevo a lo largo del extenso poema. Paraíso Reconquistado, y Sansón Agonistes, están también inspirados en temas bíblicos, y reflejan la profunda espiritualidad del poeta. La figura de Milton, se yergue por encima de su época. Por la fuerza creadora y amplio humanismo de sus escritos, pertenece al periodo anterior. Gran admirador de Spenser, comparte con éste poeta, el celo por lo moral y, como él, es un maestro supremo del verso ingles. Su influencia perduró hasta los tiempos modernos.
     También era puritano John Bunyan (1628-1688), un pobre calderero que se convierte en predicador ambulante. En tiempos de la Restauración, es encarcelado, y en la prisión escribe, La Senda del Peregrino, rústica alegoría del camino puritano hacia la salvación. Después de la Biblia, ha sido el libro más popular en Inglaterra.
     El gran estilo de Milton y la sincera voz de Bunyam es lo que más se destacan en la prosa de éste periodo. Sin embargo, es notable el gran desarróllo que logra éste género en el ardor de las polémicas, que ya no interesan a nadie. La frase es aun latinizante, pero adquiere cada vez mayor sencillez y elegancia. Esta evolución se puede apreciar en la obra de un escritor que escapa a todo intento de clasificación: Izaac Walton (1593-1683) autor de biografías y del, Perfecto Pescador, elegía feliz del apacible deporte.  Tomado de : Enciclopedia Autodidacta Quillet, Tomo I. Editorial Cumbre S.A. México 1977. Grolier. Pag. 469.

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