domingo, 7 de febrero de 2016

Literatura Inglesa

     Tras el colapso del imperio Romano, y la retirada de las legiones  que protegían a Bretaña, (410), la población celtica nativa no logra contener las tribus invasoras germánicas. Ante el empuje de los sajones, los pictos y los anglos, los celtas se retiran al país de Gales o se someten a los conquistadores, que les impones su idioma, llamado hoy anglosajón, o inglés antiguo.
     Los cantos y los relatos de estos feroces aventureros del mar del Norte constituyen las primeras manifestaciones poéticas y dan origen a u importante literatura heroica popular. Poco se conoce de estas obras, pues la literatura escrita solo se inicia con la reinstauración del cristianismo por San Agustín, (597), y aunque, a pocos años a su llegada a Kent, ya se consignan en el anglo vernáculo algunos de estos poemas paganos, casi todos los fragmentos conservados nos llegan a través de copias más recientes y con un ligero barniz cristiano.
     De los poemas épicos anglosajones el único que se conserva completo es, Beowlf, obra anónima del siglo VII, que narra las luchas de este héroe con diversos monstruos.
     Tanto como por su espíritu como por su forma, la obra sigue la tradición épica, común a todos los pueblos germánicos. El verso fuertemente acentuado, que lleva aliteración en lugar de rima, tiene ritmo elástico y emplea metáforas y otros efectos poéticos, prueba de un arte ya maduro. Representan el mismo arte varios fragmentos cortos de otras obras y, en un periodo posterior, La Batalla de Maldon, escrita después de 991, un verdadero, “Canto de Cisne,” de la poesía épica anglosajona.
     Mientras tanto, la tradición anglosajona se enriquece con el aporte de nuevos elementos que trajo el cristianismo. En Northumbria, donde se siente la influencia de los cultos monjes irlandeses, florece una literatura monacal en el idioma latín y en el vernáculo.
     Su primer gran representante es Beda (673?-735), uno de los hombres más eruditos del siglo y fundador de la historiografía de su país. Su, Historia Eclesiástica de la Nación Inglesa, escrita en Latín, supera a todas la crónicas contemporáneas por la lucidez de su exposición y la amplitud de datos que contiene sobre los primitivos tiempos ingleses. A través de Beda conocemos el nombre del primer poeta de la Inglaterra cristiana, Caedmon (s.VII), “cuyo arte vino de Dios, porque no se lo enseñaron los hombres,” y sabemos que escribió un hermoso, “canto de la Creación.”
     Existe, en efecto, un manuscrito con fragmentos de una traducción libre del libro de Génesis, cuyos versos tienen verdadera belleza épica y que podría atribuirse a Caedmon. Del siglo VIII nos han llegado varios poemas en el dialecto northumbriano y de inspiración religiosa. Algunos están firmados por Cynewulf mediante clave oculta de los propios versos, y a este poeta se atribuye el más bello de estos poemas; El Sueño de la Cruz, lleno de ternura y emoción mística.
     A fines del siglo IX, los daneses destruyen los monasterios de Northumbria; y lo que se ha salvado de sus bibliotecas se debe a los esfuerzos de Alfredo de Grande (848?-900), rey de Wessex. Uno de los monarcas mas esclarecidos de la Edad Media, Alfredo fundo una escuela de la Corte, se rodeo de sabios y se dedico a restaurar la civilización, destruida por la invasión.
     Con su nombre se vincula el principio de la prosa inglesa, aunque esta prosa se empleó en traducciones, lo cual, necesariamente, limitó su originalidad. Alfredo mismo tradujo o hizo traducir innumerables obras en latín, entre ellas, la Historia, de Beda. Pero la obra más importante, cuyo principio se debe a Alfredo, es la , Crónica Anglosajona; compilada por el clero, pero escrita en el idioma vernáculo. Es una obra de varios autores que vivieron en épocas distintas; se continuó aún después, pero escrita en el idioma vernáculo. Es una obra de varios autores que vivieron en épocas distintas; se continuó aún después de la conquista normanda, y en una versión llego hasta 1154.
Tomado de : Enciclopedia Autodidacta Quillet, Tomo I. Editorial Cumbre S.A. México 1977. Grolier. Pags 463 y 464. 

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