domingo, 9 de julio de 2023

Los Miserables, de Victor Hugo

     Les Misérables, es una novela histórica francesa, de Victor Hugo, publicada por primera vez en 1862, que se considera una de las mejores novelas del siglo XIX. Les Misérables, se ha popularizado a través de numerosas adaptaciones para cine, televisión y teatro, incluido un musical.

  En el mundo de habla inglesa, la novela suele denominarse por su título original en francés. Sin embargo, se han utilizado varias alternativas, entre ellas, Les Miserables, Los Miserables, Los Miserables, Los Pobres, Los Miserables Pobres, Las Víctimas y Los Desposeídos. Comenzando en 1815, y culminando con la Rebelión de Junio, de 1832 en París, la novela sigue las vidas e interacciones de varios personajes, particularmente las luchas del ex convicto Jean Valjean, y su experiencia de redención.

     Al examinar la naturaleza de la ley, y la gracia, la novela profundiza en la historia de Francia, la arquitectura y el diseño urbano de París, la política, la filosofía moral, el antimonarquísmo, la justicia, la religión y los tipos, y la naturaleza del amor romántico y familiar.

Forma de Novela

     Upton Sinclair, describió la novela como, "una de la media docena de novelas más grandes del mundo," y comentó que Hugo expuso el propósito de, Les Misérables, en el Prefacio:

     Mientras exista, en razón de la ley y de la costumbre, una condena social que, frente a la civilización, produce artificialmente infiernos en la tierra, y complica un destino divino, con la fatalidad humana; mientras no se resuelvan los tres problemas de la época: la degradación del hombre por la pobreza, la ruina de la mujer por el hambre, y el empequeñecimiento de la infancia por la noche física y espiritual; mientras, en ciertas regiones, sea posible la asfixia social; en otras palabras, y desde un punto de vista aún más amplio, mientras la ignorancia y la miseria permanezcan en la tierra, libros como éste, no pueden ser inútiles.

     Hacia el final de la novela, Hugo explica la estructura general de la obra:

    El libro que el lector tiene ante sí, en este momento es, de un extremo al otro, en su totalidad y detalles... una progresión del mal al bien, de la injusticia a la justicia, de la falsedad, a la verdad, de la noche, al día, del apetito, a la conciencia, de la corrupción, a la vida; de la bestialidad, al deber, del infierno, al cielo, de la nada, a Dios. El punto de partida: la materia, el destino: el alma. La hidra al principio, el ángel al final.

     La novela contiene varias tramas secundarias, pero el hilo principal, es la historia del ex convicto Jean Valjean, quien se convierte en una fuerza para el bien, en el mundo, pero no puede escapar de su pasado criminal. La novela se divide en cinco volúmenes, cada volumen dividido en varios libros, y subdividido en capítulos, para un total de 48 libros y 365 capítulos. Cada capítulo es relativamente corto, por lo general no más de unas pocas páginas.

    La novela en su conjunto, es una de las más largas jamás escritas, con 655.478 palabras en el francés original. Hugo explicó sus ambiciones para la novela, a su editor italiano:

No sé si será leído por todos, pero está destinado a todos. Se dirige tanto a Inglaterra, como a España, a Italia, como a Francia, a Alemania, como a Irlanda, a las repúblicas que albergan esclavos, así como a los imperios que tienen siervos. Los problemas sociales van más allá de las fronteras. Las heridas de la humanidad, esas enormes llagas que ensucian el mundo, no se detienen en las líneas azules y rojas dibujadas en los mapas. Dondequiera que van los hombres, en la ignorancia o la desesperación, donde las mujeres se venden por el pan, donde los niños carecen de un libro, para aprender o de un hogar cálido, Los Miserables llama a la puerta, y dice: "abre, estoy aquí para ti".

Digresiones de la Obra

    Más de una cuarta parte de la novela, según un recuento, 955 de 2783 páginas, está dedicada a ensayos que argumentan un punto moral, o muestran el conocimiento enciclopédico de Hugo, pero no avanzan en la trama, ni siquiera en una subtrama, un método que Hugo usó en otras obras, tales como, El Jorobado de Notre-Dame, y Los Trabajadores del Mar. Un biógrafo señaló que, "las digresiones del genio se perdonan fácilmente." Los temas que aborda Hugo, incluyen las órdenes religiosas enclaustradas, la construcción de las alcantarillas de París, el argot, y los pilluelos de las calles de París. El de los conventos lo titula "Paréntesis" para alertar al lector de su irrelevancia para la línea de la historia.

     Hugo dedica otros 19 capítulos (Tomo II, Libro I) a un relato y una meditación sobre el lugar en la historia de la, Batalla de Waterloo, el campo de batalla que Hugo visitó en 1861, y donde terminó de escribir la novela. Abre el volumen 2 con tal cambio de tema, que parece el comienzo de un trabajo completamente diferente. El hecho de que ésta, 'digresión,' ocupe una parte tan grande del texto, exige que se lea en el contexto de la, 'estructura general,' discutida anteriormente. Hugo saca sus propias conclusiones personales, tomando Waterloo como un punto de inflexión en la historia, pero definitivamente no una victoria para las fuerzas de la reacción.

     Waterloo, al interrumpir la demolición de los tronos europeos a espada, no tuvo otro efecto que hacer que la obra revolucionaria continuara en otra dirección. Los acuchilladores han terminado; era el turno de los pensadores. El siglo que Waterloo pretendía detener, ha proseguido su marcha. Esa siniestra victoria fue vencida por la libertad.

    Un crítico ha llamado a esto, "la puerta de entrada espiritual," a la novela, ya que su encuentro casual de Thénardier y el coronel Pontmercy, presagia muchos de los encuentros de la novela "mezclando el azar y la necesidad", una, "confrontación de heroísmo y villanía".

     Incluso, cuando no recurre a otros temas fuera de su narrativa, Hugo a veces interrumpe la narración directa de los eventos, su voz y el control de la trama sin restricciones de tiempo y secuencia. La novela comienza con una declaración sobre el obispo de Digne, en 1815, e inmediatamente cambia: "Aunque estos detalles de ninguna manera se refieren esencialmente a lo que tenemos que contar..." Solo después de 14 capítulos, Hugo retoma el hilo inicial, "En los primeros días del mes de octubre de 1815...", para presentar a Jean Valjean.

Las Fuentes de Hugo

     Un incidente que Hugo presenció en 1829, involucró a tres extraños, y un oficial de policía. Uno de los extraños, era un hombre que había robado una barra de pan, similar a Jean Valjean. El oficial lo estaba llevando al carruaje. El ladrón también vio a la madre, y la hija jugando entre sí, lo que sería una inspiración para Fantine y Cosette. Hugo imaginó la vida del hombre en la cárcel, y la madre y la hija, arrebatadas.

     El personaje de Valjean, se basa libremente en la vida del ex convicto, Eugène François Vidocq. Vidocq se convirtió en el jefe de una unidad de policía encubierta, y luego fundó la primera agencia de detectives privados de Francia. También fue un hombre de negocios, y se destacó ampliamente por su compromiso social, y filantropía. Vidocq también inspiró las novelas, "Claude Gueux" de Hugo, y Le Dernier Jour d'un Condamné (El último Día de un Condenado).

     En 1828, Vidocq, ya indultado, salvó a uno de los trabajadores de su fábrica de papel, cargando sobre sus hombros un pesado carro como hace Valjean. La descripción de Hugo de Valjean rescatando a un marinero en el barco, Orion, se basó casi palabra por palabra, en una carta del barón La Roncière, que describía tal incidente. Hugo usó a Bienvenu de Miollis (1753–1843), el obispo de Digne, durante el tiempo en que Valjean se encuentra con Myriel, como modelo para Myriel.

     Hugo había utilizado la salida de los prisioneros del, Bagne de Toulon, en una de sus primeras historias, Le Dernier Jour d'un Condamné. Fue a Toulon para visitar Bagne, en 1839, y tomó extensas notas, aunque no comenzó a escribir el libro hasta 1845. En una de las páginas de sus notas sobre la prisión, escribió en grandes letras de imprenta un posible nombre para su héroe. : "JEAN TRÉJEAN". Cuando finalmente se escribió el libro, Tréjean se convirtió en Valjean.

     En 1841, Hugo salvó a una prostituta de ser arrestada por agresión. Utilizó una breve parte de su diálogo con la policía, al relatar el rescate de Fantine por parte de Valjean en la novela. El 22 de febrero de 1846, cuando había comenzado a trabajar en la novela, Hugo presenció el arresto de un ladrón de pan, mientras una duquesa y su hijo observaban la escena sin piedad, desde su carruaje. Pasó varias vacaciones en Montreuil-sur-Mer.

    Durante la revuelta de 1832, Hugo caminó por las calles de París, vio las barricadas bloqueando su camino en algunos puntos, y tuvo que refugiarse de los disparos. y reprimir tanto la revuelta popular, como sus aliados monárquicos.

    Víctor Hugo se inspiró en todo lo que escuchó y vio, y lo anotó en su diario. En diciembre de 1846, fue testigo de un altercado entre una anciana que hurgaba en la basura, y un pilluelo de la calle que podría haber sido Gavroche. También se informó mediante una inspección personal de la, Conciergerie, de París en 1846, y Waterloo, en 1861, recopilando información sobre algunas industrias, y sobre los salarios y el nivel de vida de la clase trabajadora. Pidió a sus amantes, Léonie d'Aunet, y Juliette Drouet, que le hablaran de la vida en los conventos. También deslizó anécdotas personales en la trama. Por ejemplo, la noche de bodas de Marius y Cosette (Parte V, Libro 6, Capítulo 1), tiene lugar el 16 de febrero de 1833, que es también la fecha en que Hugo y su amante de toda la vida, Juliette Drouet, hicieron el amor por primera vez.

     Un modelo para la novela de Hugo, fue, Les Mystères de Paris, (Los Misterios de París), una novela por entregas de extensión similar que tuvo un gran éxito en su aparición, en 1842-1843, de Eugène Sue. Les Mystères, como, Les Misérables, veía el París contemporáneo desde el punto de vista de las clases bajas oprimidas y criminales, que habían estado poco representadas en las novelas hasta el momento, y contó con las intervenciones de detectives, y la indiferencia de los aristócratas. Aunque de tono socialmente progresista, Les Mystères era más sensacionalista que, Los Miserables, y no tenía la misma amplitud de visión moral.

Trama

Volumen I: Fantine

    La historia comienza en 1815, en Digne, cuando el campesino Jean Valjean, recién liberado de diecinueve años de prisión, en el Bagne de Toulon, cinco por robar pan para su hermana hambrienta y su familia, y catorce más por numerosos intentos de fuga, es rechazado por posaderos porque su pasaporte amarillo, lo marca como un ex convicto. Duerme en la calle, enojado y amargado.

     El benévolo obispo de Digne, Myriel, le da refugio. Por la noche, Valjean se escapa con los cubiertos de plata de Myriel. Cuando la policía captura a Valjean, Myriel finge que le ha dado los cubiertos a Valjean, y lo presiona para que tome también dos candelabros de plata, como si se hubiera olvidado de tomarlos. La policía acepta su explicación y se va. Myriel le dice a Valjean que su alma ha sido comprada para Dios, y que debe usar el dinero de los candelabros de plata, para convertirse en un hombre honesto.

     Valjean reflexiona sobre las palabras de Myriel. Pero cuando se presenta la oportunidad, por pura costumbre, le roba una moneda equivalente a cuarenta sous, a Petit Gervais, un niño de doce años, y lo ahuyenta. Rápidamente Valjean se arrepiente, y busca al pequeño Gervais en la ciudad, presa del pánico. Al mismo tiempo, su robo es denunciado a las autoridades. Valjean se esconde mientras lo buscan, porque si lo aprehenden, lo devolverán a las galeras de por vida, como reincidente.

     Pasan seis años, y Valjean, utilizando el alias de Monsieur Madeleine, se convierte en un rico propietario de una fábrica, y es nombrado alcalde de Montreuil-sur-Mer. Caminando por la calle, ve a un hombre llamado Fauchelevent, atrapado bajo las ruedas de un carruaje. Cuando nadie se ofrece voluntario para levantar el carro, ni siquiera por dinero, Valjean decide rescatar a Fauchelevent.
     Se arrastra debajo del carro, logra levantarlo, y lo libera. El inspector de policía de la ciudad, el inspector Javert, que era ayudante de guardia en el, Bagne de Toulon, durante el encarcelamiento de Valjean, sospecha del alcalde, después de presenciar esta notable hazaña de fuerza. Solo ha conocido a otro hombre, un convicto llamado Jean Valjean, que podría lograrlo.

     Años antes en París, una trabajadora llamada Fantine, estaba muy enamorada de Félix Tholomyès. Sus amigos, Listolier, Fameuil y Blachevelle, también se pusieron de pareja con las amigas de Fantine, Dahlia, Zéphine y Favourite. Los hombres abandonan a las mujeres, tratando sus relaciones como diversiones juveniles. Fantine debe recurrir a sus propios recursos para cuidar de ella misma, y de la hija que tuvo con Tholomyès, Cosette. Cuando Fantine llega a Montfermeil, deja a Cosette al cuidado de los Thénardier, un posadero corrupto y su egoísta y cruel esposa.

     Fantine no sabe que están abusando de su hija, y usándola como mano de obra forzada para su posada, y continúa tratando de satisfacer sus demandas monetarias crecientes, exorbitantes y ficticias. Más tarde Fantine es despedida de su trabajo en la fábrica de Jean Valjean, debido a que se descubre que tiene una hija, que nació fuera del matrimonio. Mientras tanto, las demandas monetarias de los Thénardier continúan creciendo. Desesperada, Fantine vende su cabello y dos dientes frontales, y recurre a la prostitución para pagar a los Thénardier. Fantine está muriendo lentamente a causa de una enfermedad no especificada.

     Un dandy llamado Bamatabois, acosa a Fantine en la calle, y ella reacciona golpeándolo. Javert arresta a Fantine. Ella ruega que la liberen para poder mantener a su hija, pero Javert la condena a seis meses de prisión. Valjean, el alcalde Madeleine, interviene y ordena a Javert que la suelte. Javert se resiste, pero Valjean se impone. Valjean, sintiéndose responsable porque su fábrica la rechazó y la corrió, le promete a Fantine, que le traerá a Cosette. Valjean la lleva a un hospital.

     Javert se vuelve a encontrar a Valjean. Javert admite que después de verse obligado a liberar a Fantine, lo denunció como Valjean ante las autoridades francesas. Pero Javert le dice a Valjean, que se dió cuenta de que estaba equivocado, porque las autoridades pudieron identificar a otra persona, como el verdadero Jean Valjean, lo tienen bajo custodia, y planean juzgarlo al día siguiente. Valjean está desgarrado, pero decide revelarse como el verdadero Valjean, para salvar al hombre inocente, cuyo verdadero nombre es Champmathieu. Viaja para asistir al juicio, y allí revela su verdadera identidad. Valjean regresa a Montreui, para ver a Fantine, seguido de Javert, quien se enfrenta a él en la habitación del hospital.

     Después de que Javert captura a Valjean, Valjean pide tres días para llevar a Cosette a Fantine, pero Javert se niega. Fantine descubre que Cosette no está en el hospital, e inquieta, le pregunta  a Valjean dónde está. Javert le ordena que se calle, y luego le revela a Fantine la verdadera identidad de Valjean, como expresidiario. Debilitada por la gravedad de su enfermedad, retrocede en estado de shock, y muere. Valjean va hacia Fantine, le habla en un susurro inaudible, le besa la mano, y luego se va con Javert. Más tarde, el cuerpo de Fantine es arrojado sin contemplaciones a una fosa pública.

Volumen II: Cosette

     Valjean escapa, es recapturado y condenado a muerte. Pero el rey conmuta su sentencia por trabajos forzados de por vida. Mientras está preso en el astillero prision, Bagne of Toulon, trabajando en un muelle, Valjean, con gran riesgo personal, rescata a un marinero atrapado en el aparejo del barco. Los espectadores piden su liberación. Valjean finge su propia muerte dejándose caer al océano. Las autoridades lo reportan muerto y su cuerpo perdido.

     Valjean llega a Montfermeil en Nochebuena. Encuentra a Cosette sola en el bosque, buscando agua, y camina con ella hasta la posada. Ordena una comida, y observa cómo los Thénardier abusan de ella, mientras miman a sus propias hijas, Éponine y Azelma, quienes maltratan a Cosette por jugar con su muñeca. Valjean se va, y regresa para hacerle a Cosette un regalo de una costosa muñeca nueva que, después de algunas dudas, acepta felizmente. Éponine y Azelma tienen envidia. Madame Thénardier está furiosa con Valjean, mientras que su esposo se burla del comportamiento de Valjean, preocupándose solo de que pague su comida y alojamiento.

     A la mañana siguiente, Valjean informa a los Thénardier que quiere llevarse a Cosette con él. Madame Thénardier acepta de inmediato, mientras que Thénardier finge amar a Cosette, y preocuparse por su bienestar, reacio a renunciar a ella. Valjean paga a los Thénardier mil quinientos francos, y él y Cosette abandonan la posada.
   Thénardier, con la esperanza de estafar más a Valjean, corre tras ellos, reteniendo los mil quinientos francos, y le dice a Valjean que quiere recuperar a Cosette. Le informa a Valjean que no puede liberar a Cosette sin una nota de la madre del niño. Valjean entrega la carta a Thénardier de Fantine, autorizando al portador a llevarse a Cosette. Thénardier luego exige que Valjean pague mil coronas, pero Valjean y Cosette se van. Thénardier lamenta no haber traído su arma, y regresa a casa.

     Valjean y Cosette huyen a París. Valjean alquila nuevos alojamientos en Gorbeau House, donde él y Cosette viven felices. Sin embargo, Javert descubre el alojamiento de Valjean allí unos meses después. Valjean se lleva a Cosette, e intentan escapar de Javert. Pronto encuentran refugio en el convento de Petit-Picpus, con la ayuda de Fauchelevent, el hombre a quien Valjean rescató una vez de ser aplastado por un carro, y que se ha convertido en el jardinero del convento. Valjean también se convierte en jardinero, y Cosette se convierte en estudiante en la escuela del convento.

Volumen III: Marius

    Ocho años más tarde, los Amigos del ABC, encabezados por Enjolras, preparan un acto de agitación civil antiorleanista, o antimonárquica, es decir, el levantamiento de París del 5 al 6 de junio de 1832, tras la muerte de Lamarque, general popular conocido por su simpatía hacia la clase obrera. Lamarque era víctima de una gran epidemia de cólera que había asolado la ciudad, particularmente sus barrios pobres, despertando sospechas de que el gobierno había estado envenenando los pozos. A los Amigos del ABC, se unen los pobres de la, Corte de los Milagros, incluido el hijo mayor de los Thénardier, Gavroche, que es un pilluelo de la calle.

     Uno de los estudiantes rebeldes, Marius Pontmercy, se ha alejado de su familia, especialmente de su abuelo monárquico M. Gillenormand, debido a sus puntos de vista bonapartistas. Después de la muerte del padre de Marius, el coronel Georges Pontmercy,  Marius descubre una nota suya, en la que le indica a él, que es su hijo, que brinde ayuda a un sargento llamado Thénardier, que le salvó la vida en Waterloo; en realidad, Thénardier estaba saqueando cadáveres, y solo salvó la vida de Pontmercy por accidente; y se había llamado a sí mismo sargento de Napoleón para evitar exponerse como un ladrón.

     En el Jardín de Luxemburgo, Marius se enamora de la, ahora adulta y hermosa Cosette. Los Thénardier también se mudaron a París, y ahora viven en la pobreza, después de perder su posada. Viven bajo el apellido "Jondrette" en Gorbeau House, casualmente, el mismo edificio en el que Valjean y Cosette vivieron brevemente después de dejar la posada de los Thénardier. Marius también vive allí, al lado de los Thénardier.

     Éponine, ahora harapienta y demacrada, visita a Marius en su apartamento para pedir dinero. Para impresionarlo, intenta demostrar su alfabetización leyendo en voz alta un libro y escribiendo, "La policía está aquí," en una hoja de papel. Marius se compadece de ella, y le da algo de dinero. Después de que Éponine se va, Marius observa a los "Jondrettes" en su apartamento a través de una grieta en la pared. Éponine entra y anuncia que un filántropo y su hija llegarán a visitarlos. Para parecer más pobre, Thénardier apaga el fuego, y rompe una silla. También le ordena a Azelma, que golpee el cristal de una ventana, lo que ella hace, lo que resulta en un corte en la mano, como esperaba Thénardier.

     Entran el filántropo y su hija, en realidad, Valjean y Cosette. Marius reconoce inmediatamente a Cosette. Después de verlos, por la rendija de la pared. Valjean les promete que regresará con el dinero del alquiler para ellos. Después de que él y Cosette se van, Marius le pide a Éponine, que recupere su dirección. Éponine, que está enamorada del propio Marius, accede a hacerlo de mala gana. Los Thénardier también han reconocido a Valjean y Cosett, y juran venganza. Thénardier solicita la ayuda de Patron-Minette, una conocida y temida banda de asesinos y ladrones.

     Marius escucha el plan de Thénardier, y acude a Javert para denunciar el crimen. Javert le da a Marius dos pistolas, y le indica que dispare una al aire si las cosas se ponen peligrosas. Marius regresa a casa, y espera a que lleguen Javert, y la policía. Thénardier envía a Éponine y Azelma afuera para buscar a la policía. Cuando Valjean regresa con el dinero del alquiler, Thénardier, con Patron-Minette, lo emboscan, y Thenardier le revela su verdadera identidad a Valjean. Marius reconoce a Thénardier como el hombre que salvó la vida de su padre, en Waterloo, y se ve atrapado en un dilema.

     Marius intenta encontrar una manera de salvar a Valjean sin traicionar a Thénardier. Valjean niega conocer a Thénardier, y le dice que nunca se han visto. Valjean intenta escapar por una ventana, pero es sometido y atado. Thénardier ordena a Valjean que le pague doscientos mil francos. También, le ordena a Valjean que le escriba una carta a Cosette, para que regrese al departamento, y la mantengan con ellos, hasta que él entregue el dinero. Después de que Valjean escribe la carta, e informa a Thénardier de su dirección, Thénardier envía a Mme. Thénardier a buscar a Cosette. La señora Thénardier regresa sola, y anuncia que la dirección es falsa.

     Es durante este tiempo, que Valjean logra liberarse. Thénardier decide matar a Valjean. Mientras él y Patron-Minette están a punto de hacerlo, Marius recuerda el trozo de papel en el que Eponine escribió antes. Lo arroja al apartamento de los Thénardier, a través de la grieta de la pared. Thénardier lo lee, y cree que Éponine lo tiró adentro. El, sra. Thénardier, y Patron-Minette intentan escapar, pero Javert los detiene.

    Javert arresta a todos los Thénardier y Patron-Minette, excepto Claquesous, que escapa durante su transporte a prisión, y Montparnasse, que se detiene para huir con Éponine en lugar de unirse al robo. Valjean logra escapar de la escena, antes de que Javert lo vea.

Volumen IV: El Idilio en la Calle Plumet y La Epopeya en la Calle St. Denis. 

    Después de la liberación de Éponine de la prisión, ella encuentra a Marius en, "El Campo de la Alondra," y le dice con tristeza que encontró la dirección de Cosette. Ella lo lleva a la casa de Valjean y Cosette, en la Calle Plumet, y Marius vigila la casa durante unos días. Marius y Cosette finalmente se conocen, y se declaran su amor. Thénardier, Patron-Minette y Brujon logran escapar de la prisión con la ayuda de Gavroche, un caso raro en el que Gavroche ayuda a su familia en sus actividades delictivas. Una noche, durante una de las visitas de Marius a Cosette, los seis hombres intentan asaltar la casa de Valjean y Cosette. Sin embargo, Éponine, que ha estado sentada a las puertas de la casa, amenaza con gritar y despertar a todo el vecindario si los ladrones no se van. Al escuchar esto, se retiran de mala gana. Mientras tanto, Cosette le informa a Marius que ella y Valjean se irán a Inglaterra dentro de una semana, lo que preocupa mucho a la pareja.

    Al día siguiente, Valjean está sentado en el Campo de Marte. Se siente preocupado por haber visto a Thénardier en el vecindario varias veces. Inesperadamente, una nota cae en su regazo, que dice "Muévete". Marius ve una figura que huye en la penumbra. Regresa a su casa, le dice a Cosette que se quedarán en su otra casa, en la Calle del Hombre Armado, y Cosette le vuelve a confirmar que se mudarán a Inglaterra. Marius intenta obtener el permiso de su abuelo, M. Gillenormand, para casarse con Cosette. Su abuelo parece severo y enojado, pero anhela el regreso de Marius. Cuando los ánimos se encienden, su abuelo se niega a aceptar el matrimonio, y le dice a Marius, que haga de Cosette su amante. Insultado, Marius se va.
   Al día siguiente, los estudiantes se rebelan y levantan barricadas en las estrechas calles de París. Gavroche ve a Javert e informa a Enjolras que Javert es un espía. Cuando Enjolras lo confronta por esto, admite su identidad y sus órdenes de espiar a los estudiantes. Enjolras y los demás estudiantes, lo atan a un poste en el restaurante Corinto. Más tarde esa noche, Marius regresa a la casa de Valjean y Cosette, en la Calle Plumet, pero descubre que la casa ya no está ocupada. Luego escucha una voz que le dice que sus amigos lo están esperando en la barricada. Angustiado al descubrir que Cosette se ha ido, escucha la voz y se va. Cuando Marius llega a la barricada, la revolución ya ha comenzado. Cuando se agacha para recoger un barril de pólvora, un soldado se acerca para dispararle a Marius.
    Sin embargo, un hombre cubre la boca del arma del soldado con la mano. El soldado dispara, hiriendo fatalmente al hombre, mientras erra a Marius. Mientras tanto, los soldados se acercan. Marius sube a la parte superior de la barricada, con una antorcha en una mano, y un polvorín en la otra, y amenaza a los soldados con volar la barricada. Después de confirmar que esto es cierto, los soldados se retiran de la barricada. Marius decide ir a la barricada más pequeña, que encuentra vacía. Cuando se da la vuelta, el hombre que le disparó antes a Marius, lo llama por su nombre. Marius descubre que este hombre es Éponine, vestido con ropa de hombre. Mientras yace moribunda sobre sus rodillas, confiesa que fue ella quien le dijo que fuera a la barricada, con la esperanza de que murieran juntos. Ella también confiesa que le salvó la vida porque quería morir antes que él.
     El autor también le dice al lector que Éponine, le arrojó la nota a Valjean de forma anónima. Éponine luego le dice a Marius que tiene una carta para él. Ella también confiesa haber obtenido la carta el día anterior, originalmente no planeaba dársela, pero decide hacerlo por temor a que él se enoje con ella por eso, en el más allá. Después de que Marius toma la carta, Éponine le pide que la bese en la frente cuando esté muerta, lo que él promete hacer. Con su último aliento, confiesa que estaba,
"un poco enamorada," de él y muere. Marius cumple su pedido y entra en una taberna para leer la carta. Está escrita por Cosette. Se entera del paradero de Cosette, y le escribe una carta de despedida. Envía a Gavroche a entregársela, pero Gavroche se la deja a Valjean. Valjean, al enterarse de que el amante de Cosette está peleando, al principio se siente aliviado, pero una hora después, se pone un uniforme de la Guardia Nacional, se arma con un arma y municiones, y sale de su casa.
 

Volumen V: Jean Valjean

    Valjean llega a la barricada, e inmediatamente salva la vida de un hombre. Todavía no está seguro si quiere proteger a Marius, o matarlo. Marius reconoce a Valjean a primera vista. Enjolras anuncia que ya casi no tienen cartuchos. Cuando Gavroche sale de la barricada para recoger más municiones de los miembros de la Guardia Nacional muertos, lo matan a tiros.

     Valjean se ofrece como voluntario para ejecutar al propio Javert, y Enjolras concede el permiso. Valjean saca a Javert de la vista, y luego dispara al aire mientras lo deja ir. Marius cree erróneamente que Valjean ha matado a Javert. Cuando cae la barricada, Valjean se lleva al herido e inconsciente Marius. Todos los demás estudiantes son asesinados. Valjean escapa por las alcantarillas, llevando el cuerpo de Marius. Valjean elude una patrulla policial, y llega a una puerta de salida, pero la encuentra cerrada.
     Thénardier emerge de la oscuridad. Valjean reconoce a Thénardier, pero Thénardier no reconoce a Valjean. Pensando que Valjean es un asesino que arrastra el cadáver de su víctima, Thénardier se ofrece a abrir la puerta por dinero. Mientras busca en los bolsillos de Valjean y Marius, arranca subrepticiamente un trozo del abrigo de Marius para poder averiguar su identidad más tarde. Thénardier toma los treinta francos que encuentra, abre la puerta, y permite que Valjean se vaya, esperando que la salida de Valjean de la alcantarilla, distraiga a la policía que lo ha estado persiguiendo.

    Al salir, Valjean se encuentra con Javert, y solicita tiempo para devolver a Marius a su familia, antes de entregarse a él. Sorprendentemente, Javert está de acuerdo, asumiendo que Marius estará muerto en unos minutos. Después de dejar a Marius en la casa de su abuelo, Valjean pide que se le permita una breve visita a su propia casa, y Javert accede.
     Allí, Javert le dice a Valjean, que lo esperará en la calle, pero cuando Valjean escanea la calle desde la ventana del rellano, descubre que Javert se ha ido. Javert camina por la calle, como un sonámbulo, y se da cuenta de que está atrapado entre su estricta creencia en la ley, y la misericordia que Valjean le ha mostrado. Siente que ya no puede entregar a Valjean a las autoridades, pero tampoco puede ignorar su deber con la ley. Incapaz de hacer frente a éste dilema, Javert se suicida arrojándose al Sena.

    Marius se recupera lentamente de sus heridas, en casa de su abuelo. Mientras Marius y Cosette, hacen los preparativos de la boda, Valjean les otorga una fortuna de casi seiscientos mil francos. Mientras su fiesta de bodas recorre París durante las festividades de, Mardi Gras, Thénardier ve a Valjean, y luego le ordena a Azelma que lo siga. Después de la boda, Valjean le confiesa a Marius que es un ex convicto. Marius está horrorizado, asume lo peor sobre el carácter moral de Valjean, y se las arregla para limitar el tiempo de Valjean con Cosette. Valjean acepta la decisión de Marius, y su separación de Cosette. Valjean pierde las ganas de vivir, y se retira a su cama.

     Thénardier se acerca a Marius disfrazado, pero Marius lo reconoce. Thénardier intenta chantajear a Marius, con lo que sabe de Valjean, pero al hacerlo, sin darse cuenta, corrige los conceptos erróneos de Marius sobre Valjean, y revela todo el bien que ha hecho. Thénardier intenta convencer a Marius de que Valjean es en realidad un asesino, y presenta el trozo de abrigo que arrancó como prueba. Atónito, Marius reconoce la tela como parte de su propio abrigo, y se da cuenta de que fue Valjean quien lo rescató de la barricada. Marius saca un puñado de billetes, y se los arroja a la cara a Thénardier. Luego confronta a Thénardier con sus crímenes, y le ofrece una suma inmensa para que se vaya y nunca regrese. Thénardier acepta la oferta, y él y Azelma viajan a América, donde se convierte en traficante de esclavos.

     Mientras corren hacia la casa de Valjean, Marius le dice a Cosette que Valjean le salvó la vida en la barricada. Ambos llegan para encontrar a Valjean cerca de la muerte, y reconciliarse con él. Valjean le cuenta a Cosette la historia, y el nombre de su madre. Muere contento, y es enterrado debajo de una losa en blanco en el cementerio, Père Lachaise.

Caracteres

Personajes Principales.

Jean Valjean, también conocido como Monsieur Madeleine, Ultime Fauchelevent, Monsieur Leblanc, y Urbain Fabre. Es el protagonista de la novela. Es condenado por robar una hogaza de pan, para alimentar a los siete hijos hambrientos de su hermana, y enviado a prisión por cinco años, sale en libertad condicional diecinueve años más tarde, después de cuatro intentos fallidos de fuga se sumaron doce años y contraatacar durante el segundo intento de fuga se sumó dos años más. Rechazado por la sociedad por ser un ex convicto, se encuentra con el obispo Myriel, quien cambia su vida, mostrándole misericordia, y animándolo a convertirse en un hombre nuevo.

     Mientras está sentado y reflexiona sobre lo que dijo el obispo Myriel, pone su zapato en una moneda de cuarenta centavos, que se le cayó a un joven vagabundo. Valjean amenaza al niño con su bastón, cuando el niño intenta hacer entrar en razón a Valjean sobre su egoísmo, y recuperar su dinero. Valjean arrepentido, le dice a un sacerdote que pasa, tanto su nombre, como el nombre del niño, y esto permite que la policía lo acuse de robo a mano armada, una sentencia que, si lo atrapan nuevamente, lo devolvería a prisión de por vida. Asume una nueva identidad, Monsieur Madeleine, para llevar una vida honesta.
     Introduce nuevas técnicas de fabricación y, finalmente, construye dos fábricas, y se convierte en uno de los hombres más ricos de la zona. Por aclamación popular, es nombrado alcalde. Se enfrenta a Javert por el castigo de Fantine, se entrega a la policía para salvar a otro hombre de la cárcel de por vida, y rescata a Cosette de los Thénardier. Descubierto por Javert, en París, debido a su generosidad con los pobres, evade la captura durante los próximos años en un convento. Salva a Marius del encarcelamiento y de la probable muerte en la barricada. Revela su verdadera identidad a Marius y Cosette, después de su boda, y se reencuentra con ellos poco antes de su muerte, habiendo cumplido su promesa al obispo, y a Fantine, cuya imagen es lo último que ve antes de morir.

Javert: Un inspector de policía fanático, que busca recuperar a Valjean. Nacido en las prisiones de un padre convicto, y una madre adivina, renuncia a ambos, y comienza a trabajar como guardia en la prisión, incluida una temporada como supervisor de una cadena de presos, de la que forma parte Valjean, y aquí es testigo de primera mano de la enorme fuerza de Valjean, y su aspecto físico. Eventualmente se une a la fuerza policial en Montreuil-sur-Mer.
     Arresta a Fantine, y entra en conflicto con Valjean/Madeleine, quien le ordena liberar a Fantine. Valjean despide a Javert, frente a su escuadrón, y Javert, en busca de venganza, informa al inspector de policía que ha descubierto a Jean Valjean. Le dicen que debe estar equivocado, ya que un hombre, que se cree erróneamente que es Jean Valjean, acaba de ser arrestado. Pide al alcalde M. Madeleine que lo despida en desgracia, porque no puede ser menos duro consigo mismo, que con los demás. Cuando el verdadero Jean Valjean se entrega, Javert es ascendido a la policía de París, donde arresta a Valjean, y lo envía de regreso a prisión. Después de que Valjean escapa nuevamente, Javert intenta un arresto más en vano.
     Luego casi vuelve a capturar a Valjean, en la casa de Gorbeau, cuando arresta a los Thénardier y Patron-Minette. Más tarde, mientras trabajaba encubierto detrás de la barricada, se descubre su identidad. Valjean pretende ejecutar a Javert, pero lo libera. Cuando Javert se encuentra a continuación con Valjean saliendo de las alcantarillas, le permite hacer una breve visita a casa y luego se marcha en lugar de arrestarlo. Javert no puede conciliar su devoción por la ley, con su reconocimiento de que el proceder lícito es inmoral. Después de redactar una carta al prefecto de policía, describiendo las condiciones miserables que se dan en las cárceles, y los abusos a los que son sometidos los prisioneros, se quita la vida arrojándose al Sena.

Fantine: Una hermosa grisette, o trabajadora parisina, abandonada con una niña pequeña por su amante, Félix Tholomyès. Fantine deja a su hija Cosette al cuidado de los Thénardier, posaderos del pueblo de Montfermeil. La señora Thénardier consiente a sus propias hijas, y abusa de Cosette. Fantine encuentra trabajo en la fábrica de Monsieur Madeleine. Analfabeta, hace que otros escriban cartas a los Thénardier en su nombre. Una supervisora descubre que ella es madre soltera, y la despide.
     Para satisfacer las repetidas demandas de dinero de los Thénardier, vende su cabello, y dos dientes frontales, y se dedica a la prostitución. Ella se enferma. Valjean se entera de su difícil situación, cuando Javert la arresta por atacar a un hombre que la insultó y le arrojó nieve por la espalda, y la envía a un hospital. Cuando Javert se enfrenta a Valjean en su habitación del hospital, porque su enfermedad la ha debilitado tanto, ella muere de conmoción, después de que Javert revela que Valjean es un convicto, y no le ha traído a su hija Cosette, después de que el médico alentó esa creencia incorrecta, de que la reciente ausencia de Jean Valjean, se debió a que él le estaba trayendo a su hija.

Cosette: Formalmente Euphrasie, también conocida como, "la alondra", Mademoiselle Lanoire, Ursula. La hija ilegítima de Fantine y Tholomyès. Aproximadamente desde los tres hasta los ocho años, es golpeada y obligada a trabajar como esclava de los Thénardier. Después de la muerte de su madre, Fantine, Valjean rescata a Cosette de los Thénardier, y la cuida como si fuera su hija. Las monjas de un convento de París la educan. Ella crece, y se vuelve muy hermosa. Se enamora de Marius Pontmercy, y se casa con él, cerca del final de la novela.

Marius Pontmercy: Un joven estudiante de derecho, vagamente asociado con los Amigos del ABC. Comparte los principios políticos de su padre, y tiene una relación tempestuosa con su abuelo monárquico, Monsieur Gillenormand. Se enamora de Cosette, y pelea en las barricadas cuando cree que Valjean la ha llevado a Londres. Después de que él y Cosette se casan, reconoce a Thénardier como un estafador, y le paga para que se vaya de Francia.

Éponine, (la niña Jondrette): La hija mayor de los Thénardier. De niña es mimada y consentida por sus padres, pero al llegar a la adolescencia, acaba siendo una niña de la calle. Ella participa en los crímenes de su padre, y planes de mendicidad para obtener dinero. Ella está ciegamente enamorada de Marius. A pedido de Marius, encuentra la casa de Valjean y Cosette, para él, y lo lleva tristemente allí. También evita que su padre, Patron-Minette y Brujon, roben la casa de Valjean, durante una de las visitas de Marius para ver a Cosette. Después de disfrazarse de niño, manipula a Marius para que vaya a las barricadas, con la esperanza de que ella y Marius mueran allí juntos. Queriendo morir antes que Marius, extiende la mano para evitar que un soldado le dispare; ella es herida de muerte, cuando la bala le atraviesa la mano y la espalda. Mientras se está muriendo, le confiesa todo esto a Marius, y le entrega una carta de Cosette. Su última petición a Marius, es que una vez que haya muerto, él la bese en la frente. Él cumple su pedido, no por sentimientos románticos de su parte, sino, por lástima, por su difícil vida.

Monsieur Thénardier y Madame Thénardier, también conocidos como, los Jondrettes, M. Fabantou, M. Thénard. Algunas traducciones la identifican como, los Thénardiess: Marido y mujer, padres de cinco hijos: dos hijas, Éponine y Azelma, y tres hijos, Gavroche y dos hijos menores sin nombre. Como posaderos, abusaron de Cosette cuando era niña, y extorsionan a Fantine por su apoyo, hasta que Valjean se lleva a Cosette. Se declaran en bancarrota, y se mudan bajo el nombre de, los Jondrette, a una casa en París, llamada, La Casa Gorbeau, viviendo en la habitación contigua a Marius. El marido, Thenardier, se asocia con un grupo criminal llamado, "Patron-Minette" y conspira para robar a Valjean, hasta que Marius lo frustra. Javert arresta a la pareja. La esposa muere en prisión. Su esposo intenta chantajear a Marius, con su conocimiento del pasado de Valjean, pero Marius le paga para que abandone el país, y se convierte en traficante de esclavos en los Estados Unidos.

Enjolras: El líder de, Les Amis de l'ABC, o, Amigos del ABC, en el levantamiento de París. Está apasionadamente comprometido con los principios republicanos, y la idea de progreso. Él y Grantaire son ejecutados por la Guardia Nacional, después de que cae la barricada.

Gavroche: el hijo no amado de en medio, e hijo mayor de los Thénardier. Vive solo como un niño de la calle, y duerme dentro de una estatua de elefante, fuera de la Bastilla. Se ocupa brevemente de sus dos hermanos menores, sin saber que están relacionados con él. Participa en las barricadas, y muere mientras recoge balas de miembros de la Guardia Nacional muertos.

Obispo Myriel: El obispo de Digne, cuyo nombre completo es, Charles-François-Bienvenu Myriel, también llamado Monseigneur Bienvenu: Un amable anciano sacerdote, ascendido a obispo, después de un encuentro casual con Napoleón. Después de que Valjean le roba una vajijlla de plata, salva a Valjean de ser arrestado, e inspira a Valjean a cambiar su forma de ser.

Grantaire: También conocido como, "R" fue un estudiante revolucionario con poco interés en la causa. Reverencía a Enjolras, y su admiración es la razón principal por la que Grantaire pasa tiempo con, Les Amis de l'ABC, o, Amigos del ABC, a pesar del desprecio ocasional de Enjolras por él. Grantaire a menudo está borracho, y está inconsciente durante la mayor parte de la Rebelión de junio. Él y Enjolras son ejecutados por la Guardia Nacional, después de que cae la barricada.

Amigos de abc

    Un club estudiantil revolucionario. En francés, las letras "ABC" se pronuncian de forma idéntica a la palabra francesa abaissés, 'el abatido'.

Bahorel: Un dandy, y un holgazán, de origen campesino, muy conocido en los cafés estudiantiles de París.

Combeferre: Un estudiante de medicina, que se describe como representante de la filosofía de la revolución.

Courfeyrac: Un estudiante de derecho que se describe como el centro del grupo de Amigos. Es honorable y cálido, y es el compañero más cercano de Marius.

Enjolras: El líder de los Amigos. Un joven resolutivo y carismático, entregado al progreso.

Feuilly: Un fabricante de abanicos huérfano y polonófilo apasionado, que aprendió a leer y escribir por sí mismo. Es el único miembro de los Amigos, que no es estudiante.

Grantaire: Un borracho con poco interés en la revolución. A pesar de su pesimismo, finalmente se declara creyente en la República, y muere junto a Enjolras.

Jean Prouvaire, también Jehan: Un romántico con conocimientos de italiano, latín, griego y hebreo, y un interés en la Edad Media.

Joly: Un estudiante de medicina que tiene teorías inusuales sobre la salud. Es hipocondríaco, y se le describe como el más feliz de los Amigos.

Lesgle, también Lègle, Laigle, L'Aigle [El Águila] o Bossuet: El miembro más antiguo del grupo. Considerado notoriamente desafortunado, Lesgle comienza a quedarse calvo a la edad de veinticinco años. Es Lesgle quien presenta a Marius a los Amigos.

Personajes Menores

Azelma: La hija menor de los Thénardier. Al igual que su hermana, Éponine, es mimada de niña y empobrecida cuando es mayor. Ella es cómplice del robo fallido a Valjean, por parte de su padre. El día de la boda de Marius y Cosette, ella sigue a Valjean por orden de su padre. Viaja a América con su padre al final de la novela.

Bamatabois: Un holgazán que acosa a Fantine. Más tarde, miembro del jurado en el juicio de Champmathieu.


• (Mlle) Baptistine Myriel: Hermana del obispo Myriel. Ella ama y venera a su hermano.

Blachevelle: Un estudiante adinerado de París, originario de Montauban. Es amigo de Félix Tholomyès y se involucra sentimentalmente con la amiga de Fantine, Favourite.

Bougon: Madame, llamada Ma'am Burgon: Ama de llaves de la Casa Gorbeau.

Brevet: Un ex convicto de Toulon, que conoció a Valjean allí; liberado un año después de Valjean. En 1823, cumple condena en la prisión de Arras, por un delito desconocido. Es el primero en afirmar que Champmathieu, es realmente Valjean. Solía usar tirantes de punto a cuadros.

Brujon: Ladrón y criminal. Participa en crímenes con M. Thénardier, y la banda Patron-Minette, como el Robo de Gorbeau, y el intento de robo en la Calle Plumet. El autor describe a Brujon como, "un joven vivaz, muy astuto y muy hábil, con una apariencia agitada y quejumbrosa".

Champmathieu: Un vagabundo que se identifica erróneamente como Valjean, después de ser sorprendido robando manzanas.

Chenildieu: Un vividor de Toulon. Él y Valjean fueron compañeros de la cadena de presos, durante cinco años. Una vez intentó sin éxito quitarse la marca TFP de su vida, "travaux forcés à perpetuité", "trabajos forzados de por vida," poniendo su hombro sobre un plato de frotamiento lleno de brasas. Se le describe como un hombre pequeño, nervudo, pero enérgico.

Cochepaille: Otro prisionero de por vida de Toulon. Era un pastor de los Pirineos, que se convirtió en contrabandista. Se le describe como estúpido, y tiene un tatuaje en el brazo, con la fecha, 1 de marzo de 1815.

Coronel Georges Pontmercy: Padre de Marius, y oficial del ejército de Napoleón. Herido en Waterloo, Pontmercy cree erróneamente que M. Thénardier le salvó la vida. Le cuenta a Marius de esta gran deuda. Ama a Marius y, aunque M. Gillenormand no le permite visitarlo, los domingos se escondía continuamente detrás de un pilar en la iglesia para poder al menos mirar a Marius desde la distancia. Napoleón lo nombró barón, pero el siguiente régimen se negó a reconocer su baronía, o su condición de coronel, sino que se refirió a él solo como comandante. El libro suele llamarlo, "El coronel".

Dahlia: Una joven grisette, o trabajadora de París, y miembro del grupo de amigas costureras de Fantine, junto con Favorite y Zéphine. Se involucra sentimentalmente con el amigo de Félix Tholomyès, Listolier.

Fameuil: Un estudiante adinerado de París, originario de Limoges. Es amigo de Félix Tholomyès, y se involucra sentimentalmente con la amiga de Fantine, Zéphine.

Fauchelevent: Un hombre de negocios fracasado, a quien Valjean, (como M. Madeleine), salva de ser aplastado por un carruaje. Valjean le consigue un puesto como jardinero en un convento de París, donde Fauchelevent más tarde, brinda refugio a Valjean y Cosette, y le permite a Valjean hacerse pasar por su hermano.

Favorita: Una joven grisette, o trabajadora, en París y líder del grupo de amigas costureras de Fantine, incluidas Zéphine y Dahlia. Es independiente y está bien versada en los caminos del mundo, y anteriormente había estado en Inglaterra. Aunque no soporta al amigo de Félix Tholomyès, Blachevelle, y está enamorada de otra persona, mantiene una relación con él, para poder disfrutar de las ventajas de cortejar a un hombre rico.

Monsieur Gillenormand: Abuelo de Marius. Monárquico, no está de acuerdo con Marius en cuestiones política, y tienen varios argumentos. Intenta evitar que Marius sea influenciado por su padre, el coronel Georges Pontmercy. Mientras está en perpetuo conflicto con él por ideas, siente afecto por su nieto.

Mademoiselle Gillenormand: Hija de M. Gillenormand, con quien vive. Su difunta media hermana, hija de M. Gillenormand de otro matrimonio, era la madre de Marius.

Théodule Gillenormand: Oficial del ejército y primo de Marius. Hace un intento poco entusiasta y sin éxito, de suplantar a Marius en el afecto del abuelo de Marius.

Listolier: Un estudiante adinerado de París originario de Cahors. Es amigo de Félix Tholomyès y se involucra sentimentalmente con la amiga de Fantine, Dahlia.

Mabeuf: Un anciano mayordomo, amigo del coronel Pontmercy, quien después de la muerte del coronel, se hace amigo de su hijo Marius, y ayuda a Marius a darse cuenta de que su padre lo amaba. Mabeuf ama las plantas y los libros, pero vende sus libros y grabados, para pagar la atención médica de un amigo. Cuando Mabeuf encuentra un bolso en su jardín, lo lleva a la policía. Después de vender su último libro, se une a los estudiantes en la insurrección. Es asesinado a tiros levantando la bandera en lo alto de la barricada.

Madame Magloire: empleada doméstica del obispo Myriel, y su hermana.

Magnon: Antiguo sirviente de M. Gillenormand, y amigo de los Thénardier. Ella había estado recibiendo pagos de manutención infantil de M. Gillenormand para sus dos hijos ilegítimos, quienes, según ella, fueron engendrados por él. Cuando sus hijos murieron en una epidemia, los reemplazó con los dos hijos menores de los Thénardier para poder proteger sus ingresos. Los Thénardier obtienen una parte de los pagos. Ella es arrestada incorrectamente por su participación en el robo de Gorbeau.

Madre Inocente (también conocida como Marguerite de Blemeur): La priora del convento de Petit-Picpus.

Patron-Minette: Un cuarteto de bandidos que ayudan en la emboscada de los Thénardier a Valjean, en Gorbeau House, y en el intento de robo en la Calle Plumet. La pandilla está formada por Montparnasse, Claquesous, Babet, y Gueulemer. Claquesous, que escapó del carruaje que lo transportaba a la prisión después del robo de Gorbeau, se une a la revolución bajo la apariencia de, "Le Cabuc," y es ejecutado por Enjolras, por disparar contra civiles.

Petit Gervais: Un niño saboyano viajero al que se le cae una moneda. Valjean, todavía un hombre de mente criminal, pone su pie sobre la moneda, y se niega a devolverla.

Hermana Simplice: Una monja famosa por su veracidad, que cuida a Fantine en su lecho de enferma, y le miente a Javert, para proteger a Valjean.

Félix Tholomyès: Amante de Fantine, y padre biológico de Cosette. Un estudiante rico y egocéntrico de París, originario de Toulouse, finalmente abandona a Fantine, cuando su hija tiene dos años.

Toussaint: Sirviente de Valjean y Cosette, en París. Ella tiene un ligero tartamudeo.

Dos niños pequeños: Los dos hijos menores sin nombre de los Thénardier, a quienes envían a Magnon, para reemplazar a sus dos hijos muertos. Viviendo en las calles, se encuentran con Gavroche, quien no sabe que son sus hermanos, pero los trata como si fueran sus hermanos. Después de la muerte de Gavroche, recuperan pan arrojado por un burgués a los gansos, en una fuente en el Jardín de Luxemburgo.

Zéphine: Una joven grisette, o trabajadora, de París, y miembro del grupo de amigas costureras de Fantine, junto con Favorite, y Dahlia. Se involucra sentimentalmente con el amigo de Félix Tholomyès, Fameuil.

El Narrador

     Hugo no le da un nombre al narrador, y permite que el lector identifique al narrador con el autor de la novela. El narrador ocasionalmente se inserta a sí mismo, en la narración, o informa hechos fuera del tiempo de la narración, para enfatizar que está contando eventos históricos, no del todo ficción. Introduce su relato de Waterloo, con varios párrafos que describen la reciente aproximación del narrador al campo de batalla: "El año pasado (1861), en una hermosa mañana de mayo, un viajero, el que cuenta esta historia, venía de Nivelles..."

    El narrador describe cómo "[un] observador, un soñador, el autor de este libro," durante la lucha callejera de 1832, quedó atrapado en un fuego cruzado: "Todo lo que tenía para protegerse de las balas, era el oleaje de las dos medias columnas que separan las tiendas; permaneció en esta delicada situación, cerca de media hora." En un momento se disculpa por entrometerse: "El autor de este libro, que lamenta la necesidad de mencionarse a sí mismo," para pedir comprensión al lector cuando describe, "el París de su juventud... como si todavía existiera."
     Esto introduce una meditación sobre la memoria de lugares pasados, que sus lectores contemporáneos reconocerían como un autorretrato escrito desde el exilio: “has dejado una parte de tu corazón, de tu sangre, de tu alma, en esas aceras.” Describe otra ocasión en la que un disparo de bala, "perforó un plato de afeitar de latón, suspendido ... sobre una peluquería. Este plato de afeitar perforado, todavía se podía ver en 1848, en la Calle du Contrat-Social, en la esquina de la pilares del mercado." Como prueba de los agentes dobles de la policía en las barricadas, escribe: "El autor de este libro tenía en sus manos, en 1848, el informe especial sobre este tema hecho al Prefecto de Policía en 1832."

Recepción Contemporánea

     La aparición de la novela fue un acontecimiento muy esperado, ya que Víctor Hugo, era considerado uno de los poetas más destacados de Francia, a mediados del siglo XIX. The New York Times, anunció su próxima publicación ya en abril de 1860. Hugo prohibió a sus editores, resumir su historia, y se negó a autorizar la publicación de extractos, antes de la publicación.

    Les indicó que se basaran en su éxito anterior, y sugirió éste enfoque: "Lo que Victor H. hizo por el mundo gótico en Notre-Dame de París [El Jorobado de Notre-Dame], lo logra para el mundo moderno en, Les Misérables." Una campaña publicitaria masiva, precedió al lanzamiento de los dos primeros volúmenes de, Les Misérables, en Bruselas, el 30 o 31 de marzo, y en París, el 3 de abril de 1862. Los volúmenes restantes, aparecieron el 15 de mayo de 1862.

     Las reacciones críticas fueron muy variadas y, a menudo, negativas. Algunos críticos encontraron el tema inmoral, otros se quejaron de su excesivo sentimentalismo, y otros, se sintieron inquietos por su aparente simpatía con los revolucionarios. L. Gauthier escribió en, Le Monde del 17 de agosto de 1862: "Uno no puede leer sin un disgusto inconquistable, todos los detalles que Monsieur Hugo da, sobre la planificación exitosa de los disturbios." Los hermanos Goncourt, juzgaron la novela, artificial y decepcionante.
     Flaubert no encontró, "ni verdad ni grandeza," en ella. Se quejó de que los personajes eran estereotipos crudos, y que todos, "hablan muy bien, pero todos de la misma manera." La consideró un esfuerzo, "infantil" y puso fin a la carrera de Hugo como, "la caída de un dios." En una reseña de un periódico, Charles Baudelaire elogió el éxito de Hugo, al centrar la atención pública en los problemas sociales, aunque creía que esa propaganda, era lo opuesto al arte. En privado, Baudelaire lo calificó de, "repulsivo e inepto," ("immonde et inepte").

     La obra fue un éxito comercial, y ha sido un libro popular desde que se publicó. Traducida el mismo año que apareció, a varios idiomas extranjeros, incluidos italiano, griego y portugués, resultó popular no solo en Francia, sino en toda Europa y en el extranjero. (Wikipedia en Ingles)

Análisis Detallado

Relación del Texto con su Contexto Histórico

     La restauración monárquica entre 1815 y 1848, con las revoluciones de 1830 y 1848, que contagiaron a toda Europa. El Segundo Imperio de Napoleón III, sobrino del anterior Bonaparte, con quien se acentuó el proceso de industrialización y colonización. Y el establecimiento de la Tercera República en las últimas décadas del siglo.

Contexto de la Obra

     En la segunda mitad del siglo xix, la sociedad no cambia sustancialmente. Sin embargo, se aprecia una nueva actitud del autor, que afronta la realidad en lugar de huir de ella. La realidad es retratada tal como aparece y, por medio de la novela, se intenta criticar la sociedad desde dentro. Éste paso del romanticismo al realismo también se refleja en la literatura de la sociedad burguesa.

    En la base del Romanticismo se protestaba contra el mundo burgués. En el realismo, se mantienen y desarrollan ciertos aspectos del Romanticismo, como el interés por la naturaleza, y el interés por lo regional y lo local, lo costumbrista. Sin embargo, se eliminan y depuran a su vez otros elementos. Se le pone freno a la imaginación, y todo lo fantástico se rechaza. Los personajes ya no son tan apasionados, y se abandona el recuerdo de una época pasada.

     Ésta época posterior al Romanticismo, se caracteriza por profundas transformaciones sociales: éxodo rural a las ciudades, gran crecimiento demográfico, una burguesía cada vez más conservadora. Es la época de la Revolución Industrial en Inglaterra, y algo después en otros países europeos, una época en la que se da un progreso técnico con nuevos inventos, y un desarrollo de la industria y el comercio nunca visto hasta ese momento.

Tema

     La obra muestra un excelente estudio de la sociedad en esa época; así como de las pasiones, caracteres, y actos que en ella tienen lugar. Además se nos muestra la pobreza en el siglo xix, y el valor del perdón, conjuntamente con el valor del arrepentimiento y la rectificación, lo que trae un bienestar y una paz al alma, y el amor que uno siente, por lo que nos rodea.

Contexto Histórico

     Se menciona la Batalla de Waterloo, la cual se desarrolló del 15 al 18 de junio, de 1815; nos habla de la pobreza extrema que les tocó vivir a todos los que estaban en sus alrededores, y que el hecho de trabajar juntos, unió pensamientos, y permitió que afloraran nuevas y mejores ideas.

     En éste contexto histórico, encontramos los acontecimientos de su época como, la Revolución Francesa de 1789, el Imperio Napoleónico, la Restauración con Luis XVIII y Carlos X, y la Revolución de Julio, que transfirió el poder a Luis Felipe de Orleans

     La novela está inmersa en una sociedad conservadora, muy arraigada a sus culturas, y que no quiere admitir ningún cambio en su forma de vida, y clasista. En lo económico, esto originó pobreza a gran parte de la población, y en lo político, descontento con la burguesía. Por lo que se puede observar, la parte realmente importante de la obra, es la gente, el pueblo, que tiene sus momentos bajos, pero también sus momentos de gloria.    

    Uno de los grandes valores históricos de esta obra, se encuentra en su retrato vivo del levantamiento republicano del año 1832, en París, alrededor del cual gira buena parte del argumento de la misma. En ella, se hace referencia explícita a los funerales del muy popular general Lamarque, que sirvieron de catalizadores a esta revolución que, como bien se aprecia en el texto, fue suprimida de manera sangrienta, lo que contribuyó al desprestigio de la monarquía liberal orleanista, de Luis Felipe I.

Génesis de la Obra

     Preocupado por la adecuación entre la justicia social y la dignidad humana, Victor Hugo escribió en 1829, El Último Día de un Condenado, largo monólogo y requisitoria contra la pena de muerte. Siguió en 1834 con, Claude Gueux. En 1845, al tiempo que acababa de ser nombrado par de Francia por el rey Luis Felipe I, el pintor, François-Auguste-Biard, constató el flagrante delito de adulterio de su mujer Léonie, con el poeta. Léonie fue encarcelada durante dos meses en la prisión de Saint-Lazare, y luego enviada al convento agustino.

     Es éste acontecimiento el que, según Sainte-Beuve, llevó a Victor Hugo a retirarse a su casa​ ,y a emprender un gran fresco épico que tituló al principio, Les Misères, en el que el personaje principal se llama inicialmente “Jean Tréjean.” De ese mismo año 1845, datarían igualmente el único resto escrito conservado de lo que podría parecerse a la arquitectura sintética de un proyecto:

·         Historia de un santo.

·         Historia de un hombre.

·         Historia de una mujer.

·         Historia de una muñeca. ​

     Interrumpió su tarea en febrero de 1848, pero escribió en la misma época su, Discours Sur la Misère (“Discurso Sobre la Miseria,” 1849).

     Durante su exilio, después de escribir, Contemplations (1856) y de, La Légende des Siècles (1859), se dedicó a la escritura de, Los Miserables, en Guernesey, en 1860. Sobre su manuscrito, escribió: “14 de febrero. Aquí, el par de Francia se para, y el proscrito continúa: 30 de diciembre de 1860. Guernesey.” La obra se terminó y publicó, a partir de finales de marzo de 1862, por el editor, Albert Lacroix, quien dispuso de un colosal presupuesto de fabricación y lanzamiento, y quien puso todas sus esperanzas en este trabajo.

Inspiración de la Obra

     Los Miserables es a la vez una novela de inspiración realista, épica, y romántica, un himno al amor, y una novela política y social.

Novela realista, Les Misérables describe todo un universo de gentes humildes. Es una pintura muy precisa de la vida en la Francia y en el París pobre, a comienzos del siglo xix. Su éxito popular procede a veces del trazo grueso, con el que son pintados los personajes de la novela.

     Novela épica, Los Miserables pinta al menos tres grandes frescos: la Batalla de Waterloo, que representa para el autor el fin de la epopeya napoleónica, y el comienzo de la era burguesa; luego se da cuenta de que es republicano, los Disturbios en París en junio de 1832, la travesía de las cloacas de París por Jean Valjean. Pero la novela es también épica por la descripción de la lucha del alma: los combates de Jean Valjean entre el bien y el mal, su redención hasta la abnegación, el combate de Javert, entre el respeto a la ley social, y el respeto a la ley moral.

     Los Miserables es también un himno al amor: amor cristiano sin concesiones de monseñor Myriel, quien, al principio de la novela, exige su bendición del miembro de la convención G. (quizá inspirado por el abad Grégoire​); amores fallidos, de Fantine y Éponine; amor paternal, de Jean Valjean por Cosette; amor recíproco, entre Marius y Cosette. Mas es también una página de la literatura francesa dedicada a la patria. En el momento de escribir este libro, Victor Hugo estaba en el exilio. Ayudado desde Francia por sus amigos, a los que encarga comprobar si tal esquina existe, transcribió en su novela la visión de los lugares que amó, y que recuerda con nostalgia.​

     Pero la motivación principal de Victor Hugo es la defensa social. “Hay un punto en el que los infames y los desafortunados se mezclan y se confunden en una sola palabra, palabra fatal, los miserables; ¿de quién es la culpa?” Según Victor Hugo, es culpa de la miseria, de la indiferencia, y de un sistema represivo despiadado. Idealista, Victor Hugo está convencido de que la educación, el acompañamiento, y el respeto al individuo, son las únicas armas de la sociedad que podrían evitar que el desafortunado, se convierta en infame. La novela reflexiona sobre el problema del mal... Se encuentra que toda su vida, Hugo se vio enfrentado a la pena de muerte.
    De niño, vio a los cuerpos colgados exhibidos a los transeúntes, más tarde, vio las ejecuciones en la guillotina. Uno de los temas de la novela es pues, “el crimen de la ley.” Si el trabajo muestra cómo las coacciones sociales y morales, podían llevar a los hombres a la decadencia, si no se encontraba alguna solución de rehabilitación, sería sobre todo una inmensa esperanza en la generosidad humana de la que Jean Valjean, sería el arquetipo. Casi todo el resto de los personajes, encarnan la explotación del hombre por el hombre. El énfasis de Hugo es una llamada a la humanidad, para que no deje de trabajar por tiempos mejores:

     Mientras exista, por el hecho de las leyes y la moral, una condena social, creando artificialmente, en medio de la civilización, el infierno, y complicando con una fatalidad humana, el destino que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo, la degradación del hombre por parte del proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por la noche; siempre y cuando en algunas áreas sea posible la asfixia social; en otras palabras, y desde un punto de vista aún mayor, mientras haya ignorancia y miseria en la tierra, los libros de esta naturaleza pueden no ser inútiles.

Victor HugoCasa Hauteville, 1862.

 Influencias

     Robert Laffont y Valentino Bompiani señalaron, en Le Nouveau Dictionnaire des œuvres de tous les temps, la presencia en, Los Miserables de la influencia de Balzac (La Comedia Humana), de Eugène Sue (Los Misterios de París) y de los folletines. ​

     La intertextualidad de la obra de Balzac, en la de Victor Hugo, es en efecto algo que señalan numerosos analistas.​ Victor Hugo se refiere explícitamente, en varias ocasiones​ en la novela, al universo de Balzac, que fue un contemporáneo con el cual, los intercambios fueron numerosos. ​ Se reconoce notablemente, El Cura de Pueblo con el que monseñor Myriel, presenta puntos en común. ​
     Del mismo modo es evidente el parentesco entre Vautrin, y Jean Valjean (el segundo sería el reverso positivo del otro), el mundo y las costumbres de los condenados se describen en, Esplendores y Miserias de las Cortesanas, ​ el estudio intertextual de, Los Miserables, revela que el convicto también se alimenta de otro personaje de Balzac, Farrabesche.

     Según Évelyne Pieiller, ​ Los Misterios de París, novela folletinesca exitosa publicada en 1842-1843, con sus descripciones de los bajos fondos parisinos, abre el camino a la obra de Victor Hugo. Victor Hugo le rinde homenaje en otro lugar de su novela, y sigue en el mismo sentido, atacando la injusticia social.

     Victor Hugo también se inspiró en todo lo que vio y escuchó alrededor, y que lo anotó en sus cuadernos. Así, el 22 de febrero de 1846, cuenta que vio a un hombre desafortunado llevado por dos gendarmes después de haber sido acusado de robar un pan. “Este hombre,” dijo, “ya no era para mí un hombre, era el espectro de la miseria.” Se trata probablemente de la inspiración del futuro Jean Valjean. ​
     En diciembre del mismo año, Victor Hugo es testigo de un altercado entre una anciana y un niño, que pudo hacerle pensar en Gavroche. ​ En cuanto a Fantine, Victor Hugo podría haberse inspirado por una “niña,” como se dijo en ese momento, que él defendió una noche de enero de 1841 – con riesgo de dañar su reputación – cuando fue acusada injustamente, y arrastrada a la comisaría de policía con la amenaza de pasar seis meses en prisión.
    Victor Hugo se informó igualmente mucho, visitando la Conciergerie en París, en 1846, y Waterloo. El 20 de mayo de 1861, Victor Hugo escribió a su hijo François-Victor: “Aquí estoy cerca de Waterloo. Solo tendré una palabra que decir en mi libro, pero quiero que esa palabra sea la correcta. Entonces vine a estudiar ésta aventura sobre el terreno, y confrontar la leyenda con la realidad. Lo que diré será verdad. Probablemente será mi verdadero yo. Pero cada uno puede dar la realidad que tiene​.” Victor Hugo  recopiló información sobre algunas industrias, sobre los salarios, y el coste de la vida para las clases bajas. Le pidió a sus amantes, Léonie d’Aunet y Juliette Drouet, que le enseñaran sobre la vida de los conventos.

     Las relaciones entre Victor Hugo y el universo de la novela-folletín son más conflictivos. No quiso que, Los Miserables se publicara como un serial, como era costumbre en muchas novelas populares, porque estaba en conflicto con el poder gobernante y condena la censura de la prensa por parte del poder. Victor Hugo exigió, en lugar de ello, que su trabajo se publicára en un formato barato, para que fuera accesible. Por otro lado, encuentra que el estilo de las novelas-folletín a menudo estaba poco trabajado. ​

    Los Miserables apareció, sin embargo, como folletín en, Le Rappel, en 1888.

    Finalmente, hombre de su tiempo, escribiendo una historia contemporánea, Victor Hugo se inspiró en las figuras de su época para esbozar sus personajes. Las, Memorias de Vidocq, aparecidas en 1828, que inspiraron a Balzac el personaje de Vautrin, parece estar en parte en los dos personajes antagonistas que son Jean Valjean y Javert.
    El primero correspondería a Vidocq el exconvicto y el segundo a Vidocq, jefe de seguridad de la prefectura de Policía; es, al menos, una observación hecha por muchos estudios.​ Sin embargo, Victor Hugo nunca reconoció la influencia de, Vidocq, en la creación de estos personajes. ​

    También a Victor Hugo le gustaba, igualmente, deslizar en el texto alusiones muy personales. Lo mismo ocurre con sus amantes: Juliette Drouet inspiró el nombre de la, “madre de los ángeles (Mlle Drouet), que había estado en el convento de las Hijas de Dios.” (Segunda parte, libro VI, capítulo VII); el calvario de Blaru (Quinta parte, libro V, capítulo IV) recuerda el seudónimo Thérèse de Blaru, con el cual Léonie d'Aunet firmó sus libros. Más íntima aún, la fecha del 16 de febrero de 1833, la noche de bodas de Cosette y Marius (Quinta parte, libro VI, capítulo I), fue también la misma fecha en la que Juliette Drouet, se entregó a Victor por primera vez. (Wikipedia en Español)

Los Miserables

de Victor Hugo 

    Una fría noche de octubre, del año de 1815, en un pequeño poblado francés, un hombre expulsaba a otro de una posada, arrojándolo a la calle. “Fuera de aquí Juan Valjean, un ex presidiario como tú, no tiene lugar en mi posada.”  Aquel hombre, cuya robusta figura parecía llevar sobre sí un cansancio y un rencor de siglos, recogió de lodo un pequeño papel amarillo, y pensó, “Todo el pueblo sabe ya que llévo pasaporte de la cárcel de Tolón.” Era un ser hambriento y desesperado, que buscaba abrigo urgentemente, y pensó, “Solo hay un lugar para la gente como yo.”

   A continuación, aquel hombre se presentaba ante el director de una cárcel, quien le decía, “Pero esto no es un hotel amigo, sino una cárcel. No has cometido delito alguno, y no pueden encerrarte.” Jean Valjean dijo, “Ten piedad, llevo días sin comer y sin descansar.” Con un saco de pertenecías al hombro, aquel hombre salio a la calle no sin antes escuchar las últimas palabras del director, “Lo dicho, soy un funcionario público, y obedezco al reglamento. Solo puedo cobijar aquí a los delincuentes.” El desdichado iba a beber del agua sucia de una fuente, cuando una señora que se habia percatado de su situación le dijo “¡Señor! ¡Señor! Vaya a la casa situada detrás de esa iglesia. Allí no le negarán alimento y cobijo.”
     La casa pertenecía al obispo del barrio, un personaje singular por lo bondadoso humilde y humano que era, al que apodaban, Monseñor Bienvenido. Dentro de la casa, una institutriz dialogaba con el padre, diciendo, “¡No volveré a zurcir esa sotana, hermano, es justo que te compres otra!” El sacerdote le dijo, “Prefiero dar a nuestros pobres el dinero, que comprar una sotana solo por vanidad, cuando aún sirven las que tengo, hermana.” La institutriz le dijo, “¡Eres imposible, ninguno de esos bellacos a los que ayudas, te lo va a agradecer jamás!”
    El abad dijo, “Me conformo con que Dios me lo tome en cuenta, querida. Ahora, pasemos a cenar.” En ese momento, alguien tocó a la puerta. La institutriz dijo, “¿Qué inoportuno llamará a estas horas?” El abad se levantó, y dijo, “Abriré mientras sirves la sopa.” Cuando el abad abrió la puerta, Jean exclamó, “Me llamo Juan Valjean. Vengo de Tolón, donde purgue una condena durante diecinueve años. Hace cuatro días salí de allí, y me dirijo a Pontarlier, mi pueblo natal. Caminé doce leguas, y no he comido nada. Nadie quiere venderme pan y agua. No sé por qué vine aquí. Una mujer me dijo…”
     Valjean mostró desesperación, y dijo, “¡Oh! pero ni siquiera en la cárcel han querido recibirme. Mi pasaporte amarillo me condena.” A continuación, el abad permitió pasar a Valjean y dijo a la mujer, “¡Baptistina, pon un cubierto más en nuestra mesa! Este buen hombre cenará con nosotros.” Sentados ambos en la mesa, listos para cenar, el abad dijo, “Yo no distingo los pasaportes amarillos de los otros, amigo. Valjean. Cualquier persona que carezca de casa y de pan, es bienvenida en este sitio. Toma un poco de nuestra modesta sopa.” Valjean le dijo, “¡Oh, gra˗gracias señor! Yo…no quería importunarlos.”
     El viajero sin saber qué decir, cortó su discurso y se dedicó a devorar la sopa. “¡Slurp! ¡Slurp!” El abad pensó, “¡Que denigrante es el espectáculo del hambre! Nuestra sociedad es injusta. Impide a algunos hombres satisfacer sus necesidades básicas, convirtiéndolos en bestias. Por muy terrible que sea el delito cometido por un ser humano, no merece que lo mutilen condenándolo a la privación y a la soledad.” En cuanto terminaron la cena, el abad se levantó, y le dijo, “Esta es nuestra mejor alcoba, la destinada a los huéspedes, hermano. Mañana tomarás un buen desayuno antes de seguir tu viaje.”
   Cuando Valjean se acostó en su cama limpia, pensó, “¡Dios mío! ¿Estaré soñando? ¡Hacía más de 20 años que no dormía en un colchón! ¡Y nunca en una cama mullida y perfumada como esta! ¡Aaah!” Durmió profundamente hasta las dos de la mañana. De pronto sonaron las campanas de la iglesia. Valjean se despertó, y dijo, “¿Qué es esto…? ¡Oh, son las campanadas del reloj y de catedral!” De pronto le asaltaron una serie de dolorosos recuerdos.
    Se vio a si mismo de niño, trabajando duramente para sobrevivir. Huérfano de madre, había tenido que mantener con lo poco que ganaba, a su hermana mayor, y a su famélica prole. Cuando Valjean llegaba a su casa con escasas monedas, su madre le decía, “¿Sólo esto te dieron, Juan?” Se esforzó por hallar una ocupación lucrativa y fue un mozo de cuerda, jornalero, y albañil. Cuando tenía unos 20 años luego de trabajar duramente en una construcción, lo despidieron. Dándole su última paga, le dijeron, “Lo siento Valjean, pero ya no te necesito.”
     En cuanto se acabaron los pocos centavos que había ganado, el hambre comenzó a hacer estragos en casa de su hermana. Entrte sus hermanos se peleaban. “¡Dame un bocado de pan! ¡Es mío! Además está duro.” La impotencia lo arrojó fuera de aquel miserable lugar. Vagó por la calle, tratando inútilmente que el cansancio matara la desesperación que sentía. Cuando llego al aparador de una panadería, pensó, “Todo ese pan para el que pueda comprarlo.” El dueño de la panadería hacía cuentas descuidado cuando. CRASH. El vidrio del aparador se quebró.
     El panadero exclamó, “¡Por Dios!” Vio claramente a Valjean tomar unos de aquellos suculentos panes, y salir corriendo con él, bajo el brazo. Inmediatamente el panadero salio a la calle, gritando, “¡Guardias, Guardiaaaas! ¡A ladrón! ¡Atrápenlo! ¡Asaltó mi tienda!” Valjean sintió un agudo dolor en el brazo, y soltó el pan, exclamando, “¡Maldición, estoy herido! ¡Fue ese vidrio!” Ya ante el juez, el desdichado recibió una condena inaudita: “¡Cinco años de prisión! ¡Así aprenderás a respetar la propiedad ajena!” Trató de escapar de la cárcel varias veces, y por ello le fue aumentada la pena.
     Cuando el guardia lo volvió a encerrar, le dijo, “¡Valjean, a ver si te enteras de que no tienes escapatoria!” En total, por cada recargo a su condena inicial, estuvo diecinueve años preso, ¡Y había entrado en la cárcel por robar un pan! Al principio de su calvario, había llorado. Luego, trató de huir y ponerse a salvo de tanta infamia. Finalmente se calmó, pero su corazón se había endurecido. Estaba lleno de odio contra la humanidad. Y ese rencor, ese odio por el género humano, renacieron con los recuerdos. Entonces se dijo a sí mismo, “¡Monseñor Bienvenido es un tonto. Robémosle!”
    Valjean había visto a la hermana del obispo guardar los cubiertos de plata, y pensó, “Con la venta de ésto, tendré para vivir en algún tiempo.” En cuanto llenó su saco, salió de la casa saltó la cerca, y se perdió en la noche de la que había salido. A la mañana siguiente, Baptistina exclamaba, “¡Nos han robado los cubiertos de plata! ¡Era lo único de valor que teníamos! ¡Oh, que desgracia! Y fue ese truhan, que cobijamos anoche. Por eso se fue tan silenciosamente sin dar siquiera las gracias.” Pero el monseñor dijo, Esa plata no debía ser nuestra, sino de los pobres. El hombre es muy pobre, miserable, diría y, así que…”
    En ese momento alguien toco a la puerta. Cuando Baptistina abrió la puerta, varios soldados traían preso a Valjean. El Soldado dijo, “Señor obispo, atrapamos a este sujeto cerca de aquí. Es un ex presidiario de Tolón. Traía en su saco, éstos cubiertos de plata, con el nombre de la familia de usted. Deseamos que nos confirme el robo, para enviarlo de nuevo a la cárcel.” Entonces, ante el estupor de todos, el obispo Bienvenido exclamó, mostrando unos candelabros, “¿Por qué no te llevaste estos candelabros, Juan? Yo te los había regalado, junto con los cubiertos. Por ellos pueden darte unos doscientos francos.”
    Lleno de asombro el soldado exclamó, “¿Quiere usted decir que no los robó?” El obispo dijo, mientras echaba los candelabros al saco, “¡Claro que no los robó! Se los di yo, para que el dinero que le paguen por ello, lo emplee en hacerse a un hombre honrado, y no soporte más humillaciones. ¡Anda Juan, llévate los candelabros y los cubiertos! Ve en paz. Rezaré por ti.” En cuanto a los guardias se marcharon, el obispo puso su mano en el hombro de Valjean, y le dijo, “Empleo esta plata bendita para comprar tu alma, Juan Valjean. Tú perteneces al bien, yo te consagro a Dios. Solo a él servirás desde ahora.”
    Cuando Juan Valjean abandonó el pueblo, iba como alelado. Huía, pero sin saber de qué. Él no quería ablandarse, ni volverse bueno. Tenía miedo, porque creía que, solo el odio y el endurecimiento del alma, podían librarlo del dolor. Valjean pensaba, “Ser bondadoso no sirve. ¡No! preocuparse por los demás…creer en los buenos sentimientos…¡Ah, eso conduce a la ruina, bien lo sé! En la cárcel aprendí a ser duro, y me propuse hacerlo el resto de mi vida. ¡No volveré a flaquear ni siquiera por la bondad de ese anciano sacerdote!”
     Iba a reanudar la marcha, cuando vio venir a un pequeño saboyano, quien llevaba amarrao a un mono, y cantaba, “ ♫¡Tralalá! ¡Tralalí! ¡Ésta moneda ♪ es todo lo que tengo! ¡Pero es suficiente para comprarlo todo! ♫ ¡Tralalí!” De pronto, aquella moneda de veinte sueldos, se escapó de la mano del niño, y Valjean la trapó con su zapato. El niño tomo a Valjean de la ropa, y exclamó, “¡Mi moneda! ¡Démela! ¡Usted la tapó con el pie! ¡Yo lo vi hacerlo!” Valjean se burló, diciendo, “¡Ja, Ja, Ja! Te la devolveré si me dices tu nombre, saboyanito.”
   El niño lloraba y le dijo, “¡Me llamo Gervasillo!¡Por lo que más quiera señor, deme mi dinero! Lo gané trabajando duro y recorriendo con mi mona los pueblos. ¡Es lo único que tengo!” Valjean lo apartó y le dijo, “¡Basta de lloriqueos, muchacho! ¡Vete enseguida! ¡Y que no te vea más, o te dejaré tullido!” Atemorizado, el saboyanito se alejó. Valjean miró la monda y dijo, “¡Tanto escándalo por veinte sueldos! ¡Bah!” Tenía que decidir hacia dónde iría, así que  Valjean se sentó de nuevo.
     De pronto, Valjean sintió una punzada de remordimiento, y dijo, “¡Dios mío! ¿Que hice?” Valjean corrió y trató de alcanzar al muchacho, gritando, “¡Gervasillo! ¿Saboyanitooo! ¡Toma tu moneda! Era una broma, chiquillo. ¡Regresa!” Cuando comprendió que era inútil su búsqueda, tomó conciencia de sí, y de la dulzura del obispo Bienvenido, lo mismo que la inocencia del sorianito, iluminaron su alma. Y por primera vez en su vida, lloró entonces a gritos, profundamente triste y arrepentido.
     Valjean exclamó, “¡Soy un…miserable! ¡Perdón! ¡Perdón señor Dios mío!” Mientras aquel acto de contrición transformaba a Juan Valjean, en París las parejas enamoradas aprovechaban el día soleado para pasear del brazo y susurrarse amor. Entre aquellas parejas, había una más alegre y festiva que las otras, la formaban un estudiante, vago y poeta pero muy rico, llamado Tholomyes, y una jovencita del pueblo, a la que él había vestido como princesa. Ella se llamaba, Fantina. El estudiante Tholomyes la deseaba, quería divertirse. Era algo cínico, muy simpático y sensual.
     Ella, se había enamorado de él. Era ingenua, y se dejaba llevar por su primera pasión. Además, como era pobre, vivía de lo que Tholomyes le regalaba, habitando un pequeño y coqueto departamento, cercano ál boulvevard. Allí en aquel refugio cálido y privadísimo, los dos jóvenes se amaban. Dos años duró aquel idilio. Pero llegó la época, en que Tholomyes es comenzó a faltar a las citas, a inventar pretextos, y a demostrar, con su aire ausente y distraído, que estaba cansándose ya de Fantina. Hasta que una tarde, alguien tocó a la puerta, y Fantina pensó, “¡Debe ser él!” Un pequeño mensajero le entregó un sobre, diciendo, “Una carta para usted, mademoiselle Fantina.” Al recibir el sobre, Fantina exclamó, “¡Oh!” Ella había presentido bien.
    Era un mensaje de despedida, y llegaba en el peor momento, pues Fantina esperaba un hijo de Tholomyes. Fantina pensó, “¿Qué va a ser de mí?” Pero ocupémonos ahora de la llegada de un forastero a las orillas del M, en la época en que todavía Fantina era feliz. Ese forastero era Valjean, quien pensaba al irse acercando al pequeño poblando, “Ahora me pedirán el pasaporte amarillo, y todo el horror volverá a comenzar.” Se acercaba resignado, al Palacio Municipal cuando, Valjean escuchó unos gritos que pedían ayuda. “¡Auxilio!” “¡No podemos salir!” Una casa se incendiaba. Sin pensarlo dos veces, Valjean soltó el bastón y el saco, y se internó en aquel infierno. “Allá voy pequeños!” “¡No tengan miedo!”
    Segundos después, Valjean había rescatado a los dos chiquillos que resultaron ser hijos del capitán de la guardia, quien le dijo, “¿Cómo agradecerle, señor? ¡Salvó usted la vida de los dos seres que más quiero en el mundo!” Todo fue muy distinto de lo que el viajero esperaba, pues la gente le ofreció hospedaje, comida, vino, y celebró su hazaña. El guardia le dijo, “¿Cómo se llama usted, hombre valiente?” Valjean contestó, “¿Yo? Pues…¡Je! soy el tío Magdalena.” Al poco tiempo, el tío Magdalena se había transformado en otro hombre. Había cambiado en dinero contante y sonante, la plata que le regalára el obispo Bienvenido, y su opinión era escuchada con respeto y simpatía, en M…a orillas del M.
    “En este pueblo, la industria más importante es la fabricación de cuentas de azabache y de vidrio, imitación de las que se hacen en Inglaterra y en Alemania, y me informaron que los españoles compran la mayor parte de ésta producción. Yo les propongo abaratar los costos, sustituyendo la goma de laca que ahora utilizan, por resina. Vean, el resultado es el mismo.” La fábrica de abalorios de M…a orillas del M…era más bien modesta. Pero, en cuanto el tío Magdalena la compró, y aplicó en ella su idea de abaratar la materia prima, se convirtió en un imperio que daba trabajo a cientos de personas de toda la región.
   Esto ocurrió en poco más de dos años. Entretanto, Fantina, con una pequeña, fruto de sus amores con el estudiante, había abandonado París, y se dirigía precisamente a M…a orillas del M. Pero, en el poblado de Montferneil, vio a dos niñas pequeñas, jugando frente a una posada. Fantina entró a comer algo, y dejó que su niña jugára con ellas. Entonces, la posadera le dijo, “Es linda su hijita, ¿Cómo se llama?” Fantina le dijo, “Cosette. Ay, temo que en la pobre no resista el trayecto que aún nos falta. Voy a mi pueblo Natal, a trabajar en una fábrica, y no sé quién va a hacerse cargo de Cosette, mientras yo gano el jornal.”
     Entonces, Fantina pronunció las palabras que seguirían su perdición y la de su pequeña. “¿No podría encargarse de ella? Yo le pagaría bien.” En eso apareció el posadero, un tipo tosco y avaricioso, y dijo, “Tendría que dejarnos cuarenta y dos francos por los primeros seis meses de pensión, y quince para gastos imprevistos. Supongo que la nena trae equipo.” Fantina no lo dudo y dijo, “S sí, tiene abrigos, vestidos, y medias.” La joven madre dio a Thenardier, todo el dinero que traía, y se despidió de su pequeña con lágrimas en los ojos, “¡Hasta pronto mi adorada Cosette! En cuanto me haya instalado en M., vendré por ti, y no volveremos a separarnos nunca.”
    Cosette lloraba, y la niña también, y exclamaba, “¡Mamáa!” La miseria había obligado a Fantina a dejar a su hija en manos de extrañas. ¡Siempre se arrepentiría! Cuando Fantine se fue, la posadera dijo a Thenardier, “Como ésta criatura tiene la misma edad que nuestra niña menor, podríamos aprovechar su ropa, ¡Je! ¡Ha sido una buena ocasión!” Thenardier dijo, “¡Y oportuna! Con esto completaré los cien francos que debo. El pagaré vence mañana.” Fantina llegó a M…a orillas del M. Y se empleó en la fábrica de abalorios. El trabajo era duro, y se pagaba a destajo.
     Ella no ganaba mucho, pues aún no adquiría la habilidad manual de las otras obreras, pero se esforzaba con una sola esperanza. Fantina pensaba, “Pronto reuniré lo suficiente para ir por Cosette.” En 1820, cuando llevaba apenas cinco años en M…a orillas del M, el tío Magdalena fue nombrado alcalde del pueblo. Tío Magdalena, quien en realidad era Valjean, se había resistido a aceptar, pero al fin los ruegos de los ricos y pobres, lo convencieron. Y tomó posesión del cargo durante tres años. Fantina había envejecido prematuramente, trabajando en la fábrica de abalorios, y sobreviviendo, apenas desmoralizada por la imposibilidad de tener a su hija a su cargo. Su único placer era ir al correo, y poner allí algún dinero para Cosette.
    En Montferneil, entretanto, la posadera gritaba, “¡Cosette! ¡Apura el paso, que no voy a esperarte todo el día!” Mientras su madre se mataba trabajando para ella, Cosette crecía comiendo sobras, vistiendo harapos, y sirviendo de criada a los Thenardier. Cosette dijo, “¡Ya voy ama!” Dos mujeres que veían toda aquella injusticia, dialogaban entre sí, diciendo una, “¡Bien se ve que esta chiquilla no es hija de los posaderos!” La otra dijo, “¡Más infame que ellos es su madre puesto que la abandonó.” En ese momento en la posada, llegó Thenardier, y dijo, “¡Hola familia! Aquí tenemos otro envío de la, dama de M ¡Je, Je! Unos cuantos francos no nos caerán mal.” En el palacio municipal de M…a orillas del M, tío Magdalena leía el periódico, y dijo, “¡No! ¡Un hombre maravilloso como él, debía ser eterno!”
    En la primera plana del periódico se leía, “¡Muere repentinamente el obispo Bienvenido! Sus feligreses lo lloran. Su generosidad era legendaria.” El tío Magdalena vistió de luto desde ese infausto día. La gente de la ciudad murmuraba al verlo pasar. Un hombre dijo al verlo, “¿Quién se le habrá muerto?” La mujer que lo acompañaba dijo, “Algún pariente quizá. Aunque no sabíamos que lo tuviera.” Cierta tarde, en casa de una viuda aristócrata, un hombre conversaba con Myriel, la viuda aristocrática. “El alcalde está de luto por el obispo, Myriel.” Myriel se acercó a darle una taza de té a tío Magdalena, y le preguntó, “¿Era usted primo del obispo, tío Magdalena?”
   Tío Magdalena le dijo, “No señora. Llevo duelo por él, porque en mi juventud fui lacayo de su familia.” Myriel regresó a platicar con una de las invitadas a la reunión, y le dijo, “¡Pero qué falta de tacto confesar así que fue sirviente! ¡Ah eso no es propio de un alcalde!” La mujer le dijo, “Yo supe siempre que era un pelagatos con suerte.” A pesar de algunos recelos y petulancias la gente de M…a orillas del M, estimaba y respetaba a su alcalde. Solo había una persona para quien el tío Magdalena era un molesto enigma: Javier, el inspector de la policía, quien pensaba al verlo, “La cara de ese hombre me parece conocida. ¡Tengo que recordar dónde lo he visto!”
     El inspector Javert, decidió investigar y dijo a uno de sus ayudantes, “Viaja a París y consulta los archivos judiciales. Ve si hay alguien con antecedentes penales, que responda a la descripción del tío Magdalena.” El hombre dijo, “¡Sí jefe!” Cuando Javert se quedó solo, pensó, “Mi instinto me dice que hay algo sucio en el pasado del alcalde. Le escribiré a los directores de prisiones, pidiendo informes.” El tiempo pasó, y una mañana, la carreta de un hombre llamado Fauchelevent se volcó aparatosamente. El hombre gritaba, “¡Socorro! ¡No puedo salir! ¡Moriré aplastado!” El caballo se había roto las patas, y el hombre estaba atrapado.
    El lodo hacía que el carromato se hundiera poco a poco, aprisionándolo cada vez más. Uno de los testigos que presenciaban eso, dijo, “Solo un hombre fortísimo podría meterse ahí, y levantar la carreta!” Otro de los testigos dijo, “¡Y eso con grave riesgo!” Hasta que llegó tío Magdalena, y una mujer dijo, “¡Pasó al señor alcalde!” Tío Magdalena dijo, “¡Hay que ayudar a ese hombre, o lo perderemos!” El inspector de policía acudió también, y mirando a los ojos a Tío Magdalena, le dijo, “Sólo un hércules que conocí hace años en la prisión de Tolón, sería capaz de alzar este carro.” Las palabras del inspector, produjeron un escalofrío al alcalde, quien pensó, “¿Me habrá reconocido? ¿Sabrá que realmente soy Juan Valjean? Supongo que lo sospecha, y lo confirmará si ayudo a Fauchelevent.”
     En ese momento Fauchelevent gritó, “¡Esto me hunde cada vez más! ¡Me romperá las costillas y reventaré!” Sin pensarlo más, el tío Magdalena se metió bajo el carro volcado. Un testigo gritó, “¡Cuidado es muy peligroso! ¡Pueden morir los dos!” Fauchelevent gritó, “¡Es demasiado peso, alcalde! ¡Salga de ahí, antes de que sea demasiado tarde!” De pronto, los gritos de alarma se convirtieron en gritos de alborozo. “¡Lo hizo!” “¡Qué hombre, qué músculos, qué corazón!” Cuando el drama terminó, Tío Magdalena pensó, “Javert se fue. ¡Ahora me doy cuenta de que ese sabueso anda tras de mí!” Una mujer llena de júbilo dijo, “Los hombres llevarán a Fauchelevent a la enfermería. Tiene una rodilla lastimada.”
   En cuanto el carretero mejoró, el tío Magdalena le dio algunos francos, y lo llevó a un convento del, Barrio De San Antonio, en París. Allí, el viejo trabajaría como jardinero, y viviría bajo la protección de las monjas. Un día que Tío Magdalena fue a visitarlo al convento, Fauchelevent le dijo, “¡No hay palabras para agradecerle lo que ha hecho por mí! Ojalá alguna vez pueda devolverle el favor.” Poco después en invierno, Fantina fue despedida de la fábrica de abalorios. Pues era mala temporada para la venta de bisutería. Acababa de recibir una carta de los Thenardier, en la que le pedían diez francos para comprarle un abrigo a la niña.
     Hacía mucho frío, y Fantina se sentía desolada. Vendió su hermoso el largo pelo. Y pensó, “Ahora mi niña no pasará frío. La he vestido con mis cabellos.” Consiguió trabajo como costurera, pero apenas ganaba para vivir. Un día, Fantina recibió una carta de los Thenardier, y después de leerla, exclamó, “¡Dios mío! Los Thenardier me dicen que Cosette ha contraído la fiebre miliar.” Esa misma tarde, Fantina salía de un local cuyo anuncio decía, “EXTRACCIONES SIN DOLOR. SE COLOCAN MUELAS Y COLMILLO. SI USTED QUIERE VENDER SU DENTADURA, SE LA COMPRAMOS.”
    Fantine salio con la boca hinchada y dijo, “¡Oh, querida Cosette! ¡La fiebre miliar no podrá contigo!” Pero la codicia de Thenardier, no tenía límites. Asi, tras recibir el dinero de Fantine, el posadero dijo a su esposa, “Necesito cien francos urgentemente. ¡Escribiré de nuevo a esa tonta! Le diré que si no me los manda, pondré en la calle a su niña, a pesar del frío, y de la fiebre que aún tiene.”
    Puesto que había vendido ya el pelo y los dientes, Fantina decidió subastar lo que quedaba de ella, y se hizo mujer pública. Una noche, un parroquiano se acercó a Fantine, y le dijo, “¡Ja, Ja, Ja! ¡Que adefesio! ¡Pelona y sin dientes! ¿A dónde vas por el mundo con esa figura, muchacha?”
   Toda la rabia del mundo se apoderó de la infeliz, y tomándolo de la cara, le dijo, “¡Calla maldito, que por uno como tú me he perdido!” El hombre comenzó a gritar, “¡Auxilio! ¡Esta mujer está loca!” El vigilante, ojo de Javert, lo había visto todo, y dijo a un par de guardias, “¡A la cárcel con esa golfa, que se ha atrevió a faltarle al respeto a un caballero!”
   En la comisaría, Fantine fue presentada ante el juez, quien le dijo, “Pasará seis meses tras las rejas. Así aprenderás a comportarte.” Fantine le dijo, “Señor, tenga piedad. ¡Mi hija pequeña morirá de hambre mientras tanto!” Entonces en ese momento entró al juzgado el Tío Magdalena, quien dijo, “¡Javert! ¡Deje en paz a esa mujer! ¡Se lo ordeno como alcalde!” Javert exclamó, “P pero…señor Magdalena…” Al oír aquel hombre, Fantina se volvió hecha un basilisco, y le escupió la cara a Tío Magdalena, y tomándolo del saco, le dijo, “Usted mandó que me despidieran de su fábrica! ¡Por eso me convertí, primero en un adefesio, y luego en una perdida! ¡Cómo lo odio!”
     Tío Magdalena se limpió los escupitajos con un pañuelo. Entonces, Javert le dijo, “¿Lo ves, señor Magdalena? ¡Es una alimaña!” Sin embargo, gritó, “¡Guardias! ¡Dejen que ésta desdichada salga de aquí! ¡Y que nadie trate de encarcelarla de nuevo!” Un minuto después, Magdalena alcanzó a Fantina en la calle, y después que la detuvo, le dijo, “¡Espere! Quiero decirle que yo ignoraba lo de los despidos masivos en la fábrica. Me siento responsable por usted y la ampararé desde ahora.” Entonces, Fantina le dijo, “¿Porque hace esto? Yo le insulté, le escupí…” Tío Magdalena le dijo, “Hace tiempo, un hombre bondadoso compró mi alma. Desde entonces, soy inmune a las injurias.”
    Por su parte, Javert pensabas, “¡Ese tal tío Magdalena me puso en ridículo y pasó por encima de mi autoridad! ¡Pero algún día he de vengarme!” Mientras tanto, en la enfermería, donde Tío Magdalena tenía instalada en su propia casa, el tío Magdalena, o Juan Valjean hospedó a Fantina, y pidió a las hermanas que la atendieran. Entonces Fantina dijo, “…y mi pequeña Cosette está aún en manos de esa gente.” Tío Magdalena le tomó la mano y le dijo, “No se preocupe más amiga mía. Descanse, yo me ocuparé de traer a su lado a la niña.” Fantina dijo, “¡Oh señor Magdalena, sería yo tan feliz si volviera a verla.” Poco después, los Thenardier recibían unas cartas, y unas monedas. El posadero dijo, “Esa golfilla se ha hecho amante de un alcalde. ¡Ja! Y cree que le devolveremos a su hija. ¡Estaríamos locos! Ahora podremos sacarle más dinero que antes.”
    Las privaciones, el dolor, y la falta de esperanza, habían derrotado al fin a Fantina, quien estaba muy convaleciente, y decía, “M mi hija…quiero verla otra vez…solo eso.” Entre tanto Javert mandó a llamar al alcalde, y entregándole una carta, le dijo, “Quiero presentarle mi renuncia, señor Magdalena.” Magdalena dijo, “¿Su renuncia? ¡No entiendo!” Javert explicó, “Estaba convencido de que usted era un ex presidiario de Tolón, llamado Juan Valjean, acusado de robar a un pequeño saboyano. Mandé a hacer averiguaciones para confirmarlo, y ahora resulta que la policía apresó a Valjean, en Ailly Le Haut Clocher.”
     Mientras Magdalena miraba la carta con asombro, Javert agregó, “Puede leer aquí una copia de la denuncia. Lo capturaron robando manzanas. Dos de sus ex compañeros de prisión, lo reconocieron. ¡Siento mucho haberlo confundido alcalde! Creo que mi deber es renunciar a la comisaría.” Magdalena salio de la sala, diciendo, “Siga en su puesto, Javert. Pronto tendrán noticias mías.” Una semana más tarde, terminaba el juicio y se pronunciaba sentencia. “¡Juan Valjean! ¡Te declaro culpable de robo y de abuso de confianza de…!” El hombre interrumpió al juez y le dijo, “¡Señor juez escuche! Yo me llamo Chan Mathieu! Robé esas manzanas, pero ese es mi único delito, y mi único nombre.” 
     Alguien entró bruscamente en la sala, y exclamó, “¡Ese hombre dice la verdad! Yo soy el verdadero Juan Valjean, ex presidiario de Tolón. Yo robé a un niño su única moneda hace años.” Todos quedaron paralizados. Uno de las personas del público dijo, “¡Pero si es el tío Magdalena, alcalde de M…a orillas del M!” Otro dijo, “¡Un hombre de lo más cabal y decente!” Valjean dijo, “¿No me ponen las cadenas? Regresaré pues a mi alcaldía. Allá podrán encontrarme. En cuanto comprueben mi identidad, interroguen a los presos de Tolón, y hagan las pesquisas que gusten, yo les aguardaré.” Cuando Valjean regresó a la enfermería, una de las madres que cuidaban a las enfermas, le dijo, “¡Qué bueno que regresó! Fantina está muy mal. El médico ya no puede hacer más por ella.” Valjean dijo, “¡Pobre criatura!”
   Valjean fue hacia Fantina, y le dijo, “Aquí estoy querida amiga mi hija.” Fantina le dijo, “¡M mi hija, señor Magdalena! ¡Sa sálvela!” De pronto, entró Javert a la habitación como un basilisco, gritando, “¡Prendan a ese farsante, guardias! Ya no es el alcalde, ni el tío Magdalena. ¡Es un proscripto llamado Juan Valjean!” Llena de asombro, Fantine exclamó, “¿U Usted un bandido?” Fantina no pudo resisitir más, y cayó muerta. Valjean exclamó, “¡Fantina!” Haciendo caso omiso a la desgracia y de la piedad, Javert llevó a la cárcel a Juan Valjean. Pero poco después, Valjean apareció en la enfermería. Y al verlo, la madre superiora le dijo, “¡Señor alcalde! Yo le creía a usted en…”
    Valjean dijo, “En prisión, sí. Pero me fugué y vengo por algún dinero, para salir del pueblo, hermana.” Y Juan Valjean, que había sido por algunos años el tío Magdalena, un hombre generoso y triunfante, salió para siempre de M…a orillas del M. Tres días después en París, Valjean se preparaba para partir de Paris Valjean dijo al cochero del carruaje, “¡Vamos a Montferneil, cochero!” Pero en ese momento, Javert lo detuvo por la espalda, y le dijo, “Usted no irá a Montferneil, Valjean, sino a prisión!” Se le hizo juicio rápido, en el que se le acusó de robo en despoblado, en la persona del pequeño Gervasillo, y debido a sus antecedentes las autoridades lo condenaron a muerte.
    Pero el rey le conmutó la sentencia por una de Cadena Perpetua. En 1823, Valjean trabajaba como forzado en el Muelle Astillero de Tolón, subiendo mercancía a los barcos. De pronto, se oyeron gritos en el puerto, “¡Auxilio!” Un marinero se habia quedado colgando del mástil del barco mercante. Abajo, uno de los marineros, viendo desde el muelle, dijo a otro, “¡Va a caer! ¡No podrá sostenerse por mucho tiempo!” Juan Valjean subió rápidamente, diciendo, “¡Aguanta compañero!” Todos contuvieron el aliento. Muy pronto el gaviero estaba a salvo. Varias personas que habían observado aquello, comenzaron a decir, “Ese hombre tiene una fuerza y habilidad tremendas.” “¡Lástima que esté preso!” Entonces todos comenzaron a gritar, “¡Perdón para el recluso!” “¡Perdón para el recluso!”
    Todos vieron con angustia que el héroe, caía al mar desde lo alto de la gavilla. Un hombre que observaba dijo a otro, “¡Se matará! ¡Los barcos están muy juntos! ¡Pobre desdichado!” Lo buscaron infructuosamente. Hasta que uno de los marineros dijo al capitán, “Debe haberse golpeado con la quilla de uno de los buques." Poco después, Javert leía en un periódico local, “El recluso Juan Valjean murió.” Al parecer, las pesquisas de Javert habían terminado definitivamente. Aunque algo le decía al polizonte que no debía confiarse.
    Entre tanto, la pequeña Cosette que ya tenía ocho años, y continuaba realizando tareas para los Thenardier, en Montferneil. La niña cargaba dos botes de agua, cuando la mano de un hombre emergió de la oscuridad, diciendo, “Esto es muy pesado para ti, criatura. Déjame ayudarte.” El hombre era Juan Valjean, que había nadado desesperadamente para salir del puerto de Tolón, y escapar de sus guardianes. Enseguida se escuchó la voz del  posadero, “¿Dónde te has metido mocosa? ¡Vaya! ¿Cómo te atreves a importunar a un caballero con tus deberes?” Valjean dijo, “Soy pariente de ésta chiquilla. Su madre murió, y me encargó que viniera por ella. Pagaré lo que sea necesario.”
    Los Thenardier, que ya no podían explotar a la desdichada Fantina, entregaron a Cosette por mil quinientos francos. Cuando Valjean y Cosette se fueron, la posadera dijo, “Aún creo que él debió pagar más.” El posadero dijo, “Dejémoslo así. La chiquilla se había convertido en una carga.” Juan Valjean nunca había tenido hijos ni esposa, nadie a quien querer profundamente. Ahora comenzaba a sentir la delicia de amar a otro ser y se deleitaba contemplando a la pequeña y desvalida Cosette, en quien volcaría toda su ternura.
   Había elegido muy bien su escondite. Porque eso era aquel cuartito modesto y cálido, de la casa de Gorbeau, frente al boulevard. Al anochecer, el ex presidiario y su hija acostumbraban dar un paseo hasta la iglesia de San Medardo. Juan daba unas monedas al mendigo que estaba siempre cerca de la iglesia. El mendigo le dijo, “Que el Señor los bendiga.” Cuando Valjean y la niña se fueron, el mendigo vio la moneda y pensó, “¡Qué extraño! Ese hombre viste como un pordiosero, y sin embargo da limosnas de diez francos.”
   Una noche, Valjean salió sin Cosette, y al pasar por la iglesia, se persignó y pensó, “Perdona mis pecados Dios mío.” Dió unas monedas al pobre, y le dijo, “Que el señor te bendiga, hermano.” Cuando el pordiosero levantó la cara, el corazón de Juan dio un vuelco. Aquella mirada irónica y maliciosa, no era la de todos los días. El mendigo exclamó, “Gracias señor.” Valjean exclamó abriendo los ojos, “¡Oh!” Durante el corto trayecto a su casa, estuvo rumiando una idea. Valjean pensó, “¡Era la unidad mirada de Javert! Pero…¡No puede ser! Él cree que estoy muerto.”
    Al verlo llegar, Cosette exclamó, “¡Papá!” Aunque trató de apartar esa idea de su mente, ya no estaba tranquilo, y algunos días después, mientras Cosette leía, “M con a da ma m con o.” Valjean escuchó pasos en la escalera y dijo, “¡Calla querida! Escúcho pasos en la escalera.” Era extraño, puesto que nadie entraba en el edificio, excepto ellos, y la mujer de la limpieza. Así que apagó la luz. Valjean dijo, “Son pasos de hombres. Veremos de quién se trata.” Al acercarse a mirar por la rendija de la puerta, se confirmó el temor de Juan, ¡Era el inspector Javert!
     Puso a Cosette en la ventana para que le avisara en cuanto viera salir al inspector, mientras llenaba de dinero sus bolsillos. Cosette dijo, “Ya sale, papá.” Esperaron un poco, y después, Cosette dijo, “¿Quién nos persigue, papá?” Valjean dijo, “Hombres malos, hija mía. Quieren separarme de ti.” Valjean y Cosette salieron a la calle, pero antes de doblar una esquina, escucharon la voz de uno de tres guardias decir, “¡Allí viene inspector!” Otro de los guardias gritó, “¡Trae a la niña con él!” Echaron a correr con los policías pisándoles los talones. Doblaron varias veces la esquina para despistarlos hasta que, Valjean exclamó, “¡Oh no! ¡Aquí termine esta calle!”

     Ató a Cosette por arriba de la cintura con una corbata, y tomó la cuerda que colgaba del farol, para bajarla por un muro. Valjean dijo, “No hagas ruido nenita, o volverán a enviarte con los Thenardier.” Subió rápidamente a lo alto de la barda, y luego se encargó de la niña del otro lado. Había un hermoso jardín. Del otro lado del muro, pudieron escuchar la voz de los policías, “¿Dónde se habrán metido?” “¡Tal vez se fueron por otro callejón!”
     Súbitamente apareció un hombrecillo con una linterna, y dijo, “¿Quién anda ahí? Si son ladrones, la pasarán muy mal. Esta es la casa de Dios.” Cuando el hombre acercó la linterna, exclamó, “¡Tío Magdalena!” Valjean exclamó, “¡Fauchelevent!” Valjean acompañaron al hombre, quien les dijo, señalando un edificio, “Ésta es la parte trasera del convento en que ustedes mismo me colocó, luego de salvarme la vida.” Valjean le dijo, “Pues ahora tienes ocasión de salvar la de mi hija y la mía.” Fauchelevent dijo, “¿Acaso lo persiguen? Me pareció escuchar gritos…”
    Valjean le dijo, “Tú me conoces Fauchelevent. Sabes que no haré mal a nadie. Si nos amparas, ha de ser sin hacer preguntas.” Por la mañana, Fauchelevent presentó a Valjean y a Cosette a la madre superiora, diciendo, “…y como le decía, reverenda, él es mi primo, y ella es mi sobrina.” La madre superiora dijo, “Puede quedarse y trabajar en el jardín contigo, Fauchelevent. La niña se educará con nosotras.”
     Cosette creció en el convento, rodeada de suaves y devotas caricias. Los únicos hombres que tenían acceso a ese mundo sacro y privado, eran Fauchelevent y su padre, y éste último la adoraba, cuando la veía cantando el, “Ave María,” con el coro. Entre tanto, en un barrio elegante de París, el joven Mario Ponthercy se educaba de manera muy diferente, con profesor particular, y meticulosa cultura clásica. Se había criado con su abuelo y su tía, los señores Guillenormand.
     Un día, su abuelo le dijo, “Mario partirás enseguida para Vernon. Tu padre está enfermo, y te llama.” Pero en Vernon, Mario llegó a la enfermería, diciendo, “El coronel Ponthercy me espera.” Pero la enfermera dijo, “Le esperaba, jovencito. Acaba de expirar.” Lleno de tristeza, Mario se dirigió al altar, se arrodilló, y pensó, “Ni siquiera tuve oportunidad de conocerte, padre. No debiste entregarme al abuelo. Ahora…nada tiene remedio.”
   De repente, un hombre lo interrumpió, y le dijo, “Es curioso joven, pero en este mismo reclinatorio, solía permanecer un hombre que venía a París dos o tres veces por año, para ver de lejos a su único hijo que se hallaba en manos de sus parientes políticos. Según me contó el pobre hombre, los familiares de su difunta esposa, le prohibieron acercarse al chico, amenazando con desheredarlo. Él se sacrificaba para que ese joven fuera rico, y recibiera una regia educación. Ahora es ese mismo joven quien llora a su padre aquí. ¡Así es la vida!”
     Mario pensó, “Entonces me amaba…¡Oh! Qué injusto fui al pensar que me había abandonado en casa del abuelo por comodidad.” Se verificó un cambio profundo en el carácter de Mario. Entonces cuando Mario regresó a casa, su abuelo le dijo, “¿Cómo te atreves a decirme que ostentarás el título de barón que te heredó tu padre? ¿No sabes que ese título le fue obsequiado por napoleón en Waterloo? La restauración de la monarquía declaró inexistentes tales honores.” Mario le dijo, “Si mi padre luchó junto a Napoleón, fue porque creía que el imperio daría Gloria a Francia, y ahora pienso que así fue. La restauración no ha hecho más que revivir viejos vicios y absurdos privilegios.”
     Entonces su abuelo le dijo, “¡Si eres tan sabio y tan valiente, sal de mi casa y demuéstrame que puedes ganarte la vida. ¡Ja! Así aprenderás a valorar los privilegios de clase.” Mario dijo, “Lo haré.” El muchacho se fue a vivir a una humilde buhardilla. Pronto comenzó a sentir los rigores de la escasez. Comía poco y mal, tenía frío, pero continuaba estudiando. No podía permitirse ya ni teatros ni sarros, así que su única diversión consistía en ir al parque de Luxemburgo.
    Una mañana pasó cerca de él una joven del barrio de su padre. Al verla, Mario sintió una punzada de gozo en el alma. Ella también le miró. Había misterio y dulzura en aquellos ojos. Desde entonces, Mario no dejó de ir un solo día al parque, y siempre hallaba allí a la joven. Un día, el caballero que la acompañaba, que no era otro que su padre, Valjean, le dijo, “¡Mira Cosette, una paloma herida!” En una ocasión llegó a estar muy cerca de él, mientras su padre hablaba de otra cosa. Ella parecía decirle con los ojos, “Soy yo quien viene a ti.” Su padre tomó a la paloma herida y le dijo, “Sostenla bien, eso es.” A la mañana siguiente, muy temprano, tocaron a la puerta de Mario.
     Era una mujer quien le dijo, “Soy epónima hija de vuestro vecino Joudrette, ¿Podría socorrernos con algo? Hace día que ninguno de nosotros come.” Entregó a la muchachita las únicas monedas que le quedaban. La muchacha le dijo, “¡Dios os bendiga!” Aunque pasaba pobrezas, Mario no había tocado hasta entonces el verdadero rostro de la miseria. Un día, mario dijo, “Llevo mucho tiempo aquí, y ni siquiera conocía a los Jounderette. Deben pasarla muy mal.” Entonces Mario miro una abertura en el machimbre de su piso, y dijo, “Por eso apertura podré ver cómo se las arreglan.” El agujero del piso le permitía observar y oír a los vecinos. Al observar lo que pasaba en el piso de abajo, Mario dijo, “¡Ahí viene nuestro filántropo! Y trae con él a su hija.” El corazón de Mario casi dejó de latir cuando vio que el hombre del parque y su encantadora acompañante llegaban de visita.
     El anfitrión les dio la bienvenida, “¡Que alegría verles!” Cosette dijo, “Traemos ropa de invierno y provisiones.” Estuvieron solos algunos minutos. Antes de irse, Valjean dijo, “Ahora no llevo suficiente dinero en efectivo. Pero volveré a la noche, y les traeré sesenta francos. Será alrededor de las seis.” El hombre dio la mano a Valjean, y dijo, “Es usted muy generoso!” Sin embargo, cuando el hombre cerró la puerta, dijo a su mujer, "¡Negocio redondo! ¡Je, Je, Je! Avisaré a los muchachos, y lo desvalijaremos aquí mismo. ¡Traerá encima mucho más de sesenta francos!”
    Mario lo había visto y escuchado todo. Mario pensó, “¡Debo hacer algo! ¡Estos miserables pretenden atacar al padre de la maravillosa joven que veo diariamente en el parque, abusando de su buen corazón! Pero ¿Cómo avisarles?” Mario acudió a la policía. El inspector Javert se hallaba reemplazando a comisario. Javert dijo a Mario, “No se preocupe, joven. Mis hombres estarán al acecho. Dejaremos actuar a esos bribones, y los agarraremos con las manos en la masa.” Cuando el reloj de la iglesia de San Medardo, daba las seis, el filántropo entraba en aquella madriguera. Cuatro malhechores le aguardaban. Valjean se puso en guardia, y dijo, “¿Quiénes son estos hombres?” El hombre que habia traicionado a Valjean dijo, “Amigos. Querido bienhechor. Amigos.” Valjean sintió el peligro, y de un salto, trató de alcanzar la ventana, pero fue detenido por dos de los malhechores. Uno de los malhechores le dijo, “¿A dónde vas?” El traidor apuntó con una arma y dijo, “Debes entregarnos todo el dinero que traigas.” La puerta se abrió, y entró Javert con sus guardias, todos apuntando sus armas.
     Javert dijo, “¡Alto! ¡Aparten las manos de ese hombre! ¡Todos cara a la pared!” Valjean se cubrió la cara con sus manos, y pensó, “Creo que no me ha reconocido.” El inspector no había relacionado a Valjean con aquello, así que se dispuso a tomar notas del caso sin más. Minutos después, Javert preguntaba, “¿Y la víctima?” Un guardia le dijo, señalando a la ventana, “Salió por esa ventana, sin que le viéramos, inspector.” Javert dijo, “¡Caramba! ¡Tal vez se trataba de malhechor más importante!” Algunos días después, Cosette deambulaba sola por el parque. Cuando vio algo y pensó, “¡Hay una carta debajo de la piedra!” Intuyendo que era para ella, la abrió. Al abrir el sobre, Cosette pensó, “Es de ese apuesto joven. ¡Oh! ¡Y me declara su amor!”
    Mario apareció detrás de ella, y dijo, “No pude callar más lo que siento, cada vez que la veo. El mundo se me ilumina, y usted se convierte en el centro de mi universo. No se ofenda, por favor.” Cosette exclamó, “¡Dios mío!” Mario le tomó de su mano, y la puso en su pecho, y dijo, “Sienta mi corazón. Ahora le pertenece, y late solo por usted. Díganlo, por favor. ¿Me ama?” Cosette dijo, “Bien lo sabe usted…mis ojos se lo han confesado ya, a pesar mío.”
    Un beso y aquella primavera parisina, adquirió su verdadero color. El parque se llenó de dulces presagios, y los dos jóvenes, se perdieron en su primera caricia. Durante aquel idílico mes de mayo, Cosette y Mario se vieron constantemente, a veces de mañana, a veces por la noche, siempre disfrutando de la mutua cercanía, y del amor que iba creciéndoles por dentro. Mientras ambos caminaban tomados del brazo, Mario dijo, “Ayer te quería, ¡Hoy te adoro!” Cosette rió, “¡Ja, Ja, Ja!”
     Pero seis semanas después, comenzaron las lágrimas. Mario dijo, “¿Porque lloras, queridísima?” Cosette dijo, “Mi padre y yo partiremos a Inglaterra en unos días. ¡Oh Mario! ¡Si es así, no te veré más!” Discutieron la largamente las posibilidades de que Mario viajara también, de que ella se negara a partir, de casarse, pero no llegaron a ninguna conclusión definitiva. Antes de despedirse, Cosette le dijo a Mario, “Ven pasado mañana. A las nueve te esperaré en el lugar de siempre.”
     Al día siguiente, Mario se armó de valor, y fue a pedir la ayuda a su abuelo. Su abuelo le dijo, “¿Casarte? ¿A los veinte años con una desconocida? ¡Eso me ofende aún más, que lo del título napoleónico! Me enfermas…¡Vete de aquí, y no me importunes más!” Mario se fue caminando, pensando, “Soy un pobre diablo, que ni siquiera puede retener a la mujer que ama. ¡Más me valdría a morir!”
     Al llegar a la plazuela del mercado. Mario observó una calle con rebeldes atrincherados y con armas. Los rebeldes gritaban, “¡Viva la república! ¡Muera los traidores aristócratas!” Mario exclamó, “¡Dios mío! Otra revuelta popular. No la había advertido, inmerso como estaba en mis problemas.” Vencido Napoleón y desmantelado su imperio, se reinstauró el poder monárquico en Francia. Pero no todo el mundo estaba de acuerdo. La gente que había hecho primero la Revolución, y había pasado luego por la megalomanía napoleónica, ahora se sentía en su en su periodo de retroceso y se revelaba. Las calles de París fueron campo de guerras y continuas revueltas durante décadas. Mario no era un luchador social, pero sí un hombre desesperado. Mario pensó, “Ésta será una forma digna de morir.”
     Uno de los rebeldes dijo, “¡Toma un rifle, y únete a la revuelta, camarada!” El tiroteo continuó por varias horas. Mario pensó, “¡Creo que sé cómo terminar de una vez con esto!” De un salto, emergió de la trinchera, gritando, “¡Alto al fuego! ¡Un tiro más, y hago volar a la calle!” Los soldados abandonaron sus puestos y ataque, dejando atrás muertos y heridos. Los  soldados huyeron diciendo, “Ese loco va a arrojar la pólvora sobre nosotros.”
     Mientras tanto, uno de los rebeldes dijo a Mario, “¡Bravo camarada! Necesitábamos un jefe como tú. ¿Aceptarías el puesto?” Mario dijo, “Será un honor.” Los insurgentes llevaron a Mario a la mayor de las barricadas. Cuando Mario llego con los insurgentes, escuchó la siguiente conversación, “Éste sujeto se infiltró en nuestras filas, haciéndose pasar por uno de nosotros, pero es policía y lo hemos condenado a muerte.” Mario pensó, “¡Es el inspector Javert!”
     Mario se retiraba va a su puesto, cuando escuchó la voz de una mujer que se acercaba, “¡Señor Mario, soy Epónima, su vecina! Tengo una carta para usted. Tómela.” La chica estaba gravemente herida. Mario exclamó, “¡Dios mío!” Epónima habia muerto. Mario recogió aquella carta.
     Tras revisarla, exclamó, “¡Es de Cosette! Me comunica su nueva dirección.” Mario se alegró por un instante, pero enseguida volvió a su depresión y a sus ideas suicidas, pensando, “¡Pobre chiquilla! No tengo derecho a encadenarla a un desposeído como yo. Me despediré, y cuando reciba éste mensaje, habré muerto.”
     Juan Valjean, entretanto, inspeccionaba el nuevo refugio. “Aquí estaremos más seguros, mientras podemos salir de París. Cosette ha dejado ese cuaderno, hay algo escrito en él.” El papel había guardado las marcas de la carta que Cosette escribiera a Mario, dos días antes. Valjean pensó, “¡Mi hija a ama ese joven!” De pronto, alguien llamó a la puerta. Era un muchacho, quien dijo, “¿Está en la calle del hombre armado número siete? Tengo una carta para Mademoiselle Cosette.” Valjean dijo, “¡Es aquí, puedes dejármela!” Valjean leyó, “Queridísima. No tengo medios para ofrecerte la felicidad, y eso me hunde en la peor de las desdichas. No quiero vivir sin ti. Moriré junto a los rebeldes, que al fin y al cabo, son gente tan desgraciada como yo. Mario.” Instantes después, Valjean salía con un rifle en las manos, pensando, “Los tiros vienen del mercado.”
     El tiroteo le obligó a meterse en la primera barricada. De repente, Valjean miró a un bombero que disparaba desde una azotea, y le disparó, pensando, “Ese bombero de la azotea, puede hacernos mucho mal.” La bala certera de Valjean, dio en el casco del bombero. Valjean no quería matarlo, solo dar un aviso para que éste se retirara. Aquel incidente, fue observado por Valjean, quien pensó, “¡Qué extraño, no quería matarlo! ¡Este loco debe ser uno de esos que pretende hacer el bien a tiros!” El combate se prolongó por horas. Los soldados aparecían por todas partes, y estaban a punto de controlar la situación. Juan buscaba Mario, y corría de una trinchera a otra, pero al que halló fue a Javert, prisionero. Entonces, Valjean habló con uno de los insurgentes. “Camarada, quiero pedirte un favor. Entrégame a ese maldito polizonte, pues tengo una vieja deuda con él. Te prometo que lo ejecutaré limpiamente.” El insurgente asintió, y Juan condujo al inspector a un callejón cercano.
     Cuando Valjean comenzó a desatarlo, Javert le dijo, “¿Qué hace? ¡Vamos, máteme de una vez!” Valjean le dijo, “¡Váyanse cállese! ¡Y váyase enseguida de aquí!” Ya libre, Javert insistió, “Sería mejor que me matara!” Valjean le gritó, “¡Que se vaya, le digo!” La balacera arreciaba por momentos. Todo estaba perdido para los insurgentes. Juan se acercaba a otra trinchera, cuando escuchó la voz de advertencia de un insurgente, “¡Cuidado Mario!”
   Mario acababa de ser herido de una bala. Valjean dijo, “¡Es él!” Valjean lo tomó sobre su espalda, y salió con él de la zona de batallas. Las balas silbaban a su alrededor. Logró meterse a las alcantarillas parisinas, y avanzó con su carga a cuestas por aquella red de túneles subterráneos, sin saber de cierto hacia dónde iba. Cuando por fin, dejó su carga para descansar, Valjean  sintió la presencia maligna de alguien a sus espaldas.
     Al voltearse exclamó, “¡Usted!” Javert le dijo, “Otra vez volvemos a encontrarnos, Juan Valjean.” Valjean le dijo, “Ayúdeme a poner a éste joven a salvo, Javert. De él depende la felicidad de mi hija, y no puedo permitir que muera. Después me entregaré. ¡Se lo juro!” Más tarde, en la casa de los Guillénormand, el abuelo de Mario salía a recibirlos, exclamando, “¡Mario! ¡Mi nieto! ¿Que haya ocurrido?” Valjean le dijo, “La herida no es grave, pero necesitará de sus cuidados.” Juan y el inspector caminaron un trayecto sin hablar, y sin mirarse, hasta que, Valjean dijo, “¡Todo terminó, Javier! Ahora puedes encerrarme.” Tras una leve vacilación, el policía murmuró, “Le dejaré libre, Valjean, no le perseguiré más.” Y se alejó por la calle vacía, con aire vencido. Javert se internó por las avenidas más peligrosas y sombrías, como si no quisiera llegar a ninguna parte.
    Javert pensó, “¿Qué hice? ¡He dejado a un criminal, a un proscrito en libertad! No me reconozco. Fallé gravemente a los principios que me han sostenido siempre.” De repente, dio algunos pasos atrás, y pensó, “Regresaré y le daré alcance. ¡Tengo que entregarlo a la justicia!” Algo lo inmovilizaba, sus manos se tensaron hasta el límite y no se movió. Javert exclamó, “¡No puedo! ¡Este hombre me salvó la vida!”
     Luego pensó, “¡Qué ironía! Le agradezco que evitara matarme, y sin embargo, mi vida ya no tiene sentido, ya no podré respetarme a mí mismo.” Moviéndose lentamente, pesadamente como un fantasma, se dirigió al río Sena, con la misma lentitud. Subió a uno de los parapetos. Su figura se irguió allí, siniestra, y pensó, “Puedes estar tranquilo Juan Valjean. Ya no te perseguiré.”
    Se dejó caer, y sin más, su cuerpo se convirtió pronto en una informe mancha oscura, perdida en la corriente del Sena. Fue así como aquel obsesivo sabueso, aquel hombre que vivía acosando a los que delinquían, dejó de existir. París ni siquiera notaría su ausencia.
    Mario, atendido por su abuelo y por su tía, se repuso muy pronto. Una mañana su tía le trajo una carta y dijo, “Aquí hay otras de esas dulces cartas que recibes todos los días, querido.” Mario la recibió y exclamó, “¡Ah, Cosette! ¡Cuánto te quiero! Dice que su padre y ella, vendrán a verme pronto.”  Entonces Mario dijo, “Pero…¿Lo permitirá el abuelo? Ellos son gente modesta, y…”
     Su tía le dijo, “Mario, tu abuelo ha cambiado mucho desde que te vio en peligro de muerte. No desea más que tu felicidad.” Poco después, Mario y Cosette platicaban juntos en un sillón de la sala. Mario dijo, “¡Ahora estaremos siempre juntos, Cosette!” Cosette dijo, “¡Querido mío! ¡Cuánto temí no volverte a ver!” Juan Valjean comprendía que estaba perdiendo a Cosette, y con ella, a la razón única y más dulce razón de su vida. Cosette le dijo, “¿Qué te ocurre papá? ¿No estás contento?” Valjean acarició su rostro, y dijo, “Tu felicidad es la mía, pequeña. Me alegro de que todo haya salido bien para ese joven y para ti.” Cosette dijo, “¡Eres el mejor papá del mundo!” Con el beneplácito de todos, Cosette y Mario se casaron, en cuanto él se restableció totalmente.
     Juan Valjean estuvo allí pero en la sombra, pensando, “Ha llegado el momento de dejar volar a Cosette.” Entonces Valjean pensó, “Dame fuerzas para seguir siendo buen padre, Señor, y no exigirle la compañía que ahora debe dar solo a su nueva familia.” Valjean se retiró con una lágrima, y pensó, “¡Adiós, hija mía!” El tiempo pasó, Juan siguió viviendo en su casa de la calle, “Hombre Armado.” Envejecía, y sus paseos, eran cada año más cortos y espaciados. Como siempre, se llegaba hasta la iglesia de San Medardo. A veces, hallaba a algún saboyanito, y se acordaba de Gervasio. “¿Cómo te llamas, chicuelo?” El niño dijo, “Sebastián, señor.” Valjean pensó, “Así era que el muchacho a quien robé. ¡Si aún vive, ahora debe ser un hombre resentido y lleno de odio, como yo lo fui!”
     Enseguida, le dio unas monedas y dijo, “Toma esto, y recuerda que el odio solo envilece el alma, y que el amor es lo único que la enriquece.” El niño se llenó de asombro y dijo, “Pe pero señor…¡Son cuarenta sueldos! ¡Gracias! ¡Muchas gracias!” Valjean pensó, “Creo que ahora puedo morir en paz, pues he liquidado mis cuentas con la humanidad.” Fue perdiendo ánimo, lentamente, hasta que se ha recluyó, resignado a abandonar éste mundo, sin rencor, y sin rebeldías. Mientras meditaba en su cama, Valjean pensó, “Solo una cosa quisiera. Ver a mi pequeña Cosette, que hace tanto que no viene a visitarme.”
     Su deseo se cumpliría muy pronto. Cosette llegó con Mario, y exclamó, “¡Querido papá!” Valjean exclamó, “¡Mi niña! ¡Después de todo, no te has olvidado de mí!” Cosette lo abrasó y dijo, “¿Cómo iba a olvidar al hombre que me liberó de los infames Thenardier, y significó para mí la ternura y la protección que tanto necesitaba? Si ahora soy tan feliz, es por ti.”
     Juan Valjean murió en brazos de su hija, y fue enterrado en un olvidado cementerio parisino, por orden suya. No figura su nombre en la lápida, solo unos versos que alguien escribió en memoria suya, “Duerme. La suerte persiguióle ruda. Murió al perder la prenda de su alma. Larga la expiación, la pena aguda fue. Y así, obtuvo la celeste calma.

     Tomado de, Joyas de la Literatura. Año V. No. 61. Julio 1 de 1987. Adaptación: Remy Bastien. Guión: Dolores Plaza. Segunda Adaptación: José Escobar.

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