Club de Pensadores Universales

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lunes, 9 de diciembre de 2024

Creed en Dios de Gustavo Adolfo Becquer

    Creed en Dios, es un relato de Gustavo Adolfo Bécquer, incluido en sus, Leyendas. Fue publicado por vez primera, los días 23, 25, y 27 de febrero de 1862.
  Se subtitula Cantiga Provenzal, y se abre con el epitafio del protagonista, Teobaldo de Montagut; la narración referida por un juglar, se divide en pequeños capítulos, que describen la vida del personaje.

Sinopsis

   Su madre, la condesa de Montagut, poco antes de traerlo al mundo, vio en sueños que concebía una serpiente que se transformaba en una paloma. Muerta su madre en el parto, y fallecido su padre poco después en una emboscada, Teobaldo como primogénito, se convierte en el Conde. Su vida es la de un malvado que comete todas las fechorías imaginables, sin respetar ni humano ni divino.

   Un día de caza, encuentra a un sacerdote, que le reprocha su perversidad; indignado Teobaldo lanza sus perros para cazar al religioso, como si fuera un animal, pero en ese momento se reinicia la cacería del jabalí, y Teobaldo es incapaz de darle alcance. Justo cuando va a lograrlo, su caballo perece.
  Entonces llama a sus servidores, para que le den otro. Montado en su nuevo corcel, Teobaldo inicia un viaje fantástico al Cielo y al Infierno, gracias al cual, reconoce sus errores y blasfemias. Retornado a la realidad, como si hubiera sido solo un sueño, vuelve a su castillo que encuentra convertido en un monasterio.
    El abad le cuenta que hacía cosa de siglo, o siglo y medio, Teobaldo de Montagut había sido llevado por el diablo, y que esas tierras, habían pasado a manos de los religiosos. Teobaldo, arrepentido ante el prodigio, pide ser admitido en el convento. (Wikipedia en Español)

Creed en Dios

de Gustavo Adolfo Bécquer

  Corría el año de 1500 y en el valle de Montagut, al norte de Francia, se encontraba el señorío de Fortcastell. Ahí se estaban preparando grandes fiestas con motivo del próximo enlace del barón de Fortcastell. Uno de los sirvientes del castillo, dijo a otro sirviente, “Mañana llega la noble dama Alina. Dicen que es bellísima.”

   Al día siguiente, cuando llegó la prometida del varón, ambos bajaron las escaleras del salón del castillo, los invitados gritaban, “¡Vivan los novios! ¡Viva nuestro señor y su prometida!” Y una semana después se efectuó la ceremonia, mientras el santo oficiante declaró, “Los declaró marido y mujer.” Y empezó para la pareja una vida de felicidad sin límites.
  Una mañana, el barón abrazó a su esposa, y le dijo, “Alina adorada, cada día al despertar tengo miedo de que solo sea un sueño, la dicha que estoy gozando.” Ella le dijo, “Mi amor, Dios ha bendecido a nuestra unión, no temas…” La baronesa, mujer bondadosa, no sólo había dado felicidad a su esposo, sino también a sus vasallos.
   Un día la baronesa se levantó temprano, y fue a llevar una cesta de pan a la choza de una anciana de la aldea, quien le dijo, “Es usted un Ángel, mi señora.” Alina le dijo, “No diga eso, como esposa del señor de estas tierras debo velar por ustedes.” Poco después, una mañana dos mujeres aldeanas dialogaban entre si. Una de ellas, una anciana, dijo a la otra más joven, “En todo el señorío, sólo se escuchaban alabanzas hacia la noble dama.”
   La joven dijo, “No hay otra mujer más buena que ella. Tan piadosa. Tan caritativa.” La joven dijo, “Con razón el varón la ama con locura.” La anciana dijo, “Dicen los servidores del castillo, que él venera el suelo que ella pisa.” La joven dijo, “Y como no, es una santa.” Así transcurrieron los meses y el día que cumplían el primer aniversario de bodas, el barón depositó un collar de joyas en su cuello, y le dijo, “Para la esposa maravillosa y perfecta de la Tierra.”
   Ella exclamó, “¡Oh Alfonso! Me mímas en exceso.” Enseguida, Alina lo abrazó y le dijo, “El regalo que yo te tengo, es…¡Un hijo!” El barón exclamó, “¡Mi vida, un hijo!” Ella le dijo, “Lo sé desde hace un mes, pero quise esperar esta fecha para contártelo.” Alina agregó “Sé lo mucho que deseas un heredero, y a pesar de ello, jamás lo mencionaste.”
   El barón le dijo, “Alina, nada es más importante para mí que tú.” El barón puso sus manos en las mejillas de Alina y agregó, “Si Dios no hubiera querido enviárnoslo, yo habría aceptado su voluntad sin dolor. Porque no tengo palabras ni acciones para agradecerle a nuestro señor el haberme dado una esposa como tú.” Alina dijo, “Alfonso, me haces sentir tan dichosa escucharte hablar así.”
   Ambos se besaron. En medio de una gran felicidad transcurrieron los meses de la dulce espera. Cuando faltaban unas semanas para el alumbramiento, Alina exclamó, “Ana ayúdame. Hoy me siento muy cansada.” Ana le dijo, “Y cómo no, mi señora. Recibió a cuanta aldeana vino a verla. Si el señor barón estuviera aquí, no se lo habría permitido. Por suerte regresa mañana.” Alina dijo, “Lo extraño tanto, pero no volverá a ausentarse hasta después del nacimiento de nuestro hijo.”
   Minutos después, Alina se recostaba. Ana le dijo, “Descanse mi señora. Estaré pendiente por si algo necesita.” Alina le dijo, “Gracias Ana.” Apenas puso la cabeza en la almohada, Alina se quedó dormida y empezó a soñar. En su sueño, Alina arrullaba la cuna de un bebe recién nacido, en el jardín del castillo, y decía, “Dios me ha colmado de gracias dándome el hijo más hermoso de la Tierra. No me canso de cuidarlo, de mimarlo, jamás imaginé que ser madre era algo tan maravilloso.”
   Se acercó a la cuna para contemplar una vez más a la criatura y… “¡AAHHH NOOO!” Una enorme víbora saltaba de la cuna. Ante su espanto, el asqueroso reptil se deslizó de la cuna. Llena de temor Alina exclamó, “¡Socorro!” Y fue a esconderse entre los matorrales. Cuando los sirvientes la vieron pasar asustada, dijeron, “¡Señora baronesa! ¿Qué le sucede?” Aline los llevó hacia unos matorrales y les dijo, “¡Una serpiente! ¡Allíii!”
   Cuando los sirvientes corrían hacia los matorrales, Aline vio algo volar, y exclamó, “¡Una paloma!” La blanca paloma se remontó hacia el cielo. Uno de los sirvientes dijo, “Señora baronesa, no hay nada. Hemos revisado todo.” Aline señaló hacia los matorrales y dijo, “¡Allí se escondió! Era asquerosa, horrible…” Aline despertó y exclamó, “¡Oh, qué espantosa pesadilla!” Al día siguiente cuando el varón regresó, le dijo, “Mi vida, estás muy pálida, ¿Te sientes mal?”
   Aline le dijo, “No, solo que anoche tuve una pesadilla y…Alfonso, tengo un terrible presentimiento. Fue algo horrible. Tengo miedo…Tengo miedo…” Alfonso le dijo, “Amor cálmate y cuéntame. Cuando lo hagas, te sentirás mejor.” Cuando ya terminó de relatar la pesadilla, Alfonso le dijo, “Fue solo un sueño, olvídalo.” Ella le dijo, “Lo intento pero a cada momento vuelve a mi mente.” Dos semanas después, una de las sirvientes llegó con Alonso y le dijo, “Señor, el niño ya nació, pero la señora…” Alfonso le dijo, “¿Que le sucede?”
  La sirviente lloraba, y dijo, “Está muy mal…quiere verlo…ella.” Alfonso acudió a ella y dijo, “¡Alina, mi vida!” Ella le dijo, “¡Alfonso…nuestro hijo…tú cuidarás de él.” Alfonso le dijo, “No hables así. Ambos lo cuidaremos…” Alina dijo, “No…yo me muero…júrame que velarás por nuestro pequeño… No debe sufrir por no tener madre…Harás que sea feliz…¡Júramelo!” Alfonso le dijo, “Te lo juro, pero tú sanarás…yo no puedo vivir sin ti.” Alina le dijo, “Yo desde el cielo…velaré por los dos…” Alfonso derramó una lagrima y dijo, “No, Alina, no me dejes.”
  Alina dijo, “Te amo Alfonso…Te amo y te amaré más allá de la vida…” Alfonso dijo, “Alina, mi cielo, mi esposa idolatrada. Por favor, no te dejes vencer.” Alfonso notó que Alina ya no respondía, y dijo, “Ya verás cómo…¡Alina…!¡Alina!” El varón inconsolable no aceptaba el golpe que el destino le había propinado. Postrado ante la tumba, en el velorio, Alfonso exclamó, “¿Cómo podré vivir sin ti¡ Compadécete de mi dolor, y llévame a tu lado.”
   Cuando pasaron los funerales, Alfonso meditando pensaba, “No puedo quitarme la vida, porque le prometí velar por nuestro hijo. Debo preocuparme de que el niño sea feliz, como lo deseaba Alina. ¡Él jamás sufrirá!” Alfonso ordenó se reunirá todas la turbias servidumbre, y les dijo, “Juré a la baronesa, mi amada esposa, en su lecho de muerte, velar por la felicidad de nuestro hijo. Es mi deseo que todos y cada uno de ustedes, ponga su máximo empeño para que Teobaldo de Montagut, futuro barón de Fortcastell, no tenga nunca el más mínimo pesar. Mi hijo no debe llorar ni ser contrariado en nada, ¡Jamás!”
   Alfonso agregó ante el asombro de todos, “El culpable del mínimo dolor en su persona, de que derrame una lágrima, pagará con su vida. ¿Me han entendido?” Todos los sirvientes exclamaron al unísono, “Sí...sí, señor barón.” Y cuando el varón se retiró, uno de los siervos dijo a otro, “¿Cómo evitar que el bebé no llore?” El otro siervo dijo, “Tendremos que hacerlo, o nos matarán.” Otro de los hombres dijo, “Me parece que el varón ha enloquecido.” El otro hombre dijo, “El dolor le hizo perder la razón, no sabe lo que dice.” Pero el temor de perder la vida, los llevó a todos a obedecer.
   Un día, una niñera que cargaba al niño, dijo cansada, “Por favor carga el niño, ya no puedo más. Si lo dejo en la cuna, de inmediato empieza a llorar, y si lo escucha el barón…” Así varias mujeres se turnaban para tenerlo en brazos día y noche. Apenas Teobaldo tuvo edad para comprender, se dio cuenta de que era más que un rey en el castillo. Los sirvientes comenzaron a sufrir su carácter. Un día, uno de los sirvientes dijo a Teobaldo, “Mi señor, no se enoje. Haré lo que usted quiera.” Pero Teobaldo contestó con una patada, y dijo, “¡Vete!”
  En lugar de un niño dulce y bueno, Teobaldo era un verdadero demonio. Un día, Teobaldo dijo a su padre, “Padre quiero aprender a tocar el laúd.” Su padre le dijo, “Veo que te agrada la música, igual que a tu madre, mi adorada Alina.” De inmediato el varón envió por un maestro de música, quien tambien tenía su carácter, y poca paciencia.
  Un día, el maestro levantó la voz y dijo, “No, así está muy mal, usted debe…” Teobaldo le dijo, “¡Como! ¿A mí me está diciendo que lo hago mal?” El profesor le dijo, “No sólo mal, sino pésimo. Usted no tiene aptitudes musicales.” Teobaldo rompió el laúd y dijo, “¡Estúpido, pagarás cara a tu insolencia!” Enseguida Teobaldo fue hacia su padre y exclamó, “¡Padreee! ¡Aaaahhhh! ¡Padreeeeeeee!”
   Su padre exclamó, “¡Hijo de mi corazón! ¿Qué te sucede?” Teobaldo dijo, “¡El maestro de música rompió mi laúd! Dice que soy un tonto. ¡Ah, qué desgraciado me siento!” Su padre puso su hombro sobre el joven, y dijo, “¡No digas eso! Pagará su osadía, te lo prometo. Buscaré otro maestro.” Teobaldo pensó satisfecho, “Ya sabía que mi padre me haría justicia. ¡Je, Je, Je!” Y no se equivocaba porque, Alfonso enseguida fue hacia el maestro, y dijo a sus sirvientes, “¡Hazótenlo! Y luego échenlo como un perro.”
   El profesor exclamó “Pero señor barón, escúchenme.” Nada era capaz de conmover al Barón, quien solo vivía para hacer feliz al hijo de su amada esposa, quien sólo hacía lo que sus manos instintos le indicaban. Un día, Teobaldo descansaba en el salón, y entonces pensó, “¡Que aburrido estoy! Hoy nadie me ha dado motivo para castigarlo, por más que buscaba la forma. Cada día tienen mayor cuidado de no hacerme enojar…¡Los odio a todos! ¡Ajá, allí viene Tomás, se me ocurre algo!”
   Tomas pasó junto a él, y Teobaldo le puso el pie. Tomas exclamó, “¡Auch!” Teobaldo exclamó, “¡Bruto, idiota! ¡Mi pie!” Tomas le dijo, “¡Perdón, mi señor!” Teobaldo exagero y exclamó, “¡Aahhh! ¡Me pegaste! No es la primera vez que lo haces.” Mientras Teobaldo corría hacia su padre, gritando, “¡Padreee!¡Aaayyy!” Tomas gritó, “Le juro que yo no quise…” Cuando llegó con su padre, Teobaldo le dijo, “¡Tomas me pegó! ¡Padre, él me odia! Pasó junto a mí y me dio una patada.”
   Alfonso exclamó, “¡Pegarte a ti! Se arrepentirá de haber nacido.” Echando chispas por los ojos, el barón ordenó el castigo al atrevido, “¡Ahórquenlo!” Tomas suplicó incado, “Señor barón, por piedad, escúcheme…” Alfonso exclamó, “Ni una palabra. Has faltado a tu amo en la persona que más quiere él en este mundo.” Alfonso agregó, “¡Su hijo! ¡El hijo de la mujer más santa y digna de veneración y respeto! ¡Merece la muerte!”
   Tomas insistió, “Juro que no le pegué. Él estiró la pierna cuando yo pasaba…” Teobaldo explotó, y dando una bofetada a Tomas, dijo, “¡Padre, miente! ¿Porqué permites que hable así de mí? ¡Ah, quisiera estar muerto junto a mi madre! Ella me defendería.” Alfonso dijo, “¡Hijo, no digas eso! Si ella está escuchando, pensará que no he cumplido con mi juramento. ¡Ahórquenlo, he dicho!”
   Tomas exclamó, “Piedad, ¿Qué va a ser de mi esposa, de mis hijos?” Ante el estupor de los criados, la orden se cumplió. Teobaldo sonrió y pensó satisfecho, “Después de esto, nadie se atreverá siquiera a levantar la vista ante mí.” Cuando Teobaldo cumplió 18 años, le habló a Teobaldo desde su lecho de muerte, “Hijo, voy a reunirme con tu madre. Tú eres mi único heredero, y sé que llenarás de honor y gloria a nuestro nombre. En mi nombre y en el de tu santa madre te voy a bende…” Teobaldo lo interrumpió, y exclamó, “¡No quiero bendiciones! Quiero que vivas. ¡No puedes morirte, yo te necesito!” Pero el barón por primera vez, no pudo complacer al tirano, quien zarandeando al inerte cuerpo de su padre, exclamó, “¡Padre, padre, contéstame! ¡No te atrevas a morirte! ¡No te atrevas!” Desde ese momento, la vida del nuevo barón de Fortcastell se pudo comprar con un huracán. Un día, Teobaldo amarro a un sirviente por una mínima desobediencia, y comenzó a azotarlo, diciendo, “¡Así aprenderás a eso a no desobedecer!” El pobre sirviente exclamaba, “Señor barón, yo…¡Ahhh!” Nada era capaz de conmoverlo, y peor era, a medida que transcurrían los años. Un día un campesino agricultor, observó cómo una comitiva de hombre a caballo, cruzaban su sembradío de trigo. Era Teobaldo, quien iba en su caballo diciendo, “¡Síganme! Todos vayan por donde yo paso.” El campesino exclamó, “¡Oh, no! Mi sembradíos.” Por donde pasaba, Teobaldo dejaba señalado su camino con lágrimas y sangre. Un día Teobaldo llegó a una cabaña de la aldea, donde un humilde campesino le suplicaba, “Señor barón, se los suplico, mi hija se casará la próxima semana.” Teobaldo le dijo, “Soy el amo, el dueño de ti y de todos los que habitan estas tierras. Tu hija me agrada, y quiero que esta noche esté en el castillo. Si no obedeces mis órdenes, tú, ella, y toda tu familia, lo pagarán.” El hombre suplicó, “Se lo ruego, por lo más sagrado…” Teobaldo fue implacable y dijo, azotando al hombre, “¡Estúpido para mí lo único sagrado que existe es el diablo!” Llegado el momento de despedirse, la mujer dijo a su padre, “Padre…no llores…yo…yo salvaré a la familia.” Su padre le dijo, “Hija, no puedo permitirlo.” Ella lo abrazó y dijo, “¿Acaso podemos hacer otra cosa? El barón en nuestro amo, y por amor tenemos al mismo demonio.” Las más hermosas jovenes de la comarca, debían sufrir la humillación de complacer sus deseos.
   Cuando Teobaldo la tuvo frente a él, dijo, “Acércate y cambia de cara. Agradece el honor de que me he fijado en ti.” Fue así como las mujeres perdían lo único de valor que poseían: su honra. Sus vasallos le tenían terror, y su solo nombre los ponía a temblar. Asi, el padre de la campesina vejada, dijo a su esposa, “¡Es Satanás en persona! No comprendo cómo siendo hijo de una mujer tan buena, él…¡Es una bestia que podría matarme si un día me cruzo en su camino, y tiene deseos de asesinar a alguien!” Su esposa le dijo, “Ese hombre no tiene temor a Dios.” El campesino dijo, reflexionando, “Lo único que sabe es blasfemar y maldecir las cosas sagradas.” Lo que más apasionaba al cruel barón, era la caza, y a ello dedicaba la mayor parte de su tiempo. Un día, el barón salio a cazar con sus sirvientes, todos montados en sus caballos y con sus perros. Entonces, del cielo comenzó a caer lluvia y el barón exclamó, “¡Maldición, empieza a llover, y no logramos capturar al jabalí!” Uno de sus siervos le dijo, “¿Regresemos al castillo, señor barón?” El barón exclamó, “¡No! Vamos a la aldea, allí nos guareceremos hasta que pase el temporal. Luego, seguiremos la cacería.” Cuando llegaron a la aldea, el barón dijo, “Entremos en la iglesia, allí que hablemos todos.” Pajes, arqueros, perros, caballos, y señor, entraron en el lugar sagrado. Un sacerdote recién llegado al lugar, apenas dio crédito a lo que veía, y exclamó, “¿Qué hacen impíos? ¡Fuera de aquí! ¿Cómo se atreven a invadir la casa de Dios?” Inmediatamente Teobaldo reaccionó, “¿Qué dices? ¿Te atreves a hablarme así a mí, Teobaldo de Montagut, barón de  Fortcastell?” El sacerdote le dijo, “Ya había escuchado de ti tus fechorías. ¡En nombre del cielo, te ordeno salir de aquí!” Tras una pausa, el anciano agregó, “Vete a pie, como un peregrino, a pedir al papa la absolución de tus culpas.” Teobaldo le dijo, “¡Déjame en paz, viejo loco!” El sacerdote le dijo, “¡Vete, he dicho! O…” Teobaldo dijo enfurecido, “¿O qué? ¡Cállate o ya no encontraré una sola pieza durante el día, te echaré a mis perros…! y te casaré como un jabalí para distraerme.” El sacerdote dijo, “Haz lo que quieras, pero ten presente que hay un Dios que castiga y perdona. Si muero a tus manos, borrarás mi nombre del libro de su indignación, para escribir el tuyo y hacerte expiar tu crimen.” Teobaldo rió, diciendo, “¡Un Dios que castigue perdona! ¡Ja, Ja, Ja!” Teobaldo agregó, “Yo no creo en Dios, y para darte una prueba, voy a cumplir con lo que te he prometido. Porque aunque poco rezador, soy amigo de no faltar a mi palabra.” Enloquecido, Teobaldo dio la orden, diciendo, “¡Ramiro! ¡Gerardo! ¡Pedro! ¡Azuzen a la jauría y denme al venablo! Vamos a darle una casa a este imbécil, aunque se suba a los retablos de sus altares.” Después de dudar un instante, y ante una nueva orden, los seguidores se dispusieron a obedecer. La jauría de perros comenzaron a ladrar. Teobaldo dijo, “Ahora verán éste. ¡Ja, Ja, Ja!” El sacerdote tomó un rosario en su mano y extendió los brazos, pensando, “Padre, aguardo tranquilo la muerte. Que se haga tu voluntad y no la mía.” En ese momento, se escuchó una voz afuera de la iglesia que gritó, “¡El jabalí va hacia el monte! ¡Se esconde en las breñas!” Teobaldo exclamó, “¿Escuchan? ¡Están persiguiendo un jabalí!” El anuncio de la deseada presa, olvidó lo que pensaba hacer. Teobaldo dijo, subiendo a su caballo, “¡Vamos por él! ¡Vamos!” Teobaldo salio de la iglesia montado en su caballo, y dijo, “¿Por dónde va el jabalí?” Uno de los hombres que estaba afuera dijo, “Se dirigió a la cañada.” Partió a todo galope, seguido por sus servidores. Pronto el barón se separó de los demás. Su castillo más ligero, corría como el viento. Teobaldo dijo, “¡Allá va! ¡No se me escapará!” Dos o tres veces se empinó en los estribos, dispuesto a disparar, pero el jabalí desapareció entre las tupidas cañas. Teobaldo exclamó, “¡Maldito, otra vez se me escapó!” Así corrió largo tiempo. Atravesó la cañada y se internó en el bosque. Teobaldo pensó, “Lo cazaré, aunque tenga que ir hasta el fin del mundo.” Teobaldo disparó su arco, y exclamó, “¡Le di! ¡Ya es mío!” Teobaldo detuvo en su caballo, y dijo, “Sigue huyendo, de nada le valdrá, el rastro de sangre me llevará a él.” Pero el caballo se desplomó, y Teobaldo cayó al suelo, exclamando, “¡Ahgggh!” Teobaldo se incorporó, y movió con su bota al caballo, diciendo, “¡Maldito, levántate! ¡Te estoy ordenando bestia, que te pongas de pie!” Pero el animal había caído muerto de fatiga. Teobaldo exclamó, "¡Estúpido, justo cuando estaba a punto de capturar a la presa!” Lleno de ira, lanzó todas las maldiciones y blasfemias que vinieron a su mente. Al darse cuenta que estaba solo, Teobaldo exclamó, “¡Eh! ¿Dónde están? Tráiganme un caballo. ¡Los mataré a todos por dejarme aquí solo!” Pero solo el eco le contestaba en aquellas soledades. Teobaldo continuó gritando, “¡Quiero un caballo! Pues no me daré por vencido, lo seguiré a pie aunque tenga que reventarme.” Se disponía a partir, cuando, un extraño hombre apareció guiando un caballo. Teobaldo exclamó, “¡Vaya, el infierno me lo envía!” El paje, quien llevaba el caballo, sonrió de una manera extraña al presentarle las bridas. Apenas sintió al jinete, el caballo relinchó con una fuerza que estremeció el bosque y, Teobaldo exclamó, “¡Eh, detente! Quiero que vayas rápido, pero no a tan extremo!” Pero el corcel corría como un rayo sin detenerte. No supo cuánto tiempo transcurrió, cuando se atrevió a abrir los ojos. Teobaldo pensó, “¿Dónde estoy? Este es un lugar desconocido para mí.” Teobaldo se empezó a asustar, y ordenó al caballo, “¡Detente!  ¡Obedéceme!” Nada lograba con sus gritos, y nuevos horizontes aparecían ante sus ojos desapareciendo para dar paso a otros. Atravesaba valles y campiñas, desiertos candentes. Regiones y nieves eternas, donde gigantescos témpanos semejaban fantasmas. Todo esto y más vio en su fantástica carrera, hasta que dejó de percibir el sonido de los cascos del caballo. Teobaldo exclamó, “¿Qué sucede? Una niebla oscura me ha envuelto.” Teobaldo pensó, “Todo lo que he visto, es producto de mi imaginación, pero, ¿Dónde estoy ahora?” Poco después un estremecimiento de terror lo recorrió. Teobaldo exclamó, “Un poder sobrenatural me arrastra. El caballo va flotando.” De pronto, Teobaldo fue testigo de truenos y ángeles exclamando, “¡Somos los ministros de la cólera del señor!” Teobaldo pensó, “Debo estar soñando. Esto tiene que ser un sueño.” Sin poder evitarlo, subió más alto. Teobaldo exclamó, “¿Qué es esto?” Una voz se escuchó decir, “Son los hilos de luz imperceptibles que atan a los hombres a las estrella.” Teobaldo exclamó, “¡El Arcoíris con todos sus colores! Me parece un puente colosal.” Nuevamente se escucharon voces, que provenía de un cumulo de luces que iban hacia abajo, “Somos las almas que vamos a la Tierra.” Y de otro cumulo de luces que subía, se escuchó, “Somos las almas que vamos al cielo.” Entonces Teobaldo pensó, “¡Que inmensa cantidad baja, y que pocos suben!” De pronto, una niebla rosada y azul que flotaba en el espacio, se abrió como una cortina y el paraíso se ofreció a sus ojos. Teobaldo exclamó, “¡Esto…esto es maravilloso!” Y vio a los profetas, las vírgenes, los Ángeles. El caballo no se detenía, y lo llevaba de un lugar a otro. Y las voces se escucharon decir, “¡Padre, compadécete de nosotros! ¡Padre, misericordia! ¡Padre, ayúdanos! ¡Que se haga tu voluntad, padre nuestro!” Allí entre las plegarias de los humildes y las oraciones de los limpios de corazón, escuchó la voz de su madre. “Padre, perdona mi hijo Teobaldo. No saben lo que hace.” Quiso detenerse, pero el caballo seguía su marcha, y más allá, hirieron sus oídos: gritos blasfemias juramento sacrílegos. “¡Malditos me vengaré de todos! ¡Por Satanás, que los parta un rayo!” Y escuchó su propia voz que resonaba vibrante y atronadora en medio de aquel concierto infernal, “¡No creo en Dios! ¡No creo en Dios!” Dejó atrás aquellas regiones, y llegó a un lugar donde los serafines adoraban al Señor. Teobaldo pensó, “Tengo que verlo…ver si es Dios, si en realidad existe…” Pero, Teobaldo fue testigo de un estruendo de luminosidad. Teobaldo exclamó, “¡Aaaah!” Y fue lanzado al vacío como una piedra candente arrojada por un volcán. Sintió que bajaba sin caer nunca, cómo cayó aquel Ángel rebelde cuando Dios derribó el pedestal de su orgullo. La noche había caído, y el viento gemía. Teobaldo ya estaba en tierra, y se levantó de entre la maleza, diciendo, “¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy?” Tras una pausa de confusión, Teobaldo dijo, “Yo perseguía a un jabalí…sí, así era…debo haberme caído del caballo y me aturdí.” Teobaldo apenas podía caminar, y dijo, “¿Y mis servidores? ¿Por qué no han venido a socorrerme? No podre llegar esta noche a mi castillo, está muy lejos. Iré hasta la aldea, y allí pediré alojamiento. ¡Qué pesadilla tuve! Necesito un buen descanso. Me siento realmente agotado.”
Cuando llegó, Teobaldo llamó a la primera casa. Tocó la puerta fuertemente, y desde adentro una voz pregutó, “¿Quién vive?” Teobaldo respondió, “El barón de Fortcastell.” Desde dentro de la casa, una voz incrédula dijo, “¿Qué? Usted debe estar loco. ¡Vayanse o le echaremos los perros!” Otra voz desde dentro de la casa dijo incrédula y burlándose, “¡Ja, Ja, Ja! El barón de Fortcastell. Nada menos.” Teobaldo dijo, “Los que están locos son ellos. Si no estuviera tan cansado, les daría su merecido.” Se dirigió a otra casa y tambien tocó la puerta, diciendo, “Abran a Teobaldo de Montaug, el señor de esta comarca.” Desde la ventana de una habitación en la parte alta, se escuchó una voz que dijo, “No vengas sacar a su sueño a la gente honrada, para burlarse de ella.” Entonces Teobaldo dijo, “No comprendo por qué me responden así. Está visto que tendré que irme al castillo, pero mañana ya verán.” Mientras se alejaba de la aldea, Teobaldo pensó, “¡Todos los habitantes de la aldea pagarán la osadía de haberse negado el reconocimiento a su señor!”
   Al amanecer, Teobaldo llegó a la entrada del castillo y, lleno de sorpresa exclamó, “¿Qué has pasado aquí? De ayer a hoy, mi castillo se ha transformado prácticamente en una ruina.” Al avanzar, Teobaldo notó algo, y dijo, “¿Y esa campana? ¿Quién la puso en la torre¡”
    Al avanzar más Teobaldo exclamó, “Frente a la entrada, hay una cruz. ¡Una cruz en mi castillo! Porque es el mío, de eso no tengo dudas.” En ese instante, se abrió una de las puertas y Teobaldo exclamó, “¡Un monje! ¡Esto es demasiado!” Teobaldo se acercó al monje y le dijo, “¿Quién es usted, y qué hace aquí?” El monje le dijo, “Soy un humilde servidor de Dios, religioso del monasterio de Montagut.”
   Teobaldo le dijo, “Pero Montagut es un señorío.” El monje le dijo, “Lo fue hace mucho tiempo. A su último señor, según cuentan, se lo llevó el diablo. Como no tenía nadie quien lo sucediera en el feudo, los condes soberanos hicieron la donación de estas tierras, y las dieron a los religiosos de nuestra orden, que están aquí desde hace cien años. Y usted, ¿Quién es?” Teobaldo permaneció unos minutos en silencio.
   Después, se arrodilló ante el monje, y habló balbuceante. “Yo…yo soy…un miserable pecador que, arrepentido de sus faltas, viene a confesarlas a su abad…” Teobaldo derramó lágrimas en los pies descalzos del abad, y agregó “…y  a pedirle que me admita en el seno de su religión.” El monje no dijo, simplemente lo invitó a seguirle. Mientras ingresaba, Teobaldo exclamó con lágrimas en los ojos, “Yo negué a Dios y él me dio una prueba de su existencia. Pude verle, pero yo no lo merecía.” Desde entonces no existió en el monasterio, otro religioso más piadoso, cumplido, y sacrificado, que aquel pecador arrepentido. Era como si una asquerosa serpiente, se hubiera convertido en paloma. Ya muy anciano, murió como un santo, y en el valle de Montagut aún se conservan los restos del castillo. Y a un lado de las ruinas, se pueden ver un grupo de abandonadas tumbas. Entre ellas, en la más humilde de se puede leer una inscripción: “Yo fui Teobaldo de Montagut, barón de Fortcastell. Noble o villano, cualquiera que seas, qué te detienes un instante al borde de mi sepultura, cree en Dios como yo he creído y ruégale por mí.”

Tomado de, Joyas de la Literatura. Año 9, No. 174. Marzo 15 de 1992. Guión: Herwigd Comte. Segunda Adaptación: Jose Escobar.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Las Aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain

    Las Aventuras de Tom Sawyer, también conocida simplemente como, Tom Sawyer, es una novela de Mark Twain, publicada el 9 de junio de 1876 sobre un niño, Tom Sawyer, que crece a orillas del río Misisipi.

Está ambientada en la década de 1840 en la ciudad de San Petersburgo, que está basada en Hannibal, Missouri, donde Twain vivió cuando era niño.
    En la novela, Sawyer tiene varias aventuras, a menudo con su amigo Huckleberry Finn.
  Originalmente un fracaso comercial, el libro terminó siendo el más vendido de las obras de Twain durante su vida.
   Aunque eclipsado por su secuela de 1885, Las Aventuras de Huckleberry Finn, el libro es considerado por muchos como una obra maestra de la literatura estadounidense.
   Mark Twain afirma que es una de las primeras novelas escritas en una máquina de escribir.

Resumen

    El huérfano Tom Sawyer, vive con su tía Polly, y su medio hermano Sid, en la ciudad de San Petersburgo, Missouri, en algún momento de la década de 1840. Con frecuencia Tom Sawyer se salta las clases, para jugar o ir a nadar.

   Cuando Polly lo descubre, escabulléndose llegando a casa tarde, un viernes por la noche, y descubre que ha estado en una pelea, lo obliga a blanquear su cerca al día siguiente como castigo.

   Tom convence a varios niños del vecindario para que le intercambien pequeñas baratijas y tesoros por el, "privilegio," de hacer su trabajo, utilizando la psicología inversa para convencerlos de su naturaleza agradable. Más tarde, Tom intercambia las baratijas con los estudiantes de su clase de la escuela dominical, por boletos que se dan por memorizar versículos de las Escrituras.
   Reúne suficientes boletos para ganar una preciada Biblia del maestro, a pesar de ser uno de los peores estudiantes de la clase, y no saber casi nada de las Escrituras, lo que provoca la envidia de los estudiantes, y una mezcla de orgullo y conmoción de los adultos.

   Tom se enamora de Becky Thatcher, una chica que es nueva en la ciudad. Tom se gana la admiración de su padre, el prominente juez Thatcher, en la iglesia, al obtener la Biblia como premio, pero revela su ignorancia cuando no puede responder preguntas básicas sobre las Escrituras.
   Tom persigue a Becky, y finalmente la convence de que se,
"comprometa," besándola. Su romance pronto se derrumba, cuando ella descubre que Tom estaba, "comprometido," con otra colegiala, Amy Lawrence.

    Becky rechaza a Tom, quien acompaña a Huckleberry Finn, un niño vagabundo al que todos los demás niños admiran, a un cementerio a medianoche, para realizar un ritual destinado a curar verrugas.
    En el cementerio, presencian a tres ladrones de cadáveres, el Dr. Robinson, Muff Potter, y el Indio Joe, robando una tumba. Se desata una pelea, durante la cual, Robinson deja inconsciente a Potter, y luego es asesinado por el Indio Joe. Cuando Potter se despierta, el Indio Joe pone el arma en su mano, y le dice que mató a Robinson mientras estaba borracho.
  Tom y Huck hacen un juramento de sangre, de no contarle a nadie sobre el asesinato, por temor a que el Indio Joe se entere, y los mate por venganza. Potter es arrestado, y encarcelado a la espera de juicio, sin disputar la afirmación del Indio Joe.

   Tom se aburre de la escuela y él, su amigo/compañero de clase, Joe Harper, y Huck huyen a la Isla Jackson, en el río Mississippi, para comenzar una vida como, "piratas". Mientras disfrutan de su libertad, se dan cuenta de que la comunidad está buscando sus cuerpos en el río, ya que los chicos están desaparecidos y se presume que están muertos.
    Tom se escabulle de vuelta a casa una noche, para observar la conmoción y, después de un momento de remordimiento por el sufrimiento de sus seres queridos, concibe un plan para asistir a su propio funeral. Los tres llevan a cabo este plan, apareciendo en la iglesia en medio de su funeral conjunto, y ganándose el respeto de sus compañeros de clase por el truco.
   De vuelta en la escuela, Becky rompe una página del libro de anatomía del maestro de la escuela, después de que Tom la asusta, pero Tom recupera su admiración, al asumir la responsabilidad por el daño, y aceptar el castigo que habría sido suyo.

    Durante el juicio por asesinato de Potter, Tom rompe su juramento con Huck, y testifica para la defensa, identificando a Indio Joe como el verdadero culpable. Indio Joe huye de la sala del tribunal, antes de que puedan detenerlo; Potter es absuelto, pero Tom y Huck ahora viven con miedo por sus vidas.

    Una vez que terminan las clases de verano, Tom y Huck deciden buscar un tesoro enterrado en la zona. Mientras investigan una casa abandonada, son interrumpidos por la llegada de dos hombres; uno de ellos es un español, supuestamente sordomudo, que en realidad es el indio Joe disfrazado.
   Él y su compañero planean enterrar un tesoro robado en la casa, pero sin darse cuenta, descubren un montón de monedas de oro mientras lo hacen. Deciden trasladarlo a un nuevo escondite, que Tom y Huck están decididos a encontrar.
   Una noche, Huck sigue a los hombres, que planean entrar en la casa de la rica viuda Douglas, para que el indio Joe pueda mutilarle la cara, en venganza por haber sido azotado públicamente por vagancia, un castigo dictado por su difunto esposo, un juez de paz. Huck pide ayuda, y evita el robo, pero pide que su nombre no se haga público, por miedo a las represalias del indio Joe.

   Poco antes de que Huck detenga el crimen, Tom va de picnic a una cueva local, con Becky y sus compañeros de clase. Tom y Becky se pierden, y deambulan por la cueva durante días, enfrentándose al hambre y la deshidratación. Becky se deshidrata y se debilita, y la búsqueda de Tom de una salida, se vuelve más desesperada. Se encuentra con Indio Joe por casualidad, pero no lo ve.
   Finalmente encuentra una salida, y él y Becky son recibidos con alegría de regreso a la ciudad, donde se enteran de que han estado desaparecidos durante tres días, y viajaron cinco millas, u ocho kilómetros, desde la entrada. El juez Thatcher refuerza y ​​​​cierra con llave la puerta de entrada de la cueva. Cuando Tom se entera de ésta acción dos semanas después, se horroriza al saber que Injun Joe todavía está dentro. Dirige un grupo de hombres a la cueva, donde encuentran a Injun Joe muerto de hambreé justo dentro de la entrada.

   Una semana después, después de deducir por la presencia de Indio Joe, que el oro robado debe estar escondido en la cueva, Tom lleva a Huck allí, en busca de él. Encuentran el oro, cuyo valor asciende a más de 12.000 dólares, equivalentes a 392.000 dólares en 2023, y lo invierten en su nombre.
  La viuda Douglas adopta a Huck, a quien le resultan dolorosas las restricciones de una vida familiar civilizada, e intenta escapar de nuevo a su vida de vagabundo. Regresa a regañadientes con la viuda, persuadido por la oferta de Tom, de formar una banda de ladrones de clase alta.

Significado

  La novela tiene elementos de humor, sátira y crítica social, características que más tarde hicieron de Mark Twain, uno de los autores más importantes de la literatura estadounidense. Mark Twain describe algunos eventos autobiográficos en el libro.

   El escenario de la novela, San Petersburgo, se basa en el hogar de la infancia de Twain, Hannibal, cerca de St. Louis, y muchos de los lugares que aparecen en ella, son reales, y hoy en día sustentan una industria turística como resultado.

   El concepto de infancia se desarrolla a través de las acciones de Tom, incluida su aventura de fuga con Joe y Huckleberry. Para ayudar a mostrar cuán traviesa y desordenada fue la infancia, The Miriam and Ira D. Wallach Division of Art, Prints and Photographs,  
   ...muestra una imagen de un niño fumando una pipa, cortando muebles, trepando por todos lados, y durmiendo.
   En la novela de Twain, Tom y su amigo son jóvenes cuando deciden que quieren aprender a fumar una pipa. Tom y Joe hacen esto para mostrar lo geniales que son para los otros niños.

Origen

   Tom Sawyer, fue el primer intento de Twain de escribir una novela. Anteriormente, había escrito relatos autobiográficos contemporáneos (The Innocents Abroad o The New Pilgrims' Progress, Roughing It), Los Inocentes en el Extranjero, o El Nuevo Progreso de los Peregrinos, Pasando Apuros, y dos textos breves llamados, sketches, o bosquejos que parodian la literatura juvenil de la época.

    Se trata de, The Story of the Good Boy, y The Story of the Wicked Little Boy, o sea, La Historia del Buen Muchacho, y La Historia del Malvado Niño, que son textos satíricos de unas pocas páginas.
  En el primero, un niño modelo nunca es recompensado, y termina muriendo antes de poder declamar sus últimas palabras que ha preparado cuidadosamente.
  En el segundo relato, un niño malvado roba y miente, como Tom Sawyer, pero termina rico y exitoso. Tom aparece como una mezcla de estos niños pequeños, ya que es al mismo tiempo un bribón, y un niño dotado de cierta generosidad.

   Cuando escribió Tom Sawyer, Twain ya era un autor de éxito basado en la popularidad de, The Innocents Abroad. Poseía una gran casa en Hartford, Connecticut, pero necesitaba otro éxito para mantenerse, con una esposa y dos hijas. Había colaborado en una novela con Charles Dudley Warner...
...The Gilded Age, publicada en 1874.

   Anteriormente había escrito unas memorias inéditas de su propia vida en el Mississippi, y se había escrito con un amigo de la infancia, Will Bowen, ambos hechos que le habían evocado muchos recuerdos, y que se utilizaron como material de referencia.

   Twain nombró a su personaje ficticio, en honor a un bombero de San Francisco, al que conoció en junio de 1863. El verdadero Tom Sawyer era un héroe local, famoso por rescatar a 90 pasajeros después de un naufragio. Los dos mantuvieron una relación amistosa durante la estancia de tres años de Twain, en San Francisco, a menudo bebiendo y jugando juntos.

Publicación

    En noviembre de 1875, Twain entregó el manuscrito a Elisha Bliss, de la, American Publishing Company, quien lo envió a True Williams, para que lo ilustrara.

   Un poco más tarde, Twain también publicó rápidamente el texto en, Chatto and Windus, de Londres, en junio de 1876, pero sin ilustraciones. Las ediciones piratas aparecieron muy pronto en Canadá y Alemania.
   La American Publishing Company, finalmente publicó su edición en diciembre de 1876, que fue la primera edición ilustrada de Tom Sawyer.

Crítica

    Un narrador en tercera persona describe las experiencias de los chicos, intercaladas con comentarios sociales ocasionales.

   En su secuela, Las Aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain cambia a una narración en primera persona. Los otros dos libros posteriores, Tom Sawyer Abroad, y Tom Sawyer, Detective, son igualmente narrados en primera persona desde la perspectiva de Huckleberry Finn.

   El libro ha generado controversia por su uso del epíteto racial "nigger"; una versión expurgada despertó la indignación entre algunos críticos literarios.

   El libro ha sido criticado por su representación caricaturesca de los nativos americanos, a través del personaje Indio Joe.
   Se lo representa como malévolo por el bien de la maldad, Twain no le permite redimirse de ninguna manera, muere una muerte lastimosa y desesperada en una cueva y, tras su muerte, es tratado como una atracción turística. Revard sugiere que los adultos en la novela culpan a la sangre india del personaje, como la causa de su maldad.

Secuelas y otras obras protagonizadas por Tom Sawyer

Las Aventuras de Huckleberry Finn (1884)

Tom Sawyer en el Extranjero (1894)

Tom Sawyer, Detective (1896)

   Tom Sawyer, el personaje principal de la historia, también aparece en otras dos secuelas inacabadas:

Huck y Tom Entre los Indios, y La Conspiración de Tom Sawyer. También es un personaje de la obra inacabada de Twain, Schoolhouse Hill.

Adaptaciones e Influencia

Películas y Television

Tom Sawyer (1917), dirigida por William Desmond Taylor, protagonizada por Jack Pickford como Tom.

Tom Sawyer (1930), dirigida por John Cromwell, protagonizada por Jackie Coogan como Tom.

Tom Sawyer (1936), versión de la Unión Soviética dirigida por Lazar Frenkel y Gleb Zatvornitsky.

Las Aventuras de Tom Sawyer (1938), película en Technicolor del Selznick Studio, protagonizada por Tommy Kelly como Tom y dirigida por Norman Taurog; destaca la secuencia de la cueva diseñada por William Cameron Menzies.

   Tom Sawyer (1956), un episodio musical de la U.S. Steel Hour, escrito por Frank Luther y protagonizado por John Sharpe como Tom y Jimmy Boyd como Huck.

Las Aventuras de Tom Sawyer (1960), serie de televisión de la BBC en 7 episodios protagonizada por Fred Smith como Tom y Janina Faye como Becky.
   La canción principal de la serie era, "John Gilbert is the Boat", cantada por Peggy Seeger.

Les Aventures de Tom Sawyer (1968), miniserie de televisión rumana/francesa/alemana dirigida por Wolfgang Liebeneiner, protagonizada por Roland Demongeot como Tom y Marc Di Napoli como Huck.

Aventurile Lui Tom Sawyer (1968), película rumana dirigida por Mircea Albulescu.

The New Adventures of Huckleberry Finn (1968), serie animada/de acción real de media hora producida por Hanna-Barbera Productions.

Las Aventuras de Juliancito (1969), película mexicana.

Tom Sawyer (1973), adaptación musical de Robert B. Sherman y Richard M. Sherman, con Johnny Whitaker en el papel principal, Jeff East, como Huck Finn, Jodie Foster, como Becky Thatcher, y Celeste Holm, como la tía Polly.

Tom Sawyer de Mark Twain (1973), versión televisiva patrocinada por Dr Pepper, protagonizada por Buddy Ebsen como Muff Potter y filmada en Upper Canada Village.

Páni Kluci (1976), película checa dirigida por Věra Plívová-Šimková

Huckleberry Finn y Sus Amigos (1979), serie de televisión.

Las Aventuras de Tom Sawyer (1980), serie de televisión de anime japonesa de Nippon Animation, parte del World Masterpiece Theater, emitida en Estados Unidos por HBO

Las Aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, 1981 Unión Soviética Versión de 3 episodios dirigida por Stanislav Govorukhin.

Rascals and Robbers: The Secret Adventures of Tom Sawyer and Huckleberry Finn (1982), una película hecha para televisión, protagonizada por Patrick Creadon como Tom y Anthony Michael Hall como Huck.

Sawyer and Finn (1983), piloto de la serie de televisión estadounidense en la que Tom Sawyer (Peter Horton) y Huck Finn (Michael Dudikoff) se reúnen por casualidad 10 años después de la historia original y buscan nuevas aventuras en el Viejo Oeste.

Tom Sawyer (1984), versión canadiense en plastilina producida por los estudios Hal Roach.

Wishbone (1995), el primer episodio, "A Tail in Twain" tenía al personaje principal imaginándose a sí mismo como el personaje principal, y al personaje de Injun Joe se lo denominaba "Crazy Joe".

Tom and Huck (1995), protagonizada por Jonathan Taylor Thomas como, Tom, y Brad Renfro, como Huck Finn.

Las Aventuras Animadas de Tom Sawyer (1998), versión canadiense, escrita por Bob Merrill y dirigida por William R. Kowalchuk Jr. Utiliza las voces de Ryan Slater, Christopher Lloyd y Kirsten Dunst.

Tom Sawyer (2000), adaptación animada que presenta a los personajes como animales antropomórficos en lugar de humanos con un elenco de voces estelares, incluidos los cantantes de country Rhett Akins, Mark Wills, Lee Ann Womack, Waylon Jennings y Hank Williams Jr., así como Betty White.

Thomas Sawyer, como un adulto joven, es un personaje de la película, La Liga de los Hombres Extraordinarios, interpretado por Shane West. Aquí, Tom es un agente del Servicio Secreto de los EE. UU. que se une a la lucha del equipo contra el profesor Moriarty.

Tom Sawyer (2011), versión alemana, dirigida por Hermine Huntgeburth.

Tom Sawyer y Huckleberry Finn (2014), protagonizada por Joel Courtney como Tom y Jake T. Austin como Huck.

Band of Robbers, una película de comedia criminal estadounidense de 2015 escrita y dirigida por los hermanos Nee.

Musica

"Tom Sawyer," es una canción de la banda de rock canadiense Rush, lanzada originalmente en su álbum de 1981 Moving Pictures como su apertura.

Teatro

    Entre 1932 y 1933, el filósofo alemán, Theodor Adorno, adaptó Las Aventuras de Tom Sawyer, como una ópera balada titulada, Der Schatz des Indianer-Joe, (El Tesoro de Joe, el indio). Nunca terminó el acompañamiento musical. El libreto fue publicado por su esposa, Gretel Adorno, y su estudiante, Rolf Tiedemann en 1979.

    En 1956, los estudiantes de la, Guildhall School of Music and Drama, presentaron, We're From Missouri, una adaptación musical de Las aventuras de Tom Sawyer, con libreto, música y letras de Tom Boyd.

    En 1960, la versión musical de Tom Boyd (retitulada Tom Sawyer) se presentó profesionalmente en el, Theatre Royal Stratford East, de Londres, Inglaterra, y en 1961 realizó una gira por teatros provinciales de Inglaterra.

    En 1981, la obra, The Boys in Autumn, del dramaturgo estadounidense, Bernhard Sabath, se estrenó en San Francisco. En la obra, Tom Sawyer y Huck Finn se reencuentran como ancianos. A pesar de las buenas críticas, la obra ha permanecido en gran parte desconocida.

En el musical de 1985, Big River, de William Hauptman, y Roger Miller, Tom es un personaje secundario, interpretado por John Short, de 1985 a 1987.
En 2001, el musical, The Adventures of Tom Sawyer, de Ken Ludwig y Don Schlitz, debutó en Broadway.

    En 2015, la, Casa y Museo Mark Twain, seleccionó a Noah Altshuler, de 17 años, escritor de, Making the Move, como dramaturgo residente de Mark Twain, para crear una adaptación moderna y metaficcional de, Las Aventuras de Tom Sawyer, para producción regional y comercial.

Balet

   Tom Sawyer: A Ballet in Three Acts, se estrenó el 14 de octubre de 2011 en el, Kauffman Center for the Performing Arts, en Kansas City, Missouri. La partitura fue del compositor, Maury Yeston, con coreografía de William Whitener, director artístico del, Kansas City Ballet.

   Una reseña en, The New York Times, observó: "Es muy probable que este sea el primer ballet de tres actos completamente nuevo, y completamente estadounidense: está basado en un clásico literario estadounidense, tiene una partitura original de un compositor estadounidense, y fue estrenado por un coreógrafo y una compañía estadounidenses. ...
   Tanto la partitura como la coreografía, son enérgicas, robustas, cálidas, deliberadamente ingenuas, a la vez malhumoradas e inocentes), de maneras adecuadas para Twain."

Historietas

Las Aventuras de Tom Sawyer, se han adaptado en formato de historieta muchas veces:

   Tom Sawyer y Huck Finn (Stoll & Edwards Co., 1925): recopilación de la tira cómica del mismo nombre de Clare Victor Dwiggins, distribuida por el McClure Syndicate a partir de 1918

Classics Illustrated #50: "Las Aventuras de Tom Sawyer" (Gilberton, agosto de 1948): adaptada por Harry G. Miller y Aldo Rubano; reimpreso extensamente

   Dell Junior Treasury #10: "Las Aventuras de Tom Sawyer" (Dell Comics, octubre de 1957) – adaptado por Frank Thorne

Joyas Literarias Juveniles #60: "Tom Sawyer Detective," (Editorial Bruguera, 1972) – adaptado por Miguel Cussó y Edmond Fernández Ripoll

  Tom Sawyer (Pendulum Illustrated Classics, Pendulum Press, 1973) – adaptado por Irwin Shapiro y E. R. Cruz;reimpreso en Marvel Classics Comics #7 (1976) y en varios otros lugares.

Joyas Literarias Juveniles #182: "Las Aventuras de Tom Sawyer" (Editorial Bruguera, 1977) – adaptado por Juan Manuel González Cremona y Xirinius [como Jaime Juez]

Classics Illustrated #9: Las Aventuras de Tom Sawyer (First Comics, mayo de 1990) – Adaptado por Mike Ploog; reimpreso en Classics Illustrated #19 (NBM, 2014)

Tom Sawyer (An All-Action Classic #2) (Sterling Publishing, 2008) – adaptado por Rad Sechrist

Classics Illustrated Deluxe #4: The Adventures of Tom Sawyer (Papercutz, 2009) – adaptado por Jean-David Morvan, Frederique Voulyze y Severine Le Fevebvre

The Adventures of Tom Sawyer (Capstone Publishers, 2007) – adaptado por Daniel Strickland

   Manga Classics: The Adventures of Tom Sawyer (UDON Entertainment Manga Classics, abril de 2018) – adaptado por Crystal Silvermoon y Kuma Chan.

(Wikipedia en Ingles)

Las Aventuras de Tom Sawyer

de Mark Twain

   La mayor parte de las aventuras narradas en éste libro, son reales Una o dos son experiencias mías; el resto de algunos antiguos condiscípulos. Huck Finn, está calcado de la vida real. Tom Sawyer también, aunque no de un solo individuo, sino de una combinación de varios caracteres.

  La novela ha sido escrita para entretenimiento de chicos y chicas; aunque también para que los adultos recuerden cuáles eran sus inquietudes sueños y pensamientos durante la niñez. Mark Twain. Hartford 1876.

   En un pequeño pueblo del medio oeste norteamericano, una mujer, frente a la veranda de su casa, llamaba a gritos a alguien que evidentemente no estaba dispuesto a acudir, “¡Tom! ¡Toooom! ¡Ven enseguida!” “¡Oh, ese endiablado muchacho!” Cansada de llamar en vano, la mujer entró a su casa, diciendo, “Él nunca esta donde debe estar.” De repente, alguien de baja estatura intentó pasar velozmente rumbo a la puerta. La mujer exclamó, “¡Oh, debí imaginarlo!”
   Pero el niño no fue lo suficientemente rápido para escapar, y la mujer lo detuvo por el cuello de la camisa. “¡Eh! ¿Dónde crees que vas?” Cerrando la puerta, ella trató de evitar cualquier nuevo intento de huida, y dijo, “Ahora dime: ¿Qué es esto que mancha tus manos y tu cara, Tom?” El muchacho intentó sonreír, y dijo, “¡Oh! ¡Esto! ¡Je! ¡Es solo mermelada, tía!” Pero los ojos de la mujer se encendieron con como ascuas, y dijo, “¡Mermelada! Así que estabas escondido en la despensa!”
   La mujer levantó una vara, diciendo, “¡Te tengo dicho que no metas las manos en el pote de dulce, Tom! ¡Me has desobedecido!” Entonces, Tom señaló con su dedo, diciendo, “¡Tía Polly! ¡Mire esto detrás de usted!” Tía Polly volteó, diciendo, “¿Eh?” Cuando volvió a mirar, el pilluelo había desaparecido, y dijo, “¡Qué tonta soy! ¡Me ha burlado otra vez!” Y con un suspiro de resignación dejó la vara en su sitio, y dijo, “¡Diablo de muchacho!”
   Pero luego, la mujer pensó “Quiero tanto ese Tom que me duele ser dura con él! Pero mi hermana al morir, me encargó que lo educara.” Luego, Tía Polly se dijo a sí misma, “Si le castigo, sufro, y, si lo perdono, me remuerde la conciencia porque creo que no estoy cumpliendo con mi deber de corregirlo. ¡Vaya! ¡Que Dios me ayude!”
  En aquellos momentos, Tom corría como una liebre. En un cruce de caminos, se detuvo abruptamente. Tom reflexionó por segundos, y pensó, “¿Iré a clase, o a pescar?” Y tomó el camino del río, pensando, “¡Hace demasiado calor!” Por la noche, durante la cena, soportó con aire cándido la escrutadora mirada de su tía. Tía Polly pensó, “Está muy callado, algo esconde.” Entonces Tía Polly dijo, “Hacía mucho calor esta tarde, ¿Verdad Tom?” Tom dijo, “¡Uf! Sí tía.”
   Tía Polly lo miró a los ojos, y dijo,  “Y…¿No se estuviera antojado darte, digamos, por ejemplo un bañito en el río? ¡Vamos, para refrescarte!” No era fácil atrapar a Tom Sawyer; quien conociendo las artimañas de la tía, respondió después de pensarlo un poco, “MMM…pues…sí. En realidad, no hubiera estado nada mal nadar un poco.” La tía Polly dijo, “Pero, no lo hiciste, ¿Eh? no te habrás ido de pinta otra vez…” Tom dijo, “¡Oh, no, tía! ¡Claro que no! Estuve todo el tiempo en la escuela. ¡Terminé hasta mareado de tanto estudiar!”
   Entonces Síd, el hermanastro de Tom, y niño modelo de la casa, intervino. “Mira Tía Polly, tiene el cuello de la camisa mojada.” Y mientras el acusado lanzaba una mirada asesina al relamido Sid, la mujer constató la humedad delatora, y dijo, “¿Qué dices a esto, sobrino?” Tom dijo, “Es que…un niño me tiró al agua, durante el recreo.” La Tía Polly dijo, “Tu pelo está húmedo.” Tom dijo, “Ese chico lanzaba agua con un balde, y yo…” Tía Polly dijo, “¡Basta ya de mentiras!”
    Tía Polly agregó, “Joe Harper vino a buscarte y eso me hizo sospechar que no te hubiera visto en la escuela.” Llena de energía, tía Polly le dijo, “Mañana trabajarás todo el día, como castigo.” Tom le dijo, “Pero tía…¡Es sábado!” Tía Polly le dijo, “Lo sé, y debiste haber esperado el fin de semana para tu excursión. Pero, como no lo hiciste, pintarás el cerco.” Fue asi como Tom Sawyer se vio frente a una cerca, que le pareció en ese momento la más larga del mundo, con una brocha y un cubo lleno de cal. Tom exclamó, “¡Maldición! ¡Nunca terminaré!”
   Mientras, los otros chicos, vestidos con sus mejores galas, iban hacia la plaza. Uno de ellos le gritó, “¡Eh, Tom! ¿No vienes?” Sin responder a Joe Harper, el chico siguió pensando, con envidiable concentración. Joe se acercó y brincando la barda, dijo, “¡Tom!¿Qué te pasa?¿Estas sordo?” Tom le dijo, “¿Eh?¡Oh, perdona Joe! No te había visto.” Joe le dijo, “¿Vamos a la plaza?¡Todos los muchachos estan ya ahí!”
    Tom siguió trabajando y dijo, “Mmmmm, no, no puedo. Esto me parece más interesante que ir a escuchar las mismas bobadas de todos los sábados.” Joe le dijo, “Pero…¡Jugaremos a ser los bomberos de San Francisco, y les echaremos agua a las niñas!¡Ja!¡Será divertido ver como corren!” Tom dijo, “¡Me parece mas divertido pintar. ¡Jugar! Juego todos los días. Sin embargo, blanquear la cerca…¡Toda la cerca!¡Ah!¡Eso si que es glorioso! No te imaginas lo que gozo con cada pincelada…¡Ja!¡Esto si que es un juego nuevo!”
   Joe contemplaba a Tom dar brochazo tras brochazo, y pensó, “¡De veras parece disfrutarlo!” Hasta que Joe le dijo, “Oye Tom…¿Me dejas dar una o dos pinceladas?” Tom le dijo, “¿Estas loco?¡Por nada del mundo dejaría que otro jugara con mi brocha!” Joe sacó una manzana de su bolsa y dijo, “¡Por favor, Tom! Si me dejas, te daré esta manzana que acabo de robar del huerto de James Partner.” Tom lo pensó y exclamó, “Mmmm.”
    Tom continuó su tarea, y dijo, “No me interesa tu oferta. ¡Anda! Ve con los otros a la plaza y déjame disfrutar de esto yo solo.” Joe mostro un escarabajo y dijo, “Bueno, además de la manzana, te daré este escarabajo… ¿Eh? ¿Qué dices? ¿Aceptas?” Tom dio la escoba llena de pintura, y dijo, “Está bien, pero solo unos cuantos brochazos.” A continuación, Tom se sentó a degustar de la manzana. “¡Crunch!” “¡Crunch!” “¡Hazlo con cuidado!”
   En ese momento dos muchachos bien vestidos pasaron frente a la barda. Uno de ellos dijo, “¿Qué haces Joe? ¿Ahora trabaja los sábados?” Joe se detuvo de trabajar, y les dijo, “¡Oh, no! ¡Esto no es un trabajo! ¡Es un juego y resulta muy divertido!” Uno de los jóvenes le dijo, “¿De veras? ¿Me dejas probar?” Joe dijo, “Si quieres…pero pide permiso a Tom.” Y de esta manera Tom Sawyer astutamente logró que los niños del pueblo, trabajarán por él, y además le pagáran por hacerlo. Y mientras Tom los veía trabajar, otro niño se acercó y le dijo, “Yo también quiero pintar. ¿Aceptas cuatro tachuelas doradas?” Tom le dijo, “Seguro.”
   Al mediodía, la cerca había sido blanqueada, y nuestro amigo tenía numerosos tesoros en su haber. Tom revisaba las ganancias que los niños le habían dado, “Catorce moscas muertas, una rata, un gato bizco, dos escarabajos…” Tom seguía comiendo, “¡Crunch!...una pelota, un pedazo de chocolate, una linterna…¡Vaya! ¡Esto no estuvo nada mal!” Tía Polly no confiaba en él, y pensaba, “¡Ese Tom debe haberse escapado ya!”
  Pero cuando vio la cerca, exclamó, “¡Dios mío! ¡Está blanca como la nieve!” Tía Polly cubrió de besos a su sobrino, “¡Mua!” “¡Mua!” Y le dijo, “¿Lo ves? Cuando quieres, sabes hacer bien las cosas.” Y hasta lo premió, y le dijo, “Toma esta moneda. Ponte el traje de calle, y ve a comprar caramelos.” Tom le dijo, “¡Oh, gracias, Tía Polly!”
El lunes siguientes, en el aula de la escuela, todos los alumnos recitaban la tabla de multiplicar. “Dos por Siete, catorce. Dos por ocho, dieciséis. Dos por nueve dieciocho.” Tom bostezaba, pro súbitamente, su modorra terminó.
   Tom pensó, “¡Caramba! ¡A esa niña nunca la había visto!” Se trataba de una linda jovencita con el rostro cubierto de pecas. Tom mirándola desde atrás, pensó, “Es el primer día que viene a la escuela. ¡Debe ser nueva en el pueblo!” Notando la interesante mirada del chico, ella se ruborizó.
   A la salida, Tom la alcanzó, y caminó un buen rato silenciosamente junto a ella. Cuando ella se detuvo, ante la casa más grande del pueblo, Tom preguntó, “¿Aquí vives?” Becky dijo, “¡Vaya! Creí que no tenías lengua.” Tom dijo, “Es que…pensaba. Y cuando pienso no hablo.” Cuando la niña se retiraba a entrar a su casa, Tom le dijo, “Espera, dime, ¿Cómo te llamas?” La niña dijo, “Becky Thatcher. Mi padre es el nuevo juez.” Tom exclamó enamorado, “Ah.”
   Amigablemente charlaron un poco más. Becky tenía que entrar, pero antes de irse…tiró como al descuido una pequeña rosa blanca. Misma que los dedos del pie desnudo de Tom, apresaron casi enseguida.
   Tom se quedó allí un buen rato, disfrutando de sus propios sentimientos. Mientras olía la flor, Tom pensó, “¡Oh, Amy, lo siento! ¡Ya no cortaré manzanas para ti! ¡Ahora Becky Thatcher será mi dama!” Se fue haciendo de noche, pero para un enamorado, el tiempo evidentemente no existe.
   Una luz se encendió en la planta baja, y Tom fue hacia ella, como un mosquito, atraído por el resplandor, pensando, “Seguramente es Becky.” Llegó con el corazón latiendo fuertemente, bajo la ventana iluminada, pensando, “¡Podré verla una vez más!” Pero de pronto, algo así como el diluvio universal cayó sobre él. Era una mujer afroamericana, que tiraba desde la ventana de arriba una cubeta de agua, diciendo, “¡Ya la ve loj polloj amita!”
  Y el pobre chico quedó en un momento, no sólo desilusionado, sino también empapado hasta los huesos. La mujer mulata cerro simplemente la ventana, y dijo, “¿Hacemos café para la cena, mi ama?” Ya en casa, Tom se mantuvo ceñudo, aunque había regresado a casa su simpática prima Mary, después de unas vacaciones en el campo. Una mañana mientras desayunaban en la mesa, Sid dijo a Tom, “¿Qué tienes? ¿Te comió la lengua el ratón?” Tom le dijo, “¡Bah! ¡Yo no hablo con lambiscones!”
   Los dedos de Sid, soltaron antes de tiempo la azucarera. y ésta cayó al suelo, haciéndose mil pedazos. Al escuchar el ruido, tía Polly acudió enseguida, diciendo, “¿Qué fue eso? ¡Oh!” Tom pensó con satisfacción, “Ahora sí será Sid, quien resulte castigado.” Pero tía Polly se dirigió furiosa a quien siempre cometía travesuras, y pellizcando la oreja de Tom, le dijo, “¡Otra vez haciendo de las tuyas, Tom! ¡Vamos, sube a tu cuarto! ¡No quiero verte más!” Tom exclamó, “P˗Pero…”
   Mientras Tom subia a su cuarto, Tía Polly le gritó, “¡No me repliques! ¡Estoy verdaderamente cansada de tus maldades!” Pero Mary aclaró todo, diciendo a Tía Polly, “Mamá, no ha sido Tom, sino Sid quien dejó caer la azucarera.” Tía Polly exclamó al darse cuenta de su error, “¡Oh Dios! ¡He sido injusta con mi muchachito! ¡Nunca sé cómo tratarlo! Mañana le pediré perdón.” Pero mañana sería demasiado tarde, y Tom decidió escapar de casa, y trepando por la ventana de su habitación, pensó, “Será mejor que me vaya. Tía Polly ha dicho que no me quiere ver. De todo me echa la culpa a mí…¡Estoy harto y no quiero ser una carga para nadie!”
   Mientras Tom caminaba de noche, llevando unas cosas envueltas en un trapo, pensó, “Desde ahora vagaré solo por el mundo. ¡Esa pobre señora descansará de mí, y yo no tendré que ir más a la escuela!” Pero alguien más deambulaba a deshoras por los caminos, era un niño quien llevaba a un gato muerto colgando, quien exclamó, “¡He Tom!”
  Tom le dijo, “¡Hola Huck! ¿A dónde llevas ese gato?” Aquel otro caminante nocturno, era nada menos que Huckleberry Finn, el paria número uno de la región. Huck dijo, “Al cementerio…¡Caramba! Debo apurarme, ya va a ser media noche.” Tom le preguntó “¿Vas a darle santa sepultura?” Huck le dijo, “¡NO! ¡No…! Voy a ponerlo cerca de la tumba del viejo Hosé Williams.” Tom le dijo, “Pero…¿No es ese el hombre que colgaron la semana pasada?” Huck le dijo, “Por eso mismo Tom, fue un pillo y, sin duda, su alma bajada a los infiernos.” Tom preguntó, “¿Y qué tiene que ver eso con el gato?”
   Huck lo miró desdeñoso, y dijo, “¡Caramba Tom! ¿No te enseñan nada en la escuela a la que vas casi todas las mañanas?” Y dijo una cosa bastante disparatada, aunque con aire docto y sabio. “Es el último procedimiento científico que se ha descubierto para curar las verrugas.”
   Y enseguida explicó a Tom, el inusitado procedimiento. “Para que de resultado, hay que llevar al gato muerto al cementerio. Se le deja sobre la tumba de alguien que ha sido en vida un malvado. Enseguida, acudirán los demonios, aunque tú no puedas verlos para saber que están allí, bastará con huir quejidos, y sentir un horrible escalofrío. Los demonios se llevarán el alma del difunto, y entonces tú ordenarás: ¡Gato, sigue al diablo! Y por último: ¡Verrugas, sigue al gato! Las verrugas desaparecerán enseguida. ¡No falla!”
   Caminaron un poco más, y Tom dijo, “Pues ya estamos en el cementerio. Ahora veremos si es verdad lo que dices.” Ambos ingresaron, Tom seguía a Huck, quien dijo, “Por aquí esta la tumba de Hoss.” Pero de pronto, Tom exclamó, “¡Shshshs. ¡Se oyen ruidos!” Huck exclamó, “¡Dios mio! ¿Será que los demonios se estan llevando al pobre viejo?” Se agazaparon tras la tumba vecina. Huck dijo, “Demonios o no, no deben vernos.”
   Las figuras de tres hombres se perfilaron en la oscuridad. Huck reconoció a alguien en las figuras, y dijo, “El más bajo es Muff Potter y, el que tiene la linterna es el Indio Joe.” Tom dijo, “¿Qué habrán venido a hacer aquí?” Huck dijo, “No lo sé, tal vez quieran curarse también las verrugas.” Tom dijo, “Lo dudo, están escarbando. Pero no veo bien al tercer hombre.” Los niños no se atrevieron a moverse. Huck dijo, “Será mejor que esperemos a que se vayan.”
   Un buen rato después, Tom exclamó, “¡Caramba! ¡Están desenterrando a Hoss Williams!” Ambos se quedaron pálidos, y un frío mortal, les invadió. Huck comenzó a sudar y dijo, “T˗Tengo m˗miedo Tom.” Tom dijo, “Yo también, Huck.” El Indio Joe y Muff Potter sacaron el féretro de la fosa. Uno de los hombres exclamó, “¡Uff! ¡Como pesa!” Indio Joe excamó, “¡Deja de quejarte y apura!” Usando un hacha Muff abrió el féretro y exclamó, “¡Ya está!” Y pusieron el cuerpo de Hoss Williams sobre unas angarillas. Muff exclamó, “¡Listo doctor!”
   Fue entonces que los dos chiquillos pudieron ver claramente al tercer profanador de tumbas. Tom exclamó, “¡Es el doctor Robinson!¡El médico del pueblo!” El doctor dijo, “Debemos darnos prisa. Hay que llevar el cuerpo al sótano de mi casa, donde podré diseccionarlo y estudiar su anatomía.” Potter se preparaba a continuar la tétrica tarea, pero el Indio Joe lo detuvo con un gesto, y se volvió hacia el doctor, diciendo, “Antes de seguir debe darnos cinco dólares más, Robinson.”
   El tercer hombre montó en cólera, y les dijo, “¿Cómo? ¿Pretende ahora esquilmarme? ¡Les pagué ya por adelantado! ¡Y no les daré un centavo más!” Muff dijo, “Entonces…el muerto se queda aquí…¡Je! ¡Tan sencillo como eso!” El doctor exclamó, “¡Canallas!” Muff amenazó, “¡Cuidado con lo que dice, Doc! ¡Ahora está en nuestras manos!” El doctor Robinson lanzó un puñetazo a Muff. Potter y el doctor rodaron por el suelo.
   El doctor lo tenía bajo el suelo, diciendo, “¡Maldito vago, yo te enseñaré a cumplir tratos!” Ciego de rabia, Robinson tomó la pala con la cual habían desenterrado a Hoss, diciendo, “¡Ahora verás!” Robinson le pegó en la frente con el mango de la pala. Pero de pronto, un gesto de dolor desfiguró al joven rostro del médico, y cayó desangrándose sobre el inconsciente Muff.
   El doctor tenía el cuchillo muellero de Potter, clavado en la espalda. La luna asomaba en ese momento, dando una horrible claridad a la escena. Indio Joe exclamó, “¡Hace tiempo que quería bajarle los humos a este doctorcito!” Y los dos niños corrían como si el mismísimo demonio los persiguiera.
   El Indio Joe colocó el cuchillo en la mano del inconsciente Potter, pensando, “¡Este pobre idiota cargará con la culpa del crimen!” Y el idiota, en cuestión segundos después, entre abrió los ojos, exclamando, “¡Ahhh! ¡M˗Mi cabeza!”
   Y al incorporarse, vio el doctor muerto sobre él. Potter exclamó, “P˗Pero…¿Q˗Qué qué ha p˗pasado aquí Joe?” Potter le quitó el cuchillo de la espalda y exclamó, “¡N˗No puede ser! ¡L˗Lo maté! ¡Dios mío!” Antes de que el Indio dijera una palabra, Potter lanzaba lejos de sí con horror su cuchillo ensangrentado.
   Y su compañero lo miraba con aire afectadamente preocupado. Mientras Indio Joe levantaba el cadáver, dijo, “¡Caramba Muff, ahora sí que te has metido en un lío!” Muff Potter dijo, “¡Yo nunca había matado a nadie! ¿Cómo pude haber hecho esto?” El Indio Joe le dijo, “Él te pegó, y entonces te pusiste como loco; y como tenías el cuchillo en la mano…en fin. ¿Lo mejor será que nos vayamos cuanto antes de aquí!”
   Aturdido como estaba por el golpe recibido en la cabeza, y la impresión de despertar y verse convertido en asesino, Potters se dejaba llevar. Mientras ambos se retiraban, Indio Joe pensó, “Encontrarán el cuchillo cerca del cadáver. Y no tardarán en saber de quién es.”  Entonces dijo a Potter, “Apura, hombre. Alguien puede venir.” Potter dijo, “Sí, sí, Joe. Quiero estar, cuanto antes, muy lejos de aquí.”
   Y cuando la Luna emergió de entre las nubes nuevamente, iluminó una tumba abierta, dos cadáveres, y un cuchillo ensangrentado, todo sumergido en la soledad y el silencio. Entretanto, los chicos habían llegado al pueblo, y se despedían con un juramento. Uniendo sus muñecas ensangrentadas por una herida de navaja, Huck dijo, “¡Por mi sangre que no diré nunca a nadie lo que he visto!” Tom dijo, “¡Ahora somos hermanos en el secreto!” Y el pacto quedó sellado.
   Olvidándose de sus resentimientos y de su intento de huida, Tom regresó a casa, y durmió el resto de la noche como un bendito.  
   Al día siguiente, un vecino entró súbitamente con las más escandalosa noticia que se había dado en el pueblo desde su fundación, “¡Polly! ¡Polly! ¡Un crimen! ¡Ha habido un crimen! ¡Y en el cementerio!” Tom sintió que la comida se le atragantaba. El vecino dijo, “Desenterraron el cuerpo de Hoss Williams, y junto a él, estaba el doctor Robinson muerto.”
   Tom se atragantó, “¡Gulp!” El vecino acercó su boca al oído de Tía Polly, y dijo, “Y ya se sabe quién es el asesino.” Tía Polly exclamó, “¿Tan pronto lo descubrieron?” El vecino le dijo, “Sí, sí. El cuchillo de ese vagabundo de Muff Potter fue encontrado lleno de sangre cerca del lugar del crimen.” Tía Polly dijo, “¡Válgame el señor!” Mientras tanto, Tom se quejaba, “¡Ayy!” Tía Polly se acercó a Tom y le dijo, “¡Dios mío! ¡Tom! ¿Qué te ocurre?”
   Tom exclamó haciendo una mueca de dolor, “¡Mi estómago, Tía Polly! ¡Ay! ¡Ay! ¡No lo soporto!” El vecino, al ver aquello, dijo, “¡Pobre chico! No debí contar lo del crimen delante de él. Seguramente le ha impresionado.” Tía Polly dijo, “Y sí han matado al doctor Robinson, ya no tenemos médico en el pueblo. Así que tendré que darle uno de mis remedios caseros.” Tom pasó rápidamente del horror al terror, y pensó, “¿Remedios caseros?¡Oh, no!”
  A los pocos minutos, Tía Polly llegó con una bebida caliente, y dijo, “Toma esto, querido.” Tom exclamó, “Pero, sí y˗ya me siento bien, tía.” Tía Polly insistió, “¡He dicho que lo tomes! Si no, pensaré que tu malestar ha sido una falsa para no ir a la escuela.” No era fácil discutir con la Tía Polly, y Tom tuvo que tomarlo. Tía Polly exclamó, “¡Eso es! ¡Todo! ¡Todo! ¡Hasta la última gota!” El vecino se retiró, pensando, “¡Ugh! ¡Pobre muchacho!”
   Al juicio de Muff Potter, acudió todo el pueblo. El juez anunció, “¡Que comparezca el testigo de cargo!” Para sorpresa del propio Muff, y de Huck, y Tom, el Indio Joe declaró haber presenciado el cruel asesinato, “¡Yo mismo lo vi, señor juez! ¡Él lo mató por la espalda!” Y como era de esperarse, el juez golpeó su martillo, y dijo, “Muff Potter, en nombre del estado, te declaró culpable de profanar una tumba, y asesinar alevosamente a un hombre. ¡Tu castigo será la horca!”
   Aquella noche Tom Sawyer no durmió bien. Horribles imágenes lo perseguían en sueño. En medio de una pesadilla, Tom exclamaba, “¡No Muff! ¡No me lleves! ¡Diré la verdad!”  En la pesadilla, Muff lo tomaba, y le decía, “¡Chiquillo hipócrita! ¡No fuiste capaz de decir que yo era inocente! ¡Ahora quedarás aquí colgado en la horca, como yo! ¡Y, después, bajarás conmigo al infierno!” En el sueño Tom veía a Huck gritándole, “¡Tom, Tom, auxilio!” Eso, mientras Huck era perseguido por el Indio Joe.
   Tom despertó sobresaltado y furioso, diciendo, “¡No! ¡No lo mates!¡Oh!” Sid se despertó, exclamando, “¿Eh?” Enseguida, Sid se levantó de la cama, y yendo hasta Tom, quien ya se habia levantado, le dijo, “¿Qué te ocurre, Tom? ¿Quieres que llame a Tía Polly para que te dé otra cucharada de su remedio? Me parece que tienes fiebre.” La respuesta fue rotunda y elocuente. Tom le lanzó un puñetazo en el ojo.
   Enseguida, Sid comenzó a llorar, diciendo, “¡Buu! ¡Buuuu! ¡Mira cómo me has dejado el ojo! ¡Se lo diré a Tía Polly!” Tom tomó un pañuelo y le amarró la boca con el pañuelo, diciendo, “¡No le dirás nada, gallina!” Enseguida, Tom lo amarró de los pies y las manos, y le dijo, “¡Así aprenderás a no ser chismoso!”
   Esa mañana, Muff Potter lloraba en su celda. “¡Ay! ¡No, yo no soy un asesino! ¡Y no quiero morir!” De pronto, Muff escuchó un ruido proveniente de afuera. “¡Pst!¡Pst! ¡Potter!” Potter exclamó, “¿Eh? ¿Quién me llama?” Muff Potter vio una manita infantil aferrada al barrote de la celda.
    Y luego la nariz de Tom Sawyer, quien dijo, “¡Soy yo, Muff!¡Te traigo comida!” Y un pequeño paquete fue entregado al prisionero. Potter exclamó, “¡Oh, gracias chico! ¡Tú eres el único que se ha acordado de mí! ¡Ahora todos me detestan!” Tom, quien estaba trepado arriba de la espalda de Huck, le dijo, “Aquí está también Huck. Él te estima como yo. Y sabe…quiero decir, cree que tú no asesinaste a ese hombre.”
   Los ojos de Muff se humedecieron, y dijo, “¡Nunca olvidaré esto muchacho! Y cuando esté allá, en el otro mundo, rezaré por ustedes, porque sean felices y tengan todas las cosas buenas que yo no tuve.” Para entonces, Tom lloraba tanto o más que el desdichado Muff. Tom exclamó, “¡N˗No diga eso! ¡Sniff! ¡Ellos no pueden matarte!” Sin sospechar que con su desaliento hacía sentirse aún más culpable a Tom, Muff prosiguió gimoteando.
“¡Oh, sí! ¡Sí que lo harán! ¡Creen que la sociedad debe vengar un crimen con la muerte del asesino! Aunque no sean capaces de reconocer la verdad, al verdadero culpable. ¿No lo ves? Se ensañan conmigo, que soy un pobre vagabundo, un ser a quien nadie le ha dado la oportunidad de ser mejor.” Las lágrimas de Tom, trepado en la espalda de Huck, caían sobre Huckleberry Finn, quien dijo, “¿Qué pasa? ¿Te estás derritiendo? ¡Uf! ¡Apura que no aguanto más!”
   La manita del niño y la mano del acusado se estrecharon a través de los barrotes. Muff dijo, “Adiós Tom. Se bueno muchacho, y sobre todo, trata de ser feliz.” Tom exclamó, “¡Oh Muff! Yo…” Tom no pudo resistir más, y salió corriendo, diciendo, “¡No te matarán, Muff¡ ¡No dejaré que lo hagan!” Huck solo dijo, “Y ahora…¿Qué le pasa a ese loco?” Después, Huck tardó horas en encontrar a Tom, quien meditaba en el muelle del rio. Huck dijo, “¡Vaya! ¡Debí imaginar que estabas aquí!”
  Aún no había rastros de llanto en las mejillas del niño. Tom dijo, “No puedo callar más Huck. Debemos decirlo todo, o un hombre morirá por nuestra causa. ¡Será como si lo hubiéramos matado!” Huck patió con rabia una inocente piedrecita, y dijo, “¡Y yo que creí que eras un sujeto duro y valiente! ¡Bah! Todos ustedes los niñitos que tienen familia, son iguales: blanduchos e incapaces de respetar un pacto!” Automáticamente Tom se puso en pie y se limpió las manos de un manotazo, y dijo, “¡Yo no soy blando! ¡Te lo demostraré!”
   Huck dijo, “¡Ja! ¿Y cómo me demostrarás? ¿Corriendo a decirle al juez lo que vimos? ¡Claro! Tú tienes la protección de tu tía. Así que, si escapa el Indio Joe no te podrá hacer ningún daño. Pero yo, que duermo en los barriles vacíos que la gente desecha; y como lo que encuentro por allí. Yo…que no tengo padre madre o tía que me proteja…¡Yo sí que estaré a su merced! ¡Y él se cebará conmigo! Me torturará antes de matarme, como hacen los indios. Me pondrá desnudo, y con el cuerpo cortado con todas las partes, sobre un hormiguero…hasta que me desangre…¡Ah! ¡Pero a ti solo te importa Muff!”
   La cara de terror de Tom era de antología, y exclamó, “N˗No había pensado en eso, Huck.” Así que Tom claudicó, y dijo, “Perdóname Huck, no hablaré, te lo prometo. ¡Nadie te hará daño! ¡Tú eres mi mejor amigo!” Transformándose de pronto en un animoso espadachín, Huck tomó una vara, y dijo a Tom, “¡Entonces en guardia! ¡Sé que tú eres el vengador negro de la flota española! ¡Así que te mataré, porque no hay lugar en el océano para dos corsarios como tú y yo!”
   Y con la misma facilidad para pasar de las lágrimas al terror, y del terror al juego, el vengador negro de la flota española, tomó otra vara y respondió el reto. Tom dijo, “¡Seré yo quien acabe contigo, Mano Roja!” Huck dijo, mientras peleaban, “¡Lo veremos!” Un tercer pirata se unió al combate, diciendo, “¡Eh! ¡Aquí viene el terror de los mares! ¿Cómo se atrevéis a luchar en mi ausencia, bellacos?” Pero el terror de los mares había olvidado la espada.
   Y cuando Tom y Huck se acercaron a él, el terror de los mares levantó las manos en señal de paz, cuando Tom dijo, “¿Eh? ¡Contra él, Mano Roja!” Huck dijo, “¡Pagará caro habernos hablado así!” El terror de los mares dijo, “¡No! ¡No! ¡Eh! ¡Esperen!” Y el terror de los mares se vio obligado a huir, seguido muy de cerca de los otros dos espadachines, quienes se habían olvidado por completo de la triste suerte que esperaba a Muff Potter. Mientras Huck y Tom lo perseguían, Tom gritó, “¡Morirás en nuestras manos, lagartija!”
   El Terror de los Mares gritaba, mientras huía, “¡Ya basta, Tom! ¡No más juegos!” Tom le dijo, “¡No soy Tom! ¡Soy el Vengador Negro de la flota española!” Huck gritó, “¡Y yo el pirata Mano Roja! ¡Je, Je, Je, Je!” Y así, llegó el día de la ejecución. Tía Polly, viendo desde la ventana, dijo a Sid, “¡Pobre hombre! Aunque sea un malvado, merecería un poco de compasión.” Sid preguntó, “¿Podemos ir a ver cómo lo ahorcan, tía Polly?” Tía Polly dijo, “¡Claro que no, muchacho! ¡Rezaremos desde aquí por su alma!”
   La soga fue colocada alrededor del cuello de Muff, que parecía resignado con su suerte, estando arriba de un caballo. Pero de pronto, un hombre que venía en una diligencia, comenzó a gritar, “¡Alto! ¡Se suspende la ejecución! ¡Hay otro testigo dispuesto a declarar, y dice que Muff no ha sido el asesino!” Se celebró un nuevo juicio, al que asistió aún más lleno de curiosidad, el pueblo entero. Se trataba de Tom Sawyer, que estaba dispuesto a decir toda la verdad.
   Tom habló y dijo, “Otro niño que me pidió no decir su nombre y yo, habíamos ido a llevar un gato al cementerio y…” Los ojos terribles y amenazantes del Indio Joe, permanecían clavados en él. Pero Tom ni siquiera se volvió a mirarlo y continuó, “Muff fue golpeado y perdió el conocimiento, entonces un hombre apuñaló al doctor por la espalda. Ese hombre fue…¡Oh no!”
  Tom notó que Indio Joe se había ido. El juez preguntó, “¿Que sucede, chico?” Tom exclamó, “¡Se ha ido! ¡Él se ha ido!” El juez preguntó, “¿Quién se ha ido?”
   Tom dijo, “¡El Indio Joe! ¡Él es el verdadero asesino!” Se armó un gran revuelo en la sala. Un señor del publico dijo, “Estaba aquí detrás de ti, James.” James dijo, “Se escabulló como un gato.” El juez sonó su martillo y dijo, “¡Orden! ¡Silencio en la sala!”
    Enseguida, el juez se dirigió al acusado y dijo, “Muff Potter, queda en libertad por falta de cargos. Y formaremos brigadas para dar con el fugitivo y someterlo.” Muff corrió a abrazar a Tom, y le dijo, “¡Gracias muchacho!¡Te debo la vida!” Pero la cara de Tom estaba pálida, como la de un muerto, y pensó, “¡La venganza del Indio Joe recaerá sobre mí! ¡Y será horrible!”
   Esa noche, en la habitación de los sobrinos de Polly, se oyeron unos extraños maullidos por la ventana, fuera de la casa: “¡MIAU!¡MIAU!” Tom no había podido dormir, y saltó de la cama, pensando, “¡Es la señal de Huck!” Tom tomó unas despensas y salio de la casa.
   Huck dijo cuando lo vio, “¡Vaya! ¡Creí que no bajarías nunca! ¿Tráe las vituallas?” Tom dijo, “Una pierna entera de jamón.” En eso, un tercer muchacho llegaba, diciendo, “¿Quién va? ¡Digan el santo y seña!” Tom y Huck pegaron sus muñecas y exclamaron, “¡Sangre!” El tercer muchacho dijo, “Bueno amigos, aquí está la balsa. Traje galletas y un pedazo de tocino.”
  Una vez todo a bordo, la balsa se apartó lentamente de la orilla. Tom dijo, “¡Seremos los más fieros piratas que haya habido nunca en el Mississippi!” El tercer joven dijo, “Ha sido una gran idea la de convertirnos en bucaneros, Tom.” Tom los reunió y dijo, “Pues ahora solo viviremos para buscar tesoros, bañarnos en el río, y usar nuestras espadas… ¡Ja! ¡Nada de escuelas ni zapatos, ni regaños! ¡Somos dueños de nuestro propio destino!”
     Atracaron en una isleta cercana. Huck dijo, “Por lo pronto acamparemos aquí.” El tercer joven dijo, “¿Y la balsa?” Tom dijo, “Déjala a la deriva, Joe. No la necesitaremos. Vamos a construir un Bajel, para navegar por los mares.” Huck dijo, “¿Un que?” Tom dijo, “Un bajel es un barco con velas, cañones, tripulación y todo.”
   
  Encendieron una fogata, y desayunaron poco antes del amanecer. Mientras engullían, Joe dijo, “MMM…¡Nunca me había sabido tan rico un pedazo de jamón!” Tom dijo, “Es el sabor de la libertad, amigo.”
    Los primeros rayos del sol, los encontraron dormidos. Los dos días siguientes, fueron de risas, juegos, comidas al aire libre, y chapoteos. Entre tanto, la tía Polly lloraba desconsolada, “¡Mi pequeño y dulce niño!” Su vecino la consolaba, diciendo, “Lo siento querida, la búsqueda ha terminado. Es seguro que los tres chicos se ahogaron en río.” Tía Polly pensó, “¡No puede ser! ¡Tiene que estar vivo!”
    Mientras en la isla, Joe Harper fue el primero en sucumbir, y exclamó, “¡Extraño mi casa, Tom!” Tom le dijo, “Pero, ¿Qué clase de blanducho pirata eres? ¡Ahora te quedarás aquí de guardia, mientras Huck y yo exploramos!”
   Ambos amigos se internaron en la isla. Tom dijo, “Estoy seguro de que en alguna parte de esta isla, hay un tesoro.” Huck dijo, “¿Lo crees Tom? Pues comencemos a buscarlo.” Huck se detuvo, y dijo, “Espera, hay que encontrar una señal. Los piratas que entierran tesoros, siempre dejan una.”
  Atardecía ya cuando Tom y Huck creyeron escuchar voces. Huck exclamó, “¿Quién será?” Se arrebujaron en el hoyo que habían cavado. Y sintieron que sus jóvenes y arrojados corazones, dejaban de latir, al reconocer una de las voces. Huck dijo, “¡Dios mío!¡Es él Tom!¡Estamos perdidos!”
    En efecto, era el Indio Joe, acompañando a un desconocido, cuya cara, no era precisamente agradable de ver. Indio Joe dijo, “Creo que debemos llevarnos el dinero a un lugar más seguro, Peter.” Y ante los ojos maravillados de los chicos, el indio destapó una caja de whisky, que contenía gran cantidad de monedas de oro y joyas.
  Indio Joe dijo, “Lo mejor será dejarlo en nuestro escondite número dos, ¿No crees?” Peter dijo, “Sí Joe, así podremos disponer de él, cuando decidamos partir después de la venganza, ¿Eh?” Cuando los dos sujetos se alejaron, Huck y Tom se miraron perplejos. Huck dijo, “¿Lo viste Tom? Tenías mucha razón. ¡Hay un tesoro!” Tom dijo, “¡Si Huck! Pero ellos hablaron también de una venganza. ¡El Indio Joe quiere matarme!”
    Regresaron a la orilla, y encontraron a, “El Terror de los Mares,” triste y desanimado, diciendo, “¡Mi mamá debe estar preocupada por mí! ¡Snif! ¡No debí haber hecho esto! ¡Snif!”  Al día siguiente era domingo, y celebraban en el templo los oficios funerarios de los tres niños desaparecidos.
   En una de las bancas dentro de la iglesia, el vecino de tía Polly decía en voz baja a otro de los presentes, “Se dragó el río en busca de los cuerpos y nada.” El hombre le contestó también en voz baja, “Seguramente la corriente los arrastró ¡Infelices Creaturas!” 
   Tía Polly y la señora Harper lloraban a dúo, “¡Era un muchacho tan bueno mi Tom!” “Mi Joe hubiera sido por lo menos abogado!” Al salir de la iglesia, la gente se quedó paralizada por la sorpresa. A la distancia, todos vieron venir a los tres jóvenes. Uno de los feligreses que salía de la iglesia, dijo, “¡No puede ser!” Otro de los feligreses dijo, “¡Son ellos! ¡Allí están, Tom, Hunk, y Joe!” Aquel fue un día de fiesta para toda la población.
    El gales, vecino de la ti Polly, levantó en brazos a Huck, y exclamó, “¡Yupiii! ¡Huckleberry Finn, nunca me he habías parecido tan apuesto y simpático!” Por su parte, tía Polly tomaba a Tom, diciendo, “¡Tom!¿Cómo pudiste hacerme esto?¡Sufrí tanto creyéndote muerto!” La señora Harper abrazó a Joe, diciendo, “Serás abogado, ¿Verdad Joe? ¿Verdad que lo serás?” Joe dijo, “S˗sí, sí mamá. Lo que tú digas.” Por algún tiempo, los chicos se portaron más o menos bien. Tom volvió a cortejar a Becky Thatcher.
   Un día, ella le dijo, “¿De veras te gustaría ser pirata?” Tom dijo, “Pues…” Ella le dijo, “Porque yo cuando sea grande, me casaré con un médico, y le ayudaré a curar a la gente.” Tom le dijo, “¡Ah bueno! Entonces… ¡Seré médico, Beck!” Por su parte, Joe estudiaba más que nunca. Mientras Joe leía sus libros, su madre le dijo, “Tienes que ser el mejor abogado de la unión americana, Joe. Solo así te perdonaré lo que me has hecho padecer con tu escapatoria.”
   Joe dijo, “S˗sí mamá.” Y Huck volvió a vagabundear por los callejones, en busca de cosas para comer, y barriles vacíos donde dormir. Y frecuentemente se encontraba por allí a un viejo amigo vagabundo. Un día, mientras Huck buscaba un barril donde quedarse, exclamó, “¡Oh perdona Muff! No creí que estuviera ocupado el barril.”
  Muff le dijo, “Te daré lugar muchacho, y te convidare del bizcocho que me ha regalado la viuda Douglas.” Como era tradicional por aquella época del año, se organizó una excursión a las grutas cercanas del pueblo. Tom dijo a Becky, “¿Vendrás con nosotros, Becky?” Ella le dijo, “Claro que sí, Tom. Yo no conozco esas cuevas. Dicen que son enormes y peligrosas.” Tom le dijo, “Pues no te apartes de mí, y así no te perderás.”
   El día indicado, solo un niño permanecía en el pueblo. Era Huck, quien pensaba, “¡Bah! Como no asísto a la escuela, ni tengo padres, ese estirado maestro no ha querido llevarme a la excursión. Pero, yo iré solo a las grutas el día que me plazca.” El barco, lleno de escolares, algunas damas solteras, y el maestro Jones, zarpaba en ese momento.
  Dos horas después, distribuidos en grupos, y cada uno con una vela encendida, penetraban en la gruta. Becky exclamó, “¡Oh! ¡Está muy oscura!” Tom le dijo, “¡No tengas miedo, Becky. ¡Yo te protegeré!” Mientras tanto, Huck salía de la casa de la viuda Douglas, con un gran pedazo de pastel. Huck dijo, “G˗gracias por todo, señora.” La viuda Douglas dijo, “¡Vuelve por aquí, pequeño! ¡Te daré una taza de chocolate y bizcochos!”
   La viuda Douglas pensó, “¡Pobrecito!¡Huérfano y condenado a la soledad! La gente del pueblo debería tratarlo mejor.” Huck no tardó en encontrar un barril, y pensó, “¡Hum! Aquí comeré tranquilo, y luego dormiré una siesta.” Durmió hasta la noche. Y, de pronto, una voz muy desconocida lo despertó. “¡Ha llegado la hora de mi venganza!” Eran el Indio Joe, y el hombre de la cicatriz. Indio Joe dijo, “El juez Douglas me mantuvo casi siempre en la cárcel mientras vivió; y ahora, ¡Su viuda me las pagará!”
  Huck pudo ver claramente, cómo un cuchillo brillaba en la oscuridad. Indio Joe dijo, “La mataré lentamente, muy lentamente.” Huck arrastrándose para no hacer el menor ruido salió de la otra abertura del tonel. Indio Joe dijo, “¡Esperemos a que apague las luces!” El de cicatriz en la cara dijo, “Después de cumplir su venganza, nos iremos de aquí con el tesoro, ¿Verdad Joe?” Indio Joe dijo, “¡Claro! ¡Claro que sí? Prometí que si me ayudabas, te daría la mitad, y lo haré.”
   En ese momento, Tom grababa algo en la pared de la gruta, era la frase, “Tom y Becky,” encerrada en un corazón. Tom dijo, “Ya está.” Becky le dijo, “¡Oh Tom Sawyer! ¡Eres un tonto!”
   De pronto, algo pasó volando rápidamente por encima de la cabeza de Becky, quien exclamó, “¡Ay!” Tom, llevando su vela para alumbrarse, la tomó de la mano y le dijo, “¡Ven!¡Son murciélagos!”

  Los dos niños se refugiaron en un corredor lateral, y esperaron allí a que la bandada de murciélagos pasará. Becky dijo, “¡Son horribles!” Tom le dijo, “¡Menos mal que no apagaron también mi vela!” Tom, continuando tomado la de la mano, avanzó diciendo, “Creo que ya podemos continuar.” Becky le dijo, “¿Estás seguro de que era por aquí, Tom? Creo que nos hemos apartado mucho de los demás.”
   Huckleberry Finn llamaba entretanto a una puerta con verdadera desesperación, “¡ABRAN! ¡POR FAVOR!¡ABRAN PRONTO!” Y el Galés, el vecino de la viuda abrió, dijo, “HUCK! ¿Qué quieres a estas horas, muchacho?” Huck le dijo, “LA VIUDA! ¡VAN A MATARLA!” El galés y sus dos hijos entraron en enseguida en casa de la viuda, estando los tres armados con sus rifles. El galés dijo, “¡Tengan cuidado, muchachos! ¡Ese Indio puede estar en cualquier parte!”
   La señora Douglas se despertó, y bajó las escaleras con un candelabro. Y sin entender nada, dijo, “¡Qué ocurrió allá abajo? ¿Que es todo ese estruendo?” Alcanzaron a ver cómo una sombra trepaba ágilmente la escalera. El galés gritó, “CUIDADO MARIAN!”
  Y los tres rifles hicieron fuego a la vez. Un hombre rodó escaleras abajo.  Y los tres se acercaron enseguida para saber quién era. El galés lo acomodó boca arriba con su pie, y exclamó, “¡Caramba! Es Peter Smith, el traficante de caballos”
  Por una ventana, Joe el Indio salía de casa y pasaba corriendo sin hacer el menor ruido como un gato por el traspatio. Solo Huck que había vuelto a su tonel, creyendo que allí estaba más seguro, lo vio, y exclamó, “¡Oh no! ¡Se ha escapado otra vez!”
    En la gruta, Becky lloraba mortalmente asustada. “¡BU! ¡BUUUU!” ¡Nos hemos extraviado! ¡Moriremos en este horrible lugar antes de que alguien nos encuentre!” Y el barco de vapor tocaba nuevamente su sirena para anunciar el regreso. El galés entretanto explicaba a la viuda Douglas quién le había salvado la vida. La viuda dijo, “¡Oh, siempre dije que ese Huck tenía buen corazón!”
    Mientras Huck dormía extenuado, en la caverna Tom buscaba desesperadamente una señal que le indicara la salida de aquellas enormes grutas. Mirando una luz a la distancia, Tom pensó, “¡Allá hay una luz!” Dejando a Becky junto a un arroyuelo subterráneo, decidió investigar.
   Tom dijo a Becky, “No te muevas de aquí. Bebe agua para calmar el hambre, y toma esta galleta.” Tratando de no dejarse llevar por el terror, se internó en el túnel al fondo del cual había visto antes una luz. Tom pensó, “Ni siquiera sé cuánto tiempo llevamos aquí. Tal vez el barco haya partido.”
    Ésta vez había tomado la precaución de atar el cabo de una cuerda de cometa a una roca, para encontrar el camino de regreso, a donde estaba su compañera. Tom volvió a ver la luz, y pensó, “Allá está…¡Ojalá sea la vela de alguien del pueblo!” Corrió dando gritos. “¡EH!¡AQUÍ!¡SOY TOM SAWYER!¡ESTOY PERDIDO!”
    Pero de pronto, una enorme figura y terrorífica se plantó ante él con una vela en la mano. Tom exclamó, “¡Oh!” En unos instantes, mil imágenes terribles pasaron por la mente del niño que se acurrucó, como un animalito que va a ser devorado, en un hueco del muro.
   Cuando volvió a abrir los ojos, Tom creyó que estaba soñando. ¡El Indio Joe pasaba de largo como si no lo hubiera visto! Indio Joe se fue, pensando, “¡Bah! ¡Lo que me faltaba! ¡Uno de estos chiquillos latosos!” Y como una flecha, Tom volvió al lado de Becky, quien le dijo, “¿Has encontrado a alguien, Tom?” Tom se turbó y dijo, “¿Alguien? ¡Oh, no, no! A nadie Becky.” Pasó una noche, y una mañana, antes de que la ausencia de los dos niños fuera notada.
   La tía Polly tuvo que ir a la casa de la viuda Douglas a preguntar por Tom. “Perdone señora Douglas, ¿No está aquí Tom?” La viuda Douglas le dijo, “¡Oh, no, querida Polly! Los chicos suelen venir y quedarse aquí, después de una excursión, para tomar chocolates y pastel. Pero esta vez, no han venido.” La viuda agregó, “Eso mismo lo explicaba la señora Thatcher, que vino a buscar a su hija.” Cada vez la situación se volvía más alarmante.
   Los niños y los que asistieron comenzaron a dar algunas pistas, a la señora Thatcher y la tía Polly. “Yo vi a Tom y a Becky avanzar hacia la parte no explorada de la gruta.” “El maestro advirtió a Tom que si se apartaban del grupo, se perderían.” Tía Polly dijo,“¡Oh, ese muchacho otra vez hizo de las suyas!” Para entonces se habían formado brigadas que regresarían en lanchones a las grutas. Antes de partir, uno de los hombres de la brigada dijo, “No se preocupen, señoras. ¡Los encontraremos!”
   El juez Thatcher se unió a la búsqueda, y al despedirse de su esposa, le dijo, “Ten calma, Margaret, traeré a Becky. ¡Y veré que no vuelva a suceder otro accidente así, en estas malditas grutas!” Mientras tanto, dentro de la gruta, las velas estaban a punto de extinguirse, y las esperanzas de los niños también. Tom dijo, “Nos hemos comido mi última galleta, Becky. Ahora sólo nos queda rezar.”
   Becky exclamó, “¡Oh, Tom! ¡Abrázame muy fuerte!” El único que no se había enterado de lo que sucedía era Huck, quien pescaba en el rio, arriba de la rama de un árbol, pensando, “¡HUUMM!...¡Nada como un buen baño de pies, un pescado en el fuego! ¡Después de comer, buscaré un barril para echar una siestecita!”
   Y en efecto poco después dormía profundamente, en el basurero, dentro de un tonel. Pero despertó sobresaltado, al sentir que la gente corría de un lado a otro. “¡LOS HAN ENCONTRADO!¡LOS NIÑOS HAN APARECIDOS!”  
   Becky y Tom habían sido hallados, tres días después de su extravío, por unos pastores. Dos hombres llevaban en sus hombros a los niños perdidos. Uno de ellos dijo, “No pudimos traerlos antes, señor, porque estaban muy débiles. Les dimos de comer y dejamos que descansáran un poco.” La señora Thatcher abrazó a Becky, quien dijo, “Papá ¡Tom se portó como un héroe! Encontró una salida tras esa colina, y me obligó a caminar hacia allí.”
    Tras horas y horas de oscuridad, el Sol hirió por fin de nuevo los ojos de Tom Sawyer. Tom exclamó, “¡Becky, es el cielo!” Bajaron por la colina y encontraron a un pastor. Tom gritó, “¡A˗AUXILIO!¡ESTUVIMOS PERDIDOS! ¡OH! ¡NO HEMOS COMIDO EN AÑOS!” Tía Polly y la señora Thatcher lloraron aún más. Tía Polly abrazó a Tom y le dijo, “¡Oh Tom! ¡Sniff! ¡No hay remedio! ¡Vas a matarme de un disgusto, hijo!”
    Huck sonrió divertido, y dijo, “¡Vaya si era el Vengador Negro de la Flota Española, quien se había perdido.” Pasaron algunos días, y todo volvió aparentemente a la normalidad, hasta que…los niños se reunieron nuevamente en el rio. Tom llegó a la orilla del rio, y dijo a Huck, quien estaba ya arriba de la balsa, “¡Huck! ¿Estás listo?” Huck le dijo, portando una vara como si fuera su espada, “Mano Rosa está siempre listo, capitán.”
    Ambos siguieron la corriente del rio en la balsa. Por lo visto, aquellos chicos no se cansaban nunca de jugar a los piratas. Y esa noche, en casa de la viuda, se cocinaba un gran pastel. Tía Polly dijo, mientras la viuda sacaba un gran pastel del horno, “¡Está delicioso, Marian! ¡Será una grata sorpresa para los chicos!”
   Tom apareció lleno de barro, y algo más tarde que de costumbre. Tom dijo, “¡Oh, lo siento Tía Polly! Es que te tengo una sorpresa…” Tía Polly dijo a Tom, “Vamos pronto a casa de la viuda Douglas. Los Thatcher ya están allí. ¡Y también Huckleberry Finn deberá asistir!” Tom dijo, “¿Huck? ¡Caramba! Pues, entonces debo ir por él.”
   Cuando todos se hubieron reunido, el juez Thatcher habló primero. “Tom Sawyer, por salvar la vida de mi hija, quiero ofrecerte desde ahora todo el dinero que sea necesario, para que mediante el estudio, llegues a ser en el futuro un hombre importante.”
   Enseguida, la viuda Douglas dijo, “Huckleberry Finn, serás desde ahora como mi hijo. Me encargaré de tu educación, y haré de ti un buen ciudadano.” Y aunque no estaba en el programa, Tom habló al final, dejando asombrados a todos. “Gracias, juez Thatcher. Gracias, señora Douglas. Resulta que Huckleberry y yo somos muy ricos ahora.”
   Y Tom dejó caer sobre la mesa, una gran cantidad de joyas y monedas de oro, ante el asombro de todos los presentes. Aprovechando que los allí reunidos, se habían quedado mudos por la sorpresa, explicó: “Hallé una cruz y una marca en el suelo, dentro de la gruta. Y pensé ‘¡El número dos! ¡El Indio Joe se refería a este lugar!’ Cuando Becky y yo nos perdimos en la cueva, exploré los túneles buscando una salida, y entonces escarbé…¡Y allí había una fortuna!”
   Tom concluyó, “Volví con Huck, y la trajimos en una balsa. La mitad es para él, y la otra mitad para tía Polly.” Tía Polly exclamó con lágrimas en los ojos, “¡Oh, Tom!” Pero había algo que intrigaba al juez, y dijo, “Oye Tom, ¿Cómo pudiste volver a entrar en la gruta? ¡Yo mandé tapiar la abertura, para que ningún otro excursionista se volviese a perder!” El rostro de Tom se volvió color ceniza. Tom exclamó, “¡T˗tapió la entrada? ¡Oh!”
   Tom se acercó y dijo al juez, “¡EL INDIO! ¡EL INDIO JOE estaba allí dentro! ¡Yo entré por detrás de la colina con Huck! Pero, no creo que el indio conociera esa ruta.” Cuando volvieron a abrir la gruta, encontraron al pobre hombre, que había muerto de hambre, sed, y desesperación. El juez exclamó, “¡Oh Dios mío! Si hubiera sabido que aún había alguien aquí…”
  Algunos días después, la campana de la escuela sonaba. Tom y Becky iban de la mano a la escuela. Y mientras la viuda Douglas jalaba de los pies a Huck, quien dormía en su tonel, diciendo, “¡Sal del barril Huckleberry! ¡Dejarás de ser un holgazán! ¡Te pondrás estos zapatos, e iras a la escuela! ¡Me lo he jurado a mí misma!” Tom y Becky riéron.

   Tomado de, Joyas de la Literatura. Año I, No. 10, 15 de abril de 1984. Adaptación: Remy Bastien. Guión: Dolores Plaza. Segunda Adaptación: José Escobar.