Club de Pensadores Universales

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miércoles, 3 de abril de 2013

La Guerra de los Turcomanos de Joseph Arthur de Gobineau

     Joseph Arthur de Gobineau, llamado el conde de Gobineau, nació el 14 de julio 1816 en Ville d'Avray y murió el 13 de octubre 1882 en Turín. Gobineau fue un escritor y diplomático francés, y debe su fama póstuma a su Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas (1853-1855), por lo que se encuentra entre los padres del pensamiento racista. Él es también el autor de una obra literaria romántica, ensayos polémicos, y un trabajo histórico y filológico sobre el antiguo Irán.


Juventud (1816-1849)
     Arthur Gobineau nació en una familia de la nobleza de Burdeos. Su bisabuelo y su abuelo habían recibido mucha ayuda de la Corte de Ayuda y del Parlamento de Guyenne en Burdeos. Su padre, Louis de Gobineau, siendo más joven, tenía una carrera militar, y se comprometió al Imperio por sus simpatías legitimistas. Por su participación en la fuga de Polignac en 1813 fue encarcelado en Sainte-Pélagie, y fue puesto en libertad en la Restauración (1814). En Bruselas con el rey durante los Cien Días, fue nombrado capitán de infantería a su regreso a la Guardia Real.
Las Tribulaciones de la Infancia (1816-1835)
     La infancia y la juventud de Gobineau, quien fue un niño frágil y nervioso, estuvieron marcadas por la discordia existente entre sus padres y la inestabilidad de la vida familiar. Su padre pronto se alejó de su familia por las necesidades de su cargo: participó en la expedición a España en 1823, y luego fue comandante en Seu de Urgell desde 1823 hasta 1828. Su madre, Anne-Madeleine Gercy, fue hija de un fallecido colector de impuestos del antiguo régimen de Burdeos y una criolla de Saint-Domingue. Ella llevó una vida muy independiente con el tutor del pequeño Gobineau y su hermana Caroline, Charles La Sotin Coindière, quien era también una de las muchas amantes, y era hija de un ministro de la Junta de Policía, Jean-Marie de La Sotin Coindière. Después de haber cometido varias estafas, ella huyó a Inzlingen, en Baden, en el verano de 1830. Pero una solicitud de extradición había sido formulada por los tribunales franceses, por lo que la "familia" se trasladó en diciembre de 1830 a Biel, donde Arthur se inscribiría en el Gymnasium. Perfecciona su alemán y es iniciado, al parecer, al persa. La llegada a Suiza de los emigrantes polacos vencidos en el levantamiento de noviembre 1830 abrio nuevas oportunidades para su madre, quien decidió su salida para finales de 1832 de Polonia. Arthur se volvió a su padre quien se retiró en 1831 debido a su antipatía hacia la Monarquía de Julio y se instala en Lorient. De 1833 a 1835, también destinado a la carrera militar, Arthur de Gobineau asistió a la Royal College of Lorient, de donde parece haber sido destituido por indisciplina y por sus simpatías legitimistas de su padre. Es en esta época cuando se desarrolla la sensibilidad orientalista, en la moda romántica imperante en ese momento, aunque es dudosa la leyenda familiar que dice que, tan joven, fue capaz de traducir al poeta persa Ferdowsi. También hace planes de boda con su amiga Amelie Laigneau.
Los Años de Formación (1835-1840)
     A finales de septiembre de 1835, después de fracasar en el examen de ingreso en Saint-Cyr, parece satisfecho de cumplir su sueño de ir a París, aspirando a una carrera literaria. Se trasladó allí en 1835 con un viejo tío, soltero, y vive fiestas, y también con Thibaut-José (un viejo amigo de Talleyrand), vive en un loft de la calle Saint-Benoît. La asignación de una pensión exigua al año le trajo como supernumerario (no remunerado) a la Compañía francesa de alumbrado de gas durante el invierno 1835-1836. Si Arthur de Gobineau no parece dudar de su genio, sólo con dificultad se las arregló para publicar en la revista semanal La Moda un fragmento de un poema que él escribió, Dilfiza.

     Gobineau sufre una situación precaria cuando su tío le corta su comida, en septiembre de 1836. La movilización de sus relaciones con la prensa ultra, le arregló para colocar sus artículos, todos los cuales todavía no están identificados hasta ahora. Este trabajo y tales preocupaciones lo tiene algo desalentado. Sin embargo, se las arregla para emplear útilmente los años siguientes, en el estudio de la lengua y la literatura persa del orientalista francés, Quatremére, quien le confía la traducción de la Geschichte der Ost-Mongolen de Isaac Jacob Schmidt, competencia que le permite orientar su producción de una manera más acorde con sus ambiciones literarias. En 1838, por invitación del Berryer que abrió su nueva (y temporal) revista: Francia y Europa, publicó un artículo notable de este: "Desde el Movimiento Intelectual de Oriente" y una serie de monografías sobre la popularización de Rumi, Hafiz, Jami, y Saadi. Sin embargo, cinco años después de su llegada a París, puede considerarse satisfecho de describir su condición en, "París es un infierno." Finalmente, el rompimiento con su madre, quien regresó a París; las calumnias en los salones que frecuentaba; la aversión de la madre de Amelie Laigneau a su matrimonio con esta joven; protecciones disponibles para el  en el Faubourg St. Germain no le logran obtener una mejor sinecura en la Oficina de Correos en enero de 1839, y, por último, las divisiones y el fracaso del partido legitimista en las elecciones angustiosas de 1839 confirmó en él sus tendencias hacia la misantropía. 
Los Primeros Éxitos de un Polígrafo (1840-1849)
     Así, a principios de 1840, Gobineau es en muchos aspectos un hombre joven decepcionado y herido, al que ha llegado el momento de entender que la vida tiene muchas promesas que no llegan. Por un lado, su círculo social se amplia. En Madame de Serre viuda de Hércules de Serre, el ex ministro Luis XVIII de Francia, él conoció a otros jóvenes como él, tales como los jóvenes Serre Hércules, sobrino de, Maxime Du, y el pintor Guermann Bohn quien será conocido de Ary Scheffer. Juntos fundaron un club, Les Scelti (los "Elegidos") o Los Primos de Isis, proyectan una novela colectiva, un ensayo, una Revista de Oriente, que casi redundan. Por otro lado, él finalmente logró publicar en la Revue des Deux Mondes, un artículo político importante sobre el primer presidente de Grecia independiente, Jean Capodistrias, que niega la afiliación entre los griegos antiguos y modernos y toma una postura por los turcos contra el expansionismo ruso en el Este. A partir de entonces y hasta 1848, proporcionará regularmente artículos de política interior y exterior en diversas publicaciones como La Quotidienne, L’Union Catolique y la Revue de Paris, e incluso en 1842 es nombrado director de L’Union Catolique. En 1848-1849, él fundó y co-dirigiró con Louis Kergorla La Revista Provinciana de tendencia monárquica y hacia la descentralización.
Sin embargo, su éxito le permite desarrollar sus proyectos literarios más libremente. En este campo se ocupa evidentemente de su actividad como periodista, y publica a partir de 1942, incluyendo obras de comercio, varias de crítica y de historias literaria de Hoffman, Quinet, Musset, Gautier, Heine, Balzac, Stendhal; una serie sobre los críticos contemporáneos permanentemente enojado con ellos, especialmente Gautier y Jules Janin. Gobineau es más teórico en dos artículos publicados ambos en 1845 ("¿Una Nueva Literatura es Posible?" y "Objetivos de la Literatura Técnica"), donde toca el tema de la acusación de decadencia iniciada en la literatura romántica, afirmando posiciones modernistas y formalista al mismo tiempo. Pero también trata sobre la creación literaria. Dos obras de teatro (La Despedida de Don Juan, publicada en la editora del autor en 1844, y Alejandro el Macedonio, en 1847, permanecieron inéditas durante su vida), varias novelas (Las Bodas del Príncipe en 1840, Los Consejos de Rabelais y Scaramouche en 1843, La Señorita Irnois en 1847) y cuatro novelas seriadas (El Prisionero Afortunado en 1846, y Nicolás Belavoir y Ternove en 1847, La abadía de Typhaines 1849) muestran sus esfuerzos. De este conjunto, sólo se distingue La Señorita Irnois, novela “Balzacniana,” “Naturalista,” mostrando un, “dominio admirable de la técnica de la novela de serie.”  
     Este período no hubiera dejado más que una impresión de escritos  dispares dispersos, si la protección de Tocqueville no le hubiera ganado una enorme aceleración en su carrera. Después de su reunión en 1843, tal vez en el salón de Charles de Rémusat, Tocqueville, seducido por la atención del joven, le dio instrucciones de redactar a su servicio un panorama de la filosofía moral y alemana e inglesa. Siguió una larga correspondencia en la que pudieron enfrentarse las ideas políticas de Gobineau a las de un opositor político, con quien tuvo una relación de amistad, sin embargo, de confianza y de respeto mutuos. En junio de 1849, cuando fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores en el segundo gabinete de Odilon Barrot, Tocqueville recuerda a su protegido y lo hace su jefe de personal. El gobierno envió en octubre al presidente Luis Napoleón Bonaparte, pero Gobineau se reclasifica como Primer Secretario de la Legación de Francia en Berna y es el comienzo de su carrera diplomática. Participa en noviembre, acompañado de su esposa Clemencia Monnerot (1816-1911), criolla de Martinica con quien se casó en 1845, y su hija Diana, quien nació en 1848.
El Diplomático (1849-1877)
Suiza, Alemania, y el Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas (1849-1855)
     Originalmente fue llamado primer secretario de la Legación de Francia en Berna, donde se aburre (excepto durante unos meses en 1851, donde ocupó el puesto de Ministro interino de Francia en Hanover), encuentra tiempo para escribir los primeros volúmenes de su Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas, que apareció en 1853. Cuando fue nombrado secretario de la representación francesa de Reichstag El Sacro Imperio Romano en 1854, sus obras le valieron la estimación de Anton von Osten-Prokesch, delegado de Austria ante la misma instancia, y uno de los pocos amigos fieles que siempre lo honró. 
El Descubrimiento de Persia (1855-1863)
     En diciembre de 1854, Gobineau es nombrado primer secretario de la legación de Francia que comanda Prosper Bouree. Gobineau ve que su destino lo une a sus pasiones de juventud. Comienza su viaje por mar desde Marsella a Busheyr, puerto del mar pérsico, y entonces continúa en caravana a Teherán, donde escribe una historia impresionante en Tres Años en Asia (otro eco, veinte años después, en su novela, La Vida de Viaje). Luego abandonó por Bourée y su esposa quien regresó a Francia para dar a luz a su segunda hija, Christine, responsable de la única legación, es "más persa que los persas." Su dominio de la lengua, su notable adaptación a condiciones de vida muy exóticas le trae la estima de la población y notables locales. Rodeado por los estudiosos, comenzó el estudio de la historia persa y los intentos de descifrar los escritos cuneiformes, en el que ofrece una teoría que era (y sigue siendo) la hilaridad de los conocedores. Sin embargo, sin pena,  recordó, que abandonó la corte de Persia en 1858.
     Queda algún tiempo sin asignación definitiva. Esperando el Consulado General de Francia en Tánger para completar su conocimiento del mundo musulmán, se niega en enero de 1860, a riesgo de ser destituido, a un nombramiento como primer secretario de la legación de Francia en Beijing. En marzo de ese mismo año, fue enviado a Terranova como gerente de proyectos, junto con dos comisarios británicos, para definir los ámbitos de la pesca de bacalaos respectivamente reservados para los pescadores franceses e ingléses. Este viaje de seis meses, que conduce a Gobineau, a Saint-Pierre, Sydney (en la isla del Cabo Bretón, donde visitó la fortaleza de Luisburgo), Truro y Halifax, Nueva Escocia, Terranova y en todo antes de establecerse en San Juan de Terranova, se basara una historia extraordinaria, Un Viaje a Terranova y la novela, La Caza del Caribu. También parece que su misión se llevó a cabo con éxito y en beneficio de los pescadores franceses: una pequeña bahía en Terranova lleva el nombre de, Anse de Gobineau.”
En 1861, regresó a Persia, esta vez como ministro del derecho de Francia. Esta segunda vez, hizo posible sólo un resumen, sin embargo, de lo que considera el desarrollo de un trabajo muy fructífero descrito anteriormente, no sólo en vano, la escritura cuneiforme, sino también en las doctrinas persas. Su Ensayo Sobre Religiones y Filosofías de Asia Central, publicado en 1865, sigue siendo un texto fundamental, pues conocía muy de cerca las primeras manifestaciones del babismo, y con el que simpatizaba activamente.
Atenas, Río y Estocolmo (1864-1876)

     A su regreso a Europa, Gobineau cree que puede encontrar un poco de alivio. Su mujer durante su ausencia, y con la herencia del tío Joseph Thibaut, quien murió en 1855, adquirió el castillo de Trie, una antigua propiedad de los duques de Longueville, donde Rousseau se quedó en 1767 y 1768. Él conservó esta propiedad hasta 1878, siendo elegido concejal de clases en 1860 y nombrado alcalde desde 1863 hasta su renuncia en 1870 durante la República por sufragio universal y por lo tanto también será elegido Concejal del Cantón de Chaumont-en-Vexin, en 1870.
     En 1864, el nombramiento de Gobineau como Ministro Plenipotenciario de Francia en Grecia es una consagración. Se trata de una situación delicada en un país cuya estabilidad política sigue siendo frágil, dos años después del golpe de Estado que derrocó al rey Otón I. Por otro lado, encuentra el objeto de sus primeras preocupaciones políticas. Es en Atenas donde se pasa el período más feliz de su vida: mimado por el nuevo rey Jorge I, en uno de los salones más prestigiosos de la capital, conoció a un joven admirador, Robert Lytton, Secretario de la Legación Británica, hijo del escritor Edward Bulwer-Lytton y lo llamó a una brillante carrera. Su trabajo sobre La Historia de los Persas, cuyos dos volúmenes se publican en 1869, progresa. Vuelve a componer,  L'Aphroëssa, e inspirado en los modelos clásicos que le rodean trata de aprender la escultura que, a pesar de un talento mediocre, continuará ejerciendo hasta el fin de su vida. También ultimando un ensayo filosófico, el escrito,  Memoria Sobre las Diversas Manifestaciones de la Vida Individual, en el que ha trabajado desde la finalización de Ensayo de las Razas, y no sin dificultad se las arregla para publicar en el, Zeitschrift für Philosophie und Kritik Philosophische de I. H. Fichte gracias al apoyo de su corresponsal Adelbert von Keller. Su estancia también está animada por su flirteo con las jovenes Zoe y María Dragoumis (hijas de estadistas Dragoumis Nikolaos, hermanas del futuro primer ministro Stephanos Dragoumis y tías del escritor Ion Dragoumis), con quienes mantuvo una voluminosa y notable correspondencia. Pero su intransigencia y desobediencia comienzan a servir demasiado, abiertamente y favorablemente a los turcos durante La Revuelta Cretense 1866-1869, a pesar de las advertencias y amenazas del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, poco a poco se pierde la confianza del rey. En mayo de 1868, él arresta y expulsa al autoritario Gustave Flourens, insurgente revolucionario francés junto a los cretenses. Esta actitud no es ajena a su retiro del mercado de Atenas, de donde salió en septiembre de 1868.
     Gobineau había anunciado su deseo de ser enviado a Constantinopla o al menos a un tribunal alemán. Su nombramiento a Río de Janeiro, a donde llegó 20 de marzo 1869, significa una verdadera desgracia. Para su sorpresa, él es muy bien recibido por el emperador Don Pedro II, su lector y su entusiasta admirador, quien compartió su vida privada. Esta en país muy lejano y muy nuevo pero poco se hace para complacerlo. La situación política, que considera que está en los últimos días de la Guerra de la Triple Alianza, no le interesa. Despreciando a la sociedad local (excepto a Posno Aurea, la joven esposa del cónsul de Holanda, quien le escribió decenas de cartas permaneciendo inéditas, “que expresan la sensualidad falsamente casta”), que echa de menos profundamente a pesar de la amistad del emperador y sabe que la depresión no puede ocultar los episodios cómicos de sus cartas a las hermanas Dragoumis. Un incidente que le sucedió es un indicador de esta tensión: en la ópera de Río, Gobineau ataca con los puños a unos notables locales que le habían agitado. El emperador recibió con amabilidad su versión de los hechos. Finalmente, el estado consciente a Gobineau, y le conservará su amistad, recibiendo un permiso después de menos de un año de residencia. Durante este período difícil, sin embargo, Gobineau termina su novela sobre Grecia, Akrivie Phrangopoulo y en un solo día, 16 de diciembre de 1869, escribe la novela Adelaide permaneciendo inédita hasta 1913, pero a veces se considera una obra principal.

    Llegó a Francia poco antes de la invasión prusiana de 1870, la vio y la cuenta de una manera extremadamente pintoresca. Se coloca a la vanguardia en su calidad de alcalde y concejal. Montado en París durante el sitio, se quedó allí durante la Comuna, se propone que, curiosamente, no sin cierta simpatía, y permanece allí después de la Semana Sangrienta, a fin de preservar la buena voluntad del nuevo régimen y evitar referencia a Brasil.
     Después de largos retrasos que lo llevan hasta el borde de lo que parece un cese o revocación, Gobineau finalmente fue nombrado Ministro Plenipotenciario de Suecia. Este es el último puesto: nunca fue embajador. Son estos algunos años, estimulados por la exasperación de sus tensiones con su familia, y sobre todo la amistad amorosa que tiene con la condesa de La Tour, esposa del Ministro de Italia en Estocolmo, quien permaneció con él hasta su muerte, que debe ser el tiempo de las principales obras de Gobineau: la novela Las Pléyades y Novelas Asiáticas. Su amistad con la condesa de la Tour Sallier parece mayor, ya que estaba presente en Brasil y Japón junto a su marido embajador.
El Misántropo Errante (1877-1882)

     Jubilado en marzo de 1877, después de unas vacaciones algo prolongadas dedicadas a acompañar a Don Pedro II durante su viaje a Europa, dejó Estocolmo y la diplomacia. Este es el comienzo de una vida errante que lo llevó a su muerte, y que ve vacilar continuamente entre el Castillo Chaméane, propiedad Auvergne de la condesa de la Tour, Italia, donde se va de una ciudad a otra en la búsqueda de un clima favorable y de patrocinadores de su trabajo como escultor, y a Alemania, donde visitó amigos (incluyendo Wagner, con quien se reunió en Roma en 1876) y toma el agua para el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso que le abrumar con más dolor.
     Estas dificultades arruinan poco a poco sus facultades creativas. Su escultura nunca superó la mediocridad. Su obra histórica, se concentró en La Historia de Ottar-Jarl donde dice trazar la genealogía del propio Gobineau hasta el dios Odín, donde se hunde en lo inverosímil. Sus proyectos de artículos son sólo borradores olvidados. Su poesía, que nunca fue brillante, le requiere predominantemente: le consagra sus últimos esfuerzos a su gran poema épico, Amadís, parcialmente póstumo. Su carácter cada vez golpeado lo aleja de su familia, donde sólo los más fieles todavía se las arreglan para vivir con él. Cuando murió finalmente se peleó con sus hijas y su esposa, y estuvo cerca de la ruptura con Richard Wagner, cuyo antisemitismo, misoginia y mesianismo era insoportable.
     Gobineau es en definitiva un caprichoso que sabe que su muerte será repentina. De repente decide huir  del otoño de Auvernia, dejando el pueblo de Chaméane estando solo y casi ciego, se embarca en la comuna francesa de Saint-Germain-des-Fosses y atraviesa Francia en tren llegado a Turín, donde murió el 13 de octubre 1882, abrumado por una crisis cerebro cardiovascular mientras le conducían a la estación para tomar el tren a Pisa. Está enterrado en el cementerio central de indigentes de Turín (ampliación I, arco 87), donde el régimen fascista instaló en 1932 una placa en su honor, con la inscripción: "Il tempo e gli eventi no esaltano la Figura di presago pensatore." ("El tiempo y los acontecimientos exaltarán la figura del pensador visionario.")
El Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas

El Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas está escrito en la forma de un largo resumen de la historia de las civilizaciones humanas, ordenadas éstas por el concepto de "raza" y se caracteriza por una filosofía de la historia, tanto determinista como pesimista. Gobineau postula la existencia de tres razas primitivas, cuyo mestizaje, necesario según él para el desarrollo de las civilizaciones, sin embargo, inevitablemente conducirá de nuevo a la caída de la raza humana.
     Estos "tres elementos puros y primitivos de la humanidad", que son para Gobineau las razas amarilla, blanca y negra han sido diseñadas como fundamentalmente desiguales, no tanto cuantitativa como cualitativamente.
A la raza blanca se le concede,
"el monopolio de la belleza, inteligencia y fuerza" y dentro de esta raza blanca, la "raza aria" se coloca por encima de todas las demás, y está sujeta a un elogio especial. En su descripción de la raza negra, se "acumulan" según Pierre-André Taguieff, "sin ninguna distancia crítica, los prejuicios y estereotipos más negrofóbicos, bestializántes y criminalistas." En cuanto a la inteligencia, se asigna una, "facultad pensante [...] escasa o incluso nula." 
     La raza negra tiene la ventaja en el reino de los sentidos, donde algunas de sus facultades, como, el gusto y el olfato principalmente están “desarrollados” con un vigor desconocido para las otras dos razas. “Pero,” dice Gobineau, “donde, precisamente, en ese afán de sus sensaciones, es llamativo el sello de inferioridad.” Con la raza amarilla, por último, “el Creador quería hacer un proyecto.” Gobineau destaca, "en todas las cosas" su "tendencia a la mediocridad." Tomando nota de que son "superiores a los negros", le asigna a la "amarilla" el lugar de la "pequeña burguesía en que cualquier civilización desea basar su industria", laboriosa pero demasiado limitada para crear o tomar la iniciativa.
      Situada en la cima de la jerarquía de las razas primitivas, la raza blanca es vista como carente, según Gobineau, de un principio indispensable para el desarrollo de las civilizaciones, especialmente de las artes: las sensaciones. Para adquirir esta propiedad, “oculta en la sangre de los negros,” el mestizaje, que la naturaleza civilizadora blanca inevitablemente empuja, es esencial: porque si la raza blanca carece de las cualidades estéticas, la negra, según Gobineau, carece de las “habilidades intelectuales” necesarias para “la cultura del arte.” Sin embargo, esta mezcla de sus contrarios: “conduce a un vacio social en donde nadie se puede superar.” Resultado de esta pérdida de vitalidad causada por el cruce, la "democracia igualitaria" aparece como el producto de una pasión por la igualdad que naturalmente tiende a degenerar a los pueblos debido a, “contribuciones de razas foráneas.” El régimen democrático es designado así por Gobineau como el cementerio de las civilizaciones, cuyo valor depende principalmente de los rasgos hereditarios correlacionados con las propiedades de la sangre.
     Mientras algunos, como Jean Gaulmier, clasifican al Ensayo solo dentro del campo de la literatura, designándolo como una variante épica, que supone la decadencia constante de la humanidad, el Ensayo tendría una larga influencia en las teorías racistas. 
    La ambición de Gobineau era "llevar la historia de la familia a las ciencias naturales", desarrollando una especie de "materialismo histórico-biológico" humanista que rechazaba la categoría abstracta de género humano y usando al determinismo como base principal de la conducta humana. Su teoría fue, sin embargo, no bien recibida por los partidarios de la antropología física quienes denunciaron su desarrollo imaginativo y sin rigor, que intentó fundar la “ciencia de la raza” en los métodos de la ciencia natural.
     Las teorías de Gobineau fueron en gran medida ignoradas durante el lanzamiento del Ensayo en Francia. En Alemania, las teorías de Gobineau despertaron un mayor interés. Introducidas por Ludwig Schemann, quien las tradujo al alemán, fueron muy populares en los círculos wagnerianos del siglo XIX. En la opinión de Houston Chamberlain, aunque toma de Gobineau la idea de la raza aria, según Houston su teoría es tal que parece carente de rigor, y lo más importante, no establece la política de “regeneración racial” de la que Gobineau fue promotor. En su Ensayo, Gobineau sostiene que la decadencia de la especie humana, e incluso un destino ineluctable, ya están parcialmente marcados. Sin embargo, su Ensayo no contiene ningún programa que pueda inspirar políticas eugenésicas directas o higiene racial, algo que se impone en el espíritu de los ideólogos alemanes y encontró su aplicación en las políticas nazis.
     A pesar de todo, la influencia de Gobineau se fortaleció aún bajo el régimen nazi, aunque a veces a costa de la distorsión o la simplificación de su teoría original. Otmar von Verschuer, principal teórico de las políticas racistas del Tercer Reich, alabó su genio en la aplicación de la “ciencia racial en la constitución histórica de los pueblos y los Estados.” En Francia, el crédito que Gobineau tuvo en Alemania contribuyó a su rechazo por parte de los nacionalistas, como Charles Maurras, quienes lo veían como un avatar del “germanismo,” si es que no del “pan-germanismo.” Un movimiento inverso se llevó a cabo durante la Ocupación en el colaboracionista francés quien intentó asignar a Francia, a través de la figura de Gobineau, la paternidad del racismo alemán.
     La voluntad de revivir a Gobineau llego en escritores de posguerra, como Jean Mistler y Jean Gaulmier, quienes coordinaron la publicación de sus obras completas para la colección, Bibliothèque de la Pléiade. Seguido por Jean Boissel, quien en primer lugar alaba sus cualidades literarias y en segundo lugar discute que Gobineau, “a veces no era racista, por lo menos más de lo que lo eran sus contemporáneos” y que su pobre reputación se debe a una mala interpretación de sus tesis. Se hace hincapié en la falta total de anti-semitismo que Gobineau muestra en su obra.
     El historiador del racismo Christian Delacampagne, emite alrededor de Gobineau“serias reservas” sobre su enfoque. Se subestima el hecho de que se dice de Gobineau que es el primer autor de cierta importancia donde el racismo es el centro de gravedad del pensamiento y en donde éste le dedica “un componente importante de su producción a la presentación de una teoría racista.” En la misma línea, el filósofo Jean-Paul Thomas dijo por su parte que, “el racismo de Gobineau es brillante, claro y central” y Pierre-André Taguieff sostiene que él aporta una, “contribución decisiva al racismo biológico” y a la construcción y el mito ario. Léon Poliakov, comentando un libro de Jean Boissel, uno de los principales defensores de Gobineau, juzga finalmente que la, “detestable fama póstuma” de Gobineau no es “totalmente inmerecida.” Menos que la jerarquía de las razas, algo muy aceptado en el momento de escribir el Ensayo, es el “horror del mestizaje,” la “Escatología crepuscular,” “culto [...] de una raza de hombre inmaculado y blanco” y el neo-paganismo de Gobineau, lo que puede explicar la atracción que ha ejercido sobre los teóricos nazis.
Obra Literaria.
     La producción literaria de Gobineau en sí se divide en dos períodos, uno antes y otro después de su carrera diplomática. No se puede considerar insignificante el espíritu de independencia, que como sospechoso, ha sido capaz de expresarse plenamente en desafío a cualquier plan de carrera.
     El primer período, de 1840 a 1849, es el de un joven industrioso y, a veces indeciso, adicto a la producción de melodramas que poco eran capaces de impresionar a la posteridad. El conjunto, es probablemente desconocido. Hay escombros esparcidos entre la prensa de la época, sin embargo, y surgen algunas novelas y cuatro romances. Estas, que brillan más por sus defectos que por sus encantos y las cuales proporcionan un tema muy amplio de efusión a los aborrecedores de
Gobineau, no cuentan con pocos encantos menos mezclados. Se le han reconocido El Prisionero Afortunado (1847) de cualidades picarescas, a Ternove (1848) y la Abadía de Typhaines (1849), donde a pesar de sus torpezas y algunos problemas, hay una verdadera preocupación documental. Nicolas Belavoir (1848), por mucho, la más larga, sorprende por la forma en que su principal inconveniente, la manía de dibujar la línea, es derrotada por el autor en un humor absurdo desilusionado extremadamente y logrando poco interés en la historia. Las novelas de este tiempo son un reflejo agravado de esta calidad desigual: mientras que la mayoría son muy difíciles de leer y no tienen ningún otro interés que la biografía de su autor, algunas están, ya, entre las producciones más significativas de Gobineau. Una de las primeras, Scaramouche (1843), tuvo cierto éxito, corroborado por el hecho del comentario de Louis Aragon en su ensayo, “Nunca Aprendí a Escribir.” Uno de estas últimas, sobre todo, La Señorita Irnois (1848), fue un éxito duradero. Este periodo fue también el de la producción de teatro y la poesía también es pobre y desacreditada por la crítica.
     No fue sino hasta 1869, en el aburrimiento de su estancia en Río de Janeiro que Gobineau revive la ficción en prosa. Su novela, Adelaide, escrita en un día es a veces considerada su obra maestra, a pesar de que apareció después de su muerte. El problema se centra en los celos entre dos mujeres, llenas de crueldad, valentía y sentido del humor. Sin embargo, en ésta novela no revela las huellas de lo exótico que marcará la producción del segundo período romántico de Gobineau. Éste, corriendo hasta su muerte, cristaliza en el efecto que le imprimen veinte años de vagar, tal como el título de las dos colecciones publicadas lo indica: Recuerdos de Viajes (1872) y Novelas Asiáticas (1876), distintos de su reunión, pero esencialmente unidos en su contenido. Estas nueve novelas son quizás la quintaesencia del genio literario de Gobineau: de la gracia de su capacidad de maravillarse ante el mundo, todo su romanticismo enamorado obsoleto del amor cortés, y también la dureza de su elitismo. Excepto en son de burla, lo común no conoce ninguna parte, y las pasiones se desatan con la nobleza. Baste decir que las teorías raciales de Gobineau tienen un papel muy pequeño y no se informó en ese momento que mezclaba cierta ironía poco más insistente que la preocupación del “color local.”
     Más entera, más violenta y torpe también, en la novela, “Las Pléyades” (1874) será la teoría literaria del individualismo elitista. Carga brutal contra la democracia y la modernidad, el afirmar que el amor es el valor más alto de un “hijo de un rey.” Los intentos posteriores parecen haber sido llevados hasta su finalización, salvo todas las “escenas históricas” del Renacimiento (1877), que figuraba hasta 1934 en el plan de estudios de la escuela secundaria alemana, y quizás la novela, La Velas Negras, cuyo manuscrito inédito se perdió en el incendio del castillo Chaméane.
     A menudo se citan los nombres de Balzac y Stendhal acerca de las novelas de Gobineau. Pero, a pesar de que a veces quería emularlos, se ha mantenido primero el deseo de pintar el mundo burgués, y en segundo lugar el entusiasmo romántico. De hecho, parece que es su escritor de viajes talentoso, elogiado por Nicolas Bouvier, que debemos recomendar su memoria. En la libertad de viajar, Gobineau fue capaz de expresar un humor muy particular, mezcla de desprecio y delicadeza desesperada, de talento picaresco extremo, y la apertura a la vida y a las cosas, incluso algo sin precedentes en la literatura francesa y él no lo sabrá hasta después de las novelas de Victor Segalen y especialmente Ecuador de Henri Michaux.(Wikipedia Frances)
    Los turcomanos son un pueblo túrquico que se encuentra principalmente en los estados de Asia Central: Turkmenistán y Afganistán y en el noreste de Irán. (Wikipedia)
     Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas es un ensayo que el conde Arthur de Gobineau publicó en 1853 la primera edición, en parte, para establecer las diferencias entre las diferentes razas humanas, blanca, amarilla y negra. Se publica íntegramente por primera vez en 1855. Joseph Antenor Firmin le dará una respuesta en 1885. Gobineau inventa con este libro uno de los grandes mitos del racismo contemporáneo: el mito ario.

     Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas es un libro extenso que combina afirmaciones científicas y prejuicios populares. Aunque su objetivo es “poner en la historia de la familia a las ciencias naturales,” el carácter científico de la obra está claramente afirmado. Sin embargo, el punto de partida para la reflexión de Gobineau, es la historia del mundo tal como se describe en el Antiguo Testamento: se ve la historia antigua y la sucesión de los pueblos y las civilizaciones en términos del criterio único de tres razas: la negra, la amarilla y la blanca. Sucintamente define el comienzo del libro, con algunas consideraciones esencialmente fisiológicas y psicológicas.  Se revelan tres hijos de Noé, respectivamente Cam, Sem y Jafet, según la tradición bíblica.Y la mezcla de razas es el motor de la historia para Gobineau. Todo se reduce a la causa, como él mismo dice:

     “No oculto que la acción libre de las leyes orgánicas, en las que me limitaré en mis investigaciones a menudo se ven obstaculizadas por la interferencia de otros mecanismos que le son ajenos. Deben pasar sin asombro por estas perturbaciones temporales, que no pueden cambiar la sustancia de las cosas. En todos los rodeos en las causas secundarias étnica últimas siempre acaban encontrando su camino. Ellas tienden a fallar con calma y nunca llegar .”

     Gobineau analiza a todos los pueblos, uno por uno, explicando sus éxitos o fracasos por el predominio de un determinado elemento étnico dentro de cada raza, de hecho, su visión etnológica se caracteriza por una jerarquía de razas raras veces oculta.
     Guiados por el principio racista que justifica al final, el contenido de la obra es esencialmente histórico, con la ayuda de la arqueología, la lingüística, la literatura. Hablando de la etnología, Gobineau hace hincapié en que,“Este es el éxito de la esterilidad para apoyar esta elección una sola ciencia. de las favoritas con sólo la ciencia, principalmente en la fisiología. Esta área está abierta para él, sin duda, de donde toma prestados materiales para adquirir el necesario grado de autenticidad y asumir su carácter especial, casi siempre es esencial que se somete a control de historias en otros lugares, y que el estudio comparativo de las lenguas, arqueología, numismática, la tradición o la historia registrada, han garantizado su valor, ya sea directamente o por implicación, a priori o a posteriori.”

     Los análisis fisiológicos de las razas son realmente minorías en Gobineau en relación con el discurso sobre el carácter de la gente como lo revela en la historia o la arqueología. Al final, aunque la mayor parte del texto tiene  tendencia a la erudición, el libro es notable por su alta carga literaria destaca, por ejemplo, por Hubert Juin en su prefacio. 
Libro 1 Consideraciones Preliminares

     Gobineau explica la causa de la caída de las civilizaciones: las civilizaciones están en, “Un estado de relativa estabilidad, donde multitudes están tratando de buscar pacíficamente sus necesidades, y perfeccionar su inteligencia y la moral.”
Su decadencia puede ser explicada por causas o condiciones, o por consideraciones morales, o por la acción de la política, pero por causas raciales. Contra la idea de la aparición de varias razas humanas en el mundo, Gobineau plantea un origen común en una época de Adán. Un período de climas intensos (época de los gigantes) fueron modificando en profundidad la fisiología de los hombres, dando a luz a tres razas distintas, cada raza tiene su propio carácter. El autor sostiene que estas razas pueden ser jerárquicas, con los blancos en la parte superior. Los negros así tendrían la frente huidiza, rasgos afirmando una inteligencia inferior, el sentido del olfato y el gusto desarrollado, y una inclinación por lo extremo y grotesco. Las yemas de enfrente son amplias donde las características luchan por salir, y de una manera práctica para el disfrute tranquilo de pequeño burgués, blanco, quien finalmente se caracteriza por un sentido de la acción y una perspectiva amplia altamente desarrollada, asociada por una  falta de sensualidad y gusto artístico.
Libro 2: Civilización Antigua Irradiando desde el Asia Central al Sur Oeste.
       Gobineau elabora a continuación, las migraciones y orígenes de las razas que define. Los negros se extendieron desde África hasta Asia, el Amarillo va desde América a Europa,  o a lo largo de las costas de Asia (donde se fusionan con Los negros con el tipo de Malayo), para los blancos, la cuna de su raza se encuentran alrededor de la Mongolia- Manchuria. Entre Asia y África, varias razas, incluyendo camitas, que Gobineau no equiparan a los negros, y los Semitas, desarrollaron civilizaciones, todas marcadas con  mayor o menor grado, por la mezcla con la raza negra: este es el momento de Asiria, Fenicia y Egipto. Los monumentos de estas civilizaciones pueden ser explicados para Gobineau, por el gusto de lo monumental de estos pueblos de Oriente y el sentido artístico de los negros:

“El negro es el ser humano que más fuertemente captura la emoción artística.”

     Pero la emoción está siempre vigilada por lo grotesco. Gobineau reconsidera así, el nivel de las civilizaciones: la civilización egipcia se hubo estancado, por ejemplo, mientras la Asiria, la cuna del arte griego para Winckelmann, sería una cultura superior.
Libro 3: La Civilización Irradiando desde Asia Central hacia el Sur y Sudeste.

     En la India, cultura por la que Gobineau no ocultó su admiración, ve la perpetuación de una raza aria a pesar de numerosas invasiones, a través de la segregación por orden de castas: En el orden de la sociedad, existe  una estructura de orden racial.

     Mientras que los arios se rasgan unos a otros en interminables divisiones, China se desarrolló casi de forma independiente en torno a un imperio unificado, donde la administración y el utilitarismo era la regla. Alrededor de estas dos civilizaciones, los pueblos marcados por la sangre negra pudieron desarrollarse sin llegar a la perfección que hubo en la India y China.      Los blancos nacen en Mongolia, donde son sorprendidos por la vitalidad de los amarillo y se mueven hacia el oeste, conquistando territorios, y aún a los pueblos más débiles.













Libro 4: Civilizaciones Semíticas del Suroeste.

El milagro griego nace de la combinación de glóbulos blancos y amarillos, y la decadencia helenística se explica por la influencia de los pueblos semitas que les rodeaban, sensible en el arte monumental y el despotismo político.
Libro 5: Civilización Semita Europea

     Roma se desarrolla igualmente debido a la sangre de blancos quienes a continuación, se instalan con diversos pueblos de Europa. Los sabinos, herederos de los cimbrios o galos dan una dimensión a la aristocracia guerrera de la Roma naciente. El imperio que eventualmente crea a partir de entonces, se amalgama de pueblos y promueve el mestizaje preservando las particularidades de cada uno por una ley más desarrollada. Roma, al igual que Grecia, caerá a causa de sus tendencias antisemitas claramente visibles en la bizantina.
Libro 6: La Civilización Occidental

     Mientras que los pasos de Europa están en manos de los eslavos, marcado por su sangre blanca, amarilla y finlandesa, y la personalidad: “Demasiado débil y suave para excitar mucho enojo entre muchos hombres que invaden, fácil de aceptar un papel secundario en los nuevos estados fundado por conquista, su naturaleza es laboriosa.”Los arios desarrollan su cultura igualitaria a la de los terratenientes y guerreros. Los Arios germanos reviven el Imperio Romano y convierten a Europa en la Edad Media, mientras que los países escandinavos arios crecen sus expediciones en el Mar Negro y América. Esta vitalidad, visible en las ciudades italianas de Francia o el aceite del Rin, en la Edad Media, se perpetúa en la empresa de la expansión colonial, con la masacre, justificada en la perspectiva naturalista de la evolución de las razas, con los pueblos indígenas, principalmente amarillos, que habitaban América.
Conclusión General

     Gobineau concluye con una imagen pesimista: la raza blanca es para él el principio vivificante que conecta las razas y permite civilización con los imperios coloniales, que han completado su tarea.

“Las dos variedades inferiores de nuestra especie, la raza negra, y la raza amarilla son el algodón y la lana de fondo grueso, ya que las familias secundarias de la raza blanca se suavizan mediante la mezcla de la seda mientras que el grupo ario, circulando sus hilos más finos a través de las generaciones ennoblecidas, se aplica a la superficie, la obra maestra deslumbrante, sus arabescos de plata y oro.”

     Al mismo tiempo, la raza blanca es aniquilada, ya que se disuelve en una mezcla generalizada que ayudó a crear. La historia universal por lo tanto, es la desaparición gradual del hombre blanco, sustituido por los pueblos mestizos sin uniformidad y vitalidad. Una vez que este principio de vitalidad se ha ido, toda la humanidad se deja morir.

     Estos conceptos han sido utilizados para justificar a los grupos racistas por parte de sus actividades.
Controversias y Refutaciones.

     En 1885, tres años después de la muerte de Arthur de Gobineau, el escritor haitiano Joseph Antenor Firmin publicó un ensayo con un volumen similar (650 páginas) en el que refuta la tesis de la desigualdad racial. El título de su libro, De la Igualdad de las Razas Humanas, se refiere al libro de Arthur de Gobineau. Así que se acepta a priori el concepto de raza, explica la vaguedad de su definición y priorización teorías infundadas de estas razas. En él se destacan los logros negros a lo largo de la historia, desde el antiguo Egipto y Etiopía a la República negra de Haití. (Wikipedia en Francés.)
La Guerra de los Turcomanos
del Conde de Gobineau
     En el patio ubicado en una casa en el pueblecito de Khamesh, Irán, cuatro niños se encontraban jugando. Uno de ellos decía, “Veremos quién logra subir más alto este árbol.” Otro dijo, “¿Y qué premio tendrá el que gane Abdulá?”  Abdulá dijo, “Podría ser…acompañar a Leila cuando vayamos al río.” Kerym dijo, “¡Yo ganaré!” Suleyman dijo, “Ni lo sueñes, Kerym, el triunfador seré yo.” Aga dijo, “Si es que lo permito Suleyman.” Keyrim lo enfrentó, y dijo, “¿Acaso pretendes ganar tu, Aga?” Aga dijo, “Por supuesto.” Leila llegó y dijo, “¿Qué sucede?¿Porqué discuten?” Abdulá dijo, “Hemos hecho una apuesta. El que suba más alto en el árbol será el ganador.” Leila preguntó, “¿Y qué recompensa tendrá?” Keyrim dijo, “Será tu acompañante cuando vayamos al río.” Leila se dirigió a Aga y dijo, “No estoy de acuerdo. Yo pondré las condiciones para elegir al que será mi pareja.” Aga dijo, “¿Qué quieres que hagamos?” Leila dijo, “Cada uno tendrá que traerme algo. ¡El que regrese primero triunfará!” Suleyman preguntó, “¿Y qué cosas serán?” Leila dijo, “Kerym, un clavel rojo; Abdulá, una violeta; Suleyman, un nardo; y Aga, una rosa blanca.” Los muchachos salieron corriendo a buscar la flor pedida, mientras Leila pensaba, “Me aman, y eso me agrada mucho. Espero que así sea siempre.”
     Diez años después, Aga pensaba mientras caminaba por la ciudad, “Hablaré seriamente con Leila. La amo con toda el alma y ella dice quererme también. Pero al igual que a mí, da citas a Suleyman, Abdulá y Kerym. Estoy seguro que no es culpa de ella. Es tan candorosa, atractiva, buena y cariñosa. Son ellos los que no la dejan en paz. Pues bien. Le exigiré que no vuelva a verlos.” Esa tarde Aga se presentó ante Leila y le dijo, “Leila, quisiera que no volvieras a encontrarte a solas con Kerym, Abdulá, o Suleyman.” Leila dijo, “¿Hay algo de malo en ello?” Aga dijo, “No, todos son nuestros primos, y sé que eres incapaz de olvidar que juraste amarme solo a mí. A pesar de ello, sufro cuando estas con ellos. No puedo evitarlo, te amo demasiado.” Leila le dijo, “No quiero más dueño que tú. Para demostrarte cuanto te quiero, pide mi mano a mi padre.” Entonces Aga pensó, “¿Casarnos? Eso significa que todos se enterarán que tengo dinero ahorrado y mis padres tratarán de quitármelo. Es mejor buscar una salida. La quiero pero me costó mucho juntar mi pequeño capital.” Cuando vio su tristeza, Leila lo tomó del cuello y dijo, “¿Qué te sucede?¿Porqué pones esa cara? No te veo feliz ahora que he aceptado ser tu esposa.”  Aga dijo, “Es que soy muy pobre, ¿Cómo podré pagar la dote que mi tío exigirá por ti? ¿Crees que se contentará con una promesa de pago en el futuro?” Leila dijo, “¡Oh no! ¿Cómo quieres que mi padre entregue de balde a una hija tan bonita como yo?” Aga dijo, “¡Si que es una desgracia!¡No poseo nada en el mundo!” Leila dijo, “¿De verdad, Aga?” Leila lo tomó de la cara y dijo, “¿Estás seguro? Te amo tanto, y por algo sin importancia me perderás.”
     Los mimos de la joven le hicieron perder la cabeza. Aga dijo, “Solo tengo 30 tomanes de oro enterrados.” Leila dijo, “¡30 tomanes!¡Embustero!¡Qué poco me amas! Solo con mis ruegos logre arrancarte de la verdad. Ve en busca de mi padre y pídeme en matrimonio. Le prometes siete tomanes pero le das solo cinco. Júrale que los otros se los entregaras después. No los veras nunca. En cuanto a mí, yo sabré arrancarle dos. Te los daré a ti y de ese modo solo te habré costado tres tomanes. ¿Te das cuenta de lo mucho que te amo?”
     Poco después, el padre de Leila decía, “¡Entregarte a mi hija por siete tomanes? ¡Estás loco!¡Completamente loco!” Aga dijo, “Tío, tenga piedad. Es todo lo que poseo en el mundo.” El padre de Leila dijo, “¡Jamás! Una muchacha como ella por esa suma, ¡Nunca!” Aga dijo, “Tío, usted será el causante de mi muerte. Llevará siempre la culpa en su conciencia.” Su tío dijo, “¡He dicho que no!” Aga dijo, “En recuerdo de mis abuelos que fueron sus padres, deme a Leila por esposa. No puedo vivir sin ella.” Después de dos días de discusión mezclados por ruegos y suplicas de Aga, el padre de Leila dijo, “Sea, dame esos siete tomanes.” Aga dijo, “Bueno…es que solo tengo cinco…los otros se los daré en unos meses.” El tío dijo, “¡Cómo! ¡Eres un pillo! Cinco tomanes por mi bella hija.” Aga dijo, “Comprenda, soy muy pobre. Con gran sacrificio he juntado ese dinero.” Aga besó su mano, diciendo, “Le daré los otros dos. ¡Lo juro!¡Lo juro!” El tío dijo, “¡No hay más que hablar!¡Fuera de aquí!” Aga tomó una daga y dijo, “Si no puedo casarme con Leila, prefiero morir.” El tío dijo, “¿Qué vas a hacer?” Aga puso su daga en su propio cuello, diciendo, “¡Quitarme la vida!” Su tío dijo, “¡Espera!...¡Cásate con ella pero no olvides que me debes y tendrás que pagarme!” Aga dijo. “¡Lo haré! Gracias tío. Gracias” El padre de Leila dijo, “¡Basta! ¡Vete antes de que me arrepienta!” 
      El joven se retiro rápidamente temeroso de que el tío cumpliera la amenaza, pensado, “¡Quitarme la vida! Pobre viejo…se lo creyó.”  Cuando Aga llegó con Leila, la tomó de los hombros y dijo, “Mi adorada, tu padre accedió a nuestra boda.” Leila le dijo, “¿Cómo lo convenciste? Ya temía que no cediera.” Aga dijo, “Lo amenace con matarme. De inmediato dio sus consentimiento.” Leila dijo, “Entonces nos casaremos cuanto antes y nos iremos a vivir a Zendjan.” Aga dijo, “¿A dónde?” Leila dijo, “Si, mi querido Aga, nunca me ha gustado el campo. Es la capital de la provincia. Estaremos muy bien.” Aga dijo, “Pero allá no podré cazar. Es lo único que sé hacer.” Leila dijo, “Tesoro mío. Tú eres muy inteligente. Sabrás como conseguir dinero.” Aga dijo, “Leila, no estoy de acuerdo.” Leila dijo, “Serías capaz de negarle esto a tu futura esposa que te quiere más que a nada en el mundo?” Leila lo tomó de sus brazos y le dijo, “Te haré el más feliz de los hombres.” Aga dijo, “Sé que así será, pero…” Leila dijo, “No quiero vivir en el campo. La pasaremos también en la ciudad. ¡Amado mío, hazme ese regalo!” Aga le dijo, “Iremos donde quieras. Te amo tanto que no puedo negarte nada.”
      Días después se celebraba boda y los nuevos esposos partieron para Zendjan. Mientras viajaban, Leila cabalgando un asno, le dijo a Aga, “¿Qué tal el asno que conseguí me regalara mi padre?” Aga le dijo, “Es un animal soberbio.” Leila dijo. “Además, le robé una carísima alfombra. Cuando se dé cuenta ya estaremos lejos.” Aga pensó, “No hay duda que Leila es la perla de las mujeres.” Leila dijo, “Aga, buscaremos una hermosa casa y nos dedicaremos a divertirnos. Es lo que siempre he deseado.” Aga dijo, “Amada mía, recuerda que no somos ricos.” Leila dijo, “¿Cómo que no? Tienes 25 tobanes, mas los dos que me entregó mi padre. ¿Me vas a negra un deseo, a mi que te adoro?” Aga dijo, “No no. Se hará lo que tú quieras.” Leila empezó a cantar, “Laralá, laralá.” Aga pensó, “No puedo decirle que no. Algo me hace darle gusto, aunque no estoy de acuerdo con sus planes.”
     Levaban un mes viviendo en una casa escogida por Leila cuando llego a visitarles Kerym, quien entro sin anunciarse diciendo, “Un criado me dijo donde estaban y decidí entrar sin anunciarme.” Al verlo, Aga pensó, “¿A qué habrá venido? No me gusta su visita.” Leila dijo, “¡Qué gusto de verte!¿Te quedarás un tiempo en Zendjan?” Kerym dijo, “Me instalaré en esta ciudad. Ya no me agrada la vida de campo.” Leila dijo, “Aquí todo es maravilloso. Si vieras cómo nos hemos divertido.” Kerym dijo, “Así es.” Leila dijo, “Te quedarás a comer con nosotros, Kerym. Aga se molestara si no lo haces, ¿No es así, mi amor?” Aga dijo, no muy convencido, “¡Hum!” Leila dijo, “¿Ves? Desea tanto como yo que nos acompañes.”
     Esa noche cuando Kerym por fin se fue, Leila se acercó a Aga, y le dijo, “¿Qué te sucede mi vida, ye sientes mal? Casi no hablaste en toda la tarde.” Aga dijo, “No quiero que Kerym regrese a esta casa.” Leila dijo, “¿porqué?” Aga dijo, “Él siempre ha estado enamorado de ti.” Leila dijo, “No seas celoso. Kerym me quiere pero como a una hermana.” Aga dijo, “Yo no estoy seguro de eso. Prefiero que no vuelva.” Leila dijo, “Kerym es mi primo, y lo estimo. Tú eres mi marido, el hombre al que adoro. Nadie es mas buen mozo, inteligente y brillante que tu. Jamás podría amar a otro. Cambia esa cara o pensaré que has dejado de quererme. ¿Ya no amas a tu Leila?” Aga dijo, “Te adoro. Si te perdiera no se qué sería de mi.” Leila dijo, “Eso no sucederá nunca. Eres el hombre más maravilloso de la tierra.” Se besaron y Aga pensó, “Qué tonto soy. Cómo pude dudar de su cariño.” Con un beso sellaron a paz de lo que había sido su primera riña de casados. Después del beso, Leila dijo, “Aga, Kerym puede volver, ¿verdad?” Aga dijo, “Sí mi amor. Eres la reina de esta casa y tus deseos son ordenes para mí.”
     En las semanas siguientes, Kerym acudió a visitarlos diariamente. En su presencia, Leila reía, “¡Ja, Ja, Ja!¡Qué divertido eres Kerym!” Aga dijo, “La verdad, cuentas cosas muy amenas, ¡Ja, Ja, Ja!” Aga empezó a sentir por su primo un gran cariño. Pasaban horas platicando. Aga decía, “Kerym, ¿Cómo van tus asuntos?” Kerym le decía, “No tan bien como quisiera. Apenas me alcanza para pagar mi alojamiento.” Aga dijo, “Pues vente a vivir con nosotros. La casa es grande.” Leila dijo, “¡Oh, sí!¡Ve a buscar tus cosas y desde esta noche dormirás aquí!” Kerym dijo, “Queridos primos, no saben cómo se los agradezco. Por ningún motivo los ofendería rechazando esta invitación.” Aga dijo, “No se hable más. Te acompañaré por tu equipaje.” Desde ese momento, Kerym se instaló con ellos. 
     Una tarde Aga le preguntó a Leila, “¿Dónde está Kerym?” Leila dijo, “Salió, pero regresará a la hora de la comida.” Aga dijo, “Fue una buena idea invitarlo. Es muy simpático y nos divertimos mucho escuchándolo.” Leila dijo, “Me da gusto que seas tan amable con él.” Así pasaron tres meses. Y un día, Aga pensó, “No sé que me ocurre, pero ya Leila no me atrae como antes. Hay cosas en ella que me molestan. No se cuales pero no entiendo cómo pude enamorarme de ella. Es bonita, simpática, pero le gusta hacer siempre su voluntad.” Entonces revisando su ropa, Aga descubrió un trozo de papel doblado, y dijo, “Oh, ¿Qué hay aquí? ¿Qué es esto?” Aga vio el contenido del trozo de papel y dijo, “¡Por el profeta! Hilos, polvo y un mechón de mis cabellos.” Aga pensó, “La muy ladina me tenia embrujado. Con razón no podía negarle nada. Ha hecho conmigo lo que ha querido. No le diré que descubrí su trampa. Podría volver a intentarlo.”
     La actitud de Aga hacia su esposa cambió totalmente. Al verlo Leila pensó, “¿Qué le sucede a Aga? Ya no me complace como antes. Es como si hubiera dejado de amarme. Pues bien, haré que me adore otra vez.” Esa tarde ambos estaban en la alcoba. Al verla Aga pensó, “¡Qué tonto fui! Por Leila he perdido mis 30 tomanes, Ella lo ha gastado todo.” Leila se acercó y le dijo, “Amado mío. ¿Qué tienes? Has estado muy triste y pensativo.” Aga le dijo, “Nada, déjame tranquilo.” Leila le dijo, “Dile a tu Leila qué te pasa. Sabes que sufro al verte así.” Aga dijo, “¡Retírate! He dicho que me dejes en paz.” Leila se arrojó a su piernas y le dijo, “Aga…¿Porqué me tratas así?¿Qué te he hecho?” Aga dijo, “¡Basta! Guarda tus lágrimas. Me molestan.” Leila dijo, “No me hagas sufrir. ¿Qué te hizo cambiar de ese modo? Te amo tanto…¡Oh, como sufro!” Kerym llegó y dijo, “Aga, no debes tratar así a Leila, una mujer tan hermosa y tan buena.” Aga le dijo, “¡No te metas en esto!” Kerym dijo, “Lo hago porque no puedo permitir…” Aga explotó, diciendo, “¿Qué cosa? ¿Quién te dio derecho a opinar en lo que no te importa.”  Kerym dijo, “Claro que me importa. Tú y Leila son mis primos.” Aga dijo, “¿Y eso qué?” Kerym dijo, “Debo hacerte ver tu mal comportamiento. Tienes la mejor mujer del mundo. Por eso no puedo aceptar…” Aga tomó una espada y dijo, “¡Ah, no!¡Pues veremos!” Kerym tomó también otra espada y dijo, “¿Quieres pelea? ¡La tendrás!” Leila dijo, “¡Nooo!” Aga dijo, “Te enseñaré a no meterte en asuntos de casados.” El acero chocó. Leila gritó, “¡Aga!¡Kerym!¡Deténganse! ¡Basta no sigan! ¡Socorro!¡Se matarán!¡Kerym!¡Aga!” 
     Entre tanto afuera de la casa un hombre se acercaba, gritando, “¡Guardias!¡Guardias!” Dos guardias llegaron. Uno de ellos preguntó, “¿Qué sucede?” El hombre dijo, “¡En esa casa se están matando!” Un guardia dijo, “¡Entremos!” Al entrar los guardias vieron a Aga y Kerym peleando. En el momento que uno de los guardias gritó, “¡Deténgase!” Kerym hirió a Aga, quien cayó al suelo. Uno de los guardias tomó a Kerym y el otro gritó, “¡Apréndelo! Irá a la cárcel por asesino.”  Aga estando herido dijo, “¡Noooo! No se lo lleven. ¡Es mi primo, mi hermano! ¡Puede disponer de mi sangre!” Leila dijo, “¡Pero, si estuvo a punto de matarte!” Aga dijo, “Nada de eso. Fue solo una  pequeña riña. Mi herida es leve.” El guardia preguntó, “Entonces…¿no hace cargos?” Aga dijo, “Claro que no. Moriría de pesar si por mi culpa lo encerraran.” El guardia dijo, “Esta bien, pero que esto no se vuelva a repetir o los dos irán presos.” Aga dijo, “Pierda cuidado. No ocurrirá. Solo estábamos practicando con el Alfanje.” El guardia dijo, “¿Practicando? Pues que bonita manera de hacerlo.”
     Tiempo después, Aga y Kerym dialogaba. Kerym le dijo, “Gracias Aga. Si no es por ti, a estas horas estaría en la cárcel.” Aga le dijo, “¿Cómo iba a permitir que te llevaran si eres como un hermano para mí.” Leila se acercó a Aga y le dijo, “No hay otro hombre como tú, te cuidare esa herida y pronto sanaras.”  Kerym dijo, “Trae vendas, yo me ocuparé de él.” Una semana después, Aga ya estaba curado. Una mañana Leila le dijo, “Vinieron a avisar que el magistrado del barrio, quiere verte.” Aga dijo, “¿Sera por el pleito con Kerym?” Leila le dijo, “No lo sé, pero debes presentarte de inmediato.” Aga dijo, “Iré ahora mismo de seguro me dará un reprimenda.”
     Una hora después, Aga se presentaba ante el magistrado, quien le dijo, “¿Aga Hussein?” Aga contestó, “Si, señor.” El magistrado le dijo, “Está incluido entre los hombres destinados a ser soldado.” Aga sorprendido dijo, “¿Qué?¿Yo?¡Es imposible!¡No me alistaré!” El magistrado le dijo, “¿Se niega a servir en el ejercito de su majestad?” Aga dijo, “¡Por supuesto! Nada me hará hacerlo. ¡Es una injusticia!” El magistrado dijo, “¡Guardias, llévense a éste hombre y castíguenlo!”  Aga dijo, “Señor, escuche…¡Déjenme! No pueden…” Uno de los guardias lo tomó y dijo, “¡Vamos! Ahora sabrás lo que podemos.” Aga dijo, “¡Nooo!¡Suéltenme!” Los guardias lo ataron a un poste. Uno de los guardias dijo, “¡Veras lo que te espera!” Aga les dijo a los guardias, “¿Si les doy un toman de oro, me suspenderán el castigo?” Uno de los guardias le dijo, “No podemos. El magistrado se daría cuenta, pero grita cada vez que caiga el palo, no te tocaremos.” Aga dijo, “Gritaré, pero si quieren ganarse el toman, que ese palo no me toque.” Aga gritaba, y uno de los guardias dijo, “Éste grita como si en realidad le estuviéramos pegando. Imagínate si el castigo fuera verdadero.” El otro guardia dijo, “Me dan ganas de darle un bastonazo, pero pienso en el tomán.” Enseguida lo llevaron ante el magistrado, quien le dijo, “¿Todavía te opones a ser soldado?” Aga dijo, “No señor. Seré el mejor y el más fiel.” El magistrado le dijo, “Bien. Te daré el nombre de tu regimiento. Partirás a Teherán.” Aga dijo, “¿Tengo que ir a Teherán?” El magistrado le dijo, “¿Y qué esperabas? ¿Qué trajéramos aquí al regimiento para que no te molestaras?” Aga dijo, “No, no, solo preguntaba.” El magistrado le dijo, “Antes de quince días debes presentarte a tus superiores.” Aga dijo, “Así lo haré, señor.” El magistrado tomó una espada, y dijo, “Y no trates de huir. La guardia real te buscará, y entonces, el castigo será la horca.” Aga dijo, “Ni siquiera pienso en la posibilidad de hacerlo.” 
     Yendo rumbo a su casa, Aga pensó, “Quizá no sea tan malo. Mi vida actual no me satisface. Podría ser un cambio agradable. Pero antes de irme arreglare algunos asuntos. Leila tendrá que comprender. Claro que tendré que actuar con inteligencia. No es nada tonta.” Cuando Aga llegó a su casa, Lela le dijo, “¿Para qué quería verte el magistrado?” Aga dijo, “¡Mi amada esposa es horrible! Fui incluido entre los hombres destinados a ser soldados.” Leila dijo, “¡Oh, no!¡Podría morir si hay guerra!¡No te irás!” Aga dijo, “¡Leila, cálmate!” Leila le dijo, “¡Aga, no quiero que me dejes! Esposo mío, dime que no te irás.” Aga la tomó de los hombros y dijo, “Kerym, ayúdame a calmarla.” Aga dijo, “Leila, comprende. Debo obedecer o me ahorcarán.” Leila dijo, incada en el suelo, “¡No quiero! Sufriré mucho cuando estés lejos.” Leila se sentó y comenzó a llorar, entonces Kerym dijo, “Leila, Aga debe cumplir con su deber, tienes que resignarte.” Leila dijo, “¿Qué va a ser de mi? Quedaré sola e indefensa.”
     Cuando por fin lograron tranquilizarla, Aga la abrazó y le dijo, “Luz de mis ojos, sabes que solo quiero vivir a tu lado, pero en mi triste situación me preocupa tu felicidad.” Aga la miró a los ojos, y le dijo, “Lo mejor es que recobres tu libertad para que puedas encontrar un marido menos infortunado que yo.” Leila le dijo, “Mi adorado Aga, estoy más dispuesta que tu a sacrificarme y por eso te devolveré la libertad. En cuanto a mí, mi suerte está decidida y me quedare llorando hasta que no tenga más lagrimas, entonces expiaré.” Aga dijo, “¡Amor de mi vida, no digas eso!” Leila dijo, “Aga, Aga, no poder vivir sin ti.” Aga dijo, “Y yo al no tenerte a mi lado hare que me maten en la primera batalla en la que tenga que participar.” Lela le dijo, “Cuanto me quieres, pero nunca tanto como yo a ti.” Aga dijo, “El destino es cruel con nosotros. Separa a dos seres que se aman tanto. Quiero que seas feliz. Vuelve a casarte, sabiendo que estas contenta y protegida, podre soportar la separación.” Leila dijo, “¿Casarme con otro hombre? ¡Nunca! Si la muerte no quiere llevarme, viviré para tu recuerdo.”
      A la mañana siguiente fueron a pedir el acta de divorcio. El abogado les dijo, dándoles un documento, “Aquí tienen, ya no son marido y mujer.” Mientras se retiraban, Leila dijo, “Nunca te olvidare, pero me sacrificaré por tu felicidad y para que te marches tranquilo.” Aga dijo, “Y yo por la tuya, mi amada. Si muero en combate, mi último pensamiento será para ti. Adiós, luz de mis ojos.” Leila dijo, “Adiós, amor mío, el único hombre que he querido y querré.”
     Enseguida, Aga se alejó pensando, “Bueno, ya ese asunto quedo listo. Pobrecita, jura que estoy muriendo de tristeza. ¡Qué tontas son las mujeres! Ahora a buscar a Kerym. Sé dónde encontrarlo. A esta hora siempre está en el mercado. Espero acceda a lo que le voy a pedir.” Una hora después ambos se encontraron. Entonces Aga le dijo, “Primo, te andaba buscando. Necesito que me hagas un favor.” Kerym le dijo, “Si está en mi mano, cuenta con ello,” Aga dijo, “Hoy debo presentarme ante un oficial que vino de Teherán para conocer a los nuevos reclutas. Si me presento mal vestido me recibirá con desagrado y eso puede influir en mi porvenir militar. Te ruego que me prestes a casaca que te mandaste a hacer y que m ha dicho es muy elegante.” Kerym le dijo, “Lo siento pero es imposible. Hoy me caso y la usaré.” Aga dijo, “¿Te casas?¡Con quién!” Kerym dijo, “Con Leila. Tú la dejas sola y ella necesita de alguien que la cuide. Anoche lo decidimos.” Aga pensó, “Leila se casa con Kerym. Hasta hace unos momentos me juraba que nunca amaría a otro. ¡Es para creer en la fidelidad de las mujeres!” Kerym le dijo, “Se que tu comprendes es por eso que no puedo prestarte la casaca.” Aga dijo, “Yo comprendo todo, menos que permitas que me presente ante mi superior en esta facha.” Kerym dijo, “Quisiera ayudarte pero no hay manera. Pienso empeñar la casaca después de la boda. Estoy sin dinero y por ella me darán una nueva suma. Es de paño y muy fino con piel y ribeteada de galón de seda. Como comprenderás, por grande que sea mi deseo de ayudarte, no voy a privarme de mi único recurso.” Aga dijo, “Entonces soy hombre perdido, arruinado y sin nadie que me socorra.” Aga dijo, “Quizá sea mejor no presentarme. Así me buscarán e iré a la horca. ¡Ya no me importa vivir!” Kerym dijo, “No puedes hacer esto. Te prestare mi casaca pero me la devuelves en una hora.” Aga dijo, “Te lo juro por…por tu cabeza. Por la vida de Leila, que todos mis primos se mueran como perros si no cumplo.” Kerym dijo, “Entonces ven conmigo. Te la daré.”
     Tiempo después, Aga decía, frente a la casaca, “¡Qué soberbia! Nunca vi nada tan elegante.” Kerym dijo, “El sastre que la confeccionó es el mejor de la provincia. Algún día se la pagaré. Se lo merece.” Aga se la puso y dijo, “¿Qué tal que queda?” Kerym dijo, “Perfecta pero no puedes usarla con esos pantalones. Te prestaré los míos de seda.” Aga se vistió y dijo, “Tengo un aire principesco.” Kerym dijo, “No olvides que tienes que regresarme la ropa antes de una hora.” Aga pensó, “Todos me miran y envidian mi hermosos traje. Pobre Kerym, si supiera que no se lo pienso devolver. Que se case con Leila. Yo me cobraré con esto el mal rato que me hizo pasar. No tiene ni siquiera la decencia de esperar a que yo me fuera y lo peor es que aun creo amar a esa ingrata mujer.”
     Al salir, Aga fue visto por unos hombres uno de los cuales le dijo, “Hey, ¿No eres tú Aga?” Aga dijo, “El mismo, ¿Y ustedes?” Uno de los hombres dijo, “Yo soy Rouster y él Khourshyd. Te vimos el otro día cuando te reclutaban.” El otro hombre dijo, “Te tocó nuestro regimiento. Nosotros somos viejos soldados.” Aga dijo, “Me da gusto encontrar a dos compañeros de infortunio.” Khourshyd dijo, “Las cosas no son tan malas como parecen. Vamos a tomar algo y platicaremos.” Poco después en un expendio de licor, los tres estaban sentados a la mesa. Rouster dijo, “¡Qué bueno que te encontramos! Nosotros ya nos disponíamos a partir a Teherán.” Aga, les dijo, “¿Puedo hacer el viaje con ustedes? También me enviaron para allí y debo presentarme antes de una semana.” Khourshyd dijo, “Claro que vendrás con nosotros. Verás cómo nos divertimos de lo lindo.” Rouster dijo, “Aga, ¿no pretenderás viajar con esa ropa tan elegante?” Aga dijo, “No tengo otra.” Khourshyd dijo, “No te apures, yo te prestaré un traje de acuerdo para la larga caminata que nos espera.” Khourshyd abrió un saco de tela y le extendió unas ropas, diciendo, “Tóma, cámbiate detrás de la cortina.” Aga dijo, tomando la ropa, “Gracias. Eres una gran persona.” Cuando Aga se puso la ropa, Rouster dijo, “Aprovechemos que el dueño está de espaldas para irnos sin pagar.” Cuando el posadero se dio cuenta, gritó, “¿Dónde están? ¡Sinvergüenzas! Se bebieron el mejor Raki y huyeron, ¡Ladrones!”
     Mientras tanto, los tres hombres corrían por la calle. Entonces Aga dijo, “¡Ja, Ja, Ja! Lo engañamos como a un niño.”  Khourshyd dijo, “Debe estar lanzándonos todas las maldiciones del mundo.” Caminaron el resto del día y parte de la noche, riéndose de las locuras que hacían. Aga dijo, “La vida de soldado no parece tan mala. Nunca me había divertido tanto.” Rouster dijo, “Solo los tontos piensan que ser soldado es una desgracia, cuando la única desgracia es ser tonto.” Khourshyd dijo a Aga, “Tú no lo eres, ni nosotros tampoco. Te enseñaremos cómo pasar el tiempo en forma agradable.” Aga dijo, “Les aseguro que aprenderé todo muy rápido.”
     Unos días más tarde, mientras los tres iban caminando, Khourshyd dijo, “Estamos sin dinero, pero eso no es problema. Lo obtendremos en el próximo poblado.” Aga dijo, “¿Y cómo?” Rouster dijo, “Pues presentándonos ante los campesinos como recaudadores de impuestos.” Khourshyd dijo, “Ya lo hemos hecho antes y da excelentes resultados.” Horas más tarde encontraban a un campesino. Rouster dijo, “Empezaremos en esta granja.” Khourshyd dijo, “Ese debe ser el dueño. Lo llamaré.” El campesino les dijo, “¿Qué se les ofrece señores?” Khourshyd dijo, “Somos recaudadores de impuestos y venimos a recoger el dinero del trimestre.” El campesino dijo, “¡Ahora no tengo dinero!¡La cosecha fue mala! Les suplico que me den una prórroga.” Khourshyd dijo, “¡Imposible!” El campesino dijo, “¡Se los suplico! Hágame ese favor y no me daré por mal servido.” Aga dijo en voz baja, “Creo que debemos ayudar a este hombre. Démosle unos días. Él sabrá agradecérnoslo.” El campesino dijo, “¡Sí, sí, señor!¡Que el profeta los bendiga!” Rouster dijo, “Nos bendecirá, no te preocupes. Ahora veamos de cuanto es tu agradecimiento.” El campesino les dio algunas monedas. Cuando los tres siguieron caminando Khourshyd dijo, “¿Qué tal? ¿No es una forma divertida y fácil de obtener lo necesario para vivir?” Aga dijo, “Sí, muy divertida. Ese pobre hombre creyó todo lo que le dijiste.” 
     Todo el camino fueron engañando a cuantos encontraban a su paso. Finalmente llegaron a Teherán. Aga dijo, “Se terminó la diversión. Ahora a presentarse a los superiores.” Khourshyd dijo, “No te preocupes, ya verás cómo nos las arreglamos para seguir haciendo de las nuestras.” Al día siguiente, Aga y sus amigos estaba instalados en el cuartel de su regimiento. Aga preguntó, “Oye, Khourshyd, ¿Es verdad que los instructores son europeos y no iraníes?” Khourshyd dijo, “Sí, esos perros son de lo peor. Quieren obligarnos a vivir aquí en el cuartel y a levantarnos y acostarnos a horas precisas.” Rouster dijo, “Pretenden que bajo el sol o la lluvia vayamos a marchar y a hacer ejercicios en la llanura.” Aga dijo, “¡Pero eso es una locura! ¿Y tendremos que obedecer?” Rouster dijo, “No, muéstrate servicial con los oficiales iraníes. Dales parte de tu sueldo y tendrás toda clase de consideraciones.” Aga dijo, “Si no es más que eso, estoy dispuesto a arrodillarme ante ellos.” 
     Gracias a los consejos de sus amigos, la vida de Aga transcurrió agradablemente en el ejército. Un día, Rouster le dijo, “Aga, ¿Qué tal si salimos a divertirnos un poco?” Aga dijo, “Me gustaría pero no tengo dinero. Tuve que darle lo que me quedaba al capitán.” Rouster le dijo, “Yo también. Lo peor es que por el momento no hay forma de conseguirlo.” Aga dijo, “Tengo la solución: venderé mi elegante casaca.” Sin dudarlo Aga partió al mercado, y cuando regresó al cuartel, Rouster le dijo, “¡Qué desgracia ha caído sobre nosotros!” Aga dijo, “¿Qué sucede?” Rouster le dijo, “El gobierno decidió exterminar a los Turcomanos y tenemos orden de salir para Meshed.” Aga dijo, “¿Nosotros pelear contra esos hombres terribles? Es una perversidad confiarnos semejante misión.” Pero las órdenes debían cumplirse. Al día siguiente se pusieron en marcha. 
     Quince días después de la salida, Rouster comentó a Aga, “Ya llevamos quince días caminando y las provisiones ya se terminaron.” Aga dijo, “Antes de salir nos prometieron buena alimentación, pero la realidad es que nos vamos a morir de hambre.” Ante la falta de comida se alimentaban con las yerbas del camino. Khourshyd dijo, “¡Es terrible! Muchos de nuestros compañeros han muerto. Tendremos suerte si logramos llegar a nuestro destino.” Aga dijo, “Yo he perdido muchos kilos. Si logro entrar en Meshed lo primero que hare es ir a la mezquita a dar gracias.” Una semana después, con un aspecto lamentable, los que se habían salvado entraban a la ciudad. Aga pensó, “Por suerte tengo el dinero de la casaca. Comeré hasta hartarme.” Después de saciar su hambre, Aga se dirigió a la principal mezquita de Meshed. Una vez allí, un sacerdote lo recibió, diciéndole, “¡Alabados sean los santos imanes!¿Eres tu Aga?” Aga dijo, “¡Primo Suleyman!” Suyleman le dijo, “Aga, tantos años sin vernos. ¿Qué haces por aquí? ¿Dónde está Leila?” Aga pensó, “Ajá…con que quiere saber de ella, pues que se prepare.” Aga dijo, “Ha muerto.” Suyleman dejó escapar una lágrima y dijo, “¡Muerta!¡No es posible! Mi adorada Leila. No puedo creerlo.” Aga le dijo, “Oye, ¿Has dicho mi adorada Leila?” Suleyman dijo, “Sí. Solo a ella he amado en el mundo y ella no ha amado a otro más que a mí.” Aga dijo, “¿Ahh si?¿Y por qué se casó conmigo si te quería a ti?” Suyleman dijo, “Porque yo no poseía nada pero el día de su boda contigo me juró que se divorciaría en cuanto yo arreglara mi situación. Dijo que se uniría a mi por eso vine a este lugar. Me hice portero de la mezquita y he juntado dinero, ¡Ahora está muerta!¡Muerta!” Aga dijo, “Así es. Pobre Leila. Nos dolió mucho a los que la queríamos primo. Vendré pronto y hablaremos de ella si eso te consuela.”
      Aga se fue pensando, “Es de no creerlo. Leila se casó conmigo y juró a Suleyman que lo amaba. Ahora es la esposa de Kerym. ¡Qué Mujercita! Y lo peor es que no puedo odiarla. Al contrario, la amo. Y creo que a los cuatro nos pasa lo mismo.” Una semana después Aga y un grupo de soldados fueron enviados a espiar a los Turcomanos. En pleno campo de batalla, y en plena lluvia Aga pensó, “¿Quién dijo que la vida del soldado es fácil? Canalla gobierno, enviarnos a tareas tan difíciles.”  En ese momento se escuchó el sonido de bombas y fusiles. Aga gritó asustado, “¡Huyamos!¡Los Turcomanos!¡Los Turcomanos!” El general iraní gritó, “¡Regresen, cobardes!¡Haremos frente al enemigo!¡El que huya será ahorcado!” En medio del sonido de las armas, Aga pensó, “Esperemos que no sean muchos o no vivirá ninguno de nosotros para contarlo.”  La batalla cuerpo a cuerpo comenzó. El sonido de las armas se acompañaba con los lamentos. Aga clavó su arma en el cuerpo de un solado enemigo, diciendo, “¡Muere perro!” La lucha siguió, y enseguida se escucharon los gritos de los iraníes diciendo, “¡Mueran cobardes!” “¡Bravo!¡Los vencimos!” “¡Salieron corriendo como ratas!” 
     Esa noche, los soldados iraníes celebraron la victoria, y cuando amaneció, se escucharon sonidos de fusiles. Uno de los iraníes gritó, “¡Los Turcomanos regresan!” Otro soldado iraní gritó, “¡A las armas!¡Esos perros no aprendieron la lección!” Otro gritó, “¿Dónde está mi fusil?” Horas después Aga despertó, y preguntó, “¿Qué pasó?¿Dónde estamos?” Rouster le dijo, “Nos vencieron. Ahora somos prisioneros de los Turcomanos.” Aga dijo, “¡Por el profeta!¿Qué suerte nos espera?” Rouster dijo, “Seremos vendidos como esclavos.” Días mas tarde Aga fue comprado por un hombre que de inmediato lo llevo a su casa. Una vez estando ahí, el hombre dijo a su esposa, “Veila, éste es el nuevo esclavo. Te ayudara en las labores de la casa. Cortará la leña y llevará los corderos a los prados. Ahora quiero comer.” Veila se dirigió a Aga y le dijo, “Tú, ven conmigo.” Veila le dio un recipiente, y dijo, “Lleva a tu amo un jarro de Raki.” Aga dijo, “¿Dónde está?” La mujer tomó un palo y le dio un golpe en la espalda, diciendo, “Así aprenderás a ser más inteligente. Mira el jarro, esta sobre la mesa.”
     En los días siguientes la mujer golpeaba a Aga, ante la menor torpeza de este. La mujer le daba latigazos, diciendo, “Ustedes, los de irán, son más tontos que nuestros caballos.” Aga dijo, “Sí, ama. El profeta lo ha querido así.” La mujer le dijo, “Nosotros los saqueamos, los vendemos como esclavos y ustedes no hacen nada para impedirlo. ¡Se lo merecen!” Aga dijo, “Es cierto. Es que los Turcomanos son muy listos y nosotros unos asnos.” Cuando la mujer se fue, Aga pensó, “Dándole la razón queda contenta, y no se da cuenta que le robo la comida.”
     Así transcurrieron trece meses y una tarde, Rouster llego a visitar a Aga y le dijo, “Aga te traigo buenas noticias. Nos van a liberar.” Aga le dijo, “No lo creo. Muchas veces ha corrido el rumor y nada.” Rouster le dijo, “Hoy escuche a mi amo decir que el rey de Irán está muy enojado con los oficiales porque nos dejaron a nuestra suerte. Y que les ha obligado a pagar 10 tomanes de oro por cada prisionero, para que quedemos libres.” Aga dijo, “¡Pagar los oficiales por nosotros! Nunca lo harán.” Pero al día siguiente, el amo de Aga le dijo, “Aga, tu gobiernos pagó rescate por ti. Puedes irte cuando quieras.” Aga extrañado dijo, “¿Es cierto?¿No me está engañando?” El amo dijo, “No hay duda que son torpes lo iraníes. ¡Vete! Nos dieron más de los que nos costaste y de lo que vales.” Aga dijo, “Ahora mismo me marcho, pero aún no puedo creerlo.”  
     Aga se unió a sus compañeros y felices se marcharon hacia Meshed, poco antes de llegar a la cuidad, Khourshyd dijo, “¡Miren!” Uno de los soldados liberados dijo, “Los oficiales han venido a encontraros.” Uno de los oficiales a caballo le dijo, “Hijos míos. Gloria al profeta que permitió que pudiera salir de las garras de los Turcomanos.” El oficial agregó, “Para darle las gracias es preciso que entren humildemente en Meshed, como conviene a infelices prisioneros.” Un soldado gritó, “¡Estamos dispuestos!¡El profeta es grande!” El oficial dijo, “Para demostrar que son hombres piadosos, les encadenaremos y al entrar en la cuidad la gente los colmara de bendiciones.” Un soldado gritó, “¡Seremos tratados como héroes!”
     Poco después, Aga decía a Rouster, “Estas cadenas pesan mucho, pero bien vale el sacrificio. Todos se inclinaran ante nosotros.” Rouster dijo, “Nos trataran con respeto y admiración. Será muy agradable.” Cuando entraron en Meshed, uno de los habitantes del pueblo gritó, “¡Vivan!¡El profeta los colme de bendiciones por valientes!” Poco después llegaron a una explanada y allí los oficiales se repartieron a los encadenados. Un oficial del grupo de Aga, Khourshyd, y Rouster, les dijo, “Siéntense allí y pidan caridad. Ya verán como todos les dan dinero.” Aga pensó, “Excelente idea, nadie se negará a cooperar al vernos en este estado.” Durante el día recibieron comida e incluso dinero. Al anochecer, uno de los soldados dijo, “Oficial, quítenos las cadenas. Estamos cansados y queremos ir a dormir.” El oficial dijo, “Hijos míos, deben ser razonables. Se encuentran libres gracias a la generosidad del general Ali-Kan. Ha dado por cada uno de ustedes 10 tomanes. No es justo que él pierda tan fuerte suma, ¿verdad? Por lo tanto, estarán encadenados hasta que cada uno de ustedes haya reunido 15 tomanes que se entregarán al general. Si aquí no reúnen el dinero los llevaremos por todas las ciudades del país. Solo cuando hayan saldado su deuda quedaran libres.” Aga dijo, “¡Canallas! No vamos a pedir limosna para dársela al general” Uno de los soldados, “¡No!¡Nos negamos a ello!” El oficial se desesperó, y dijo, “Ustedes lo han querido. Les haré ser más razonables.” El oficial tomó un palo y dijo, golpeando a un soldado, “¡A ver si ahora se niegan!” El oficial siguió golpeando a otros soldados. Rouster dijo, “¡Basta!¡Yo pediré limosna!” Aga dijo, “¡Y yo también!” El oficial dijo, “Bien, veo que se han vuelto razonables. Con buena voluntad pronto tendrán la suma requerida.” Aga pensó, “¡Maldita suerte! Pasara mucho tiempo antes de que pueda juntar 15 tomanes. Trabajare para tener 30.”
     Al día siguiente Aga pensó, “Hemos estado horas al sol y solo he reunido dos monedas.” Viendo que en Meshed no obtenían mucho dinero, los llevaron de ciudad en ciudad hasta llegar a Teherán. Aga pedís en las calles diciendo, “¡Apiádate de mí!¡Mi pobre madre esta ciega!¡Mi mujer paralitica!¡Mis siete hijos se mueren de hambre!” Un hombre le dio una moneda diciendo, “¡Toma! En algo te ayudará.” Aga continuó mendingando, vio unas mujeres con velo y dijo, “Por favor ayúdeme. Toda mi familia va a morir. Mi pobre madre, mis hijos.” Una de las mujeres con velo dijo, “Aga, es Aga.” Aga dijo, “¿Leila? ¡Es su voz!” La mujer dijo, “Sí, soy yo. Quédate tranquilo. Me ocupare de que quedes libre.” Aga dijo, “Leila, espera.” La joven se marcho sin escucharlo y el joven quedo sumido en la desesperación. Esa tarde, un hombre llego y desencadenó a Aga, diciendo, “Puedes largarte. Estas libre.” Poco después, un hombre se acercó y dijo, “Aga, ¿No te acuerdas de mí?” Aga dijo, “¡Primo Abdullah¡¿Qué haces aquí?” Abdullah dijo, “Vine a salvarte. Supe que hace unos meses te hicieron ingresar en la milicia.” Aga dijo, “¿Quién te lo contó?” Abdullah dijo, “Nuestro primo Kerym. ¡Pobre, ha tenido menos suerte que tú!” Aga dijo, “El buen Kerym, siempre lo he querido mucho, ¿Qué le sucede?” Abdullah dijo, “Vamos a mi casa y en el camino te contaré.” Aga dijo, “Espera un momento. Me despediré de mis amigos.”
     Después de despedirse, Aga les dijo, “No se preocupen. Hare todo lo que pueda por ustedes.” Rouster dijo, “Confiamos en ti Aga. Si no nos ayudas pasaran muchos meses antes para que quedemos en libertad.” Abdullah y Aga partieron. Abdullah le dijo, “Como te decía, Kerym tiene mala suerte. Es aficionado al Raki y eso no le permite trabajar y hacer dinero. Ahora se gana la vida trabajando para mí de arriero y lleva mis mercaderías a Tresionda.” Aga dijo, “¿Acaso eres comerciante?” Abdullah dijo, “Sí. Tengo algunos bienes. Gracias a ellos pude ayudarte. Mi mujer me contó que estabas en situación desesperada.” Aga dijo, “¿Tu mujer?” Abdullah dijo, “Si, me case con Leila. Kerym no podía mantenerla y consintió en divorciarse.” Aga pensó, “Leila y Abdullah. Y yo tenía la esperanza de recobrarla. La he perdido para siempre.” Abdullah dijo, “Siempre estuve enamorada de ella. Es la mujer más adorable de la tierra.”  Aga dijo, “Si, es una perla, una verdadera perla.” 
     Platicando, llegaron a una hermosa y elegante casa. Leila los recibió y dijo, “Aga, me siento muy contenta de que ya estés libre.” Aga al verla pensó, “Está más bella que nuca.” Abdullah dijo, “Los dejo. Debo volver a la tienda. Quedas en tu casa Aga.” Aga dijo, “Gracias, Abdullah.” Cuando Abdullah partió, Leila dijo, “Mi pobre Aga. Veo que estas triste.” Aga dijo, “Mucho, ¿cómo pudiste casarte primero con Kerym y luego con Abdullah? Juraste amarme siempre.” Leila dijo, “Es preciso ser razonables. Siéntate y escucha. Te amé mucho y te amo aún.” Aga sonrió, y dijo, “Me quieres entonces.” Leila le dijo, “Espera. Me gustan las buenas cualidades de Suleyman, la alegría de Kerym, y los méritos de Abdullah. Si me preguntaran a cuál de los cuatro prefiero, pediría que los cuatro se hicieran uno solo, y ten la seguridad de que a éste lo amaría apasionadamente y pasa siempre. No podía casarme con Suleyman porque no poseía nada. Me dirigí a ti y resultaste un poco voluble. Pero te perdono. Kerym me llevaba a la miseria. Abdullah me ha hecho rica. Ahora debo ser prudente. Me quedare a su lado y le seré fiel hasta la muerte.” Aga le dijo, “Entonces, ¿debo perder todas las esperanzas?” Leila dijo, “Sí, pero nuca dejare de pensar en ustedes tres. Abdullah es tu primo. Quiérele y hará por ti todo lo que sea posible.” Aga dijo, “Yo te amo. No me resigno a perderte.” Leila dijo, “Siempre tendrás un lugar en mi corazón. Juntos pasamos muy bellos momentos. Pero eso ya pertenece al pasado. Encontrarás una mujer que solo te ame a ti. Te lo mereces. Hablare con Abdullah para que te ayude. ¿Quieres ser oficial?” Aga dijo, “Me gustaría. Me gustaría mucho.” Leila dijo, “Pues dalo por hecho.” Aga dijo, “Gracias Leila. Siempre he dicho que eres la perla de las mujeres.”
   
     Meses después, Aga bebía en compañía de sus amigos, Rouster y Khourshyd. Aga dijo, “Brindemos por mis galones de capitán. Amigos, espera muy pronto ascender a la corona.” Rouster dijo, “A tu salud Aga. Eres el mejor amigo del mundo. Si no es por ti todavía estaríamos pidiendo limosna.” Aga dijo, “Eso ya pasó. ¡Qué diferente es estar en el ejército como oficial! La vida es hermosa y voy a disfrutarla. Mientras cuente con la protección de Abdullah, y sobre todo con la de Leila, mi futuro será brillante.” Rouster dijo, “Que suerte tienes de contar con una prima como ella.” Aga dijo, “Sí. Es muy inteligente. ¡Cómo nos manejó a mis primos y a mí! Y lo mejor de todo es que ninguno le guarda rencor. Por el contrario…No se le puede dejar de amar. Es única. Yo la querré siempre y sé que lo mismo sucederá con mis primos. Pero mi época con ella pasó. ¿Para qué sufrir con el pasado? Hay tantas mujeres bonitas y cariñosas. Brindemos por ellas.” Rouster dijo, “¡Salud por las mujeres!”  
Tomado de Novelas Inmortales. No. 518, 21 de octubre de 1987. Adaptación José Escobar.                                                                                                     

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