Joseph Arthur
de Gobineau, llamado
el conde de Gobineau,
nació el 14 de julio 1816 en Ville d'Avray y murió
el 13 de octubre 1882 en Turín. Gobineau fue un escritor y diplomático francés, y debe su fama póstuma a su Ensayo Sobre la Desigualdad de las
Razas Humanas (1853-1855), por lo que se encuentra entre los padres del pensamiento racista. Él es también el autor de una obra literaria romántica, ensayos polémicos, y un
trabajo histórico y filológico
sobre el antiguo Irán.
Juventud (1816-1849)
Arthur Gobineau nació en una familia de la nobleza de Burdeos. Su bisabuelo y su abuelo habían recibido
mucha ayuda de la Corte de Ayuda y
del Parlamento de Guyenne en
Burdeos. Su padre, Louis de
Gobineau, siendo más joven, tenía
una carrera militar, y se comprometió
al Imperio por sus simpatías legitimistas. Por su participación en
la fuga de Polignac en 1813
fue encarcelado en Sainte-Pélagie, y fue puesto en libertad
en la Restauración (1814). En Bruselas con
el rey durante los Cien Días,
fue nombrado capitán de infantería a
su regreso a la
Guardia Real.
Las Tribulaciones de la Infancia (1816-1835)
La infancia y la juventud
de Gobineau, quien fue un niño frágil
y nervioso, estuvieron marcadas por la
discordia existente entre sus padres y la inestabilidad de la vida familiar. Su padre pronto se alejó de su
familia por las necesidades de su
cargo: participó en la expedición a España en 1823, y luego
fue comandante en Seu de Urgell desde 1823 hasta 1828. Su madre, Anne-Madeleine Gercy, fue hija de un fallecido colector de impuestos del
antiguo régimen de Burdeos y una
criolla de Saint-Domingue.
Ella llevó una vida muy independiente con el tutor del pequeño Gobineau y su hermana Caroline, Charles La Sotin
Coindière, quien era también una de las muchas amantes, y era hija de un ministro de la Junta de Policía, Jean-Marie de La Sotin Coindière. Después
de haber cometido varias estafas, ella huyó a Inzlingen, en Baden,
en el verano de 1830. Pero una
solicitud de extradición había sido formulada
por los tribunales franceses, por lo que la "familia" se trasladó en
diciembre de 1830 a Biel, donde Arthur se inscribiría en el
Gymnasium. Perfecciona su alemán y es iniciado, al parecer, al persa. La llegada
a Suiza de los emigrantes polacos vencidos en el levantamiento de
noviembre 1830 abrio nuevas
oportunidades para su madre, quien decidió su salida para finales
de 1832 de Polonia. Arthur se volvió a su padre quien se retiró en 1831 debido a su
antipatía hacia la
Monarquía de Julio y se instala en Lorient. De 1833 a
1835, también destinado a la
carrera militar, Arthur
de Gobineau
asistió a la Royal College of Lorient, de donde parece haber sido destituido por indisciplina y por sus simpatías legitimistas
de su padre. Es en esta época
cuando se desarrolla la sensibilidad orientalista, en la moda romántica imperante en ese momento, aunque es dudosa la
leyenda familiar que dice que,
tan joven, fue capaz de traducir al poeta persa Ferdowsi.
También hace planes de boda con su amiga Amelie Laigneau.
Los Años de Formación (1835-1840)
A finales de septiembre de 1835, después de fracasar en
el examen de ingreso en Saint-Cyr, parece satisfecho de cumplir su sueño de ir
a París, aspirando a una carrera literaria. Se trasladó allí en 1835 con un
viejo tío, soltero, y vive fiestas, y también con Thibaut-José (un viejo amigo
de Talleyrand), vive en un loft de la calle Saint-Benoît. La asignación de una
pensión exigua al año le trajo como supernumerario (no remunerado) a la
Compañía francesa de alumbrado de gas durante el invierno 1835-1836. Si Arthur de Gobineau no parece dudar de
su genio, sólo con dificultad se las arregló para publicar en la revista
semanal La Moda un fragmento de un
poema que él escribió, Dilfiza.
Gobineau sufre una situación precaria cuando su tío le corta su comida, en septiembre de 1836. La movilización de sus relaciones con la prensa ultra, le arregló para colocar sus artículos, todos los cuales todavía no están identificados hasta ahora. Este trabajo y tales preocupaciones lo tiene algo desalentado. Sin embargo, se las arregla para emplear útilmente los años siguientes, en el estudio de la lengua y la literatura persa del orientalista francés, Quatremére, quien le confía la traducción de la Geschichte der Ost-Mongolen de Isaac Jacob Schmidt, competencia que le permite orientar su producción de una manera más acorde con sus ambiciones literarias. En 1838, por invitación del Berryer que abrió su nueva (y temporal) revista: Francia y Europa, publicó un artículo notable de este: "Desde el Movimiento Intelectual de Oriente" y una serie de monografías sobre la popularización de Rumi, Hafiz, Jami, y Saadi. Sin embargo, cinco años después de su llegada a París, puede considerarse satisfecho de describir su condición en, "París es un infierno." Finalmente, el rompimiento con su madre, quien regresó a París; las calumnias en los salones que frecuentaba; la aversión de la madre de Amelie Laigneau a su matrimonio con esta joven; protecciones disponibles para el en el Faubourg St. Germain no le logran obtener una mejor sinecura en la Oficina de Correos en enero de 1839, y, por último, las divisiones y el fracaso del partido legitimista en las elecciones angustiosas de 1839 confirmó en él sus tendencias hacia la misantropía.
Los Primeros Éxitos de un Polígrafo (1840-1849)
Así, a principios de 1840, Gobineau es en muchos aspectos un hombre joven decepcionado y herido, al que ha llegado el
momento de entender que la vida tiene muchas promesas que no
llegan. Por un lado, su círculo social se amplia. En Madame de Serre viuda de Hércules de
Serre, el ex ministro Luis XVIII de Francia, él conoció a otros jóvenes como él, tales como los
jóvenes Serre Hércules, sobrino de, Maxime Du, y el pintor Guermann Bohn quien será conocido
de Ary Scheffer. Juntos fundaron un club, Les Scelti (los "Elegidos") o Los Primos de
Isis, proyectan una novela colectiva, un ensayo,
una Revista de Oriente, que casi redundan. Por otro lado, él finalmente logró publicar en la Revue des Deux Mondes, un artículo político importante sobre el primer presidente de Grecia independiente, Jean Capodistrias, que niega la afiliación entre los griegos antiguos y modernos y toma una postura por los turcos contra el expansionismo ruso en el Este. A partir de
entonces y hasta 1848, proporcionará regularmente artículos de política interior y exterior en diversas publicaciones como La Quotidienne, L’Union Catolique y la Revue de Paris, e incluso en 1842 es nombrado director de L’Union Catolique. En 1848-1849, él fundó y co-dirigiró con Louis Kergorla La Revista
Provinciana de
tendencia monárquica y hacia la
descentralización.
Sin embargo, su éxito le permite desarrollar sus proyectos
literarios más libremente. En este campo se ocupa evidentemente de
su actividad como periodista, y publica a partir de 1942, incluyendo obras de
comercio, varias de crítica y de historias literaria de Hoffman, Quinet, Musset, Gautier, Heine, Balzac, Stendhal; una serie sobre los críticos contemporáneos permanentemente enojado con ellos, especialmente Gautier y Jules Janin. Gobineau es más teórico en dos artículos publicados ambos en 1845 ("¿Una Nueva Literatura es Posible?" y "Objetivos de la Literatura Técnica"), donde toca el tema de la acusación de decadencia iniciada en la literatura
romántica, afirmando posiciones modernistas y formalista al mismo tiempo. Pero también trata sobre la creación literaria. Dos obras de teatro (La Despedida de Don Juan, publicada en la editora del autor en 1844, y Alejandro el
Macedonio, en 1847, permanecieron inéditas durante su vida), varias novelas (Las Bodas del Príncipe en 1840, Los Consejos de Rabelais y Scaramouche en 1843, La Señorita Irnois en 1847) y cuatro novelas seriadas (El Prisionero Afortunado en 1846, y Nicolás Belavoir y Ternove en 1847, La abadía de Typhaines 1849) muestran sus esfuerzos. De este conjunto, sólo se distingue La Señorita Irnois, novela “Balzacniana,” “Naturalista,” mostrando un, “dominio admirable de la técnica de la novela de
serie.”
Este período no hubiera dejado más que una impresión de escritos dispares dispersos, si la protección de Tocqueville no le hubiera
ganado una enorme aceleración en su carrera. Después de su
reunión en 1843, tal vez en el salón de Charles de Rémusat,
Tocqueville, seducido por la atención del joven, le dio instrucciones de redactar a su servicio un panorama de la filosofía moral y alemana e inglesa. Siguió una larga
correspondencia en la que pudieron enfrentarse las ideas políticas de Gobineau a las de un opositor político, con quien tuvo una relación de amistad, sin embargo, de confianza y de respeto mutuos. En junio de 1849, cuando fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores en el segundo gabinete de Odilon Barrot, Tocqueville recuerda a su protegido y lo hace su jefe de personal. El gobierno envió en octubre al presidente Luis Napoleón Bonaparte, pero Gobineau se reclasifica como Primer Secretario
de la Legación de Francia en Berna y es el comienzo de su carrera diplomática. Participa en noviembre, acompañado de su esposa Clemencia Monnerot (1816-1911), criolla de Martinica con quien se casó en 1845, y su hija Diana, quien nació en 1848.
El Diplomático (1849-1877)
Suiza, Alemania,
y el Ensayo Sobre la Desigualdad
de las Razas (1849-1855)
Originalmente fue llamado primer secretario de la Legación de Francia en Berna, donde se aburre (excepto durante unos meses en 1851, donde ocupó el puesto de Ministro interino de Francia en Hanover), encuentra tiempo para escribir los primeros volúmenes de su Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas, que apareció en 1853. Cuando fue nombrado secretario de la representación francesa de Reichstag El Sacro Imperio Romano en 1854, sus obras le valieron la estimación de Anton von Osten-Prokesch, delegado de Austria ante la misma instancia, y uno de los pocos amigos fieles que siempre lo honró.
El Descubrimiento de Persia (1855-1863)
En diciembre de 1854,
Gobineau es nombrado
primer secretario de la legación de
Francia que comanda Prosper
Bouree. Gobineau ve que su destino lo
une a sus pasiones de juventud.
Comienza su viaje por mar desde Marsella a Busheyr, puerto del mar pérsico, y entonces continúa en caravana a Teherán, donde escribe una
historia impresionante en Tres Años en Asia (otro eco, veinte años después, en su novela, La Vida de Viaje). Luego abandonó
por Bourée y su
esposa quien regresó a Francia para dar a luz a su segunda
hija, Christine, responsable de la
única legación, es "más persa que los persas." Su dominio de la lengua, su notable adaptación a condiciones de vida muy
exóticas le trae la estima de la población y notables locales. Rodeado
por los estudiosos, comenzó el estudio de la historia persa y los intentos de descifrar los escritos cuneiformes, en
el que ofrece una teoría que era
(y sigue siendo) la hilaridad de
los conocedores. Sin embargo, sin pena, recordó, que abandonó la
corte de Persia en 1858.
Queda algún tiempo sin asignación
definitiva. Esperando el Consulado General de Francia en Tánger para completar su conocimiento del mundo musulmán, se niega en enero de 1860, a riesgo de ser destituido, a un nombramiento
como primer secretario de la
legación de Francia en Beijing.
En marzo de ese mismo año, fue
enviado a Terranova como gerente de
proyectos, junto con dos
comisarios británicos, para
definir los ámbitos de la pesca de
bacalaos respectivamente reservados para los pescadores franceses e ingléses. Este viaje de seis meses, que conduce a Gobineau, a Saint-Pierre,
Sydney (en la isla del Cabo Bretón, donde visitó la fortaleza de Luisburgo),
Truro y Halifax, Nueva Escocia, Terranova
y en todo antes de establecerse en
San Juan de Terranova, se basara una historia extraordinaria, Un Viaje a Terranova y
la novela, La Caza del
Caribu. También parece que su
misión se llevó a cabo con éxito
y en beneficio de los pescadores
franceses: una pequeña bahía en
Terranova lleva el nombre de, “Anse de Gobineau.”
En 1861, regresó a Persia, esta vez como ministro del
derecho de Francia. Esta segunda vez, hizo posible sólo un resumen, sin
embargo, de lo que considera el desarrollo de un trabajo muy fructífero
descrito anteriormente, no sólo en vano, la escritura cuneiforme, sino también
en las doctrinas persas. Su Ensayo Sobre
Religiones y Filosofías de Asia Central, publicado en 1865, sigue siendo un
texto fundamental, pues conocía muy de cerca las primeras manifestaciones del
babismo, y con el que simpatizaba activamente.
Atenas, Río y Estocolmo (1864-1876)
A su regreso a Europa,
Gobineau cree que
puede encontrar un poco de alivio.
Su mujer durante su ausencia, y con la herencia del tío Joseph Thibaut, quien murió en 1855, adquirió el castillo de Trie, una antigua propiedad de los duques de Longueville, donde Rousseau
se quedó en 1767 y 1768. Él conservó esta
propiedad hasta 1878, siendo
elegido concejal de clases
en 1860 y nombrado alcalde desde 1863 hasta su renuncia en 1870 durante la República por sufragio universal y por lo tanto también será
elegido Concejal del Cantón de
Chaumont-en-Vexin, en 1870.
En 1864, el
nombramiento de Gobineau como
Ministro Plenipotenciario de Francia en Grecia es una consagración. Se trata de
una situación delicada en un país cuya estabilidad política sigue siendo
frágil, dos años después del golpe de Estado que derrocó al rey Otón I. Por
otro lado, encuentra el objeto de sus primeras preocupaciones políticas. Es
en Atenas donde se pasa el período más feliz de su vida: mimado por el nuevo
rey Jorge I, en uno de los salones más prestigiosos de la capital, conoció a un
joven admirador, Robert Lytton, Secretario de la Legación Británica, hijo del
escritor Edward Bulwer-Lytton y lo llamó a una brillante carrera. Su trabajo
sobre La Historia de los Persas,
cuyos dos volúmenes se publican en 1869, progresa. Vuelve a componer, L'Aphroëssa, e inspirado en los modelos clásicos que le rodean trata
de aprender la escultura que, a pesar de un talento mediocre, continuará
ejerciendo hasta el fin de su vida. También ultimando un ensayo filosófico, el
escrito, Memoria Sobre las Diversas
Manifestaciones de la Vida Individual, en el que ha trabajado desde la finalización
de Ensayo de las Razas, y no sin
dificultad se las arregla para publicar en el, Zeitschrift für Philosophie und Kritik Philosophische de I. H.
Fichte gracias al apoyo de su corresponsal Adelbert von Keller. Su estancia
también está animada por su flirteo con las jovenes Zoe y María Dragoumis (hijas
de estadistas Dragoumis Nikolaos, hermanas del futuro primer ministro Stephanos
Dragoumis y tías del escritor Ion Dragoumis), con quienes mantuvo una
voluminosa y notable correspondencia. Pero su intransigencia y desobediencia
comienzan a servir demasiado, abiertamente y favorablemente a los turcos
durante La Revuelta Cretense 1866-1869, a pesar de las advertencias y amenazas
del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, poco a poco se pierde la
confianza del rey. En mayo de 1868, él arresta y expulsa al autoritario Gustave
Flourens, insurgente revolucionario francés junto a los cretenses. Esta actitud
no es ajena a su retiro del mercado de Atenas, de donde salió en septiembre de
1868.
Gobineau había anunciado su deseo de ser enviado a Constantinopla o al menos a un tribunal alemán. Su
nombramiento a Río de Janeiro, a
donde llegó 20 de marzo 1869, significa una verdadera desgracia. Para su sorpresa,
él es muy bien recibido por el emperador Don Pedro II,
su lector y su entusiasta admirador, quien compartió su vida
privada. Esta en país muy lejano
y muy nuevo
pero poco se hace para complacerlo. La situación política, que considera que está en los últimos días de la Guerra de la Triple Alianza, no le interesa. Despreciando a la sociedad local (excepto a Posno Aurea, la
joven esposa del cónsul de Holanda, quien le escribió decenas de cartas
permaneciendo inéditas, “que expresan la sensualidad falsamente casta”), que echa
de menos profundamente a pesar de
la amistad del emperador y sabe que la depresión no puede ocultar los episodios cómicos de sus cartas a las hermanas Dragoumis. Un incidente que le sucedió es un indicador de esta tensión: en la ópera de Río, Gobineau ataca
con los puños a
unos notables locales que le
habían agitado. El emperador recibió
con amabilidad su versión de los hechos. Finalmente, el estado consciente
a Gobineau, y
le conservará su amistad, recibiendo un permiso después de menos de
un año de residencia. Durante este
período difícil, sin
embargo, Gobineau
termina su novela sobre Grecia, Akrivie
Phrangopoulo y en un solo día,
16 de diciembre de 1869, escribe la novela Adelaide
permaneciendo inédita hasta 1913, pero a veces se considera una obra principal.
Llegó a Francia
poco antes de la invasión prusiana de 1870, la
vio y la cuenta de una manera extremadamente pintoresca.
Se coloca a la vanguardia en su calidad
de alcalde y concejal. Montado en París durante
el sitio, se quedó allí durante
la Comuna, se propone que, curiosamente, no sin cierta simpatía, y permanece allí después de la Semana Sangrienta, a fin de preservar la buena voluntad del nuevo régimen y evitar referencia a
Brasil.
Después de largos
retrasos que lo llevan hasta el
borde de lo que parece un cese o
revocación, Gobineau
finalmente fue nombrado Ministro
Plenipotenciario de Suecia.
Este es el último puesto: nunca
fue embajador. Son estos algunos años, estimulados por la exasperación
de sus tensiones con su familia,
y sobre todo la amistad amorosa que tiene con la condesa de La Tour, esposa del Ministro de Italia
en Estocolmo, quien permaneció con él hasta su muerte, que
debe ser el tiempo de las principales obras de Gobineau:
la novela Las Pléyades
y Novelas Asiáticas. Su amistad con la condesa de la Tour Sallier parece
mayor, ya que estaba presente en Brasil
y Japón junto a su marido embajador.
El Misántropo Errante (1877-1882)
Jubilado en marzo de
1877, después de unas vacaciones algo
prolongadas dedicadas a acompañar a Don Pedro II durante su viaje a Europa, dejó Estocolmo y la diplomacia. Este es el comienzo de una vida errante que lo llevó a su muerte, y que ve vacilar continuamente entre el Castillo Chaméane, propiedad Auvergne
de la condesa de la Tour, Italia, donde se va de una
ciudad a otra en la búsqueda de un
clima favorable y de
patrocinadores de su trabajo como
escultor, y a Alemania, donde
visitó amigos (incluyendo Wagner,
con quien se reunió en Roma en 1876)
y toma el agua para
el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso
que le abrumar
con más dolor.
Estas dificultades arruinan
poco a poco sus facultades creativas. Su escultura nunca superó la mediocridad. Su obra histórica, se
concentró en La
Historia de Ottar-Jarl donde dice trazar
la genealogía del propio Gobineau hasta el dios Odín, donde se hunde en lo inverosímil. Sus proyectos
de artículos son sólo borradores
olvidados. Su poesía, que nunca
fue brillante, le requiere predominantemente:
le consagra sus últimos esfuerzos a su gran poema épico, Amadís, parcialmente póstumo.
Su carácter cada vez golpeado lo aleja
de su familia, donde sólo los más fieles todavía
se las arreglan para vivir con él.
Cuando murió finalmente se peleó con
sus hijas y su esposa, y estuvo cerca de la ruptura con Richard Wagner, cuyo
antisemitismo, misoginia y mesianismo
era insoportable.
Gobineau es en definitiva un
caprichoso que sabe que su muerte
será repentina. De repente decide huir del otoño de Auvernia,
dejando el pueblo de Chaméane estando solo
y casi ciego, se embarca en la comuna francesa de
Saint-Germain-des-Fosses y atraviesa Francia en tren llegado a Turín, donde murió el 13 de octubre 1882, abrumado por una crisis cerebro
cardiovascular mientras le conducían a la estación para tomar el tren a Pisa. Está enterrado en
el cementerio central de indigentes de Turín (ampliación I, arco 87),
donde el régimen fascista instaló en 1932 una
placa en su honor, con la inscripción: "Il tempo e gli eventi no esaltano
la Figura di
presago pensatore." ("El tiempo y los
acontecimientos exaltarán la
figura del pensador visionario.")
El Ensayo
Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas
El
Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas está escrito en la forma de un largo resumen de la
historia de las civilizaciones humanas, ordenadas éstas por el concepto de "raza" y se caracteriza por
una filosofía de la historia, tanto determinista como pesimista. Gobineau postula la existencia de tres
razas primitivas, cuyo mestizaje, necesario según él para el desarrollo de las
civilizaciones, sin embargo, inevitablemente conducirá de nuevo a la caída de
la raza humana.
Estos "tres elementos puros y primitivos de
la humanidad", que son para Gobineau
las razas amarilla, blanca y negra han sido diseñadas como fundamentalmente
desiguales, no tanto cuantitativa como cualitativamente.
A la raza blanca se le concede, "el monopolio de la belleza, inteligencia y fuerza" y dentro de esta raza blanca, la "raza aria" se coloca por encima de todas las demás, y está sujeta a un elogio especial. En su descripción de la raza negra, se "acumulan" según Pierre-André Taguieff, "sin ninguna distancia crítica, los prejuicios y estereotipos más negrofóbicos, bestializántes y criminalistas." En cuanto a la inteligencia, se asigna una, "facultad pensante [...] escasa o incluso nula."
A la raza blanca se le concede, "el monopolio de la belleza, inteligencia y fuerza" y dentro de esta raza blanca, la "raza aria" se coloca por encima de todas las demás, y está sujeta a un elogio especial. En su descripción de la raza negra, se "acumulan" según Pierre-André Taguieff, "sin ninguna distancia crítica, los prejuicios y estereotipos más negrofóbicos, bestializántes y criminalistas." En cuanto a la inteligencia, se asigna una, "facultad pensante [...] escasa o incluso nula."
La
raza negra tiene la ventaja en el reino de los sentidos, donde algunas de sus
facultades, como, el gusto y el olfato principalmente están “desarrollados” con un vigor desconocido
para las otras dos razas. “Pero,”
dice Gobineau, “donde, precisamente, en ese afán de sus sensaciones, es llamativo el sello
de inferioridad.” Con la raza amarilla, por último, “el Creador quería hacer un proyecto.” Gobineau destaca, "en
todas las cosas" su "tendencia
a la mediocridad." Tomando nota de que son "superiores a los negros", le asigna a la "amarilla" el lugar de la "pequeña burguesía en que cualquier
civilización desea basar su industria", laboriosa pero demasiado
limitada para crear o tomar la iniciativa.
Situada
en la cima de la jerarquía de las razas primitivas, la raza blanca es vista
como carente, según Gobineau, de un
principio indispensable para el desarrollo de las civilizaciones, especialmente
de las artes: las sensaciones. Para adquirir esta propiedad, “oculta en la sangre de los negros,” el
mestizaje, que la naturaleza civilizadora blanca inevitablemente empuja, es
esencial: porque si la raza blanca carece de las cualidades estéticas, la
negra, según Gobineau, carece de las
“habilidades intelectuales” necesarias
para “la cultura del arte.” Sin
embargo, esta mezcla de sus contrarios:
“conduce a un vacio social en donde nadie se puede superar.” Resultado de
esta pérdida de vitalidad causada por el cruce, la "democracia igualitaria" aparece como el producto de una
pasión por la igualdad que naturalmente tiende a degenerar a los pueblos debido
a, “contribuciones de razas foráneas.”
El régimen democrático es designado así por Gobineau como el cementerio de las civilizaciones, cuyo valor
depende principalmente de los rasgos hereditarios correlacionados con las
propiedades de la sangre.
Mientras algunos, como Jean Gaulmier, clasifican al Ensayo
solo dentro del campo de la literatura, designándolo como una variante épica, que
supone la decadencia constante de la humanidad, el Ensayo tendría una larga influencia en las teorías racistas.
La ambición
de Gobineau era "llevar la historia de la familia a las ciencias naturales", desarrollando
una especie de "materialismo
histórico-biológico" humanista que rechazaba la categoría abstracta de
género humano y usando al determinismo como base principal de la conducta
humana. Su teoría fue, sin embargo, no bien recibida por los partidarios de la
antropología física quienes denunciaron su desarrollo imaginativo y sin rigor,
que intentó fundar la “ciencia de la
raza” en los métodos de la ciencia natural.
Las
teorías de Gobineau fueron en gran medida
ignoradas durante el lanzamiento del Ensayo
en Francia. En Alemania, las teorías de Gobineau despertaron un mayor interés. Introducidas por Ludwig
Schemann, quien las tradujo al alemán, fueron muy populares en los círculos wagnerianos
del siglo XIX. En la opinión de Houston Chamberlain, aunque toma de Gobineau la idea de la raza aria, según
Houston su teoría es tal que parece carente de rigor, y lo más importante, no
establece la política de “regeneración
racial” de la que Gobineau fue
promotor. En su Ensayo, Gobineau sostiene que la decadencia de
la especie humana, e incluso un destino ineluctable, ya están parcialmente
marcados. Sin embargo, su Ensayo no
contiene ningún programa que pueda inspirar políticas eugenésicas directas o
higiene racial, algo que se impone en el espíritu de los ideólogos alemanes y
encontró su aplicación en las políticas nazis.
A
pesar de todo, la influencia de Gobineau
se fortaleció aún bajo el régimen nazi, aunque a veces a costa de la distorsión
o la simplificación de su teoría original. Otmar von Verschuer, principal
teórico de las políticas racistas del Tercer Reich, alabó su genio en la
aplicación de la “ciencia racial en la
constitución histórica de los pueblos y los Estados.” En Francia, el crédito
que Gobineau tuvo en Alemania contribuyó
a su rechazo por parte de los nacionalistas, como Charles Maurras, quienes lo
veían como un avatar del “germanismo,”
si es que no del “pan-germanismo.” Un
movimiento inverso se llevó a cabo durante la Ocupación en el colaboracionista
francés quien intentó asignar a Francia, a través de la figura de Gobineau, la paternidad del racismo
alemán.
La
voluntad de revivir a Gobineau llego
en escritores de posguerra, como Jean Mistler y Jean Gaulmier, quienes coordinaron
la publicación de sus obras completas para la colección, Bibliothèque de la Pléiade. Seguido por Jean Boissel, quien en
primer lugar alaba sus cualidades literarias y en segundo lugar discute que Gobineau, “a veces no era racista, por lo menos más de lo que lo eran sus
contemporáneos” y que su pobre reputación se debe a una mala interpretación
de sus tesis. Se hace hincapié en la falta total de anti-semitismo que Gobineau muestra en su obra.
El
historiador del racismo Christian Delacampagne, emite alrededor de Gobineau“serias reservas” sobre su enfoque. Se subestima el hecho de que se
dice de Gobineau que es el primer
autor de cierta importancia donde el racismo es el centro de gravedad del
pensamiento y en donde éste le dedica “un
componente importante de su producción a la presentación de una teoría
racista.” En la misma línea, el filósofo Jean-Paul Thomas dijo por su parte
que, “el racismo de Gobineau es
brillante, claro y central” y Pierre-André Taguieff sostiene que él aporta
una, “contribución decisiva al racismo
biológico” y a la construcción y el mito ario. Léon Poliakov, comentando un
libro de Jean Boissel, uno de los principales defensores de Gobineau, juzga finalmente que la, “detestable fama póstuma” de Gobineau no es “totalmente inmerecida.” Menos que la jerarquía de las razas, algo muy
aceptado en el momento de escribir el Ensayo,
es el “horror del mestizaje,” la “Escatología crepuscular,” “culto [...] de una raza de hombre inmaculado y blanco” y
el neo-paganismo de Gobineau, lo que
puede explicar la atracción que ha ejercido sobre los teóricos nazis.
Obra
Literaria.
La
producción literaria de Gobineau en
sí se divide en dos períodos, uno antes y otro después de su carrera
diplomática. No se puede considerar insignificante el espíritu de independencia,
que como sospechoso, ha sido capaz de expresarse plenamente en desafío a
cualquier plan de carrera.
El primer período, de 1840 a 1849, es el de un joven industrioso y, a veces indeciso, adicto a la producción de melodramas que poco eran capaces de impresionar a la posteridad. El conjunto, es probablemente desconocido. Hay escombros esparcidos entre la prensa de la época, sin embargo, y surgen algunas novelas y cuatro romances. Estas, que brillan más por sus defectos que por sus encantos y las cuales proporcionan un tema muy amplio de efusión a los aborrecedores de Gobineau, no cuentan con pocos encantos menos mezclados. Se le han reconocido El Prisionero Afortunado (1847) de cualidades picarescas, a Ternove (1848) y la Abadía de Typhaines (1849), donde a pesar de sus torpezas y algunos problemas, hay una verdadera preocupación documental. Nicolas Belavoir (1848), por mucho, la más larga, sorprende por la forma en que su principal inconveniente, la manía de dibujar la línea, es derrotada por el autor en un humor absurdo desilusionado extremadamente y logrando poco interés en la historia. Las novelas de este tiempo son un reflejo agravado de esta calidad desigual: mientras que la mayoría son muy difíciles de leer y no tienen ningún otro interés que la biografía de su autor, algunas están, ya, entre las producciones más significativas de Gobineau. Una de las primeras, Scaramouche (1843), tuvo cierto éxito, corroborado por el hecho del comentario de Louis Aragon en su ensayo, “Nunca Aprendí a Escribir.” Uno de estas últimas, sobre todo, La Señorita Irnois (1848), fue un éxito duradero. Este periodo fue también el de la producción de teatro y la poesía también es pobre y desacreditada por la crítica.
El primer período, de 1840 a 1849, es el de un joven industrioso y, a veces indeciso, adicto a la producción de melodramas que poco eran capaces de impresionar a la posteridad. El conjunto, es probablemente desconocido. Hay escombros esparcidos entre la prensa de la época, sin embargo, y surgen algunas novelas y cuatro romances. Estas, que brillan más por sus defectos que por sus encantos y las cuales proporcionan un tema muy amplio de efusión a los aborrecedores de Gobineau, no cuentan con pocos encantos menos mezclados. Se le han reconocido El Prisionero Afortunado (1847) de cualidades picarescas, a Ternove (1848) y la Abadía de Typhaines (1849), donde a pesar de sus torpezas y algunos problemas, hay una verdadera preocupación documental. Nicolas Belavoir (1848), por mucho, la más larga, sorprende por la forma en que su principal inconveniente, la manía de dibujar la línea, es derrotada por el autor en un humor absurdo desilusionado extremadamente y logrando poco interés en la historia. Las novelas de este tiempo son un reflejo agravado de esta calidad desigual: mientras que la mayoría son muy difíciles de leer y no tienen ningún otro interés que la biografía de su autor, algunas están, ya, entre las producciones más significativas de Gobineau. Una de las primeras, Scaramouche (1843), tuvo cierto éxito, corroborado por el hecho del comentario de Louis Aragon en su ensayo, “Nunca Aprendí a Escribir.” Uno de estas últimas, sobre todo, La Señorita Irnois (1848), fue un éxito duradero. Este periodo fue también el de la producción de teatro y la poesía también es pobre y desacreditada por la crítica.
No fue
sino hasta 1869, en el aburrimiento de su estancia en Río de Janeiro que Gobineau revive la ficción en prosa. Su
novela, Adelaide, escrita en un día
es a veces considerada su obra maestra, a pesar de que apareció después de su
muerte. El problema se centra en los celos entre dos mujeres, llenas de crueldad,
valentía y sentido del humor. Sin embargo, en ésta novela no revela las huellas
de lo exótico que marcará la producción del segundo período romántico de Gobineau. Éste, corriendo hasta su
muerte, cristaliza en el efecto que le imprimen veinte años de vagar, tal como
el título de las dos colecciones publicadas lo indica: Recuerdos de Viajes (1872) y Novelas
Asiáticas (1876), distintos de su reunión, pero esencialmente unidos en su
contenido. Estas nueve novelas son quizás la quintaesencia del genio literario de
Gobineau: de la gracia de su
capacidad de maravillarse ante el mundo, todo su romanticismo enamorado
obsoleto del amor cortés, y también la dureza de su elitismo. Excepto en son de
burla, lo común no conoce ninguna parte, y las pasiones se desatan con la
nobleza. Baste decir que las teorías raciales de Gobineau tienen un papel muy pequeño y no se informó en ese momento
que mezclaba cierta ironía poco más insistente que la preocupación del “color local.”
Más
entera, más violenta y torpe también, en la novela, “Las Pléyades” (1874) será la teoría literaria del individualismo
elitista. Carga brutal contra la democracia y la modernidad, el afirmar que el
amor es el valor más alto de un “hijo de
un rey.” Los intentos posteriores parecen haber sido llevados hasta su
finalización, salvo todas las “escenas
históricas” del Renacimiento (1877), que figuraba hasta 1934 en el plan de
estudios de la escuela secundaria alemana, y quizás la novela, La Velas Negras, cuyo manuscrito inédito
se perdió en el incendio del castillo Chaméane.
A
menudo se citan los nombres de Balzac y Stendhal acerca de las novelas de Gobineau. Pero, a pesar de que a veces
quería emularlos, se ha mantenido primero el deseo de pintar el mundo burgués,
y en segundo lugar el entusiasmo romántico. De hecho, parece que es su escritor
de viajes talentoso, elogiado por Nicolas Bouvier, que debemos recomendar su
memoria. En la libertad de viajar, Gobineau
fue capaz de expresar un humor muy particular, mezcla de desprecio y
delicadeza desesperada, de talento picaresco extremo, y la apertura a la vida y
a las cosas, incluso algo sin precedentes en la literatura francesa y él no lo
sabrá hasta después de las novelas de Victor Segalen y especialmente Ecuador de Henri Michaux.(Wikipedia
Frances)
Los turcomanos son un pueblo túrquico que se
encuentra principalmente en los estados de Asia Central: Turkmenistán y Afganistán y en el
noreste de Irán. (Wikipedia)
Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas es un ensayo que el conde Arthur de Gobineau publicó en
1853 la primera edición, en parte, para establecer las diferencias entre las
diferentes razas humanas, blanca, amarilla y negra. Se publica
íntegramente por primera vez en 1855. Joseph Antenor
Firmin le dará una respuesta en 1885. Gobineau
inventa con este libro uno de los grandes mitos del racismo contemporáneo: el
mito ario.
Ensayo Sobre la Desigualdad de las Razas Humanas es un libro extenso que combina afirmaciones científicas y prejuicios populares. Aunque su objetivo es “poner en la historia de la familia a las ciencias naturales,” el carácter científico de la obra está claramente afirmado. Sin embargo, el punto de partida para la reflexión de Gobineau, es la historia del mundo tal como se describe en el Antiguo Testamento: se ve la historia antigua y la sucesión de los pueblos y las civilizaciones en términos del criterio único de tres razas: la negra, la amarilla y la blanca. Sucintamente define el comienzo del libro, con algunas consideraciones esencialmente fisiológicas y psicológicas. Se revelan tres hijos de Noé, respectivamente Cam, Sem y Jafet, según la tradición bíblica.Y la mezcla de razas es el motor de la historia para Gobineau. Todo se reduce a la causa, como él mismo dice:
“No oculto que la acción libre de las leyes orgánicas, en las que me limitaré en mis investigaciones a menudo se ven obstaculizadas por la interferencia de otros mecanismos que le son ajenos. Deben pasar sin asombro por estas perturbaciones temporales, que no pueden cambiar la sustancia de las cosas. En todos los rodeos en las causas secundarias étnica últimas siempre acaban encontrando su camino. Ellas tienden a fallar con calma y nunca llegar .”
Gobineau analiza a todos los pueblos, uno por uno, explicando sus éxitos o fracasos por el predominio de un determinado elemento étnico dentro de cada raza, de hecho, su visión etnológica se caracteriza por una jerarquía de razas raras veces oculta.
Guiados por
el principio racista que justifica al final, el contenido de la obra es
esencialmente histórico, con la ayuda de la arqueología, la lingüística, la
literatura. Hablando
de la etnología, Gobineau hace hincapié en que,“Este es el éxito de la esterilidad para apoyar esta elección una sola ciencia.
de las favoritas con sólo la ciencia, principalmente en la fisiología. Esta
área está abierta para él, sin duda, de donde toma prestados materiales para adquirir
el necesario grado de autenticidad y asumir su carácter especial, casi siempre
es esencial que se somete a control de
historias en otros lugares, y que el estudio comparativo de las lenguas,
arqueología, numismática, la tradición o la historia registrada, han
garantizado su valor, ya sea directamente o por implicación, a priori o a
posteriori.”
Los análisis fisiológicos de las razas son realmente minorías en Gobineau en relación con el discurso sobre el carácter de la gente como lo revela en la historia o la arqueología. Al final, aunque la mayor parte del texto tiene tendencia a la erudición, el libro es notable por su alta carga literaria destaca, por ejemplo, por Hubert Juin en su prefacio.
Libro 1
Consideraciones Preliminares
Gobineau explica la causa de la caída de las civilizaciones: las civilizaciones están en, “Un estado de relativa estabilidad, donde multitudes están tratando de buscar pacíficamente sus necesidades, y perfeccionar su inteligencia y la moral.”
Su decadencia puede ser explicada por causas o condiciones, o por consideraciones morales, o por la acción de la política, pero por causas raciales. Contra la idea de la aparición de varias razas humanas en el mundo, Gobineau plantea un origen común en una época de Adán. Un período de climas intensos (época de los gigantes) fueron modificando en profundidad la fisiología de los hombres, dando a luz a tres razas distintas, cada raza tiene su propio carácter. El autor sostiene que estas razas pueden ser jerárquicas, con los blancos en la parte superior. Los negros así tendrían la frente huidiza, rasgos afirmando una inteligencia inferior, el sentido del olfato y el gusto desarrollado, y una inclinación por lo extremo y grotesco. Las yemas de enfrente son amplias donde las características luchan por salir, y de una manera práctica para el disfrute tranquilo de pequeño burgués, blanco, quien finalmente se caracteriza por un sentido de la acción y una perspectiva amplia altamente desarrollada, asociada por una falta de sensualidad y gusto artístico.
Libro 2:
Civilización Antigua Irradiando desde el Asia Central al Sur Oeste.
Gobineau
elabora a continuación, las migraciones y orígenes de las razas que define. Los
negros se extendieron desde África hasta Asia, el Amarillo va desde América a
Europa, o a lo largo de las costas de
Asia (donde se fusionan con Los
negros con el tipo de Malayo), para los blancos, la cuna de su raza se encuentran
alrededor de la Mongolia- Manchuria. Entre Asia y África, varias razas, incluyendo
camitas, que Gobineau no equiparan a los negros, y los Semitas, desarrollaron
civilizaciones, todas marcadas con mayor
o menor grado, por la mezcla con la raza negra: este es el
momento de Asiria, Fenicia y Egipto. Los
monumentos de estas civilizaciones pueden ser explicados para Gobineau, por el gusto
de lo monumental de estos pueblos de Oriente y el sentido artístico de los
negros:
“El negro es el ser humano que más fuertemente captura la emoción artística.”
Pero la emoción está siempre vigilada por lo grotesco. Gobineau reconsidera así, el nivel de las civilizaciones: la civilización egipcia se hubo estancado, por ejemplo, mientras la Asiria, la cuna del arte griego para Winckelmann, sería una cultura superior.
Libro 3: La
Civilización Irradiando desde Asia Central hacia el Sur y Sudeste.
En la India, cultura por la que Gobineau no ocultó su admiración, ve la perpetuación de una raza aria a pesar de numerosas invasiones, a través de la segregación por orden de castas: En el orden de la sociedad, existe una estructura de orden racial.
Mientras que los arios se rasgan unos a otros en interminables divisiones, China se desarrolló casi de forma independiente en torno a un imperio unificado, donde la administración y el utilitarismo era la regla. Alrededor de estas dos civilizaciones, los pueblos marcados por la sangre negra pudieron desarrollarse sin llegar a la perfección que hubo en la India y China. Los blancos nacen en Mongolia, donde son sorprendidos por la vitalidad de los amarillo y se mueven hacia el oeste, conquistando territorios, y aún a los pueblos más débiles.
Libro 4:
Civilizaciones Semíticas del Suroeste.
El milagro griego nace de la combinación de glóbulos blancos y amarillos, y la decadencia helenística se explica por la influencia de los pueblos semitas que les rodeaban, sensible en el arte monumental y el despotismo político.
Libro 5: Civilización Semita Europea
Roma se desarrolla igualmente debido a la sangre de blancos quienes a continuación, se instalan con diversos pueblos de Europa. Los sabinos, herederos de los cimbrios o galos dan una dimensión a la aristocracia guerrera de la Roma naciente. El imperio que eventualmente crea a partir de entonces, se amalgama de pueblos y promueve el mestizaje preservando las particularidades de cada uno por una ley más desarrollada. Roma, al igual que Grecia, caerá a causa de sus tendencias antisemitas claramente visibles en la bizantina.
Libro 6: La Civilización
Occidental
Mientras que los pasos de Europa están en manos de los eslavos, marcado por su sangre blanca, amarilla y finlandesa, y la personalidad: “Demasiado débil y suave para excitar mucho enojo entre muchos hombres que invaden, fácil de aceptar un papel secundario en los nuevos estados fundado por conquista, su naturaleza es laboriosa.”Los arios desarrollan su cultura igualitaria a la de los terratenientes y guerreros. Los Arios germanos reviven el Imperio Romano y convierten a Europa en la Edad Media, mientras que los países escandinavos arios crecen sus expediciones en el Mar Negro y América. Esta vitalidad, visible en las ciudades italianas de Francia o el aceite del Rin, en la Edad Media, se perpetúa en la empresa de la expansión colonial, con la masacre, justificada en la perspectiva naturalista de la evolución de las razas, con los pueblos indígenas, principalmente amarillos, que habitaban América.
Conclusión General
Gobineau concluye con una imagen pesimista: la raza blanca es para él el principio vivificante que conecta las razas y permite civilización con los imperios coloniales, que han completado su tarea.
“Las dos variedades inferiores de nuestra especie, la raza negra, y la raza amarilla son el algodón y la lana de fondo grueso, ya que las familias secundarias de la raza blanca se suavizan mediante la mezcla de la seda mientras que el grupo ario, circulando sus hilos más finos a través de las generaciones ennoblecidas, se aplica a la superficie, la obra maestra deslumbrante, sus arabescos de plata y oro.”
Al mismo tiempo, la raza blanca es aniquilada, ya que se disuelve en una mezcla generalizada que ayudó a crear. La historia universal por lo tanto, es la desaparición gradual del hombre blanco, sustituido por los pueblos mestizos sin uniformidad y vitalidad. Una vez que este principio de vitalidad se ha ido, toda la humanidad se deja morir.
Estos conceptos han sido utilizados para justificar a los grupos racistas por parte de sus actividades.
Controversias
y Refutaciones.
En 1885, tres años después de la muerte de Arthur de Gobineau, el escritor haitiano Joseph Antenor Firmin publicó un ensayo con un volumen similar (650 páginas) en el que refuta la tesis de la desigualdad racial. El título de su libro, De la Igualdad de las Razas Humanas, se refiere al libro de Arthur de Gobineau. Así que se acepta a priori el concepto de raza, explica la vaguedad de su definición y priorización teorías infundadas de estas razas. En él se destacan los logros negros a lo largo de la historia, desde el antiguo Egipto y Etiopía a la República negra de Haití. (Wikipedia en Francés.)
La Guerra de los Turcomanos
del Conde de Gobineau
En el patio ubicado en una casa en el pueblecito de Khamesh, Irán,
cuatro niños se encontraban jugando. Uno de ellos decía, “Veremos quién logra subir más alto este árbol.” Otro dijo, “¿Y qué premio tendrá el que gane Abdulá?”
Abdulá dijo, “Podría ser…acompañar a Leila cuando vayamos al río.” Kerym dijo, “¡Yo
ganaré!” Suleyman dijo, “Ni lo
sueñes, Kerym, el triunfador seré yo.” Aga dijo, “Si es que lo permito Suleyman.” Keyrim lo enfrentó, y dijo, “¿Acaso pretendes ganar tu, Aga?” Aga
dijo, “Por supuesto.” Leila llegó y
dijo, “¿Qué sucede?¿Porqué discuten?”
Abdulá dijo, “Hemos hecho una apuesta. El
que suba más alto en el árbol será el ganador.” Leila preguntó, “¿Y qué recompensa tendrá?” Keyrim
dijo, “Será tu acompañante cuando vayamos
al río.” Leila se dirigió a Aga y dijo, “No
estoy de acuerdo. Yo pondré las condiciones para elegir al que será mi pareja.”
Aga dijo, “¿Qué quieres que hagamos?”
Leila dijo, “Cada uno tendrá que traerme
algo. ¡El que regrese primero triunfará!” Suleyman preguntó, “¿Y qué cosas serán?” Leila dijo, “Kerym, un clavel rojo; Abdulá, una violeta;
Suleyman, un nardo; y Aga, una rosa blanca.” Los muchachos salieron
corriendo a buscar la flor pedida, mientras Leila pensaba, “Me aman, y eso me agrada mucho. Espero que así sea siempre.”
Diez años después, Aga pensaba mientras caminaba por la ciudad, “Hablaré seriamente con Leila. La amo con
toda el alma y ella dice quererme también. Pero al igual que a mí, da citas a
Suleyman, Abdulá y Kerym. Estoy seguro que no es culpa de ella. Es tan
candorosa, atractiva, buena y cariñosa. Son ellos los que no la dejan en paz.
Pues bien. Le exigiré que no vuelva a verlos.” Esa tarde Aga se presentó
ante Leila y le dijo, “Leila, quisiera
que no volvieras a encontrarte a solas con Kerym, Abdulá, o Suleyman.”
Leila dijo, “¿Hay algo de malo en ello?”
Aga dijo, “No, todos son nuestros primos,
y sé que eres incapaz de olvidar que juraste amarme solo a mí. A pesar de ello,
sufro cuando estas con ellos. No puedo evitarlo, te amo demasiado.” Leila
le dijo, “No quiero más dueño que tú.
Para demostrarte cuanto te quiero, pide mi mano a mi padre.” Entonces Aga
pensó, “¿Casarnos? Eso significa que
todos se enterarán que tengo dinero ahorrado y mis padres tratarán de
quitármelo. Es mejor buscar una salida. La quiero pero me costó mucho juntar mi
pequeño capital.” Cuando vio su tristeza, Leila lo tomó del cuello y dijo, “¿Qué te sucede?¿Porqué pones esa cara? No
te veo feliz ahora que he aceptado ser tu esposa.” Aga dijo, “Es
que soy muy pobre, ¿Cómo podré pagar la dote que mi tío exigirá por ti? ¿Crees
que se contentará con una promesa de pago en el futuro?” Leila dijo, “¡Oh no! ¿Cómo quieres que mi padre entregue
de balde a una hija tan bonita como yo?” Aga dijo, “¡Si que es una desgracia!¡No poseo nada en el mundo!” Leila dijo,
“¿De verdad, Aga?” Leila lo tomó de
la cara y dijo, “¿Estás seguro? Te amo
tanto, y por algo sin importancia me perderás.”
Los
mimos de la joven le hicieron perder la cabeza. Aga dijo, “Solo tengo 30 tomanes de oro enterrados.” Leila dijo, “¡30 tomanes!¡Embustero!¡Qué poco me amas!
Solo con mis ruegos logre arrancarte de la verdad. Ve en busca de mi padre y
pídeme en matrimonio. Le prometes siete tomanes pero le das solo cinco. Júrale
que los otros se los entregaras después. No los veras nunca. En cuanto a mí, yo
sabré arrancarle dos. Te los daré a ti y de ese modo solo te habré costado tres
tomanes. ¿Te das cuenta de lo mucho que te amo?”
Poco
después, el padre de Leila decía, “¡Entregarte
a mi hija por siete tomanes? ¡Estás loco!¡Completamente loco!” Aga dijo, “Tío, tenga piedad. Es todo lo que poseo en
el mundo.” El padre de Leila dijo,
“¡Jamás! Una muchacha como ella por esa suma, ¡Nunca!” Aga dijo, “Tío, usted será el causante de mi muerte.
Llevará siempre la culpa en su conciencia.” Su tío dijo, “¡He dicho que no!” Aga dijo, “En recuerdo de mis abuelos que fueron sus
padres, deme a Leila por esposa. No puedo vivir sin ella.” Después de dos
días de discusión mezclados por ruegos y suplicas de Aga, el padre de Leila
dijo, “Sea, dame esos siete tomanes.”
Aga dijo, “Bueno…es que solo tengo
cinco…los otros se los daré en unos meses.” El tío dijo, “¡Cómo! ¡Eres un pillo! Cinco tomanes por mi
bella hija.” Aga dijo, “Comprenda,
soy muy pobre. Con gran sacrificio he juntado ese dinero.” Aga besó su
mano, diciendo, “Le daré los otros dos.
¡Lo juro!¡Lo juro!” El tío dijo, “¡No
hay más que hablar!¡Fuera de aquí!” Aga tomó una daga y dijo, “Si no puedo casarme con Leila, prefiero
morir.” El tío dijo, “¿Qué vas a
hacer?” Aga puso su daga en su propio cuello, diciendo, “¡Quitarme la vida!” Su tío dijo, “¡Espera!...¡Cásate con ella pero no olvides que me debes y tendrás que
pagarme!” Aga dijo. “¡Lo haré!
Gracias tío. Gracias” El padre de Leila dijo, “¡Basta! ¡Vete antes de que me arrepienta!”
El joven se retiro rápidamente
temeroso de que el tío cumpliera la amenaza, pensado, “¡Quitarme la vida! Pobre viejo…se lo creyó.” Cuando Aga llegó con Leila, la tomó de los
hombros y dijo, “Mi adorada, tu padre
accedió a nuestra boda.” Leila le dijo, “¿Cómo
lo convenciste? Ya temía que no cediera.” Aga dijo, “Lo amenace con matarme. De inmediato dio sus consentimiento.”
Leila dijo, “Entonces nos casaremos
cuanto antes y nos iremos a vivir a Zendjan.” Aga dijo, “¿A dónde?” Leila dijo, “Si, mi querido Aga, nunca me ha gustado el
campo. Es la capital de la provincia. Estaremos muy bien.” Aga dijo, “Pero allá no podré cazar. Es lo único que
sé hacer.” Leila dijo, “Tesoro mío.
Tú eres muy inteligente. Sabrás como conseguir dinero.” Aga dijo, “Leila, no estoy de acuerdo.” Leila
dijo, “Serías capaz de negarle esto a tu
futura esposa que te quiere más que a nada en el mundo?” Leila lo tomó de
sus brazos y le dijo, “Te haré el más
feliz de los hombres.” Aga dijo, “Sé
que así será, pero…” Leila dijo, “No
quiero vivir en el campo. La pasaremos también en la ciudad. ¡Amado mío, hazme
ese regalo!” Aga le dijo, “Iremos
donde quieras. Te amo tanto que no puedo negarte nada.”
Días después se celebraba boda y los nuevos
esposos partieron para Zendjan. Mientras viajaban, Leila cabalgando un asno, le
dijo a Aga, “¿Qué tal el asno que
conseguí me regalara mi padre?” Aga le dijo, “Es un animal soberbio.” Leila dijo. “Además, le robé una carísima alfombra. Cuando se dé cuenta ya
estaremos lejos.” Aga pensó, “No hay
duda que Leila es la perla de las mujeres.” Leila dijo, “Aga, buscaremos una hermosa casa y nos dedicaremos a divertirnos. Es
lo que siempre he deseado.” Aga dijo, “Amada
mía, recuerda que no somos ricos.” Leila dijo, “¿Cómo que no? Tienes 25 tobanes, mas los dos que me entregó mi padre.
¿Me vas a negra un deseo, a mi que te adoro?” Aga dijo, “No no. Se hará lo que tú quieras.” Leila
empezó a cantar, “Laralá, laralá.”
Aga pensó, “No puedo decirle que no. Algo
me hace darle gusto, aunque no estoy de acuerdo con sus planes.”
Levaban
un mes viviendo en una casa escogida por Leila cuando llego a visitarles Kerym,
quien entro sin anunciarse diciendo, “Un
criado me dijo donde estaban y decidí entrar sin anunciarme.” Al verlo, Aga
pensó, “¿A qué habrá venido? No me gusta
su visita.” Leila dijo, “¡Qué gusto
de verte!¿Te quedarás un tiempo en Zendjan?” Kerym dijo, “Me instalaré en esta ciudad. Ya no me
agrada la vida de campo.” Leila dijo, “Aquí
todo es maravilloso. Si vieras cómo nos hemos divertido.” Kerym dijo, “Así es.” Leila dijo, “Te quedarás a comer con nosotros, Kerym.
Aga se molestara si no lo haces, ¿No es así, mi amor?” Aga dijo, no muy
convencido, “¡Hum!” Leila dijo, “¿Ves? Desea tanto como yo que nos acompañes.”
Esa noche cuando Kerym por fin se fue, Leila se acercó a Aga, y le dijo, “¿Qué te sucede mi vida, ye sientes mal?
Casi no hablaste en toda la tarde.” Aga dijo, “No quiero que Kerym regrese a esta casa.” Leila dijo, “¿porqué?” Aga dijo, “Él siempre ha estado enamorado de ti.”
Leila dijo, “No seas celoso. Kerym me
quiere pero como a una hermana.” Aga dijo, “Yo no estoy seguro de eso. Prefiero que no vuelva.” Leila dijo, “Kerym es mi primo, y lo estimo. Tú eres mi
marido, el hombre al que adoro. Nadie es mas buen mozo, inteligente y brillante
que tu. Jamás podría amar a otro. Cambia esa cara o pensaré que has dejado de
quererme. ¿Ya no amas a tu Leila?” Aga dijo, “Te adoro. Si te perdiera no se qué sería de mi.” Leila dijo, “Eso no sucederá nunca. Eres el hombre más
maravilloso de la tierra.” Se besaron y Aga pensó, “Qué tonto soy. Cómo pude dudar de su cariño.” Con un beso sellaron
a paz de lo que había sido su primera riña de casados. Después del beso, Leila
dijo, “Aga, Kerym puede volver, ¿verdad?”
Aga dijo, “Sí mi amor. Eres la reina
de esta casa y tus deseos son ordenes para mí.”
En
las semanas siguientes, Kerym acudió a visitarlos diariamente. En su presencia,
Leila reía, “¡Ja, Ja, Ja!¡Qué divertido
eres Kerym!” Aga dijo, “La verdad,
cuentas cosas muy amenas, ¡Ja, Ja, Ja!” Aga empezó a sentir por su primo un
gran cariño. Pasaban horas platicando. Aga decía, “Kerym, ¿Cómo van tus asuntos?” Kerym le decía, “No tan bien como quisiera. Apenas me
alcanza para pagar mi alojamiento.” Aga dijo, “Pues vente a vivir con nosotros. La casa es grande.” Leila dijo, “¡Oh, sí!¡Ve a buscar tus cosas y desde esta
noche dormirás aquí!” Kerym dijo, “Queridos
primos, no saben cómo se los agradezco. Por ningún motivo los ofendería
rechazando esta invitación.” Aga dijo, “No
se hable más. Te acompañaré por tu equipaje.” Desde ese momento, Kerym se
instaló con ellos.
Una
tarde Aga le preguntó a Leila, “¿Dónde
está Kerym?” Leila dijo, “Salió, pero regresará a la hora de la comida.”
Aga dijo, “Fue una buena idea invitarlo.
Es muy simpático y nos divertimos mucho escuchándolo.” Leila dijo, “Me da gusto que seas tan amable con él.”
Así pasaron tres meses. Y un día, Aga pensó,
“No sé que me ocurre, pero ya Leila no me atrae como antes. Hay cosas en ella
que me molestan. No se cuales pero no entiendo cómo pude enamorarme de ella. Es
bonita, simpática, pero le gusta hacer siempre su voluntad.” Entonces
revisando su ropa, Aga descubrió un trozo de papel doblado, y dijo, “Oh, ¿Qué hay aquí? ¿Qué es esto?” Aga
vio el contenido del trozo de papel y dijo, “¡Por
el profeta! Hilos, polvo y un mechón de mis cabellos.” Aga pensó, “La muy ladina me tenia embrujado. Con razón
no podía negarle nada. Ha hecho conmigo lo que ha querido. No le diré que
descubrí su trampa. Podría volver a intentarlo.”
La actitud de Aga hacia su esposa cambió totalmente. Al verlo Leila
pensó, “¿Qué le sucede a Aga? Ya no me
complace como antes. Es como si hubiera dejado de amarme. Pues bien, haré que
me adore otra vez.” Esa tarde ambos estaban en la alcoba. Al verla Aga
pensó, “¡Qué tonto fui! Por Leila he
perdido mis 30 tomanes, Ella lo ha gastado todo.” Leila se acercó y le
dijo, “Amado mío. ¿Qué tienes? Has estado
muy triste y pensativo.” Aga le dijo, “Nada,
déjame tranquilo.” Leila le dijo, “Dile
a tu Leila qué te pasa. Sabes que sufro al verte así.” Aga dijo, “¡Retírate! He dicho que me dejes en paz.”
Leila se arrojó a su piernas y le dijo, “Aga…¿Porqué
me tratas así?¿Qué te he hecho?” Aga dijo, “¡Basta! Guarda tus lágrimas. Me molestan.” Leila dijo, “No me hagas sufrir. ¿Qué te hizo cambiar de
ese modo? Te amo tanto…¡Oh, como sufro!” Kerym llegó y dijo, “Aga, no debes tratar así a Leila, una
mujer tan hermosa y tan buena.” Aga le dijo, “¡No te metas en esto!” Kerym dijo, “Lo hago porque no puedo permitir…” Aga explotó, diciendo, “¿Qué cosa? ¿Quién te dio derecho a opinar
en lo que no te importa.” Kerym
dijo, “Claro que me importa. Tú y Leila
son mis primos.” Aga dijo, “¿Y eso
qué?” Kerym dijo, “Debo hacerte ver
tu mal comportamiento. Tienes la mejor mujer del mundo. Por eso no puedo
aceptar…” Aga tomó una espada y dijo, “¡Ah,
no!¡Pues veremos!” Kerym tomó también otra espada y dijo, “¿Quieres pelea? ¡La tendrás!” Leila
dijo, “¡Nooo!” Aga dijo, “Te enseñaré a no meterte en asuntos de
casados.” El acero chocó. Leila gritó, “¡Aga!¡Kerym!¡Deténganse!
¡Basta no sigan! ¡Socorro!¡Se matarán!¡Kerym!¡Aga!”
Entre
tanto afuera de la casa un hombre se acercaba, gritando, “¡Guardias!¡Guardias!” Dos guardias llegaron. Uno de ellos
preguntó, “¿Qué sucede?” El hombre dijo,
“¡En esa casa se están matando!” Un guardia dijo, “¡Entremos!” Al entrar los guardias vieron a Aga y Kerym peleando.
En el momento que uno de los guardias gritó, “¡Deténgase!” Kerym hirió a Aga, quien cayó al suelo. Uno de los
guardias tomó a Kerym y el otro gritó, “¡Apréndelo!
Irá a la cárcel por asesino.” Aga
estando herido dijo, “¡Noooo! No se lo
lleven. ¡Es mi primo, mi hermano! ¡Puede disponer de mi sangre!” Leila
dijo, “¡Pero, si estuvo a punto de
matarte!” Aga dijo, “Nada de eso. Fue
solo una pequeña riña. Mi herida es
leve.” El guardia preguntó,
“Entonces…¿no hace cargos?” Aga dijo,
“Claro que no. Moriría de pesar si por mi culpa lo encerraran.” El guardia
dijo, “Esta bien, pero que esto no se
vuelva a repetir o los dos irán presos.” Aga dijo, “Pierda cuidado. No ocurrirá. Solo estábamos practicando con el
Alfanje.” El guardia dijo, “¿Practicando?
Pues que bonita manera de hacerlo.”
Tiempo después, Aga y Kerym
dialogaba. Kerym le dijo, “Gracias Aga.
Si no es por ti, a estas horas estaría en la cárcel.” Aga le dijo, “¿Cómo iba a permitir que te llevaran si
eres como un hermano para mí.” Leila se acercó a Aga y le dijo, “No hay otro hombre como tú, te cuidare esa
herida y pronto sanaras.” Kerym
dijo, “Trae vendas, yo me ocuparé de él.” Una semana después, Aga ya estaba
curado. Una mañana Leila le dijo, “Vinieron
a avisar que el magistrado del barrio, quiere verte.” Aga dijo, “¿Sera por el pleito con Kerym?” Leila
le dijo, “No lo sé, pero debes
presentarte de inmediato.” Aga dijo, “Iré
ahora mismo de seguro me dará un reprimenda.”
Una hora después, Aga se presentaba ante el magistrado, quien le dijo, “¿Aga Hussein?” Aga contestó, “Si, señor.” El magistrado le dijo, “Está incluido entre los hombres destinados
a ser soldado.” Aga sorprendido dijo,
“¿Qué?¿Yo?¡Es imposible!¡No me alistaré!” El magistrado le dijo, “¿Se niega a servir en el ejercito de su
majestad?” Aga dijo, “¡Por supuesto!
Nada me hará hacerlo. ¡Es una injusticia!” El magistrado dijo, “¡Guardias, llévense a éste hombre y
castíguenlo!” Aga dijo, “Señor, escuche…¡Déjenme! No pueden…”
Uno de los guardias lo tomó y dijo, “¡Vamos!
Ahora sabrás lo que podemos.” Aga dijo, “¡Nooo!¡Suéltenme!”
Los guardias lo ataron a un poste. Uno de los guardias dijo, “¡Veras lo que te espera!” Aga les dijo
a los guardias, “¿Si les doy un toman de
oro, me suspenderán el castigo?” Uno de los guardias le dijo, “No podemos. El magistrado se daría cuenta,
pero grita cada vez que caiga el palo, no te tocaremos.” Aga dijo, “Gritaré, pero si quieren ganarse el toman,
que ese palo no me toque.” Aga gritaba, y uno de los guardias dijo, “Éste grita como si en realidad le
estuviéramos pegando. Imagínate si el castigo fuera verdadero.” El otro
guardia dijo, “Me dan ganas de darle un
bastonazo, pero pienso en el tomán.” Enseguida lo llevaron ante el
magistrado, quien le dijo, “¿Todavía te
opones a ser soldado?” Aga dijo, “No
señor. Seré el mejor y el más fiel.” El magistrado le dijo, “Bien. Te daré el nombre de tu regimiento.
Partirás a Teherán.” Aga dijo, “¿Tengo
que ir a Teherán?” El magistrado le dijo, “¿Y qué esperabas? ¿Qué trajéramos aquí al regimiento para que no te
molestaras?” Aga dijo, “No, no, solo preguntaba.” El magistrado le dijo, “Antes de quince días debes presentarte a
tus superiores.” Aga dijo, “Así lo haré, señor.” El magistrado tomó una
espada, y dijo, “Y no trates de huir. La
guardia real te buscará, y entonces, el castigo será la horca.” Aga dijo, “Ni siquiera pienso en la posibilidad de
hacerlo.”
Yendo
rumbo a su casa, Aga pensó, “Quizá no sea
tan malo. Mi vida actual no me satisface. Podría ser un cambio agradable. Pero
antes de irme arreglare algunos asuntos. Leila tendrá que comprender. Claro que
tendré que actuar con inteligencia. No es nada tonta.” Cuando Aga llegó a
su casa, Lela le dijo, “¿Para qué quería
verte el magistrado?” Aga dijo, “¡Mi
amada esposa es horrible! Fui incluido entre los hombres destinados a ser
soldados.” Leila dijo, “¡Oh,
no!¡Podría morir si hay guerra!¡No te irás!” Aga dijo, “¡Leila, cálmate!” Leila le dijo, “¡Aga, no quiero que me dejes! Esposo mío, dime que no te irás.” Aga
la tomó de los hombros y dijo, “Kerym,
ayúdame a calmarla.” Aga dijo, “Leila, comprende. Debo obedecer o me
ahorcarán.” Leila dijo, incada en el suelo, “¡No quiero! Sufriré mucho cuando estés lejos.” Leila se sentó y
comenzó a llorar, entonces Kerym dijo, “Leila,
Aga debe cumplir con su deber, tienes que resignarte.” Leila dijo, “¿Qué va a ser de mi? Quedaré sola e
indefensa.”
Cuando por fin lograron tranquilizarla, Aga la abrazó y le dijo, “Luz de mis ojos, sabes que solo quiero
vivir a tu lado, pero en mi triste situación me preocupa tu felicidad.” Aga
la miró a los ojos, y le dijo, “Lo mejor
es que recobres tu libertad para que puedas encontrar un marido menos
infortunado que yo.” Leila le dijo, “Mi
adorado Aga, estoy más dispuesta que tu a sacrificarme y por eso te devolveré
la libertad. En cuanto a mí, mi suerte está decidida y me quedare llorando
hasta que no tenga más lagrimas, entonces expiaré.” Aga dijo, “¡Amor de mi vida, no digas eso!” Leila
dijo, “Aga, Aga, no poder vivir sin ti.”
Aga dijo, “Y yo al no tenerte a mi lado
hare que me maten en la primera batalla en la que tenga que participar.”
Lela le dijo, “Cuanto me quieres, pero
nunca tanto como yo a ti.” Aga dijo, “El
destino es cruel con nosotros. Separa a dos seres que se aman tanto. Quiero que
seas feliz. Vuelve a casarte, sabiendo que estas contenta y protegida, podre
soportar la separación.” Leila dijo,
“¿Casarme con otro hombre? ¡Nunca! Si la muerte no quiere llevarme, viviré para
tu recuerdo.”
Enseguida, Aga se alejó pensando, “Bueno,
ya ese asunto quedo listo. Pobrecita, jura que estoy muriendo de tristeza. ¡Qué
tontas son las mujeres! Ahora a buscar a Kerym. Sé dónde encontrarlo. A esta
hora siempre está en el mercado. Espero acceda a lo que le voy a pedir.”
Una hora después ambos se encontraron. Entonces Aga le dijo, “Primo, te andaba buscando. Necesito que me
hagas un favor.” Kerym le dijo, “Si
está en mi mano, cuenta con ello,” Aga dijo, “Hoy debo presentarme ante un oficial que vino de Teherán para conocer
a los nuevos reclutas. Si me presento mal vestido me recibirá con desagrado y
eso puede influir en mi porvenir militar. Te ruego que me prestes a casaca que
te mandaste a hacer y que m ha dicho es muy elegante.” Kerym le dijo, “Lo siento pero es imposible. Hoy me caso y
la usaré.” Aga dijo, “¿Te casas?¡Con
quién!” Kerym dijo, “Con Leila. Tú la
dejas sola y ella necesita de alguien que la cuide. Anoche lo decidimos.” Aga
pensó, “Leila se casa con Kerym. Hasta
hace unos momentos me juraba que nunca amaría a otro. ¡Es para creer en la
fidelidad de las mujeres!” Kerym le dijo, “Se que tu comprendes es por eso que no puedo prestarte la casaca.”
Aga dijo, “Yo comprendo todo, menos que
permitas que me presente ante mi superior en esta facha.” Kerym dijo, “Quisiera ayudarte pero no hay manera.
Pienso empeñar la casaca después de la boda. Estoy sin dinero y por ella me
darán una nueva suma. Es de paño y muy fino con piel y ribeteada de galón de
seda. Como comprenderás, por grande que sea mi deseo de ayudarte, no voy a
privarme de mi único recurso.” Aga dijo, “Entonces soy hombre perdido, arruinado y sin nadie que me socorra.” Aga
dijo, “Quizá sea mejor no presentarme.
Así me buscarán e iré a la horca. ¡Ya no me importa vivir!” Kerym dijo, “No puedes hacer esto. Te prestare mi
casaca pero me la devuelves en una hora.” Aga dijo, “Te lo juro por…por tu cabeza. Por la vida de Leila, que todos mis
primos se mueran como perros si no cumplo.” Kerym dijo, “Entonces ven conmigo. Te la daré.”
Tiempo
después, Aga decía, frente a la casaca, “¡Qué
soberbia! Nunca vi nada tan elegante.” Kerym dijo, “El sastre que la confeccionó es el mejor de la provincia. Algún día se
la pagaré. Se lo merece.” Aga se la puso y dijo, “¿Qué tal que queda?” Kerym dijo, “Perfecta pero no puedes usarla con esos pantalones. Te prestaré los
míos de seda.” Aga se vistió y dijo, “Tengo
un aire principesco.” Kerym dijo, “No
olvides que tienes que regresarme la ropa antes de una hora.” Aga pensó, “Todos me miran y envidian mi hermosos
traje. Pobre Kerym, si supiera que no se lo pienso devolver. Que se case con
Leila. Yo me cobraré con esto el mal rato que me hizo pasar. No tiene ni
siquiera la decencia de esperar a que yo me fuera y lo peor es que aun creo
amar a esa ingrata mujer.”
Al
salir, Aga fue visto por unos hombres uno de los cuales le dijo, “Hey, ¿No eres tú Aga?” Aga dijo, “El mismo, ¿Y ustedes?” Uno de los
hombres dijo, “Yo soy Rouster y él
Khourshyd. Te vimos el otro día cuando te reclutaban.” El otro hombre dijo,
“Te tocó nuestro regimiento. Nosotros
somos viejos soldados.” Aga dijo, “Me
da gusto encontrar a dos compañeros de infortunio.” Khourshyd dijo, “Las cosas no son tan malas como parecen.
Vamos a tomar algo y platicaremos.” Poco después en un expendio de licor,
los tres estaban sentados a la mesa. Rouster dijo, “¡Qué bueno que te encontramos! Nosotros ya nos disponíamos a partir a
Teherán.” Aga, les dijo, “¿Puedo
hacer el viaje con ustedes? También me enviaron para allí y debo presentarme
antes de una semana.” Khourshyd dijo, “Claro
que vendrás con nosotros. Verás cómo nos divertimos de lo lindo.” Rouster
dijo, “Aga, ¿no pretenderás viajar con
esa ropa tan elegante?” Aga dijo, “No
tengo otra.” Khourshyd dijo, “No te
apures, yo te prestaré un traje de acuerdo para la larga caminata que nos
espera.” Khourshyd abrió un saco de tela y le extendió unas ropas,
diciendo, “Tóma, cámbiate detrás de la
cortina.” Aga dijo, tomando la ropa, “Gracias.
Eres una gran persona.” Cuando Aga se puso la ropa, Rouster dijo, “Aprovechemos que el dueño está de espaldas
para irnos sin pagar.” Cuando el posadero se dio cuenta, gritó, “¿Dónde están? ¡Sinvergüenzas! Se bebieron
el mejor Raki y huyeron, ¡Ladrones!”
Mientras
tanto, los tres hombres corrían por la calle. Entonces Aga dijo, “¡Ja, Ja, Ja! Lo engañamos como a un niño.”
Khourshyd dijo, “Debe estar lanzándonos todas las maldiciones del mundo.” Caminaron
el resto del día y parte de la noche, riéndose de las locuras que hacían. Aga
dijo, “La vida de soldado no parece tan
mala. Nunca me había divertido tanto.” Rouster dijo, “Solo los tontos piensan que ser soldado es una desgracia, cuando la
única desgracia es ser tonto.” Khourshyd dijo a Aga, “Tú no lo eres, ni nosotros tampoco. Te enseñaremos cómo pasar el
tiempo en forma agradable.” Aga dijo,
“Les aseguro que aprenderé todo muy rápido.”
Unos
días más tarde, mientras los tres iban caminando, Khourshyd dijo, “Estamos sin dinero, pero eso no es
problema. Lo obtendremos en el próximo poblado.” Aga dijo, “¿Y cómo?” Rouster dijo, “Pues presentándonos ante los campesinos
como recaudadores de impuestos.” Khourshyd dijo, “Ya lo hemos hecho antes y da excelentes resultados.” Horas más
tarde encontraban a un campesino. Rouster dijo, “Empezaremos en esta granja.” Khourshyd dijo, “Ese debe ser el dueño.
Lo llamaré.” El campesino les dijo, “¿Qué
se les ofrece señores?” Khourshyd dijo,
“Somos recaudadores de impuestos y venimos a recoger el dinero del trimestre.”
El campesino dijo, “¡Ahora no tengo
dinero!¡La cosecha fue mala! Les suplico que me den una prórroga.”
Khourshyd dijo, “¡Imposible!” El
campesino dijo, “¡Se los suplico! Hágame ese favor y no me daré por mal
servido.” Aga dijo en voz baja, “Creo
que debemos ayudar a este hombre. Démosle unos días. Él sabrá agradecérnoslo.”
El campesino dijo, “¡Sí, sí, señor!¡Que
el profeta los bendiga!” Rouster dijo, “Nos
bendecirá, no te preocupes. Ahora veamos de cuanto es tu agradecimiento.”
El campesino les dio algunas monedas. Cuando los tres siguieron caminando
Khourshyd dijo, “¿Qué tal? ¿No es una
forma divertida y fácil de obtener lo necesario para vivir?” Aga dijo, “Sí, muy divertida. Ese pobre hombre creyó
todo lo que le dijiste.”
Todo
el camino fueron engañando a cuantos encontraban a su paso. Finalmente llegaron
a Teherán. Aga dijo, “Se terminó la
diversión. Ahora a presentarse a los superiores.” Khourshyd dijo, “No te preocupes, ya verás cómo nos las
arreglamos para seguir haciendo de las nuestras.” Al día siguiente, Aga y
sus amigos estaba instalados en el cuartel de su regimiento. Aga preguntó, “Oye, Khourshyd, ¿Es verdad que los
instructores son europeos y no iraníes?” Khourshyd dijo, “Sí, esos perros son de lo peor. Quieren
obligarnos a vivir aquí en el cuartel y a levantarnos y acostarnos a horas
precisas.” Rouster dijo, “Pretenden
que bajo el sol o la lluvia vayamos a marchar y a hacer ejercicios en la
llanura.” Aga dijo, “¡Pero eso es una
locura! ¿Y tendremos que obedecer?” Rouster dijo, “No, muéstrate servicial con los oficiales iraníes. Dales parte de tu
sueldo y tendrás toda clase de consideraciones.” Aga dijo, “Si no es más que eso, estoy dispuesto a
arrodillarme ante ellos.”
Gracias a los consejos de sus
amigos, la vida de Aga transcurrió agradablemente en el ejército. Un día,
Rouster le dijo, “Aga, ¿Qué tal si
salimos a divertirnos un poco?” Aga dijo, “Me gustaría pero no tengo dinero. Tuve que darle lo que me quedaba al
capitán.” Rouster le dijo, “Yo
también. Lo peor es que por el momento no hay forma de conseguirlo.” Aga
dijo, “Tengo la solución: venderé mi
elegante casaca.” Sin dudarlo Aga partió al mercado, y cuando regresó al
cuartel, Rouster le dijo, “¡Qué desgracia
ha caído sobre nosotros!” Aga dijo, “¿Qué
sucede?” Rouster le dijo, “El gobierno
decidió exterminar a los Turcomanos y tenemos orden de salir para Meshed.”
Aga dijo, “¿Nosotros pelear contra esos
hombres terribles? Es una perversidad confiarnos semejante misión.” Pero
las órdenes debían cumplirse. Al día siguiente se pusieron en marcha.
Quince días después de la salida, Rouster comentó a Aga, “Ya llevamos quince días caminando y las
provisiones ya se terminaron.” Aga dijo, “Antes de salir nos prometieron buena alimentación, pero la realidad es
que nos vamos a morir de hambre.” Ante la falta de comida se alimentaban
con las yerbas del camino. Khourshyd dijo, “¡Es
terrible! Muchos de nuestros compañeros han muerto. Tendremos suerte si
logramos llegar a nuestro destino.” Aga dijo, “Yo he perdido muchos kilos. Si logro entrar en Meshed lo primero que
hare es ir a la mezquita a dar gracias.” Una semana después, con un aspecto
lamentable, los que se habían salvado entraban a la ciudad. Aga pensó, “Por suerte tengo el dinero de la casaca.
Comeré hasta hartarme.” Después de saciar su hambre, Aga se dirigió a la
principal mezquita de Meshed. Una vez allí, un sacerdote lo recibió,
diciéndole, “¡Alabados sean los santos
imanes!¿Eres tu Aga?” Aga dijo, “¡Primo
Suleyman!” Suyleman le dijo, “Aga,
tantos años sin vernos. ¿Qué haces por aquí? ¿Dónde está Leila?” Aga pensó,
“Ajá…con que quiere saber de ella, pues
que se prepare.” Aga dijo, “Ha
muerto.” Suyleman dejó escapar una lágrima y dijo, “¡Muerta!¡No es posible! Mi adorada Leila. No puedo creerlo.” Aga
le dijo, “Oye, ¿Has dicho mi adorada
Leila?” Suleyman dijo, “Sí. Solo a
ella he amado en el mundo y ella no ha amado a otro más que a mí.” Aga
dijo, “¿Ahh si?¿Y por qué se casó conmigo
si te quería a ti?” Suyleman dijo, “Porque
yo no poseía nada pero el día de su boda contigo me juró que se divorciaría en
cuanto yo arreglara mi situación. Dijo que se uniría a mi por eso vine a este
lugar. Me hice portero de la mezquita y he juntado dinero, ¡Ahora está
muerta!¡Muerta!” Aga dijo, “Así es.
Pobre Leila. Nos dolió mucho a los que la queríamos primo. Vendré pronto y
hablaremos de ella si eso te consuela.”
Aga se fue pensando, “Es de no creerlo. Leila se casó conmigo y
juró a Suleyman que lo amaba. Ahora es la esposa de Kerym. ¡Qué Mujercita! Y lo
peor es que no puedo odiarla. Al contrario, la amo. Y creo que a los cuatro nos
pasa lo mismo.” Una semana después Aga y un grupo de soldados fueron
enviados a espiar a los Turcomanos. En pleno campo de batalla, y en plena
lluvia Aga pensó, “¿Quién dijo que la
vida del soldado es fácil? Canalla gobierno, enviarnos a tareas tan difíciles.” En ese momento se escuchó el sonido de bombas
y fusiles. Aga gritó asustado,
“¡Huyamos!¡Los Turcomanos!¡Los Turcomanos!” El general iraní gritó, “¡Regresen, cobardes!¡Haremos frente al
enemigo!¡El que huya será ahorcado!” En medio del sonido de las armas, Aga
pensó, “Esperemos que no sean muchos o no
vivirá ninguno de nosotros para contarlo.”
La batalla cuerpo a cuerpo comenzó. El sonido de las armas se
acompañaba con los lamentos. Aga clavó su arma en el cuerpo de un solado
enemigo, diciendo, “¡Muere perro!” La
lucha siguió, y enseguida se escucharon los gritos de los iraníes diciendo, “¡Mueran cobardes!” “¡Bravo!¡Los vencimos!”
“¡Salieron corriendo como ratas!”
Esa
noche, los soldados iraníes celebraron la victoria, y cuando amaneció, se
escucharon sonidos de fusiles. Uno de los iraníes gritó, “¡Los Turcomanos regresan!” Otro soldado iraní gritó, “¡A las armas!¡Esos perros no aprendieron la
lección!” Otro gritó, “¿Dónde está mi
fusil?” Horas después Aga despertó, y preguntó, “¿Qué pasó?¿Dónde estamos?” Rouster le dijo, “Nos vencieron. Ahora somos prisioneros de los Turcomanos.” Aga
dijo, “¡Por el profeta!¿Qué suerte nos
espera?” Rouster dijo, “Seremos
vendidos como esclavos.” Días mas tarde Aga fue comprado por un hombre que
de inmediato lo llevo a su casa. Una vez estando ahí, el hombre dijo a su
esposa, “Veila, éste es el nuevo esclavo.
Te ayudara en las labores de la casa. Cortará la leña y llevará los corderos a
los prados. Ahora quiero comer.” Veila se dirigió a Aga y le dijo, “Tú, ven conmigo.” Veila le dio un
recipiente, y dijo, “Lleva a tu amo un
jarro de Raki.” Aga dijo, “¿Dónde
está?” La mujer tomó un palo y le dio un golpe en la espalda, diciendo, “Así aprenderás a ser más inteligente. Mira
el jarro, esta sobre la mesa.”
En
los días siguientes la mujer golpeaba a Aga, ante la menor torpeza de este. La
mujer le daba latigazos, diciendo, “Ustedes,
los de irán, son más tontos que nuestros caballos.” Aga dijo, “Sí, ama. El profeta lo ha querido así.”
La mujer le dijo, “Nosotros los
saqueamos, los vendemos como esclavos y ustedes no hacen nada para impedirlo.
¡Se lo merecen!” Aga dijo, “Es
cierto. Es que los Turcomanos son muy listos y nosotros unos asnos.” Cuando
la mujer se fue, Aga pensó, “Dándole la
razón queda contenta, y no se da cuenta que le robo la comida.”
Así transcurrieron trece
meses y una tarde, Rouster llego a visitar a Aga y le dijo, “Aga te traigo buenas noticias. Nos van a
liberar.” Aga le dijo, “No lo creo.
Muchas veces ha corrido el rumor y nada.” Rouster le dijo, “Hoy escuche a mi amo decir que el rey de
Irán está muy enojado con los oficiales porque nos dejaron a nuestra suerte. Y
que les ha obligado a pagar 10 tomanes de oro por cada prisionero, para que
quedemos libres.” Aga dijo, “¡Pagar
los oficiales por nosotros! Nunca lo harán.” Pero al día siguiente, el amo
de Aga le dijo, “Aga, tu gobiernos pagó
rescate por ti. Puedes irte cuando quieras.” Aga extrañado dijo, “¿Es cierto?¿No me está engañando?” El
amo dijo, “No hay duda que son torpes lo
iraníes. ¡Vete! Nos dieron más de los que nos costaste y de lo que vales.”
Aga dijo, “Ahora mismo me marcho, pero
aún no puedo creerlo.”
Aga
se unió a sus compañeros y felices se marcharon hacia Meshed, poco antes de
llegar a la cuidad, Khourshyd dijo, “¡Miren!”
Uno de los soldados liberados dijo, “Los
oficiales han venido a encontraros.” Uno de los oficiales a caballo le
dijo, “Hijos míos. Gloria al profeta que
permitió que pudiera salir de las garras de los Turcomanos.” El oficial
agregó, “Para darle las gracias es
preciso que entren humildemente en Meshed, como conviene a infelices
prisioneros.” Un soldado gritó, “¡Estamos
dispuestos!¡El profeta es grande!” El oficial dijo, “Para demostrar que son hombres piadosos, les encadenaremos y al entrar
en la cuidad la gente los colmara de bendiciones.” Un soldado gritó, “¡Seremos tratados como héroes!”
Poco después, Aga decía a
Rouster, “Estas cadenas pesan mucho, pero
bien vale el sacrificio. Todos se inclinaran ante nosotros.” Rouster dijo, “Nos trataran con respeto y admiración. Será
muy agradable.” Cuando entraron en Meshed, uno de los habitantes del pueblo
gritó, “¡Vivan!¡El profeta los colme de
bendiciones por valientes!” Poco después llegaron a una explanada y allí
los oficiales se repartieron a los encadenados. Un oficial del grupo de Aga,
Khourshyd, y Rouster, les dijo, “Siéntense
allí y pidan caridad. Ya verán como todos les dan dinero.” Aga pensó, “Excelente idea, nadie se negará a cooperar
al vernos en este estado.” Durante el día recibieron comida e incluso
dinero. Al anochecer, uno de los soldados dijo, “Oficial, quítenos las cadenas. Estamos cansados y queremos ir a
dormir.” El oficial dijo, “Hijos míos, deben ser razonables. Se encuentran
libres gracias a la generosidad del general Ali-Kan. Ha dado por cada uno de
ustedes 10 tomanes. No es justo que él pierda tan fuerte suma, ¿verdad? Por lo
tanto, estarán encadenados hasta que cada uno de ustedes haya reunido 15
tomanes que se entregarán al general. Si aquí no reúnen el dinero los
llevaremos por todas las ciudades del país. Solo cuando hayan saldado su deuda
quedaran libres.” Aga dijo,
“¡Canallas! No vamos a pedir limosna para dársela al general” Uno de los
soldados, “¡No!¡Nos negamos a ello!” El
oficial se desesperó, y dijo, “Ustedes lo
han querido. Les haré ser más razonables.” El oficial tomó un palo y dijo,
golpeando a un soldado, “¡A ver si ahora
se niegan!” El oficial siguió golpeando a otros soldados. Rouster dijo, “¡Basta!¡Yo pediré limosna!” Aga dijo, “¡Y yo también!” El oficial dijo, “Bien, veo que se han vuelto razonables.
Con buena voluntad pronto tendrán la suma requerida.” Aga pensó, “¡Maldita suerte! Pasara mucho tiempo antes
de que pueda juntar 15 tomanes. Trabajare para tener 30.”
Al
día siguiente Aga pensó, “Hemos estado
horas al sol y solo he reunido dos monedas.” Viendo que en Meshed no
obtenían mucho dinero, los llevaron de ciudad en ciudad hasta llegar a Teherán.
Aga pedís en las calles diciendo, “¡Apiádate
de mí!¡Mi pobre madre esta ciega!¡Mi mujer paralitica!¡Mis siete hijos se
mueren de hambre!” Un hombre le dio una moneda diciendo, “¡Toma! En algo te ayudará.” Aga continuó
mendingando, vio unas mujeres con velo y dijo, “Por favor ayúdeme. Toda mi familia va a morir. Mi pobre madre, mis
hijos.” Una de las mujeres con velo dijo, “Aga, es Aga.” Aga dijo, “¿Leila?
¡Es su voz!” La mujer dijo, “Sí, soy
yo. Quédate tranquilo. Me ocupare de que quedes libre.” Aga dijo, “Leila, espera.” La joven se marcho sin
escucharlo y el joven quedo sumido en la desesperación. Esa tarde, un hombre
llego y desencadenó a Aga, diciendo, “Puedes
largarte. Estas libre.” Poco después, un hombre se acercó y dijo, “Aga, ¿No te acuerdas de mí?” Aga dijo, “¡Primo Abdullah¡¿Qué haces aquí?”
Abdullah dijo, “Vine a salvarte. Supe que
hace unos meses te hicieron ingresar en la milicia.” Aga dijo, “¿Quién te lo contó?” Abdullah dijo, “Nuestro primo Kerym. ¡Pobre, ha tenido
menos suerte que tú!” Aga dijo, “El
buen Kerym, siempre lo he querido mucho, ¿Qué le sucede?” Abdullah dijo, “Vamos a mi casa y en el camino te contaré.”
Aga dijo, “Espera un momento. Me
despediré de mis amigos.”
Después
de despedirse, Aga les dijo, “No se
preocupen. Hare todo lo que pueda por ustedes.” Rouster dijo, “Confiamos en ti Aga. Si no nos ayudas
pasaran muchos meses antes para que quedemos en libertad.” Abdullah y Aga
partieron. Abdullah le dijo, “Como te
decía, Kerym tiene mala suerte. Es aficionado al Raki y eso no le permite
trabajar y hacer dinero. Ahora se gana la vida trabajando para mí de arriero y
lleva mis mercaderías a Tresionda.” Aga dijo, “¿Acaso eres comerciante?” Abdullah dijo, “Sí. Tengo algunos bienes. Gracias a ellos pude ayudarte. Mi mujer me
contó que estabas en situación desesperada.” Aga dijo, “¿Tu mujer?” Abdullah dijo, “Si,
me case con Leila. Kerym no podía mantenerla y consintió en divorciarse.”
Aga pensó, “Leila y Abdullah. Y yo tenía
la esperanza de recobrarla. La he perdido para siempre.” Abdullah dijo, “Siempre estuve enamorada de ella. Es la
mujer más adorable de la tierra.” Aga
dijo, “Si, es una perla, una verdadera
perla.”
Platicando, llegaron a una hermosa y elegante casa. Leila los recibió y
dijo, “Aga, me siento muy contenta de que
ya estés libre.” Aga al verla pensó, “Está más bella que nuca.” Abdullah
dijo, “Los dejo. Debo volver a la tienda.
Quedas en tu casa Aga.” Aga dijo, “Gracias, Abdullah.” Cuando Abdullah partió,
Leila dijo, “Mi pobre Aga. Veo que estas triste.” Aga dijo, “Mucho, ¿cómo pudiste casarte primero con
Kerym y luego con Abdullah? Juraste amarme siempre.” Leila dijo, “Es preciso ser razonables. Siéntate y
escucha. Te amé mucho y te amo aún.” Aga sonrió, y dijo, “Me quieres entonces.” Leila le dijo, “Espera. Me gustan las buenas cualidades de
Suleyman, la alegría de Kerym, y los méritos de Abdullah. Si me preguntaran a
cuál de los cuatro prefiero, pediría que los cuatro se hicieran uno solo, y ten
la seguridad de que a éste lo amaría apasionadamente y pasa siempre. No podía
casarme con Suleyman porque no poseía nada. Me dirigí a ti y resultaste un poco
voluble. Pero te perdono. Kerym me llevaba a la miseria. Abdullah me ha hecho
rica. Ahora debo ser prudente. Me quedare a su lado y le seré fiel hasta la
muerte.” Aga le dijo, “Entonces,
¿debo perder todas las esperanzas?” Leila dijo, “Sí, pero nuca dejare de pensar en ustedes tres. Abdullah es tu primo.
Quiérele y hará por ti todo lo que sea posible.” Aga dijo, “Yo te amo. No me resigno a perderte.”
Leila dijo, “Siempre tendrás un lugar en
mi corazón. Juntos pasamos muy bellos momentos. Pero eso ya pertenece al
pasado. Encontrarás una mujer que solo te ame a ti. Te lo mereces. Hablare con Abdullah
para que te ayude. ¿Quieres ser oficial?” Aga dijo, “Me gustaría. Me gustaría mucho.” Leila dijo, “Pues dalo por hecho.” Aga
dijo, “Gracias Leila. Siempre he dicho
que eres la perla de las mujeres.”
Meses
después, Aga bebía en compañía de sus amigos, Rouster y Khourshyd. Aga dijo, “Brindemos por mis galones de capitán. Amigos,
espera muy pronto ascender a la corona.” Rouster dijo, “A tu salud Aga. Eres el
mejor amigo del mundo. Si no es por ti todavía estaríamos pidiendo limosna.”
Aga dijo, “Eso ya pasó. ¡Qué diferente es
estar en el ejército como oficial! La vida es hermosa y voy a disfrutarla.
Mientras cuente con la protección de Abdullah, y sobre todo con la de Leila, mi
futuro será brillante.” Rouster dijo, “Que suerte tienes de contar con una
prima como ella.” Aga dijo, “Sí. Es
muy inteligente. ¡Cómo nos manejó a mis primos y a mí! Y lo mejor de todo es
que ninguno le guarda rencor. Por el contrario…No se le puede dejar de amar. Es
única. Yo la querré siempre y sé que lo mismo sucederá con mis primos. Pero mi
época con ella pasó. ¿Para qué sufrir con el pasado? Hay tantas mujeres bonitas
y cariñosas. Brindemos por ellas.” Rouster dijo, “¡Salud por las mujeres!”
Tomado de Novelas Inmortales. No. 518, 21 de octubre de 1987. Adaptación José Escobar.
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