Sir Henry Rider Haggard, miembro de la Orden del Imperio Británico, nació el 22 de junio de
1856 y murió el 14 de mayo de 1925, a la edad d 68 años. Fue un escritor Inglés
de novelas de aventuras en lugares exóticos, principalmente de África y es
considerado uno de los fundadores del género literario Mundo Perdido. También
estuvo involucrado en la reforma agraria a través de todo el Imperio Británico.
Sus historias, situadas en el extremo más ligero de la literatura victoriana,
siguen siendo populares e influyentes.
Biografía
Los Primeros Años
Henry Rider Haggard, generalmente conocido como H.
Rider Haggard o Rider Haggard,
provenía de una línea de ascendencia danesa y nació en Bradenham, Norfolk, siendo
el octavo de diez hijos, de Sir William Meybohm Rider Haggard, un abogado, y
Ella Doveton, una autora y poeta. Rider
Haggard fue enviado inicialmente a Garsington, a la Rectoría en Oxfordshire,
para estudiar con el reverendo H.J. Graham, pero a diferencia de sus hermanos
mayores que se graduaron de varias escuelas privadas, asistió a la escuela
secundaria de Ipswich. Esto se debió a su padre, que quizá lo consideraba como
alguien que no iba a ascender a mucho, por lo que ya no podían darse el lujo de
mantener su costosa educación privada. Después de fallar la prueba de ingreso
al ejército, fue enviado con un preparador privado en Londres, para prepararse
para el examen de ingreso para la Oficina de Relaciones Exteriores Británica,
al cual nunca se presentó. Durante sus dos años en Londres entró en contacto
con las personas interesadas en el estudio de los fenómenos psíquicos.
Sudáfrica 1875-1882.
En 1875, el padre de Haggard le
envió a lo que hoy es Sudáfrica para ocupar una posición remunerada como
asistente del secretario de Sir Henry Bulwer, el teniente gobernador de la
Colonia de Natal. En 1876 fue transferido al equipo de Sir Teófilo Shepstone,
Comisionado Especial para el Transvaal. Fue en este papel que Haggard estaba presente en Pretoria, en
abril 1877, para el anuncio oficial de la anexión británica de la República
Boer del Transvaal. De hecho, Haggard levantó la bandera de la Unión y dio
lectura a gran parte de la proclamación después de la pérdida de la voz del
funcionario originalmente encargado de tal función.
Por ese tiempo, Haggard se enamoró
de Mary Elizabeth “Lilly” Jackson,
quien tenía la intención de casarse con él, una vez que obtuviera un empleo
remunerado en África. En 1878, Haggard se convirtió en secretario del Tribunal Superior
en el Transvaal , y escribió a su padre informándole de que tenía la intención
de regresar a Inglaterra para casarse con ella. Su padre se lo prohibió hasta
que Haggard hubiera hecho una
carrera por sí mismo. Antes de 1879, Jackson ya se había casado con Frank
Archer, un acomodado banquero. Cuando Haggard
finalmente regresó a Inglaterra, se casó con una amiga de su hermana,
Marianna Louisa Margitson (1859 - 1943) en 1880, y la pareja viajó a África
juntos. Tuvieron un hijo llamado Jack, que murió de sarampión a los 10 años, y
tres hijas, Angela, Dorothy y Lilias. Lilias se convirtió en una autora, editó,
El Capuchón de Piel de Conejo y Yo Caminé de Noche, y escribió una
biografía de su padre titulada, El Manto
Que Dejé, publicada en 1951.
Haggar en Inglaterra 1182-1925.
Volviendo a Inglaterra en 1882, la pareja se instaló en Ditchingham,
Norfolk, el hogar ancestral de Louisa. Más tarde vivieron en Kessingland y
tuvieron conexiones con la iglesia en Bungay, Suffolk. Haggard volvió al estudio de las leyes y fue llamado a la barra en
1884. Su práctica de las leyes era inconexa y gran parte de su tiempo fue usado
en la escritura de novelas que él vio como más rentable. Haggard vivió en el número 69 de la calle Gunterstone en
Hammersmith, Londres, desde mediados de 1885 hasta alrededor de abril de 1888.
Fue en esta dirección en Hammersmith donde completó Las Minas del Rey Salomón, publicada en septiembre de 1885.
Influenciado fuertemente por los más grandes aventureros que conoció en el África colonial, sobre todo Frederick Selous y Frederick Russell Burnham, la más grande riqueza mineral descubierta en África, y las ruinas de antiguas civilizaciones perdidas del continente, tales como las ruinas de la Gran Zimbabwe , Haggard creó sus Aventuras de Allan Quatermain. Tres de sus libros, El Mago (1896), Elissa; La Maldición de Zimbabwe (1899) y Corazón Negro y Corazón Blanco; Un Idilio Zulú (1900), son dedicados a la hija de Burnham, Nada, la primer niña blanca nacida en la ciudad de Bulawayo; que había sido bautizada con ese nombre, después de la novela histórica de Haggard de 1892, titulada, Nada the Lily. Haggard pertenecía al club británico el Ateneo, al club londinense de caballeros, La Savile, y al Club Británico de Autores.
Influenciado fuertemente por los más grandes aventureros que conoció en el África colonial, sobre todo Frederick Selous y Frederick Russell Burnham, la más grande riqueza mineral descubierta en África, y las ruinas de antiguas civilizaciones perdidas del continente, tales como las ruinas de la Gran Zimbabwe , Haggard creó sus Aventuras de Allan Quatermain. Tres de sus libros, El Mago (1896), Elissa; La Maldición de Zimbabwe (1899) y Corazón Negro y Corazón Blanco; Un Idilio Zulú (1900), son dedicados a la hija de Burnham, Nada, la primer niña blanca nacida en la ciudad de Bulawayo; que había sido bautizada con ese nombre, después de la novela histórica de Haggard de 1892, titulada, Nada the Lily. Haggard pertenecía al club británico el Ateneo, al club londinense de caballeros, La Savile, y al Club Británico de Autores.
La Ayuda a Lily Archer
Años más tarde, cuando Haggard era un novelista de éxito, fue contactado
por su antiguo amor, Lilly Archer, cuyo apellido de soltera era Jackson. Ella
había sido abandonada por su marido, que había malversado fondos confiados a él
y él había huido, en bancarrota, a África. Haggard
la instaló a ella y a sus hijos en una casa y vio por la educación de los
niños. Lilly finalmente siguió a su marido a África, donde la infectó con
sífilis antes de morir él mismo de eso. Lilly volvió a Inglaterra a finales de
1907, donde Haggard de nuevo la
sostuvo hasta su muerte, el 22 de abril de 1909. Estos detalles no se
conocieron generalmente hasta la publicación de la biografía de Haggard de 1981, por Sydney Higgins.
Asuntos Públicos y Honores
Haggard estuvo
muy involucrado en la reforma de la agricultura, y fue miembro de muchas
comisiones sobre uso de la tierra y de los asuntos relacionados con el trabajo
que implicaron varios viajes a las colonias y dominios. Con el tiempo, dio lugar a la aprobación de la
Ley de Desarrollo de 1909.
Se mantuvo sin éxito como candidato conservador para el Parlamento para
la división oriental de Norfolk en la elección de verano de 1895, perdiendo por
sólo 198 votos. Fue nombrado Caballero
de Licenciatura en 1912 y Caballero Comandante de la Orden del Imperio
Británico en 1919.
La localidad de Rider, Columbia Británica, fue nombrada en su nombre después
de él.
Fallecimiento
Murió el 14 de mayo 1925, a los 68 años. Sus cenizas fueron enterradas
en la iglesia Ditchingham. Sus escritos se mantienen en la Oficina de Registro
de Norfolk.
Carrera Como Escritor
Después de regresar a Inglaterra en 1882, Haggard publicó un libro sobre la situación política en Sudáfrica y
un puñado de novelas sin éxito antes de escribir el libro por el cual es el más
famoso, Las Minas del Rey Salomón.
Aceptó el 10% de derecho de regalías, en lugar de 100 € de los derechos de
autor.
Una seria, Allan Quatermain,
pronto sigió, y su novela Ella y su
secuela Ayesha, novelas de aventuras de
capa y espada, ambientada en el contexto de la lucha por África (la acción de
Ayesha sin embargo ocurre en el Tíbet). La enormemente popular, Las Minas del Rey Salomón, a veces es
considerada la primera del género Mundo Perdido. Esta novela por lo general se considera que es
una de las clásicas de la literatura imaginativa y con 83 millones de copias vendidas en 1965,
es uno de los libros más vendidos de todos los tiempos. Haggard
también es recordado por Nada the
Lily, una historia de aventura entre los zulúes, y la novela épica de vikingos,
Eric Brighteyes.
Sin embargo, sus novelas retratan muchos de los estereotipos asociados
con el colonialismo, los cuales son inusuales para el grado de simpatía con el
que se retratan a las poblaciones nativas. Los africanos a menudo juegan un
papel heroico en sus novelas, aunque los protagonistas son generalmente, aunque
no siempre, europeo. Ejemplos notables son los heroicos guerreros zulúes,
Umslopogaas y Ignosi, el legítimo rey de Kukuanalandia, en Las Minas del Rey Salomón.
Después de haber desarrollado una intensa amistad mutua con los tres ingleses que le ayudan a recuperar su trono, él acepta sus consejos y suprime la caza de brujas y la pena de muerte arbitraria. Tres de las novelas de Haggard fueron escritas en colaboración con su amigo Andrew Lang que compartía su interés en el ámbito espiritual y los fenómenos paranormales.
Después de haber desarrollado una intensa amistad mutua con los tres ingleses que le ayudan a recuperar su trono, él acepta sus consejos y suprime la caza de brujas y la pena de muerte arbitraria. Tres de las novelas de Haggard fueron escritas en colaboración con su amigo Andrew Lang que compartía su interés en el ámbito espiritual y los fenómenos paranormales.
Haggard también
escribió sobre la reforma agraria y social, en parte inspirado por sus
experiencias en África, pero también se basó en lo que vio en Europa. Al final
de su vida fue un firme opositor del bolchevismo, una posición que compartía
con su amigo Rudyard Kipling. Los dos se habían unido a la llegada de Kipling
en Londres en 1889 en gran parte de la fuerza de sus opiniones compartidas, y
los dos siendo amigos toda la vida.
Reputación y Legado.
Las historias de Haggard
siguen siendo ampliamente leídas en la actualidad. Ayesha, la protagonista femenina de Ella, ha sido citada como una prototipo por los psicoanalistas tan
diferentes como Sigmund Freud (en La
interpretación de los Sueños) y Carl Jung. Su epíteto “Ella que debe ser obedecida” es utilizado por el autor británico
John Mortimer en su serie de televisión Rumpole
of the Bailey como el nombre privado que utiliza para la esposa del personaje
principal, Hilda, ante la cual él tiembla en su casa, a pesar del hecho de que
él es un abogado con una cierta habilidad en la corte.
El género de Mundo Perdido de Haggard ha influenciado a escritores norteamericanos populares de historietas, tales como Edgar Rice Burroughs, Robert E. Howard, Talbot Mundy, Philip José Farmer, y Abraham Merritt. El personaje Allan Quatermain, el héroe de aventuras de, Las Minas del Rey Salomón y su secuela Allan Quatermain, fue un modelo para el personaje de Norteamérica, Indiana Jones, que aparece en las películas En Busca del Arca Perdida, El Templo Maldito, Indiana Jones y la Última Cruzada, y El Reino de la Calavera de Cristal. Quatermain ha ganado popularidad recientemente gracias de ser un personaje principal de La Liga de los Hombres Extraordinarios.
El género de Mundo Perdido de Haggard ha influenciado a escritores norteamericanos populares de historietas, tales como Edgar Rice Burroughs, Robert E. Howard, Talbot Mundy, Philip José Farmer, y Abraham Merritt. El personaje Allan Quatermain, el héroe de aventuras de, Las Minas del Rey Salomón y su secuela Allan Quatermain, fue un modelo para el personaje de Norteamérica, Indiana Jones, que aparece en las películas En Busca del Arca Perdida, El Templo Maldito, Indiana Jones y la Última Cruzada, y El Reino de la Calavera de Cristal. Quatermain ha ganado popularidad recientemente gracias de ser un personaje principal de La Liga de los Hombres Extraordinarios.
Haggard fue
elogiado en 1965 por Roger Lancelyn Green, uno de los Inklings de Oxford, como
un autor de un alto nivel de, “habilidad
literaria y de potencia imaginativa pura,”
y co-autor junto con Robert Louis Stevenson de la Era de los narradores.
El primer capítulo de su libro La
Gente de la Neblina, se acredita
haber inspirado el lema de la Royal Air
Force (anteriormente el Royal Flying
Corps), Per ardua ad astra. (De la adversidad a las estrellas.)
Influencia en la Literatura Infantil del siglo 19.
Durante el siglo 19, Haggard fue
una de las muchas personas que contribuyeron a la literatura infantil. Morton
N. Cohen describió a Las Minas del Rey
Salomón como, “una historia tanto de interés
general para los adultos como para los jóvenes.” El mismo Haggard quería
escribir el libro para niños, pero en última instancia, tendría una influencia tanto
en los niños como en los adultos de todo el mundo. Cohen explicó que, “Las Minas del Rey Salomón se leía en las
escuelas públicas [y] en voz alta en
las aulas.” (Wikipedia en Ingles)
Cuando el Mundo se Estremeció
Cuando el Mundo se Estremeció, es una novela de H. Rider Haggard escrita en 1919.
Trata de las aventuras de Bastin, Albert Bickley, y Humphrey Arbuthnot en su
viaje a la isla del mar del sur de Orofenia.
La historia comienza cuando el protagonista, Humphrey Arbuthnot - un
escritor de historias de aventura - está casado con su esposa Natalie. Poco
después ella le confiesa que va a morir pronto, incluso después de que se le ha dado un certificado de buena salud de
su médico, Bickley. Justo cuando esta muriendo, Natalie le dice a Arbuthnot que
poco después de que ella muera él querrá viajar a algún sitio y que allí es
donde los dos se reunirán de nuevo.
Ella muere, y poco tiempo allí después Arbunoth tiene un repentino deseo
de viajar a las islas del Pacífico. Se pone en un barco con su médico, Albert Bickley,
un sacerdote, Bastin, y su perro, Toby. El barco es llevado por un ciclón
después de que toda la tripulación abandona la nave, salvo por los tres
aventureros. Cuando se despiertan se encuentran los náufragos en la isla del
mar del sur de Orofena.
Aquí ellos conocen a los Orofeanos, quienes adoran a un Dios llamado Oro,
quien es un Dios de la Guerra. Los hombres se ganan la confianza de los Orofeanos
mientras Albert les enseña a los hombres las técnicas de medicina occidental y
salva algunas vidas. Los nativos les dicen a los tres hombres que no vayan a
una parte de la isla llamado Oromatuas que es un volcán. Después viene una
disputa en la que Bastin destruye un símbolo de Oro y mata a uno de los nativos
que estaba a punto de ser sacrificado.
Los tres europeos huyen a Oromatuas donde Toby, el perro, encuentra un
pasadizo secreto dentro del volcán. Los hombres buscan el pasadizo del volcán y
encuentran dos ataúdes de cristal con dos personas en ellos. Primero reviven a un
viejo que es el dios original Oro. Enseguida reviven a su hija Yva.
Después de ser revivido Oro mira a las estrellas para revelar que ha
estado inconsciente durante 250.000 años como él puede decir de las posiciones
estelares. Yva afirma que conocen la posición de las estrellas, según provienen
de una sociedad que estaba llena de sabiduría conocida como la edad de la
sabiduría. Para describir cómo era la edad de la sabiduría, Yva les muestra a
los hombres por medio de la evocación de escenas de la edad de la sabiduría, mostrándoles
la alucinación de los hombres del pasado.
Cuando los hombres dialogan sobre la edad moderna y el aprendizaje sobre
la edad de la sabiduría, cada uno de los hombres intenta cortejar aYva. Se
revela que Yva puede sólo casarse con un hombre que ya ha muerto. También se revela
que ella tiene el alma de Natalie en su interior. Al instante ella se enamora
de Arbuthnot y deciden casarse.
Utilizando el mismo método de conjuración, Oro tiene los hombres mostrándoles
el estado de la situación actual del mundo. Después de ver nada más que de
destrucción y muerte, por una mezcla de la primera guerra mundial y la carrera
por África, Oro decide que la tecnología moderna es un veneno para el mundo. Él
decide que es hora de empezar de nuevo el mundo entero y se prepara un ritual
que hará que un terremoto destruya todo el mundo.
Oro es detenido por Yva quien muere dentro de las cavernas de Oromatus que
colapsan. Juntos, ella ya su padre mueren, a la vez que permiten a los hombres escapar a su canoa que está en el agua lista
para salir.
Cuando el Mundo se Estremeció
De Henry Rider Haggard
La mansión de Humphrey Arbuthnot,
ubicada en Fulcombe, cerca de Devonshire, llamaba la atención en la comarca,
por lo bella y elegante. En esos momentos, Humphrey salía de la casa para
recibir a alguien que acababa de llegar.
“¡Albert Buckey! Cuánto me alegro de que hayas venido.
No tenía muchas esperanzas de que lo hicieras cuando te escribí.” Albert dijo, “No
podía dejar de acudir. Fuimos íntimos amigos en la universidad, aunque después
de hayamos dejado de vernos.” Entraron en la mansión y se dirigieron a un
salón donde ya estaba dispuesto el té. Albert dijo, “Veo que te ha ido muy bien y me alegro.” Humphrey dijo, “Sí, no me puedo quejar, Estuve años fuera
de Inglaterra buscando fortuna y la conseguí. Soy inmensamente rico.” Albert
dijo, “¿Hace mucho que regresaste del
extranjero?” Humphrey dijo, “Apenas
seis meses compré esta propiedad y me instalé aquí, pero, querido amigo, no soy
feliz. Tú sabes, siempre me ha molestado la vida social. Aquí no tengo amigos.
Mis vecinos son pocos y bastantes simples.” Albert dijo, “O sea que te aburres, ¿Porqué no ejerces tu
profesión de abogado?” Humphrey dijo, “Lo
hago, pero ser magistrado en un condado donde nunca pasa nada, me ocupa una o
dos horas al mes.” Albert dijo, “Humphrey,
¿me mandaste llamar porque me necesitas como médico o como amigo?” Humphrey
dijo, “Como amigo. Pero antes cuéntame de
ti, ¿Cómo te ha ido?” Albert dijo, “Bastante
bien. Trabajo en un hospital como cirujano y también tengo mi consultorio
particular. Pero no estoy agusto. Nunca me agradó Londres. Yo viví siempre en
el campo y la ciudad me ahoga.” Humphrey dijo, “Albert, tengo una idea, ¿Por qué no te vienes aquí a ejercer? Aunque
hay médicos, no hay un cirujano de tu categoría.” Albert dijo, “¡Querido amigo, si eso fuera posible! Pero
no es fácil. Tendría que instalarme…”
Humphrey dijo, “Por eso no te preocupes. Yo te montaré un consultorio para que atiendas la clientela que vayas adquiriendo. Tendrás entera libertad para disponer las cosas como quieras. La verdad es que me harías un favor. Necesito compañía.” Albert dijo, encendiendo su pipa, “Te lo agradezco mucho y por supuesto que acepto.” Humphrey agregó, “Además te tengo una sorpresa, ¿Recuerdas a Bastin?” Él le dijo, “¡Cómo no! Los tres éramos inseparables en la universidad. Aunque estudiábamos cosas tan distintas y siendo él tan diferente.” Humphrey dijo, “Sí, Bastin era brusco, con una mentalidad simple pero buenísimo.” Albert dijo, “Estaba hecho para lo que se dedicó. La iglesia debe tener en él uno de sus mejores pastores.” Humphrey dijo, “Como murió recientemente el vicario de Fulcombe, le escribí contándoselo y consiguió ese puesto.” Albert dijo, “Me alegro. Será como volver a nuestros días de juventud.” Humphrey dijo, “Espero que nos llevemos tan bien como entonces.” Albert dijo extrañado, “¿Por qué no? Ha pasado mucho tiempo pero en el fondo somos los mismos.”
Humphrey dijo, “Por eso no te preocupes. Yo te montaré un consultorio para que atiendas la clientela que vayas adquiriendo. Tendrás entera libertad para disponer las cosas como quieras. La verdad es que me harías un favor. Necesito compañía.” Albert dijo, encendiendo su pipa, “Te lo agradezco mucho y por supuesto que acepto.” Humphrey agregó, “Además te tengo una sorpresa, ¿Recuerdas a Bastin?” Él le dijo, “¡Cómo no! Los tres éramos inseparables en la universidad. Aunque estudiábamos cosas tan distintas y siendo él tan diferente.” Humphrey dijo, “Sí, Bastin era brusco, con una mentalidad simple pero buenísimo.” Albert dijo, “Estaba hecho para lo que se dedicó. La iglesia debe tener en él uno de sus mejores pastores.” Humphrey dijo, “Como murió recientemente el vicario de Fulcombe, le escribí contándoselo y consiguió ese puesto.” Albert dijo, “Me alegro. Será como volver a nuestros días de juventud.” Humphrey dijo, “Espero que nos llevemos tan bien como entonces.” Albert dijo extrañado, “¿Por qué no? Ha pasado mucho tiempo pero en el fondo somos los mismos.”
Un mes más tarde los tres
amigos se encontraban reunidos. Estando los tres sentados a la mesa, Bastin
dijo, “Me alegro de haber venido Humphrey. Éste es un lugar donde hay mucho que
hacer.” Albert dijo, “Yo también
tengo bastante trabajo. Vienen de todas las poblaciones cercanas a
consultarme.” Humphrey dijo, “Me
complace saber que estas a gusto Bastin. Y tú también Albert.” Albert le
dijo, “No te veo animado. Al parecer
sigues sin encontrar en que ocupar tus días.” Humphrey dijo, “La llegada de ustedes me ha ayudado mucho,
pero me sigo sintiendo insatisfecho.” Bastin dijo, “La riqueza, el lujo, la indolencia son las cusas del aburrimiento.” Humphrey
le dijo, “¿Y qué puedo hacer? Aconséjame
algo.” Bastin le dijo, “¿Porqué no
haces un viaje? Te haría bien cambiar de ambiente.” Humphrey dijo, “Pasé años fuera de Inglaterra.” Bastin dijo, “Pero preocupado de hacer fortuna. Ahora seria por placer. Hay tantas
maravillas que ver.” Albert dijo, “Bastin
tiene razón, ¿Porqué no haces un recorrido por Europa visitando las principales
zonas arqueológicas?” Humphrey dijo, “Sí,
creo que es buena idea.”
Siguiendo el consejo de sus
amigos, Humphrey preparó el viaje, y dos meses después llegaba a Italia,
pensando, “Albert me dio una tarjeta para
el embajador ingles en Roma. Lo iré a ver. No tengo interés en intimar con él,
pero según Albert, es un experto en arqueología y me puede orientar sobre el
tema.” Ya en la embajada, Humphrey pidió hablar con Sir Upton, quien lo
recibió de inmediato, diciendo, “Así que
es usted amigo del doctor Bickley. Me da gusto conocerlo.” Después de
hablar sobre Inglaterra, Humphrey le explicó la razón de su visita. El
embajador le dijo, “Por supuesto que le
indicare los lugares que debe ver. Ahora tengo una reunión, pero venga esta
noche a cenar a mi casa.” Humphrey dijo, “Señor embajador no quisiera molestarlo. Si está ocupado yo…” El
embajador dijo, “Sera un placer recibirlo,
los amigos del doctor Bickley también son míos. Él salvó la vida de mi esposa.”
Esa noche cuando Humphrey
llegó a la residencia del embajador, el embajador le dijo, “Me alegra que ya esté aquí. Venga conmigo. Lo presentaré.” Después
de presentarle a los numerosos invitados, el embajador lo llevo ante una bella
joven, y le dijo, “Señor Humphrey Arbuthnot,
mi hija Natalia. Ella podrá guiarlo mejor que yo. Es una verdadera arqueóloga.”
Dicho esto, el embajador los dejó solos.
“Mi padre exagera, pero trataré de ayudarlo en lo que pueda.” Dijo su hija. Hasta que pasaron a cenar,
no dejaron de hablar un instante. Humphrey pensó, “Es bella inteligente, dulce. La mujer más maravillosa que he
conocido.” Ella pensó, “Qué apuesto,
simpático y agradable. Me siento feliz de que mi padre lo haya invitado.”
Después de la cena, hubo baile y todos los invitados notaron que Humphrey y
Natalia no se separaron un instante. La madre de Natalia dijo, “Nuestra hija está llamando la atención.”
El embajador dijo, “Déjala, él es un
distinguido caballero.” Cuando llegó la hora de despedirse, Humphrey dijo, “¿Entonces puedo pasar a buscarla mañana?”
Natalia dijo, “Sí, iremos al Coliseo.
Será una visita muy interesante.”
Humphrey se dirigió al hotel
como si estuviera en otro mundo, pensado, “¡Natalia!¡La
amo! Me he enamorado de ella. Nunca había sido tan feliz.” Diariamente la
pareja salía a recorrer las ruinas romanas. Pasó un mes y una tarde, Humphrey se
declaró, “Natalia, ya no puedo callar mas
lo que mi corazón quiere gritar, ¡Te amo! ¡Te amo desde el día que te conocí!” Natalia
dijo, “¡Humphrey!¡Y yo que temía no ser correspondida!” Allí, al abrigo de las milenarias ruinas se dieron su
primer beso. Tres meses después, Humphrey regresaba a Inglaterra, pero acompañado de su
bella y adorada esposa. Humphrey decía, mientras viajaban en el carruaje, “Ese será tu hogar vida mía.” Natalia
dijo, “¡Qué hermosa casa! Gracias, amor
mío, por hacerme tan feliz.” En la mansión les aguardaban Bastin y Albert.
Bastin dijo, “Siempre supe que estaban
hechos el uno para el otro. Sabía que si ibas a Roma y conocías a Natalia
volverías casado.” Albert agregó,
“Los felicito. Sé que serán muy felices.”
Pasaron los meses. Todo era
felicidad en la mansión y más aún cuando se supo que Natalia esperaba un hijo.
Al verlos, Bastin dijo, “Lo mejor que Humphrey
ha hecho en su vida es casarse. Nunca un hombre y una mujer han sido más
dichosos que ellos.” Albert dijo, “Así
es, se adoran. Es de esperar que siempre sea así.” Siguió pasando el tiempo
y cuando faltaba poco para que Natalia diera a Luz, Humphrey dijo, “Mi amor, ¿qué tienes? Te he notado un poco
decaída, ¿te sientes mal?” Ella le dijo, “No querido, estoy bien. Solo que he tenido un triste presentimiento.”
Humphrey le dijo, “Mi amor, no te
preocupes. Nada malo puede sucedernos.” Ella dijo, “Humphrey, creo que nuestra
unión va a romperse. Creo que tendré que dejarte.” Él la miró alarmado,
diciendo, “¿Dejarme?” Ella dijo, “Sí, mi
vida. Aún contra mi voluntad la muerte vendrá por mí.” Él le dijo, “¡Oh Dios mío!¡No digas eso!” Ella
dijo, “Escúchame. Te suplico que no
sufras, pues estoy segura de que nos volveremos a encontrar. No sé cómo,
cuando, ni dónde. He rogado a Dios para que me ilumine. Pero la luz no ha
llegado.” Él le dijo, “Natalia, mi
vida. No pienses en esas cosas. Estaremos juntos mucho tiempo. Hasta que los
dos seamos ancianos.” Ella le dijo, “Te
suplico me prometas que si algo me pasa esperarás confiado hasta que nos
volvamos a encontrar. ¡Prométemelo!” Él le dijo, “¡Sí, lo que quieras, pero ya no hables más de esto.”
Los días y las semanas pasaron
y llegó el esperado acontecimiento. Humphrey estaba nervioso por el nacimiento
de su hijo. Bastin le dijo, “¡Cálmate! Rézale
a Dios. Es el único que puede decidir sobre la vida de sus criaturas.” Humphrey
dijo a Bastin, “Albert lleva horas allí adentro.
Si me permitiera estar junto a ella.” En ese momento, Albert salió de la
habitación diciendo, “Lo siento Humphrey.
Era una niña, nació muerta.” Humphrey dijo, “¿Y Natalia cómo está?” Albert le dijo, “Amigo, debes tener valor. Se encuentra muy mal. Ve a verla. Le queda
muy poca vida.” Humphrey dijo, “¡No
es posible!¡Mi adorada esposa!” Tratando de controlar su desesperación, él
entró en la recamara. Postrada en cama, ella le dijo, “Querido mío. No estés triste. Todo va bien. Ahora se donde nos
volveremos a encontrar.” Humphrey pensó, “¡Pobrecita, esta delirando!” Ella continuó, “Ve donde te parezca ser llamado. Es muy lejos. Allí estaré. Adiós por
un tiempo, amor mío…querido…” Humphrey dijo, “¡Natalia, te amo!¡No permitiré que me dejes!” Pero la mano de ella
resbaló de entre las suyas. Humphrey dijo, “¡Oh,
no!¡Natalia, Natalia!¡Cómo podré vivir sin ti!”
Ante la consternación de
todos los que conocían a Humphrey, su esposa e hija fueron enterradas en el
cementerio de la mansión. El sacerdote que ofició la ceremonia dijo, “Que Dios la reciba en su santo seno.”
En los días siguientes, Humphrey se consumió en una lenta agonía. A menudo iba
a la tumba de ella con flores y pensaba, “¡Aquí
está mi adorada!¡Cómo quisiera ir a su lado!” Pasaron los meses. Ya hacia
medio año que Natalia había muerto y Humphrey no encontraba conformidad. Una
mañana, mientras Humphrey era atendido por Bastin, sentado en su sillón, Albert
dijo, “Buenos Días. ¿Qué sucede?¿Estás
enfermo Humphrey?” Bastin dijo, “No.
Solo es un resfrío. Pero le estoy diciendo que debe tratar de sobreponerse. No
puede seguir así o se volverá loco.” Albert dijo, “Sí amigo. Nos preocupa tu estado. Dios dispone las cosas y sabe porqué
lo hace.” Humphrey dijo, “He tratado
de conformarme pero todo aquí me recuerda mi dicha pasada. Quizá deba alejarme
de este lugar.” Bastin dijo, mostrando un periódico, “Puede ser que sea lo mejor. Yo por mi parte si pudiera, ¡Iría hasta
las islas de los mares del sur a buscar al que escribió esto!” Humphrey
dijo, “¿De qué se trata?” Bastin
dijo, “Se calumnia groseramente a los
misioneros que vayan a esas islas, especialmente a los de mi orden.” Humphrey
dijo, “Déjame ver.” Furiosos, Bastin
le pasó el periódico. Después de verlo, Humphrey dijo, “¡Qué bello lugar! Las playas llenas de vegetación e iluminadas por un
ardiente sol.” Poco después Albert y Bastin se despidieron y Humphrey se
quedó leyendo el artículo, pensando, “Aquí
se habla maravillas de esos lugares. Creo que esas islas serian el sitio ideal
para descansar. Allí siempre hay sol. El paisaje, la diferencia de vida me
ayudaran a olvidar. Porque no ir y escapar de este frio invierno británico y de
tantos dolorosos recuerdos. Quizá pueda convencer a Albert y a Bastin para que
me acompañen. Les vendrían bien unas vacaciones.”
El resto del día lo pasó
pensando en su proyecto. Esa noche, cuando se durmió, soñó a su amada, quien
estando en una isla le decía, “¡Humphrey,
Humphrey! Ven a mí.” Despertó sobresaltado. Le parecía que todo había sido
real, y pensó, “Era Natalia y me llamaba.
Estaba en una isla. Iré aunque sea solo.” Al día siguiente, totalmente
decidido a llevar a cabo su plan, invitó a sus amigos a cenar. Una vez estando
sentados a la mesa, Humphrey le dijo,
“Los veo muy demacrados. Creo que necesitan unas vacaciones.” Albert dijo, “Es cierto, le dije ayer a Bastin que debía
descansar. Yo también me siento agotado.” Bastin dijo, “¡Si pudiera ir a un lugar con sol! Estos inviernos ingleses me matan.”
Albert dijo, “A mi igual. Creo que
tendré que dejar a mis pacientes una temporada.” Humphrey dijo, “Me alegra que ambos estén de acuerdo. Pues
voy a proponerles algo. Quiero ir a las islas de los mares del sur…Pienso que
allí lograré calmar mi pena. Estaría muy contento de llevarlos como invitados.” Bastin dijo, “¡Seria maravilloso! Quizá yo pueda encontrar y decirle algunas cosas
al autor de ese artículo en que se nos calumnia.” Albert dijo, “Ciertamente seria fabulosos, pero, ¿En qué
nos iríamos?” Humphrey dijo, “Ya he
pensado en ello. Rentaré un yate. En Londres hay una agencia que los alquila.
Ellos ponen la tripulación.”
Dos meses después los tres
amigos se encontraban en el “Estrella del
Sur” en medio del océano. Ya en tripulación Albert dijo a Humphrey, “Tuviste una gran idea al hacer este viaje.
En los días que llevamos navegando has cambiado mucho.” Humphrey dijo, “Sí, me siento más feliz de lo que he estado
en muchos meses.” La travesía era agradable y no tenían tiempo de aburrirse
ya que pasaban largas horas estudiando
las lenguas de los nativos de las islas. Mientras leía Humphrey dijo, “Cuando
lleguemos nos haremos comprender perfectamente.” Bastin dijo, “Eso es muy importante para evitar tener
problemas con los isleños.” Deteniéndose solo en algunos puertos para
cargar víveres poco a poco se fueron acercando a las islas de los mares del
sur. El capitán del barco les dijo, “Estamos
próximos a Samoa. Si continua este excelente tiempo, en dos días llegaremos.”
Humphrey le dijo, “La verdad capitán es
que hemos tenido muy buena suerte durante todo el viaje.” Pero al caer la
tarde una extraña calma se sintió en el aire. El capitán les dijo, “Señores vayan a sus camarotes y no salgan
de ellos. Se aproxima un tifón de la peor especie.” Humphrey dijo, “¿Podemos ayudar en algo capitán?” El
capitán dijo, “No, a veces hasta el más
avezado marino es incompetente en estos casos y ustedes no saben nada de
navegación.” Humphrey dijo, “Entonces
nos quedaremos aquí. Es mejor estar los tres juntos.”
Poco después estallaba la
tormenta. Los maderos del yate no dejaban de crujir, y uno de los mástiles se
partió. Bastin dijo, “¿Qué fue eso?” Humphrey
gritó, “Algo que se rompió. Si esto sigue
así, no tendremos salvación.” Durante horas, la pequeña embarcación fue
llevada y traída por las olas. Atemorizados los tres amigos esperaban la muerte
a cada instante. De pronto, el barco empezó a girar. Bastin gritó, “¡Señor, apiádate de nosotros!” Albert
gritó, “¡Nos estamos dando vuelta!” Después
de un fuerte crujido, todo empezó a girar. Cuando llego el amanecer Humphrey despertó y dijo, “¡Ayyy!¡Oh, aún estamos
en el estrella del sur!” Humphrey de inmediato se acercó a sus amigos, y
dijo, “¡Albert! ¡Bastin! Es de día y
parece que nos hemos salvado.” Se pusieron de pie y salieron a cubierta.
Albert notó algo y dijo, “¡El yate se ha
partido en dos!” Humphrey dijo, “Una
gran ola nos debe de haber arrojado aquí. Estamos en un isla.” Bastin dijo,
“¿Qué habrá sido de la tripulación y el
capitán?” Albert dijo, “Se deben
haber ahogado.” En ese momento, Albert miró a la playa y dijo, “¡Miren!” Humphrey dijo, “Son habitante de esta isla. No parecen
acostumbrados a ver hombres blancos. Quizá esta isla no ha sido pisada por
misioneros.” Bastin dijo, “En tal
caso mis oportunidades serán grandes. Podre convertirlos a nuestra religión.”
Albert dijo, “Bajemos a ver qué sucede.”
Cuando descendieron de lo que
quedaba del yate, los nativos huyeron. Humphrey dijo, “Huyen, creo que nos temen.” Albert, con un fusil en mano dijo, “No nos alejemos. Es mejor no confiarse.
Seguro que regresaran…” Efectivamente una hora después, Humphrey dijo desde
el yate, “¡Ya vienen! Los guía un hombre
que parece ser el jefe.” La multitud avanzó con cautela. Albert dijo, “El que parece ser el jefe tiene un
tremendo tumor en el cuello.” Humphrey dijo, “Creo que desean hablarnos.” El hombre de la capa habló en una
lengua que comprendieron de inmediato. El hombre dijo, “Soy Marama, el jefe de esta isla.” Humphrey dijo, “¿Cómo se llama este
lugar?” El hombre contestó, “Orofena,
en honor a nuestro Dios oro. Nunca hemos visto hombres como ustedes. ¿Quién les
trajo hasta este lugar?” Desde el yate Humphrey le dijo, “Los Dioses del viento y del mar.” Humphrey
se dio cuenta que los había impresionado y siguió hablándoles de la misma
forma. Un anciano nativo con un arreglo de plumas en su frente dijo, “Sabíamos que vendrían. Estaba escrito.” El
jefe nativo dijo, “Preferíamos que lo
hubieran hecho más pacíficamente.” Humphrey dijo, “Deberían agradecer que en nuestra bondad les hubiéramos perdonado la
vida.” El jefe nativo preguntó, “¿Qué
vienen a hacer aquí?” Albert dijo,
“Venimos a quitarte ese tumor, y también a curar todas las enfermedades de tu
pueblo.” Bastin agregó, “Y yo vengo a
traerles al verdadero y único Dios.” El anciano de plumaje dijo “No queremos otro Dios. El nuestro es oro,
pero desearíamos que nos curara las enfermedades.” El jefe dijo, “Si lo hacen los adoraremos y los
respetaremos. ¿Cuándo me quitaran esto que tengo en el cuello?” Albert
dijo, “Mañana, pero si se les ocurre
hacernos daño, haremos que venga una catástrofe que destruirá la isla.”
Cuando los nativos se
retiraron, los tres hombres se prepararon y fueron a sus respectivas maletas.
Bastin dijo, “Por suerte nuestro equipaje
estaba en esta parte del yate.” Albert dijo, “Se salvó todo nuestro instrumental de todas las medicinas que traje.”
Bastin dijo, “En el compartimiento de
ropa encontré muchas conservas y embutidos. Y por fortuna uno de los botes
salvavidas quedo intacto.” Humphrey dijo, “En él podríamos irnos si quisiéramos, pero ¿dónde? No sabemos si hay
otra isla cerca.” Bastin dijo, “Es
mejor que nos quedemos aquí. La providencia debe haberme andado. Debo convertir
a estos isleños.” Humphrey dijo, “Ten
cuidado Bastin. Podemos meternos en un lío al interferir en la religión de
estas gente.” Esa noche los tres hombres durmieron en los restos del
naufragio. A la mañana siguiente, Albert dijo desde cubierta, “Allí vienen los nativos. Estemos alertas
por si pretenden hacernos una jugarreta.” Bastin dijo, “No creo que esas sean sus intenciones. Se fueron convencidos de que
tenemos grandes poderes.” Marama se acercó seguido por sus hechiceros,
diciendo, “Vengo a que cumplan la promesa
del librarme del mal que me aqueja.” Albert dijo desde la proa del barco, “Sube para revisar tu cuello.” Después
de dudar un instante, Marana subió a los restos del yate. Después de revisarlo
Albert dijo, “Puedo extirparlo con toda
seguridad.” Humphrey dijo, “Entonces
manos a la obra.” Mientras hacían los preparativos para la operación, los
isleños trajeron un ídolo de madera. Marama dijo, “Ante nuestro Dios oro, juramos respetarlos. Serán huéspedes de esta
tierra.” El anciano dijo, “Pero jamás
deberán injuriar a nuestro Dios, ni poner un pie en la isla que hay en medio
del lago.”
Esa tarde en el barco tuvo
lugar la operación. Al terminar, Albert dijo,
“Ya está, cuando despierte de la anestesia deberá quedarse descansando aquí.”
Horas después, el anciano dijo, “Nuestro
jefe está bien. Este hombre le ha quitado su mal para siempre.” Uno de los
nativos gritó, “Viva el gran curandero
blanco.” Al día siguiente, Marama se presentó ante su pueblo, después de
estar curado, y dijo estando aún en la proa del barco, “Vengan conmigo al interior de la isla. Les daremos la mejor cabaña que
tenemos.” Los tres hombres fueron llevados hasta un bellísimo paraje.
Albert dijo, “¡Qué maravilloso paisaje!
Ese es el lago y aquella debe ser la isla a la que se referían los hechiceros.”
Humphrey dijo, “Es mejor no acercarnos a
ella para no despertar la ira de los nativos.” Bastin dijo, “Quizá más adelante nos permitan llegar
hasta allá.”
En los días siguientes Albert
se dedicó a curar a los enfermos y Bastin trato de convertir a los isleños.
Albert dijo, “La verdad es que tenemos
mucho trabajo aquí. Todos los días me acuesto dormido.” Humphrey dijo, “Así es. Me he ganado una reputación de
sabio y me toman como juez para cualquier problema. Estoy siempre ocupado.” Una
tarde que Humphrey salió a caminar llegó a un lugar que había dos canoas, en un
pequeño muelle en el lago, y pensó, “¿Y
si me subiera a una de ellas y fuera hasta la isla? Quizá haya algo interesante
allí.” Iba a hacerlo cuando escuchó la voz del jefe nativo, “Amigo, ¿A dónde vas?” Humphrey dijo, “A remar un rato por el lago jefe.” El
jefe dijo, “¿De veras?¿Tan mal te hemos
tratado que estas cansado de la vida?” Humphrey dijo, “¿Qué quieres decir?” El jefe dijo, “Ya te hemos dicho que esa isla es sagrada. Si pones los pies allí
morirás. Aunque seas poderoso no te
libraras.” Humphrey dijo, “¿Entonces
para qué son las canoas?” El jefe dijo,
“Para llevar ofrendas al dios Oro, las dejamos en la orilla.” Humphrey dijo,
“Bien Marama, no iré, pero dime, ¿Quién
hizo esas terrazas en la isla?” Marama dijo, “No lo sabemos. Nuestros antepasados nos contaron que esa isla apareció
después de un gran terremoto.” Humphrey dijo, “Ah, entiendo.”
Pensando en lo que le dijo
Marama, Humphrey regresó a la cabaña donde encontró a Bastin muy molesto. Humphrey
le dijo, “¿Qué te sucede?” Bastin
dijo, “¡No hay caso! Mientras exista el
ídolo que representa a Oro, jamás los convertiré. No me permiten que los
bautice porque dicen que el espectro del ídolo los asesinará.” Humphrey
dijo, “Y el espectro son los hechiceros,
¿Verdad?” Bastin dijo, “Por supuesto,
son unos demonios, ¿Puedes creer que hacen sacrificios humanos? Esta noche
habrá una gran ceremonia y…” Humphrey dijo, “Bastin, nada podemos hacer. Es mejor que no nos involucremos o los
sacrificados seremos nosotros.” En ese momento, Humphrey fue llamado por
alguien y se olvido del asunto. Esa noche, mientras descansaban leyendo en la
cabaña, Albert dijo, “¿Dónde está
Bastin?” Humphrey dijo, “No lo sé.
Estuve con él esta tarde, y no lo he vuelto a ver.” Enseguida, ambos fueron
interrumpidos por los gritos de una mujer, gritando, “¡Van a matar al predicador blanco! ¡Lo van a quemar vivo!” Humphrey
dijo, “¡Bastin se metió en un lío!¡Vamos
en su ayuda!” Albert dijo, “¡Llevemos
nuestras armas! ¡Vamos a necesitarlas!” Sin perder tiempo, corrieron a salvar a
su amigo guiados por la nativa que les había avisado. Mientras corrían, Humphrey dijo, “¿Qué ocurrió? ¿Porqué lo van a matar?” Ella
dijo, “Cuando iba a empezar a ceremonia
en honor a Dios Oro, apareció el predicador y pe prendió fuego. ¡Lo mojó con un
líquido. Le arrojó una antorcha y el dios ardió de inmediato. ¡Los hechiceros
no pudieron hacer nada para salvarlo.” Albert dijo, “El muy bestia usó el petróleo que teníamos para las lámparas, ¡Le
dijimos que no se metiera en líos!”
Cuando llegaron al lugar de
la ceremonia vieron a Bastin atado a un poste con ramas a su alrededor con la intención de ser quemado. Humphrey
dijo, “¿Qué sucede Marama?¿Porqué tienen
al predicador atado?” Marama dijo, “Destruyó
nuestro Dios. Debe ser sacrificado para calmar la ira de Oro.” Humphrey dijo,
“Estas equivocado. Si Oro fuera poderoso,
el predicador no lo hubiera podido destruir.” Otro de los nativos dijo, “¡No lo escuches Marama!¡Debemos sacrificar
a ese hombre o terribles catástrofes caerán sobre nosotros!” Viendo que los
nativos estaban dispuestos a hacer lo que decía el hechicero, Albert tomo su
arma y decidió actuar, diciendo, “Ustedes
me llaman el gran curandero. Les demostraré que también puedo matar si me
tocan…” Antes que pudiera continuar hablando, un hechicero levanto su lanza
para atravesarlo. Albert disparó su arma. Los nativos miraron con asombro al
hechicero muerto y luego corrieron despavoridos. Mientras sus compañeros lo
desataban, Bastin dijo, “Y ahora, ¿qué
haremos?” Humphrey dijo, “¡Huir,
cuando se les pase la impresión regresaran por nosotros!” Albert dijo, “¿A dónde iremos?¿Al yate?” Humphrey dijo, “No. Cuando no nos encuentren nos buscaran allí. Vayamos a la isla del
lago. Allí no nos seguirán.”
Los tres fueron corriendo
hacia el lago, donde encontraron una canoa llena de ofrendas. Albert dijo, “¡Vámonos en esa! Tendremos comida para
varios días.” Humphrey dijo, “Si. No
sabemos si en la isla encontraremos algo con qué alimentarnos.” Cuando
estaban en la mitad del lago, miraron hacia la orilla y Albert dijo, “¡Miren, han regresado!¡Espero que no se
atrevan a seguirnos!” Humphrey dijo,
“¡Rememos rápido!¡Mientras más nos alejemos de ellos será mejor!” Cuando
llegaron a la isla, desembarcaron y Humphrey dijo, “Creo que es mejor dejar todo en la canoa y tendernos a dormir. Mañana
veremos qué hacer.” Albert dijo, “Yo
me quedare en guardia unas horas y luego uno de ustedes me relevará.” La
noche transcurrió sin problema. Al día siguiente, avanzaron hacia el interior
de la isla y encontraron una especia de montículo escalonado. Humphrey dijo, “¡Qué extraño lugar!¡Esto debe tener miles
de años!” Bastin dijo, “Esas
escaleras conducen directamente a aquella entrada. ¿Qué habrá en el interior?”
Albert dijo, “Propongo que comamos algo y
liego nos dedicaremos a investigar.” Bastin dijo, “Es una buena idea. ¡Estoy hambriento!”
Después de desayunar subieron
hacia la entrada. Antes de entrar a la cueva, Humphrey dijo, “Esta muy oscuro. ¡Si tuviéramos una luz!”
Albert dijo, “Yo tengo velas en mi
bolsillo. Tomé unas cuando anoche me dirigía al bosque.” Los tres
prendieron las velas y entraron. Humphrey dijo, “Las paredes están tan pulidas que parece mármol.” Bastin dijo, “¡Da la impresión que el piso fuera de
baldosas!” Los tres avanzaron hasta llegar a una inmensa sala. De repente
Bastin exclamó, “¡Oh!” Albert dijo, “¡Una estatua aquí!” Se acercaron
impresionados. Humphrey acercó la vela y dijo, “¿Quién habrá hecho esto?¡Es una escultura maravillosa!” Albert
dijo, “La piedra parece basalto.” La
estuvieron examinando por mucho tiempo. Bastin dijo, “El rostro de esta estatua es igual al del ídolo de madera.” Humphrey
dijo, “¡Es verdad! ¡Tiene la misma nariz
larga y la boca severa!” Albert dijo,
“No me puedo imaginar quien la habrá hecho y como la pusieron aquí.” Humphrey
dijo, “Creo que es mejor que salgamos.
Las velas se están consumiendo y las podríamos necesitar más tarde.” Bastin
dijo, “Tienes razón. Podríamos dar
vueltas a la isla para ver si encontramos algún indicio.” Humphrey dijo, “La verdad es que estoy impresionado.
Buscaremos algo mejor para alumbrarnos y regresaremos.” Cuando los tres
salieron de la cueva, Albert dijo, “¡Allí
viene Marama con uno de los hechiceros!” Humphrey dijo, “Bajemos a ver qué quieren.” Esperaron hasta que la canoa estuvo
suficientemente cerca como para poder conversar. Marama dijo, “Hemos venido a rogar al sabio y al gran
curandero para que vuelva con nosotros como huéspedes. Mi pueblo esta triste
porque ha perdido al que sana y al que imparte justicia.” Humphrey dijo, “¿Y qué hay del predicador?” Marama
dijo, “A él debemos sacrificarlo, ya que
destruyó a nuestro Dios.” Humphrey dijo, “¡Estás loco Marama! Nos quedaremos aquí y haremos caer grandes
calamidades sobre ustedes.” Marama dijo desde su canoa, “¡No digas eso por favor!” Humphrey
dijo, “Entramos a la gruta que esta allá
arriba y hemos visto al Dios que vive allí. Ese es el verdadero dios Oro y se
alegra que el dios falso haya sido destruido.” Albert agregó, “Y ordena que todos los días nos traigan
comida.” Humphrey dijo, “Y también
que nos traigan todas las cosas que tenemos en la cabaña.” Marama dijo, “¿Y si no obedecemos?” Humphrey dijo, “Entonces Oro les enviará la muerte y la
destrucción.” Marama dijo, “Amigos,
haremos lo que dios quiere, pero díganle que no haga caer desgracias sobre
nosotros.”
Después de decir eso, Marama
y el hechicero empezaron a remar alejándose del lugar. Al verlos partir, Humphrey
dijo, “Han capitulado. Harán lo que les
dijimos.” Albert dijo, “Espero que
así sea y que nos traigan las cosas que dejamos en la cabaña.” Bastin dijo,
“¡Que Dios nos perdona por todas las
mentiras que hemos dicho!” Albert dijo, “No
te preocupes. Estoy seguro de que nos comprende.” Por la tarde decidieron
regresar al lugar donde estaba la estatua. Albert tomó un madero y dijo, “Este
madero nos servirá de antorcha.” Humphrey dijo, “Y también llevaré éste otro por si nos hace falta.” Ya con más
luz, pudieron observar detalladamente la estatua. Mientras Bastin y Albert
alumbraban con sus antorchas, Humphrey se inclinó y dijo, “¡Vengan!¡Agáchense junto a mí y huelan!¡Por aquí sale un aroma muy
agradable!” De inmediato Bastin y Albert se acercaron. Bastin dijo, “Tienes razón. Es como si fuera a esencia
de rosas.” Albert dijo, “¡Esta
estatua oculta algo!¡Si pudiéramos moverla!” Albert exploró algo en el
muro, y dijo, “¡Aquí hay un hueco!
Háganse para atrás y meteré el palo.” Albert metió la estaca con fuerza y
de inmediato la estatua se movió. Humphrey dijo, “¡No es posible!” Bastin dijo, “¡Santo
Dios!” Sin dar crédito a lo que estaba viendo, contemplaron el espacio
abierto. Humphrey dijo, “¡Una cripta!”
Bastin dijo, “¡Hay dos féretros y son de
cristal!” Tras unos segundos de duda, entraron al lugar. Bastin dijo, “¡Es de aquí dónde salía ese maravilloso
olor!” Humphrey dijo, “¡En éste
féretro hay un anciano!” Albert dijo, “¡Observen
su rostro! ¡Se parece al de la estatua!” Humphrey se acercó y dijo, “¡Es cierto, tiene la misma nariz y boca!
¡Qué imponente dignidad refleja todo él!” Albert dijo, “Su cara esta blanca como cera pero en sus mejillas huy un ligero tono
rosado.” Bastin dijo, “¡Qué perfecta
conservación de un cadáver! ¡Da la impresión de que está…dormido!” Bastin
dijo, “¡Veremos el otro féretro!” Al
inclinarse sobre el otro féretro, el cual contenía el cuerpo de una mujer, Humphrey
dijo, “¡Qué criatura tan bella! Hay algo
en ella que…” Albert dijo, “¡Miren!¡Aquí
hay unos pequeños orificios!¡El aire puede entrar en ellos!” Bastin agregó,
“¡Todo esto me hace pensar en cosas que
no pueden ser!¡Salgamos de aquí y meditemos sobre ello!” Humphrey estuvo de acuerdo y dijo,
“Sí, necesito aire. Este ambiente me
sofoca y me hace ver visiones.”
Los tres salieron en
silencio, y cuando llegaron afuera, Albert dijo, “Los nativos estuvieron aquí. Allí dejaron todo lo que les pedimos.”
Humphrey dijo, “Quiere decir que están
temerosos de lo que les podamos hacer.” De inmediato fueron por sus cosas.
Bastin dijo, “Haré un poco de té. Eso nos
repondrá de la fuerte impresión que recibimos.” Mientras Bastin preparaba
el té, Albert se dedicó a otros menesteres. Bastin pensó al verlo, “Me temo que Albert trama algo.”
Después que comieron, Albert dijo, “Volvamos
a la cripta. Quiero ver todo eso de nuevo.” Se dirigieron al interior de la
cripta nuevamente. Humphrey con su antorcha en mano dijo, “Abrir esos féretros. Estoy seguro que los cuerpos se desintegrarán al
sacarlos pero si no es así…” Al acercarse al féretro del hombre barbado,
Albert dijo, “Humphrey pásame el
termómetro. Tomaré la temperatura.” Albert puso el termómetro frente al anciano.
Espero unos minutos y luego lo sacó, diciendo, “Tiene la temperatura normal del cuerpo humano.” Humphrey dijo, “Saquémoslo de allí, para ver cómo
reacciona afuera.” No les fue difícil, ya que el cuerpo no estaba rígido. Humphrey
volvió la mirada al féretro de cristal que ahora estaba vacío, y dijo, “¡Mira! Debajo de él había unas pequeñas
láminas que dan una luz fosforescente.” Albert dijo, mientras sostenía el
cuerpo, “Debe ser radio o algo parecido,
por eso se mantiene la temperatura.” Pusieron al cuerpo en el suelo,
esperando a que se descompusiera pero nada sucedió. Albert dijo, “Aunque no me lo crean, me parece que no
está muerto. Le pondré una inyección para ver si reacciona.” Acto seguido
procedió a inyectarla. Mientras lo inyectaba, Albert dijo, “Si está vivo, esto lo hará…” Humphrey dijo, “¡Cielos, ha movido los párpados, aunque muy brevemente!” Albert
puso su oído en el pecho del hombre, y dijo,
“Creo que el corazón empieza a latir. Pásenme el termo con té.” En ese
momento el viejo abrió los ojos. Albert le dio el té y le dijo, “Tóme, esto le hará bien.” Humphrey
dijo, “¡Lo estoy viendo y apenas puedo
creerlo!” El anciano bebió ávidamente. El efecto estimulante del té lo hizo
reaccionar. El hombre ya recuperado apuntó hacia el otro féretro diciendo, “Hay que despertarla a ella.” Humphrey
dijo, “Sí, de inmediato lo haremos.” Al
ver que la iban a inyectar, el anciano se acercó, diciendo, “¡No, a ella no! ¡Déjenla!” El anciano
se paro frente al féretro y los tres hombres se apartaron. El anciano comenzó a
poner sus manos arriba de la cara de la mujer sin tocarla. Albert dijo, “¡Está haciendo pases hipnóticos! No creo
que resulte.” Pero a los pocos minutos la hermosa mujer abrió los ojos.
Entonces la sacaron de la caja de cristal. El anciano y la mujer se abrazaron.
Albert dijo, “Ambos esta tiritando de
frio. El cambio de temperatura les puede hacer mal.” Bastin dijo, “Afuera hay sol. Saquémoslos de aquí.” Humphrey
dijo, “Están muy débiles. No pueden
caminar. Yo llevaré a la joven y ustedes ayuden al anciano.”
Momentos después salían a la explanada.
Albert dijo, “Ofrezcámosles fruta. Quizá
eso les haga adquirir fuerzas.” Humphrey dijo, “Sí, ojalá después nos hablen pues hasta ahora se han limitado a
mirarnos.” Pusieron algunas frutas delante de ellos que de inmediato
empezaron a comer. Bastin dijo, “Al
parecer están recobrando las fuerzas.” Humphrey dijo, “Los interrogaré, al parecer ya pueden responder.” Humphrey se
acercó a ellos, “¿Quiénes son
ustedes?¿Cómo se llaman?” La mujer dijo, “Yo soy Iva, y él es mi padre, Oro, un gran hombre un gran rey.” Humphrey
dijo, “¿Cuánto tiempo han estado
durmiendo en esta cripta Iva?” Iva dijo, “Las estrellas se lo dirán a mi padre esta noche.” En ese instante
el anciano se inclino hacia su hija y le dijo algo en voz baja. Iva dijo, “Mi padre y yo iremos a descansar. No deben
seguirnos. Quizá regresemos esta noche.” Se pusieron de pie e ingresaron a
la caverna desapareciendo poco después. Albert dijo, “No entiendo nada. Hasta creo que he soñado todo esto.” Humphrey
dijo, “No. Todo lo sucedido es real.
Ahora solo nos queda esperar que regresen y nos aclaren quiénes son.”
Los tres hombres pasaron el
resto de la tarde hablando de lo sucedido. Por la noche, agotados por las
emociones, se acostaron a dormir a campo abierto, en una tienda de campaña.
Estaban tan cansados que descuidaron la vigilancia. Los nativos iban rumbo a la
isla en dos canoas. Mientras remaban uno de los nativos dijo, “Los tomaremos por sorpresa, y cuando sean
nuestros prisioneros, Marama no podrá oponerse a que los sacrifiquemos.”
Otro nativo dijo, “Pagaran con su vida la
ofensa a nuestro Dios.” Los nativos desembarcaron silenciosamente y cayeron
sobre los hombres. Bastin despertó y dijo, “¿Qué
sucede?” Albert dijo, “¡Déjenos!”
Antes de que pudieran hacer algo fueron dominados. Mientras los llevaban
presos, un jefe nativo dijo, “Los
quemaremos por desagradar a Oro.” De pronto, el anciano, salió de la
caverna y bajo las escaleras vestido de rey, diciendo, “¿Qué hacen con esos hombres?” Los isleños se volvieron hacia
donde salía la voz. Un nativo gritó, “¡El
dios Oro, el dios Oro!” Los nativos trataron de huir pero Oro los paralizó
con un haz de luz, diciendo, “¡Pretendían
matar a los que están protegidos por mi!” Oro señaló con su dedo al jefe
nativo diciendo, “¡Tú, recibe la
maldición de Oro!” Un horrible espectáculo fue presenciado entonces por
todos los que estaba ahí. El nativo cayó al suelo. Albert dijo, “¡Le ha destrozado el cerebro mediante
hipnotismo!” Humphrey dijo, “Es algo
espantoso.” Oro se dirigió al resto de los nativos, diciendo, “Suelten a los que tienen prisioneros y
llévense al que ha muerto para que lo muestren a los otros. ¡No pretendan
volver a hacer daño a los que Oro protege!” Los nativos se apresuraron a
obedecer y en pocos minutos se retiraron. Iva se acercó y dijo, “Ya están ustedes a salvo.” Bastin dijo,
“Estuvimos a punto de ser llevados por
ellos.” Mientras tanto Oro veía unos dibujos en un pedazo de metal en forma
de rectángulo. Humphrey dijo, “¿Qué está
haciendo su padre?” Iva dijo, “Antes
de dormirnos hizo un mapa con la posición de las estrellas en esa época. Está
observando cómo están ahora las estrellas para saber cuánto tiempo estuvimos en
el féretro.” Cuando oro se acercó dijo, “Hija,
hemos dormido exactamente el tiempo que calculé. Doscientos cincuenta mil
años.” Humphrey dijo, “¡Eso es
imposible! ¿Quiénes son ustedes?¿Porqué estaban en esa cripta?” Oro dijo, “Sé que es difícil que crean lo que he
dicho, ya que los conocimientos de ustedes son muy limitados. Hoy ya es muy
tarde. Mañana mi hija vendrá por ustedes para llevarlos a nuestra morada.”
Iva dijo, “Allí les explicaremos lo que
ahora no comprenden.”
Al día siguiente los tres
amigos que no habían podido dormir, esperaban anhelantes la llegada de Iva.
Mientras ordenaban sus cosas y la tienda, Albert dijo, “¿Vendrá como lo prometió? ¿Y si desaparecen y nunca sabemos quiénes
son?” Humphrey dijo, “No lo creo. El
viejo me da un extraño recelo, pero a ella siento como si ya la conociera desde
antes.” Batsin dijo, “Es verdad,
cuando la vi en el féretro me recordó de inmediato a alguien. Pero no he podido
saber quien” Albert dijo, “Es
bellísima. A su alrededor hay una aureola que la hace parecer irreal.”
A media mañana apareció la
joven, diciendo, “¿Están dispuestos a
acompañarme? Si tienen miedo es mejor
que se queden.” Humphrey dijo, “Iremos,
después de todo lo que hemos visto no creo que quede mucho que nos pueda
impresionar.” Iva los llevó hasta la cripta y allí toco una de las paredes
que se movió haciendo un suave zumbido. Bastin dijo, “¡Oh!” Albert expresó, “¡El
muro se está corriendo!” Asombrados, vieron una pequeña habitación. Iva
dijo, “Pasen. Bajaremos a ver a mi
padre.” Entraron y poco después sintieron que descendían a una increíble
velocidad. Iva dijo, “No teman. Nada les
pasará.” Bastin se llevó la mano a la frente y dijo, “¡Siempre he sufrido de vértigos!” Poco después llegaban a una
ciudad futurista y moderna, iluminada de manera extraña. Humphrey preguntó, “¿Es una ciudad en el interior de la
tierra?” Iva dijo, “Sí, es ciudad Nyo, que significa abajo.” Humphrey dijo,
“¿Cómo es posible que llegue la luz aquí,
si debemos estar a miles de metros de profundidad.” Iva dijo, “Es la luz del mundo subterráneo. Hemos
aprendido a utilizarla. La Tierra está llena de luz ya que su corazón es
fuego.”
Atravesaron algunas avenidas
y entraron en un gran edificio donde se dirigieron a un gran salón, parecido a
un teatro. Iva dijo, “Siéntense por favor
y miren hacia la pared, que esta frente a ustedes.” Los tres hombres se
sentaron. Bastin dijo, “Sospecho que nos
va a enseñar algo.” Albert dijo, “No
estoy tranquilo. Todo esto es demasiado fantástico.” A pesar de las dudas,
obedecieron. En la pared empezaron a aparecer imágenes. Iva dijo, “Allí pueden ver nuestro pueblo en su época
de Gloria, hace mas de 250 mil años. Nuestro pueblo estaba orando por la raza
de los hijos de la sabiduría y por ello nuestro rey gobernaba la tierra.” En
la imagen observada se vio cuando el rey
dijo, “No es justo, los hijos de la
sabiduría viven en su ciudad con gran pompa y el resto de los habitantes del
planeta debemos obedecerlos.” Uno de los presentes en la mesa dijo, “¡Hay que acabar con ellos! Descubrir su
secretos y usarlos para el bien de todos.” Iva siguió narrando, “Cuando mi padre subió al trono, los pueblos
de la tierra estaban decididos a luchar contra nosotros.” Enseguida apareció la imagen de una asamblea
con los líderes del mundo, y uno de los dirigentes de la asamblea dijo, “Si todos nos unimos con los hijos de la
sabiduría, los derrotaremos.” Otro dirigente dijo, “Cada nación tiene derecho a decidir su propio destino, no tenemos
porque someternos a ellos.” Iva siguió narrando. “Los líderes de la tierra enviaron sus aviones y dejaron caer fuego
sobre nuestra ciudad. Nuestro pueblo fue arrojado de la faz de la tierra
debiendo refugiarse en Nyo.” Los tres hombres vieron una imagen donde
aparecían Iva y el Rey sentados en un trono de audiencia, donde un hombre
decía, “¡Gran señor! No podemos
permanecer para siempre bajo la superficie del planeta, porque si así fuera,
nuestro pueblo desaparecería.” Otro hombre dijo, “La mayor parte de nuestra población murió durante la guerra y en esta
profundidad es imposible la procreación. Para vivir se necesita el sol, el
aire, la vegetación, y aquí no tenemos nada de eso.” El otro hombre dijo, “Una delegación de las naciones
confederadas, viene a proponernos la paz. ¿Quiere usted recibirla? Quizá sea la
oportunidad de volver a la faz de la tierra.” El rey dijo, “Los recibiré pero no claudicaremos. Serán
ellos los que deban aceptar nuestras condiciones.”
Iva siguió narrando, “Los hijos de la sabiduría querían un
gobierno absoluto, y el resto de los habitantes del planeta la libertad.”
Los tres hombres continuaron observando la imagen en la pared, donde aparecían
los dos hombres dialogando con el rey. Uno de los hombres dijo al rey, “El emisario fue elegido por todos los
países para que dialogue con usted.” El rey dijo, “¡Háganlo pasar!” Enseguida apareció un hombre acompañado de los
guardias del rey. El rey le dijo, “¿Cuáles
son las condiciones de paz que ustedes proponen?” El emisario representante
dijo, “Que ustedes, los hijos de la
sabiduría, enseñen el saber a lo más ignorantes de las naciones, y que no
vuelvan a tratar de someternos, a cambio de eso los dejaremos salir al
exterior.” El rey dijo, “¿Eso es
todo?” El emisario representante dijo, “No,
también deseo desposarme con vuestra
hija.” El rey se quedó estupefacto y dijo, “Hija, ¿Escuchaste eso?” Iva su hija contestó, “Sí padre. ¡Lo ámo y solo con él me casaré!¡Jamás
me uniré a otro hombre aunque viva un millón de años!” Su padre el rey le
dijo, “¡Calla! Estos bárbaros no solo
quieren apoderarse de nuestra sabiduría, sino que también desean que uno de
ellos mezcle su sangre con la futura reina de la Tierra! ¡Hasta este momento la
piedad ha detenido mi mano, pero ahora los destrozaré! ¡Haré que los mares
cubran la Tierra, que sus ciudades se hundan y desaparezcan!” El emisario
dijo, “Nada de lo que diga me asusta. ¡Me
casaré con su hija quiéralo o no!” Iva intervino y dijo, “¡Padre, te lo suplico!¡Calma tu furia y
déjame ser feliz!” El rey dijo, “¡Retírate Iva!¡Guardias, maten a ese hombre!”
La órden de su padre fue observada inmediatamente. Iva dijo, “¡Nooo!” Iva se desplomó de pesar. El representante yacía muerto
ante el rey y los guardias. Entonces el rey dijo, “Lleven el cuerpo a los representantes de las naciones confederadas y
envíen el mensaje que cumpliré mi promesa.”
Iva continuó narrando, “Mi padre decidió utilizar las fuerzas
físicas que actúan en el mundo y de las que solo él poseía el secreto. Así levo
a cabo la amenaza de destruir las naciones que se rebelaron contra él. La mayor
parte de la Tierra se hundió pero emergieron otros lugares que fueron habitados
por los pocos sobrevivientes. Después de eso, la gente de nuestro pueblo fue
desapareciendo poco a poco.” Los tres hombres continuaron viendo la imagen
en la pared donde se proyectaba la figura del rey diciendo a Iva, “Hija, solo tú y yo hemos sobrevivido. Ha
llegado el momento de que descansemos. Dormiremos durante siglos y
despertaremos cuando una nueva civilización haya nacido. Entonces nuevamente
los hijos de la sabiduría gobernaran el mundo.” Finalmente, Iva concluyó la
narración, diciendo, “Mi padre me condujo
a la cripta y allí me dio de beber un brebaje, diciéndome, ‘Hasta pronto
hija.’” Aún no salían de su asombro cuando Iva dio por terminado su relato.
Albert dijo, “No comprendo cómo pudo
hacernos ver todo esto!” Bastin dijo, “¡Es
como si hubiéramos visto fotografías en movimiento!” Iva dijo, “Todo lo que ha sucedido en el mundo puede
ser visto y proyectado.” Humphrey dijo, “¡Pero
eso pasó hace 250 mil años!” Iva le dijo, “Así es. Yo lo recordé, e hice que ustedes lo vieran. Nosotros tenemos
poderes que a ustedes les sería muy difícil comprender.” Albert dijo, “¿Quiere decir que ustedes alcanzaron un
alto grado de desarrollo mental?” Iva dijo, “Así es. Ya les he dicho todo lo que debía. Ahora iremos a ver a mi
padre.”
Poco después estaban frente a
Oro, quien dijo, “¿Qué les ha parecido mi
ciudad?” Humphrey dijo, “¡Grandiosa!
En nuestro mundo n hay nada parecido.” Oro dijo, “Quizá existan en el futuro, cuando nuestros países salgan del estado
primitivo en el que se encuentran.” Humphrey dijo, “Usted se equivoca, la humanidad ha alcanzado grandes avances.” Oro
dijo, “creí que en 250 mil años
aprenderían y sabrían más que el mundo que destruí una vez, pero están mucho
mas atrasados.” Humphrey dijo, “¡No
es posible que diga algo tan absurdo!” Oro dijo, “He estado observando los países cómo están ahora y no me gustan.” Humphrey
dijo, “¿Insinúa que ha visto desde aquí lo
que sucede en el resto del planeta?” Oro dijo, “Así como mi hija les hizo ver el pasado, yo puedo ver el presente.” Humphrey
dijo, “¡Eso es imposible!” Oro les
dio la espalda y dijo, “Ya creerán lo que
les digo y ahora regresen al exterior. Yo tengo muchas cosas en que
preocuparme.” Iva dijo, “Vamos, los
guiaré.” Iva los dejó en la superficie y regresó donde su padre.
Ya a la orilla del lago, los
tres hombres continuaron su dialogo. Albert dijo, “Amigos, aunque sé que n es un juego, me niego a creer que sea real lo
que hemos visto.” Humphrey dijo, “Me
preocupa ese anciano. Me temo que no tiene buenas intenciones. Hay algo en él
que no me gusta.” Albert dijo, “Estoy
sumamente impresionado con lo que nos enseñó Iva. ¿Se fijaron en el joven de
quien ella estaba enamorada?” Bastin dijo, “Algo me llamó la atención en él, pero no te podría decir qué.” Albert
dijo, “Muy simple. Era idéntico a Ernest,
pero con barba.” Humphrey dijo, “La
verdad es que yo no lo noté. Observaba la imagen de Iva, y no me di cuenta de
lo que dicen.” Albert dijo, “Quizá
era solo un simple parecido.” Humphrey se puso de pie. Se sentía
terriblemente confundido, y dijo, “Me
duele la cabeza. Iré a caminar un rato por la orilla del lago.”
Humphrey camino durante unos
minutos y luego se sentó, pensando,
“Estoy aturdido. ¿Será posible que me haya enamorado de Iva? Apenas ayer no
sabía de su existencia. Todo en ella me atrae y siento que me mira como si me
correspondiera. Es algo inexplicable. Cuando estoy a su lado me siento
extraordinariamente feliz.” Así pensando se quedó profundamente dormido.
Enseguida, como parte de su sueño, se vio volando como si estuviera dentro de
una burbuja, pensando, “¿A dónde
voy?¿Dónde estoy?” Enseguida vio un paraje fantástico y pensó, “Creo que descenderé allí.” Una vez
estado en suelo firme pensó, “Que hermoso
lugar. Nunca había visto algo semejante.” Enseguida apareció una mujer. Humphrey
dijo, en su sueño, “¡Natalia!¡Mi
Natalia!¿Es posible que seas tú?” Natalia le dijo, “Sí, amor mío. He venido
para decirte que aquí viviremos en el porvenir.” Humphrey la abrazó
diciendo, “Mi vida, entonces, ¿Estaremos
juntos otra vez?” Ella le dijo, “Te
lo prometí y así será.” Cuando Humphrey se separó y vió su cara dijo, “¡Oh, Iva!” Ella le dijo, “Natalia o Iva somos una misma persona!” Humphrey
le dijo, “Por eso ella me atraía. Al
amarla te estaba amando a ti. Ahora ya no nos separaremos, ¿Verdad?” Ella
le dijo, “No desesperes. Todos tenemos
una misión en la Tierra, y aún no has cumplido la tuya.” Humphrey le dijo, “Natalia, yo no quiero estar estar lejos de
ti otra vez. Te necesito. ¡No me dejes!” Ella le dijo, “Ten un poco mas de paciencia. Antes de lo que esperas estaremos juntos
para ya no separarnos jamás.” Humphrey le dijo, “¡Natalia, por favor no te vayas!” Ella le dijo, “Hasta pronto, amor mío…querido…”
Humphrey despertó, diciendo, “¡Natalia!¡Oh, fue un sueño! Entonces
Iva…será posible?” Tratando de escapar de ese pensamiento, se puso de pie y
vio a sus amigos que venían hacia él. Bastin dijo, “¿Qué te sucede, Humphrey? Parece que hubieras visto un fantasma!” Humphrey
dijo, “Es tan extraordinario que si se
los dijera no me lo creerían.” Bastin dijo, “¿De qué se trata?” Humphrey dijo, “Ahora no podría explicárselos. Necesito estar solo y pensar.” Humphrey
pasó el resto de la tarde tratando de ordenar sus pensamientos, cuando de
pronto escuchó una voz, “¡Humphrey!”
Se puso de pie como impulsado por un resorte. Dijo, “Iva, no te oí llegar.” Ella le dijo, “Ya lo sé. Estabas muy ensimismado. Siéntate. Yo lo haré a tu lado.”
Permanecieron en silencio. De pronto él habló casi sin darse cuenta: “Iva, te amo.” Ella le dijo, “Lo sé. Me amas desde que me viste en el
féretro. Desde mucho antes nos amamos. Des hace miles de años.” Humphrey la
miro a los ojos y se acercó, diciendo,
“¿Nos amamos? Entonces tú también…” Ella dijo, “Sí, juré que nunca me casaría si no era contigo.” Humphrey dijo, “Iva, entonces el sueño que tuve…es verdad.
Tú y Natalia son la misma persona.” Ella dijo, “Con el tiempo comprenderás que un espíritu puede vestirse con
distintos cuerpos. Mientras yo dormía, mi espíritu estuvo en otros cuerpos en
otros años.” Él le dijo, “Como
Natalia me hiciste inmensamente feliz. Quiero volver a vivir esa felicidad a tu
lado.” Ella dijo, “Yo también, pero
no sé si podrá ser aquí en la Tierra.” Él le dijo, “No podría soportar no tenerte junto a mí. Te necesito. Ya una vez me
dejaste sumido en el dolor.” Iva dijo,
“No temas. No volverá a suceder eso.” Desesperado, él le tendió los brazos
y se fundieron en un beso. Cuando se separaron, Iva dijo, “Tú fuiste, has sido y serás mi amado!” Humphrey dijo, “Y tú la única mujer que ha ocupado mis
pensamientos.” Iva le dijo, “Gocemos
estas horas de felicidad terrena. Olvidémonos de todo. Solo existimos tú y yo.”
Humphrey le dijo, “Sí, mi amor. Sólo tú y
yo para siempre.”
Esa noche, cuando Iva
regreso a las profundidades de la Tierra, Humphrey decidió hablar con sus
amigos. Humphrey les dijo, “Creo que debo
decírselos: Iva y yo nos amamos.” Albert dijo, “Nos lo imaginábamos. Les deseo mucha felicidad.” Bastin le dijo, “Espero que con ella seas tan dichoso como
con Natalia…¡Natalia!” Humphrey le dijo, “¿Qué sucede con ella?” Bastin dijo, “¡Iva es idéntica a Natalia! ¡Ahora me doy cuenta!” Albert dijo, “¡Bastin tiene razón, Humphrey!¿Tú también
lo habías notado?” Humphrey dijo, “Sí,
creo que se parecen.” Albert dijo, “No sólo se parecen. Son idénticas. Si no
fuera por el color del pelo, podríamos decir que es la misma persona.” Humphrey
se puso triste y se retiró diciendo, “Tienes
razón. Es como si fuera la misma persona.” Bastin dijo, “¿Qué le pasa?¿Porqué se ha ido?” Albert
dijo, “Lo que le hemos dicho parece
haberle afectado. Él amaba profundamente a Natalia.” Bastin dijo, “Sí, y creo que eso es lo que le ha hecho
enamorarse de Iva.” Albert dijo, “¡Pero
ese es un amor imposible!¿Ta das cuenta que Iva nació hace más de 150 mil años?”
Bastin dijo, “Lo he pensado mucho pero
estos son los misterios que nosotros los humanos no podemos aclarar.”
Entre tanto, en ciudad Nyo,
Iva y su padre Oro, conversaban. Oro le dijo, “Iva, ¿Dónde has estado?” Iva dijo, “En la superficie padre, quería ver el cielo, los árboles, respirar
aire puro.” Oro dijo, “Sé que nuca te
ha gustado vivir aquí pero ya será por poco tiempo.” Iva dijo, “¿Qué quieres decir?” Oro dijo, “Hija, muy pronto tendré que abandonarte. Me
queda poca vida. Apenas unas horas.” Iva dijo, “¡No es posible!¡Tú has vivido miles de años! ¿Porqué ahora vas a morir?” Oro dijo, “Por muy larga que sea
nuestra existencia, todos tenemos que morir algún día. Mi momento ha llegado,
lo sé.” Iva dijo, “Padre, y yo…”
Oro dijo, “No te preocupes. Tú serás la
reina de la Tierra. Antes de morir dejaré todo arreglado.” Ella dijo, “¡Pero eso es imposible! Nuestro poder
termino hace mucho tiempo.” Oro dijo, “Tú
eres una hija de la sabiduría. La última de esa maravillosa raza. Sé que amas a
Humphrey y…” Iva dijo, “¿Permitirás esta vez que me una a él?” Oro dijo, “Sí. Juntos
gobernaran el planeta. Tendrán hijos que en el futuro serán los reyes cuando a
ustedes les llegue la hora de morir.” Iva dijo, “Padre, no entiendo.” Oro dijo, “Voy
a destruir la actual y decadente civilización. Hundiré las ciudades y levantaré
las que hice desaparecer hace siglos.” Iva dijo, “¡No puedes hacer eso!” Oro dijo, “Ya verás que sí. Los actuales habitantes de la Tierra se negaron a
obedecerte.” Oro dijo, “Lo sé. En cambio, la futura civilización
que se forme, después que yo mueva las fuerzas de la naturaleza, te aceptará
como su única soberana, y tú volverás a glorificar a los hijos de la
sabiduría.” Iva le dijo, “Padre,
escúchame. Ya lo hiciste una vez y has visto los resultados. Nada salió como
esperabas. ¡Te suplico no vuelvas a repetirlo! Mataras a millones de personas
inocentes.” Oro dijo, “Muchas más nacerán
y poblaran nuevamente la Tierra.” Iva le dijo, “Humphrey no aceptará unirse a mí en esas condiciones. No podrás obligarlo.” Oro dijo, “Y no lo haré. Él te ama
y no querrá perderte.” Iva dijo, “¿Y
cómo lo convencerás?” Oro le dijo, “No
tendrá alternativa. Le daré a elegir entre tú y una larga vida de dicha o
perderé para siempre.” Iva dijo, “¡Padre,
te lo ruego! Si sabes que nos amamos déjanos ser felices ésta vez.” Oro
dijo, “Iva, si he permitido que este
hombre y tú puedan estar juntos, es necesario para la supervivencia de nuestra
raza. Si no fuera así, yo lo hubiera matado una vez mas.” Iva le dijo, “¡No es posible que no comprendas! Nuestro
pueblo ya no existe. ¡La Tierra no es la misma de hace 250 mil años! Por muchos
poderes que tengas podrás destruir a sus habitantes, pero jamás hacerlos
obedecer.” Oro le dijo, “Eso lo
veremos. Quiero que mañana temprano traigas a Humphrey. Deseo hablar con él.” Iva dijo, “¿Y si no desea venir?” Oro dijo, “Acudirá. Estoy seguro. Sólo él. Que sus dos
amigos se queden arriba.” Iva le dijo,
“Bien padre. Haré lo que dices.” Oro dijo, “Y no trates de traicionarme Iva. ¡Tú sabes de lo que soy capaz!¡Nada
detiene mi ira!”
La joven sabía que no podría hacer cambiar
de parecer a Oro y prefirió retirarse, pensando, “Tengo que hacer algo. No puedo permitir que mate a todos los
habitantes de la Tierra. Será terrible para mi ponerme contra mi padre, pero no
me queda otra alternativa.” Después de pensar durante largo rato, Iva tomó
una decisión, pensando, “Ya tengo la
forma de impedir que mi padre lleve a cabo lo que trama. Se cumplirá el
destino. Es imposible cambiar el camino que debemos seguir. Venimos al mundo a
cumplir una misión.”
Al día siguiente, Iva salió a la
superficie. Al encontrar a Humphrey dijo, “¡Humphrey!” Él le dijo al verla, “Iva, no te
esperaba aún. ¿Te quedarás todo el día junto a mí?” Ella le dijo, “He venido a buscarte. Mi padre dese verte.
¿Estás solo?” Humphrey dijo, “Sí, Albert y Bastin fueron
a pescar.” Iva dijo, “Me alegro que
no estén porque tengo que hablarte de algo muy importante.” Humphrey dijo, “Dime lo que sea. ¿Estás preocupada por
algo?” Ella dijo, “Sí, es terrible lo
que voy a decirte, pero solo tú puedes ayudarme.” Humphrey le dijo, “Amor mío, por
ti soy capaz de hacer lo que me pidas.” Iva le contó los planes de Oro.
Humphrey dijo, “¡No es posible que pretenda
destruir la Tierra! No podremos permitírselo.” Ella le dijo, “Tienes que ayudarme a evitarlo.” Humphrey
dijo, “¡Por supuesto!¿Qué debo hacer?” Ella
le dijo, “Hay una sola forma de que
podamos salvar a la humanidad. ¡Destruir ciudad Nyo!” Humphrey dijo, “¿Pero cómo?” Iva dijo, “Yo sé cómo, pero no puedo hacerlo sola. Si
tú estas dispuesto a salvar el planeta, debes saber que nosotros moriremos al
hacerlo. La cuidad desaparecerá para siempre con nosotros, y con todos los
secretos de los hijos de la sabiduría.” Humphrey dijo, “No importa. Prefiero que muramos juntos, ¿Para qué quiero la vida si n
estoy a tu lado?” Iva le dijo, “Amor
mío. Si estás dispuesto debemos bajar de inmediato. Mi padre te está esperando.”
Humphrey dijo, “Y me propondrá todas las
locuras que me ha contado.” Ella dijo,
“Así es.” Humphrey dijo, “Espérame un
momento, iré a despedirme de mis amigos.” Iva dijo, “No debes decirle lo que
vamos a hacer.” Humphrey dijo, “No lo
haré. Pero no quiero irme para siempre sin decirles adiós.”
Humphrey se dirigió
rápidamente al lago. Humphrey los encontró pescando. Bastin dijo al verlo, “¡Qué bueno que viniste! Te queremos
comunicar lo que hemos pensado.” Humphrey dijo, “¿De qué se trata?” Bastin dijo,
“Creemos que ya hemos estado bastante tiempo aquí, y que ya es hora de que nos
preocupemos de cómo regresar a Inglaterra.” Albert agregó, “Pensamos que quizá Oro e Iva quieran irse con
nosotros. Si es así, con los poderes que tienen nos pueden ayudar.” Humphrey
los miró apenados, por no poderles decir la verdad, y entonces les dijo, “Amigos, Iva me ha venido a buscar. Oro
desea hablar conmigo.” Albert dijo, “Te
acompañaremos” Humphrey dijo, “¡No!
Pidió que fuera yo solo.” Bastin dijo, “Pídele
ayuda para salir de aquí.” Humphrey dijo, “Lo haré, pero les suplico que si algo me sucede, regresen a
Inglaterra, y no se preocupen por mí.” Albert dijo, “No te entiendo.” Humphrey dijo, “Les he dicho que amo a Iva. Yo estaré siempre a su lado sea donde
sea.” Albert dijo, “Entonces si ellos
no quieren salir de aquí, ¿Tú te quedarías?” Humphrey dijo, “Sí, por eso les repito que no se preocupen
por mí. Ustedes hagan o que deban hacer y no me esperen o busquen.” Albert
dijo, “Explícanos qué quieres decir con
eso, por favor.” Humphrey dijo, “Ahora
no puedo. Oro me está esperando. Adiós amigos.” Bastin dijo, “Regresa pronto. No me gusta mucho la idea
de que vayas solo.” Cuando Humphrey se marchó, Albert dijo, “¡Qué extraño! Me dio la impresión de que se
estaba despidiendo para siempre.” Bastin
dijo, “A mí también, pero no pensemos
tonterías. Esta isla tiene algo que lo hace actuar de manera extraña.”
Entre tanto, Humphrey e Iva
bajaron a Ciudad Nyo y se presentaron ante Oro, quien dijo, “Te he mandado llamar porque quiero
ofrecerte el poder y una larga vida junto a mi hija.” Humphrey dijo, “¿A qué precio?” Humphrey dijo, “Muy poco. Debes entrar a mi servicio y
hacer mi voluntad sin excusas ni pretextos.” Humphrey dijo, “¡No Oro!¡No me pondré a su servicio ni
permitiré que destruya la Tierra!” Oro miró con tristeza a Iva y dijo, “¡Iva, me has traicionado!¡Le has contado
todo a este hombre!” Iva dijo, “¡Tuve
que hacerlo!¡No es justo lo que piensas hacer!” Oro dijo, “Solo quería, antes de morir, dejarte como
reina de la Tierra. Pero veo que el amor por este hombre es más importante para
ti.” Iva dijo, “¡Padre, te lo
suplico. Te lo imploro! No hagas nada que perjudique…” Oro la interrumpió, “¡Retírate de mi vida!¡Ya no eres mi
hija!¡El mundo se enfrentará nuevamente a la ira de Oro!”
Dicho esto, el anciano salió
furioso de la habitación. Humphrey dijo,
“¿A dónde va?” Iva dijo, “A destruir
la Tierra. ¡Ven conmigo!¡Apresúrate, lo evitaremos!” Se dirigieron a un
enorme edificio. Humphrey dijo, “¿Qué hay
aquí?” Iva dijo, “En este lugar están
todas las máquinas que permiten la vida en ciudad Nyo.” Ante el asombro de Humphrey,
ambos entraron en un fantástico lugar lleno de extrañas maquinarias. Iva dijo, “Con estos aparatos se regula el aire, la
luz, la humedad.” Iva se dirigió a otro aparato y dijo, “Y éste fue hecho para destruir la cuidad en
caso necesario.” Humphrey dijo, “¡Todo
esto es asombroso!¡Qué pena que todas estas maquinas no puedan ser usadas en
bien de la humanidad!” Iva jaló una palanca y dijo, “¡Es hora de que actuemos!¡Ayúdame a mover todas estas palancas!” Humphrey
dijo, “Si.”
Entre tanto, Oro se
encontraba en su laboratorio o cuarto de control, pensando, “La vida se me escapa cada instante. Pero
antes de morir haré que todo desaparezca de la Tierra.” Estiró una mano y
activó una palanca. Oro pensó, “Nadie se
salvará ésta vez…ahora moveré la otra palanca y todo habrá terminado, y…” En
ese instante, en el otro laboratorio de control, Iva tomaba una palanca y
decía, “¡Al terminar de mover ésta,
habremos salvado el mundo!” Enseguida ciudad Nyo se estremeció
destruyéndose como un castillo de naipes. Humphrey abrazó a Iva y dijo, “¡Moriremos juntos y estaremos unidos en la
eternidad!” Mientras tanto, en la superficie, Albert decía, “¡Esta temblando!” Bastin asustado
decía, “¡Dios santo!¡Es un terremoto!”
Albert dijo, “Corramos a la canoa, aquí todo se desmorona!” Bastin dijo,
corriendo, “¡Es horrible!” Ambos
subieron a la canoa y empezaron a remar, mientras la pequeña isla se
desmoronaba. Albert dijo, “¡Humphrey estaba
abajo!” Bastin dijo mientras remaba, “¡Dios
mío!¡Quedará sepultado!”
En ese instante, en Londres,
la gente gritaba, “¡Dios mío!¡Un
terremoto!” Un hombre gritó, “¡Es el
fin del mundo!” Y en América, un policía gritaba, “¡Tengan calma!¡Ya está pasando!” Una mujer decía, “Señor, apiádate de nosotros!” Al día
siguiente, un papelerito gritaba las noticias, “¡Extra!¡Extra!¡Toda la Tierra fue estremecida ayer por un
temblor!¡Extra!” Una semana después, Albert despertaba en el camarote de un
barco, diciendo, “¿Dónde estamos?”
El capitán del barco le dijo, “A bordo de un barco británico. Los encontramos en una canoa, sin conocimiento, en altamar. ¿Cómo llegaron ahí?” Albert le dijo, “Si le contamos la historia, no lo creería. Nuestro yate encalló en una isla que se hundió con un terremoto.” El capitán le dijo, “Ahhh, el sismo que se sintió en toda la tierra. ¡Fue algo espantoso!” Albert preguntó, “¿Hubo muchos muertos?” El capitán dijo, “Por suerte los daños no fueron cuantiosos. Debe haber sido porque duró solo algunos segundos. De ser más largo, la Tierra desaparece.” Bastin despertó, debajo de la litera, y preguntó, “¿Cómo? ¿Desapareció la isla en que estábamos?” El capitán dijo, “Sí, aunque me extraña lo que me dicen.¡ Por donde los encontramos no ha habido jamás una isla!”
El capitán del barco le dijo, “A bordo de un barco británico. Los encontramos en una canoa, sin conocimiento, en altamar. ¿Cómo llegaron ahí?” Albert le dijo, “Si le contamos la historia, no lo creería. Nuestro yate encalló en una isla que se hundió con un terremoto.” El capitán le dijo, “Ahhh, el sismo que se sintió en toda la tierra. ¡Fue algo espantoso!” Albert preguntó, “¿Hubo muchos muertos?” El capitán dijo, “Por suerte los daños no fueron cuantiosos. Debe haber sido porque duró solo algunos segundos. De ser más largo, la Tierra desaparece.” Bastin despertó, debajo de la litera, y preguntó, “¿Cómo? ¿Desapareció la isla en que estábamos?” El capitán dijo, “Sí, aunque me extraña lo que me dicen.¡ Por donde los encontramos no ha habido jamás una isla!”
Y mientras Bastin y Albert
regresaban a Inglaterra, Ernest e Iva vivían su eterna felicidad, en aquel
paradisíaco lugar que él percibiera en un sueño.
Tomado de Novelas Inmortales Año V No. 202, Septiembre 30 de1981. Guión
Adaptado: Adriana Romero. Segunda Adaptación: José Escobar.