Club de Pensadores Universales

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lunes, 7 de mayo de 2018

Las Aventuras de Barry Lindon de M. Thackeray

     William Makepeace Thackeray, nació el 18 de julio de 1811 y falleció el 24 de diciembre de 1863, a la edad de 52 años. William Makepeace Thackeray fue un novelista y autor británico, conocido por sus obras satíricas, particularmente Vanity Fair, un retrato panorámico de la sociedad inglesa.
Biografía
     Thackeray, hijo único, nació en Calcuta, India Británica, donde su padre, Richmond Thackeray, nacido el 1 de septiembre de 1781 y fallecido el 13 de septiembre de 1815, fue secretario de la Junta de Ingresos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Su madre, Anne Becher (1792-1864), era la segunda hija de Harriet Becher y John Harman Becher, quien también era secretario (escritor) de East India Company.
    Richmond murió en 1815, a los 34 años, lo que causó que Anne enviára a su hijo a Inglaterra en 1816, mientras ella permanecía en la India británica. El barco en el que viajaba Thackeray hizo una breve parada en la isla de Santa Elena, donde el confinado Napoleón, le fue señalado en prisión. Una vez en Inglaterra, Thackeray fue educado en escuelas en Southampton y Chiswick, y luego en Charterhouse School, un internado en Surrey, donde se hizo amigo íntimo de John Leech. A Thackeray le disgustó el internado monasterio Charterhouse, y lo parodió en su ficción como Slaughterhouse, o sea, en vez de un Monasterio, un Matadero.
     Sin embargo, Thackeray fue honrado y reconocido en la Capilla de Charterhouse con un monumento, después de su muerte. Una enfermedad en su último año allí, durante la cual, según los informes, Thackeray creció a su altura de seis pies tres, pospúso su matriculación en el Trinity College de Cambridge hasta febrero de 1829. Nunca demasiado interesado en estudios académicos, Thackeray dejó Cambridge en 1830, pero algunos de sus primeros escritos aparecieron en dos periódicos universitarios, The Snoband, y  The Gownsman.
     Thackeray luego viajó por un tiempo, por el continente, visitando París y Weimar, donde conoció a Goethe. Regresó a Inglaterra y comenzó a estudiar leyes en la antigua academia honorable Middle Temple, pero pronto se dió por vencido. Al llegar a la edad de 21 años, recibió su herencia de su padre, pero desperdició gran parte de ella en juegos de azar y en el financiamiento de dos periódicos que fracasaron: The National Standard y, The Constitutional, para los cuales él esperaba escribir.
     También perdió una buena parte de su fortuna en el colapso de dos bancos de las Indias. Obligado a considerar una profesión para mantenerse por sí mismo, primero se dedicó al arte, que estudió en París, pero no lo continuó, excepto en años posteriores, como ilustrador de algunas de sus propias novelas y otras obras.
     Los años de semi-ociosidad de Thackeray, terminaron después de que se casó, el 20 de agosto de 1836, con Isabella Gethin Shawe (1816-1894), segunda hija de  Isabella Creagh Shawe y Matthew Shawe, un coronel que murió después de un distinguido servicio, principalmente en la India. Los Thackerays tuvieron tres hijos, todos niñas: Anne Isabella (1837-1919), Jane (que murió a los ocho meses) y Harriet Marian (1840-1875), que se casó con Sir Leslie Stephen, editor, biógrafo y filósofo.
      Thackeray ahora comenzó a "escribir para vivir", como él dijo, recurriendo al periodismo en un esfuerzo por sostener economicamente a su joven familia. Trabajó principalmente para la revista, Fraser's Magazine, una publicación conservadora de lengua aguda y afilada, para la que produjo crítica de arte, bocetos breves de ficción, y dos obras ficticias extensas, Catherine, y The Luck of Barry Lyndon. Entre 1837 y 1840 también reseñó libros para el periódico británico, The Times. También fue colaborador habitual de, The Morning Chronicle y, The Foreign Quarterly Review. Más tarde, a través de su conexión con el ilustrador John Leech, comenzó a escribir para la recientemente creada revista Punch, en la que publicó, The Snob Papers, más tarde recopilada como, The Book of Snobs. Este trabajo popularizó el significado moderno de la palabra “snob.” Thackeray fue un colaborador habitual de Punch entre 1843 y 1854.
      La tragedia golpeó en la vida personal de Thackeray cuando su esposa, Isabela, sucumbió a la depresión después del nacimiento de su tercer hijo, en 1840. Al descubrir Thackeray que no podía hacer ningún trabajo en casa, pasó cada vez más tiempo lejos de casa, hasta septiembre de 1840, cuando se dio cuenta de lo grave que era la condición de salud de su esposa. Golpeado por la culpa, se mudó con su esposa a Irlanda. Durante el crucero, ella se arrojó desde un baño del barco al mar, pero fue rescatada de las aguas. Ambos huyeron de regreso a casa, después de una batalla de cuatro semanas con la madre de ella. De noviembre de 1840, hasta febrero de 1842, Isabela estubo dentro y fuera de la atención profesional, en la medida en que su condición se agravaba y mejoraba.
     Eventualmente, Isabela se fue deteriorándo, hasta adentrarse en un estado permanente de desapego de la realidad. Thackeray buscó desesperadamente curas para ella, pero nada funcionó, hasta que ella terminó en dos asilos diferentes, en y cerca de París hasta 1845, después de lo cual Thackeray se la llevó de regreso a Inglaterra, donde la instaló con una Sra. Bakewell, en Camberwell. Isabela le sobrevivió a su esposo por 30 años, hasta que al final fue atendida por una familia llamada Thompson, en Leigh-on-Sea en Southend, hasta su muerte en 1894. Después de la enfermedad de su esposa, Thackeray se convirtió en viudo de facto, y nunca volvió a establecer otra relación sentimental permanente.
     A pesar de esto, Thackeray procuró a otras mujeres, en particular a la señora Jane Brookfield, y a Sally Baxter. En 1851, el señor Brookfield le prohibió a Thackeray más visitas o correspondencia con Jane. Por su parte, Baxter, una estadounidense veinte años más joven que Thackeray, a quien conoció durante una gira de conferencias en Nueva York en 1852, se casó con otro hombre en 1855. A principios de la década de 1840, Thackeray tuvo cierto éxito con dos libros de viaje, El Libro de Apuntes de Paris, y El Libro de Apuntes Irlandés, éste último marcado por su hostilidad hacia los Católicos irlandeses. Sin embargo, como el libro apelaba a los prejuicios británicos, Thackeray recibió el encargo de ser el experto irlandés de la revista Punch, a menudo bajo el seudónimo de Hibernis Hibernior.
     En otras palabras, Thackeray, fue el principal responsable de las representaciones notoriamente hostiles y condescendientes de los irlandeses, en la revista Punch, durante la hambruna irlandesa (1845-51).Posteriormente, Thackeray logró un reconocimiento mayor con sus Snob Papers, publicado en 1846/7, en series, y en forma de libro, en 1848. Sin embargo, la obra que realmente estableció su fama, fue la novela, Vanity Fair, que apareció por primera vez en serializaciones a partir de enero de 1847. Incluso antes de que Vanity Fair completára su serie, Thackeray se había convertido en una celebridad, siendo buscado por los mismos señores y señoras a quienes satirizaba. Lo aclamaban como el equivalente a Dickens.
     Permaneció “en la cima del árbol,” como él mismo dijo, durante el resto de su vida, durante la cual produjo varias novelas grandes, notablemente, Pendennis, The Newcomers, y La Historia de Enrique Esmond, a pesar de sufrir varias enfermedades, incluida una casi mortal, que lo golpeó en 1849, a la mitad de estar escribiendo, Pendennis. Thackeray visitó dos veces los Estados Unidos en giras de conferencias durante este período. Thackeray también dio conferencias en Londres sobre los humoristas ingleses del siglo XVIII, y sobre los primeros cuatro monarcas de Hanover. La última serie fue publicada en forma de libro como, The Four Georges.
     En Oxford se mantuvo sin éxito como un independiente para el Parlamento. Thackeray fue derrotado por Cardwell, quien recibió 1070 votos, frente a 1005 de Thackeray. En 1860, Thackeray se convirtió en editor de la recientemente establecida, Cornhill Magazine, pero nunca se sintió cómodo en el papel, prefiriendo contribuir a la revista como escritor de una columna llamada “Roundabout Papers.”
     La salud de Thackeray empeoró durante la década de 1850 y fue plagado por una estenosis recurrente de la uretra, que lo mantuvo en cama durante días a la vez. Thackeray también sintió que había perdido gran parte de su ímpetu creativo. Sin embargo, Thackeray mismo empeoró las cosas al comer y beber en exceso, y evitó hacer ejercicio, aunque le gustaba montar, pues tenía un caballo. Thackeray fue descrito como, “el mayor glotón literario que jamás haya existido.” Su actividad principal, aparte de la escritura, era "atascarse y hartarse.”  Thackeray no pudo romper su adicción a los pimientos picantes, arruinando aún más su digestión.
     El 23 de diciembre de 1863, después de regresar de cenar y antes de vestirse para la cama, sufrió un derrame cerebral. Lo encontraron muerto en su cama a la mañana siguiente. Su muerte a la edad de cincuenta y dos años, fue completamente inesperada, y conmocionó a su familia, a sus amigos, y a su público lector. Se estima que 7000 personas asistieron a su funeral, en Kensington Gardens. Thackeray fue enterrado el 29 de diciembre, en el cementerio Kensal Green, y un busto conmemorativo esculpido por Marochetti, se puede encontrar en la abadía de Westminster.
Obras
     Thackeray comenzó como un escritor satírico y parodista, escribiendo obras que mostraban una afición furtiva por advenedizos pícaros, tales como Becky Sharp en Vanity Fair, y los personajes titulares de, The Luck of Barry Lyndon y, Catherine. En sus primeros trabajos, escritos bajo seudónimos tales como, Charles James Yellowplush, Michael Angelo Titmarsh, y George Savage Fitz-Boodle, Thackeray tendía al salvajismo en sus ataques a la alta sociedad, la destreza militar, la institución del matrimonio, y la hipocresía. Uno de sus primeros trabajos , Timbuctoo (1829), contiene un burlesque sobre el tema establecido para la Medalla del Canciller de Cambridge para Verso Inglés, el concurso que fue ganado por Tennyson con “Timbuctoo.”
     La carrera de Thackeray como escritor, realmente comenzó con una serie de esbozos satíricos, ahora conocidos como, Los Papeles Amarillos, que aparecieron en, Fraser's Magazine, a partir de 1837. Los Papeles Amarillos o The Yellow Papers, fueron adaptados para, BBC Radio 4, en 2009, con Adam Buxton, interpretando a Charles Yellowplush. Entre mayo de 1839 y febrero de 1840, Fraser's Magazine publicó la obra que a veces fue consideraba la primera novela de Thackeray: Catherine.
     Originalmente concebida como una sátira de la escuela de ficción criminal Newgate, Catherine, terminó siendo una historia picaresca más. También Thackeray comenzó a trabajar, en la novela que nunca terminó,  y que más tarde sería publicada como, A Shabby Genteel Story, o La Historia de un Caballero en Mal Estado.
     En, The Luck of Barry Lyndon, una novela serializada en Fraser's Magazine en 1844, Thackeray exploró la situación de un forastero que intentaba alcanzar el estatus de la alta sociedad, un tema que desarrolló con más éxito en, Vanity Fair con el personaje de Becky Sharp, la hija de un artista, que se eleva casi a las alturas, manipulando a otras personas.
     Probablemente, Thackeray hoy sea más conocido por, Vanity Fair, que por cualquier otra novela. En contraste, sus grandes novelas del período posterior a Vanity Fair, que alguna vez fueron descritas por Henry James como ejemplos de “monstruos sueltos y holgados,” se habian desvanecido en gran medida, quizás porque reflejaban una suavidad en Thackeray, quien se había vuelto tan exitoso con sus sátiras de la sociedad, una suavidad que parecía perder un entusiasmo por atacarlo.
     Novelas de éste periodo posterior incluyen, Pendennis, una novela de adolecentes, que describe la madurez de Arthur Pendennis, un alter ego de Thackeray, quien también aparece como el narrador de dos novelas posteriores, The Newcomes y The Adventures of Philip. The Newcomes es notable por su interpretación crítica, “del matrimonio por dinero,” mientras que, The Adventures of Philip es conocida por su descripción semi-autobiográfica de la vida temprana de Thackeray, en la que recupera parcialmente parte de su poder satírico inicial.
     También es notable entre las novelas posteriores, La Historia de Henry Esmond, en la que Thackeray intentó escribir una novela al estilo del siglo XVIII, un período que tuvo gran atractivo para él. Sobre ésta novela, se han encontrado analogías evidentes en la estructura fundamental de la trama; en los perfiles psicológicos de los personajes principales; en episodios frecuentes; y en el uso de metáforas, a las “Confesiones de un Italiano” de Ippolito Nievo.
      Nievo escribió su novela durante su estancia en Milán, donde, en la biblioteca “Ambrosiana,” estaba disponible la “Historia de Henry Esmond,” recién publicada.  No solo las novelas, Henry Esmond, sino también, Barry Lyndon y Catherine están ambientadas en ese período, así como es la secuela de Henry Esmond, The Virginians, novela que tiene lugar en América del Norte, e incluye a George Washington como un personaje que casi mata a uno de los protagonistas en un duelo.
Familia
Padres
     El padre de Thackeray, Richmond Thackeray, nació en South Mimms, y viajó a la India en 1798 a los dieciséis años como escritor funcionario de, East India Company, o Compañía de Indias Orientales. Richmond engendró a una hija, Sarah Redfield, en 1804 con Charlotte Sophia Rudd, su posiblemente amante eurasiática, y tanto la madre como la hija fueron nombradas en su testamento. Tales enlaces eran comunes entre los caballeros de la Compañía de las Indias Orientales, y en el caso de Thackeray no constituyó ningún impedimento para su posterior cortejo y matrimonio con la madre de William. La madre de Thackeray, Anne Becher (1792), era “una de las bellezas reinantes del día” e hija de John Harmon Becher, Colector del distrito 24Parganas Sur, fallecido en Calcuta en 1800, de una antigua familia civil de Bengala, “notable por la ternura de sus mujeres.”
     Anne Becher, su hermana Harriet, y su madre viuda, también de nombre Harriet, habían sido enviadas a la India por su autoritaria abuela guardiana, Ann Becher, en 1809, en el Earl Howe. La abuela de Anne, le había dicho que el hombre que Anne amaba, Henry Carmichael-Smyth, un insigne de los ingenieros de Bengala que Anne conoció en un Baile de la Asamblea, en Bath, en 1807, había muerto de tristeza, despues de que le dijeron que Anne ya no estaba interesada en él. Ninguna de estas afirmaciones era verdadera. Aunque Carmichael-Smyth pertenecía a una distinguida familia militar escocesa, la abuela de Anne hizo todo lo posible para evitar el matrimonio de Anne con Henry Carmichael-Smyth.
     Las cartas familiares que sobrevivieron, indican que la abuela quería un mejor partido para su nieta. Anne Becher y Richmond Thackeray se casaron en Calcuta el 13 de octubre de 1810. Su único hijo, William, nació el 18 de julio de 1811.  Hay un fino retrato en miniatura de Anne Becher Thackeray y William Makepeace Thackeray, siendo un niño de unos dos años, hecho en Madras, por George Chinnery, pintor británico, en 1813.
     El engaño de la familia de Anne se reveló inesperadamente en 1812, cuando Richmond Thackeray involuntariamente invitó a Carmichael-Smyth, supuestamente muerto, a cenar. Cinco años más tarde, después de que Richmond muriera de fiebre, el 13 de septiembre de 1815, Anne se casó con Henry Carmichael-Smyth, el 13 de marzo de 1817. La pareja se mudó a Inglaterra en 1820, después de haber enviado a William a la escuela más de tres años antes. La separación de su madre tuvo un efecto traumático en el joven Thackeray, que discutió en su ensayo, “Sobre el diario de Letts” en, The Roundabout Papers.
Descendientes
     Thackeray es un antepasado del financista británico, Ryan Williams, y es el bisabuelo del comediante británico, Al Murray.
Reputación y Legado
      Durante la época victoriana, Thackeray ocupó el segundo lugar, como escritor, después de Charles Dickens. Sin embargo, hoy en día, Thackeray es mucho menos leído, y se le conoce casi exclusivamente por, Vanity Fair, novela que se ha convertido en un elemento fijo, en los cursos universitarios, y ha sido adaptada repetidamente para el cine y la televisión.
     En los propios días de Thackeray, algunos comentaristas, como Anthony Trollope, clasificaron su, Historia de Henry Esmond, como su obra más grandiosa, tal vez porque expresaba valores victorianos de deber y sinceridad, como lo hicieron algunos de sus otras novelas posteriores. Es quizás por esta razón que tales novelas, no han sobrevivido tan bien como Vanity Fair, que satiriza esos valores. Thackeray se veía a sí mismo escribiendo en la tradición realista, y distinguió su trabajo de las exageraciones y el sentimentalismo de Dickens.
     Algunos comentaristas posteriores han aceptado ésta autoopinión, y lo han visto como un escritor realista, pero otros señalan la inclinación de Thackeray a utilizar técnicas narrativas del siglo XVIII, como digresiones y discursos directos para el lector, y argumentan que a través de estos discursos directos, con frecuencia Thackeray interrumpe la ilusión de realidad.
      La escuela de Henry James, con su énfasis en mantener esa ilusión, marcó un rompimiento con las técnicas de Thackeray. Charlotte Brontë dedicó la segunda edición de Jane Eyre, a Thackeray. En 1887, la Royal Society of Arts, reveló una placa azul para conmemorar a Thackeray en su casa de 2 Palace Green, Londres, que se había construido para él en la década de 1860. Hoy en día, esa casa es la Embajada de Israel.  La ​​antigua casa de Thackeray en Tunbridge Wells, Kent, ahora es un restaurante que lleva el nombre del autor.
Lista de Obras Literarias
• The Yellowplush Papers (1837).
• Catherine (1839-40).
• A Shabby Genteel Story (1840).
• The Irish Sketchbook (1843).
• La suerte de Barry Lyndon (1844)
• Apuntes de un viaje desde Cornhill a Grand Cairo (1846), bajo el nombre de Mr MA Titmarsh.
• Mrs. Perkins's Ball (1846) ), bajo el nombre MA Titmarsh.
• El libro de Snobs (1848), en donde popularizó ese término.
• Vanity Fair (1848).
• Pendennis (1848-1850).
• Rebecca y Rowena (1850), una parodia secuela de Ivanhoe.
• The Paris Sketchbook (1840), con Roger Bontemps.
• Las esposas de los hombres (1852).
• La historia de Henry Esmond (1852).
• Los humoristas ingleses del siglo XVIII (1853).
• Los recién llegados (1855).
• La rosa y el anillo (1855).
• Los virginianos (1857-1859).
• Cuatro Georges (1860-1861).
• Las aventuras de Felipe (1862).
• Roundabout Papers (1863) Denis Duval (1864).
• El huérfano de Pimlico (1876).
• Bocetos y viajes en Londres.
• Artículos sueltos: Ser historias, reseñas, versos y bocetos (1821-1847).
• Ensayos literarios.
• Los humoristas ingleses del siglo XVIII: a serie de conferencias (1867).
• Lovel el Viudo.
• Baladas.
• Libros de Navidad.
• Samuel Titmarsh.
• Misceláneas.
• Historias.
• Burlesques.
• Irish Sketchbook volumen 2.
• Bocetos de personajes.
• Críticas críticas.
• Segundo funeral de Napoleón. (Wikipedia Ingles)

  La Suerte de Barry Lyndon es una novela picaresca de William Makepeace Thackeray, publicada por primera vez como serie en Fraser's Magazine en 1844, que habla sobre un miembro de la aristocracia irlandesa que intenta convertirse en miembro de la aristocracia inglesa. Thackeray, basó su novela en la vida y las hazañas del libertíno anglo-irlandés, y cazador de fortunas, Andrew Robinson Stoney.Thackeray más tarde la reeditó bajo el título, The Memoirs of Barry Lyndon.
Resumen de la Trama
     Redmond Barry de Bally Barry, nacido en una familia irlandesa, gentil pero arruinada, se cree un caballero. A sugerencia de su madre, él aprende lo que puede sobre modales cortesanos y esgrima, pero falla en temas más académicos como el latín. Barry es un muchacho apasionado y de mal genio, y se enamora locamente de su prima, Nora. Lamentáblemente, como ella es una solterona unos años mayor que Redmond, ella está más bien buscando un pretendiente con dinero en efectivo para pagar las deudas familiares.

     El muchacho intenta participar en un duelo con el pretendiente de Nora, un oficial inglés llamado John Quin. Le hacen pensar a Barry que ha asesinado a Quin, aunque su pistola en realidad estaba cargada con estopa, o sea, una carga ficticia de fibras pesadas y anudadas. Quin, golpeado con la carga inofensiva, se desmayó por el miedo.
     Redmond huye a Dublín, donde rápidamente cae en el camino, de la mala compañía de los estafadores, y pronto pierde todo su dinero. Perseguido por los acreedores, Barry se alista como un soldado común en un regimiento de infantería del Ejército Real que se dirigía al servicio en Alemania, durante la Guerra de los Siete Años.

     Una vez en Alemania, a pesar de un ascenso a cabo, Barry odia al ejército y busca desertar. Cuando su teniente es herido, Redmond lo ayuda a llevarlo a una aldea alemana para recibir tratamiento medico. El irlandés pretende sufrir de demencia y, después de varios días, huye con el uniforme, los papeles y el dinero del teniente. Como parte de su ardid, él convence a los lugareños de que él es el verdadero teniente Fakenham, y que el herido es el cabo loco Barry. Redmond Barry se dirige hacia un territorio alemán neutral, esperando una mejor fortuna.

     Sin embargo, su mala suerte continúa, ya que se encuentra en el camino a un oficial prusiano. El alemán pronto se da cuenta de que Redmond es un desertor, pero en lugar de entregarlo a los británicos para que lo ahorquen, lo seduce para que ingrese al ejército prusiano, por una recompensa. Una vez dentro, Redmond termina odiando el servicio prusiano, tanto o más de lo que odiaba el servicio británico. Sin embargo, los soldados son vigilados cuidadosamente, para evitar la deserción. Redmond marcha con el ejército de Frederick, a la Batalla de Kunersdorf, apenas sobreviviendo a la desastrosa carga de caballería que diezma al ejército prusiano. Se convierte en el sirviente del Capitán Potzdorff, y se involucra en las intrigas de ese caballero.

    Después de varios meses, un extraño extranjero que viaja bajo protección austríaca, llega a Berlín. Se le pide a Redmond que espíe al extranjero, un hombre mayor llamado Chevalier de Balibari. Inmediatamente se da cuenta de que éste es su tío, el aventurero que desapareció hace muchos años. El tío se las arregla para sacar de contrabando a su sobrino de Prusia, y esto se hace pronto. A continuación, los dos irlandeses y un cómplice deambulan por Europa, apostando y sobreviviendo.

     Eventualmente, los Barry terminan en el Ducado de Rhineland, donde ganan considerables sumas de dinero y Redmond ingeniosamente establece un plan para casarse con una joven condesa de algún modo. Una vez más, la fortuna se vuelve contra él, y una serie de circunstancias socavan su complejo plan. Tanto el tío como el sobrino se ven obligados a abandonar Alemania, ambos solteros.

     Mientras se refrescan sus tacones en Francia, Redmond conoce a la condesa de Lyndon, una mujer de la nobleza extraordinariamente adinerada, casada con un hombre mucho mayor que tenía mala salud. Él tiene cierto éxito en seducir a la dama, pero su esposo se aferra a la vida. Finalmente, ella regresa a Inglaterra. Redmond está molesto, pero espera su momento. Al escuchar al año siguiente que el esposo murió, él ataca.

     A través de una serie de aventuras, Redmond finalmente intimida y seduce a la condesa de Lyndon, quien se casa con él, bajo coacción. Después de la boda, se muda al Hackton Castle, que ha remodelado por completo a un gran costo. Redmond admite varias veces, en el transcurso de su narración, que no tiene control sobre un presupuesto, y gasta el dinero del patrimonio de su nueva esposa, libremente. A su vez, Redmond cuida de algunos benefactores que lo cuidaron en su infancia en Irlanda, su primo Ulick, quien a menudo lo defendió cuando era niño, y se convierte en el hombre más elegante del distrito.

    A medida que estalla la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, Barry Lyndon, como se llama a sí mismo, levanta una compañía de soldados para enviar a Estados Unidos. También derrota a los primos de su esposa, para ganar un asiento en el Parlamento. Sin embargo, sus buenas fortunas disminuyeron nuevamente. Su hijastro, Lord Bullingdon, se va a la guerra estadounidense, y Barry es acusado de intentar matar al muchacho en la batalla. Entonces su propio hijo, Bryan, muere en un trágico accidente a caballo. Combinando perversas prácticas de despilfarro de dinero, Barry, llega a estár arruinado en muchos niveles.
     Al finalizar la “memoria,” Redmond o Barry Lyndon, se separa de su esposa, y se aloja en la Prisión Fleet. Un pequeño estipendio le permite vivir en un lujo moderado, y su madre anciana se aloja cercas para atenderlo. Pasa los últimos diecinueve años de su vida en prisión, muriendo de enfermedades relacionadas con el alcoholismo. (Wikipedia Ingles)
     Andrew Robinson Stoney
     Andrew Robinson Stoney, más tarde rebautizado como Andrew Robinson Stoney-Bowes, (1747-1810), fue un aventurero anglo-irlandés de Greyfort House, Borrisokane, Condado de Tipperary en Irlanda. Su abuelo, Thomas Stoney, había emigrado a Irlanda desde Yorkshire, Inglaterra, a raíz de la Guerra Gillermita de Irlanda, que constituyó la conquista de Irlanda, por parte de los guillermitas, 1689-91.  
     Mientras que Andrew Stoney-Bowes fue miembro del parlamento de Newcastle-upon-Tyne (1780-4) y también un alto sheriff de Durham, es quizás mejor recordado por su matrimonio con Mary Eleanor Bowes, la condesa viuda de Strathmore y Kinghorne. Ella fue conocida como “La Condesa Infeliz” debido a su relación tempestuosa, que terminó en escándalo. La historia de Stoney-Bowes y la condesa de Strathmore, fue ficcionalizada por William Makepeace Thackeray, en su novela titulada, The Luck of Barry Lyndon. Stanley Kubrick ,más tarde, adaptó la novela de Thackery, en la galardonada película de 1975, Barry Lyndon.
Matrimonio con Mary Eleanor Bowes
     Mary Eleanor Bowes, la viuda condesa de Strathmore y Kinghorne, estaba comprometida con su amante, George Gray, en el verano de 1777, cuando conoció al encantador y astuto aventurero anglo-irlandés, Andrew Robinson Stoney, quien la manipuló, en su camino hacia su hogar y su cama. Llamándose a sí mismo como el ‘Capitán’ Stoney, aunque en realidad era un teniente del ejército británico, insistió en pelear un duelo, en honor de Mary, con el editor del periódico, The Morning Post, quien había publicado artículos difamatorios sobre la vida privada de ella.
     De hecho, él mismo había escrito los artículos que la criticaban, así como los que la defendían; por lo que el duelo entre Stoney y el editor del periódico, probablemente fue escenificado. Fingiendo ser mortalmente herido en el duelo, Stoney persuadió a la condesa, le concediése su último deseo, que se casára con él. Stoney fue llevado al altar, en una camilla, para su matrimonio con la condesa. En una recuperación milagrosa, inmediatamente después del matrimonio, Stoney tomó el apellido de su esposa, según lo estipulado por el testamento de su padre, y se llamó Andrew Robinson Stoney Bowes. Stoney se desempeñó como Alto Sheriff de Durham en 1780, y más tarde el mismo año, fue elegido diputado por Newcastle upon Tyne, sirviendo hasta que perdió las siguientes elecciones en 1784.
     La primera esposa de Stoney, Hannah, era la hija de William Newton de Burnopfield. Se creía ampliamente que Stoney Bowes había hecho que ella muriera, para recibir su herencia. Después de su matrimonio con Mary Eleonor, la condesa, se comportó brutalmente con ella. Cuando descubrió que ella había hecho secretamente un acuerdo prenupcial salvaguardando las ganancias de su propiedad para su propio uso, la obligó a firmar una revocación que le cedía el control. Entre otros ultrajes, Stowes la encarceló en su propia casa, y la obligó, a ella y a una de sus hijas, a exiliarse en París. Ellas regresaron, después de que se le entregó a Bowes un decreto judicial. Mientras esto sucedía, Stoney Bowes violó a las criadas, invitó a prostitutas al hogar, y engendró numerosos hijos ilegítimos.
     Mary Eleanor dio a luz, en agosto de 1777, a una hija, Mary, probablemente producto de su enlace anterior con Gray. Bowes tomó a la niña como su propia hija y al nacer la registró como tal, en noviembre de 1777, pero luego difundió su ilegitimidad. Posteriormente la pareja tuvo un hijo, William Johnstone Bowes, nacido el 8 de mayo de 1782.
     Finalmente, en 1785, con la ayuda de criadas leales, la condesa logró escapar de su custodia, y solicitó el divorcio a través de los tribunales eclesiásticos. Tras perder la primera ronda de esta batalla judicial, Stoney Bowes secuestró a Mary con la ayuda de una pandilla de cómplices, la llevó al país del norte, amenazó con violarla y matarla, la amordazó y la golpeó, y la llevó por el campo a caballo en una de las temporadas más frías del invierno más frío del siglo. El país fue alertado, y Stoney Bowes finalmente fue arrestado y la condesa rescatada.
     Las batallas legales continuaron. Stoney Bowes y sus cómplices fueron declarados culpables de conspiración por secuestrar a Mary, y Stoney Bowes fue sentenciado a tres años de prisión. Mientras todo esto sucedía, Stoney Bowes perdió el caso de divorcio y la batalla para retener la fortuna de Mary Eleanor. Los juicios fueron muy populares y fueron el tema del día en todo Londres. Aunque inicialmente la condesa se ganó la simpatía del público, Stoney Bowes eventualmente volvió a muchos en contra de ella, en parte por las difamaciones que puso en circulación exitosamente.
     Esto lo logró, comprando acciones en un periódico con el propósito y publicar las 'Confesiones' que antes él habían obligado a ella a escribir, y en parte porque la percepción general, era que ella se había portado mal al intentar impedir el acceso de su marido a su fortuna. También había existido una aventura amorosa entre ella y el hermano de uno de los abogados, que se hizo de conocimiento público y, según alegó Stoney Bowes, otra aventura amorosa con su lacayo, George Walker. Mary finalmente obtuvo su divorcio en el Tribunal Superior de Delegados, el 2 de marzo de 1789, cuando el tribunal reveló cómo Stoney Bowes había privado sistemáticamente a la condesa de su libertad, y había abusado de ella.
     Andrew Robinson Stoney-Bowes murió el 16 de enero de 1810, en la, Prisión de las Reglas del Rey Bench, en Southwark, Londres.
     Muchos años después, Thackeray se enteró de la historia de la vida de Stoney Bowes, gracias a un nieto de la condesa, llamado John Bowes, y utilizó la historia en su novela, La Suerte de Barry Lyndon. (Wikipedia en Ingles)


Las Aventuras de Barry Lindon
de William, Makepeace Thackeray

     Una mañana de 1746,  en un solitario paraje londinense, tras un duelo de armas de caballeros, un hombre caía desplomado al suelo, después de escucharse un disparo de arma. Un hombre se acercó al cuerpo tendido, y dijo, “El señor Harry Barry está muerto.” Un hombre, aun con su arma en la mano, dijo, “Ofendió mi honor y las ofensas se lavan con sangre.”
     Una semana después, un niño le decía a su madre, “¿Por qué tenemos que irnos de Londres, madre?” Ella le dijo, “Edmond, ahora que tu padre no está con nosotros, no podemos sostener el nivel de vida que él nos daba.” La mujer hizo una pausa, y añadió, “Iremos a Irlanda. Mi hermano me ha ofrecido protección para ambos. Desgraciadamente, Harry no fue muy previsor.” La mujer tomó al niño por los hombros, y dijo, “Tu tío nos dará una casa cerca de la suya y se ocupará de tu educación. Quiero que seas todo un caballero. Nunca debes olvidar que eres un Barry, hijo mío.”
     Transcurrieron los años, y Edmond creció junto a su prima Nora, llegando a cumplir veinte años. Un día, estando en el jardín de la hermosa mansión de su tío, el señor Brady, Edmond charlaba con su prima Nora, diciendo, “Eres muy hermosa, Nora.” Nora le dijo, “Siempre repites lo mismo.” Él dijo, “Es que te quiero.” Ella dijo, “Yo también.” Edmond le dijo, “¿Lo dices en serio?” Ella dijo, “Claro que sí. ¿Acaso no eres mi primo, el único hijo de tía Bell?”
     Edmond le dijo, “Nora, yo deseo más que eso. Te ámo.” Ella le dijo, “¿Amarme? Bueno, eso me agrada. Eres tan…tan buen mozo, tan simpático y tan joven.” Edmond le dijo, “No digas eso. Ya cumplí veinte años, solo cinco menos que tu. No me trates como un chiquillo.”
     Ella le dijo, “No te enojes. Te voy a dar algo como prueba de mi cariño.” Nora le dio un listón. Edmond lo tomó, y dijo, “¡Nora! Lo guardaré como el más preciado tesoro.” Ella le dijo, “Gracias, querido Edmond. Me da gusto verte contento.” Él le preguntó, “¿Irás al baile de los oficiales?” Ella le dijo, “¡Por supuesto! Mis hermanos me acompañarán. Tu también iras, ¿Verdad?” Él le dijo, “Sí, pero me gustaría que solo bailáras conmigo.” Ella le dijo, “Pides demasiado. Te prometo que te reservaré varias piezas.” Edmond la tomó de la cintura y le dijo, “¿De verdad, Nora?” Ella le dijo, “Sí, ya te he dicho que te quiero mucho.”

      Ya en la tarde del baile de los oficiales, Edmond llegó con uno de sus primos, hermano de Nora, como acompañante. Entonces cuando Edmond observó el ambiente, dijo, “¿Quién es el personaje que esta con Nora, James?” James le dijo, “El capitán Quin. Un hombre excelente.” Entonces Edmond dijo, “Tu hermana ha bailado todas las piezas con él. Eso no está correcto.” James le dijo, “¿Por qué? Es todo un caballero. Ve a divertirte y no te preocupes por ella.”
     Edmond pensó, “Es una coqueta. Desde que llegó, no se ha separado de ese tipo.” Edmond no pudo ocultar su tristeza. Enseguida llegó Mick, otro de sus primos, hermano de Nora, quien le dijo, “¿Te sucede algo, Edmond? Tienes una cara como si quisieras comerte a alguien.”
     Edmond dijo, “No me pasa nada, Mick.” Mick le dijo, “Qué buena pareja hace el capitán Quin con Nora, ¿Verdad?” Edmond le dijo, “Tú y tu hermano no deberían permitir que estuviera tato tiempo con él. Se puede prestar a habladurías.” Mick le dijo, “¿Estás loco? Estando nosotros aquí, nadie se atreverá a decir una palabra en contra ella.” Edmond dijo, “Pero…” Mick dijo, “No te preocupes…No te he visto bailar, y si miras a tu alrededor, hay muchas jóvenes bellas.” Edmond se quedó solo, y al observar a Nora platicar con otro hombre, pensó, “Nora juró que me amaba. Me dió la cinta con el camafeo como prueba de su cariño, y ahora ni se acuerda de mi.”
     Días después, Nora recibía a Edmond en su casa, diciendo, “¿Porqué no habías venido, Edmond? Te he extrañado. Tienes una semana sin visitarnos.” Edmond le dijo, “¿Para qué iba a venir?” Nora le tomó de los hombros acercándose y le dijo, “Sabes que esta es como tu casa. Mi padre te considera otro hijo.” Edmond le dijo, “Y tú, un hermano, ¿verdad?” Nora le dijo, “¿Estás molesto conmigo?¿Qué te he hecho?” Edmond le dijo, “Casi nada. ¿Ya te olvidaste del día del baile?” Nora revisó las flores que ella misma había cortado, y dijo, “No. Estuvo muy bonito. Me divertí mucho.” Edmond le dijo, “Ya lo sé, con el capitán Quin.”
      Ella le dijo, “Edmond, te estás portando como un niño.” Edmond le dijo, “Eso es lo que piensas de mi. ¡Que soy un niño! Pues te equivocas.” Ella le dijo, “Solo tienes veinte años…no dispones de un centavo.” Edmond le dijo, “Ahora soy pobre, pero llegaré a tener tanto dinero, que podre comprar una casa mucho más grande que la de ustedes.” Ella dijo, “Pues ya deberías empezar a luchar para conseguirlo.” Él le dijo, “Y mientras tú, coqueteas con el capitán Quin.” Nora le dijo, “Eres insoportable. Me has ofendido. No te volveré a dirigir la palabra a menos que te disculpes.” Edmond le dijo, “Ni lo sueñes. La que debe disculparse eres tú.”
     Los días siguientes fueron un verdadero martirio para Edmond Barry, quien pensaba, “No debí comportarme así. Fui un tonto. Iré a verla y le pediré que me perdóne.” Y mientras él se dirigía a casa de su tío, el capitán Quin hablaba a Nora en su jardín, diciendo, “Nora, eres la mujer más admirable que he conocido.” Nora le dijo, “Ustedes los hombres siempre dicen lo mismo. En cambio, nosotras las mujeres…somos como una planta. Nace en nuestros corazones una sola flor, y después morimos.” Quin le dijo, “¿Quieres decir que nunca has amado a otro?” Nora lo abrazó, y le dijo, “No, John. Solo a ti.” John le dijo, “Mi adorada Nora.”
     Mientras tanto, Mick y James conversaban, “Creo que pronto habrá boda, Mick.” Mick dijo, “Eso espero. Quin es muy rico, y yo le debo una gran suma de dinero que perdí en el juego.” Un hombre se acercó a ellos, y les dijo, “¿De qué platican?” Mick dijo, “Oh, de nada importante, capitán Fagan.” Fagan les dijo, “Al parecer, Quin está enamorado. Nunca antes lo vi tan interesado en una dama.” Mick dijo, “¡Aja! Eso nos da mucho gusto.” Fagan dijo, “Me lo imagino. Quin tiene una gran fortuna.” James dijo, “Lo que nos importa es la felicidad de nuestra hermana.” En ese momento, del otro lado del jardín, Edmond sorprendía a los enamorados, diciendo, “¡Nora!” Nora dijo, al verlo, “¡Edmond, me da gusto verte!”
     Enseguida Nora dijo, “John, mi primo Edmond.” Quin dijo, “¿Qué tal, jovencito?” Edmond, enfurecido, lanzó la cinta con el camafeo, diciendo, “¡Embustera! Tú me regalaste esto en prueba de amor. Te lo devuelvo.” Nora le dijo, “¡Edmond, estás loco!” Quin le dijo a Nora, “Nora, cuando las damas dan regalos a otros caballeros, lo mejor es no estorbarles.” Nora dijo, “John, te equivocas. Edmond no es para mí, más que mi loro o mi perro faldero.” Quin dijo, “¡Ah, sí! En Inglaterra no suelen tener las señoritas dos novios. Con tu permiso.” Nora le gritó, “John, escucha.” Nora corrió tras él, “¡John…John…!”
     Edmond le gritó, “NORAAA!” En ese momento, Mick detuvo a Edmond, diciendo, “¡Detente, estúpido!” Edmond se sacudió, y dijo, “¡Déjame!” Mick le dijo, “¿Qué derecho tienes, sinvergüenza entrometido, para intervenir en la vida de mi hermana?” Edmond le contestó, “El de amarla. Y óyelo bien: El que se quiera casar con ella, tendrá que matarme a mi primero.” James le contestó, “¡Idiota!¿Pretendes compararte con el capitán Quin? Él es un hombre rico y con gran futuro.”
     Edmond le dijo, “¡Ah, es eso! Pues mantengo lo dicho. Nadie se casará con ella porque antes lo máto.” Fagan se unió a los hermanos, diciendo, “A fé mía que lo creo muy capaz de cumplir su palabra.” James dijo, “Así es, capitán Fagan, pero Mick y yo no lo vamos a permitir.”
  Poco después, Mick veía asombrado, cómo su hermana Nora platicaba con el capitán Quin, en la sala de su casa, pensando, “Nora es más inteligente de lo que creía. No tardó mucho en convencer a John.” Era una comida entre varios presentes, y se preparaba una gran noticia. El señor Brady, padre de Nora, y tío de Edmond llegó y dijo, “¿Y Edmond? Lo vi llegar. ¿No se quedará a comer?” Mick, su hijo, le dijo, “No lo sé, quizá regresó a su casa.” El señor Brady dijo, “Bueno, empecemos. Deseo comunicarles algo.” En ese momento llegaba al recinto Edmond, diciendo, “Buenas Tardes.”
      El señor Brady dijo, “Hijo, por ti estaba preguntando. Siéntate. Hoy es un gran día en ésta familia, y me da gusto que Edmond lo comparta. Antes de pasar al comedor, el capitán Quin me pidió la mano de Nora. Brindemos por la próxima boda." Enseguida, el señor Brady se dirigió al capitan Quin, y dijo, "Puedes besarla John, te llevas un verdadero tesoro.” En ese momento, Edmond se levantó de la mesa con su vaso en mano y dijo, “Yo también voy a hacer un brindis…” Nora lo tomó del brazo y dijo, “Siéntate y cállate, bestia.” Edmond arrojó el vino de su vaso de cristal, a la cara de Quin, diciendo, “¡A su salud, capitán!” El señor Brady, se levantó, diciendo, “¡Edmond!¿Qué significa esto?” Nora agregó, “¡Animal, más que animal!” Quin dijo, mientras se secaba la cara, “Señor Barry, he sido insultado gravemente y exijo una satisfacción.” Edmond dijo, “Cuando quera y donde quiera. Espero sus noticias.”
     Cuando Edmond salió afuera de la casa, con el fin de retirarse, uno de los capitanes presentes en la mesa, el capitan Fagan, le dio alcance, diciendo, “¡EDMOND!” Edmond le dijo, “¿Qué desea capitán?” Fagan le dijo, “Acompañárte. Estas muy alterado. ¡Buena la hiciste!” Edmond dijo, “Solo defiendo lo que me pertenece.” Fagan le dijo, “¿Te refieres a Nora? Sabes muy bien que ella no puede ser para ti.” Edmond le preguntó, “¿Por qué?” Fagan le explicó, “Es mayor que tú, además, ambos son pobres. Tu tío está lleno de deudas. Yo lo sé, aunque ha tratado de ocultarlo. Ese matrimonio es la salvación de la familia, y tú no tienes derecho a impedirlo. ¿Acaso tu tío no ha velado por ti? Así le pagas sus cuidados y desvelos.”
     El capitan Fagan lo miró a los ojos y le dijo, “Lo que has hecho se llama desagradecimiento.” Edmond, le dijo, “Yo soy el ofendido, capitán. Nora me dio un regalo en prueba de amor.” Fagan le dijo, “Eso demuestra lo inexperto  y joven que eres. Las mujeres son así, ya lo aprenderás con el tiempo.” Edmond le dijo, “Pues páse lo que páse, me batiré con Quin y con todo el que pretenda casarse con ella.” Fagan le dijo, “No he visto a un joven mas sediento de sangre que tú. Te advierto que Quin tiene excelente puntería.” Edmond dijo, “Será su sangre o la mía. Ya veremos quién queda con vida.”
        Dos días después, al alba, el padrino de armas de Quin, entregaba las pistolas, diciendo, “Sus pistolas dispararán cuando yo cuente tres.” Ambos tomaron distancia, y el caballero gritó, “UNO…DOS…TRES…” ¡BANG! ¡BANG! “¡AGHHH!” El capitán Quin cayó al suelo. El padrino de Edmond, quien era su primo, lo revisó, y dijo, “Esta muerto.” El padrino de Quin dijo, “Ha empezado bien, el jovencito. Ahora tendrás que esconderte o te irá mal.” Edmond se acercó, al hombre caído y dijo, “¿De verdad está muerto?” Su primo dijo, asustado, “¡Míralo! Edmond, ponte a salvo. Has matado a un capitán del ejército.” Enseguida, su primo se levantó, y dijo, “Ven, yo te acompañaré y le explicaré a tía Bell. Será muy duro para ella.” Edmond le dijo, “No me arrepiento de lo que hice, ese tipo merecía morir.”
     Poco después, la tía Bell, quien era la madre de Edmond, decía, “Me duele que tengas que marcharte, hijo; pero estoy orgullosa. Te has portado como todo un Barry.” El primo de Edmond dijo, “Tía Bell, creo que lo mejor es que se vaya a Dublín, y espere allí el desarrollo de los acontecimientos. Quizá haya muchos problemas. No hay que olvidar que Inglaterra está en  guerra con Francia. Prusia e Irlanda se han unido a los ingleses y por lo tanto, la muerte del capitán Quin puede traer serias consecuencias.” La tía Bell, dijo, “Tu primo tiene razón, hijo…no sé porque siento que esta separación será muy larga.” Edmond dijo, “No, madre. Regresaré en cuanto se hayan aquietado las cosas.”
     Bell tomó una bolsa de dinero, y dijo, “Te daré todo lo que tengo. Si eres cuidadoso con este dinero, podrás vivir por un buen tiempo.” Edmond tomó su caballo, se subió en él y se alejó, dejando a su madre y a su primo. Su madre le dijo, “Adiós, hijo querido. Que Dios te proteja.” Mientras galopaba, Edmond pensó, “Regresaré, pero triunfador. Haré que Nora se arrepienta de su actitud conmigo.”
     Cuando se encontraba a pocas millas de Dublín, Edmond fue interceptado por unos bandoleros armados, uno de los cuales bajó de su caballo, y con armas en mano, lo detuvo. Edmond dijo, “Perdón señor…” El hombre le dijo, “¡Bájese del caballo!” Otro de los bandoleros, salió de entre las ramas, y dijo, “Obedezca, no nos gusta derramar sangre, solo lo hacemos cuando nos obligan.” El otro bandolero dijo, “¿Qué espera, amigo?” Cuando el otro bandolero lo esculcó, dijo, “¡Una bolsa con dinero!” Y enseguida dijo, “¡Una excelente pistola!” Edmond, quien tenía levantadas sus manos, dijo, “Por favor, no me la quite. Era de mi padre.” El hombre dijo, “Pues ahora es nuestra. En este trabajo no caben los sentimentalismos.”
     Mientras ambos bandoleros apuntaban a Edmond, el otro hombre dijo, “Debes dar gracias por haberte encontrado con nosotros. Te dejamos lomas preciado, la vida. Puedes irte.” Edmond dijo, “¿Y mi caballo?” El hombre dijo, “Olvídalo. Empieza a caminar. No tengo mucha paciencia.”
     Mientras caminaba por la floresta, Edmond pensó, “¡Malditos! Si hubieran sido uno solo, las cosas habrían sido diferentes. ¿Qué voy a hacer ahora? Me dejaron sin un centavo. Bueno, ya veré cuando llegue a Dublín.”
     Horas más tarde, un soldado británico, leía un edicto, ante una multitud, “El regimiento de infantería necesita hombres para ocupar los cargos de los veteranos que pasaron a la reserva. Todos aquellos jóvenes que deseen alcanzar la nobleza por las armas, recibirán al engancharse una guinea y media…”
     Una semana después, Edmond no había encontrado más solución que enrolarse en la dura vida del ejercito. Ya con su paga, Edmond entro a una taberna. Una vez que fue atendido, dijo al muchacho, “Eh, muchacho! Dame otro tarro! Este está sucio!” Pero uno de los parroquiano presentes dijo, en voz alta y en tono de burla, “¡Y sopa de tortuga para el caballero!¡Ja, Ja, Ja!” Otro de los parroquianos, que estaba cercas de Edmond, le dijo, en tono amistoso, “No le hagas caso. Pregúntale a Lewis por su mujer. Todos saben que le tiene pánico y que se enroló para escapara de ella.” Edmond se acercó al hombre que se había burlado de él, y le dijo, “Oiga, ¿Así se ríe cuando su mujer le tira de las orejas?” Lewis se encolerizó, y dijo, levantándose de su mesa, “¡Maldito!” Uno de los presentes, quien también era un soldado, que tampoco estaba en servicio, dijo, “¡Un momento! Si quieren pelear, lo harán como corresponde!”
     Ya afuera, alrededor de una multitud curiosa, ambos contendientes, ya sin camisa, se preparaban para la lucha. El improvisado mediador, dijo, “No se permiten mordiscos, patadas, ni arañazos. El que quede en pie, será el vencedor.” Al comenzar la pelea, la gente se arengó, “¡Vamos Edmond, dale!” “¡Que no se te escape, Lewis!” “¡Dale Edmond, dale!” “¡Cuidado Lewis!” Tras la pelea, Edmond fue levantado en hombros. “¡Bravo Edmond! Le diste su merecido a ese matón.” Mientras Edmond se enjuagaba la cara, uno de sus simpatizantes le dijo, “Te felicito, Edmond. Nadie había puesto a Lewis en su sitio.” Edmond dijo, “Yo no permito insolencias.”
     Desde ese día, nadie se atrevió a molestar a Edmond. Dos semanas después…Edmond limpiaba su fusil, junto con otro compañero, quien le dijo, “Hoy llega un nuevo regimiento que se nos une para marchar al frente.” Edmond le dijo, “Lo prefiero. Estos dos meses, de entrenamiento ya me tienen cansado.” Esa tarde, Edmond observó a un general a caballo, y pensó, “¡El Capitán Fagan!”
     Esa noche, ambos cenaron juntos, y Fagan le dijo, “¡Nunca imaginé que te encontraría aquí! ¿Porqué te enrolaste?” Edmond dijo, “Fue absoluta necesidad. No tuve otra alternativa.” Edmond le contó todo lo que le había sucedido. Fagan dijo, “De verdad, tuviste mala suerte. Pero ahora yo te ayudaré. Nada te faltará mientras esté cercas de ti.” Edmond dijo, “Gracias capitán. ¿Cómo…cómo está Nora?” Fagan dijo, “Si hubieras escrito a tu pobre madre alguna vez, sabrías que Nora se encuentra felizmente casada.” Edmond dijo, “¡Casada!¿Quien es su marido?” Fagan dijo, “El capitán Quin. No lo mataste. Todo fue una idea de los Brady. Yo la apoyé porque pensé que era lo mejor para ti.” Edmond dijo, “¡Pero si yo lo vi muerto!” Fagan dijo, “Pusieron en tu pistola una bala de estopa. Solo lo heriste en el cuello, y él se hizo el muerto. Mientras estuvieras allí, pensamos que crearías problemas, así que ésta era la única forma de alejarte.” Edmond dijo, “Entiendo, fui un tonto. Me engañaron, como a un niño.” Fagan dijo, “No lo lamentes. Eres muy joven. Nora no te convenía. Fue lo mejor para ti.” Edmond dijo, “Pues le júro que nuca nadie me volverá a engañar. Llegaré a ser rico y poderoso a costa de lo que sea.” Fagan dijo, “Vamos, arriba ese ánimo. Lo importante ahora es salir con vida de ésta guerra.”
     Al día siguiente, partieron al frente, y las batallas se sucedieron una tras otra. En una de las batallas, Fagan cayó herido, y Edmond tuvo que cargarlo para llevarlo a un lugar seguro. Fagan le dijo, “Me muero…cuídate…Edmond…” Edmond dejo escapar un llanto y dijo, cerrando los ojos de Fagan, “Mi amigo…mi buen amigo…” Después de enterrar y acampar, en una tregua, Edmond pensó, “Esta es la realidad de la guerra, no los honores y la gloria. Me iré de aquí. Escaparé de éste infierno.” Desde ese momento, buscó la oportunidad para desertar sin despertar sospecha. En una oportunidad que se presentó, Edmundo escuchó la conversación de dos soldados que se bañaban en unas aguas, y que dejaron atados sus caballos. Edmond escuchó a uno de los soldados decir, “Tengo que partir ésta tarde. Debo llevar un importante documento a Bremen.”
     Edmond pensó, “Esta es mi oportunidad. A pocas millas está la zona ocupada por los aliados prusianos.” Enseguida, Edmond tomó el lugar del soldado mensajero, y partió en su caballo. Cuando llegó a uno de los retenes, un soldado prusiano lo recibió, diciendo, “Buenas tardes. Soy el capitán Potzdorff. ¿Con quién tengo el honor de hablar?” Edmond dijo, “Teniente Foster, del regimiento de Gales.” El capitán dijo, “¿A dónde se dirige?” Edmund dijo, “A Bremen. Llevo importantes documentos para el…general Williams.” El capitán dijo, “¿Percival Williams?”
     Edmond dijo, “Exactamente. Me dio gusto saludarlo, capitán, pero no quiero retrasarme más. Continuaré mi camino.” El capitán dijo, “Usted no va a ninguna parte. ¡Soldados, detengan a este hombre!” Edmond dijo, “¿Detenerme? Soy un oficial ingles.” El capitán dijo, “Es un mentiroso, y un impostor. Usted ha desertado del ejercito ingles.” Edmond dijo, “Se equivoca, yo…” El capitán dijo, “No, no me equivóco; dice llevar un mensaje para un general que murió hace diez meses. El alto mando ingles lo sabe.” Edmond reconoció su sorpresa y exclamó, “¡Oh!” El capitán continuó, “Tiene dos alternativas: enrolarse en el ejercito prusiano, o la cárcel.” Edmond dijo, “Esta bien, me enrólo.”
     Servir en el ejercito prusiano era peor que servir en el ejercito ingles. Para ser aceptado en el ejercito, Edmond tuvo que desfilar sin camisa, y ser golpeado por una fila de soldados compañeros. Allí, Edmond Barry, con astucia, tuvo que aprender a sobrevivir. Las numerosas batallas en las que tuvo que participar, lo endurecieron. En la batalla, Edmond se desempeñó de una manera heróica, salvando a varios soldados heridos. Días después, Edmond fue condecorado.
     Mientras un general colocaba una insignia en el uniforme de Edmond, dijo, “Cabo Barry, es usted un valiente. Usted salvó la vida del capitán Potzdorff y de muchos de sus compañeros. Pero, desgraciadamente, también es holgazán y carece de principios. Estoy seguro de que acabará mal.”
Edmond dijo, “Espero que el coronel se equivoque. Iría al infierno por servir al regimiento.”
     Terminada la guerra, el regimiento de Edmond Barry fue enviado a la capital de Prusia. Allí Edmond continuó a las órdenes del capitán Potzdorff, quien le dispensaba un favor especial. Un día, Barry entró en la estancia donde se encontraba el capitán Potzdorff, en compañía de otra persona. Entonces Potzdorff le dijo, “Barry, quiero que conozca a mi tío, el ministro de policía.” Edmond dijo, “Buenas tardes, señor ministro.” Potzdorff dijo, “Le he hablado de ti a mi tío. Hemos decidido sacarte del ejercito, y destinarte al buró de policía. Es una gran oportunidad para ti. Con el tiempo podrás moverte dentro de esferas más altas.” Edmond dijo, “Gracias capitán Potzdorff.”
     Potzdorff continuó, “Tu lealtad hacia mí, me ha complacido. Ahora tienes una nueva oportunidad para ayudarnos.” Edmond dijo, “Estoy a sus órdenes, señor.” Potzdorff le dijo, “Ha llegado a Berlín un caballero que está al servicio de la Emperatriz de Austria. Se hace llamar Chevalier de Balibari. Realmente es irlandés y sospechamos que se encuentra aquí como espía. Habla francés y alemán. Sabemos que anda en busqueda de un sirviente.El plan es el siguiente. Tú te presentarás ante él con recomendaciones que hemos preparado. Dirás que eres húngaro.”
     El ministro de policía dijo, “¿Te interesa la misión?” Edmond dijo, “Señor ministro, me interesa todo lo que pueda ser útil a usted, y al capitán Potzdorff.” El Primer Ministro le dijo, “Bien, por ningún motivo vayas a decir que eres irlandés. Te diremos lo que tienes que hacer.”  
     Al día siguiente, Edmond se presentaba ante Chevalier de Balibari, quien le dijo, “¿Es usted el joven que me recomendó el duque de Salford?” Edmond dijo, tras entregar una carta, “Así es, excelencia.” Mientras Balibari leía la carta, Edmond pensó, “No puedo traicionarlo. Es irlandés igual que yo. Él podría ayudarme a salir del yugo prusiano.” Tras leer la carta, Balibari le dijo, “Sus cartas de recomendación son excelentes. Le tómo a mi servicio.” Edmond dijo, “Señor…yo debo decir algo. No soy húngaro; soy irlandés, y me llamo Edmond Barry. El capitán Potzdorff y su tío, el ministro de policía, me han enviado aquí a espiarlo. Pero usted es un compatriota, un caballero, y no puedo hacerle esto.” Balibari dijo, asombrado, “Agradezco tu sinceridad. Quedas a mi servicio, y ambos nos burlaremos de los prusianos.”
     No en vano, Edmond Barry se había hecho astuto en el ejército y junto con su nuevo ámo, trazó un plan. Cuando Edmond informó a el Capitán Potzdorff, y a el ministro de policía, les dijo, “Balibari es muy religioso; va a misa todas las mañanas. Luego desayuna. Por las tardes juega a las cartas.” Edmond daba regularmente informes al ministro, ateniéndose a la verdad, pero de cosas sin mayor importancia. Edmond continuó, “Es un gran jugador. Casi siempre gana. Todos los nobles acuden al hotel en donde se aloja.” Sin embargo, entre Barry y Chevelier Balibari había un perfecto acuerdo, para apostar y ganar a sus rivales. Mientras ambos se ponían deacuerdo en el plan, Edmond dijo, “No olvides que si ofreces vino, es que el contrario tiene corazones; si ofreces ponche, tiene diamantes.” Por su parte, Chevelier Balibari daba sus claves diciendo, “Si muevo una silla, significa que tiene tréboles. No te preocupes. Hasta el momento, este sistema no ha fallado.”
     Esa noche, el plan fue puesto en marcha. Edmond llegó a la sala de apuestas, y dijo a  Balibari, “Desea vino, señor?” Balibari entendió, y contestó, “No, gracias.” Tras la presentación de las cartas de la baraja, Balibari dijo a su oponente, quien era Potzdorff  “Le he vuelto a ganar. Ya me debe 15 mil monedas de oro.” Potzdorff se levantó de la mesa y dijo, “¡Quince mil! ¡Chevalier! ¡Mire, aunque no puedo decirle cómo, pero le asegúro que usted me ha hecho trampa!” Balibari le contestó, “Alteza, eso es una ofensa. He jugado limpiamente.” Potzdorff se dispuso a retirarse, no sin antes decir, en tono amenazante, “Si quiere su dinero, tendrá que luchar por él. Buenas noches.”
     Enseguida, uno de los acompañantes de Potzdorff hizo la pregunta a Edmond, “¿Engañó Chevalier al príncipe?” Edmond le dijo, “No, señor. Jugó limpiamente.” El ministro de policía, quien era el tío de Potzdorff, dijo a su acompañante, “No podemos permitir que el príncipe se bata con este hombre. Sería un escándalo en la corte.” Su acompañante dijo, “No hay que olvidar que es sobrino de su alteza real. Me costaría el puesto, y quizá la cabeza.” Enseguida, el ministro se dirigió a Edmond y le dijo, “Barry, Chevalier será expulsado del país. Mañana cuando vaya a misa lo esperarán dos soldados y lo conducirán a la frontera. Su equipaje lo seguirá después. Tú me esperarás en sus habitaciones, pues quiero revisarlo antes de que se despache.” Edmond dijo, “Como usted ordéne, Capitán.”   
     Barry regresó al Hotel con la muerte en el alma. Entonces se entrevistó con Balibari y le explicó lo que había sucedido. Balibari dijo, “No te preocupes. Ya tengo deseos de largarme de aquí, pero no te dejaré a tu suerte. Ya verás.” Al día siguiente, dos soldados llegaron en un carruaje, al hotel mansión donde se hospedaba Balibari, e invitaron cortésmente a Balibari a que los acompañára, y se subiera al carruaje. Balibari dijo, “¿Qué significa esto?” Uno de los soldados dijo, “Tengo orden de conducirlo a la frontera. Obedezca o usaremos la fuerza.” Mientras Balibari subía al carruaje, dijo, “Esto es un insulto. Me quejaré a mi embajador…nunca mas volveré a poner los pies en este país.” Sin embargo, a media mañana, cuando ya se suponía que el carruaje estaba muy lejos, Potzdorff llegó al hotel mansión; entró enseguida, deliberadamente y dijo, “Barry, ¿Dónde estás? Ese bandido debe encontrarse por aquí holgazaneando. Ya verá cuando lo tenga enfrente.”
     En ese momento, inesperadamente llegó Balibari y asestó un golpe en la cabeza con un jarrón, rompiéndolo y gritando, “¡Ladrones…ladrones!¡Socorroooo!¡Auxilioooo!” Dos sirvientes de la casa se acercaron y uno de ellos dijo, “¿Qué sucede, señor?” Balibari dijo, “Este individuo entró a robarme. Creí que esto era un hotel decente. Toda Europa se enterará de ésto.” Otro de los sirvientes dijo, “Pero señor, yo lo vi a usted marcharse hace tres horas.” El otro sirviente dijo, “Debe haber sido el criado. Se vistió con las ropas de su excelencia.” Balibari dijo, “Ese criado que mencionas, y además éste hombre aquí, deben haber estado de acuerdo. Llamen a la policía.” Uno de los sirvientes dijo, “Señor…éste caballero es el capitán Potzdorff, sobrino del ministro de policía.” Fue tal el escándalo que se armó, que el propio ministro acudió al Hotel, y dijo a Balibari, “Señor, le pido disculpas. Se le darán 5 mil luises de oro, pero le suplico que abandone el país y se olvide de este asunto.” Balibari dijo, “Por supuesto que me marcho, y de olvidarlo, ya veremos.”
     Días mas tarde, Balibari y Edmond celebraban bebiendo en una mesa. Balibari dijo, “Y ahora hijo mío, ya conoces todos los secretos de un buen jugador. Juntos seremos invencibles.” Pronto ambos fueron conocidos en todas las cortes de Europa y se codeaban con la más rancia nobleza. Si alguien se atrevía a negarse a pagar las deudas de juego, Barry lo solucionaba con un duelo de espadas. Y cuando un deudor estaba a punto de morir, el hombre se rendía, diciendo, “Le pagaré hoy mismo.” Entonces  Edmond guardaba su espada, y decía, “Me complace escuchar eso.” Una vida tal exigía talento y determinación por parte de ambos, y tal vida, los obligaba a vivir errantes y sin raíces.
     Aunque ambos frecuentaban las cortes, todo su esfuerzo se traducía en ropas finas y algunas alhajas. Durante diez años ambos fueron de un lado al otro, y un verano, encontrándose en Inglaterra, desayunado en un restaurante público, Edmund dijo a Balibari, “¿Quién es esa mujer?” Balibari le dijo, “La condesa de Lyndon. Acaba de enviudar. El niño es su hijo Charles, y el hombre, el preceptor del pequeño.” Edmond dijo, “Es impresionántemente bella.” Balibari dijo, “No solo eso, sino que es una de las mujeres más ricas de Inglaterra.” Edmond le dijo, “Chevalier, tengo que conocerla…¿Quién me la puede presentar?” Balibari dijo, “Eso es fácil. Irá ésta noche a casa de Lady Prescott.”
     Esa noche, Balibari hizo la presentación de ambos en la gran residencia, “Mi querida Hellen, te presénto al señor Edmond Barry.” Edmund dijo, “A sus pies Milady.” Dos meses más tarde, una mujer dialogaba con Hellen. Era su tía, quien le decia, “¡Estás loca! Enamorarte de ese hombre! Es un vividor. Tiene los peores antecedente.” Hellen dijo, “No me importa. Lo ámo y me casaré con él. Tía, te suplíco que no trates de disuadirme.” Con su apostura y personalidad, Edmond Barry consiguió lo que muchos nobles habían tratado de lograr.
     No había pasado un año desde que conociera a lady Lyndon, cuando la condujo al altar, llegando así a la cúspide de sus sueños. Con el permiso del rey, Edmond añadió a su nombre, el de su esposa, llamándose desde ese momento, Barry Lyndon. Sin embargo, un día, Balibari notó la tristeza del hijo de Hellen, y le dijo, “Lord Bullinger, ¿Qué le sucede? Debería estar contento de que su madre se haya casado.” Lord Bullinger le dijo, “No con ese hombre. Es un oportunista. No ama a mi madre y me duele ver cómo ella se deja engañar por él.”
     Un año después, Hellen tenía a un pequeño en brazos, y Edmond dijo, acariciando la frente del pequeño, “Bryan Patrick Barry Lyndon, mi hijo. El heredero de mi nombre.” Hasta ese momento, Barry ya había obtenido todo lo que deseaba, y se dispuso a gozarlo. Lady Lyndon estaba tan enamorada de él, que prefería no darse por enterada del desamor e indiferencia de su marido. Sin embargo, su hijo Charles pensaba al verla, “Pobre madre. Y ese hombre gastando nuestro dinero en mujeres y fiestas.”
     Así transcurrieron los meses, y una tarde, Edmond llegó a casa diciendo, “¿Cómo está mi pequeño Patrick, mi hijo adorado? Hola ¿Qué tal, Charles?” Hellen dijo, “Charles, saluda a tu padre.” Charles dijo, “Él no es mi padre; no es nada mío.” Su madre le dijo, “¡Cómo te atreves a hablar así! Le estas faltando al respeto a tu padre.” Charles dijo a su madre en tono de reclámo, “No, madre, usted se lo faltó a mi padre al casarse con ese hombre.” Hellen bajó la mirada en señal de dolor y dijo, “¡Oh! Dios mío.”
     Edmond le dijo a Hellen, “Calma, querida. Yo arreglaré esto. Ven conmigo, Charles, tenemos que hablar en privado.” Ya en privado Edmond castigó a Charles propinándole una serie de fuetazos, “…cinco…seis…” Cuando terminó, Charles lloraba, y entonces Edmond le dijo, “Siempre quise que viviéramos como amigos, pero tú te has negado a ello, a pesar de mis esfuerzos. Nunca antes te había golpeado, pero si me obligas, me acostumbraré muy pronto a hacerlo, cada vez que me faltes al respeto.”
     Ocho años después, Edmond hablaba con su hijo Patrick, en su recamara, “¿Te gustó tu fiesta de cumpleaños, mi pequeño?” El pequeño dijo, “Si papá. Gracias. Te quiero mucho.” Edmond lo abrazó y le dijo, “Y yo a ti, Bryan Patrick. Eres lo más preciado que tengo. Lo único que he querido y quiero en la vida.” Durante esos años, Barry Lyndon había dispuesto con gran derroche de la fortuna de su esposa.
     En uno de esos días, el mayordomo de Hellen, trajo a ella la correspondencia y le dijo, “Milady, más facturas, pienso que…” Hellen dijo, interrumpiéndolo, “Déjelas allí, señor Runt. Esta tarde enviaré a pagarlas.” Pero Runt dijo, “Discúlpe que se lo diga, señora, pero su esposo ha gastado ya gran parte de su dinero, y si continúa así…” Hellen lo interrumpió nuevamente, y le dijo, “Basta, puede retirarse.” Mientras se retiraba, Runt pensó, “He tratado de advertirla, pero está ciega. No tardará en encontrarse en la ruina.”
     Toda la sociedad de londinenses que los frecuentaba, estaban conscientes de lo que sucedía en la familia,y más que nadie, el mismo Charlie, quien pensaba, “Barry ha talado los bosque de casi todas nuestras propiedades, para vender la madera, y mi madre lo permite. Ese hombre la tiene completamente dominada, pero en cuanto yo pueda, lo pondré en su sitio.” Así transcurrieron dos años más.
     Una noche que Barry ofrecía una reunión a gran parte de la nobleza de Londres, Charles presentó a su pequeño hermanito ante los asistentes, “¿No creen que le quedan bien mis zapatos? Que lastima que yo no haya muerto. ¿Verdad?” Charles continuó su discurso ante el asombro de todos, “Los Lyndon tendrían un digno representante en la ilustre sangre de los Barry, ¿No es así, señor Edmond Barry?” El pequeño se acercó a sus padres, y entonces su madre contestó, “Como quiero a este hijo te querría a ti, si merecieras mi afecto.”
     Charles dijo, “Señora, he soportado hasta el límite a éste irlandés insolente con quien usted se casó. No es lo bajo de su origen, ni su brutalidad lo que me disgusta, sino el modo como la trata a usted. Es grosero, vulgar, le ha sido infiel a ojos de todos, y ha malversado nuestra fortuna. Y puesto que no puedo soportar más a este rufián, he decidido marcharme y no regresaré mientras él siga aquí.” Hellen exclamó, “¡Oh, Dios!” Edmond se abalanzó contra Charles y le dio un puñetazo, derribándolo. Varios de los presentes intentaron detener a Edmond, quien decía, mientras lo inmovilizaban, “¡Lo voy a matar, a matar!”
     Esa misma noche, la noticia de los sucediído se supo en todo Londres. Edmond notó un cambio de actitud de la gente, en las reuniones sociales. En una de esas reuniones, Edmond saludó a uno de los presentes, “Buenas tardes, Sir Chester.” Sir Chester le respondió, “¿Cómo está?” Edmond dijo, “Hemos extrañado su presencia en nuestra casa. El 8 de éste mes, ofreceremos una fiesta, y nos gustaría mucho que usted asistiera.” Pero Chester contestó, “Lo siento, pero ya  tengo un compromiso.” Edmond dijo, “Bueno, para otra vez será.” Chester dijo, “Claro, con su permiso.” Edmond pensó, “Todos dicen lo mismo, pero ya nadie nos visita.  Ese maldito Charles tiene la culpa.” Para Barry Lyndon, el desprecio de la nobleza fue un duro golpe. Por lo tanto Barry trató de superarlo, dedicándose a su hijo. Barry solía entretenerse enseñando a su hijo el arte del esgrima.
     El día en que el niño cumplió once años, su padre le dio una gran sorpresa. Patrick dijo, “¡Papá, el caballo que tanto te pedí!” Edmond le dijo, “Sí, hijo. Pero, prométeme que no lo montaras sin que yo te acompañe.” Patrick le dijo, “Te lo prometo, pero, ¿Cuándo podre salir en él?” Barry le dijo, “Ésta tarde podremos salir a dar un paseo en él.” Sin embargo, antes de que Barry lo acompañára, Patrick acariciába al corcel, pensando, “Es hermoso. Tal como yo lo quería…no esperaré hasta la tarde. Sé montar. Daré una sorpresa a papá.” Él mismo le puso la montura y se alejó a galope. Sin embargo, el caballo tropezó, y lanzó al joven por los aires, quien murió de forma instantánea debido al fuerte golpe. En el funeral de su hijo, Barry lloraba abrazando al féretro, diciendo, “Hijo, hijito adorado…”
     Después del entierro, la casa permaneció sumida en un velo de tristeza. Betty, la institutríz principal, a menudo insistía con Hellen, diciendo, “Milady, debe comer algo. Si continúa así, se va a enfermar.” Hellen le dijo, “Déjame sola, Betty. Es tan grande mi dolor, que creo que me volveré loca.” Barry, por su parte, tras la tragedia, solo encontraba consuelo en el alcohol. Durante varios meses, los sirvientes vieron como la casa se derrumbaba. Un día, Betty dijo a Runt, el mayordomo, “¿Qué vamos a hacer, señor Runt? Cada día llegan más y más facturas, y no hay suficiente dinero con que pagarlas. Lady Lyndon está enferma. Sumida en su pena, no escucha ni le importa nada.” Runt agregó, “El señor Barry bebe sin parar. Esto es un caos, pero le pondré remedio.”
    El señor Runt buscó a Charles y una vez que lo encontró, le explicó la situación, “He venido, Milord, para ponerlo en antecedente de lo que sucede en el palacio de Londres.” El antiguo preceptor le relató el estado en que estaban las cosas. Charles dijo, “No debí dejar a mi madre sola con ese hombre. Creo que ha llegado el momento de regresar.” Al día siguiente, Charles se presentó en el palacio de Londres. “¿Se encuentra aquí el señor Barry?” Uno de los mayordomos le dijo, “Sí, que bueno que viene por él. Hace dos días que hemos estado tratando de que deje de beber y se vaya.”
     Charles pasó a la estancia y encontró a Barry bebiendo y borracho. Charles pensó, “Así tenía que terminar. Es un pobre diablo.” A continuación, Charles se dirigió a Barry, y le dijo, “Estoy aquí para exigirle una satisfacción por los daños que me causó mientras viví con mi madre.” Barry le dijo, “¿Qué…?¿Qué dice?” Charles le contestó, “Creo que entendió perfectamente. Si no es un cobarde, se presentará en el campo de honor.”
     Al otro día, muy temprano, el duelo se preparaba. Uno de los padrinos de armas dijo, “Para decidir quién disparará primero, lanzaré una moneda al aire. ¿Están de acuerdo?” El otro de los padrinos dijo, “Si el que dispára primero falla, corresponderá hacerlo al otro.” Charles dijo, “Bien.” Se lanzó la moneda, y uno de los padrinos dijo, “Lord Charles Bullinger, a usted le corresponde disparar primero.”
     En el momento en que el noble Charles Bullinger levantó su arma, se escuchó un dispáro: BANG! Entonces Charles dijo, “Se disparó sola. Deben darme otra oportunidad.”  Sin embargo, uno de los padrinos dijo, “Lo siento Lord Bullinger, pero debe permanecer en su puesto. Ese dispáro cuenta como el primero.” El otro padrino dijo, “Señor Barry, es su turno.”
     Durante unos segundos, Edmond Barry mantuvo su pistola apuntando a Charles. Tras los segundos de suspenso, Barry le dio la espalda y disparó su pistola hacia el suelo. BANG! Uno de los padrinos se acercó a Charles y le dijo, “Lord Bullinger, ya que el señor Barry ha disparado al suelo, ¿Considera usted haber recibido una satisfacción?” Charles le contestó, “¡No!¡No estoy satisfecho!” A continuación, los padrinos volvieron a preparar las pistolas. Después de que ambos rivales se acomodaron a la distancia, uno frente al otro, uno de los padrinos dijo, “Lord Bullinger, dispáre.” A continuación se escuchó un disparo, y un ‘Ay’ de dolor.  
    Una hora después, Edmond despertaba, diciendo, “¿Dónde estoy?” Un médico le dijo, “En una posada. Lo trajeron aquí, después del duelo.” Entonces, Edmond dijo, removiendo las cobijas, “Mi pierna…no siento mi pierna…” El médico le dijo, “Se la tuve que amputar, para salvarle la vida. La bala rompió una arteria.” Edmond exclamó, “¡Noooo!”
     Mientras tanto, Charles estaba en el palacio de Londres, diciendo a Runt, “Runt, informa a mi madre de lo sucedido.” Pero Runt le dijo, “¿Será conveniente? Ella a pesar de todo, lo ama.” Charles dijo, “No le des detalles. Solo explícale lo del duelo, que fue herido, y el lugar en donde está. Ella querrá ir a verle. Por lo tanto, cuando esté dentro del coche, se la llevan fuera de Londres.” Runt, inclinó su cabeza y dijo, “Bien, así se hará, señor.” Una semana después, Runt visitaba a Barry, quien aún estaba en cama.
     Runt le dijo, “Señor, vengo porque Lord Charles Bullinger me ha encargado que le ofrezca una pensión de 500 guineas anuales, con la condición de que se vaya para siempre de Inglaterra, sin regresar jamás. Si decide quedarse, el señor Bullinger lo hará encarcelar por las deudas que usted ha contraído. ¿Qué respuesta le llévo?” Edmond dijo, “Acépto Runt, no tengo otra alternativa.” Edmond pensó, “Ahora si tendré que irme, ¿Pero a dónde? Ya nada tengo, ni a nadie. Mi madre murió sin que volviera a verla. Me porté como un ingrato. A penas le escribí desde que me marché de su lado. Chevalier también murió. Tampoco con él fui agradecido. Me sentí tan poderosos, que olvide a todos.”
     Totalmente vencido, y en muletas, cuando Barry se sintió con fuerzas, marchó al extranjero. Edmond Barry pensó, “Creo que volveré a mi profesión de jugador. Es lo único que sé hacer.” Así, Edmond Barry volvió a jugar, pero ya sin la suerte de antaño. Por su parte, Lord Charles Bullinger se hizo cargo de lo poco que quedaba de la fortuna familiar, logrando rehacerla. Y así, mientras contaba sus monedas, en una mesa, frente a su madre Hellen, Charles dijo, “Las ganancias éste año han sido extraordinarias. Mi padre estaría orgulloso.”
     A continuación, posteriormente, mientras Hellen escribía en un pergamino: “Pagar al señor Edmond Barry, quinientas guineas,” sus ojos derramaban lagrimas.
     Finalmente, después de haber sido uno de los hombres más ricos de Inglaterra, la vida de Barry Lyndon terminó como empezó: en la miseria.
Tomado de Novelas Inmortales. Año XI No. 561 Agosto 17 de 1988. Guión: H. Comte. Adaptación: R. Bastien. Segunda Adaptación: José Escobar.                                                                                               

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