La Abadía de Northanger, es una novela de
adolescentes, y una sátira de las novelas góticas, escrita por Jane Austen. Austen también fue influenciada por la novela de 1752, de Charlotte
Lennox, titulada, El Quijote Femenino.
La Abadía de Northanger, se completó
en 1803, la primera de las novelas de Austen completada en su totalidad, pero
se publicó póstumamente en 1817, con su otra novela, Persuasion. La historia trata sobre Catherine Morland, la joven
protagonista ingenua, y su viaje hacia una mejor comprensión de sí misma y del
mundo que la rodea. La forma en que Catherine ve el mundo, ha sido
distorsionada por su afición por las novelas góticas, y una imaginación activa.
Catherine Morland, de diecisiete años, es
una de los diez hijos de un clérigo rural. Aunque era una marimacho en su
infancia, a la edad de 17 años está, "en
formación para ser una heroína," y le gusta demasiado leer novelas
góticas, entre las que, la de Ann Radcliffe, Misterios de Udolfo, es una de sus favoritas.
Catherine es invitada por los Allen, sus vecinos más ricos de Fullerton, para acompañarlos a visitar la ciudad de Bath, y participar en la temporada de invierno de bailes, teatro y otras delicias sociales. Pronto le presentan a un joven inteligente, Henry Tilney, con quien baila y conversa. A través de la antigua amiga de la escuela de la Sra. Allen, la Sra. Thorpe, conoce a su hija Isabella, una joven vivaz y coqueta, y las dos rápidamente se hacen amigas. El hijo de la Sra. Thorpe, John, también es amigo del hermano mayor de Catherine, James, en Oxford, donde ambos son estudiantes.
Los Thorpe no están contentos con la amistad que Catherine tiene con los Tilney, ya que perciben correctamente a Henry, como un rival por los afectos de Catherine, aunque Catherine no está en absoluto interesada en el crudo John Thorpe. Catherine intenta mantener sus amistades tanto con los Thorpe, como con los Tilney, aunque John Thorpe, continuamente intenta sabotear su relación con los Tilney. Esto conduce a varios malentendidos, que ponen a Catherine en la incómoda posición de tener que dar explicaciones a los Tilney.
Isabella y James se comprometen. El padre de James aprueba la unión, y le ofrece a su hijo la vida de un párroco del campo, por una modesta suma de 400 libras esterlinas al año, pero deben esperar hasta que pueda obtener el beneficio en dos años y medio. Isabella está insatisfecha, pero para Catherine, ella malinterpreta su angustia como causada únicamente por la demora, y no por el valor económico de la suma. Isabella inmediatamente comienza a coquetear con el Capitán Tilney, el hermano mayor de Henry. La inocente Catherine no puede entender el comportamiento de su amiga, pero Henry lo entiende demasiado bien, ya que conoce el carácter y los hábitos de su hermano.
Los Tilney invitan a Catherine a quedarse con ellos durante unas semanas en su casa, la Abadía de Northanger. Catherine, de acuerdo con las lecturas de sus novelas goticas, espera que la abadía sea exótica y aterradora. Henry se burla de ella por esto, ya que resulta que la Abadía de Northanger, es agradable y decididamente no gótica. Sin embargo, la casa incluye un misterioso conjunto de habitaciones en las que nadie entra nunca; Catherine se entera de que eran los apartamentos de la Sra. Tilney, que murió nueve años antes. Como el general Tilney ya no parece estar afectado por su muerte, Catherine decide que pueden haberla asesinado, o incluso haberla encarcelado en su habitación.
Catherine descubre que su imaginación hiperactiva, la ha llevado por mal camino, ya que nada es extraño o angustioso en los apartamentos. Desafortunadamente, Henry le cuestiona su conjetura, y le informa que su padre, amaba a su esposa a su manera, y estaba realmente molesto por su muerte. Catherine se va, llorando, temiendo haber perdido por completo la consideración de Henry. Al darse cuenta de lo tonta que ha sido, Catherine llega a creer que, aunque las novelas pueden ser encantadoras, su contenido no se relaciona con la vida cotidiana. Henry no le vuelve a mencionar este incidente.
James le escribe a Catherine para informarle que ha roto su compromiso con Isabella, y que ella se ha comprometido en cambio con el Capitán Tilney. Henry y Eleanor Tilney, se muestran escépticos de que su hermano se haya comprometido con Isabella Thorpe. Catherine está terriblemente decepcionada al darse cuenta de lo deshonesta que es Isabella. Una carta posterior de la propia Isabella, confirma las dudas de los hermanos Tilney, y muestra que Frederick Tilney, simplemente estaba coqueteando con Isabella. El general Tilney se va a Londres, y el ambiente en la Abadía de Northanger, se vuelve inmediatamente más ligero y agradable, debido a su ausencia. Catherine pasa varios días agradables con Henry y Eleonor, hasta que, en ausencia de Henry, el general Tilney regresa de repente, de mal humor. Obliga a Catherine a irse a casa temprano a la mañana siguiente, en un movimiento impactante, inhóspito, e inseguro que obliga a Catherine a emprender el viaje de 110 kilómetros (70 millas) sola.
En casa, Catherine está apática e infeliz. Henry realiza una visita inesperada y repentina, y explica lo que sucedió. El general Tilney, por la desinformación de John Thorpe, había creído que ella era extremadamente rica, como la futura heredera de los Allen y, por lo tanto, una pareja adecuada para Henry. En Londres, el general Tilney se encontró de nuevo con John Thorpe, quien, enojado y mezquino por el rechazo de Catherine a su propuesta de matrimonio a medio hacer, dijo en cambio que, Catherine estaba casi en la indigencia. Enfurecido, el general Tilney, nuevamente por la desinformación de John Thorpe, regresó a casa para desalojar a Catherine. Cuando Henry regresó a Northanger, su padre le informó de lo ocurrido, y le prohibió volver a pensar en Catherine. Cuando Henry se entera de cómo la han tratado, rompe con su padre, y le dice a Catherine que todavía quiere casarse con ella, a pesar de la desaprobación de su padre. Catherine está encantada, aunque cuando Henry busca la aprobación de sus padres de Catherine, ellos le dicen a la joven pareja, que la aprobación final solo ocurrirá cuando el general Tilney consienta.
Finalmente, el general Tilney accede,
porque Eleanor se ha comprometido con un hombre rico y con titulos; y descubre que
los Morland, aunque no son extremadamente ricos, están lejos de ser indigentes.
Catherine Morland: Catherine, la ingenua protagonista de la novela, tiene 17 años, y carece de experiencia en la vida, pero está decidida a ver lo mejor de las personas. Su apariencia es, "agradable, y cuando se ve bien, bonita". Su afición por las novelas góticas, y una imaginación activa, pueden sesgar su interpretación de los hechos reales. Tiene una personalidad dulce y bondadosa, y es observadora, pero ingenua, no ve intenciones maliciosas subyacentes en las acciones de las personas, hasta el final de la novela. Comparte con Henry Tilney su amor por el humor sarcástico. La novela sigue a Catherine, a medida que crece y madura hacia una mejor comprensión de la naturaleza de las personas, después de estar expuesta al mundo exterior en Bath.
James Morland: El hermano mayor de Catherine, que estudia en la Universidad de Oxford, hace una visita sorpresa a Bath, para ver a su hermana y a sus padres. Es humilde, dulce, y amante de la diversión, como su hermana, pero no es un buen juez de carácter, y es ingenuo e inocente, cuando se trata de asuntos del corazón.
Henry Tilney: Un peculiar clérigo culto de 26 años, hermano de Eleanor y Frederick Tilney, y miembro de la rica familia Tilney. Él es el interés amoroso de Catherine, y viene a devolverle sus sentimientos en el transcurso de la novela, y al final se casa con ella. Es sarcástico, intuitivo, bastante guapo e inteligente por naturaleza. Se diferencía de Catherine, en estar en sintonía con el comportamiento y las intenciones subyacentes de los demás, y encuentra diversión en la locura de quienes lo rodean.
John Thorpe: Hermano de Isabela Thorpe, John es un joven arrogante y jactancioso. Un conversador terrible, cuando no habla más que de sus caballos y carruajes; es ruidoso, tonto, autoritario, vengativo y grosero, incluso con su propia madre. John inicialmente se interesa por Catherine, y se vuelve cada vez más posesivo con ella, pero cuando descubre que es Henry Tilney a quien ella ama, encuentra formas de manipular la situación para que se adapte a sus gustos.
Isabela Thorpe: Hermana de John Thorpe, Isabela es una hermosa y encantadora mujer de 21 años, que puede ser intrigante y manipuladora cuando le conviene. Visita Bath en busca de un marido rico. Se hace amiga de Catherine, en Bath, y cuando se entera de la fortuna de su familia, se interesa por el hermano de Catherine, James Morland, y finalmente logra obtener una oferta de matrimonio que ella acepta, pero luego rompe este compromiso, cuando descubre que James solo recibirá una pequeña parte de su herencia, y se ve obligado a esperar dos años antes de casarse.
General Tilney: Un general severo y retirado, es el padre despótico de sus tres hijos: el capitán Tilney, cuyo nombre es Frederick, Henry, y Eleanor. Rígido, autoritario, tiránico y materialista por naturaleza, el general Tilney pasa la mayor parte de su tiempo cuidando su propiedad en la Abadía Northanger. Estricto en la puntualidad, y decidido a, "mantener un control estricto", dentro de su casa, el general Tilney es inflexible por naturaleza, y siente un disgusto absoluto por cualquier cosa, o persona, que interrumpa su horario, o rompa su sentido del orden. Algunos pueden especular sobre si su personalidad difícil, se debe o no, a que perdió a su esposa años antes, (la esposa murió cuando Leonor era una niña), y la carga de criar a sus hijos solo; sin embargo, lo cierto es que es grosero, no solo con sus hijos, sino también con el mal trato que le da a Catherine. A lo largo de la novela, el general Tilney mantiene su enfoque en el avance y la aceptación social de su familia, haciendo de esto su máxima prioridad, incluso en términos de matrimonio. Esencialmente, el general Tilney está tan preocupado por el nombre y la fortuna de su familia, que trata de controlar, con quién pueden, y con quién no pueden, casarse sus hijos, especialmente con respecto al amor que siente Henry por Catherine. Debido a los rumores equivocados de John Thorpe, la percepción del general Tilney sobre Catherine cambia, en el sentido de que una vez la tuvo en alta estima, pensando que provenía de una familia adinerada; sin embargo, cuando un John Thorpe desdeñado, le dice más tarde al general Tilney, que la familia de Catherine está esencialmente desamparada, niega la propuesta de matrimonio de Henry a Catherine. Con el tiempo, después del matrimonio de su hija con un noble, la ira del general Tilney cede, y cuando descubre la verdad, de que Catherine desciende de una familia modestamente acomodada, finalmente consiente el matrimonio de Henry y Catherine. Tras un análisis más detallado, el comportamiento y la actitud del general Tilney, atraen nuestra atención a las preocupaciones sociales que eran comunes, durante el período de tiempo de Jane Austen.
Eleanor Tilney: Es la hermana menor de Frederick, y Henry Tilney, y la hija del tiránico general Tilney. Haciendo su visita a la ciudad de Bath en un momento posterior, su amistad con Catherine Morland comienza a mitad de la novela; sin embargo, a pesar de este retraso, es dulce, amable, y humilde como su hermano Henry, y demuestra ser una amiga mucho más leal a Catherine, de lo que Isabela nunca fue. Desafortunadamente, su papel en Bath no es tan importante, ya que pasa la mayor parte de su tiempo actuando como acompañante de Catherine y Henry, pero las cosas mejoran cuando todos hacen su viaje de regreso a la Abadía Northanger. Debido a la amistad de Catherine y Eleanor, y debido al interés amoroso de Henry, Catherine es invitada a quedarse con ellos, en la Abadía Northanger, para lo cual aprovechan esta oportunidad para conocerse mejor, a nivel personal. Este es el punto donde Eleanor explica el motivo de la ausencia de su madre, a lo que descubrimos que la Sra. Tilney, había muerto debido a una enfermedad grave, dejando al Sr. Tilney con tres hijos para criarlos él mismo. Aparte de su amistad con Catherine, y el tiempo que pasaron juntos en la Abadía Northanger, Eleanor no juega ningún otro papel en la novela, excepto por el hecho de que persuade a su padre, para que conceda a Catherine y Henry permiso para casarse.
Frederick Tilney: Es el hermano mayor de Henry Tilney y Eleanor Tilney, y el presunto heredero de la propiedad de Northanger. Frederick es un oficial del ejército, que se aprovecha de las mujeres con su apariencia atractiva y elegante, persiguiendo coqueteos con chicas guapas, que están dispuestas a ofrecerle algo de aliento, aunque sin ninguna intención séria de su parte. Esto es evidente a lo largo de sus interacciones con Isabela Thorpe, como lo menciona Henry al describir la personalidad de su hermano a Catherine, cuando afirma que, "Frederick es un joven vivaz, y tal vez a veces irreflexivo; él [Frederick] ha tenido aproximadamente una semana de amistad con usted. amiga [Isabella], y él conoce su compromiso casi desde que la conoce." Sin embargo, Frederick lleva sus interacciones con Isabela un paso más allá, y logra sabotear su compromiso con el hermano de Catherine, James Morland. Conocido como, "El Capitán", Frederick representa los estándares duales de comportamiento de la sociedad, tanto para hombres como para mujeres. También, se suma a la mística de la familia Tilney: como padre, como hijo. Las acciones de Frederick, hacen que Henry y Eleanor sean personajes más comprensivos, y su destrucción de Isabela hace lo mismo con su personaje. Esencialmente, muchos lectores perciben a Frederick como nadie más que un egoísta, codicioso y confabulador.
Sr. Allen: Aunque su papel es mínimo en la historia, es un hombre brusco, pero amable, que es tolerante con el comportamiento tonto de la Sra. Allen. Permite que Catherine y su esposa, lo acompañen a Bath, donde está siendo tratado por gota. A menudo, asume un papel paterno, sirviendo como una figura guardiana de Catherine, especialmente cuando se interesa en su historia de amor con Henry Tilney, y se lo considera como un hombre que, "se esforzaba por saber quién era su pareja", después de su primer encuentro. Allen aprueba a la pareja, ya que la reputación de Tilney lo impresiona.
Sra.
Allen:
Una mujer muy tonta y sin hijos, la Sra. Allen es una vecina de los Morlands, que
invita a Catherine a acompañarla a ella y a su esposo a Bath de vacaciones. No
piensa en nada más que en la ropa y en cuánto cuesta, y se recuerda muy poco de
la mayoría de las conversaciones, simplemente repite las cosas que los que la
rodean, les responden. Se supone que sirvió como guardiana de Catherine durante
el viaje a Bath, la Sra. Allen es demasiado incapaz de pensar de manera
independiente para guiar adecuadamente a Catherine a través de situaciones
sociales. Se encuentra con la Sra.
Thorpe, una mujer que conoció quince años antes en el internado, lo que la lleva a ella y a Catherine, a pasar
gran parte de su tiempo en Bath con los Thorpe.
Según las notas escritas por la hermana de
Austen, Cassandra, después de la
muerte de Jane, en 1817, la novela
se terminó en 1798 o 1799. La gran semejanza en el estilo con la "juvenilia" de Austen de principios de la década de
1790, junto con varios chistes internos que solo la familia Austen podría haber apreciado, sugiere
fuertemente que el libro se inició durante ese período, probablemente alrededor
de 1794. Sin embargo, las referencias a varias novelas góticas, publicadas
después de 1794, indicarían que Austen
no terminó el libro hasta alrededor de 1798 o 1799, como recordaba Cassandra
Austen. El erudito Cecil Emden, argumentó que las diferencias entre la
Catherine retratada en la sección de Bath de la novela, y la Catherine en la
Abadía Northanger, se debieron a que Austen
terminó el libro en una etapa diferente de su vida que cuando comenzó.
Como en todas las novelas de Austen, se abordan los temas de la
sociedad, el estatus, el comportamiento y la moralidad. La Abadía de Northanger, sin embargo, siendo cronológicamente la
primera novela completada por Austen
(aunque revisada más tarde en su vida), y notablemente considerada un, "punto de partida," de su otra
obra como resultado de la, "audacia
con la que hace alarde de su ... engañoso aire de sencillez con humor amplio y atrevido."
Cuando Catherine llega a Bath, no es
consciente del entorno social que encontrará. El texto señala que su madre,
también, sabía poco de la alta sociedad, lo que explica por qué Austen empareja a Catherine con los
Allen, quienes están mejor clasificados en la sociedad que ella, debido a su
riqueza. La sociedad influye enormemente en la selección de socios,
especialmente en la Abadía Northanger, ya que el general Tilney, por ejemplo,
desaprueba el amor de Henry y Catherine, debido a su disparidad en la riqueza.
El general Tilney solo acepta el matrimonio de Henry y Catherine, después de
que Eleanor Tilney se comprometiera con un hombre rico. Además, Catherine se
distancia de John Thorpe, aunque socialmente se lo considera un, "buen" partido, para ella. Más
bien, Catherine valientemente sitúa el amor y el compañerismo como más dignos,
que la posición y el rango, a diferencia de Isabela, que termina la novela con
dos compromisos rotos.
Aunque Austen fomenta enormemente la lectura de novelas a sus lectores,
Catherine debe aprender a separar la vida de la ficción, y controlar su
imaginación muy activa. Cuando Catherine acusa al general Tilney, de asesinar o
encerrar a su esposa, ella se siente humillada cuando se descubre que no es
cierto, mientras Henry la regaña, diciendo: "Usted
se había formado una conjetura de tal horror, que apenas tengo palabras para
... Querida Señorita Morland, considere la terrible naturaleza de las sospechas
que ha albergado. ¿De qué ha estado juzgando?” Ante esto, Catherine se
siente mortificada y angustiada ante la idea de que Henry la consideraría menos,
por sus descabelladas suposiciones. Al reflexionar, Catherine identifica que
debe separar las novelas góticas, de su juicio de la vida cotidiana. Esto sirve
como un progreso importante en la novela, ya que es un signo de la
madurez de Catherine, y de su capacidad para apreciar las novelas, sin
aplicarlas inmediatamente a sus comportamientos y pensamientos.
Mientras Catherine controla su
imaginación, al mismo tiempo soporta la realidad de los individuos que no se
comportan como deberían. Lo más importante es que Catherine se da cuenta de que
no debe depender de otros, como de Isabela, quien tiene una influencia negativa
sobre ella, sino que debe ser decidida e independiente. Isabela,
independientemente de su compromiso con James Morland, coquetea con Frederick
Tilney, rompe su compromiso con James, es descartada por Frederick, y se causa
una gran vergüenza. Catherine comenzó a darse cuenta de los males de la
influencia de Isabela, cuando los Thorpe hicieron que ella perdiera su cita con
Henry y Eleanor Tilney, desde el principio, pero no es hasta la terrible
fechoría contra su hermano, que Catherine se separa por completo de su amistad,
afirmando que tal vez nunca vuelva a hablar con Isabela, y que no está tan
molesta como pensaba que estaría. El cómo esta escena, tiene lugar casi
inmediatamente después de la lección de Catherine sobre novelas góticas, es una
clara señal de su creciente madurez.
En una de las proclamas más atrevidas del
narrador de Austen, sucede cuando el narrador de, La Abadía de Northanger, exclama sobre
el significado de leer novelas, escribiendo: "No adoptaré esa costumbre
poco generosa e impolítica tan común entre los escritores de novelas, de
degradar con su despectiva censura, las mismas representaciones, a la cantidad
que ellos mismos están sumando, uniéndose a sus mayores enemigos para otorgar
los epítetos más duros a tales obras, y casi nunca permitiendo que sean leídas
por su propia heroína, quien, si ella accidentalmente toma una novela,
seguramente la leerá pasando sus insípidas páginas con disgusto. ¡Ay! Si la
heroína de una novela no es patrocinada por la heroína de otra, ¿de quién puede
esperar protección y respeto? No puedo aprobar esto.” En este famoso momento,
el narrador de Austen reconoce la
hipocresía de insultar a quienes leen novelas. También se aclara en este texto,
que aquellos que son considerados, "buenos"
y bien educados, leen novelas, como Henry y Eleanor Tilney. John Thorpe, por ejemplo,
que no lee novelas, es el canalla del
texto. Además, se hace una distinción entre la imaginación de Catherine, y el
infantilismo que fomenta su fantasía, de un general Tilney asesino, en lugar de
ser una falta directa del género de la novela.
Varios estudiosos como el historiador
francés, Michel Foucault, y el marxista británico, E.P. Thompson, han argumentado que el siglo XVIII, se convirtió en la, "era del reloj", ya que la disponibilidad de relojes y
relojes de mano, producidos en masa, permitieron que el tiempo se midiera con
mayor precisión, lo que llevó a un mayor énfasis en hacer las cosas a tiempo, lo que no existía antes, marcando el comienzo de la, "disciplina del tiempo", como la llamó Thompson. En lo
que se considera un ejemplo de la nueva era de la "disciplina del tiempo", Austen usó frecuentemente relojes como símbolo de la autoridad del
general Tilney, sobre la abadía de Northanger. A lo largo de la novela, el
general Tilney está mirando su reloj, y es más insistente en que los sirvientes
y su propia familia observen los relojes, para ver si están haciendo las cosas
a tiempo. Durante su tiempo en Bath, Catherine tuvo una actitud relajada con el
tiempo, no tenía un horario estricto, y no planeaba nada por adelantado.
Es solo cuando Catherine conoce a Henry Tilney, que la novela comienza a hablar de la importancia del tiempo, y Catherine tiene que mirar los relojes, para ver si llegará a tiempo para conocerlo. Sin embargo, después de llegar a la Abadía de Northanger, Catherine descubre que el general Tilney está constantemente revisando su reloj, y que todo en la abadía ocurre en un horario estricto, lo cual es una marcada diferencia con la actitud laxa de Catherine que mostró en Bath. Cuando Catherine llega tarde a una cena, el general Tilney muestra su disgusto caminando de un lado a otro en el comedor, mientras mira con frecuencia el reloj. Debido a la importancia de cumplir con el horario, incluso cuando el general Tilney no está presente, los relojes sirven como símbolo de su poder, ya que Catherine se encuentra comprobando la hora todo el tiempo.
A medida que avanza la novela, Catherine encuentra la disciplina impuesta por los relojes, cada vez más opresiva, ya que descubre que está viviendo su vida de acuerdo con los dictados y demandas del general Tilney. Catherine compara al general Tilney con un reloj, como algo inhumano y mecánico que opera sin tener en cuenta el cuerpo humano. En un momento, cuando Catherine recibe una carta de su hermano, se permite, "media hora de indulgencia libre de dolor y reflexión," antes de recomponerse para la cena mientras mira el reloj. Cuando Catherine visita la cocina, observa que está equipada con todo tipo de equipo de cocina, "moderno," y que los cocineros trabajaron de manera eficiente como soldados realizando un simulacro, lo que refleja el deseo del General de tener todo ordenado. Del mismo modo, la propiedad del general Tilney, la cual contiene un invernadero que permite cultivar frutas tropicales raras, como la piña en Inglaterra, era una señal de que era extremadamente rico, ya que solo aquellos en los tramos de ingresos más altos, podían permitirse un invernadero, que era un símbolo de lujo en la Inglaterra de la Regencia.
Austen
vendió
inicialmente la novela, luego titulada Susan,
por £ 10 a un librero de Londres, Crosby
& Co. en 1803. Este editor no imprimió el trabajo, pero se quedó con el
manuscrito. Austen supuestamente
amenazó con quitarles su trabajo, pero Crosby
& Co respondió que enfrentaría consecuencias legales por reclamar su
texto. En la primavera de 1816, el librero se lo vendió al hermano de la
novelista, Henry Austen, por la misma suma que habían pagado por él. Hay
pruebas de que Austen revisó más la
novela en 1816-1817 con la intención de publicarla. Reescribió secciones,
renombró al personaje principal, Catherine, y usó eso como su título
provisional.
Después de su muerte, el hermano de Austen, Henry, dio a la novela su nombre definitivo, y organizó la publicación de, Northanger Abbey, a fines de diciembre de 1817, (1818 en la portada), como los dos primeros volúmenes de un conjunto de cuatro volúmenes, con un prefacio para la primera vez que identifica públicamente a Jane Austen, como la autora de todas sus novelas. Ni, Northanger Abbey ni, Persuasion, se publicaron bajo el título de trabajo que utilizó Jane Austen. Aparte de que se publicaron juntas por primera vez, las dos novelas no están conectadas; las ediciones posteriores se publicaron por separado.
La
Abadía de Northanger
y Persuasion, publicados juntos
póstumamente en diciembre de 1817, fueron reseñados en el, British Critic, en marzo de 1818, y en el, Edinburgh Review and Literary Miscellany, en, mayo de 1818. El
crítico del, British Critic,
consideró que la dependencia exclusiva de Austen,
del realismo, era evidencia de una imaginación deficiente. El crítico de la, Edinburgh Review, no estuvo de acuerdo,
y elogió a Austen, por su, "invención inagotable," y la
combinación de lo familiar, y lo sorprendente, en sus tramas.
Los estudiosos de Austen han señalado que estos primeros críticos no sabían qué hacer con sus novelas; por ejemplo, malinterpretaron su uso de la ironía. Los revisores, por ejemplo, redujeron, Sentido y Sensibilidad, y Orgullo y Prejuicio, a relatos didácticos sobre la virtud que prevalece sobre el vicio.
Novela Gótica, etc.
La Abadía de Northanger, es fundamentalmente una parodia de la ficción gótica, que fue especialmente popular durante la década de 1790, y a principios del siglo XIX. Austen cambia las convenciones de las novelas del siglo XVIII, al convertir a su heroína, en una chica sencilla y poco distinguida, de una familia de clase media, permitiendo que la heroína se enamore del héroe, antes de que él tenga un pensamiento serio en ella, y exponiendo los miedos románticos de la heroína, y curiosidades, como infundadas.
Sin embargo, el crítico británico, Robert Irvine, escribió que aunque los temores específicos de Catherine, de que el general Tilney asesinára a su esposa son falsos, el libro termina con sus temores generales confirmados de que él es un personaje realmente cruel, como dice el libro: "Catherine, en cualquier caso, escuchó lo suficiente como para sentir que al sospechar que el general Tilney había asesinado o callado a su esposa, ella apenas había pecado contra su carácter o magnificado su crueldad.” Así mismo, la erudita Rachel Brownstein, observó que los temores de Catherine hacia el general Tilney son, en esencia, correctos, aunque el libro señala que resulta ser un, "villano de la vida común", y no villano del romance. Brownstein escribió que la conclusión que invita el libro es: "... los instintos de nuestra heroína eran buenos guías para la verdad, tal vez incluso que eran buenos porque estaban informados por novelas góticas sobre mujeres vulnerables perseguidas por hombres poderosos."Irvine también señala que aunque algunas partes del libro satirizan las novelas góticas populares en el siglo XVIII, la interpretación de la novela como una sátira completa del género gótico, es problemática. Irvine señala que, excepto en el libro II, los problemas que enfrentó Catherine no son causados por su lectura de novelas góticas, ni por el rechazo de Catherine al amor romántico después del estallido de Henry en el clímax, sino que es seguido por Catherine, siendo expulsada sumariamente de la Abadía de Northanger, después que el general Tilney descubre que ella no es rica como le habían hecho creer. Irvine observó que para Catherine, su expulsión es un evento traumático que tiene el mismo impacto emocional que los horrores que ella había imaginado que estaría cometiendo el general Tilney. Irvine también señala que los primeros capítulos de la novela, satirizan las novelas de María Edgeworth, y Frances Burney, a quienes la novela elogia ostensiblemente, como ocurre con las novelas góticas. Una señal temprana de que Henry Tilney es el héroe, mientras que John Thorpe no lo es, se puede ver en el hecho de que al primero le gusta leer libros, mientras que al segundo no.
Austen también fue influenciada por, El Quijote Femenino; o Las Aventuras de Arabella (1752), una novela de Charlotte Lennox, que era una imitación y parodia del, Quijote, de Miguel de Cervantes. Éste libro fue aprobado por Henry Fielding, y Samuel Richardson, y aplaudido por Samuel Johnson.
La historia de, La Abadía de Northanger, comienza con el narrador señalando que la heroína no es realmente una heroína. El narrador dice que Catherine no era especialmente inteligente, ni una gran belleza, y que era buena, sin ser virtuosa. Además, el narrador va a decir que el lector esperaba que la heroína fuera muy virtuosa, inteligente y sorprendentemente hermosa, lo que convierte a Catherine en un "¡personaje extraño e inexplicable!" Hasta en el segundo capítulo, el narrador tiene algo positivo que decir al respecto de Catherine, que incluso entonces todavía están limitados, agregando los adjetivos de, "notable" y extraordinaria," lo que solo se entiende irónicamente, ya que lo que el narrador llama los rasgos, “extraordinarios” de Catherine, son de hecho bastante ordinarios, lo que parece ser la forma de satirizar de Austen, sobre el cómo las mujeres fueron retratadas en la literatura de su tiempo. El punto de Austen es que, parece ser que existe un abismo entre cómo son realmente las mujeres, y cómo son retratadas en las novelas. El punto se enfatiza aún más satirizando la regla de Richardson expuesta en, The Rambler,"que ninguna jovencita puede tener justificación para enamorarse antes de que se declare el amor del caballero", regla que, Catherine rompe sin sufrir. Más tarde, cuando Catalina se siente deprimida, su madre intenta infructuosamente animarla, haciéndola leer, The Mirror (una revista popular de finales del siglo XVIII), que parece ser la forma en que Austen dice, que lo que las revistas moralizadoras tienen que decir, no es aplicable en la vida real.
Un crítico en 2016 dijo que, "Northanger Abbey, de Austen, fue en parte una respuesta lúdica a lo que ella consideraba ‘antinatural’ en las novelas de su época: en lugar de héroes, heroínas y villanos perfectos, ofrece personajes imperfectos y redondos, que se comportan de forma natural, y no solo según las exigencias de la trama."
En un momento, en que Catherine usa la palabra, "agradable" de una manera que Henry desaprueba, se le advierte: "La palabra más bonito, tal como la usa, no le conviene; y será mejor que la cambie tan pronto como pueda, o será dominada por Johnson y Blair, durante todo el resto del camino." Los árbitros populares del estilo y el gusto del siglo XVIII, como Johnson, Richardson, Blair y Addison, se presentan como un canon del poder masculino, con el que la novela compite al menos tanto como las novelas góticas, que eran tan populares entre las mujeres jóvenes, en ese momento.
Irvine escribió que la forma en que Henry cita con frecuencia a estos autores, muestra que está tan atrapado en el mundo de los ensayos que establecen reglas de conducta y estilo, así como Catherine está influenciada por las novelas góticas que le encanta leer. Cuando Henry intenta disuadir a Catherine, de sus nociones de inspiración gótica, de que el general Tilney es un asesino, cita a los autores (masculinos) de los ensayos que fueron tan influyentes en el establecimiento de reglas de conducta adecuada, en resumen, está tratando de descartar un género que era popular entre las mujeres, con otro género que era popular entre los hombres. Irvine escribió que: "El hecho de que el gótico (y quizás la novela en general) proporcione un medio por el cual las mujeres jóvenes puedan pensar por sí mismas, es quizás la amenaza real que Henry está contrarrestando aquí. Después de todo, como hemos visto, la fantasía de Catherine demuestra ser una forma de imaginar cómo maldad, una verdad sobre el General, que Henry nunca critica: la naturaleza absoluta del poder patriarcal. El tipo de lenguaje que Henry usa, no tiene su origen: está tomado de los ensayos de Johnson, Blair y compañía, y obtiene su autoridad, su poder sobre Catherine, de esa fuente masculina." Irvine sostuvo que el discurso de los ensayos, era una, "versión lingüística del poder patriarcal del General," como una forma de imponer poder sobre las mujeres, no encerrándolas en una habitación, sino imponiendo un tipo de lenguaje que limita lo que uno puede pensar o no. En este sentido, Henry habla con su "tono natural" cuando está siendo él mismo, y su tono "afectado", donde utiliza el discurso de un ensayo johnsoniano, que refleja la descripción al comienzo del libro entre la heroína ideal del narrador y Catherine.Sin embargo, incluso cuando Henry habla con su tono natural, su discurso es el que se esperaba de una sociedad educada en Gran Bretaña en ese momento. La ingenua Catherine, que acaba de llegar a Bath, no está familiarizada con las costumbres de una sociedad educada, y es vagamente consciente de que el tono "afectado" de Henry, tiene la intención de ser satírico, pero no está segura de cuál es el chiste aquí. Como adolescente, Catherine tiene que aprender las formas de una sociedad educada para encajar. De sus posibles guías, la Sra. Allen es demasiado débil para proporcionar el conocimiento necesario, mientras que John Thorpe, aunque pertenece a la nobleza, solo está interesado en los juegos de azar, y los caballos. Con Thorpe, Austen señala que la mera propiedad de la tierra no lo convierte en un caballero, ya que Thorpe es simplemente demasiado vulgar para ser un caballero, a pesar de ser de la nobleza, lo que enfatiza además que cuando le hace un cumplido a Catherine, ella dice, "no me complace" recibir un cumplido de alguien como él. Isabela Thorpe aparece inicialmente como amiga de Catherine, pero demuestra ser una amiga indigna, cuando le menciona al hermano de Catherine, James, para gran mortificación de este último, que siente demasiado cariño por los Tilney. La forma en que Isabela avergüenza a Catherine, es una violación de las principales reglas no escritas de la sociedad educada, a saber, el principio de reciprocidad, de que uno siempre debe pensar en los sentimientos de los demás. Por el contrario, Eleanor simplemente se comporta como una amiga, aunque habla en el mismo tipo de lenguaje del que se burla su hermano. Henry se establece a sí mismo como digno de ser el marido de Catherine, en su papel de, "mentor de amantes," que le enseña a Catherine los caminos de la sociedad educada para permitirle finalmente encajar.
Como parte de la sátira de la novela de la literatura de la época, la académica estadounidense, Rachel Brownstein, señaló que se describe a Henry Tilney, como, "no muy guapo, aunque muy bien parecido", que se da a entender, que no es del todo varonil, debido a su amor por la literatura, y los tejidos de fábricas, y se demuestra explícitamente que está dominado por su padre. Es el general Tilney, más que su hijo, quien admira abiertamente los atractivos del cuerpo de Catalina, elogiándola por la, "elasticidad de su caminar, lo que a su vez la ha hecho con gran elasticidad, aunque nunca antes había pensado en ello." Sin embargo, Brownstein escribió que Henry es el héroe del libro, ya que constantemente ridiculiza el lenguaje cliché, siendo capaz de entender el tipo de libros que leen las mujeres porque él también los lee, y es capaz de elevarse por encima de la multitud, al señalar el lenguaje perezoso utilizado por otros que abusan de palabras como, "asombrosamente" y, "agradable". Otro tropo de la ficción del día, se satiriza cuando Catherine se encuentra por primera vez con Henry en un baile, y le gusta de inmediato, lo que a su vez hace que él le preste atención por primera vez. En particular, son los Thorpe, quienes tienen que impedir que Catherine siga a Henry después del baile, tomándola de los brazos, lo que no era el tipo de comportamiento que se esperaba de las heroínas en las novelas románticas en ese momento.
Según la biógrafa de Austen, Claire Tomalin, "hay
muy pocos rastros de alusión personal en el libro, aunque está escrito más en
el estilo de un entretenimiento familiar, que en cualquiera de los otros".
Joan Aiken escribe: "Podemos
suponer que Susan [el título original de Northanger Abbey], en su primer esbozo, fue escrito en gran
medida para el entretenimiento familiar, dirigido a un público familiar, como
todas las obras juveniles de Jane Austen, con sus lectores, y dedicatorias
absurdas; algunos de los libros juveniles, sabemos, estaban dirigidos
específicamente a sus hermanos Charles y Frank, y todos fueron diseñados para
ser circulados y leídos por una gran red de relaciones.”
En el libro de Austen, se mencionan varias novelas y autores góticos, entre ellos
Fanny Burney y The Monk. Isabella
Thorpe le da a Catherine una lista de siete libros que se conocen comúnmente
como las, "novelas 'horribles' de
Northanger". Posteriormente se pensó que estas obras eran de la propia
invención de Austen, hasta que los
escritores británicos, Montague Summers, y Michael Sadleir, redescubrieron en
la década de 1920, que las novelas realmente existían. La lista es la
siguiente:
1. Castillo de Wolfenbach (1793), de Eliza Parsons. Londres: Minerva Press.
2. Clermont (1798), de Regina Maria Roche. Londres: Minerva Press.
3. La Advertencia Misteriosa, un Cuento Alemán (1796), de Eliza Parsons. Londres: Minerva Press.
4. El Nigromante; o, El Cuento de la Selva Negra (1794), de "Ludwig Flammenberg" (seudónimo de Carl Friedrich Kahlert; traducido por "Peter Teuthold", seudónimo de Peter Will). Londres: Minerva Press.
5. La Campana de Medianoche (1798), de Francis Lathom. Londres: H. D. Symonds.
6. El Huérfano del Rin (1798), de Eleanor Sleath. Londres: Minerva Press. Tenille Nowak ha notado que los críticos y editores de, Northanger Abbey, a menudo sugieren que los nombres de Laurentina, y St Aubin, que aparecen en el texto, son recuerdos erróneos de los nombres de los personajes de Udolpho; Nowak observa que debido a que había muy pocas copias disponibles de The Orphan of the Rhine, estos críticos no se dieron cuenta de que los nombres realmente aparecen en su forma exacta en la novela de Sleath. Nowak observa otros casos en los que Austen se hace eco de la novela de Sleath, particularmente en sus descripciones del lugar.
7. Horrid Mysteries (1796), que es una traducción abreviada de Peter Will de El genio del marqués de Grosse. Londres: Minerva Press. (El genio o las misteriosas aventuras de Don Carlos de Grandez, del marqués de Grosse, fue posteriormente traducido por Joseph Trapp en dos volúmenes. Londres: Allen and West, No. 15 Paternoster Row.)
Los siete fueron reeditados por la, Folio Society, en Londres en la década de 1960, y desde 2005, Valancourt Books, ha lanzado nuevas ediciones de los "horrids", la séptima y última en 2015.
La alusión más significativa, sin embargo,
es a, Los Misterios de Udolfo, de Ann
Radcliffe, ya que es la novela gótica que se menciona con más frecuencia en
este texto. En particular, Jane Austen
vendió el manuscrito de, Northanger Abbey
a la misma empresa que publicó la novela de Radcliffe, en 1794.
Este texto externo se menciona por primera vez en el Capítulo Seis, cuando Isabella y Catherine discuten el misterio, "detrás del velo negro," y establecen su amistad en base a sus intereses similares en el género de novelas, y sus planes de continuar leyendo otras novelas góticas juntas. Austen satiriza aún más la novela gotica, a través de la estancia de Catherine, en Northanger Abbey, creyendo que el general Tilney, ha asumido el papel del villano de la novela gótica.
La discusión de Austen sobre Udolfo también se usa para separar claramente a Catherine de John Thorpe, ya que cuando Catherine habla de la novela con él, él responde con crudeza que, "nunca lee novelas", pero matiza su declaración argumentando que solo leería una novela de Ann Radcliffe, quien, como Catherine luego señala, es el la autora de, Los Misterios de Udolfo. Aquí, Austen categoriza con humor a los personajes de, Northanger Abbey, en dos esferas: los que leen novelas, y los que no. Cuando Catherine y Henry Tilney, más tarde discuten sobre la lectura de novelas, y Henry responde con seriedad que le gusta leer novelas y que, Los Misterios de Udolfo, lo excitó especialmente, la unión entre Catherine y Henry se insinúa como inteligente y apropiada.
Un pasaje de la novela aparece como
prefacio de la novela, Expiación, de
Ian McEwan, comparando así los ingenuos errores de Catherine Morland de Austen, con los de su propio personaje
Briony Tallis, quien se encuentra en una posición similar: ambos personajes
tienen una imaginación muy hiperactiva, lo que les lleva a conceptos erróneos,
que causan angustia en la vida de las personas que los rodean. Ambos tratan sus
propias vidas como las de heroínas en obras fantásticas de ficción, con la
señorita Morland comparándose con un personaje de una novela gótica, y la joven
Briony Tallis escribiendo sus propias historias melodramáticas y obras de
teatro, con personajes centrales como, "Arabella
espontánea," basada en ella misma.
Richard Adams cita una parte de la última oración de la novela para el epígrafe del capítulo 50, en su novela de aventuras, Watership Down; la referencia al General es feliz, ya que el villano de Watership Down, también es un General.
Jasper Fforde, en su novela de fantasía cómica de historias alternativas, First Among Sequels, se refiere a, Northanger Abbey, como estando en mantenimiento y que, "debería estar lista a tiempo, siempre que Catherine deje de intentar que el libro sea 'gótico'". Aparece nuevamente como premio, en un reality show, basado en las vidas de los Bennet, de Orgullo y Prejuicio.
El libro también contiene una referencia
histórica temprana al béisbol. Se encuentra en el primer capítulo de la novela,
describiendo el interés de la heroína: "Catherine,
que por naturaleza no tenía nada de heroico, debería preferir el cricket, el
béisbol, montar a caballo y correr por el campo." No es la primera
referencia conocida al término, que es una publicación británica de 1744, A Little Pretty Pocket-Book, de John
Newbery, como se describe en, Origins of
Baseball. No se describe el juego moderno, pero se utiliza el término.
(Wikipedia en Ingles.)
de Jane Austin
En la casa rectoral del condado de Fullerton, todo era nerviosismo aquella mañana del verano de 1805. Catherine decía, buscando en un armario nerviosa, “¡Los sombreros!¡Faltan los sombreros!” Su madre le dijo, “¡Cálmate, Catherine!” La señora Morland miraba con una sonrisa los nervios exaltados de la mayor de sus hijas, quien le dijo, “¡Es que deben estar por llegar los señores Allen!” Su madre le dijo, “Te recomendé que empacaras desde anoche, pero como siempre, no me hiciste caso y estas sufriendo las consecuencias.”
Mientras empacaban en una maleta, Catherine dijo, “Traeré los otros sombreros.” Su madre le dijo, “¡Ah hija, no sabes cuánto me alegra que hayas sido invitada a salir de Fullerton.” Su madre agregó, “Aquí es todo tan monótono.” Catherine dijo, “Sin embargo, temo no saber actuar correctamente en Bath.” Su madre dijo, “Confío en que harás un gran papel, además, te has puesto tan bonita, que estoy segura romperás muchos corazones en esa ciudad.” Ella le dijo, “Lo que sucede es que me miras con ojos de madre.” Su madre le dijo, “Puede ser, pero lo linda que te veo no me ciega tanto como para hacerme olvidar lo atolondrada y perezosa que eres.” Catherine le dijo, “¡Mamá, por favor!” Su madre dijo, “En fin, hija, espero que esas seis semanas que pasaras fuera de casa, te sirvan para conocer a gente diferente a la de este sencillo lugar.”Poco después los señores Morland despedían a los viajeros. “¡Quedo tranquilo, pues sé que mi hija estará perfectamente al lado de ustedes!” El señor Allen dijo, “La queremos tanto como si fuera nuestra hija, pastor Morland.” El pastor Morland dijo, “¡Ah! Pero lo principal es que usted sane completamente de sus dolencias.” El señor Allen le dijo, “El clima de Bath me ayudará a lograrlo, estoy seguro.” La señora Morland se acercó al carruaje y dijo, “¡Hija, espero que te diviertas y que obedezcas en todo a tus gentiles anfitriones!” Catherine dijo, “Por supuesto, madre.” El viaje se iniciaba con los mejores augurios para ella, joven soñadora y distraída. Andando el carruaje, Catherine dijo a los señores Allen, “¡Nunca podre agradecerles bastante su invitación!” La señora Allen le dijo, “No tienes nada que agradecer, Catherine.” Luego, el señor Allen le preguntó, “¿Estás segura que no extrañarás a tus padres y hermanas?” Catherine dijo, “¡Tal vez, pero estoy segura que ellos a mí no me echarán mucho de menos!” Hacia el atardecer, llegarían a su destino. El señor Allen dijo, “¡Estamos en la calle Pulteney!” En esa calle se encontraba la casona de los señores Allen. El mayordomo abrió la puerta y dijo, “¡Bienvenidos a Bath!” El señor Allen dijo al sirviente, “¿Está todo dispuesto Sam?”
Más tarde, Catherine Moreland miraba desde la ventana de su habitación hacia el concurrido exterior, pensado, “¿Qué maravilloso es todo esto!” Catherine se acercó al espejo pensando, “¡Esta noche por fin asistiré a un baile! Y no pienso dejar de bailar un solo momento.” Cuando llegó el momento de asistir a uno de los salones más elegantes, Catherine bajó y la señora Allen dijo, “¡Oh, pero si estas bellísima Catherine!” El señor Allen dijo, “¡Causaras sensación, no lo dudo!” La temporada de bailes y conciertos estaba en su apogeo en aquella ciudad balneario. Sin embargo, para la señora Allen y su protegida, no resultaría nada grata aquella noche. La señora Allen dijo, “¡Oh, Catherine, nadie te ha sacado a bailar!” Catherine dijo, “No se preocupen por mí, en realidad me siento cansada por el viaje.” La señora Allen dijo, “Espero que mi esposo no tarde en volver de la sala de juegos.” Catherine dijo, “¡Oh, sí! Deseo regresar a casa para descansar.” Y sin haber bailado una sola ocasión, ni despertado la envidia de las damas y señoritas por el asedio de los galanes, Catherine pasaría su primera velada en Bath.
Al día siguiente, la señora Allen y Catherine fueron de compras. La señora Allen dijo, “¡A mí me encanta visitar las tiendas de este lugar!¡Hay gran variedad de Muselinas!” Catherine dijo, “Yo solo necesito adquirir algunos listones.” Habían pasado una semana y tanto la señora Allen como su acompañante, continuaban sin entablar amistades. La señora Allen dijo, “La temporada pasada había dos familias conocidas y la estancia se me hizo muy alegre, en cambio ahora…” La señora Allen agregó, “No sabes cuánto me mortifica ésta situación por ti, Catherine.” Catherine dijo, “No se preocupe por mí, querida señora.” Catherine agregó, “Lo importante es que el señor Allen se beneficie con las aguas del Bath.” La señora Allen dijo, “Esta noche visitaremos los salones bajos del balneario, y espero que cambie nuestra suerte.” Cuando el carruaje llegó a los salones bajos, la noche era magnifica, y los visitantes de Bath se disponías a visitar una alegre velada. Mientras ayudaba a bajar a su esposa del carruaje, el señor Allen dijo, “Se escucha gran ambiente en el salón.” Cuando los Allen y Catherine entraron al salón, un hombre dijo, “¡Bienvenidos a la reunión!” El anfitrión dijo, “¡Señor Allen, qué alegría verlo en Bath!” “¡Estoy seguro se divertirán!” El señor Allen dijo, “Yo iré al salón de juegos, pero quisiera que mi esposa y mi joven invitada no quedaran solas.” Entonces el otro caballero dijo, “Presentaré a estas encantadoras damas a una señora que también desea entablar conversación.” Pero a pesar de la compañía de una agradable dama, para Catherine la reunión continuaba aburrida como todas las anteriores.
Poco después, uno de los maestros de ceremonias llegaría ante ellas, acompañado de un apuesto caballero, y el maestro de ceremonias dijo, “Señora Allen, me permito presentarles al señor Henry Tilney.” La señora Allen extendió su mano y dijo, “¡Oh, gusto en conocerle, caballero.” Henry Tilney besó su mano diciendo, “A sus pies, señora.” La señora Allen le dijo, “Es usted muy gentil.” Más tarde, Catherine por fin se deslizaba en la pista de baile, en brazos del caballero Tilney. La jovencita tendría oportunidad de dialogar con su acompañante a la hora del té. Tilney le dijo, “Hasta el momento no he tenido las atenciones que debe tener un compañero, no le he preguntado cuanto tiempo tiene en Bath. Tampoco si ha venido antes, y si ha visitado los salones altos, el teatro y la sala de conciertos.” Catherine le dijo, “No es preciso que se tóme la molestia, caballero.” Tilney dijo, “No es molestia, es lo que debe hacerse, así que no se niegue a informarme sobre usted.” Catherine dijo, “Llevo un semana en este lugar, y no he ido al teatro ni a la sala de conciertos.” Tilney dijo, “Permítame emitir una exclamación de sorpresa: ¡Oh!” Catherine dijo, “No le entiendo…” Tilney dijo, “La mujer es linda aunque no entienda cuanto sucede a su alrededor.” Catherine dijo, “¡Yo…!” Tilney dijo, “Ahora solo dígame si le gusta a usted éste sitio de descanso, y tras su respuesta me convertiré nuevamente en un ser racional.” Catherine se levantó y dijo, “Sí, sí me gusta mucho Bath.” Tilney se levantó también y acompañándola dijo, “Bien, señorita Morland, usted podrá anotar ésta noche en su diario, que bailó con un tipo muy extraño y medio tonto, que la sacó de quicio con sus tonterías.” Catherine se sentía realmente confundida con la conversación de su compañero, y dijo, “No, no escribo ningún diario.” Tilney dijo, “¿Y cómo va a hacer para recordar y contar con detalle las peripecias vividas aquí a sus primas ausentes? Yo le aconséjo que escriba un diario, es la costumbre de todas las jovencitas bellas como usted.” Henry Tilney poseía un humor irónico, que su ingenua compañera no lograba entender. Tilney dijo, “Es tiempo de volver a la pista de baile. Ahí podrá lucir su lindo vestido de muselina india.” Catherine dijo, “¿Pero usted sabe de telas? Es decir, ¿de cosas de mujeres?” Tilney dijo, “Sí, y puedo decirle con certeza que al lavarlo, perderá la brillantez de su color.” Catherine dijo, “¿Cómo puede ser usted tan…extraño?” Tilney dijo, “Nada tiene de extraño el saber de cosas tan simples como lo son las telas.” Catherine dijo, “No, por supuesto que no.”
Henry y Catherine volverían a bailar. Henry Tilney le dijo, “¿En qué piensa, que está usted tan seria?” Catherine dijo, “En nada.” Henry dijo, “Esa es una respuesta ingeniosa, y muy profunda, pero preferiría que reconociera sin rodeos, que no quiere decírmelo.” Catherine dijo, “Está bien, lo reconozco.” Henry sonrió, “¡Ja, Ja, Ja! Me agrada su sinceridad, señorita Morland.” Al terminar la fiesta, Henry Tilney se despedía correctamente. Henry beso su mano y dijo, “Ha sido un honor, señora Allen.” Ya en el trayecto a la calle Pulteney, dentro del carruaje, el señor Allen dijo, “Los informes que me dieron sobre el señor Tilney, no pudieron ser mejores.” Catherine dijo, “¿Es verdad que es clérigo?” El señor Allen dijo, “Sí, y pertenece a una de las familias más respetables de Gloucester.” Catherine dijo, “Eso significa que podre tenerlo como amigo.” El señor Allen dijo, “Por supuesto, querida jovencita.” La señora Allen dijo, “El caballero Tilney te simpatizó realmente, ¿Verdad, linda?” Catherine contestó, “Sí-Sí, pero solo eso, n-no piensen que…” El señor Allen dejó escapar una sonora carcajada, “¡Ja, Ja! Pero si te has ruborizado, Catherine.”
Al día siguiente, Catherine acudía a los jardines del balneario, con la señora Allen, con la esperanza de encontrarse con Henry Tilney, pensando, “En cuanto lo vea, lo recibiré con la mejor de mis sonrisas.” De pronto, una dama se acercó hasta ellas, diciendo, “Creo que puedo equivocarme, ¿Usted es la señora Allen?” La señora Allen le dijo, “Sí, pero, ¿quién es usted?” La mujer dijo, “Soy la señora Thorpe…” La señora Allen se levantó, y dándole un abrazo dijo, “¡Mi buena amiga!¡Qué sorpresa tan agradable!” La señora Thorpe dijo, “¿Hace tanto que no nos veíamos?” La señora Allen dijo, “Deben ser ya quince años.” La señora Thorpe dijo, “¡Y venir a encontrarnos en Bath!”
Las viejas amigas conversarían emocionadas por largo tiempo, mientras la jovencita Catherine buscaba con la mirada al apuesto clérigo, pensado, “Parece que no tendré necesidad de esbozar mi mejor sonrisa. No lo veo por ninguna parte.” La animada charla de las damas, se vería interrumpida por la presencia de tres hermosas jovencitas. La señora Thorpe dijo, “¡Ahí vienen mis hijas! Estarán encantadas de conocerte…” La señora Allen dijo, “¡Cómo envidio tu buena suerte!¡Yo jamás pude tener hijos!” La señora Allen presentaría a su vez a su protegida, diciendo, “La señorita Catherine Morland…” Una de las hijas dijo, “¿Morland?” la mayor de las señoritas Thorpe , miraría con gran interés a Catherine, diciendo, “¿Vive usted en Fullerton?” Catherine dijo, “Sí…” La señora Thorpe dijo, “¡Oh, qué sorpresa! Sobre todo para mi Isabela.” Isabela dijo, “Es usted el vivo retrato de su hermano James Morland, quien es compañero de mi hermano en la Universidad de Oxford.” Catherine dijo, “¡Oh, sí!¡Ahora recuerdo que mi hermano mayor pasó las vacaciones de navidad, en casa de su amigo John Thorpe!” La señora Thorpe dijo, “Así fue, y usted puede considerarnos sus amigas también.” Enseguida la señora Thorpe se dirigió a la señora Allen y le dijo, “¿Qué te parece mi hija mayor, querida? ¿No es una preciosidad?” La señora Allen dijo, “Por supuesto, lo mismo que sus hermanas.” La bella Isabela era la hija consentida de la señora Thorpe. Entonces, Isabela dijo, “Señorita Morland, acompáñeme a dar un paseo por el balneario.” La señora Allen dijo, “Ve Catherine, así no te sentirás tan aislada.” Isabela dijo, “Volveremos pronto.” La señora Allen dijo, “De acuerdo.”
Ambas dieron un paseo, entonces Isabela dijo, “¿Qué le han parecido las fiestas de Bath?” Catherine dijo, “Muy alegres…Bath es un lugar encantador.” Isabela dijo, “Sí, solo pueden compararse con las que se efectúan en Tunbridge.” Por la noche, Catherine asistiría con los Allen al teatro. Al ir entrando los tres al teatro, La señora Allen comentó a su esposo, “La señora Thorpe vendrá también con sus lindas hijas.” El señor Allen dijo, “Así que enviudó recientemente.” La señora Allen dijo, “Pero tiene la dicha de contar con seis hijos.” Por su parte, Catherine pensaba, “Espero encontrar aquí al señor Tilney.” Pero solo se encontraría con sus nuevas amistades, quienes se encontraban en un balcón del teatro. La señora Allen observó en la distancia, que desde uno de los palcos que alguien les saludaba, y dijo, “¡La joven que nos saluda, es la mayor de las Thorpe!” El señor Allen dijo, “¡Es muy linda, en verdad!”
El domingo, Catherine asistió al servicio religioso con esa misma esperanza, pensando, “¿Acaso tampoco acudió a la Iglesia? ¡No me lo puedo explicar!¡Él es un clérigo!” El paseo dominical no tendría ningún atractivo para la desencantada joven, quien pensaba, “¿Qué pudo haberle ocurrido? ¿A quién podría preguntar por él?” Los días siguientes, serian para reafirmar la simpatía entre Catherine e Isabela Thorpe. Y mientras daban un paseo, Isabela dijo, “La señora Allen ha sido muy gentil en permitirte salir diariamente en mi compañía.” Catherine dijo, “Sabe que nos une un gran afecto mutuo.” Isabel dijo, “Todo indica que la tarde será lluviosa…¿Qué propones hacer?” Catherine dijo, “Me gustaría leer novelas de terror. ¿Te gustan a ti?” Isabela dijo, “Por supuesto. Nos reuniremos en mi casa para ello.” Enseguida, Isabela le preguntó, “Catherine, ¿Has tenido noticias del señor Tilney?” Catherine dijo, “¡Oh, ninguna! Parece como si se hubiera esfumado en el aire.” Isabela dijo, “Estoy convencida que el caballero Tilney debe ser un hombre encantador, y que regresará en breve tiempo por ti.” Isabela agregó, “Pero lo que más me gusta, es el hecho de que es clérigo, pues tengo una especial debilidad por los hombres de esa profesión:” Catherine dijo, desanimada, “Tal vez nunca vuelva a verlo…” Isabela dijo, “Tu hermano James ocupará el lugar de tu padre en Fullerton, ¿Verdad?” Catherine dijo, “Me imagino que sí. Él es el mayor, pero talvez se decida por los estudios, y no por la casa rectoral.” Entonces Isabela le dijo, “¿Sabes, Catherine? Tu belleza despierta la admiración de los caballeros, pero tú no les concedes ninguna atención a causa del señor Tilney.” Catherine dijo, “Es que no puedo dejar de pensar en él.” De pronto, Isabela se sobresaltó, y dijo, “¡Por Dios Santo! ¡Se acercan dos jóvenes odiosos, que no han dejado de mirarme en las veladas en que hemos coincidido!” Isabela tomó del brazo a Catherine y dándose la vuelta dijo, “Evitémoslos, porque de verdad me sacan de quicio…” Catherine dijo, “Pero…” Cuando se alejaron lo suficiente, Isabela dijo, “No nos han seguido, ¿Verdad? Espero que no tengan la desfachatez de perseguirme, te suplico que me digas si vienen.” Catherine dijo, “No lo creo, se han pasado de largo.” Enseguida Isabela dijo, “¿Se han ido?” Catherine dijo, “Y ni siquiera han volteado a mirarnos.” Isabela dijo, “¿No es cierto que uno de ellos es un joven bien parecido?” Catherine dijo, “No tuve la oportunidad de verlos bien. Pero ya nada tienes que temer.” Isabela dijo, “¿Por qué no me acompañas a ver los sombreros de las tiendas de los balnearios?” Catherine dijo, “El problema es que esos jóvenes tomaron esa dirección.” Isabela dijo, “Eso no importa. Si nos damos prisa, los adelantaremos y podremos admirar los sombreros maravillosos.” Catherine dijo, “Si esperamos unos minutos no habrá el menor peligro de encontrarnos con ellos.” Isabela dijo, “No pensó darles ese gusto, te lo aseguro. Les lanzaré una mirada que los humillará y no se atreverán a molestarme más.” Rápidamente, la “enfadada” Isabela y la sorprendida Catherine darían alcance a los jóvenes en cuestión. Isabela dijo, “Crucemos rápidamente.” Pero un carromato les impediría el paso. Isabela dijo, “¡Ah, ese vehículo nos hará perder a esos molestos jóvenes!” Catherine agregó, “Y tendremos que esperar la calesa que viene tras el carromato.” Isabela dijo, “¡Qué insufrible es esta calle!” Enseguida, Isabela miro hacia una calesa que transportaba a dos caballeros, y dijo, “¡Esas odiosas calesas!¡Cómo las detesto!” Catherine exclamó, “¡Pero si es James!” la calesa se detuvo y James dijo, “¡Cielo Santo!¡Catherine, hermanita!” Isabela dijo, “¡Sí, es él y viene con mi hermano!¡Esto es maravilloso!” El encuentro resultaría conmovedor. James abrazó a Catherine y dijo, “¡Qué sorpresa verte en Bath, Cathy!” Catherine dijo, “Vine con mis amigos, los señores Allen.” El hermano de Isabela besó la frente de Isabela y enseguida James besó la mano de Isabela y dijo, “Señorita Thorpe, está mucho más hermosa de cómo la recordaba.” John dijo, “James gusta de ser mentiroso, pues yo te veo igual de fea, aunque debo admitir que mis otras hermanas están aún pero.” Isabela dijo, “¡John, sería mejor que permanecieras callado! Es mi hermano, Catherine…”
La estancia en Bath resultaría más agradable tanto para Catherine, como para Isabela por la presencia de James Morland. Mientras iban en la calesa, John quien conducía, dijo, “¡Llegaremos a Lansdown en menos que canta un gallo! Eso, gracias a que soy yo quien conduce esta calesa.” James dijo, “Me alegra tanto ver que hay una linda amistad entre mi hermana y usted, Isabela.” Isabela le dijo, “Quiero a Catherine como si fuera mi hermana.” Por su parte, John Thorpe era un joven vanidoso que intentaba cautivar con sus cualidades a Catherine, y le dijo, “Hace poco adquirí los caballos a un menor4 precio del que realmente valían. Ahora son más veloces que una gacela gracias a mi entrenamiento.”
Esa noche, los señores Allen, los Thorpe, y los Morland se reunieron en uno de los salones altos. Isabela dijo a la señora Allen, “Esta noche será maravillosa para todos.” Y la señora Allen dijo, “Estoy segura de ello, querida amiga.” Enseguida, John Thorpe dijo, “Acompañaré al señor Allen al salón de juegos. No tardaré.” James le dijo, “Hazlo pronto pues está por comenzar el baile.” El baile se inició sin que John volviera para bailar con Catherine. Isabela le dijo, “Le aseguro que no me levantaré a bailar sin que lo haga su querida hermanita. Si lo hiciera nos separaríamos toda la noche y no quiero hacerlo.” Catherine volteó y dijo, “¡Qué gentil eres, Isabela!” Isabela dijo, “Soy tu amiga, no lo olvides” Apenas habían pasado tres minutos, cuando Isabela murmuró algo a la señorita Morland, “Me temo que tendré que abandonarte, pues tu hermano esta impaciente por bailar.” Enseguida, Isabela dijo con voz fuerte, “Mi hermano no tardará, ya nos veremos más tarde, querida.” Catherine se confundió, y dijo, “¡Pero si hace un momento me dijiste que…!” Catherine quedaría triste y desairada, pensando, “John debe haberse quedado a jugar.” En ese momento, una mano se extendió y dijo, “¿Aceptaría bailar conmigo, señorita?” Catherine se puso de pie y exclamó, “¡Señor Tilney!” Tilney dijo, “El mismo, señorita Morland!” Catherine se sitió transportada al paraíso en brazos del apuesto Henry Tilney. Mientras bailaban, Henry le dijo, “Ya tuve el gusto de saludar a la señora Allen.” Catherine le dijo, “No sabe lo contenta que estoy de verlo. Temía que hubiera abandonado Bath.” Tilney le dijo, “Me vi obligado a ausentarme esta semana. Partí precisamente al día siguiente de tener el gusto de conocerla.” Catherine le dijo, “Bath es una ciudad perfecta para gente joven, ¿No lo cree?” Tilney le dijo, “Ignoraba que existieran ciudades exclusivas para cada etapa de nuestra existencia. Me sorprende su juicio.” Catherine le dijo, “Oh, ¡Creo que no supe expresarme!”
Más tarde, Catherine conocía a la hermosa hermana del caballero Tilney, quien dijo, “La señorita Morland viene de Fullerton, Eleanor.” Eleanor dijo, “he escuchado decir que en ese condado se cultivan los mejores frutos del sur de Inglaterra.” En ese momento, Isabela la tomó del brazo y dijo, “¡Catherine, por fin te encontramos!” Isabela se llevaría a la sorprendida joven lejos de los Tilney. Isabela le dijo, “Estábamos desolados sin ti, John te espera para bailar.” Catherine dijo, “Pero yo…” Pese a su resistencia, poco después, Catherine encontraba en brazos de John Thorpe, quien le dijo, mientras bailaban, “¿Qué le parece si al terminar este baile nos demos una vuelta por el salón para reírnos de la gente?” Catherine se molestó y le dijo, “Preferiría sentarme a descansar.” Pero Thorpe le dijo, “¡Ah, no! Usted es mi pareja y no dejaremos de bailar una sola Giga.” Para mayor desconsuelo, la joven vería a Henry Tilney en compañía de una hermosa y elegante damita, y pensó, “¡Oh, qué pronto me remplazó!” Cansada de bailar, buscó un lugar para descansar. Ahí, la señorita Thorpe le manifestaría su profunda consternación. “¡De manera que estabas con el señor Tilney!¡Qué tontería cometí al apartarte de él!” Isabela se levantó, y dijo, “¡Pero dime quien es y yo misma iré a explicarle todo!” Catherine le dijo, “No es necesario, Isabela. Él ya encontró una mejor compañía.” Enseguida, Isabela la tomó de los hombros y le dijo, “¡No puedo permitir que ese caballero se burle de ti!¡Por favor señálamelo!” Catherine le dijo, “El señor Tilney sería incapaz de cometer una acción indigna. Es mejor dejar las cosas así.”La noche siguiente la reunión de los Thorpe y los Morland tendría efecto en el teatro. Estando en uno de los palcos, Isabela dijo, “Catherine, ¡Qué bien luces! ¿Pretendes atraer la atención de todo el mundo?” Tras una pausa, Isabela agregó, “Te aseguro que a mi hermano ya lo tienes profundamente enamorado. ¿No es así, señor Morland?” James dijo, “En realidad ignoro los sentimientos de John hacia mi hermana.” Entonces Isabela dijo, “Pero dime, ¿Dónde se encuentra el señor Tilney? ¡Estoy impaciente por conocerle!” Catherine dijo, “No lo veo por ninguna parte.” Isabela le dijo, “Mi madre lo conoció a través de la señora Allen, y dice que es el joven más encantador del mundo. ¡Tienes que presentármelo!” Enseguida, tras una pausa, Isabela dijo, “Pero veo que miras con atención mi vestido. Creo que no esta tan mal.” Catherine le dijo, “No lo había apreciado pero luces bellísima.” Isabela le dijo, “¡Querida Catherine, por favor ya no nos mires así a tu hermano y a mí! No pienses siquiera que parecemos nacidos el uno para el otro…” Catherine le dijo, “Isabela, esa idea no había pasado por mi cabeza…”
El resto de la velada, Isabela centraría toda su atención en James Morland. Mientras tanto, Catherine pensaba, “Mañana buscaré a la señorita Tilney en los salones del balneario. Me simpatizó tanto como su hermano. Me disculparé y trataré de convertirme en su amiga.” Al día siguiente, en el balneario, Catherine y la señorita Tilney daban un paseo por el balneario. Entonces, Catherine se disculpó y la señorita Tilney le dijo, “No se preocupe por nosotros, señorita Morland.” Catherine le dijo, “Es que me alejaron de ustedes sin que pudiera excusarme!” La señorita Tilney le dijo, “Olvídelo y dígame, ¿Asistirá mañana al baile de Cotillon?” Catherine dijo, “Si usted asiste, ¡También lo haré yo!”
Más tarde los hermanos Tilney conversaban en uno de los salones de su casa de Bath. Eleonor Tilney dijo, “No tengo ninguna duda, Henry…la señorita Morland está enamorada de ti.” Henry dijo, “¡Qué cosas dices, Eleonor!” Eleonor dijo, “No hizo más que alabar tu forma de bailar, de vestir…y también me pregunto sobre la chica que bailo anoche contigo…” Henry dijo, “Reconozco que es una linda jovencita, pero es demasiado simple.” Eleonor dijo, “Te aseguro que su más grande deseo es volver a bailar contigo.” Henry dijo, “Eleonor, tú y tus ideas.”
La noche de Cotillon, la jovencita aguardaba impaciente la aparición de los Tilney. Entonces, la señora Thorpe dijo, “Mi hijo John no debe tardar. Está ansioso de bailar nuevamente con Catherine.” Pero Catherine pensó, “No, no quiero bailar con ese caballero.” La presencia del hombre esperado, la llenaría de felicidad. Tilney dijo, “¡Buenas noches, señorita Morland!¿Aceptaría bailar conmigo?” Catherine dijo, “¡Oh, por supuesto!” Enseguida, la señora Thorpe dijo a la señora Allen, “¿Cómo es posible que tu invitada haya aceptado bailar con ese caballero!¡John es mil veces mejor que él!” La señora Allen dijo, “Tal vez, pero el señor Tilney fue la primera pareja que tuvo Catherine y non podía desairarlo.”
El baile continuaba, y Catherine no se había separado un solo instante de Henry Tilney, quien, al sentir las miradas, le dijo, “Señorita Morland, ¿Conoce al caballero que habla con ese honorable capitán?” Catherine le dijo, “¿Por qué supone que hablan de mí?” Henry dijo, “Porque su conocido la ha señalado en varias ocasiones, y porque el capitán me conoce perfectamente a mí, pues es mi padre.” Catherine, “¡Oh, no imaginaba siquiera!” Henry le dijo, “Pero ahora dígame si continúa agusto aquí en Bath.” Catherine dijo, “Es el lugar más maravilloso que he conocido.” Entones Henry dijo, “Eso significa que ha viajado mucho.” Catherine dijo, “No, lo cierto es que éste es mi primer viaje.” Henry le dijo, “¿Le gusta el campo?” Catherine dijo, “Sí, a pesar de que siempre he vivido en él. Lo cierto es que en el campo un día es exactamente igual al anterior.” Henry dijo, “Sin embargo, en el campo se emplea el tiempo de una manera mucho más racional que aquí.” Catherine dijo, “Yo siempre hago lo mismo, solo que aquí me divierto más. Entonces Henry dijo, “¡Vaya descripción de la pobreza intelectual! Pero sin duda, a su regreso al Fullerton tendrá mucho de qué hablar: describirá más de mil fiestas.” Catherine dijo, “¿Se burla de mí?” Henry dijo, “Ni lo piense siquiera. Y para mostrarle mi afecto, la invito a dar un paseo el día de mañana. Por supuesto, mi hermana nos acompañará.” Catherine dijo, “¡Acepto encantada, señor Tilney!”
Sus planes no sería respetados por los jóvenes Thorpe y su hermano James, que parecía girar en torno a Isabela. Y mientras iban en el carruaje abierto, Catherine pensaba, “No me permitieron enviar una carta de disculpa a los Tilney. ¡Oh, deben pensar lo peor de mí!” El paseo resultaría un tormento para Catherine. Entonces John le dijo, “No me diga que prefiere la amistad de los Tilney a la nuestra.” Catherine dijo, “No es eso, pero tenía un compromiso con ellos.” John dijo entonces, “Pues los de Northanger no son muy dignos de confianza.” Catherine dijo, “¿Usted los conoce bien?” John dijo, “Me he alojado en la abadía de Northanger en más de una ocasión. ¡Vaya si es un lugar tétrico, done un crimen puede ser ocultado impunemente!” Catherine dijo, “¿Por qué dice eso?” John dijo, “Porque tiene tantos salones ocultos que bien podría morir alguien ahí, sin que nadie se percatara de ello.” Catherine dijo, “No habla en serio, ¿Verdad señor Thorpe?” John dijo, “Los Tilney son los más acaudalados moradores de Northanger, pero no por eso afirmaría que tienen buenos sentimientos.” Catherine dijo, “Si piensa así de ellos, ¿Cómo es que mantiene amistad con el capitán?” John dijo, “Porque podría ayudarme en cualquier momento. La amistad de un hombre poderoso nunca está de más.”
Catherine quedaría muy alterada tras aquella conversación. De regreso, en el carruaje abierto, Isabela dijo a Catherine, “Sí, Catherine. ¡Ha sucedido lo que vienes suponiendo!” Catherine dijo, “¿Yo? Te aseguro que…” Isabela le dijo, “¡Quisiera ser la más acaudalada de las mujeres, para merecer el amor de tu hermano! ¿Pero qué dirán tus nobles padres? Mi familia no tiene la misma posición que la tuya. Además, no poseo dote alguna.” Catherine dijo, “¡Isabela! James y tú…¿Están enamorados?” Isabela dijo, “¡Sí, y hoy mismo él escribirá a tus padres para informarles de nuestro compromiso formal!” Catherine dijo, “¡Oh, qué noticia tan agradable!¡Ellos te aceptará felices, pues eres encantadora!”
Una semana más tarde, Catherine y Eleonor dialogaban. Catherine dijo, “¡De modo que su padre desea que visite la abadía de Northanger!” Eleonor dijo, “Sí, Catherine. ¡Acepte por favor! Su compañía me hará muy feliz, pues en Northanger no cuento con amistades de mi edad.” Catherine dijo, “Escribiré a mis padres rogándoles que me den permiso!” Eleonor dijo, “Partiremos dentro de cinco días.” Catherine dijo, “¡Gracias, Eleonor, gracias, por tan hermosa invitación!” Enseguida Eleonor pensó, “No me explico el interés que tiene mi padre hacia esta simpática joven.” Catherine dijo, “Ahora debo volver con los señores Allen, dele mis saludos a su padre.”
Al llegar a la casa, el señor Allen hablaría con ella. “Querida niña, lo que voy a pedirte sé que va a sorprenderte mucho, pero en necesario!” La señora Allen dijo, “Se trata de Isabela Thorpe…” El señor Allen continuó, “Desde el día en que tu hermano james partió a Fullerton para arreglar la proyectada boda, su prometida ha tenido un comportamiento indigno.” Catherine dijo, “No entiendo…” La señora Allen dijo, “Isabela se ha dedicado a coquetear con un joven recién llegado a Bath. Se pasea con el sin recato alguno.” El señor Allen dijo, “Por eso quiero pedirte que no salgas a pasear más con Thorpe.” La señora Allen dijo, “Su madre que la ha consentido en demasía, solapa todas las acciones de sus hijos que son muy ambiciosos.” Catherine dijo, “¡Eso no puede ser verdad!¡Isabela ama profundamente a mi hermano! ¡Todo debe ser un malentendido!” El señor Allen dijo, “Eso pensaba yo también. Pero ayer durante el concierto, la v coquetear con Henry Tilney.”
En casa de los Tilney, también había problemas. Henry hablaba con su padre, diciendo, “De modo que por los datos que te dio un advenedizo sobre la señorita Morland, pretendes que yo la convierta en mi esposa.” El señor Tilney dijo, “Esa damita mira por tus ojos y te será fácil conquistarla. Su dote consta de importantes tierras, y las pretende el señor Thorpe.” Henry dijo, “Cuando yo pretenda a una mujer, será porque la amo y no por interés.” El señor Tilney dijo, “¡Tú harás lo que yo te diga! Mañana saldrás para Northanger para ver que todo está en orden.”
Días después, Catherine Morland viajaba hacia la abadía de Northanger, en compañía de la familia Tilney. Catherine pensó, “¡La emoción me había hecho olvidar lo que el señor Thorpe me contó hace poco! Además, poco antes de que Henry abandonara Bath, me dijo que si no era impresionable a las viejas edificaciones…” Al llegar a Northanger, Catherine se llevaría una gran sorpresa. El señor Tilney dijo, “¡Bienvenida a nuestra casa, señorita Morland!” Catherine dijo, “¡Pero si esta construcción es nueva!” El señor Tilney dijo, “¡Ya le mostraremos la parte vieja y legendaria de la abadía! Ahora Eleonor, conduce a nuestra invitada a su habitación.” Al escuchar esas pablaras, volverían a la mente de la joven, las de Henry Tilney: “¿Podrá dormir en una oscura y apartada habitación? Piénselo bien, pues en Northanger todas las habitaciones son tenebrosas.” Sin embargo, el aposento que le destinarían, era precioso y muy iluminado. Eleonor dijo, “¿Qué te parece, Cathy? ¿Te gusta?” Catherine dijo, “¡Claro que si Eleonor! Es mucho más agradable de lo que imaginaba.” Eleonor dijo antes de retirarse, “A las siete se sirve la cena. Mi padre te agradecerá tu puntualidad. Descansa ahora.”
Más tarde, Catherine se disponía a pasar su primera noche en la abadía de Northanger, pensando, “Henry no se apareció en ningún momento. Ni siquiera se presentó a darnos la bienvenida.” Catherine se recostó, pensando, “El capitán estaba furioso por su ausencia, pese a que trató de disimularlo.” A continuación, Catherine comenzó a entrar en un estado de pánico, y se levantó de la cama diciendo, “¿Por qué estoy en este lugar?¡A-Alguien me persiguee!” “¡E-Esas sombras me atacarán!” “¡Nooo!” Catherine se levantó de su cama y dijo, “¡Nooo…!” Tras una pausa, pensó, “¡Estaba soñando! ¡Oh, qué horrible fue!” Catherine se levantó y al mirar un cuadro en la pared con una sábana pensó, “La chimenea se ha apagado…¿Y ese cuadro?¿Porque estará cubierto?” Catherine se acostó y pensó, “¡Tengo miedo y no sé a qué!¡Oh, Dios santo, que ya amanezca!” Catherine se levantó y dijo, “¡Debo ver que esconde ese cuadro!¡Trataré de calmarme!” Con el corazón palpitante, Catherine descorrería el velo que cubre aquel marco. Tras observar una esquina del cuadro, Catherine exclamó, “¡Tiene algo escrito!¡No podré leerlo en la obscuridad!” La luz de una vela le facilitaría la lectura. Al ir por la vela, Catherine pensó, “¡Oh, Dios mío!¡Qué miedo tengo!” Enseguida leyó, “Señorita Morland, conociendo su temperamento nervioso y su afición a las historias de terror, quise darle la bienvenida en la forma más misteriosa que se me ocurrió. Henry Tilney.” Catherine regreso a su cama, pensando, “¡Qué tonta soy!¿Cómo podría enamorarse de mí, él que es tan fuera de lo común?” Catherine soplo a la vela, pensando, “Tiene razón mi madre. Soy una atolondrada y una necia. Creo cuanto me dicen y deposito mi confianza en cualquier gente. ¡Los Thorpe nos engañaron a mí y a James, pero no volverá a suceder!”
Una semana más tarde, la señorita Morland abandonaba la abadía de Northanger. Eleonor giró su pañuelo y dijo “Buen Viaje.” Mientras el carruaje avanzaba por la campiña, Catherine pensó, “Debo volver a Fullerton, para consolar a mi hermano. La ruptura de su compromiso fue lo mejor que pudo haber hecho. ¡Isabela lo habría hecho muy infeliz!” En la hermosa abadía de Northanger, el clérigo Tilney pensaba en Catherine Morland. “¿Por qué echo tanto de menos a esa chica tan simple? Mucho me temo que sin haberlo deseado, cumpliré el deseo de mi padre y uniremos a esta tierra, una parte de Fullerton.”
Tomado de, Joyas de la Literatura, Año XI, No. 218, enero 15 de 1994. Guion: Víctor Manuel Yáñez. Adaptación: Emmanuel Has. Segunda adaptación: Jose Escobar.
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