Alfonso el Sabio, (1221-1284), es, como ya hemos indicado, la figura literaria que
domina casi todo el siglo XIII castellano. Su obra fue de tal complejidad y
aliento, que justifica el sobrenombre que le ha dado la posteridad. Una parte de
esta obra, no ha llegado hasta nosotros; pero entre la que nos ha sido
conservada, distínguese la de carácter poético, legislativo, histórico, y
científico.
Como rey, Alfonso X, no pasó de mediocre; pero como intelectual, es la gran figura que produce y estimula la prosa científica y, muy particularmente, la de historia; él es, también, quien recoge la poesía lirica que baja hacia castilla, desde la blanda y delicada tierra galaica, cuna de las cantingas; él es, quien impone el empleo del romance en documentos; y es él, en suma, quien da aliento a todas las actividades literarias, que empiezan a florecer alrededor de la epopeya primitiva.
Como rey, Alfonso X, no pasó de mediocre; pero como intelectual, es la gran figura que produce y estimula la prosa científica y, muy particularmente, la de historia; él es, también, quien recoge la poesía lirica que baja hacia castilla, desde la blanda y delicada tierra galaica, cuna de las cantingas; él es, quien impone el empleo del romance en documentos; y es él, en suma, quien da aliento a todas las actividades literarias, que empiezan a florecer alrededor de la epopeya primitiva.
Entre las obras legislativas de Alfonso
el Sabio, sobresale el Fuero Real,
ensayo de legislación basado en los fueros municipales y que se dictó en
sustitución del Fuero Juago.
Obra jurídica también muy importante son, las Siete Partidas, o Fuero de
las Leyes, el monumento más insigne que en este ramo del saber, produjo el
Medioevo, y que tuvo honda influencia en toda la legislación española. La prosa
de Las Partidas, ya aparece con los
arreos, la elocuencia, y la pureza de un idioma cuajado y con genio propio, y
su empeño era reconocer los orígenes de todo derecho, determinar los
fundamentos de las leyes, definirlas conforme a los principios de la moral
cristiana, y autorizarlas con la doctrina de los sagrados libros, y de los
sabios antiguos y modernos de oriente.
Aún no había dado término Alfonso
el Sabio a ésta obra ingente, cuando acometió otra de no menos aliento, la Historia de España o Primera Crónica General, que, “por el momento en que aparece, por las
relaciones que guarda con las demás obras científicas y literarias, que
ilustran a memoria de este renombrado monarca, y finalmente por los diversos
estudios que revela, constituye uno de los más extraordinarios monumentos que
ofrece la civilización española, por grandes que sean la inexperiencia,
credulidad, y rudeza, y por excesivo el candor que en ella descubramos.”
Como complemento de la, Crónica General, Alfonso X escribió la, Grande y General Historia, que aspira a ser una verídica y autentica historia universal. Ahí aparece la tendencia de dar unidad al concepto de la historia de todo el género humano, como si su autor hubiese adivinado esa disciplina científica de los tiempo modernos, que se ha llamado filosofia de la historia.
Como complemento de la, Crónica General, Alfonso X escribió la, Grande y General Historia, que aspira a ser una verídica y autentica historia universal. Ahí aparece la tendencia de dar unidad al concepto de la historia de todo el género humano, como si su autor hubiese adivinado esa disciplina científica de los tiempo modernos, que se ha llamado filosofia de la historia.
Finalmente entre los trabajos de orden rigurosamente científico, se
destacan con singular relieve un Saber de
Astronomía, y las celebres Tablas
Alfonsíes, que se propusieron la tarea, incompletamente lograda, de
corregir y modificar gran parte de la doctrina Tolemaica.
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