Club de Pensadores Universales

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domingo, 13 de julio de 2014

Ana Karenina de León Tolstoi



       El conde Lev Nikolayevich Tolstoi, nació el 9 de septiembre de 1828 y murió el 20 de noviembre 1910. También es conocido como León Tolstoi, fue un escritor ruso, filósofo y pensador político que escribió principalmente novelas y cuentos. Tolstoi era un maestro de la ficción realista y es ampliamente considerado como uno de los más grandes novelistas del mundo. Él es mejor conocido por dos novelas largas, Guerra y Paz (1869) y Ana Karenina (1877).
     Tolstoi alcanzó primeramente el reconocimiento literario a sus 20 años con su trilogía autobiográfica de novelas, Niñez, Adolescencia y Juventud (1852-1856) y Los Bosquejos de Sevastopol (1855), basado en sus experiencias en la guerra de Crimea. Su producción de ficción también incluye dos novelas adicionales, docenas de cuentos cortos, y varias famosas novellas, como La Muerte de Iván Ilich, la Felicidad Familiar, y Hadji Murad. Más adelante en su vida, también escribió obras de teatro y ensayos. Tolstoi es igualmente conocido por sus complicados y paradójicos personajes y por sus extremosos puntos de vista morales y ascéticos, los cuales adoptó después de una crisis moral y despertar espiritual en la década de 1870, después de lo cual también llegó a ser señalado como un pensador moral y reformador social.
     Su interpretación literal de las enseñanzas éticas de Jesús, centradas en el sermón del monte, le ocasionó que posteriormente en su vida, se convirtiera en un ferviente anarquista cristiano y en un anarco-pacifista. Sus ideas sobre la resistencia no violenta, expresadas en obras como, El Reino de Dios Está Dentro de Ti, iban a tener un profundo impacto en figuras fundamentales del siglo XX, tales como Mohandas Gandhi, Martin Luther King, Jr. y James Bevel.
Su Vida y su Carrera
     Tolstoi nació en Yasnaya Polyana, la finca de la familia en la región de Tula, en Rusia. Los Tolstoys eran una conocida familia de la antigua nobleza rusa. Él fue el cuarto de cinco hijos del conde Nikolai Ilich Tolstoi, un veterano de la Guerra Patriótica de 1812, y la condesa Mariya Tolstaya (Volkonskaya). Los padres de Tolstoi murieron cuando él era joven, así que él y sus hermanos fueron criados por parientes. En 1844, comenzó a estudiar Derecho y lenguas orientales en la Universidad de Kazan. Sus profesores lo describieron como, “tanto incapaz  como indispuesto a aprender.” Tolstoi dejó la universidad a la mitad de sus estudios, y regresó a Yasnaya Polyana. Posteriormente pasó gran parte de su tiempo en Moscú y San Petersburgo. 
     En 1851, después de haber acumulado pesadas deudas de juego, se fue con su hermano mayor en el Cáucaso y se unió al ejército. Fue por este tiempo que comenzó a escribir.
    Su conversión de un autor disoluto y privilegiado de la sociedad hacia uno anarquista no violento y espiritual de sus últimos días, fue provocada por su experiencia en el ejército, así como dos viajes por Europa en 1857 y 1860 a 1861. Otros que siguieron el mismo camino fueron Alexander Herzen, Mikhail Bakunin y Piotr Kropotkin.
     Durante su visita de 1857 a Francia, Tolstoi fue testigo de una ejecución pública en París, una experiencia traumática que marcaría el resto de su vida. Debido a ello, Tolstoi escribió en una carta a su amigo Vasily Botkin, diciendo que, “La verdad es que el Estado es una conspiración diseñada no sólo para explotar, pero sobre todo para corromper a sus ciudadanos ... De ahora en adelante, nunca voy a dar servicio a cualquier gobierno en cualquier parte.”

     Su viaje a Europa, de 1860 a 1861, lo marcó, tanto de su desarrollo político como literario, especialmente cuando conoció a Víctor Hugo, cuyo talento literario Tolstoi elogió después de leer el recién terminado, Les Misérables de Hugo. La evocación similar de las escenas de batalla en la novela de Hugo y en Guerra y Paz de Tolstoi, indican esta influencia.
     La filosofía política de Tolstoi también fue influenciada por una visita, en marzo del 1861, al anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon, quien entonces vivía en el exilio con un nombre falso en Bruselas.
    Además de haber hecho la revisión de la inminente publicación de Proudhon, La Guerre et la Paix (Guerra y Paz en francés), cuyo título Tolstoi tomaría prestado para su obra maestra, ambos discutieron sobre la educación, ya que, tal como Tolstoi escribió en sus cuadernos sobre educación: “Si he contado esta conversación con Proudhon, es para demostrar que, en mi experiencia personal, él era el único hombre que entendía la importancia de la educación y de la imprenta en nuestro tiempo.”

     Encendido por el entusiasmo, Tolstoi regresó a Yasnaya Polyana y fundó trece escuelas para los niños de sus siervos, en base a los principios que Tolstoi describe en su ensayo de 1862, “La Escuela en Yasnaya Polyana.” Las experiencias pedagógicas de Tolstoi fueron de corta duración, en parte debido al hostigamiento por parte de la policía secreta zarista. Sin embargo, como un precursor directo de las Summerhill School de A.S. Neill, la escuela en Yasnaya Polyana puede justificadamente ser reclamada como el primer ejemplo de una teoría coherente de la educación democrática.
Muerte
     Tolstoi murió en 1910, a la edad de 82 años. Justo antes de su muerte, su salud había sido una preocupación de su familia, que se dedicaban activamente a su cuidado diario. Durante sus últimos días, había hablado y escrito acerca de la muerte. Renunciando a su estilo de vida aristocrático, finalmente había reunido el valor para separarse de su mujer, y se fue de casa en medio del invierno, en la oscuridad de la noche.
     Su partida secreta era un aparente intento de escapar sin previo aviso de las diatribas de celos de Sonia. Ella se opuso abiertamente a muchas de sus enseñanzas, y en los últimos años ella se había vuelto más envidiosa de la atención que le debía Tolstoi, prodigándola, en cambio, sobre sus “discípulos.”
     Tolstoi
murió de neumonía en la estación de tren de Astapovo, después de un día de viaje en tren hacia el Sur. El jefe de la estación llevó a Tolstoi a su apartamento, y sus médicos personales fueron llamados a la escena. Le dieron inyecciones de morfina y alcanfor.

     La policía trató de limitar el acceso a su funeral, pero miles de campesinos salieron a las calles. Sin embargo, a algunos se les oyó decir que, aparte de saber que, “algún noble había muerto,” sabían poco acerca de Tolstoi.
Vida Personal
     El 23 de septiembre de 1862, Tolstoi se casó con Sofía Andreevna Behrs, quien tenía 16 años menor que él y era la hija de un médico de la corte. Era llamada Sonya, el diminutivo ruso de Sofía, por su familia y amigos. Tuvieron trece hijos.
     El matrimonio se caracterizó desde el principio por la pasión sexual y la insensibilidad emocional cuando Tolstoi, en la víspera de su matrimonio, le dio sus diarios detallando su extenso pasado sexual, y el hecho de que una de las siervas en su finca le había dado un hijo. Aun así, su temprana vida matrimonial era aparentemente feliz y permitió a Tolstoi mucha libertad para componer Guerra y Paz y Ana Karenina con Sonya actuando como secretaria, correctora de pruebas y gerente financiero.
     Sin embargo, la última etapa de vida, estando junto a ella, ha sido descrita por A.N. Wilson, un columnista ingles, como una de las más infelices de la historia literaria. La relación de Tolstoi con su esposa se ​​deterioró en la medida en que sus creencias se volvieron cada vez más radicales. Esto le llevó a rechazar su herencia y riqueza ganadas, incluyendo la renuncia a los derechos de autor sobre sus obras anteriores.

     La familia Tolstoi abandonó Rusia a raíz de la Revolución Rusa, y los descendientes de Leo Tolstoy hoy viven en Suecia, Alemania, Reino Unido, Francia y Estados Unidos. Entre ellos se encuentran la cantante sueca Viktoria Tolstoi y terrateniente sueco Christopher Paus, Herresta.
Novelas y Obras de Ficción
     Tolstoi es uno de los gigantes de la literatura rusa. Entre sus obras destacan las novelas Guerra y Paz y Ana Karenina y novellas como Hadji Murad y La Muerte de Iván Ilich. Sus contemporáneos le rindieron altos tributos. Fyodor Dostoyevsky lo consideraba el más grande de todos los novelistas vivos. Gustave Flaubert, al leer una traducción de la Guerra y la Paz, exclamó: “¡Qué artista y qué psicólogo!”
    Anton Chéjov, quien visitaba a menudo a Tolstoi en su casa de campo, escribió: “Cuando la literatura posee a un Tolstoi, es fácil y agradable ser un escritor, incluso cuando sabes que no has logrado nada todavía, ni estás logrando nada, esto no es tan terrible como si fuera de otra manera, porque Tolstoi lo logra por todos. Lo que él hace sirve para justificar todas las esperanzas y aspiraciones invertidas en la literatura.”

     Críticos y novelistas posteriores continúan dando testimonio del arte de Tolstoi. Virginia Woolf lo declaró el más grande de todos los novelistas. James Joyce señaló que, “Él nunca es aburrido, o estúpido, o cansado, nunca pedante, nunca teatral.” Thomas Mann escribió sobre el aparentemente inocente arte de Tolstoi: “Pocas veces se hizo una obra de arte tan parecida a la naturaleza.” Tales sentimientos fueron compartidos por los gustos de Proust, Faulkner y Nabokov. Este último amontonó superlativos sobre, La Muerte de Iván Ilich y Anna Karenina; puso en duda, sin embargo, la reputación de, Guerra y la Paz, y criticó duramente Resurrección y La Sonata a Kreutzer.
      Las primeras obras de Tolstoi, las novelas autobiográficas, La Niñez, La Adolescencia y La Juventud (1852-1856), hablan del hijo de un rico terrateniente y su lento descubrimiento del abismo existente entre él y sus campesinos. A pesar de que más tarde rechazó estos escritos como sentimentales, una gran cantidad de la vida de Tolstoi se revela en ellos. Ellos conservan su relevancia como relatos de la historia universal del crecimiento hacia la madurez.
      Tolstoi se desempeñó como segundo teniente en un regimiento de artillería durante la guerra de Crimea, relata en sus Bosquejos de Sebastopol. Sus experiencias en la batalla le ayudaron a estimular su subsecuente pacifismo y le dieron el material para su representación realista de los horrores de la guerra en su obra posterior.
     Su ficción intenta constantemente transmitir de forma realista la sociedad rusa en la que vivía. Los Cosacos (1863) describe la vida de los cosacos y la gente a través de una historia de un aristócrata ruso enamorado de una chica de cosacos. Anna Karenina (1877) narra las historias paralelas de una mujer adúltera atrapada por las convenciones y las falsedades de la sociedad y de un terrateniente filosófico (muy parecido a Tolstoi), quien trabaja junto a los campesinos en los campos y busca reformar sus vidas. Tolstoi no sólo sacó de sus propias experiencias de vida, pero también creó personajes de su propia imagen, como Pierre Bezukhov y el príncipe Andrei en la Guerra y la Paz, Levin en Anna Karenina y en cierta medida, el príncipe Nekhlyudov in Resurrección.
     Guerra y Paz se piensa generalmente es una de las mejores novelas jamás escritas, que destaca por su amplitud y unidad dramática. Su enorme lienzo incluye 580 caracteres, muchos históricos con otros de ficción. La historia se mueve de la vida familiar, a la sede de Napoleón, de la corte de Alejandro I de Rusia, a los campos de batalla de Austerlitz y Borodino. La idea original de Tolstoi para la novela fue investigar las causas de la revuelta decembrista, de la que hace referencia sólo en los últimos capítulos, de los cuales se puede deducir que el hijo de Andrei Bolkonski se convertirá en uno de los decembristas.
    La novela explora la teoría de Tolstoi de la historia, y, en particular, la insignificancia de los individuos, como Napoleón y Alejandro. Sorprendentemente, Tolstoi no consideró Guerra y Paz una novela, tampoco consideraba a muchos de los grandes escritores rusos de ficción del momento como novelistas. Este punto de vista se vuelve menos sorprendente si se considera que Tolstoi era un novelista de la escuela realista que consideraba que  la novela era un marco para el análisis de los aspectos sociales y políticos de la vida del siglo XIX. Guerra y Paz, que es para Tolstoi realmente una epopeya en prosa, por lo tanto no califica. Tolstoi pensaba que Ana Karenina era su primera verdadera novela.

     Después de Anna Karenina, Tolstoi se concentró en temas cristianos, y sus novelas posteriores como La Muerte de Iván Ilich (1886) y ¿Qué se Debe Hacer? desarrollan una filosofía cristiana anarco-pacifista radical que condujo a su excomunión de la Iglesia Ortodoxa Rusa en 1901. A pesar de toda la alabanza vertida en Anna Karenina y Guerra y PazTolstoi rechazó las dos obras más tarde en su vida, como algo que no es tan apegado de la realidad.
Creencias Religiosas y Políticas
     Después de leer el libro de Schopenhauer, El Mundo Como Voluntad y Representación, Tolstoi se convirtió poco a poco a la moral ascética sostenida en ese trabajo como el camino espiritual apropiado para las clases altas: “¿Sabes lo que este verano ha significado para mí? éxtasis constantes en Schopenhauer y una total serie de placeres espirituales que nunca habia experimentado antes... ningún estudiante ha estudiado tanto, y aprendido tanto en este curso, como lo he hecho yo este verano.”
     En el capítulo VI de su cuento corto, La Confesión, Tolstoi citó el párrafo final de la obra de Schopenhauer. Explicando cómo la nada que resulta de la negación total de sí mismo, es sólo una nada relativa, y no debe ser temida. Llamó la atención del novelista la descripción de la renuncia ascética de los cristianos, budistas, e hinduistas, como siendo el camino a la santidad. Después de leer pasajes como el siguiente, donde abunda en los capítulos la ética de Schopenhauer, el noble ruso eligió la pobreza y la negación formal de la voluntad:
“Pero esta necesidad misma del sufrimiento involuntario (por los pobres) para la salvación eterna, se expresa también por esa expresión del Salvador (Mateo 19:24): ‘Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un hombre rico entre en el reino de Dios.’ Por lo tanto, los que quieran extremadamente en serio ganar su eterna salvación, elijan la pobreza voluntaria cuando el destino les haya negado esto, y hayan nacido en la riqueza.
Así, el Buda Sakyamuni nació siendo un príncipe, pero voluntariamente, posteriormente tomó el bastón del mendigo; y Francisco de Asís, fundador de la órden mendicante, que, siendo un joven en un baile, donde las hijas de todos los nobles estaban sentadas juntas, se le preguntó: ‘Ahora Francis, ¿no hará pronto su elección de estas bellezas?’ y quien respondió: ‘¡He hecho una elección mucho más hermosa!’ ‘¿A quién?’ ‘La povertà (pobreza)’ de donde abandonó cada cosa poco después, y vagó por la tierra como un mendigo.”

     En 1884, Tolstoi escribió un libro llamado, “En Lo Que Creo,”  en donde confesó abiertamente sus creencias cristianas. Él afirmó su creencia en las enseñanzas de Jesús y fue particularmente influenciado por el Sermón del Monte, y el mandato de poner la otra mejilla, que él entiende como un, “mandamiento a la no resistencia al mal por la fuerza” y una doctrina del pacifismo y la no violencia. En su obra, El Reino de Dios Está Dentro de Ti, él explica que él considera errónea la doctrina de la Iglesia, porque habían hecho una “perversión” de las enseñanzas de Cristo. 
     Tolstoi también recibió cartas de los cuáqueros norteamericanos quienes lo introdujeron a los escritos de no-violencia de los cristianos cuáqueros como George Fox, William Penn y Jonathan Dymond. Tolstoi creía que el ser cristiano le obligaba a ser un pacifista; las consecuencias de ser un pacifista, y librar al parecer la inevitable ejecución de guerra por parte del gobierno, son la razón de por qué es considerado un anarquista filosófico.
     Más tarde, varias versiones de “La Biblia de Tolstoi,” serían publicadas, indicando los pasajes en que más se basó Tolstoi, específicamente, en las palabras reportadas de Jesús mismo.
Tolstoi creía que un verdadero cristiano podría encontrar la felicidad duradera mediante la consecución de auto-perfección interior a través de seguir el Gran Mandamiento de amar al prójimo y a Dios, en lugar de mirar hacia fuera, hacia la Iglesia o el Estado, para recibir orientación. Su creencia en la no resistencia, o no-violencia, cuando se enfrenta uno con el conflicto, es otro atributo distintivo de su filosofía basada en las enseñanzas de Cristo. 
     Al influir directamente en Mahatma Gandhi con esta idea a través de su obra, El Reino de Dios Está Dentro de Ti, Tolstoi ha tenido una gran influencia en el movimiento de resistencia a la no violenta hasta estos días. Él creía que la aristocracia era una carga para los pobres, y que la única solución a la manera en que vivimos juntos es a través de anarquismo. También se opuso a la propiedad privada y a la institución del matrimonio y valoró los ideales de la castidad y la abstinencia sexual, analizados en, Padre Sergio y su prefacio a, La Sonata de Kreutzer, ideales también sostenidos por el joven Gandhi.
    En el trabajo posterior de Tolstoi se deriva una pasión y entusiasmo por la profundidad de sus puntos de vista morales austeros. La secuencia de la tentación de Sergio en el Padre Sergio, por ejemplo, es uno de sus triunfos posteriores. Gorky relata cómo Tolstoi leyó una vez este pasaje ante de sí mismo, Chejov y Tolstoi quien se conmovió hasta las lágrimas por el final de la lectura.
Otros pasajes posteriores de raro poder incluyen las crisis de auto enfrentamiento, por los protagonistas de La Muerte de Iván Ilich y El Amo y el Hombre, donde el personaje principal en el primero, o el lector en este último, se hace consciente de la locura de la vida de los protagonistas.

     Tolstoi tuvo una profunda influencia en el desarrollo del pensamiento anarquista cristiano. Los tolstoianos eran un pequeño grupo anarquista cristiano formado por el compañero de Tolstoi, Vladimir Chertkov (1854-1936), para difundir las enseñanzas religiosas de Tolstoi. El filósofo Peter Kropotkin escribió de Tolstoi en el artículo sobre el anarquismo en la Encyclopædia Britannica de 1911:
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     Sin llamarse a sí mismo anarquista, León Tolstoi, al igual que sus predecesores en los movimientos religiosos populares de los siglos XV y XVI, Chojecki, Denkand muchos otros, tomó la posición anarquista en cuanto a los derechos de propiedad del Estado y, dedujo sus conclusiones a partir del espíritu general de las enseñanzas de Jesús y de los necesarios dictados de la razón. Con toda la fuerza de su talento, logró especialmente en, ‘El Reino de Dios Está Dentro de Ti,’ una poderosa crítica a la iglesia, el estado y la ley en conjunto, y en especial de las actuales leyes de propiedad. Él describe el estado como la dominación de los inicuos, apoyados por la fuerza brutal.
    Los ladrones, dice, son mucho menos peligrosos que un gobierno bien organizado. Él hace una búsqueda crítica de los prejuicios que son actuales, en relación con los beneficios conferidos a los hombres por la iglesia, el estado, y la actual distribución de la propiedad. En base a las enseñanzas de Jesús, deduce la regla de la no-resistencia y la condena absoluta de todas las guerras. Sus argumentos religiosos son, sin embargo, tan bien combinados con argumentos tomados de una observación desapasionada de los males presentes, que las partes anarquistas de sus obras, apelan a la religión y al lector no religioso por igual.

      Durante la rebelión de los bóxers en China, Tolstoi elogió a los bóxers. Fue un duro crítico de las atrocidades cometidas por los rusos, alemanes y otras tropas occidentales. Los acusó de participar en masacres cuando se enteró de los saqueos, violaciones y asesinatos, en lo que vio como la brutalidad cristiana. Tolstoi también nombró a los dos monarcas más, como responsables de las atrocidades: Nicolás II de Rusia y Guillermo II de Alemania. Tolstoi, un famoso chinófilo, también leyó las obras del pensador y filósofo chino Confucio.
     En cientos de ensayos en los últimos veinte años de su vida, Tolstoi reiteró la crítica anarquista del Estado y recomendó los libros de  Kropotkin y Proudhon a sus lectores, mientras que rechazó la adopción de la propaganda por el hecho, por parte del anarquismo de medios revolucionarios violentos. En el 1900 en su ensayo, “Sobre la Anarquía,” escribió, “Los anarquistas tienen razón en todo. En la negación del orden existente, y en la afirmación de que, sin autoridad, no puede haber peor violencia que la de la Autoridad en las condiciones vigentes.
Se equivocan sólo en pensar que la anarquía se puede instituir por una revolución.
Pero será instituida sólo en la medida en que existan cada vez más personas que no necesiten de la protección del poder gubernamental... sólo puede haber una permanente revolución-la moral: la regeneración del hombre interior.” A pesar de sus recelos acerca de la violencia anarquista, Tolstoi se arriesgó a circular las publicaciones prohibidas de los pensadores anarquistas de Rusia, y corrigió las pruebas para imprenta de “Palabras de un Rebelde,” de Kropotkin, publicadas ilegalmente en San Petersburgo en 1906.

     Tolstoi era un entusiasta del pensamiento económico de Henry George, incorporándolo con aprobación en obras posteriores como, La Resurrección, el libro que fue un factor importante en su excomunión.
     En 1908, Tolstoi escribió, “Una Carta a un Hindú,” delineando su creencia en la no violencia como medio para la India para obtener la independencia del dominio colonial británico. En 1909, una copia de la carta cayó en manos de Mohandas Gandhi que estaba trabajando como abogado en Sudáfrica en la época y en los inicios de convertirse en un activista. La carta de Tolstoi fue significativa para Gandhi quien escribió al famoso escritor buscando pruebas de que él fue el verdadero autor, lo que lleva a una mayor correspondencia entre ellos.
   La lectura de, “El Reino de Dios Está Dentro de Ti,” de Tolstoi, también convenció a Gandhi de evitar la violencia y abrazar la resistencia no violenta, una deuda que Gandhi reconoció en su autobiografía, llamando a Tolstoi, “el más grande apóstol de la no violencia que en la época actual se ha producido.”
     La correspondencia entre Tolstoi y Gandhi sólo duraría un año, desde octubre 1909 hasta la muerte de Tolstoi, en noviembre de 1910, pero llevó a Gandhi a dar el nombre de, La Colonia Tolstoi, a su segundo monasterio (ashram), en Sudáfrica. Además de la resistencia no violenta, los dos hombres compartieron una creencia común en los méritos del vegetarianismo, el tema de varios de los ensayos de Tolstoi.

     Tolstoi también se convirtió en un importante partidario del movimiento  de la lengua esperanto. Tolstoi fue impresionado por las creencias pacifistas de los Dujobores, una secta cristiana que rechazaba la tiranía, y llevó su persecución a la atención de la comunidad internacional, después de que quemaran sus armas en señal de protesta pacífica en 1895. 
     Él ayudó a los Dujobores en la migración a Canadá. En 1904, durante la guerra ruso-japonesa, Tolstoi condenó la guerra y escribió al sacerdote budista japonés Soyen Shaku en un intento fallido de hacer una declaración pacifista conjunta. (Wikipedia Ingles)
     Anna Karenina es una novela del escritor ruso León Tolstoi, publicada en fascículos, o entregas seriales entre 1873 y1877 en la revista El Mensajero Ruso. Tolstoi chocó con el editor Mikhail Katkov sobre cuestiones políticas que surgieron en la última entrega, el punto de vista impopular de Tolstoi sobre soldados voluntarios yendo a Serbia; Por lo tanto, la primera aparición completa de la novela en forma de libro fue en 1878.
     Ampliamente considerada como el pináculo en la ficción realista, Tolstoi consideró Anna Karenina su primera novela verdadera, cuando llegó a considerar que, La Guerra y la Paz era más que una novela.
     Fyodor Dostoyevsky declaró sobre Anna Karenina que era, “impecable como una obra de arte.” Su opinión fue compartida por Vladimir Nabokov, quien admiraba especialmente, “la magia perfecta del estilo de Tolstoi,” y por William Faulkner, quien describió la novela como “la mejor jamás escrita.” La novela goza actualmente de popularidad, como lo demuestra una reciente encuesta de 125 autores contemporáneos, hecha por J. Peder Zane, y publicada en 2007 en “El Top Ten” de la revista Time, que declaró que, Anna Karenina es la, “mejor novela jamás escrita.”
Trama e Introducción
     Anna Karenina es la trágica historia de una aristócrata /socialité casada, y su romance con el adinerado, Conde Vronsky. La historia comienza cuando ella llega en medio de una familia destrozada por el mujeriego y desenfrenado de su hermano, algo que prefigura su propia situación más adelante, aunque lamentablemente ella experimentaría menos tolerancia de parte de los demás.
     Un soltero, Vronsky, está ansioso por casarse con ella solo si ella estuviera de acuerdo en dejar a su marido Alejandrovich Karenin, un oficial del gobierno, pero ella es vulnerable tanto a las presiones de las normas sociales rusas, como a sus propias inseguridades, y la indecisión de su esposo Karenin. Aunque Vronsky y Ana van a Italia, donde pueden estar juntos, tienen problemas para hacer amigos. De regreso a Rusia, Ana Karenina es rechazada, convirtiéndose aún en una persona más aislada y ansiosa, mientras que Vronsky persigue su vida social. A pesar de las garantías que Vronsky le da a Anna, ella se vuelve cada vez más posesiva y paranoica sobre su infidelidad imaginada, temiendo una pérdida de control.
      Una historia paralela dentro de la novela es la de Konstantin Levin, un terrateniente del país que quiere casarse con Kitty, hermana de Dolly y cuñada de Anna, hermana de Esteban Oblonsky.  Konstantin debe proponer dos veces antes que Kitty acepte. La novela detalla las dificultades de Konstantin en gestionar su patrimonio, su eventual matrimonio, y sus asuntos personales, hasta el nacimiento de su primer hijo.
     La novela explora una amplia gama de temas a lo largo de sus casi mil páginas. Algunos de estos temas incluyen la evaluación del sistema feudal que existía en Rusia en esos tiempos, la política, no sólo en el gobierno de Rusia, sino también a nivel de los caracteres individuales y familias, la religión, la moral, el género y la clase social.
Resumen de la Trama
     La novela se divide en ocho partes. Su epígrafe es, “Mía es la venganza, yo pagaré,” de Romanos 12:19, que a su vez está citando de Deuteronomio 32:35.
La novela comienza con una de sus líneas más citadas:
“Las familias felices son todas iguales; cada familia infeliz es infeliz a su propia manera.”
Parte 1
     La novela comienza con una escena presentando al Prince Esteban Arkadievich Oblonsky, “Stiva,” un aristócrata de Moscú y funcionario que ha sido infiel a su esposa Daría, “Dolly.” Dolly ha descubierto su romance con la institutriz de la familia y el hogar y la familia están en crisis. Stiva informa al hogar que su hermana casada, Anna Karenina, viene de visita desde San Petersburgo.
Mientras tanto, el amigo de la infancia de Stiva, Konstantin Dmitrievich Levin “Kostya,” llega a Moscú con el objetivo de proponérsele a la hermana menor de Dolly, la princesa Catalina Alejandrovna Shcherbatskaya, “Kitty.” Levin es un terrateniente aristócrata apasionado, inquieto, pero tímido que, a diferencia de sus amigos de Moscú, decide vivir en el campo rural de su gran país. Él descubre que Kitty también está siendo procurada por el Conde Alexei Kirillovich Vronsky, un oficial del ejército.
     Mientras está en la estación de tren para encontrarse con Anna, Stiva tropieza con Vronsky, quien está allí para reunirse con su madre, la condesa Vronskaya. Anna y la condesa Vronskaya han viajado y conversado juntas en el mismo vagón. A medida que los miembros de la familia se reúnen, y Vronsky ve a Anna, por primera vez, un trabajador de ferrocarril cae accidentalmente en frente de un tren y se mata. Anna interpreta esto como un, “mal augurio.” Vronsky, sin embargo, se enamora de ella. Anna está inquieta por dejar a su joven hijo, Sergei, “Sergio,” solo por primera vez.
     En la casa de su hermano Oblonsky, Anna habla abiertamente y emocionalmente a Dolly sobre el asunto de su hermano Stiva y la convence de que Stiva todavía la ama a pesar de su infidelidad. Dolly se conmueve por los discursos de Anna y decide perdonar a Stiva.
     Kitty, quien viene a visitar a Dolly y Ana, tiene tan sólo dieciocho años. En su primera temporada como debutante, se espera que logre un excelente partido con un hombre de su posición social. Vronsky le ha estado prestando una considerable atención, y ella espera a bailar con él el un baile de esa noche. Kitty está muy impresionada por la belleza y la personalidad de Anna y se enamora de ella al igual que lo hace Vronsky.
     Cuando Levin se le propone a Kitty en su casa, ella torpemente lo rechaza, creyendo que ella está enamorada de Vronsky. Además, Kitty cree que Vronsky va a proponérsele a ella, y ella es alentada por su madre quien cree que Vronsky sería un mejor partido, en contraste con el padre de Kitty, quien favorece a Levin.

     En el gran baile, Kitty espera oír algo definitivo de Vronsky, pero él baila con Anna, eligiéndola a ella como pareja, sobre una conmocionada y afligida Kitty. Kitty se da cuenta de que Vronsky se ha enamorado de Anna y que no tiene intenciones de casarse con ella, a pesar de sus coqueteos manifiestos. Vronsky ha considerado sus interacciones con Kitty sólo como una fuente de diversión y asume que Kitty ha actuado por las mismas razones. Anna, sacudida por su respuesta emocional y física hacia Vronsky, regresa enseguida a San Petersburgo. Vronsky viaja en el mismo tren. Durante el viaje durante la noche, los dos se encuentran y Vronsky confiesa su amor. Anna lo rechaza, a pesar de que está profundamente afectada por sus atenciones hacia ella.
     Levin, abrumado por la negativa de Kitty, regresa a su finca, abandonando toda esperanza de matrimonio. Anna regresa con su esposo, Alexei Alexandrovich Karenin, un alto funcionario del gobierno, y con su hijo Sergio a San Petersburgo. Al ver a su marido por primera vez desde su encuentro con Vronsky, Ana se da cuenta de que ella lo encuentra poco atractivo, aunque ella dice que él es un buen hombre.

Parte 2

     Los Shcherbatskys, la familia de Dolly y Kitty, consultan a los médicos sobre la salud de Kitty, la cual ha estado fallando desde el rechazo de Vronsky. Un especialista aconseja que Kitty debe ir al extranjero a un centro de rehabilitación para recuperarse. Dolly habla con Kitty y comprende que ella está sufriendo a causa de Vronsky y Levin, quien se preocupó por ella y lastimó en vano. Kitty, humillada por Vronsky y atormentada por su rechazo a Levin, trastorna a su hermana haciéndole referencia a la infidelidad de Stiva, diciendo que ella nunca podría amar a un hombre que la traicionó. Mientras tanto, Stiva visita Levin en su casa de campo, mientras pone en venta de un terreno cercano.
     En San Petersburgo, Anna comienza a pasar más tiempo en el círculo de amistades de la princesa Betsy, una mujer de sociedad a la moda y prima de Vronsky. Vronsky continúa pretendiendo a Anna. A pesar de que ella inicialmente intenta rechazarlo, finalmente sucumbe a sus atenciones. Karenin le recuerda a su esposa, Anna sobre la impropiedad de prestar demasiada atención a Vronsky en público, y que se está convirtiendo el tema de chismes. Él está preocupado por la imagen pública de la pareja, aunque él cree que Anna está por encima de toda sospecha.
     Vronsky, un entusiasta de los caballos, participa en un evento de carreras de obstáculos, en la que él monta su yegua Frou Frou demasiado duro. Por su irresponsabilidad, la hace caer y romperse la espalda. Anna es incapaz de ocultar su angustia durante el accidente. Antes de esto, Anna había dicho a Vronsky que ella estaba embarazada de su hijo. Karenin también está presente en las carreras y le remarca a Anna que su comportamiento es inapropiado. Anna, en un estado de angustia extrema y emoción, le confiesa su relación a su marido. Karenin le pide que rompa con él para evitar más chismes, en la creencia de que se preservará su matrimonio.
     Kitty y su madre viajan a un balneario alemán para recuperarse de su mala salud. Allí conocen a la pietista en silla de ruedas, Madame Stahl y la virtuosa Vareñka, su hija adoptiva. Influenciada por Vareñka, Kitty se convierte en extremadamente piadosa, pero se desilusiona por la crítica de su padre cuando ella se entera de Madame Stahl está fingiendo su enfermedad. Luego regresa a Moscú.
Parte 3
     Levin continúa trabajando en su finca, un entorno muy ligado a sus pensamientos espirituales y luchas. Él lucha con la idea de falsedad, preguntándose cómo debe hacer para deshacerse de ella, y critica lo que siente es la falsedad en los demás. Desarrolla ideas relacionadas con la agricultura, y la relación única entre el trabajador agrícola y su tierra y su cultura nativa. Él llega a creer que las reformas agrícolas de Europa no van a funcionar en Rusia debido a la cultura y personalidad del campesino ruso.
     Cuando Levin visita a Dolly, ella trata de entender lo que pasó entre él y Kitty y explicar el comportamiento de Kitty. Levin está muy agitado por la charla de Dolly sobre Kitty, y él comienza a sentirse distante de Dolly cuando él percibe su comportamiento amoroso hacia sus hijos como falso. Levin decide olvidar a Kitty y contempla la posibilidad de unirse a una mujer campesina. Sin embargo, la oportunidad de ver a Kitty en su coche le hace a Levin darse cuenta de que todavía la ama. Mientras tanto, en San Petersburgo, Karenin se niega a separarse de Anna, insistiendo en que su relación va a continuar. Él amenaza con quitarle a Sergio si ella persiste en su relación con Vronsky.
Parte 4
     Cuando Anna y Vronsky siguen viéndose, Karenin consulta con un abogado acerca de cómo obtener un divorcio. Durante ese tiempo, un divorcio en Rusia sólo podía ser solicitado por la parte inocente por una aventura amorosa y requería ya sea que el culpable confesara, lo que arruinaría la posición de Anna en la sociedad y prohibía a la persona que se volviera a casar, o que la parte culpable fuera descubierta en el acto de adulterio. Karenin obliga a Anna a entregar algunas de las cartas de amor de Vronsky, lo que el abogado considera insuficiente como prueba del romance. Stiva y Dolly argumentan en contra del deseo de Karenin de obtener el divorcio.
     Karenin cambia sus planes de divorcio, después de escuchar que Anna está muriendo, después del difícil nacimiento de su hija, Annie. Al lado de su cama, Karenin perdona a Vronsky. Sin embargo, Vronsky, avergonzado por la magnanimidad de Karenin, intenta sin éxito suicidarse disparándose. A medida que Anna se recupera, se va dando cuenta que no puede soportar vivir con Karenin a pesar de su perdón y de su apego a Annie. Cuando se entera de que Vronsky está a punto de salir para tomar un puesto militar en Taskent, ella se desespera. Anna y Vronsky se reúnen y deciden fugarse a Europa, dejando a Sergio y la oferta de Karenin de divorcio.
     Mientras tanto, Stiva actúa como un casamentero con Levin: se organiza una reunión entre él y Kitty, que se traduce en su reconciliación y compromiso.
Parte 5
     Levin y Kitty se casan y comienzan su nueva vida en su casa de campo. Aunque la pareja es feliz, se someten a unos amargos y estresantes primeros tres meses de matrimonio. Levin se siente insatisfecho por la cantidad de tiempo que Kitty quiere pasar con él y trata sobre su capacidad de ser tan productivo como lo fue cuando soltero. Cuando el matrimonio comienza a mejorar, Levin se entera de que su hermano, Nikolai, se está muriendo de tuberculosis. Kitty se ofrece a acompañar a Levin en su viaje para ver a Nikolai y se demuestra a sí misma ser una gran ayuda en el cuidado de la enfermería a Nikolai. Al ver a su esposa hacerse cargo de la situación de una manera tan infinitamente más capaz que si él fuera sin ella, el amor de Levin para Kitty crece. Kitty finalmente se entera de que está embarazada.
     En Europa, Vronsky y Ana tienen dificultades para encontrar amigos que los acepten. Mientras Anna se siente feliz de estar finalmente a solas con Vronsky, éste se siente asfixiado. Ambos no pueden socializar con los rusos de su propia clase y tener dificultades para divertirse. Vronsky, quien creía que el estar con Anna era la clave de su felicidad, se encuentra cada vez más aburrido e insatisfecho. Se dedica a la pintura y hace un intento de patrocinar a un artista ruso emigrado que es genio. Sin embargo, Vronsky no se da cuenta que su propio arte carece de talento y pasión, y que su conversación sobre el arte, es muy pretenciosa.  Cada vez más inquietos, Anna y Vronsky deciden regresar a Rusia.
     En San Petersburgo, Anna y Vronsky se quedan en uno de los mejores hoteles, pero tienen suites separadas. Se hace evidente que mientras Vronsky todavía es capaz de moverse libremente en la sociedad rusa, Anna se ve impedida de ella. Incluso su vieja amiga, la princesa Betsy, la cual, al igual que Anna, ha tenido romances, evade su compañía. Anna comienza a sentir ansiedad de que Vronsky ya no la ama. Mientras tanto, Karenin es consolado por la condesa Lidia Ivanovna, una entusiasta de las ideas religiosas y místicas de moda con las clases altas. Ella le aconseja que mantenga al pequeño Sergio lejos de Anna y le diga que su madre ha muerto. Sin embargo, el pequeño Sergio se niega a creer que esto es cierto. Anna visita al pequeño Sergio sin invitación en su noveno cumpleaños, pero es descubierta por Karenin.
     Anna, desesperada por recuperar al menos parte de su antigua posición en la sociedad, asiste a un espectáculo en el teatro en el que todos los de la alta sociedad de San Petersburgo están presentes. Vronsky le suplica que no vaya, pero es incapaz de decidirse a explicarle por qué ella no puede asistir. En el teatro, Anna es públicamente desairada por sus antiguos amigos, uno de los cuales hace una escena deliberada y abandona el teatro. Anna está devastada. Incapaz de encontrar un lugar para ellos en San Petersburgo, Anna y Vronsky se retiran hacia la propia finca, 
patrimonio de Vronsky en el país.
Parte 6
     Dolly, su madre la princesa Scherbatskaya, y los niños de Dolly pasan el verano con Levin y Kitty. La vida de los Levins es simple y sin afectación, aunque Constantino Levin está inquieto por la “invasión” de tantos Scherbatskys. Se vuelve extremadamente celoso cuando uno de los visitantes, Veselovsky, coquetea abiertamente con Kitty embarazada. Levin trata de superar sus sentimientos, pero finalmente sucumbe a ellos y hace que Veselovsky se retire de su casa en una escena embarazosa. Veselovsky pasa inmediatamente a estar con Anna y Vronsky en su finca cercana.
     Cuando Dolly visita a Anna, queda devastada por la diferencia entre la vida aristocrática más sencilla de la casa el Levins, y la abiertamente lujosa y finca de Vronsky. También Dolly es incapaz de seguir el ritmo de los vestidos de moda de Anna o los gastos extravagantes de Vronsky en un hospital que está construyendo.          Además, no todo está bastante bien con Anna y Vronsky. Dolly nota el comportamiento ansioso de Anna y sus coqueteos incómodos con Veselovsky. Vronsky hace una petición emocional a Dolly, pidiéndole que convenza a Anna a divorciarse de Karenin, para que los dos puedan casarse y vivir con normalidad.
     Anna se ha vuelto intensamente celosa de Vronsky y no puede soportar que él la deje, incluso para excursiones cortas. Cuando Vronsky la abandona durante varios días de elecciones provinciales, Anna se convence de que debe casarse con él, con el fin de evitar que Vronsky pueda dejarla. Después que Anna le escribe a Karenin, Vronsky y ella abandonan el campo para ir a Moscú.
Parte 7
     Mientras visitan Moscú debido al confinamiento de Kitty, Levin se acostumbra rápidamente a un ritmo rápido y costoso, y a una frívola vida social de la ciudad. Levin acompaña a Stiva a un club de caballeros, donde los dos se encuentran con Vronsky. Levin y Stiva visitan a Anna, quien está ocupando sus días vacíos, en ser la patrona de una niña huérfana Inglésa. Levin esta inicialmente intranquilo con la visita, pero Anna lo coloca fácilmente bajo su hechizo. Cuando Levin admite a Kitty que ha visitado Anna, ella lo acusa de haberse enamorado de ella. La pareja se reconcilia más tarde, al darse cuenta de que la vida de la sociedad de Moscú ha tenido un efecto negativo, corrompiendo a Levin.
     Anna no puede entender por qué ella puede serle atractiva a un hombre como Levin, quien tiene una joven y hermosa nueva esposa, pero ya no puede atraer a Vronsky. Su relación con Vronsky es sometida a presiones crecientes, porque él puede moverse libremente en la sociedad rusa, mientras ella queda excluida. Su creciente amargura, el aburrimiento y los celos provocan que la pareja discuta. Anna utiliza morfina para ayudarse a dormir, un hábito que comenzó mientras vivía con Vronsky en su casa de campo. Ella se ha convertido en dependiente de ella. Mientras tanto, después de un parto largo y difícil, Kitty da a luz a un hijo, Dmitri, apodado “Mitia.” Levin está a la vez horrorizado y profundamente conmovido por la visión del pequeño, bebé indefenso.
     Stiva visita Karenin para buscar su recomendación para un nuevo puesto. Durante la visita, Stiva pide a Karenin conceder a Anna el divorcio, lo que requeriría de él que confesase un romance inexistente, pero las decisiones de Karenin se rigen ahora por un francés, “clarividente,” recomendado por Lidia Ivanovna. El clarividente al parecer tuvo una visión en sueños durante la visita de Stiva y da a Karenin un mensaje críptico que se interpreta de una manera tal que Karenin debe rechazar la solicitud de divorcio.
     Anna se vuelve cada vez más celosa e irracional hacia Vronsky, de quien ella sospecha de tener relaciones amorosas con otras mujeres. Ella también está convencida de que Vronsky va a ceder a los planes de su madre, y que terminará casándose con una rica mujer de sociedad. Ambos tienen una amarga disputa y Anna cree que la relación ha terminado. Ella empieza a pensar en el suicidio como un escape a sus tormentos. En su confusión mental y emocional, le envía un telegrama a Vronsky pidiéndole que venga a casa con ella, y luego hace una visita a Dolly y Kitty. La confusión y el enojo supera a Anna, y de forma paralela a la muerte accidental del trabajador ferroviario en la Parte 1, ella se suicida arrojándose debajo del carro de un tren en marcha.
Parte 8
     El más reciente libro del hermano de Levin es ignorado por los lectores y críticos, por lo que decide unirse al nuevo movimiento pan-eslavista. Stiva consigue el puesto que tanto deseaba, y Karenin toma custodia del bebe de Vronsky y de Anna, Annie. Un grupo de voluntarios rusos, entre ellos el suicida Vronsky, abandonan Rusia para luchar en la revuelta serbia ortodoxa que se ha desatado contra los turcos. Mientras tanto, se produce una tormenta eléctrica en la finca de Levin, mientras que su esposa y su hijo recién nacido están al aire libre, y en su temor por la seguridad de ambos, Levin se da cuenta de que en efecto, ama a su hijo tanto como a Kitty.
    A la familia de Kitty le preocupa qu un hombre tan altruista como Levine, su marido, no se considere a sí mismo como un cristiano, pero después de hablar largo y tendido con un campesino, Levin tiene un verdadero cambio de corazón, concluyendo que sí cree en los principios cristianos que le habían enseñado en la infancia, y ya no se cuestiona su fe. Se da cuenta de que uno debe decidir por sí mismo lo que es aceptable en relación con la fe y las creencias propias de cada uno. Él decide no decirle a Kitty del cambio que ha sufrido, pues teme le disguste a ella inicialmente que su regreso a su fe, no traiga consigo, una transformación completa hacia la justicia. Sin embargo, al final de la historia, Levin llega a la conclusión de que a pesar de sus nuevas creencias aceptadas, él es humano, y saldrá a cometer errores. Su vida ahora es verdaderamente significativa y puede ahora ser orientada hacia la justicia.

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Estilo
     Estilo de Tolstoi en Anna Karenina es considerado por muchos críticos como de transición, formando un puente entre la novela realista y modernista. La novela es narrada desde una perspectiva en tercera persona omnisciente, cambiando la atención del narrador hacia varios personajes importantes, aunque con mayor frecuencia se centra en los estilos de vida opuestos y las actitudes de sus protagonistas centrales de Ana y Levin. Como tal, cada una de las ocho secciones de la novela contiene variaciones internas en el tono: asume una voz relajada al seguir los pensamientos y las acciones de Stepan Oblonsky y una voz mucho más tensa cuando se describen los encuentros sociales de Levin. Gran parte de la sección séptima de la novela representa los pensamientos de Anna con fluidez, siguiendo cada una de sus reflexiones y asociaciones libres con su inmediato sucesor. Este uso innovador de la corriente de la conciencia sería utilizado por autores posteriores como James Joyce, Virginia Woolf y William Faulkner.
     Igualmente importante es el uso que hace Tolstoi de los eventos reales en su narrativa, para que presten mayor verosimilitud a los hechos de ficción de su narrativa. Personajes debaten temas sociopolíticos significativos que afectan a Rusia en la segunda mitad del siglo XIX, como el lugar y el papel del campesino ruso en la sociedad, la reforma de la educación, y los derechos de las mujeres. La representación de Tolstoi de los personajes en estos debates, y de sus argumentos, le permite comunicar sus propias creencias políticas. Sus personajes a menudo, cumplen con funciones sociales similares a las que Tolstoi cumplió, y él incluye en estos pasajes sus propias observaciones de las ideologías, comportamientos e ideas desarrollándose a través de la Rusia contemporánea por medio de los pensamientos de Levin. La amplia gama de situaciones e ideas representadas en Anna Karenina de Tolstoi permite presentar un tratado sobre la Rusia de su época, y, en virtud de su misma amplitud y profundidad, de toda la sociedad humana. Esta técnica estilística, así como el uso de la perspectiva en la novela, contribuye en gran medida a la estructura temática de Anna Karenina.

Temas Principales.
     Anna Karenina se cree comúnmente explora los temas de la hipocresía, la envidia, la fe, la fidelidad, la familia, el matrimonio, la sociedad, el progreso, el deseo carnal y la pasión, y la conexión a la tierra agraria en contraste con los estilos de vida de la ciudad. La traductora, Rosemary Edmonds, escribió que, Tolstoi no moralizó explícitamente en el libro, sino que permitió que sus temas, surgieran de forma natural, a partir del, “gran panorama de la vida rusa.” Ella también dice que, uno de los mensajes clave de la novela, es que “nadie puede construir su felicidad sobre el dolor de los demás.”
     Levin es a menudo considerado una representación semi-autobiográfica de Tolstoi y sus propias creencias, sus luchas y sus acontecimientos en su vida. El primer nombre de Tolstoi es “Lev,” y el apellido en Rusia “Levin” significa “de Lev.” De acuerdo con las notas al pie en la traducción Pevear / Volokhonsky, los puntos de vista de  Levin mantenidos a lo largo en toda la novela, coinciden con los argumentos y opiniones abiertas de Tolstoi sobre las mismas cuestiones. Por otra parte, de acuerdo con W. Gareth Jones, Levin se le propone a Kitty en la misma forma que Tolstoi a Sofía Behrs. Además, la solicitud de Levin de que su prometida pueda leer su diario, como una forma de revelar sus faltas y encuentros sexuales anteriores, es paralelo a la propia solicitud de Tolstoi a su novia Sofía Behrs.
Contexto Histórico.
     Los acontecimientos de la novela tiene lugar en un contexto de rápidas transformaciones como resultado de las reformas liberales iniciadas por el emperador Alejandro II de Rusia, la principal de ellas la reforma de la Emancipación de 1861, seguida de la reforma legal, incluyendo los juicios con jurado; la reforma militar, la introducción del gobierno local electo (zemstvos), el rápido desarrollo de los ferrocarriles, los bancos, la industria, el telégrafo, el surgimiento de nuevas elites empresariales y la decadencia de la vieja aristocracia terrateniente, una prensa más libre, el despertar de la opinión pública, el movimiento paneslavista, la cuestión de la mujer, etc. 
     Estos desarrollos contemporáneos son objeto de acalorados debates por los personajes de la novela.
La estación de tren, ubicado en las cercanías de Obiralovka, donde Anna se suicidó, y que ahora se conoce como la ciudad de Zheleznodorozhny, Moscow Oblast. (Wikipedia en Ingles)
Ana  Karenina
de León Tolstoi
     El príncipe Esteban Oblonsky despertó como de costumbre a las ocho de la mañana, pensando, “¿Porqué estoy en mi despacho…? Oh, ya recuerdo…Daría y yo estamos disgustados. Todo es por mi culpa, ¡Qué estúpido fui, al enredarme con la institutriz de mis hijos! Daría está muy ofendida.  No me perdonará nunca. Incluso ha hablado de separación.” El mayordomo Matvei lo interrumpió, diciendo, “Buenos días excelencia. Acaba de llegar éste telegrama para usted.” Esteban tomó el papel y lo leyó. Enseguida, dijo al mayordomo, “Matvei, mi hermana, llega mañana. Ella influirá para que mi esposa y yo nos arreglemos. Comunícale tú la llegada de mi hermana a mi esposa. Yo prefiero no hablar con ella por el momento.” El sirviente dijo, “Lo haré excelencia.”
     Una hora después, Esteban entraba en su oficina, en uno de los tribunales de Moscú, donde era presidente, descubriendo una visita inesperada. Esteban dijo al verlo, “¡Constantino Levine!¡Esto sí que es una sorpresa!¿Cuando has llegado?” Constantino dijo, “Hoy, a las siete de la mañana. Tenía muchas ganas de verte.” Esteban se acomodó y se sentó en su escritorio y dijo, “¡Querido amigo, qué gusto me da verte! Desde que te fuiste a vivir al campo, hace seis meses, no habías regresado a Moscú.” 
     Constantino le dijo, “He estado muy ocupado. Mis tierras estaban muy abandonadas.” Esteban dijo, “Además, a ti siempre te gustó el campo. Cuando estábamos en la universidad continuamente hablabas de ir a instalarte allá.” Constantino le dijo, “Así es. La vida es totalmente distinta a la de la ciudad y me agrada mucho.” Esteban dijo, “¿Y qué te ha traído a Moscú?” 
     Constantino dijo, “Vengo a pedir la mano de tu cuñada.” Esteban preguntó, “¿De Kitty?” Constantino contestó, “Sí. Debí pedirle que se casara conmigo antes de marcharme, pero, no me atreví.” Esteban dijo, “Hiciste una tontería. Kitty se quedó muy herida. Primero la cortejaste y luego partiste sin ninguna explicación.” 
     Constantino explicó, “Ahora lo comprendo. Entonces pensaba que no era digno de una mujer como ella. En la soledad del campo, me di cuenta que la ámo demasiado para perderla y decidí regresar.” Esteban le dijo, “Espero que no sea tarde…” Constantino preguntó, “¿Por qué dices eso?” El sirviente llegó a interrumpir, diciendo, “Excelencia, lo esperan en la sala del consejo.” Esteban se disculpó diciendo, “Perdóname, pero debo dejarte. Si quieres ver a Kitty, va todas las tardes a patinar al parque. ¿Qué te parece que comamos juntos?” Constantino dijo, “Muy bien. Pero no podrá ser hasta mañana. Nos vemos en el club.”
     Esa tarde, cuando Constantino Levine llegó al parque, pensó, “Allá esta Kitty. ¡Qué hermosa es! Esteban tiene razón. Fui un tonto al irme y dejarla.” Uno de los jóvenes del grupo dijo, “¡Miren quien viene allí!” Otro joven de los del grupo dijo, “¡Constantino Levine!¡Qué gusto verte!” Constantino Levine saludo al grupo, y luego, Kitty le dijo, “¿Desde cuándo estas aquí?” Constantino dijo, “Llegué esta mañana. Pensaba en ir a tu casa, pero Esteban me dijo que te podría encontrar aquí.” 
     Kitty dijo, “Sí. Vengo todos los días.” Constantino dijo, “¿Vienes conmigo Kitty?” Kitty dijo, “No, ya he tenido bastante por hoy, debo irme, quedé de…ir de compras con mi madre.” Constantino dijo, “Kitty, estas muy bella.” Kitty le dijo, “Gracias Constantino, ¿Has venido por mucho tiempo?” Constantino dijo, “No lo sé. Dependerá de ti.” 
     La joven lo miro turbada y se hizo la desentendida, diciendo, “Oh, allí viene el coche por mí.” Constantino dijo, “¿Puedo ir a visitarte?” Kitty dijo buscando evadirlo, “Claro, como de costumbre recibimos los jueves. Hoy, por consiguiente, adiós Constantino.” Constantino dijo insistiendo, “Hasta la tarde Kitty.”
      Horas después, Katty estaba en su residencia, y pensaba, “¿Por qué tenía que regresar ahora que yo pensaba que ya lo había olvidado?¡Cuanto sufrí cuando se fue! Luego conocí a Alexis y me enamoré de él. Entonces, ¿Porqué siento estas dudas?¿A cuál de los dos amo en realidad? Me siento confundida, pero no debo estarlo. Alexis es el hombre de mi vida. Es a él a quien quiero.” Kitty bajó al salón convencida de cual debía ser su destino. Apenas había bajado, cuando entro Constantino Levine, quien dijo, “Parece que he venido algo temprano, pero precisamente deseaba encontrarte sola.” Kitty dijo, “Mamá no tardará en bajar. Se cansó un poco mientras comprábamos y…” 
     Constantino dijo, “Kitty, quiero que hablemos antes de que lleguen los demás. Fui un tonto al marcharme. Te amo y deseo que seas mi esposa.” Kitty se entristeció, y dijo, “Levine yo…lo siento…” Constantino dijo, “¡Me rechazas! Yo pensé que me amabas. Fui demasiado iluso. ¿Cómo podías tú fijarte en mí?” Katty dijo, “Si me lo hubieses pedido hace unos meses, habría sido diferente. Ahora…han sucedido tantas cosas…” En ese momento empezaron a llegar los invitados y fueron interrumpidos. Kitty dijo, “Constantino, te presento al conde Alexis Wronsky.” Constantino extendió su mano y pensó, “Ese hombre es mi rival.” Constantino los estuvo observando y comprendió que ella amaba al conde como si lo hubiese confesado, y pensó, “Cómo le brillan los ojos cuando lo mira. Debo reconocer que el conde es apuesto, elegante y simpático.” Constantino salió de aquella casa con todas sus esperanzas rotas, pensando, “La he perdido, se casará con el conde Alexis, no hay duda. Regresare ahora mismo al campo. Ya no tengo nada que hacer aquí.”
     Al día siguiente, Esteban Oblosnky estaba en la estación del tren, y entonces, sorpresivamente encontró al conde Alexis Wronsky, a quien dijo, “Buenos días, conde Alexis. ¿A quién viene a esperar?” El conde Alexis le dijo, “A mi madre que regresa de San Petersburgo, ¿Y usted?” Esteban dijo, “Espero a una hermosa mujer. Pero no piense mal. Es mi hermana Ana.” El conde Alexis preguntó, “¿La señora Ana Karenina?” Esteban preguntó también, “¿La conoce?” El conde Alexis dijo, “No, al que conozco es a su esposo. Me lo presentaron en una oportunidad. Ah, ahí está el tren. Iré por mi madre. Siempre espera que suba a buscarla.” 
     Esteban Oblosnky dijo, “Yo esperaré aquí a Ana.” El conde Alexis subió al tren y cuando encontró a su madre dijo, “¡Madre!¿Tuvo buen viaje?” Su madre le dijo, “Excelente, he tenido una maravillosa compañera de asiento.” En ese momento fueron interrumpidos. Ana Karenina, su compañera de asiento dijo, “Condesa, debo despedirme, pero quiero que sepa que ha sido un placer viajar con usted.” La condesa le dijo, “Querida permítame presentarle a mi hijo, el conde AlexisWronsky. Alexis, la señora Ana Karenina.” El conde Alexis Wronsky dijo, “A sus pies, señora.” La condesa dijo, “Su marido la acomodó junto a mí. Ha sido una suerte. Ana es una persona encantadora. Hemos venido platicando todo el viaje.” Ana dijo, “Sí, de nuestros hijos. Yo hablaba del mío, y la condesa de usted. Bien, debo irme. Adiós conde. Adiós condesa.” La condesa dijo, “Espero volver a verla. Aunque mi casa está en un poblado cercano a Moscú, desearía que me visite. Ha ganado usted mi afecto.”
     Mientras Ana Karenina se iba, la condesa dijo, “Es una dama adorable. Fue una suerte para mí tenerla de compañera.” El conde Alexis pensó, “Nunca había visto una mujer tan bella.” Mientras ayudaba a su madre en el tren, Alexis no apartaba los ojos de la ventanilla observando a Ana Karenina, a quien su hermano Esteban le decía, “Hermanita, no sabes el gusto que me da que hayas venido.” Ana dijo, “¿Te sucede algo grave? Tu telegrama me alarmó mucho.” Esteban dijo, mientras la acompañaba, “He tenido problemas con Daria. Ya te explicaré en el camino.” Cuando llegaron a la casa, Esteban se marchó dejando a Ana entrar sola. Ana dijo al entrar, “¡Daría!” Daría dijo, “¡Ana, cuanto me alegro de verte!” Se abrazaron y luego se sentaron a platicar. Ana dijo, “Daría, ya sé lo que sucede. No voy a hablarte a favor de Esteban. Lo único que puedo decirte es que esta muy arrepentido.” 
     Daría dijo, “Ana, no sé qué hacer. Estoy tan herida. No te puedes imaginar cuanto sufro.” Ana dijo, “Te comprendo. Esteban también sufre. Él te ama y no se resigna a perderte.” Daría dijo, “Quisiera perdonarlo, pero temo que reincida. Si tú estuvieras en mi caso, ¿perdonarías?” Ana dijo, “No lo sé, pero de hacerlo borraría el pasado. Piensa en los niños. Si aún lo amas, dale otra oportunidad.” Daría dijo, “Lo quiero mucho…tienes razón. ¡Qué contenta estoy de que hayas venido! Ahora me siento mejor. Eres muy buena, Ana.” Ana dijo, “Siempre estaré de tu parte. No llores más. Cuando llegue Esteban, habla con él. Todo saldrá bien.” Daría dijo, “Eso haré. Gracias por tu comprensión. Vamos. Te llevaré a tu habitación. Debes estar cansada, viajando toda la noche.”
     Poco antes de la comida, Ana bajó al salón. Esteban le dijo, “Hermana, ya todo está bien. Cuando llegué, le volví a pedir perdón a Daría y me lo concedió.” Ana dijo, “Me alegro Esteban. No vuelvas a cometer más locuras. Tu esposa no se lo merece.” Esteban dijo, “Ana, ¿recuerdas a mi cuñada Kitty?” Ana dijo, “Por supuesto. A pesar de que era una niña la última vez que la vi, la habría reconocido. Se ha transformado en un joven muy bella.” Kitty dijo, “Gracias señora. Es usted muy amable.” Ana Karenina dijo, “Puedes llamarme Ana, por favor. Daría y yo somos como hermanas y espero que contigo suceda igual.” Después de comer, Esteban se marchó y las mujeres se instalaron a platicar. Daría dijo, “Iré a ver a los niños. ¿Me disculpan un momento?” 
     Ana dijo, “Ve, no te preocupes por nosotras.” Kitty dijo, “Me ha dicho mi hermana que se quedará hasta la próxima semana. Me da gusto porque entonces asistirá al baile de los Wejekof.” Ana Karenina dijo, “Creo que no podre evitarlo. No me gustan los bailes.” La joven Kitty dijo, “Éste será soberbio. Estoy ansiosa porque llegue el día.” Ana Karenina dijo, “Esperas tener un gran éxito, ¿verdad? Y con un caballero especial.” La joven Kitty dijo, “Sí, ¿Cómo lo adivinó?” Ana Karenina dijo, “Esteban me ha contado. El caballero es el conde Alexis Wronsky. Lo conocí hoy en la estación.” La pequeña Kitty dijo, “¿Estaba allí?” Ana Karenina dijo, “Sí, fue a buscar a su madre. Hice el viaje con ella. Es una dama muy agradable.” Kitty dijo, “Y él, ¿qué te pareció?” Ana Karenina dijo, “La verdad…no me fijé bien…creo que iré a ver a los niños. Apenas los saludé ésta mañana.”
     Una semana después, en la fiesta, un caballero mayor de edad se acercó a Kitty y dijo, “Kitty, ¿bailarás conmigo el Cotillón?” Kitty dijo, “No puedo. Ya lo tengo comprometido.” La joven se sentía dichosa, sabía que esa noche se decidiría su destino. Mientras observaba el baile, Kitty pensaba, “Alexis solo me ha pedido dos piezas; pero seguro que bailaré con él el Cotillón, y entonces…” Con esa esperanza Kitty había rechazado cinco invitaciones. Kitty pensó, “¿Dónde está ahora Alexis?...Oh, Baila con Ana.”
     Kitty los estuvo observando y de pronto sintió que el corazón se oprimía, pensando, “Ana está diferente. Nunca la vi tan feliz. ¿Qué la hace sonreír así?¿Será él? Y Alexis la mira como si fuera la única mujer que está en el salón. ¡Oh, no. Dios mío!” El baile que había empezado como algo maravilloso, se convirtió en una pesadilla, y cuando se organizó el Cotillón, Kitty pensó, “Él no vendrá por mi y no tengo pareja. Rechacé a todos los que me lo pidieron.” Desesperada, Katty se retiró a un salón solitario, pensado, “Quizá me equivoqué. Alexis vendrá a buscarme. Solo ha tratado de ser amable con ella.” En ese momento, la anfitriona, la condesa Ivanova llegó y le dijo, “Kitty, ¿qué haces aquí?¿No bailas el Cotillón?” Kitty le dijo, “No condesa, yo…” La condesa le dijo, “Sé lo que te sucede. Alexis invitó a Ana.” Kitty se molestó y dijo, “¡No me importa! Él es dueño de hacer lo que quiera.” La condesa le dijo, “Sí, claro. Pero no puedes quedarte aquí. Te traeré una pareja.”
     Momentos después, Kitty se unía a la danza del brazo de un anciano príncipe. Mientras Kitty bailaba con el anciano príncipe, observaba a Ana y Alexis bailando, pensando, “No hay duda. Lo ha hechizado. Hay en ella una seducción extraña, casi infernal.” Cuando termino la danza, el anfitrión, el duque de Wejekof observó que Ana se retiraba, entonces la detuvo y le dijo, “No debe marcharse aún. Le ruego se quede a cenar.” Ana Karenina dijo, “Se lo agradezco duque de Wejekof, pero debo descansar antes del viaje. He decidido partir mañana para San Petersburgo.” El duque de Wejekof le dijo, “Realmente lo lamento. Es una lástima que se vaya. ¿Verdad conde?” El conde Alexis dijo, “Sí, todos desearíamos que se quedara.” Las miradas de Ana y Alexis se encontraron. Ella rápidamente apartó la suya, y dijo, “Son muy amables. Ha sido un hermoso baile. Adiós duque. Adiós conde.” Alexis dijo, “Hasta pronto Ana.”
     Al día siguiente, Ana dialogaba con Daría, quien le decía, “Lamento que hayas decidido marcharte. ¿Acaso te vas por lo sucedido anoche en el baile?” Ana le dijo, “Sí, no quiero que Kitty sufra. No fue mi intención molestarla. Ella esperaba que el conde le propusiera matrimonio y no fue así.” Daría dijo, “Creo que es mejor que las cosas hayan sido así. Quiere decir que Alexis no ama a mi hermana, si ha sido capaz de enamorarse de ti.” Ana Karenina dijo, “No digas eso. Cuando yo me haya ido, todo volverá a ser como antes entre ellos. Dile a Kitty que no me guarde rencor.” Daría dijo, “No te preocupes. Hablaré con ella. Vete tranquila. Nunca olvidare lo que hiciste por mí. Te quiero y te querré siempre.” Ana Karenina dijo, “Gracias Daría. Vine a ayudarte y ahora la que me ayudas eres tú.”
     A las siete de la tarde Ana Karenina partió en el tren para San Petersburgo, y cuando llegaron a la primera estación, Ana Karenina dijo, “Voy a bajar. Necesito tomar un poco de aire.” Ana estuvo paseando por el andén, y de pronto, escuchó una voz, “Buenas noches.” Ana Karenina dijo, “¡Alexis, usted aquí! Ignoraba que pensaba ir a San Petersburgo. ¿Porqué va?” Alexis dijo, “Bien sabe que para estar a su lado. No puedo evitarlo.” Ana Karenina le dijo, “Lo que dice es imprudente y debe olvidarlo como yo lo haré.” Alexis le dijo, “Yo no olvido ni podre olvidar ninguna de sus palabras, de sus sonrisas, porque…” 
     Ana Karenina dijo, “¡Basta! ¡No siga!” Rápidamente Ana subió al tren. Se sentía angustiada y feliz al mismo tiempo, pensando, “No debo pensar en él. Tengo un esposo. Un hijo. El conde Alexis no tiene cabida en mi vida. Lo de anoche fue una locura.” En la madrugada, cuando el tren llego a su destino, Alexis la vio desde la distancia y pensó, “Allí esta con el marido. Ella no puede amarlo. Voy a acercarme. Tengo que hablarle una vez más.” Alexis se acercó y le dijo, estando ella con su esposo, “Buenos días ¿Pasó usted buena noche, señora?” Ana Karenina dijo, “Muy bien, gracias. Alejandrovich, te presento al conde Wronsky.” Alejandrovich dijo, “Me parece que ya nos conocemos. Según veo, ha viajado con la madre de ida y con el hijo de regreso.” Ana Karenina dijo, “Así es.” Se hizo un silencio. Wronsky, comprendiendo que debía marcharse, se despidió. Ana Karenina dijo a su esposo Alejandrovich, “¿Cómo esta Sergio?” Alejandrovich le dijo, “Muy bien. Pero te extraña. Mimas mucho a nuestro hijo.”
     Ana volvió a su vida habitual, frecuentando los exclusivos salones de San Petersburgo, a los que también asistía el conde Alexis Wronsky. En una de esas reuniones, ambos se encontraron. Entonces, Alexis le dijo, “Ana, me siento tan feliz cuando la veo. Si quisiera comprender cuanto sufro…” Ana Karenina le dijo, “Le he pedido que no me hable así. No puedo darle más que mi amistad.” Aunque ella no le daba ninguna esperanza, no podía disimular la alegría que experimentaba al encontrarlo. Alexis le dijo, “No sea cruel. Usted no puede ser indiferente a lo que siento. Sus ojos me han dicho que…” Ana Karenina dijo, “Por favor, escúcheme. He recibido carta de Moscú. Me dicen que Kitty está muy enferma.” 
     Alexis dijo, “Lo lamento.” Ana Karenina dijo, “Usted es el culpable del estado de esa pobre niña.” Alexis dijo, “No diga eso. En los sentimientos no se puede mandar. ¿Qué puedo hacer?” Ana Karenina dijo, “Ir a Moscú e implorar el perdón de Kitty.” Alexis dijo, “No puede pedirme eso. ¿No comprende que usted es mi vida? La amo, y sé que me corresponde, que sufre como yo sufro.” En ese momento entro en el salón Alejandrovich Karenin, quien saludó, miró a la pareja, y se sentó sin decir nada, pensando, “La actitud de Ana es muy incorrecta. Da motivos a que se comente de ella, y eso no lo voy a permitir.” Alejandrovich estuvo platicando y después de media hora se levantó, diciendo, “Ana, ya es hora de que regresemos a casa.” Ana Karenina dijo, “Yo me quedaré. No deseo irme aún.” Alejandrovich se marchó, y Ana se quedó hasta después de media noche.
     Alexis le dijo, “Ana, ¿no me da ninguna esperanza?¿Permitirá que continúe sufriendo?” Ana Karenina dijo, “Alexis, yo…” Ella extendió las manos y sin decir nada, claudicó a ese amor. Alexis dijo, “Querida, querida. Me haces tan feliz.” Ana dijo, “Debo marchar. Estoy cometiendo un gran error. Pero no puedo evitarlo.” Cuando Ana llego a su casa, no podía ocultar la felicidad que la embargaba. Alejandrovich le dijo, “Ana, necesito hablar contigo.” Ana dijo, “¿Ahora? Ya es tarde. Estoy cansada.” Alejandrovich dijo, “Es necesario. Hoy has sido muy imprudente. Tu conversación con el conde Alexis Wronsky, estas noche, ha llamado la atención.” 
     Ana dijo, “No entiendo a qué te refieres. Simplemente estaba entretenida platicando.” Alejandrovich la tomó de los hombros y dijo, “Tal vez me equivoque. Pero te lo digo por tu bien. Soy tu esposo y te amo.” Ana dijo, “¿Amar?¿Qué sabes tú de eso? Si no hubiera oído hablar de amor, hasta ignoraría la palabra.” Alejandrovich dijo, “Espero que lo de hoy no se vuelva a repetir. Siempre has actuado correctamente. Quizá no te diste cuenta y…” Ana dijo, “Alejandrovich, estoy cansada. Tengo deseos de dormir. Es mejor que nos retiremos.” Alejandrovich dijo, “Esta bien, pero piensa en lo que te he dicho.” Ana Karenina pensó, “Demasiado tarde. No sabía lo que era el amor, hasta que conocí a Alexis y no voy a renunciar a esa felicidad.”
     A partir de esa noche, Ana se entregó por completo a su amor por el conde Alexis Wronsky. Alejandrovich Karenin se daba cuenta de ello sin poder evitarlo, diciendo, “Ana, ¿Dónde has estado? Te he pedido que no regreses tan tarde.” Ana dijo, “Fui a casa de la princesa Betsy.” Alejandrovich dijo, “Preferiría que no frecuentaras tanto su casa.” Ana dijo, “No entiendo. Antes me reconvenías porque salía poco, y ahora te molesta que lo haga. Francamente no puedo darte gusto.” Así pasó casi un año. Entre tanto, muy lejos de allí, en una finca campestre, un carruaje llegaba y Constantino decía al ver llegar el carruaje, “¡Esteban!¡Tú aquí!” Esteban dijo, bajando del carruaje, “No me esperabas. ¿Verdad? Pues he venido a verte, aunque no lo creas.” Constantino dijo, “¡Qué sorpresa tan agradable!¿Qué te trae al campo? Debe ser algo muy importante, para que hayas dejado tu adorado Moscú.” 
     Esteban dijo, “Vine a vender unas tierras y decidí pasar a visitarte.” Ambos entraron a la casa, y después de platicar de diferentes temas, Constantino dijo, “No me has dicho si tu cuñada se casó.” Esteban dijo, “No, ni piensa en ello. Estuvo muy enferma.” Constantino dijo, “¡Enferma! Kitty enferma. Y ese Alexis Wronsky. ¿Dónde está?” Esteban dijo, “En San Petersburgo. Si quieres que te sea franco, tú eres un poco culpable de lo que sucedió. Tuviste miedo a un rival y le dejaste el campo libre. Y él no tenía realmente interés en Kitty.” Constantino dijo, “¡Cómo es posible! Y yo que creí…tienes razón. Debí haber luchado por lo que amaba…quizá aún no sea tarde…”
    Y mientras que para Constantino Levine se habría una esperanza, en San Petersburgo, Alexis decía a Ana, “Ana, ¿qué tienes?¿Estas enferma? Apenas recibí tu recado me apresuré a venir. ¿Qué te sucede, mi amor?” Ana dijo, “Alexis, estoy embarazada.” El conde palideció, comprendiendo que había llegado el momento de tomar una resolución, y dijo, “Querida mía, ahora nuestra suerte está echada. Es absolutamente necesario poner fin a esta mentira en que vivimos.” Ana preguntó, “¿Y en qué forma?” Alexis dijo, “Es preciso que abandones a tu marido y que unamos muestras vidas.” Ana dijo, “Huir, ser tu amante ante todos… ¿Y mi hijo? Qué va a ser de él. No, no puedo hacerlo.” Alexis le dijo, “Querida, escucha…” Ana le dijo, “Por favor, ahora no. Ya hablaremos de ello. Te lo suplico.” Alexis dijo, “Esta bien, como quieras. ¿Iras a las carreras esta tarde?” Ana dijo, “¿Cómo podría faltar si tú compites? Me acompañará la princesa Betsy.”
     Esa tarde, toda la sociedad de San Petersburgo se reunió en el hipódromo, para presenciar las carreras militares. Ana estaba con Betsy, quien le dijo, “Mira Ana, acaba de llegar tu marido.” Ana dijo, “Ha venido solo por molestarme. Cada día lo detesto más.” Alejandrovich se acercó sonriente y se ubicó junto a su esposa. 
      En silencio, Ana pensó, “No lo soporto. ¿Cómo puede actuar como si nada sucediera entre nosotros? Para él, primero son las convenciones sociales. Soporta todo para evitar lo que llama el escándalo.” Dieron la señal de partida y la atención fue puesta en los competidores.  De pronto, Ana gritó, “¡Oh, nooo!” El grito de Ana al caer el conde Alexis, llamó la atención de toda la concurrencia. Alejandrovich le dijo, “¡Ana, vámonos!” Ana le dijo, “¡No!¡Déjame!” Betsy dijo, “Ana, cálmate. Alexis está bien. Me lo acaba de decir un oficial.” Ana dijo, “Él pudo haberse herido…” Alejandrovich dijo, “Ana, te he dicho que nos vamos.” Betsy le dijo, “Vete querida. Es mejor.”
     Cuando estuvieron en el interior del coche, Alejandrovich dijo, “Debo decirte que tu proceder de hoy ha sido muy inconveniente.” Ana dijo, “¿A qué te refieres?” Alejandrovich dijo, “A la desesperación que nos sabido disimular cuando uno de los jinetes cayó. Ya te pedí que te comportaras correctamente. Pero actúas de forma que permite a las malas lenguas murmurar. Espero que esto no se repita. Quizá me equivoque…” Ana Karenina dijo, “¡No estás equivocado!¡Lo amo!¡Soy su amante! No te soporto. Te odio. Puedes hacer lo que quieras. Pero es la verdad.” 
     Alejandrovich la miró con tal odio, que Ana se encogió en el asiento. Alejandrovich dijo, “Ignoraré lo que me has dicho. No habrá separación entre nosotros. Sería un desprestigio que no voy a tolerar.” Ana dijo, “Pero…” Alejandrovich continuó, “Te exijo que no vuelvas a ver a ese hombre. De no ser así, te arrepentirás, Ana.” Ana pensó, “¿Qué voy a ser? Es capaz de las peores venganzas. Lo conozco bien.”
     A día siguiente, cuando Ana se reunión con el conde, le dijo, “Ayer le confesé todo a mi marido. Le dije que te amo.” Alexis dijo, “¿Cómo reaccionó?” Ana Karenina le dijo, “Me exigió que no te vuelva a ver. Que debo guardar las apariencias. A él solo le importa lo que puede decir la gente.” Alexis le dijo, “Ana, debes dejarlo. No podemos seguir así. Nos iremos a vivir lejos de aquí.” Ana le dijo, “¿Y mi hijo? Tendría que abandonarlo. Jamás me permitiría llevarlo conmigo.” Alexis le dijo, “¿No es preferible que lo dejes, a continuar esta vida humillante?” Ana dijo, “No digas eso. Para mí no lo es. Te amo tanto que no me arrepiento de nada de lo que he hecho.” 
     Alexis dijo, “Amor mío, comprendo lo que sufres. Quiero consagrar mi vida a tu felicidad, y para ello es necesario que vivamos juntos.” Ana Karenina le dijo, “Esperemos un poco. Hablaré con él. Le suplicaré que me de el divorcio. Entonces todo será diferente.” Alexis dijo, “Y entre tanto, ¿Cómo nos veremos?” Ana dijo, “Tendremos oportunidades. Él está muy ocupado con su trabajo. Por favor, ten un poco de paciencia.” Alexis dijo, “La tendré, mi amor. Aunque cada momento lejos de ti es un suplicio.”
     Y mientras la situación de Ana parecía tener solución, en Moscú, Constantino y Esteban dialogaban. Esteban le dijo, “Me dijo Daría que hoy cenaras con nosotros.” Constantino dijo, “Así es.” Esteban le dijo, “Me alegro que hayas venido  Moscú. Desde que llegaste, Kitty se ve muy contenta. Creo que se debe a ti.” Constantino dijo, “Ojalá así sea. Deseo tanto pedirle que sea mi esposa.” Esteban dijo, “Yo en tu lugar lo haría cuanto antes. Según Daría, toda la familia estaría feliz con ese matrimonio.” 
     Constantino dijo, “Pero es Kitty la que debe decidir, y la verdad, no estoy totalmente seguro de que me acepte.” Horas después, Constantino conversaba con Daría, quien le dijo, “Esteban aún no ha llegado. Pero Kitty está en el salón. Pasa, en un momento me iré a reunir con ustedes.” Constantino dijo, “Gracias, Daría.” Entonces, Constantino la vio tocando el piano, y pensó, “Es la mujer más adorable del mundo. Tengo que hablarle de mi amor. No quiero volver a perderla.” 
     Cuando éste se acercó, Kitty dijo, “¡Constantino! No te escuché entrar.” Constantino dijo, “No quería interrumpirte. Estabas tan ensimismada tocando.” Kitty le dijo, “Siéntate. Esteban no ha llegado aún y...” Constantino le dijo, “Ya lo sé. Me lo dijo Daría, Kitty. Hoy es última noche aquí. Mañana regreso al campo.” Kitty dijo, “Te vas…tan pronto.” Constantino le preguntó, “Lo lamentas?” 
     Kitty le dijo, “Has sido tan amable conmigo…te voy a extrañar. ¿No puedes quedarte unos días más?” Constantino le dijo, “Si tú lo quieres, sí. No soy capaz de negarte nada, Kitty. Te amo. ¿Podrías tú corresponderme algún día?” Kitty le dijo, “Constantino, yo también te amo. Tú siempre fuiste el dueño de mi corazón. Pero estaba herida porque te marchaste.” Constantino le dijo, “Perdóname, te adoro, Kitty, y te juro que consagraré  el resto de mi vida a hacerte feliz.”
     Para Constantino y Kitty había pasado el invierno y empezaba una eterna primavera. Un mes después, en el altar de la iglesia, una dama que estaba presente en la ceremonia, dijo, “Nunca vi a Kitty tan bella. Está radiante.” Otra dama dijo, “Es la felicidad. Forman una hermosa pareja.” Kitty pensó, “Gracias, Dios mío. Soy tan dichosa.” Constantino pensó, “Esta a mi lado y aún me parece un sueño del que no quiero despertar jamás.” 
     Entretanto, en San Petersburgo, Alexis leía una carta, pensando, “Ana me pide que vaya a verla a su casa. Algo debe sucederle, pobre amor mío. ¿Cuándo podremos poner término a esta situación? Iré ahora mismo. No hay peligro que me encuentre con su marido. Ana dice que estará en el consejo de siete a diez.” Cuando Alexis llegó a la casa de su amada, se topó con Alejandrovich, y sin decir ambos una palabra, Alexis pensó, “¡Qué situación! Si tratara de defender su honor. Pero actúa como un cobarde.” 
     Minutos después Alexis se encontraba con Ana, quien le decía, “¿Te lo has encontrado?” Alexis dijo, “Sí, ¿No debería estar en el consejo?” Ana le dijo, “Estuvo allí, pero regresó. ¿Te dijo algo?” Alexis dijo, “No, solo me miró, y pasó de largo. Creo que sufre.” Ana le dijo, “Te engañas. Es un hombre insensible. Solo le importa guardar las apariencias. ¡Cómo lo desprecio!” Alexis le dijo, “No te tortures. Ahora más que nunca debemos solucionar esto. No se puede seguir así.” Ana dijo, “Él se niega a darme el divorcio. No quiere ni oír hablar de ello.” Alexis dijo, “Cálmate. No te conviene angustiarte. ¿Has visto al doctor?¿Cuando llegara el bebe?” Ana dijo, “Pronto, y sé que moriré. Me alegro. Así se libraran de mi.” Alexis dijo, “Amor mío, No hables así. No podría vivir sin ti.”
     Al día siguiente Alejandrovich entro a la recamara de Ana con el rostro contraído por la furia, diciendo, “¿No te prohibí que volvieras a ver a ese hombre?” Ana dijo, “Yo le pedí que viniera porque…” Alejandrovich la interrumpió, diciendo, “No me interesan tus razones. Te advertí que te arrepentirías. Me marcho a Moscú. Sergio irá a casa de mis parientes.” Ana dijo, “Me quitas a Sergio para hacerme sufrir. No lo quieres. Déjamelo a mí.” Alejandrovich le dijo, “Es verdad, pero se hará lo que he dicho. Cuando regrese sabrás lo que he decidido respecto a ti.” Ana le dijo, “Te lo suplico. No te lo lleves.” Alejandrovich cerró la puerta de golpe. Ana se quedó pensando, “Dios mío. ¡Qué caro pago mi amor! Ojalá muriera. Así dejaría de sufrir.”
     Alejandrovich llevaba un mes en Moscú cuando recibió un telegrama. Era Ana, quien le decía, “Me muero. Te suplico que vengas. Necesito tu perdón.” Alejandrovich pensó, “Si es verdad que está muriendo y no voy, seré juzgado severamente. No tengo alternativa. Deberé regresar.” De inmediato partió a San Petersburgo. En cuanto llegó, Alejandrovich preguntó, “¿Cómo está la señora?” El sirviente le dijo, “Muy débil. Ayer dio a luz una niña. Los médicos temen por la vida de la señora.” Alejandrovich preguntó, “¿Quién está con ella ahora?” El sirviente dijo, “El doctor, una enfermera, y el conde Alexis Wronsky.” 
     Cuando Alejandrovich entro a los aposentos de Ana, Alexis dijo, “¡Ana se muere! Los médicos dicen que no hay esperanzas. Le suplico me permita estar aquí.” Al ver la desesperación del conde, Alejandrovich se conmovió, y sin replicar entro a la recamara. Al verlo, Ana le dijo, “Alejandrovich…¡Has venido…! Gracias…perdóname…perdóname…” Alejandrovich pensó, “Se está muriendo.” Ana postrada en cama, le dijo, “¿Me perdonas?...por favor…quiero morir tranquila…” Alejandrovich le dijo, “Sí, Ana. Todo está olvidado. Eres mi esposa y siempre lo serás. Sanarás y empezaremos de nuevo.”
     Durante más de una semana, Ana estuvo entre la vida y la muerte. Por fin empezó a recuperarse. Entonces, Alejandrovich le dijo a Alexis, “Conde, ahora que Ana esta fuera de peligro, debe usted marcharse. La he perdonado y ella permanecerá conmigo. Ella ha comprendido que tiene una responsabilidad que cumplir, y ha accedido a no volver a verlo. Debe olvidarse de Ana.” Alexis dijo, “¿Olvidarla?¿Cómo puede pedirme eso?” El conde Alexis se marchó desesperado, y cuando llegó a su residencia, pensó, “Vivir sin ella, no podre. Todo ha concluido para mí. Ya nada me queda en el mundo. Hasta que la conocí, no supe lo que era realmente el amor. Y ahora no quiero vivir sin él.” Alexis tomó entonces una pistola, y apuntando al pecho, dijo, “Adiós…Ana adorada.” BANG.
     Un mes más tarde, Betsy dialogaba con Ana, a quien decía, “¡Es inconcebible tu actitud! Alexis estuvo a punto de morir por ti y no quieres verlo. Tuvo suerte. La bala no lo hirió de muerte. Ahora lo envían a una misión, lejos de San Petersburgo, y desea despedirse de ti.” Ana dijo, “No Besty, no voy a recibirlo. Es mejor así.” En ese momento entro Alejandrovich, y dijo, “Ana…ah. Tienes visitas.” Betsy dijo, “Ya me iba, creo que hemos charlado demasiado, y Ana no está bien.” Cuando la princesa se retiró, Ana dijo, “Betsy ha venido a decirme que el conde Wronsky se ausenta de San Petersburgo y desea venir a despedirse. He dicho que no puedo recibirlo.” Alejandrovich dijo, “Me alegro de tu decisión. Si el conde se marcha no hay ninguna necesidad de verlo.” Ana dijo, “¿Ninguna necesidad tiene un hombre que ha querido matarse por la mujer que ama, en despedirse de ella?” 
     Alejandrovich dijo, “Me complace que…” Ana lo interrumpió, diciendo, “¿Qué mis deseos estén de acuerdo con los tuyos? Por favor. Vete. Necesito estar sola.” Alejandrovich dijo, “No entiendo tu reacción. Hemos quedado en que ese hombre no volverá a acercarse a ti. Te he perdonado. Trátalo de olvidar…” Ana se enojó, y dijo, “¡Olvidar!¿Cómo se puede olvidar?¿Cómo puedo yo olvidar?” Alejandrovich dijo, “No estoy dispuesto a aceptar nuevamente tus locuras. O cumples como corresponde a nuestro apellido, o…” Ana dijo, “¿O qué?¿No te das cuenta que no puedo?¡Que lo amo! Que él es lo único que me importa en la vida.” Alejandrovich le dijo, “Entonces vete con él. Pero si lo haces no vuelvas a poner los pies en esta casa. Olvídate de mí y de Sergio.”
     Días después, Ana y si hija partían a Italia, con el conde Wronsky. Cuando Ana y Alexis Wronsky navegaban en Venecia, Ana decía, “Aún no puedo creer, que estamos juntos. Que ya nada nos separa.” Alexis dijo, “Mi vida, tanto que soñé con tenerte siempre a mi lado.” Ana le dijo, “¿No te arrepentirás? Tuviste que renunciar al ejército por mí. Yo sé cuanto querías tu carrera.” Alexis dijo, “Tú lo vales todo. Querían que fuera a esa misión que nos hubiera separado. Preferí renunciar. Para mí eres lo primero.” 
     Durante casi un año viajaron sin descanso, viviendo el uno para el otro. Un día, Ana le dijo a Alexis, “¿Qué te sucede?¿Ya no eres feliz conmigo? Te vez triste, aburrido.” Alexis dijo, “Esta vida de ocio me cansa. He pensado que debemos regresar a Rusia. Nos iremos a vivir al campo. ¿Te gustaría?” Ana dijo, “Sí, con tal de estar a tu lado, no me importa dónde.” Alexis dijo, “Pasaremos por San Petersburgo. Tengo que arreglar unos asuntos. Luego nos instalaremos con mis posesiones en Kativach.” Ana pensó, “Y yo podre ver a mi hijo. Cuanto deseo estrecharlo entre mis brazos. Si lo tuviera conmigo, mi felicidad seria completa.”
     Al llegar a San Petersburgo, se instalaron en uno de los principales hoteles. Estando en el departamento del hotel, Ana pensó, “Le he escrito a Alejandrovich pidiéndole que me deje ver a mi hijo y no me ha contestado. No voy a esperar más. Iré ahora mismo a verlo. A esta hora Alejandrovich no está en casa.” Poco después, Ana se presentaba en casa de Alejandrovich. El mayordomo al abrir la puerta, le dijo, “Señora, lo siento. No la puedo dejar pasar. Son órdenes del señor.” Ana le dijo, “Por favor, estaré solo un momento. Quiero ver a mi hijo.” Ana le estuvo rogando hasta que el criado se enterneció, y dijo, “Bueno, señora, pase.  Pero, por favor, váyase cuanto antes. Si regresa el señor yo perderé mi puesto.” Ana le dijo, “No se preocupe. Solo estaré unos minutos.” 
     Ana lo encontró haciendo su tarea, y dijo, “¡Mi pequeño Sergio!” El pequeño dijo, “¡Mamá!¡Mamá! Estaba seguro que vendrías. Hoy es mi cumpleaños. No podías faltar. ¿Por qué lloras?” Ana le dijo, abrazándolo, “Es de alegría, mi hijo adorado. No me has olvidado, ¿verdad?” El niño dijo, “No mamá. Me dijeron que habías muerto. Pero yo no lo creí. Sabía que ibas a regresar. ¿Vas a quedarte mamá?” Ella dijo, “No, hijo, pero quiero que sepas que te adoro, que sufro mucho teniéndote lejos.” El niño dijo, “Mi padre no me permite que hable de ti. ¿Por qué, mamá?” Ella le dijo, “Hijo, quiérelo mucho. Él es mejor que yo. Cuando seas grande comprenderás.” El niño dijo, “¡Nadie es mejor que tú!” Ella dijo, “Mi pequeño, debo irme. Pero nunca olvides cuanto te quiero.” El niño dijo, “No, no te vayas. No, no te vayas, no me dejes. Mamá.” Ella dijo, “¡Oh, Sergio, mi niño adorado!”

      Mientras tanto, Alexis dialogaba con su hermano, referente a su situación con Ana, diciendo, “Tú ere mi hermano y debes comprender. Ana y yo nos amamos. Ella es para mí mi esposa y como tal quiero que la reciban.” Su hermano le dijo, “Alexis, me extraña que pienses que la sociedad les va a abrir las puertas, Se ha comentado mucho tu asunto con la señora Karenina. Lo siento pero no puedo ir contra la sociedad. Mientras no regularices tu situación tendrás que atenerte a las consecuencias.” Alexis le dijo, “Podría esperar una reacción así de los extraños, pero de mi propia familia…” Su hermano le dijo, “Mamá está muy disgustada. Por Ana dejaste tu carrera y un brillante futuro.” Alexis dijo, “Ya sé. Ya sé. Me escribió expresándose en forma bastante desagradable de Ana.” Su hermano le dijo, “Querido hermano, pienso que has hecho una tontería. Realmente, ¿Crees que vale la pena perder todo por una mujer?” Alexis dijo, “Sí, ella es lo más importante para mí.”
     El conde Alexis salió furioso de casa de su hermano, y se dirigió a casa de la princesa Betsy, quien le dijo, “Me da mucho gusto que hayan regresado. ¿Cómo está Ana?” Alexis le dijo, “Muy bien. Le dará mucho gusto si la vas a ver.” Betsy le dijo, “Siempre es agradable visitar a las amigas. ¿Y cómo va lo del divorcio?¿Ya quedó listo?” Alexis le dijo, “Aún no. Alejandrovich no ha hecho nada al respecto. Creo que no le interesa.” Betsy le dijo, “No te lo digo por mí, sino por los demás. Deberían tratar de obtenerlo en cuanto antes. ¿Se quedarán a vivir aquí?” Alexis dijo, “No. Nos instalaremos en el campo. ¿Irás a ver a Ana?” Betsy dijo, “Trataré pero estoy muy ocupada. Ana comprenderá. Dale mis saludos.” Alexis se despidió comprendiendo la inutilidad de insistir, pensando, “No me importa. ¡Al diablo con todos ellos! Ana y yo no necesitamos a nadie.”
     Pero las cosas no fueron fáciles. El conde Alexis salía continuamente y Ana se quedaba en el hotel, cuidando al niño, pensando, “¿Dónde estará?¿Porqué me deja sola?¿Habrá dejado de amarme? No debimos regresar. Ha cambiado. Siempre tiene pretextos para salir.” Horas después, cuando el conde Alexis regresó, encontró a Ana arreglándose para salir, y le dijo, “¿Vas a salir?” Ella le contestó, “Sí. Iré al teatro.” Él le preguntó, “¿Sola?” Ella le dijo, “Exactamente, ya que dices que no podemos salir juntos. No tengo otra alternativa. ¿Verdad?” Alexis dijo, “Ana comprende. Hasta que obtengas el divorcio, no podemos presentarnos como marido y mujer. Sería como dar una bofetada a la sociedad. Ya jamás podrías volver a entrar en ella.” Ella dijo, “No importa. No me arrepiento de nada de cuanto he hecho. Si fuera necesario, volvería a hacer lo mismo.”
     Ana partió sin que el conde pudiera detenerla. Alexis se quedó pensando, “Se encontrará con todo el mundo. ¿Por qué se coloca en una situación tan estúpida? Iré al teatro. ¿Qué más puedo hacer?” Cuando Alexis llego, se dio cuenta que algo sucedía. Alexis pensó, “Todos miran hacia el palco de Ana. ¿Qué habrá pasado? Iré a su lado.” Cuando iba para allá, Alexis se encontró con un amigo, quien le dijo, “Alexis, siento lo que sucedió. La señora Kartasof  no tenía derecho a humillar a Ana.” Alexis dijo, “Acabo de llegar, Dime qué pasó.” El hombre le dijo, “El señor Kartasof le dirigió la palabra a Ana de un Palco a otro. Su esposa dijo algo ofensivo a Ana y decidió marcharse.” Alexis dijo, “¡Dios mío. Iré a buscarla!” 
     Pero Ana ya se había marchado y regresó al Hotel. Cuando Alexis llegó al hotel, entro al departamento y dijo, “Ana…” Ella le dijo, “¡Eres tú, tú la causa de todo esto!” Alexis le dijo, “Te rogué, te supliqué que no fueras. Sabía que te expondrías a una prueba poco agradable.” Ella dijo, “Aunque viva cien años, no la olvidaré. Me dijo que se sentía humillada de estar al lado mío.” Alexis dijo, “Esa mujer es una estúpida. Si me hubieras hecho caso. No debiste haber ido…” Ella dijo, “Fui porque detesto tu indiferencia. Me dejas sola. Si me amaras como yo te amo…” Alexis la tomó en sus brazos y le dijo, “Te amo. Lo sabes. No dudes nunca de mi cariño.” Ella le dijo, “Sufro tanto…tanto. Temo perderte…”
     Al día siguiente, ambos se marcharon al campo. Cuando llevaban allí dos semanas…Ana tuvo la visita de alguien inesperada. Cuando la vio, Ana dijo, “¡Daría!¡Qué alegría inesperada! No puedo creer que estés aquí.” Daría le dijo, “Querida Ana. Deseaba tanto verte.” Ana le dijo, “Pasa, te ves cansada. ¿Vienes de Moscú?” Daría dijo, “¡Oh, no! Estoy en casa de Kitty pasando una temporada con los niños. Supe que estabas aquí y decidí venir. ¿Cómo está tu hija?” Ana dijo, “Ani es una muñeca. Ya la veras. Pediré que nos sirvan el té.” Daría pensó al ver a Ana, “Se ve nerviosa. Antes no era así. Ha cambiado.” Ana dijo, “¿Cómo está Kitty?¿Me guarda rencor?” Daría dijo, “No Ana, pero tú sabes que hay cosas que no se perdonan jamás.” Ana dijo, “Sí, es verdad. Pero, ¿Es feliz con Levine? Dicen que es un hombre excelente.” Daría dijo, “Kitty es muy feliz. Constantino la adora y es un marido ejemplar. Pero háblame de ti.” Ana dijo, “Yo también soy feliz. Dime, ¿Qué piensas de mi situación?” Daría dijo, “Nada. Te quiero como siempre. Respeto tu decisión. Sé que no debe haber sido fácil para ti. Eres tan valiente, Ana.” En ese momento llegó Alexis, y dijo, “¡Qué gusto me da verla, Daría! Su visita es un placer para nosotros. ¿Cómo está Esteban?” Daría dijo, “Muy bien. Les manda un abrazo. Quería venir, pero tuvo que regresar a Moscú.” Alexis dijo, “¿Se quedará unos días aquí? Nos agradaría mucho.” Daría dijo, “Sólo hasta mañana. Es demasiado para Kitty que esté cuidando a mis hijos.”
     Al día siguiente, Daría y Alexis charlaban dando un paseo. Alexis le dijo, “Me alegro de que estemos solos, porque quiero hablarle de Ana. Sé que usted es su amiga más querida.” Daría dijo, “¿Le sucede algo a ella?” Alexis le dijo, “Quisiera que la convenciera lo necesario que es obtener el divorcio. He tratado de que lo comprenda. Pero no hay manera.” Daría dijo, “¿Se lo ha pedido a Alejandrovich?” Alexis dijo, “No. Espera que él dé el primer paso. Y él no ha hecho nada. Tenemos que regularizar nuestra situación. Es muy necesario.” Daría dijo, “Lo comprendo. La sociedad no admite la forma en que viven. Pero si ustedes se aman, ¿Qué importa?” Alexis dijo, “Importa por Ana. A mí me reciben en todos lados, pero a ella no. Pasó un infierno en San Petersburgo. No quiero que se repita.” Daría dijo, “Comprendo. Hablaré con ella. Se lo prometo.” Alexis dijo, “Además quiero legitimar a mi hija. Para el mundo, ella es hija de Alejandrovich. Si tenemos otros hijos, no podrán llevar mi apellido.” Daría dijo, “Tienes razón. Es necesario que ustedes se casen. ¿La quiere mucho Alexis?” Alexis dijo, “Con todo mi ser. No concibo la vida sin ella. Pero Ana ha cambiado y creo que se debe a lo falso de nuestra situación.” Daría dijo, “Yo también lo noté. Ana siempre ha sido muy orgullosa. Ahora se debe sentir muy mal. Aunque no lo diga.”
     Esa tarde, Daría se vio con Ana. Entonces Daría le dijo, “Ana, he hablado con Alexis. Creo que debes obtener el divorcio para que se puedan casar.” Ana le dijo, “No es fácil. Tú lo sabes. Yo pensé que Alejandrovich iniciaría los trámites, pero no ha sido así.” Daría le dijo, “¿Y por qué no le escribes y le pides que lo haga?” Ana dijo, “Podría hacerlo, pero…la verdad nunca he creído necesario el divorcio. Pensaba que con nuestro amor bastaba.” Daría le dijo, “Pero no es así. Debes casarte. Por tu bien y el de Alexis. Tu sabes que te digo esto porque te quiero.” Ana dijo, “Lo sé. No hablemos más de esto, por favor.”
     Daría se marchó. Pasó el verano y llegó el otoño. Ana pensaba, “Alexis se muestra indiferente. Estoy segura que ya no me ama como antes, se aburre en mi compañía.” En su desesperación, Ana trataba de  complacerlo en todas las formas posibles, hostigándolo con atenciones. Alexis pensaba, “Ana me ahoga. Se muestra tan celosa. Cada vez que salgo debo soportar una escena.” Ana le dijo, “Alexis, hoy llegaron los libros que encargué a Moscú. Hay algunos que te interesaran. Especialmente. ¿Quieres que los traiga?” Alexis le dijo, “No, Ana. Mañana partiré a Kachin. Me han pedido que asista a las elecciones del gobernador. Estaré tres día fuera.” Ana dijo, “Si tienes que ir, ¿Qué puedo decir yo? Me quedaré aquí esperándote como siempre. Yo te extraño tanto. En cambio tú…” Alexis dijo, “Por favor, no empieces. Sabes que te quiero. Pero eso no significa que no pueda hacer nada fuera de contemplarte.” Ana dijo, “No pido eso. Solo no sentirme abandonada. Estaré bien. Vete. Tienes derecho a divertirte.”
     Pero los tres días se transformaron en una semana. Y cuando regresó, Alexis le dijo, “Ana, lo siento. No pude venir antes.” Ana dijo, “No, no podías. Yo aquí cuidando a nuestra hija. Y tú, divirtiéndote.” Alexis dijo, “Ana, no empecemos.” Ana dijo, “Por supuesto que no. Tú tienes todos los derechos. Yo ninguno. Si estas harto de esta vida, dímelo.” Alexis le dijo, “Sabes que no puedo vivir sin ti. Pero tengo obligaciones. Por ejemplo, deberé ir a Moscú por mis negocios.” Ana le dijo, “Te acompañaré. No me vuelvo a quedar sola. O estamos siempre juntos o nos separamos para siempre.” Alexis le dijo, “No pido otra cosa que vivir contigo. Pero para eso es necesario…” Ana dijo, “¿El divorcio? Escribiré a Alejandrovich. Le diré que lo quiero cuanto antes. Entretanto te acompañaré a Moscú.” Alexis le dijo, “Lo dices en tono de amenaza. Cuando lo que más deseo es estar contigo. Te extraño tanto, Ana.” Ana dijo, “Alexis, no dejes de amarme. No podría soportarlo. Eres toda mi vida. Nada me importa más que tu.”
     Días más tarde, partieron a Moscú, pero las cosas ya no eran como antes. Ana pensaba, “Cada día me abandona más. Hoy no vino a comer. Ya son las nueve y no ha llegado. Es mejor que regresemos al campo. En el mes que llevamos aquí, apenas lo he visto. Haré ahora mismo las maletas. Podemos partir pasado mañana. Pronto obtendré el divorcio. Alejandrovich no me lo puede negar. Entonces todo será diferente. Yo tengo la culpa de lo que sucede. Son mis celos los que lo alejan. Cuando regrese no le haré escenas. Seré cariñosa.”  Cuando Alexis llegó, le dijo, “¿Qué haces?” Ana le dijo, “He pensado que es mejor que regresemos al campo. No hay nada que nos retenga aquí.” 
     Alexis dijo, “Me parece bien. ¿Cuándo quieres que partamos?” Ana dijo, “Pasado mañana.” Alexis dijo, “No. Es domingo y quedé de ir a ver a mi madre.” Ana dijo, “¿No puedes ir mañana?” Alexis dijo, “Le prometí ir el domingo y…” Ana dijo, “Y verás a la princesa Sakarin. Ella también irá el domingo. ¿Verdad? Ya sé que tu madre desea que te cases con ella.” Alexis se impacientó, y dijo, “Ana, eres intolerable. ¿Porqué pones mi paciencia a prueba?” Ana dijo, “¡O partimos el domingo o jamás!” Ana le dio la espalda y pensó, “Ya no me quiere. Le estorbo. Ojalá muriera.” Alexis dijo, “Esta bien. Marchemos pasado mañana.” Ana le dijo, “Déjame. Me iré sola. Soy una carga para ti. Amas a otra. Lo sé.” Alexis le tomó los hombros y le dijo, “Mi amor, mi amor. ¿Porqué te torturas así?” Ana dijo, “Oh, Alexis, Alexis…”
     Al siguiente día, ya reconciliados, Ana despertó feliz. Alexis le dijo, “Me gusta verte sonreír. Te ves tan linda cuando lo haces. Te adoro. Mi amor.” Ana dijo, “Y yo a ti. Te prometo que nunca más tendré celos. No te haré más escenas. No quiero que nada turbe nuestra felicidad.” Entonces Alexis dijo, “Terminando de desayunar iré a casa de mi madre. Tomaré el tren de las diez y regresaré a mediodía.” Ana pensó, “¿Porqué puede ir hoy cuando ayer decía que era imposible? Algo me oculta.” En eso, llego el sirviente, diciendo, “Señor. Acaban de traer este telegrama.” Alexis dijo, “Démelo, Dimitri.” Ana preguntó, “¿De quién es?” Alexis dijo, “De Esteban. Dice que Alejandrovich se niega a dar el divorcio.” La desilusión que experimentó Ana la hizo actuar con incontrolable furia, diciendo, “No me importa. Nos amamos. Y eso es lo que cuenta. Claro que si ya no me quieres…si para ti es tan importante el divorcio…” 
     Alexis le dijo, “Tu falsa posición es lo que te hace desconfiar de mi. Por eso quiero que nos casemos.” Ana le dijo, “No es mi posición lo que me hace dudar. Son los planes matrimoniales de tu madre. Me odia y quiere apartarme de ti.” Alexis dijo, “No hablemos de ella.” Ana dijo, “Como quieras. Tu madre es una mujer sin corazón y no tengo porque ocuparme de ella.” Alexis dijo, “Ana, la vida en estas condiciones es imposible. Si seguimos así, será preciso tomar…” Ana dijo furiosa, “Tomar una resolución. Por mi parte, ya la he tomado. ¡Te arrepentirás, Alexis! ¡Te lo juro!” Alexis pensó, “He tratado por todos los medios. Solo me queda la indiferencia. Iré dónde mi madre. Cuando regrese ya estará calmada.”
     Ana se quedó llorando, pensando, “Se ha marchado, ¡Todo ha concluido! ¡Todo!” Ana paso la mañana llorando, arrepentida de su actitud, pensando, “Iré a buscarlo. Le pediré que me perdone. Yo he tenido la culpa.” Se dirigió a la estación y tomo el tren que la condujo al pueblo donde vivías la madre de Alexis. Estando ahí, Ana pensó, “¿Qué haré? No puedo ir a casa de la condesa. Quizá ya regresó a Moscú. Preguntaré.” Ana encontró a un conocido en la estación, y le hizo la pregunta, “Ha visto al conde Alexis Wronsky?” 
     El hombre le dijo, “Sí, señora. Llegó en el tren de las diez. Vino a buscarlo la princesa Sarakin.” Ana pensó, “¡La princesa!¡Lo sabía!¡No permitiré que me haga sufrir de esa manera!” Lentamente, Ana caminó por el andén y descendió hacia los rieles, pensando, “Él será castigado y yo libre de todo y de mí misma.” El tren llegó y terminó con la vida de Ana.
     Dos meses después, en la estación de Koursk, Daría e Iván Levine se encontraron. Daría le dijo, “¿Iván Levine?¿Qué hace usted aquí?” Iván le dijo, “Voy a casa de mi hermano Constantino. Kitty acaba de tener un niña y quiero conocerla.” Daría le dijo, “Creí que venía a despedir a nuestros valientes soldados. ¿Sabe quién se va hoy? El conde Wronsky, el famoso…” Iván e dijo, “Ya había escuchado que partía a la guerra.” Daría dijo, “Acabo de verlo. Su madre lo acompaña. En realidad, el pobre no puede hacer nada mejor. Discúlpeme, Me llaman…” Iván dijo, “Adiós condesa.” Iván paseó por el andén y de pronto se encontró con la madre de Alexis, quien le dijo, “¿Ya sabe que mi hijo parte hoy?” Iván dijo, “Sí, condesa.” La condesa dijo, “¿Qué otra cosa podía hacer después de su desgracia? Por las cosas que ha tenido que pasar.” Iván dijo, “Ha sido terrible. Todos lo hemos sentido mucho.” 
     La condesa dijo, “Durante seis semanas no ha dicho una palabra. Solo por mis ruegos accedió a comer. Temíamos que se quitara la vida. Ya una vez intentó matarse por ella. Esa mujer murió como vivió: cobarde y miserablemente.” Iván dijo, “No nos corresponde a nosotros juzgarla, condesa. Comprendo que usted ha sufrido mucho.” La condesa dijo, “No sabe cuánto. Mi hijo estaba en mi casa cuando supo la noticia. Casi se volvió loco. Esa mujer era mala. Destruyó la vida de dos hombres. La de mi hijo y la del marido y se perdió ella misma.” Iván le dijo, “¿Qué ha hecho el marido?” La condesa dijo, “Se quedó con la niña en el primer momento. Alexis accedió a todo. Ahora está arrepentido de habérsela dejado. Para el marido esta muerte ha sido una liberación. Pero para mi pobre hijo, que sacrificó todo por ella…su carrera, su posición…” La condesa dijo, “Ana no tuvo piedad con él. ¡Que Dios me perdone! Pero cuando pienso en el mal que le hizo no puedo más que maldecirla.” Iván le preguntó, “¿Cómo esta él ahora?” La condesa dijo, “Deshecho. Hablé con él. Se lo suplico. Está tan triste. Se alegrará de verlo.” Iván dijo, “Lo haré, condesa. Iré a buscarlo.”
     Iván se dirigió al lado opuesto de anden, donde encontró a Alexis, y le dijo, “Conde, acabo de hablar con su madre. Sé que se marcha a la guerra. Quiero desearle suerte. Es usted muy valiente.” Alexis dijo, “Mi único merito es el de no tener apego a la vida. Es un alivio poder dar un fin útil a esta existencia que es para mí una carga.” Iván le dijo, “Usted renacerá a un nueva existencia. Salvar a los hermanos oprimidos es un fin por el cual se puede morir o vivir con dignidad. Que Dios le dé mucho éxito y restituya a su alma la tranquilidad que necesita.” 
     Alexis dijo, “Como instrumento puedo servir de algo. Pero como hombre ya no soy más que una ruina.” Se dieron la mano y Alexis se alejó por el andén, pensando, “¡Ana! ¡Ana!” Le pareció verla y escuchar su voz, “¡Te arrepentirás! ¡Te arrepentirás! ¡Te arrepentirás!” Alexis pensó, “Si pudiera recordarla en los momento felices. En todo el esplendor de su belleza. Pero no. Los momentos de felicidad han quedado envenenados. Solo veo su rostro enfurecido por la cólera. O el fúnebre triunfo de la venganza saciado a expensas de sí misma. Ana, Ana. ¿Cómo podré vivir sin ti?”   
Tomado de Novelas Inmortales, Año VIII No. 389, Mayo 1º. de 1985. Guión: H. Comte. Adaptación: Remy Bastien. Segunda adaptación: José Escobar.