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lunes, 11 de agosto de 2025

El Fantasma de la Ópera, de Gastón Leroux

     Gaston Louis Alfred Leroux, nació el 6 de mayo de 1868, y murió el 15 de abril de 1927, a la edad de 58 años. Gastón Leroux fue un periodista y escritor de novela policíaca francésa.

     En el mundo angloparlante, es conocido por escribir la novela, El Fantasma de la Ópera, que ha sido adaptada al cine y al teatro en varias producciones homónimas, en particular, la película de 1925, protagonizada por Lon Chaney. y el musical de Andrew Lloyd Webber, de 1986.
   Su novela de 1907, El Misterio de la Habitación Amarilla, es uno de los misterios de habitación cerrada más célebres.

Vida y Carrera

   Leroux nació en París en 1868, hijo ilegítimo de Marie Bidaut y Dominique Leroux, quienes se casaron un mes después de su nacimiento.

    Leroux afirmaba tener un linaje ilustre, incluyendo descendencia de Guillermo II de Inglaterra, hijo de Guillermo el Conquistador, y conexiones sociales como haber sido el compañero de juegos oficial del príncipe Felipe, conde de París, en el, Collège d'Eu en Normandía.
     Tras estudiar en Normandía, y como abogado en Caen, graduándose en 1889, heredó millones de francos, y vivió desenfrenadamente hasta casi estar en bancarrota.
   En 1890, comenzó a trabajar como taquígrafo judicial, y crítico teatral para, L'Écho de Paris. Su trabajo periodístico más importante, llegó cuando comenzó a trabajar como corresponsal internacional para el periódico parisino, Le Matin, en 1893.
    Estuvo presente y cubrió la Revolución rusa de 1905.

     Dejó el periodismo en 1907, tras regresar de cubrir una erupción volcánica, y ser asignado inmediatamente a otro trabajo sin vacaciones, entonces Leroux comenzó a escribir ficción.
    En 1919, él y Arthur Bernède, formaron su propia compañía cinematográfica, la Société des Cinéromans, publicando novelas y adaptándolas al cine.
    Primero escribió una novela de misterio titulada, Le Mystère de la Chambre Jaune (1907), o, El Misterio de la Habitación Amarilla, protagonizada por el detective aficionado Joseph Rouletabille.
    La contribución de Leroux a la novela policíaca francesa, se considera similar a la de Sir Arthur Conan Doyle en el Reino Unido y Edgar Allan Poe en Estados Unidos.

   Leroux publicó su obra más famosa, El Fantasma de la Ópera, como serial en 1909 y 1910, y como libro en 1910, con una traducción al inglés publicada en 1911.
    En 1911, le siguió, Balaoo, que fue llevada al cine varias veces, en 1913, 1927, y 1942.

    Leroux fue nombrado Caballero de la Legión de Honor en 1909. Falleció a los 58 años en Niza, Francia, en 1927.

Vida Personal

     Leroux se casó dos veces, primero con Marie Lefranc, de quien se separó en 1902. Después de su separación, vivió con Jeanne Cayatte de Lorena, con quien tuvo un hijo, Gaston, apodado Milinkij, y una hija llamada Madeleine; se casaron en 1917, después de la muerte de Lefranc. En 1918, Leroux fundó una compañía de producción cinematográfica, Société des Cinéromans, con René Navarre, y estrenó dos películas, Tue-la-Mort, o El Asesinato de la Muerte, e Il était Deux Petits Enfants, o, Habia Dos Niños Pequeños, en las que su hija interpretó el papel principal. (Wikipedia en ingles)     

El Fantasma de la Ópera, en francés: Le Fantôme de l'Opéra, es una novela del autor francés, Gastón Leroux. Se publicó por primera vez como serial, en, Le Gaulois, del 23 de septiembre de 1909, al 8 de enero de 1910, y Pierre Lafitte la publicó en forma de volumen, a finales de marzo de 1910. La novela está inspirada en parte en acontecimientos históricos ocurridos en la Ópera de París, durante el siglo XIX, y en un relato apócrifo, sobre el uso del esqueleto de una exalumna de ballet, en una producción de 1841, de Der Freischütz, de Carl Maria von Weber. Ha sido adaptada con éxito a diversas obras de teatro, y al cine, entre las que destacan la película de 1925, protagonizada por Lon Chaney, y el musical de Andrew Lloyd Webber, de 1986.

Historia Detrás de la Novela.

Leroux inicialmente iba a ser abogado, pero tras gastar su herencia en apuestas, se convirtió en reportero de, L'Écho de Paris. En el periódico, escribió sobre dramas y los criticó, además de ser reportero de tribunales. Gracias a su trabajo, pudo viajar con frecuencia, pero regresó a París, donde se convirtió en escritor. Debido a su fascinación por Edgar Allan Poe, y Sir Arthur Conan Doyle, Leroux escribió una novela policíaca, titulada, El Misterio del Cuarto Amarillo, en 1907, y cuatro años después, publicó, El Fantasma de la Ópera. La novela se publicó primero en periódicos, antes de ser finalmente publicada como libro.

El Fantasma de la Ópera, se ambienta en el Palacio Garnier, la Ópera de París. Leroux había oído rumores sobre la fecha de finalización de la ópera, y estos rumores se vincularon estrechamente con la novela: el primer acto de la ópera, Hellé, acababa de terminarse, cuando un incendio en el tejado de la ópera, derritió un cable que sostenía el contrapeso de la lámpara, provocando un choque que dejó a varios heridos, y a uno muerto. Utilizando este accidente, sumado a los rumores de un fantasma en la misma ópera, Leroux escribió, Le Fantôme de l'Opéra, y la publicó en 1910, que posteriormente se publicó en inglés, como, El Fantasma de la Ópera. El, "lago," subterráneo del que escribió Leroux, en realidad una enorme cisterna, existe bajo la ópera, y todavía se utiliza para entrenar a los bomberos a nadar en la oscuridad.

La versión serializada contiene un capítulo completo, "L'enveloppe Magique", o “El Sobre Mágico,” que no aparece en la novela, aunque gran parte de su contenido se añadió en otros capítulos, y no se reimprimió en inglés, hasta 2014.

Resumen de la Trama

En la década de 1880, en París, se cree que el Palacio Garnier de la Ópera, está embrujado por una entidad conocida como el, “Fantasma de la Ópera”, tras el hallazgo del tramoyista Joseph Buquet ahorcado, sin la soga al cuello.

En una función de gala por la jubilación de los directores de la ópera, una joven y poco conocida soprano sueca, Christine Daaé, es llamada a cantar, en lugar de la soprano principal de la ópera, Carlotta, quien se encuentra enferma. La actuación de Christine es un éxito. Entre el público se encuentra el vizconde, Raoul de Chagny, quien la reconoce como su compañera de juegos de la infancia, y le recuerda su amor. Intenta visitarla entre bastidores, donde oye a un hombre halagándola desde su camerino. Investiga la sala una vez que Christine se marcha, solo para encontrarla vacía.

En Perros-Guirec, Christine se encuentra con Raoul, quien la confronta por la voz que escuchó en su habitación. Christine dice que ha recibido tutorías del, "Ángel de la Música", de quien su padre solía hablarle a ella, y a Raoul. Cuando Raoul sugiere que podría ser víctima de una broma, ella se marcha furiosa. Christine visita la tumba de su padre una noche, donde aparece una figura misteriosa que toca el violín para ella. Raoul intenta confrontar a la figura, pero es golpeado, y noqueado en el proceso.

De vuelta en el Palacio Garnier, los nuevos gerentes reciben una carta del Fantasma, exigiendo que se les permita a Christine interpretar el papel principal de Marguerite, en Fausto, y que el palco cinco se deje vacío para su uso, para evitar que actúen en una casa maldita. Los gerentes asumen que sus exigencias son una broma, y las ignoran. Poco después, Carlotta termina croando como un sapo, y una lámpara de araña, cae sobre el público, matando a un espectador. El Fantasma, tras secuestrar a Christine de su camerino, se revela como un hombre deforme llamado Erik. Erik planeaba retenerla prisionera en su guarida durante unos días. Sin embargo, ella lo hizo cambiar de planes al desenmascararlo y, para horror de ambos, contemplar su rostro de calavera. Temiendo que lo abandonára, Erik decidió retenerla para siempre. Sin embargo, cuando Christine solicitó su liberación después de dos semanas, él aceptó con la condición de que llevára su anillo, y le fuera fiel.

En la azotea de la Ópera, Christine le contó a Raoul sobre su secuestro, y le hizo prometer que la llevaría a un lugar donde Erik nunca pudiera encontrarla, incluso si se resistía. Raoul prometió cumplir su promesa al día siguiente. Sin que Christine ni Raoul lo supieran, Erik los observaba y escuchó toda la conversación.

La noche siguiente, Erik, furioso y celoso, secuestró a Christine durante una representación de Fausto, e intentó obligarla a casarse con él. Raoul es conducido por un misterioso cliente habitual de la Ópera, "el Persa", a la guarida secreta de Erik, en las entrañas del edificio. Sin embargo, terminan atrapados en una habitación con espejos por Erik, quien amenaza con matarlos a ellos y a todos en la Ópera, usando explosivos, si Christine no acepta casarse con él.

Bajo presión, Christine acepta casarse con Erik. Inicialmente, Erik intenta ahogar a Raoul, y al Persa, usando el agua que se habría usado para apagar los explosivos. Aun así, Christine le suplica, prometiéndole que no se suicidará después de convertirse en su esposa. Erik libera a Raoul y al Persa de su cámara de tortura.

Cuando Erik se queda a solas, con Christine, se levanta la máscara para besarla en la frente, y finalmente ella le devuelve el beso. Erik revela que nunca ha besado a nadie, ni siquiera a su propia madre, quien huiría si alguna vez intentara besarla. Conmovidos, él y Christine lloran juntos. Ella también le toma la mano, y dice: "Pobre e infeliz Erik", lo que lo reduce a, "un perro dispuesto a morir por ella". Erik permite que, 'el Persa' y Raoul escapen, no sin antes hacerle prometer a Christine que lo visitará el día de su muerte y le devolverá el anillo que le regaló. También le hace prometer a, 'el Persa' que después irá al periódico a informar de su muerte, ya que morirá pronto, "de amor".

Más tarde, Christine regresa a la guarida de Erik y, a petición suya, le devuelve el anillo y lo entierra, "en un lugar donde nunca será encontrado". Después, un periódico local publica la nota: "Erik ha muerto".

Christine y Raoul se fugan juntos para no volver jamás.

Epílogo

El epílogo revela que Erik nació deforme, e hijo del dueño de una empresa de construcción. Huyó de su Normandía natal, para trabajar en ferias y caravanas, formándose en las artes circenses por toda Europa y Asia, y finalmente construyendo palacios de trucos en Persia y Turquía.

Al regresar a Francia, abrió su propia empresa de construcción. Tras ser subcontratado para trabajar en los cimientos del Palacio Garnier, Erik construyó discretamente su guarida secreta con pasadizos ocultos, y otros trucos que le permitían espiar a los gerentes.

Personajes

Erik: El Fantasma de la Ópera, un mago deforme y con problemas mentales, un hábil entusiasta de la ópera y ventrílocuo, también llamado, “el Ángel de la Música” y “el Fantasma de la Ópera”. Es profesor de canto de Christine Daaé y, con el tiempo, se enamora perdidamente de ella.

Christine Daaé: Una joven soprano sueca de la Ópera de París con la que el Fantasma está obsesionado.

Vizconde Raoul de Chagny: Amigo de la infancia de Christine, con quien renueva un amor de juventud.

“El Persa”: Un hombre misterioso del pasado de Erik.

Conde Philippe de Chagny: Hermano mayor de Raoul.

Armand Moncharmin y Firmin Richard: Los nuevos administradores de la ópera.

Madame Giry: Taquillera de la ópera (madre de Meg Giry).

Meg Giry: A menudo conocida como, “La pequeña Meg”, hija de Madame Giry, bailarina de ballet. Sras. Debienne y Poligny: Las anteriores gerentes de la ópera.

Carlotta: Una prima donna consentida; la soprano principal de la Ópera de París.

Madame Valérius: La anciana tutora de Christine Daaé.

Temas

Música

Leroux utiliza la ambientación operística de, El Fantasma de la Ópera, para usar la música como un recurso premonitorio. Ribière señala que Leroux fue crítico de teatro y su hermano músico, por lo que conocía bien la música, y sabía cómo usarla como marco. Utiliza el ejemplo de cómo Leroux introduce la, Danza Macabra, que significa, "danza de la muerte," en la escena de gala, lo que anticipa la escena del cementerio que viene después, donde el Fantasma toca el violín para Christine, y ataca a Raoul cuando este intenta intervenir.

Drumright señala que la música es evidente a lo largo de la novela, ya que es la base de la relación entre Christine y Erik. Christine ve a Erik como el Ángel de la Música, a quien su padre le prometió que algún día llegaría. El Fantasma ve a Christine como su protegida musical, y usa su pasión por la música, para enseñarle todo lo que sabe.

Misterio

La novela se presenta como una novela de misterio, ya que su trama está narrada por un detective, que obtiene información mediante diversas investigaciones. El misterio investigado es la identidad y el motivo del, “Fantasma”, que acecha por la ópera, apareciendo de la nada como por arte de magia en lugares inaccesibles. Sin embargo, parece que la trama de la novela de misterio es una fachada, para que el género se considere más un romance gótico.

Horror Gótico

En su artículo, Fitzpatrick compara al Fantasma con otros monstruos que aparecen en novelas góticas, como el monstruo de Frankenstein, el Dr. Jekyll, Dorian Gray, y el Conde Drácula. El Fantasma tiene una cámara de tortura, donde secuestra y asesina personas, y las paredes de la capilla del cementerio, están revestidas de huesos humanos. Drumright, señala que, El Fantasma de la Ópera, cumple con todos los tropos necesarios para una novela gótica, según la descripción de la Enciclopedia de Literatura, que dice: “Se esperaba que tales novelas fueran oscuras y tempestuosas, llenas de fantasmas, locura, indignación, superstición, y venganza”. Aunque el Fantasma es en realidad un hombre deforme, posee cualidades fantasmales, ya que nadie puede encontrarlo jamás, ni a él, ni a su guarida, y se le considera un monstruo. La gente le teme debido a sus deformidades, y a los actos de violencia que comete.

Romance

La novela presenta un triángulo amoroso entre el Fantasma, Christine, y Raoul. Raoul es visto como el amor de infancia de Christine, a quien ella conoce, y por quien siente afecto. Es rico y, por lo tanto, le ofrece seguridad, además de un matrimonio sano, y cristiano. El Fantasma, en cambio, no le resulta familiar. Es oscuro, feo, y peligroso, y por lo tanto, representa el amor prohibido. Sin embargo, Christine se siente atraída por él, porque lo ve como su Ángel de la Música, y compadece su existencia de soledad y oscuridad.

Recepción Crítica

Para cuando Leroux publicó, El Fantasma de la Ópera, ya se había ganado la credibilidad de autor de novelas policiacas, tanto en países francófonos, como angloparlantes. Leroux había escrito seis novelas previamente, dos de las cuales, alcanzaron una considerable popularidad en su primer año de publicación: El Misterio del Cuarto Amarillo, y El Perfume de la Dama de Negro. Aunque algunos comentaristas han afirmado que, El Fantasma de la Ópera, no alcanzó tanto éxito como éstas novelas anteriores, al ser particularmente impopular en Francia, donde se publicó por primera vez, investigaciones recientes sobre la recepción y las ventas iniciales de la novela, indican lo contrario. Una reseña del, New York Times, expresó su decepción por la forma en que se retrató al fantasma, afirmando que la sensación de suspenso y terror, se pierde, una vez que se descubre que el fantasma es solo un hombre. Gran parte de la notoriedad que adquirió la novela en sus inicios, se debió a su publicación en una serie de entregas en periódicos franceses, estadounidenses, e ingleses. Ésta versión serializada de la historia, cobró importancia cuando, Universal Pictures, la leyó y la solicitó para adaptarla al cine, en 1925. Leroux no vivió para ver todo el éxito de su novela y su posterior reevaluación crítica; falleció en abril de 1927.

Al 28 de julio de 2025, el libro tenía una calificación de 3,96 estrellas sobre 5 en, Goodreads, con un 35 % de más de 265 000 valoraciones que le otorgaban 5 estrellas.

Adaptaciones

Se han escrito numerosas obras literarias y dramáticas basadas en la novela de Leroux, desde musicales, hasta películas y libros infantiles. Algunas adaptaciones teatrales y cinematográficas conocidas de la novela, son la película de 1925, y el musical de Andrew Lloyd Webber.

 La novela de Leroux se convirtió en dos películas mudas. La primera, una adaptación alemana titulada, Das Gespenst im Opernhaus, es actualmente una película perdida. Se rodó en 1916 y fue dirigida por Ernest Matray.

La siguiente adaptación, una película muda de, Universal Studios, de 1925, está protagonizada por Lon Chaney, como el Fantasma. Debido a las tensiones en el rodaje, hubo un cambio de directores, y Edward Sedgwick terminó la película, cambiando la dirección de la misma. Su versión de la novela, convirtiéndola en una película romántica oscura con toques de comedia, no fue del agrado del público. Finalmente, la película fue reelaborada por última vez por Maurice Pivar, y Lois Weber. Eliminaron la mayoría de las contribuciones de Sedgwick, y retomaron el enfoque original. Esta vez, la película fue un éxito de público.

La adaptación más famosa de la novela, fue el musical homónimo de Andrew Lloyd Webber, de 1986. Con su copia de segunda mano de la novela, y con el objetivo artístico de crear una obra romántica de gran envergadura, Lloyd Webber y su equipo escribieron un musical que honraba el texto original, a la vez que creaban una historia que impactó profundamente al público de la época. Sin embargo, durante el desarrollo de la obra, hubo desacuerdos sobre si estaba, "inspirada," o, "basada" en la novela de Gastón Leroux. Bill O'Connell, asistente de producción cinematográfica en Nueva York en aquel momento, defendió que la obra apareciera como, "basada," en lugar de, "inspirada", ya que consideraba que esto último minimizaba la participación original de Gastón Leroux en la historia.

Los abogados del productor Cameron Mackintosh, y de la compañía teatral, Really Useful Theatre Company, de Webber, respondieron afirmando que nunca fue su intención, "no dar la debida importancia a la contribución de M. Leroux". Sin embargo, no utilizaron la expresión, "basada en", sino, "inspirada por" en el programa de la obra, para gran consternación de O'Connell. Esta adaptación musical, ganadora de algunos de los premios teatrales más prestigiosos del Reino Unido y Estados Unidos, se estrenó en Londres, en 1986, y en Broadway, en 1988. Desde entonces, Phantom of The Opera, se ha convertido en el musical de Broadway de mayor duración, pues se representó durante 35 años antes de su cierre, en 2023, y sigue en cartel en Londres, el segundo musical más longevo del West End, después de, Los Miserables. El espectáculo también ha recibido múltiples producciones, y traducciones internacionales, pero nunca se ha representado profesionalmente en Francia.  (Wikipedia en Ingles)

 El Fantasma de la Opera

De Gastón Leroux

De todos los seres de pesadilla, que han pasado de la página escrita al cine, los más famosos son, sin duda, el Monstruo Frankenstein, y Drácula, ambos creadores de autores ingleses. A ellas es indispensable agregar por lo menos un tercer ente tenebroso nacido de la imaginación de un notable escritor francés.

Corría el año de 1870; aquel verano, la niña Cristina Daaé pasaba sus vacaciones con su padre, una famosos violinista, en la playa de Perro's, en Francia. La niña dijo a su padre, “Háblame otra vez del ángel de la musica, papa.” Su padre le dijo, “Parece que no te cansas de oír de él, Cristina. Pero, está bien…” Su padre dijo, “El ángel de la musica, se aparece en la cuna de los niños, y tambien visita a los grandes artistas cuando menos una vez en la vida. El día que lo vi, me enseñó a tocar ésta canción. Las notas de su violín eran una poesía, en aquella playa con su hija escuchándolo. Philip Daaé solo vivía para su hija y su música, pues era viudo. No habia quien se le comparára tocando el violín, y siempre que ejecutaba una melodía, la gente dejaba sus actividades para escucharlo. Aquella tarde, entre los paseantes, se hallaba el pequeño Raúl, vizconde de Chagny, quien además de disfrutar la musica, quedó fascinado por otro detalle, y pensó, “¡Qué linda niña!” En eso, sopló un violento ventarrón. Cristina exclamó, “¡Oh!!Mi mascada!” El pequeño Raúl exclamó, “¡No te preocupes!¡Iré por ella!” El embeleso que el pequeño vizconde sintió por la niña, le hizo olvidar las rígidas normas de etiqueta, y se lanzó al mar de la playa, para rescatar la mascada, diciendo, “¡Ahora vuelvo, Nána!” La nána dijo, “¡Espera Raúl!” De nada sirvieron los gritos de la nana. Como un héroe que se arriesgaba por su dama, Raúl recuperó la mascada. Al verlo salir del mar, la nana dijo, “¡Raúl, arruinaste tu traje nuevo!” Phil Daaé, se acercó a la nana, y dijo, “No tema, señora. Le compraré ropa nueva a nuestro osado jovencito.” La nana dijo, “¡Gracias! Mi patrona me hubiera obligado a pagar ese costoso traje.” A continuación, Philip Daaé se puso de cuclillas, y dijo al chico, “Muchas gracias, amigo. Esa mascada es muy valiosa para Cristina, pues perteneció a su difunta madre. Ahora, ve a tu casa a cambiarte, o pescarás un resfriado.” A partir de ese día, entre los niños creció un hermoso sentimiento. Un día, en un día de campo frente a una laguna, el pequeño dijo a la niña, “Yo seré marinero, cuando sea grande, ¿Y tú?” La niña le dijo, “¡Seré cantante de ópera, como mi mama!” Por las noches, Phil entretenía a los pequeños con historias que conjugaban musica y magia. “…así, los duendes bailan la noche entera, cuando la luna les regala su canción.” El tiempo siguió su curso, y aquel verano feliz terminó. En la despedida, mientras la pequeña Cristina lloraba, Raúl dijo, “Mañana volveré a mi casa, en Lyon. ¡Nunca te olvides de mí!” Cristina dijo, “Siempre te recordaré. ¡Te lo prometo!” Al otro día, el pequeño Raúl se despidió desde su carruaje, “¡Adió, Cristina!¡Adiós, señor Daaé!” Cristina le gritó, “¡Cuídate mucho, Raúl!” La niña abrazo a su padre, quien estaba de cuclillas, y dijo, “¿Volveré a ver a Raúl algún día, papá?” Phil le dijo, “Eso solo dios lo sabe, mi niña. Ten fe, quizá sus caminos se vuelvan a unir.” Los años pasaron, y Cristina creció, al igual que su belleza y su voz cristalina. Mientras Cristina cantaba, “♪…porque tu pequeño mundo se derrumba a tus pies…♫” su maestro de canto, quien la acompañaba con el violín, pensó, “¡Algún día triunfará en la opera como soprano!” Poco después, Phil Daaé contrajo una enfermedad mortal. Asi, en su lecho de muerte, Phil dijo a su hija, “No llores, Cristina. Cuando esté en el cielo, te mandaré al ángel de la musica. ¡Nunca estarás sola!” Phil murió cuando Cristina tenía 16 años. La joven quedó al cuidado de su tía Jeannette Giraud, quien le dijo, “Yo costearé tus estudios en el conservatorio.” Cristina le dijo, “¡Gracias, tía!” Cristina tomó clases de canto durante dos años. Pero su voz habia perdido sus bellos matices. Cristina cantaba con su maestro quien tocaba el piano, “♫…el tiempo avanza como un río…♪” mientras su madre pensaba, “¡Pobre!¡La muerte de su padre le afectó mucho!” No obstante, jamás abandonó la confianza en si misma. Y un día, mientras su tía desayunaba, Cristina llego y dijo, “¡Mira tía! Solicitan jovenes para el coro del Palacio de la Ópera.” Su tía le dijo, “Ve a la audición. ¡Quizá ésta sea tu puerta hacia el éxito!”  Así, cuando Cristina fue a la audición, el maestro le dijo, “Le falta potencia a su voz, señorita, pero es educable. Venga mañana a los ensayos. ¡Queda contratada!” Cristina exclamó, “¡Gracias!” Ese día se decidió el destino de Cristina, aunque ella estaba muy lejos de imaginarlo siquiera. Cristina pensó, “¡Que feliz se pondrá mi tía, al saber de mi contrato!” El empeño de la joven la hizo destacar; rápidamente se convirtió en la voz principal del coro. Un día, su maestro al piano le dijo, “Va muy bien, señorita Daaé. Siga asi, y llegará a ser solista.” Fue por aquellos días cuando Cristina oyó hablar acerca del Fantasma de la Opera. Un día, una compañera de camerino, mientras se preparaban para una presentación, le dijo, “¡Te juro que es verdad! Cuando algo se pierde en un camerino, es porque el Fantasma lo robó.” Cristina le dijo, “¡Qué embuste, Dalia!” Dalia le dijo, “No me creas si no quieres, pero sigue mi consejo, no dejes objetos valiosos en tu camerino, quizá te lleves una sorpresa.” En cuanto Cristina quedó a solas, se dijo a si misma, pensando frente al espejo, “¡Vaya tontería! Seguramente Dalia me contó lo del fantasma, para encubrir a sus amigas que me envidian porque tengo un camerino para mi sola.” En eso, se escuchó una voz, “CRISTINA…” Cristina exclamó, “¿Q…Quién es?”  Sobresaltada, la muchacha oyó una agradable voz varonil que inundó su camerino. “No temas solo quiero ser tu amigo.” Cristina dijo, “Pe…Pero dime quién eres…¿Acaso…el ángel de la musica?” La voz dijo, “¡Sí Cristina, ese soy yo!¡Te he oído cantar, y te ayudare a superarte! Pero conserva mi existencia en secreto, o te tacharan de demente…” Cristina exclamó, “¡Asi lo haré, ángel mío!¡Te lo prometo!” De ese modo, antes de sus ensayos normales, Cristina tomaba clases con su misterioso ángel, que acompañaba el canto con musica de órgano. “♪…después de conocernos ♪ ya eras parte mía…♫” En muy poco tiempo, las clases dieron sus primeros frutos. Un día, su maestro le dijo, “Su voz ha mejorado increíblemente. ¡La ascenderé a solista!” Cristina exclamó, “¡Oh, qué gran felicidad! ¡Gracias!” El maestro dijo, “No tiene nada que agradecer. ¡Esto lo logró por méritos propios!” Cristina pensó, ilusionada, “¡Le debo mis éxitos al ángel de la musica!” Cristina comenzó con papeles pequeños, pero poco a poco fue alcanzando un lugar privilegiado en el mundo de la farándula. Asi, al final de una presentación, una de sus rivales pensó, “Ésta chiquilla es muy buena…¡Puede llegar a opacarme!” Sin embargo, en el público, un hombre gritaba, “¡Bravo!¡Cristina es tan buena casi como la Sorelli!” Su principal, rival era Carlota Sorelli, la soprano de mayor renombre de la compañía. Al mirar a Cristina, Carlota pensaba, “¿Cómo triunfar su carrera? ¡Debo urdir algún plan para lograrlo!” Un día, frente al espejo del salón de ensayo, estando sola, Cristina compartió su triunfo con su mentor. “¡Oh, Ángel de la Música! ¿Cuándo podré ver tu rostro?” La voz del fantasma se oyó, diciendo, “Todo a su debido tiempo. ¡Ten paciencia!” Noches después, un inesperado evento favoreció a Cristina. Poligny, el empresario de la ópera, entro a la oficina del dueño del teatro, y dijo, “¡Estamos en problemas, Debienne! ¡La Sorelli enfermó, está afónica!” Poligny agregó, “¡Nos tuvo que suceder hoy, que viene el nuevo administrador del Palacio de la Ópera a ver la función!” Debienne dijo, “Calma, amigo Poligny. ¿No has oído cantar a Cristina Daaé? ¡Es perfecta para sustituir a Carlota Sorelli!” Poligny, se llevó la mano a la cabeza y dijo, “¡Es cierto! ¡Vamos a avisarle que tendrá el papel de Margarita en Fausto” Los dos directores de la ópera de inmediato dieron la noticia a la joven! Cristina dijo, “¡Acepto!¡No los defraudaré!” Esa noche, Cristina cantó mejor que nunca. El Palacio de la Opera de París, lleno de gran público, vibró con cada una de las notas de la musica de Fausto Gounod, “♫ No señor, no soy una dama ♪ no me ofrezca su brazo ♪” Entre la concurrencia se hallaba nada menos que Raúl de Chagny, quien, a pesar de los años transcurridos, no habia olvidado a Cristina, y pensaba, “¡Es ella! ¡La he encontrado!” Al terminar la función, el Vizconde de Chagny estaba entusiasmadísimo, y se dirigió al camerino de la nueva sensación artística, pensando, “¡El triunfo de Cristina es apoteósico! La felicitaré personalmente…” Mientras tanto, en la oficina del teatro, unos hombres hablaban de negocios. “Señores, soy Armand Moncharmin. Firmaré con ustedes mi contrato como administrador. Uno de los directores del teatro dijo, “¡Oh, sí! Pase, por favor.” Pero los directores parecían reticentes a efectuar el papeleo. El otro director de teatro buscaba en su escritorio, y dijo, “Por aquí debe estar el contrato. Yo…este…¿Qué le pareció la obra?” El señor Moncharmin dijo, “Cristina Daaé parece muy buena pero yo esperaba ver a la Sorelli.” El primer director dijo, “E…Ella enfermó. ¿Le agradó pues la suplente?” Ante el nerviosismo de los directores, Moncharmin parecía más interesado en los negocios que en musica, y dijo, “Sí, me gustó su voz. ¿Puedo ver el contrato?” El primer director dijo, entregando unos papeles, “Te…Tenga…” Moncharmin revisó los papeles que tranquilamente, hasta que, en las últimas páginas, Moncharmin exclamó, “¿Qué broma es esta?” El primer director subió su mirada al techo y pensó, “¡Oh…problemas!” El segundo director pensó, “¡Ya sabia que iba a protestar!” Moncharmin exclamó, “¿El Fantasma de la Opera exige una pensión de 240 mil francos anuales, y que se le reserve el palco número cinco para todas las funciones?” La irritación del administrador no tuvo limites, y dijo, “¡Estas cláusulas no forman parte del contrato original, incluso estan escritas a mano! ¿Es que tratan de sorprenderme? ¡Exijo una explicación!” El primer director dijo, “Se la daré…lo que le contaré es increíble. ¡Pero es la verdad!”

“El Fantasma existe. Hay quienes lo han visto y aseguran que es un esqueleto viviente. Otros, que su cabeza es una bola de fuego. ¡Ha llegado a matar a sus empleados, sus órdenes son desobedecidas!” Entonces, de manera inesperada, Moncharmin reaccionó y dijo, “¡Pamplinas! Pero no se preocupen, firmaré el contrato; el Fantasma de la Opera no podrá conmigo.” El primer director le acercó el contrato para que lo firmára, y dijo, “Le deseo la mejor de las suertes, Moncharmin. ¡La necesitará” Moncharmin tomó el contrato, y dijo, “¡Ja, Ja! Descuide Debbiene. Mi administración marcará e fin de ese tipo, que es un extorsionador.” Debbiene dijo, “¡Espero que asi sea!” Mientras tanto, el vizconde de Chagny pensaba, “¡Por fin averigüé donde esta el camerino de Cristina! ¡Como deseo abrazarla y decirle que su voz es maravillosa!” Cuando el conde abrió la puerta del camerino, exclamó, “¡Cristina! Yo…” Cristina descansaba en un sillón y un hombre, que parecía un médico exclamó, “Mademoiselle Daaé está indispuesta, su actuación la fatigó. Haga el favor de retirarse.” Cuando el conde entró al camerino, el medico exclamó, “Le suplico obedezca. ¡Es por el bien de Cristina!” El vizconde dijo, “¿No me reconoces? ¡Soy Raúl, el chiquillo que se lanzó al mar por tu mascada!” La respuesta de Cristina impactó sobremanera al vizconde de Chagny. “Lo siento, Monsieur, no tengo el honor de conocerlo.” El vizconde dijo, retirándose, “Como usted diga. Laménto haberla incomodado.” Cristina le dijo, “Gracias por comprender y respetar mi cansancio.” Cuando la joven quedó a solas, pensó, “¡Raúl, querido Raúl! ¿Cómo no recordarte? ¡Si superas que a través de estos diez años tu llenaste mis noches con tu recuerdo! Sin embargo, mi vida está dedicada a mi ángel, y a la musica. ¡Pero no puedo dejar de pensar en ti!”   Afuera del camerino, el vizconde de Chagny, se sentía indignado y pensaba, “Soy un hombre que no acepta un no como respuesta. ¡Cristina me mintió! ¡Debo de hablar con ella y aclarar esto!” La sorpresa de Raúl fue inmensa al oír la voz de un varon, dentro del camerino. “Tu interpretación fue sublime, Cristina. ¡Los ángeles lloraron ésta noche!” El vizconde de Chagny pensó, “¿Quién será ese hombre?”  Dentro del camerino, contestó la voz del fantasma de la ópera. “Hoy mi canto fue para ti, hice tuya mi alma en cada nota.” La voz del fantasma de la ópera dijo, “¡Tu alma!¡Ningun emperador tuvo jamás un regalo tan hermoso! Ahora descansa, la fatiga no debe tocarte.” Los celos invadieron el corazón de Raúl, quien pensó, “¡Ah!¡Su corazón le pertenece a otro hombre! Por eso, ¡Me echó para estar a solas con él!” Raúl esperó por más de 15 minutos a que Cristina y su compañero salieran del camerino, pero cuando Chagny vio salir a Cristina, se llevó una gran sorpresa y pensó, “¡I…Imposible! ¡Va sola!” Cristina se perdió entre los pasillos del teatro; entonces, lleno de curiosidad, Raúl decidió investigar, y entró al camerino, pensando, “El otro debe estar escondido…” Tras unos minutos, Raúl pensó, “¡Vaya! Busqué por todos lados, y no hay nadie. Pero, ¿Qué hay en el tocador? ¡¡Una nota dirigida a mí!” Tras leer la nota, una chispa de esperanza iluminó a Raúl. “Raúl, te espero mañana en el baile de máscaras, en el vestíbulo del teatro; viste un dominó blanco. Ahí te explicaré mi actitud, Cristina.” Al día siguiente Armand Moncharmín inició sus labores como administrador del Palacio de la Opera de Paris. Y al entrar a su oficina, dijo a la secretaria, “¿Alguna correspondencia de hoy, Lenny?” Lenny dijo, “Sobre su escritorio, señor.” Moncharmín pasó a su oficina, y reparó en una carta muy especial, y pensó, “¡Vaya! ¡Sigue esta broma del, Fantasma de la Opera!” Escéptico, pasó rápidamente sus ojos sobre el papel. Y pensó, “No olvide pagar mi pensión. Además, Se que usted prefiere a la Sorelli en los papeles estelares. Ponga en ellos a Cristina Daaé, o mi maldición caerá sobre el Palacio de la Opera. Atentamente, el Fantasma.” Moncharmín pensó, “¡Bah! ¿Que se habrá creído el que está detrás de esto? ¡No solo la Sorelli estará en los papeles estelares, sino que yo mismo ocupare el palco cinco, para terminar esta broma!” En ese momento, Lenny abrió la puerta de su oficina y dijo, “Disculpe, señor. Lo busca el jefe de los establos del teatro.” Armando dijo, “Que pase.” La noticia que recibió Moncharmín le cayó como un balde de agua fría. El hombre dijo, “Nos robaron uno de los caballos que usamos en la ópera.” Armando exclamó, “¿Qué?” Inmediatamente Armando dio la orden, “¡Busquen al culpable! ¡Un caballo no desaparece asi como asi!” El hombre dijo, “Los empleados dicen que fue el Fantasma de la Opera…” Armando respondió enojado, “¡No existe tal! ¡Ahora, salga de mi oficina!” El hombre dijo, “Co…Como ordéne señor!” Segundos después, Armando arrugó la carta y pensó, “¿Quieres retarme, Fantasma? ¡Pues en mi encontrarás a un digno oponente!” Mientras, en la casa de Carlota Sorelli, la mujer descansaba en un sillón sofá, y mientras sostenía una carta, Sorelli pensaba, “¡Ésta nota anónima me advierte que no cante más en la ópera! ¡Debe ser un complot fraguado por Cristina Daaé! Pues se llevará un chasco. El sabado cantaré la ópera Fausto, y tendré un gran éxito. ¡Todos mis admiradores irán a verme!” Esa noche fue el Baile de Máscaras en honor a Armando Moncharmín, al cual asistieron miembros de la farándula, y figuras de la alta sociedad parisina. Uno de ellos era el apuesto Vizconde de Chagny, quien, disfrazado con su antifaz, pensaba, “Creo que Cristina no ha llegado aún, pues la reconocería incluso disfrazada.” En ese momento, Raúl sintió que un mano cálida y suave entrelazaba sus dedos con los suyos. Raúl exclamó, “¡Cristina!” Cristina, quien venia disfrazada, dijo en voz baja, “¡Calla! Ven conmigo, querido Raúl. Te explicaré porque fui tan grosera anoche.” Mientras los jovenes se perdían entre la concurrencia, una persona llego al vestíbulo ataviada con un fastuoso disfraz, con una máscara de calavera, diciendo, “¡Abran paso a la muerte roja!” Una de las damas exclamó, “¡Qué bello traje!” Carlota Sorelli quedó fascinada con el recién llegado., y le dijo, “¿Me dará usted el gusto de bailar conmigo?” El hombre dijo, “¡No!” La cantante no imaginó la razón del rechazo. Carlota Sorelli dijo, sorprendida, “No se enoje conmigo, yo…” El hombre le dijo, “¡Alto!¡No me toque!” Por un brevísimo momento, Carlota tocó la piel del extraño. La cantante retiró su mano en el acto, como fulminada por un rayo. Carlota Sorelli dijo, “¡E…Esta fría como la muerte!” El hombre dijo, “¡Claro! ¿Qué otra cosa esperaba de mí?” Ninguno de los invitados imaginó, que aquel hombre que parecía buscar a alguien con sus ojillos nerviosos, era nada menos que, el Fantasma de la Opera, quien pensaba, “¿Dónde está Cristina?” Mientras tanto, en uno de los muchos salones del lugar, Cristina decía a Raúl, “¡Por favor discúlpame! ¡Entiende que debo mi carrera a mi ángel de la Musica!” Raúl luchó por no anteponer su orgullo, al cariño hacia Cristina, que habia subsistido a lo largo d ellos años, y dijo, “Tu historia es inverosímil…pero te creo. Tus ojos indican que no mientes.” El joven inclinó el rostro hacia ella, y sintió un deseo irresistible de besar sus labios. Raúl la abrazó, y le dijo, “Prométeme que volveremos a vernos. ¡Ahora que te encontré, no soportaría perderte!” Pero las ambiciones de Raúl se frustraron; ella se separó apresuradamente, y dijo, “Te buscaré, no te apures, ahora, debo irme. ¡Adiós!” Raúl dijo, “Adiós, Cristina. ¡Juro que algún día serás mi esposa!” Pronto Cristina llego a su camerino, pensando, “¡Ojalá no se moleste mi ángel por mi tardanza!” Cuando entro a su camerino, Cristina escuchó la voz del fantasma, “¿Dónde estabas? Me disfracé para darte una sorpresa en el baile de máscaras, pero no te pude encontrar.” Cristina dijo, “Lo siento. Olvida todo, pues ya estoy aquí.” La voz del fantasma dijo, “Entonces cambia tu ropa, luego apaga la luz. ¡Al encenderla de nuevo tu ángel de la musica estará junto a ti!” Con rapidez, Cristina obedeció. Su corazón latió violentamente, ante la expectativa de encontrarse ante su benefactor. Cuando la joven volvió a encender la luz, tuvo delante suyo al dueño de aquella voz que la habia cautivado. El fantasma dijo, “¡Yo soy tu ángel!” Cristina se acercó a él, y le dijo, “¡No podía imaginarte! Deja que te agradezca todo lo que has hecho por mí.” El fantasma dijo, “No. Yo soy quien te da las gracias por haberme devuelto mi humanidad.” Como el fantasma de la ópera traía un antifaz, Cristina le dijo, “¿Por qué te cubres tu rostro? ¡Déjame verlo!” El fantasma de la ópera le dijo, “Solo lo veras si eres digna de ello. Ahora sígueme, Cristina. Veras cosas vedadas para los simples mortales.” El enmascarado presiono la pared de espejo que estaba en el camerino, y entraron a un cuarto de espejos. Cristina dijo, “¡Cielos!¡Cuantos espejos!” El fantasma de la ópera la tomo de la mano y dijo, “¡Vamos!” Segundos después, Cristina sintió un frio recorrer su cuerpo, al pasar a su corredor cuya existencia desconocía. El Fantasma de la Opera dijo, “No temas, ¿Acaso piensas que yo, tu ángel, podría dañarte?” Tras pasar por un pasaje secreto, iluminado por antorchas, llegaron a un salón donde estaba un caballo blanco. El Fantasma de le Opera dijo, “Sube al caballo. El camino es largo y no deseo que te fatigues.” Cuando Cristina subió al caballo, pensó, “Siento miedo.” El fantasma, quien guiaba al caballo, dijo, “¡Olvida tus temores Cristina, yo estoy contigo!” La voz dulce de su ángel, susurrante y henchida de amor, la reconfortó. Tras una breve cabalgata, dejaron al corcel. Y subieron a una barca, dado que el pasaje con antorchas, se convertía en un pasaje lleno de agua. Cristina dijo, “¿Dónde estamos?” El fantasma dijo, “Entre los cimientos del Palacio de la Opera.” Cristina le dijo, “Amigo, no puedes engañarme. Tú no eres un fantasma, sino un hombre de carne y hueso.” El fantasma de la ópera dijo, “Tienes razón, Cristina.” Tras una pausa, el Fantasma continuó, “Soy un hombre que te ha elegido a ti, para alcanzar la redención de su alma.” Cuando desembarcaron hacia una banqueta, Cristina le dijo, “Dime tu verdadero nombre.” El Fantasma de la ópera le dijo, “Tengo muchos, pero llámame por aquel que me puso mi madre…Erick.” Entraron a una casa habitación que estaba en los cimientos de aquel oscuro lugar. El fantasma dijo, “Ésta es mi casa, ahora te pertenece, al igual que mi alma que ya es tuya, desde el día que te conocí.” Cristina dijo, “¿Qué quieres decir?” Con una caricia de su mano enguantada, Erick la tranquilizó, y dijo, “No te sobresaltes. No te ofrezco matrimonio, solo mi amistad…por ahora.” Erick agregó, “Entra Cristina. Acepta mi hospitalidad, la cual no he brindado a nadie más que a ti.” Al entrar a la habitación, Cristina exclamó, “¡Un órgano! Tú eres un gran ejecutante, toca para mí.” Erick le dijo, “Solo lo haré si aceptas cantar conmigo.” Cristina le dijo, “Sí, Erick. ¡Como tú digas!” Asi, la pareja elevo sus voces, cantando con sus corazones, unidos en un himno a la vida, como sabiéndose protagonistas de un amor imposible. Acto seguido, Erick le mostro a su amiga su casa entera. Cuando Cristina vio a un gran ataúd, colocado sobre un gran mueble, dijo, “Tú…¿Tú duermes ahí?” Erick dijo, “Sí, me recuerda que todos moriremos algún día, por eso me acostumbro de una vez a estar ahí dentro.” En eso, intempestivamente, Cristina vencida por la curiosidad, le arrebató a Erick su mascara, y exclamó, “Conozco muchas cosas de ti, pero no todo. ¡Déjame ver tu cara!” Erick exclamó, “¡No!” La sonrisa de Cristina de ternó en una mueca de repugnancia y horror. Por su parte, Erick se sintió ahogado por un sentimiento mezclado de ira, decepción y desesperación. Erick exclamó, “¡Niña tonta! ¡Rompiste la magia de nuestra relación!” Las lágrimas corrieron libremente por el rostro del desdichado ser. Erick decía, “¿Por qué me desenmascaraste? ¿Por qué?” Cristina desconcertada, dijo, “Pe…Perdóname Erick!” Erick dijo, derramando lágrimas, “¿Perdonarte como a mi madre, que me echo de su lado por mi fealdad? ¿Asi como todos los que me han herido solo porque soy diferente a ellos?” El llanto anegó los ojos de Cristina quien intentó reparar los daños de su acción, y dijo besándolo en la frente, “¡Perdóname en nombre de Dios! ¡No quiero perderte!” Erick pareció no comprender lo sucedido. Por fin atinó a balbucear sorprendido, “Me…¡Me has besado!” Tras una pausa, Erick dijo, “¡Gracias! Nunca habia sentido el calor de unos labios sobre mi piel…¡Ni siquiera los de mi madre!” Enseguida Erick se quitó un anillo del dedo y dijo, “Por favor, acepta este anillo, que será la prueba de nuestra unión. Si te lo quitas será tu fin, y tambien el mío. Jamás divulgues mi verdadera identidad.” Asi, Erick llevo a Cristina de regreso a su camerino, quien iba en su caballo. Cristina dijo, “Erick, si no eres un espectro, ¿Cómo logras realizar tus efectos mágicos?” Erick le dijo, “Solo te diré que mi madre me vendió a unos gitanos con los que aprendí muchas de sus habilidades. Mi amor por ti sobrevive, pero no debo revelarte más cosas. Aquieta tu curiosidad, y entonces te revelare mis secretos poco a poco.” Al llegar Cristina bajo del caballo y dijo, “Asi lo hare. Lo prometo.” Por fin llego el momento de la despedida. Erick dijo, “Seguiré velando por ti. ¡No descansare hasta que seas la máxima estrella de la ópera de Paris!” Cristina dijo, “¡Gracias Erick!” Los siguientes días pasaron sin novedad, pero el sabado en la mañana, Moncharmín recibió una carta. Al revisar el sobre pensó, “¡Vaya! ¡Un ultimátum de nuestro querido Fantasma!” Moncharmin leyó el mensaje con rapidez, y exclamó, “¡Asi que si no retiro a la Sorelli de la obra e insisto en usar el falco del fantasma, sucederá una desgracia!¡Que desfachatez! ¡Esta noche veremos qué tan poderoso eres, Fantasma, ¡si es que en realidad existes! En cuanto al dinero que exiges…¡No veras un solo céntimo, mientras yo sea el administrador de este teatro!” La noche llego, y con ella el momento de la función de la ópera. La sala estaba repleta, principalmente por admiradores de Carlota Sorelli. Entonces, en el palco del fantasma, Moncharmin estuvo presente en el primer acto. Cuando termino el primer acto, hubo una pausa. Moncharmin pensó, “El primer acto terminó, y el Fantasma no ha dado señales de vida. ¿Será porque en él no salio la Sorelli?” Pero al alzarse el telón para comenzar el segundo acto, Moncharmin escuchó la voz del Fantasma, “¡Me desobedeciste, Moncharmin!¡Serás responsable del fracaso de tu cantante favorita, y de algo peor…!” Segura de sí misma, la Sorelli empezó su canto. “♪ ¡Bebamos, ♫ no importa el color del vino! ♪” Entonces, sucedió lo inesperado. La Sorelli, expresó un sonido gutural y animal, “¡CROAC!” La concurrencia quedó congelada. La Sorelli habría recibido una rechifla, si la sala no hubiera estado llena de sus admiradores. Un espectador pensó, “¡De su boca salió el croar de un sapo!” Humillada la artista salio del escenario, incapaz de seguir cantando. En el palpo número cinco, Moncharmin miraba estupefacto, cuando escucho la voz del fantasma, “No te marches, Moncharmin. ¡Observa la desgracia que provocaste por tu imprudencia!” Con un ominoso crujido, un bello candil de gran peso cayó sobre el público, ante los ojos desorbitados de Moncharmin. El desesperado administrador salió del palco, para organizar las labores de rescate, diciendo, “¡Ganaste Fantasma! ¡Accederé a tus deseos, pero no causaras más muertes!” Un poco más tarde, la paz de los sótanos del teatro, era interrumpida por un hombre con turbante, que bogaba en el lago subterráneo. De improviso, dos manos salidas del agua, jalaron al hombre hacia el fondo del lago; parecía que la estela continuaría a lo largo de esa noche. Pero el homicida reconoció a su víctima, y la llevó a la orilla del lago. El hombre con antifaz, dijo al hombre del turbante, “¡Persa! ¿A que has venido? ¡Te advertí que nunca me siguieras hasta mi casa!” Persa se levantó y dijo, “¡Solo intento impedir que sigas con tus crímenes, Erik! ¡Desiste de ellos!” Erik dijo, “¡No lo haré! Ahora, vete de aquí, que puedo olvidar nuestra amistad y matarte a ti tambien.” El Persa dijo, “¿Serias capaz?” Erik dijo, “¡Bien sabes que si!” El Persa dijo, “Recuerda que te salve la vida, al sacarte de mi país, cuando caíste de la gracia del sultán.” Erik dijo, “Lo recuerdo bien. Pero no respondo de mi si me ofusco.” El Persa dijo, “¡Respetaré tu voluntad, rey de los asesinos y príncipe de los conspiradores! Pero si vuelves a las andadas, mediremos nuestras fuerzas.” Erik dijo, “Tendré en cuenta tu advertencia. ¡Adiós!” Al otro día, en casa de Raúl de Chagnay, Jean el mayordomo entregaba una carta a Raúl diciendo, “Señor, recibió una carta de mademoiselle Daaé.” Raúl dijo, “¡Excelente! Dámela Jean.” El vizconde leyó la carta de su amada, y pensó, “Me cita mañana en la azotea de la ópera. Es un lugar extraño, pero iré.” El joven acudió puntual al compromiso, y al ver a su amada, exclamó, “¡Cristina!” Cristina lo recibió con amabilidad, y le dijo, “Me alegra que hayas venido, Raúl.” Ambos se tomaron de las manos. Cristina dijo, “Éste es el único lugar seguro para verte. Te explicaré porqué…¡Ojalá creas mi historia!” Asi, Cristina narró sus increíbles peripecias ocurridas junto al Fantasma de la Ópera. Raúl besó su mano, y dijo, “¡Oh, mi pobre niña!¡Cuanto debes haber sufrido en estos días!” Entonces Raúl observó la sortija en la mano de la joven, y dijo, “¡Cristina! ¿Qué significa este anillo?” Cristina dijo asustada, “No desesperes. Es símbolo de la confianza de Erik. Mientras lo lleve, me respetará a mí y a mis seres queridos.” Raúl exclamó, “¡Ah! Entiendo…” Tranquilizado Raúl la abrazó, y dijo, “Ahora espero que tu entiendas que siempre te amé, y ahora más que nunca. ¡Cásate conmigo!” Cristina le dijo, “Mañana será mi última función. No sería bien visto que la esposa de un vizconde actuara en la ópera.” Raúl dijo, “¡Gracias por comprenderme!” La promesa de una nueva vida se abrió ante los jovenes, quienes olvidaron sus miedos al entregarse su amor sin palabras. ¡Qué lejos estaban de imaginar que una sobra empañaría su futuro! Aun lado de ellos, escondido, sigilosamente se escurría el Fantasma de la Opera, quien después de escuchar a los amantes, pensó, “¡Ah, infiel Cristina! ¡Nunca debiste rechazar mi amor!” Mientras escapaba, el Fantasma pensó, “Tu traición solo traerá dolor a cientos de personas. ¡Lo juro!” Para aumentar la amargura del infeliz Erik, el sol que moría ilumino un anillo de oro tirado en el piso. Erik pensó, “¡Sentirás todo el peso de mi venganza!” La noche siguiente Cristina cantó el papel principal de le opera, La Hebrea. Raúl, quien la veía en primera fila, pensaba, “¡Canta, Cristina! ¡Aunque la gente no lo sabe, tu actuación es solo para mí!” De repente, inesperadamente, hubo una completa obscuridad. Raúl exclamó, “¡Madre de Dios!¡Todas las luces se apagaron!” La oscuridad duró un par de segundos. Cuando las luces se encendieron de nuevo, uno de los actores dijo en voz baja, “¡La Daaé desapareció!” La voz del administrador se escuchó, aunque en voz baja, aun lado del escenario, diciendo, “¡Que siga la función!” Mientras, desesperado, el joven enamorado, recorría los pasillos buscando a la cantante, gritando, “¡Cristina!¡Cristina!” En eso, un hombre gigantesco y misterioso, quien llevaba un turbante, le impidió continuar su carrera, diciendo, “¡Alto amigo!¡Conserva la calma si quieres rescatar a tu dama!” Raúl le dijo, “¿Quién es usted?” El hombre dijo, “Mi nombre es impronunciable para los occidentales; llámame Persa.” Raúl dijo, “¿Por qué quieres ayudarme?” Persa le dijo, “Yo traje al fantasma de Persia, cuando mi sultán quiso matarlo, asi que soy responsable de que esté aquí. ¡Ahora, llévame al camerino de Cristina!” Cuando ambos llegaron al camerino, el Persa dijo, “Erik viajo por todo el mundo. Es amo del disfraz y gran ventrílocuo. En Persia aprendió el arte de construir pasadizos y puertas secretas.” Enseguida, el Persa empujó una pared de espejo, y dijo, “¡Que bien!¡Mis sospechas de que podía activar el mecanismo desde afuera eran ciertas!” Enseguida el Persa dio una pistola a Raúl y dijo, “Toma esta pistola. Úsala con prudencia, o echaras a perder el rescate. Ahora, sígueme de cerca, a menos que quieras perderte.” Mientras avanzaban por un pasillo lleno de espejos, Raúl dijo, “¿Cómo logra el Fantasma este efecto?” El persa dijo, “Lo ignoro. Guarda silencio o nos descubrirá.” En ese momento, Cristina despertó sobre un sofá recostarla, diciendo, “¡Ooooh! ¿Dónde estoy?” Erik dijo, “En mi casa, Cristina.” Cristina se puso de pie, y dijo, “¡Erik!¡Te exijo que me liberes!” El Fantasma de la ópera le dijo, “No estás en posición de exigir nada. ¡Calla, y escucha!” Tras una pausa, Erik continuó, “Tienes hasta mañana a las 11 de la noche para decidir si te casas conmigo o me rechazas. No te presionaré, ni siquiera necesitaré oír tu decisión.” Cristina le dijo, “Entonces, ¿Cómo lo sabrás?” Entonces, Erik apunto hacia una mesa y dijo, “En esa caja hallaras dos figuras de bronce. Si levantas el escorpión, significarás que me aceptas. ¡Pero si tomas el saltamontes, señalarás tu negativa!” El Fantasma concluyó, “¡Elige con sabiduría!¡Tu respuesta decidirá la vida de mucha gente!¡Ja, Ja, Ja!” Cuando la joven se quedó sola, pensó, “¿Qué habrá querido decir?” Enseguida, Cristina abrió la caja, y pensó, “¿Qué habrá querido decir?” Después de revisar el contenido, Cristina pensó, “Erik no me mintió, aquí estan las figuras. Pero, ¿Cuál será la respuesta al acertijo?” Tras mucho meditar, Cristina halló la solución, y pensó, “¡Dios Santo!¡Mañána habrá función en la ópera!¡Si lo recházo, matará a todos los asistentes!” Mientras, el Persa y Raúl avanzaban por los túneles alumbrados por antorchas empotradas en la pared. Entonces el Persa dijo, “No reconozco este corredor…¡Estamos perdidos!” Raúl exclamó, “¡Oh no!” El Persa dijo, “Avancemos con cuidado. Este sitio puede estar lleno de trampas.” En eso, como si el Persa hubiera invocado el peligro, ambos pisaron una puerta oculta en el piso y cayeron. Los rescatadores comenzaron una vertiginosa caída por un tobogán sin final aparente. Pasaron unos segundos llenos de angustia. Ambos hombres valientes, concluyeron su travesía hasta el fondo. Cuando Raúl se levantó dijo, “¿En donde estamos?” El Persa dijo, “En uno de los muchos calabozos de Erik…” Raúl se asustó, y exclamó, “¡Debemos huir!” El Persa dijo, “Conserva la calma, toda trampa tiene su escapatoria en ella misa.” Inmersos en la mas completa oscuridad, los hombres revisaron cada centímetro de la superficie de su prisión. Raúl pensaba, “¡Cristina!¡Aguanta mi amor, te rescataré!” Pasaron muchas horas llenas de zozobra, y el plazo fijado por el fantasma para la respuesta de Cristina, estaba a punto de cumplirse. Cristina pensó, “¡Dios! ¡Dame fuerzas para tomar o decisión! ¡Erik no ha dejado de tocar el violín! ¡Su musica es hermosísima, pero muy triste!” Faltaban 15 minutos antes de que el reloj marcara las 11 de la noche. Entonces, Erik dijo a Cristina, “¡He concluido mi obra maestra! ¿Has tomado ya tu decisión, Cristina?” Cristina exclamó, “¡Si!” Cristina agregó, “¡No arriesgaré a miles de personas por mi bienestar! ¡Me casaré contigo, Erik!” Mientras tanto, en el calabozo, el Persa golpeaba una esquina del muro, y entonces exclamó, “¡Estamos salvados, Raúl! ¡Este botón activa el mecanismo que abre las paredes!” Del muro se abrió un pasaje. El Persa dijo, “¡Salgamos!¡No hay tiempo que perder!” Mientras huían por un pasillo, Raúl advirtió algo, y exclamó, “¡Barriles! ¿Qué contendrán?” El Persa dijo, “Vamos a abrirlos.” Cuando el Persa quito la tapa de uno de los barriles, exclamó, “¡Pólvora!” Raúl dijo, “¡El Fantasma piensa volar el palacio de la ópera!¡Debemos impedirlo!” En ese momento, Cristina extraía un objeto de una caja, diciendo, “¡Elijo el escorpión, Erik! ¡No tengo otra opción!” En ese momento, un ruido de correr de aguas subterráneas comenzó. Cristina exclamó, “¿Que ruido es ese?” Erik dijo, “El símbolo de tu decisión, Cristina.” La joven no imaginó el resultado de su acción. El Persa exclamó, “¡Se inunda la bodega!” Mirando hacia el techo, el Persa observó, un hueco cuadrado, y dijo, “¡Salgamos por ahí de prisa!” Nadie imaginó que el cuarto de explosivos estaba bajo la casa de Erik. Al ingresar por el piso a la sala, moviendo una alfombra, Raúl vio a Cristina y exclamó, “¡Cristina!” La reacción del fantasma fue instantánea. Cuando Raúl se incorporó, Erik ya le apuntaba con su pistola, diciendo, “¡No des un paso más, o disparo!” Inmediatamente Cristina exclamó, “¡Espera Erik! ¡Mátame a mí, pero a él déjalo vivir!” El fantasma hizo caso omiso de los ruegos de Cristina y jaló el percutor de la pistola. Los corazones de los ahí presentes, se detuvieron. Pero Erik se detuvo, y dijo, “No, no puedo hacerlo. Comprendo que si lo matára, me odiarías para siempre. Véte con él Cristina.” Cristina exclamó, “¡Gracias Erik, gracias!” A continuación, Erik dio un anillo a Cristina, y dijo, “Recogí el anillo que tiraste en la azotea. Úsalo siempre, y no te olvides de mí.” Cristina lo tomó, y dijo, “¡Te juro que no lo volveré a perder!” Enseguida, Erik dijo, “Persa, guíalos al exterior. Luego ven a mi lado, que no quiero estar solo.” Persa dijo, “Como digas, amigo.” Mas tarde, Cristina y Raúl salieron del camerino de la cantante, justo al terminar la función de esa noche. En el pasillo, fueron abordados por el administrador del teatro, quien dijo, “¡Mademoiselle Daaé! ¿Dónde estaba?” Cristina dijo, “¡Quizá no me crea, Monsieur Moncharmin, pero me raptó el fantasma de la ópera!” Moncharmin dijo, “Lo sabía. Él cumplió su amenaza de querer arruinar la función de esta noche. ¡Gracias a Dios, la función pudo seguir sin problema!” Entonces, mientras Raúl y Cristina se retiraban, Cristina dijo, “¡Ah! Dígale a la Sorelli que ya no tendrá que preocuparse por mí. Nuestra competencia ha terminado…” Mientras caminaba, Cristina dijo, derramando lágrimas, “Mi carrera artística llegó a su fin, déjo el escenario para siempre.”  ¨Pocos días después, una radiante pareja recién casada, salia de una iglesia de Paris. La tía Jeannette, llena de júbilo exclamaba, “¡Felicidades hija!” Cristina dijo, “¡Gracias, tía Jeannette!” Pasó un mes, y los jovenes por fin volvieron de su luna de miel. Ya instalados en su nuevo hogar Raúl dijo, “¡Ya estamos de regreso en la ciudad! ¿Qué cosas habrán sucedido en nuestra ausencia?” El desplegado habia sido publicado por el Persa, según los deseos del finado Fantasma de la ópera. Tomando el periódico, Raúl dijo, “¡Cristina, ven a ver esto!” Cristina abrazó a Raúl, y dijo llorando, “¡Pobre Erik!¡Espero que por fin su alma haya alcanzado la paz que anhelaba su lama!” la pesadilla habia terminado, y con ella la angustia causada por un hombre cuya vida fue una sucesión de amarguras. La historia se encargaría de convertir en leyenda la figura de El Fantasma de la Ópera…un ser que murió de amor…

Tomado de, Joyas de la Literatura. Año VIII, No. 143, diciembre 1 de 1990. Adaptación: Remy Bastien. Guión: Martín Arceo. Segunda Adaptación: José Escobar.