Gaston Louis Alfred Leroux, nació el 6 de mayo
de 1868, y murió el 15 de abril de 1927, a la edad de 58 años. Gastón Leroux
fue un periodista y escritor de novela policíaca francésa.
En el mundo angloparlante, es conocido por escribir la novela, El Fantasma de la Ópera, que ha sido adaptada al cine y al teatro en varias producciones homónimas, en particular, la película de 1925, protagonizada por Lon Chaney. y el musical de Andrew Lloyd Webber, de 1986. Su novela de 1907, El Misterio de la Habitación Amarilla, es uno de los misterios de habitación cerrada más célebres.
Vida y Carrera
Leroux nació en París en 1868, hijo ilegítimo de Marie Bidaut y Dominique Leroux, quienes se casaron un mes después de su nacimiento.
Leroux afirmaba tener un linaje ilustre, incluyendo descendencia de Guillermo II de Inglaterra, hijo de Guillermo el Conquistador, y conexiones sociales como haber sido el compañero de juegos oficial del príncipe Felipe, conde de París, en el, Collège d'Eu en Normandía. Tras estudiar en Normandía, y como abogado en Caen, graduándose en 1889, heredó millones de francos, y vivió desenfrenadamente hasta casi estar en bancarrota. En 1890, comenzó a trabajar como taquígrafo judicial, y crítico teatral para, L'Écho de Paris. Su trabajo periodístico más importante, llegó cuando comenzó a trabajar como corresponsal internacional para el periódico parisino, Le Matin, en 1893. Estuvo presente y cubrió la Revolución rusa de 1905.Dejó el periodismo en 1907, tras regresar de cubrir una erupción volcánica, y ser asignado inmediatamente a otro trabajo sin vacaciones, entonces Leroux comenzó a escribir ficción. En 1919, él y Arthur Bernède, formaron su propia compañía cinematográfica, la Société des Cinéromans, publicando novelas y adaptándolas al cine. Primero escribió una novela de misterio titulada, Le Mystère de la Chambre Jaune (1907), o, El Misterio de la Habitación Amarilla, protagonizada por el detective aficionado Joseph Rouletabille. La contribución de Leroux a la novela policíaca francesa, se considera similar a la de Sir Arthur Conan Doyle en el Reino Unido y Edgar Allan Poe en Estados Unidos.
Leroux publicó su obra más famosa, El Fantasma de la Ópera, como serial en 1909 y 1910, y como libro en 1910, con una traducción al inglés publicada en 1911. En 1911, le siguió, Balaoo, que fue llevada al cine varias veces, en 1913, 1927, y 1942.
Leroux fue nombrado Caballero de la Legión de Honor en 1909. Falleció a los 58 años en Niza, Francia, en 1927.
Vida Personal
Leroux se casó dos veces, primero con Marie Lefranc, de quien se separó en 1902. Después de su separación, vivió con Jeanne Cayatte de Lorena, con quien tuvo un hijo, Gaston, apodado Milinkij, y una hija llamada Madeleine; se casaron en 1917, después de la muerte de Lefranc. En 1918, Leroux fundó una compañía de producción cinematográfica, Société des Cinéromans, con René Navarre, y estrenó dos películas, Tue-la-Mort, o El Asesinato de la Muerte, e Il était Deux Petits Enfants, o, Habia Dos Niños Pequeños, en las que su hija interpretó el papel principal. (Wikipedia en ingles)
El Fantasma de la Ópera, en francés: Le
Fantôme de l'Opéra, es una novela del autor francés, Gastón Leroux.
Se publicó por primera vez como serial, en, Le Gaulois, del 23 de
septiembre de 1909, al 8 de enero de 1910, y Pierre Lafitte la publicó en forma
de volumen, a finales de marzo de 1910. La novela está inspirada en parte en
acontecimientos históricos ocurridos en la Ópera de París, durante el siglo XIX,
y en un relato apócrifo, sobre el uso del esqueleto de una exalumna de ballet,
en una producción de 1841, de Der Freischütz, de Carl Maria von Weber. Ha sido
adaptada con éxito a diversas obras de teatro, y al cine, entre las que
destacan la película de 1925, protagonizada por Lon Chaney, y el musical de
Andrew Lloyd Webber, de 1986.
Historia Detrás de la Novela.
Leroux inicialmente iba a ser abogado,
pero tras gastar su herencia en apuestas, se convirtió en reportero de, L'Écho
de Paris. En el periódico, escribió sobre dramas y los criticó, además de
ser reportero de tribunales. Gracias a su trabajo, pudo viajar con frecuencia,
pero regresó a París, donde se convirtió en escritor. Debido a su fascinación
por Edgar Allan Poe, y Sir Arthur Conan Doyle, Leroux escribió una
novela policíaca, titulada, El Misterio del Cuarto Amarillo, en 1907, y
cuatro años después, publicó, El Fantasma de la Ópera. La novela se
publicó primero en periódicos, antes de ser finalmente publicada como libro.
El Fantasma de la Ópera, se ambienta en
el Palacio Garnier, la Ópera de París. Leroux había oído rumores sobre
la fecha de finalización de la ópera, y estos rumores se vincularon
estrechamente con la novela: el primer acto de la ópera, Hellé, acababa
de terminarse, cuando un incendio en el tejado de la ópera, derritió un cable
que sostenía el contrapeso de la lámpara, provocando un choque que dejó a
varios heridos, y a uno muerto. Utilizando este accidente, sumado a los rumores
de un fantasma en la misma ópera, Leroux escribió, Le Fantôme de
l'Opéra, y la publicó en 1910, que posteriormente se publicó en inglés,
como, El Fantasma de la Ópera. El, "lago," subterráneo
del que escribió Leroux, en realidad una enorme cisterna, existe bajo la
ópera, y todavía se utiliza para entrenar a los bomberos a nadar en la
oscuridad.
La versión serializada contiene un
capítulo completo, "L'enveloppe Magique", o “El Sobre
Mágico,” que no aparece en la novela, aunque gran parte de su contenido se
añadió en otros capítulos, y no se reimprimió en inglés, hasta 2014.
Resumen de la Trama
En la década de 1880, en París, se cree
que el Palacio Garnier de la Ópera, está embrujado por una entidad conocida
como el, “Fantasma de la Ópera”, tras el hallazgo del tramoyista Joseph
Buquet ahorcado, sin la soga al cuello.
En una función de gala por la jubilación
de los directores de la ópera, una joven y poco conocida soprano sueca,
Christine Daaé, es llamada a cantar, en lugar de la soprano principal de la
ópera, Carlotta, quien se encuentra enferma. La actuación de Christine es un
éxito. Entre el público se encuentra el vizconde, Raoul de Chagny, quien la
reconoce como su compañera de juegos de la infancia, y le recuerda su amor.
Intenta visitarla entre bastidores, donde oye a un hombre halagándola desde su
camerino. Investiga la sala una vez que Christine se marcha, solo para
encontrarla vacía.
En Perros-Guirec, Christine se encuentra
con Raoul, quien la confronta por la voz que escuchó en su habitación.
Christine dice que ha recibido tutorías del, "Ángel de la Música",
de quien su padre solía hablarle a ella, y a Raoul. Cuando Raoul sugiere que
podría ser víctima de una broma, ella se marcha furiosa. Christine visita la
tumba de su padre una noche, donde aparece una figura misteriosa que toca el
violín para ella. Raoul intenta confrontar a la figura, pero es golpeado, y
noqueado en el proceso.
De vuelta en el Palacio Garnier, los
nuevos gerentes reciben una carta del Fantasma, exigiendo que se les permita a
Christine interpretar el papel principal de Marguerite, en Fausto, y que el
palco cinco se deje vacío para su uso, para evitar que actúen en una casa
maldita. Los gerentes asumen que sus exigencias son una broma, y las ignoran.
Poco después, Carlotta termina croando como un sapo, y una lámpara de araña,
cae sobre el público, matando a un espectador. El Fantasma, tras secuestrar a
Christine de su camerino, se revela como un hombre deforme llamado Erik. Erik
planeaba retenerla prisionera en su guarida durante unos días. Sin embargo,
ella lo hizo cambiar de planes al desenmascararlo y, para horror de ambos,
contemplar su rostro de calavera. Temiendo que lo abandonára, Erik decidió
retenerla para siempre. Sin embargo, cuando Christine solicitó su liberación
después de dos semanas, él aceptó con la condición de que llevára su anillo, y
le fuera fiel.
En la azotea de la Ópera, Christine le
contó a Raoul sobre su secuestro, y le hizo prometer que la llevaría a un lugar
donde Erik nunca pudiera encontrarla, incluso si se resistía. Raoul prometió
cumplir su promesa al día siguiente. Sin que Christine ni Raoul lo supieran,
Erik los observaba y escuchó toda la conversación.
La noche siguiente, Erik, furioso y
celoso, secuestró a Christine durante una representación de Fausto, e intentó
obligarla a casarse con él. Raoul es conducido por un misterioso cliente
habitual de la Ópera, "el Persa", a la guarida secreta de Erik,
en las entrañas del edificio. Sin embargo, terminan atrapados en una habitación
con espejos por Erik, quien amenaza con matarlos a ellos y a todos en la Ópera,
usando explosivos, si Christine no acepta casarse con él.
Bajo presión, Christine acepta casarse con
Erik. Inicialmente, Erik intenta ahogar a Raoul, y al Persa, usando el agua que
se habría usado para apagar los explosivos. Aun así, Christine le suplica,
prometiéndole que no se suicidará después de convertirse en su esposa. Erik
libera a Raoul y al Persa de su cámara de tortura.
Cuando Erik se queda a solas, con
Christine, se levanta la máscara para besarla en la frente, y finalmente ella
le devuelve el beso. Erik revela que nunca ha besado a nadie, ni siquiera a su
propia madre, quien huiría si alguna vez intentara besarla. Conmovidos, él y
Christine lloran juntos. Ella también le toma la mano, y dice: "Pobre e
infeliz Erik", lo que lo reduce a, "un perro dispuesto a morir
por ella". Erik permite que, 'el Persa' y Raoul escapen, no sin
antes hacerle prometer a Christine que lo visitará el día de su muerte y le
devolverá el anillo que le regaló. También le hace prometer a, 'el Persa'
que después irá al periódico a informar de su muerte, ya que morirá pronto, "de
amor".
Más tarde, Christine regresa a la guarida
de Erik y, a petición suya, le devuelve el anillo y lo entierra, "en un
lugar donde nunca será encontrado". Después, un periódico local
publica la nota: "Erik ha muerto".
Christine y Raoul se fugan juntos para no
volver jamás.
Epílogo
El epílogo revela que Erik nació deforme,
e hijo del dueño de una empresa de construcción. Huyó de su Normandía natal,
para trabajar en ferias y caravanas, formándose en las artes circenses por toda
Europa y Asia, y finalmente construyendo palacios de trucos en Persia y
Turquía.
Al regresar a Francia, abrió su propia
empresa de construcción. Tras ser subcontratado para trabajar en los cimientos
del Palacio Garnier, Erik construyó discretamente su guarida secreta con
pasadizos ocultos, y otros trucos que le permitían espiar a los gerentes.
Personajes
Erik: El Fantasma de la Ópera, un mago
deforme y con problemas mentales, un hábil entusiasta de la ópera y
ventrílocuo, también llamado, “el Ángel de la Música” y “el Fantasma de la
Ópera”. Es profesor de canto de Christine Daaé y, con el tiempo, se enamora
perdidamente de ella.
Christine Daaé: Una joven
soprano sueca de la Ópera de París con la que el Fantasma está obsesionado.
Vizconde Raoul de Chagny: Amigo de la
infancia de Christine, con quien renueva un amor de juventud.
“El Persa”: Un hombre
misterioso del pasado de Erik.
Conde Philippe de Chagny: Hermano mayor de
Raoul.
Armand Moncharmin y Firmin Richard: Los nuevos
administradores de la ópera.
Madame Giry: Taquillera de la
ópera (madre de Meg Giry).
Meg Giry: A menudo conocida como, “La
pequeña Meg”, hija de Madame Giry, bailarina de ballet. Sras. Debienne y
Poligny: Las anteriores gerentes de la ópera.
Carlotta: Una prima donna consentida; la
soprano principal de la Ópera de París.
Madame Valérius: La anciana
tutora de Christine Daaé.
Temas
Música
Leroux utiliza la ambientación operística
de, El Fantasma de la Ópera, para usar la música como un recurso
premonitorio. Ribière señala que Leroux fue crítico de teatro y su
hermano músico, por lo que conocía bien la música, y sabía cómo usarla como
marco. Utiliza el ejemplo de cómo Leroux introduce la, Danza Macabra,
que significa, "danza de la muerte," en la escena de gala, lo
que anticipa la escena del cementerio que viene después, donde el Fantasma toca
el violín para Christine, y ataca a Raoul cuando este intenta intervenir.
Drumright señala que la música es evidente
a lo largo de la novela, ya que es la base de la relación entre Christine y
Erik. Christine ve a Erik como el Ángel de la Música, a quien su padre le
prometió que algún día llegaría. El Fantasma ve a Christine como su protegida
musical, y usa su pasión por la música, para enseñarle todo lo que sabe.
Misterio
La novela se presenta como una novela de
misterio, ya que su trama está narrada por un detective, que obtiene
información mediante diversas investigaciones. El misterio investigado es la
identidad y el motivo del, “Fantasma”, que acecha por la ópera, apareciendo de
la nada como por arte de magia en lugares inaccesibles. Sin embargo, parece que
la trama de la novela de misterio es una fachada, para que el género se
considere más un romance gótico.
Horror Gótico
En su artículo, Fitzpatrick compara al
Fantasma con otros monstruos que aparecen en novelas góticas, como el monstruo
de Frankenstein, el Dr. Jekyll, Dorian Gray, y el Conde Drácula. El Fantasma
tiene una cámara de tortura, donde secuestra y asesina personas, y las paredes
de la capilla del cementerio, están revestidas de huesos humanos. Drumright,
señala que, El Fantasma de la Ópera, cumple con todos los tropos
necesarios para una novela gótica, según la descripción de la Enciclopedia de
Literatura, que dice: “Se esperaba que tales novelas fueran oscuras y
tempestuosas, llenas de fantasmas, locura, indignación, superstición, y
venganza”. Aunque el Fantasma es en realidad un hombre deforme, posee
cualidades fantasmales, ya que nadie puede encontrarlo jamás, ni a él, ni a su
guarida, y se le considera un monstruo. La gente le teme debido a sus
deformidades, y a los actos de violencia que comete.
Romance
La novela presenta un triángulo amoroso
entre el Fantasma, Christine, y Raoul. Raoul es visto como el amor de infancia
de Christine, a quien ella conoce, y por quien siente afecto. Es rico y, por lo
tanto, le ofrece seguridad, además de un matrimonio sano, y cristiano. El
Fantasma, en cambio, no le resulta familiar. Es oscuro, feo, y peligroso, y por
lo tanto, representa el amor prohibido. Sin embargo, Christine se siente
atraída por él, porque lo ve como su Ángel de la Música, y compadece su
existencia de soledad y oscuridad.
Recepción Crítica
Para cuando Leroux publicó, El Fantasma
de la Ópera, ya se había ganado la credibilidad de autor de novelas
policiacas, tanto en países francófonos, como angloparlantes. Leroux había
escrito seis novelas previamente, dos de las cuales, alcanzaron una
considerable popularidad en su primer año de publicación: El Misterio del Cuarto
Amarillo, y El Perfume de la Dama de Negro. Aunque algunos
comentaristas han afirmado que, El Fantasma de la Ópera, no alcanzó
tanto éxito como éstas novelas anteriores, al ser particularmente impopular en
Francia, donde se publicó por primera vez, investigaciones recientes sobre la
recepción y las ventas iniciales de la novela, indican lo contrario. Una reseña
del, New York Times, expresó su decepción por la forma en que se retrató
al fantasma, afirmando que la sensación de suspenso y terror, se pierde, una
vez que se descubre que el fantasma es solo un hombre. Gran parte de la
notoriedad que adquirió la novela en sus inicios, se debió a su publicación en
una serie de entregas en periódicos franceses, estadounidenses, e ingleses. Ésta
versión serializada de la historia, cobró importancia cuando, Universal
Pictures, la leyó y la solicitó para adaptarla al cine, en 1925. Leroux
no vivió para ver todo el éxito de su novela y su posterior reevaluación
crítica; falleció en abril de 1927.
Al 28 de julio de 2025, el libro tenía una
calificación de 3,96 estrellas sobre 5 en, Goodreads, con un 35 % de más
de 265 000 valoraciones que le otorgaban 5 estrellas.
Adaptaciones
Se han escrito numerosas obras literarias
y dramáticas basadas en la novela de Leroux, desde musicales, hasta
películas y libros infantiles. Algunas adaptaciones teatrales y
cinematográficas conocidas de la novela, son la película de 1925, y el musical
de Andrew Lloyd Webber.
La siguiente adaptación, una película muda
de, Universal Studios, de 1925, está protagonizada por Lon Chaney, como
el Fantasma. Debido a las tensiones en el rodaje, hubo un cambio de directores,
y Edward Sedgwick terminó la película, cambiando la dirección de la misma. Su
versión de la novela, convirtiéndola en una película romántica oscura con
toques de comedia, no fue del agrado del público. Finalmente, la película fue
reelaborada por última vez por Maurice Pivar, y Lois Weber. Eliminaron la
mayoría de las contribuciones de Sedgwick, y retomaron el enfoque original.
Esta vez, la película fue un éxito de público.
La adaptación más famosa de la novela, fue
el musical homónimo de Andrew Lloyd Webber, de 1986. Con su copia de segunda
mano de la novela, y con el objetivo artístico de crear una obra romántica de
gran envergadura, Lloyd Webber y su equipo escribieron un musical que honraba
el texto original, a la vez que creaban una historia que impactó profundamente
al público de la época. Sin embargo, durante el desarrollo de la obra, hubo
desacuerdos sobre si estaba, "inspirada," o, "basada"
en la novela de Gastón Leroux. Bill O'Connell, asistente de producción
cinematográfica en Nueva York en aquel momento, defendió que la obra apareciera
como, "basada," en lugar de, "inspirada", ya
que consideraba que esto último minimizaba la participación original de Gastón
Leroux en la historia.
Los abogados del productor Cameron
Mackintosh, y de la compañía teatral, Really Useful Theatre Company, de
Webber, respondieron afirmando que nunca fue su intención, "no dar la
debida importancia a la contribución de M. Leroux". Sin embargo, no
utilizaron la expresión, "basada en", sino, "inspirada
por" en el programa de la obra, para gran consternación de O'Connell.
Esta adaptación musical, ganadora de algunos de los premios teatrales más
prestigiosos del Reino Unido y Estados Unidos, se estrenó en Londres, en 1986,
y en Broadway, en 1988. Desde entonces, Phantom of The Opera, se ha
convertido en el musical de Broadway de mayor duración, pues se representó
durante 35 años antes de su cierre, en 2023, y sigue en cartel en Londres, el
segundo musical más longevo del West End, después de, Los Miserables. El
espectáculo también ha recibido múltiples producciones, y traducciones
internacionales, pero nunca se ha representado profesionalmente en Francia. (Wikipedia en Ingles)
De Gastón Leroux
De todos los seres de pesadilla, que han
pasado de la página escrita al cine, los más famosos son, sin duda, el Monstruo
Frankenstein, y Drácula, ambos creadores de autores ingleses. A ellas es
indispensable agregar por lo menos un tercer ente tenebroso nacido de la imaginación
de un notable escritor francés.
Corría el año de 1870; aquel verano, la
niña Cristina Daaé pasaba sus vacaciones con su padre, una famosos violinista,
en la playa de Perro's, en Francia. La niña dijo a su padre, “Háblame otra
vez del ángel de la musica, papa.” Su padre le dijo, “Parece que no te
cansas de oír de él, Cristina. Pero, está bien…” Su padre dijo, “El ángel
de la musica, se aparece en la cuna de los niños, y tambien visita a los
grandes artistas cuando menos una vez en la vida. El día que lo vi, me enseñó a
tocar ésta canción. Las notas de su violín eran una poesía, en aquella playa
con su hija escuchándolo. Philip Daaé solo vivía para su hija y su música, pues
era viudo. No habia quien se le comparára tocando el violín, y siempre que
ejecutaba una melodía, la gente dejaba sus actividades para escucharlo. Aquella
tarde, entre los paseantes, se hallaba el pequeño Raúl, vizconde de Chagny,
quien además de disfrutar la musica, quedó fascinado por otro detalle, y pensó,
“¡Qué linda niña!” En eso, sopló un violento ventarrón. Cristina
exclamó, “¡Oh!!Mi mascada!” El pequeño Raúl exclamó, “¡No te
preocupes!¡Iré por ella!” El embeleso que el pequeño vizconde sintió por la
niña, le hizo olvidar las rígidas normas de etiqueta, y se lanzó al mar de la
playa, para rescatar la mascada, diciendo, “¡Ahora vuelvo, Nána!” La
nána dijo, “¡Espera Raúl!” De nada sirvieron los gritos de la nana. Como
un héroe que se arriesgaba por su dama, Raúl recuperó la mascada. Al verlo
salir del mar, la nana dijo, “¡Raúl, arruinaste tu traje nuevo!” Phil
Daaé, se acercó a la nana, y dijo, “No tema, señora. Le compraré ropa nueva
a nuestro osado jovencito.” La nana dijo, “¡Gracias! Mi patrona me
hubiera obligado a pagar ese costoso traje.” A continuación, Philip Daaé se
puso de cuclillas, y dijo al chico, “Muchas gracias, amigo. Esa mascada es
muy valiosa para Cristina, pues perteneció a su difunta madre. Ahora, ve a tu
casa a cambiarte, o pescarás un resfriado.” A partir de ese día, entre los
niños creció un hermoso sentimiento. Un día, en un día de campo frente a una
laguna, el pequeño dijo a la niña, “Yo seré marinero, cuando sea grande, ¿Y tú?”
La niña le dijo, “¡Seré cantante de ópera, como mi mama!” Por las
noches, Phil entretenía a los pequeños con historias que conjugaban musica y
magia. “…así, los duendes bailan la noche entera, cuando la luna les regala su
canción.” El tiempo siguió su curso, y aquel verano feliz terminó. En la
despedida, mientras la pequeña Cristina lloraba, Raúl dijo, “Mañana volveré
a mi casa, en Lyon. ¡Nunca te olvides de mí!” Cristina dijo, “Siempre te
recordaré. ¡Te lo prometo!” Al otro día, el pequeño Raúl se despidió desde
su carruaje, “¡Adió, Cristina!¡Adiós, señor Daaé!” Cristina le gritó,
“¡Cuídate mucho, Raúl!” La niña abrazo a su padre, quien estaba de
cuclillas, y dijo, “¿Volveré a ver a Raúl algún día, papá?” Phil le dijo,
“Eso solo dios lo sabe, mi niña. Ten fe, quizá sus caminos se vuelvan a unir.”
Los años pasaron, y Cristina creció, al igual que su belleza y su voz
cristalina. Mientras Cristina cantaba, “♪…porque tu pequeño mundo se
derrumba a tus pies…♫” su maestro de canto, quien la acompañaba con el
violín, pensó, “¡Algún día triunfará en la opera como soprano!” Poco
después, Phil Daaé contrajo una enfermedad mortal. Asi, en su lecho de muerte,
Phil dijo a su hija, “No llores, Cristina. Cuando esté en el cielo, te
mandaré al ángel de la musica. ¡Nunca estarás sola!” Phil murió cuando
Cristina tenía 16 años. La joven quedó al cuidado de su tía Jeannette Giraud,
quien le dijo, “Yo costearé tus estudios en el conservatorio.” Cristina
le dijo, “¡Gracias, tía!” Cristina tomó clases de canto durante dos años.
Pero su voz habia perdido sus bellos matices. Cristina cantaba con su maestro
quien tocaba el piano, “♫…el tiempo avanza como un río…♪” mientras su
madre pensaba, “¡Pobre!¡La muerte de su padre le afectó mucho!” No
obstante, jamás abandonó la confianza en si misma. Y un día, mientras su tía
desayunaba, Cristina llego y dijo, “¡Mira tía! Solicitan jovenes para el
coro del Palacio de la Ópera.” Su tía le dijo, “Ve a la audición. ¡Quizá
ésta sea tu puerta hacia el éxito!” Así,
cuando Cristina fue a la audición, el maestro le dijo, “Le falta potencia a
su voz, señorita, pero es educable. Venga mañana a los ensayos. ¡Queda
contratada!” Cristina exclamó, “¡Gracias!” Ese día se decidió el
destino de Cristina, aunque ella estaba muy lejos de imaginarlo siquiera. Cristina
pensó, “¡Que feliz se pondrá mi tía, al saber de mi contrato!” El empeño
de la joven la hizo destacar; rápidamente se convirtió en la voz principal del
coro. Un día, su maestro al piano le dijo, “Va muy bien, señorita Daaé. Siga
asi, y llegará a ser solista.” Fue por aquellos días cuando Cristina oyó
hablar acerca del Fantasma de la Opera. Un día, una compañera de camerino,
mientras se preparaban para una presentación, le dijo, “¡Te juro que es
verdad! Cuando algo se pierde en un camerino, es porque el Fantasma lo robó.” Cristina
le dijo, “¡Qué embuste, Dalia!” Dalia le dijo, “No me creas si no
quieres, pero sigue mi consejo, no dejes objetos valiosos en tu camerino, quizá
te lleves una sorpresa.” En cuanto Cristina quedó a solas, se dijo a si
misma, pensando frente al espejo, “¡Vaya tontería! Seguramente Dalia me
contó lo del fantasma, para encubrir a sus amigas que me envidian porque tengo
un camerino para mi sola.” En eso, se escuchó una voz, “CRISTINA…”
Cristina exclamó, “¿Q…Quién es?” Sobresaltada,
la muchacha oyó una agradable voz varonil que inundó su camerino. “No temas
solo quiero ser tu amigo.” Cristina dijo, “Pe…Pero dime quién
eres…¿Acaso…el ángel de la musica?” La voz dijo, “¡Sí Cristina, ese soy
yo!¡Te he oído cantar, y te ayudare a superarte! Pero conserva mi existencia en
secreto, o te tacharan de demente…” Cristina exclamó, “¡Asi lo haré, ángel
mío!¡Te lo prometo!” De ese modo, antes de sus ensayos normales, Cristina
tomaba clases con su misterioso ángel, que acompañaba el canto con musica de
órgano. “♪…después de conocernos ♪ ya eras parte mía…♫” En muy poco
tiempo, las clases dieron sus primeros frutos. Un día, su maestro le dijo, “Su
voz ha mejorado increíblemente. ¡La ascenderé a solista!” Cristina exclamó, “¡Oh,
qué gran felicidad! ¡Gracias!” El maestro dijo, “No tiene nada que
agradecer. ¡Esto lo logró por méritos propios!” Cristina pensó, ilusionada,
“¡Le debo mis éxitos al ángel de la musica!” Cristina comenzó con
papeles pequeños, pero poco a poco fue alcanzando un lugar privilegiado en el
mundo de la farándula. Asi, al final de una presentación, una de sus rivales
pensó, “Ésta chiquilla es muy buena…¡Puede llegar a opacarme!” Sin
embargo, en el público, un hombre gritaba, “¡Bravo!¡Cristina es tan buena
casi como la Sorelli!” Su principal, rival era Carlota Sorelli, la soprano
de mayor renombre de la compañía. Al mirar a Cristina, Carlota pensaba, “¿Cómo
triunfar su carrera? ¡Debo urdir algún plan para lograrlo!” Un día, frente
al espejo del salón de ensayo, estando sola, Cristina compartió su triunfo con
su mentor. “¡Oh, Ángel de la Música! ¿Cuándo podré ver tu rostro?” La
voz del fantasma se oyó, diciendo, “Todo a su debido tiempo. ¡Ten
paciencia!” Noches después, un inesperado evento favoreció a Cristina. Poligny,
el empresario de la ópera, entro a la oficina del dueño del teatro, y dijo, “¡Estamos
en problemas, Debienne! ¡La Sorelli enfermó, está afónica!” Poligny agregó,
“¡Nos tuvo que suceder hoy, que viene el nuevo administrador del Palacio de
la Ópera a ver la función!” Debienne dijo, “Calma, amigo Poligny. ¿No
has oído cantar a Cristina Daaé? ¡Es perfecta para sustituir a Carlota Sorelli!”
Poligny, se llevó la mano a la cabeza y dijo, “¡Es cierto! ¡Vamos a avisarle
que tendrá el papel de Margarita en Fausto” Los dos directores de la ópera
de inmediato dieron la noticia a la joven! Cristina dijo, “¡Acepto!¡No los
defraudaré!” Esa noche, Cristina cantó mejor que nunca. El Palacio de la
Opera de París, lleno de gran público, vibró con cada una de las notas de la
musica de Fausto Gounod, “♫ No señor, no soy una dama ♪ no me ofrezca su
brazo ♪” Entre la concurrencia se hallaba nada menos que Raúl de Chagny,
quien, a pesar de los años transcurridos, no habia olvidado a Cristina, y
pensaba, “¡Es ella! ¡La he encontrado!” Al terminar la función, el
Vizconde de Chagny estaba entusiasmadísimo, y se dirigió al camerino de la
nueva sensación artística, pensando, “¡El triunfo de Cristina es apoteósico!
La felicitaré personalmente…” Mientras tanto, en la oficina del teatro, unos
hombres hablaban de negocios. “Señores, soy Armand Moncharmin. Firmaré con
ustedes mi contrato como administrador. Uno de los directores del teatro dijo,
“¡Oh, sí! Pase, por favor.” Pero los directores parecían reticentes a efectuar
el papeleo. El otro director de teatro buscaba en su escritorio, y dijo, “Por
aquí debe estar el contrato. Yo…este…¿Qué le pareció la obra?” El señor
Moncharmin dijo, “Cristina Daaé parece muy buena pero yo esperaba ver a la
Sorelli.” El primer director dijo, “E…Ella enfermó. ¿Le agradó pues la
suplente?” Ante el nerviosismo de los directores, Moncharmin parecía más
interesado en los negocios que en musica, y dijo, “Sí, me gustó su voz.
¿Puedo ver el contrato?” El primer director dijo, entregando unos papeles, “Te…Tenga…”
Moncharmin revisó los papeles que tranquilamente, hasta que, en las últimas páginas,
Moncharmin exclamó, “¿Qué broma es esta?” El primer director subió su
mirada al techo y pensó, “¡Oh…problemas!” El segundo director pensó, “¡Ya
sabia que iba a protestar!” Moncharmin exclamó, “¿El Fantasma de la
Opera exige una pensión de 240 mil francos anuales, y que se le reserve el
palco número cinco para todas las funciones?” La irritación del
administrador no tuvo limites, y dijo, “¡Estas cláusulas no forman parte del
contrato original, incluso estan escritas a mano! ¿Es que tratan de
sorprenderme? ¡Exijo una explicación!” El primer director dijo, “Se la
daré…lo que le contaré es increíble. ¡Pero es la verdad!”
“El Fantasma existe. Hay quienes lo han
visto y aseguran que es un esqueleto viviente. Otros, que su cabeza es una bola
de fuego. ¡Ha llegado a matar a sus empleados, sus órdenes son desobedecidas!” Entonces, de
manera inesperada, Moncharmin reaccionó y dijo, “¡Pamplinas! Pero no se
preocupen, firmaré el contrato; el Fantasma de la Opera no podrá conmigo.”
El primer director le acercó el contrato para que lo firmára, y dijo, “Le
deseo la mejor de las suertes, Moncharmin. ¡La necesitará” Moncharmin tomó
el contrato, y dijo, “¡Ja, Ja! Descuide Debbiene. Mi administración marcará
e fin de ese tipo, que es un extorsionador.” Debbiene dijo, “¡Espero que
asi sea!” Mientras tanto, el vizconde de Chagny pensaba, “¡Por fin averigüé
donde esta el camerino de Cristina! ¡Como deseo abrazarla y decirle que su voz
es maravillosa!” Cuando el conde abrió la puerta del camerino, exclamó, “¡Cristina!
Yo…” Cristina descansaba en un sillón y un hombre, que parecía un médico
exclamó, “Mademoiselle Daaé está indispuesta, su actuación la fatigó. Haga
el favor de retirarse.” Cuando el conde entró al camerino, el medico
exclamó, “Le suplico obedezca. ¡Es por el bien de Cristina!” El vizconde
dijo, “¿No me reconoces? ¡Soy Raúl, el chiquillo que se lanzó al mar por tu
mascada!” La respuesta de Cristina impactó sobremanera al vizconde de
Chagny. “Lo siento, Monsieur, no tengo el honor de conocerlo.” El
vizconde dijo, retirándose, “Como usted diga. Laménto haberla incomodado.”
Cristina le dijo, “Gracias por comprender y respetar mi cansancio.” Cuando
la joven quedó a solas, pensó, “¡Raúl, querido Raúl! ¿Cómo no recordarte?
¡Si superas que a través de estos diez años tu llenaste mis noches con tu
recuerdo! Sin embargo, mi vida está dedicada a mi ángel, y a la musica. ¡Pero
no puedo dejar de pensar en ti!” Afuera del camerino, el vizconde de Chagny, se
sentía indignado y pensaba, “Soy un hombre que no acepta un no como
respuesta. ¡Cristina me mintió! ¡Debo de hablar con ella y aclarar esto!” La
sorpresa de Raúl fue inmensa al oír la voz de un varon, dentro del camerino. “Tu
interpretación fue sublime, Cristina. ¡Los ángeles lloraron ésta noche!” El
vizconde de Chagny pensó, “¿Quién será ese hombre?” Dentro del camerino, contestó la voz del
fantasma de la ópera. “Hoy mi canto fue para ti, hice tuya mi alma en cada
nota.” La voz del fantasma de la ópera dijo, “¡Tu alma!¡Ningun emperador
tuvo jamás un regalo tan hermoso! Ahora descansa, la fatiga no debe tocarte.”
Los celos invadieron el corazón de Raúl, quien pensó, “¡Ah!¡Su corazón le
pertenece a otro hombre! Por eso, ¡Me echó para estar a solas con él!” Raúl
esperó por más de 15 minutos a que Cristina y su compañero salieran del
camerino, pero cuando Chagny vio salir a Cristina, se llevó una gran sorpresa y
pensó, “¡I…Imposible! ¡Va sola!” Cristina se perdió entre los pasillos
del teatro; entonces, lleno de curiosidad, Raúl decidió investigar, y entró al camerino,
pensando, “El otro debe estar escondido…” Tras unos minutos, Raúl pensó,
“¡Vaya! Busqué por todos lados, y no hay nadie. Pero, ¿Qué hay en el
tocador? ¡¡Una nota dirigida a mí!” Tras leer la nota, una chispa de
esperanza iluminó a Raúl. “Raúl, te espero mañana en el baile de máscaras,
en el vestíbulo del teatro; viste un dominó blanco. Ahí te explicaré mi
actitud, Cristina.” Al día siguiente Armand Moncharmín inició sus labores
como administrador del Palacio de la Opera de Paris. Y al entrar a su oficina,
dijo a la secretaria, “¿Alguna correspondencia de hoy, Lenny?” Lenny
dijo, “Sobre su escritorio, señor.” Moncharmín pasó a su oficina, y
reparó en una carta muy especial, y pensó, “¡Vaya! ¡Sigue esta broma del,
Fantasma de la Opera!” Escéptico, pasó rápidamente sus ojos sobre el papel.
Y pensó, “No olvide pagar mi pensión. Además, Se que usted prefiere a la
Sorelli en los papeles estelares. Ponga en ellos a Cristina Daaé, o mi
maldición caerá sobre el Palacio de la Opera. Atentamente, el Fantasma.”
Moncharmín pensó, “¡Bah! ¿Que se habrá creído el que está detrás de esto? ¡No
solo la Sorelli estará en los papeles estelares, sino que yo mismo ocupare el
palco cinco, para terminar esta broma!” En ese momento, Lenny abrió la
puerta de su oficina y dijo, “Disculpe, señor. Lo busca el jefe de los
establos del teatro.” Armando dijo, “Que pase.” La noticia que
recibió Moncharmín le cayó como un balde de agua fría. El hombre dijo, “Nos
robaron uno de los caballos que usamos en la ópera.” Armando exclamó, “¿Qué?”
Inmediatamente Armando dio la orden, “¡Busquen al culpable! ¡Un caballo no
desaparece asi como asi!” El hombre dijo, “Los empleados dicen que fue
el Fantasma de la Opera…” Armando respondió enojado, “¡No existe tal!
¡Ahora, salga de mi oficina!” El hombre dijo, “Co…Como ordéne señor!” Segundos
después, Armando arrugó la carta y pensó, “¿Quieres retarme, Fantasma? ¡Pues
en mi encontrarás a un digno oponente!” Mientras, en la casa de Carlota
Sorelli, la mujer descansaba en un sillón sofá, y mientras sostenía una carta,
Sorelli pensaba, “¡Ésta nota anónima me advierte que no cante más en la ópera!
¡Debe ser un complot fraguado por Cristina Daaé! Pues se llevará un chasco. El
sabado cantaré la ópera Fausto, y tendré un gran éxito. ¡Todos mis admiradores irán
a verme!” Esa noche fue el Baile de Máscaras en honor a Armando Moncharmín,
al cual asistieron miembros de la farándula, y figuras de la alta sociedad
parisina. Uno de ellos era el apuesto Vizconde de Chagny, quien, disfrazado con
su antifaz, pensaba, “Creo que Cristina no ha llegado aún, pues la
reconocería incluso disfrazada.” En ese momento, Raúl sintió que un mano cálida
y suave entrelazaba sus dedos con los suyos. Raúl exclamó, “¡Cristina!”
Cristina, quien venia disfrazada, dijo en voz baja, “¡Calla! Ven conmigo,
querido Raúl. Te explicaré porque fui tan grosera anoche.” Mientras los
jovenes se perdían entre la concurrencia, una persona llego al vestíbulo
ataviada con un fastuoso disfraz, con una máscara de calavera, diciendo, “¡Abran
paso a la muerte roja!” Una de las damas exclamó, “¡Qué bello traje!”
Carlota Sorelli quedó fascinada con el recién llegado., y le dijo, “¿Me dará
usted el gusto de bailar conmigo?” El hombre dijo, “¡No!” La
cantante no imaginó la razón del rechazo. Carlota Sorelli dijo, sorprendida, “No
se enoje conmigo, yo…” El hombre le dijo, “¡Alto!¡No me toque!” Por
un brevísimo momento, Carlota tocó la piel del extraño. La cantante retiró su
mano en el acto, como fulminada por un rayo. Carlota Sorelli dijo, “¡E…Esta
fría como la muerte!” El hombre dijo, “¡Claro! ¿Qué otra cosa esperaba
de mí?” Ninguno de los invitados imaginó, que aquel hombre que parecía
buscar a alguien con sus ojillos nerviosos, era nada menos que, el Fantasma de
la Opera, quien pensaba, “¿Dónde está Cristina?” Mientras tanto, en uno
de los muchos salones del lugar, Cristina decía a Raúl, “¡Por favor
discúlpame! ¡Entiende que debo mi carrera a mi ángel de la Musica!” Raúl luchó por no anteponer su orgullo, al cariño hacia Cristina, que
habia subsistido a lo largo d ellos años, y dijo, “Tu historia es inverosímil…pero
te creo. Tus ojos indican que no mientes.” El joven inclinó el rostro hacia
ella, y sintió un deseo irresistible de besar sus labios. Raúl la abrazó, y le
dijo, “Prométeme que volveremos a vernos. ¡Ahora que te encontré, no
soportaría perderte!” Pero las ambiciones de Raúl se frustraron; ella se
separó apresuradamente, y dijo, “Te buscaré, no te apures, ahora, debo irme.
¡Adiós!” Raúl dijo, “Adiós, Cristina. ¡Juro que algún día serás mi
esposa!” Pronto Cristina llego a su camerino, pensando, “¡Ojalá no se
moleste mi ángel por mi tardanza!” Cuando entro a su camerino, Cristina
escuchó la voz del fantasma, “¿Dónde estabas? Me disfracé para darte una
sorpresa en el baile de máscaras, pero no te pude encontrar.” Cristina
dijo, “Lo siento. Olvida todo, pues ya estoy aquí.” La voz del fantasma
dijo, “Entonces cambia tu ropa, luego apaga la luz. ¡Al encenderla de nuevo
tu ángel de la musica estará junto a ti!” Con rapidez, Cristina obedeció.
Su corazón latió violentamente, ante la expectativa de encontrarse ante su
benefactor. Cuando la joven volvió a encender la luz, tuvo delante suyo al
dueño de aquella voz que la habia cautivado. El fantasma dijo, “¡Yo soy tu
ángel!” Cristina se acercó a él, y le dijo, “¡No podía imaginarte! Deja
que te agradezca todo lo que has hecho por mí.” El fantasma dijo, “No.
Yo soy quien te da las gracias por haberme devuelto mi humanidad.” Como el
fantasma de la ópera traía un antifaz, Cristina le dijo, “¿Por qué te cubres
tu rostro? ¡Déjame verlo!” El fantasma de la ópera le dijo, “Solo lo
veras si eres digna de ello. Ahora sígueme, Cristina. Veras cosas vedadas para
los simples mortales.” El enmascarado presiono la pared de espejo que
estaba en el camerino, y entraron a un cuarto de espejos. Cristina dijo, “¡Cielos!¡Cuantos
espejos!” El fantasma de la ópera la tomo de la mano y dijo, “¡Vamos!”
Segundos después, Cristina sintió un frio recorrer su cuerpo, al pasar a su
corredor cuya existencia desconocía. El Fantasma de la Opera dijo, “No
temas, ¿Acaso piensas que yo, tu ángel, podría dañarte?” Tras pasar por un
pasaje secreto, iluminado por antorchas, llegaron a un salón donde estaba un
caballo blanco. El Fantasma de le Opera dijo, “Sube al caballo. El camino es
largo y no deseo que te fatigues.” Cuando Cristina subió al caballo, pensó,
“Siento miedo.” El fantasma, quien guiaba al caballo, dijo, “¡Olvida
tus temores Cristina, yo estoy contigo!” La voz dulce de su ángel,
susurrante y henchida de amor, la reconfortó. Tras una breve cabalgata, dejaron
al corcel. Y subieron a una barca, dado que el pasaje con antorchas, se
convertía en un pasaje lleno de agua. Cristina dijo, “¿Dónde estamos?”
El fantasma dijo, “Entre los cimientos del Palacio de la Opera.” Cristina
le dijo, “Amigo, no puedes engañarme. Tú no eres un fantasma, sino un hombre
de carne y hueso.” El fantasma de la ópera dijo, “Tienes razón,
Cristina.” Tras una pausa, el Fantasma continuó, “Soy un hombre que te
ha elegido a ti, para alcanzar la redención de su alma.” Cuando
desembarcaron hacia una banqueta, Cristina le dijo, “Dime tu verdadero
nombre.” El Fantasma de la ópera le dijo, “Tengo muchos, pero llámame
por aquel que me puso mi madre…Erick.” Entraron a una casa habitación que
estaba en los cimientos de aquel oscuro lugar. El fantasma dijo, “Ésta es mi
casa, ahora te pertenece, al igual que mi alma que ya es tuya, desde el día que
te conocí.” Cristina dijo, “¿Qué quieres decir?” Con una caricia de
su mano enguantada, Erick la tranquilizó, y dijo, “No te sobresaltes. No te
ofrezco matrimonio, solo mi amistad…por ahora.” Erick agregó, “Entra
Cristina. Acepta mi hospitalidad, la cual no he brindado a nadie más que a ti.”
Al entrar a la habitación, Cristina exclamó, “¡Un órgano! Tú eres un gran
ejecutante, toca para mí.” Erick le dijo, “Solo lo haré si aceptas
cantar conmigo.” Cristina le dijo, “Sí, Erick. ¡Como tú digas!” Asi,
la pareja elevo sus voces, cantando con sus corazones, unidos en un himno a la
vida, como sabiéndose protagonistas de un amor imposible. Acto seguido, Erick
le mostro a su amiga su casa entera. Cuando Cristina vio a un gran ataúd,
colocado sobre un gran mueble, dijo, “Tú…¿Tú duermes ahí?” Erick dijo, “Sí,
me recuerda que todos moriremos algún día, por eso me acostumbro de una vez a
estar ahí dentro.” En eso, intempestivamente, Cristina vencida por la
curiosidad, le arrebató a Erick su mascara, y exclamó, “Conozco muchas cosas
de ti, pero no todo. ¡Déjame ver tu cara!” Erick exclamó, “¡No!” La
sonrisa de Cristina de ternó en una mueca de repugnancia y horror. Por su
parte, Erick se sintió ahogado por un sentimiento mezclado de ira, decepción y
desesperación. Erick exclamó, “¡Niña tonta! ¡Rompiste la magia de nuestra
relación!” Las lágrimas corrieron libremente por el rostro del desdichado
ser. Erick decía, “¿Por qué me desenmascaraste? ¿Por qué?” Cristina
desconcertada, dijo, “Pe…Perdóname Erick!” Erick dijo, derramando
lágrimas, “¿Perdonarte como a mi madre, que me echo de su lado por mi
fealdad? ¿Asi como todos los que me han herido solo porque soy diferente a
ellos?” El llanto anegó los ojos de Cristina quien intentó reparar los
daños de su acción, y dijo besándolo en la frente, “¡Perdóname en nombre de
Dios! ¡No quiero perderte!” Erick pareció no comprender lo sucedido. Por
fin atinó a balbucear sorprendido, “Me…¡Me has besado!” Tras una pausa,
Erick dijo, “¡Gracias! Nunca habia sentido el calor de unos labios sobre mi
piel…¡Ni siquiera los de mi madre!” Enseguida Erick se quitó un anillo del
dedo y dijo, “Por favor, acepta este anillo, que será la prueba de nuestra unión.
Si te lo quitas será tu fin, y tambien el mío. Jamás divulgues mi verdadera
identidad.” Asi, Erick llevo a Cristina de regreso a su camerino, quien iba
en su caballo. Cristina dijo, “Erick, si no eres un espectro, ¿Cómo logras
realizar tus efectos mágicos?” Erick le dijo, “Solo te diré que mi madre
me vendió a unos gitanos con los que aprendí muchas de sus habilidades. Mi amor
por ti sobrevive, pero no debo revelarte más cosas. Aquieta tu curiosidad, y
entonces te revelare mis secretos poco a poco.” Al llegar Cristina bajo del
caballo y dijo, “Asi lo hare. Lo prometo.” Por fin llego el momento de
la despedida. Erick dijo, “Seguiré velando por ti. ¡No descansare hasta que
seas la máxima estrella de la ópera de Paris!” Cristina dijo, “¡Gracias Erick!”
Los siguientes días pasaron sin novedad, pero el sabado en la mañana, Moncharmín
recibió una carta. Al revisar el sobre pensó, “¡Vaya! ¡Un ultimátum de
nuestro querido Fantasma!” Moncharmin leyó el mensaje con rapidez, y
exclamó, “¡Asi que si no retiro a la Sorelli de la obra e insisto en usar el
falco del fantasma, sucederá una desgracia!¡Que desfachatez! ¡Esta noche
veremos qué tan poderoso eres, Fantasma, ¡si es que en realidad existes! En
cuanto al dinero que exiges…¡No veras un solo céntimo, mientras yo sea el
administrador de este teatro!” La noche llego, y con ella el momento de la
función de la ópera. La sala estaba repleta, principalmente por admiradores de
Carlota Sorelli. Entonces, en el palco del fantasma, Moncharmin estuvo presente
en el primer acto. Cuando termino el primer acto, hubo una pausa. Moncharmin
pensó, “El primer acto terminó, y el Fantasma no ha dado señales de vida.
¿Será porque en él no salio la Sorelli?” Pero al alzarse el telón para
comenzar el segundo acto, Moncharmin escuchó la voz del Fantasma, “¡Me
desobedeciste, Moncharmin!¡Serás responsable del fracaso de tu cantante
favorita, y de algo peor…!” Segura de sí misma, la Sorelli empezó su canto.
“♪ ¡Bebamos, ♫ no importa el color del vino! ♪” Entonces, sucedió lo
inesperado. La Sorelli, expresó un sonido gutural y animal, “¡CROAC!” La
concurrencia quedó congelada. La Sorelli habría recibido una rechifla, si la
sala no hubiera estado llena de sus admiradores. Un espectador pensó, “¡De
su boca salió el croar de un sapo!” Humillada la artista salio del escenario,
incapaz de seguir cantando. En el palpo número cinco, Moncharmin miraba
estupefacto, cuando escucho la voz del fantasma, “No te marches, Moncharmin.
¡Observa la desgracia que provocaste por tu imprudencia!” Con un ominoso
crujido, un bello candil de gran peso cayó sobre el público, ante los ojos
desorbitados de Moncharmin. El desesperado administrador salió del palco, para
organizar las labores de rescate, diciendo, “¡Ganaste Fantasma! ¡Accederé a
tus deseos, pero no causaras más muertes!” Un poco más tarde, la paz de los
sótanos del teatro, era interrumpida por un hombre con turbante, que bogaba en
el lago subterráneo. De improviso, dos manos salidas del agua, jalaron al
hombre hacia el fondo del lago; parecía que la estela continuaría a lo largo de
esa noche. Pero el homicida reconoció a su víctima, y la llevó a la orilla del
lago. El hombre con antifaz, dijo al hombre del turbante, “¡Persa! ¿A que
has venido? ¡Te advertí que nunca me siguieras hasta mi casa!” Persa se
levantó y dijo, “¡Solo intento impedir que sigas con tus crímenes, Erik!
¡Desiste de ellos!” Erik dijo, “¡No lo haré! Ahora, vete de aquí, que
puedo olvidar nuestra amistad y matarte a ti tambien.” El Persa dijo, “¿Serias
capaz?” Erik dijo, “¡Bien sabes que si!” El Persa dijo, “Recuerda
que te salve la vida, al sacarte de mi país, cuando caíste de la gracia del
sultán.” Erik dijo, “Lo recuerdo bien. Pero no respondo de mi si me ofusco.”
El Persa dijo, “¡Respetaré tu voluntad, rey de los asesinos y príncipe
de los conspiradores! Pero si vuelves a las andadas, mediremos nuestras
fuerzas.” Erik dijo, “Tendré en cuenta tu advertencia. ¡Adiós!” Al
otro día, en casa de Raúl de Chagnay, Jean el mayordomo entregaba una carta a
Raúl diciendo, “Señor, recibió una carta de mademoiselle Daaé.” Raúl
dijo, “¡Excelente! Dámela Jean.” El vizconde leyó la carta de su amada, y
pensó, “Me cita mañana en la azotea de la ópera. Es un lugar extraño, pero
iré.” El joven acudió puntual al compromiso, y al ver a su amada, exclamó, “¡Cristina!”
Cristina lo recibió con amabilidad, y le dijo, “Me alegra que hayas venido,
Raúl.” Ambos se tomaron de las manos. Cristina dijo, “Éste es el único
lugar seguro para verte. Te explicaré porqué…¡Ojalá creas mi historia!”
Asi, Cristina narró sus increíbles peripecias ocurridas junto al Fantasma de la
Ópera. Raúl besó su mano, y dijo, “¡Oh, mi pobre niña!¡Cuanto debes haber
sufrido en estos días!” Entonces Raúl observó la sortija en la mano de la
joven, y dijo, “¡Cristina! ¿Qué significa este anillo?” Cristina dijo
asustada, “No desesperes. Es símbolo de la confianza de Erik. Mientras lo
lleve, me respetará a mí y a mis seres queridos.” Raúl exclamó, “¡Ah!
Entiendo…” Tranquilizado Raúl la abrazó, y dijo, “Ahora espero que tu
entiendas que siempre te amé, y ahora más que nunca. ¡Cásate conmigo!”
Cristina le dijo, “Mañana será mi última función. No sería bien visto que la
esposa de un vizconde actuara en la ópera.” Raúl dijo, “¡Gracias por
comprenderme!” La promesa de una nueva vida se abrió ante los jovenes,
quienes olvidaron sus miedos al entregarse su amor sin palabras. ¡Qué lejos
estaban de imaginar que una sobra empañaría su futuro! Aun lado de ellos,
escondido, sigilosamente se escurría el Fantasma de la Opera, quien después de
escuchar a los amantes, pensó, “¡Ah, infiel Cristina! ¡Nunca debiste
rechazar mi amor!” Mientras escapaba, el Fantasma pensó, “Tu traición
solo traerá dolor a cientos de personas. ¡Lo juro!” Para aumentar la
amargura del infeliz Erik, el sol que moría ilumino un anillo de oro tirado en
el piso. Erik pensó, “¡Sentirás todo el peso de mi venganza!” La noche
siguiente Cristina cantó el papel principal de le opera, La Hebrea. Raúl, quien
la veía en primera fila, pensaba, “¡Canta, Cristina! ¡Aunque la gente no lo
sabe, tu actuación es solo para mí!” De repente, inesperadamente, hubo una
completa obscuridad. Raúl exclamó, “¡Madre de Dios!¡Todas las luces se
apagaron!” La oscuridad duró un par de segundos. Cuando las luces se
encendieron de nuevo, uno de los actores dijo en voz baja, “¡La Daaé
desapareció!” La voz del administrador se escuchó, aunque en voz baja, aun
lado del escenario, diciendo, “¡Que siga la función!” Mientras,
desesperado, el joven enamorado, recorría los pasillos buscando a la cantante,
gritando, “¡Cristina!¡Cristina!” En eso, un hombre gigantesco y
misterioso, quien llevaba un turbante, le impidió continuar su carrera,
diciendo, “¡Alto amigo!¡Conserva la calma si quieres rescatar a tu dama!”
Raúl le dijo, “¿Quién es usted?” El hombre dijo, “Mi nombre es
impronunciable para los occidentales; llámame Persa.” Raúl dijo, “¿Por
qué quieres ayudarme?” Persa le dijo, “Yo traje al fantasma de Persia,
cuando mi sultán quiso matarlo, asi que soy responsable de que esté aquí.
¡Ahora, llévame al camerino de Cristina!” Cuando ambos llegaron al
camerino, el Persa dijo, “Erik viajo por todo el mundo. Es amo del disfraz y
gran ventrílocuo. En Persia aprendió el arte de construir pasadizos y puertas
secretas.” Enseguida, el Persa empujó una pared de espejo, y dijo, “¡Que
bien!¡Mis sospechas de que podía activar el mecanismo desde afuera eran
ciertas!” Enseguida el Persa dio una pistola a Raúl y dijo, “Toma esta
pistola. Úsala con prudencia, o echaras a perder el rescate. Ahora, sígueme de
cerca, a menos que quieras perderte.” Mientras avanzaban por un pasillo
lleno de espejos, Raúl dijo, “¿Cómo logra el Fantasma este efecto?” El
persa dijo, “Lo ignoro. Guarda silencio o nos descubrirá.” En ese
momento, Cristina despertó sobre un sofá recostarla, diciendo, “¡Ooooh!
¿Dónde estoy?” Erik dijo, “En mi casa, Cristina.” Cristina se puso
de pie, y dijo, “¡Erik!¡Te exijo que me liberes!” El Fantasma de la
ópera le dijo, “No estás en posición de exigir nada. ¡Calla, y escucha!”
Tras una pausa, Erik continuó, “Tienes hasta mañana a las 11 de la noche
para decidir si te casas conmigo o me rechazas. No te presionaré, ni siquiera
necesitaré oír tu decisión.” Cristina le dijo, “Entonces, ¿Cómo lo sabrás?”
Entonces, Erik apunto hacia una mesa y dijo, “En esa caja hallaras dos
figuras de bronce. Si levantas el escorpión, significarás que me aceptas. ¡Pero
si tomas el saltamontes, señalarás tu negativa!” El Fantasma concluyó, “¡Elige
con sabiduría!¡Tu respuesta decidirá la vida de mucha gente!¡Ja, Ja, Ja!” Cuando
la joven se quedó sola, pensó, “¿Qué habrá querido decir?” Enseguida,
Cristina abrió la caja, y pensó, “¿Qué habrá querido decir?” Después de
revisar el contenido, Cristina pensó, “Erik no me mintió, aquí estan las
figuras. Pero, ¿Cuál será la respuesta al acertijo?” Tras mucho meditar,
Cristina halló la solución, y pensó, “¡Dios Santo!¡Mañána habrá función en
la ópera!¡Si lo recházo, matará a todos los asistentes!” Mientras, el Persa
y Raúl avanzaban por los túneles alumbrados por antorchas empotradas en la
pared. Entonces el Persa dijo, “No reconozco este corredor…¡Estamos
perdidos!” Raúl exclamó, “¡Oh no!” El Persa dijo, “Avancemos con
cuidado. Este sitio puede estar lleno de trampas.” En eso, como si el Persa
hubiera invocado el peligro, ambos pisaron una puerta oculta en el piso y
cayeron. Los rescatadores comenzaron una vertiginosa caída por un tobogán sin
final aparente. Pasaron unos segundos llenos de angustia. Ambos hombres
valientes, concluyeron su travesía hasta el fondo. Cuando Raúl se levantó dijo,
“¿En donde estamos?” El Persa dijo, “En uno de los muchos calabozos
de Erik…” Raúl se asustó, y exclamó, “¡Debemos huir!” El Persa dijo,
“Conserva la calma, toda trampa tiene su escapatoria en ella misa.” Inmersos
en la mas completa oscuridad, los hombres revisaron cada centímetro de la
superficie de su prisión. Raúl pensaba, “¡Cristina!¡Aguanta mi amor, te
rescataré!” Pasaron muchas horas llenas de zozobra, y el plazo fijado por
el fantasma para la respuesta de Cristina, estaba a punto de cumplirse.
Cristina pensó, “¡Dios! ¡Dame fuerzas para tomar o decisión! ¡Erik no ha
dejado de tocar el violín! ¡Su musica es hermosísima, pero muy triste!”
Faltaban 15 minutos antes de que el reloj marcara las 11 de la noche. Entonces,
Erik dijo a Cristina, “¡He concluido mi obra maestra! ¿Has tomado ya tu
decisión, Cristina?” Cristina exclamó, “¡Si!” Cristina agregó, “¡No
arriesgaré a miles de personas por mi bienestar! ¡Me casaré contigo, Erik!”
Mientras tanto, en el calabozo, el Persa golpeaba una esquina del muro, y
entonces exclamó, “¡Estamos salvados, Raúl! ¡Este botón activa el mecanismo
que abre las paredes!” Del muro se abrió un pasaje. El Persa dijo, “¡Salgamos!¡No
hay tiempo que perder!” Mientras huían por un pasillo, Raúl advirtió algo,
y exclamó, “¡Barriles! ¿Qué contendrán?” El Persa dijo, “Vamos a
abrirlos.” Cuando el Persa quito la tapa de uno de los barriles, exclamó, “¡Pólvora!”
Raúl dijo, “¡El Fantasma piensa volar el palacio de la ópera!¡Debemos
impedirlo!” En ese momento, Cristina extraía un objeto de una caja,
diciendo, “¡Elijo el escorpión, Erik! ¡No tengo otra opción!” En ese
momento, un ruido de correr de aguas subterráneas comenzó. Cristina exclamó, “¿Que
ruido es ese?” Erik dijo, “El símbolo de tu decisión, Cristina.” La
joven no imaginó el resultado de su acción. El Persa exclamó, “¡Se inunda la
bodega!” Mirando hacia el techo, el Persa observó, un hueco cuadrado, y
dijo, “¡Salgamos por ahí de prisa!” Nadie imaginó que el cuarto de
explosivos estaba bajo la casa de Erik. Al ingresar por el piso a la sala, moviendo
una alfombra, Raúl vio a Cristina y exclamó, “¡Cristina!” La reacción
del fantasma fue instantánea. Cuando Raúl se incorporó, Erik ya le apuntaba con
su pistola, diciendo, “¡No des un paso más, o disparo!” Inmediatamente
Cristina exclamó, “¡Espera Erik! ¡Mátame a mí, pero a él déjalo vivir!”
El fantasma hizo caso omiso de los ruegos de Cristina y jaló el percutor de la
pistola. Los corazones de los ahí presentes, se detuvieron. Pero Erik se detuvo,
y dijo, “No, no puedo hacerlo. Comprendo que si lo matára, me odiarías para
siempre. Véte con él Cristina.” Cristina exclamó, “¡Gracias Erik,
gracias!” A continuación, Erik dio un anillo a Cristina, y dijo, “Recogí
el anillo que tiraste en la azotea. Úsalo siempre, y no te olvides de mí.” Cristina
lo tomó, y dijo, “¡Te juro que no lo volveré a perder!” Enseguida, Erik
dijo, “Persa, guíalos al exterior. Luego ven a mi lado, que no quiero estar
solo.” Persa dijo, “Como digas, amigo.” Mas tarde, Cristina y Raúl
salieron del camerino de la cantante, justo al terminar la función de esa
noche. En el pasillo, fueron abordados por el administrador del teatro, quien
dijo, “¡Mademoiselle Daaé! ¿Dónde estaba?” Cristina dijo, “¡Quizá no
me crea, Monsieur Moncharmin, pero me raptó el fantasma de la ópera!” Moncharmin
dijo, “Lo sabía. Él cumplió su amenaza de querer arruinar la función de esta
noche. ¡Gracias a Dios, la función pudo seguir sin problema!” Entonces,
mientras Raúl y Cristina se retiraban, Cristina dijo, “¡Ah! Dígale a la
Sorelli que ya no tendrá que preocuparse por mí. Nuestra competencia ha
terminado…” Mientras caminaba, Cristina dijo, derramando lágrimas, “Mi
carrera artística llegó a su fin, déjo el escenario para siempre.” ¨Pocos días después, una radiante pareja recién
casada, salia de una iglesia de Paris. La tía Jeannette, llena de júbilo
exclamaba, “¡Felicidades hija!” Cristina dijo, “¡Gracias, tía
Jeannette!” Pasó un mes, y los jovenes por fin volvieron de su luna de miel.
Ya instalados en su nuevo hogar Raúl dijo, “¡Ya estamos de regreso en la
ciudad! ¿Qué cosas habrán sucedido en nuestra ausencia?” El desplegado
habia sido publicado por el Persa, según los deseos del finado Fantasma de la ópera.
Tomando el periódico, Raúl dijo, “¡Cristina, ven a ver esto!” Cristina
abrazó a Raúl, y dijo llorando, “¡Pobre Erik!¡Espero que por fin su alma
haya alcanzado la paz que anhelaba su lama!” la pesadilla habia terminado,
y con ella la angustia causada por un hombre cuya vida fue una sucesión de amarguras.
La historia se encargaría de convertir en leyenda la figura de El Fantasma de
la Ópera…un ser que murió de amor…
Tomado
de, Joyas de la Literatura. Año VIII, No. 143, diciembre 1 de 1990. Adaptación:
Remy Bastien. Guión: Martín Arceo. Segunda Adaptación: José Escobar.