Club de Pensadores Universales

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lunes, 17 de junio de 2024

La Piel de Zapa, de Honorato de Balzac

    La Piel de Zapa, en el original en francésLa Peau de Chagrin, es una novela de 1831, del escritor y dramaturgo francés, Honoré de Balzac (1799-1850).

    Ambientada en París, a comienzos del siglo xix, la obra cuenta la historia de un joven que recibe un pedazo de piel o cuero mágico, que satisface cada uno de sus deseos.
   Sin embargo, por cada deseo concedido, la piel se encoge y consume una porción de su energía vital. La Piel de Zapa, pertenece al grupo de, Études Philosophiques, de la serie de novelas de Balzac
La Comedia Humana.

   Antes de terminar el libro, Balzac publicó una serie de artículos y fragmentos de la obra en varios diarios de París, con el fin de crear expectativa y entusiasmo en los lectores. Su estrategia fue exitosa y, a pesar de que se atrasó cinco meses con la entrega del manuscrito, la novela se agotó rápidamente después de su publicación. Una segunda edición, que incluyó una serie de doce cuentos filosóficos, fue lanzada un mes más tarde.

   Aunque la novela utiliza elementos fantásticos, su enfoque principal es una representación realista de los excesos del materialismo burgués. Con su renombrada preocupación por los detalles, Balzac describió una casa de juego, una tienda de antigüedades, un banquete real, y otras escenas. También incluyó elementos autobiográficos, como las dificultades que experimentó durante sus inicios como escritor.

    El tema central del libro, es el conflicto entre el deseo y la longevidad, entre elegir una vida intensa pero breve, o una larga existencia contenida. La piel mágica representa la energía vital de su propietario, que se agota con cada deseo.

   La Piel de Zapa, estableció firmemente a Balzac como un escritor de gran importancia en Francia y en el exterior. Su círculo social se ensanchó perceptiblemente, y fue solicitado ansiosamente por varios editores para futuros proyectos.
    El libro sirvió para iniciar el intercambio de una serie de cartas con una 
baronesa polaca, llamada Ewelina Hańska, que más tarde se convertiría en su esposa. La obra inspiró la ópera de Giselher Klebe, llamada, Die tödlichen Wünsche, el gran ballet en ópera-entreacto, L'Os de chagrin («El Hueso de Zapa») de Yuri Khanon, y pudo haber influenciado la novela, El Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.

Antecedentes

    En 1830, Honoré de Balzac, apenas había comenzado a alcanzar cierto reconocimiento como escritor. A pesar del esfuerzo de sus padres por persuadirlo de que se dedicára al Derecho, el joven Balzac, anunció en 1819, su deseo de convertirse en autor. Su madre no aceptó la idea, pero ella y su padre acordaron darle una pequeña renta, con la condición de que se dedicára a la escritura, y que les entregase la mitad de los ingresos de cualquier obra publicada.

   Después de trasladarse a un pequeño apartamento, cerca de la, Bibliothèque de l'Arsenal, en París, Balzac escribió sin éxito por un año. Frustrado por sus fracasos, se mudó nuevamente con su familia en el suburbio de Villeparisis, y pidió prestado dinero a sus padres, para proseguir con sus ambiciones literarias.
    Honoré de Balzac pasó los siguientes años escribiendo novelas simples del tipo, 
potboiler, que publicó bajo múltiples pseudónimos. Compartió algo de los ingresos de estas obras con sus padres, pero al año 1828, les debía cincuenta mil francos todavía. ​

   Publicó por primera vez bajo su propio nombre, en 1829. Los Chuanes, una novela sobre fuerzas realistas en Bretaña, no tuvo mucho éxito comercial pero hizo a Balzac conocido en ciertos círculos literarios. Alcanzó un éxito importante más adelante en ese mismo año, cuando publicó, Fisiología del Matrimonio, un tratado acerca de la institución del matrimonio.
    Alentado por su popularidad, hizo crecer su fama publicando una variedad de narraciones breves y de ensayos en revistas tales como: 
Revue de ParisLa Caricature, y La Mode.
     Hizo así varias conexiones en la industria editorial, que le ayudarían posteriormente a obtener reseñas de sus novelas.

    En aquellos tiempos, los gustos literarios franceses por las historias fantásticas, habían sido estimulados por la traducción, en 1829, de la colección de, Cuentos Fantásticos, del escritor alemánE. T. A. Hoffmann, la literatura de terror gótico, de Ann Radcliffe de Inglaterra,
 y la novela de 1829, 
L'Ane Mort et la Femme Guillotinée, (en español: El Asno Muerto y la Mujer Guillotinada) del autor francés, Jules Janin.
    Aunque Balzac planeó una novela siguiendo esta misma tradición, rechazaba el término "fantástico", refiriéndose en una ocasión a él como, "programa malsano de un género que ya se ha usado demasiado sólo por el abuso del nombre".​

    Mientras tanto, la política y la cultura de Francia estaban agitadas. Después de reinar por cinco polémicos años, el Rey Carlos X fue forzado a abdicar en la Revolución de 1830, también conocida como la, Revolución de Julio
   Luis Felipe I, lo substituyó, y se autodenominó, "Rey de los Franceses," ajeno al usual término, "Rey de Francia" en un intento por distanciarse del, Ancien Régime. La, Monarquía de Julio, condujo a un afianzamiento de las actitudes burguesas, en las cuales Balzac vio mucha desorganización y un débil liderazgo.

Escritura y Publicación

    El título de, La Piel de Zapa, apareció impreso por primera vez, el 9 de diciembre de 1830, como una referencia de paso en un artículo de Balzac escrito para la revista, La Caricature, bajo el seudónimo de Alfred Coudreux. En sus apuntes se incluye la siguiente nota, escrita probablemente al mismo tiempo: "L'invention d'une peau qui représente la vie - Cante oriental," en español: “La invención de una piel que representa la vida - Historia oriental.”

   Una semana después, publicó un fragmento llamado, "Le Dernier Napoléon" en, La Caricature, bajo el nombre de, "Enrique B...". En este, un hombre joven pierde su último Napoleón, o moneda de oro, en una casa de juego de París, y va al puente, Pont Royal, a ahogarse.​
   Durante ésta etapa inicial, 
Balzac no pensó mucho en el proyecto. Además se refirió a éste como, "un completo sinsentido en el sentido literario, pero en cuál, [el autor], ha intentado introducir algunas de las situaciones de la vida dura, por la cual los hombres de genio han pasado antes de alcanzar algo".​ Aunque, después de poco tiempo, su opinión de la historia mejoró. ​

  Para enero de 1831, Balzac ya tenía suficiente interés en su idea como para pactar un contrato con los editores Charles Gosselin y Urbain Canel. Acordaron 750 copias de una edición en tipo octavo, con un honorario de 1125 francos pagados al autor sobre el recibo del manuscrito, a no más tardar que a mediados de febrero. Balzac entregó la novela en julio.

     Entre tanto, Balzac proporcionó vistazos de su progreso errático. Dos fragmentos adicionales aparecieron en mayo, como parte de un plan para promover el libro, antes de su publicación. "Une Débauche", publicado en la revista, Revue des deux mondes, describe un banquete orgiástico lleno de bromas y de discusiones entre sus burgueses invitados.
    El otro fragmento, "Le Suicide duz poste", fue impreso en la, 
Revue de Paris; se refiere a las dificultades de un poeta principiante, que intenta paliar su carencia de fondos. Aunque los tres fragmentos no estaban conectados en una narrativa coherente, Balzac extraía personajes y escenas de la novela que estaba en progreso.

La publicación de la novela se retrasó debido a la activa vida social de Balzac. Pasó muchas noches cenando con amigos, incluyendo al novelista, Eugène Sue, y su amante, Olympe Pélissier,
así como a la escritora feminista, 
George Sand
y su amante, 
Jules Sandeau.
   Balzac y Pélissier mantuvieron una breve relación, siendo ella la primera amante con quien apareció en público. Finalmente, Balzac se retiró de París, permaneciendo con unos amigos en los suburbios, donde se propuso a acabar su trabajo.
  A fines de la primavera del hemisferio norte, Balzac le permitió a Sand que leyera el manuscrito casi terminado; la escritora disfrutó la lectura y le predijo que sería un éxito.

   Finalmente, en agosto de 1831, se publicó, La Peau de Chagrin: Conte Philosophique, en dos volúmenes. Fue un éxito comercial, y Balzac utilizó sus conexiones en los periódicos parisienses, para que la obra fuera reseñada en muchos de ellos.
    El libro se vendió rápidamente, y para finales de ese mismo mes, ya había firmado otro contrato: 
Balzac recibiría 4000 francos para publicar 1200 copias adicionales.
  Esta segunda edición, incluyó una serie de doce historias adicionales, que incluían elementos fantásticos, y fue lanzada bajo el título de, Romans et Contes Philosophiques, en español: Novelas e Historias Filosóficas.
   Una tercera edición, reordenada para formar cuatro volúmenes, apareció en marzo de 1833.

Sinopsis

    La Piel de Zapa, consiste de tres secciones: "El Talismán", "Una Mujer Sin Corazón" y "La Agonía". La primera edición contenía un "Prefacio" y una, "Moralité" que fueron suprimidos por versiones subsecuentes.​ Un epílogo de dos páginas aparece al final de la última sección.

   "El Talismán," comienza con la trama de, "Le Dernier Napoléon" "El Último Napoleón": un hombre joven llamado, Raphaël de Valentin, apuesta en el juego su última moneda, pierde, y estando deprimido se dirige al río Sena para ahogarse.
   Sin embargo, en el camino, el joven decide entrar en una tienda rara e inusual, la cual encuentra llena de curiosidades de todo el mundo. El comerciante de aquel local, ya algo anciano, lo conduce a un pedazo de piel colgando en una de las paredes. La piel estaba inscrita con unos caracteres de escritura oriental, que el viejo comerciante llama "
sánscrito", pero que guarda más similitudes con la escritura árabe. ​
   La piel promete satisfacer cualquier deseo de su dueño, encogiéndose levemente con el cumplimiento de cada deseo. El comerciante está dispuesto a darle la piel a Valentin, pero lo insta a rechazar la oferta. Después de olvidar por completo la advertencia del vendedor, Valentin toma la piel, y desea un banquete digno de un rey, lleno de vino, mujeres y amigos. Luego de estos sucesos, Valentin se encuentra con unos conocidos que lo invitan a un evento como el deseado, donde pasaría horas comiendo, bebiendo y hablando.

   En la segunda parte, "La Mujer Sin Corazón", Valentín narra su propia historia durante el banquete antes mencionado. Parte hablando de su estricto padre, y de cómo perdieron su fortuna, lo que provocaría la muerte de su progenitor; entonces se instaló en una modesta pensión, donde la dueña y su hija Pauline, lo tratan cariñosamente, y vivió aislado y con lo mínimo para subsistir, mientras se esforzaba en escribir su primera obra, un tratado de la voluntad, que no resultó bien recibido.
    Se encontró con un antiguo amigo, 
Eugène de Rastignac, quien lo convenció para frecuentar los salones de la alta sociedad parisina. Así es como conoció a Foedora, mujer refinada y coqueta, pero inalcanzable, de quien se enamora; gastó el poco dinero que le quedaba en ella, pero fue rechazado y decidió entonces que quería morir. Rastignac intervino otra vez, y lo convenció de que muriera en medio de vicios y placeres con el dinero que obtendrían en el juego. Y sigue así, hasta que le quedaba sólo la última moneda con la que va a jugar al, Palais Royal, al comienzo de la novela.

   "La Agonía" comienza varios años después del banquete de las partes una y dos. Valentin, utilizando el talismán para obtener una renta cuantiosa, descubre que la piel y su propia salud, menguan. La situación lo aterra, por el hecho de que más deseos podrían adelantar su muerte. Organiza su hogar para evitar la posibilidad de desear cualquier cosa: su criado, Jonathan, ordena los alimentos, la ropa, y los visitantes con una estricta regularidad.
    Se reencuentra con Pauline, también enriquecida, y se confiesan su mutuo amor; comprometidos, viven felices una temporada, hasta que la mermante piel, le recuerda a Valentin la cercanía de su muerte. Desesperado, un enfermo Raphaël intenta encontrar de alguna manera estirar la piel, pero los científicos que estudian la zapa, fallan. Se somete a la opinión de un consejo de médicos, quienes indican distintos diagnósticos, y le recomiendan un viaje al 
balneario de, Aix-les-Bainspara que recupere su vitalidad.

    Valentín vuelve a París aún más enfermo, cuando la piel ya no es más grande que una hoja de vinca. Pauline lo visita en su habitación, reafirmando su amor. Raphaël le muestra la zapa, y ella reconoce sus efectos. Horrorizada, al darse cuenta de que ella misma es el objeto del deseo de Valentin, y que esto lo matará, se encierra en otra habitación, e intenta suicidarse. Él golpea la puerta, le declara su amor, y expresa su deseo de morir en sus brazos. Raphaël tumba la puerta, y muere mordiendo el pecho de Pauline.

Estilo

     Aunque él prefería el término, "filosófico", la novela de Balzac se basa sobre una premisa fantástica. La piel concede un mundo de posibilidades a Valentin, y la utiliza para satisfacer muchos de sus deseos. Obligado a enfrentarse en un duelo, por ejemplo, explica como no necesita ni evitar el tiro de su oponente, ni apuntar su propia arma, ya que el resultado es inevitable. Dispara sin cuidado y mata a su adversario inmediatamente.

Por otra parte, las propiedades sobrenaturales de la piel misma, se demuestran cuando resiste los esfuerzos de un químico y de un físico para estirarla.

    Ésta inclusión de lo fantástico, sin embargo, es más que nada un marco en el cual el autor discute la naturaleza humana y la sociedad. Un crítico, de hecho, sugiere que, "la historia sería lo mismo sin ella". Balzac ya había utilizado elementos sobrenaturales en las novelas del tipo, potboiler, que publicó bajo, noms de plume, pero la presencia de estos en, La Piel de Zapa, señaló un momento crucial en su acercamiento al uso del simbolismo.
   Antes los elementos sobrenaturales eran, en su mayoría, puntos de la trama o recursos sencillos para generar suspenso. En, La Piel de Zapa, en cambio, el talismán representa el alma de Valentin, y al mismo tiempo, su fallecimiento simboliza una mayor declinación social. ​Los enfoques verdaderos de Balzac en la novela de 1831, son la energía del deseo humano, y la naturaleza de la sociedad después de la, 
Revolución de Julio. ​
   El escritor y crítico 
francés, Félicien Marceau, incluso sugiere que el simbolismo en la novela, permite un análisis más puro que los estudios de casos individuales de otras novelas de Balzac; llevando el análisis a un nivel abstracto, llega a ser menos complicado por variaciones de la personalidad individual. Como hombre común y corriente, Valentin exhibe las características esenciales de la naturaleza humana, no el acercamiento de una persona en particular al dilema ofrecido por la piel.

   En su prefacio para la primera edición de la novela, Balzac medita en la utilidad de elementos fantásticos: "[Los escritores] inventan la verdad, por analogía, o ven el objeto a describir, o sea si el objeto viene a ellos, o ellos mismos van hacia el objeto... ¿Tienen los hombres el poder de traer el universo en su cerebro, o es su cerebro un talismán con el cual suprimen las leyes del tiempo y del espacio?" ​Los críticos concuerdan que la meta de Balzac en el, La Piel de Zapa era lo anterior.

Realismo

   Ésta novela se cita frecuentemente como un importante ejemplo temprano del realismo, por el cual Balzac llegó a ser famoso. Las descripciones de París, son un ejemplo: la novela se nutre de lugares reales, tales como el, Palais Royal, y la, Catedral de Nuestra Señora de París.

     La narración y los personajes se refieren en varias ocasiones al arte y a la cultura, abarcando desde la ópera, Tancredi, de Gioachino Rossini, a la, Venus de Milo. ​

    El tercer párrafo del libro, contiene una extensa descripción del proceso y propósito detrás del ritual en las casas de juego, donde, "lo primero que hace la ley, es quitarnos el sombrero".​ La atmósfera del establecimiento se describe en detalle exacto, desde las caras de los jugadores, hasta el, "grasiento" papel de las paredes, y el, "tapete gastado por las monedas".​
    El énfasis en el dinero evocado en las primeras páginas, y su contraste con los alrededores decrépitos, refleja los temas de la organización social, y del 
materialismo económico abordados por la novela.

     La conjugación de los detalles realistas, con significados simbólicos, continúa cuando Valentín entra en la antigua tienda; el almacén representa el mundo.
    Mientras recorre su interior, viaja por el mundo a través de reliquias procedentes de variados lugares y épocas: "parecía como si de todos los ángulos del mundo hubiesen traído allí un diputado de las ciencias y de las artes".
   La tienda contiene una pintura de 
Napoleón, un yatagán moro, ídolos tártaros, retratos de burgomaestres holandeses, un busto de Cicerón, una momia del Antiguo Egipto, un vaso etrusco, un ídolo chino y centenares de otros objetos.

    ​El panorama de la actividad humana, alcanza una bifurcación moral cuando el comerciante lleva a Valentín hacia el retrato de Jesucristo, de Rafael Sanzio.
   No lo disuade de su meta, sin embargo; solamente cuando encuentra y conoce las propiedades de la piel, Valentín decide abortar su misión suicida. Al hacer eso, demuestra que la humanidad favorece al 
ego, antes que la salvación divina.

Imagen de Apertura

    Al principio de la novela, Balzac incluye una imagen de la novela de 1759, de Laurence Sterne, titulada,  cuyo título original en inglésThe Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman; es comúnmente llamada: Tristram Shandy, la cual consiste en una línea curva dibujada en el aire, por un personaje que intentaba expresar el gozo de la libertad, "mientras un hombre es libre".​ Balzac nunca explicó su propósito detrás del uso del símbolo, y su significado con respecto a, La Piel de Zapa, es tema de discusión.

   En su profundo análisis de, La Comedia Humana, Herbert J. Hunt conecta el, "serpentino garabato," al, "diseño sinuoso" de la novela de Balzac. El crítico, Martin Kanes, sin embargo, sugiere que la imagen simboliza la imposibilidad de la lengua de expresar una idea completamente. Éste dilema, propone, se relaciona directamente con el conflicto entre la voluntad y el conocimiento, indicado por el comerciante al principio de la novela.

Temática

Elementos Autobiográficos

   Balzac extrajo detalles de su propia vida, para las primeras partes de, La Piel de Zapa, y probablemente modeló al protagonista, Raphaël de Valentín, a partir de sí mismo. Las características de la mísera habitación de Valentín, son alusiones autobiográficas a los primeros días de Balzac como autor:

“Nada más horrible que aquella buhardilla de paredes ennegrecidas, oliendo a miseria, y llamando a un sabio a habitarla. El techo por un lado, no permitía estar de pie, y las tablas desunidas por el otro, dejaban ver el cielo. Cabría en ella una cama, una mesa, algunas sillas y, en la parte subterránea, por decirlo así, podía colocarse mi piano.” ​

   Los biógrafos y los críticos concuerdan que Balzac extraía en sus narraciones de su propia experiencia, aunque también se permitía libertades para embellecer la narración.

   Otras partes de la historia. también se derivan de la vida del autor: Balzac asistió una vez a un banquete del marqués de Las Marismas, que planeaba lanzar un periódico, tal como Valentín después de expresar su primer deseo al talismán.​
   Más adelante, Valentín visita la ópera, armado con un sistema de lentes de gran alcance que le permiten observar cada defecto en las mujeres en el escenario, para así evitar que surgiera algún deseo.
   Estos también pueden provenir de la experiencia de Balzac, ya que escribió una vez en una carta sobre un juego de lentes de ópera, "divinos," que pidió al 
Observatorio de París.

   Más relevante es la conexión entre las mujeres de la novela, y las mujeres en la vida de Balzac.

   Algunos críticos señalan semejanzas importantes entre los esfuerzos de Valentín, por ganar el corazón de Foedora, y la infatuación de Balzac, con Olympe Pélissier. ​Se dice que la escena en que Valentín se oculta en el dormitorio de Foedora, para observar su cuerpo desnudo, proviene de una situación similar, en donde el escritor observó secretamente a Pélissier. ​
  Sin embargo, es probable que Pélissier no fuera la modelo para Foedora, puesto que ella aceptó los avances de Balzac, y le escribió luego cartas amistosas; Foedora, al contrario, se declara fuera del alcance de cualquier enamorado. Los críticos convienen en que la, “mujer sin corazón,” descrita en la novela, es un compuesto de otras mujeres que Balzac conocía.

   También se han encontrado similitudes entre la madre de Balzac, y el estricto padre de Raphael, en cuanto a la rigurosa disciplina que imponían, y a la frialdad de su trato, mientras que tanto, Balzac como Raphael, estudiaron leyes por disposición de su familia. Valentín, hablando de los años con su padre, declara: “así he vivido hasta los veintiún años, bajo un despotismo tan frío como el de una orden monacal.”

   Sobre la prometida de Raphael, Balzac declaró: "Pauline es un personaje real para mí, sólo que es más adorable de lo que puedo describir. Si la he hecho un sueño, es porque no deseo que mi secreto sea descubierto".
   En Pauline, los críticos identifican características de 
Laure de Berny. Madame de Berny, amiga de la madre de Balzac, y veinte años mayor que él, fue su primer amor; además de apoyarlo económicamente en sus inicios como escritor, lo presentó en los círculos sociales, y le sirvió de inspiración en su escritura.

Vouloir, Pouvoir y Savoir

   Al principio del libro, el comerciante discute con Valentin, "el gran secreto de la vida humana". Éste secreto consiste en tres palabras, que Balzac expone con mayúsculas: VOULOIR (querer), POUVOIR (poder), y SAVOIR (saber). El querer, según lo que explica el autor, nos abrasa; el poder nos destruye; y el saber nos calma. Estos tres conceptos forman la fundación filosófica de la novela. ​

   El talismán conecta estos preceptos con la teoría del vitalísmo; representa físicamente la fuerza de la vida de su dueño, y se reduce con cada ejercicio del querer. El comerciante intenta advertir a Valentín, que la trayectoria más sabia yace, no en el ejercicio de su voluntad, o conseguir poder, sino en desarrollar la mente. "Y la locura ¿no es el exceso del querer o del poder?" le pregunta el comerciante a Valentín. ​
   Sin embargo, seducido por las posibilidades ofrecidas por la piel, el joven desechó las precauciones, y abrazó sus deseos. Después de coger el talismán, declara: "Yo quiero vivir con exceso".​ Solamente cuando su fuerza vital se agota casi por completo, es cuando reconoce su error: "Pensó que el poder, por inmenso que sea, no da la ciencia de saber hacer uso de él... Raphael hubiera podido obrar, y no había hecho nada."

   El querer, según advierte Balzac, es una fuerza destructiva que intenta adquirir solamente poder, a menos que sea templada por el saber. El comerciante representa una antítesis del futuro Valentín, ofreciendo estudios y desarrollo mental, como alternativa al deseo consumidor.
   Foedora también sirve como modelo de la resistencia a la corrupción del querer, en cuanto ella intenta siempre excitar el deseo en otros, mientras que nunca cede al suyo. ​
   Que Valentín sea más feliz viviendo en la miseria material de su buhardilla minúscula, perdido en sus estudios y la escritura, con una Pauline de buen corazón que se ofrece incluso a sí misma hacia él, subraya la ironía de su miseria, al final del libro, cuando está rodeado con los frutos de su deseo material.

Sociedad

   La novela extrapola el análisis de Balzac, del deseo, desde el individuo hasta la sociedad en general; el autor temía que el mundo, al igual que Valentín, estuviera perdiendo su sentido debido a los excesos materiales, y a las prioridades equivocadas.

   En la casa de juego, el banquete orgiástico, la tienda de antiguades, y las discusiones con los hombres de ciencia, Balzac examina este dilema en varios contextos. Éste exceso se representa especialmente en la obsesión de Valentín por el estatus social; la hermosa pero inalcanzable Foedora, simboliza los placeres ofrecidos por la alta sociedad. ​

     La ciencia no ofrece ninguna panacea. En una escena, un grupo de doctores ofrece una gama de opiniones rápidamente formuladas sobre la causa de la debilidad de Valentín.
   En otra, un físico y un químico, admiten su derrota después de emplear una gama de tácticas diseñadas para estirar la piel. Todos los puntos de vista científicos carecen de una comprensión de la crisis real y, por lo tanto, están condenados a fracasar.
   A pesar de que se muestran sólo atisbos, la imagen de Cristo, por ejemplo, pintado por el homónimo de Valentín, el artista del 
Renacimiento Rafael de Sanzio, Balzac deseaba recordar a los lectores, que el cristianismo ofreció el potencial de templar los excesos mortales.
  Después de fallar en sus esfuerzos para estirar la piel, el 
químico declara: “creo en el diablo”; “Y yo en Dios”, contestó el físico.

   La corrupción del exceso, se relaciona con la desorganización social en una descripción hecha al principio de la última sección. Físicamente débil, a pesar de vivir en el más completo de los lujos, se dice que Raphaël de Valentín, conserva en sus ojos, "una inteligencia extraordinaria," con la que puede ver, "todo inmediatamente":

   Era triste de ver aquella mirada. Unos podían leer en ella, la desesperación, y otros podían adivinar un combate interior, tan terrible como un remordimiento. Era la mirada profunda del impotente que encierra sus deseos en el fondo de su corazón, o del avaro que goza en su mente todos los placeres que su dinero podría procurarle, y que sin embargo, no se los procura para no aminorar su tesoro; mirada de Prometeo encadenado, o de Napoleón caído, que advierte en el Elíseo en 1815, la falta de estratégica cometida por sus enemigos, pide el comando por veinticuatro horas, y no lo obtiene.

Recepción y Legado

  La novela se vendió rápidamente después de salir a la venta, y fue reseñada en cada periódico y revista importante de París. En algunos casos, el mismo Balzac escribió las reseñas; usando el seudónimo de "Comte Alex de B-", afirmó que el libro probaba que su autor había alcanzado el, "el estatus de genio". ​ Las reseñas independientes eran menos entusiastas, pero también muy positivas.

   El poeta, Émile Deschamps, elogió el ritmo de la novela, y el comentarista religioso, Charles Forbes René de Montalembert, indicó, en forma aprobatoria, que la novela destacaba la necesidad de más espiritualidad en la sociedad en su conjunto. ​Aunque algunos críticos desaprobaron que Balzac se recreara en lo negativo, otros opinaban que esto era simplemente un reflejo del estado de la sociedad francesa.
  El escritor alemán 
Johann Wolfgang von Goethe, declaró que era un ejemplo brillante de la, "incurable corrupción de la nación francesa". Los críticos discuten sobre si los comentarios de Goethe, eran o no una alabanza para la novela.

   La abundante publicidad, causó frenesí por obtener la novela en Francia. El amigo de Balzac, y redactor de, La CaricatureCharles Philipon, escribió al autor una semana después de la publicación: "no hay forma de conseguir, La Piel de Zapa
Grandville tuvo que parar todo lo que hacia para leerla, porque el bibliotecario enviaba alrededor de cada media hora, a preguntar si había acabado." Amigos cercanos y lejanos de Balzac, indicaban dificultades similares en la localización de copias. ​ La segunda edición fue lanzada un mes después, y fue seguida por parodias y trabajos derivados de otros escritores.
   El amigo de Balzac
Théophile Gautier, incluyó un homenaje cómico en su colección de historias de 1833, Les Jeunes-France, donde, en una reconstrucción del banquete de la novela, un personaje dice: "Este es el punto cuando se supone que debo verter vino en mi chaleco… Así se dice, con puntos y comas, en la página 171 de, La Piel de Zapa... y aquí es donde tengo que lanzar una moneda de 100 sou, al aire para ver si existe Dios."

    La novela estableció a Balzac como una figura destacada en el mundo de la literatura francesa. Los editores compitieron entre sí por publicar sus futuros trabajos, y la novela se convirtió en infaltable en las listas de invitaciones para los eventos sociales, alrededor de París.
    Balzac se enorgulleció del éxito de su novela, y declaró al redactor del diario, 
L'Avenir, que, “éste es el punto de partida de mi obra”. La novela siguió siendo popular, incluso después la muerte de su autor. La Piel de Zapa fue reeditada diecinueve veces, entre 1850 y 1880.

   Cuando desarrolló su esquema de organizar todas sus novelas e historias en un solo conjunto llamado La Comedia Humana, Balzac puso a, La Piel de Zapa, en la sección llamada, Estudios Filosóficos.
  Como los otros trabajos en esta categoría, incluyendo, 
Louis Lambert (1832), que es similar en su manera incorporar elementos autobiográficos, trata de la filosofía y de lo sobrenatural. Pero también proporciona un puente al realismo a los, Estudios de Costumbres, que comprenden a la mayoría de sus novelas.

L'Étrangére

    La popularidad de la novela, se extendió a Ucrania, donde una baronesa llamada, Ewelina Hańska, leyó acerca de las novelas de Balzac en los periódicos que recibía de París. Intrigada, pidió copias de sus trabajos, y los leyó con sus primos y amigas en la región de Volinia.

   Se impresionaron con la comprensión de Balzac de las mujeres, en la obra, Fisiología del Matrimonio, pero consideraron que, La Piel de Zapa, las retrató bajo una luz cruel e implacable.
  Hańska le escribió una carta a Balzac, firmada como, "L'Étrangère", o, La Extranjera, y la envió desde 
Odesa, el 28 de febrero de 1832. ​

  Como la carta no llevaba remitente, Balzac publicó su contestación en la, Gazette de France, con la esperanza de que ella vería el aviso. La baronesa no lo hizo, pero le escribió otra vez en noviembre:
“Su alma abraza los siglos, monsieur; sus conceptos filosóficos parecen ser el fruto de largos estudios madurados por el tiempo; aun así, me dicen que todavía es joven. Quisiera conocerlo, pero siento que no necesito hacerlo. Le conozco a través de mi propio instinto espiritual; me lo imagino a mi manera, y siento que si fijára realmente mis ojos sobre usted, exclamaría: "¡Ese es él!"”.

   Finalmente ella se le reveló, y comenzaron una correspondencia que duró por quince años. Aunque ella continuó fiel a su marido, Wacław, Hańska y Balzac, disfrutaron de una intimidad emocional a través de sus cartas.
 Cuando el barón murió, en 1841, el autor francés comenzó a perseguir la relación fuera de las páginas escritas.
  Se casaron en una pequeña ciudad del 
Óblast, de Zhytomyr, el 14 de marzo de 1850, cinco meses antes de que él muriera.

Personajes Recurrentes

    Dado que ésta es una de las primeras novelas que lanzó bajo su propio nombre, Balzac no utilizó personajes de trabajos previos. Sin embargo, presentó a varios individuos que volvieron a aparecer en historias posteriores.

   El más significativo de estos es, Eugène de Rastignac, el caballero más experimentado que aconseja a Valentin, en las costumbres de la alta sociedad.
   Mientras escribía su novela de 1834, 
Le Père Goriot, Balzac repentinamente tachó el nombre que estaba utilizando para su personaje, Massiac, y lo cambió por Rastignac.
   La relación entre el profesor y el estudiante en, La Piel de Zapa, se refleja en, 
Papá Goriot, cuando el joven Rastignac, es guiado en los senderos de la, realpolitik, social, por el criminal incógnito, Vautrin.

  Balzac utilizó el personaje de Foedora, en tres otras historias, pero finalmente la quitó de ellas después de decantarse por otros modelos para representar la feminidad social.
    En ediciones posteriores de, La Piel de Zapa, Balzac cambió el texto para nombrar a uno de los banqueros como, Taillefer, a quien había presentado en la obra, 
La Posada Roja (1831).​
}
    Balzac también utilizó el nombre de, Horacio Bianchon, para uno de los doctores, conectando el libro con el famoso médico que aparece en treinta y una historias de 
La Comedia Humana.
    El doctor había sido desarrollado en una forma tan vívida, que se dice que el mismo Balzac llamó a Bianchon, mientras que estaba en su lecho de muerte.

   El uso de personajes recurrentes, da a los trabajos de Balzac una cohesión y una atmósfera distinta a cualquier otra serie de novelas. Permite una profundidad de caracterización que va más allá de la narración o del simple diálogo.
“Cuando el personaje reaparece" [señala el crítico Samuel Rogers], no provienen de la nada; emergen de la privacidad de sus propias vidas que, por un intervalo, se nos ha prohibido ver.”
   Aunque la complejidad de la vida de estos personajes, condujeron inevitablemente a Balzac a cometer errores de 
cronología y consistencia, son errores que se consideran de menor importancia en el alcance total del proyecto. ​ Los lectores tienen, por lo general, problemas por mera cantidad de gente del mundo de Balzac, y se sienten privados de parte importante del contexto de los personajes.
  El novelista 
Arthur Conan Doyle, mencionó que nunca intentó leer las obras de Balzac, porque “no sabía por dónde comenzar.”

Influencia

   Debido a la novela de Balzac, la expresión en francés, se réduire comme une peau de chagrín, o, se reduce como una piel de zapa, se incorporó al lenguaje para referirse a algo que se encoge o disminuye progresivamente. ​

    La obra de Balzac en general, y La Piel de Zapa en particular, se ha citado que influenció a autores como, Oscar WildeFiodor Dostoievski, ​Miguel de Unamuno, y Samuel Beckett.

    En 1890, Oscar Wilde publicó, El Retrato de Dorian Gray. En ésta novela, el protagonista adquiere un retrato mágico que envejece mientras que él no lo hace.
   Los críticos han planteado numerosas obras como posibles influencias sobre la novela de Wilde, como, 
William Wilson, y El Retrato Oval, de Edgar Allan PoeMelmoth el Errabundo, de Charles Maturin, y 
El Extraño Caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde, de Robert Louis Stevenson, entre otros, se incluye entre estas influencias, La Piel de Zapa, porque su trama prefigura el argumento desarrollado por Wilde.

    Por otra parte, se establecen paralelos entre el protagonista de, Crimen y Castigo, de Dostoievski, Raskolnikov, y Raphaël de Valentin.
   Plantea que ambos son jóvenes estudiantes sumidos en la miseria, que luego de hacer una última apuesta y fallar, Valentin en forma literal, y Raskolnikov en forma figurada, consideran suicidarse ahogándose en un río.
   De acuerdo a Meyer: "[Dostoevsky] obtiene material significativo, temas, escenas, detalles de la apariencia, acciones, escenarios y motivos, de la descripción de Balzac, de Rafaël, en la Parte 1, “El Talismán”".

   Hacia el final de su vida, el sicoanalista austríaco, Sigmund Freud, sintió una conexión especial con la novela de Balzac, puesto que creía que su mundo estaba encogiéndose como el talismán de Valentin; además, del mismo modo en que Valentin fue repudiado por la sociedad, las teorías de Freud no fueron acogidas por la comunidad científica.
    Diagnosticado con un tumor fatal, Freud decidió suicidarse. Después de releer, La Piel de Zapa, dijo a su doctor: “Es el libro más adecuado que puedo leer en este momento, pues trata del encogimiento, y de la inanición.” Su doctor le administró una dosis mortal de 
morfina, y Freud murió.

Adaptaciones

    Su adaptación más temprana al cine fue en 1909, en un cortometraje mudo francés de Albert Capellani y Michel Carré llamado, La Peau de Chagrin.

    En 1915 apareció el filme, The Magic Skin, o, La Piel Mágica, dirigido por Richard Ridgely, y producido por Edison Studio. En éste se realza el tema del pacto con el diablo, ya que introduce elementos faústicos ajenos a la novela;
así, el comerciante y Foedora, aparecen como encarnaciones de 
Mefistófeles, que solo buscan la desgracia de Raphael. La siguiente adaptación fue un filme alemán de 1917, llamado, Das Spiel vom Tod, o, El Juego de la Muerte, del director Alwin Neuss. ​
    Le siguen tres adaptaciones en 1920: 
Desire, del director británico George Edward Hall, ​ Narayana, del director francés León Poirier, y The Dream Cheater, del director estadounidense, Ernest C. WardeNarayana incorpora elementos orientales, de modo que el objeto que concede deseos, ya no es una piel de zapa, sino una estatuilla india,
y en, The Dream Cheater, a diferencia de la novela, el protagonista logra sobrevivir deseando la desaparición de la piel. ​ En 1923, el director estadounidense, 
George D. Baker produjo, Slave of Desire, o, Esclavo del Deseo,​ y en 1939, el alemán Heinz Hilbert, estrenó, Die Unheimlichen Wünsche, o, Los Deseos Siniestros.​
   El español 
Luis Bayón Herrera, que realizó la mayor parte de su producción en Argentina, dirigió en 1943, La Piel de Zapa, adaptación que contó con la participación de actores como Hugo del Carril, en el papel de Rafael de Valentín, y Florence Marly, como Fedora.​
   En 1958, Rolf Bayer produce en Filipinas, Azimat, o,  El Talismán.​
   Se adaptó también para la televisión en 1980, bajo la dirección de 
Michel Farvat, y en 2010 por Alain Berliner.

   Asimismo, la novela se ha adaptado en dos ocasiones como animaciónSagrenska Koza, animación yugoslava de 1960, y, La Peau de Chagrin, cortometraje francés, de 2003. ​

    La novela de Balzac fue adaptada, en primer lugar, como, La Piel de Zapa, ópera de Charles-Gaston Levadé, estrenada en 1929; más tarde, para el libreto de la ópera de 1959, de Giselher Klebe, "Die tödlichen Wünsche" o,  Los Deseos Mortales. ​
    Entre 1977 y 1978, el compositor alemán, 
Fritz Geißler, compuso, Das Chagrinleder, a partir del libreto de Günther Deicke.
   En los años 1989 y 1990, usando el texto de Balzac, el compositor ruso, 
Yuri Khanon, escribió el balletL'Os de Chagrin o, El Hueso de Zapa, que incluye una ópera-entreacto con el mismo título. (Wikipedia en Español)
La Piel de Zapa

de Honorato de Balzac

    Fue una noche del mes de octubre, del año de 1830, cuando Rafael de Valentín, siendo muy joven, entró en el, Palais Royal, y se dirigió a una mesa de juego. Sin mirar a nadie, puso la única moneda que le quedaba sobre el color negro de la ruleta. El croupier hizo girar la ruleta, exclamando, “¡Está hecho el juego! ¡No va más!”

   Cuando la ruleta se detuvo, el croupier gritó, “¡Rojo par y pasa!” Al amanecer, los parroquianos del, Palais Royal, continuaron jugando indiferentes; mientras la desesperación se apoderaba del joven, quien pensó, “¡Estoy arruinado! ¡Prefiero morir a vivir en la miseria!”
   El joven salio del casino, y caminó hasta uno de los puentes del Sena, y miró el agua con aire obsesivo. Su determinación suicida se fortalecía por momentos, cuando pasó una vieja mendiga, y exclamó burlona y amarga: “¡Mala hora para ahogarse jovencito! ¡El Sena está sucio y frío!”
   Entonces, el joven pensó, “Si me arrojó ahora en pleno día, cualquiera puede dar aviso a los barqueros, y estos se apurarán a rescatarme. ¡No! Vagaré por París hasta que anochezca. Entonces cumpliré mi destino y me entregaré a la muerte por mi propia voluntad.” Caminó un buen trayecto distraído, hasta que los objetos expuestos en el aparador de una tienda de antigüedades, llamaron su atención.
    Mirando en el aparador, Rafael pensó, “¡Qué curioso! Aquí parece haber muestras de todas las civilizaciones desde la más remota antigüedad.” En efecto, cuando entró a la tienda, pudo observar con creciente pasmo, como en sus mesas y mostradores, se apilaban jarrones franceses, figuras chinas, el penacho de un jefe indio norteamericano, un centro de faraón egipcio, un elefante del alabastro, un arcabuz del siglo XVI, un plato griego, un puñal florentino del siglo XIV, residuos del arte y la cultura mundial, de todas las eras.
   Al entrar a la tienda, y observar minuciosamente a cada uno de esos objetos, Rafael pensó, “¡Y pensar que cada uno de estos objetos, tuvo su lugar sagrado o pagano, en algún momento estelar de la humanidad, y ahora se halla aquí como un olvidado resto de una civilización, totalmente muerta y parcialmente olvidada!”
   Tras una pausa, Rafael pensó. “¡Morir! ¡Morir cuanto antes será lo mejor para mí! ¡Caer en el olvido más absoluto!” De súbito, a Rafael le pareció que alguna de aquellas figuras renacentistas pintadas en los lienzos, o una de las estatuas de la antigüedad clásica, tomaba vida.
¡Y se aproximaba a él! La verdad era simple. Aquel anciano de aspecto patriarcal, barba blanca, y voz de profeta bíblico, no era ninguna alucinación. Rafael se calmó instantáneamente al oírle decir: “Soy el dueño de ésta tienda de antigüedades. Sin querer, le escuché invocar a la muerte, y un hombre desesperado como usted, se interesará por algo terrible y maravilloso que le mostraré.” Rafael dijo, “¿De qué se trata? ¿Tiene usted algún talismán que me devuelva el amor y la fortuna que perdí y con ellos el deseo de seguir viviendo?” El anciano dijo, “¡Mire aquella pared!”

    Rafael miro hacia un cuadro que colgaba en la pared, que contenía la piel de una animal cubierta en un marco detrás de un vidrio. Rafael preguntó, “¿Qué es?” El anciano dijo, “Un trozo de piel de zapa.” El zapa es un tipo de burro asiático. El anciano la sacó del marco, y la dio a Rafael para que la examinára. Enseguida, el anciano dijo, “¡Brilla, está tiesa, tiene impreso el sello de Salomón y una leyenda en sánscrito, que dice, 'El poseedor de ésta piel, verá cumplidos todos sus deseos, pero a cambio de ello, la piel se encogerá poco a poco. Esto le indicará que su vida se acorta en la misma medida.'”
   Rafael preguntó, “¿Significa esto que si pido un deseo, éste talismán me lo concederá y por su parte tomará un poco de la vida que me queda?” El hombre dijo, “Así parece, joven.” Rafael tomó aquella piel en sus manos, y riendo exclamó, “¡Ja, Ja ;Ja! Para un suicida como yo, conseguir algo de placer antes de una muerte que había decidido darme, es un buen negocio. ¡Vamos, sí, deseo dinero, fiesta llevar una vida de excesos!” Rafael agregó, “¿Lo ve? ¡No ocurre nada! Lo único raro es que la piel está suavizándose y volviéndose flexible en mis manos.”
   El anciano dijo, “Tenga paciencia. Usted ha firmado el pacto con el talismán, Y éste no tardará en cumplirle. Luego le cobrará el precio.” Rafael dijo, “No cuento con dinero para pagarle el talismán…” El anciano le dijo, “Eso no importa. Lléveselo, es suyo. Compruebe sus poderes.” Cuando Rafael abandonó la tienda, ya era de noche.
    Entonces Rafael vio a tres amigos suyos. Uno de ellos le dijo, “¡Rafael qué coincidencia, andábamos buscándote!” Rafael dijo, “Los nóto muy contentos, Emilio. ¿Qué sucede?” Emilio le dijo, “¡Tendremos trabajo compañero! Un magnate está dispuesto a abrir un gran diario, y desea contratarnos. Hoy mismo dará una cena para festejar. ¡Habrá de todo: buena comida, buen vino, incluso mujeres!” Minutos después, Rafael de Valentín se sumergía en un ambiente de disipación y desenfreno.
   El magnate era pródigo en obsequiar a sus invitados. En su casa había de todo: champaña, mujeres, conversaciones ingeniosas, y buen vino. Una hermosa cortesana llamada Aquilina, acompañó a Rafael buena parte de la noche, y su compañera no menos hermosa, llamada Eufrosina, tomó asiento junto a Emilio. Entonces, Emilio dijo a Rafael, “Estás como pasmado, Rafael. Vamos, ¡Alegra el alma!”
   Rafael dijo, “Es que…¡Si ustedes supieran! ¿Hace unas horas me hallaba yo tan cerca de la muerte…me sentía tan desposeído! Y de súbito, hay a mi lado una bella mujer, estoy con mis amigos y comienzo a vislumbrar luz en mi futuro.” Emilio le dijo, “No ignoraba que te hallabas en mala situación, Rafael. Pero, desconozco cómo fuiste a parar a ella. Relátanos tu historia, así descargarás el alma, la librarás del peso de antiguas amarguras.”
    Rafael comenzó, “Si recuerdas a mi padre, Emilio, coincidirás conmigo en que era un hombre íntegro aunque demasiado duro y exigente conmigo. Mi infancia transcurrió entre colegios y liceos más o menos amables; al concluir mis estudios elementales, mi padre se empeñó en convertirme en abogado, para que le sucediera en su despacho, pues él era un legista reconocido.
  Recuerdo que me decía, 'No salgas de aquí hasta que terminen de transcribir esos documentos, Rafael. Te veré más tarde.” Y yo pensaba, 'En casa los jóvenes de mi edad se divierten, van de un bar a otro, juegan en los casinos, se enamoran de hermosas señoritas, sufren desdenes, o disfrutan de los favores de las damas…¡Y yo, mientras, entre papeles, letras de cambio, disposiciones testamentarias, y litigios en fin! De buena gana tiraría esto a la basura, y me iría a alcanzar a Emilio o a Rastignac a algún casino.
    Pero, ¿Con qué? Mi padre no me ha dado ni un quinto ésta semana, para impedir que actúe por mi cuenta…' No tenía valor para enfrentarme al señor De Valentín, reclamarle mi derecho a vivir la juventud. Así que continuaba, aunque de mala gana, en la tarea.
   Una noche, mi padre y yo fuimos invitados a un baile en casa del duque de Navarreins, un rico parísense. Mi padre me entregó su bolsa de dinero y sus llaves. Me dijo, 'Guárdamelas, hijo. Confío en ti.' Nunca supe porque él hizo aquello. Supongo que quiso probarme. Entre a un salón donde numerosos invitados jugaban a las cartas. Ahí se ganaba y se perdía constantemente altas sumas de dinero. Había cien escudos en la bolsa de mi padre. No resistí la tentación de probar suerte con dos monedas.
    Cinco minutos después, un hombre se acercó a mí, y dijo, 'Ganó usted ciento sesenta francos, jovencito. Acertó apostando en mi favor.' Devolví a mi padre integró su dinero, ocultándole que me había atrevido a jugar. Ibamos a casa cuando él me habló por primera vez en la vida, con aire confiado y amistoso. 'Ya eres un hombre, Rafael. Voy a asignarte una mensualidad para tus gastos: cien francos. Así comenzarás a ser independiente.'
    Sentí un nudo en la garganta, y me llené de vergüenza, pensando, '¡Si supiera que fui capaz de apostar parte de su dinero…!' Unos meses después, mi padre fallecía, decepcionado porque nunca pudo rescatar su fortuna de los embargadores oficiales, que durante la Restauración, se apoderaron de ella. La Restauración fue un periodo posterior a la Revolución Francesa en que se trató de restaurar la monarquía.
   Sólo me quedaba una isla situada en el río Loira, donde estaba la tumba de mi madre, y mil ciento doce francos que me alcanzarían apenas para vivir algún tiempo. Recuerdo que al llegar a la posada, dije, 'Deme el cuarto más barato que tenga, patrona. Aquella pensión era de una mujer a quien todos creían viuda, pero cuyo marido había desaparecido años atrás durante la guerra.
    Ella aseguraba que su esposo volvería. Tenía una hija muy dulce y casi niña, llamada Paulina. Recuerdo que la señora me dijo, 'Aquí estará usted cómodo muchacho.' Me enfrentaba solo al mundo. Seguiría estudiando hasta que se me agotara el dinero. Confiaba en que para entonces, algún milagro repondría mi fortuna. Apenas salía de mi habitación, comía poco, y hablaba menos.
   Sólo la señora de Gaudí y su hija Paulina, exhibían cada vez con más frecuencia, gestos generosos conmigo. Paulina llego un día y me dijo, 'Mi madre le envía un poco de nuestra sopa y pan. Dice que no hace falta que pague.' Yo le di las gracias titubiánte. La jovencita en particular se preocupaba por mí, y me cuidaba con ternura. Cuando llegaba a mi habitación, Paulina decía, 'Siento haberle despertado señor De Valentín.'
   Yo le decía, '¿Ya es de día? Me quedé dormido sin percatarme.' Dentro de mí, yo pensaba, 'Es linda. ¿Estará enamorándose de mí? Procura agradarme.' Pero para mí el amor poseía el rostro de una mujer, que aparte de amarme, fuera bonita, rica, y elegante. Soñaba día y noche con aquella dama misteriosa, que despertaría en mi corazón un sentimiento tan luminoso y potente, que me rescataría por sí misma de aquella gris monotonía.
  Cuando acabé de escribir un tratado de ciencia legal, que había sido la única y absorbente ocupación de mis últimos meses, lo di a leer a mi amigo Rastignac, quien me dijo, después de leerlo, 'Te colma un gran talento, Rafael. Ésta obra puede colocarte muy alto en la sociedad.' Rastignac provenía de una antigua familia venida a menos, y era un calavera.
  Rastignac me dijo, 'Necesitas que alguna mujer rica, te protejan amigo mío. Un joven pobre requiere de una enamorada rica, que vea por él, y lo impulse.' A la noche siguiente, Rastignac me ordenó vestir el único frac de que disponía, y acompañarlo a casa de una condesa, que según él, era el mejor prospecto para mí: hermosa, rica, y sin ningún romance conocido.
   Al llegar frente a sus mansión, Rastignac puso su mano en mi hombro, y me dijo, 'Su nombre es Fedora.' Rastignac me había aconsejado que sedujera a aquella condesa. Manteniendo mi corazón a salvo de ella, ese era el único camino que él conocía para que un talento sin fortuna como yo, progresara en París. Sin embargo, en cuanto vi a Fedora, me enamoré perdidamente de ella.
  Fui admitido enseguida entre el grupo de amigos de La Condesa, y visité su casa casi todas las noches. Ella comenzó a dispensarme cierta evidente predilección. Un día, mientras platicábamos, Fedora dijo, 'Basta de bromas crueles, Rastignac. Aprenda usted a Rafael, que se muestra serio y circunspecto, como todo un caballero.'
  Fedora me permitió acompañarle en algunos paseos. Durante unos de dichos paseos, me atreví a preguntarle: '¿Nunca ha estado usted enamorada, Fedora?' Su rostro adquirió una expresión serena y fría, al responder: 'Nunca, señor De Valentín, ni me dejaré arrastrar en el futuro por emociones que sólo me traerían la desgracia.' Yo le dije, 'El amor no sólo acarrea desgracias, Fedora, es también la máxima alegría que hay en la vida, yo…'
  Fedora me interrumpió y dijo, 'No siga con ese tema, Rafael. La verdad no me interesa. Volvamos al coche, debo dormir una siesta para estar presentable, y recibir a importantes personalidades que me visitarán por la noche.' Cuando retorne a mi cuarto de pensión, todo me pareció más triste que nunca. Y pensé, '¡Fedora no puedes ser tan fría! Hallaré la forma de conmoverla.'
  Desde aquella corta conversación, ella se apartó de mí, y empezó a tratarme con cierto desdén. Yo pensé,  '¿Amará a alguien en secreto? Sólo eso explica el por qué de su inaccesibilidad.' Comuniqué mi desesperada situación a Rastignac, quien me dijo, 'Has cometido la peor estupidez del mundo, querido Rafael. Has entregado tu alma, a una mujer sin alma.' Yo le dije, '¡Ella es joven, es hermosa! No entiendo qué quiere de la vida. Tiene a su alrededor un ejército de hombres, que estaríamos dispuestos a dar cualquier cosa por su amor.'
     Rastignac me dijo, 'Quiere conservarlos a todos a su alrededor, para enaltecer su vanidad, su belleza, su poder de gran dama. Fedora prefiere ser admirada que admirar, hacer sufrir con sus desdenes que sufrir, disfrutar de los halagos de cien pretendientes, que abandonarse a un amante.' Había gastado hasta el último centavo en flores, carruajes, pequeños obsequios, y alquiler de ropa para alternar con Fedora y su grupo.
    Regresé entonces caminando hasta la pensión, pensando, '¡Soy un fracaso! ¡Esa mujer me desprecia! Ya ni siquiera me considera su amigo, es caprichosa e intrascendente, ya no pensaré más en ella.' Aquella fue una noche muy amarga. La belleza y encanto personales de Fedora que tanto había soñado con hacer míos, eran cosa ajena, cada vez más lejana, inaccesible para un pobretón como yo. Y pensé '¡Maldita miseria!' Al caer en lo más oscuro de la desesperación, sentí una mano que tocó mi hombro.
   Era la mano de Paulina, quien le dijo, '¿Qué le sucede señor Valentín? Dígame, ¿Puedo asistirle en algo?' A sabiendas de que aquella dulce criatura, me hablaba secretamente, le confié mi pasión, y el motivo de mi angustia. '…y Fedora me desprecia porque soy pobre, Paulina. Ahora, por ejemplo, no tengo ni un franco para pagar el carruaje que la trasladaría mañana al teatro, o del teatro a su casa.'
   Paulina se levantó y fue hacia el piano, y me dijo, 'Si es dinero lo que necesita, Rafael, cuente usted todavía con algo de buena suerte. Por la mañana limpiando, hallé éstas dos monedas detrás de su piano. De seguro cayeron ahí hace tiempo, y usted no lo advirtió.' Aunque intuí que la propia Paulina me regalaba ese dinero, no dudé en aceptarlo, y la tarde del otro día, volví a casa de Fedora. Ella me había pedido que invitara a mi pariente, el conde de Navarreins, porque quería solicitarle un favor.
  Esta vez, Fedora me olvidó por completo, y se dedicó a halagar y coquetear precisamente a mi pariente. Una loca idea invadió mi mente, y cuando los invitados se despidieron, comencé a ponerla en ejecución. Subí las escaleras sin nadie lo notára, y pensé, 'Me esconderé entre los cortinajes del cuarto de Fedora, y la espiaré. Así sabré si tiene alguna amante.
   Horas más tarde, Fedora estaba en su recamara, y dialogaba con su institutriz, '¡Ah, qué cansada estoy de soportar tanta gente superficial y estúpida!' La institutriz comenzó a arreglarle el pelo, y le dijo, 'Debería usted casarse señora. Asi tendría alguien a quien querer.' Pero Fedora le dijo, '¿Casarme? ¡Ja! ¿Y con quién? ¿Con el viejo Navarreins? ¿Con el cínico Rastignac? ¿Con el insípido y cargante Rafael De Valentín, el más persistente de mis enamorados? ¡Ja, Ja, Ja! ¡No Isabel! Aún no conozco a nadie con quien un matrimonio fuera al menos tolerable.'
Al escuchar eso, pensé, 'Insípido y cargante. ¡Eso soy para la mujer que amo!' Esperé a que la criada abandonára la habitación, ya que Fedora durmiera. Mientras huía de la habitación, pensé,  '¡Adiós hermosa villana! Sin advertirlo, has destrozado todas mis ilusiones. No volveré nunca a esta casa, ni te importunaré con mi presencia.'
   Me restaba una de las dos monedas, regalo de Paulina, pues la primera la había gastado en flores para Fedora. La jugué en el Palais Royal, y la perdí. Me sentí entonces tan abatido, que quise arrojarme al Sena, pero decidí postergar mi suicidio para la noche. De casualidad fui a dar a una tienda de antigüedades, y un enigmático viejo me obsequió una piel de zapa que posee propiedades mágicas. Concederá cualquier deseo que le pida, pero a cambio, tomará parte de mi vida.”
   Rafael terminó su narración. Entonces Emilio le dijo, “¿Y le has pedido ya a éste talismán algún deseo, Rafael?” Rafael le dijo, “Dinero, diversión, una vida cómoda y disipada, y es curioso, pero en el acto, aparecieron ustedes y me trajeron a ésta fiesta.” En ese instante, un notario entró a la sala exclamando: “¿El señor Rafael De Valentín, se encuentra aquí? Traigo para él un mandato urgente.”
   El funcionario dio un documento a Rafael, quien exclamó, “¡Dios santo, soy el único heredero del comandante O'Flaherty, hermano de mi madre; ha muerto en Calcuta, dejando como legado seis millones de francos, libres de deudas.” Mientras Rafael firmaba ante el notario, Emilio exclamó, “¡J,a Ja, Ja! ¡Le pediste al talismán una vida disipada, y una fortuna! Pues, ya las tienes.”
  Una grave inquietud se apoderó del joven, y al llegar a su casa, puso la piel de zapa sobre la mesa, exclamando, “¡Se ha reducido, lo juraría! ¡Eso quiere decir que acaba de tomar parte del tiempo que me queda de vida, a cambio de cumplir mi deseo!” Transcurrieron algunas semanas, en las que diez años de edad, se echaron sobre Rafael. Éste compró una soberbia mansión en París, y mandó llamar a un antiguo criado de su familia.
   Rafael exclamó al recibirlo, “¡Jonatás, qué gusto me da verte de nuevo!” Jonatás estrechó su mano, y le dijo, “Lo mismo digo señor Valentín.” Rafael le dijo, “Mira Jonatás, quiero que te encargues de mi casa, que contrates criados, y que mantengas a todo el mundo, a cierta distancia de mí. Viviré en retiro, tratando de llevar una existencia tranquila, y al margen de todo deseo, ¿Comprendes?”
    Jonatás dijo, “No señor, no comprendo cómo usted ahora que es un hombre tan rico, pretende encerrarse y privarse de todo lo que te satisfaga sus gustos, o inclusive sus pasiones.” Rafael dijo, “Tengo un motivo muy poderoso, Jonatás, pero no lo expondré. Debes saber que mi vida correrá inminente peligro, si yo deseo algo con la suficiente fuerza como para pedírselo al destino.” Jonatás le dijo, “¿Está usted enfermo acaso, señor Valentín?”
   Rafael dijo, “No, amigo mío. Es algo diferente. No te diré más. ¿Cuento contigo para cuidarme? A cambio de tus servicios, pondré en el banco a tu nombre el suficiente dinero para asegurarte una vejez tranquila.” Jonatás le dijo, “¡Es usted muy generoso, señor!¡Claro, claro que le atenderé lo mejor que pueda!” Algunos meses después, un hombre llegó a la mansión de Rafael. Cuando Jonatás abrió la puerta, el hombre dijo, “Soy Porriquet, fui maestro del señor Rafael De Valentín. Le suplicó que le anúncie mi llegada.”
   Jonatás le dijo, “Lo siento. El señor no recibe a nadie.” Porriquet insistió, expresando a Jonatás que iba a solicitar a Rafael un favor del que dependía su vida. Jonatás le dijo, “Bueno, pase, veré que logró.” Jonatás explicó, “El señor De Valentín se ha vuelto muy raro, ¿Sabe? Yo tengo que ocuparme de escoger sus comidas, sus vestidos, hasta sus lecturas. Teme enunciar cualquier deseo, por mínimo que sea. Dice que es peligroso para él.”
   Jonatás decidió arriesgarse a incursionar con el visitante, en la sombría recámara de su señor, diciendo, “Tengo una sorpresa para usted, amo. He aquí al señor Porriquet, su antiguo profesor. Quizá verlo otra vez, le levante el ánimo.” La respuesta de Rafael, fue algo desganada, pero al menos no mandó que su mayordomo lanzára a la calle al intruso. Rafael dio la mano a Porriquet, diciendo, “Celebro hallarle a un saludable, maestro Porriquet.” Porriquet y Rafael se sentaron.
   Porriquet le dijo, “Súpe que era usted uno de los hombres más ricos de Francia, y me atreví a venir a rogarle una donación, señor De Valentín. Por motivos políticos, me han despojado de mi puesto como maestro, y con ello me han quitado el derecho de retiro, y me han dejado sin pan. tengo un hijo adoptivo, señor, un joven ansioso de estudiar, y labrarse un porvenir. ¡Ayúdenme a sacarlo adelante!” Rafael respondió displicente, “Lo siento porque nada puedo hacer para ayudarle. Más, deseo que recupére usted la tranquilidad cuanto antes, y…”
   De repente, imprevistamente Rafael se detuvo de hablar, y exclamó aterrado, ”¡Dios santo! ¡He pronunciado las palabras fatal! ¡He dicho deseo!” Rafael se dirigió muy alterado a una mesita, donde se encontraba la piel de zapa sobre una hoja de papel blanco. Entonces Rafael exclamó, “¡Acaba usted de despojarme de una parte de mi vida, Porriquet!” Porriquet exclamó, “¿Yo?” En efecto, la piel de zapa se había encogido, y podía apreciarse la línea roja que Rafael había trazado, siguiendo su contorno.
   Rafael exclamó, “¿Lo ve Porriquet? Ahora verá satisfecha su petición, y yo moriré antes de lo que el destino había escrito. ¡Éste talismán me ha dado el poder y el dinero, pero también me condena a vivir aquí enclaustrado, temerosos de pronunciar alguna palabra que me aproxime a la muerte!” A continuación, Rafael lo corrió diciendo, “¡Váyase tranquilo, Porriquet! De un momento a otro, recibirá dinero, o le devolverán su puesto. Usted volverá a vivir, mientras yo muero aquí, fatalmente… ¡Váyase y no vuelva a pedirme nada!”
   Conmovido por el ataque de desesperación de su amo, para él incomprensible, Jonatás entró suavemente a su estudio, y le tendió un boleto, y un programa para el teatro, diciendo, “Tomé un palco para esta noche, señor. Los Italianos es la obra en escena.” La única diversión que Rafael se permitía de vez en cuando era precisamente el teatro. Así que se vistió elegantemente, y acudió a la función. Al entrar al teatro, Rafael sintió una mirada que le traspasaba.
   Se volvió y descubrió allí a alguien que había cambiado por completo su vida. Era el anticuario, cuya sonrisa le pareció a Rafael De Valentín, idéntica a la de Mefistófeles, personaje que representa al diablo en el Fausto de Goethe, que Rafael había visto en un cuadro del pintor Rafael.
  Pero lo que más le sorprendió a Rafael, fue ver a la prostituta Eufrosina llegar, tomar del brazo al anciano, y entrar con él a la sala. Rafael pensó, “¡No puede ser! Era casi un místico, hombre severo y escéptico. Me dio la piel de zapa, porque no deseaba nada ya de la vida, y ahora…”
   Rafael se aproximó a la pareja, y dijo, “¡Señor, espere! Usted me regaló un talismán, ¿Recuerda? Ahora vivo esclavo de mis deseos y temeroso de ellos. Creí que usted no quería tentaciones. No entiendo cómo viene con ésta mujer que es toda sensualidad y groseros placeres.” El anticuario le dijo, “Yo estaba equivocado, muchacho. Creía que el sofocar el placer, el deseo, era la vía para la transcendencia.” Rafael dijo, “¿Y no es así?” El anticuario dijo, “No. Si tenemos un cuerpo y unos deseos, es para disfrutar de ellos. Si no, caeremos solo en el mundo del dolor.”
   Antes de desaparecer en la oscuridad de la sala de butacas, el anciano agregó, “Un instante de amor, vale por toda una existencia, Rafael. No lo olvide. Es algo que yo he descubierto al final de mi vida. Pero usted todavía es muy joven. ¡Disfrute!”
  Desde su palco, Rafael observó a Fedora, a quien solo unos años antes, amára con locura. Experimentó desprecio por ella, y pensó, “¡Cuán poca mocosa me parece ahora esa mujer! La veo reducida a lo que es: un símbolo de nuestra sociedad materialista, incapaz de ningún sentimiento puro. Nunca más amaré a ninguna mujer. Desearla, me costaría la vida, y ninguna vale la pena.”
   De pronto, Rafael escuchó un murmullo de curiosidad y sorpresa en la sala. Las voces decían, “¡Qué hermosa!” “¿Quién será?” “Está sola es un en un palco.” “¡Es divina!” Rafael miró hacia el palco cercano al suyo, y localizó a la mujer que tanto interés provocaba. Rafael pensó, “¡Oh, pero si es ella! Paulina, la chiquilla de la pensión de la señora Gaudín, se ha convertido en una dama fascinante.”
    Se apagaron las luces, y la función se inició, pero Rafael no prestaba atención a lo que acontecía en el escenario. Rafael pensó, “Está muy bien vestida. ¿Se habrá casado con algún hombre rico?” Al final de la representación, Rafael se encontró con ella, exclamando, “¡Paulina!” Paulina dijo, “¡Señor Rafael De Valentín!” Rafael besó su mano y Paulina dijo, “Lo esperaré mañana al mediodía en la fonda antigua de San Valentín. ¿Irá?” Rafael dijo, “No dejaría de hacerlo por nada en el mundo.”
Al día siguiente, a la hora de la cita, una mujer recibió a Rafael, diciendo, “Entre, señor, le están esperando en su antigua habitación.” Mientras era conducido por las escaleras, Rafael preguntó, “¿Todavía está la fonda a cargo de la señora de Gaudín? No, señor. Ella es ahora baronesa. Su marido retornó con una inmensa fortuna, y compró para ella y su hijita, una casa en la otra margen del río. Me obsequió el negocio, y ahora soy yo quien lo atiende.”
  A continuación, Rafael encontró a una mujer que le daba la espalda frente a un piano. Rafael exclamó, “¡Querida…querida Paulina!” Fueron uno hacia el otro, y se tomaron de las manos, sin hablar, solo mirándose dulcemente. Por fin Paulina se apartó un poco, y susurró, “¡Lo amé, lo amo, lo amaré siempre!” Rafael le dijo, poniendo sus manos en los hombros de Paulina, “Y yo te amo a ti, mi preciosa niña, convertida en dama. Tú eres el ser más dulce que he conocido. No deseo otra cosa más, que ofrecerte felicidad.”
   Sin reparar en que había pronunciado otro deseo, Rafael continuó, “¿Te casarías conmigo? Ahora ya dejamos de ser un estudiante y una mocita. Somos ricos ambos, gocemos juntos de nuestras fortunas.” Paulina dijo, “¡Seré tu esposa, querido Rafael!” En aquella habitación pobre y sórdida, donde Rafael De Valentín tantas penas pasára, obtuvo la máxima felicidad en el amor de Paulina. Ambos sellaron su alianza con un beso.
   Ya en su casa, Rafaél dio rienda suelta a la alegría. “¡Jonatás, me he topado con la mujer de mi vida; mejor dicho, la he redescubierto! Me caso.” Pero cuando Rafael entró  a su recamara, pensó, “¡La piel de zapa! ¡La había olvidado por completo!” Tomó con nerviosismo un compás, y midió la distancia que quedaba entre el borde de la piel, y la línea roja.
   Rafael pensó, “Mis más intensos deseos han aflorado ante Paulina, y la piel se ha reducido visiblemente. Me sobran unos dos meses de vida.” Entonces, Rafael decidió deshacerse del talismán y terminar con los temores que éste le provocaba, y lo tomó en su mano. Jonatás le dijo, “¿A dónde va, señor?” Rafael dijo, “Al pozo Jonatás.”
   Rafael lo lanzó al pozo de agua, pensando, “¡Adiós pesadilla! No me preocuparé más por el tiempo que me quede de vida.” Más adelante, fueron celebradas las nupcias de Rafael De Valentín, y Paulina Gaudín. Rafael se olvidó de cualquier cosa que no fuera amar a su mujer con toda el alma.
   Desde la primera noche, la pasión que ya había nacido entre ellos, se fortaleció y reinó tiránica en sus corazones jóvenes y plenos de ansias de vivir. Una mañana de verano, mientras los esposos desayunaban en el jardín, uno de los mayordomos llegó diciendo, “¡Señor amo! ¿Podría usted explicarme qué es esto? Jamás había visto algo semejante.”
  Aquel mayordomo era el jardinero de la mansión, quien dio mostrando la piel, “Acabo de hallarlo flotando en el agua del pozo ¿Será algún animal algún tipo de hongo? No parece maligno.” Al ver aquello, Rafael pensó, “¡Es la piel de zapa! ¡Dios santo! ¡Apenas si tendrá unas seis pulgadas cuadradas de superficie!” Paulina dijo, “¿Qué te sucede, Rafael? ¡Te has puesto muy pálido!” Rafael pensó, “¡Voy a morir muy pronto! ¡Oh no! ¡Ya que soy tan feliz!”
   Paulina se preocupó, y tocando su frente, dijo, “¡Amor, amor mío, vuelve en ti! ¿Estás enfermo? ¡Si algo malo te ocurriera, no podría sobrevivirte, moriría contigo!” El jardinero optó mejor por retirarse, no sin antes decir, “Disculpe la señora, yo no me imaginaba que esa especie de pellejo le causára al señor tan mal efecto.” De súbito Rafael se puso de pie lleno de furia, y tomando la piel, exclamó, “¡Maldita piel! ¡Eres mi verdugo!” Paulina dijo, “¿Qué quieres expresar con eso, Rafael?” Rafael dijo, “No te preocupes por nada, querida mía. Debo realizar algo muy urgente. Volveré por la noche.” Paulina exclamó, “Pero…”
   Minutos después, Rafael mostraba la piel a un científico. Rafael le dijo, “Usted es el mejor zoólogo de Francia. Dígame, ¿Qué es esto, y cómo puedo destruirlo?” El hombre dijo, “Es un trozo de piel de zapa, o sea, el antepasado más antiguo que se conoce del vilipendiado burro de nuestros días. También se le llamó onagro.
  Era un animal fuerte, inteligente, y rodeado de misterios. Los tártaros le llamaban Kulan. Su nombre científico es, Equus Asinus. En Persia, una cofradía de mujeres, lo adoró en rituales secretos como un Dios.”
   Rafael preguntó, “¿Ya no existe esta especie?” El hombre continuó, “La explotación de que el hombre la hizo objeto, causó que degenerára la especie, y de un animal tan veloz como el caballo, y tan fiero como un felino, quedó solo la bestia de carga que conocemos como jumento, y que es prototipo de la torpeza y la placidez.”
   Entonces, Rafael preguntó, “¿Como podría destruir éste trozo de piel de onagro, o estirarlo?” El hombre le dijo, “No la destruya, vaya con Planchette, el físico. Él someterá a la piel a un procedimiento que en cuestión de segundos, la hará de tamaño mayor.” Planchette colocó la piel de zapa en una máquina hidráulica.
  Diciendo, “La fuerza del agua es lo que convierte éste aparato, en un potentísimo distensór.” Pero un segundo bastó para que aquel mecanismo impotente ante algo tan pequeño y suave como aquella piel de onagro, estallára en mil pedazos. ¡BROOOOM! Rafael exclamó, “¡Cuidado!” Por último, Rafael acudió a Jafet, el químico francés más prestigiado.
   Éste aplicó el ácido a la piel de zapa; le administró una fuerte corriente eléctrica y la sometió a la acción de pilas voltaicas. Todo inútil, el talismán no sufrió ni un rasguño. Rafael De Valentín regresó desanimado a su casa. Rafael encontró a Paulina dormida en su recamara, y pensó, “Pobrecilla mía, tan hermosa tan llena de amor y de vida! Pronto moriré llenándote de dolor; yo que haría cualquier cosa por que fueras feliz toda la vida.”
  De repente, una tos insostenible se apoderó de él, y despertó a la joven. “¡Cof, cof, cof, cof!” Paulina despertó y dijo, “¡Rafael! ¡Debes haberte resfriado, amor mío!” La tos se volvió más y más violenta. “¡Cof, cof, cof!” Paulina dijo, “¡Estás muy enfermo, Rafael! Mañana mismo llamaré al médico.” Ambos advirtieron con horror que el pañuelo de Rafael se había manchado de sangre.
  Al otro día, el doctor habló con Paulina, “Siento decírselo señora, pero el señor sufre ahora los estragos de su vida juvenil, que debe haber sido llena de excesos. Sus síntomas son los de la tuberculosis. Le recomiendo que salga de París por una temporada y se ponga a dieta.” Transcurrida una semana, Paulina estaba lista con sus maletas arreglándose para viajar, diciendo junto al espejo, “Verás como en la finca de mi padre, con el aire fresco de sus montañas, vas a ponerte bien, amor.”
  Al no escuchar su respuesta, Paulina volteó y dijo, “Pero, ¿Dónde estás?” Paula descubrió que sobre la mayor de las maletas, había una carta. “No permitiré que te contagies y mueras conmigo, Paulina. Te amo y por eso me voy a donde no puedas hallarme, así estarás a salvo. No me busques. Si venzo a la enfermedad, volveré por ti. Rafael.” Paulina exclamó, “¡Oh Dios no! ¿Por qué me haces esto, Rafael? Yo moriría contigo. Si me faltas, no tengo deseos de vivir.”
   Rafael De Valentín se hallaba un mes después en los baños de Aix, donde había pasado ya sus primeras semanas de reposo. Rafael exclamó, “El mal no cede. El maldito talismán me ha derrotado.” El carácter fatal de su enfermedad, era cada vez más evidente para los otros huéspedes de Aix, quienes no lo veían con agrado. “¡Cof, cof, cof!” Uno de los huéspedes exclamó, “¡No deberían admitir tísicos aquí!” Otro dijo, “¡Puede contagiarnos!”
   Esa misma noche, cuando Rafael se disponía a entrar en la sala del billar del balneario, uno de los encargados se cercó y le dijo, “Caballero, he sido comisionado por mis compañeros para comunicarle que su presencia no es grata en este lugar. Por lo tanto le suplicó abandone el casino de Aix.” Rafael se encolerizó y le dijo, “¡Un insulto así no puede tolerarse, joven! Merece usted una bofetada.”
   El hombre dijo, “La doy por recibida, señor De Valentín y le espero mañana para ventilar nuestras diferencias en el campo de honor.” A las ocho de la mañana del siguiente día, el padrino de armas de Rafael le dijo, dándole su arma, “En cuanto de la señal, cada uno de ustedes disparará dos veces.” Rafael dijo, “Trataré de herir a ese mentecato en el hombro para no matarle.” El doctor le dijo, “Tenga cuidado, no olvide que él también puede matarle.” Rafael dijo, “¡Es curioso doctor! Pero me veo en la disyuntiva de morir por la enfermedad lentamente; o abreviar en este duelo el trance de mi desaparición.”
  El médico y el padrino ignoraban la existencia del talismán, y pensaron que aquellas palabras del duelista, se referían al peligro inminente de recibir una bala. Rafael pensó, “No podré contener el instinto, y desearé vencer a mi contrario. Eso, de cualquier manera abreviará mi vida.” Cuando Rafael se colocó de espaldas junto al otro duelista, aún no hallaba la forma de resolver aquel trágico dilema. El padrino gritó, “¡Avancen! Serán doce pasos. Uno…” La angustia avanzaba en el corazón de Rafael De Valentín. “…nueve…diez…once…” El grito del padrino decidió la cuestión. “¡Ahora!”
  Rafael apuntó, pensando, “¿Debo matar a ese hombre, a quien le quedan todavía muchos años de fuerza y salud, cuando sé que estoy condenado a morir muy pronto de cualquier manera?”
   Ambos volvieron al mismo tiempo, solo que el más joven al tratar de apuntar, pensó, “¡Maldición, estoy de frente al sol! ¡No veo nada! ¡La luz me lastima los ojos!” Sonaron dos detonaciones y luego una tercera. El retador había disparado primero sus dos proyectiles. La pistola aún humeaba en su mano. Sin embargo, cayó gravemente herido por el único disparo que había hecho Rafael De Valentín.
   El padrino del joven gritó, “¡Pronto doctor! ¡Vea que puede hacer por él!” Pero el doctor dijo, “Ha muerto. Ya lo único que podemos hacer es rezar por su alma.” Rafael sacó de su bolsillo la piel de zapa, y confirmó su temor, pensando, “En el uno último momento pedí salir triunfador en el duelo. Ahora el talismán se ha reducido el tamaño de una hojita de roble.” Rafael decidió que los baños de Aix ya no eran lugar para él, y regresó a su casa.
   Cuando Rafael se instaló en su recamara, con emoción recibió de manos del fiel Jonatán un paquete de cartas. Mientras las revisaba, acostado en su cama, Rafael dijo, “Ésta tambien es de Paulina. La dulce criatura me ha escrito todos los días, haciéndome tiernos reproches por haberme marchado sin ella.”
  En ese momento, Paulina entró en su habitación, y dijo, “También he venido todos los días, mi amor. Sabía que no tardarías en volver.” Rafael exclamó, “¡Paulina!” Enseguida, Rafael la rechazó, diciendo, “¡No no te me acerques, vete! ¡Si te quedas, resurgirán en mí los deseos y moriré enseguida! ¡Vete!” Paulina le dijo, “Pero…¡No comprendo!”
   Desesperado Rafael sacó de su almohada lo que quedaba de la piel de zapa, y le dijo, “Éste es un talismán que cumple los deseos y representa mi vida. ¿Lo ves? ¡Ya casi no queda nada! Si me sigues mirando, moriré.”
  De pronto, Paulina salió corriendo de la habitación. Rafael exclamó, “¡Querida! ¿A dónde vas?” Paulina se había encerrado en un saloncito. Rafael se lanzó a tocarle a la puerta, diciendo, “¡Abre Paulina, por favor!” Haciendo un supremo esfuerzo, logró tirar la puerta y entrar. Paulina estaba tratando de ahorcarse con su chal, y musitaba, “Si yo muero…mi amor vivirá…” Rafael entró gritando, “¡No, no lo hagas!”
   Ambos se abrazaron arrodillados.  Rafael dijo, “¡He pronunciado en mi último deseo, querida!” Paulina le dijo, “No me dejes sola, vida mía. Llévame contigo. Te lo suplico.” Rafael sintió que su respiración se agotaba.
  Con el último hálito de fuerza que le quedaba, mordió a su amada en el pecho. Cuando Jonatás acudió, alarmado por los gritos, exclamó, “¡Señora!” Paulina dijo, “Está muerto. Yo lo maté, pero pronto nos reuniremos en un lugar etéreo y santo, más allá de todo deseo, y sólo para arder en la llama del amor.”

Tomado de, Joyas de la Literatura. Año XVII, No. 128. Abril 15 de 1990. Adaptación: Remy Bastien. Segunda Adaptación: José Escobar. Guión: Dolores Plaza.