Club de Pensadores Universales

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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Gabriel Borkman de Henrik Ibsen

     Henrik Ibsen nació el 20 marzo de1828 y murió el 23 mayo de 1906 a la edad de 78 años. Ibsen fue un importante dramaturgo noruego, director de teatro y poeta  del siglo 19. A menudo se le conoce como "el padre del drama en prosa" y es uno de los fundadores del modernismo en el teatro. Sus obras más importantes incluyen Brand, Peer Gynt, Un Enemigo del Pueblo, el Emperador y Galileo, Casa de Muñecas, Hedda Gabler, Espectros, El Pato Salvaje, Rosmersholm y El Maestro Constructor.
      Varias de sus obras fueron consideradas escandalosas para muchos de su época, cuando el teatro europeo estaba obligado a modelar estrictas costumbres de la vida familiar y el decoro. La obra de Ibsen examinó las realidades que yacen detrás de muchas fachadas, revelando mucho de lo que era inquietante para muchos contemporáneos. Utilizó una mirada crítica y la libre investigación sobre las condiciones de vida y las cuestiones de moralidad. La obra poética y cinematográfica, Peer Gynt, sin embargo,  contiene fuertes elementos surrealistas.
Ibsen es a menudo considerado como uno de los verdaderamente grandes dramaturgos de la tradición europea. Richard Hornby lo describe como,
"un dramaturgo poético y profúndo. El mejor desde Shakespeare.” Ibsen influenció a otros dramaturgos y novelistas, tales como George Bernard Shaw, Oscar Wilde, Arthur Miller, James Joyce y Eugene O'Neill. Muchos críticos lo consideran el mayor dramaturgo desde Shakespeare.

     Ibsen escribió sus obras en danés (el lenguaje escrito común de Dinamarca y Noruega) las que fueron publicadas por el publicista danés Gyldendal. Aunque la mayor parte de sus obras están ambientadas en Noruega, a menudo se ambientan en lugares que recuerdan a Skien, la ciudad portuaria donde se crió. Ibsen vivió durante 27 años en Italia y Alemania, y rara vez visitó Noruega durante sus años más productivos. Nacido en una familia de comerciantes conectado al patriciado de Skien, sus dramas fueron moldeados por su entorno familiar. Ibsen fue padre de quien llegaría a ser primer ministro de Noruega, Sigurd Ibsen.
     Ibsen fue hijo de Knud Ibsen (1797-1877) y Marichen Altenburg (1799-1869), una acomodada familia de comerciantes, en la pequeña ciudad portuaria de Skien en el condado de Telemark, una ciudad que se caracteriza por el embarque de madera. Como escribió en una carta de 1882 al crítico y erudito Georg Brandes, "mis padres eran miembros, por ambos lados, de dos las familias más respetadas en Skien," explicando que él estaba estrechamente relacionado con, "casi todas las familias patricias que entonces dominaban el lugar y sus alrededores, " mencionando tales familias como los Paus, los Plesner, los von der Lippe, los Cappelen y los Blom. 
     El abuelo de Ibsen, el capitán de barco, Henrich Ibsen, (1765-1797), había muerto en el mar en 1797, y su hijo, Knud Ibsen, fue criado en la finca del propietario de barcos, Ole Paus, (1776-1855), después de que su madre Johanne,  de apellido Plesner de soltera (1770 - 1847), se volviera a casar. Los medios hermanos de Knud Ibsen incluyeron al abogado y político cristiano Cornelius Paus, el banquero y propietario de barcos, Cristóbal Paus Blom, y el abogado Henrik Johan Paus, quien creció con la madre de Ibsen en la casa Altenburg y después de que Henrik (Johan) Ibsen fue nombrado.
     Los antepasados ​​paternos de Knud Ibsen eran capitanes de barco de origen danés, pero él decidió convertirse en un comerciante, teniendo éxito inicial. Su matrimonio con Marichen Altenburg, hija del propietario de barcos Johan Andreas Altenburg (1763-1824) y Hedevig Christine Paus (1763-1848), fue “un arreglo familiar excelente. Marichen madre y Knud padrastro eran hermano y hermana, y la novia y el novio, quienes habían crecido juntos, eran considerados prácticamente como hermana y hermano entre ellos. Marichen Altenburg fue una buen partido, la hija de uno de los más ricos comerciantes del próspero puerto maderero de Skien.” 
    Theodore Jorgenson señala que "la ascendencia de Henrik [de esta manera] se remontaba a la importante familia de Telemark, Paus, tanto por parte de padre como por parte de la madre. Paus Hedvig debe haber sido bien conocida por el joven dramaturgo, ya que ella vivió hasta 1848." Henrik Ibsen estaba fascinado por el, "matrimonio extraño, y casi incestuoso," de sus padres, y  trataría el tema de las relaciones incestuosas en varias obras de teatro, en especial en su obra maestra, Rosmersholm.
     Cuando Henrik Ibsen tenía de alrededor de siete años de edad, sin embargo, la fortuna de su padre dio un giro significativo hacia lo peor, y la familia se vio obligada a vender el edificio principal Altenburg, en el centro de Skien y mudarse permanentemente a su pequeña casa de verano, Venstøp, fuera de la ciudad. La quiebra de Knud Ibsen hizo de él un hombre taciturno y amargado que so volvió hacia el alcoholismo, quien descargo, "su amargura y resentimiento sobre su esposa e hijos." La hermana de Henrik  Ibsen, Hedvig, escribiria sobre su madre: "Ella era una mujer tranquila, amable, el alma de la casa, todo para su marido y sus hijos,  quien se sacrificó una y otra vez. No había amargura ni reproche en ella..." Marichen Altenburg, la madre de Ibsen, era "pequeña, morena, de tez oscura y,  la única semejanza existente de ella, una silueta, confirma la tradición de que era hermosa." La familia Ibsen eventualmente se mudó a una casa de la ciudad, Snipetorp, propiedad del medio hermano de Knud Ibsen, rico banquero y propietario de barcos, Cristopher Blom Paus.
     La ruina económica de su padre tendría una gran influencia en las obras posteriores de Ibsen, y los personajes de sus obras a menudo reflejan a sus padres. Sus temas suelen tratar asuntos de dificultad financiera, así como conflictos morales derivados de oscuros secretos ocultos de la sociedad. Ibsen modelaría y nombraría  personajes en sus obras, a la manera de su propia familia. Un tema central en las obras de Ibsen son las "representaciones incansables de las mujeres que sufren", haciendo eco a su madre Marichen Altenburg, "la simpatía de Ibsen hacia las mujeres proviene de la comprensión de su impotencia y su educación comenzó en casa."
     A los quince años, Ibsen se vio obligado a abandonar la escuela. Se trasladó a la pequeña ciudad de Grimstad para convertirse en un aprendiz de farmacéutico y comenzó a escribir obras de teatro. En 1846, cuando tenía la edad de 18, Ibsen tuvo una relación amorosa con una domestica produciendo un hijo ilegítimo, cuya crianza Ibsen tuvo que pagar hasta que el niño estaba en su adolescencia, aunque Ibsen nunca vio al niño. 
     Ibsen fue a la ciudad de Cristianía (más tarde llamada Oslo) con la intención de matricularse en la universidad. Pronto se rechazó la idea (sus primeros intentos de entrar en la universidad fueron bloqueados ya que no pasó todos sus exámenes de ingreso), prefiriendo dedicarse a la escritura. Su primera obra, la tragedia Catilina (1850), se publicó bajo el seudónimo de "Brynjolf Bjarme," cuando tenía sólo 20 años, pero no se realizó. Su primera obra de teatro en presentarse, El Túmulo Funerario (1850), recibió poca atención. Sin embargo, Ibsen estaba determinado en ser un dramaturgo, aunque las numerosas obras de teatro que escribió en los años siguientes se mantuvieron sin éxito. Las principales fuentes de inspiración de Ibsen, en el período inicial, hasta Peer Gynt, fueron, al parecer, el autor noruego Henrik Wergeland y los cuentos populares noruegos recogidos por Peter Christen Asbjørnsen y Jørgen Moe. En la época de juventud de Ibsen, Wergeland fue el poeta y dramaturgo noruego más aclamado, y por mucho, el más leído.
     Ibsen pasó los siguientes años trabajando en el teatro Det Norske, en la ciudad de Bergen, donde participó en la producción de más de 145 obras de teatro como escritor, director y productor. Durante este período, Ibsen publicó cinco nuevas obras de teatro, aunque en gran parte sin complicaciones. A pesar del fracaso de Ibsen para lograr el éxito como dramaturgo, obtuvo una gran cantidad de experiencia práctica en el teatro noruego, experiencia que probó ser de utilidad cuando continuó escribiendo.

     Ibsen regresó a Cristianía en 1858 para convertirse en el director creativo del Teatro Cristianía. Se casó con Suzannah Thoresen el 18 de junio de 1858 y le dio a luz a su único hijo Sigurd, el 23 de diciembre de 1859. La pareja vivía en circunstancias económicas muy pobres e Ibsen llegó a estar muy desencantado con la vida en Noruega. En 1864, dejó Cristianía y se fue a Sorrento en Italia en un exilio autoimpuesto. No regresó a su tierra natal hasta los próximos 27 años, y cuando volvió era considerado como un destacado, pero controversial, dramaturgo.
     Su siguiente obra, Brand (1865), le trajo la aclamación de la crítica que buscaba, junto con una medida de éxito financiero, al igual que la siguiente obra de teatro, Peer Gynt (1867), a la que Edvard Grieg famosamente compuso música incidental y canciones. Aunque Ibsen leyó extractos del filósofo danés Søren Kierkegaard y huellas de la influencia de este último son evidentes en Brand, no fue sino hasta después de Brand que Ibsen llegó a tomar en serio a Kierkegaard. Inicialmente molesto con su amigo Georg Brandes, por comparar Brand con Kierkegaard, sin embargo, Ibsen sí leyó las obras de Kierkegaard, Cualquiera de los Dos / O y Miedo y Temblor. La siguiente obra de Ibsen, Peer Gynt, fue informada conscientemente por Kierkegaard.
    Ya con éxito, Ibsen llegó a sentir  más confianza y comenzó a introducir más y más de sus propias creencias y juicios en el drama, la exploración de lo que él llamó el "drama de ideas." Su próxima serie de obras de teatro son a menudo consideradas su edad de oro, cuando entró en el apogeo de su poder e influencia, convirtiéndose en el centro de la controversia dramático en toda Europa.
     Ibsen se trasladó desde Italia a Dresden, Alemania en 1868, donde tardó años en escribir la obra que él consideraba como su obra principal, el Emperador y Galileo (1873), la dramatización de la vida y la época del emperador romano Juliano el Apóstata. Aunque Ibsen mismo siempre miró hacia atrás en perspectiva a esta obra, como la piedra angular de sus obras completas, muy pocos compartían su opinión; sus obras posteriores sería mucho más aclamadas. Ibsen se trasladó a Munich en 1875, y publicó Casa de Muñecas en 1879. La obra es una crítica mordaz de los roles conyugales aceptados por los hombres y mujeres que han caracterizado la sociedad de Ibsen.
     Espectros siguió en 1881, otro mordaz comentario sobre la moralidad de la sociedad de Ibsen, en la que una viuda revela a su pastor que había escondido los males de su matrimonio para su duración. El pastor le había aconsejado que se casara con su novio a pesar de ser un mujeriego, y lo hizo con la convicción de que su amor podría reformarlo. Pero su comportamiento mujeriego continuó hasta su muerte, y sus vicios son transmitidos a sus hijos en la forma de la sífilis. La solo mención de enfermedad venérea era un escándalo, pero mostrar el cómo podría envenenar a una familia respetable, se consideró intolerable.
     En Un Enemigo del Pueblo (1882), Ibsen fue aún más lejos. En las primeras obras de teatro, elementos polémicos fueron componentes importantes e incluso fundamentales de la acción, pero se presentaban a pequeña escala dentro de los hogares. En Un Enemigo del Pueblo, la controversia se convirtió en el foco principal de la obra, y el antagonista era toda la comunidad. Un mensaje principal de la obra, era que el individuo que está solo, es más a menudo más "justo" que la masa del pueblo, quienes son retratados como ignorantes y semejantes a ovejas.      La creencia contemporánea de la sociedad de ese entonces era que la comunidad era una institución noble en quien se podía confiar, una noción cuestionada por Ibsen
     En Un Enemigo del Pueblo,  Ibsen castigo no sólo el conservadurismo de la sociedad, sino también el liberalismo de la época. Ibsen ilustró cómo la gente de ambos lados del espectro social podría ser igualmente egoísta. Un Enemigo del Pueblo fue escrita como una respuesta a las personas que habían rechazado su anterior trabajo, Espectros. El argumento de la obra es una mirada velada a la manera como la gente reaccionó a la trama de Espectros. El protagonista es un médico en un lugar de vacaciones, cuya principal atracción es un balneario público. El médico descubre que el agua está contaminada por la curtidora local. Él espera ser aclamado por salvar la ciudad de la pesadilla de infectar a los visitantes con la enfermedad, pero en lugar de eso se declara un "enemigo del pueblo" por los lugareños, quienes se organizan en su contra, e incluso le lanzan piedras a través de su ventanas. La obra termina con su ostracismo completo en contra del médico. Es evidente para el lector que el desastre está almacenado tanto para la ciudad, así como para el médico.
     Tal como el público ya se esperaba de él, su siguiente obra de teatro volvió a atacar las creencias y prejuicios arraigados, pero esta vez, su ataque no fue contra las costumbres de la sociedad, sino contra los reformadores demasiado impacientes y su idealismo de tales reformadores. Siempre un iconoclasta, Ibsen estuvo igualmente dispuesto a derribar las ideologías de cualquier parte del espectro político, incluso del propio.
     El Pato Salvaje (1884) es considerada por muchos el mejor trabajo de Ibsen, y es sin duda el más complejo. Cuenta la historia de Gregers Werle, un joven que regresa a su ciudad natal después de un exilio prolongado y se reencuentra con su amigo de la infancia Hjalmar Ekdal. En el transcurso de la obra, los muchos secretos que están detrás de la casa de los Ekdals  quienes viven aparentemente felices, se revelan a Gregers, quien insiste en perseguir la verdad absoluta, o la "Convocatoria de lo Ideal". Entre estas verdades: el padre de Gregers embaraza a su domestica Gina, a continuación, la casa con Hjalmar para legitimar al niño. Otro hombre ha sido deshonrado y encarcelado por un crimen que el anciano Werle cometió. Por otra parte, mientras que Hjalmar pasa sus días trabajando en una totalmente imaginaria "invención," su esposa está procurando el ingreso del hogar.
     Ibsen muestra magistral uso de la ironía: a pesar de su dogmática insistencia en la verdad, Gregers nunca dice lo que piensa,  sólo insinúa, y nunca se entiende hasta que la historia llega a su clímax. Gregers trabaja implacablemente a través de las insinuaciones y frases codificadas de Hjalmar, hasta que se da cuenta de la verdad: la hija de Gina, Hedvig, no es su hija. Cegado por la insistencia de Gregers en la verdad absoluta, Hjalmar niega a la niña. Al ver el daño que ha causado, Gregers determina reparar las cosas, y sugiere a Hedvig sacrifique el pato salvaje, su mascota herida, para demostrar su amor por Hjalmar. Hedvig, es la única de los personajes, que reconoce que Gregers siempre habla en clave, y buscando el significado más profundo en la primera declaración importante que Gregers hace, que no contiene una, mata más bien ella misma al pato, con el fin de demostrar su amor por Hjalmar en el último acto de auto-sacrificio. Sólo muy tarde tanto Hjalmar como Gregers se dan cuenta de que la verdad absoluta de lo "ideal," es a veces demasiado fuerte para que el corazón humano pueda soportarlo.
     Al final de su carrera, Ibsen se volvió hacia un drama más introspectivo que tenía mucho menos que ver con las denuncias de los valores morales de la sociedad. En este tipo de obras posteriores como Hedda Gabler (1890) y El Maestro Constructor (1892), Ibsen exploro conflictos psicológicos que trascendían un simple rechazo de las convenciones de la época. Muchos lectores modernos, que podrían considerarlas como didactismo anti-victoriano anticuado y simplista o trillado, han encontrado estas últimas obras, ser de un interés absorbente, por su afilada consideración objetiva de confrontación interpersonal. Hedda Gabler es probablemente la obra de teatro más puesta en escena de Ibsen. La actuación de la protagonista del título, es considerada como una de la más desafiantes y gratificantes para una actriz, incluso en nuestros días. 
     Hedda Gabler y Casa de Muñecas se centran en una protagonista femenina cuyas casi demoníaca energía resulta atractiva y destructiva para quienes la rodean. Mientras Hedda tiene algunas similitudes con el personaje de Nora en Casa de Muñecas, mucha de la audiencia de hoy y críticos de teatro sienten que el manejo y la intensidad de Hedda son mucho más complejas y mucho menos cómodamente explicable que lo que ellos ven más bien como un feminismo de rutina por parte de Nora.
     Ibsen había reescrito por completo las reglas del drama con un realismo que iba a ser adoptado por Chejov y otros, y que vemos en el teatro en la actualidad. Después de Ibsen, las hipótesis desafiantes y el habla directa acerca de los problemas, han sido considerados como dos de los factores que hacen que una obra de teatro sea considerada arte en lugar de entretenimiento. Ibsen tuvo una gran influencia de James Joyce siendo joven, a quien veneró en su novela autobiográfica temprana "El Héroe Esteban." Ibsen regresó a Noruega en 1891, pero fue en muchos sentidos no la Noruega que él había dejado. De hecho, Ibsen había desempeñado un papel importante en los cambios que habían ocurrido en la sociedad. La era victoriana estaba en sus últimas, e iba a ser reemplazada por el auge del modernismo no sólo en el teatro, sino en toda la vida pública.







     El 23 de mayo de 1906, Ibsen murió en su casa en Arbins gade 1, en Cristianía (hoy Oslo), tras una serie de ataques en marzo de 1900. Cuando, el 22 de mayo, su enfermera le aseguró a un visitante que estaba un poco mejor, Ibsen balbuceó sus últimas palabras "Por el contrario" ("Tvertimod!"). Murió al día siguiente a las 2:30 pm.

     Ibsen
fue enterrado en Vår Frelsers Gravlund ("El Cementerio de Nuestro Salvador") en el centro de Oslo.
     El centésimo aniversario de la muerte de Ibsen en 2006 se conmemoró con un "Año de Ibsen" en Noruega y otros países. Este año, la empresa de construcción de viviendas, Selvaag, también inaguró las esculturas Peer Gynt del parque en Oslo, Noruega, en honor de Henrik Ibsen, siendo posible seguir la obra dramática Peer Gynt escena de por escena.
     El 23 de mayo de 2006, el Museo de Ibsen (Oslo) volvió a abrir al público: la casa en la que Ibsen había pasado sus últimos once años, totalmente restaurada con el interior original, los colores y la decoración.
     La ascendencia de Ibsen ha sido tema de mucho estudio, debido a su percibida extrañeza y a la influencia de su vida y de su familia en sus obras. Ibsen a menudo hizo referencia a su familia en sus obras, a veces por su nombre, o mediante el modelado de los personajes en pos de ellos.
     El antepasado más antiguo documentado en la familia de Ibsen era el capitán de barco Rasmus Ibsen (1632-1703), originario de Stege, Dinamarca. Su hijo, el capitán de buque, Peder Ibsen, se convirtió en un ciudadano de Bergen en Noruega en 1726. Henrik Ibsen tiene ascendencia danésa, alemána, noruega y un poco de escocesa lejana. La mayoría de sus ancestros eran comerciantes de extracción original danesa / alemana, y muchos de sus antepasados ​​fueron capitanes de barco. Su biógrafo Henrik Jæger famosamente escribió en 1888, que Ibsen no tenía ni una gota de sangre Noruega en las venas, afirmando que "el Ibsen ancestral era un danés." Sin embargo, esto no es del todo exacto, especialmente a través de su abuela Paus Hedevig, Ibsen era descendiente de una de las muy pocas familias de la clase patricia de extracción noruega original, conocida desde el siglo 15. Los antepasados ​​de Ibsen vivieron principalmente en Noruega durante varias generaciones, a pesar de que muchos de ellos tenían ascendencia extranjera.
     El apellido Ibsen es originalmente un patronímico que significa "hijo del Ib" (Ib es una variante danesa de Jacob). El patronímico llegó a ser "congelado,” es decir, se convirtió en un nombre familiar permanente, ya en el siglo 17. El fenómeno de los patronímicos que llegan a congelarse comenzó en el siglo 17 en familias burguesas en Dinamarca, y la práctica sólo fue ampliamente adoptada en Noruega desde 1900.
     Ibsen tuvo algunos descendientes. De su matrimonio con Suzannah Thoresen, Ibsen tuvo un hijo, el abogado y ministro del gobierno Sigurd Ibsen. Sigurd Ibsen se casó con Bergljot Bjørnson, hija de Bjørnstjerne Bjørnson, escritor noruego y premio Nobel. El único hijo de ambos fue Tancred Ibsen, quien se convirtió en un director de cine y se caso con Lillebil Ibsen. Su único hijo fue el diplomático Tancred Ibsen. La hija de Sigurd Ibsen Jr., Irene Ibsen, se casó con Josias Bille, miembro de la antigua familia noble danesa Bille. Su hijo fue el actor danés Bille Joen. (Wikipedia)



     Juan Gabriel Borkman es la penúltima obra de teatro del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, escrita en 1896.

      La obra de teatro cuenta como la fortuna de la familia Borkman ha venido a menos  por el encarcelamiento de Juan Gabriel, quien utilizó su posición como director del banco para especular ilegalmente con el dinero de sus inversores. La acción de la obra tiene lugar ocho años después de la liberación de Gabriel Borkman cuando él mismo, su esposa la señora Gunhilda Borkman, y su hermana gemela Ella Rentheim luchan por el futuro del joven, Herhart Borkman. Aunque Gabriel Borkman continúa la línea del naturalismo y el comentario social que marca el periodo medio de Ibsen, el acto final sugiere una nueva etapa para el dramaturgo, una fase llevada a buen término en su obra de teatro final y la más simbólica: Al Despertar de Nuestra Muerte.

     La obra Gabriel Borkman está basada en un incidente que Ibsen registró en un período temprano de su vida, el intento de suicidio de un oficial del ejército que había sido acusado de malversación de fondos.
     En 2010, un renacimiento de la obra se representó en el Teatro Abbey en el marco del Ulster Bank en el Festival de Teatro de Dublin. En una nueva versión, hecha por Frank McGuinness y dirigida por James Macdonald, que contó con el actor Alan Rickman como Juan Gabriel Borkman, Fiona Shaw como su esposa Gunhild y Lindsay Duncan como Ella. La obra había sido realizada en el Teatro Abbey en el año 1928.
     En 2011, la producción se trasladó a Nueva York y recibió críticas mixtas. (Wikipedia)
Gabriel Borkman
de Heinrich Ibsen

     Una mañana de principios del siglo XIX, en Oslo, la capital de Noruega, caía la primera nevada de un invierno que sería uno de los más crudos. Garbriel Borkman y Ela Renstheim paseaban del brazo sintiendo la caricia fría del viento. Ela se recargó en su hombro diciendo, “¡Te quiero tanto que solo vivo soñando el día de nuestro matrimonio!”  Él dijo, “También yo te amo, pero debemos esperar a que sea ascendido en el banco para poder casaros.” Ela dijo. “¡Pero eso llevará años!” Gabriel dijo, “No tanto mi amor. Yo pertenezco a la mesa de ejecutivos y el presidente de consejo administrativo es muy amigo mío.” Ela dijo, “¿Te refieres a Hinkel?” Gabriel dijo, “Sí. Me citó en su privado para mañana, anunciándome que me tenía buenas noticias.” Ela dijo, “¿Crees que sea para nombrarte presidente el banco?” Gabriel dijo, “¡Es lo más probable, por mis méritos logrados durante años!” Ela dijo, “¡Oh, mi amor, eso sería fantástico, porque nos casaríamos inmediatamente!” Lo besó enamorada sintiéndose  ya, la “señora Borkman.”
     Pero Ela ignoraba el sesgo que su destino tomaría al día siguiente, cuando su ambicioso prometido se entrevistára con Hinkel. Gabriel Borkman tenía una sed insaciable de poder y riqueza que el presidente del consejo administrativo conocía de sobra. Hinkel recibió a Gabriel en su elegante oficina, y le dijo, “De mí depende que mañana mismo sea usted nombrado director del banco, pero lo haré con una condición, señor Borkman.” Gabriel dijo, “La acepto de antemano.” Hinkel le dijo, “Se trata de que termine usted su compromiso con la señorita Ela Rentheim!” La petición le sorprendió a Gabriel, quien dijo, “¿Qué tiene que ver mi relación amorosa con ella, con que yo sea nombrado director del banco?” Hinkel dijo, “Le hablaré claro y sin rodeos. ¡Estoy enamorado de Ela y quiero el campo libre para cortejarla! Elia. ¡Es el futuro bancario o el amor de una mujer que bien puede sustituir por otra!”
     La ambición de poder y riqueza era tanta en Gabriel Borkman, que no lo pensó dos veces para poner fin a su compromiso con Ela, quien lo escuchó estupefacta, diciendo, “¿Qué dices?¿Terminas conmigo?” Gabriel le habló fríamente y con crueldad, “Lo siento pero no te amo ¡Adiós!” Ela dijo, “¡Espera, no te vayas!” Pero Gabriel se fue sin importarle destrozarle el corazón, dejándola en un mar de lágrimas. Ela se sentó en el sofá del salón a llorar, pensando, “¡No le importo nada!¿Porqué? ¡Si lo amo con toda mi alma!” Más tarde, Ela le contó todo a Gunhilda, su hermana gemela, quien se alegró interiormente, diciendo, “¿sí que terminó contigo?” Ela dijo, “¡Sí, de la manera más cruel!” Gunhilda también se había enamorado de Gabriel desde que lo conoció, pensando, “¡Ahora ya no tiene compromiso con Ela y puedo conquistarlo yo.”
     Ela no se explicaba por qué Gabriel había terminado con ella. Pero la respuesta la tuvo cuando Hinkel la invitó al restaurante más exclusivo de la ciudad. Una vez sentados de frente el uno al otro, Hinkel le dijo, “¡No sabe lo feliz que me hace al aceptar comer conmigo, señorita Ela!” Ela le dijo, “No me lo agradezca mucho, porque vine con un interés. Estoy aquí porque en su misiva que tiene usted algo muy importante que comunicarme respecto a Gabriel, ¿Qué es señor Hinkel?” Hinkel le dijo, “Solo le diré que la cambió a usted por la dirección del banco…” Ela dijo, “¿Pero es posible que su ambición llegue a tanto?” Hinkel le dijo, “¡A eso y más! Ese hombre no merece que lo ame. Sin embargo, hay otro que daría todo lo que tiene por lograr su cariño, Ela…” Ela dijo, “No comprendo porque me dice usted eso señor Hinkel.” 
     Hinkel dijo, “Se lo dijo porque ese hombre soy yo y en este momento le pido que sea usted mi esposa!” Ela dijo, “¿Yooo?” Hinkel dijo, “¡Sí, usted! Si me acepta pondré el mundo a sus pies. ¡Mi fortuna es inmensa, Ela!” Ela se quedó sorprendida. Su desconcierto fue tan grande que no supo que contestar. Entonces dijo, “Yo…no…sé…necesito tiempo para pensarlo. ¡Todo me parece tan confuso!”
     Ela pasó muchos días con el alma y el corazón congelados, tan fríos como las tormentas de nieve que azotaban Oslo. Ela ya le había comunicado todo a Gunhilda. Entonces Ela dijo, “Merece que lo odie por su desmedida ambición ¡Mira que traicionar nuestro amor por su codicia de ser director del banco!” Gunhilda dijo, “Eso demuestra que nunca te quiso…tal ves si yo hubiera sido su prometida, conmigo sí se habría casado.” Ela dijo, “Quisiera odiarlo pero no puedo…¡Lo amo demasiado para aborrecerlo!” Gunhilda le dijo, “Sin embargo, debes olvidarlo…¡Arrancarlo de tu alma y casarte con Hinkel!” Ela dijo, “¡Eso jamás!¡Nunca aceptaré a ese hombre como esposo!” Gunhilda dijo, “Haces mal porque Hinkel es sumamente rico.” Ela dijo, “¡Su dinero no me importa, también soy rica, no olvides que nuestro padre nos heredó toda su fortuna!” Gunhilda dijo, “Y a mí me dejó nada, solo por amar a uno de los obreros de su fabrica.” Ela dijo, “Te castigó por querer casarte con un hombre que solo te quería por interés y que al saber que nuestro padre te había desheredado, desapareció de tu vida.” Gunhilda dijo, “¡No sabes como me arrepiento de aquel capricho mío!”
     Aquel año, el invierto fue uno de los más crudos que envolvió con su manto blanco a la ciudad de Oslo. Pero luego llegó la primavera vistiendo de verde y de flores los campos noruegos…Ela tuvo nuevamente una cita con Hinkel, a la que asistió con semblante sombrío. Hinkel la tomó de las manos y le dijo, “¡Ela de mi alma!” Ela contestó, “Por favor, no hablemos de amor…He venido por última vez, solo a comunicarle que no puedo aceptarlo como esposo.” Hinkel dijo, “¿Continúa amando a Borkman?¡Ese hombre no la merece!” Ela dijo, “Lo sé, pero en el corazón no se manda.”Hinkel le suplicó hasta el cansancio pero Ela se fue sola sin que lograra convencerla. Sin embargo, en las entrañas de Hinkel la semilla del odio hacia Borkman había germinado. Hinkel pensó, “¡Por su culpa, Ela no me corresponde!¡Y yo que lo nombré director de nuestro banco! Ahora me arrepiento. ¡Creo que todo esta perdido!”
     Por un tiempo, Gabriel Borkman gozó de la satisfacción que le daba el poder bancario impartiendo ordenes supremas, y decía a sus consejeros, “¡Compren las minas de acero del sur!” Uno de sus consejeros le dijo, “¡Pero señor, ésa sería una inversión muy riesgosa y muy fuerte!” Gabriel le dijo, “¿Y acaso no hay dinero suficiente en nuestras arcas?” El consejero le dijo, “¡Desde luego, pero ese dinero es de los accionistas y cuenta-habientes del banco!” Gabriel le ordenó firmemente, “¡Obedezca o presente su renuncia!” Gabriel hacía obedecer sus tajantes órdenes sin importarle emplear el capital del banco, en adquisiciones que según sus ambiciosos planes, le redituarían jugosas ganancias.
    Una de aquellas tardes Gunhilda visitó a Gabriel, Gunhilda entró a su despacho y dijo, “¡Buenas tardes Gabriel!” Gabriel dijo al verla, “¿Tú? ¡Qué agradable sorpresa!” Gunhilda le dijo, “Vengo a que me invites a comer y a charlar. ¡Tengo tantas cosas qué contarte!” Gabriel dijo, “¡También yo a ti Gunhilda!” Ella también era ambiciosa. Sabía que Borkman adquiría poder y riqueza, y enamorada de él lo atrajo con sus encantos. Gabriel cayó en sus redes cautivado por su parecido con Ela, a la que interiormente continuaba amando. Mientras ambos se besaban, Gunhilda pensó, “¡Ya es mío!” Gabriel pensó, “¡Gunhilda sustituirá a su hermana …se parecen tanto que siento que estoy con Ela.”
     Pronto Gunhilda y Gabriel se casaron. A la boda asistió mucha gente, excepto Ela que se refugió en su casa, pensando en lágrimas, “¡Oh, Dios…! ¿Cómo pudo hacerme esto? ¡Se casó con mi propia hermana pero no puedo odiarlos!” En su alma noble no cabía el rencor y los años pasaron cabalgando en el potro del tiempo.
     Durante siete años, con dinero sustraído ilícitamente del banco, Borkman adquirió minas que explotó en su provecho. Pero aquel dinero lo gastó a manos llenas, dándose vida de príncipe. Vivía en un palacete y a Gunhilda la cubrió de pieles caras y costosas joyas. Nunca repuso el dinero del banco confiando en recuperarlo cuando fuera el dueño de medio Oslo. Así pasaron cinco años más. Gabriel ya había procreado un hijo con Gunhlilda, el cual era la adoración de ambos. 
    Pero un día, Hinkel descubrió que Borkman estaba defraudando al banco. Mientras revisaba una estadística, Hinkel pensó, “¿Pero qué diablos es esto?¡Hay un desfalco de millones de coronas!” Borkman fue aprehendido, juzgado y sentenciado. El juez dictó sentencia, diciendo, “¡Gabriel Borkman! Su condena será de cinco años en prisión!” Dando un golpe con el martillo de madera, el juez dijo, “¡Se cierra el caso!” El banco, tratando de recuperar lo robado, confiscó sus propiedades, incluso despojando a Gunhilda de todas sus joyas. Borkman fue repudiado y tan despreciado que nadie lo visitaba en prisión. Borkman pensaba, “¡Lo he perdido todo…quisiera morir!” El único que a veces llegó a verlo fue Guillermo Foldal, uno de sus antiguos amigos. Cuando Foldal entro a su celda, Gabriel le dijo, “¿Vienes a burlarte de mi?” Foldal le dijo, “¿Cómo puedes pensar eso?” Gabriel le dijo, “¡Entonces vienes a reclamarme lo que perdiste, ya que tu eras uno de los cuenta habientes del banco!” Foldal le dijo, “No, Gabriel, no vengo a reclamarte nada. Los ahorros que tenía en el banco eran muy pocos y no merecen ni mencionarlos.” Gabriel le dijo, “¡Era poco pero era lo único que tenías!” Foldal dijo, “¡Qué puede importar ya? Siempre he sido pobre y lo seguiré siendo, ya estoy acostumbrado a las carencias. Vine porque nadie viene a verte, ni siquiera tu esposa.” Gabriel dijo, “¡Gunhilda! ¿Cómo está ella?” Foldal le dijo, “Le quitaron todo…la dejaron en la ruina.” Gabriel dijo, “¿Y mi hijo?¿Qué hace Gunhilda para sostenerse con él?” Foldal dijo, “Ela los protege” Gabriel dijo, “¿Ela?¿A pesar de la traición que cometimos con ella?” Foldal le dijo, “Sí, Gabriel. En su alma no existe el rencor. Además adora al pequeño Herharts. A pesar de todo, Ela sigue amándote. Descarga en ese niño el amor que tu despreciaste. ¡Se hace ilusiones que Herharts es hijo suyo!” Gabriel dijo, “En parte lo es, lleva su sangre. ¡Es su tía!”
     De común acuerdo con Gunhilda, Ela se había llevado al pequeño Herharts a su residencia y lo trataba como si fuera su propio hijo. Ela decía a Herharts, “¿A que quieres jugar, mi amor?” Herharts dijo, “¡A la pelota, como lo hacia con papá!” Ela decía, “Muy bien. Juguemos a eso.” Inocentemente  Herharts preguntaba “Dónde esta mi papá, tía Ela?” Ela le dijo, “Se fue de viaje y tardará mucho en volver.” Entonces Herharts preguntó, “¿Y mi mamá?¿Porqué no está con nosotros?” Ela dijo, “Ella también se fue de viaje, pero volverá pronto y la veras.”
     Gunhilda viva sola en una casona, encerrada siempre, consumiéndose por la amargura. Su única compañía era Magdalena, una vieja sirviente que la miraba con piedad. Una tarde Magdalena le dijo, “Señora, le traigo su té.” Gunhilda le dijo, “Gracias, no sé qué haría si ti.¡Este encierro terminará por volverme loca! ¡Lo perdí todo! ¡Hasta Ela me quitó a mi hijo!” Magdalena dijo, “Pero, le cedió esta casa y le señaló una pensión para vivir. Además adora al pequeño Herharts, y vela por él como si fuera suyo.” Gunhilda dijo, “Es verdad. No debo odiarla. ¡No sé que habría sido de mí y de mi hijo sin su ayuda.”
     A pesar de todo, entre Gunhilda  y Ela se formó una barrera infranqueable de rencor. Ela la despreciaba por haberle robado el amor de Borkman y Gunhilda por haberle quitado a su hijo. Nunca se visitaron, Las únicas veces que Gunhilda la vio, fue tras la ventana cuando Ela visitaba a su administrador en la casa de enfrente. Entonces Gunhilda le decía a Magdalena, “Solo viene cada año y jamás pasa a saludarme, pero siempre la veo sola. ¿Qué no se ha casado?” Magdalena le dijo, “No señora…permanece soltera sin poder olvidar al señor Gabriel.” Gunhilda dijo, acercándose a la ventana, “¡Continúa amándolo a pesar de todo!¡Qué nobleza de espíritu tiene mi hermana!”
     Las hermanas volvieron a verse hasta cuando Borkman iba a ser puesto en libertad. Ela visitó a Gunhilda y le dijo, “Mañana saldrá libre tu esposo. ¿Qué va a ser de él y de mí? Gunhilda dijo, "¿Vienes a quitarme la casa?” Ela dijo, “No Gunhilda, vengo a decirte que le he comunicado a Gabriel, por medio de Guillermo Foldal, que puede vivir aquí contigo.” Entonces Gunhilda le dijo, “¡La pensión que me das no alcanzará para ambos!” Ela dijo, “Duplicaré las coronas que te doy. No puedo desampararlos.”
     Al día siguiente, Guillermo Foldal esperó a Gabriel a las puertas de la prisión. Los cinco años  de cárcel lo habían avejentado. Grandes mechones blancos poblaban su cabello. Cuando Gabriel vio a Guillermo, le dijo, “¿Solo vienes tú? ¿Y mi esposa?” Guillermo le dijo, “Te espera en la casa. Allá hablará contigo:” Gabriel dijo, “Hablar conmigo después de tantos años que jamás me visitó en la cárcel! Sé que me desprecia.” Guillermo le dijo, frente al pescante, “Sube ya, que el viaje es largo. Charlaremos en el camino.” Gabriel subió diciendo, “¡Más larga fue mi soledad en mi celda!” Borkman hubiera querido no llegar nunca. ¡Se sentía el ser más miserable del mundo, sin fortuna y con el estigma de ser un ex presidiario. Entonces, ya dentro del carruaje, Guillermo le dijo, “¿Qué has pensado hacer en el futuro?” Gabriel le dijo, “¡Nada, tengo el alma deshecha! No me espera ningún futuro, Estoy en la ruina total. Además, no podré ver de frente a nadie, me avergüenza mi delito.”
     Gunhilda lo recibió con tanta frialdad, que Borkman sintió que el piso se le hundía. Gunhilda le dijo, “Ocuparás la parte alta y te suplico que no me dirijas la palabra.” Gabriel le dijo, “Te comprendo. No te molestaré para nada.” Gabriel se marchó cabizbajo, diciendo, “Buenas noches Gunhilda.” Gunhilda le dijo, “Magdalena te llevará tus alimentos, así no tendrás que bajar nunca.” Al quedar solos, Guillermo Foldal trató de abogar por Gabriel Borkman, diciendo, “¿Porqué lo tratas así?¡Es tu esposo y ha estado en prisión!” Gunhilda le dijo, “¡Fue su culpa, no la mia!¡Es el castigo de su desmedida ambición!”
     Borkman abatido vio pasar el tiempo, siempre estaba encerrado, pensado, “¡Soy una ruina moral y físicamente!” Gabriel no se atrevía a salir por la deshonra sufrida, pensado, “¡La gente al verme me volverá la espalda y esto yo no lo soportaría! ¡Habría sido mejor no haber salido nuca de prisión o haber muerto en mi propia celda!” Día y noche se paseaba desesperado mientras las canas blanqueaban su cabeza. 
     Gunhilda sintiendo odiarlo, escuchaba el resonar sus pasos en el techo de la sala, diciendo, “¡No se cansa nunca Magdalena, y ya no podré soportarlo mucho tiempo! ¡Sube y dile que no camine mas o me volverá loca!” Magdalena le dijo, “¡Sí, señora subiré enseguida pero cálmese!” Por las noches Gabriel se acostaba agotado, sin que el sueño acudiera, pensado, “¿Para qué quiero vivir así?” Su único cosuelo era evocar a su hijo, pensando, “¡Herharts!¡Ahora ya debe tener doce años! Tal vez si lo viera entre otros chicos de su edad no lo reconocería. ¿Qué pensará de mí? ¿Qué le habrá dicho Ela para justificar mi ausencia?”   
      Herharts se había convertido en un guapo adolescente de 12 años cuya vida eran los libros y el estudio. Ela lo adoraba, diciéndole, “Descansa, hijo, ya es muy noche. Hoy estudias demasiado.” Herharts le dijo, “¡No me canso de leer y de repasar mis lecciones, tía Ela!¡Quiero ser el primero en el grupo!” Ela lo tomó de los hombros y le dijo, “Sí, hijo, y me enorgulleces, pero también debes jugar, practicar algún deporte como los demás jovencitos de tu edad.” Herharts le dijo, “Te prometo entrar a un equipo en la próxima primavera. Ahora ya es otoño, el frío ha comenzado y no quisiera enfermar.” Ela le dijo, “Bien pensado hijo.” Pero cada vez que Ela le llamaba “hijo” aquella palabra le retumbaba a Herharts en su mente. Entonces Herharts dijo, “Tía, ¿hasta cuando veré a mis padres? ¿Y porqué no quieres decirme donde están?” Ela dijo, “Es que yo…”  Herharts insistió, “Ya no soy un niño y creo que es hora de que me cuentes todo. ¡Necesito sabe qué pasó tía!” Ela se dio cuenta que no podía ocultar más la verdad. Ela pensó, “¡Tengo que revelárselo aunque me cause un gran dolor!” Entonces dijo, “¡Está bien, te lo diré y que Dios me perdone si hago mal!” Ela le contó todo sin omitir siquiera que veinte años atrás, Gabriel Borkman había la había traicionado para casarse con Gunhilda. Herharts escuchó cabizbajo: “Y se unió a ella, mi propia hermana a quien no le importó aceptarlo a pesar de saber que yo lo adoraba.” Herharts lo escuchaba estupefacto, “¡Tu padre ya quedó libre después de pagar su culpa y ahora ambos viven en una finca de mi propiedad al pie de la colina!” Herharts preguntó, “¿Pero de qué viven si mi padre esta en la ruina?” Ela dijo, “¡Yo los mantengo!” 
     Ela continuó, “El administrador de mis rentas, mensualmente les entrega una pensión que les señalé y lo hice por ti…Porque te quiero tanto que no soportaría que algún día me echaras en cara que los abandoné a su suerte, que los dejé morir.” Las lágrimas bañaban el rostro de Herharts, quien abrazando a su tía dijo, “¡Gracias por lo que haces por mis padres tía Ela!¡Eres la mujer más buena del mundo!” Ela también lo abrazó permaneciendo unidos largo tiempo. Así transcurrieron ocho largos años en los que solo cada, “día de gracias” Herharts visitaba a Gabriel y a Gunhilda. Después de todo eran sus padres y la sangre lo llamaba. Al recibirlo, su madre le decía, “¡Estas convertido en todo un hombre, hijo mío!” Herharts dijo, “Gracias mamá.” Gunhilda le dijo, “¡Dentro de una semana cumplirás 20 años!”  Herharts le dijo, “El próximo viernes, para ser exactos, ¿Y papá cómo está?” Gunhilda dijo, “Continúa en sus habitaciones de arriba, sin atreverse a salir.” Herharts dijo, “Subiré a saludarlo. Regreso enseguida.” Gunhilda dijo, “¡Ve, hijo!”  

     Cuando Herharts entro a la habitación, dijo, “¡Padre!” El tiempo y la pena moral habían hecho estragos en él. Tenía sesenta años, aunque semejaba un anciano decrépito de ochenta. Herharts dijo, “¡Buenas tardes papá!” Gabriel dijo, “¡Herharts, hijo!¡Qué gusto verte!” Gabriel lo abrazó, diciendo, “¡Solo vienes una vez al año! ¿Por qué? ¡Ven a mis brazos!” Herharts sintió su cuerpo casi esquelético, pensando, “¡Pobre padre mío, qué delgado esta!” Herharts siendo de noble corazón trató de reanimarlo, diciendo, “¿Porqué te resistes a abandonar este encierro?” Gabriel dijo, “¿Y para qué habría de salir?” 
    Herharts dijo, “Necesitas ir al campo a respirar aire puro, a hacer ejercicio, te nóto muy acabado.” Gabriel dijo, “Ya nada me importa, solo morir en mi soledad.” Herharts dijo, “¡No padre, no!¡Necesitas superarte, hacer algo!” Gabriel dijo, “Nada me interesa.” Herharts dijo, “¡Tiene que haber algo que te gustaría hacer!” Gabriel dijo, “Bueno, si…tal vez.” Herharts le dijo, “¿Qué es?¡Dímelo!” Gabriel dijo, “¡La música! Cuando era jovenzuelo anhelé estudiar piano, pero por una u otra causa nunca lo hice.” Herharts dijo, “¡Pues estudiarás piano, yo te traeré uno y también quién te enseñe a tocarlo!” Gabriel dijo, “Me gustaría que fuera la hija de Guillermo Foldal. Él me ha dicho que toca muy bonito.” Herharts dijo, “¿Foldal?¿Quién es él?” Gabriel dijo, “Un antiguo amigo mío. Tal vez el único que verdaderamente me estimó. Por mi culpa perdió todo lo que tenia en el banco. Y ahora quisiera ayudarlo contratando a su hija. Lo que se le pague le servirá mucho, pues se que está en la ruina. ¿La contratarás a ella?” Herharts dijo, “¡Sí padre, lo haré!”
     Después de darle los datos de dónde encontrarlo, Herharts llegó presuroso, encontrándose con aquel hombre que el tiempo también abatía. Herharts explicó el asunto, y Foldal dijo, “Agradezco la buena voluntad de Gabriel Borkman, sin embargo, por mi precaria economía, mi hija no vive conmigo.” Herharts dijo, “¡Qué pena señor!” Al entrar, Herharts pudo apreciar que su casa y él mismo eran una ruina. Foldal le dijo, “Como usted puede ver, todo es viejo aquí.” Herharts le dijo, “¿Dónde puedo encontrar a su hija? Mi padre la necesita.” Foldal dijo, “Vive en casa de Fanny Wilton, una noble dama que la tomó en protección.”
      Foldal le indicó el lugar donde vivía. Al llegar, Herharts se sorprendió, pensado, “¡Es un palacete, Fanny Wilton debe ser muy rica!” Herharts se asombró más cuando la hija de Guillermo Foldal le abrió. “Así que usted es la hija del señor Foldal.” Ella dijo, “Sí, ¿Qué desea?” Ella era una adolescente de 15 años, bonita como una mañana de primavera. Herharts pensó, "
¡Qué muchachita tan hermosa!” Herharts iba explicarle el motivo de su visita cuando la voz cantarina de Fanny Wilton los interrumpió, “¿Quién es Frida?” Herharts se quedó atónito al verla y dijo, “¿Usted es…la señora Wilton?” Wilton dijo, “Para servirle ¿Y usted es…?” Herharts hizo un ademán y le dijo, “¡Herharts Borkman, a sus pies!” Ella dijo, “¿A qué debo el honor de su visita, galante caballero?” La belleza de Fanny lo perturbaba. ¡Jamás sus ojos habían visto tanta belleza! Herharts dijo, “Yo…vengo a…” Ella sonrió un tanto divertida al ver que las mejillas de Herharts se encendían con su presencia, y dijo, “Pase, charlaremos con una taza de té.” Él dijo, “¡Gracias señora!” Fanny le dijo, “Por favor no me hable con tanta ceremonia que me hace sentir vieja.” Herharts le preguntó, “¿Cómo debo decirle?” Ella dijo, “Simplemente Fanny y yo lo llamaré a usted Herharts. ¿Le parece?” Él le dijo, “Encantado, ¡Fanny!” Ella se sentó en el sofá y dijo, “Y ahora siéntese junto a mí y dígame el motivo de su visita.”



     Durante largo rato charlaron sobre el asunto de las clases de piano mientras Fanny miraba cálidamente a Herharts, pensando, “Me gusta a pesar de ser tan joven, no debe tener más de 20 años.” Por su parte, Herharts pensaba algo similar, “¡Es una mujer bellísima, me atrae irresistiblemente! ¿Pero qué edad tendrá?¿25…28 años?” Le angustiaba pensar en aquella diferencia de edades. “No soy más que un niño para ella, además es tan hermosa, que tendrá incontables pretendientes!” Pero para el amor no hay barrera de edades y uno al otro se atraía con tanta fuerza que se olvidaron de todo prejuicio. Sus entrevistas se hicieron muy frecuentes. Comían juntos y paseaban por los campos, siempre tomados de las manos. ¡Hasta ocurrir lo inevitable! El primer beso fue tan largo que el tiempo pareció detenerse. Herharts le dijo, “¡Te adoro Fanny, cásate conmigo!” Ella le dijo, “¿No te importa que tenga siete años más que tú?” Él dijo, “¡No me importa, nada más que tú!” Ella dijo, “También soy divorciada.” Él dijo, “¡Eso pertenece al pasado, lo que importa es el presente!¡Nuestro presente y nuestro futuro!” Se besaron. ¡No había poder humano que los separara y sellaron el pacto de amarse eternamente!
      Una semana después de la primera entrevista con Herharts, Frida comenzó a darle clases a Borkman, quien aprendía despacio y siempre elegía música deprimente. Con dedos aún torpes, más que ejecutar golpeaba las teclas casi con furor. Frida lo miraba con pena, pensado, “No lo entiendo, toca con una rabia indescriptible. Y tampoco entiendo porque prefiere ejecutar ‘Danza Macabra’ de Saint Saëns, habiendo tanta música bella.” Gabriel repetía aquella obra una y otra vez, como un enajenado, mientras Frida se arrinconaba asustada, pensando, “¡No lo soporto, ya no vendré por mucho tiempo!” 
     Mientras en el piso de abajo Gunhilda se tapaba los oídos diciendo a Magdalena, “¡Qué música tan horrible!¡Dile que se calle Magdalena, pronto!” Magdalena dijo, “¡Sí, señora, pero dudo que me haga caso!” De pronto se hizo el silencio. Magdalena dijo, “¡Ya dejó de tocar señora!” Gunhilda dijo, “¡Bendito sea Dios, casi me vuelvo loca!”
     La interrupción se debía a que Frida gritó de repente. “¡Viene mi papá” Gabriel dijo, “¡Mi buen amigo Guillermo!” Frida le dijo a Gabriel, “Me despido señor. Saludaré a mi padre en la sala.” Gabriel dijo, “Dígale que suba inmediatamente. Tengo muchas cosas que contarle.” Frida solo se tardó el tiempo preciso para besar y salió precipitadamente, con la “Danza Macabra” resonando en sus oídos. Después de saludar a Gunhilda, Foldal subió a ver a Borkman, quien lo recibió con extraño brillo de animación en los ojos. Gabriel le dijo, “¡Te tengo noticias maravillosas, Guillermo!” Foldal dijo, “¿De qué se trata Gabriel?” Gabriel le explicó, “¡Pronto te ayudaré a montar en el teatro imperial la obra que escribiste hace tantos años!” Foldal le dijo, “¡Gracias, Gabriel, precisamente aquí traigo los manuscritos pero una vez más, me los han rechazado los empresarios!” Gabriel dijo, “¡Son unos tontos que no saben apreciar tu gran talento!” Foldal dijo, “Siempre me han dicho que no sirvo para escribir…que soy un fracaso. Me tardé muchos años en escribir esta obra abrigando la esperanza de que la montaran en el teatro y eso me librará de la miseria.” 
     Gabriel dijo, “¡Pues anímate, que yo pondré el dinero para que se represente y tú, pronto serás rico y famoso!” Foldal dijo, “¡Gracias Gabriel!¿De dónde sacarás el capital que se necesita?” Gabriel dijo, “¡Ah!¿No te había dicho?” Foldal dijo, “No, explícamelo.” Gabriel le dijo, “Pronto me llamarán del banco de Oslo para que vuelva a ocupar la dirección.” Foldal extrañado dijo, “¿Qué dices?¡Pero si tú los defraudaste!” Gabriel dijo, “¡Me buscarán porque no hay otro más audaz para los negocios que yo!” Foldal dijo, “¿Tú?” Gabriel dijo, “¡Sí, yo!¡Esta vez les pondré condiciones!¡Deberán nombrarme presidente del consejo administrativo!” Foldal pensó, “¡Pobre, se está volviendo loco! La prisión y el encierro lo han desquiciado.” Una tremenda angustia oprimió el corazón de Foldal, quien pensó, “¡Por un momento creí que realmente me ayudaría! ¡Creo que moriré viejo siendo un escritor fracasado!” Foldal le dijo, “Me voy Gabriel, que pases buenas noches.” Gabriel le dijo, “¡Ánimo Guillermo, pronto serás el escritor más cotizado y famoso de Noruega!”
     Aquella fue la última vez que Foldal lo visitó. Mientras tanto el amor entre Herharts y Fanny Wilton continuaba creciendo. Fue en invierno cuando decidieron casarse. Los campos de nieve se hallaban cubiertos de nieve. Pronto llegó el momento en que Herharts le comunicó a su madre que se uniría a la hermosa mujer. Cuando Gunhilda recibió la noticia de parte de Herharts, dijo, “¿Qué dices?” Herharts, quien estaba aún lado de Fanny, dijo, “Que me caso con Fanny mamá.” Gunhilda dijo, “¡No puede ser! Esta mujer te lleva siete años de edad, y además es divorciada.” Fanny le dijo, “Todo eso ya lo sabe Herharts, y aún así me adora. ¡Yo también lo amo!” Gunhilda dijo, “¡Me opongo terminantemente a este casamiento!” 
    Herharts desesperado dijo, “Por favor, madre…¡Quiero vivir mi propia vida!¡Con tu consentimiento o sin él me casaré con Fanny!” Gunhilda dijo, “¡Está bien. Véte y no vuelvas más!” Fanny le dijo, “Sí, señora Rentheim, Herharts y Frida se irán conmigo al extranjero. Ella continuara estudiando para que sea una gran concertista.” Gunhilda dijo, “Me alegro. Así ya no vendrá y podré vender el piano para que Gabriel no toque más su maldita ‘Danza Macabra.’”
     Herharts se fue con Fanny Wilton en su trineo cerrado. ¡Iban con rumbo a la felicidad! Gunhilda lloraba. Al escuchar sus gritos, Gabriel bajó, diciendo, “¿Qué ocurre?” Gunhilda le dijo con lagrimas en los ojos, “¡Herharts se fue para siempre!” En ese momento llegó Ela, triste. Herharts también le había comunicado la noticia. Entonces Ela dijo, “Buenas noches Gunhilda.” Gunhilda le dijo, “¿Tú? ¿Vienes después de tantos años?” Ela dijo, “Sí. También me he quedado sola, igual que ustedes.” Gabriel dijo, “¡Mi hijo no puede abandonarnos, tengo que alcanzarlo!” Ela dijo, “No salgas Gabriel…te congelaras! Está nevando y no llevas abrigo.” Gabriel se acercó a la puerta y salió, diciendo, “No me importa morir, porque todos estos años he estado muerto en vida!¡Adiós!” Ela dijo, “¡Ayúdame a detenerlo Gunhilda!” Pero Gunhilda dijo, “¡No lo haré, que se vayan todos si quieren!” Ela dijo, “¡Iré por él o morirá congelado!” Gunhilda dijo, “¡Ve y muere tú también!”
     Azotados por el helado viento de invierno, Ela y Gabriel avanzaron temerariamente. Ela decía, “¡Regresa, Herharts se ha ido y no podemos alcanzar su trineo!¡Razona, temo por tu salud!” Gabriel dijo, “La salud de un muerto en vida porque eso soy.” Agotados llegaron a un jardín donde Borkman se sentó titiritando, diciendo, “No puedo más, todos mis sueños de Gloria se perdieron. Mi hijo me abandonó y mi hijo me odia.” Ela le dijo, “¿Qué puede importarte ella?¡Me tienes a mí que jamás deje de amarte!” Borkman dijo, “Fui un tonto al traicionarte…tu y yo nacimos para el otro.” 
     Ela dijo, “Pero tu mataste nuestro amor por ambición, y jamás lograste ser dueño de Oslo como querías.” Pero su mente se había desquiciado. Borkman le dijo, “¡Te equivocas, Ela! ¡Escucha rugir más fabricas!¡Todas son mías, soy riquísimo!” Ela le dijo, “No oigo nada, tranquilízate!” La nieve y el frio calaban sus huesos, congelándolos. Gabriel dijo, “Siento una mano de hierro oprimir mi corazón, ¡Ohhh!” Ela le dijo, “¡Gabriel reacciona!” Gabriel dijo, “¡A-adiós, E-Ela!” Ela dijo, “¡No, Gabriel, no….tienes que vivir!” Ya no la oiría mas, acababa de morir congelado. Ela gritó, “¡Gabriel, amor mío, no te vayas!”
      Gunhilda conmovida al fin había salido a buscarlos, gritando con una linterna, “¡Elaa..Gabrieeeel! ¿Dónde están?” Ela gritó, “¡Aquí Gunhilda!¡Gabriel ha muerto!” Gunhilda exclamó, “¡No, no es posible! ¡Magdalena, ve por ayuda!” Magdalena dijo, “¡Si señora!” Pero Ela le dijo, “No Magdalena, deténgase…Ya todo es inútil. Gabriel ha muerto.” Gunhilda dijo, “¡Dios mío, él que se creyó omnipotente murió congelado!¡Pobre Gabriel Borkman!” Ela dijo, “No lo compadezcas. ¡Él fue culpable del odio que surgió entre nosotras separándonos toda la vida. Ahora que ha muerto, creo que debemos estar unidas.” Gunhilda dijo, “Sí, tienes razón. Así encontraremos la paz que tanto nos hace falta.” Ela dijo, “¡Toma mi mano!” Y estrecharon sus manos ante el cuerpo sin vida de Gabriel Borkman, aquel hombre tan ambicioso como despiadado. Gunhilda dijo, “¡Perdona todo lo que te hice hermana mía!” Ela dijo, “¡Por mí, ya está olvidado todo hermana querida!” 
Tomado de Novelas Inmortales Año XV, No. 755, mayo 6 de 1992. Guión: Gregorio Navarro. Segunda Adaptación: José Escobar.

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