Club de Pensadores Universales

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lunes, 30 de junio de 2014

La Caída de la Casa Usher de Edgar Allan Poe

     "La Caída de la Casa Usher" es un cuento de Edgar Allan Poe publicado por primera vez en 1839.
Trama
     La historia comienza con un narrador sin nombre, quien llega a la casa de su amigo, Roderick Usher, después de haber recibido una carta de él, desde una parte distante del país, quejándose de una enfermedad y pidiéndole su ayuda. Aunque Poe escribió este cuento antes del desarrollo de la ciencia psicológica moderna, la enfermedad de Roderick puede ser descrita en términos modernos de psicología. Esta enfermedad engloba una forma de sensibilidad extrema, conocida como hiperestesia, o sea, hipersensibilidad a la luz, los sonidos, olores y sabores, así como la hipocondría, o sea, una preocupación excesiva, o el hecho de preocuparse demasiado de tener una enfermedad grave, y la ansiedad aguda. En la historia se revela que la hermana gemela de Roderick, Madeline, también está enferma y cae en catalepsia, un trance como si estuviera muerta. El narrador está impresionado con las pinturas o los cuadros de Roderick, y trata de animarlo leyendo con él y escuchando sus composiciones musicales improvisadas ​​en la guitarra. Roderick canta, “El Castillo Embrujado,” y le dice al narrador que él cree que la casa en que vive está viva, y que su extrema sensibilidad se debe a la disposión de la vegetación que la rodea.
     Roderick posteriormente informa al narrador que su hermana ha muerto, e insiste en que se le sepúlte durante dos semanas en una bóveda, o cripta de la familia, en la casa, antes de ser enterrada de forma permanente. El narrador ayuda a Roderick a poner el cuerpo en la tumba, y observa que Madeline tiene mejillas sonrosadas, como le sucede a algunos después que mueren. Ellos colocan el cuerpo en la tumba, pero durante la siguiente semana, tanto Roderick como el narrador se sienten cada vez más agitados, sin razón aparente. Comienza una tormenta. Roderick se dirige a la habitación del narrador, la cual está situada justo encima de la bóveda, o cripta familiar, y abre de par en par su ventana para la tormenta. Se da cuenta de que el estanque sobre las lomas que rodean la casa, parece brillar en la oscuridad, y que brilló en las pinturas de Roderick Usher, aunque no había un relámpago.
     El narrador intenta tranquilizar a Roderick, leyendo en voz alta, La Cita Triste, una novela que implica un caballero llamado Ethelred que irrumpe en la morada de un ermitaño en un intento de escapar de una tormenta que se acerca, sólo para descubrir un palacio de oro custodiado por un dragón. Ethelred también encuentra colgado en la pared un escudo de bronce brilloso, en el que esta escrita la frase: "Quien entra aqui, un conquistador ha sido/ Quien mate al dragón ganará el escudo." Con un golpe de su mazo, Ethelred mata al dragón, que muere con un grito agudo, y procede a tomar el escudo, el cual cae al suelo con un ruido desconcertante.
     A medida que el narrador lee en voz alta la entrada del caballero por la fuerza en la morada, sonidos de agrietamiento y rasgaduras se oyen en algún lugar de la casa. Cuando se describe al dragón como chillando, ya que muere, se oye un grito, en un lugar de la casa. Mientras relata la parte de la historia, cuando el escudo cae de la pared, una reverberación metálica y hueca se puede escuchar. Roderick se torna cada vez más histérico, y finalmente exclama que estos sonidos están siendo hechos por su hermana, quien de hecho estaba viva cuando fue sepultada. De manera adicional Roderick Usher de alguna manera sabía que ella estaba viva. La puerta del dormitorio se abre de golpe por una rafaga de viento, para revelar a Madeline allí de pie. Ella cae sobre su hermano, y ambos aterrizan  en el suelo como cadáveres. Entonces el narrador huye de la casa y, mientras esto sucede, nota un destello de la luz de la luna detrás de él, lo que le hace voltear hacia su espalda, a tiempo para alcanzar a ver la casa de Usher partiendose en dos, hundiendose los fragmentos en el estanque sobre las lomas.


Tarn

     Un glaciar es una gruesa masa de hielo que se origina en la superficie terrestre por acumulación, compactación y recristalización de la nieve, mostrando evidencias de flujo en el pasado o en la actualidad. Su existencia es posible cuando la precipitación anual de nieve supera la evaporada en verano, por lo cual la mayoría se encuentra en zonas cercanas a los polos, aunque existen en otras zonas, en montañas.


     Un circo glaciar es una cuenca de origen glaciar cuyas paredes suelen ser escarpadas, dispuesta en forma circular.


     Una morrena o morena es una cordillera o manto de till (material glaciar no estratificado, o sea, pilas de sedimentos variados de origen glaciar), depositada cerca de un glaciar.
     Un tarn, o corrie loch, es un lago de montaña o estanque, formado en un circo glaciar excavado por un glaciar. Una morrena puede formar una presa natural bajo un tarn. Un corrie también puede ser llamado un circo glaciar.
     La palabra deriva del nórdico antiguo tjörn, que significa estanque. Su uso más específico, como lago de montaña, emerge cuando ese término fue comúnmente utilizado para todos los estanques en las áreas altas de Norte de Inglaterra. Allí, mantiene un uso más amplio y se refiere a cualquier pequeño lago o estanque, independientemente de su ubicación y origen.
     En lenguas escandinavas, un tjern o tjärn, tärn o tjørn es un pequeño lago natural, a menudo en un bosque o con vegetación cercana a su alrededor o creciendo en el propio lago.(Wikipedia)

Historia de la Publicación
     "La Caída de la Casa Usher" fue publicada por primera vez en septiembre de 1839 en la revista Burton’s Gentleman’s Magazine. Fue revisada levemente en 1840 para los Cuentos de lo Grotesco y Arabesco.
     Contiene en su interior el poema, “El Palacio de los Espíritus,” que anteriormente habían sido publicados por separado en la edición de abril 1839 de la revista Baltimore Museum Magazine.
     En 1928, Éditions Narcisse, predecesora de la editora, Black Sun Press, publicó una edición limitada de 300 copias numeradas con ilustraciones de Alastair.
Fuentes de Inspiración
     La inspiración de Poe para la historia, pudo haberse basado en los acontecimientos de la casa de Usher de Hezekiah, la cual estaba ubicada en los terrenos Usher, los cuales hoy en día abarcan tres manzanas, delineadas hoy en el Boston moderno por la calle de Tremont al noroeste, calle de Washington al sureste, Avery Street Al sur y Winter Street al norte. La casa fue construida en 1684 y desmantelada o reubicada en 1830.
     Otra información dice que un marinero y la joven esposa de la antiguo propietario fueron capturados y sepultados en su lugar de cita por su marido. Cuando la Casa Usher fue derribada en 1830, dos cuerpos fueron encontrados abrazados en una cavidad en el sótano.
     Otra fuente de inspiración puede ser una pareja real con el nombre de Sr. y Sra. Luke Usher, los amigos y compañeros actores de su madre Eliza Poe. La pareja Usher se ocupó de los tres hijos de Eliza, incluyendo a Poe, durante su tiempo de enfermedad y eventual muerte.
     El escritor alemán ETA Hoffmann, quien fue un modelo e inspiración para Poe, publicó la historia “Das Majorat” (“Primogenitura”) en 1819. Hay muchas similitudes entre las dos historias, como la ruptura en dos de una casa, sonidos misteriosos en la noche, Historias dentro de una historia y el propietario de la casa que se llama “Roderich.”
     Como Poe estaba familiarizado con las obras de Hoffmann, ciertamente conocía la historia y bebió hábilmente de ella, usando los elementos para sus propios fines.
     Otro autor alemán, Heinrich Clauren, cuya novela de 1812, “The Robber's Castle,” fue traducida al inglés por John Hardman y publicada en, Blackwood's Magazine en 1828 como “The Robber's Tower,” pudo haber servido de inspiración de acuerdo a Arno Schmidt y Thomas Hansen.
     Además de elementos comunes, como una mujer joven con miedo a un entierro prematuro, colocada en un sepulcro directamente debajo de la cámara del protagonista, instrumentos de cuerda y el gemelo vivo de la niña enterrada, Diane Hoeveler identifica la evidencia textual del uso de Poe de la historia, y concluye que la inclusión de Vigiliae Mortuorum secundum Chorum Ecclesiae Maguntinae (La Vigilia por los Muertos según el uso de la Iglesia de Mainz) se basa en el uso de un libro similarmente oscuro en “The Robber's Tower.” 
Análisis
“La Caída de la Casa Usher” es considerado el mejor ejemplo de Poe sobre lo“absoluto,”  donde cada elemento y detalle está relacionado y es relevante.
     El tema del desmoronamiento del castillo encantado es una característica clave del Castillo de Otranto de Horace Walpole (1764), novela que contribuyó en gran medida en la definición del género gótico. La presencia de una espaciosa y desmoronada mansión, que simboliza la destrucción del cuerpo humano, es un elemento característico en la obra posterior de Poe.
     “La Caída de la Casa Usher” muestra la capacidad de Poe para crear un tono emocional en su trabajo, concretamente con los sentimientos de miedo, condenación y culpa. Estas emociones se centran en Roderick Usher quien, como muchos personajes de Poe, sufre de una enfermedad no identificada. Al igual que el narrador de “The Tell-Tale Heart,” su enfermedad inflama sus sentidos hiperactivos. La enfermedad se manifiesta físicamente, pero se basa en el estado mental o incluso moral de Roderick. Él está enfermo, se sugiere, porque espera estar enfermo basado en la historia de la enfermedad de su familia y es, por lo tanto, esencialmente un hipocondriáco. Del mismo modo, se entierra a su hermana viva porque espera enterrarla viva, creando el cumplimiento de su propia profecía.
     La Casa Usher, en sí una doble referencia tanto de la estructura real como la familiar, juega un papel importante en la historia. La Mansión en sí, es el primer “personaje” que el narrador introduce al lector, se presenta con una descripción humanizada: sus ventanas se describen, “como ojos,” dos veces en el primer párrafo. La fisura estructural que se desarrolla en su lado es un símbolo de la decadencia de la familia y la casa Usher “muere,” junto con los dos hermanos Usher. Esta conexión se enfatizó en el poema de Roderick “El Palacio de los Espíritus,” que parece ser una referencia directa a la casa, que presagia la fatalidad.
  
     L. Sprague de Camp, escritor norteamericano de ficción, fantasía, y biografías, en su libro, Lovecraft: A Biography, escribió que, “según el fallecido experto en Poe, Thomas O. Mabbott, [HP] Lovecraft, en su extenso ensayo ‘El Horror Sobrenatural en la Literatura,’ resolvió un problema en la interpretación de Poe,” con el argumento de que, “tanto Roderick Usher, como su hermana Madeline, y la casa, todos compartían un alma en común.” La dimensión psicológica explícita de esta historia ha llevado a muchos críticos a analizarla como una descripción de la psique humana, comparando, por ejemplo, la mansión con el inconsciente, y su grieta central con la fractura de una doble personalidad (Trastorno de Personalidad Disociatvo.) El concepto de trastorno mental también se evoca a través de los temas de la melancolía, el posible incesto y el vampirismo. Una relación incestuosa entre los hermanos Roderick y Madeline nunca se revela explícitamente, pero parece estar implícita en el extraño acoplamiento entre los dos hermanos.
     El opio, que Poe menciona varias veces tanto en su prosa como en su poesía, se menciona dos veces en el cuento. La sensación tenebrosa ocasionada por el paisaje sombrío alrededor de la mansión Usher, es comparada por el narrador a la enfermedad causada por el síndrome de abstinencia de un adicto al opio. El narrador también describe la apariencia de Roderick Usher como la de un “comedor incorregible del opio.”

Significación y Crítica Literarias
     “La Caída de la Casa Usher” es considerada la más famosa obra de Poe en prosa. Esta obra macabra, altamente inquietante, es reconocida como una obra maestra de la literatura gótica americana. De hecho, como en muchos de sus cuentos, Poe toma mucho de la tradición gótica ya desarrollada. Aún así, como G.R. Thomson escribe en su Introducción a su libro, Great Short Works of Edgar Allan Poe [p 36], “la historia ha sido durante mucho tiempo aclamada, no solo como una obra maestra del horror gótico, sino que también es una obra maestra de la ironía dramática y el simbolismo estructural.”
     “La Caída de la Casa Usher” ha sido criticada por ser demasiado formulista. Poe fue criticado por seguir sus propios patrones establecidos en sus cuentos cortos tales como, “Morella” y “Ligeia” utilizando caracteres comunes en escenas de acciones y situaciones comunes. Sus temas repetitivos, tales como enfermedades no identificadas, la locura y la resurrección también son criticados.
     La inspiración de Poe para el cuento corto, “La Caída de la Casa Usher,” puede estar basada en los eventos de la Casa Usher, ubicada en Boston, en la avenida Lewis Wharf. Tal como esa historia dice, un marinero y la joven esposa del dueño de la casa, fueron atrapados y enterrados en su lugar de encuentro por su marido. Cuando la Casa Usher fue derribada en 1800, se encontraron dos cuerpos abrazado en una cavidad en el sótano.
Otra fuente de inspiración pudo haber sido la de una pareja real con el nombre de señor y la señora Lucas Usher, los amigos y compañeros de reparto de su madre Eliza Poe, mamá de Edgar Allan Poe. La pareja se hizo cargo de los tres hijos de Eliza, incluyendo Poe, durante su tiempo de la enfermedad y su muerte eventual.
    Los eruditos especulan que Poe, quien fue una influencia en Herman Melville, inspiró el personaje de Ahab en la novela de Melville, Moby Dick. John McAleer sostuvo que la idea de, “objetivar el carácter defectuoso de Ahab,” le vino Melville de la “fuerza evocadora” de Poe en, “La Caída de la Casa Usher.” En tanto Ahab y la casa de Usher, la apariencia de solidez fundamental es visiblemente defectuosa, por la lívida cicatriz de Ahab, y por la fisura en la mampostería de la casa Usher.
Cine, TV o Adaptaciones de Teatro
     En la película de bajo presupuesto de Roger Corman de 1960, conocida en Estados Unidos como Casa de Usher, protagonizada por Vincent Price como Roderick Usher, el narrador es Philip Winthrop (Marcos Damon), quien se había enamorado de la Madeline enfermiza (Myrna Fahey) durante su breve residencia en Boston y estaba comprometido con ella. Como revela Roderick, la familia Usher tiene una historia de maldad y crueldad tan grande que él y Madeline prometieron en su juventud nunca tener hijos y para permitir que su línea familia muriera con ellos. Winthrop trata desesperadamente de convencer a Madeline de irse con él, a pesar de la desaprobación de Roderick, y está a punto de tener éxito cuando Madeline cae en una catalepsia semejante a la muerte. Su hermano (que sabe que ella todavía está viva) convence a Winthrop que está muerta y se apresura a colocarla en la cripta familiar.  
     Cuando se despierta, Madeline se vuelve loca de ser enterrada viva y se libera. Ella se enfrenta a su hermano y comienza a estrangularlo hasta la muerte. De repente la casa, ya en llamas debido a carbones caídos desde el fuego de la chimenea, comienza a derrumbarse, y Winthrop huye mientras Roderick es asesinado por Madeline, y tanto ella como el único sirviente de los Usher son consumidos por la caída de la casa. La película de Corman fue la primera de una serie de ocho películas inspiradas en las obras de Edgar Allan Poe.
      Un devoto entusiasta de las obras de Poe, el director de culto Curtis Harrington realizó la historia en sus primeras y últimas películas. Protagonizándola él mismo en el doble papel como Roderick y Madeline Usher en ambas versiones, Harrington disparó su original de 10 minutos de corto mudo de 8 mm en1942, y lanzó una nueva versión de 36 minutos titulada simplemente Usher en 35 mm en 2000, que tenía la intención de utilizar la larga antología de Poe que nunca llegó a buen término. Ambas versiones se incluyeron en el  lanzamiento en DVD / Blu-ray  en 2013, “Curtis Harrington: La Colección Fílmica de Cuentos Cortos.”
     En 1980 el cineasta surrealista checo, Jan Švankmajer, adaptó la historia como un cortometraje dependiendo enteramente de imágenes y objetos inanimados en lugar de actores.
Música
     Entre 1908 y 1917, el compositor francés Claude Debussy trabajó en una ópera llamada La Chute de la Maison Usher. El libreto era suyo, basado en Poe, y el trabajo iba a ser una pieza de acompañamiento para otra ópera corta, Le Diable Dans le Beffroi, basado en de Poe, “El Diablo en el Campanario.” A la muerte de Debussy el trabajo estaba inacabado, sin embargo. En los últimos años, la terminación se ha intentado por dos musicólogos diferentes.
     “Lady Eleanor,” una canción lanzada por primera vez en 1970 por la banda de folk-rock británico Lindisfarne se basa en esta historia.
    El primer álbum de Alan Parsons Project, de 1976, Tales of Mystery and Imagination, contiene una larga pieza instrumental que lleva el nombre de esta historia. La pieza tiene cinco partes: “Preludio,” “llegada,” “Intermezzo,” “Pavane,” y “Fall,” y su estilo muestra la música clásica del siglo 20 y el rock progresivo. La música incorpora fragmentos de la ópera inacabada de Debussy.
Otra versión operística, compuesta por Philip Glass, en 1987, con libreto de Arthur Yorinks, fue presentada por el Nashville Opera en 2009. 
     The Long Beach Opera montó una versión de esta obra en febrero de 2013 en el Warner Grand Theatre en San Pedro, Los Angeles. 
     Peter Hammill compuso una ópera basada en la historia entre 1973 y 1991 y la liberó en 1991. En este trabajo, la casa en sí se convierte en una parte vocal, que será cantada por el mismo artista que canta el papel de Roderick Usher. El libreto de Chris Judge Smith adopta la subtrama de una atracción romántica entre Madeline Usher y el narrador, que se le da el nombre de Montresor. Hammill lanzó una versión totalmente revisada en 1999, sin tambores, pero con un violín y añadiendo material de guitarra eléctrica que crea un sonido orquestal. También recantó todas sus propias voces.
     En 1984 el compositor ruso Nikita Koshkin compuso un programático solo de guitarra clásica titulado “El Usher Waltz.” La pieza se incluye a menudo en programas de conciertos y ha sido grabada por numerosos guitarristas como John Williams.
En 2006, como parte de la serie Gruselkabinett de Titania Medien, Marc Gruppe adaptó la historia en un radio drama protagonizado por Tobias Kluckert como Roderick y Oliver Feld como Philipp.
     En 2008, una adaptación de teatro musical, “Usher,” escrita por dos estudiantes de Yale, Sarah Hirsch y Molly Fox, ganó el premio al Mejor Musical en el Festival Internacional Fringe de Nueva York. El musical, desde que se renombró, “La Caída de la Casa Usher,” posteriormente ganó concurso de presentación del Colectivo Teatro Pallas en 2013 y se presentará en Washington DC en 2014. (Wikipedia en Ingles)
     “El Palacio Embrujado” es un poema de Edgar Allan Poe. El poema de 48 líneas fue lanzado por primera vez en la edición de abril 1839 de la revista del historiador y educador norteamericano, Nathan C. Brooks, titulada American Museum. Finalmente se incorporó en “La Caída de la Casa Usher,” como una canción escrita por Roderick Usher.
Análisis
     El poema sirve como una alegoría acerca de un rey, “en el tiempo antiguo hace mucho tiempo,” que tiene miedo de las fuerzas malignas que amenazan a él y su palacio, presagiando muerte inminente. Como parte de “La Caída de la Casa Usher,” dijo Poe, “Yo quise dar a entender una mente atormentada por fantasmas una mente trastornada,” refiriéndose a Roderick Usher.
El poema tiene un marcado cambio de tono hacia la segunda y la última estrofa. Después de discutir el ingenio y la sabiduría del rey, y la canción y de la belleza en el reino:

Pero las cosas malignas, en ropajes de luto,
Asaltan la alta posición del monarca.

     La casa y la familia son destruidos y, al parecer, se convierten en fantasmas.
     Al principio del poema se compara la estructura de la casa con una cabeza humana. Por ejemplo, las ventanas son los ojos, y su puerta  representa una boca. El exterior representa los rasgos físicos, mientras que el interior representa la mente ocupada en el pensamiento imaginativo. (Wikipedia Ingles)
     La hiperestesia es un síntoma, que se define como una sensación exagerada de los estímulos táctiles, como la sensación de cosquilleo o embotamiento. Si el proceso patológico progresa poco a poco destruirá las fibras, las raíces posteriores y de esta forma acabarán por perder su capacidad de conducir impulsos sensitivos. Habrá entonces hipoestesia (disminución de la sensibilidad) y por último anestesia (ausencia completa de todas las formas de sensibilidad en la zona afectada).
     En general todas las áreas de la piel reciben fibras provenientes de más de una raíz dorsal; en consecuencia, el daño de una raíz dorsal única puede causar poca o ninguna perdida sensorial.
     La hiperestesia por tanto es un trastorno de la percepción que consiste en una distorsión sensorial por un aumento de la intensidad de las sensaciones, en el que los estímulos, incluso los de baja intensidad, se perciben de forma anormalmente intensa. Por ejemplo, el roce de la ropa sobre la piel puede llegar a ser molesto, o la intensidad de la luz, insoportable para los ojos. Esta exagerada sensibilidad a todo estímulo sensorial aparece en delirios tóxicos, en intoxicaciones agudas producidas por la cocaína o heroína, y en enfermedades mentales como la manía y otras psicosis agudas. (Wikipedia Español)
El Hundimiento de la Casa Usher
de Edgar Allan Poe
     Eran los primeros días de verano. La orgullosa residencia campestre de la familia Hart, resplandecía bajo el sol. Madeline, viajando en el carruaje, observó los jardines, el bosque, el campo de hortalizas que se hallaban dentro de los linderos de la propiedad. Madeleine dijo, “¡Es un hermoso paisaje!...¡Bellísimo!” De cuando en cuando, una vaga inquietud quebrantaba su ánimo. Alice, una de sus acompañantes, le dijo, “Lo dices de una manera…” Belinda, la otra acompañante terminó la frase, “¡Exagerada!...El campo es igual en todas partes.” Alice rió, “¡Ja, Ja, Ja!” Madeline no podía acostumbrarse a aquella sensación de libertad, y dijo, “Si conocieran mi casa, podrían entender porqué lo digo.” Por primera vez, Madeline había tomado una decisión sin consultar a su hermano, cuyas órdenes acataba sin replicar. Madeline dijo, “Aquí todo está lleno de sol, de vida.” Belinda le dijo, “¡Ya verás cómo nos vamos a divertir! Iremos de paseo por el bosque a caballo.” Madeleine dijo, “Pe…pero no sé montar a caballo.” El rubor encendió las mejillas de Madeline Usher, quien dijo, “Además…no dispongo de ropa apropiada.” Ella le dijo, “Eso no será ningún problema. Tenemos la misma talla.”
     Madeline había hecho gran amistad con Alice y Belinda Hart, en el internado del colegio. Y días antes, al finalizar los cursos, habían acordado de ir a la residencia de la familia Hart. Alicia dijo, mientras llegaban a la residencia, “¡De seguro que desde lejos vieron el coche!” Belinda dijo, “¡Saldrán a recibirnos!” Madeline se dejó contagiar por el entusiasmo de las chicas, y dijo, “¡Por fin hemos llegado!” Desafiando las órdenes de su hermano Roderick, Madeline aceptó la invitación para pasar la temporada de vacaciones en aquella finca de Sussex. La alegría de las jovencitas se desbordó, entre risas. Alice abrazó a su madre y dijo, “¡Mamá!” Su madre le dijo, “¡Alice…Belinda!” Por un momento, las dos hermanas Hart, se olvidaron de su amiga, que aguardaba a prudente distancia, con actitud humilde, tímida. Lancelot, el hermano de las Hart, se presentó y abrazó a Belinda diciendo, “¿Tuvieron buen viaje Belinda?” Belinda le dijo, “¡Estupendo, Lancelot!” Pero enseguida Madeline se convirtió en el centro de atención. Alice dijo, “¡Mami, debes conocer a Madeline Usher! A última hora la convencimos para que viniera con nosotras.” Sophie Hart, la madre, dijo, “¿Madeline? ¡Bienvenida!” Belinda dijo, “¡Pasará aquí las vacaciones!” La señora Hart dijo a Madeline, “Mis hijas siempre te mencionan en sus cartas, querida.” Madeline le dijo, “¡Es un honor conocerla señora Hart!” La señora le dijo, “¡Solo deseo que tu estancia en nuestra finca sea agradable!” Enseguida, Alice dijo, “Y éste pícaro, que por desgracia es nuestro hermano mayor, se llama Lancelot.” Madeline pensó al verlo, “¡Qué extraño!...es como si yo antes…en algún sitio…lo hubiera conocido.” La señora Hart dijo a su hija, “Los criados se ocuparán del equipaje!”
     Lancelot se quedó callado, y Belinda le dijo, “¡Pero saluda a nuestra huésped!¡Vamos!¿Qué te pasa?” Madeline y Lancelot se miraron fijamente a los ojos, como si nada mas existiera a alrededor, mientras Alice, abrazó a su madre, diciendo, “¡Mamá, tenía ya tantos deseos de verte!” Al fin se rompió la magia de aquél instante, y Lancelot extendió su mano, diciendo, “Es…es un placer conocerla.” Madeline inclinó el rostro, con evidente nerviosismo, sin saber qué hacer, qué decir. Belinda dijo, “¡Ufff! Parece que jamás has tratado a ningún caballerito.” Madeline fue inducida a corresponder al saludo, y se produjo una reacción mutua. Al contacto de sus manos, ambos se estremecieron como unidos por un poderoso fluido magnético. Belinda dijo, “¿Qué les pasa?” Madeline apenas consiguió murmurar en voz baja, “¡Discúlpeme! Debe usted considerarme una tonta…” Lancelot le dijo, “Nada de eso. Caminemos… Madeline.” Alice gritó desde la distancia, “¡Vengan a casa!” Al subir las escaleras de la entrada, Madeline tomó del brazo a Lancelot, quien le dijo, “Creo que éste es el principio de una hermosa amistad.” Madeline dijo, “Sí…tengo esa misma impresión.”
    Alice y su madre ya habían entrado a la residencia. Belinda, quien venía detrás, pensó, “Los fantasmas deben sentirse exactamente como yo, en este momento.” Después que la señora Hart dio algunas instrucciones a los criados, los cinco se instalaron en la sala, tomando té. Entonces, Alicia dijo a su madre, “¿Nos ayudarás a solucionar un pequeño contratiempo, mamá?” La señora Hart preguntó, “¿De qué se trata?” Belinda dijo, “Pues… Madeline ha venido con nosotras sin autorización de su familia.” La señora Hart dijo desconcertada, “Pero…¿Y lo dices como si tuviese mínima importancia, ¡Es terrible!¡Deben estar angustiados!¡Preocupadísimos por ella!” Belinda dijo, “Dejamos un mensaje con el conserje del colegio. A ésta hora ya debe haberlo entregado al cochero que fue en busca de Madeline. Pero todo se arreglará con que hoy mismo escribas una carta al hermano de nuestra amiga, mamá. Y le acláres que ella está segura en nuestra casa, que hemos decidido que páse las vacaciones aquí.” La señora Hart le dijo, “¡Te parece muy simple!” Alice dijo, “¡Claro que lo es, mamá!” La señora Hart dijo, “Falta saber lo que opine ese caballero, cabecillas locas. ¿No comprenden que eso fue totalmente indebido?” Belinda dijo, “¡Oh, si! Pero si ella hubiese solicitado permiso, su hermano se lo hubiera negado.” La señora Hart dijo, “Hummm. Ahora mismo escribiré esa carta, y esperemos que no haya alguna oposición.” Enseguida la señora Hart le preguntó a Madeline, “¿A quién debo dirigirla, Madeline…?” Madeline dijo, “A Roderick Usher…”
      Los siguientes días resultaron inolvidables para Madeline. Flotando en una lancha, en el lago, Madeline dijo a Lancelot, “¡Lance, ya es hora del almuerzo!” Ambos se llenaban de sorpresas y alegrías. Con un delantal puesto en el césped, Alice dijo a Lancelot, “¿Qué haces Lance?...¿Para quién es esa corona de flores?” Lancelot le dijo, “¡Adivínalo!” Lancelot se dirigió hacia Madeline, y coronándola, le dijo, “¡Yo te nombro reina de nuestro condado!” Madeline dijo, “¡Ahhh, gracias!” Desde el principio, Lancelot se había convertido en el compañero inseparable de Madeline. Lancelot actuaba en forma natural, sin reprimir ni ocultar la índole de sus sentimientos. Lancelot besaba la mano de Madeline, quien decía, “Por...por favor, Lance.” 
     Esa tarde, cuando regresaron a la finca, los recibió la señora Hart, con una carta en la mano y dijo, “Acabo de recibir una carta de tu hermano, Madeleine.” Madeline le dijo, “¿Sí?” Lancelot advirtió que en el rostro de Madeline aparecía una expresión temerosa, una vaga incertidumbre, pensando, “Se ha puesto muy pálida.” Belinda preguntó, “¿Y cuál es su respuesta?” La señora Hart dijo, “Agradece que hayamos invitado a esta criatura con una ironía muy sutil…supongo que no le hicimos ninguna gracia.” La señora Hart, fue hacia Madeline, la tomó de los hombros y le dijo, “Pero acepta que pases las vacaciones en nuestra compañía.” Madeline dijo, “Tratándose de Roderick, es algo que me sorprende.”
     Con frecuencia los jóvenes daban largos paseos por el bosque a caballo. Pero en ésta ocasión, Lancelot había logrado deshacerse de sus hermanas, y yendo a caballo con Madeline, le dijo, “¿Quieres caminar un poco?” Lancelot le ayudó a bajar del caballo y dijo, “Creo que tenemos mucho que decirnos.” Madeline le dijo, “Tu eres mi caballero, Lance…Pero aún así, creo que ha sido una imprudencia venir solos a éste sitio.” Lancelot le dijo, “¡Bah!¿Te preocupa lo que piensen los demás? No lo creo.” Ambos comenzaron a caminar, entonces Lancelot le dijo, “Eres una mujer extraña, ¿Sabes? Muy diferente a todas las que he conocido. Tu forma de sonreír, de mirar…¡Se diría que estas hecha de misterios, Madeline! Hay algo en ti que te hace parecer…irreal. Es…como si no fueras de éste mundo.” Madeleine le dijo irónicamente, “Como si fuera yo…un fantasma. O un ser escapado de la tumba, tal vez. Lance…creo que mi mundo es muy diferente al tuyo.¡Ja, Ja, Ja!” Esa fue una de las pocas ocasiones en que Lancelot la escuchó reír. Lancelot dijo, “Estoy diciendo tonterías. Es cierto. Pero a veces me da la impresión de que ocultas un secreto. ¿Porqué no me hablas de ti, de tu familia?” 
     Madeline le dijo, “No hay mucho que contar. Mis padres murieron hace muchos años. Y desde entonces, por ser el mayor, Roderick se convirtió en el jefe de la familia. Somos tres hermanos: Roderick, Ethel, y yo…Ethel tiene un hijo, y ella nunca se casó, ¿Entiendes? Roderick jamás podrá perdonarle es desliz…yo viví aislada durante mucho tiempo. Quiero decir…no tenemos amistades. Nadie frecuénta nuestra casa.” Lancelot le dijo, “Entonces tu hermano debe ser algo así como un ogro.” Madeline le dijo, “No puedes imaginar lo difícil que me resultó convencerlo que me permitiéra ir al colegio. Ahora, al desobedecerlo…temo que ya no me deje continuar los estudios. ¡Pero después de todos estos días, no me arrepiento!” Lancelot dijo, “¡Madeline!” Lancelot la tomó de los hombros, y mirándola fijamente le dijo, “Me he enamorado de ti, lo sabes…no ha sido necesario que yo te lo dijera…¡Todo cambió desde el día de tu llegada!” Madeline le dijo, “Lance…” Lancelot selló sus labios con una tierna caricia, como si temiera hacerle daño. Madeline se llevó dejar por el hechizo de aquellos instantes. Con ese, su primer beso de amor se sintió enorme, inmensamente dichosa. Madeleine conseguía olvidarse de Roderick…y del negro estigma que pesaba sobre la familia Usher. Madeline unió su cara con Lancelot en un abrazo y dijo, “¡Oh Lance! Soy tan feliz…” Lancelot dijo, “Y yo…quisiera que estos momentos fueran eternos. ¡Te ámo, Madeline!  Por ti sería capaz de desafiar al mundo entero.”
     Los días fueron transcurriendo. Madeline tenía la sensación de estar viviendo un hermoso sueño, pensando al verlo, “Es tan guapo.” Pero en ocasiones un velo de tristeza y desolación ensombrecía el rostro de Madeline, y Lancelot pensaba al verla, “Quisiera saber qué está pensando.” Aquel noviazgo era visto con simpatía por Sophie, la madre de Lancelot, quien pensaba al verlos de lejos, “Hacen una linda pareja.” En su entusiasmo, el muchacho disfrutaba haciendo planes para el futuro, y decía a Madeline, “Dentro de unos meses recibiré mi título de abogado. ¡Entonces podremos casarnos, Madeline! Mi madre y yo iremos a tratar el asunto con tu hermano, para concertar nuestra boda. ¿Qué te parece? Por supuesto, tendremos que vivir en Londres…pero creo que te gustara nuestra casa. Quiero que la conozcas.”
     Había transcurrido poco más de un mes, desde el día en que Madeline y sus amigas llegaran a la finca campestre. Entonces Lancelot observó desde la ventana y pensó, “Un carruaje se acerca…es un tanto raro…¿Quién puede ser?” Un minuto después, Lancelot recibía al cochero, quien dijo, “Caballero, debo ver ahora mismo a Madeline Usher.” El cochero descendió con ágiles movimientos. Lancelot pensó, “La sola presencia de estos tipo produce escalofríos.” El cochero dijo, “Traigo un mensaje para ella.” Eran las primeras horas de la mañana y Madeline aún se encontraba en su alcoba. Tardó algunos minutos en bajar. Al ver al cochero, Madeline dijo, “¡John!” Por toda respuesta el cochero le entregó un sobre. El rostro de la muchacha se ensombreció terriblemente. Madeline penetró de nuevo en la casa, mientras rasgaba el sobre con evidente nerviosismo, con ansiedad, diciendo, “Tengo…tengo miedo…” En unos segundos dio lectura al mensaje. Lancelot le dijo, “¿Qué sucede?” Madeline dijo, “¡Debo partir ahora mismo!” Madeline dijo, “Se trata de mi hermana Ethel, Lancelot. ¡Está enferma…su estado es de gravedad!” Aquello ponía fin a los días de serena tranquilidad, de alegría. Madeline dijo, “Sera mejor que vaya a preparar el equipaje.” Lancelot dijo, “Quizá…quizá yo podría acompañarte.” Mientras ambos subían la escalera, Madeline dijo, “¡No, Lance, imposible! No conoces a Roderick…si ahora fueras conmigo a casa, echarías por tierra todos nuestros planes.” Lancelot le dijo, “¿Me escribirás, al menos, en cuanto te sea posible?” Madeline le dijo, “Te lo prometo.”
     Una hora más tarde, Madeline se despedía con los ojos rasos haciendo un gran esfuerzo por contener el llanto. Madeleine abrazó a la señora Hart, diciendo, “¡Señora Hart!” Sophie le dijo, “Adiós hija mía. Deseo sinceramente que no tengas qué lamentar una desgracia. ¡El señor te proteja!” La chica recibió emotivos abrazos de Alice, de Belinda, quien le dijo, “Confío en que podamos reunirnos en el colegio, al comenzar el nuevo curso.” Madeline dijo, “No sabes cuánto lo deseo.” Lancelot las acompañó hasta el coche, y le dijo, “¡Amor!...Estaré todo el tiempo pensando en ti, esperando tu primera carta.” Madeline ya no pudo mantener el llanto, y dijo, “Si algo sucediera, Lance…quiero que sepas que pase lo que pase…¡Yo te querré, te recordaré siempre! Para mí significas la esperanza…¡Tu amor es lo más bello que he conocido! Adiós.” Lancelot le dijo, “Mi corazón se va contigo.” Ya los caballos parecían impacientes. Madeline se subió al carruaje. Madeline dijo, “Pronto tendrás noticias mías...Te lo prometo.”
     Y Madeline se marchó. Lancelot quedó sumergido en la tristeza, en la melancolía. Mientras comía con sus hermanas, Alice le dijo a Lancelot, “¡Vamos, no lo tomes asi!...parece que estas velando un cadáver.” Belinda dijo, “¡Uuuuy, sí! Tienes una cara…” Sin embargo, antes de una semana, el mayordomo se presentó ante Lancelot y le dijo, “Acaba de llegar esta carta para usted, señor.” Sin perder un segundo, ávidamente, Lancelot dio lectura a una extensa misiva. Sophie, su madre le dijo, “¿Qué dice?” Lancelot le dijo, “La hermana de Madeline murió. Apenas llego a tiempo para estar en el funeral” Sophie dijo, “¡Qué pena! ¡Dios!” Lancelot continuó, “Aún no se atreve a mencionarle a su hermano Roderick lo de nuestro noviazgo…¡Le teme! Es algo que se advierte en cada una de sus frases. Aunque no lo exprese con claridad…ese hombre ya no le permitirá regresar al Londres, al colegio.” Sophie le dijo, “¿Y qué piensas hacer, hijo mío?” Lancelot le dijo, “Por lo pronto, dar respuesta a su carta.”
     Madeline y Lancelot mantuvieron un intercambio de correspondencia. Por fin, cuando ya terminaban las vacaciones de verano, y la familia Hart se preparaba para regresar a Londres, Lancelot recibió una carta. Después de leerla, Lancelot dijo, “¡No!... ¡No puede ser!” Lancelot leía, “Lancelot: Esta será mi última carta. Te suplico me perdones. Yo estaba en un error. La distancia me ha hecho comprender que no te amo. Lo nuestro no puede ser. Es algo que no debe seguir adelante.” Una vez más, incrédulo, volvió a leer aquellas frases que pretendían ser una despedida. Lancelot apretó sus mandíbulas con fuerza para contener una exclamación rabiosa: “Es mentira…¡Mentira!” En ese mismo instante, Lancelot tomó una decisión. Más tarde, Lancelot decía a su madre, “¡Nada de lo que digas me hará desistir, mamá!” Sophie dijo, “Pero Lancelot…” Lancelot dijo, “Madeline no pudo haber escrito esa carta por propia voluntad. ¡Iré al condado de los Usher! ¡Hablaré con ella. Aunque sea lo último que haga! Solo aceptaré es ruptura cuando Madeline la reafirme con sus propios labios. ¡He de rescatarla de las garras de ese maldito Roderick Usher! Partiré hoy mismo…será un viaje de dos horas.” Sophie dijo, “Está bien.”
     Lancelot escogió el mejor caballo de la cuadra. Poco después, se marchaba de la finca hacia el norte. Se detuvo apenas el tiempo indispensable, y al fin de un largo y agobiante recorrido, Lancelot se aventuro por los páramos inhóspitos, húmedos. Oscurecía con rapidez cuando cruzó el letrero que indicaba, “Condado de Usher. Propiedad Privada.” El aullido de un lobo hambriento que se mantenía al asecho entre los escasos arbustos, fue arrastrado por le viento. Lancelot pensó, “¡Uuuf! El olor a podrido corrompe el aire…se desprende del aguan estancada de los charcos.” Rompía el silencio un monótono croar de ranas. Lancelot seguía adelante por el camino invadido de hierbajos. En los bordes crecían los juncos silvestres.  Lancelot pensaba, “Se ha desatado un ventarrón endemoniado…¡Esta es una noche de perros!” Pesadas nubes vagaban por el cielo…un cielo tan tenebroso como Lance jamás había visto, poblado de inquietantes sombras. Lancelot pensó, “¿Cómo puede alguien vivir en este lugar tan horrible?” La luna se reflejaba en los pantanos. Esparcía su luz mortecina, espectral. Lancelot pensó, “Quizá…debí esperar a que llegara el día, para trasladarme a la casa de los Usher.” Todo aquel lugar parecía encontrarse bajo un extraño sortilegio. Las tierras eran áridas, estériles. Lancelot pensó, “¡Y este hedor repugnante!” Gran parte de aquella propiedad estaba invadida por las hortigas venenosas. El vendaval parecía desgarrar la niebla en girones. Muy pocos eran los que se atrevían a cruzar por aquellos parajes solitarios. Lancelot pensó, “Es como si hubiese traspuesto el umbral…¡hacia otro mundo!”
     Poco después, Lancelot pudo distinguir, a lo lejos, la silueta siniestra de la casa Usher, con un insufrible halo de horror. Ahí el paisaje parecía más oscuro, sombrío. Conforme se acercaba, Lance pudo ver los muros manchados por la humedad, las ventanas semejantes a los ojos vacios. Un negro y lúgubre estanque rodeaba, en gran parte, aquella antigua construcción que desafiaba el paso de los años.
      Lancelot Hart desmontó ante el antiguo portón patinado por los siglos, y dijo a su caballo, “¡Quieto!” Llamó una, otra vez, logrando percibir al apagado tintineo de una campana que jalaba. Insistió durante largo rato. Al fin. Un hombre de edad abrió una pequeña puertecilla del portón, y dijo, “¿Qué desea, caballero?” “Busco a Lady Madeline Usher.” dijo Lancelot. El mayordomo le dijo, “Es una hora poco apropiada para visitas.” Lancelot dijo, “Ya lo sé. No tiene usted porque mencionarlo…conozco bien el manual de urbanidad. ¡Me importa muy poco el ser inoportuno! Necesito ver a Lady Madeline, no me iré sin hablar con ella.”
     La pesada puerta giro sobre sus goznes, produciendo un agudo chirrido. El mayordomo dijo, “Adelante…caballero. Avisaré al señor que está usted aquí. ¿Su nombre?” Lancelot se presentó, tomando a su caballo del estribo, dijo, “Lancelot Hart.” Después de cerrar la puerta cuidadosamente, el anciano mayordomo se alejó. Aún dentro de la casa, había una atmósfera que emanaba del estanque silencioso. Lancelot percibía claramente un vapor hediondo y místico, opaco y denso, que era más visible en los rincones, con su color azul plomizo. Lancelot pensó, “¡Hummm! Aquí han reunido objetos de un gusto exquisito, y sin embargo…todo el conjunto produce cierta…aversión. Es muy extraño. ¡Tengo la sensación de sentirme observado!” Dejándose llevar por un impulso nervioso, giró sobre sus talones y vio una imagen espectral en un espejo. 
     Aquella imagen espectral se fue desvaneciendo en la nada con un reflejo ondulante. Lancelot exclamó, “¡Ahhh! Pe…pero…Debe ser una trampa de mi imaginación…el viaje, la atmósfera tan peculiar que reina en todo este lugar, en la casa.” Tuvo un sobresalto al escuchar la voz del mayordomo, en tono muy bajo, murmurante, “El señor bajará en estos momentos.” Lancelot se asustó y volteó exclamando “¡Ahhh!” El mayordomo dijo, “Pero…al señor Usher le molesta el ruido que usted produce con sus botas…tenga la bondad de descalzarse.” Lancelot dijo, “¡Qué absurdo!” Lancelor obedeció visiblemente contrariado. Mientras se descalzaba, el mayordomo le dijo, “Le aconsejo que cuando hable con el señor Usher…lo haga en voz baja. De lo contrario, podría exaltarse…se encuentra muy enfermo.” Lancelot dijo, “No se preocupe.”
     Desde alguna parte llego al salón una corriente de viento helado. Con pasos felinos, muy quedos, el mayordomo desapareció a lo largo de un pasillo. Mientras tanto, Lancelot observó la chimenea y pensó, “¡Hummm!¡No se le ocurre avivar el fuego de la chimenea!” Lancelot se inclinó ante la boca de la chimenea, para remover los carbones y colocar otros leños. Lancelot pensó, “¡Eso!...Así está mejor…” Lancelot esperaba la aparición de Roderick Usher, y sin embargo, se sorprendió al verse frente a aquel hombre de extraña y subyugante personalidad, quien, bajando las escaleras dijo, “Buenas noches…señor Hart…” Lancelot volteó sorprendido exclamando, “¿Eh?” El rostro de Roderick tenía una palidez cadavérica. En él destacaban los ojos enormes, de un verde intenso, líquidos, luminosos…y los labios muy finos…encendidos. Se había dejado crecer el cabello, que por su tenue suavidad, parecía tela de araña. Y flotaba en torno a la cara. Enseguida murmuró con voz grave y pastosa, “Soy Roderick Usher…aunque no creo que haga falta decirlo.” Lancelot se sintió invadido por una sensación de ridículo, y dijo, “Buenas noches.” 
     Lancelot se dirigió hacia Roderick, con la intención de saludarlo, pero, en ese instante tumbó los utensilios de chimenea y se escuchó el sonido metálico de los utensilios, “¡CLAAANG!” El señor Usher se llevó las manos a los oídos, con dedos crispados, con un gesto de intenso dolor, reflejado en su rostro y exclamó, “¡Oh!” perdiendo el dominio de sí mismo. Lancelot le dijo, “¡Perdóneme!¡No tuve la intención de molestarlo!” Roderick dijo, “¡Bruto!¡Imbécil!”
     Lancelot jamás se había sentido tan torpe como en aquella ocasión. El mayordomo se acercaba presuroso y alarmado, diciendo, “Permítame, yo los pondré en su sitio.” Enseguida Usher logró controlarse. Con un pañuelo de seda, se limpió las minúsculas gotas que perlaban su frente. Roderick dijo, “¡Discúlpeme usted! No vuelvo a recibir visitantes.” En la voz de aquel hombre, se advertía un sobresalto, una inquietud constante. Lancelot dijo, “Soy Lancelot Hart.” Roderick dijo, “Ya lo sé.” Lancelot dijo, “Tal vez Madeline le habló de mí.” Roderick dijo, “Así es. Lo conoció a usted en esa residencia campestre a la que fue invitada…también mencionó cierto romance. Yo también me opuse a que se marchara a Londres a estudiar. Fuera de aquí…siempre está expuesta a entablar amistades…inapropiadas.” Lancelot dijo, “El caso es que ella me envió una carta en donde pone fin a nuestras relaciones. Eso fue lo que me impulsó a venir. Sin mucho pensarlo emprendí el viaje…debo hablar con ella.” Roderick dijo, “No me enteré que le hubiese escrito. Pero si Madeline ha tomado esa decisión…no entiendo porqué usted se ha molestado en venir. Más aún…nos desagradan las visitas.”
     El muchacho pasó por alto las últimas palabras de Roderick, como si no las hubiese escuchado, y dijo, “Madeline y yo vamos a casarnos. ¡Lo hemos decidido!” Roderick dijo, “¿A casarse?” Lancelot le dijo, “¡No hay nada extraño en querer unir nuestras vidas! Es lo más natural entre dos personas que se aman.” Roderick exclamó, “¡Ja, Ja, Ja!” Lancelot pensó, “Este hombre no está en su sano juicio.” La carcajada se apagó en la misma forma súbita, con que había estallado. Roderick dijo, “La muerte de nuestra hermana afectó a Madeline. Sufrió una postración nerviosa. Madeline me alarmó sobre todo los primeros días. Después del sepelio de Ethel aun  no se ha recuperado por completo.” Lancelot dijo, “Pero si tuvo energías, ánimo para contestar mis cartas. Creo que las palabras no conducen a nada…y ya hemos hablado demasiado.” Lancelot exclamó con voz firme, decidida que resonó como desafío, “¡Quiero ver a Madeline…Ahora!” Roderick dijo, “¡No es posible! Lo siento pero ya es demasiado tarde y está recluida en sus habitaciones.”
     Desde el mezzanine superior se veía el vestíbulo hacia abajo. Desde ahí, un niño veía a Roderick y Lancelot, pensando, “¿Quién será?” Lance elevó su voz, y dijo, “¡No me iré sin verla!” Roderick le dijo, “¡Es usted un necio, un engreído!” El niño oculto en el mezzanine pensó, “¡Le avisaré a mi tía! No creo que esté durmiendo.” Roderick le dijo a Lancelot, “¡Váyase ahora mismo! Váyase, por favor…” Lancelot dijo, levantando a voz, “¡No!¡No he venido a esta maldita casa a perder el tiempo!” Roderick se llevó las manos a los oídos y dijo, “¡Ahhh! Por favor…usted…¡Usted no se imagina lo desdichado que será al lado de Madeline! Ella no nació para…para hacer feliz a nadie…” Lancelot dijo, “Me quiere…nos queremos…¿Eso no cuenta?” Roderick dijo, “Tal vez, pero, aún así…es mi deber impedir esas relaciones.” En aquel momento, Madeline Usher apareció en el descanso de la escalinata del piso superior. Caminaba suavemente. Sus ojos parecían extraviados, perdidos en la nada. Madeline pensó al ver a Lancelot, “¡Es él!...¿O lo estaré imaginando?” Madeline reaccionó de pronto como si lograra escapar de un sueño nebuloso, y gritó, “¡Lancelot!” Lancelot volvió su vista hacia arriba de la escalinata y gritó, “¡Madeline!” Roderick le dijo, “¿Qué haces aquí? ¡Te prohibí que salieras de tu cuarto!” Madeline dijo, “¡Oh Lancelot, has venido! No sabes cuánto he llorado pensando en ti, después de escribir esta carta.”
     Sin escuchar la voz apagada y vibrante de su hermano, Madeline comenzó a bajar por la escalinata apresuradamente, diciendo, “¡Te amo, te amo vida mía!” Lance fue a su encuentro alzando sus brazos, diciendo, “¡Vida mía!” Tras el abrazo, Madeline lloró, diciendo, “¡Siempre tuve la esperanza de que harías algo por mi!¡Llévame lejos de aquí, ahora mismo, inmediatamente!” Lancelot le dijo, “¡Nos marcharemos, te lo prometo!” Roderick dijo, “¡Tú no saldrás de esta casa, Madeline …¿Quieres que te diga porqué?” Una expresión sombría, cargada de infinita tristeza, apareció en el rostro de la muchacha. Madeline, llena de llanto, dijo, “No…no. Pero…aunque no nos faltan razones hermano…pero…entonces permite que Lancelot se quede unos días en esta casa…por favor. No me niegues ese placer Roderick. Te lo suplico.” Roderick dijo, “No le veo la razón. ¡Eres muy impertinente!” El niño escuchaba desde arriba detrás de la balaustrada. Madeleine dijo, “¿Te quedaras, Lancelot?” Roderick dijo, “¡Se marchará ahora mismo!¡Detesto a los intrusos! ¡Basta de tolerancia!¡No comprendo cómo te has atrevido a salir de tus habitaciones!¡Tú estás enferma Madeline. ¡Muy enferma!¿Lo oyes?” Madeline dijo, “Sí…sí. Tú siempre dices la verdad…me siento mal…” 
     Lancelot miro a Madeline con un enorme asombro, con temor. El rostro de la muchacha palideció en forma intensa, alarmante, diciendo, “Moriré…debo morir…¡Oh!” Madeleine se desvaneció, pero Lancelot alcanzó a tomarla entre sus brazos. Mientras tanto, Roderick gritaba, “¡Augusto!” Al mismo tiempo que la cargaba, Lancelot concentró su atención en un candelabro que se iba elevando por el aire, sostenido por una mano invisible, pensando, “¡No puede ser!” Roderick seguía gritando, “¡Augusto!” 
     Enseguida apareció el anciano mayordomo, y Roderick le dijo, “Conduce al caballero a las habitaciones de Lady Madeline.” Lancelot, cargando a Madeline seguía viendo el candelabro en el aire, pensando, “¿Qué…qué sucede en esta casa…?” Ante aquel hecho inexplicable que rompía con toda lógica, Lancelot sintió que un escalofrió iba recorriendo todo su cuerpo. Sus cabellos se encresparon desde la raíz. Rodeirck volteó y vio el candelabro en el aire, diciendo, “¿Eeeh?” Y de pronto el candelabro se desplomó, estrellándose contra el suelo: “¡CLAAANG!” Roderick se llevó sus manos a sus oídos, diciendo, “¡Nooo! ¡Tengan piedad de mí! Pronto…todo terminará.” Incrédulo ante todo lo que había presenciado, Lancelot comenzó a seguir al viejo sirviente, quien dijo, “¡Por aquí, caballero!” Roderick seguía diciendo, “¡No me tortures más!” Lancelot, aún cargando a Madeline, pensó, “¡Oh Dios!¿Qué lugar es éste?” Débiles rayos de luz roja se abrían paso a través de los cristales emplomados de un vitral. El mayordomo dijo, “¡Por aquí!”
     La mirada de Lancelot luchaba en vano por alcanzar los rincones más lejanos de aquel largo corredor. Guiándose con un candelabro de una vela, el mayordomo abrió una puerta y dijo, “Adelante.” Entraron a la amplia habitación. Indudablemente algo extraño sucedía en aquel lugar. Augusto, el mayordomo, alumbró hacia un sillón donde estaba un niño. Augusto dijo, “¿Qué haces aquí, pequeño? A esta hora deberías estar durmiendo. Anda, ve a tu cuarto.” El niño dijo, como quejándose, “Aquí nadie puede dormir.” Como arrepentido de haber pronunciado esas palabras, el niño echó a correr, abandonando la habitación. Lancelot dijo, “¿Quién es?” Augusto dijo, “El sobrino de Lady Madeleine.” Cuando Lancelot colocó a Madeline en su cama, Augusto dijo, “¡Con cuidado! Qué pena me da verla así…” Lancelot dijo, “Augusto, usted parece un buen hombre…dígame, ¿Porqué?...” Augusto dijo, “Yo no puedo contestarle, caballero. No está dentro de mis deberes.” Lancelot dijo, “Pero…está bien. No insisto.” Una vez dejándola en cama, ambos se encaminaron hacia la puerta de la alcoba, en silencio. Lancelot pensó, al verla, “Amor mío.”
     El anciano Augusto ofreció la vela a Lancelot, y murmuró en voz baja, casi imperceptible, “Debo ocuparme del niño. Me quedaré a su lado hasta que se duerma…El señor Usher querrá hablar con usted. Tóme.” En el último instante, Augusto tomó a Lancelot del brazo. Se le acercó aún más, para hablarle casi al oído, “¡Escuche mi consejo!¡Váyase de esta maldita casa! Aún es tiempo…piense en la salvación de su alma.” Guiándose con una vela, Lancelot Hart comenzaba a escuchar las notas suaves y armoniosas del clavicordio. Ya iba caminando rumbo al vestíbulo superior. Enseguida, cuando se disponía bajar las escaleras, a Lancelot se le presentó una figura fantasmagórica femenina, y exclamó, “¡Aaaah!” Lancelot jamás había conocido el miedo, pero entonces…sintió que la sangre huía de su cuerpo, que sus piernas se negaban a sostenerlo. Lancelot percibió un soplo helado y fétido en su rostro. Lancelot perdió el equilibrio y contorsionó todos los músculos de su cuerpo para evitar la caída, impulsado por el instinto de conservación. No supo exactamente cómo logró salvarse. Sus manos lograron aferrarse a la balaustrada de piedra, tallada caprichosamente…mientras la figura espectral se esfumaba en un tenue vapor. Lancelot pensó, “Un poco más y…”
    Lancelot terminó de bajar la escalinata, con suma cautela…pero un visible temblor se había apoderado de su cuerpo, y se sentía incapaz de pronunciar una sola palabra. Roderick Usher, quien tocaba el clavicordio, interrumpió el caudal de suaves y dulces notas que arrancaba al antiguo instrumento. Cuando Lancelot se acercó, Roderick dijo, “El Lancelot de la leyenda era un personaje muy audaz. Iba siempre en busca de la aventura…pero no creo que usted tenga madera de héroe. ¡Váyase!” Durante algunos segundos, Lancelot pensó en la posibilidad de marcharse. Al fin, decidido, exclamó, “¡Me quedo!” Roderick dijo, “Está loco…déjenos tranquilos…¡Todos queremos morir en paz!”

     Lancelot apenas podía escuchar las frases que aquel hombre pronunciaba en tono tan bajo, “…tanto Madeline, como Oliver…y yo…” Lancelot dijo, “¿Todos?” Roderick dijo, “La casa y sus moradores se empeñan en destruirla…para alcanzar la tranquilidad, el eterno reposo.” Lancelot le dijo, “Esta diciendo tonterías.” Roderick dijo, “¡La casa vive…tiene alma…y se siente vieja…y quiere morir!” De pronto, muy cerca de ellos, una grieta se abrió, en el muro, dejando escapar un ruido, “¡CRRRAARRSH!” Roderick dijo, “¿Lo ve? La casa me escucha…y los nuestros también…para acabar con la maldición…¡Todos los Usher deben morir!” Lancelot le dijo, “¡Menos Madeline! Usted me sugestionó desde el principio y…” Roderick le dijo, “¿Y el espectro de Lady Edwiges?...lo vio en lo alto de la escalera, ¿verdad? Vaga por las noches por las habitaciones y pasillos…Todos aquí estamos acostumbrados a verla…¡Váyase!” Lancelot dijo, “¡No!”
     Todos los sentidos de Lancelot se agudizaron al escuchar un tintineo metálico, y enseguida, un candelabro de techo gigantesco cayó casi golpeando a Lancelot y quien se arrojó y pensó, “¿Porqué?” Ante el horrible estrépito,“¡CRRRAARRSH!”Roderick se llevó las manos a los oídos, y dijo, “¡Basta! ¡No los desafíe! Su vida está en peligro…¡Sera mejor que se vaya!” Lancelot dijo, “Sí…me iré…mañana. ¡Y Madeline me acompañará!” Roderick, quien seguía con sus manos en sus oídos, dijo, “¡No levante la voz!...Tal vez si se queda…no volverá a ver la luz del sol.” Lancelot dijo, “¡Acepto el reto!” Roderick dijo, “¿No puede comprenderlo? Mi hermana está enferma.” Lancelot dijo, “Así esté agonizante, la sacaré de éste infierno.” Roderick dijo, “De acuerdo…quédese.” Lancelot dijo, “Por ella soy capaz de afrontar todos los peligros. ¡La amo!”
     Enseguida, Roderick se retiró, y Augusto, el mayordomo, acompañó a Lancelot a su recamara, quien se despidió diciendo, “¡Que descanse, caballero!...Le deseo muy buena suerte.” Lancelot le dijo, “Gracias, puede retirarse.” Las ventanas largas estrechas y ojivales estaban a tanta distancia del piso, que resultaban inaccesibles desde el interior. El mobiliario de la habitación era fastuoso, antiguo. El tapiz de los sillones se había descolorado con el paso del tiempo. Lancelot pensó, “¿Cómo puede alguien respirar aquí?...¡Todo parece tan lúgubre!” Lancelot se acomodó en su espaciosa cama, pero al cabo de un rato no podía dormir pensando en todo los sucedido, pensando, “¡Es tan absurdo!¡Tan increíble!” En ese momento, un espectro se acercó a su cama, y otra vez lo acosó una sensación de horror y de miedo a lo desconocido, ante la nueva aparición. La figura lo empezó a ahorcar con una cuerda. Todo ocurría como en medio de una pesadilla atroz. Lancelot comenzó a debatirse, con una desesperación crispante, realizaba un esfuerzo sobrehumano. Cuando estuvo a punto de ahogarse, Lancelot pudo decir, “¡Huffmmgh! ¡Por Cristo, apártate!” La tensión desapareció inmediatamente. Lancelot exclamó, “¡Uf..!” Lancelot reconocía muy a su pesar el poder de aquellas fuerzas malignas, y quedaba sin aliento, jadeante, y sudoroso, pensando, “En verdad…creo que no podre dormir.” Sin embargo, cansado por las emociones de aquella noche, minutos después el sueño fue apoderándose de él. Lancelot bostezó, exclamando, “¡Humm!¡Aaaahhh..!” Al poco tiempo, un espíritu femenino se acercaba a su cuerpo. Lancelot despertó al sentir una insoportable presión sobre el pecho, y dijo, “¡Ah, demonio!¡Por el creador eterno, desaparece!” La figura espectral despareció. Lancelot pensó, “Valor…un poco más de valor…” Aquella noche parecía eterna. Casi enseguida, Lancelot volvió a caer en un profundo sueño.
     De pronto, Lancelot comenzó a sentir agudos dolores en todo su cuerpo. Varias bestias lo mordían. Lancelot se incorporó, con un violento sobresalto, gritando, “¡Ah, sanguijuelas!¡Déjenme tranquilo!¡Oh, dios mío, ayúdame!¡Una vez más, ayúdame a rechazar a los enviados del demonio!”   Lancelot ignoraba cuanto tiempo podría resistir. Sin advertirlo, volvió a su tranquilo sueño. Una mujer espectral se acercó a su lecho diciendo, “Despierta…” Entre sueños, la mente de Lancelot se fue abriendo paso entre la bruma del sueño. Al verla, Lancelot dijo, “¡Madeline …!” Madeleine dijo, “Sí…soy yo…ven, ven conmigo…no temas.” Todo pareció transformarse a su alrededor. Mientras Lancelot escalaba una peña, veía a Madeleine en la cima diciendo, “Te amo…haré realidad todos tus anhelos secretos…nuestros corazones palpitaran al mismo tiempo…ven.” Lancelot dijo, “Sí…sí, espera.” Lancelot tuvo la sensación de que iba escalando una abrupta montaña. Cuando casi iba llegando a la cima, Lancelot dijo, “Pero tu voz, Madeline …¡Suena tan diferente!” Madeline dijo, “¡Sígueme! No temas…¡Anda! Te estoy esperando.” Lancelot dijo, “Sí…sí, amor mío.”
     Lancelot despertó al sentir en todo su cuerpo la fría caricia del viento. Estaba en peligro de caer al vacío de la noche en una ventana a lo alto de una torre. Lancelot dijo, “¡Aaahh..! Pe…pero…” Lancelot no podía explicarse cómo logró llegar hasta la ventana, tan alta. Había estado a punto de saltar al vacío. Lancelot contempló el pantano, con sus aguas negras y quietas, amenazantes, diciendo, “Valor…¡Valor!” Aquella noche sería inolvidable. Lancelot se logró bajar a su recamara, y pensó, “¡Sera mejor que permanezca despierto!” La llegada del nuevo día lo sorprendió abstraído en profundas cavilaciones. Lancelot se llevo agua a la cara y pensó, “Son ya las ocho…bajaré al salón.” Lancelot encontró el pasillo solitario, sumergido en un profundo silencio, Lancelot pensó, “¡Estoy seguro de que no podría soportar otra noche semejante!” Lancelot comenzó a recorrer la casa.
En la cocina encontró a Augusto y a John, los únicos sirvientes, a quienes dijo, “¡Buenos Días!” Augusto dijo, “¿Paso bien la noche caballero?...¿Le sirvo el desayuno?” Lancelot dijo, “No gracias.” John dijo, “Tengo un caballo en la cuadra, señor. Esta fresco y bien alimentado. Puedo ensillarlo en cuanto usted ordene.” Lancelot preguntó, “Cree que Lady Madeline ya esté despierta?” Augusto le dijo, “Nadie duerme en esta casa…pero todos se levantan al medio día. ¿Le molestaron mucho?” Lancelot dijo, “Pues…un poco. ¡Oh!” La casa se estremeció y se quebró por un momento, “¡Craackk!” El mayordomo Augusto encogió los hombros, mientras sonreía con desgano, dijo, “Nosotros ya estamos acostumbrados a ver esto…la casa se va destruyendo día con día.” John dijo, “Hasta luego.” Lancelot preguntó, “¿Y permanecen aquí  tan resignados…? ¿Prefieren quedar sepultados por una montaña de escombros?...Su amo…” Augusto dijo, “Si lo conociera como yo lo conozco…nada le parecería extraño. Muchas veces me he preguntado qué me ata a esta maldita casa…solo soy un esclavo del señor Usher…Aquí naci…y mis padres también sirvieron como criados a la familia.” Lancelot dijo, “Es usted muy fiel. Debe estimar mucho a Roderick Usher, para…” Augusto lo interrumpió, diciendo, “¡Lo odio! Pero usted no puede entenderlo, si me fuera de aquí…si algún día me decidiera…tal vez sería feliz. Aunque…¿A dónde iría?...no sabría que hacer con mi libertad. Pero no. Si me alejaran de esta casa me arrancarían el alma…ya tengo preparado el desayuno. Para Madeline.”

     No obstante la advertencia del criado sobre la reacción que tendría Roderick, el joven Lancelot se obstinó en llevarle el desayuno a Madeline. Cuando Lancelot ingreso a la habitación, Madeline dijo, “Lance…” Con la charola en sus manos, Lancelot le contestó, “Buenos días. ¿Te sientes bien?” Madeline le dijo al ver la charola, “Estoy mucho mejor, pero…¿Qué es esto?” Lancelot dijo, “Tu desayuno, y vas a comer hasta la última migaja, ¿De acuerdo?” Madeline dijo, “No. Eso me enfermaría aún mas.” Lancelot la besó en la frente y dijo, “¡Bah! Te sentará estupendamente. ¡Quiero ver muy saludable a mi futura esposa! Hay que ver la vida con alegría, con optimismo.” Madeline dijo, “Soy tan dichosa de verte de nuevo…siempre te veo en mis sueños…” Lancelot dijo, “Madeline…tu hermano…” Madeline dijo, “¿Roderick?...me quiere demasiado.” Lancelot dijo, “Pero te perjudica al retenerte aquí. Te hace daño…no es nada saludable vivir en esta casa.” Madeline le dijo, “No. Tu no conoces a nuestra familia…quiero decir, no lo conoces a él. Roderick padece una aguda hipersensibilidad…solo tolera los alimentos mas insípidos…Todas las prendas que no sean de seda o terciopelo le irritan la piel…el aroma de todas las flores lo sofocan y hasta la luz más débil lastima sus ojos. Y los ruidos, las voces fuertes…son como un tormento para él. Como lo es la luz del sol…por eso las ventana de toda la casa siempre están cerradas.” 
     Lancelot dijo, “Pero él no es el único extraño en esta casa, sino el ambiente…lo que aquí sucede…por las noches.” Madeline dijo, “Por las noches…” La muchacha no pudo reprimir el leve temblor de sus labios, y dijo, “Sé lo que quieres decir. Es horrible, si. Pero…desde que era niña me acostumbre a…todo eso.” Lancelot le tomo de las manos y dijo, “Madeline…¿De qué enfermedad murió tu hermana Ethel?...no me lo dijiste en tus cartas” Madeline se alarmó y dijo, “¿Ethel? Murió de…¡No! No debo decírtelo.” Lancelot le dijo, “¿Acaso no me tienes la suficiente confianza? ¡Habla!” Madeline dijo, “Murió…poseída por la locura…¡Oh, tengo miedo, lance, mucho miedo¡” Lancelot dijo, “¿De qué, amor mío?” Madeline dijo, “De morir como ella a causa de la terrible herencia de la familia…Mi padre murió loco también.” Lancelot le besó su mano y dijo, “¡No pienses en eso!¡Yo…yo te querré siempre como seas!” Madeline dijo llorando, “Solo puedo encontrar fuerzas y esperanzas en tu amor. Si me decidiera a marcharme de esta casa…” Lancelot le dijo, “Debemos partir de aquí tan pronto como sea posible…tu hermano no tiene porqué impedírtelo. Madeline. ¡Anda tu desayuno se enfría!”
     De pronto, Madeline advirtió la presencia del pequeño que permanecía inmóvil junto a la puerta. Madeline dijo, “¡Adelante Oliver, no seas tímido! Ven, saluda a nuestro amigo…se llama Lancelot.” Lancelot dijo, “¿Qué tal jovencito?” Lancelot se levantó y se acercó al niño y dijo, “Tu tía Madeline te quiere mucho. Ya me había hablado de ti.” Madeline le dijo, “No tengas miedo Oliver.” Madeleine agregó, “Es tan callado como inteligente. Nunca sé lo que está pensando.” Lancelot le dijo al Oliver, “¡Ah, pero debes comer muy bien! Estas muy delgado, y los niños que no comen…” Madeline dijo, “No es por su culpa ni por su falta de apetito…Roderick dice que el comer mucho le perjudica.” Lancelot dijo, “¡Pero qué tontería más grande! Tú y yo vamos a ser buenos amigos. ¿De acuerdo?...¿Porqué no hablas?” El niño dijo con timidez, “Sí…sí de verdad quieres ser mi amigo…¡Llévame de aquí! ¡Lejos de tío Roderick!” Madeline dijo, “Oliver…” Arrepentido de haber cedido a sus impulsos, el niño abandonó la habitación en veloz carrera.
     Lancelot dijo, “Es evidente que tu hermano Roderick domina a todos los habitantes de esta casa…¡Tenemos que marcharnos de aquí, Madeline! ¡Todo esto te daña en todas las formas! En Londres, a mi lado, volverás a ser una muchacha normal. Te irás olvidando de tu familia y de…todo.” Madeline dijo, “No puedo abandonar a mi hermano.” Lancelot le dijo, “¡Ese hombre es un egoísta que obliga a todos a que dependen de él! Anoche me dijiste…” Madeline lo interrumpió y le dijo, “¡No sabía lo que decía!” Lancelot le dijo, “¡Vuelve a la realidad!¡Amor mío! Tú no eres feliz en esta casa…¡Al lado de tu hermano te convertirás en un cadáver viviente! Recuerda aquellos días tan hermosos que pasamos en el campo…Nuestros paseos en el bosque, en el lago…y las veladas en casa, con mi madre tocando el piano…todo era alegría, anhelo de vivir.” Madeline dijo, “¡Calla!” Lancelot dijo, “¡Y nuestros planes de matrimonio…si te niegas a acompañarme, me marcharé ahora mismo.” Madeline dijo, “¡No…tienes razón!”
Madeline se abrazó a él con una ansiedad desesperada, y dijo, “¡Tengo derecho a vivir, a tu amor!¡Vámonos de esta casa, Lancelot! Llévame a Londres ahora, hoy mismo. Pero…¿Y Oliver?” Lancelot le dijo, “¡Lo llevaremos con nosotros!¿Te sientes suficientemente fuerte para emprender el viaje?” En ese momento apareció Roderick y dijo, “¡Madeline no emprenderá ningún viaje, señor Hart!” Madeline dijo, “¡Roderick!” Lancelot le dijo, “Le advierto que nada podrá obligarme a cambiar de opinión.” Roderick dijo, “¡Sígame!...venga conmigo, le mostraré algo muy interesante.” Madeline dijo, “No, Roderick, por favor…” Roderick dijo, “Puedes mirarte al espejo, querida mía. Para convencerte que tu estado es muy grave…te encuentro muy pálida…demacrada…Se me desgarra el corazón de verte así, Madeline.” Lancelot le dijo, “¡Cállese!¡Salga de aquí, Monstruo!” Madeleine dijo, “Me siento mal…muy débil…apenas puedo respirar.”

     Antes de abandonar la habitación, Lancelot se dirigió a la muchacha, y le dijo, “¡Prepara tu equipaje, pero solo te llevaras lo indispensable!¡Nos marcharemos hoy mismo!” Luego, Lancelot fue conducido por Roderick hacia una sombría cámara en la que se encontraban los retratos de los antepasados de la familia Usher. Roderick dijo, “El tronco de nuestra gloriosa estirpe, nunca ramificó en ninguna época. Nuestra familia se ha perpetuado siempre en línea directa. Y su origen de remonta a la antigüedad del siglo nueve. Pero no me puedo sentir muy orgulloso de nuestros ancestros…nos dejaron como herencia un cúmulo de orgullo de crímenes, sangre, robo, espantosas enfermedades.” Roderick se detuvo en un cuadro, y dijo, “Este fue el primer Usher de la familia…¡Laurence!...su vida fue muy agitada…a los dieciséis años asesinó a su único hermano para apoderarse de una pequeña fortuna.” Lancelot le dijo, “¡No veo el objeto de que me cuente todo eso!” 
     Roderick dijo, “Se caso con Lady Roxana, que murió mucho después, de manera muy…extraña…y tras la muerte de su esposa, Laurence  quedó inmensamente rico. Volvió a casarse con una joven, rica también…y fue entonces cuando mando edificar esta casa…tuvieron cuatro hijos. Pero él nunca se ocupo de su familia. Habitaba en un castillo, propiedad de su esposa…ahí se entrego a los vicios más inconcebibles del ser humano. El placer bestial despertó su crueldad. Matar significaba para él un deleite sublime, incomparable. Se desencadeno por completo su instinto animal, pero se cuidaba de no ser descubierto. ¿Y qué mejor pretexto para asesinar que en una batalla?
Laurence combatió por Inglaterra…y al retornar fue recibido como un héroe, admirado. Pero…volvió más pervertido, más criminal que nunca. Aparentaba ser generoso y amante de las artes, y se dio a proteger a danzarines y trovadores. Y muchos murieron en su castillo. Empezaron a desaparecer jóvenes de corta edad, casi unos niños. Al fin, años después, lo descubrieron y lo procesaron. Él se decía inocente, pero sus criados no pudieron resistir el interrogatorio y fue delatado. Confesó haber asesinado a más de doscientas criaturas, entre los catorce y dieciocho años. Lo quemaron en la tradicional fiesta de brujas ante el regocijo del pueblo. ¡Admirable!¿No le parece?”
Lancelot dijo, “¡Repugnante!”

     Roderick se detuvo en un nuevo retrato, y dijo, “¡Ésta fue Lady Margaret Usher, famosa por su libertinaje…y por sus asesinatos en la corte de Eduardo Segundo! Era muy hábil en el uso de los venenos.” Roderick continuó con el siguiente retrato, “Patrick Usher, mi bisabuelo…no asesinaba. Pero también lo quemaron en la hoguera, por brujería…Fue el primer loco de nuestra familia. ¡Siempre nos hemos distinguidos por nuestra innata maldad! Mis antepasados tuvieron muertes horribles: Epilepsia, locura, hemofilia, y otras enfermedades…Todo eso padeció la familia Usher, digna del museo del crimen.” Lancelot dijo, “Pero…” Roderick continuó, “Aún no he terminado. El linaje se perpetuó por el primogénito…desde dos siglos a la fecha.
Todos los varones de mi familia, murieron asesinados aquí, en esta casa. ¡Solo a uno se le permitirá vivir! Yo no me casé…porque soy muy sensible y no soporto la sangre…¡Por eso Madeline no puede casarse! No debe tener hijos…no me gustaría tener que sacrificarlos. Comprenda…solo debe quedar un Usher. Además ellos, mis antepasados…no desean que continúe nuestra descendencia…¡Sus espíritus vagan por esta casa, se han apoderado de ella! Los veo todas las noches. Solo cuando estos muros de derrumben podrán encontrar el reposo eterno…¡Los Usher deben extinguirse!¡Nadie debe recordar su nombre! Cuando Oliver, mi sobrino, cumpla los siete años…yo lo libare de su estigma. Aún se conserva puro, inocente, pero no sé…Tal vez ya debería estar muerto.”
Lancelot dijo, “Usted está loco.”

     Roderick dijo, “Y mejor será que lo sepa de una vez… Madeline está condenada…morirá. ¡Ni usted ni nadie podrá impedirlo!” Lancelot dijo, “¡No!...¡La alejaré de usted!” Roderick le dijo enojado, “¿Después de lo que escucho aún desea casarse con ella? ¡Así demuestra su imbecilidad!” Lancelot dijo, “La quiero…ella es buena, noble…en nada se parece a los Usher. ¡Estoy seguro de que no heredo las lacras de su familia! Me la llevare de aquí. Lejos de usted…¡Muy lejos!” Roderick le dijo, “¡Oh, es enternecedor! Tanto la ama. ¡Qué maravilloso! ¡Cómo quisiera haberme enamorado alguna vez! Pero… Madeline, a pesar de todo, no saldrá de esta casa.” Lancelot dijo, “¿Es un reto? ¡Pues le juro que la sacare de aquí! Y dejara en esta maldita casa todas sus pertenencias al salir. Le pediré que se sacuda hasta el polvo de su vestido.” Lancelot cerró la puerta de un golpe, ¡PLAAMM! Roderick se llevo las manos a los oídos y dijo, “¡YIAAYYY! ¡Ah, maldito seas!¡Malditooo!”
     Pudiendo apenas contener su ira, Lancelot se dirigió hacia las habitaciones de Madeline, pensando, “Hemos perdido demasiado tiempo. Y nos llevaremos a ese desventurado niño…si no llego a ver lo que sucede en esta casa, aunque Madeleine me lo contase, no podría creerlo.” Lancelot tocó a la puerta de la habitación de Madeline. Al no tener ninguna respuesta decidió entrar, y dijo, “¡Madeline!” El cuerpo de Madeleine yacía en el piso. Lancelot dijo, “¡Despierta, Madeline!¿Qué te sucede?...¡ Madeline!” A Lancelot le bastó tomar su mano, tocar sus mejillas…para comprender la espantosa realidad, y dijo, “¡Nooo!¡No puede ser!¡Amor mío!¡ Madeline!”
Se agito dentro de su pecho un dolor inmenso, lacerante y dejo escapar un alarido que retumbó por toda la casa…fue como el lamento de una fiera herida, “¡MADELINE!” Un minuto más tarde apareció Roderick Usher, y encontró a Lancelot llorando y abrazando a Madeline, diciendo,  “¡Has muerto vida mía, amor, tesoro mío!¿Porqué?” Roderick dijo, “¡Lo sabía!” A los ruegos de Usher, Lancelot ayudo a preparar el funeral. Colocaron el cuerpo en un féretro de bronce. Roderick dijo, al ver a su hermana en el féretro, “No esperaba que sucediera tan pronto. Mi dulce y tierna hermanita…” Lancelot le dijo lleno de frustración, “¡Usted la mato con sus refinadas torturas!¡usted!” Madeline mostraba esa sonrisa dulce que es tan terrible como la muerte. Había color en su tez, en sus mejillas, como cuando paseaba con Lancelot por los jardines de la finca campestre.

     Roderick dijo a Lancelot, “No haga más intenso mi dolor…¡Tenga piedad de mi!” Lancelot le dijo, “No la tuvo usted con ella.” Oliver llego y dijo frente al féretro, “Tía…tía Madeline ¿Verdad que no te has muerto?” Roderick dijo, “¿Cree que yo no sufro con esta desgracia? La quería mucho, la amaba…¡Fue la única mujer a quien yo quise en la vida!” Lancelot percibió una extraña y morbosa intención en aquellas palabras de Roderick Usher. Oliver dijo, “Parece que está dormida.” Lancelot pensó, “¡No, es abominable!¡Prefiero no pensar en eso!” Roderick dijo, “Madeline…solo tú me hiciste compañía durante tantos años.” Lancelot vio alejarse a Oliver, y dijo, “¡Monstruo infame! Dígame…¿Qué destino le espera a Oliver?” Roderick dijo, “¡No es asunto suyo!” Lancelot lo tomó del cuello de la camisa y le dijo, “Lo pervertirá. Lo despedazará con su crueldad diabólica. O acaso…¿Lo va a liberar de su estigma?” Roderick dijo, “¡Suélteme, Hart…! Por favor, suélteme.”
     Oliver se hallaba profundamente impresionado por la muerte de su tía. En ella había depositado toda su confianza. Parecía una pequeña y delicada estatua. La muerte no conseguía opacar la belleza de Madeline, al contrario. Las horas siguieron transcurriendo, y sin que nadie lo advirtiera llegó la noche. Oliver comenzó a sollozar sofocadamente presa del terror. Enseguida, varias figuras humanas espectrales aparecieron. Oliver se puso de pie, y dijo, “¡AAAH!¡Ah!¡Aaaah!¡Váyanse!” Lancelot dijo, “¡Demonios!...” Roderick dijo, “Los veo…¡Ya están junto a mí!” Las figuras se acercaron al féretro. Lancelot tomó a Oliver en sus brazos y dijo, “No llores, Oliver.” Lancelot comprendió que estaba a punto de perder la razón. Llegó a preguntarse si aquellas tenebrosas visiones no eran solo un producto de su mente. Pero no…la realidad se había convertido en una alucinante pesadilla. Roderick comenzó a murmurar con voz pesada y lenta, hueca, “Sí…sí…cumpliré mi promesa…¡No quedará más descendencia de los Usher!...Sí…es la maldición……Sí…todos debemos morir…todos…” Lancelot abrazó a Oliver y dijo, “¡No tengas miedo, Oliver, Yo…yo te protegeré!” Roderick habló como hablando a nadie, “Sí…la casa será destruida…la casa tiene alma…todos nosotros moriremos con ella…y ustedes alcanzaran el reposo eterno…” En aquel instante, Roderick observó el rostro de su hermana, y dijo, “¡Es hora de llevarla a la cripta familiar!” Lancelot dijo, “¡Déjeme verla otra vez!” Roderick dijo, “Ellos…exigen que ya sea sepultada…y usted debe olvidar todo lo relacionado con los Usher…¡TODO!” Lancelot dijo, “¡Madeline!”
     Lady Madeline fue llevada a los sótanos de la vieja mansión. Ahí se encontraba la cripta familiar. Había sido utilizada, en lejanos tiempos felices, como mazmorra. Mientras bajaban unas escaleras con el féretro, Roderick dijo, llevando una antorcha en la mano, “¡Abre la reja, Augusto!” La reja giró sobres sus goznes. El ruido que producía era escalofriante. Augusto dijo, “Adelante.” Ahí descansaban los restos mortales de os antecesores de Roderick Usher. Al entrar, Lancelot comenzó a temblar, y se estremecía a cada instante.” Depositaron el ataúd al fondo de la cripta, sobre una base de piedra. La despedida fue breve. Lancelot dijo frente al féretro, “Lo nuestro no pudo ser, Madeline…adiós, amor…¡adiós! Siempre estarás presente en mi memoria.” 
     Roderick dijo, “Pequeña mía…pronto nos reuniremos.” Poco después, Roderick cerraba la reja de hierro que permitía el acceso a aquel lúgubre sitio, diciendo, “¡Regresemos!” Lancelot, Roderick, y los mayordomos, subieron por el retorcido pasaje subterráneo. Más tarde, Roderick dijo, “¿Se marchará?” Lancelot dijo, “Lo haré por la mañana, si no tiene inconveniente.” Roderick dijo, “¡Debe irse ahora mismo!” Lancelot dijo, “¿Por qué?...¿Algo téme?...me quedaré y usted no podrá impedirlo.”
     Lancelot volvió a subir a la alcoba que le habían destinado. Habían pasado unos minutos, cuando llegó en su búsqueda el pequeño Oliver. Lancelot le dijo, “¡Acércate!” Oliver le dijo, “¿A dónde te vas a ir? Respóndeme. Muy quédo…para que no te óiga tío Roderick…tengo mucho miedo, ¿Sabes?” Lancelot le dijo, “Iré a Londres. Allí vivo.” Oliver le dijo, “¿Tú eres bueno, Lance?” Lancelot le dijo, “Eso creo. ¿Porqué?” Oliver lo abrazó y le dijo, “Entonces…llévame contigo…no me dejes aquí…aunque en Londres me tengas que dejar, en cualquier lado. Tío Roderick es malo.” Lancelot dijo, “¡Oliver!” Oliver dijo, “Tía Madeline me dijo que en Londres no hay fantasmas.” Lancelot le dijo, “Nos marcharemos juntos, amiguito, por la mañana, pero no se lo digas a nadie. Guarda el secreto.”
     Horas después, sin poder conciliar el sueño, Lancelot bajó al salón. Pero antes, desde el mezzanine, vio a Roderick y pensó,  “Ahí  está Roderick…va de un lado a otro, con pasos precipitados, desiguales.” De pronto, Usher quedaba inmóvil, atento, con los ojos inyectados como si escuchára un ruido imaginario. Se acentuaba su terrible palidéz de cadáver. Roderick dijo, “Aquí siento que me ahógo…necesito aire…¡Ah, esos golpes!¡Me maldice!” De pronto echó a correr hacia la galería, donde se hallaban los retratos de sus ancestros. Cerró la puerta tras él. Lancelot pensó, “¡Ha perdido el juicio por completo!” Lancelot se dirigió a la cocina. No se sorprendió al encontrar ahí al viejo mayordomo. Ya nada podía sorprenderle. El mayordomo le dijo, “Está fatigado, señor. Puedo servirle una taza de té.” Lancelot dijo, “Magnífico.” Minutos después, Lancelot dijo, “Usted lo dijo bien claro, Augusto. Aquí nadie duerme.” Augusto le dijo, “Si acaso John. El cochero. ¿Se marchará usted?” Lancelot dijo, “Sí, por la mañana.” Augusto le dijo, “¿Y va a dejarla aquí…en sus garras?” Lancelot sintió que todos los músculos de su cuerpo se tensaban, y dijo, “¿Qué quiere decir?” Augusto dijo, “No creo que haya muerto…Lady Madeline, en su infancia, sufría ataques de catalepsia. Por favor…Que no se entére el señor Usher que yo se lo dije.” Lancelot le dijo, “¡Catalepsia!¡Es la muerte aparente!...¡Pronto, las llaves de la cripta!” Augusto dijo, “¡No las tengo!...Las guarda el señor Usher. No confía en nadie…también cerró la entrada de los subterráneos.” Lancelot dijo, “¡Maldito sea!¡La enterraron viva!”
     Corriendo, Lancelot se dirigió hacia la puerta de hierro que daba acceso a los sótanos de la casa, y empujó con su hombro, gritando, “¡Madelineee!” Todo fue en vano. La hoja de hierro no cedía. Lancelot se sintió débil, impotente, y golpeando la puerta con sus puños, gritaban, “¡Madeline!” Aquello era tan difícil como localizar a Roderick, en aquel laberinto de cuartos, salones y corredores. Roderick, oculto en uno de los corredores, dijo, “¡Me llama!¡Esta pidiendo que la sáque del ataúd!...¡Me maldice a gritos!” Roderick siguió vagando de una estancia a otra. Después de un largo rato, Roderick dijo, “¡Ooooh! Creo que…el ataúd cayó al suelo…¡Se abrá roto seguro de la tapa!” Cuando se acercaba el amanecer, Lancelot llegó y dijo, “¡Alto!” Roderick dijo, “¡Me llama!¡Me maldice…pero ella debe morir…¡Debe morir!”
De repente Roderick cayó en manos de Lance, quien dijo, “¡Pronto!¡Déme las llaves o soy capaz de matarlo!” El rostro de Roderick se hallaba congestionado por un pánico desorbitante. Sus ojos parecían salirse de sus cuencas, quien dijo, “¡Usted!¡Nooo!¡No debe salir de la cripta!¡Es horrible!...¡Váyase, ahora sin verla! ¡Ha enloquecido! Escucho las carcajadas…¡Me llama!” En ese momento, se escuchó un estrepito, ¡BROOOMM! Lancelot dijo, “¿Qué fue eso?” Una cadena de sordos estruendos retumbó por toda la mansión. Roderick dijo, “¡Quiere matarme!¡Grita que me matará!” Lancelot insistió, “¡Déme las llaves de la cripta!” Roderick obedeció la orden, presa de un temblor compulsivo. Roderick dijo, “¡Perdió la razón! ¡Me matará!” Lancelot lo aventó, y dijo, “¡Imbécil!”

     Lancelot echó a correr rumbo a la puerta del sótano, sin perder un segundo, con una antorcha en mano, diciendo, “¡Te rescataré de la cripta, amor mío!” Momentos después se encontró ante un macabro espectáculo. Lancelot dijo, “¡Dios mío!¡La reja fue forzada!¡Madeline!” La mujer que amaba, ya no se hallaba en la cripta. Lancelot pensó, “¡Debería haberme encontrado con ella! Eso quiere decir…que hay otro pasaje que desconozco, otra forma de llegar a la casa.” En aquel momento, la casa sufrió un leve temblor…y una cuarteadura marcó todo el frente de la vetusta construcción. ¡GRAAAAKKSHK! En ese momento, Oliver gritaba, “¡Lance!...¡Lancelot!” Sin intimarse por el temblor, Lancelot lograba regresar a la estancia en desesperada búsqueda, gritando, “¡Madeline!” Por su parte, Roderick decía, “¡Ya la oigo! Sube por la escalera oculta. ¡Viene a éste lugar! Ya sabe dónde encontrarme…” 
     Al fondo del corredor, un estante empotrado en el muro, se deslizó suavemente. Roderick dijo, “¡Madeline!” Madeline apareció y empezó a caminar hacia su hermano, con pasos muy lentos, llevaba un hacha en sus manos. La mansión se estremecía con crujidos. Estaba amaneciendo. Ya no había fantasmas alrededor. Roderick Usher ya no tenía fuerzas ni energías para huir o defenderse, y dijo, “No…no te acerques…¡Tú debías morir compréndelo!” Pero ella no podía comprender nada…porque había perdido la razón. Y un certero golpe descargado con furia inaudita, cegó la vida atormentada de Roderick Usher. Ahí quedó su cuerpo, en grotesca posición. Madeline lanzó una carcajada grotesca y aterradora, “¡Ja, Ja, Ja!” 
     Pero enseguida, se oyó una voz decir, “¡Madeline!” Era el pequeño Oliver, quien dijo al verla, y ver el cuerpo de Roderick, “¡Tía Madeline…” Aquella impresión resultó demasiado fuerte para el pequeño Oliver, quien se desmayó. La mansión seguía crujiendo. Presa de la locura, el ánsia de matar se había apoderado de lady Madeline. Se fue acercando más y más a Oliver con calculada lentitud. Se arrodilló junto a él, extendiendo sus brazos temblorosos y ensangrentados. Pero Lancelot se acercaba, empeñado en la búsqueda. Y cuando Madeline estaba a punto de ahorcar al pequeño Oliver, Lancelot llegó y gritó, “¡Madeline! ¿Qué haces? ¡Deja a ese chiquillo!”
    Difícilmente pudo arrancarle de las manos el cuerpecito inerte de Oliver. Madeline furiosa, al verse separada de su presa, lanzó un horrible alarido. Lancelot forcejeaba con ella sobre el mezzanine. La mansión se estremeció nuevamente, desde sus cimientos. ¡CRRRACK! Rabiosa, enloquecida, se lanzó contra el muchacho. Su belleza juvenil, dulce, había desaparecido. En vez de su rostro, Lancelot vio una máscara siniestra, y dijo, “¡Déjame!¡Soy yo, Lancelot! ¡No quiero hacerte daño!...¡Ayyy!” Al defenderse, sin premeditarlo, Lancelot la arrojó con fuerza lejos de sí. De espaldas a la balaustrada, Madeline cayó al vacío en dirección hacia una armadura decorativa. Su vida infeliz quedó truncada en la afiliada punta de la lanza. Aún tuvo alientos para proferir un último grito, “¡AAAUUUGH!”

     Así fue el terrible fin de aquella mujer a la que Lancelot Hart tanto había amado. Desde arriba del mezzanine, Lancelot dijo, “¡Yo la maté! ¡Yo la maté!” La infernal maldición de los Usher estaba a punto de cumplirse. Lancelot gritó, “¡La mansión se derrumba!...¡Oliver!” Lancelot tomó al niño entre sus brazos, y se dirigió a la planta baja, salvando los obstáculos. Lancelot gritó mientas bajaba las escaleras, “¡Tengo que salvar a Oliver!...¡Augustooo!” ¡BROOOM! Ninguno de los sirvientes respondió a su llamado. Ambos preferían morir con los Usher, con la mansión. Lancelot seguía gritando, “¡Joohn!...¡Augustoo!” ¡CRAASAARCK! Lancelot logró salir de la mansión, a penas a tiempo, llevando en sus brazos al pequeño Oliver, pensando, “N…no me importa caminar veinte leguas, para llegar al pueblo cercano…pude rescatar a Oliver de las garras de Roderick…y de Madeline…¡Y la maldición que pesaba sobre ellos!” ¡BROOUUMM! Y el pantano se abrió silenciosamente…para tragarse las ruinas de la mansión de los Usher. Los errantes espíritus que la habitaban, encontrarían al fin el descanso eterno.
Tomado de Novelas Inmortales, Año III No. 146, Septiembre 3 de 1980. Adaptación: Javier Reinag. Segunda adaptación: José Escobar.  
                                                                      

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