Poesía
En 1798, Wordsworth y Coleridge, que viven en Cumberland y se conocen
como “los poetas de los lagos,” publican las baladas liricas, especie de
manifiesto que une todas las nuevas tendencias en una doctrina.
La sensibilidad ante los fenómenos
naturales culmina en Tintern Abbey,
de William Wordsworth (1770-1850).
En Intimidación de la Inmortalidad, y
en otros poemas describe imágenes y sonidos exquisitamente registrados, pero se
empeña tanto en evitar la expresión retorica que algunos de sus versos llegan a
ser pedestres. Wordsworth defendió con pasión en su juventud los ideales de la
Revolución Francesa, pero, a medida que va entrando en años, se vuelve muy
conservador. Es “poeta laureado,” El
Preludio, La Excursión.
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), amigo de Wordsworth durante toda su vida, tiene, quizá,
mayores dotes poéticas y emplea con mágica gracia las formas de la balada
medieval en la, Balada del Viejo Marinero,
y Christabel. En la última mitad de
su vida se dedica a la metafísica y a la crítica literaria.
Pero el que más hizo por popularizar el movimiento romántico fue Walter
Scott, que más adelante se tratara como novelista, quien, atraído por las
antiguas baladas, reúne algunas de ellas, tales como se conservaban en la
tradición oral: Trovadores de la Frontera
Escocesa, y luego escribe varias baladas en el mismo estilo, Baladas del Último Trovador, La Dama del Lago.
La sencilla y emotiva elocuencia de estos poemas, llamó la atención
hacia el rico manantial de la literatura popular, no solo en Escocia e
Inglaterra, sino también en otros países, contribuyendo en esta forma a una
renovación completa del genero poético en toda Europa.
La segunda generación de poetas románticos lleva más lejos aun que sus
mayores la rebelión de las pasiones contra la razón, y la del individuo contra
la sociedad. George Gordon, lord Byron
(1788-1824), comienza a ser, sobretodo en el continente un símbolo de todo el
movimiento romántico. Amargo, apasionado y solitario, sus mejores poemas se
caracterizan por su espontaneidad , su vigor y exuberancia: Childe Harold, Don Juan, Manfredo.
Percy Bysshe Shelly (1792-1821) es un
intelectual revolucionario y un poeta lírico muy dotado, que mantiene latente,
por debajo de la temblorosa superficie de sus poesías, una vasta cultura: La Reina Mab, Prometeo Desencadenado, Adonais.John Keats (1795-1821), Endymión, La Vigilia de Santa Ana, Odas, es un poeta sensible a la belleza, un helenista instintivo y pagano que convierte su amor a lo bello en una doctrina. Contribuye al enriquecimiento de la poesía romántica, incorporando elementos del Renacimiento italiano y del periodo isabelino. Sus Cartas, figuran las más sutiles de la crítica en lengua inglesa.
Ensayo y Novela
El espíritu romántico no solo transforma la poesía, sino también el
ensayo. La crítica literaria se convierte en un monologo pensado, imaginativo y
lleno de cálida cordialidad en las manos de Charles Lamb (1775-1834), Ensayos
de Elisa. Emplean también esta forma con gracia y fluidez, William Hazlitt (1778-1830) y Thomas de Quincey (1785-1859), Confesiones de un Fumador de Opio.
El novelista romántico más destacado es, sin duda, Walter Scott (1771-1832), creador de la novela histórica y, al
mismo tiempo, el primer novelista que convierte el ambiente social en un
elemento esencial de la acción. Todas sus novelas tratan de temas escoceses, y
aunque son relatos de aventuras, sin mayor profundidad psicológica, varias
generaciones las leerán con entusiasmo: La
Novela de Waverley, Ivanhoe, Quentin Durward, etc.
Mary Shelley (1797-1840), esposa del
poeta, escribe una novela de terror, hoy clásica: Frankenstein.
En la quietud de la campiña, sin ser contaminada por la rebelión
romántica, Jane Austen (1775-1817),
hija de un eclesiástico, teje, en medio de una serenidad casi clásica, sus
amenas e irónicas novelas sobre la vida provinciana: Orgullo y Prejuicio, La
Abadía de Northanger, Emma,
considerada su obra maestra, y muchas otras.
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